Você está na página 1de 2

Ensayo sobre la retórica

por Víctor Antonio Vargas

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos visto en la necesidad de


defender una idea u resistir argumento, y no basta esgrimirse solamente con la
verdad, si realmente queremos contender un pensamiento debemos hacer uso de
la palabra, pero no simplemente de la palabra, si no del pensamiento y luego a la
palabra. Dependerá del ingenio de cada persona el procurar una idea pues ya decía
Erasmo de Rotterdam en su obra Elogio de la locura «Todo cuanto lleva el necio
en el pecho, lo traduce a la cara y lo expresa de palabra. En cambio, el sabio tiene
dos lenguas, una de ellas es la que usan para decir la verdad y con la otra las cosas
que consideran convenientes según el momento».

Los seres humanos somos gregarios por naturaleza y una necesidad básica es el
acto de comunicación, ya sea por expresar un sentimiento o el deseo conseguir
algo, será totalmente trascendental el modo en que lo decimos, para ello ya sea por
cuestiones persuasivas o estéticas haremos uso de la retórica. Los argumentos
retóricos ayudan a captar la atención, sorprenden por su originalidad y poseen un
gran poder sugerente y persuasivo permitiendo una comunicación más eficaz.
Si por algo se conoce a la Grecia antigua, es por sus grandes dotes de inteligencia
en diferentes disciplinas, y tal fue en el caso de la retórica, llegaron a perfeccionar
la palabra al punto de establecerla como un arte, incluso en nuestros tiempos se les
sigue considerando como verdaderos artesanos del verbo. Una de las principales
características de la retórica es que no versa en una sola disciplina, lo cual quiere
decir que podemos hacer uno de ella en cualquier momento.
De entre los argumentos, procurados por el razonamiento hay tres especies: una
reside en el carácter del que habla, otra en predisponer al oyente en cierto estado
de ánimo y la última, en el discurso mismo, lo que éste demuestra o parece
demostrar.
Por el carácter del que perora, pues, cuando el discurso se dice de tal manera que
hace digno de crédito al que lo declama, porque a las personas cultas y de buenas
costumbres les creemos más fácilmente frente a otras, un ejemplo sería la
relevancia que le daríamos a un discurso de filosofía de Friedrich Nietzsche frente
a un discurso de la misma categoría pero dicho por Pablo Escobar (suponiendo que
ambos coexistieran en la misma época), pues es claro que un escritor o filosofo
tiene buenas y mejores costumbres que un delincuente.
El segundo trata de arrastrar al oyente a un sentimiento, y situado ahí, lograr
persuadirlo. Pues como todos sabemos, no concebimos las cosas de la misma
manera cuando estamos tristes como cuando estamos alegres.
Y por último, y con fines meramente estéticos está la que reside en el discurso
mismo y su único objetivo es exponer una idea, sin procurar causar algo en el
oyente.
Claro ejemplo de argumento que conlleva al oyente a un estado de ánimo
determinado, es el de uno de los más grandes oradores contemporáneos, Adolf
Hitler y su poder retorico en la Alemania nazi, los artificios eran tan efectivos que
sometían a la audiencia en una especie hipnosis colectiva, al grado incluso de llegar
a un estado de trance. Hitler consideró los medios persuasivos para situar a los
oyentes en ciertos estados de ánimos que para su política eran beneficiosos, tales
como el odio, la ira, la enemistad. En este punto la honestidad no representa tanta
importancia para la persuasión como el carácter de quien lo declama.
Los discursos, ya de por sí poderosos los cuales arengaban al odio, eran hechos
siempre de noche, las veces que Hitler fue candidato. Los nazis sabían que la noche
era ideal para prender las veladoras y antorchas que dieran a las reuniones del
partido el toque religioso más que político. Así consiguió el apoyo incondicional de
sus fieles seguidores.
Así pues todo lo expuesto va dedicado a ver de qué es conveniente partir para
convencer y disuadir, ensalzar y censurar, acusar y defenderse y que opiniones son
útiles para los argumentos que respaldan estas cosas. Y la retórica no tiene sólo
como fin el saber expresarse, si no también juzgar las deliberaciones contrarias, así
se sabrá para librarse de cualquier argucia.
Para que una retórica sea efectiva hay que considerar muchas cosas que sólo se
logran a través de la práctica constante, una de ellas es la elocución, pues no basta
con saber que decir, también es necesario decirlo como conviene, El uso de
metáfora para mayor expresividad en lo que se quiere decir. Los dichos o frases
ingeniosas que den un toque de elegancia y estilo al discurso. Los fines de la
retórica son variados, pero siempre van encaminados a la persuasión y a la
disuasión, haciéndose valer de los conocimientos y la practica en este campo.
Cada día y muchas veces sin siquiera saberlo hacemos uso de la retórica. Como en
el presente caso, que paradójicamente se está haciendo retórica, hablando de la
retórica misma. Se está defendiendo un punto de vista. La retórica siempre va
pretendiendo más que el simple hecho de comunicar y esta además debe cumplir
con los requisitos básicos de la comunicación, que son deleitar, conmover persuadir
incluso si la tesis presentada fuese falsa, todo dependerá de la astucia del orador
que tiene que hacer especial selección de palabras como si de la paleta de colores
de un pintor se tratase.

Você também pode gostar