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Para que el hombre pudiese formarse para la Humanidad le otorgó Dios los años de la
juventud, en los que inhábil para otras cosas fuera tan sólo apto para su formación. En
efecto; el caballo, el buey, el elefante y otros muchos animales alcanzan entre el
primero y el segundo año su estatura completa; el hombre es el único que lo hace de
los veinte a los treinta. Y si alguno cree que esto viene de un modo fortuito o por no sé
qué otras segundas causas, no se asombre.
CAPITULO I. EL HOMBRE ES LA CRIATURA POSTRERA, LA MÁS
ABSOLUTA, LA MÁS EXCELENTE DE TODAS LAS CRIATURAS
4. ¡Ojalá todas estas cosas queden esculpidas, no en las puertas de los templos, ni en las portadas
de los libros, ni en los ojos, lenguas y oídos de todos los hombres, sino en sus corazones! Ciertamente
hay que procurar que todos aquéllos que tienen la misión de formar hombres hagan vivir a todos
conscientes de esta dignidad y excelencia y dirijan todos sus medios a conseguir el fin de esta
sublimidad.
CAPITULO II. EL FIN DEL HOMBRE ESTÁ FUERA DE ESTA VIDA.
1. Los dictados de la razón nos afirman que 2. Aunque esto se halla suficientemente
criatura tan excelsa como lo es el hombre, expresado en la Sagrada Escritura y nosotros
debe estar necesariamente destinada a un creemos firmemente que así acaece, no
fin superior al de todas las demás criaturas; será labor en balde que reseñemos, aunque
a saber, que unida a Dios, cúmulo de toda muy a la ligera, los modos mediante los
perfección, gloria y bienaventuranza, goce cuales Dios nos ha representado en esta vida
con El eternamente de la gloria y beatitud nuestro último fin.
más absolutas.
Cualquiera que sea la parte del Mundo 4. El mismo Dios nos dice por boca de Oseas
visible que examinemos nos llevará a la que los cielos existen por la tierra; la tierra por
conclusión de que no ha sido creado para el trigo, el vino y el aceite, y éstos por los
otro fin más que el de servir de hombres. (Oseas, 2, 21. 22.) Todo, pues, tiene
Generación. existencia por 6 causa del hombre, aun el
Crianza. . . . . . . . . . al género humano. tiempo mismo. El mundo no ha de tener
Ejercicio. mayor duración que la necesaria para
completar el número de los elegidos.
(Apoc., 6. 11.)
5. Esto mismo nos enseña nuestra condición, expuesta ante los ojos de todos los hombres.
¿Quién, de entre todos los nacidos, no ha vivido y vuelto a desaparecer? Y, sin embargo,
estamos destinados a la eternidad. Es, pues, necesario que nuestra vida sea sólo un tránsito por
aquí, puesto que estamos reservados para la eternidad.
6. Certísimo es, pues, que la estancia en las entrañas de la madre es preparación para la vida
corporal, y no lo es menos que la vida corpórea es también preparación para otra existencia
que sigue a ésta, y que ha de durar por siempre jamás.
CAPITULO IV CONOCERSE, REGIRSE Y ENCAMINARSE HACIA DIOS, TANTO A SÍ
PROPIO COMO TODAS LAS DEMÁS COSAS CON UNO MISMO, SON LOS TRES
GRADOS DE LA PREPARACIÓN PARA LA ETERNIDAD.
3. Ser criatura racional es ser observador, 4. Ser dueño y señor de las criaturas
denominador y clasificador de todas las cosas; consiste en poder disponer de ellas
esto es, conocer y poder nombrar y entender conforme a sus fines legítimos para
cuanto encierra el mundo entero, como se dice en utilizarlas en provecho propio; portarse
el Génesis, 2.19. entre las criaturas y en todas partes de
un modo regio; esto es, grave y
santamente y guardar la dignidad
5. Finalmente, ser la imagen de Dios es representar otorgada (poniendo sobre sí la
vivamente el prototipo de su perfección, como Él adoración de un solo Criador;
mismo dice: Sed santos, porque Yo, vuestro Dios, considerando a su nivel a los Ángeles,
soy santo. (Lev. 19. 2.) con siervos suyos, y teniendo muy por
bajo de si a todas las demás cosas.
6. De todo lo cual se saca la conclusión de que los requisitos genuinos del hombre son los que
siguen: I. ERUDICIÓN., II. VIRTUD O COSTUMERES HONESTAS., III. RELIGIÓN O PIEDAD.
Entendemos aquí por NATURALEZA, no la corrupción inherente a todos después del pecado (por la
que somos llamados hijos de la ira por naturaleza, incapaces de pensar algo bueno de nosotros
mismos como tales), sino nuestra primera y fundamental constitución, a la que hemos de volver.
El entendimiento del hombre al venir a este mundo ha sido comparado muy acertadamente
a la semilla o germen; en el cual, aunque en el momento no exista la figura de la hierba o
árbol, en realidad de verdad hay en él un árbol o hierba, como claramente se comprueba
cuando, depositada la semilla en la tierra, emite raicillas por abajo y tallos hacia arriba, que,
en virtud de la fuerza nativa, se convierten después en troncos y ramas, se cubren de hojas y
se adornan con flores y frutos.
Si consideramos la ciencia de las cosas, veremos la que es propio de Dios únicamente conocer
todas las cosas sin principio, sin progreso, sin fin, en una simple y sola intuición, y esto no puede
hallarse ni en el Hombre ni en el Ángel, porque en ellos no puede darse ni la infinitud ni la
eternidad; esto es, la divinidad.
En general a todos es necesaria la cultura. Pues si consideramos los diversos estados del
hombre hallaremos esto mismo. ¿Quién dudará que es necesaria la disciplina a los estúpidos
para corregir su natural estupidez?
Demostrado que las plantas del Paraíso, la juventud cristiana, no pueden desarrollarse de
modo selvático, sino que necesitan cuidados, vamos a ver ahora a quién le incumben.
Corresponden, naturalmente, a los padres; los cuales, ya que fueron autores de la vida natural,
deben también serlo de la vida racional, honesta y santa
La historia nos refiere que Carlo Magno, así Josefo afirma que después del Diluvio el
que sometía gentes paganas, ordenaba a Patriarca Sem abrió la primera escuela, que
los Obispos y Doctores la creación de después fue llamada Hebrea. ¿Quién ignora
templos y escuelas; y siguiendo este ejemplo que en Caldea, especialmente en
otros cristianos Emperadores, Reyes, Babilonia, hubo bastantes escuelas en las
Príncipes y Magistrados de las ciudades, que se enseñaban las artes, entre otras la
aumentaron de tal modo el número de Astronomía? Cuando, posteriormente (en
escuelas que hoy son innumerables. tiempo de Nabucodonosor), Daniel y sus
compañeros fueron adiestrados en esta
ciencia de los caldeos (Dan., 1.20), come
igualmente en Egipto, donde Moisés fue
La Naturaleza nos ofrece admirable educado. (Ac., 7. 22.)
ejemplar al hacer que se produzcan en
cada sitio las cosas que deben existir
abundantemente. Así los árboles nacen con
En segundo lugar la Necesidad. Y puesto
profusión en las selvas, las hierbas en los
que muy raramente los mismos padres
campos, los peces en las aguas, los metales
tienen condiciones o tiempo para educar a
en las entrañas de la tierra.
los hijos, debe haber, por consiguiente,
quienes hagan esto exclusivamente y por lo
mismo sirvan a toda la comunidad.
El arboricultor, recorriendo las selvas y jarales, no planta la semilla en cualquier parte que es a
propósito para la plantación, sino que preparada la lleva al jardín y con otras ciento las cuida al
mismo tiempo; así también el que se dedica a la multiplicación de peces para la cocina
construye una piscina y los hace criar a millares; y cuanto mayor es el jardín más felizmente suelen
crecer los árboles.