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n el Evangelio de hoy, Jesús, que va a pasar a la otra orilla, que va a dejar Cafarnaúm, a donde ya

cumplió su misión, llama a los suyos a seguirle. Pero, a la otra orilla no puede pasar el que no esté
dispuesto a vivir la misma indefensión de Jesús, que no tiene donde reclinar la cabeza. Además, el
trabajo por el Reino está por encima de todos los afectos que pueden impedir el seguimiento
inmediato del Señor. Ojalá que podamos querer cargar la cruz, seguir a nuestro maestro a la otra
orilla, participar de los sufrimientos y dolores que comparte con la humanidad abandonada;
colocar todos nuestros afectos en Él, que es amor.
Evangelio de san mateo 8,18-22
Mateo y Lucas colocan en este lugar de su relato la travesía del lago de Tiberíades por Jesús y sus
discípulos; Marcos la narra mucho después (Marcos 4,35: "Al atardecer de ese mismo día, les dijo:
«Crucemos a la otra orilla»"). En Mateo y Lucas siguen a este relato, en términos por otra parte
muy diferentes, las severas respuestas de Jesús a un escriba y a un discípulo (Lucas no da ninguna
de estas precisiones) que desean seguirle. Es preciso reconocer que estos dos breves diálogos se
ajustan perfectamente a este lugar de la narración mateana: el hecho de que Jesús vaya a dejar la
región de Cafarnaúm explica la prisa de sus interlocutores y subraya el alcance de sus respuestas.
Parece que Mateo redacta una vez más como buen pedagogo. Por lo demás, no tiene especial
interés por la exactitud cronológica) VIÉNDOSE JESÚS RODEADO DE LA MUCHEDUMBRE, MANDÓ
PASAR A LA OTRA ORILLA (Este versículo, que parece insignificante, es típico del estilo de Mateo.
Jesús da una orden (ἐκέλευσεν, mandó a), como ocurre a menudo en el primer Evangelio, que de
ordinario aplica este verbo a la autoridad real (14,9: "Y aunque el rey se entristeció, a causa de sus
juramentos y de sus invitados, ordenó que se la dieran"; 14,19: "Y ordenando a la muchedumbre
que se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al
cielo, bendijo los alimentos. Después partió los panes y se los dio a los discípulos y los discípulos a
la multitud"; 14,28: "Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre
las aguas"; 18,25: "Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto
con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda"; 27,58: "Este se presentó a Pilato
y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran"; 27,64: "Por eso,
ordena que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se
lo roben, y digan al pueblo: ``Ha resucitado de entre los muertos; y el último engaño será peor que
el primero"). Para romper con Cafarnaúm en el momento en que las turbas acudían de todas
partes era necesaria una autoridad imperativa, basada en la conciencia clara de la tarea concreta
que había que llevar a cabo. En Mateo, lo mismo que en Juan, el verbo partir (ἀπέρχεσθαι)
describe con frecuencia rupturas personales cargadas de consecuencias (versículos 19: "Y un
escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas»"; 19,21: "Jesús le dijo: Si
quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y
ven, sígueme"; 21,28-30: "Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al
primero, le dijo: ``Hijo, ve, trabaja hoy en la viña. Y respondiendo él, dijo: ``No quiero; pero
después, arrepentido, fue. Y llegándose al otro, le dijo lo mismo; pero él respondió y dijo: ``Yo iré,
señor; y no fue"; Juan 6,66-68: "Como resultado de esto muchos de sus discípulos se apartaron y
ya no andaban con Él. Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Acaso queréis vosotros iros también? Simón
Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna"; 16,7: "Pero yo os
digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a
vosotros; pero si me voy, os lo enviaré"). El otro lado del lago, la ribera oriental: τὸ πέραν.. En
Josefo, este vocablo, aplicado al Jordán, designará la Perea. Atravesando el lago, Jesús y sus
discípulos alcanzan una tierra extranjera, la Traconítida, tetrarquía de Filipo (Lucas 3,1: "El año
decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo
Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca
de Abilene"); pero las fronteras de entonces estaban menos marcadas que las de hoy día, sobre
todo en aquel país) Y UN ESCRIBA SE ACERCÓ Y LE DIJO: «MAESTRO, TE SEGUIRÉ ADONDEQUIERA
QUE VAYAS» (Mateo indica que aquí se trata de un escriba; el evangelista no dice que la respuesta
de Jesús, poco alentadora, desanimara a su interlocutor. Los escribas tienen en Mateo un papel
mucho más importante que en los restantes evangelios. La mayoría de las veces aparecen
asociados a los fariseos o a los ancianos y encabezando la oposición contra Jesús; pero aquí - como
en 13,52: "Él les dijo: Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los
cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas" y 23,34:
"Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y
crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad" -
el escriba no se presenta con este matiz negativo. En Mateo, sobre todo, Jesús es interpelado con
frecuencia como sabio, maestro, rabino; el Evangelio da a esta palabra un significado estilizado ya
por la primera reflexión cristiana: Jesús es el maestro autorizado de los últimos días; revela el
verdadero sentido de la ley dada a los padres (22,16: "le enviaron a varios discípulos con unos
herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el
camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la
categoría de nadie""; 22,24: "Maestro, Moisés dijo: "Si alguien muere sin tener hijos, que su
hermano, para darle descendencia, se case con la viuda""; 22,36: "«Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más grande de la Ley?»"; Juan 1,38: "Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les
preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí –que traducido significa Maestro–
¿dónde vives?»"; 20,16: "Jesús le dijo: « ¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «
¡Raboní!», es decir « ¡Maestro!»". Sobre la expresión ἀκολουθεῖν Ιησούς («seguir a Jesús») en
Mateo, 4,18-22: " Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a
Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran
pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente,
ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a
Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca de Zebedeo, su padre,
arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo
siguieron"; 8,10: "Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en
Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande»"; 8,23: "Subió a la barca y sus discípulos le
siguieron"; 12,15: "Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a
todos"; 14,13: "Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para esta a
solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie"; 19,2: "Lo siguió una gran
multitud y allí curó a los enfermos"; 20,29: "Cuando salieron de Jericó, mucha gente siguió a
Jesús", etc.) DÍCELE JESÚS: «LAS ZORRAS TIENEN GUARIDAS, Y LAS AVES DEL CIELO NIDOS; PERO EL
HIJO DEL HOMBRE NO TIENE DONDE RECLINAR LA CABEZA» (Es posible - sólo posible - que estas
palabras hayan sido aplicadas inicialmente al hombre en general por el pesimismo popular (así
Bultmann); pero en el contexto de Mateo se aplican aquí a la dramática itinerancia del Mesías
paciente hasta la cruz. Se ha encontrado una idea análoga, en sentido amplio, en Plutarco. Es
cierto que la expresión «Hijo de hombre» puede designar al hombre, un hombre particular, como
es frecuente en el Antiguo Testamento; pero en los evangelios se emplea también para atribuir a
Jesús la dignidad del Juez supremo escatológico de Daniel (7,13-14: "Yo estaba mirando, en las
visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó
hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo
sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y
su reino no será destruido") y del libro de Henoc. En la perspectiva evangélica, los dos sentidos no
se excluyen. Esta respuesta de Jesús a su interlocutor letrado era más comprometedora porque el
alumno palestinense compartía íntimamente la existencia de su maestro. Sobre el versículo 20
("Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no
tiene donde reclinar la cabeza»") Colpe clasifica las principales interpretaciones y no da al título
«Hijo de hombre» ni la significación de «hombre en general» ni el sentido daniélico, sino el
siguiente: un hombre como yo, Jesús («los animales tienen sus refugios, pero un hombre como yo
no tiene donde reclinar su cabeza»). En nota continúa diciendo: «Jesús está sin refugio, no porque
no tenga casa ni amigo que se preocupe de él, sino porque en Jerusalén le espera la muerte». Así,
pues, aquí no se trataría de la incógnita del Hijo de hombre daniélico. Ed. Schweizer señala con
razón que este versículo no puede haber descrito la condición general del hombre, que no siempre
es tan precaria, sino, a lo sumo, la condición humana en tiempos de guerra (así Plutarco) OTRO DE
LOS DISCÍPULOS LE DIJO: «SEÑOR, DÉJAME IR PRIMERO A ENTERRAR A MI PADRE.» DÍCELE JESÚS:
«SÍGUEME, Y DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS» (En el judaísmo palestinense,
la piedad filial, fundada en el quinto mandamiento del Decálogo, imponía como deber absoluto a
los hijos ocuparse de los funerales de sus padres. Quizá ninguna sentencia de Jesús fue tan difícil
de aceptar para sus oyentes inmediatos y para los judíos conversos de la Iglesia mateana. Se
enterraba a los muertos inmediatamente después del fallecimiento (Hechos 5,6-10: " Vinieron
unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. Unas tres horas más tarde, llegó su
mujer, completamente ajena a lo ocurrido. Pedro le preguntó: « ¿Es verdad que han vendido el
campo en tal suma?». Ella respondió: «Sí, en esa suma». Pedro le dijo: « ¿Por qué se han puesto
de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor? Mira junto a la puerta las pisadas de los que
acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti». En ese mismo momento, ella
cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron
junto a su marido"; 8,2: "Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran
pesar"; Mateo 9,23-24: "Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a
la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme». Y se reían de
él"). La sentencia de Jesús no niega en principio la validez de las ceremonias fúnebres, que eran
largas y complicadas: sólo afirma que la presencia y el llamamiento de Jesús son una exigencia más
urgente todavía que los mismos deberes funerarios. Los primeros «muertos» del versículo 22b
("deja que los muertos entierren a sus muertos") son aquellos que no han encontrado la vida del
reino en Jesucristo (7,13-14: " Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la
puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran"; Lucas 15,32:
"Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba
perdido y ha sido encontrado"; Mateo 22,32: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob" ¡Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes!»."; Efesios 2,1: "Ustedes estaban
muertos a causa de las faltas y pecados"; Colosenses 2,13: "Ustedes estaban muertos a causa de
sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas
nuestras faltas"); sobre el sentido de los «muertos-cadáveres» del fin del versículo, 23,27: "¡Ay de
ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera,
pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!"; Lucas 16,30: "No, padre
Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán"; 24,5: "Como
las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?", etc. Sobre el mismo tema, ver 10,37: "El que
ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija
más que a mí, no es digno de mí". Recientemente han aparecido varios ensayos filológicos que
tratan de suavizar el sentido de estas terribles palabras; pero sus conclusiones no son
convincentes.

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