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CARACTERISTICAS DE LA PRIMERA COMUNIDAD CRISTIANA

1. En primer lugar, una comunidad armónica. Tenían un solo corazón y una sola alma (Hch 4,32). Una comunidad en
paz. Eso significa que en aquella comunidad no había lugar para murmuraciones, envidias, calumnias, difamaciones.
¡Paz! ¡Y perdón: el amor lo cubría todo! Para identificar una auténtica comunidad cristiana, debemos preguntarnos
cómo es la actitud de esos cristianos. ¿Son mansos y humildes? ¿Se pelean entre ellos por el poder? ¿Hay peleas de
envidia? ¿Hay murmuraciones? Si es así, no van por el camino de Jesucristo. Y esta peculiaridad es muy importante,
mucho, porque el demonio siempre intenta dividirnos: es el padre de la división. Y no es que les faltaran problemas a la
primera comunidad cristiana: luchas internas, doctrinales, de poder, que también volvieron a aparecer luego. Por
ejemplo, cuando las viudas se quejaban por no ser bien atendidas y los Apóstoles tuvieron que ordenar diáconos. Pero
ese momento fuerte de los comienzos fija para siempre la esencia de la comunidad renacida del Espíritu.

2. En segundo lugar, una comunidad de testigos de la fe, con la que hay que comparar toda comunidad actual. ¿Es una
comunidad que da testimonio de la resurrección de Jesucristo? (cfr. Hch 4,33) ¿Esa parroquia, esa comunidad, esa
diócesis cree de verdad que Jesucristo ha resucitado? ¿O lo dice solo de boquilla: Sí, ha resucitado, porque lo cree así,
pero su corazón está lejos de esa fuerza? Hay que dar testimonio de que Jesús está vivo, está entre nosotros. Así se
puede comprobar cómo va esa comunidad.

3. La tercera característica con la que medir la vida de una comunidad cristiana es la pobreza. Y aquí, podemos
distinguir dos aspectos (cfr. Hch 4,34-35). Primero: ¿Cómo es tu actitud o el de tu comunidad hacia los pobres? Segundo:
¿Esa comunidad es pobre: pobre de corazón, pobre de espíritu? ¿O pone su confianza en las riquezas, en el poder?

Armonía, testimonio, pobreza y cuidado de los pobres. Es lo que Jesús le explica a Nicodemo: hay que renacer de lo Alto
(cfr. Jn 3,7). Porque el único que puede hacer eso es el Espíritu. Es obra del Espíritu. La Iglesia la hace el Espíritu. El
Espíritu hace la unidad. El Espíritu te empuja al testimonio. El Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza y hace que
te preocupes de los pobres. Que el Espíritu Santo nos ayude a caminar por la senda de los renacidos por la fuerza del
Bautismo.

N.B. Traducción libre del original italiano de Radio Vaticano. Como el Papa habla sin papeles, no se debe –y muchas
veces, no se puede– transcribir literalmente todo lo que dice (porque hay repeticiones, medias palabras, gestos
imposibles de transcribir…). Por eso, lo adapto para ser escrito y leído. También he añadido las citas de las lecturas del
día a las que se hace referencia. Por tanto, no se deben tomar como palabras literales del santo Padre, aunque sí recogen
fielmente sus enseñanzas. (N. del T.).

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