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CAPITULO VI
a) Período Teológico: “En dicho período la religión lo fue todo, porque dominaba
a la ciencia, la moral, la política, el arte; el hombre estaba determinado en esta
etapa a fomentar intereses espirituales; dicho período se caracterizo porque se
confundía el delito con el pecado, tal como sucedía en Roma ya que la religión
estaba tan identificada con el Estado, que el delito contra la religión, se confundía
con el delito contra el Estado, y era castigado como delito de lesa majestad,
siendo memorables las persecuciones que se hacían a los cristianos”.
b) Período Político: Las sociedades se dieron cuenta de la relevancia que tenía la
religión para la política ya que a través de ella podían obtener grandes logros
por constituir una fuerza de unidad, ya que las figuras delictivas relacionadas
con la religión obedecían a concepciones políticas porque los Estados veían en
ella su conservación, sirviéndose en varias oportunidades algunos soberanos de
ella para imponer su homogeneidad y consistencia a sus Estados, otros la
utilizaban para impulsar o darle prestigio a la conquista, dando origen al
enriquecimiento de las órdenes religiosas, centrándose en intereses económicos
sociales y políticos de la sociedad.
c) Período Liberal: Las ideas iluministas y la política de reformas, en el siglo XVIII,
fueron disminuyendo los rigores de las leyes contra los delitos religiosos. Ya en
el siglo XIX, las ideas liberales aconsejaron a los Estados, no acriminar tales
hechos y con más exactitud sancionar solo aquellos que más que una violación
contra la religión, constituyeran una lesión a la libertad individual en materia de
conciencia. La Licenciada Enríquez Sánchez, manifiesta que conforme
avanzaron las ideas respecto a los delitos en aquella época, estos se ven
transformados en un conjunto de principios donde el hombre es libre de poder
expresar sus creencias y lo que cree correcto acerca de los temas relacionados
a la divinidad, dando paso al nacimiento del respeto a los cultos y a la libertad
de religión por parte de cada ser humano, convirtiéndose está última en una
relación entre la persona y Dios, quedando en facultad del Estado proteger la
libertad de culto y penar a todos aquellos que de una forma u otra impidieren de
cualquier forma la celebración pacífica y la práctica de la religión.
“Los que son objetos del culto, y los que se utilizan en servicio del mismo:
1. Los objetos del culto: Esto es una cuestión que debe ser resuelta dentro de cada
religión de acuerdo a su liturgia.
2. Los objetos que sirven para el culto: Entre estos se encuentran los cálices, los
incensarios, los relicarios, las vestimentas sacerdotales, los altares, las cometen el delito
de campanas.
Disposiciones Especiales
a) Momento de Consumación Este delito se consuma al momento de
interrumpir, menospreciar u ofender la celebración de una ceremonia
religiosa, o los objetos destinados a la misma.
Puede definirse como la acción por la cual una persona de manera intencional viola o
vilipendia una sepultura, sepulcro o urna funeraria con el objeto de extraer o dañar el
cadáver o los restos de un ser humano que allí se encuentran.
a) Bien Jurídico Tutelado Se trata de tutelar como valor en sí el total respeto a los
muertos y de origen puramente religioso incorporado desde luego al patrimonio común
de los sentimientos personales y religiosos, porque el bien jurídico protegido es el
respeto debido a la memoria de los muertos”.
d) Sujeto Pasivo las personas que sean propietarias de los mausoleos donde este
enterrado el cadáver, que por lo general son los mismos familiares del occiso.
Elemento Subjetivo del Tipo está conformado por el dolo (intención), en este caso el
deseo del sujeto activo de ofender la memoria de los muertos.