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NÚM. 22, JUNY 2010, ISSN: 1137-7038, pp.

71-82

EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES Y LOS


LÍMITES DEL DISCURSO ARGUMENTATIVO
LA TEORÍA DE LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA DE HABERMAS FRENTE
AL FENÓMENO DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL

Gianfranco Casuso
J. W. Goethe-Universität Frankfurt
Recepción: 10/09/09; aceptación: 20/11/09

R E S U M E N

En el marco de la teoría de la democracia deliberativa de Jürgen Habermas son


tres los elementos que deben interactuar para permitir el cumplimiento de liberta-
des y derechos para todos los miembros de la sociedad: el sistema político, el de-
recho y, como fuente de donde se nutren estos, el espacio público (Öffentlichkeit)
que se asienta sobre una sociedad civil entendida, a su vez, como un mundo de
la vida racionalizado. En el presente trabajo se reconstruirá críticamente la idea
habermasiana de democracia deliberativa a partir de la articulación de estos tres
componentes, poniendo especial énfasis en el complejo rol sociointegrador que debe
cumplir el último de ellos. A continuación de esto será presentada una propuesta
desarrollada por James Bohman, a partir de la cual, sin abandonar las premisas
básicas de la política deliberativa, intentaremos encontrar pistas que permitan am-
pliar la perspectiva de Habermas, con el propósito de comprehender críticamente
un conjunto más heterogéneo de fenómenos sociales vinculados con la margina-
ción y la exclusión social. El contraste entre ambas posiciones nos permitirá, fi-
nalmente, llamar la atención sobre la necesidad de una teoría de la exclusión que
permita un análisis de las posibilidades reales de la participación público-política en
sociedades complejas, para lo cual es necesario que aquella se sitúe más allá de
los límites del discurso argumentativo.

PALABRAS CLAVE:

Democracia deliberativa, enfoque de las capacidades, exclusión social, sociedad civil

Sociedad civil y espacio público como base de (cf. Habermas 1998: 372).1 En este sentido afirma
la democracia deliberativa: Derecho y política que “[e]l desarrollo y consolidación de una po-
como complementos funcionales lítica deliberativa, la teoría del discurso los hace
Como es sabido, para Habermas la pieza nu- depender, no de una ciudadanía colectivamente
clear del proceso democrático es el procedimiento capaz de acción, sino de la institucionalización de
que caracteriza a su noción de política deliberativa los correspondientes procedimientos y presupues-
1
En adelante se usará la versión castellana de Manuel Jiménez Redondo de Faktizität und Geltung: Habermas, Jürgen, Facticidad y
Validez. Sobre el Derecho y el Estado Democrático de Derecho en términos de Teoría del Discurso, Madrid: Trotta, 1998.

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tos comunicativos, así como de la interacción de del subsistema político en las tareas de integración
deliberaciones institucionalizadas con opiniones de la sociedad, el liberalismo hace lo propio en rela-
públicas desarrolladas informalmente.” (ibíd. 374) ción al papel de las relaciones económicas. Ambas
Esta diferenciación entre una ciudadanía concebida posiciones olvidan, pues, aquella esfera intermedia
como un sujeto a gran escala que actúa de modo denominada sociedad civil que se halla vincula-
coordinado hacia la realización de una meta co- da al mundo de la vida y que representa la “base
mún y una opinión pública informal no regulada social de los espacios públicos autónomos” (ibíd.
por ningún medio de control externo, así como la 375), desde donde pueden germinar y articularse
distinción de esta última con respecto a procesos sin interferencia toda clase de cuestiones relativas
“institucionalizados” y formales de deliberación, a la integración. La solidaridad —el recurso pro-
constituyen el eje de la propuesta habermasiana. pio del ámbito de la sociedad civil— debe mante-
Con esta posición, Habermas quiere alejarse tanto nerse a salvo de los otros dos subsistemas, puesto
del republicanismo clásico como del liberalismo. que en su independencia e inherente espontaneidad
De este modo, mientras que para el primero la ciu- radicaría todo el potencial de una teoría delibera-
dadanía es concebida como un actor colectivo y la tiva de la democracia. Así, a pesar de que los tres
sociedad como sociedad política, como un todo recursos pertenecientes a estas tres esferas sirven
social centrado en el Estado; para el segundo, las para satisfacer la necesidad de integración —así
leyes están referidas a sujetos que compiten entre sí como de regulación y control— de las sociedades
por el poder y la satisfacción de sus intereses, por lo modernas, solo la solidaridad puede dar lugar a la
que es difícil contar con decisiones colectivas toma- generación del poder comunicativo necesario para
das conscientemente y la sociedad se entiende, en mantener activa aquella fuente de energía para la
consecuencia, como sociedad económica. Frente vida social que debe desarrollarse como “un espa-
a ambos modelos se erige la idea de una sociedad cio para la percepción, identificación y tratamiento
comprendida más bien como “comunidad jurídi- de problemas concernientes a la sociedad global”
ca”, cuya esencia desaparece en las formas de co- (ibíd. 377). No obstante, para que la influencia y el
municación que regulan el flujo de la formación poder generados comunicativamente en el espacio
discursiva de la opinión y la voluntad, sin ser por de la opinión pública sean efectivamente vinculan-
ello atribuibles a ningún sujeto: ni en formato pe- tes, estos deben poder transformarse “a través de la
queño (liberalismo) ni en grande (republicanismo) actividad legislativa en poder utilizable adminis-
(cf. Habermas 1998: 377). trativamente” (ibíd. 375). Por medio del derecho,
La insistencia por mantener separadas estas tres entonces, la política deliberativa asume la tarea de
maneras de concebir la sociedad y la política res- solucionar aquellos problemas de la sociedad que
pondería a la distinción que Habermas realiza entre ponen en riesgo su integración cuando fallan otros
las tres formas o recursos para la integración que mecanismos.2 Y es que cuando fracasan reguladores
pueden encontrarse en las sociedades complejas, a como normas, valores y formas rutinarias de en-
saber: el dinero, medio de regulación y control del tendimiento, la política y el derecho deben volver
sistema económico, el poder administrativo, co- conscientes y reflexivos esos procedimientos coti-
rrespondiente al sistema político como tal, y la soli- dianos de solución de problemas, para, con ello,
daridad, que, frente a estas dos, constituye el recur- potenciar su efectividad (cf. Ibíd. 397). El modo
so sociointegrador más débil y amenazado (ibíd.). en que estas dos esferas interactúan y los procesos
En otras palabras, puede decirse que, mientras por comunicativos en ellas encarnados representan
una parte el republicanismo clásico exagera el rol aquella “intersubjetividad de orden superior” que
2
El derecho, dirá Habermas entonces, “es un medio a través del cual las estructuras de reconocimiento recíproco que nos resultan cono-
cidas por las interacciones simples y por las relaciones cuasinaturales de solidaridad, pueden transferirse de forma abstracta, pero vinculante,
a los ámbitos complejos y crecientemente anónimos de una sociedad funcionalmente diferenciada” (Habermas 1998: 396).

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debe reemplazar a las premisas básicas de las dos un flujo comunicativo continuo entre dos esferas
posturas antes criticadas. recíprocamente permeables.
Para ilustrar este punto, Habermas recurre al Ahora bien, que las estructuras del espacio pú-
sugerente modelo de “esclusas” desarrollado por blico organizado en el interior de las distintas aso-
Bernhard Peters (Peters 1993: cap. 9), el cual con- ciaciones de la sociedad civil se formen más o me-
siste en una descripción ideal del ordenamiento de nos espontáneamente, significa, como hemos visto,
procesos de comunicación y decisión del sistema po- que aquellas mantienen distancia con respecto a
lítico. Según este modelo, los procesos deliberativos los subsistemas Estado y economía. Estos espacios
funcionan, en primer lugar, a través de un centro públicos constituyen, a decir de Habermas, un com-
conformado por todos los órganos e instituciones plejo “salvaje” y poseen una estructura anárquica
de la Administración. Las decisiones son procesa- que no se deja organizar en conjunto por aquellos
das aquí a través de rutinas, cuyas operaciones de- subsistemas. La ventaja de ello es, naturalmente,
ben, no obstante, sortear la valla de un complejo que en su interior los nuevos problemas pueden
sistema de esclusas que comunican entre sí a los percibirse de modo más sensible. Esta facultad pro-
diversos órganos gubernamentales. A esto le sigue blematizadora otorgada a la sociedad civil requiere,
una periferia interna compuesta por asociaciones no obstante, una serie de recursos y condiciones que
e instituciones diversas autoadministradas o fun- vuelven su realización particularmente complicada
ciones de competencia y control estatal delegadas y que serán enumerados a continuación.
por el Estado, como las universidades, la seguridad Según los lineamientos de la política delibera-
social, las representaciones estamentales, cámaras tiva desarrollada por Habermas, tanto los procedi-
de comercio, etc. Finalmente, se cuenta con una mientos formales de formación institucionalizada
periferia externa, que no es sino la infraestruc- de la opinión y la voluntad, como los informales
tura de la sociedad civil sobre la que se apoya un llevados a cabo en las redes del espacio público-
espacio de opinión pública. Esta última está cons- político, guardan una “conexión interna con los
tituida por toda clase de asociaciones formadoras contextos de un mundo de la vida por su parte ra-
de opinión, especializadas en suscitar temas y en cionalizado” (ibíd. 378), cuyas estructuras deben
hacer contribuciones, así como en plantear exi- favorecer a la lógica interna de dichas prácticas
gencias políticas, articular intereses o necesidades deliberativas. El que se deba contar con un mun-
y ejercer influencia sobre la formulación de los pro- do de la vida racionalizado significa que este debe
yectos de ley y las distintas políticas (cf. Habermas poseer ya una serie de características estructurales
1998: 435). Idealmente —dirá Habermas a conti- que fomenten el intercambio irrestricto de contri-
nuación— la legitimidad de las decisiones que se buciones orientadas a la suficiente articulación
toman en el centro deberían depender de los pro- e interpretación de necesidades —consideradas
cesos de formación de la opinión y la voluntad en inicialmente como “privadas”—, de modo tal
la periferia. El centro, así, solo controla en grado que logren tener resonancia pública, generar con-
limitado la dinámica de dichos procesos, en tanto troversia y trascender su carácter particular para,
que las decisiones vinculantes, para ser legítimas, de este modo, ser incluidas como tema de agenda
deben venir controladas o regidas por flujos de co- en los procesos institucionalizados de decisión. Se
municación que partan de la periferia y pasen las trata, en este sentido, como bien dice Habermas,
esclusas de los procedimientos democráticos propios de las condiciones para una “lucha por la inter-
del Estado de derecho. Solo cumpliendo con dichas pretación de las necesidades” (ibíd.) o “lucha por
condiciones se podría evitar que el poder adminis- el reconocimiento” sostenida públicamente, a tra-
trativo se autonomice ilegítimamente frente al po- vés de las cuales “pueden las debatidas constela-
der comunicativo generado democráticamente. No ciones de intereses ser abordadas por las instancias
obstante, no se trata aquí de una interacción entre políticas correspondientes, ser introducidas en los
dos subsistemas independientes, sino más bien de órdenes del día de los órganos parlamentarios, ser

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discutidas y, llegado el caso, ser convertidas en una esto es, a los mismos bajo los que se distinguen las
moción y tomarse sobre ello una resolución vincu- fuerzas ilocucionarias de la acción orientada al
lante” (ibíd. 393). Todo ello requiere, sin embargo, entendimiento. El primer criterio se refiere a un
de “una cultura política habituada a la libertad tipo de coordinación únicamente funcional, se-
y de una socialización política de tipo ilustrado, gún el cual los resultados se juzgan en virtud de la
y, sobre todo, de las iniciativas de las asociacio- realización de los fines colectivos o según el man-
nes formadoras de opinión, que en buena parte tenimiento de un sistema dado. Los dos siguientes
se forman y regeneran de manera espontánea, o criterios se vinculan más directamente con la inte-
que en todo caso son difícilmente accesibles a las gración social en sentido estricto y responden, res-
intervenciones directas del aparato político” (ibíd. pectivamente, a la regulación moral de conflictos
379). Esto último se identifica con un espacio pú- y al aseguramiento ético de identidades y formas
blico que se apoya en una base social “en la que de vida. Estos tres criterios, tomados en conjun-
los iguales derechos de ciudadanía hayan cobra- to, permiten evaluar el grado de integración de la
do eficacia social” (ibíd. 385), puesto que, “[s]olo sociedad y juntos conforman lo que Peters llama
sobre una base que haya escapado de las barreras racionalidad social. La integración es concebida,
de clase y se haya sacudido las cadenas milenarias así, como una serie diferenciada de procesos de
de la estratificación social y la explotación social, solución de problemas y las sociedades, a su vez,
puede desarrollarse plenamente el potencial de un como sistemas que solucionan problemas. Hacien-
pluralismo cultural capaz de funcionar conforme do suya la propuesta de Peters, Habermas afirma,
a su propia lógica” (ibíd.). pues, que “la pieza medular de la política delibe-
Estas son, pues, las exigentes condiciones que rativa consiste en una red de discursos y formas de
definen a un mundo de la vida racionalizado y solo negociación que tienen por fin posibilitar la solu-
a partir de las cuales puede hablarse de una igual- ción racional de cuestiones pragmáticas, morales y
dad entre los ciudadanos que permita que los apor- éticas, es decir, justo de esos problemas estancados
tes de todos sean atendidos con el fin de promover de una integración funcional, moral y ética de la
la formación de decisiones colectivas que sean a la sociedad, que por la razón que sea ha fracasado en
vez vinculantes, justas y legítimas. algún otro nivel” (ibíd. 398).
Antes de desarrollar una objeción inmanente a Ahora bien, desde la perspectiva ficticia de una
este modelo procedimental de la democracia delibe- comunidad ideal deberían poder resolverse sin
rativa, siguiendo para ello una propuesta de James violencia todos los desacuerdos y, en tal sentido,
Bohman, deseo exponer brevemente algunas consi- tendrían que poder ser elaborados “los problemas
deraciones adicionales que Habermas lleva a cabo ‘pertinaces’ de integración social por vía de un en-
con el fin de resaltar la relación complementaria tendimiento explícito entre los implicados” (ibíd.
entre las esferas informal y formal de deliberación, 402) sin recurrir a los complejos funcionales de la
entre el mundo de la vida y el derecho, así como el política y el derecho. Pero como se sabe, tal perspec-
rol de este último como garante de la integración tiva corresponde solo a un experimento conceptual
en sociedades complejas. destinado principalmente a ilustrar, por contraste,
las desviaciones en relación a un ideal normativo
La exclusión social y los obstáculos de la po- de sociedad. Hemos visto que para que los discur-
lítica deliberativa sos y negociaciones llevados a cabo en la sociedad
Habermas, siguiendo nuevamente a Peters, li- civil puedan desplegar su fuerza solucionadora
mita a tres los criterios de evaluación de los proble- de problemas se requiere que “los problemas que
mas relativos a la integración social. Estos corres- nos salen al paso sean percibidos con sensibilidad,
ponden grosso modo a los tres aspectos de validez descritos adecuadamente y respondidos de forma
desarrollados ya en su Teoría de la acción comu- productiva a la luz de tradiciones convertidas en
nicativa: verdad, rectitud normativa y autenticidad, reflexivas” (ibíd. 403), esto es, según los paráme-

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tros de un mundo de la vida racionalizado y re- tiempo de que se dispone, la fragmentada atención
producido a partir de la fuerza ilocucionaria de la individual a temas con su propia lógica, capacidad
acción comunicativa que cuenta con los contextos para aportar algo propio (…) hasta actitudes opor-
necesarios para dar cabida a una “cultura abierta tunistas, pasiones, prejuicios que merman la for-
al aprendizaje y de un personal capaz de apren- mación racional de la voluntad.” (ibíd.)
der.” (ibíd.) Pero lo cierto es que las sociedades ni La detección por parte de Habermas de los prin-
son igualitarias, ni permiten una participación si- cipales rasgos inherentes a la sociedad que, no
métrica en los asuntos que deberían ser de interés obstante, impiden su correcto funcionamiento y
público. Puesto que las condiciones para una tal el aseguramiento de la participación de todos sus
situación ideal son escasamente cumplidas en las miembros en las tareas de reproducción de la mis-
sociedades reales, Habermas tiene entonces que ma es, sin ninguna duda, impecable y muy com-
asimilar las críticas de la Teoría de sistemas y las pleta. Pero lo que podría haberse convertido en base
teorías de la elección racional, lo cual efectúa no- para un análisis diferenciado de las causas profun-
tablemente resumiendo todos aquellos elementos das de la exclusión, así como en una oportunidad
de la vida social que interfieren con la participa- para detectar dentro de la sociedad misma pautas
ción público-política en igualdad de condiciones. para la transformación de las condiciones estructu-
No obstante, como se verá a continuación, en el rales que propician y sostienen tal situación, resulta
contexto de su argumentación, la función que Ha- siendo solo ocasión para, sin escapar de los límites
bermas da aquí a la existencia de dichos elementos de la lógica de su propia argumentación, identifi-
de obstrucción resulta problemática desde el punto car en aquellos factores de exclusión “desviaciones
de vista teórico y ciertamente desalentadora desde respecto del modelo de la sociación comunicativa
el punto de vista práctico. pura (…) que llaman la atención sobre inevita-
El modelo ideal de integración, dirá Habermas bles momentos de inercia” (ibíd.). Lo que él llama
en primer lugar, no considera “los costes de infor- aquí “lo inerte” se refiere a la escasez de recursos
mación y decisión de los procesos de comunicación. funcionales en la resolución de problemas que
No tiene en cuenta las limitadas capacidades cogni- suelen poseer los procesos de comunicación libres
tivas que, a la hora de elaborar problemas, tienen de interferencia sistémica. Según Habermas mis-
las comunicaciones simples entrelazadas horizon- mo reconoce: “ninguna sociedad compleja, incluso
talmente; abstrae en particular de la desigual distri- en las condiciones más favorables podrá responder
bución que dentro del público se da de la atención, nunca a este modelo puro” (ibíd.). Su función es,
de las competencias y del saber. Ignora también las pues, mostrar que por sí solos los espacios de la so-
actitudes y motivos que estorban, perturban y des- ciedad civil no pueden resolver los problemas de
baratan la orientación al entendimiento, es decir, integración, sino que —precisamente debido a los
es ciego al egocentrismo, la debilidad de la volun- obstáculos arriba enumerados— requieren de un
tad, irracionalidad y el autoengaño de los implica- “complemento funcional” representado aquí por el
dos de que se trate” (ibíd. 404). En segundo lugar, derecho. Este último, pues, debe hacer todo lo que
frente al modelo de sociación comunicativa pura, la sociedad civil desde sí misma no está en capaci-
las estructuras de la sociedad “reflejan inevitables dad de hacer. Puesto que no se puede presuponer
asimetrías concernientes a las informaciones de que sin más una sociedad sin derecho ni política que
se dispone, es decir, desiguales oportunidades de ac- proyecta la idea de autoorganización a la socie-
ceso a la producción, validación, regulación y con- dad en conjunto y en tanto que “con el concepto
trol y presentación de los mensajes. A esto se suma procedimental de democracia esta idea cobra la
la desigual distribución debida a la contingencia forma de una comunidad jurídica que se organiza
de capacidades individuales.” (ibíd.) Y finalmente, a sí misma” —la cual, a su vez, debe reemplazar
se incluyen dentro de estos elementos la asimetría a la idea de una “sociedad económica” liberal y la
relativa a los recursos de participación, esto es “el “sociedad política” republicana—, la integración

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basada en una sociación discursiva en su completa la permanente intromisión en el espacio público


dimensión —concluye Habermas— solo puede ga- de intereses privados, por un malfuncionamiento
rantizarse por el medio que el derecho representa. en la mediación política o —no menos importan-
De este modo, tanto el derecho como los órganos, te— por la deficiencia en las competencias comu-
procesos e instituciones democráticos, deben redu- nicativas de los actores.
cir la complejidad, compensando, a través de las Lo cierto es que aquellas exigentes condiciones
normas jurídicas, la escasa capacidad de coordina- de éxito de la deliberación público-política indicadas
ción, la indeterminación cognitiva y la inseguridad líneas arriba, así como las correspondientes barreras
motivacional de los procedimientos informales en que impiden su realización, solo pueden apuntar a
general. Esto significa que el derecho y la política, una cosa: la problemática de la inclusión en dicha
al llenar los vacíos funcionales de la sociedad en esfera pública no es tanto un problema funcional
lo que respecta a mecanismos de resolución de con- que pueda ser desplazado hacia el derecho como
flictos, estaría, además, proporcionando de alguna “traductor” universal o “simplificador” de las tareas
manera una solución a todos aquellos problemas de integración, sino que pasa por la etapa previa del
arriba descritos, vinculados con las desigualdades, reconocimiento y fomento de las capacidades de los
asimetrías y malfuncionamientos en competencias ciudadanos al interior mismo de las muy heterogé-
y recursos a nivel personal y estructural. neas asociaciones y grupos de la sociedad civil, lo
Esta titánica tarea con que Habermas de pron- cual les permitiría desarrollar y hacer uso efectivo
to carga al derecho se enfrenta, no obstante, a un de aquellos recursos exigidos en procesos complejos
entrampamiento procedente precisamente del rol de comunicación. Según esta perspectiva, la princi-
que ya antes había sido conferido a la sociedad ci- pal tarea y reto de la sociedad sería, entonces, lograr
vil, en tanto que “estructura intermedia” que debe no simplemente que se reconozca formalmente la
mediar entre, de un lado, el sistema político y, de exigencia de iguales recursos y oportunidades —eso
otro, los sectores privados del mundo de la vida y ocurre de hecho ya en sociedades nominalmente de-
los sistemas de acción funcionales (cf. Ibíd. 351). mocráticas, donde, sin embargo, continúa primando
El problema parecería radicar en qué tan dispuestos la exclusión social y la pobreza extrema—, sino que
están los miembros de la sociedad a iniciar procesos se haga efectivo un conjunto de capacidades básicas
discursivos bajo las reglas democráticas. Así pues, que posibiliten la participación efectiva en procesos
lo que parece derivarse de lo antes expuesto es que reales de deliberación en igualdad de condiciones
la existencia de procedimientos democráticos ins- y que serviría como criterio de medición de la jus-
titucionalizados constitucional y jurídicamente no ticia y legitimidad en una sociedad. Esta última es,
es, sin más, una garantía de la formación informal aproximadamente, la propuesta que presenta James
de la opinión. En otras palabras, si bien la energía Bohman,3 la cual intenta radicalizar el sentido de
procedente de los procesos comunicativos requiere la política deliberativa. Al esclarecimiento de esta
de conductores adecuados que potencien su trans- posición estarán dedicadas las siguientes páginas
misión a todos los sectores de la sociedad, estos ca- del presente trabajo.
nales conductores sirven de poco si la energía se
debilita y no es capaz de regenerarse. La pregunta La política deliberativa y el enfoque de las
que quedaría en el aire sería, entonces, la de cómo capacidades: Sobre la propuesta de James Bo-
resolver los casos —ciertamente muy frecuentes— hman
en que en la esfera de la sociedad civil no se dan Con Habermas queda claro que el uso público-
las condiciones comunicativas necesarias para la político de la razón exige de los ciudadanos una
producción del derecho, pudiendo esto ocurrir por serie de habilidades cognitivas y comunicativas

Esta posición ha sido defendida también, aunque con un enfoque diferente, por Martha Nussbaum y Amartya Sen. Ver, por ejemplo,
3

Sen (1996); Nussbaum (2006).

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altamente desarrolladas. Por otra parte, el éxito que se le conceda el acceso a los procesos de delibe-
de la política deliberativa requiere también de un ración, puesto que su participación frente a otros
cierto grado de igualdad, esto es, que todos pue- más capacitados, mejor educados y preparados, que
dan ser tomados en cuenta y reconocidos de modo tienen acceso a determinada información, que po-
tal que puedan influir en el curso de los debates y seen los más grandes recursos y/o una privilegiada
en las decisiones en torno a problemas de interés posición social (cf. Ibíd. 325), será deficiente y, por
general. Finalmente, los ciudadanos deben tener lo tanto, no podrá influir realmente en la toma de
la misma posibilidad de iniciar procesos delibera- decisiones, agravando con ello su posición de des-
tivos y participar en ellos según sus propias habi- ventaja. La deliberación, sin el reconocimiento y
lidades discursivas. la corrección de desventajas y desigualdades, así
No obstante, como hace notar James Bohman, la como de sus causas y factores coadyuvantes, con-
democracia deliberativa no debe simplemente asu- lleva en la práctica tendencias elitistas, favorecien-
mir que los ciudadanos están “situados de modo do a aquellos que son más capaces de imponer sus
similar o son similarmente capaces de hacer uso intereses y puntos de vista en el terreno público (cf.
de sus oportunidades y recursos” (Bohman 1997: Bohman 1996: 111-112), manifestándose entonces
326). Para poder iniciar el tratamiento público de solo como una forma de dotar de una falsa legiti-
un determinado tema, los actores sociales no solo midad a resultados ilegítimos y reproduciendo en
deben tener los recursos adecuados —que en este sí misma desigualdades preexistentes.
contexto pueden entenderse como determinados de- Reconocer este desigual desarrollo de las capa-
rechos de participación, de asociación, etc.— ni la cidades para una participación eficaz como el fac-
mera oportunidad o posibilidad de intervención, tor principal de exclusión de la esfera pública es el
sino que deben haber tenido que desarrollar la ca- punto de partida, y establecer los criterios mínimos
pacidad de hacer uso completo y efectivo de opor- de igualdad requeridos para asegurar la participa-
tunidades y libertades políticas en la deliberación. ción efectiva de todos los ciudadanos en la toma
Esta capacidad política es lo que Bohman identifica de decisiones, constituye la meta de la propuesta
con la participación eficaz de los ciudadanos en la de Bohman.4
esfera pública, lo cual, finalmente, garantiza que Esta perspectiva ofrece, más que una descripción
estos logren tener influencia y alcanzar sus metas, comprehensiva de las múltiples capacidades y habi-
haciendo conocidos sus asuntos e intereses e ini- lidades deliberativas de los participantes, un cuadro
ciando el debate público en torno a ellos (cf. Ibíd. general del nivel mínimo necesario de igualdad
325). Pero es precisamente esta capacidad lo que entre todos los ciudadanos para garantizar procesos
varía radicalmente de un grupo social a otro, va- exitosos e inclusivos de deliberación pública, nivel
riación que, de no ser tomada en cuenta en su real que constituye el umbral bajo el cual se encuentra
dimensión, podría redundar en la más profunda aquello que él —en una interesante referencia a
exclusión (cf. Ibíd. 326). Si un individuo, en razón Amartya Sen— llama pobreza política (cf. Boh-
de su pertenencia a un grupo menos favorecido so- man 1997: 331).5
cial o económicamente, no ha logrado desarrollar Como hemos visto anteriormente, también en el
las capacidades políticas necesarias, de nada sirve modelo defendido por Habermas, gran parte del peso
4
Como es sabido, también Nancy Fraser —aunque desde el punto de vista feminista— hace hincapié sobre esta situación de desventaja
social como una falsa asunción del proceduralismo. Por ejemplo, en “Rethinking the Public Sphere: A Contribution to the Critic o the Ac-
tually Existing Democracy”, en: Calhoun, Craig (ed.), Habermas and the Public Sphere, Cambridge, Mass.: MIT Press, 1992, pp. 109-142,
o más recientemente, en: “Die Transnationalisierung der Öffentlichkeit”, en: Niesen/Herborth (eds.), Anarchie der kommunikativen Frei-
heit, Frankfurt: Suhrkamp, 2007, pp. 224-253.
5
De acuerdo a esta idea resulta entonces más adecuado “medir la pobreza más directamente en términos del alcance relativo de la li-
bertad total de una persona, de sus logros y acciones.” (Bohman 1997: 331).

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de la política deliberativa recae sobre la pregunta para recomendar medidas concretas que remedien
acerca de cómo evitar las asimetrías que podrían dis- su situación, pero el círculo vicioso de la exclusión
torsionar la comunicación y favorecer a los grupos consiste en que, precisamente en virtud de esas des-
socialmente aventajados y poderosos. La respuesta igualdades preexistentes, no pueden dejar oír su voz
de Habermas, como se sabe, se basa en su noción de para articular sus demandas de modo satisfactorio
situación ideal de habla, a partir de la cual se sostie- y efectivo o su participación puede no ser suficien-
ne que todos deben tener las mismas oportunidades temente convincente para efectuar los cambios es-
para participar en igualdad de condiciones. A pri- tructurales necesarios (ibid. 124). En resumen, el
mera vista, los criterios que definen esta situación acto de iniciar un debate y su continuación eficaz
ideal no difieren demasiado ni de la propuesta de constituye el momento de ruptura del círculo vicioso
Bohman ni de cualquier otra en la línea de la de- de la exclusión, el momento en que puede iniciarse
mocracia deliberativa: posibilidad de suscitar temas el camino hacia el cumplimiento de la igualdad
e incluirlos en la agenda pública, igual oportunidad política. Pero iniciar tales deliberaciones, irrumpir
de exponer razones y argumentos, y de ser escucha- en el espacio público con la expectativa de ser escu-
do y reconocido como un participante con iguales chados y respetados, es justamente lo que a los ex-
derechos que todos los demás (cf. Habermas 1983: cluidos como tales les está negado; y no porque ca-
99). Pero, como se ha adelantado ya, el problema rezcan de las libertades o derechos correspondientes
con esta perspectiva es que se enfoca básicamente en —la mayor parte de las veces estos se encuentran
la igualdad de oportunidades, lo cual abarca solo bien asegurados por la ley— sino porque carecen
una limitada región del problema de la desigualdad de las capacidades para poner en marcha y usar co-
y la exclusión, dejando de lado el desigual desarro- rrectamente tales recursos. La pregunta es, entonces,
llo de capacidades reales requeridas en la práctica ¿cómo salir de este entrampamiento?
deliberativa.6 El acto de iniciar un debate en torno a Dada esta situación, aquello que da inicio al
un tema en la esfera pública —acto que, tanto para discurso8 —en nuestros términos: aquello que per-
Habermas como para Bohman, representa la medida mite salir del círculo de la exclusión— pareciera
de la inclusión social— requiere, dirá el segundo, revelarse entonces como un acto no necesariamen-
“[m]ás que solo la oportunidad”, “estos actos re- te discursivo-argumentativo en sí mismo —en-
quieren una gran capacidad comunicativa, grandes tendiendo a este en su sentido tradicional, es decir,
recursos culturales y un gran acceso al poder y las como un conjunto de reglas de participación que
instituciones políticas.” (Bohman 1996: 121). Y todo pasan por el correcto uso del lenguaje, el empleo
ello no es algo que pueda presuponerse sin más en de determinadas fórmulas y recursos lógicos, etc.
los ciudadanos y en las asociaciones de la sociedad De ser esto así, podría lograr mostrarse los límites
civil, sino que precisamente su carencia —el hecho del discurso argumentativo, límites que es necesario
de la desigualdad— define la esencia del problema contemplar para afrontar con propiedad el complejo
de la exclusión como tal.7 Aquellos que padecen de problema de la exclusión. Efectuar una distinción
tales deficiencias necesitan acceso a la esfera pública radical entre “lo discursivo” y lo “prediscursivo” o
6
Según afirma Bohman la debilidad del “ideal proceduralism account” consistiría en dejarse guiar por una inadecuada e incompleta
concepción de la igualdad política, a saber, la de igualdad de oportunidad de participación (Bohman 1997: 323).
7
Dicho en palabras de Bohman: “La oportunidad de hablar no confiere fuerza de convencimiento alguna o efectividad a lo que uno dice.
Lo que ocurre más frecuentemente es que participantes ineficientes o desaventajados carecen de voz pública más que de oportunidades públi-
cas; esto es, les falta un vocabulario en el cual expresar sus necesidades y perspectivas en publico.” (Bohman 1996: 121).
8
Bohman parece referirse a la fuerza o energía necesaria para dar inicio al discurso, fuerza que debe ser la misma que da inicio al pro-
ceso y que permite continuar con este una vez que se ha entrado. Existe pues un continuum entre el acto generador y la capacidad de pro-
seguir el proceso. Si, en efecto, esto es así, podría decirse que el error de Habermas en este punto consiste en separar estos dos momentos sin
poder encontrar luego el nexo que los debe unir.

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puramente “no discursivo” sería, no obstante, caer en la esfera pública. Aquellos espacios, por otra
en categorizaciones artificiales y posiblemente, in- parte, intentarían cumplir la función de dar a sus
cluso, contraproducentes desde el punto de vista me- miembros aquello que estos no pueden encontrar
todológico. Es mejor partir de un punto intermedio, en los ámbitos convencionales de formación de
de prácticas sociales que sin necesidad de cumplir la opinión pública, creando con ello la base para
plenamente con los estrictos criterios estandarizados una esfera pública alternativa en la cual nuevas
de la deliberación formal, jueguen, sin embargo, un formas de expresión e interacción puedan florecer
papel determinante en la movilización de razones (cf. Bohman 1996: 135). Esta esfera permite que
y en la formación colectiva de la opinión y la vo- individuos inicialmente aislados y desorganizados
luntad políticas destinadas a la transformación de puedan formar redes comunicativas que derivarían
estructuras sociales excluyentes.9 eventualmente en movimientos sociales que a la
En este lugar podemos conectar nuevamente postre se constituirían como actores efectivos en
con Bohman y el núcleo de su propuesta en la esfera pública.11 La meta de los ciudadanos que
relación con una solución gradual alternativa y forman este tipo de movimientos sería, entonces,
multidimensional al problema de la exclusión. Él no tanto el solucionar determinados problemas
cree que se podría lograr el resultado deseado por concretos que vienen formulados de antemano,
medio del “establecimiento de contextos en los cuales sino más bien el volverse un actor colectivo en la
los grupos menos aventajados puedan desarrollar sus esfera pública y ganar, de este modo, más unidad
capacidades y hacer más difícil el que sean ignorados y estabilidad que en las redes informales de las
en virtud de las razones que exponen.” (Bohman que inicialmente proceden. Solo con este acceso se
1997: 320) En este sentido, habla de aquellos lograría la correcta formulación de sus propuestas,
“espacios sub-públicos” constituidos por una serie de ganar atención suficiente e identificar sus demandas
asociaciones y grupos que emergen y se desarrollan como verdaderos problemas sociales.
progresivamente en los márgenes de la sociedad Si he entendido bien la posición de Bohman, no
civil tradicionalmente entendida.10 En el sentido se trataría aquí, pues, ni meramente de agrupaciones
en que Bohman los entiende, estos espacios sub- efímeras cuyo único propósito es la satisfacción inme-
públicos no se refieren únicamente a “lo privado”, diata de determinados intereses particulares,12 ni de
entendido como opuesto o previo a “lo público” en grupos culturales o formas de vida con un programa
el sentido corriente. Lo sub-público denotaría más claramente definido que buscan protagonismo en la
bien un carácter marginal, ciertamente involuntario, esfera pública. La razón de su existencia no se basaría
una condición a la que los individuos son lanzados en la coincidencia de intereses o en el contenido de sus
y en la que son forzados a permanecer. Desde demandas sociales, sino más bien en las prácticas que
aquella condición, los individuos, en primer lugar, sustentan las redes comunicativas que las constitu-
luchan no por la realización de intereses específicos, yen y que representan nuevas formas de interacción,
sino más bien por descubrir modos de inclusión solidaridades y formas de asociación.13
9
A este respecto, Iris M. Young ha desarrollado una interesante propuesta que toma en cuenta habilidades y recursos comunicativos extra
argumentativos como eje de una política de la inclusión (Young 2000: esp. Caps. 1, 2).
10
Es decir, como aquella esfera informal, pero relativamente organizada y racionalizada, a la que Habermas confería toda clase de aptitu-
des críticas y reflexivas en torno a problemas de la sociedad global.
11
El rol de los movimientos sociales como la base de la dinámica de la sociedad civil es resaltado por Cohen y Arato en: Civil Society and
Political Theory, así como por Fraser en el ya citado “Die Transnationalisierung der Öffentlichkeit”.
12
En este sentido se dice que “tal sub-público podría existir por largos períodos, desarrollando instituciones alternativas y forums para la
expresión pública” (Bohman 1996: 135).
13
Así pues, “la organización del movimiento en sí mismo otorga, pues, una voz, poniéndolo en diálogo con otros actores e instituciones,
quienes reconocen sus demandas como problemas públicos (…)” (Bohman 1996: 137).

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Visto esto, puede decirse que la emergencia de que las caracteriza se sitúa en el medio de estas dos
estos movimientos como actores colectivos tiene dos formas de acción: no está guiado únicamente por
efectos principales frente al problema de la exclu- una “racionalidad teleológica”, pero tampoco res-
sión. Por una parte, tales formas de organización ponde a una “racionalidad ética” dependiente de
permiten reunir recursos, potenciar y ejercitar ca- una noción fuerte de “identidad cultural”. Lo que
pacidades y experiencias de personas y grupos, dán- estas formas de organización abarcan es más bien
doles expresión coherente y unificando sus voces en un conjunto heterogéneo de prácticas, relaciones
torno a sus problemas y reclamos compartidos. Por y perspectivas abiertas y fluidas, que fomentan la
otra parte, la organización de estos movimientos cooperación y nuevas formas de entendimiento (cf.
en sí misma genera un espacio de solidaridad, de Young 1997: 385). En este sentido, la problemáti-
apoyo mutuo y de formación para sus miembros ca de la diferencia en el contexto de la democra-
(cf. Bohman 1996: 138). El desarrollo de formas de cia deliberativa y de un análisis del fenómeno de
solidaridad y reconocimiento dentro de estos gru- la exclusión se abre a nuevos horizontes que con-
pos puede verse como un fin en sí mismo, ya que trastan, por ejemplo, con la posición defendida por
permite crear compensaciones a las desigualdades Habermas. Para este, en efecto, la integración, como
preexistentes a través de prácticas intersubjetivas meta de la sociedad, se realiza en tres niveles, que
que posibilitan el desarrollo de las capacidades ne- por su parte corresponden a los tres tipos de dis-
cesarias para la posterior participación pública y, cursos y “modos de resolver problemas”, a saber:
con ello, para la realización de la libertad social. moral, ético-cultural o pragmático (definido por
Lo que tendrían en común todas estas formas de intereses privados). En su sentido más fuerte, la
organización, y que es como podrían definirse en diferencia, para Habermas, se refiere básicamente
líneas generales, parece referirse, entonces, a su al nivel cultural o identitario, concebido como la
carácter inicialmente marginal y su tendencia pertenencia a un conjunto de tradiciones o formas
a acceder a la esfera pública como un ente orga- de vida racionalizadas, que si bien en la realidad
nizado, cuyos miembros han sido “capacitados” no siempre pueden tener la oportunidad de parti-
por medio de prácticas de muy distinta naturale- cipar en la esfera pública, poseen, sin embargo, la
za para participar en igualdad de condiciones en capacidad para, dado el caso, hacerlo. El requisito
los debates en torno a temas que ellos mismos han de participación es que los grupos deben ser ra-
logrado suscitar y elevar a la categoría de “proble- cionalizados, presuponiéndose, además, que esta
ma social”. De este modo, esta idea —según afir- racionalización es un proceso que surge desde el
ma Bohman— no solamente hace referencia a las interior de las formas de vida, voluntariamente y
asociaciones voluntarias en la esfera pública enten- sin obstáculos. Esta perspectiva, así, no considera
didas en sentido tradicional, sino grosso modo a que hay barreras externas que impiden que estas
una red de relaciones sociales e interacciones comu- capacidades cognitivas y comunicativas sean desa-
nicativas que pueden desarrollarse como un actor rrolladas. Una teoría de la exclusión, en este senti-
colectivo para posibilitar a sus miembros discutir y do, debería posibilitar precisamente el análisis de
hacer reclamos efectiva y públicamente (cf. Ibíd.). estas barreras y sus consecuencias en la conciencia
En cualquier caso, lo que resulta de este análisis y capacidades de los excluidos.
es que tales agrupaciones, en sentido estricto, no
constituyen ni pretenden constituir necesariamen- Consideraciones finales
te grupos de intereses —entendidos en sentido li- A lo largo del presente trabajo se ha presentado
beral—, ni tampoco se relacionan con formas de los lineamientos básicos y puntos de contacto de
vida definidas culturalmente —aquello que suele dos significativas teorías de la política deliberativa.
ser el núcleo de las políticas multiculturalistas o Como se ha intentado mostrar, la primera de ellas,
de la identidad. Tomando prestada la terminología inaugurada por Habermas y continuada en la ac-
de Habermas, puede decirse que el tipo de prácticas tualidad por otros representantes de la tradición de

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la Teoría Crítica, adolece principalmente de dos im- solo un objeto de estudio, sino, además y princi-
portantes vacíos que, según se ha sugerido, podrían palmente, un instrumento metodológico a partir
ser corregidos en cierta manera operando determi- del cual se haga plausible un ensanchamiento del
nados cambios de perspectiva en relación a algunos ámbito del análisis y la crítica social.
de sus conceptos clave. Por una parte, en el contexto Con todas sus ventajas y aportes, el modelo ideal
de su clasificación de las formas del discurso prácti- de comunicación que presenta la teoría procedi-
co y las consiguientes formas de integración, Haber- mental de la democracia deliberativa defendida por
mas parecería concebir a la diferencia —elemento Habermas da lugar a un modelo de inclusión igual-
esencial del análisis de toda teoría deliberativa de la mente ideal. Esta forma de entender la inclusión,
democracia— básicamente como diferencia cul- por lo menos en lo referente a su lugar sistemático
tural o “ética”. Esto lleva a que se pasen por alto en la fundamentación de la teoría, es tomada, en
muchos de los conflictos y demandas sociales cuyas efecto, más como un requisito funcional que como
causas no se dejan identificar con la inconmensu- la meta y realización de determinadas prácticas
rabilidad entre diversas doctrinas comprehensivas, sociales, puesto que aquel concepto no se considera
así como las correspondientes formas de integra- seriamente en su carácter dinámico e histórico, es
ción e inclusión. Frente a ello, Bohman introduce decir, como un proceso desarrollado y fomentado
—como parte de su enfoque a partir de las capa- a través de movimientos y luchas sociales que no
cidades— un análisis diferenciado de las formas necesariamente surgen o se desenvuelven dentro
de asociación de grupos sociales que se hallan al del marco de procesos de formación colectiva de
margen de la sociedad. Esto permitiría identificar la voluntad, es decir, dentro de los estrictos márge-
una serie de causas estructurales de la desigualdad nes de una deliberación argumentativa normada
que proporciona a su vez una base normativa más y “racional”.
acorde con el carácter de las sociedades complejas y
pluralistas contemporáneas. Un segundo problema Bibliografía
tiene que ver con los conceptos mismos de sociedad BOHMAN, J. (1996): Public Deliberation. Cambrid-
civil y espacio público en Habermas, con los cua- ge, Mass. MIT Press
les se presupone —en tanto que requisito para la — (1997): “Deliberative Democracy and Effective So-
deliberación público-política— un alto grado de cial Freedom: Capabilities, Resources, and Oppor-
inclusión social y una sociedad en buena medida ya tunities”, en: Bohman, J./W. Rehg (eds.) Delibera-
reconciliada y racionalizada. Sin embargo, estas tive Democracy. Cambridge, Mass. MIT Press
condiciones ideales chocan con suficiente evidencia COHEN, J. /A. ARATO (1992): Civil Society and Po-
de base empírica como para que pueda afirmarse litical Theory. Cambridge, Mass. MIT Press
que constituye un verdadero problema teórico el no FRASER, N. (1992): “Rethinking the Public Sphe-
distinguir con claridad diversos niveles al interior re: A Contribution to the Critique of Actually
de la sociedad civil que corresponden a diferentes Existing Democracy”, en: Calhoun, C. (ed.),
grados de marginación, exclusión social y luchas Habermas and the Public Sphere. Cambrigde,
por superar aquello que Bohman llama umbral de Mass. MIT Press
pobreza política. En otras palabras, se hace necesa- — (2007): “Die Transnationalisierung der Öffent-
ria una tematización filosófico-social del fenómeno lichkeit. Legitimität und Effektivität der öffentli-
de la inclusión-exclusión a través de la cual, por chen Meinung in einer postwestfälischen Welt”,
una parte, se consiga explicar —podríamos decir, en: Niesen P./B. Herborth, Anarchie der kommu-
fenomenológicamente— los diversos modos en nikativen Freiheit. Frankfurt, Suhrkamp.
que se desarrolla la conciencia de pertenencia o HABERMAS, J. (1981): Theorie des kommunikati-
no pertenencia en los “excluidos” en tanto tales, a ven Handelns. Frankfurt, Suhrkamp.
partir de las propias experiencias de sufrimiento y — (1983): Moralbewusstsein und kommunika-
marginación. Y, por otra parte, se proporcione no tives Handelns. Frankfurt, Suhrkamp.

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N Ú M . 2 2 , J U N Y, 1 0 EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES Y LOS LÍMITES DEL DISCURSO ARGUMENTATIVO

— (1992): Faktizität und Geltung. Frankfurt, SEN, A. (1992): Inequality Reexaminated. Oxford,
Suhrkamp. Oxford University Press
— (1998): Facticidad y Validez. Madrid, Trotta. YOUNG, I.M. (1997): “Difference as a Resource for
NUSSBAUM, M. (2006). Frontiers of Justice: Disa- Democratic Communication”, en: Bohman J./
bility, Nationality, Species Membership. New Rehg W. Deliberative Democracy. Cambridge,
York, Harvard University Press Mass. MIT Press
PETERS, BERNHARD (1992). Die Integration mo- — (2000): Inclusion and Democracy. Oxford.
derner Gesellschaften. Frankfurt, Suhrkamp. Oxford University Press.

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