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El feudalismo paso por una grave crisis derivada de la catástrofe demográfica causada por la
Peste Negra que disminuyo el 40% de la población europea y por la hambruna que asolo las
regiones europeas. Sin embargo, la elevada tasa de natalidad permitió el aumento progresivo
de la población que, en el año 1500 d.c., era de aproximadamente 70 millones de habitantes
en toda Europa, lo que significaba que se debía recuperar los niveles anteriores a la Peste
Negra (llamada también Peste bubónica).
Aunque la población era mayoritariamente rural, había una ligera tendencia a la migración de
la población hacia las ciudades. Al inicio del siglo XVI, algunas ciudades, como Nápoles, Paris,
Sevilla y Lisboa, contaban con cerca de 200 mil habitantes.
En el mundo rural pueden destacarse las siguientes transformaciones entre los siglos XV y XVI:
La época moderna puede ser considerada, exactamente, como una época de "revolución
social" cuya base consiste en la sustitución del modo de producción feudal al modo de
producción capitalista. Con las revoluciones liberales de la Edad Moderna el capitalismo se
estableció como sistema económico predominante en los países de Europa Occidental. La
Revolución Inglesa (1640-1660), la Revolución Francesa (1789- 1799) y la Independencia de los
Estados Unidos de Norteamérica construirían el marco institucional para el desarrollo del
sistema capitalista. Así comenzó la era del capitalismo moderno.
Muchos historiadores sitúan el origen del capitalismo un poco antes, en las pequeñas ciudades
comerciantes de Europa, como las de la liga hanseática. El camino hacia el capitalismo a partir
del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del Renacimiento y de la Reforma, movimientos
que facilitaron la aparición de los modernos estados nacionales.
Del mismo modo, las expediciones de los siglos XV y XVI fomentaron el comercio, sobre todo
tras el descubrimiento del Nuevo Mundo. Como resultado, desde el siglo XV y hasta el siglo XVIII,
el capitalismo dio lugar a una nueva forma de comerciar denominada mercantilismo que alcanzó
su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia, y en la que el Gobierno ejercía el control de la
producción y el consumo.
Dos acontecimientos propiciaron la fundación del capitalismo moderno, en la segunda mitad del
siglo XVIII: la presentación en Francia de los fisiócratas y la publicación de las ideas de Adam
Smith. Ambas corrientes apostaban por un orden económico alejado de la intervención del
Estado, un argumento que favoreció el inicio de la Revolución industrial, la cual logró su mayor
apogeo en el siglo XIX.
Las inhumanas condiciones de trabajo que caracterizaron este periodo llevaron a que surgieran
numerosos críticos del sistema; sin embargo, el primero en desarrollar una teoría coherente en
contra fue Karl Marx, quien atacaba la propiedad privada de los medios de producción. No
obstante, el capitalismo siguió prosperando para convertirse en el principal sistema
socioeconómico mundial de la época.
El economista más influyente de la historia reciente del capitalismo fue John Maynard Keynes,
en la que se explica que un gobierno puede utilizar su poder para paliar, e incluso eliminar, los
ciclos de expansión y depresión económica vinculados al capitalismo.
La mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930,
con la Gran Depresión. A raíz de ella, los gobiernos europeos y estadounidenses empezaron a
intervenir en sus economías para mitigar las contrapartidas propias del capitalismo.
La combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generó una enorme expansión
económica; sin embargo, a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo
empezaron a crecer en todas las economías capitalistas. Los crecientes costes de la energía -en
especial del petróleo- fueron la principal causa del cambio.
Con el cambio de siglo, la burbuja de las punto-COM; en 2001 y en 2007, la Gran Recesión, una
de las cuatro crisis mayores del capitalismo junto a la Gran Depresión.
Pese a las crisis que generan los ciclos económicos, el capitalismo ha demostrado ser un sistema
económico efectivo, que gracias a la iniciativa privada, el impulso de la productividad y la
competencia ha llevado el bienestar a muchos países, que se han adaptado a su sistema y
generado riqueza, la cual ha permitido establecer multitud de medidas sociales.
El Capitalismo Comercial (llamado también Pre-Capitalismo) se extiende durante los siglos XVI
al XVIII, iniciándose con los Grandes Navegaciones y Expansiones Marítimas Europeas. La
acumulación de riqueza era generada a través del comercio de especies y materias primas de
las colonias europeas, esto dio como origen a la teoría económica conocida como
Mercantilismo.
El Capitalismo Industrial se inicia con la Revolución industrial que género una gran acumulación
de riquezas proveniente del comercio de productos industrializados de las fábricas europeas. La
enorme capacidad de transformación de la naturaleza, por medio de la utilización de, cada vez
más, las maquinas movidas a vapor, genero una gran producción y la multiplicación de
ganancias.
Dejó de utilizarse el trueque para los intercambios comerciales, generalizándose a partir del siglo
XVI, el uso del dinero, medida simbólica representativa de valor, que podía asignar a los
productos un valor de intercambio más real, y que cada estado podía emitir, según su respaldo
en oro.
Con la actividad comercial, surgió una clase social vinculada a ella, la de los burgueses, llamada
así porque sus miembros residían en los burgos o ciudades, dedicándose a tareas vinculadas con
el comercio, o las financieras.
Esto se vio favorecido por el auge de la teoría económica mercantilista, que sostenía que cuanto
más metales acumulen un estado, más rico sería.
Pero sin lugar a dudas el despegue del capitalismo, fue durante la Revolución Industrial, hacia
1750, cuando con el desarrollo tecnológico, proliferaron las fábricas, que permitían producir las
manufacturas (transformación de la materia prima en un producto elaborado (por ejemplo,
hacer del cuero, zapatos) en serie.
Producir en serie significa que a través de las máquinas podían fabricarse muchos más
productos, y a menor costo, que con el trabajo hecho a mano, o sea, artesanalmente.
A partir de esta etapa el precio fijo, establecido por los gremios de artesanos, va a reemplazarse
por el valor del mercado, establecido por las leyes de la oferta y la demanda. (A mayor demanda
y poca oferta el precio sube, y a menor demanda y mucha oferta, el precio baja) sin regulación
estatal en el control de precios.
En este período el capitalismo agrega entonces, un nuevo elemento entre sus características, ya
que será un capitalismo liberal, entendiendo el liberalismo económico como aquella teoría
elaborada por Adam Smith (1723-1790), que sostenía que el intercambio comercial debía
hacerse libremente, sin intervención estatal. Para él la diferencia en la distribución de la riqueza
seguía un orden natural, ya que era más importante el capital, que el trabajo obrero, porque él
permitía pagar los costos de producción y generar empleo, y por eso creía lógico que los
capitalistas se enriquecieran con su actividad.
A partir de 1850, ocurre la Segunda Revolución Industrial, con nuevos inventos, y la aparición de
otras fuentes de energía (carbón y electricidad), donde se agregan al capitalismo nuevos medios
para la producción y circulación monetaria. Las empresas debieron recurrir al uso del capital
financiero, a través de préstamos en Bancos, para poder acceder a las nuevas demandas de
producción, modernizando maquinarias e incorporando nuevas. En esta época comienza a
notarse la concentración de industrias para controlar el mercado, limitando la competencia
libre, y por lo tanto poniendo un escollo a la ley de oferta y demanda competitiva, que tendía a
regular los precios. Si una misma empresa domina el mercado, será más fácil establecer el precio
a su antojo, sin que tener que competir con otras del rubro.
Para lograr nuevos mercados para los productos, y obtención de materias primas, los europeos
se lanzaron a la colonización de África y un sector de Asia.
Luego de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos, logró hegemonía entre los países
capitalistas, por su gran poder económico, hasta que la gran crisis mundial de 1929, significó un
gran revés para la economía capitalista, originada por el exceso de producción y la caída de las
acciones en la bolsa.
Luego de esta crisis, surgió un nuevo capitalismo, denominado neocapitalismo, donde se dejó
de lado el liberalismo, para permitir la intervención del estado en la economía, asegurando a
toda la población los ingresos mínimos necesarios.
Se produjo una reactivación económica, por ejemplo, a través del plan Marshall, que permitió
la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, pero aseguró la cada vez más
indiscutible preeminencia de Estados Unidos sobre el resto del mundo occidental capitalista.
Sobrevino el Estado de Bienestar, donde el estado se preocupó por que todos tuvieran acceso a
los servicios básicos de educación, empleo, justicia, seguridad y salud.
El año 1970 deparó una nueva crisis, desencadenada por el aumento del precio del petróleo. Los
estados dejaron de amparar a la población para hacer frente a las deudas que castigaban sus
economías, pues la producción se había detenido, y el aumento de precios era incontenible,
mientras crecía a la par, el desempleo.
Desde esa época el mundo capitalista debe enfrentar progresos y recesos, en períodos cíclicos
de bonanzas y crisis, donde el estado de bienestar ya no puede hacer frente a las demandas
sociales, castigado por sus presupuestos deficitarios, produciendo una polarización cada más
aguda entre ricos y pobres, a nivel interno e internacional, con acceso a las nuevas tecnologías
y avances científicos, solo para unos pocos, en un mundo cada vez más globalizado, pero poco
solidario.