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Economía y Bob Esponja: ¿qué tipo de trabajador es usted?

Habitualmente se dice que uno de los cambios notables en las dinámicas económicas recientes ha
ocurrido en la manera en que se concibe al trabajador ¿En qué consiste dicha diferencia?
Consenso es una palabra que designa un acuerdo o una conformidad en algo por parte de todas las
personas que pertenecen a una colectividad. Por ejemplo, en occidente se comparte la idea de que los
seres humanos gozamos de unos derechos que son fundamentales: todos aquellos que garantizan la
dignidad humana. Otro ejemplo de consenso podría ser aquella idea de que la democracia es la forma
ideal de gobierno por encima de otros autoritarios o déspotas. La manera en que se organiza la
economía de buena parte del mundo, parece también ser producto de una suerte de consenso: la
economía de libre mercado.
Para el filósofo esloveno Slavoj Zizek, el consenso en torno a los beneficios de la economía de libre
mercado ha llegado a tales niveles de radicalización que, de cierta manera, este consenso opera de
manera similar a como lo hacía la idea de Dios durante la Edad Media: cualquiera que se atreva a
negarla, a ponerla en duda, a cuestionar sus bondades es considerado como un rebelde irracional,
como alguien salido de cualquier marco lógico, como alguien que está del lado del mal. Según Zizek
lo anterior queda en evidencia cuando, por ejemplo, un grupo de ciudadanos se organiza para exigir
mejoras a su situación económica. Un ejemplo concreto puede ser una acción colectiva por parte de
unos trabajadores que demande mejoras salariales y de sus condiciones laborales. La respuesta que
se obtiene por parte de los tomadores de decisiones y de gurúes de la economía es que cambios
profundos o estructurales en nuestra economía son, sencillamente, imposibles. Una distribución de la
riqueza nacional más equitativa es una utopía, algo que pone en riesgo nuestro consenso.
Esta situación es paradójica, pues en un mundo donde nos hemos acostumbrado a viajes espaciales,
operaciones a corazón abierto, trasplantes de todo tipo de órganos y en general a avances (¡a
cambios!) tecnológicos casi que a diario, una cuestión como el cambio profundo de la economía
capitalista, que es algo que ninguna ley física limita, sea considerado como un imposible.
Por ejemplo, ante las más recientes crisis económicas en los EEUU y Europa, la posibilidad de realizar
cambios estructurales en las dinámicas de la economía capitalista se descartaron de entrada. Al
contrario, por parte de los empresarios y los gobiernos hubo constantes llamados para que los
ciudadanos mantuvieran la calma (no protestaran), se apretaran el cinturón y, principalmente,
trabajaran muy duro para pagar sus deudas con los bancos, las constructoras, etc.
Se dice que para que un consenso se profundice y tenga permanencia en el tiempo, es necesario que
se soporte en iconos. Un ícono es una representación: algo, una imagen por ejemplo, que mantiene
una relación de semejanza con aquello que representa. Por ejemplo, para el analista cultural español
Raúl Minchinela, la ratio de la economía planetaria de mediados del siglo XX consistía en que las
personas trabajaban para vivir. Esto es, el trabajo como una ocupación que es temporal y cuya utilidad
es la de garantizar unos ingresos para quien trabaja y así poder disfrutar de la vida por fuera del
trabajo. Minchinela dice que aquel consenso tenía iconos hasta en la TV: clásicos de los dibujos
animados como los Picapiedras o Los Simpsons empezaban sus capítulos cuando Pedro y Homero
terminaban su jornada laboral. Allí empezaban la vida familiar, las aventuras y las risas. De hecho,
era habitual ver en esas series que sus protagonistas tenían altercados con sus jefes básicamente
porque no eran un ejemplo de empleado: eran perezosos, poco productivos, no muy inteligentes… no
eran el empleado del mes.
Así las cosas, ¿cuál podría ser el icono de este consenso reciente de la economía vista como una
entelequia superior e inmodificable? ¿Qué personaje animado podría representar esa idea de keep it
calm, trabaja duro y paga tus deudas?
Para Minchinela la respuesta está en Bob Esponja. Este personaje trabaja en el Crustáceo Cascarudo,
un restaurante de comidas rápidas que solamente cuenta con dos empleados que ganan el salario
mínimo: Calamardo, más cercano al estilo del trabajador de los animados de antaño, y Bob Esponja,
el encargado de freír las hamburguesas. El dueño del local es Don Cangrejo, un artrópodo
obsesionado con el dinero y quien no escatima oportunidad para reducir gastos y obtener ganancias.
No importan ni los clientes ni los empleados. Incluso, en algunos capítulos Bob Esponja confiesa que
en ocasiones es él quien debe pagarle a su jefe para poder trabajar en el local. En otros capítulos
Esponja se niega a aceptar la remuneración de su trabajo porque “su trabajo es su pasión”. A
diferencia de Pedro Picapiedra, Bob Esponja ha sido seleccionado en innumerables ocasiones como
el trabajador del mes. También a diferencia de sus colegas animados, Bob Esponja no trabaja para
vivir, sino que vive para trabajar. A diferencia de su compañero de trabajo no se queja, no reclama.
Las condiciones en las que trabaja son lo de menos porque, al fin y al cabo, tiene un trabajo: entiende
que existe un consenso en el que él ocupa un rol y que es imposible modificarlo. Bob Esponja es un
obediente.
Así las cosas, amigo lector ¿con qué personajes se identifica usted? ¿Con aquellos que trabajan para
vivir o con los que no tienen más vida más allá de su trabajo?

Por Pedro Rojas Oliveros.

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