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NUESTRO PADRE DIOS

Juan 1:11-13

En esta oportunidad hablaremos sobre la paternidad de Dios y la manera


en que Él nos ha adoptado al nosotros proceder al arrepentimiento y
reconociendo nuestra verdadera condición y la realidad de nuestro pecado.

La paternidad de Dios ha sido perfecta y nuestro corazón se llena de


alegría cuando podemos testificar de lo que ha sido para nosotros este Padre,
que es sobre todos.

No pretendemos hacer hoy un panegírico a un padre muerto, como hace


el mundo en los días en que se celebra la fecha del natalicio de algún padre
fallecido, panegíricos estos, que presentan siempre una historia que
generalmente va en contraposición a lo que en la realidad ha sido la vida de
estos padres.

Pero hoy no hablaremos de un padre cualquiera, o de un padre irreal o


idealizado por hijos frustrados, sino que hablaremos de aquel Padre que nos ha
tomado, nos ha llamado, nos ha adoptado como sus hijos, solamente por su
misericordia, su amor y su bondad y por el cual tenemos una esperanza gloriosa
en los cielos.

Por esta razón, no tenemos que esperar que estemos en el día de los
padres o que nuestro padre cumpla años, para alabarle, reconocer y dar
gracias por su grandiosa obra de paternidad, porque todos hemos sido por él
engendrados y apreciamos cada día su maravillosa obra y su paternidad
perfecta.

Este es el padre al que hoy y diariamente podemos llamar, ABBA PADRE


(papacito).

En esta oportunidad queremos hablar de este padre, al cual alabamos por


siempre y el cual nos invita a tener la potestad de ser hechos sus hijos y ser parte
de su familia.

Este mismo Padre, nos ha hecho venir a este lugar con el único propósito
de que entendamos que el ha hecho una obra maravillosa en su hijo Jesucristo
y a favor de cada pecador para que por medio de la fe seamos parte de su
engendración y le podamos llamar también, papacito.
La obra maravillosa que ha hecho este padre comienza con:
I. SU ENGENDRACIÓN
II. SU ADOPCIÓN
Iglesia de Convertidos a Cristo 2
Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

III. SU MANUTENCIÓN

I. SU ENGENDRACIÓN

A. NOS DIO VIDA

1. Todos sabemos conforme a las Escrituras que Dios, al cual


llamamos Padre, creo al hombre a su imagen y semejanza, y
de la misma manera le transmitió el hálito de vida a ese primer
ser creado (Gn. 2:7).

2. Esa vida la concedió dándole al hombre la oportunidad de


escoger entre la vida y la muerte, cuando le advirtió que el
día en que desobedeciera, caería en la muerte espiritual, lo
que es sinónimo de separación eterna de aquel que le ha
creado, según nos dice (Gn. 2:17).

3. De la misma manera ese Padre, por su misericordia, dejaría


abierta la oportunidad de que el hombre, ahora pecador y
muerto en su pecado, pudiese tener la oportunidad de ser
engendrado espiritualmente y pudiera vivir con su creador
eternamente, con una relación perfecta en esta tierra y luego
en la eternidad.

Asimismo:
B. NOS DIO SU AMOR

1. Para engendrar no solo es necesario dar vida, sino ejercer el


amor verdadero. Si leemos (1 Jn. 3:1, 2) notaremos lo siguiente:
“Mirad cual amor nos ha dado el padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios,
y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando el se manifieste, seremos semejantes a
él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene
esta esperanza en él, se purifica a si mismo, así como el es
puro.”

2. Este amor tenía que provenir de Dios, pues el hombre en su


pecado no podía expresar esa parte de la imagen de su
creador que había transferido a sus criaturas. Es por esta
causa que Dios inicia esta relación manifestando de su amor
Iglesia de Convertidos a Cristo 3
Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

al hombre caído, (1 Jn. 4:10). Este amor no era, ni podía ser


conocido por el mundo caído, (1 Jn. 4:8).

3. Este nos lleva a ser puros como nuestro Padre es puro y


perfecto y nos hace evidenciar el deseo que tenemos de no
separarnos de él nunca y por ende a no temer a nada ni a
nadie en este mundo, (1 Jn. 4:7-21).

C. NOS DIO EL MAYOR DE LOS PRIVILEGIOS

1. Nos dio: “La potestad de ser hechos hijos de Dios.” Esto es lo


que nos dice el texto de (Jn. 1:12-13) cuando nos declara esta
gran bendición. El texto nos hace ver lo que sucede con todo
padre que engendra. Este concede a sus hijos el derecho o
como dice el texto, la potestad de ser sus hijos.

2. Esto deja claro muchas interrogantes, ya que nos declara que:


a. No todos los hombres son hijos de Dios.
b. Todos sus hijos son herederos (Ro. 8:17).
c. Coherederos de la herencia de Cristo.
Lo que también nos enseña que hay otra paternidad que trae
como producto el pecado y la muerte, esta es la paternidad
del diablo, quien es padre de todo aquel que hace mentira
(Jn. 8:42-44).

3. Es interesante notar que los hombres quieren tener privilegios


de hijos, pero no desean ser engendrados por Dios. Pero
tristemente sabemos, que no basta decir que somos hijos de
Dios. Dios establece en su Palabra que para ser sus hijos y
herederos de él, es necesario ser engendrados por él.

Por otro lado, sabemos que su maravillosa obra continúa con:


II. SU ADOPCIÓN

A. SU ADOPCIÓN EXIGE OBEDIENCIA

1. Así como para ser engendrados necesitamos obedecer, de


la misma manera Dios requiere obediencia para ser
adoptados, ya que él espera que los rasgos de sus hijos sean
los que los identifiquen como sus hijos. Los rasgos espirituales
tienen que caracterizar a todo hijo de Dios y su fruto espiritual
tiene que ser evidente.
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Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

2. Su pueblo fue escogido para obedecer (Jn. 1:11) y aunque


ellos se tornaron rebeldes como dice Isaías 1:2 y Romanos
11:11 tuvieron que acatar la mano disciplinaria de Dios.
Notemos ambos textos cuando dicen: “Oíd, cielos, y
escuchad tu, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los
engrandecí, y ellos se rebelaron contra mi.”
“Digo pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen?
En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación
a los gentiles, para provocarles a celos.”

3. Esta claro que todos aquellos que son adoptados por su


misericordia y amor, necesariamente tienen que estar
dispuestos a obedecer incondicionalmente. Para Dios, el
obedecer es mejor que los sacrificios y holocaustos, (1 S.
15:22).

B. SU ADOPCIÓN EXIGE JUSTICIA

1. Como vimos en nuestro primer punto sobre la engendración,


aquellos a quienes por primera vez el Padre dio vida,
escogieron la desobediencia y murieron. Esta desobediencia
tenía una imputación frente a la justicia de Dios, el cual
estableció la muerte espiritual para el hombre pecador. Para
Dios poder adoptar, tenia que pagar por esa adopción.

2. En pocas palabras, podemos decir que no era justo ante la


justicia divina que algún ser humano fuese adoptado por Dios,
sin que Dios pagase por esa adopción. Si Dios lo hubiese
hecho sin pagar por esta adopción, dejaría de ser Dios. 1 Juan
2:29 establece: “Si sabéis que el es justo, sabed también que
todo el que hace justicia es nacido de él.” Igualmente 1 Juan
3:10 nos declara: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los
hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama
a su hermano, no es de Dios.”

3. Este Padre amante es el que ejecuta su obra de adopción en


justicia como lo expresa el apóstol Pablo en (Gá. 4:3-7) “Así
también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en
esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino
el cumplimiento del tiempo, Dios envío a su hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese (comprase) a
los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a
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Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama: ¡abba,


Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo.”

C. SU ADOPCIÓN EXIGE SUJECIÓN

1. Cuando leemos 1 Pedro 1:17-23 y notamos los aspectos que


demanda la Palabra con respecto a la sujeción a Dios, es que
entendemos cual debe ser nuestra actitud frente a nuestro
Padre Celestial, el cual nos ha adoptado.

2. Esta porción que acabamos de citar nos deja saber que:


a. Debemos conducirnos en temor todo el tiempo de nuestra
peregrinación (v. 17).
b. Fuimos rescatados de una vana manera de vivir (v. 18).
c. Fuimos rescatados con la sangre preciosa de Cristo (v. 19).
d. Nuestras almas fueron purificadas por la obediencia a la
verdad, mediante el Espíritu (v. 22).
e. Nuestro nuevo nacimiento ha sido una realidad por la
Palabra que vive y permanece para siempre (v. 23).

3. Hermanos, si invocamos a Dios como Padre, estemos también


dispuestos a sujetarnos a su Palabra, porque el requiere una
sujeción absoluta e incondicional de todo aquel que ha sido
adoptado como hijo suyo.

No seamos hipócritas:
No digas PADRE, si cada día no te comportas como un hijo.
No digas NUESTRO, si vives aislado en tu egoísmo.
No digas QUE ESTAS EN LOS CIELOS, si sólo piensas en las cosas terrenales.
No digas SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, si no lo honras.
No digas VENGA A NOSOTROS TU REINO, si lo confundes con el éxito material.
No digas HÁGASE TU VOLUNTAD, si no la aceptas como es, favorable o
dolorosa.
No digas ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO, si dudas de la existencia del
Infierno.
No digas EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, si no te preocupas por la gente que
tiene hambre.
No digas PERDONA NUESTRAS OFENSAS, si guardas rencor a tus hermanos.
No digas LÍBRANOS DEL MAL, si amas a tus pecados favoritos.
No digas AMÉN, si no has entendido o no has tomado en serio las palabras de
esta oración modelo que nos enseñó Jesús.
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Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

Su obra maravillosa ha sido completada por medio de:


III. SU MANUTENCIÓN

A. SU MANUTENCIÓN DE LO ESPIRITUAL

1. Lo primero que vamos a recibir de Dios, es la vida espiritual,


por medio de la cual vamos a poder tener una relación
perfecta con él a través de Jesucristo. Esta manutención es
indispensable, ya que de él necesitamos este sostenimiento
(Ro. 8:1-17).

2. Este Pasaje de la Palabra de Dios que hemos citado, nos


lleva a la conclusión de que todo hijo de Dios es provisto de la
capacidad necesaria para nunca más tener que mendigar
de las cosas de la carne. El cristiano ha sido provisto de todo
lo que necesita en Cristo para no necesitar nada de la carne
(Jn. 6:35).

3. La grandeza de esta provisión nos asegura descanso total,


desde el hecho de que no veremos condenación, hasta el
hecho real de nuestra herencia en el reino de los cielos. El que
esta en Cristo, no tiene por que necesitar mas nada de esta
vida. En Cristo estamos espiritualmente completos y saciados.

B. SU MANUTENCIÓN DE LO MATERIAL

1. Notemos primeramente el (Sal. 37:25) cuando dice: “Joven


fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su
descendencia que mendigue pan.” Lo que nos deja dicho
que el hijo que ha sido engendrado y adoptado por Dios,
nunca pasará necesidades materiales, siempre y cuando nos
sometamos a lo que él nos promete.

2. Cuantas son las personas que dicen ser hijos de Dios y sin
embargo viven quejándose de lo que tienen y de lo que
perciben y con su actitud declaran que su padre no se ocupa
de ellos, cuando el problema es que ellos desean algo que su
Padre no les ha prometido (He. 13:5) (Stg. 4:3-4).

3. Por otro lado, Dios mismo nos declara cual es el mecanismo


que tenemos sus hijos, para poder obtener algo de él. En
Mateo 7:7-11 el Señor nos dice: “Pedid, y se os dará; buscad,
y hallaréis; llamad, Y se os abrirá, porque todo aquel que pide,
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Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Evangelismo”

recibe: y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué


hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿Cuánto mas vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

C. SU MANUTENCIÓN ETERNA

1. Lo más glorioso para los hijos de Dios, es el saber que la


provisión prometida por su Padre no termina aquí en la tierra,
sino que como hijos tenemos la seguridad de que
eternamente vamos a ser sustentados por él (Ap. 22:1-5).

2. Sabemos lo que el apóstol Juan declara en su primera epístola


cuando dice: “Lo que habéis oído desde el principio,
permanezca en vosotros, también vosotros permaneceréis en
el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la
vida eterna” (1 Jn. 2:24-25).

3. Esta es la seguridad nuestra, que está avalada por la promesa


de que él, como Padre, nos hace permanecer en él y nos ha
dado la vida eterna para estar con él. Es aquí cuando se
habla del destino de los que no perseveran en 1 Juan 2:19:
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros: porque si
hubiesen sido de nosotros; habrían permanecido con
nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos
son de nosotros.”

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Una sola pregunta: ¿Haz sido engendrado, adoptado y mantenido por el Padre
Celestial? Hoy es el día de salvación.
AMÉN

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