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Uno de los elementos más característicos de los Ejércitos del mundo es sin duda la
tradicional Banda de Guerra, tan representativa como el saludo militar, la disciplina
inquebrantable o el verde olivo de los uniformes; bajo la marcial cadencia de sus notas,
las tropas acrecientan su gallardía al tiempo que aumenta la admiración de propios y
extraños.
Muchos de los más importantes hechos de armas históricos, han tenido a los tambores
y cornetas como protagonistas de primer orden, pues fueron sus toques vibrantes
quienes encabezaron cargas victoriosas, asaltos decidiosos y porque no decirlo, en no
pocas ocasiones los más valientes soldados tuvieron que volver las espaldas al toque
de "retirada".
Las Bandas de Guerra acompañan a los hombres de armas desde hace milenios. Ya
en algunos pasajes bíblicos encontramos huellas de su existencia, como el conocido
episodio de Josué, quien según la tradición derribó los muros de Jericó mediante el
sonido de sus trompetas. Se sospecha sin embargo, que su origen es aún más antiguo,
pues existe la creencia de que algunas tribus primitivas utilizaban flautas de hueso
durante las incipientes luchas, esto con el objeto de amplificar el sonido de los gritos de
guerra, cuyo propósito era (y sigue siendo) aumentar la moral de los combatientes y
amedrentar al enemigo.
Más extendido entre muchos pueblos, el cuerno se utilizó profusamente entre los
egipcios, griegos, hunos y otras etnias para dar ordenes de ataque, aunque podemos
considerar a la tuba romana (especie de trompa metálica) como el verdadero antecesor
de los actuales instrumentos de banda, ya que los romanos poseían un código de
cuarenta y tres toques militares que se ejecutaban con este instrumento, con lo que
llegamos al segundo propósito de los instrumentos militares: la transmición de órdenes.
En 1683, los turcos sitiaron Viena y uno de los aspectos más sobresalientes del asedio
fue el constante sonido de sus Bandas de Guerra, se dice que los imponentes toques
de los jenizaros (nombre con que se conocía a los actuales banderos), llegaban desde
las filas turcas hasta el último de los hogares vieneses. Los jenizaros turcos utilizaban
principalmente tres instrumentos: el chinesco, compuesto por campanillas y cascabeles
en media luna y que se colgaba de una cola de los caballos; el Gong, de penetrante
sonido y empleado también por chinos y asirios; y finalmente, quizá el más
característico: el gigantesco tambor conocido actualmente como bombo, llevado sobre
el vientre por su ejecutante.
La impresión que causaron estos instrumentos fue tal, que a partir de Viena se
difundieron rápidamente por toda Europa Oriental y Alemania. Estas bandas,
compuestas es sus inicios únicamente por los instrumentos de percusión de origen
turco, fueron ampliándose poco a poco con la incorporación de nuevos instrumentos;
así, se cuenta que en 1762, las nuevas bandas militares francesas incluían dos
clarinetes, cifra que para 1810 había aumentado a diecinueve y poco después hacía su
aparición los sacabuches (antecesores de los actuales trombones).
En ese año, el músico italiano Arturo Toscanini, quien alcanzó fama universal como el
mejor director del siglo XX, fungía como director de orquesta en la Scala de Milán
(reconocida como la catedral mundial de la ópera), renunció a este relevante puesto
para ocupar el de director de Banda Militar, cargo con el que marchó a la campaña
emprendida por los italianos contra los austriacos. Durante el combate, cuando el fuego
austriaco era, según los testigos "denso como el granizo", Toscanini condujo a sus
músicos hasta un punto avanzado y allí, bajo la protección de un elevado bloque de
piedra, ejecutó magistralmente una serie de piezas militares, que contribuyeron a
elevar la moral de los soldados italianos al grado que estos irrumpieron en las
trincheras austriacas y las sometieron.
Difícilmente podríamos englobar en este breve artículo, todo lo que puede decirse
sobre los toques y marchas militares, basta decir que, por la unión de ambas,
coadyuvan de manera determinante a forjar el espíritu, la moral y disciplina de las
unidades de todos los países y muy especialmente, de nuestro Ejército Mexicano.
SOY PARTE DE UNA BANDA DE GUERRA
Escuchar las vibrantes notas de una corneta entrelazándose entre sí para formar los compases de una
marcha y sentir que el corazón se escapa del interior para efectuar sus latidos al ritmo de la preciosa
melodía; ver ondear la Bandera en el asta, al tiempo de los golpes de un tambor y desplazarse protegida
por una escolta en una ceremonia, detenerse en medio de todo, observarla, cantar el Glorioso Himno
Nacional y sentir el pecho henchido de orgullo; percibir cómo se despierta el sentimiento al oír el bélico
y fino sonido de un clarín, es algo que no cualquier persona logra experimentar...
Tomar un par de baquetas y dar un golpe en el parche de un tambor de guerra, colocar la boquilla en el
tudel de una corneta y soplar dentro de ella, tal vez no sea un hecho muy importante, por lo menos para
la gente común, pero para un "bandero" es una experiencia maravillosa...
Ser "bandero" no es sólo pararse dentro de una fila cargando un instrumento y seguir al pie de la letra
las órdenes de quien esté al frente; pertenecer a una Banda de Guerra, es pertenecer a un grupo de
triunfadores, de gente distinta, de personas a quienes les gustan los compromisos, de gente con
entereza, con valor, porque no cualquiera acepta el reto de ser alguien distinto, ni tampoco acepta el
hecho de "regalar" (aunque más bien es invertir) su tiempo libre a una actividad que aparentemente no
da nada de provecho...(pero al contrario, la Banda de Guerra enseña tantas cosas para la vida y es tan
reconfortante pertenecer a una...)
Ver al instructor usar su ingenio para hacerte aprender lo que él te pretende enseñar y cambiar de
táctica cada vez que no funciona; aceptar sus regaños, sus arrestos a veces un tanto injustos,
comprendiendo después que lo hizo sólo para corregir un error y evitar que se repitiera en la
posteridad; animarte cuando no se logró la victoria en una reñida justa de bandas y verlo preocupado
siempre por ti, exigiéndote un poquito más de lo que puedes dar y haciéndote crecer día a día con
experiencias nuevas y fascinantes, formando finalmente un equipo de trabajo, es algo tan sublime y
dignificante, pues llega el momento en que el instructor se convierte en tantas cosas: se torna de pronto
en cómplice, en amigo, en aliado, en maestro, en consejero... en un padre... en alguien realmente tan
importante en la vida, que una vez que ya no se pertenece a la Banda de Guerra que nos vio "nacer" ,
aún existe un vínculo fraternal entre dicha Banda, que es ya como "la familia", y un lazo de cariño,
lealtad y respeto inquebrantable hacia nuestro "padre" que nos hace estar siempre de alguna u otra
manera unidos y en contacto constante.
En la Banda de Guerra se aprenden tantas cosas, como el aceptar sanamente las derrotas y saber ganar
cuando hay oportunidad; ya que para lograr algo se necesita siempre un sacrificio, pues nada de lo que
vale la pena se consigue fácilmente; además se aprende el sentido de la responsabilidad, al crear la
conciencia de que por una pequeña falla de un elemento puede destrozarse el trabajo completo de todo
el grupo, ya que el éxito de todo lo que hagamos depende del coraje, entrega, pasión, convicción y
fuerza que le propiciemos...¡en fin!... son tantas cosas las que se aprenden que sólo los banderos
comprenden la magnitud de las enseñanzas, y no me dejarán mentir, en la Banda de Guerra se vive y se
conoce tanto, que ahí es dónde se encuentra a los verdaderos amigos...más bien, se conoce a los
verdaderos hermanos... se halla a la familia... se crea un hogar...
Quien tenga el honor, la fortuna y la satisfacción de pertenecer o haber pertenecido a una Banda de
Guerra, sabe que es una de las formas más alegres, rectas, difíciles, fraternales, placenteras, dolorosas y
únicas de crecer siendo un humano digno, respetuoso y responsable llevando como estandarte la unión
y el sacrificio impregnados de amor patrio y un profundo agradecimiento al instructor por enseñarnos a
tener un gran corazón justo y triunfador.
¡Un TRES DIANA a las Bandas de Guerra y a sus valiosos instructores y alumnos!
UN JOVEN EMPRENDEDOR EN LA BANDA DE GUERRA
Por Alfonso Parra Valencia
El joven tiene la gran motivación del éxito y en el fondo es un visionario innovador, juntando aptitudes e
intereses, encaminado al progreso de su sociedad y una vocación de servicio y de trabajo todo esto
fundado en nuestros valores y en una alta autoestima lograda y no una mala entendida sobre valoración
de nuestra persona traducida en una autoestima muy baja que quiere convencer a los demás que se es
el mejor y no es así.
México necesita la presencia y la acción de LIDERES que se fijen metas elevadas y alcanzables que no
nos lleven a la FRUSTRACIÓN, que busquen dejar huella para guiar a los jóvenes que los siguen y
rescatar las responsabilidades abandonadas por otros, que hablen por los que callan y siembren esta
nueva forma de pensar con quienes se relacionen y los conozcan.
Por lo anterior, la banda de guerra es hoy una gran escuela de formación ciudadana que impregnada de
un profundo amor patrio forma día a día una nueva generación de mexicanos, unamos a este trabajo
cotidiano una sólida formación académica que permita que sus integrantes sobresalgan en todos los
campos de la sociedad.
La mejor respuesta la tienen ustedes que constantemente ven muestra de la iniciativa de los jóvenes
banderos.
No solo formemos jóvenes que sepan tocar y marchar, formemos "Jóvenes Emprendedores".