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Nombre: May Platt

Fecha: 15/07/2018
Componente: Conflictos socio-ambientales

MEDIACIÓN COMUNITARIA Y MEDIACIÓN AMBIENTAL


La mediación, como ya hemos visto, es una de las vías de Resolución alternativa de conflictos o ADR (por
sus siglas en inglés Alternative Dispute Resolution), siendo las otras negociación, conciliación y arbitraje.
La mediación es la primera opción a considerar cuando las partes no han logrado llegar a un acuerdo por
su cuenta (por medio de negociación) y buscan un tercero como mediador, por lo que se dice que es una
negociación asistida por un tercero neutral. El objetivo de este método es ayudar a las partes a pasar de una
posición de poder o de derecho a centrarse en los intereses y necesidades que tienen para llegar a un acuerdo
satisfactorio para ambos (Caurín, Ramo & Vivas, 2011).
Los beneficios y ventajas de la mediación sobre otros procedimientos de confrontación, como el sistema
judicial, son numerosos. Por lo general, las partes disponen de más flexibilidad y libertad para diseñar su
propio proceso en la mediación que en las otras vías adversariales, pues es un proceso colaborativo y
voluntario que tiene como meta el ganar-ganar; por otro lado, es confidencial, no deja precedentes, es
gratuito o de costos bajos, y bastante rápida (Caurín et al., 2011). Afortunadamente, los ámbitos de
actuación de la mediación son vastos: familiar, penal, empresarial, laboral, en consumo, comunitaria,
escolar, en salud, ambiental y administrativa. Más adelante explicaré dos de ellas, la mediación comunitaria
y la mediación ambiental.
En Ecuador, este proceso está amparado bajo la Ley de Arbitraje y Mediación el cual entró en vigencia el
4 de septiembre de 1997, como un método alternativo de solución inmediata a los problemas que a veces
no es necesario llevar a conocimiento de juzgados por su demanda tiempo y dinero. Esta Ley presenta tres
capítulos: Arbitraje, Mediación y Mediación Comunitaria (Peralta, 2009; Vintimilla, 1999).

Mediación Comunitaria
Según Villagrasa (2013), la mediación comunitaria “es el procedimiento de gestión del conflicto de
convivencia por el que las partes enfrentadas pueden llegar a resolverlo por consenso, sin convertirse en
adversarios y compartiendo las posibles soluciones expuestas valoradas entre ellas. El mediador debe
facilitar el marco de relación y negociación que ofrezca la oportunidad de llegar por sí mismos a una
solución, teniendo en cuenta que habitualmente tendrán que seguir relacionándose…”. La mediación y la
resolución de los conflictos en el ámbito comunitario pretende introducir enfoques alternativos y visiones
positivas entre culturas, colectivos, vecinos y también entre generaciones, así como entre los ciudadanos y
la administración (Caurín et al., 2011).
Normalmente, los aspectos que suelen generar controversia de esta índole tienen que ver con la propia
convivencia de la comunidad, como comportamientos incívicos, tenencia de propiedades, robos o
invasiones, conflictos vecinales por intromisiones o molestias debido a ruidos, desorden, obras, olores,
hábitos de higiene y limpieza, tenencia de animales, o por el uso de espacios públicos (parques, zonas de
estacionamiento de vehículos...) (Caurín et al., 2011; Cristóbal, 2017). Es así, que el objetivo de la
mediación comunitaria es la buena convivencia entre personas, desde su perspectiva de ciudadanos dentro
de una comunidad, construyendo redes sociales que terminen funcionando de forma autónoma (sin la
intervención de un tercero) (Caurín et al., 2011; Cristóbal, 2017).
En la Mediación Comunitaria es fundamental la cooperación y colaboración entre los distintos servicios del
área en cuestión y la formación de mediadores comunitarios que pertenezcan a esa misma comunidad, que
intervienen en los conflictos tomando en cuenta el contexto cultural y social en el que se convive (Caurín
et al., 2011). De acuerdo con Peralta (2009), algunas de las ventajas que presenta son:
 Reconocimiento de la acción comunitaria
 Valor jurídico
 Fortalecimiento de la organización de la comunidad
 Evita el acudir a agentes externos lo que refuerza la identidad de la comunidad
 Abre espacios de comunicación entre diversos sectores relacionados con la comunidad y,
 Debidamente implementada y aplicada genera confianza, pues considera las propias vivencias, las
tradiciones y circunstancias sociales de cada comunidad.
Comparte con la mediación los principios de Voluntariedad, Neutralidad/Imparcialidad y Confidencialidad,
y la búsqueda de los intereses reales que a simple vista no se ven para fomentar la empatía y con ello acercar
posturas. Además, tiene como característico que interviene de modo preventivo en los conflictos y tiene el
rol añadido de agente de transformación social (Caurín et al., 2011). Sin embargo, en el caso de la
voluntariedad, es interesante mencionar que algunas autoridades campesinas, indígenas y populares se
encuentran empeñadas en remitir conflictos a mediación como una política local de persuasión, y que las
partes de mutuo acuerdo pueden renunciar a la confidencialidad solicitando manejar su conflicto frente a
la autoridad local, por ejemplo en casos que guarden relación con la vida de las comunidades (Peralta, 2009;
Vintimilla, 1999).
En Ecuador su aplicación tanto en comunidades indígenas como en sectores urbano-marginales ha sido
introducida por el Centro sobre Derecho y Sociedad -CIDES- desde el año de 1992 (Vintimilla, 1999).
Hasta el año 2009 existían más de doscientos mediadores indígenas capacitados en Napo, Orellana,
Imbabura y Chimborazo, y noventa mediadores vecinales urbanos capacitados en Quito, Guayaquil, Cuenca
e Ibarra (Peralta, 2009), y lo que se refiere a los conflictos atendidos, desde el año 2005 hasta el año 2007
se manejaron 300 casos en las comunidades indígenas, sin contar los muchísimos no registrados, y unos
100 casos más en las comunidades urbanas.

Mediación Ambiental
Los conflictos ambientales son mucho más que simples disputas por la propiedad o por la gestión de los
recursos renovables y no renovables (Carbonell, Prokopljevic, Di Masso, Puebla, & Lemkow, 2010; Caurín
et al., 2011), siendo más bien la dicotomía entre ambiente y vida, es decir, por un lado el medio ambiente
y sus recursos es considerado como espacio económico y de comercio, y por otro lado, como el espacio
vital donde surge y se desarrolla la vida (Sabatini, 1997). Los conflictos ambientales afectan a un recurso
público colectivo, el medio ambiente, y por lo tanto entran en el campo de la elaboración de políticas
(Caurín et al., 2011).
Dentro del marco participativo, la mediación ambiental (o medioambiental) se entiende como una
herramienta útil para conseguir una solución satisfactoria para todos (Carbonell et al., 2010); siendo un
campo de estudio cercano a la mediación comunitaria descrita anteriormente. La estrategia de mediación
es parecida, con algunas especificidades (derivadas de los contenidos técnicos, las diferencias de poder, el
ámbito público, los límites difusos en relación al mapa de actores, etc.) (Caurín et al., 2011). Conviene
diferenciar entre conflictos ambientales de tipo local (micro) y conflictos supralocales (macro). La
mediación resulta más útil para los primeros por su carácter más privado, por ejemplo entre los gestores de
los espacios naturales y la población que los habita, en el sentido de promover su inclusión y fomentar que
la toma de decisiones sea compartida, similar a la mediación comunitaria; desde esta perspectiva, el proceso
de participación, “el diálogo” entre los políticos y los usuarios de los espacios naturales y urbanos, se
entiende tanto en clave de prevención como de solución de conflictos (Carbonell, et al., 2010; Caurín et al.,
2011); Por el contrario, para los conflictos supralocales, por su esfera pública y mayor complejidad, resulta
más complicado realizar una mediación formal y está limitada su efectividad (Caurín et al., 2011)
La Mediación Ambiental tiene unos rasgos específicos diferenciadores de la mediación en otros ámbitos:
conflictos multipartes, asimetría de poder y recursos, ámbito público, alta politización, y afecta a actores
no presentes. El campo de la Mediación Ambiental toma fuerza y tiene mayor potencial en los estadios
previos al surgimiento de un conflicto de naturaleza procesal. También, en algunos campos específicos
(áreas protegidas); por otra parte, puede resultar útil cuando el conflicto es particularmente adverso, la
situación extremadamente compleja, en las que existe un elevado grado de desacuerdo o de incomunicación
entre las partes implicadas (Carbonell et al., 2010; Caurín et al., 2011).

Según Carbonell et al. (2010), existen dos tipos de mediación: la mediación ambiental preventiva y la
mediación correctora o resolutiva de conflictos. La primera pretende justamente, como se mencionó en el
párrafo anterior, evitar conflictos que son muy difíciles de resolver y que muchas veces generan
controversias que van más allá del conflicto ambiental; esto lo realizan por ejemplo, por medio de la
regulación de la implantación de proyectos con estudios de impacto ambiental y su socialización; estos
mecanismos son inicialmente costosos, pero tienen un rendimiento social más provechoso y gratificante
posterior. Por otro lado, la mediación correctora es necesaria cuando ya existe el conflicto o la problemática
que requiere una solución, y, precisamente, aquí empieza la tarea mediadora para no llegar a la cúspide de
la pirámide de litigación (Carbonell et al., 2010).

En entrevistas realizadas por Carbonell y colaboradores (2010), se identificó como conflictos ambientales
que se acentuarán en el futuro cercano los relacionados a: el agua (disminución del recurso disponible para
los requerimientos ambientales), la ordenación territorial y usos del suelo, el despliegue de grandes
infraestructuras, los transgénicos, entre otros. Es importante reconocer que aunque no todos los conflictos
medioambientales son mediables, la mediación puede convertirse en una herramienta útil desde un enfoque
abierto y transformador, sobre todo en los de tipo local, para explorar alternativas, cambiar percepciones
rígidas, facilitar la comunicación, la comprensión mutua, el acercamiento y explorar vías de colaboración
(Caurín et al., 2011).
Es por todo esto que la mediación en el ámbito ambiental no debería ser solo una opción, sino convertirse
en un pilar inamovible en la resolución de conflictos ambientales, por el impacto que potencialmente son
capaces de producir estos conflictos y la importancia de frenarlos antes de que crezcan, aplicando
preferencialmente la mediación ambiental preventiva (Morán et al., 2016)

REFERENCIAS
Carbonell, X., Prokopljevic, M., Di Masso, M., Puebla, C., & Lemkow, L. (2010). Mediació en conflictes
ambientals. Llibre Blanc de la mediació a Catalunya, 687-729.
Caurín, P., Ramo, C., & Vivas, I. (2011). Guía-Marco de la mediación en Aragón. Zaragoza: Departamento
de Presidencia y Justicia, Gobierno de Aragón. Gobierno de Aragón y Aragón Participa.
Cristóbal, J. P. (2017). Aproximación a la mediación comunitaria. Retos y desafíos. Revista de Mediación,
10(3), 7-14.
Morán, J., Sandoval, F., Payán, H., & Ríos, M. (2016). Mediación y medio ambiente/Mediation and
environment. CIBA Revista Iberoamericana de las Ciencias Biológicas y Agropecuarias, 5(9),
152-167.
Peralta, T. (2009). “La Mediación Comunitaria como Medio Alternativo de Solución de Conflictos en la
Legislación Ecuatoriana”. Tesis: Universidad Técnica Particular de Loja. Ecuador, Loja.
Sabatini, F. (1997). Conflictos ambientales en América Latina: distribución de externalidades o definición
de derechos de propiedad. Estudios sociales, 92(2), 175-197.
Villagrasa, C. (2013). La mediación comunitaria o vecinal. En: H. Soleto (Dir.). Mediación y resolución de
conflictos: técnicas y ámbitos (2º Ed., pp.655-671). Madrid, España: Tecnos.
Vintimilla, J. (1999). La mediación comunitaria en Ecuador. Forum II: Propuestas De Desarrollo
Constitucional Y Jurisprudencia: Derecho Indígena Y Derechos Humanos/Indigenous law and
human rights.

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