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Los principales componentes del suelo son: materia orgánica viva y muerta,
representada por restos de vegetales, por hongos, lombrices de tierra, insectos
y otros animales y por el humus (material oscuro y pastoso que se ha formado
durante siglos sobre el perfil del suelo); materia inorgánica, originada por el
proceso de meteorización, produciendo así algo de fósforo, azufre y nitrógeno,
los cuales determinan que un suelo sea fértil para un tipo de cultivo.
Por otro lado, se tiene que la palabra suelo se refiere a la extensión de territorio
que pertenece a un estado o país. Por ejemplo; una de mis metas en esta vida
es pisar suelo extranjero.
2) Componentes del Suelo
Se pueden clasificar en inorgánicos, como la arena, la arcilla, el agua y el aire; y orgánicos, como los
restos de plantas y animales. Uno de los componentes orgánicos de los suelos es el humus. El humus se
encuentra en las capas superiores de los suelos y constituye el producto final de la descomposición de los
restos de plantas y animales, junto con algunos minerales; tiene un color de amarillento a negro, y
confiere un alto grado de fertilidad a los suelos.
Fase Sólida: Comprende, principalmente, los minerales formados por compuestos relacionado con la
litosfera, como sílice o arena, arcilla o greda y cal. También incluye el humus.
Fase Líquida: Comprende el agua de la hidrosfera que se filtra por entre las partículas del suelo.
Fase Gaseosa: Tiene una composición similar a la del aire que respiramos, aunque con mayor
proporción de dióxido de carbono (CO). Además, presenta un contenido muy alto de vapor de agua.
Cuando el suelo es muy húmedo, los espacios de aire disminuyen, al llenarse de agua.
4. FERTILIDAD
Es una propiedad que se refiere a la cantidad de alimentos que pasean es decir, a la cantidad
de nutrientes.
Cada uno de los nutrientes cumple sus funciones a saber
4.1. NITROGENO (N)
Ayuda al desarrollo de las plantas
Da al follaje n color verde
Ayuda a que se introduzcan buenas cosechas
Es el elemento químico principal para la formación de las proteinas.
4.2. FOSFORO (P)
Ayuda al buen crecimiento de las plantas
Forma raíces fuertes y abundantes
Contribuye a la formación y maduración de los frutos.
Indispensable en la formación de semillas.
4.3. POTASIO (K)
Ayuda a la planta a la formación de tallos fuertes y vigorosos.
Ayuda a la formación de azucares almidones y aceites.
Protege a las plantas de enfermedades.
Mejora a la calidad de las cosechas.
4.4. CALCIO (Ca)
Ayuda al crecimiento de la raíz y el tallo de la planta
Permite que la planta tome fácilmente los alimentos del suelo.
4.5. MAGNESIO (Mg)
Ayuda a la formación de aceites y grasas
Es el elemento principal en la formación de clorofila, sin la cual la planta no puede formar azucares.
Un suelo fértil es aquel que contiene los elementos nutritivos que las plantas necesitan para
su alimentación, estos alimentos los adquiere el suelo enriqueciéndolos con materia
orgánica.
Un suelo pobre o carente de materia orgánica es un suelo estéril y por lo tanto es
improductivo.
5. ACIDEZ -ALCALINIDAD
En general las sustancias pueden ser acidos, alcalinas y neutros.
Químicamente sabemos que una sustancia es acida porque hace cambiar a rojo el papel
tornasol azul; sabemos que es alcalina o basica, porque hace cambiar a azul el papel
tornasol rojo. Sabemos también que una sustancia es neutra porque no hace cambiar
ninguno de los indicados.
Durante el proceso de humificación o sea de putrefacción del mantillo o materia orgánica
para convertirse en humus, intervienen las bacterias y los hongos en cuyo trabajo van
elaborando sustancias ácidas, por esto las tierras negras y polvorosas generalmente son
ácidas, pero para contrarrestar su acidez, los agricultores aplican cal, que en contacto con
el agua forman sustancias alcalinas.
En general los suelos ácidos son los menos productivos por su acidez se puede corregir
haciendo encalamiento.
5.1. P.H:
La acidez del suelo mide la concentración en hidrogeniones (H+), en el suelo los
hidrogeniones están en la solución, pero también existen en el complejo de cambio.
5.2. SALINIDAD DEL SUELO
Es la consecuencia de la presencia de sales en el suelo, más solubles que el yeso. Por sus
propias características se encuentran tanto en la fase sólida como en la fase liquida por lo
que tiene una extraordinaria movilidad.
La salinización natural del suelo es un fenómeno asociado a condiciones climáticas de aridez
y a la presencia de materiales originales ricos en sales, como sucede con ciertas morgas y
molasas. No obstante existe una salinidad adquirida por el riego prolongado con aguas de
elevado contenido salino, en suelos de baja permeabilidad y bajo climas secos subhúmedos
y más secos.
La salinidad no siempre tiene que ir asociada a un pH alcalino, sino que cuando se alcanzan
valores muy ácidos se produce la solubilización de sales alumínicas que pueden generar
una elevada conductividad con un riesgo añadido, la presencia de aluminio soluble en
cantidades suficientes para ser tóxico para la mayoría de las plantas. Por ello cuando el pH
baja de 3.5 se consideran salinos los suelos con conductividad superior a 8 dS/m, como en
el caso de la alcalinidad.
La recuperación de los suelos salinos puede efectuarse por un lavado de mismo por
inundación con aguas libres de sales, siempre que exista calcio suficiente en la solución
para mantener floculadas las arcillas y permitir una permeabilidad aceptable. No obstante
es conveniente la instalación de un sistema de drenaje artificial, mediante la instalación de
tubos porosos bajo el suelo o, al menos, bajo la zona de enraizamiento de las plantas, como
puede apreciarse en la figura de la izquierda.
Para asegurarse de la eliminación de las aguas cargadas de sales se debe instalar una red
de evacuación del líquido procedente de los tubos de drenaje, como se aprecia en la figura
de la derecha. Deben colocarse con la suficiente pendiente para que el agua no permanezca
demasiado tiempo en dicha red y sea absorbida por el suelo.
Los colectores principales son los encargados de eliminar las sales de la zona que se está
recuperando, en ellos se produce una fuerte concentración de las sales por efecto de la
evaporación del agua, siempre intensa al tratarse de zonas secas con escasa humedad
ambiental. Debe procurarse un flujo rápido hacia el canal principal.
Por último las aguas debes ser evacuadas hacia un curso de agua cuyo caudal sea suficiente
para diluir las sales aportadas y no transferir el problema a las zonas vecinas.
Muchas de estas zonas salinizadas se encuentran en áreas deltaicas por lo que el drenaje
puede hacerse directamente al mar, que es la mejor manera de no salinizar otras zonas.
Cuando la salinidad va acompañada de sodicidad, la alcalinización producida por el sodio
favorece la dispersión de la arcilla, su movilización y la impermeabilización del suelo. Todo
ello dificulta el lavado hasta que no se lleva a cabo una eliminación del sodio.
El sodio abundante de la solución hace que el complejo de cambio del suelo se encuentre
saturado o semi saturado por este elemento; por este motivo la primera acción a tomar es
desorberlo del complejo de cambio para que pueda ser eliminado por arrastre de la solución
del suelo con el agua añadida. El desplazamiento del sodio del complejo solo puede hacerse
mediante su intercambio con otro catión, siendo de elección el calcio por su mayor capacidad
de ser adsorbido y por ser un elemento inocuo. Ya observamos esta acción del calcio a la
hora de elevar el pH, de modo que males opuestos se combaten con el mismo remedio.
1. La textura depende de la proporción de partículas minerales de diverso tamaño presentes en el suelo. Las
partículas minerales se clasifican por tamaño en cuatro grupos:
· Arena: diámetro entre 0,05 a 2 mm. Puede ser gruesa, fina y muy fina. Los granos de arena son ásperos al tacto
y no forman agregados estables, porque conservan su individualidad.
· Limo: diámetro entre 0,002 y 0,5 mm. Al tacto es como la harina o el talco, y tiene alta capacidad de retención de
agua.
· Arcilla: diámetro inferior a 0,002 mm. Al ser humedecida es plástica y pegajosa; cuando seca forma terrones
duros.
2. La estructura es la forma en que las partículas del suelo se reúnen para formar agregados. De acuerdo a esta
característica se distinguen suelos de estructura esferoidal (agregados redondeados), laminar (agregados en
láminas), prismática (en forma de prisma), blocosa (en bloques), y granular (en granos).
3. La consistencia se refiere a la resistencia para la deformación o ruptura. Según la resistencia el suelo puede
ser suelto, suave, duro, muy duro, etc. Esta característica tiene relación con la labranza del suelo y los
instrumentos a usarse. A mayor dureza será mayor la energía (animal, humana o de maquinaria) a usarse para la
labranza.
4. La densidad se refiere al peso por volumen del suelo, y está en relación a la porosidad. Un suelo muy poroso
será menos denso; un suelo poco poroso será más denso. A mayor contenido de materia orgánica, más poroso y
menos denso será el suelo.
5. La aireación se refiere al contenido de aire del suelo y es importante para el abastecimiento de oxígeno,
nitrógeno y dióxido de carbono en el suelo. La aireación es crítica en los suelos anegados. Se mejora con la
labranza, la rotación de cultivos, el drenaje, y la incorporación de materia orgánica.
6. La temperatura del suelo es importante porque determina la distribución de las plantas e influye en los
procesos bióticos y químicos. Cada planta tiene sus requerimientos especiales. Encima de los 5º C es posible la
germinación.
7. El color del suelo depende de sus componentes y puede usarse como una medida indirecta de ciertas
propiedades. El color varía con el contenido de humedad. El color rojo indica contenido de óxidos de fierro y
manganeso; el amarillo indica óxidos de fierro hidratado; el blanco y el gris indican presencia de cuarzo, yeso y
caolín; y el negro y marrón indican materia orgánica. Cuanto más negro es un suelo, más productivo será, por los
beneficios de la materia orgánica.
Tipos de suelos
Existen dos clasificaciones para los tipos de suelo, una según su estructura y otra de
acuerdo a sus formas físicas.
Por estructura
Suelos arenosos: No retienen el agua, tienen muy poca materia orgánica y no son
aptos para la agricultura.
Suelos calizos: Tienen abundancia de sales calcáreas, son de color blanco, secos y
áridos, y no son buenos para la agricultura.
Suelos humíferos (tierra negra): Tienen abundante materia orgánica en
descomposición, de color oscuro, retienen bien el agua y son excelentes para el
cultivo.
Suelos arcillosos: Están formados por granos finos de color amarillento y retienen el
agua formando charcos. Si se mezclan con el humus que es la sustancia compuesta
por ciertos productos orgánicos de naturaleza pueden ser buenos para cultivar.
Suelos pedregosos: Formados por rocas de todos los tamaños, no retienen el agua y
no son buenos para el cultivo.
Suelos mixtos: Tiene características intermedias entre los suelos arenosos y los suelos
arcillosos mezclados.
Por características físicas
Litosoles: Se considera un tipo de suelo que aparece en escarpas y afloramientos
rocosos, su espesor es menor a 10 cm y sostiene una vegetación baja, se conoce
también como leptosoles que viene del griego leptos que significa delgado.
Cambisoles: Son suelos jóvenes con proceso inicial de acumulación de arcilla. Se
divide en vértigos, gleycos, eutrícos y crómicos.
Luvisoles: Presentan un horizonte de acumulación de arcilla con saturación superior al
50%.
Acrisoles: Presentan un marcado horizonte de acumulación de arcilla y bajo saturación
de bases al 50%.
Gleysoles: Presentan agua en forma permanente o semipermanente con fluctuaciones
de nivel freático en los primeros 50 cm.
Fluvisoles: Son suelos jóvenes formados por depósitos fluviales, la mayoría son ricos
en calcio.
Rendzina: Presenta un horizonte de aproximadamente 50 cm de profundidad. Es un
suelo rico en materia orgánica sobre roca caliza.
Vertisoles: Son suelos arcillosos de color negro, presentan procesos de contracción y
expansión, se localizan en superficies de poca pendiente y cercanos escurrimientos
superficiales.
El suelo se puede clasificar según su textura: fina o gruesa, y por su estructura: floculada,
agregada o dispersa, lo que define su porosidad que permite una mayor o menor
circulación del agua, y por lo tanto la existencia de especies vegetales que
necesitan concentraciones más o menos elevadas de agua o de gases.
El suelo también se puede clasificar por sus características químicas, por su poder de
absorción de coloides y por su grado de acidez (pH), que permite la existencia de
una vegetación más o menos necesitada de ciertos compuestos.
Los suelos no evolucionados son suelos brutos, muy próximos a la roca madre y apenas
tienen aporte de materia orgánica. Son resultado de fenómenos erosivos o de la
acumulación reciente de aportes aluviales. De este tipo son los suelos polares y
los desiertos, tanto de roca como de arena, así como las playas.
Los suelos poco evolucionados dependen en gran medida de la naturaleza de la roca
madre. Existen tres tipos básicos: ránker, rendzina y los suelos de estepa.
Los suelos ránker son más o menos ácidos, como los suelos de tundra y los alpinos.
Los suelos rendzina se forman sobre una roca madre carbonatada, como la caliza,
suelen ser fruto de la erosión y son suelos básicos.
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– Producción de biomasa: Los suelos sirven de sustrato para una amplia variedad
de plantas, animales y microorganismos que contribuyen a crear un medio que
resulta básico para la producción primaria de los ecosistemas terrestres. Así aportan
aire, agua y nutrientes para las plantas además de una base fija de soporte.
– Regulación medioambiental: El suelo actúa como medio protector del agua
gracias a su capacidad amortiguadora, transformadora y de filtración. De este modo,
los contaminantes procedentes de la atmósfera y otras fuentes, son retenidos por
los filtros físico-químicos, químicos y procesos de adsorción, de modo que no
alcanzan las aguas subterráneas ni las cadenas tróficas. El suelo además regula los
aportes de agua externos reduciendo el impacto de fuertes precipitaciones sobre
otros sistemas (ríos, lagos, acuíferos).
– Proporciona un hábitat biológico: El suelo sirve de hábitat para un gran número
de especies, un puñado de suelo puede contener más de un billón de organismos
de millares de especies. La presencia de microorganismos es de vital importancia
ya que son los responsables de la descomposición, conversión y síntesis de
sustancias orgánicas que hacen que se cierren los ciclos de la materia y de algunos
elementos.
– Es una gran reserva genética.
– Regula el clima, gracias a la fijación de carbono.
– Soporta viviendas e infraestructuras: El suelo sirve de base espacial para el
desarrollo de estructuras técnicas, industriales y socioeconómicas.
– Es fuente de materias primas: El suelo es también fuente de materias primas
para numerosas actividades. La extracción de turba, grava, arena, arcilla, rocas,
agua, etc. son una importante función económica del suelo.
– Protege restos arqueológicos: Los suelos preservan yacimientos arqueológicos
y actúan como una especie de testimonio también para sucesos catastróficos,
impactos antrópicos, etc.
– Es fuente de información geológica y geomorfológica: El territorio y los
paisajes actuales constituyen una herencia de procesos climáticos, geomorfológicos
y edafológicos pasados.
– Y sobre todo tiene la función primordial de ser el soporte y permitir el
crecimiento de las plantas (anclaje, oxígeno y nutrientes) que nos proporcionan
alimento tanto a nosotros como a los animales. Este anclaje de las plantas
proporciona una protección contra erosión.
Seguro que la mayoría no os podríais imaginar todas las funciones que nos
proporciona el suelo. Es más que mucha tierra toda junta, el suelo es como los
pilares de una casa, si no está bien organizado y cuidado se cae, de ahí la
importancia de hacer un buen estudio de suelos así como de un plan de buen uso y
conservación del mismo (Temas que trataremos en próximos artículos).
Por ello el suelo hay que valorarlo, cuidarlo y protegerlo porque si se caen nuestros
pilares nos caemos todos.
El proceso por el que los microbios pueden asimilar el nitrógeno gaseoso de la atmósfera se
llama Fijación biológica de nitrógeno y es una versión natural de la producción industrial de
fertilizantes. Los microbios que realizan este proceso se pueden ver como pequeñas fábricas
de fertilizantes nitrogenados. Algunas de estas bacterias fijadoras de nitrógeno viven en
estrecha relación con las plantas y pueden proporcionarles nitrógeno haciendo que estas
dependan menos del nitrógeno del suelo o de los fertilizantes químicos con nitrógeno. Las
bacterias más conocidas que tienen esta capacidad se asocian a plantas leguminosas y se
llaman “rizobios”.
El fósforo es un nutriente que puede ser abundante en el suelo pero que no es fácilmente
disponible para las plantas porque se encuentra en formas insolubles que no se pueden utilizar.
Existen microorganismos llamados “solubilizadores de fosfatos” que tienen la habilidad de
producir sustancias ácidas que liberan el fósforo de los minerales del suelo y así este nutriente
ya puede ser absorbido por las plantas. Los microorganismos más conocidos que tienen esta
capacidad son hongos llamados “micorrizas” pero también hay bacterias que viven asociadas a
las plantas que pueden solubilizar fosfatos.
El hierro es otro nutriente que también suele encontrarse en formas insolubles y no disponibles
para los vegetales en el suelo. Algunos microorganismos producen y liberan unas sustancias
llamadas “sideróforos” que unen muy fuertemente al hierro, luego estos complejos sideróforo –
hierro son absorbidos por las raíces de las plantas.
Otra forma en la que los microorganismos pueden favorecer el crecimiento de las plantas es
mediante la producción de hormonas vegetales, como las auxinas. Estas sustancias
promueven el crecimiento de las raíces de las plantas, lo que permite que puedan absorber
más agua y nutrientes del suelo.