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1 - Marzo 2008
Evidencias rupestres en la cuenca alta del río Ricrán, sierra central del Perú
Resumen
Se presenta un conjunto de siete sitios arqueológicos con evidencias de pictografías
localizados en la sección superior de la cuenca del río Ricrán en la sierra central del Perú.
Luego de señalar las características geográficas del área en estudio se describen
rápidamente las evidencias rupestres identificadas y se plantean de forma breve algunas
ideas acerca de su cronología y asociaciones.
Abstract
We present a group of seven archaeological sites where we found rock art remains located
in the upper part of the Ricran river drainage, highlands of central Peru. After describing the
main geographic features of the study area we present briefly the identified rock art evidence
and outline some ideas about their chronological position and associations.
Introducción
Durante el año 1999 desarrollamos una temporada de reconocimientos sistemáticos en la
cuenca alta del río Ricrán orientados al estudio de los patrones de asentamiento
prehispánicos y sus cambios a través del tiempo. El territorio explorado estuvo comprendido
entre los actuales pueblos de Chúlec-Janchiscocha por el sur, a 4200 metros sobre el nivel
del mar, y Congas Antacucho por el norte, ubicado sobre los 3550 metros (Fig. 1). En
general nuestros recorridos cubrieron desde el fondo del valle hasta los extensos pajonales,
cumbres montañosas y laderas que encajonan el curso del río Ricrán. Las distintas
evidencias arqueológicas y sitios identificados fueron registrados empleando fichas
específicamente diseñadas para cada caso, las mismas que se complementaron con
fotografías, croquis, cortes, elevaciones y levantamientos con brújula y wincha. Por otro
lado, la ubicación cronológica tentativa de los sitios se determinó mediante el análisis de la
cerámica superficial asociada, información que luego fue correlacionada con las secuencias
cronológicas alfareras disponibles para las regiones de Jauja (Browman 1970; Costin 1986;
Earle et al. 1987) y Tarma (Parsons et al. 2000).
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Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Museo Arqueológico “Julio Espejo Núñez” de Jauja. Email:
huacrash@yahoo.com.
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Revista Electrónica de Arqueología PUCP Vol. 3 - Nro. 1 - Marzo 2008
Fig. 1. Mapa de ubicación de los sitios con evidencias de arte rupestre reportados en el alto Ricrán (basado en la Carta
Nacional, IGN 1:100 000, hojas 23-l, 23-m, 24-l y 24-m).
La región en estudio
El valle de Ricrán se localiza en las secciones norcentral de la actual provincia de Jauja y
suroriental de la provincia de Tarma, ambas pertenecientes al departamento de Junín, sierra
central del Perú, entre los 11°20’ y 11°39’ de latitud sur y los 75°25’ y 75°40’ de longitud
occidental. El colector hídrico principal es el río del mismo nombre, el cual es uno de los
principales afluentes del río Tarma. Nace de los desagües de las lagunas de Suerococha,
Yanacocha y Totoracocha, localizadas a 4 kilómetros al sureste de la localidad de Jatun
Ucu, a 4430 metros sobre el nivel del mar. Desde ese punto corre en dirección noroeste a
través de una cuenca morrénica hasta las inmediaciones del paraje de Auquispuquio donde
el valle se encajona entre dos cadenas montañosas de fuertes pendientes y de naturaleza
litológica de tipo sedimentario y metamórfico. En medio de estas cadenas se localiza el
pueblo de Santa Margarita de Ricrán, capital del distrito del mismo nombre, perteneciente a
la provincia de Jauja y emplazado a 3675 metros sobre el nivel del mar. Aguas abajo, el
cauce del río se profundiza conforme avanza hacia el norte para desembocar finalmente en
el río Tarma a la altura del pueblo de Palca, a 2738 metros, luego de pasar por las
poblaciones de Congas Antacucho (donde recibe las aguas del río Shururuyoc por su
margen izquierda), Maco, Yuracmayo, Yaroca y Huaripampa, donde finalmente se le une el
río Tapo también por su margen izquierda. Como señalamos anteriormente, el área de
nuestra investigación se circunscribe a la sección alta de la cuenca del río Ricrán, desde la
quebrada de Chúlec - Janchiscocha hasta el punto de desembocadura del río Shururuyoc en
el Ricrán, muy cerca del pueblo de Congas Antacucho (Fig. 1). En este territorio destaca la
cadena montañosa de Apohuayhuay localizada al este, con picos como el Apohuayhuay
(5106 metros sobre el nivel del mar), Chontahuayhuay (4927 metros) y Shullcahuayhuay
(4830 metros), que en algunos casos están cubiertos con nieves perennes y de cuyos
deshielos se forman abundantes lagunas y cursos de agua que alimentan el caudal del río
Ricrán. Por su parte, la cadena que encierra al valle por el oeste es más baja y carente de
fuentes de agua y buenos pastizales, con cumbres que no sobrepasan los 4350 metros
sobre el nivel del mar
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claramente diferenciados: cordillera, puna y suni/quechua (Pulgar Vidal 1967). La cordillera
se refiere a los picos montañosos de la cadena de Apohuayhuay que se localizan al este del
valle y que alcanzan altitudes superiores a los 4800 metros sobre el nivel del mar en los que
se representa claramente la Formación nival, con relictos de nieves perpetuas y vegetación
prácticamente inexistente (Tosi 1960). Dentro de la puna se incluyen los pastizales
aprovechados para la ganadería que se elevan por encima de los 4000 metros sobre el nivel
del mar y que se concentran hacia las nacientes del río Ricrán y las partes altas de las
laderas que encierran al valle. Esta zona de vida recibe el nombre de Páramo muy húmedo
subalpino y comprende además los territorios ondulantes localizados hacia la base de los
picos cordilleranos del oriente. Por su parte, el piso suni/quechua se concentra
principalmente hacia los fondos estrechos del valle y las quebradas laterales (3500-3800
metros sobre el nivel del mar) así como en los sectores inferiores de las laderas, hasta una
altitud aproximada de 3900 metros. Aquí se encuentra aquí la zona de vida denominada
Bosque húmedo montano (Tosi 1960), foco principal de la actividad agrícola orientada
principalmente a la producción de tubérculos (Solanum tuberosum o andigeum, Oxalis
tuberosa, Tropaeolum tuberosum), quinua (Chenopodium quinoa) y cereales europeos
(Hordeum sp.).
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Fig. 2. Planta del abrigo rocoso con evidencias rupestres y una estructura funeraria tardía en el sitio R-11. Fig. 3. Vista general
de la estructura funeraria y el abrigo rocoso con evidencias rupestres en el sitio R-11.
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izquierda de la quebrada Tingo, a casi tres kilómetros al sureste del pueblo de Ricrán y muy
cerca de la carretera afirmada que conduce a la cumbre de Huaracayo, camino a la selva
del anexo de Tambillo. En el lugar existen también dos abrigos rocosos adicionales, uno al
noreste y el otro al suroeste, siempre en la base del mismo farallón calcáreo cerca del cual,
sobre una cresta elevada, se encuentra el asentamiento prehispánico tardío de Huacacorral
(sitio R-23). Aunque en el abrigo en el que se localiza el panel no hay otro tipo de evidencias
arqueológicas reconocibles a primera vista, en los otros dos se observan los restos de
pequeños edificios de piedra y barro, de 60 centímetros de diámetro y planta irregular, que
en su mayoría se encuentran adosados a las paredes rocosas. Debido también a sus
características arquitectónicas formales, su emplazamiento y asociación con materiales de
superficie, podemos postular que se tratan de estructuras funerarias del Intermedio Tardío y
Horizonte Tardío 3 , aunque su estado de preservación es lamentable. En cuanto a las
pictografías, éstas consisten principalmente en motivos sencillos como líneas y
posiblemente algunos círculos, además de otros motivos posiblemente antropomorfos y
zoomorfos ejecutados también en color rojo ocre. Los diseños cubren un área total de tres
metros de largo por dos de alto, aunque la sección menos deteriorada, conformada por dos
figuras zoomorfas cuyas extremidades inferiores y cuerpos están más o menos definidos,
forma un pequeño panel de 80 centímetros de largo y un metro de alto, encontrándose en
general a casi dos metros por encima del nivel del inicio del talud en el interior del abrigo.
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Fig. 6. Planta de las estructuras funerarias en el sitio R-30 señalando la localización de los paneles de pictografías A y B.
ocre de trazos gruesos, no muy bien definidos y que no sobrepasan los 10 centímetros de
diámetro en promedio.
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Fig. 11. Motivo zoomorfo en el panel sur de pictografías ubicadas en el sitio R-36.
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Fig. 12. Motivo zoomorfo en el panel sur de pictografías ubicadas en el sitio R-36.
disponen formando una escena cuya naturaleza es difícil de precisar debido a la destrucción
de varios de sus elementos. Adicionalmente, a pocos metros quebrada arriba y sobre la
misma pared rocosa se encuentra otra concentración de pictografías que se ubican a 1.5
metros por encima del nivel del fondo de la quebrada y que están casi totalmente destruidas
en la actualidad tanto por filtraciones de agua como por deterioros ocasionados por los
visitantes.
Comentarios finales
Como se desprende de las descripciones anteriores, carecemos por el momento de
evidencias claras acerca de la ubicación cronológica de las pictografías presentadas, salvo
la interesante asociación de algunas de ellas a edificios o estructuras de carácter funerario
donde se ha encontrado material alfarero vinculado principalmente al tipo Mantaro Base
Clara que surgió en la región a partir del Intermedio Tardío. Esto ocurre en el caso de los
sitios R-12, R-30, R-33 y R-34, todos los cuales por sus características y posible función han
sido clasificados como “cementerios aislados” en nuestro registro, posiblemente construidos
a partir del Intermedio Tardío y reutilizados durante el Horizonte Tardío. Resulta interesante
además que las pictografías presentes en estos sitios, o buena parte de ellas, puedan
corresponder a un estilo bastante definido que se caracterizaría por el despliegue casi
exclusivo de motivos bastante sencillos, geométricos y abstractos como círculos, líneas
rectas y puntos, todos ejecutados en color rojo ocre con trazos gruesos y toscamente
hechos. Por su posible relación con las estructuras funerarias tardías hemos propuesto en
otra ocasión que estas pictografías pueden representar en alguna medida símbolos
relacionados con el rango e importancia de ciertos personajes cuyos cuerpos pudieron
haberse depositado allí (Perales 2004).
El caso del panel de pictografías registrado en el sitio R-11 difiere de los anteriores
en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, aunque en el mismo abrigo rocoso existe
una estructura funeraria asociada a cerámica tardía, ésta parece haber cubierto casi
totalmente a las pictografías en el momento de su construcción, señalando por ende una
ubicación cronológica más temprana para aquéllas, quizás en tiempos anteriores al
Intermedio Tardío. En segundo lugar, aquí los motivos de las pictografías son un tanto más
elaborados, ejecutados en un color muy distinto como el negro o gris oscuro y con trazos
más delgados y bien definidos.
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Finalmente en cuanto a las evidencias rupestres observadas en los sitios R-36, R-37
y R-12 5 , éstas se agrupan claramente dentro de un posible tercer estilo identificado para el
área de Ricrán que se estaría caracterizando por su tendencia hacia representaciones más
naturalistas, ejecutadas todas con un pigmento rojo ocre y con trazos definidos en un nivel
apreciable. Curiosamente los tres sitios que aquí indicamos son abrigos o reparos rocosos
ubicados al pie de grandes farallones calcáreos que a su vez están próximos a fuentes de
agua como manantiales, arroyos y lagunas, inclusive a casi 4400 metros sobre el nivel del
mar, como sucede con el sitio de Illamachay (R-36).
Agradecimientos
Nuestras investigaciones en el alto Ricrán fueron financiadas por la Municipalidad Distrital
de Ricrán y contaron con la autorización del Instituto Nacional de Cultura (ref. RDN No.
918/INC) y los auspicios del Centro de Estudios “Julio Espejo Núñez” de Jauja y el Instituto
del Bien Común de Lima. Por su parte Carmen Arellano, Ramiro Matos, Charles Hastings,
Richard Smith y José Pino realizaron valiosas críticas y comentarios que sirvieron para
mejorar nuestros trabajos, en los cuales participaron Rosendo Rodríguez, Mario Advíncula,
Agustín Rodríguez, Katty Mosquera, Santiago Rivas, Anderson Chamorro, Arturo Noel,
Brener Meza y Jackeline Nunura, además de Henoch Loayza, Moisés Franco y Willie
Cárdenas, con quienes visitamos previamente algunos de los sitios presentados en este
artículo. A todas las instituciones y personas mencionadas expresamos nuestra profunda
gratitud por todo el apoyo brindado en las diferentes fases de la investigación.
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Notas
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Aquí consideramos principalmente la presencia de cerámica vinculada con el tipo Mantaro Base
Clara definido previamente por Lumbreras (1960) y estudiada recientemente por Costin (1986).
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Decimos esto porque existe la posibilidad que el color original de las pictografías se haya alterado
debido a la acción de fuertes filtraciones de agua de origen pluvial que han afectado el panel tal como
se aprecia en la Fig. 4.
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También aquí destaca la presencia de fragmentos de cerámica Mantaro Base Clara.
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Las osamentas humanas corresponden seguramente a cuerpos alterados que originalmente fueron
colocados en el interior de las estructuras o pequeñas cistas de piedra y barro. Por su parte, la
cerámica parece vincularse con el tipo Mantaro Base Clara y otros similares.
5
Nos referimos aquí a los motivos zoomorfos y antropomorfos cuyos restos aún se observan en una
parte del sitio R-12 por su posible similitud con las evidencias observadas en los sitios R-36 y R-37.
6
Otros autores como Rick (2000) han discutido anteriormente la importancia de evaluar mejor temas
como la variación temporal y regional de las evidencias de arte rupestre en la sierra central peruana.
Contribuciones como la de Hostnig (2003) son en este sentido herramientas de gran valor.
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