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UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DE EL SALVADOR

Facultad de Ciencias Sociales “Prof. y Dr. Santiago Echegoyén”

Licenciatura en Teología

CRITERIOS DE PSEUDOEPIGRAFÍA EN LAS EPÍSTOLAS 1 Y 2 DE


TIMOTEO
NUEVO TESTAMENTO III

Profesor

Lic. Omar Elenilson Flores Salguero

Presentado por:

Hernández Méndez, Nelson Jonathan.

28 de julio del 2018.


Criterios de Pseudoepigrafía en las Epístolas 1 y 2 de Timoteo.

Entre 1808 y 1827 abundan los estudios basados en la crítica literaria sobre
diversos libros del NT, que se cuestionan la autoría tradicional de algunos escritos
neotestamentanos. Fr D E Schleiermacher (1768-1834) expresó su convicción de
que la primera carta a Timoteo no podía proceder de Pablo tanto por las
diferencias de lenguaje y estilo como por la imposibilidad de encajar la situación
que presupone dentro de la vida del Apóstol.

Todos los problemas de autenticidad fueron recogidos y reelaborados


sistemáticamente por J G Eichhorn en su Einleitung in das Neue Testament, en
cinco volúmenes (1804-1827) donde se manifestaba claramente contrario a la
autenticidad de las Cartas Pastorales y 2 Pedro, mientras que no llegaba a
pronunciarse sobre las de Santiago, Judas y 1 Pedro

Fue a mediados del siglo XVIII cuando se extendió la costumbre de llamar


«Pastorales» al conjunto de 1 Tim, 2 Tim y Tito. Casi unánimemente los
comentaristas consideran que las Pastorales y las denominadas Epístolas
católicas son los representantes de la época final del Nuevo Testamento. Desde el
punto de vista sociológico e histórico la aparición de las Pastorales en el
panorama del Nuevo Testamento supone la irrupción de la lucha por el poder en
los inicios mismos de la Iglesia cuando se ve con claridad que la separación de la
Sinagoga no tiene remedio.

¿Cómo se explica la pseudonimia de algunos escritos neotestamentarios,


relacionada con cuestiones de determinación de destinatarios y ambiente
exacto de su composición?

En muchas de esas cartas, una vez caligrafiadas por el amanuense, Pablo firmaba
de su puño y letra (1 Cor 16,21; Gal 6,11; Flm 19). El Apóstol menciona a
corrientes de sus cartas (por ejemplo, Silvano y Timoteo en 1 Tes 1,1). Ello
significa probablemente no que las escribieran en comandita, sino que los

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ayudantes se hacían partícipes de las ideas que el maestro expresaba en su
escrito. Este hecho se deduce igualmente de la unidad de expresión y de estilo
que apuntan hacia una persona única como autor, Pablo.

Las cartas de Pablo no son «epístolas» o tratados doctrinales, sino auténticas


misivas personales, llenas de afecto o de reproches, incluida Romanos, aunque
ésta tiene mucho de tratado expositivo. Epístolas compuestas en nombre de
Pablo que tienen menor interés en el desarrollo teológico y mayor en la
organización de los grupos cristianos fundados por Pablo: "Epístolas pastorales»:
1 y 2 Timoteo, Tito.

Parece que este doble grupo de cartas compuestas por los discípulos de Pablo
fueron redactadas no muchos años después de la muerte del Apóstol. Su época
de composición coincide grosso modo con la redacción de los tres primeros
evangelios y los Hechos de los apóstoles. Sus autores conocen las cartas de
Pablo y meditan sobre ellas. El impulso de !a teología del maestro les sirve para
enfrentarse al hecho de que la reconciliación con las ideas representadas por la
antigua Iglesia de Jerusalén no era posible. También quedaba lejos la etapa de
Antioquía. Nuevas perspectivas y problemas del cristianismo surgen después de la
muerte de Pablo, y tras un cierto tiempo de silencio como afectadas por la
desaparición de aquél, sus discípulos comienzan a entonarse y a enfrentarse a los
problemas en nombre y con el espíritu del Apóstol.

Una vez descartada la autoría paulina, lo más sensato es confesar lo mismo que
en ocasiones anteriores: no sabemos quién fue el autor. Pero esta «carta» no es
pseudónima (para algunos la mención a Timoteo en 13,23 basta para adscribirla a
un discípulo inmediato de Pablo), sino que se ha transmitido anónimamente.

Destinatarios de las Cartas pastorales

Timoteo nos es ya un personaje conocido. Los Hechos dicen de él que era hijo de
una judeocristiana y de un pagano y que había nacido en Asia Menor (Hch 16,1-
3). Fue convertido probablemente por Pablo, y con el tiempo pasó a ser uno de
sus más íntimos colaboradores en sus tareas apostólicas en diversas ciudades

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(Tesalónica, Corinto, Filipos: 1 Tes 3,1; 1 Cor 4,17; Flp 2,19). Hay cinco cartas
auténticas de Pablo en las que Timoteo aparece nada menos que como
corremitente del Apóstol (1 Tes; 2 Cor; Flp; Flm, también en 2 Tes)

¿Fueron las Pastorales escritas por el apóstol Pablo?

El noventa por ciento de los investigadores cree que no. Las Pastorales fueron
compuestas por uno o dos discípulos del Apóstol (lTim- Tito / 2Tim) de la segunda
o, mejor, de la tercera generación. Las razones para defender esta opinión son las
siguientes:

 La situación de Pablo supuesta en las Pastorales. Los datos sobre la vida de


Pablo que ofrecen estas cartas no pueden encajar con lo que conocemos del
marco del final de su vida por 1 Clemente (5,7), por los Hechos de los apóstoles
(20,25.38) y por las Pastorales mismas (2 Tim) que ignoran cualquier tipo de
liberación del Apóstol de su prisión en Roma que diera pie a una segunda
evangelización en el Oriente (Chipre, por ejemplo) como supone la Epístola a Tito.
 El vocabulario de las Pastorales es muy distinto del utilizado en las cartas
auténticas de Pablo: hay más de trescientas palabras que no se hallan en estas
últimas. Es cierto que las estadísticas no son un argumento definitivo, pero apoyan
a otros.
 El estilo es muy distinto. En Pablo observamos una construcción de frases muy
dinámica y pasional, llena de argumentos y de efectos dramáticos, con sentencias
a veces retorcidas debido a i a emoción, diálogos con adversarios que se imaginan
delante, etc. Por el contrario, el estilo de las Pastorales es pausado y más bien
meditativo, más cercano al de las obras filosóficas del helenismo tardío. Desde
luego nada que ver con el de Gálatas, o 2 Corintios, por ejemplo.
 La teología es diversa: los temas, conceptos, puntos de vista, la situación de la
Iglesia, la conciencia de la parusía... difieren de las concepciones paulinas y su
modo de desarrollarlas. Las Pastorales presentan como ideal de vida no la espera
tensa del final del mundo como en el Pablo auténtico {1 Tes), sino un
comportamiento ciudadano perfecto en la ciudad secular. La finalidad del

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comportamiento cristiano es llevar una vida pacífica, ordenada y tranquila, bien
gobernada.

Ello explica también:

a) La insistencia en la sana doctrina, las buenas obras y en una correcta


organización de la Iglesia. Hay que fomentar la consolidación de la familia, cuidar
de los desvalidos, por ejemplo, de las viudas necesitadas, evitar discusiones y
riñas, practicar virtudes sociales, conformarse con los bienes que se poseen,
etcétera.

b) La defensa de la lucha contra los falsos maestros que interpretan erróneamente


el legado de Pablo y que promueven una moral rara y sectaria, pues buscan
apartar al cristianismo de su vida en el marco del mundo.

c) El desarrollo del motivo de la tradición y la importancia de los cargos


eclesiásticos en la Iglesia que cuidan de mantener esa tradición. Estos cargos son
más institucionales y menos «carismáticos». En estas tres cartas apenas si se
nombra a los portadores del Espíritu como los profetas (1 Tim 1,18 y 4,14), que
tanta importancia habían tenido en el funcionamiento de las iglesias domésticas
primitivas. La estructura de la Iglesia, supuesta en las Pastorales, sobrepasa la
época de Pablo. Se nota que ha pasado ya mucho tiempo desde las fundaciones
paulinas.

d) El sustento de toda esta organización es la figura venerada del Apóstol


originario, figura del pasado que transmite por su autoridad lo que ha de ser: el
apóstol como modelo y la importancia de fundamentarse en ío apostólico.

Estos argumentos por separado pueden tener una fuerza relativa, pero unidos
forman un bloque compacto difícilmente rebatible. El autor hubo de ser un
discípulo del Apóstol que intentó acomodar su legado. Parece absolutamente
imposible que un carismático como Pablo haya compuesto estas cartas que
en el fondo dan al traste con la Iglesia carismática y del fin de los tiempos que
vivió en sus días.

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¿Quién es entonces el autor o autores? ¿En qué momento y dónde se
compusieron?

En verdad no lo sabemos, y es difícil que lo sepamos alguna vez. Se han


propuesto algunos nombres para el conjunto: Lucas, el autor del tercer Evangelio y
de los Hechos, puesto que el redactor de las Pastorales se inspira en ellos y toma
algunos datos de esta obra; el obispo Policarpo de Esmirna (muerto hacia el 160),
por semejanzas de vocabulario y de situación de la Iglesia. Sin embargo ni éstas
ni ninguna otra propuesta alternativa ha llegado a convencer a la mayoría. Es,
pues, mejor confesar nuestra ignorancia.

Tampoco es fácil responder a la cuestión del momento y del dónde. Lo único que
se puede afirmar es que el autor de las Pastorales está ya alejado de Pablo, una o
más bien dos generaciones. Si calculamos unos 20/25 años de distancia por
generación y damos por válida la tradición de que Pablo murió en la persecución
de Nerón en Roma hacia el año 64, tendríamos una fecha en torno al año 100 o
110. Tuvo que ser un momento, además, en el que el autor o autores tuvieran ya a
su disposición una cierta colección de cartas de Pablo y al menos una edición
temprana de los Hechos de los apóstoles, pues da la impresión de conocer y
utilizar esos escritos. En torno al año 100 es un momento en el que en la Iglesia se
escriben cartas que tratan de ia constitución y ordenamiento de la Iglesia: la
Epístola de Clemente en Roma dirigida a la Iglesia de Corinto (hacia el 96); la
Didaché o Doctrina de los doce Apóstoles (hacia el 100); las cartas de Ignacio a
diversas iglesias antes de su martirio (hacia 110) y la carta de Policarpo a la
Iglesia de Esmirna (hacia el 110/120). Parecen estos años un buen momento para
la composición de las Pastorales, pero parece también que estas últimas tienen un
aire un tanto más primitivo que las obras mencionadas. El lector que se sitúa
mentalmente en esa época tiende a colocarlas un poco antes: hacia el 90-100.

Respecto al dónde nuestra ignorancia es total. Es muy probable que dado que se
trata de una literatura cuyo autor esconde voluntariamente su personalidad
verdadera: los detalles pintorescos de las cartas (1 Tim 5,23; 2 Tim 4,13) valen
sobre todo para provocar un aire de autenticidad se hayan compuesto en el

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entorno mencionado en las obras y al que van dirigidas: Éfeso (1 Tim), Creta (Tit),
o Asia Menor en general (2 Tim). Parece que en Éfeso hubo muchos discípulos de
Pablo y que allí siguió evolucionado la tradición paulina. Esta ciudad pudo ser un
buen lugar para la redacción de las Pastorales.

El cuerpo paulino Leif E. Vaage,

Al tratarse de los textos deuteropaulinos – los que son (en orden de creciente
probabilidad) 2 Tesalonicenses, Colosenses, 2 Timoteo, Efesios, Tito, 1 Timoteo,
Hebreos – creo que juega un papel determinante la imagen de Pablo que se
encuentra en los textos auténticos. Porque si el Pablo histórico, cuya voz se
escucha en los textos auténticos, y el Pablo de los Hechos son vistos como más o
menos el mismo Pablo, ya no quedará remedio para entender el discurso de los
deuteropaulinos sino que dentro del mismo marco. Una relectura de los
deuteropaulinos depende, pues, de una relectura de los textos auténticos.

El debate que se retoma en los deuteropaulinos será, pues, ¿qué hacer con este
cuerpo paulino – el mensaje y el mensajero, su evangelio y los escritos que llevan
este nombre – tan atrevido y socialmente vergonzoso?

Socialmente vergonzoso era el cuerpo paulino histórico, porque no cuadraba,


como presencia apostólica, en los esquemas de liderazgo de la normalidad
dominante (tanto antigua como moderna). Las cartas auténticas de Pablo no son
tratados que brillan por su elocuencia y su erudición. Han sido leídas con
frecuencia como si lo fueran, pero esta interpretación se debe, una vez más, a la
imagen de su autor tomada de otro lugar.

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Bibliografía

1. Antonio, J. P. (1995). El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los


primeros escritos cristianos. Madrid: Ediciones El Almendro.

2. Pinero, A. (2006). Guia para entender el nuevo testamento. Madrid: Editorial


Trotta.

3. Vaage, L. (2006). RIBLA Nº 55, Deuteropaulinas: ¿un cuerpo extraño en el


cuerpo paulino?". Quito, Ecuador: Revista de interpretacion biblica
Latinoamericana. .

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