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Pacific Press®
Publishing Association
Nampa, Idaho | Oshawa, Ontario, Cañada
www.padficpress.com
Título del original en inglés: Revelation: The Fifth Cospel
Redacción: Ricardo Bentancur
Traducción: Dr. Juan Carlos Viera
A no ser que se indique de otra manera, todas las citas de las Sagradas
Escrituras están tomadas de la versión Reina-Valera, revisión de 1960. La
autora se responsabiliza del estilo y de la exactitud de los datos y textos
citados en esta obra.
October 2014
Dedicatoria
T
odavía recuerdo el peculiar sentimiento que me embargaba: una mezcla
de suspenso y satisfacción que sentía una vez más cuando, sentada en una
banca de la iglesia, escuchaba a mi padre contar la historia en su sermón. La
había oído antes, pero por alguna razón todavía me atrapaba; quizá porque
conocía el final, o tal vez porque me podía identificar con el principal perso
naje de la historia. Sabía lo que iba a pasar, pero aun así saboreaba cada palabra
como solo un niño puede hacerlo, como si estuviera escuchando la historia por
primera vez.
La historia era acerca de un jovencito a quien le encantaba seguir las aven
turas de su héroe favorito en una serie de libros. Los tenía todos, y su valiente
y amado héroe nunca lo chasqueaba. Lo admiraba por su fuerza, su integridad
y su habilidad para salvar a los que estaban en dificultad. El poderoso héroe
siempre resultaba victorioso en su lucha por la justicia. El muchacho absorbía
intensamente cada libro y saboreaba cada página. Pero un día todo cambió. El
nuevo libro era muy diferente. Esta vez su héroe sufría los golpes y perdía
constantemente. ¡Parecía que siempre lo tiraban al suelo, y no podía levantar
se! ¿Qué estaba pasando?
Aunque el niño había comenzado el libro, no pudo soportar más, y rete
niendo el aliento se fue directamente al último capítulo. No podía esperar
m ás... algo andaba terriblemente mal. Se suponía que su héroe debía ser
victorioso, pero el villano le estaba ganando vez tras vez. Con manos tem
blorosas buscó la última página del libro y leyó las últimas frases. ¡Y allí, en
las palabras finales del libro, descubrió algo que le dio un inmenso gozo! Al
final, después de tantas aparentes derrotas, su héroe resultaba victorioso y el
villano terminaba vencido. Este no era tan fuerte como parecía, y su héroe
era el ganador. Entonces, luego de conocer el final, el niño volvió con tran
quilidad a la página que había estado leyendo antes y continuó con la lectu
ra, solo que ahora, cada vez que el villano parecía estar ganando, el niño
. 7 .
A pocalipsis
* Parte del material de esta sección se encuentra en mi libro Sorprendidos por amor,
publicado por Pacific Press.
E l "D es-cubrimiento de J esús
conflicto entre el bien y el mal. Se invita al lector a aliarse con Dios, aunque
también tiene la libertad de aliarse con las fuerzas del mal. Los dos sistemas
están representados por dos ciudades (Jerusalén y Babilonia), por dos mujeres
(la esposa y la gran prostituta), por dos sistemas numéricos (el 7 y el 6), etc.
De acuerdo con algunos eruditos, este libro, que data del primer siglo de
nuestra Era Cristiana, fue escrito para animar a los fieles que vivían bajo cir
cunstancias difíciles.
Era el tiempo en que gobernaba el emperador Domiciano (81-96 d.C), el
primer gobernante en requerir que se lo adorase mientras aún vivía. Otros
estudiosos creen que la iglesia había entrado en un período de apatía, porque
la segunda venida de Jesús no había ocurrido tan pronto como ellos habían
esperado después de su ascensión, y aun otros creen que los miembros de la
iglesia primitiva se habían vuelto temerosos debido a los problemas externos e
internos que enfrentaban.
¡TEMOR! ¿Te suena familiar? Temor a la incertidumbre, temor al futuro,
temor a la inseguridad, temor y confusión. Como si el autor estuviese escri
biendo para nuestros días.
Juan anuncia a sus lectores que el enfrentamiento final entre nuestro Hé
roe y el villano malvado es inminente, pero si ellos perseveran hasta el fin,
creyendo en el Cordero que fue inmolado, pasarán la eternidad con Dios. Este
es un libro de adoración, en otras palabras, es el libro de los “¡Viva! ¡Viva!”
Todos están alabando, todos están cantando, y todos están repitiendo una y
otra vez: “Digno es el Cordero” (Apocalipsis 5:12). Al descorrerse el velo se
presentan dieciseis escenas de adoración en las que el cielo y la tierra prorrum
pen en cánticos que exaltan y alaban a Aquel que por su sangre ha ganado la
victoria sobre el mal.
Círculo completo
Toda la Biblia es un inclusio. Este es un término académico para un “sánd
wich narrativo” donde algo comienza y termina de la misma manera. En los
últimos tres capítulos del Apocalipsis encontramos los mismos temas que vi
mos en los tres primeros capítulos de la Biblia, solo que en orden inverso.
Hay simetría en la Biblia. ¿Recuerdas la secuencia de temas en Génesis
1-3? ¿Recuerdas la creación en el capítulo 1, la comunión de los seres humanos
con Dios en el capítulo 2, y la entrada del malvado villano que trajo pecado y
muerte en el capítulo 3? Pues bien, los últimos tres capítulos del Apocalipsis
E l "D es-cubrimiento de J esús
. 11 .
El Cordero es el Alfa
y la Omega:
• Seguridad •
E
speraba que aquel fuera un vuelo normal, como cualquier otro de mis
frecuentes viajes. Llegué al aeropuerto y entregué mi maleta. Las tarjetas
de embarque estaban todas en orden para mi vuelo entre Los Angeles, Cali
fornia y Huntsville, Alabama. El empleado se aseguró de que mi equipaje tu
viera el comprobante que indicaba el origen y el destino de mi viaje, con las
siglas LAX-HSV, y me confirmó que la maleta estaba despachada para el des
tino final.
El viaje no tuvo incidentes, excepto por una demora por razones climáti
cas, lo que retrasó la salida de la segunda etapa de mi viaje. El hecho de tener
que volar casi cada semana ya me tiene acostumbrada a las demoras, pero esta
me hacía las cosas más dificultosas. Por el nuevo horario, el vuelo llegaba a
Huntsville cerca de la medianoche, luego tenía que alquilar un auto y viajar
unos pocos kilómetros rumbo al hotel. Me imaginé que a la 1:00 de la madru
gada podría estar descansando en el hotel. Dormiría unas cinco horas. Des
pués me alistaría y comenzaría mi primer seminario en un retiro ministerial
de un día y medio de duración. Mi itinerario estaba ajustado, y planeaba vol
ver a Los Ángeles a la tarde de mi segundo día en Huntsville.
Arribamos a Huntsville cerca de la medianoche, alquilé el auto y fui a
recoger mi equipaje. El aeropuerto se estaba poniendo silencioso a esas horas
de la madrugada. La correa mecánica comenzó a moverse y cada uno de los
pasajeros tomó su maleta y se retiró, excepto yo. Estaba tan cansada que ni
siquiera quería pensar en lo que podría estar sucediendo. Me quedé alrededor
de la cinta circular durante unos veinte minutos, esperando y orando porque
lo que temía que había sucedido realmente no hubiera ocurrido.
La correa se detuvo y mi corazón también.
Me ha llevado años entender el significado del refrán que en ese momento
apareció en mi mente: “SE M U R IÓ EL CA BA LLO , ¡D ESM O N T A !” Soy la
clase de persona que no se desanima fácilmente. Doy vueltas, espero, y hasta
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El C ordero es el A lfa y la O mega
puede ser que intente darle un golpe más al caballo muerto para ver si todavía
camina, ¡pero había llegado el momento de desmontar! Ya no había nadie en
la oficina de reclamos, y yo estaba ahí, sin posibilidades de hacer algo, hasta
que pasó una empleada que se compadeció de mí y llamó al personal del de
partamento de equipajes. Tomó nota de la descripción de la maleta y me ex
plicó que esta se había extraviado (esa información no me pareció relevante ni
de ninguna ayuda), luego me proporcionó un número telefónico para llamar.
Ella tampoco estaba conmovida por mi situación y mi apuro: en solo seis ho
ras tenía que comenzar a enseñar a docenas de ministros, todos vestidos con
traje y corbata, y en ese momento solo contaba con un número telefónico y un
pantalón de pana que había usado en el viaje. Mientras me dirigía al hotel en
esa madrugada lluviosa, le agradecí al Señor por la protección de sus ángeles
mientras recorría algunas de las calles más oscuras que alguna vez transité, y
me preguntaba qué parte de la etiqueta de mi valija con las siglas LAX-HSV
los empleados no habían entendido. ¿Cómo podía ser que mi equipaje estuvie
ra trabado en algún lugar, cuando el comienzo y el final de mi viaje estaba tan
claramente identificado? ¿Que parte de “la A a la Z ” la computadora de la ae
rolínea había desconocido?
Podría escribir un libro acerca de lo que sucedió después. Me fui a com
prar ropa a una tienda que estaba abierta las 24 horas (¡gracias, Walmart!), y
con la ayuda de una amiga que asistía a las reuniones y que me prestó una
chaqueta (¡gracias, Hazel!), pude experimentar la paz de Dios que sobrepasa
todo afán y temor (ver Filipenses 4:6, 7), y pude conducir las reuniones.
El “tiempo de espera” por mi maleta se extendió hasta el segundo día de
mi visita a Huntsville; llegó al cuarto de mi hotel justo a tiempo para dirigir
me de regreso al aeropuerto. Nunca voy a olvidar cuán perdida me sentí sin
mis ropas, sin mis equipos de proyección y de sonido para mis presentaciones
el primer día, y todo lo demás que había empacado cuidadosamente. Me sentí
perdida porque la aerolínea no había cumplido una simple promesa: “Se la
llevaremos... de la A a la Z ”.
Dios sabe que una de las circunstancias más difíciles para nosotros es
estar en un “tiempo entre-medio”, un lugar en que no estamos ni aquí ni
allá, sino en un “intermedio”. Profundamente dentro de nosotros, necesita
mos tener la certeza de que todo saldrá bien; deseamos saber nuestro destino
final y estar seguros de que lo alcanzaremos. Todos necesitamos tener una
seguridad más grande que nosotros mismos, que nos recuerde que este mun
A pocalipsis
¡Bienaventurado eres!
A Juan, “que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio
de Jesucristo” se le da el “descubrimiento” de Jesús (Apocalipsis 1:2). Después
de identificarse él mismo como “siervo”, presenta la primera de las siete bien
aventuranzas o bendiciones que aparecen en el libro de Apocalipsis (1:3;
14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7, 14). La mayoría de las personas ha escuchado
hablar de las bienaventuranzas del Evangelio de San Mateo, al comienzo del
Sermón del Monte, pero no todos saben que el libro de Apocalipsis también
contiene siete bienaventuranzas. Desafortunadamente, he escuchado a evan
gelistas apocalípticos bien intencionados pero mal informados, que promue
ven el temor por medio del libro de Apocalipsis, el cual comienza con estas
palabras alentadoras: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras
de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está
cerca” (Apocalipsis 1:3).
En el siglo primero la lectura ocurría en forma audible, de tal manera que
los que la escuchaban, ¡la estaban oyendo en vivo! El libro se leía en comuni
dad y cada uno era invitado a participar de las bendiciones que otorgaba.
También me encanta el saludo: “Gracia y paz a vosotros” (Apocalipsis 1:4).
¡Estas son palabras mayores! (Juan usa la palabra “gracia” dos veces en el Apo
calipsis: una para comenzar y otra para terminar el libro (1:4; 22:21.) ¿Quién
no estaría necesitado de un poco de gracia y paz si se encuentra en el “tiempo
de espera”, en el “intermedio”, preguntándose hacia dónde va, qué le depara el
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El Cordero es el A lfa y la Omega
Seguridad multidireccional
Lo que viene después ha sido una gran fuente de seguridad para mí. Pero
antes de comenzar esta sección te invito a que imagines (o quizá dibujes o re
cortes en un papel) tres flechas: una, apuntando al pasado (hacia la izquierda);
otra, apuntando al presente (hacia arriba), y la tercera, apuntando al futuro
(hacia la derecha). La gracia y la paz vienen de Dios el Padre, de Jesucristo y
del Espíritu. El Espíritu, en este libro apocalíptico, está generalmente repre
sentado en su plenitud en símbolos de siete (Apocalipsis 1:4; 3:1; 4:5; 5:6;
21:9, etc.). La identidad de Dios está presentada mediante una triple dimen
sión de la seguridad de su presencia: "El que es y que era y que ha de venir”
A pocalipsis
(1:4). Así que allí está: ¡Ya sea que mires al pasado, al presente o al futuro, Dios
está allí! Me recuerda el salmo de David en el que concluye que no importa a
dónde vaya o dónde ponga su vista, siempre va a encontrarse con Dios:
• 16 •
E l C ordero es el A lfa y la O mega
cuando nos libró de nuestra deuda con Dios: “Al que ha hecho de nosotros un
reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre” (vers. 6, NVI). Estoy segura de
que tú y yo necesitamos escuchar que Jesús nos ama. Parece una declaración
tan simple, pero por alguna razón no todos la captamos: ¡Somos los amados
de Dios, y ese amor es C O N T IN U O !
Entonces Juan nos recuerda que el juicio para aquellos que hayan creído
en Jesús ocurrió en la cruz: ¡Hemos sido librados, hemos sido liberados y he
mos sido redimidos! ¡Cuánto deseo que cada uno que lee esta “revelación” de
Jesucristo pueda obtener la seguridad de la salvación! Como dice mi escritora
favorita de temas bíblicos en una referencia a la historia, que también puede
aplicarse a nuestras vidas: “No tenemos nada que temer del futuro, a menos
que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido en el pasado”.* No
es extraño que de los labios de Juan broten expresiones excelsas de adoración
antes de mostrarnos la flecha hacia el futuro: “¡A él sea la gloria y el poder pol
los siglos de los siglos! Amén” (vers. 6, NVI). ¡Sí! ¡Amén y amén! ¡Gloria y
poder al que nos ha librado!
Entonces, la tercera flecha, la del futuro, queda claramente delineada: “He
aquí que viene con las nubes. Y todo ojo le verá, y los que le traspasaron” (vers.
7). ¡Aquí vamos! Con las palabras de Daniel 7:13 (Daniel es la contraparte
apocalíptica en el Antiguo Testamento del libro de Apocalipsis en el Nuevo
Testamento), y con alusiones a Zacarías 12:10, se nos muestra la última página
de la historia humana: ¡Jesús vuelve por nosotros, porque rehusó pasar la eterni
dad sin nosotros! ¡Oh, mi Jesús, cuánto te amo! ¡No puedo esperar para abrazar
te y acariciar tus manos horadadas por los clavos que me dieron vida!
Exuberante retrato
En el primer capítulo del Apocalipsis encontramos un retrato multifacéti-
co de Jesús, una exuberante descripción que nos asegura no solo su presencia
sino también su capacidad de proveernos todo lo que necesitamos. Me gusta
ría tener más espacio para analizar en detalle cada frase:
La A y la Z
En caso de que alguno no haya entendido lo permanente de la presencia
de Dios con nosotros, la introducción del Apocalipsis termina con la seguri
dad de que el “YO SOY” ha estado allí al comienzo, está allí al final, y se halla
también aquí en el “intermedio”. Nunca estás fuera de su vista, y te asegura
que alcanzarás tu destino por lo que EL ES: “Yo soy el Alfa y la Omega, prin
cipio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopodero
so” (Apocalipisis 1:8). El alfa es la primera letra del alfabeto griego y la omega
es la última del mismo alfabeto. Al pasarlo a nuestro alfabeto, Dios anuncia
que él es la “A” y la “Z ”; así que, al mirar hacia el pasado, el presente o el futu
ro, él está allí, V IC TO R IO SO en contra del villano. Estas declaraciones se
repetirán una y otra vez en el descorrer del velo que revela a Jesús: “Yo soy el
Alfa y la Omega” (1:8); “Yo soy el primero y el último” (1:17; 2:8). Y en caso
de que se te haya escapado en las primera ocasiones, Dios se asegura de que
este retrato de Jesús se incluya también en el último capítulo de la Biblia: “Yo
soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (22:13).
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El C ordero es el A lfa y la O mega
Te puedo asegurar que cualquier problema que estés enfrentando hoy está
cubierto por este Jesús, cuyo asombroso poder acaba de sernos revelado, ya sea
que tu problema comience con A o con Z, o con cualquier otra letra interme
dia. Quizá necesites dibujar una gran “A” y una gran “Z ” (como yo lo hice) y
colocarlas en un lugar donde puedas verlas a menudo. Esto te recordará que
Dios nunca tuvo la intención de que vivas con temor; por eso te ha revelado la
última parte de la historia humana. Como lo mencionamos en nuestro capí
tulo introductorio, si alguna vez te parece que el diablo está ganando, puedes
gritarle: “¡Si supieras LO Q U E YO SÉ!”
Así que expulsa los temores de tu mente y permite que Jesús ocupe el
mismo centro de tu alma. Llena el espacio en blanco con tu nombre para en
carnar esta verdad y nunca olvidarte de ella:
“Amado (a )__________________ : N o temas; yo soy el primero y el últi
mo” (Apocalipsis 1:17, paráfrasis).
El Cordero es el León:
• Redención •
H
abíamos estado todo el día en la iglesia y esa era la última reunión de la
tarde. M i padre estaba predicando y mi madre me cuidaba, porque yo
era solo una bebita de seis meses. Mi madre era muy afanosa con mi crianza;
era afable y cuidadosa, pero tímida en público, y en la iglesia mayormente es
taba conmigo, mientras yo dormía plácidamente. Pero de repente todo cam
bió! Inesperadamente, un hombre, que había tenido algunos contactos con
miembros de la iglesia, entró corriendo en el santuario y se dirigió directamen
te hacia donde mi mamá y yo nos encontrábamos, me tomó de la falda de mi
madre y corrió hacia afuera antes de que alguien se diera cuenta de lo que su
cedía. ¡ASÍ N O MÁS!
Pero mi madre, tan tranquila, suave y tímida como era, ¡se transformó!
Comenzó a correr detrás del “secuestrador”. El hombre seguía corriendo y mi
mamá detrás de él. Cuando el hombre se subió a su camioneta, ella también
saltó al vehículo y se sentó del lado del pasajero. Entonces él le dijo: “Venga
conmigo y yo le voy a explicar todo”. Pero mi madre no necesitaba semejante
invitación; estaba determinada a ir donde me llevaran, sin importarle otra
cosa. El hombre condujo como un loco, como si el mundo se estuviera que
mando y quisiera salir de él, hasta que llegó a un edificio que mi mamá no
conocía. Se bajó del vehículo y conmigo en brazos subió las escaleras, seguido
de mi madre, que no le perdía pisada. Cuando finalmente entró en una sala
bien equipada, mi madre advirtió que era una estación de radio. Aquí el “se
cuestrador” fue saludado al aire por el anunciador: “¡FELICITACIO NES,
U ST E D ES EL PRIM ERO EN LLEG A R A N U E ST R A ESTACIÓ N C O N
U N BEBÉ D E M EN O S D E U N A Ñ O !”
Así que se trataba de un juego, popular entonces, que los programas de
radio utilizaban, y la primera persona que llegaba con el objeto requerido (en
este caso un bebé de menos de un año), ganaba un premio bastante bueno.
Ahora sería casi imposible imaginar una estación de radio local organizando
tal “juego”, y menos hacerlo con impunidad. Pero en aquellos días no se lo
consideraba peligroso. Entonces el anunciador continuó: “¡Y AQUI ESTÁ LA
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El C ordero es el L eón
M A D R E D E LA BEBÉ, Q U E TA M BIÉN H A GA N A D O U N SU R T ID O
D E PAÑALES Y LE C H E EN POLVO D U R A N T E U N A Ñ O !”
Mientras todo esto ocurría, mi padre seguía predicando en la iglesia, aje
no a lo que estaba pasando. ¡Mi papá dirigiendo el culto en la iglesia, y mi
madre siendo felicitada en vivo y transmitida al aire por la estación de radio de
la ciudad! ¿Por qué? ¡Porque instintivamente mi madre había hecho, desde mi
nacimiento, un pacto conmigo: que me cuidaría, no importaba lo que ocurrie
se! ¡Dondequiera que yo fuera ella iría conmigo, sería mi escudo y mi protec
tora frente a cualquier peligro que me amenazara! ¡Su espíritu protector y sus
sacrificios no eran una debilidad sino su mayor fuerza!
Tal respuesta de un padre o una madre a un posible secuestrador, es un
buen ejemplo de cómo la misma persona puede ser un cordero y un león al
mismo tiempo. En el libro del Apocalipsis encontramos al Cordero que fue
inmolado yendo a la cruz voluntariamente, y de esa manera obtuvo el poder y
la fortaleza del León de Judá (Apocalipsis 5:5, 6).
La puerta abierta
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo” (Apocalip
sis 4:1). Uniéndose a la sección previa, donde Jesús está llamando a nuestra
puerta, invitándonos a abrirle para entrar y cenar con nosotros (3:20), esta
escena comienza con una puerta abierta en el cielo. Me encanta que se nos
recuerde que la puerta, del lado del cielo, siempre está abierta. Qué asombrosa
verdad: ¡Debido a la muerte de Jesús, el camino al trono del cielo está abierto!
(ver Hebreos 10:19, 20).
A través de esta puerta abierta Juan contempla una indescriptible escena
del trono, y de Uno sentado sobre el trono (Apocalipsis 4:2). Las descripciones
y las expresiones que hacen referencia al pacto sobrepasan el entendimiento
humano: “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe
y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto
a la esmeralda” (vers. 3). Lo que sigue es una de las más extraordinarias escenas
de adoración narradas en las Escrituras, con muchas voces, y veinticuatro an
cianos, y criaturas vivientes con seis alas, que no cesan de adorar al Creador
(vers. 11) con la triple adoración: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todo
poderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (4:8; ver también Apoca
lipsis 1:4, Isaías 6:3). La descripción completa me deja sin aliento. Desearía
poder unirme a ellos para echar mi corona delante del trono (vers. 10). ¡Yo
• 21 •
A pocalipsis
quiero cantar y celebrar y gritar “aleluyas” junto a todos los que rodean el
trono! ¡El acto de escribir este párrafo ya hace saltar mi corazón de gozo! La
conclusión de Apocalipsis 4 es una exuberante alabanza a Dios, declarándolo
digno de recibir la gloria por ser el Creador de todas las cosas: “Señor, digno
eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas,
y por tu voluntad existen y fueron creadas” (vers. 11).
Todo es maravilloso, el Creador es adorado, y todo parece estar bien, ¿ver
dad? Bueno, debiera ser así... excepto que la tierra se había rebelado contra el
Creador al principio de la historia bíblica (Génesis 3), y ahora la escena cambia
radicalmente, presentándonos un asunto fundamental: ¡TEN EM O S U N
G R A N PROBLEMA!
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gran problema! ¿Acaso está ganando el villano? ¿Han fallado todos los planes
y propósitos del Creador? ¿Todas sus criaturas estamos condenadas a morir en
manos del secuestrador? ¿Ha perdido el Creador el control sobre sus amados
hijos? ¿Alguien entró corriendo y se los arrebató de las manos mientras estaba
en su trono?
Si alguna vez te sentiste IM P O T E N T E e IN C O M P E T E N T E , podrás
entender la reacción de Juan. Comienza a llorar amargamente, porque se sien
te impotente (vers. 4). Nada hay parecido a la oscuridad de una respuesta
contundente y definitiva, de un túnel en el que no se ve una luz al final. Pero
agradezco a Dios porque para el cristiano siempre hay algo más, algo mejor
que la situación actual, algo que viene después del amargo llanto y la noche
oscura.
• 23 •
A pocalipsis
Un nuevo cántico
Cuando era pequeña, yo estaba obsesionada con el cielo (todavía lo estoy),
y una de las cosas que tenía curiosidad por saber era la letra de las canciones
que le vamos a cantar a Jesús en el cielo. N o quería perder la oportunidad de
cantarle yo misma. Y aunque parezca extraño, me preguntaba cómo la gente
sabría las palabras de una nueva canción que nunca antes había cantado.
Es que cuando el Cordero abre el rollo, ¡un N U EV O C Á N T IC O resuena
en el cielo! Hay tantas cosas “nuevas” en el Apocalipsis: un nuevo nombre, un
nuevo cielo, una nueva tierra, porque Dios hace nuevas todas las cosas. Y para
esta nueva y sorprendente revelación de Jesús, de lo que el León de Judá ha
cumplido mediante su muerte como el Cordero del sacrificio, la respuesta
apropiada es un “nuevo cántico”, un cántico majestuoso, glorioso y maravillo
so, el cual nunca antes ha sido entonado. Y así como la magnitud de la reden
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E l C ordero es el L eón
ción nunca antes había sido entendida plenamente, ahora cantan: “un nuevo
cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú
fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdo
tes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:9, 10).
Me encantaría escribir un libro solo acerca de este cántico. Me sorprenden
sus detalles y sus respuestas acerca del porqué el Cordero es digno de recibir la
alabanza, el honor y la adoración eternas:
¡Ahora sabes por qué, cuando era niña, me sentía tan especial y tan con
movida cuando me imaginaba esta escena! Cada vez que leo este capítulo me
siento amada por Dios, apreciada e incluida, y comienzo a tener una vislum
bre — solo una vislumbre— ¡de lo que Jesús dejó por mí! Cuando mi madre
comenzó a perseguir al “secuestrador”, ella mostró un excepcional amor por
mí, mostró que me consideraba muy digna de su protección, y que estaba
dispuesta aun a perder su vida por mí. ¡Pero el amor de Jesús sobrepasa este
amor, porque él realmente dio su vida por mí!
¡Únete!
¡Qué celebración y adoración! ¡Los ancianos, los seres vivientes y los ángeles
alaban con todo el corazón! En Apocalipsis 4 la adoración se centra en Dios,
porque él es el Creador. En el capítulo 5 se centra en el Cordero, quien es digno
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A pocalipsis
de ser adorado por ser el Redentor. Ambos han tenido como propósito redimir
la creación de Dios. ¡Llega el momento cuando todos los seres creados se unen
para alabar al Creador y Redentor! “Y a todo lo creado que está en el cielo, y
sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos
hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la
honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:13). Todo
ser creado; ¡esto nos incluye a ti y a mí! ¡Yo quiero comenzar a cantar y alabar
ahora mismo! ¡No puedo esperar! ¡Unámonos y participemos de esta extraordi
naria escena de adoración! ¡Jesús es el León y el Cordero! ¡Aleluya! ¡Viva! ¡Viva!
Cuando los días son difíciles y sientes que eres indigno de la salvación, re
cuerda al Cordero, ¡EL U N IC O DIGNO! Cuando los días son oscuros, y el
villano parece estar ganando, y necesitas un defensor, recuerda el poder y la
fortaleza del León de Judá, y comienza a cantar. ¿Quieres practicar? Escribe tu
nombre en el espacio en blanco y repite esta séptuple adoración:
“Y______________________ dijo a gran voz: E l Cordero que fue inmolado
es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la
gloria y la alabanza” (paráfrasis de Apocalipsis 5:12).•
• 26 •
El Cordero es el Pastor:
• Provisión •
E
i transporte público era el único medio que mi mamá y yo teníamos para
trasladarnos, pues mi padre usaba el único auto de la familia para salir a
trabajar. Abordábamos el transporte colectivo y el tren subterráneo con mu
cha frecuencia. Estábamos acostumbradas a hacerlo. Pero ese día ocurrió algo
extraño. Algunas empresas de transporte, aunque identifican sus autobuses
con un número definido, tienen pequeñas señales en sus parabrisas para indi
car diversas rutas que utilizan para llegar al mismo destino, lo que muchas
veces confunde a los pasajeros que deben bajar en puntos intermedios de la
ruta. Nosotras pensábamos que habíamos tomado el autobús correcto, pero
pronto nos dimos cuenta de que estábamos transitando por una zona desco
nocida que no era la parte de la ciudad donde vivíamos. Caía la tarde y mi
madre decidió que debíamos bajarnos ya, ¡antes de que nos alejáramos aun
más de nuestro hogar! Y lo hicimos.
El incidente debe haber sido muy traumático para mí, pues aún lo recuer
do bien. Las imágenes que conservo en mi mente son las de grandes edificios
industriales y calles solitarias con poca iluminación, que hasta ahora me pare
cen las calles más oscuras en las que alguna vez estuve. Esa era una zona peli
grosa de la ciudad para una joven mujer y su hija. Las cosas estaban difíciles
en la Argentina, mi país. La gente no se aventuraba a salir de noche porque
corría el riesgo de no regresar. Y allí estábamos, madre e hija, solas, en medio
de una zona industrial que no conocíamos, y con pocas probabilidades de to
mar otro autobús. Así que mi madre, que parecía recibir “fuerza celestial”
siempre que estábamos en problemas, decidió que debíamos caminar hasta
que llegáramos a un área residencial para encontrar una calle principal bien
iluminada y con mayores posibilidades de abordar el transporte público. Ella
parecía estar guiada por una brújula innata. Yo no tenía idea dónde estábamos
o hacia dónde nos dirigíamos, todo lo que podía hacer era tomarme de su
mano como si mi vida dependiera de eso. Su mano era mi línea de salvación,
y la iba a sostener, pasara lo que pasara.
Mientras caminábamos en la oscuridad la calle, me parecía cada vez más
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A pocalipsis
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E l Cordero es el Pastor
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A pocalipsis
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El C ordero es el Pastor
qué estamos aquí: ¡Le debemos nuestra salvación a Dios y al Cordero! ¡Sin
ellos, no hubiéramos tenido ninguna posibilidad!”
También me encanta lo que pasa después. Cuando todos los ángeles escu
chan el grito de los redimidos acerca de cómo Dios, mediante el Cordero, hizo
posible la salvación, no pueden esperar más, y “se postraron sobre sus rostros
delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y
la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nues
tro Dios por los siglos de los siglos. Amén” (vers. 11, 12). Con una casi idéntica
adoración en siete expresiones, como en el capítulo 5:12, todos los ángeles se
postran en reverente admiración para adorar a Dios. Tengo la impresión de que
les vamos a contar a los ángeles nuestra historia durante la eternidad, y ellos no
se van a cansar de escucharla. Si los ángeles se alegran cuando un pecador se
arrepiente (S. Lucas 15:10), ¿ te imaginas cómo estarán cantando aleluyas, saltan
do y alabando, cuando todos los redimidos hayan llegado finalmente al hogar?
Ahora que el universo sabe que la salvación no la produjo la misma huma
nidad, se necesita aclarar algo más. Así que un anciano le hace a Juan una
pregunta retórica, común en los escritos proféticos (significa que él ya tiene la
respuesta; ver también Zacarías 4:5). “Entonces uno de los ancianos habló,
diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de
dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que
han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanque
cido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios” (Apo
calipsis 7:13-15).
¡Así que esa es la razón! ¿De qué otra manera podría una raza humana
caída estar frente a un Dios santo? ¡Ellos han sido redimidos! Cuando escucha
la pregunta, Juan responde enfáticamente con una frase que en griego signifi
ca: “Tú eres el que sabe”. Entonces el anciano le presenta una de las visualiza-
dones más poderosas y coloridas de todo el libro. Los redimidos, cuya justicia
era “como trapos de inmundicia” (ver Isaías 64:6; Zacarías 3:3-5), ¡son ahora
vestidos con la justicia de Cristo! ¿Te puedes imaginar esta colorida explica
ción? Ellos han sumergido sus ropas sucias y negras en sangre roja y las han
sacado pulcramente blancas. Y esta es la única razón por la que pueden estar
delante del santo Dios. ¡Qué imagen! Por la fe en su muerte recibimos el man
to de justicia. El color negro, sucio, se torna blanco por causa del rojo. ¡Alaba
do sea el Señor por el blanqueador celestial que nos es ofrecido como un don!
(ver Romanos 6:23). Que Dios, mediante la sangre del Cordero, ha triunfado
A pocalipsis
en favor de la raza humana es un tema que se repite a través del ultimo libro
de la Biblia (ver Apocalipsis 5:9, 12; 7:14; 19:13). Si eres creyente en Jesús,
N ECESITA S llegar a creer que mediante los méritos de su Hijo Dios te ve a ti
¡como si nunca hubieras pecado! De otra manera vivirás una vida llena de
culpa y vergüenza. Y eso no es lo que Dios tiene planeado para ti durante la
eternidad.
El Cordero es mi Pastor
Lo que se revela después es uno de los más hermosos retratos de Jesús en
toda la Escritura: Dios extiende su tabernáculo sobre los redimidos (la palabra
griega para tabernáculo es skéné, la misma que fue usada en el Antiguo Testa
mento griego para el tabernáculo — o tienda de reunión— en el desierto (ver
Éxodo 26:13). De ahora en adelante, la presencia de Dios estará con ellos. El
tabernáculo de Dios estará en medio de su pueblo, y él “tabernaculará”, mora
rá con ellos para siempre (ver Apocalipsis 21:3). Todos los males que “los su
yos” sufrieron sobre la tierra no existirán más. Con una serie de negativos se
les recuerda lo que serán las glorias de la existencia eterna: “Ya no tendrán
hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno” (7:16). Y tú
puedes seguir añadiendo negativos a tu propia lista: no más cáncer, no más
lágrimas, no más relaciones quebrantadas, no más problemas financieros, no
más violencia doméstica, no más abuso infantil, no m ás_______________ , no
m á s________________ , no m á s________________ .
Estas imágenes de Isaías son tan vividas que Juan las utilizará otra vez al
final del libro, como una síntesis del maravilloso futuro de aquellos que siguen
al Cordero (ver el capítulo 21:3, 4).
E
n 1978 tuve una experiencia que nunca olvidaré. En ese tiempo participé
de una celebración inesperada, una exuberante y espontánea expresión de
solidaridad y gozo compartida con muchas otras personas, en la que todos
teníamos un sentimiento de victoria y de aprecio por quienes lo habían logra
do.
Como es sabido por muchos, el fútbol es el deporte más popular de mi
país de origen, la Argentina. La Copa Mundial de Fútbol es probablemente la
competencia deportiva más popular en el mundo. Es como los Juegos Olím
picos, solo que todas las naciones participantes compiten en un solo deporte,
el fútbol. Dos años antes del evento se forman grupos de calificación en los
que se decide quiénes participarán en esta prestigiosa batalla deportiva y ten
drán la posibilidad de luchar por el título de campeón mundial.
La Copa se juega cada cuatro años, y Argentina fue elegida para organi
zaría y ser anfitrión en 1978. La posibilidad de que cualquier país pueda or
ganizar la Copa más de una vez en pocos años es muy escasa; así que para mí
era una experiencia que iba a tener solo una vez en la vida. Yo estaba en la
escuela secundaria cuando todos los equipos que habían calificado llegaron
para competir en mi país. Muchos argentinos acariciaban el sueño, por más
remoto e imposible que pareciera, de que nuestro equipo llegara a la final.
¿Cómo nos sentiríamos si eso ocurriera? ¿Qué haríamos? ¿Qué clase de cele
bración tendríamos si nuestro equipo ganara la Copa Mundial en nuestro
país? Creo que la mayoría de nosotros ni siquiera pensaba en prepararse para
una celebración, porque la victoria parecía un sueño demasiado bueno para
ser cierto.
Recuerdo el día cuando fui a la casa de mi abuela para ver el juego final.
Ella vivía en la pequeña villa que rodeaba el colegio donde yo estaba interna
da. Nos sentamos frente a un pequeño televisor para ver la final entre Argen
tina y Holanda. Apenas podía respirar... o hablar... o comer. Todo me parecía
surrealista. Al terminar los 90 minutos, el partido estaba empatado, así que
tuvieron que jugar otros 30 minutos. Como puedes darte cuenta, recuerdo
. 34 .
E l Cordero es el V encedor
cada detalle del juego, y especialmente quién hizo el gol en el tiempo extra que
le dio la victoria a la selección argentina.
Lo que ocurrió después todavía me resulta misterioso. Como si estuviéra
mos siguiendo una guía invisible y enigmática, los centenares de estudiantes
del colegio, sin importar dónde habíamos visto el juego, corrimos hacia el pa
tio central donde estaba el mástil de la bandera, la elevamos, cantamos y cele
bramos la sorprendente victoria. El país entero se detuvo durante tres días. En
la capital, Buenos Aires, millones salieron a las calles a celebrar. El trabajo se
detuvo, el tránsito se detuvo, todo se detuvo, porque había llegado el momento
de celebrar. De alguna manera, todos nos sentíamos victoriosos. Aunque solo
los miembros del equipo que nos representaba habían jugado el partido, todos
teníamos un sentimiento de solidaridad y unidad sin precedentes, y la mejor
forma de expresarlo fue reunirnos alrededor de la bandera. No importaba en
qué parte del país estuviéramos, si la ciudad era grande o pequeña, si éramos
jóvenes o viejos, hombres o mujeres, ricos o pobres, de piel oscura o clara, to
dos estábamos unidos en una triunfante celebración de la victoria que nuestros
representantes habían ganado para nosotros. ¡Nada podía reemplazar a la ac
ción de unirse a esta celebración exuberante, espontánea y sin precedentes!
En este capítulo analizaremos un retrato triunfante de jesús: ¡El Cordero
es el Vencedor! El nos guía y nos representa; ha peleado la batalla contra el
villano y ha ganado. En muchas ocasiones, durante mis días difíciles, este re
trato de Jesús me ha recordado que el resultado final está asegurado, porque él
ha triunfado en la batalla del gran conflicto entre el bien y el mal. Aunque hay
ocasiones en que no podemos dejar de advertir que suceden muchas cosas
malas alrededor de nosotros, sabemos que no será por mucho tiempo. Esta
mos por cruzar la frontera hacia la Tierra Prometida. Tengamos paciencia.
Reunámonos alrededor de la bandera de Cristo y estemos listos para celebrar.
El Cordero vencedor
Juan contempla una vivida escena que no tiene paralelo en el Apocalipsis:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el Monte de Sión, y
con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre
escrito en la frente” (Apocalipsis 14:1). Los 144.000, que representan el núme
ro completo del Israel espiritual que ya analizamos en el capítulo previo, es el
mismo grupo que ahora está delante del Cordero en el Monte de Sión. Ningu
no se ha perdido en las tribulaciones finales (lo que significa que el grupo de
A pocalipsis
los sellados y el de los salvados es el mismo). Estos tienen la marca del Corde
ro en sus frentes, en contraposición con los que tienen la marca del enemigo
que se opone al camino de salvación de Dios (13:16).
Apocalipsis 14:1 es la única ocasión en que se menciona el Monte Sión en
el Apocalipsis. A través de toda la Biblia, el Monte Sión es la sede del gobierno
del reino de Dios (ver Salmo 2:6; 48:1, 2), y el lugar designado para la libera
ción final de su pueblo (Isaías 52:7; 59:20). En el Nuevo Testamento, Sión
también representa la victoria final del reino de Jesús y de todos los que con
fían en él (ver Romanos 9:33; Hebreos 12:22; 1 Pedro 2:6). Ahora el Cordero
está en pie, reinando en el Monte Sión, triunfante y victorioso, y con él — y
para siempre— “los suyos”, los que tienen el sello con su nombre y el de su
Padre en sus frentes (el mismo grupo que había sido sellado en Apocalipsis
7:3). El Cordero ha triunfado sobre el mal, y nosotros, los redimidos, nos reu
nimos alrededor de Aquel que lleva nuestra bandera, nuestro estandarte (ver
en la Nueva Versión Internacional Exodo 17:15; Números 21:8, 9; Isaías 11:10.
Estas tres narraciones del Antiguo Testamento usan la palabra en griego que
significa bandera o estandarte. Quizá quieras tomar un tiempo para estudiar
estas historias en la que se simboliza a Jesús como nuestro estandarte o nuestra
bandera). El Cordero está en pie, victorioso, porque ha triunfado en nuestro
favor, ¡y nosotros estamos saltando de alegría, celebrando, cantando y tocando
instrumentos, porque su victoria ha comprado nuestra libertad!
La celebración llega a ser tan grandiosa y exuberante que Juan la describe
con tres frases diferentes, ¡una no es suficiente! Trata de explicarnos que la
celebración suena como... y usa tres similitudes, algo que se parece a lo que él
está oyendo, “algo” como el estruendo de muchas aguas, como un trueno
poderoso, y como arpas: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas
aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas
que tocaban sus arpas” (Apocalipsis 14:2). Pues bien, tengo que decirte que yo
voy a ser una de los que van a producir una gran cantidad de ruido. Probable
mente Juan, en su visión, escuchó mis aleluyas. ¡Y le sonaba como un gran
trueno o un tsunami\ Y todos nosotros, los redimidos, extremadamente gozo
sos y emocionados, comenzamos a cantar un “cántico nuevo”, que es solo
nuestro, porque nadie más puede cantarlo, ¡PORQUE ES EL C Á N T IC O DE
LOS RED IM ID O S!: “Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y de
lante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el
cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil” (vers. 3).
• 36 •
El C ordero es el V encedor
invitación ya ha sido destacada a través del libro (ver capítulos 5:9; 7:9). A estas
alturas de nuestras consideraciones es importante que comprendamos por qué
es necesario que estos mensajeros lleven el evangelio eterno a todo el mundo.
El sustantivo griego euangelion se traduce “evangelio” o “buenas nuevas”
en nuestro idioma. Este término, y su equivalente hebreo, era usado por los
mensajeros que venían del campo de batalla trayendo las buenas noticias de
una victoria, y anunciaban a los habitantes de una ciudad que su rey había
vencido en la batalla y, por lo tanto, podían comenzar a celebrar su libertad.
Imagínate a los centinelas de una ciudad fortificada esperando en lo alto de los
muros que el mensajero viniera del campo de batalla, a pie o a caballo, con
buenas o malas noticias, dependiendo del resultado de la lucha. Si traían ma
las noticias, corrían o cabalgaban de cierta manera, para que los habitantes de
la ciudad supieran que, al menos, llegarían a ser prisioneros del enemigo. Pero
si traían buenas noticias, corrían o cabalgaban de manera diferente, como
para adelantar la información a los centinelas, para que éstos pudieran com
partirla con la gente que esperaba ansiosa por saber si habían sido libertados,
¡porque su rey había sido el vencedor! El grito de los mensajeros podía oírse a
larga distancia: \Euangelion\ ¡Buenas nuevas! ¡Nuestro rey ha ganado!
El término griego fue usado en la traducción griega del Antiguo Testa
mento (llamada la Septuaginta, o la LXX) para anunciar la liberación final del
pueblo de Dios:
Por eso es muy importante que después de la visión del Cordero victorio
so, en pie en el Monte de Sión y rodeado por los redimidos, Dios le revele a
Juan que está enviando a los tres mensajeros finales a la tierra para que lleven
las buenas nuevas, el evangelio eterno (ver Apocalipsis 14:6), clamando en alta
voz que el Cordero ha ganado la batalla contra el mal.
En síntesis, cada uno de los ángeles anuncia un aspecto — o faceta— de
las buenas nuevas eternas:
E l C ordero es el V encedor
¡Cuán hermosos son los pies de estos mensajeros que traen buenas nuevas
a los redimidos! Que traen “alegres nuevas... que publican salvación, y que le
dicen a Sión: ¡TU DIOS REINA! ¡EL C O R D ER O GANA!” (paráfrasis de
Isaías 52:7).
Esta era la señal de Dios de que ellos eran “suyos”, porque habían confia
do en la sangre del cordero. En el Apocalipsis, aquellos que han lavado sus
ropas en la sangre del Cordero pascual, que es Jesús (ver 1 Corintios 5:7),
ahora tienen su nombre escrito en sus frentes (Apocalipsis 7:3; 14:1).
¿Te imaginas estar listos para la liberación? ¡Habían esperado cuatrocien
. 40 .
El C ordero es el V encedor
tos años para ser libres de la esclavitud en Egipto! ¡Y nosotros hemos estado
esperando durante miles de años para ser liberados de este mundo de pecado
y maldad! Ya tú sabes qué ocurrió después. Probablemente has visto películas
acerca de la apertura milagrosa del Mar Rojo, como parte de la gloriosa histo
ria de la conducción de Dios a su pueblo hacia la tierra prometida. Pero antes
de seguir adelante, detengámonos por un momento para considerar la celebra
ción después de haber cruzado el mar. ¡Es un cántico de liberación y gozo!
Menciona al Señor (Yahweh) muchas veces, porque ellos saben que han sido
redimidos, no por su propio poder o habilidad, sino por la intervención de
Dios mediante la sangre del Cordero (espero que puedas tomar un momento
para leer todo el cántico en Exodo 15). En la mayoría de las versiones bíblicas,
a este cántico de liberación se lo llama “el cántico de Moisés”. El cántico des
taca la poderosa mano de Jehová que logró redimir a su pueblo: “Condujiste
en tu misericordia a este pueblo que redimiste; lo llevaste con tu poder a tu
santa morada” (Éxodo 15:13). ¡Qué celebración debe haber sido esa! ¡Cuán
elevadas sus voces! ¡Cuán exuberantes sus danzas y vibrantes sus instrumen
tos!
¡Es fácil celebrar — como lo fue para mí en 1978— cuando todo ha pasa
do, estás del otro lado, y te asombra la victoria! Tal es la belleza y la novedad
de la narración de Apocalipsis 15. Aunque las plagas están todavía por delante,
lo primero que Juan contempla es la celebración de los redimidos. ¡Me encan
ta! Esta escena tiene como referencia el éxodo y el cruce del M ar Rojo, y los
redimidos entonan el mismo cántico de Éxodo 15, ¡pero ahora no están cele
brando la liberación de Egipto sino la liberación final del pecado y del mal!
¡Viva! ¡Viva!
Juan la describe de esta manera:
. 41 .
A pocalipsis
¡Comencemos ahora!
Durante largo tiempo me ha fascinado el hecho de que el Exodo simboli
za nuestra redención final y nuestra jornada hacia la tierra prometida, la Nue
va Jerusalén; jornada que solo es posible mediante la sangre del Cordero. Este
tema teológico se lo encuentra desde el comienzo hasta el fin de la Biblia. Y me
interesó más cuando descubrí algo realmente especial en la historia de la
transfiguración de jesús en el Evangelio de Lucas. Cuando Moisés y Elias (los
representantes de la ley y los profetas) hablan con él acerca de la proximidad
de su muerte en Jerusalén, la traducción literal de sus palabras en el griego
original es tan sorprendente que te invito a sentarte (si estabas en otra posi
ción) para leerla: “Y he aquí dos hombres estaban conversando con él, los
cuales eran Moisés y Elias, quienes habiendo aparecido en gloria, hablaban
con él acerca del éxodo que habría de cumplir en Jerusalén” (S. Lucas 9:30, 31;
Versión Interlinear del Nuevo Testamento, Griego-Inglés).
¿Te diste cuenta? ¡Jesús llevó a cabo el EX O D O en Jerusalén! Me imagino
a Moisés animando a Jesús y diciéndole: “Persevera; yo vi los rostros de los
redimidos después de cruzar el m ar... ¡y tú vas a cumplir con el EXO D O
D EFIN ITIV O para redimir a todo el mundo!
En Exodo 15, hay un detalle en el cántico de Moisés que siempre capta mi
atención. Es al final del canto: “Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó
un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con pande
ros y danzas. Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha
engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete” (vers. 20, 21). Tengo
una pregunta: ¿Quién llevaría un pandero cuando está contemplando cruzar
el desierto a pie? Si estás planeando una larga caminata de varios días en el
desierto, seguramente tratarás de ir lo más liviano posible, especialmente por
que después de algunos días el equipaje se siente muy pesado. Pero, ¿quién
haría lo que hizo María? ¿Quién se llevaría al desierto un instrumento musical
de adoración que ocupa bastante espacio? ¿Sabes qué? ¡Yo tengo la respuesta!
¡Unicamente alguien que espera que ocurra un acontecimiento digno de cele
. 42 .
E l C ordero es el V encedor
43
El Cordero es el Esposo: •
• Fidelidad •
a
E
l hizo lo que cualquier esposo hubiera hecho por su esposa”, escribía un
servicio de noticias de Internet,* al comentar un emotivo evento que ocu
rrió el 13 de enero de 2012, cuando el crucero Costa Concordia se estaba hun
diendo en la costa occidental de Italiad
Cuando Francis Servel y su esposa Nicole comprendieron que el barco se
hundía y que era imposible hacer descender los botes salvavidas, decidieron
lanzarse al agua. Sin embargo, no había suficientes chalecos salvavidas en el
crucero. Entre los dos, habían logrado conseguir solo uno. Francis era un buen
nadador, así que extendió el chaleco salvavidas a su esposa y le dijo: “Sigue
nadando, querida; yo te voy a alcanzar”.*
Ella ya no lo vio nunca más.
El mundo entero se asombró cuando el crucero de lujo, que llevaba más
de cuatro mil pasajeros, se hundió y muchos perecieron, otros quedaron heri
dos física y emocionalmente. Pero en medio de la crisis el amor auténtico
muestra sus colores. El amor es capaz de sacrificar su propia vida por la de
otro. Francis dio su vida para que su esposa, a la que había amado durante
cuarenta años, pudiera vivir.
— Le debo la vida a mi esposo — dijo la ahora entristecida señora Servel.5
Y así es. Solo el verdadero amor hace el sacrificio supremo. Cuando ante
un desastre se realizan tales sacrificios, eso nos recuerda que en lo profundo
del corazón humano todavía se conserva la imagen del Creador.
* “Costa Concordia Cruise Disaster: Husband Sacrifices Life Jacket for Wife,
Disappears Into Water,” HufEngton Post, enero 16, 2012, accessado abril 3, 2014,
http://www.huflingtonpost.com/2012/01/16/costa-concordia-cruise
-disaster_n_1208773.html.
t Parte de este capítulo está publicado en Sorprendidos por Amor: Serie de 10 Estu
dios Bíblicos Semanales para la mujer (Nampa, ID: Pacific Press, 2013).
f “Swim Ahead, Darling, I’ll Survive: ‘My Husband Cave Me His Lifejacket as
We Jumped O ff Sinking Cruise Ship . . . I Never Saw Him Again,’ Says French
Survivor,” Daily Mail, January 19, 2012, accessed April 3, 2014, http://www.
dailymail.co.uk/news/article-2086826/Costa-Concordia-cruise
-ship-accident-French-survivor-tells-husband-gave-lifejacket.html.
§. Ibíd.
• 44
E l Cordero es el Esposo
¡Aleluya!
La palabra aleluya se encuentra solo cuatro veces en el Nuevo Testamento
y solo en Apocalipsis 19:1-6; por eso, a esta sección del libro generalmente se
la titula “el cuádruple aleluya”. Esta palabra hebrea se compone de dos concep-
(os: “alabar” (halal), y el nombre del Señor “Yahweh” (Yah)-, por lo tanto el
significado de aleluya es: “Alabad al Señor” o “Alabad a Jehová”. La palabra
hebrea ha sido transliterada al griego, por lo que conserva el sonido hebreo.
Los primeros tres aleluyas (Apocalipsis 19:1, 3, 4) son alabanzas a Dios
porque al fin ha intervenido para juzgar y liberar a su pueblo. Quizás ya estés
saltando de alegría al tener esta visión del fin de la muerte, la enfermedad, las
lágrimas y el mal. ¡Yo ya lo estoy! Nunca más se escuchará la pregunta: “¿Por
qué Dios permite el mal?” ¡Nunca más lo permitirá! El ha vencido y ha traído
a juicio al malvado sistema satánico que oprimía a los suyos.
Recuerda que el Apocalipsis es una narrativa profética dualística, que
constantemente nos presenta la gran controversia entre Dios y Satanás, entre
el bien y el mal. Esta controversia está simbolizada por dos ciudades (la Nueva
Jerusalén y Babilonia), dos mujeres (la esposa del Cordero y la gran ramera),
. 45 •
A pocalipsis
dos marcas (el sello de Dios y la marca de la bestia), etc. En este caso, los pri
meros tres aleluyas alaban a Dios por sus juicios contra el sistema malvado y
por su triunfo sobre las fuerzas satánicas. Entonces, con una intensidad “in
crescendo” aparece el cuarto aleluya ¡con la magnifícente imagen de una boda
celestial!
El cuarto y último aleluya no se enfoca en los juicios de Dios; en cambio,
anuncia que han llegado las bodas del Cordero con su amada: la iglesia; “Y oí
como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y
como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro
Dios Todopoderoso reina. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; por
que han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (Apoca
lipsis 19:6, 7). Con tres similitudes, Juan anuncia ¡que el momento para las
bodas del Cordero finalmente ha llegado!
En todo el Nuevo Testamento, solamente en una ocasión más encontra
mos esta exuberante combinación de “gozarse y alegrarse”, y la pronuncia Je
sús en el Evangelio de San Mateo: “Bienaventurados sois cuando por mi causa
os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintien
do. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos” (S. Mateo
5:11, 12). Y ahora, el tiempo de recibir el galardón ha llegado: ¡las bodas con
el Cordero!
Este maravilloso tema se repite hacia el fin del Apocalipsis (19:9; 21:2,9; 22:17),
cuando la reunión final de Dios con su pueblo se torna una feliz realidad. La metá
fora de Israel como la esposa de Dios fue usada a través de las Escrituras judías (ver
Isaías 54:6; 61:10; 62:5; Jeremías 2:32; Ezequiel 16:8; Oseas 2:14-20), y también fue
usada en los evangelios como la reunión de Jesús con su esposa en el segundo adve
nimiento (ver S. Mateo 22:2; 25:1; S. Marcos 2:19; S. Juan 3:29). ¡Ahora el tiempo
ha llegado! Las invitaciones han sido enviadas, y se hace el glorioso anuncio: “Bien
aventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Apocalipsis
19:9). Pero antes de dirigirnos a la cena de bodas conozcamos un poco mejor al
Esposo.
El Esposo fiel
El que ama no se desanima fácilmente. Tampoco lo hizo Dios cuando sus
amados eligieron separarse de él en el Jardín del Edén (ver Génesis 3). Cuando
se produjo la crisis, él le habló al diablo, la serpiente antigua (ver Apocalipsis
12:9) en presencia de Adán y Eva, y le dijo que ese no era el final; ¡que aun a
46
El C ordero es el E sposo
Dios tenía un plan: les daría su salvavidas a sus amados. Aunque estarían
separados por un tiempo debido a que ahora los seres humanos eran mortales
v habían perdido el paraíso (ver Génesis 3:24), Dios cargaría sobre sí mismo la
11 inerte de ellos para que pudieran estar otra vez juntos, esta vez para siempre.
. 47 .
in-:[HTVIH'!1!IHPTrn,,TI"!^Trm...T!Tn^‘Tl
A pocalipsis
48 .
E l Cordero es el Esposo
ella. Él mismo paga el precio de la dote al dar su vida por ella, la limpia y la
purifica, le provee el vestido blanco, todo lo hace él mismo. La novia lo ama
porque él la amó primero (1 Juan 4:19), ¡y se compromete a ser fiel a su Ama
do! Repasemos lo que él ha hecho para asegurarse de que la novia esté lista:
“ Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se en
tregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamien
to del agua por ¡apalabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa”
(Kfesios 5:25-27).
El Novio también le dio un baño de purificación y le proveyó el vestido.
Ahora que tenemos más información, repasemos nuestro texto:
. 49 .
A pocalipsis
. 50 .
E l C ordero es el Esposo
últimos años). ¿Te puedes imaginar lo que sentiremos cuando finalmente nos
reunamos con nuestro Esposo celestial que dio su vida por nosotros?
Aunque el previo anuncio de las bodas en Apocalipsis 19 nos ha preparado
para tener una visión del Esposo, Juan ve a un poderoso guerrero, un general
condecorado, que llega con sus ejércitos para liberar a su esposa de manos del
opresor. Hay tantos detalles en esta narración que no me alcanzaría todo el
capítulo para considerarlos, así que mencionaré solo unos pocos. Toma un
momento para leer Apocalipsis 19:11-16, y ver la extraordinaria descripción de
la venida de Jesús. Espero que te impresione tanto, que decidas hacer algunas
investigaciones por tu propia cuenta. Lo primero que captó mi atención fue
que, una vez más, Juan ve el cielo abierto (vers. 11). Esta vez no es para que
Juan contemple el trono y la escena de adoración celestial (4:1) sino para ver a
Jesús descender del cielo. El siguiente detalle sorprendente es que su nombre
es descrito cuatro veces en esta corta narración (19:11-16).
¡Qué maravilla! ¡Solo el escribir esta frase me deja sin palabras! Al contra
rio de la mayoría de las escenas populares pintadas o imaginadas de la Segun
da Venida de Jesús, en esta descripción vemos que en medio de ángeles de
blanco inmaculado y de caballos blancos, Uno está visitiendo una ropa teñida
en ROJO; un recuerdo del alto precio que pagó por su amada esposa: su pro
pia sangre. “El venció, no por derramar la sangre de otros, sino por derramar
la suya propia”.* ¿Te has enamorado espiritualmente del Cordero? ¡Estoy segu
ra que sí! Si no, ¡tómate el pulso!
¡Finalmente Dios está con nosotros para siempre, y no hay más dolor,
enfermedad o muerte! ¿No te llena eso de entusiasmo?
¡Todo el cielo está TAN FELIZ con la esposa (con nosotros)! Todo el
mundo está hablando de la esposa: “Vino entonces a mí uno de los siete ánge
les que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló con
migo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”
(Apocalipsis 21:9). ¡Sí! ¡Todo el cielo está TA N feliz C O N TIG O ! Yo sé que a
veces en esta vida los que se suponía que tenían que amamos rompieron sus
votos y nos dejaron con el corazón quebrantado, ¡pero eso no ocurre con nues-
tro Esposo celestial! ¡El está muy ansioso de llevarnos al hogar con él para
siempre!
¿Recuerdas cuán feliz estabas al ver a tu novia recorrer el pasillo central de
la iglesia, y luego de la boda, la ansiedad que tenías de que terminara la fiesta
para poder llevarla finalmente a tu hogar, a tu nuevo hogar, para vivir juntos
por el resto de sus vidas? Bueno... si has experimentado algo parecido, enton
ces puedes comenzar a imaginarte a Jesús en el cielo, esperando ansiosamente
i u llegada, para verte cara a cara ¡y darte el abrazo más estrecho que alguna vez
bayas recibido!
¡Yo ya no puedo esperar! ¡La esposa del Cordero ansia el fin de la espera!
¡Así que la esposa extiende una invitación a cada uno para que VEN GA! Es
tamos tan conmovidos porque las bodas del Cordero se acercan que no quere
mos que nadie se pierda la oportunidad de formar parte de la iglesia, la esposa
de Cristo. Así que deseamos proclamar lo que el resto del cielo está procla
mando: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven, Y el que
i ¡ene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”
(Apoc. 22:17). ¡Sí! ¡Ven, y únete a nosotros! ¿Tienes sed? Hay suficiente agua,
suficiente lugar y suficientes vestiduras blancas. Así que, preparémonos. Nues-
i ro Go’e l nos ha dado el chaleco salvavidas y murió en nuestro lugar. Pero re
sucitó y está por volver. ¡No puedo esperar más ese abrazo que él quiere darnos
después de tantos años! Y ya escucho la marcha nupcial: ¡AQUI V IE N E EL
ESPOSO!
E
l Io de noviembre de 2010, Brian David Mitchell, quien había sido decla
rado competente para enfrentar un juicio el Io de marzo del mismo año,
fue llevado ante el ju ez * Mitchell era el principal sospechoso de haber secues
trado el 5 de junio de 2002 a la jovencita Elizabeth Smart. Este caso me fasci
nó desde el comienzo. He mirado muchos noticieros y videos de este secues
tro.
Elizabeth fue raptada desde su cama, en Salt Lake City, a la edad de ca
torce años. Ed Smart, su padre, fue al canal de televisión local esa fhañana, y
le imploró al secuestrador que le devolviera a su hijita. Después de nueve me
ses, el 12 de marzo de 2003, Elizabeth fue encontrada a unos treinta kilóme
tros de su hogar. Durante esos nueve meses de búsqueda, toda la ciudad se
vistió de cintas azules esperando su regreso. Todos oraban y esperaban. Final
mente llegó el día cuando alguien reconoció a Brian Mitchell basado en un
dibujo del posible secuestrador. Mitchell estaba acompañado de dos mujeres;
una de ellas era Elizabeth Smart. Elizabeth, ahora una adulta, dio su testimo
nio en la Corte Federal de los Estados Unidos el Io de octubre de 2009.
Me sentí aliviada y agradecida cuando encontraron a Elizabeth. Sentí pro
funda emoción al ver las señales colocadas en todas partes de la ciudad que
celebraban su regreso. Los centros comerciales no anunciaban sus productos en
los carteles públicos sino que en estos se leía: “Elizabeth: Bienvenida a casa”. Yo
sentía algo especial cuando leía esos carteles, tal vez porque ese es también mi
nombre. Muchas veces me vino a la mente el día cuando me encuentre con mi
Creador y Redentor. Me imaginé muchos carteles en el cielo con la misma
inscripción: “Elizabeth: Bienvenida a casa”.
Cuando Elizabeth fue rescatada, me emocionaron profundamente los
sentimientos y las declaraciones del padre. Una de ellas fue su respuesta a un
*Parte de esta sección de nuestro estudio aparece en Sorprendidos por amor (Nam-
pa, Idaho: Pacific Press, 2010).
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El C ordero es el P rincipio y el Fin
periodista que le pidió que describiera los primeros momentos cuando supo
con certeza que Elizabeth estaba viva. ¿Cómo se puede describir tal escena? El
dijo que mientras se encontraba en un auto de la policía con Elizabeth en sus
brazos, llamó a su esposa (y sollozaba mientras relataba al periodista el diálogo
con su esposa):
— ¡No vas a creer esto! ¡Elizabeth está viva! ¡Y está aquí en mis brazos!
Entonces declaró:
— Así como fue absolutamente horrible cuando me la quitaron, es absolu
tamente maravilloso tenerla otra vez en casa. ¡Es lo más maravilloso que he
mos experimentado!
Cuando concluyó la entrevista, me imaginé a Dios comentando acerca de
nosotros. Me imaginé su emoción al vernos rescatados y reunidos con él para
siempre. Se me llenaron los ojos de lágrimas al imaginar a Jesús, llamando al
Padre y diciéndole con lágrimas de gozo:
— ¡No vas a creer esto! ¡Elizabeth está viva! ¡Y está aquí en mis brazos!
Este último capítulo versa sobre el reencuentro final de Dios con sus hijos
y la completa restauración y recreación de la tierra. ¡Sí! ¡Es verdad! ¡Muy pron
to iremos al hogar!
El Restaurador'
Como afirmamos en el primer capítulo, toda la Biblia es un inclusio, una
especie de sándwich literario donde la historia comienza y termina de la mis
ma manera. En los últimos tres capítulos del Apocalipsis encontramos los
mismos temas y palabras que encontramos en los tres primeros capítulos de la
Biblia, solo que en orden inverso. En los tres primeros capítulos del Génesis se
narra la creación (cap. 1); la comunión con Dios (cap. 2); y el tentador, y con
él la entrada del pecado en el mundo y la muerte (cap. 3). Y en los tres últimos
capítulos del Apocalipsis se anuncian las mismas cosas pero en orden inverso:
Satanás es destruido y el mal no existe más (cap. 20); Dios mora nuevamente
con sus hijos, tiene comunión con ellos para siempre, y no hay más muerte,
llanto, clamor o dolor, “porque las primeras cosas pasaron” (cap. 21). Final
mente, la tierra es recreada (cap. 22).
La mayor parte del libro de Apocalipsis anuncia con gran emotividad el
momento en que el Cordero viene a buscarnos para estar con él. ¿Te imaginas
el tener que esperar durante mucho, mucho tiempo para ver a tus hijos otra vez?
Iid Smart esperó nueve meses para ver nuevamente a su hijita. Dios ha estado
A pocalipsis
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E l C ordero es el P rincipio r el Fin
¡Esc es Jesús!
Es ahora cuando el asunto se pone realmente bueno. Este tema explica toda
la Biblia, desde el Génesis al Apocalipsis: Cuando Dios nos creó a su imagen,
también se comprometió a ejecutar un plan de rescate, porque él era nucsiro
“pariente más cercano”. El es nuestro Go’el. ¡Se comprometió a ser nuestro
Rescatador!
Desde el mismo comienzo, los conceptos de creación y redención estuvie
ron vinculados. Dios es nuestro Padre y Redentor {Go’el): “Tú, oh Jehová, eres
nuestro Padre; nuestro Redentor [Go’el] perpetuo es tu nombre” (Isaías 63:16).
La palabra Go’el es usada en las Escrituras como un nombre para describir a
Dios, y generalmente es traducida como Redentor. Destaca sus poderosos actos
de redención en favor de su pueblo (ver Exodo 6:6; 15:13).
Especialmente en el libro de Isaías, Dios constantemente nos recuerda que
él es nuestro “Pariente Redentor”, nuestro Go’el. Me emociona cuando él nos
dice: “N o temas”, porque él ha cumplido su tarea como nuestro Go’el:
Jesús sería el que se haría carne para llegar a ser nuestro Hermano y redi
mirnos sin dinero (ver Isaías 52:3). Por eso el Cordero que fue inmolado es el
único digno de abrir el libro de la historia de la redención de este mundo
(Apocalipsis 5:5-10). Nos redimió con su sangre. Vino para morir. Este fue su
propósito: pagar por nuestro rescate, porque él es nuestro Go’el. Jesús mismo
declaró que ese era el propósito de su muerte, y en una declaración suya encon-
1ramos una palabra asociada con el Go’el y con el pago para liberar al pariente
esclavizado: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para
. 57 .
A pocalipsis
servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (S. Marcos 10:45). Jesús nos
redimió, y también redimió nuestra tierra. Por eso la Nueva Jerusalén será
establecida aquí mismo. ¡Volveremos adonde comenzamos en la creación! (ver
Apocalipsis 22). ¡Sí! Jesús cumple todas las responsabilidades del Go’el. ¡Ala
bado sea Dios por nuestro Pariente Redentor!
Si tus hijos fueran secuestrados, ¿no pagarías el rescate y harías lo que
fuera necesario para recuperarlos? Toda la Biblia es la historia escrita de lo que
hizo Dios para recuperar a sus hijos. Cuando los seres humanos siguieron al
secuestrador, se transformaron en pecadores y en mortales (ver Romanos 5:12-
21). Estaban discapacitados; se estaban muriendo, y no podían salvarse a sí
mismos, porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). La serpiente
seductora nunca se hubiera imaginado tal cosa: ¡que Dios mostraría tanto
amor! Se consideraba tan astuta que pensó que le había ganado la partida a
Dios. ¡Nunca pensó que el amor ganaría! ¡Incluso los mismos seres humanos
quizá pensaron que estaban más allá de los límites de la RED EN C IO N ! Pero
“cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20).
¡Todos nos sorprendimos por su amor! ¡Nuestro Go’el entró en escena, y
ahora nos vamos al hogar! ¡No es sorpresa que el libro de Apocalipsis contenga
tantas escenas exuberantes de adoración!
¡Bienvenido a casa!
Después de un lapso especificado como de “mil años” el secuestrador, la
serpiente, “el diablo que los engañaba” (Apocalipsis 20:10) es destruido para
siempre.* Entonces la tierra es recreada y llega a ser la Nueva Tierra (ver, capí
tulo 21). Es muy significativo que nuestro hogar permanente será el mismo
lugar donde estuvimos al principio; porque esa era una de las responsabilida
des del pariente redentor. ¿Recuerdas que él tenía que redimir la propiedad
que había sido entregada por su pariente en desgracia? “Cuando tu hermano
empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próxi
mo [Go’el] vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido” (Levítico
25:25). Jesús, nuestro Pariente Redentor, no solo nos rescató a nosotros al pa
gar el precio del rescate, sino que también recuperó nuestra propiedad (la
Tierra). ¡Todo esto es tan maravilloso y emocionante! ¡Faltan palabras para
describirlo! ¡La Biblia completa el círculo mediante la sangre del Cordero!
* Parte de esta sección de nuestro estudio aparece en Sorprendidos por amor, Serie
de 10 estudios bíblicos semanales para la mujer (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2013),
pp. 83-90.
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El árbol se levanta a ambos lados del río. Esta es una alusión al Jardín
del Edén con el árbol de la vida a orillas del río que corría por el huer
to (Génesis 2:9). Comer del árbol de la vida en el Edén significaba
vivir “para siempre” (3:22). Fue después que Adán y Eva fueron ex
pulsados del jardín cuando se les prohibió aproximarse al árbol de la
vida y comer de él (3:23, 24). El árbol de la vida en la Nueva Jerusalén
simboliza 'a vida eterna, libre de la muerte y el sufrimiento. En la
nueva tierra — el Jardín del Edén restaurado— el árbol de la vida ya
no está más prohibido; está localizado en medio de la Nueva Jerusa
lén, y todos los redimidos tienen acceso a él. Otra vez los seres huma
nos comparten el don de la vida eterna del que Adán gozaba antes de
que el pecado entrara en el mundo. Todo lo que se perdió con Adán
se recupera mediante C risto*
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para siempre, y Dios mora (planta su tabernáculo) con nosotros por la eterni
dad! (ver Apocalipsis 21:3, 22). ¡Verdaderamente es Emanuel, Dios con noso
tros! ¡Quiere estar cerca de nosotros! ¡Para siempre!
Finalizando en el principio
Al final del libro de Apocalipsis tenemos un retrato multidescriptivo de
Cristo, en el que se repiten algunas descripciones de Jesús que hemos encontrado
al comienzo del libro: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el prime
ro y el último... Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de
la mañana” (Apocalipsis 22:13, 16). ¡Sí! Jesús estaba allí al principio y es el fin de
nuestra historia en la tierra. ¡El es todo en todos! La última vez que se registran
en la Biblia las propias palabras del Cristo resucitado son las de Apocalipsis
22:20: “Ciertamente vengo en breve”. ¿Puedes sentir la ansiedad de un padre
que regresa por sus hijos?... La respuesta de Juan también nos representa a todos
nosotros que hemos deseado durante tanto tiempo ver a nuestro Redentor y es
tar con Dios para siempre: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (vers. 20). ¡Sí! ¡Agregue
mos nuestras voces anhelantes: ¡Amén! ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven pronto!
Comencé este capítulo describiendo los anuncios de Salt Lake City: “¡Eli-
zabeth: Bienvenida a casa!” Bueno... ya me puedo imaginar los anuncios ce
lestiales por todas partes mientras nos acercamos al cielo: “¡Queridos hijos:
Bienvenidos a casa!” Casi puedo escuchar la voz de Jesús diciendo: “¡Ellos es
tán vivos! ¡Y están en mis brazos!”
Esta es la historia real de la humanidad desde el principio hasta la eterni
dad. El Cordero es vencedor y el villano ha perdido. Es el círculo completo
desde la creación a la redención hecho posible solo porque el Cordero pagó el
precio de nuestro costoso rescate. Es la historia del rescate exitoso de Dios de
sus hijos secuestrados. ¡Conocemos el fin de la historia! El Apocalipsis puede
ser sintetizado en dos palabras: ¡JESÚS GANA! ¡JESÚS GANA! No necesita
mos estar ansiosos. No necesitamos estar temerosos. Solo necesitamos recor
dar cómo termina:
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