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CULTURA E INCULTURACIÓN
PROF. DR. SANTE BABOLIN
r' ~/'J.e,w
- d;I;Ctiltura
Pontificia Universidad Gregorüina
SUBSIDIOS DIDÁCTICOS
CULTURA E INCULTURACIÓN
10
Publicaciones
UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MÉXICO A. C.
México 2000
Notabene. Los temas propuestos a la reflexión de los alumnos son capí-
tulos de mis textos de los cursos en la Pontificia Universidad Grego-
riana, es decir: ·
l. Filosofía de la cultura:
l. Significado de cultura
2. Hombre: símbolo viviente
3. Vector analógico de la razón
4. Carácter metonímico del deseo
5. Deducción de las categorías culturales
6. Semiosis y gestualidad
7. Signo lingüístico según Saussure
8. Símbolo en general y arquetipo
11. Estética:
1. Expresión artística
2. Arte y cultura
3. Belleza y desarrollo personalístico del hombre
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FILOSOFÍA DE LA CULTURA
l. SIGNIFICADO DE CULTURA
Tenemos que definir la cultura y descubrir sus diversas ex-
presiones (que tocan toda cultura): «El hombre no puede vivir su vida
sin expresarla» 1 • Como a cada persona se reconoce igual dignidad, así
también a cada cultura, en cuanto expresión necesaria de la vida hu-
mana.
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b) Concepción antropológica: la cultura es la legitimación (aprecia- gresa de lo que se encuentra en cada cultura a lo que hace posible lo
ción teorética y práctica) de la etnia; y la naturaleza humana está que se encuentra).
comprometida con la physis, o sea que el hombre es un viviente
(animal) entre otros vivientes aunque no humanos (cf. New Age). Unidad de objeto. Cada hombre, en su acto de cultivarse, to-
Me parece que la concepción antropológica puede asumir dos va- ma algo (de sí mismo y del ambiente en el cual vive) y persigue proce-
riantes, la evolutiva (E. Morin) y la estructural (J. Lotman), aunque sos; por eso, en cada cultura, se encuentran materiales y procedimien-
tenga, de cualquier modo, una concepción funcional de la racionalidad. tos: nosotros buscamos los materiales y los procedimientos comunes a
todas las culturas, es decir: lo «natural» (lo que hay) 1e la cultura y lo
La concepción evolutiva considera la naturaleza humana co- «cultural» (lo que se expresa necesariamente) de la naturaleza. En este
mo natura naturans, y la cultura como una fase pasajera de esta evo- sentido, el objeto de nuestra reflexión se convierte en la '( ~ultura de la
lución: el hombre sería un sistema complejo (un conjunto de especie, cultura» y, por eso, vamos a buscar las condicion~s (acerca de los mate-
sociedad e individuo), así que el código genético se convierte en código riales y de los procedimientos) que hacen posible la cultura y, por con-
cultural. siguiente, lo que hace concretamente el hombre (cultura) de cualquier
manera (culturas). Se podría hablar de una cultura trascendental que
La concepción estructural considera la natura naturans como hace evidente la recíproca exigencia de la cultura y de la naturaleza:
texto, y la cultura como un lenguaje, es decir, como una totalidad signi- no hay cultura sin naturaleza y no hay naturaleza sin cultura.
ficativa (semiósfera) . Según Lotman, la concepción semiótica de la cul-
tura, que la considera como sistema de lenguajes y de textos, se en- Unidad de método. Para descubrir la cultura trascendental,
cuentra a menudo en la historia del saber y está profundamente arrai- tenemos que regresar, reflexivamente (dialécticamente), de lo que nos
gada en el hombre: véanse, por ejemplo, las numerosas expresiones ofrecen las culturas a lo que es común a todas ellas, y de lo que es co-
poéticas que hacen hablar a los seres de la naturaleza o bien tanta mún a todas las culturas a las condiciones de posibilidad presupuestas
mística, aún cristiana (San Francisco de Asís), que considera la natu- y actuadas en cada .cultura. Por eso nuestro método se convierte en un
raleza como primera revelación de Dios, es decir, como su primera pa- método dialéctico reflexivo.
labra.
2. EL HOMBRE: SÍMBOLO VIVIENTE
1.3. Sentido del acto humano de cultivarse El cuerpo es el primer elemento natural que cada cultura usa
en la elaboración de sí misma; y por eso tenemos que reflexionar sobre
a) Para comprender qué es cultura y por qué el hombre quiere culti- el hombre, definido a menudo como «animal rationale». Parece que la
varse, me parece útil dejar a un lado las concepciones humanísticas definición propuesta por Cassirer (animal symbolicum), podría permi-
y antropológicas y reflexionar sobre el mismo acto humano de cul- tirnos reafirmar que nuestra racionalidad está unida a a la sensibili-
tivarse: acto que se puede llamar «producción de sentido», es decir, dad, que es por supuesto humana porque tiene en sí un germen de ra-
lo que hace individual la respuesta de cada hombre a un estímulo; y cionalidad. «Los grandes pensadores que definieron al hombre como
por eso la producción de sentido incluye algo de objetivo (la estimu- animal racional no eran empiristas ni trataron nunca de proporcionar
lación de las cosas) y algo de subjetivo (la percepción-interpretación de una noción empírica de la naturaleza humana. Con esta definición ex-
las cosas percibidas). presaban, más bien, un imperativo ético fundamental. La razón es un
término verdaderamente inadecuado para abarcar las formas de la vi-
b) Aceptación de la unidad personal del hombre (como presupuesto da cultural humana en toda su riqueza y diversidad, pero todas estas
preliminar): el hombre tiene que ser una unidad sustancial, o mejor formas son formas simbólicas. Por lo tanto, en lugar de definir al hom-
personal; es decir que, si lo pensamos como compuesto (sínolo) de bre como un ani,:,,_al racional lo definiremos como un animal simbólico.
alma y cuerpo, no sabemos dónde termina el cuerpo y empieza el De este modo podemos designar su diferencia específica y podemos
alma, no tenemos actos humanos que sean puramente espirituales comprender el nuevo camino abierto al hombre: el camino de la civili-
o puramente corpóreos; según la perspectiva creacionista, Dios creó zación»2.
al hombre con un acto único (no por partes): la unicidad del acto
creativo de Dios justifica la unidad ontológica de la persona humana. Por eso se podría definir al hombre «animal rationale et sym-
bolicum»; y, por consiguiente, el sínolo aristotélico tendría que conver- ·
c) Unidad de objeto y de método: la unidad de objeto es la cultura de
la cultura, y la unidad de método es la reflexión regresiva (que re-
CASSIRER 1944; 1967, 49.
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tirse en el símbolo, es decir: el compuesto de alma y cuerpo debe inter- rias formas, cooperan en un fin común. H3:brá que encontrar, a la lar-
pretarse, semióticamente, como compuesto de significante (cuerpo) y ga, un rasgo sobresaliente, un carácter unive:sal en el cu~l concurran
significado (alma). y se armonicen todas. Si acertamos a determmar este caracter, podre-
mos juntar los rayos divergentes y hacerlos. conver~er en un f?co .co-
mún del pensamiento. Como hemos señalado, semejante orgamzación
2.1. Definición del símbolo de los hechos de la cultura se está llevando ya a cabo en las ciencias
particulares: en la lingüística, en el estudio co~pai;ado del mito y de la
«Todos los fenómenos descritos comúnmente como reflejos religión, en la historia del arte. Todas estas cienci~s van en busca de
condicionados no sólo se hallan muy lejos sino también en oposición ciertos principios, de categorías definidas en cuya virtud poder or~ena~
con el carácter esencial del pensamiento simbólico humano; los símbo- en un sistema los fenómenos de la religión, del arte y del lenguaje. Si
los, en el sentido propio de esta palabra, no pueden ser reducidos a no fuera por esta síntesis previa llevada a cabo P.ºr las ciencias parti-
meras señales. Señales y símbolos corresponden a dos universos dife- culares la filosofía no contaría con punto de partida alguno. Pero, por
rentes del discurso: una señal es una parte del mundo físico del ser otra pa~te, la filosofía no puede detenerse aquí. ~rocurará re~li~~r una
(being); un símbolo es una parte del mundo humano del sentido (mea- concentración y centralización mayores. En medio de la multiplicidad y
. ning). Las señales son "operadores"; los símbolos son "designadores". de la variedad sin límites de las imágenes míticas, de los dogmas reli-
Las señales, aún siendo entendidas y utilizadas como tales, poseen, no giosos, de las formas lingüísticas, de las obras de arte, el pensam~ento
obstante, una especie de ser físico o sustancial; los símbolos poseen filosq§co nos revela la unidad de una función general en cuya virtud
únicamente un valor funcional» 3 • todascreaciones se mantienen vinculadas. El mito, la religión, el arte,
el lenguaje y hasta la ciencia, se consideran ahora C_?mo ot:as tantas
Las señales están juntas a la realidad física, mientras los variaciones de un mismo tema y la tarea de la filosofia consiste en ha-
símbolos tienen solamente un valor funcional, en cuanto que son in- cérnoslo com prensible» 4 •
termediarias o medios entre el hombre conociente y la realidad conoci-
da. Según Cassirer, el conocimiento humano es esencialmente simbóli- El símbolo realiza, entonces, la estructura del signo, que es
co y la cultura es el conjunto de todas las actividades humanas, que es- una relación entre dos elementos: el significante y el significado. Lo
tán conectadas por la naturaleza humana, pero entendida como simple específico del símbolo se halla en el diferente ni~el ~':le tie~en .los dos
uinculum functionale (y no substantiale); por eso la cultura se convier- elementos (ej.: significante visible y significa~o mvisible, si~ificante
te en segunda naturaleza. Para entender mejor el pensamiento de material y significado espiritual, etc.). Sintéticamente, el signo hace
Cassirer leemos atentamente otro texto, bastante largo pero muy sig- conocer, el símbolo hace pensar.
nificativo.
Por consiguiente, si consideramos el cuerpo humano como
«Todas las obras humanas surgen en particulares condiciones significante del espíritu (alma) humano significado, queda claro que
históricas y sociales y no comprenderían jamás estas condiciones espe- tiene justificación aplicarse al hombre la noción de ~ímbolo. De a9uí
ciales si no fuéramos capaces de captar los principios estr cturales ge- resulta que todas las actividades y obras humanas tienen un sentido
nerales que se hallan en la base de esas obras. En nuestro estudio del simbólico.
lenguaje, del arte y el mito, el problema del "sentido" antecede al pro-
blema del desarrollo histórico [. .. ]. En este momento tenemos que tra-
zar una distinción neta entre un punto de vista material y otro formal. 2.2. Dep.reciación del cuerpo
Sin duda que la cultura se halla dividida en actividades que siguen lí-
neas diferentes y persiguen fines diferentes. Si nos limitamos a con- Se presenta un argumento a favor de la unidad personal del
templar sus resultados -las creaciones del mito, los ritos o credos re- hombre, por vía negativa, en el sentido que la depreciación del cuerpo
ligiosos, las obras de arte, las teorías científicas- parece imposible re- es la consecuencia de una visión dualista del hombre, en la cual, alma
ducirlos a un denominador común. Pero la síntesis filosófica significa y cuerpo son dos entidades opuestas y contradictorias. Examinamos el
algo diferente. No buscamos una unidad de efectos sino una unidad de dualismo platónico y cartesiano.
acción, no una unidad de productos sino una unidad del proceso crea-
dor. Si el término humanidad tiene una significación quiere decir que, El dualismo platónico considera el cuerpo como algo negativo;
a pesar de todas las diferencias y oposiciones que existen entre sus va- una cárcel del alma: el hombre es espíritu y, para realizarse, tiene que
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la dialéctica: la lógica de la analogía se construye con relaciones de básica (de comer y de no ser comido) ha provocado, en el mundo
semejanza y es la más importante cuando el hombre realiza el conoci- animal, el fenómeno de la depredación, en el cual presas y depreda-
miento de sí mismo y de los demás; en cambio, la lógica de la identidad dores tienen comportamientos muy diferentes: las presas están con-
se construye con relaoiones de identidad y es la más importante cuan- tinuamente empeñadas en mejorar las estrategias de defensa (velo-
do el hombre elabora los conceptos en su lenguaje; la primera es ambi- cidad, aguijones, corazas, venenos, etc.), 1!1ientras los dep;ed.adores
gua, la segunda es unívoca. están empeñados en mejorar las estrategias de ataque (tecmcas de
caza, salto, sorpresa, agresión, fuerza, etc.). El mimetismo, está
La multiplicidad de las culturas depende del uso analógico de presente tanto en las estrategias de defensa como en las de ataque,
la racionalidad; y reconocer la legitimidad de ese uso hace comprensi- actúa de diversa manera la simulación, en cuanto la presa o el de-
ble y apreciable el pluralismo cultural. Edgar Morin, en su ensayo 5 , predador engaña al adversario fingiendo ser diferente de lo que es
nota que la ciencia tiene dificultad acerca del proceso y de la naturale- en verdad.
za de la analogía, y no tiene todavía conceptos adecuados para com-
prenderla, continuando a privilegiar el cuantificable que se puede re- Para comprender la importancia y la extensión del mimetis-
ducir a unidades discretas, discontinuas y digitables. Tenemos que mo en los animales, hay que codificar un principio general: el movi-
descubrir el origen y el funcionamiento de la racionalidad analógica; miento vital de un organismo incluye también el ambiente natural en
este origen está muy lejos en la evolución de la especie humana y se su estructura orgánica, de manera temática y subordinada a esa es-
puede descubrirlo siguiendo algunos procedimientos vitales de nuestra tructura antes que se diversifiquen la esfera orgánica (el viviente) y la
vida personal corpórea. esfera e~traorgánica (el ambiente). Esta diversificación exige la inter-
vención de alguna inteligencia presente en el mismo organismo.
3.1. Origen del proceso analógico Todas las operaciones miméticas están finalizadas a la su-
pervivencia del viviente: el mimetismo no se limi~a a las manifes~acio
La evolución de la vida humana, como se manifiesta en el nes más visibles y más notables a los naturalistas, pero comienza
hombre de hoy, tiene todavía sus contactos con la physis, es decir con cuando el territorio, más que ser simplemente reconocido y ocupado de
la vida animal, que alguna vez sale sin control en los enfermos men- las marcas inductivas, inhibitorias y memorativas, se hace, por la
tales; y también cada hombre, en su vida ordinaria, conoce y actúa a transposición temática de sus datos, de alguna manera, secreto y es-
menudo la simulación, que no es mentira sino control y protección de tructurado para el mismo animal como medio artificial e instrumental
su propia intimidad. Esta actitud del hombre logra el mimetismo ani- de captura y de nutrición, de agresión o de defensa. El fenómeno del
mal, donde la simulación es la ley de la vida en el depredador que mimetismo logra así inmediatamente la necesidad de la nutrición, tan-
quiere comer, y en la presa que no quiere ser comida. Por eso tenemos to del animal como del hombre. Los muchos ejemplos de captura de la
que examinar ante todo los comportamientos de los animales, y tam- presa, mediante la yesca, muestran la eficacia de ?a analogía, pues que
bién aquellas experiencias humanas tan profundas que fijan, en el de- la yesca sale de un proceso perceptivo y expresivo, que crea algo de
curso de la vida del hombre, un nuevo antes y después: el fenómeno del ambiguo, en que el depredador y la presa pueden llegar juntos; en la
mimetismo cubre todo el mundo animal, incluso el humano; las expe- yesca hay un comportamiento analógico, en el cual un viviente simula
riencias humanas, que realizan de alguna manera una iniciación, son modelos o trucos para atraer a su presa.
casos límite que nos permiten comprender la intervención de la analo-
gía en la formación, que el hombre hace de la conciencia de sí mismo y Entonces podemos concluir que la analogía (de los símbolos
de su lenguaje. más que d~ los conceptos) se expresa como la lengua univer~al de la
simulación y/o imitación, que es ante todo la lengua de los ammales y
a) Mimetismo en el mundo animal. Los animales salvajes, que viven que se actúa en fa naturaleza: en el mimetismo vemos obrar la analo-
libres en la naturaleza, tienen que alimentarse con una adecuada gía en todos los intentos de supervivencia de los animales, así como
cantidad de calorías, que les permiten moverse, respirar y percibir. vemos obrar la lógica de la identidad, (que ahora podríamos llamarla
Para proporcionarse esas calorías los animales pueden irse por dos también matemática) en el orden cósmico de las estrellas y de las esta-
rutas: la de los herbívoros (que comen las plantas) y la de los carní- ciones.
voros (que se comen a los herbívoros). Precisamente esta exigencia
Por eso está claro que la analogía es, en un cierto sentido, la
MORIN Edgar, Le Paradigme perdu: la nature humaine, Paris 1973. (1l paradig- lógica primordial y universal del reino animal; y también el hombre es-
ma perduto: che cos'e la natura umana?, [Bompiani 1974], Feltrinelli, Milano 1994). tá comprometido en comprenderla, en utilizarla y en perfeccionarla: el
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hombre aprende rápido la lengua de la analogía, no sólo imitando las puesto que la absoluta identidad y la absoluta diferencia son conceptos
estrategias de los animales para lograr alimentarse (como acontece en límite, nosotros hacemos continuamente uso de la analogía, también
la caza y en la pesca), sino también expresando sentimientos vitales y cuando entendemos usar la lógica de la identidad. Por consiguiente, la
teniendo relaciones afectivas fecundas: la lógica de la analogía es la ló- analogía y la identidad deben ser vistas como la explicación del esfuer-
gica de la vida; y la vida no puede expresarse enteramente sólo con la zo que pone la mente humana para lograr la verdad en lo que conoce y
lógica de la identidad. afirma.
b) Experiencias corpóreas y transformación espiritual. En nuestra Ahora está claro que hay una estricta relación entre la analo-
existencia tenemos alguna vez experiencias, espirituales y corpó- gía y las culturas: la mutiplicidad de las culturas es la consecuencia
reas, tan fuertes que determinan una fractura en el conocimiento lógica de nuestro continuo uso de la analogía; quitada la analogía, se
de nuestra vida: tales son las experiencias de iniciación, que en al- tiene que reconocer y afirmar la unicidad de la cultura, entendida co-
gunas culturas están aún ritualizadas y que son traumatizantes; mo patrimonio cultural universal, común a toda· la especie humana.
pero tales pueden ser también otras experiencias análogas que lle-
van un gozo o una pena vehementes: el embarazo de una mujer, b) Razonamiento por analogía. El razonamiento por analogía esti-
hacerse padre o madre, la muerte de familiares cercanos (hijos, mula la búsqueda, orientándola hacia nuevas y más atrevidas me-
padres, cónyuges), pruebas espirituales tan fuertes que provocan tas y transfiriendo un orden de relaciones, descubierto en un siste-
cambios radicales en las elecciones de la vida, etc. El cambio inte- ma, en otro sistema; así, el descubrimiento de los satélites de Júpi-
rior, provocado por estas experiencias, se expresa, de manera es- ter, sugirió a Galileo Galilei, por un procedimiento analógico, consi-
pontánea, en nuestro hablar (y escuchar) que cambia cualitativa- derar satélites también en los otros planetas alrededor del Sol, para
mente: las palabras, aunque guarden el significado que la lengua buscar, de esta manera, una confirmación a la teoría copernicana;
les asigna, cambian sentido y valencia afectiva. y, en tiempo más reciente, la analogía entre el sistema solar y el
sistema atómico permitió profundizar y comprender mejor la es-
tructura del mismo átomo, a pesar que esta analogía se haya reve-
3.2. Lógica de la analogía lada después arbitrariamente. Podemos decir, en fin, que la analo-
gía obra no sólo mediante la unificación, sino también con la obser-
La lógica de la analogía tiene su coherencia, fundada sobre el vación, la estimulación y la anticipación; así ella puede descubrir la
r~zonamiento por analogía; coherencia que no excluye una cierta am- verdad sobre todo poniendo problemas, también saliendo de premi-
bigüedad, porque está todavía construida sobre relaciones entre reali- sas discutibles y falsas y llegando a resultados fácilmente supera-
d.ades similares. Por eso hay que intentar reducir la ambigüedad, pre- bles.
c~san~o, .en c~anto es posjble, las reglas de su funcionamiento. Es pre-
ciso distmguir la analogia de la omología: analogía es semejanza de El razonamiento por analogía puede ser formulado como un
funciones, omología es semejanza de estructuras y es lo que hace fun- silogismo de la segunda figura, (el término medio es el predicado de las
cionar el principio del isomorfismo. dos premisas), o de la tercera figura (el término medio es el sujeto de
las dos premisas). Ejemplo: si A está luchando con By también C está
a) Definición de la analogía. Hoffding define la analogía como una luchando con B, hay que reconocer una analogía entre A y C en la lu-
s~mejanza entre dos objetos, que son tales no por particulares pro- cha que tienen con B. Entonces damos una forma silogística a esta re-
piedades o partes de esos objetos, sino por las relaciones internas flexión: según la segunda figura (A es enemigo de B, C es enemigo de
entre esas propiedades y esas partes; y las relaciones tienen algo B) o la tercera figura (Bes enemigo de A, Bes enemigo de C); ahora, si
dinámico y no estático. Tenemos otras definiciones: Aristóteles dis- tenemos que tomar una conclusión, la hostilidad de A y de C hacia B
tinguía una analogía cuantitativa y una analogía cualitativa; la fi- no significa que· A y C sean amigos ni tampoco enemigos. En verdad,
losofía escolástica elaboró la analogía de atribución (terminus ana- de dos premisas particulares no se puede sacar ninguna conclusión ló-
logl.fs convenit pluribus propter ordinem ad unum) y de proporcio- gica, sino sólo una indicación o un indicio de conclusión. Por eso, desde
nalidad (terminus analogus proportionalitatis est qui pluribus con- el punto de vista dialé<i~ico el razonamiento por analogía es un sofisma
venit propter aliquam similitudinem proportionum); en fin hay que y todavía , parece ser connatural a la mente humana, que a menudo
distinguir la analogía propia e impropia o metafórica. procede uniendo energías y tendencias aunque se contraponen especi-
ficándose demasiado: el razonamiento por analogía pone juntas razón
Esto es el problema de fondo: entre la identidad absoluta y la y fantasía, distancia objetiva y participación simpática, disciplina me- ·
diferencia caótica, funciona la lógica de la analogía; en otros términos, tódica y efervescencia creativa.
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En la búsqueda de la verdad el razonamiento por analogía se Entonces intentamos comprender mejor la formación de esas
hace fecundo: la analogía puede engañarnos a menudo, pero no siem- motivaciones y, en seguida, esos valores, que justifican nuestros com-
pre; y es un aprecio de la mente humana darse cuenta de los errores. portamientos, a nosotros mismos y a los demás. Creo que podemos ela-
borar alguna explicación, reflexionando sobre la naturaleza y la fun-
ción del deseo en nuestra vida: los deseos humanos parecen ser marca-
3.3. Uso de la analogía dos por un carácter metonímico.
El uso de la analogía en los comportamientos humanos es La metonimia es una expresión luingüística que significa
analógico, es decir, que se hace de diferente manera en el hombre pri- «cambio de nombre»; y es una figura de significación, que se acerca
mitivo, en el niño, en el poeta, etc. Restringiendo el campo de nuestra mucho a la sinécdoque hasta identificarse en algunos casos. El cambio
reflexión, ahora ponemos atención a la aplicación de la analogía en el del nombre sobrentiende un cambio de significado y, por eso, también
conocimiento y en el intercambio de mercancías: no logramos expresar un cambio de objeto. Afirmar que cada deseo humano tiene un carácter
lo que sobrepasa la experiencia y el conocimiento por la vía dialéctica, metonímico significa reconocer que nosotros, cuando deseamos una co-
e igualmente no es la lógica de la identidad que determina el valor co- sa, deseamos también todo lo que le está alrededor, con una cercanía
mercial de las mercancías. que puede ser física, representativa, emocional y lógica; se desea algo
a) La analogía en la expresión de lo que sobrepasa la experiencia siempre en su contexto. Por eso, para evidenciar la dilatación natural
y el conocimiento. Alean, en su ensayo La Siente des Symboles del deseo humano, extensiva e intensivamente, me parece útil tomar la
(1976), pone la pregunta siguiente (presuponiendo que los peces se- metonimia como paradigma de nuestros deseos..
an animales racionales): ¿cómo podríamos enseñarles qué son las
nubes y la lluvia? Si les decimos la simple verdad, no podemos ser El fenómeno de la cercanía, que es central en la metonimia,
comprendidos, porque es inimaginable para ellos que dentro del se convierte en un equivalente lingüístico en el conjunto de los objetos
agua caigan vapores vesiculares llenos de agua. Tenemos que usar deseables, en el cu,al el hombre, fijando su mirada sobre un objeto, ac-
un medio de comunicación indirecta, procediendo con la lógica de la túa su adhesión a algo más deseable que lo atrae de manera predomi-
analogía es decir con símbolos y metáforas: podemos parangonar las nante; y cuando un deseo queda satisfecho, en seguida, otros objetos se
nubes a las manchas blancas que hacen los huevos de los peces en presentan para atraernos. Así toma forma una dilatación permanente
la época del celo; y las gotas de agua, a los peculios que caen dentro de los deseos humanos; dilatación que se estructura según las leyes de
del agua después de su nacimiento; y concluir: «cómo aquí en el mar la contigüidad (cercanía) de los objetos deseados.
desde esas manchas blancas caen gotas vivientes, así en otro lugar
desde otras manchas blancas caen gotas de agua». a) El deseo humano en cuanto humano. El específico del deseo hu-
mano está en su fuerza de superar la pura datidad de los objetos
b) La analogía y el trueque de mercancías. Ante todo hay que dis- deseables. El deseo en efecto puede desarrollarse según dos modali-
tinguir, en cualquier cosa, un valor de uso y un valor de trueque: el dades, aquélla del pasaje del estímulo (de una pulsión) a la respues-
primero está establecido para la necesidad o un deseo del individuo; ta, y aquélla de la superación de una necesidad satisfecha. La pri-
el segundo, para la necesidad o el deseo de una colectividad de per- mera modalidad es típica de los animales y del hombre inclusive
sonas. El valor de trueque convierte la cosa en mercancía: es un (por algunas dimensiones animales que él aún guarda), mientras la
valor comercial. Pues el trueque de mercancías se hace posible sólo segunda es exclusivamente humana, pues que sólo el hombre es ca-
si los bienes, que se permutan, tienen un valor igual para las per- paz de superar la simple satisfacción de una pulsión, en cuanto lo-
sonas que hacen el trueque. gra ac~lerarla y también renovarla: por ejemplo, el hombre no sólo
espera a tener hambre, sino que puede también excitar el apetito; el
Entonces la lógica de la analogía interviene exactamente pa- hombre logra convertir, lo que en el animal es sólo una pulsión de
ra establecer esa igualdad de valor que tienen los bienes permutados estación, en un deseo siempre despierto.
en las actividades comerciales y económicas.
b) El deseo humano y el trueque de mercancías. El análisis hecho
4. CARÁCTER METONÍMICO DEL DESEO al carácter metonímico del deseo humano está aplicado en la cultu-
ra de los medios de comunicación de masa, sobre todo por los men-
El carácter metonímico del deseo, evidencia las estrategias sajes publicitarios. En efecto, los estudios sobre la búsqueda de las.
complejas por las cuales se forman las motivaciones y los valores, que motivaciones, en el comportamiento del hombre, han demostrado
funcionan al interior de una cultura. que la compra de una mercancía responde siempre a determinados
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deseos que tiene un individuo; y su consumo, en los casos más fre- cimiento simbólico; y que se expresa ordinariamente, en el mito; y
cuentes, está influenciado más por la intensidad del deseo que el mito tiene dos aspectos correlativos, en cuanto él realiza siempre
promete satisfacer, que por la efectiva calidad del producto mismo. una estructura cognoscitiva del mundo (más o menos racional) y
una correspondiente percepción interpretativa. El mito expresa un a
creencia, que es la motivación de las costumbres de vida de una cul-
5. DEDUCCIÓN DE LAS CATEGORÍAS CULTURALES tura, que tiene que ser confirmada por la celebración de su rito co-
rrespondiente. El desarrollo del pensamiento científico y de la bús-
Cada cultura presenta tendencias (movimientos de desarro- queda filosófica, ciertamente ha quitado a los mitos el valor objetivo
llo); y esas se actúan de diversas formas. Si intentamos establecer una y cosmológico, pero no el valor antropológico que nace de su inter-
clasificación de las diversas expresiones cultur:1les, debemos reconocer, pretación del mundo: el mito queda de cualquier manera como una
en cada cultura, la existencia de cuatro tendencias fundamentales (co- expresión fundamental de la vida humana, calificada por la sociali-
nocimiento, expresión, relación, cosmovisión), que pueden actuarse se- dad, el dinamismo que lo traduce siempre e:h ritualidad (las accio-
gún las tres formas dialécticas clásicas (tesis, antítesis, síntesis). Así el nes tienen más valor que las representaciones), y por una cierta ra-
conocimiento puede estructurarse según la forma del mito, de la cien- cionalidad más extendida que el territorio de la dialéctica. Me pare-
cia y de ia historia; la expresión, según la forma del lenguaje, de la ce útil el presente texto de Cassirer: «En lugar de tratar con las co-
técnica y del arte; la relación, según la forma de la familia, de la eco- sas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigno
nomía y de la política; la cosmovisión, según la forma de la magia, de mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísti-
la idolatría y de la religión. cas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no
Es evidente que se presenta una simplificación de las expre- puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este
siones culturales, una "radiografía" para mostrar la complejidad del medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teorética que
fenómeno cultural. Pero me parece que esta simplificación puede d~r en la práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de crudos hechos
nos algunas útiles indicaciones, en el sentido que una componente do- o a tenor de SU!? necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien,
minante en una cultura tiende a enlazar, por constelación semántica, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusio-
las componentes más cercanas en orden a la producción de sentido. nes imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños»6 .
b) La ciencia nace con el pasaje del uso de los símbolos al uso de los
conceptos; pasaje que, según Cassirer, se ha hecho, mediante la a~
5.1. Percepción y Conocimiento ción de contar los acontecimientos y las cosas, que introdujo en los
conocimientos criterios de cantidad y univocidad; y el saber científi-
El primer movimiento de la vida del hombre es una respuesta co se caracteriza por ser verificado y ordenado.
a un estímulo: son la sensación y la percepción que producen experien-
cia y conocimiento. En el conocimiento humano, sensible y racional, c) La historia es el equivalente étnico y cultural de la memoria y del
encontramos el ejercicio de los sentidos externos, de la memoria, de la conocimiento de sí mismo: tanto el individuo como el grupo reali-
imaginación, del sentimiento, de la creencia; pero es el uso, siempre zan una autoconciencia, que es memoria y conocimiento de sí; más
más refinado, de la racionalidad que prueba y verifica, que permite al aún, por la cultura la pérdida de la memoria provoca su desapari-
hombre realizar un conocimiento verdadero de la realidad y de sí mis- ción. Ahora la autoconciencia de la etnia cultural se actúa con la
mo. Para comprender las varias formas que puede asumir la operación experiencia del hic et nunc, es decir unificando el tiempo (el apriori
de conocimiento, me parece útil fijar la atención sobre el saber, que se del mito) con el espacio (el apriori de la ciencia), y haciéndose así cono-
actúa de manera fuerte en la ciencia. Desde esta forma podemos pues cimiento cíclico y lineal, que luego se convierte en tradición e historia.
comprender también el pensamiento mítico y el conocimiento histórico.
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ro distinto que la simpatía mítica y mágica; proporciona finalidad a un d la temperatura del cuerpo puede ser signo de una enfermedad en
nuevo sen~imie.nto, el de individualidad. Nos enfrentamos aquí a una incubación, etc.), de la señal (cuando nos hace conocer algo que es de
de l~s antinomia~ fu.~damentales del pensamiento religioso. La indivi- RU misma naturaleza) o del símbolo (cuando nos hace conocer algo que
dualidad parece implicar una negación o al menos una restricción de no es de su misma naturaleza).
esa _universalidad del sentido postulada por la religÍón: omnis determi-
natw est negatio. Sign~fica e:risteJ?-cia finita y mientras no rompamos · No existe la semiosis pura y fuera de un context? de vi~a; .en
las barreras de esta existencia fimta no podemos captar lo infinito. El mbio existe la experiencia personal, cargada de un sentido subjetivo
progres? del pensamiento re~igioso tenía que resolver esta dificultad y y objetivo, o sea inmersa en un contexto relacio"!'al cultural que sale de
este ~~igma. Pode.mos. se~ir este_ pr.ogreso en una dirección triple; la vida natural del hombre: el natural (de nasci = nacere) y el cultural
desc~ib.irlo en sus implicacrnnes psiqmcas, sociales y éticas. El desen- (de colere = cultivare) constituyen la praxis, el obrar de cada día del
volvimi~nto de la conciencia individual, de la social y de la moral tien- hombre viviente. La naturaleza pues es todo lo que está dado al hom-
de al mismo punto, muestra una diferenciación progresiva que conduce bre, que se desarrolla y se renueva. con formas ª:'ltónomas y según le-
finalmente a una nueva integración» (Cassirer 1944; 1967, 147). Y más yes propias; la cultura está producida P?r el conjunto d~ los actos con
adelante: «Los grandes maestros religiosos de la humanidad encontra- quienes el hombre cultiva algo para cu~tivarse y ser sí mismo: la cultu-
ron, si_n emb~go, un nuevo impulso con el cual, de aquí en adelante, se ra manifiesta la naturaleza y, en segmda, la naturaleza puede ser co-
condujo la vida del hombre en otra dirección. Descubrieron en sí mis- nocida sólo por la cultura.
Il!?s un po.de~ positivo, n~ de. inhib~ción sino de inspiración y aspira-
cion. Convirtieron la obediencia pasiva en un sentimiento religioso ac- Por consiguiente, si la cultura sirve para comp.render la natu-
tivo» (Cassirer 1944; 1967, 164). raleza, no es posible tomar la na~uraleza para det~r~mar la cultura.
La naturaleza está entonces manifestada por la actividad humana, pe-
ro no creada originariamente por ella. Por eso debemos reconocer. que
6. SEMIOSIS Y GESTUALIDAD el hombre, por su n.aturaleza, es un ser cultural que no puede realizar-
se sino culturalmente: la opositividad de naturaleza vs cultura, aun-
. La semiosis es el acto de la comunicación realizada por un que se reduzca mucho, no desaparece, porque su motivación de ser está
si~o, que ~e act~a c~~do un sujeto (emisor - enunciante) dirige a otro en el reconocer la existencia de seres originariamente no creados por el
S~Jet~ (destinatario - interprete) un mensaje (significante), que lleva algo hombre; y ese reconocimiento haría al hombre c~nsciente de s~s pro-
(sign_ificado) acerca de cualquier cosa extrasemiótica (referente), por un pios límites acerca de la naturaleza, de la cual el no puede disponer
med10 co.n~reto (c~nr:-l) y predeterminado a la significación según cier- arbitrariamente como si él fuera su creador. Por eso no todo es cultura
tas cond~~rnnes (codigo), para.~ acuerdo preliminar que se ha puesto y no todo es naturaleza: hay límites impuestos por la naturaleza a la
(con_vencwn). E~tonce~ la .semiosis nos lleva a la noción del signo; pues cultura y por la cultura a la naturaleza.
el signo (del griego: semewn), en el sentido común, es una entidad (a)
que .está al puesto de ot:a entidad (b), aliquid quod stat pro aliquo: a La relación de naturaleza vs cultura se podría aclarar mejor
es. signo de ?;. pero el signo es también una especie de síntoma (del reconociendo que la naturaleza de un ser es su estatuto ontológico (su
griego: tekmerwn) que hace conocer algo otro de sí con el cual está uni- esencia) entendido como el primer principio regulador de su obrar; la
do. Por eso de a, al puesto de b, puede actuarse según dos modelos: el natural~za de un ser sería la misma operatividad de su estatuto onto-
de la equivalencia o sustitución (A= B) y el de la implicación o inter- lógico; y la especie sería una idéntica operativid~~ compar~ida a o~r~s
pretación (A ::J B). El segundo modelo parece preceder y fundamentar individuos. Sin embargo, parece que esa operatividad pudiera recibir
el primero: y el énfasis del signo como equivalencia está unido al énfa- ulteriores determinaciones y desarrollos de y por la cultura; pero esa
sis del signo lingüístico sobre todos los demás signos. movilidad,' provo~ada por la cultura a la na~uraleza, serí~ una movili-
dad de la operatividad del estatuto on~ológico y no, .Pr.opiamente, una
, ..;\} final los dos ~odelos se unen en la función del signo que modificación de él mismo; y eso produjera un conocimiento mayor del
r~envia siempre a algo diverso de sí; y por eso podemos decir que el mismo estatuto ontológico, como también la cultura provoca un mayor
signo es un elemento, de diversa naturaleza, que designa o hace cono- conocimiento de la naturaleza.
cer otro elemen~o, según los modos de la inferencia (A ::J B); y de los
mo_dos ~e reenviar a otro ~e sí dependen los diferentes tipos de signo. Este prospecto introductivo nos permite poner la semiosis,
Asi el signo puede cónvertirse en un equivalente del índice (por ej.: el como acto de comunicación signífera, en el marco de la cultura, enten-
color oscuro del cielo es signo de un inminente chubasco, la alteración dida como «ecosistema socio-cultural» en el cual cada individuo nace a
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l~ comunicación coi;i los demás, en línea sincrónica y diacrónica, inser-
tandos.e en la praxis cultural y contribuyendo, desde el interior, a su b) Palabra y rito. Cada rito es un procedimiento desarrollado según
evolución y a la trascendencia del mismo. reglas determinadas y compartidas, con un sentido sacro, que está
junto con un mito cosmológico; con eso, el rito, que tiene un sentido
fuerte, asume siempre connotaciones religiosas y está ejecutado se-
6.1. Prioridad del verbo (acción) sobre el nombre (esencia) gún normas rígidas en quienes palabra y gesto parecen actuar una
tarea esencial: la palabra aclarece lo que el gesto muestra.
La semiosis toma forma entonces en nuestra physis (conjunto
de~ n3:turaleza Y cultura) ~' antes de articularse en tipos y grados se- La relación entre palabra y gesto tiene que realizarse con jus-
~anticos, es resp?esta a diversos estímulos; respuesta que puede repe- to equilibrio para guardar el mismo procedimiento de ritualidad, que
tirse en casos ~alogos y re?rdenarse según aquella variedad de senti- puede desaparecer cuando hay un máximo de palabra (con un mínimo
do, que nuestra ~terpretac1ón de cada situación vivida, exige en el ac- de gesto) o un máximo de gesto (con un mínimo de palabra): en el pri-
to de l~ percepción y autopercepción. Así parece claro que la semiosis mer caso el rito se convierte en recitación; en el segundo caso se con-
s~ arraiga en nuestra producción de sentido, en nuestra experiencia de vierte en mímica esotérica.
vida cargada de aqu;lla valen~i~ subjeti~a qu~ se le hace sentir, por
s1:1puesto nuestr~, as1 co~o ~~~ lo~ca de la .identidad se arraiga en la ló- El rito es siempre eficaz, en el sentido de que actúa de una
gica de la analogia, y la lingmstica se sostiene con la estilística. identificación cultural en todos los que participan a ello: si el mito es
un motivador de identidad, el rito es un identificador de identidad; pa-
Por consiguiente, antes de los conceptos elaboramos las imá- ra realizar su función el rito tiene que ser creído por quienes partici-
~enes, antes del .si~ificado (junto al conocimiento) tenemos el sentido pan a él; y la creencia de cada uno está confirmada por la creencia de
(junto a la experiencia), ~ntes de la lengua (con sus reglas) tenemos la todos. Por otro lado el grupo cree al rito, sólo cuando tiene capacidad
palabra, antes de las noc10nes tenemos las acciones· en breve el verbo de reconocerlo, es decir solamente cuando el rito corresponde a la pra-
precede el sust.antivo, J?Orque el gesto precede la p~labra. Co~ eso me xis convivida por el grupo: es el círculo de la ritualidad (el rito tiene
~arece necesario reflex10nar sobre la relación entre semiosis y gestua- eficacia si es creído, y es creído si tiene eficacia).
lidad hu~ana; pero g.e~tl~alida~ or~~izada según reglas, en analogía
a la relación ~ntre estilistica y hngü1stica acerca del acto individual del Conclusión: el rito tiene que expresar una producción de sen-
hablar, estu~1ad~ por la retórica; una gestualidad de este tipo es cier- tido antes que expresar una operación de significado; en el rito es más
tamente la r~tualidad, o sea, el conjunto de las costumbres normativas importante lo que acontece que lo que se platica. ·
que caracterizan una cultura.
a) ~esto Y p~labra. La inmersió~ de un individuo en el tejido de los 6.2. Producción de sentido y búsqueda del consenso
m~ercamb10.s c.ulturales se realiza según su ritmo de crecimiento: el
primer. moy;m1ento de vida, en el regazo materno, es ya un gesto de La producción de sentido está en la respuesta a un estímulo,
comumcac10n; es luego palabra platicada por un cuerpo a otro cuer- y se actúa con un movimiento que sale del interior, y que llega al exte-
po, que no. están aún separados. Entonces el gesto nace con la vida rior (agere, expresión) como respuesta a otro movimiento que sale del
Y es anteri~r a la pa~B:~ra; por eso la misma palabra es urgía antes exterior y llega al interior (pati, impresión). El sentido producido es
que ~er logi.a, e.s em1s10n de energía antes que ser emisión de soni- natural y cultural, es decir, que nace de la corporeidad del hombre (na-
d~: sm resp1rac1ón (gesto ~e insp~irar y espirar) no hay palabra; más turaleza) y de su cultivación personal (cultura); es el fruto de la con-
aun, la palabra es la articulac10n del grito (del recién nacido del vergenci'a del patrimonio genético y del sistema psico-cerebral (en el
g.uerrero, del atleta de artes marciales, etc.): el lenguaje nace p~r el nivel individual), del sistema ecológico y del sistema socio-cultural (en
silabeo del grito y del respiro.
el nivel colectivo). La respuesta de cada hombre espera al consenso de
los demás; esta exigencia se convierte en una necesidad de comunica-
. E! gesto toma la dirección de la expiración y, por eso, significa ción que implica la misma corporeidad del hombre.
salida de s1: es ~n se. gerere, un irse hacia, un llevarse a, un exponerse
a. Pu~s el gesto implica un darse a alguien y necesita una acogida para a) Impresión (pati) y expresión (agere). La función comunicativa de
repetirse. S?l? una acogida universal, que supera aquélla de la madre la corporeidad se esclarece reflexionando sobre el pati y el ager~,
Y de la fa~rul~a~ favorece la evolución del gesto en verdadera palabra, dos momentos comunes a todos los sentidos que son la acción (que
en el acto mdiv1dual que usa la lengua propia de una etnia. se queda) de la impresión (actio immanens) y la acción (que pasa)
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de l~ expresión (actio transiens): el pasaje de la impresión a la ex-
presión se a.ctúa por medio de la imaginación, porque la imagen es 1 ngua, en la cual el habla es un singular acto expresiv~ y comunicati-
representación y energía; y la fuerza de la impresión está directa- vo mientras la lengua es aquel conjunto de reglas sedimentadas que
mente proporcionad'!' al imJ?;rativo de la expresión; en fin, lo que se ha'cen la tradición lingüística de un grupo social.
expresa.,, renueva la impres10n y, por eso ' el estímulo de una nueva
expres10n. El habla, en cuanto a fenómeno expresivo, hace una .relaci.ón
entre dos elementos, uno fisiológico (el acto fonético) y ?tro psicológi.co
b) Gesto. (se gerere) ~don (en el don se dona el donante). Lo que ca- (la atribución de significación al sonido), qu~enes marufestan la exis-
racteriza la expresión del hombre es comunicare algo comunicándo- tencia de dos series de fenómenos correspondientes.
se: en el don, en cuanto don, está siempre presente el que dona y el
que se dona: es el don de sí mismo que hace don lo que el hombre El habla en cuanto a acto de comunicación, revela y pone en
dona. Así la expresión se convierte en gesto y gestualidad (del latín acción el pasaje a' la lengua y realiza. sus condiciones o reglas .. Las fo-
se ge~er~ ~ darse, exponerse), que se encuentran como la palabra nías y las significaciones actúan, poméndose, un valor, ~n sen~ido. pre-
~ac~o .mdividu~~) y la lengua (patrimonio colectivo). El gesto de un ciso en el contexto más ancho y diverso de las otras fo.mas y sigmfica-
ciones: aunque sean diferentes, por el valor se hacen iguales: dos ~o
~ndivi~?º' pomendose en la línea del lenguaje, realiza también una nedas de diez pesos son la misma moneda, porque represent~ el mis-
mserc10~ en la co~ectividad de los demás sujetos, por quienes los
gestos tienen el mismo valor y se hacen, por eso, acciones rituales mo valor (diez pesos); así el tren que va de Roma a Ve~ecia de las
en las cuales los agentes se reconocen. 10:30 es cada día el mismo tren, porque representa ~ mismo ~alor o
función (dirección, horario, paradas), aunque en realidad cambien ca-
c) Gestualidad estética y artística (para evidenciar la semiosis sim- rrozas, viajeros, personas de servicio, etc.
ból~ca): la belleza es el ;l.emento .común a la gestualidad estética y Fonías del mismo valor se agrupan en unidades d~chas s~gn~
artistica; pero en la estetica la misma persona se ofrece con gratui-
dad Y con su esplendor; en la artística la persona se hace C:lon en su ficantes; así significaciones del mismo valor, en. unid.acles dichas .signi-
obra, para convertirse en don universal. La obra de arte más com- ficados. Por eso, el significante está dado por la identida~ de función de
pleta, en la cual la persona puede realizar su don universal es la muchas fonías; el significado, por la iden~ida.d de función de ~u~has
danza, que le permite hacer poesía en su propio cuerpo: la danza es significaciones. Cada significante y cada significado se autodehmitan,
la poesía del cuerpo. mediante la oposición a los otros valor~s: ~ada uno es .lo ~ue es, porque
no es éste o aquél. El conjunto de los sigmficantes y sign.ificados,. e~ su
recíproca opositividad, constituyen la .lengua; y l~ relación asociativa,
7. SIGNO LINGÜÍSTICO SEGÚN SAUSSURE entre significante y significado, constituye la unidad elemental ~e l~
lengua, el signo lingüístico. ~oncluyend?, el habla es ~l momento mdi-
La semiología de Ferdinand de Saussure, hace descubrir vidual y único de la realización de un signo; en cam~10 la lengu~ es la
nuevos aspectos de ~a actividad semiótica, sobre todo, el influjo del situación común y repetible del saber, que hace posible cualqmer ha-
contexto cultural y lmgüístico en la determinación del sentido de un bla. El nivel del habla es lo inmediato concreto, aquel de la lengua es el
signo o de un símbolo, y por consiguiente, su carácter opositivo. abstracto.
El carácter sistemático de la lengua impone a la lingüística 7.4. Juego de la lengua y una partida de ajedrez
de asumir, en sus investigaciones, una actitud sistemática: no en el
sentido de construir un sistema, sino en el sentido de no olvidar jamás La teoría lingüística de Saussure es maravillosamente sinte-
la prioridad del todo sobre la parte, o del conjunto sobre las articula- tizada con el paragón de la partida de ajedrez, en la cual un estado del
ciones. Por eso, la consideración del conjunto tiene que ser activa, juego corresponde bien a un estado de la lengua: como en el juego de
también en el estudio de la parte, cuyo valor depende del ser aquella ajedrez el valor de cada pieza depende de su posición en el tablero, así
parte de aquel todo. Pero «la multiplicidad de los signos, ya invocada el significado de un vocablo depende de su posición en la lengua; y co-
para explicar la continuidad de la lengua, nos prohibe terminantemen- mo las reglas del juego están fijas mientras el juego cambia con el des-
te estudiar a la vez las relaciones en el tiempo y las relaciones en el plazamiento de las piezas, así los principios de la semiología son cons-
sistema» 25 • tantes, mientras la lengua cambia con el uso que se hace de ella. Esta
aclaración de la relación entre lengua y habla se refleja sobre la rela-
Sin embargo, hay una dualidad interna a la lengua, en orden ción, más amplia, entre institución e intervención individual: lo que
a su evolución y a su estado actual: el factor tiempo y el factor sistema vale por la lengua, vale también por cada ordenamiento socio-cultural;
imponen a la lingüística diversos modos de acercarnos a ella. Desde y lo que vale por el habla, vale también por cada decisión histórica y
aquí el constituirse de una lingüística evolutiva o diacrónica y de una orientada sobre el plan social. En breve: como el desplazamiento de
lingüística estática o sincrónica. «La lingüística sincrónica se ocupa de una pieza, en el juego de ajedrez, cambia el valor de la pieza desplaza-
las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y da y de las otras piezas quedadas, así cada intervención histórica, en
que forman sistema, tal como son percibidos por la misma conciencia un ordenamiento social, cambia el ordenamiento e impone una reva-
colectiva. La estudiará por el contrario las relaciones que unen térmi- luación de la institución en cuestión.
nos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva, y que
se substituyen unos por otros sin formar sistema entre sí» 26 • Saussure ofrece pues, una nueva comprensión de la actividad
sígnica del hombre y por consiguiente, alarga el campo de sus aplica-
La lingüística entonces tiene que conducir sus investigaciones ciones. Concluyendo esta exposición documentada de las líneas esen-
sobre aquel plano en quien co-existen las varias unidades y estructu- ciales de la lingüística de Saussure, transcribo enteramente el famoso
ras posibles; ese plano está nombrado por Saussure sincrónico o idio- trozo que paragona el funcionamiento de la lengua a una partida de
sincrónico. Pero la sincronía misma exige como fenómeno complemen- ajedrez.
tario, la diacronía, porque hace parte de la doble cara del lenguaje la
referencia simultánea al presente y al pasado, en cuanto que la lengua Mas de todas las comparaciones que se puedan imaginar
es un fenómeno vital, cuyo hacerse presente es siempre la salida de la más demostrativa es la que se establezca entre el juego
una realidad que está en evolución actual. La sincronía llama en cam- de la lengua y una partida de ajedrez. En ambos juegos es-
po la diacronía; y las dos dimensiones de la lengua convergen en el tamos ante un sistema de valores y asistimos a sus modifi-
problema de la génesis de las entidades semiológicas: cada alteración , caciones. Una partida de ajedrez es como una realización
tiene su influjo en todo el sistema. ¿Cómo se justifican unidades lin- artificial de lo que la lengua nos presenta bajo una forma
güísticas, genéticamente afines y pertenecientes a sistemas lingüísti- natural.
cos diversos?
Veámoslo de cerca. En primer lugar, un estado de juego
Tal justificación no nace de la identidad fonatoria o de senti- corresponde perfectamente a un estado de la lengua. El va-
do de esas identidades, ni de la contemporánea similaridad de sentido lor respectivo de las piezas depende de su posición sobre el
y fonía, ni de la identidad del valor, sino de la identidad de los signifi- tablero, lo mismo que en la lengua cada término tiene su
valor por oposición con todos los demás términos.
2s SAUSSURE 1985; 102.
26 SAUSSURE 1985; 122. 27 SAUSSURE 1985; 29-30.
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En segundo lugar, el sistema nunca es más que momentá- bién hizo surgir una fuerza verbal como triigt por tragit,
neo; varía de una posición a otra. Es que los valores de- etc. Para que la partida de ajedrez se parezca por entero al
penden también, y sobre todo, de una convención inmuta- juego de la lengua, habría que suponer un jugador incons-
ble, la regla del juego, que existe antes del inicio de la par- ciente o ininteligente.
tida y perdura tras cada jugada. Esta regla, admitida de
una vez por todos, existe también en materia de lengua: son Por otra parte, esta única diferenaia hace más instructiva
los principios constantes de la semiología. aún la comparación, mostrando la absoluta necesidad de
distinguir en lingüística los dos órdenes de fenómenos.
Por último, para pasar de un equilibrio a otro, o -según Porque si los hechos diacrónicos son irreductibles al siste-
nuestra terminología- de una sincronía a otra, basta el ma sincrónico que condicionan, cuando la voluntad presi-
desplazamiento de una pieza; no hay trastorno general. de un cambio de ese género, con mayor motivo lo serán
Aquí tenemos el paralelo del hecho diacrónico con todas cuando enfrentan una fuerza ciega ·con la organización de
sus particularidades. En efecto: -a) Cada jugada de ajedrez un sistema de signos2B.
no pone en movimiento más que una sola pieza; de igual
modo, en la lengua los cambios sólo se refieren a elementos
Este paragón, que presenta la lengua como un juego, es su-
aislados. -b) A pesar de esto, la jugada tiene una repercu- gestivo también porque hace alusión a la importancia estética que
sión en todo el sistema; al jugador le es imposible prever asume la actividad racional del hombre en el acto de la comunicación;
exactamente los límites de ese efecto. Los cambios de valo- también la expresión es en fondo, un intento de comunicar, porque es
res que resulten ser n, según el caso, o nulos, o muy graves, búsqueda, invocación, de un interlocutor. Desde esta perspectiva, la
o de importancia media. Tal jugada puede revolucionar el gramática y la síntaxis de una lengua son como las reglas de un juego,
conjunto de la partida y tener consecuencias incluso para cuya justificación no es puramente lógica, en cuanto el sentimiento y la
piezas momentáneamente dejadas de lado. Acabamos de emotividad tienen su parte.
ver que con la lengua ocurre exactamente lo mismo. -c) El Por eso, es decisivo para el hombre, tomar en cuenta que las
desplazamiento de una pieza es un hecho absolutamente leyes del pensamiento y de la palabra no son iguales, aunque pensar
distinto del equilibrio precedente y del equilibrio subsi- sea hablarse a sí mismo; y son las reglas del hablar que tienen y tras-
guiente. El cambio operado no pertenece a ninguno de esos cienden las reglas del pensar, y no al revés. Pues es imposible tener la
dos estados: pero los estados son lo único importante. trascendentalidad del pensamiento, si no se tiene antes la trascenden-
En una partida de ajedrez, cualquier posición dada tiene talidad de la palabra: quien no sabe salir hacia el otro, con un habla
por carácter singular estar liberada de sus antecedentes; que ofrece y recibe comunión, no puede abrirse al otro que es único en
da exactamente igual que se haya llegado a ella por una su alteridad, sin tener riesgo de darse a sí mismo, proyectado en la
vía o por otra; el que ha seguido toda la partida no tiene la imagen reflejada de sus propios razonamientos.
menor ventaja sobre el curioso que viene a ver el estado del
juego en el momento crítico; para describir esta posición, es 8. SÍMBOLO EN GENERAL Y ARQUETIPO
completamente inútil recordar lo que acaba de pasar diez
segundos antes. Igualmente, todo esto se aplica a la lengua Tenemos que fundamentar la presencia del símbolo en la es-
y consagra la distinción radical de lo diacrónico y de lo tructuración de la cultura: el signo sale del símbolo; el símbolo del ar-
sincrónico. El habla no opera nunca más que sobre un es- quetipo; y el arquetipo del esquema. El punto de salida es la imagina-
tado de lengua, y los cambios que suceden entre los estados ción con sú imaginario.
no ocupan en ellos lugar alguno.
Distinguimos la imaginación, que es una facultad de la sen-
Sólo hay un punto en que la comparación no concuerda: el sibilidad interna (o sentido interno), del imaginario, que es el mundo
jugador de ajedrez tiene la intención de realizar el despla- subjetivo de las imágenes producidas y ordenadas por la imaginación.
zamiento y de ejercer una acción sobre el sistema, mientras En este sentido el imaginario tiene su realidad específica, que es obje-
que la lengua no premedita nada; es espontánea y fortui- tiva (en cuanto la imagen representa algo real) y subjetiva (en cuanto
tamente como sus piezas se desplazan -o mejor, se modifi- la imagen está cargada de afectividad).
can- en ella; el umlaut de Hiinde por hanti, de Gaste por
gasti, produjo una nueva formación de plural, pero tam- 28 SAUSSURE 1985; 110-111.
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. La imaginación se distingue también del sentido común que la realidad a la cual ella hace referencia: la imagen es siempre imagen
r~ahza1 la percepción de los objetos actuales y presentes, y de la ,;,emo- de algo. La fuerza evocadora de la imagen está dada por los signos de
r~a. que es la. facu~tad_de retener y recordar objetos pasados y ausentes: semejanza o de identidad (producidos por la imaginación) con la cosa
tip1co de_ la imagmac1ón es la capacidad de fijar, de reproducir y com- representada; y estos signos hacen la imagen un equivalente de la cosa.
bmar objetos o ~enó:r_neno~ percibidos, como si fu.eran actualmente pre- Entonces la profundidad de la imagen depende directamente de la
sentes a la c.oi:ic1e~c1a, ~1entras son ausentes, independientemente de fuerza evocadora de la cosa significada.
su real o ficticia ex1stenc1a.
Una vez aclarada la imagen, buscamos comprender más pro-
. L~ imaginación e~ por eso uno de los sentidos interiores, cuyo fundamente la imaginación, poniéndola en relación con la racionalidad
f1:mc10nam1e~to, _hecho posible por el sentido común, se une a la memo- y con la sensibilidad, y el imaginario poniéndolo en relación con el
ria Y a_la co~itatwa, en cuanto absorbe"'!( elabo!a las percepciones y las comportamiento de intención y de narración.
sensac10n~s, en cu~to reproduce esas impres10nes sensibles, también
en ausencia del estimulo actual, y las combina con extrema libertad
~xpresa s.u valor autó.nom~ y original, su estructura y su modalidad d~ 8.1. Imaginación y racionalidad
msertam1ento en el dmam1smo de la psique humana.
Concepción negativa: la imaginación está entendida como «la
Cuan~o una imagen s~ determina en la psique con un inten- loca de casa», porque no se le puede someter al control de la racionali-
t?~ la fase pas~va de l.a perce~c1ón se transforma en acción, la impre- dad (concepción frecuente en la filosofía racionalista); o bien «la sierva
s10~ en expresión, la idea en i~eal, .el pr.oyecto en moviente (empuje). del intelecto», en cuanto le provee los phantasmata de las cosas perci-
La 11:11-~gen concentra, en una smtes1s umca y energética, todas las po- bidas, sobre quienes el intelecto puede trabajar para producir los con-
tencialidad~~ de la perso~~: .fis~ológicas, psíquicas y espirituales; en ceptos.
efecto ta;n~ien las p~ras m1ciativas del espíritu, aunque pueda supe-
ra: los hm~tes. . de la imagen, ~o pue?e1:1 pero dejarlas: ningún pensa- Concepción positiva: la imaginación está vista como la fuente
miento .Y nm~ deseo son pos~bles sm imágenes. Por eso nada es más de la creación artística y de la actividad mitopoiética en general; más
complejo que la imagen; Y en mngún campo las relaciones entre físico y aún, por Kant, el ideal del bello coincide con el ideal de la imaginación.
moral, entre necesidad y libertad, son más frecuentes y más estrechas. En el párrafo dedicado al «Ideal de la belleza», Kant ofrece esta refle-
xión que enlaza el bello con la imaginación: «el gusto debe ser una fa-
. La i1:11a~~n es como un nudo en que convergen los condicio- cultad original: quien imita un modelo muestra habilidad, en cuanto
namientos fis1ologicos y psíquicos, l.as !aculdad.es inferiores y superio- logra imitarlo, pero ofrece prueba de gusto sólo en cuanto puede juzgar
res de ~a .pers?na }l~mana; por consiguiente la imagen pertenece tanto el modelo mismo. Y de eso se ve que el modelo supremo, el producto del
al dom1mo ps1co-[1Sl~o co:111o al.don:iin~o de la libre iniciativa y entonces gusto, es una simple idea que cada uno tiene que producir en sí mismo,
.puede servir las mclmac10nes mstmtivas y los proyectos racionales. La y según la cual debe juzgar todo lo que es objeto del gusto, que es
imagen pues,. en cuanto e~tá producida simultáneamente por la razón ejemplo del juicio de gusto, y también el gusto de cada uno. Idea signi-
Y p~r los. senti?os, se conVIerte en signo y símbolo; en cuanto está pro- fica propiamente un concepto de la razón, e ideal es la representación
ducida s1m~l~aneame~te por el pensamiento y la voluntad, está carga- de un ser singular en cuanto es adecuada a una idea. Por eso aquel
da de ~~otiv1dad y estimula al hombre a la acción: cada imagen es una prototipo del gusto, que se queda ciertamente sobre la idea indefinida
seducc10n Y una fuerza, en cuanto tiende a realizarse por sí misma. de un máximo provista por la razón y que no puede ser representada
mediante conceptos, sino sólo en una exhibición singular, sería llama-
La imagen e_s, pues un mensaje, porque presenta un proyecto y do mejor el ideal del bello; un ideal que, si no lo poseemos, nos esfor-
busc°: una colaboracwn, expresa luego una realidad, que siempre la zamos de producirlo en nosotros. Pero ser simplemente un ideal de la
t~asc1~~de1 Y: se pone en un campo de fuerzas, que interactúan en una imaginación, propiamente porque no se queda sobre conceptos, sino
direcc1?n umca acerca del sujeto donde salen y del objeto hacia el cual sobre la exhibición, y la facultad de la exhibición es la imaginación»
ellas tienden. Entonces, haciendo referencia a la vida interior del (Crítica del Juicio, párrafo 17).
homb:e, a su ser libre y racional, podemos hablar de una profundidad
de la imagen Y por. eso de una valencia cultural del imaginario al cual
esa pertenec~. La imagen se ~resenta con su superficie, más aún es 8.2. Imaginación y cogitativa
una superficie, en la cual c?existen el. verdadero y el falso, el ser y el
parecer. Pero su estado es siempre conjunto con su capacidad de evocar De los clásicos sentidos internos (sentido común, memoria,
imaginación y estimativa), cuyo funcionamiento, junto a los sentidos
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externo.s, constituye nuestra sensibilidad, la estimativa es la facultad el pasaje del contenido fenoménico de la cosa al significado de este con-
que me3or ex~r.~sa lo .esp~cífico humano y, por eso, es llamada cogitati- tenido, en orden al sujeto individual que percibe y a las situaciones
va. En una vis10n umtana de la persona y siguiendo un principio fun- existenciales de la percepción misma; y este pasaje está acabado por la
d~mental del pensa1!1ie?to de santo Tomás, por el cual lo que es má- cogitativa mediante la operación de la collatio, o sea de la síntesis ob-
ximo de un mvel comcide con lo que es mínimo del nivel inmediata- tenida mediante un examen comparativo (y por eso selectivo) de los
~e.nte superior, la cogitativa se presenta como el máximo de la sensi- elementos constitutivos de la percepción. Es esta actividad, de evalua-
bih~ad y el mín~o ~e la racionalidad. Ahora parangonamos la imagi- ción y de síntesis, específica de la cogitativa que nos permite llamarla
nación con la cogitativa, mediante la lectura y el comentario de un tex- ratio particularis, cumbre de la sensibilidad e inicio de la racionalidad.
to espléndido de san~o Tomás: «Considerando est autem quod, quan-
tum ad formas sensibles, non est differentia ínter hominem et alía Ahora está claro que la cogitativa, para cumplir su función,
animalia: similiter enim immutantur a sensibilibus exterioribus. Sed debe servirse de todos los sentidos que le son il).feriores, pero de mane-
quantum ad intentiones praedictas, differentia est: nam alía animalia ra particular del sentido común, del cual proviene la forma, y de la
percipiunt huiu.smodi intentiones solum naturali quodam instinctu, imaginación, de la cual proviene la intentio es decir el elemento afec-
hor:io a.utem .et.iam per quandam collationem. Et ideo quae in aliis tivo y subjetivo que transforma la representación en pulsión. Con eso
animalibus dic~tur aestimatiua naturalis, in homine dicitur cogitativa, parece evidente que la imaginación une, de cualquier manera, los sen-
quae per collatwnem quandam huiusmodi intentiones adinuenit. Unde tidos y el intelecto mediante la obra de la cogitativa; y tal función se
etiam dicitur ratio particularis, cuí medici assignant determinatum or- desarrolla sobre dos direcciones, hacia el externo (en la actividad mi-
ganum, scilicet mediam partem capitis: est enim collativa intentionum topoiética) y hacia el interno (en la actividad profunda que genera y
indiuidualium, sicut ratio intellectiva intentionum uniuersalium. (Se alimenta el imaginario).
debe notar que acerca de las formas sensibles no hay diferencia entre El pasaje de la forma a la intentio, obrado por la collatio de
el hombre y los otros animales: similes en efecto son las mutaciones la cogitativa, se p-µede expresar como el pasaje del trayecto antropoló-
:padeci?as por los sensibles externos. En cambio hay diferencia en las gico al trayecto semántico; y como no podemos tener forma sin inten-
i~tenc10n.es sobre n?mbr~da~: los otros animales en efecto las perciben tio, así el trayecto antropológico es también trayecto semántico. La
~olo medi~1!-te un ~ierto mstmto natural, el hombre en cambio llega a producción de sentido transforma el trayecto antropológico en semán-
e~as tambien med_iante una especie de organización. Por eso la poten- tico y eso puede acontecer según la lógica de analogía (semantismo
cia, que en los animales es llamada estimativa natural en el hombre simbólico) o según la lógica de identidad (semantismo semiológic.o).
es dicha cogitativa, porque llega a esas intenciones mediante una es- Las dos lógicas son los vectores de la facultad humana de conocer; co-
pe~ie de organización. Sin embargo, esta facultad, a la cual los médicos nocimiento que se realiza mediante el concurso del sujeto que percibe y
asignan como órgano determinado la parte central del cerebro es lla- conoce, y de la realidad que está percibida y conocida. Sensibilidad y
~a~a también razón particular: en efecto ésa coge las intenci~nes in- racionalidad se unen y se implican entonces recíprocamente, porque
dividuales , como la razón intelectiva coge aquellas universales)» (Sum- cada producción de sentido (trayecto semántico) sale del fenómeno re-
ma theologiae I, 78, 4 in c.). flejógeno (trayecto antropológico), y el trayecto semántico se construye
sobre el antropológico.
A nosotros interesan tres términos: forma intentio collatio
El contenido sens.oria~ de la forma ~s la pura datidad de la ~osa, pre~ Con eso se hace decisivo referirnos constantemente al trayec-
s~ntada a la conciencia por los sentidos externos unificados en el sen- to antropológico (y semántico), o sea, al incesante cambio que existe
tido común; el contenido sensorial de la intentio es el valor real y con- entre el mundo imaginario de las pulsiones subjetivas y el mundo real
cr~to de la cosa, elaborado por la imaginación, que representa la cosa de las e:xlgencias y provocaciones objetivas del ambiente cósmico y so-
~isma en su. relación. con el sujeto ~ue la percibe. Podemos por eso de- cial. Esta posición reflexiva presupone el hombre concreto, y por eso la
cir que el su3eto percibe la presencia del objeto por la forma mientras concepción de su naturaleza como naturaleza y por lo tanto insepara-
percibe el significado vital de esa presencia por la intención. ' ble de la cultura.
La forma llega al sujeto por la impresión de los sentidos ex-
ternos e internos; la intentio pues no sustituye la forma, ni tampoco se 8.3. Imaginario y comportamiento
sobrepone a ella, pero sale de la forma por una ulterior elaboración de
las facultades sensitivas que son, de cualquier manera activas sobre El comportamiento (behaviour) es una manera de actuar es-·
las impresiones producidas por las cosas: el pasaje de la 'forma a la in- tudiada y por eso respondiente a reacciones que regulan la vida social
tentio (de la presencia al significado de esta presencia) es, por lo tanto, de los demás individuos; por lo tanto ello implica procesos de significa-
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ci~n y de comunicación, y entonces una coparticipación de comporta-
miento. Pero la comunicación tiene dos direcciones: 1) puede agotarse En el símbolo significante y significado son siempre abier-
en el cambio de informaciones o 2) puede convertirse también en una tos: el símbolo no tiene un significado fijo, porque su significado está
co~?nión de vida y alianza en lograr un intento; a la primera comuni-
determinado por las costumbres que se hacen activas en particulares
cac10n corresponden el uso del signo y el nivel semiótico de la significa- situaciones de vida compartidas entre otros individuos.
ción (comportamiento de narración), a la segunda comunicación co-
rresponden el símbolo y el nivel simbólico de la significación (compor- El símbolo se arraiga, como su determinación específica,
ta~iento de in~ención). El comportamiento de narración implica un en el arquetipo que tiene un valor transcultural; lo que parece con
decir, un enunciar; el comportamiento de intención implica un justifi- claridad es que el símbolo es dinámico en su ~trínsec~ estructura,
car lo que se dice o lo que se actúa y, por eso, una costumbre o mejor pues su existencia está si~mpre. unida a _una ~º~~ante vital; y lo que
una tradición. ' ' caracteriza la estructura s1mbóhca es la impos1b1hdad de apartarse del
trayecto antropológico donde ella nace.
Así está trazada la vía que nos permite comprender la diver-
sidad de niveles entre el signo y el símbolo; lo que nosotros conocemos
como primero y como instrumento inmediato de comunicación es el 8.4. Desde el símbolo hasta el arquetipo
signo, que es b':lstante universal y también, tal vez, intercultural como
acontece, por ejemplo, con ciertos signos irónicos del tráfico o de la in- Símbolo y arquetipo son elementos c~nstitutivo~ del imagina-
formática; a través del signo podemos estudiar el símbolo, que se for- rio humano colectivo entendido como complejo de func10nes que dan
ma en un nivel más profundo. Sin embargo al signo hay que recono- motivaciones a los ~etas individuales (comportamientos) y sociales
c~r~e una prioridad metodoló~ca, al símbolo una prioridad ontológica; (costumbres) de una etnia; pero mientras el símbolo se .arraiga en el
logica~ente nosotros descubrimos antes el signo, pero en realidad an- arquetipo y determina una cultura, el arquetipo. se arraiga en los es:
tes existe el símbolo. quemas (conjuntos antropológicos de representac10nes y gestos) y esta
cargado de una valencia emoti~a que trascie~~e a cada cult~ra. ~e e~
Por eso, si queremos comprender como se actúan los procesos tablece así la necesidad de analizar la formac10n de nuestro imaginario
de c.om~~icación, debemos afirmar que la semiótica está arraigada en y su influjo en nuestras actividades de pensamiento y de libres elecciones.
la s1mbohca y no el reverso. Desde el punto de vista lógico es central El imaginario humano está ciertamente estructurado y a di-
la noción de signo; desde el punto de vista cultural es central el fun- versos niveles de profundi~ad. Ahora en ~l intento de co~prender su
cionamiento del símbolo; se pasa de la simbólica ~ la semiótica me- compleja estructuración, fijamos la atención sobre el conjunto ?e re-
diante un «enfriamiento» del simbólico y una cierta racionalización. Al presentación y gesto; conjunto que Sartr~ llama esquema, e.ntend1do de
examinar el semantismo, ponemos en evidencia la prioridad ontológica manera diversa de como lo había entendido Kant, para qmen lo forma
del símbolo sobre el signo, y la prioridad lógica del signo sobre el sím- el conjunto de representación y concepto.
bolo; eso significa que podemos analizar y describir el símbolo haciendo
uso del signo: el símbolo actúa, hace pensar, no hace conocer. El signo Para descubrir cómo se estructura nuestro imaginario tene-
delínea el nivel semiótico, el símbolo delínea el nivel simbólico: tanto el mos que aclarar algunas nociones fundamentales: esquema, arquetipo,
semiótico como el simbólico se articulan en sentido vertical (más o me- estructura, régimen y mito.
nos profundo) y horizontal (más o menos universal).
Ahora, puesto en confrontación con el signo, el símbolo revela 8,4.1. Esquema como representación
a~~as de sus características: 1) se opone a la señal, 2) no posee un
s1gn1ficado permanente y universal, 3) está siempre junto a la concre- El esqu"e ma no hace la conjunción entre ~a imag.en y el con-
tez de la vida vivida. cepto, como opinaba Kant, sino entre los gestos mconscien~tes .de la
movilidad sensoria y las representaciones; él corresponde mas bie~ al
El símbolo se opone a la señal: es dinámico, pero no en sen- trayecto semántico y expresa la no sustantividad ~ene.ral del i~agma
tido mecánico, como lo es la señal en cuanto es reguladora de los com- rio. Por eso se podría definir el esquema con el termmo sartnano de
portamientos exteriores, sino en sentido psicológico, porque estimula el "presentificador" (lo que hace presente de.nuevo) de los gestos y d~ las
pensamiento y la acción influyendo la producción de sentido el recono- pulsiones: «es el objeto de nuesto pensamiento que se da por s1 mismo -
cimiento de los valores y, por consiguiente, las motivacio~es de las a nuestra conciencia. Así la función del esquema, en cuanto tal, no es
elecciones de los individuos que pertenecen a una etnia. nunca aquélla de ayudar a la comprensión; no es la función ni de ex-
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presión, ni de sustento, ni de ejemplificación. Diremos más bien, recu- (serpiente que se muerde la cola), o del sol (serpiente con grandes ojos)
rriendo a un neologismo indispensable, que la función del esquema es o de la fertilidad (serpiente imagen fálica).
presentificadora» (Sartre 1940, 1964, 165). Entonces por esquema en-
tendemos la determinación de un gesto o reflejo dominante, mediante Los arquetipos actúan la sustantivación de los esquemas, de
la representación de una acción potencial; con eso la noción de signo, diversos modos: sobre el esquema de la elevación pueden formarse los
entendido como esquema práctico o verbo en infinitivo, entra como arquetipos del árbol, de la escalera, de la montaña, de la cumbre, del
elemento constitutivo de una operación semántica que lo trasciende. jefe, de la luz; sobre el esquema de la separación (o distinción) pueden
Por lo tanto, los esquemas son generalizaciones dinámicas y afectivas formarse los arquetipos de la espada, del cetro, de la balanza, de los ri-
de imágenes y, juntando los gestos inconscientes senso-motorios con tos iniciáticos; sobre el esquema de la bajada pueden formarse los ar-
los reflejos dominantes y las representaciones, constituyen el esqueleto quetipos del nacimiento, de la infancia, de la muerte, de la tumba, del
dinámico o el apriori funcional del imaginario; son pues trayectos se- mar, de la noche; sobre el esquema de la acurrucación en la intimidad
mánticos concretos y precisos, porque son determinados por las repre- pueden formarse los arquetipos del abrazo, del útero, de la casa, de la
sentaciones. caverna, del fuego; sobre el esquema de la ciclicidad pueden formarse
los arquetipos del regreso, de la rueda, de la procesión, de la peregri-
Mediante el esquema, cada gesto o reflejo dominante está ul- nación. Este fenómeno expresa ya un pensamiento pre-dialéctico co-
teriormente determinado, en virtud de la convergencia de los gestos mún a todas las culturas; y siguiendo esta línea podemos hallar expre-
con las representaciones: el gesto dominante de postura puede juntar- siones y racionalizaciones diversas de los mismos arquetipos.
se con la representación de elevación (subir) o de la separación (divi-
dir) y así elabora los dos esquemas de la vertical ascendente y de la di- Todos los símbolos, aunque hagan constelación con el arque-
visión (diéresis) tanto visiva como manual; el gesto dominante de la tipo (y eso los reactúa como movimientos), tienden a fijarse en deter-
deglución puede juntarse con la representación de la bajada (bajar o minados significados (y eso los constituye como signos o funciones con-
caer) o del calor junto a la digestión (calentarse) y elabora así otros dos vencionales de significación) o en determinados protocolos o estrate-
esquemas, aquél de la vertical descendente y aquél de la acurrucación gias reguladoras del comportamiento (y eso los constituye como siste-
de la intimidad o del abrazo; el gesto dominante de la generación (o se- mas y señales); en breve, los símbolos tienden a resfriarse. En efecto el
xualidad) se une con la representación de la repetición ( [aún] propia- símbolo, siendo la expresión específicamente cultural de un arquetipo,
mente como ad-uerbum) y elabora pues el esquema de la ciclicidad o es rico en diferentes significados en el contexto cultural; entonces es.
del regreso . esencialmente polivalente. De vez en vez, el símbolo adquiere su preci-
so significado por el contexto del comportamiento; pero se puede decir
también que el símbolo, perdiendo su polivalencia y simplificándose,
8.4.2. Arquetipo y símbolo tiende a convertirse en un simple signo; y que el semantismo simbólico
tiende a transferirse en el semiologismo: por ejemplo, en el filón del
Para comprender bien qué se entiende por arquetipo, es útil esquema cíclico, el arquetipo de la rueda puede producir el símbolo de
asociarlo en seguida a la noción de símbolo: el arquetipo está en la vía la cruz, que puede quedarse símbolo (por ejemplo, de la fe cristiana), o
del verbo, mientras el símbolo está en la vía del sustantivo o sea del hacerse un simple signo de reconocimiento (por ejemplo, de la Cruz
nombre (tal vez también del nombre propio). Entonces el símbolo es Roja), o un sistema en la adición, o en la multiplicación, o una señal
más cercano al signo y a la semiosis, mientras el arquetipo es más cer- del crucero en los indicadores de las carreteras, etc.
cano al imaginario y a la imaginación. Por eso el símbolo es más frágil
y regional que el arquetipo. Ejemplo: el arquetipo de la escalera puede '
convertirse en los símbolos de la flecha volante, del ave, del avión su- 8.4.3. Esi:ructura: constelación de esquemas
persónico, del misil, del campeón de salto en alto.
La estructura es una forma transformable que ejercita una
El símbolo se arraiga en la cultura y es expresión de cultura; tarea motivadora por todo un agrupamiento de imágenes. Es exacta-
el arquetipo es transcultural porque realiza los trayectos típicamente mente el isomorfismo de los esquemas, de los arquetipos y de los sím-
humanos que son utilizados por cada proceso cultural. Lo que diferen- bolos, dentro de los sistemas míticos o de las constelaciones estáticas,
cia precisamente el arquetipo del simple símbolo, es generalmente su lo que nos hace descubrir la existencia de las estructuras, como de pro-
falta de ambigüedad, su universalidad permanente y su adecuamiento tocolos normativos de las representaciones imaginarias, bien definidos
al esquema: la rueda, por ejemplo, es un arquetipo arraigado en el es- y relativamente estables, agrupados alrededor de esquemas de origen,
quema cíclico, mientras la serpiente es un símbolo, o del tiempo cíclico que funcionan como núcleos de condensación por la adquisición de una
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particular carga emotiva; la estructura está producida por ellos y es do coordina o inhibe todos los otros reflejos, organizando con un cierto
también por ellos permanentemente adaptada al equilibrio del indivi- imperialismo, las respuestas a determinados estímulos; es el gesto el
duo y de su cultura. Son por supuesto las estructuras que crean y rea- cual parece empeñar todas las energías del viviente, hasta el punto de
firman las tradiciones culturales. reducir o tomar la capacidad de reaccionar a otros estímulos.
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l~ natu:aleza hu~ana y la expresan, los estilos están sujetos a la con- 1.3.1. Genio descubridor
tingencia de los tiempos y de los lugares; las formas expresan más la
naturaleza, los estilos, más la cultura.
Según Séailles, en su famosa obr.a Essai sur le Génie (18~4 ~,
. Me parece importante subrayar que hay formas más o menos el genio en el sentido más amplio del térmmo, es la fac~ltad del espm -
simples, y formas complejas: la música es una forma simple, el canto y tu, es l~ capacidad de organizar ideas, imágenes o sign?s, espont~
la danza son formas complejas. Puede ser útil individuar las formas neamente sin hacer uso de los lentos procesos del pe.nsamiento. refleJO
simples e~ el arte, .porque las formas complejas, a menudo, dependen y de los pasajes sucesivos del r~zon.a~iento discursivo; el ~emo nac~
de los estilos (por ejemplo: la pintura barroca, que se mezcla, tal vez, entonces de un espíritu vivaz e mtmtivo; y parece que sea esta su. ca
con la escultura, en cuanto utiliza superficie en relieve). racterística específica, aunque sí, tal vez, toma forma en personalida-
des desequilibradas.
En fin, se distinguen comúnmente, artes mayores (arquitec-
tura, escultura, pintura, poesía, música, danza etc.) y artes menores
(diseño, miniatura, recamo, cincel, entalle, etc.). Pero es tal vez más 1.3.2. Genio demiurgo
importante .la determin~ción .del gran arte, que es tal, me parece,
cuando contiene la recapitulación de una vida que toma posición sobre Diderot presenta otra concepción del genio,. la iluminis~a, que
el propio destino y se hace a sí misma una especie de resplandor o un hace al hombre semejante a Dios: el ho~b~e .de gemo «es s~meJante a
pedazo vivo de humanidad. la divinidad, pasa de un vistazo, la multiphc1dad .de los posibles, ve lo
mejor y lo ejecuta». (D. DIDEROT, Oeuvres, xv, Pans. 1875.-77., .P· 41). Se
Hoy día, creo que tenemos que reconocer nuevas formas artís- da así una analogía entre el artista y Dios, entend1.do leibmz1anamen-
ticas: el cine, la fotografía y la escenografía de la televisión. Cierta- te, que consulta las ideas del propio in~el~cto, exa~mand? Y eva~uando
mente, una película puede ser artística, en sumo grado, cuando, como los mundos posibles, antes de hacer existir cualqmer r~ahdad. S1 ~l ar-
t??º art~, ~agra convertirse en una palabra conclusiva, en una expre- tista se asemeja a este Dios calculado.r, en el cual l~s ideas p:eexisten
s~on arbsbca. El corte, el encuadre y el montaje, típicas operaciones en su existencia, el genio hace del ar~ista. una especie de d.~mmrgo, un
cmematográfic~s, .dan lugar a la expresión artística de la película, mediador entre el ser fmito y el Ser mfimto. Esta concepcion p~esenta
cuanto .el corte mcide el contorno de la imagen viva en el acto libre que evidentemente, problemas, porque un~ artista q.ue plasme o utihc.e .algo
la suscita y la sustenta, cuando el encuadre realiza aquel universal ar- ya dado (múltiples posibles), no podra produci_r algo n~evo u onip:r:i~I,
tístico que determina un recinto a la imagen y le permite vivir según inimitable. En resumen, la concepción del artista demmrgo, preJmcia
una lógica querida y por eso, espiritual, cuando el montaje se hace en- la novedad absoluta de la obra artística, el arte como palabra absoluta.
cuadratura temporal en la que las secuencias siguen una fuerza inter-
na de expansión. Es preciso, en este punto, recu~rir ~l.pensamiento ce~tral de
la estética de B. Croce, que identifica la mtmción .con la expresi.ón. «El
Se podrían hacer algunas observaciones análogas sobre la fo- conocimiento intuitivo es el conocimiento exp:esi.vo. Independie:r;ite y
tografía artística y sobre la escenografía estática o de movimiento autónomo, respecto de la función intelect~al, mdiferente a las. discri-
construida con colores luminosos y/o rayos de luz, que son típicas for~ minaciones posteriores de lo real y de lo irr~al, y a la~ formacio~es y
mas semánticas de nuestra cultura de los mass media en cuyos soni- apercepciones también posteriores del espacio .Y del bemp~, la mtm-
dos e imágenes s~ conjugan, con tal originalidad de se~tido que, ofre- ción 0 representación se distingue de ~o qu~ s~ siente o expen~enta, de
cen al arte matena nueva de expresión. la onda 0 flujo sensitivo, de la materia .p~siqmca,. como forma, esta for-
ma esta toma de posesión, es la expresion. Intmr es expresar, no otra
cos~ (nada' más p~ro nada menos) que expresar» (Croce 1902; 1969, 95-96).
1.3. Función del genio
1.3.3. Genio inventor
Me parece útil centrar mi reflexión sobre cuatro concepciones
del genio, en~endido como: 1) capacidad de descubrir el sentido profun- Kant en su Crítica de la razón pura nos ofrece una reflexión
do de la realidad, como 2) mejor realización de la existencia, como 3) digna de anotar para nuestro tema. Dad, que se les debe (desde su
síntesis de sensibilidad e intelecto en la imaginación y como 4) pura principio) admitir casi tantas especies de fuerzas cuando se ~res~ntan
creatividad del espíritu. Al final el genio resulta ser la misma unidad los efectos, como en el alma humana la sensación, . la co:i:iciencia, la
personal del hombre, como se expresa en la creatividad artística. imaginación, la memoria, el espíritu, la facultad de discermr, etc. Des-
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d~ lue~o, una razón lógica pr~tende disminuir en tanto sea posible esta 1.3.4. Genio creador
diversidad apar~nte, descubriendo por comparación la identidad oculta
a f~ de de,t~rmm.ar si I.a i.maginación unida a la conciencia no es me- Sobre este último punto Schelling presenta una propuesta
mo~ia, esp~ntu, discermmiento, y puede ser el mismo entendimiento y que supera la de Kant y que podría quizá dar, una interpretación nue-
r~z.on. La idea de una facultad fundamental (Grundkraft) de la que la va de ciertas intuiciones kantianas. En Schelling la imaginación se
logica no demuestra, por otra parte, la existencia, es, no obstante, al convierte en la verdadera facultad fundamental (aquella Grundkraft
menos, el problema de una representación sistemática de la diversidad intuida por Kant pero no profundizada), que sintetiza la teoría y la
de .las facultades. El principio lógico de la razón pura exige que esta práctica, la necesidad y la libertad, la lógica y la moral. La facultad ar-
umdad sea, en cuanto posible, realizada, y que los fenómenos de tal fa- tística o la actividad estética, como la concibe Schelling, otorga una
cultad Y de la otra, sean idénticos entre sí, pues proceden verosímil- verdadera subsistencia a los esquemas kantianos, que se convierten
1?e.nte, cuando no son más que manifestaciones diversas de una sola y por eso en productos del hombre en sí mismo establecidos.
umca facultad que puede llamarse (comparativamente) su facultad
~da~ent~I..Y lo mismo los otros» 29 . La referencia a «una representa- Nacen así, nuevos problemas y horizontes, porque el genio,
crnn sistemahca de la mul~ipli~i~ad de las. fuerzas», capaz de recoger así entendido, parece lograr la uirtus creativa Dei (fuerza creadora de
en un rec~p~ác~lo semántico umco «las diversas mamfestaciones de Dios), en cuanto la obra de arte (por extensión la cultura, o sea todas
una sola~ ide1:1hc~ ,fuerza», me parece muy estimulante en la reflexión las obras del hombre), siendo el producto de una libertad, debe ser en-
sobre la im3:~nac10n creadora de tipos y arquetipos, y sobre el genio vestida, de cualquier manera, de libertad. En efecto, si la facultad ar-
c?mo .~xpresrnn de esa facultad en cuanto es «la originalidad de la ima- tística es síntesis de necesidad y de libertad, de materia y de forma, en
ginacrnn que es concorde con los conceptos» (Antropología pragmática virtud de la libertad, exige un sujeto libre en el producir su obra y, por
par. 30). Tenemos que ver cómo la imaginación es concorde con lo~ consiguiente, una obra que, siendo producida libremente, sea dotada
c?nceptos. Me gusta pensar cómo la imaginación actúa esta concordan- ella también de libertad. De aquí se sigue la alternativa: o el producto
cia a trav~~ de su actividad simbolizadora, por lo cual sería, al menos de la libertad es en él mismo libre (y entonces la auténtica producción
en el espin~u del pensa~iento kantiano, afirmar que existe una co- de la creatividad humana es la procreación), o la libertad se restringe
rrespondencia en~re los simbolos (producidos por la imaginación) y los como connotación exclusiva del sujeto y, por consiguiente, la actividad
conceptos (producidos por la razón). estética se califica con el actuar del artista más que con su producto.
En esta segunda opción el producto artístico se haría del todo funcio-
En efecto, el genio, según Kant que nos habla de ello más di- nal a la actividad subjetiva: el arte está en el sujeto y por el suje.to.
fusa~e~te en la Críti~a del Juicio (párrafos 46-49), es la «facultad pro- Históricamente la cultura artística ha recorrido la segunda vía; eso
ductr':'ª mnata del artista>>;_ más aún, es propiamente el genio que hace equivale a decir que la idea de la obra no está antes que la obra, sino
el. artista Y el, arte. «El gemo es la innata disposisción del ánimo (inge- que, más bien, la primera obra del artista es el artista mismo.
nium), 3: traves d~ la cual la naturaleza le da la regla al arte» (par. 46).
Es prop10 del gemo obrar espontáneamente, en forma natural; por eso
«ha ~e ser totalmei:~e contrapuesto al espíritu de imitación» (par. 4 7) y 1.4. Conclusión
la mas grande habilidad ~e aprender no puede sustituir el genio que es
un. t~lento na.tura} del SUJeto actuante. De estas referencias se pueden Lo bello, en cuanto síntesis de los trascendentales del ser,
qmza, ~educir ~lgunas breves observaciones orientativas, que nos exige en el espíritu humano, la presencia de una Grundkraft capaz de
pu~den .mtr?,ducir a la concepción del genio propuesta por Schelling: - captarlo y de expresarlo; y como lo bello es síntesis objetiva, esta fuer-
la imaginacrnn es la facultad productora de los esquemas (una especie za funda!llental será síntesis subjetiva, no una facultad, sino fuente y
d.e sombras .de las cos~s), ~e .naturaleza teorética y que realiza la sínte- convergencia de todas las facultades. Con eso, el genio se presenta co-
sis del sensible y del mtehgible-; el genio es una especie de gracia na- mo la energía originaria de la vida del espíritu y fuerza asimiladora
tural, ui: talento. del ~uje~o que no enviste sus obras externas; -la con- que nutre y expande el mismo espíritu. En resumen, el genio es aque-
cordan~ia entre imaginación y conceptos (la originalidad) es ese toque llo por lo que el hombre es hombre y lo hará cada vez más hombre.
de .graci~ q~e ~ace sagrado el arte, o sea, tan perfecto que no es posible
qmtar m anadi: absolutamente nada-; las imágenes o esquemas, aun- En una visión más universal, el genio es la aspiración inefi-
que se les consideren preludios de los símbolos, en Kant, son los ins- caz del hombre a una propia realización completa (infinita) hacia la di-
trumentos del saber que permanecen de cualquier modo sombras sin vida. vinización; de aquí que el genio es la nostalgia permanente de Dios 9
29
quizá de ser como Dios. Por eso, el genio es la fuente del deseo, del sa-
B 676-677; tr. es. Crítica de la razón pura, ed. Porrúa, México 1972, pp. 290-291. ber, del proyectar, del querer y del esperar; por el genio se alimentan,
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mediante un proceso de alimentación espiritual, la ciencia, la poesía, culto) · hacia nuestras propias personas que son al mismo tiempo ~u~r
la moral, la política, el arte y la t écnica . po y ~spíritu, mediante una educación física int~~~l (actitud ~ositiva
frente a la vida y a los valores corpóreos y adqmsición de las virtudes
específicas del hombre en cuanto espíri~u e.n~arnado, o s~a! ~e la tem-
2. ARTE Y CULTURA planza, fortalez~, castid~d, etc.) y ~l eJerclClo y la adqmslClón de 18:s
virtudes dianoéticas y éticas, que exigen un desarrollo pleno y arm?m-
La cultura es el conjunto de las actividades y de las obras, con co de las capacidades intuitivas, de la inteligencia, de la voluntad_ hbre
las cuales el hombre se cultiva, se comprende y se hace comprender; y constante, de la afectividad equilibrada, del arte, etc.; Y ~acia los
por eso una reflexión sobre la cultura, refiere cualquier otra actividad otros mediante relaciones interper.sonales, el respeto y el cmdado del
intelectiva al hombre como operador cultural y como unificador de todo habitat (sentido de la justicia conmutativa, distrib~tiva, .leg~l Y social;
el saber. Cassirer, orientando su largo análisis sobre las formas sim- altruismo , veracidad y lealtad; capacidad de asumir obhgaciones per-
bólicas que caracterizan el actuar humano, individuó seis categorías sonales y respetarlas; profesionalismo, etc.). Por eso el apo:te ~e la es-
culturales entendidas como las formas específicas de cada proceso cul- tética y del arte en la formación integral de la persona, esta mas claro,
tural, es decir: el mito, la religión, el lenguaje, el arte, la historia y la si consideramos la educación en su globalidad.
ciencia. Estas manifestaciones culturales, aún siendo específicas, no
son exclusivas; de aquí se deduce que el mito entra también en la reli- Por otra parte, belleza y arte son pres~ncias distintas pero no
gión, en el lenguaje, y en el arte, que la ciencia emerge del mito y usa separadas ni mucho menos contrapuestas; y si se da belleza fuera del
el lenguaje; y así por el estilo. arte no s~ da arte fuera de la belleza. Es necesario, entonces, tomar
condiencia de que existe lo bello na~ral y l.o bello artístico: la belle~a
El arte es probablemente, la categoría cultural más general, natural se da al hombre que la percibe y la interpreta; la belleza artis-
en cuanto puede tocar y transfigurar cualquier otra actividad cultural, tica la produce el hombre que la sabe apreciar y ejecutar mediante una
desde el mito hasta la historia, desde el lenguaje hasta la ciencia. La inteligencia que ve en profundidad.
universalidad de la cultura es coextensiva en relación a la universali-
dad del arte: no hay cultura sin arte.
2.1.1. Educación estética
Ahora, al interior de la relación entre arte y cultura, me pa-
rece necesario examinar la relación del arte con la acción educativa y, La educación estética favorece nuestra capacidad para produ-
más en particular, con la moral y la religión. cir y apreciar el arte, la afirmación del genio y la formación del gu~to; Y
por eso, debe ser más una educación en la belleza que una educación a
la belleza. ·
2.1. Estética y educación
La belleza es el esplendor del ser, percibido ~or nosotros en ~a
Se podría ver como el objetivo principal de la educación: la vivacidad e intensidad del gozo puro, del placer ~obn~, del poseer ~m
madurez del hombre, considerado en todas sus potencialidades, en sin- avaricia, del amor gratuito y tonificante, de las diversidades ª!m?mo-
tonía con el significado etimológico de e-duce re; y estas potencialidades sas y corales; la belleza busca el orden, el ritmo, la forma, la digmdad,
vienen consideradas en sí mismas, por su valor intrínseco, y en su re- la justa medida en todo. En este contexto todo el hombre gana: en par-
lación recíproca. En este contexto se pueden afrontar correctamente, ticular la verdad de las cosas y la bondad de la vida porque, cuando el
también el problema de cómo se llega al uso de la libertad y a una con- bien y '1a verdad se hacen bellos, se convierten en bie:r:ies s':1mos Y ver-
ciencia recta. dades sumas. La verdad, que nos supera con su necesidad impersonal,
es bella en cuanto perteneciente a nuestro esfuerzo de búsqu~da Y al
Más aún, reflexionando bien, la educación tiene un objetivo gozo de nuestro descubrimiento; el bien, que supone cansanc10 Y re-
más orientado a lo ético que a lo estético, es decir, busca formar en el nuncia entra en el ámbito de la belleza cuando el alma, domadas las
hombre la capacidad de actuar con libertad y con rectitud. Esta opera- fuerza~ rebeldes se confirma en el deber como en la expresión congéni-
ción reconoce una importancia primaria a la voluntad, a la que se de- ta de su propia 'voluntad profunda. Lo estético no es propiamente lo
berían hacer confluir todas las otras facultades, y orienta así, todo el excéntrico lo fútil lo refinado o lo decadente; por eso, el hombre no de-
esfuerzo educativo hacia el bien. Con esto la educación busca la adqui- bería dars~ al art~ para evadir sus compromisos serios, sino m~s bien,
sición de las virtudes morales, que regulan nuestro actuar: hacia Dios, después de haber afrontado, con seriedad, las pruebas de la vida. La
mediante la virtud de la religión (amor, honor, alabanza, obediencia,
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educación estética realiza como primer objetivo, una formación inte- lidad; por eso, «alegra a la sensibilidad», liberándola del peso de sus
gral .de la persona; de una integridad que es sobre todo coralidad di- límites y de sus contradicciones.
námica de todas las potencialidades reconocidas y florecidas. El arte orienta a todos los elementos, también contrarios, a la
unidad de la forma: lo que el pensamiento enseña con la abstracción, el
Si lo bello pues, está signado por la pura gratuidad del ser y
arte la presenta con estupor en la plenitud del sentimiento, y lo fija en
del ser. a~uí y, por lo ~anto, po~ un dejar existir más que por un existir, la evidencia de la representación. El arte realiza, por lo tanto, la sínte-
el domm10 de la estética está ciertamente caracterizado por la libertad
que, en_ la cre~ción artística, puede hacerse también caprichosa extra~ sis, vivida y visible, del finito con el infinito, del tiempo con lo eterno,
del sensible con el ideal, del corpóreo con lo espiritual; se diría que
vag.ancia; y, s1 el ª!te es la libertad en su más alta expresión, también
la libertad del gemo debe ser liberada. Así se obtiene desde el versan- educa nuestra inteligencia a tomar distancia de la realidad, para mejor
te estético, el objetivo tradicional de la educación o ~ea conducir a la comprenderla y apreciarla, pero sin dejarla, en cuanto nos permite co-
persona al uso de la libertad; y la libertad no es u~ don de la naturale- ger la diversidad de las cosas en su intimidad y singularidad, con un
acto de interpretación y participación: el ojo que ve vale por el arte, si
za, ~ino más bien una conquista de nuestro espíritu inteligente, capaz a través de ello pasa la luz del alma que ilumina (interpreta) las cosas.
de libertad porque está dotado de racionalidad.
En fin, el arte educa la voluntad a la gratuidad del don, por-
2.1.2. Educación artística que es el momento del desinterés y de la generosidad. Es necesario que
las cosas terminen de pertenecer a la avidez de la posesión, a la concu-
El uso de la libertad se hace posible por el juicio y se cumple piscencia de los deseos, porque se convierten en propiedades de la be-
en el acto de la elección que privilegia una opción entre otras; imposi- lleza. Pero el desinterés de la belleza no es indiferencia, ni atonía; es
?le escoger sin decidir, imposible decidir sin perder algo. La libertad más una solidaridad universal, que permite comprender la intrínseca
finalidad del actuar, acogiendo la entera realidad en su autenticidad.
I~pone e~t?~ces un.a cierta J?Ortificación, una benéfica poda, que eli-
mma J?Os1b1lidades mcompatibles con la elección hecha y orienta las
seduccrnnes de los deseos y de las pulsiones de los instintos en la direc- La presencia del arte en la educación otorga entonces a la
ción de l~ ~ec~sión tomada. En esta obra de racionalidad decisional y misma educación un toque de perfección, que favorece la espontanei-
de a~tod1sc1plm3:, el arte ofrece su específico aporte, en cuanto es ex- dad y la creatividad de las personas que la actúan. La espontaneidad
presrnn ~el espíritu que supera las resistencias de la corporeidad y de es expresión de libertad y singularidad y no va confundida con el.ca-
la materia en general. pricho o la falta de empefio; más bien, de hecho es la máxima intensi-
dad del acto, sustentada por el vivo interés hacia lo que se vive y se de-
. . En efecto, el arte es un hecho de visión y de expresión, y se sea comunicar. La creatividad lleva a unir fantasía y rigor científico,
d1st:n~e del man~facturado, como lo bello (y el superfluo) se distingue analogía y dialéctica, producción de sentido y elaboración de conceptos,
del util (y nec~sano); es más o .menos grande, en proporción al rayo de teoría y praxis. Por eso, el momento de la ciencia presupone el momen-
aper~ura, realizado por el artista, sobre el destino del hombre y no
to del arte, como el momento de la idea presupone el momento de la
propiamente en proporción a la intensidad y al espesor de la expresión. sensación. La técnica pues, permanece esencial al arte y a la iniciación
artística, en su doble función de organización interna del acto, cuando
La educación estética es, entonces, el grado inicial de la edu- el acto está cumplido, y de provocadora del acto, cuando el acto está
cación artística: quien educa a la belleza inicia al arte estimulando la aún en gestación.
creatividad y también enseñando técnicas expresivas;' en este sentido
podemos afirmar que el arte vale por la educación cuanto la educación 2.2. Arte y moralidad
vale por el arte. La introducción del arte en la educación tiene conse-
cu;nci!ls positivas en toda la formación de la personalidad, porque es El arte nace de la misma vida del hombre, cuando pronuncia
mas bien verdadero que el arte no vale sólo para sí misma, sino que a sí mismo una palabra intensamente significativa, es decir, que re-
vale _para todo el hombre; y estas consecuencias son averiguables, en sume su entera existencia. Croce diría que el arte es expresión aúnan-
particular, en la. sensibilidad, en la inteligencia y voluntad, realizando tes que exteriorización. «No podemos querer o no querer nuestra visión
en nuestro espíritu una profunda empatía y simpatía con todas lasco- estética: podemos querer o no exteriorizarla, o mejor, conservar y co-
sas. El arte produce el gozo, porque viene a la luz superando el velo de municar o no a los demás la exteriorización producida. Este hecho vo-
los sentidos y los condicionamientos de la corporeidad y de la materia- luntario de la exteriorización va precedido de un conjunto de conoci-
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mientas complejos, los cuales, como todos los conocimientos que prece- titud de aquella racionalidad que guía la mano y la mente del artista Y
den a una actividad práctica, sabemos que toman el nombre de técnicos que, aunque obre en los órdenes diversos del actuar y del hacer, para
[... ] . La posibilidad de estos conocimientos técnicos al servicio de la re- ser recta debe ser en la verdad; es entonces la verdad del ser que per-
producción artística es lo que ha llevado a las mentes a imaginar una mite no sólo la convergencia del arte y de la prudencia, sino también, Y
técnica estética de la expresión interna, es decir, una doctrina de los sobre todo que la belleza sea verdaderamente bella y que la bondad
medios de la expresión interna, cosa, desde luego, inconcebible . Sabe- sea verdaderamente buena. Por eso, el arte realiza el bien en cuanto es
mos bien la razón de esta inconcebilidad: la expresión, considerada en virtud realiza la verdad en cuanto es virtud del intelecto, es normati-
sí misma, es actividad teórica elemental, y como tal, precede a la prác- va en 'el obrar en cuanto es virtud del intelecto práctico. Ahora estas
tica y a los conocimientos intelectivos que esclarecen la práctica y es connotaciones, reconocidas al arte en general y especialmente a las
tan independiente de aquélla como de éstos. Concurre por su parte a bellas artes, exigen ulteriores precisiones.
determinar la práctica, pero no se deja determinar por ella. La expre-
sión no tiene medios porque no tiene fin; intuye algo, pero no lo quiere, La verdad del intelecto especulativo consiste en el conocer lo
y por ello no se puede analizar en los componente.s abstractos de lavo- que está en conformidad a lo que es, mientras la .verdad del intelecto
lición, el medio y el fin» (Croce 1902; 1969, 197-198). práctico consiste en el dirigir la acción en conformidad a ~o 9-ue no ~ay
y que se quiere que sea. Acerca de esta ':'erdad los escolasticos decian
Por otra parte, es también verdad que el artista, que conoce que el intelecto práctico establece la medid~ y la reg~a de .lo q~e se de-
sólo el arte, no sabe ni siquiera el arte; y que de una vida, que cree so- be hacer (intellectus practicus est mensuratwus operis faciendi et regu-
lamente en el arte, no puede nacer gran arte. El formarse del arte exi- lativus).
ge que el artista tenga un cierto dominio de sí: cada pasión humana
debe consumirse en sus propios lugares, para poder hacerse medio de La prudencia pues, dirige la acci.ón ha~i~ el bi~n de .quien
expresión artística. Pues la intencionalidad y la significatividad, que abra (ad bonum operantis), el arte en camb10 la dirige hacia el ~ie!l .de
caracterizan el arte, evidencian su relación con la moral; aunque no es la misma obra (ad bonum operis). Tomás de Aquino de modo mcisivo
inmediatamente evidente de qué relación se trate. escribe: «el arte no ·exige que el artista actúe honestamente, sino que
realice una obra perfecta». (Ad artem non requiritur quod artifex bene
Los escolásticos llamaban habitus esta capacidad y distin- operetur, sed quod bonum opus faciat: Summa Theologiae 1~11, 57, 5,, a~
guían los habitus en entitativos, los que perfeccionan el hombre en su 1). La primera responsabilidad del artista es entonces hacia su activi-
ser personal (en la salud, en el vigor, en el carácter, en la belleza, etc.), dad y sus productos. Por eso, no obstante los conflictos que yueden
y en operativos, los que perfeccionan el hombre en su obrar a través de presentarse al artista en cuanto hombre, está claro que el artista? co-
las facultades; estas últimas son las virtudes intelectuales (la ciencia, mo tal (reduplicatiue ut sic), no tiene moral. Desde este punto de vis.ta,
la sabiduría, el arte, etc.) y morales (la prudencia, la justicia, la forta- el arte parece que no tiene nada que hacer con el problema del destmo
leza, la templanza). En resumen, solamente el hombre es capaz de ad- del hombre.
quirir habitus, quienes constituyen una especie de segunda naturale-
za, en virtud sobre todo de su estabilidad. 2.2.2. Arte y destino del hombre
Pero el arte, en cuanto virtud dianoética, es también habitus Ahora, sobre este punto, me parece convenie~te poder anotar
operativus boni, porque lo bello y el bien coinciden en el sujeto (pul- que el gran arte es tal porque tiene que v~r, de cualqmer .modo, con el
chrum et bonum in subjecto sunt ídem). En efecto, la virtud es una destino humano. Por eso, el tema del destmo no es exclusivo de lamo-
energía interior, una disposición establecida y desarrollada libremente ral, más bien puede ser propio lo que implica el arte y la moral en una
por el hombre, que perfecciona sus facultades en una determinada di- única pronilnciación.
rección: la virtud es ornato del hombre, su perfeccionamiento. Por eso,
la virtud es también bella; y los Griegos, sobre todos Platón, querían En efecto, tenemos que distinguir en el arte dos planos de la
llamar kalokagathia el estado de perfección al cual el hombre tiende, o expresión: el de la palabra absoluta y definitiva, y el de las palabras
sea, plenitud de belleza y de bondad. siempre relativas y contingentes. Así, tambié? en la moral ~~nemos
que distinguir dos planos semejantes de la acción: el de la o~c10n fun-
2.2.1. Arte y prudencia damental de la libertad intencional y resuelta, y el de las acciones que
actúan, más o menos, con cansancio racional en continuas deliberacio-
Ahora podemos comprender que hay una cierta convergencia nes la opción sobre nuestro destino. Ahora me parece que arte Y mo!_a l
entre el arte y la moral, o mejor, entre el arte y la prudencia, en la rec- coinciden en el primer nivel: la palabra absoluta del arte es tambien
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declaración implícita de la opción fundamental de la libertad; en este La belleza, contemplada o realizada por el hombre, lleva ~as
nivel, la relación entre arte y moral es intrínseca. Por lo tanto, si el ar- connotaciones del sublime que hace siempre presente, de cualqmer
tista es interiormente coherente con su propia inspiración, no puede no modo, el sagrado. Por eso, el arte se abre a la religión, en cuanto esta-
producir una auténtica obra de arte, una expresión de la belleza que, blece una participación a lo infinito y a lo absoluto que, aunque no se
por su estatuto ontológico, es también verdad y bondad. tenga que confundir con la participación mística, lleva alguna h~ell~~ Y
algún presentimiento de ella. De aquí se sigue que la pronun~i~crnn
En cambio, si por moral entendemos el conjunto de las nor- más seria e inevitable del arte y de la estética es de naturaleza religiosa.
mas éticas, la relación entre arte y moral es extrínseca; análogamente,
si por arte entendemos su exteriorización material, la relación entre Ninguna obra humana está tan cargada de vitalidad y de
moral y arte es también extrínseca; si, en fin, por arte entendemos el significación como la obra de. arte; .es una vital~dad intensa, en ord~n
conjunto de las obras de arte y por moral el conjunto de las normas éti- horizontal y vertical; y esta mtensidad se percibe como dor_i Y gracia,
cas, la relación entre arte y moral queda también extrínseca, aunque porque el arte se cumple en su valor absoluto; cuando el .º~J~to. expre-
ellas se cumplen en el mismo sujeto considerado como artista y como sado se dona a la intuición como si fuera dotado de una miciativa au-
hombre. tónoma. En la significación vertical, el arte baja al profundo Y oscuro
abismo del imaginario, del cual hace salir aqu~llas trasl8:cio?es d.e .sen-
Sin embargo, hay una moralidad intrínseca al arte, que pro- tido que dan cuerpo a las intuiciones del gemo; en la s.ignific~tiv1dad
piamente no responde a normas éticas codificadas (aunque haya esta horizontal el arte crea comunión entre etnias y generacrnnes diversas:
moralidad, pero no es intrínseca al arte), sino a aquel imperativo de por el arte todo está presente y todos son contemporáneos.
vida que el realiza y que precede y funda el imperativo del bien. La
moralidad del arte se actúa en la elección entre vida y muerte: el arte Nuestra experiencia de vida es inseparable de la exp.e~i~ncia
es buena, si celebra y favorece la vida promoviendo un progreso del de la muerte; lo temporal y lo e~p~cial unidos a nuest~~ sens~bi~idad,
hombre en su humanidad; es mala, si responde con mentira y engaño son límites a nue.stro deseo de vivir. Ahora en la creacrnn artistica se
al imperativo de la vida frustrándolo y favoreciendo entonces la muer- superan estos límites en un presente absoluto: si vivir significa ser en
te, o sea la frustración en la existencia humana y un regreso en la hu- el mundo vivir la vida del arte significa hacer ser el mundo en noso-
manidad. En fin, el arte realiza su pronunciación, sobre la vida y la tros. En ~l arte el hombre se hace capaz de detener el proceder inexo-
muerte, no en forma categórica, como en la vía propiamente ética, sino rable del tiempo, de arrebatarle un instante y d~ afirma.r así su su~e
en forma persuasiva, es decir con argumentaciones de conveniencia y rioridad sobre el mundo material; luego el espac10 y el tiempo adq\].Ie-
con datos de hecho. ren entonces en el arte una cierta densidad y profundidad en el hic et
nunc de la obra presente. En el fondo, el arte es afirmación de la espi-
El arte es más intelectual que la prudencia; y el juicio estético ritualidad del hombre, que informa cada corporeidad, haciéndola par-
no es categórico como el juicio ético: el arte juzga, la prudencia manda. tícipe, de cualquier modo, de la inmortalidad d~~ espíritu. ~in. embarg?,
Más aún, el arte tiene que ver con la materia privada de libertad y no es difícil ver en la vida del arte una expres1cn del sentimiento reli-
siempre, poco o mucho, refractaría a la acción del artista, mientras la gioso y, por eso, también una tendencia religiosa.
prudencia tiene que hacer con la libertad que se dobla a la decisión del
sujeto también en circunstancias muy contrarias. Por eso, el arte pue-
de realizar su mundo únicamente acogiendo los condicionamientos de 3. BELLEZA Y DESARROLLO
la materia; y esta acogida pone en movimiento un proceso ascético, pu- PERSONALÍSTICO DEL HOMBRE
rificador, de naturaleza estética, que ennoblece al hombre en las pro-
fundidades de su querer y de su sentir. ' Una intuición de Alberto Magno define lo bello (Super Diony-
sium de diuinis nominibus, in «Opera Omnia», XXXVII, p. I, c. IV, n. 72,
Hrsg. von P. Simon, 1972, p. 182). Ahora, si tenemos presente que la
2.3. Arte y religión forma según esta definición, es como la cara o la revelación de la rea-
lidad 'debemos anotar en seguida que los términos esplendor Y forma
Quisiera responder a la pregunta: ¿puede el arte favorecer el se pr~sentan como sinónimos, en cuanto ambos se refieren a la función
descubrimiento y el conocimiento de Dios como creador y como el Vi- del ver y a la luz.
viente que persevera en el intento de hacerse encontrar por el hombre
en la revelación y en el don de sí mismo? En resumen: ¿cómo se en- En efecto, se tienen que afirmar dos tipos de forma, la forma
cuentra el arte frente al Dios de los filósofos y al Dios de la revelación? externa o sensible y la forma interna o inteligible, o sea, lo que la rea-
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lidad logra descubrirnos a través de los sentidos y del intelecto~ y lo do perfecto, al esplendor del ser y goza entonces de una belleza única
qu e logra descubrirse sólo a través del intelecto. En el primer caso po- en su especie; el hombre en cambio, en cuanto ente subsistente racio-
demos hablar de figura o imagen; en el segundo caso, de forma en sen- nal, realiza el esplendor del ser de modo imperfecto en su orden, expe-
t ido propio. Entre figura y forma nace así una conexión, en la cual la rimenta entonces una belleza siempre reducida, un esplendor atenua-
figura sensible procede de la forma inteligible , y el fenómeno indica el do por la materialidad de su imagen. El hombre, en virtud de su espiri-
noumeno como su fundamento . tualidad, está consciente de esta reducción de belleza, así que, en cada
experiencia estética, es atraído por un sentimiento de insatisfacción y
El esplendor es la misma perfección de la forma : «la perfec- de inquietud; y este sentimiento realiza de modo indirecto, alguna ex-
ción es la forma de la totalidad (totius), que sale (exsurgit) de la inte- periencia del puro esplendor del ser, de la belleza de las bellezas,
gridad de las partes» (Summa Theologiae I, 73, 1). Hay entonces un siempre buscada y jamás directamente experimentada (cf. San Agus-
esplendor sensible de la imagen; y un esplendor más profundo del ser, tín, Confesiones X, 27).
que se puede captar sólo con el intelecto. En otras palabras, hay un es-
plendor de la forma en el ente material y sensible; y hay un esplendor La belleza ofrece al hombre una orientación en su actuar y
del ser en la forma del ente, como ente inteligible. Se debe entonces re- obrar, análoga a aquella ejercitada, con más urgencia, por la verdad y
conocer que hay el esplendor del ser también en el ente sensible, como la bondad del ser. Ahora como hay una clara relación entre la lógica y
lo que le hace inteligible la forma: lo que hace aparecer la realidad en la verdad, entre la ética y la bondad, así me parece que podemos afir-
su fenomenicidad proviene de lo que la hace ser en su noumenicidad. mar que hay relación entre la estética y lo bello; y los actos interesados
son el conocer por la lógica, el querer por la ética y el sentir por la estética.
El esplendor de la imagen se realiza cuando la realidad sen-
sible es clara, distinta, significátiva y armoniosa en su intrínseca es- La fuerza normativa de la estética es débil: es más evidente
tructura. Porque una realidad que sea bella, observa Tomás de Aquino, el beneficio que el hombre recibe en aceptarla que el daño que padece
debe tener tres requisitos: integridad o perfección, proporción o conso- en al rechazarla. La normatividad estética es entonces esencialmente
nancia, y claridad (cf. Summa Theologiae I, 39, 8). El esplendor de la una invitación a orientar nuestras facultades más allá de lo efímero y
forma es la manifestación del ser a nuestro intelecto; y esto acontece, de lo inmediato, hacia aquellas regiones del ser donde la belleza recibe
cuando una realidad nos revela su intrínseca subsistencia, que la hace su luz, su interioridad silenciosa, su discreto ofrecerse inagotable.
capaz de autojustificarse en su ser de un cierto modo; y esta justifica-
ción es tanto más convincente, en el producir el consenso de nuestro
espíritu, cuanto más su subsistencia actúa la verdad y la bondad del 3.1. Presencia del feo en el hombre
ser; la belleza cumple entonces la síntesis de los trascendentales del
ser en la unidad dinámica que interesa todo nuestro espíritu. Por eso, La fragilidad del bello depende del hecho de que la belleza
la inteligencia humana tiene el esplendor de la forma en el acto de dar viene menos, con una simple deficiencia en uno de los tres trascenden-
consenso a la unidad, a la verdad y a la bondad del ser, que está en la tales: para perder la belleza son suficientes un defecto en la estructura
forma y la hace inteligible. Por eso, como el ente es hecho subsistir por del ente, una sombra en su revelarse, una interrupción del gozo de ser.
el ser que en ello descansa, así el esplendor del ente sensible es encen- Si tenemos presente que nuestro ser está limitado y que nuestra aper-
dido por la luz de la forma que lo hace inteligible. De aquí se sigue que tura al ser, en cuanto tal, está condicionada por nuestra corporeidad,
la belleza, aunque se diversifique según la multiplicidad de los entes, podemos comprender cuán frágil es la belleza que tiene lugar en el hombre.
realiza siempre una referencia al espíritu: la multiplicidad de la belle-
za, unificada, de cualquier modo, por el estatuto del ser espiritual, po- En efecto, el hombre actúa en el ser según el estatuto codifi-
ne en evidencia la aspiración del espíritu, en cuanto tal, hacia la belle- cado de su naturaleza, que le permite una perfección y un esplendor
za de las bellezas. limitados. Pues la naturaleza humana es una potencialidad espiritual
de ser, pero arraigada en la potencialidad más pot~ncial de la materia,
Reconocido pues que lo bello, en cuanto tal, está constituido que se expresa, en la existencia personal, como imperativo de ser
por el esplendor del ser en la forma y, por medio de ella, en la imagen, siempre más y siempre mejor. La vida racional se enciende en el hom-
podemos afirmar que un ente es tanto más bello cuanto más luminoso, bre en el acto de entregarse, del imperativo ontológico, de crecimiento,
es tanto más luminoso cuanto más revela el ser, y revela el ser cuanto y de suscitar en ello el conocimiento responsable de su capacidad de
más participa de su intrínseca coherencia, verdad y bondad. El ente actuarlo; de aquí, sus apesadumbrados intentos de ser efectivamente
subsistente, inteligente pero no racional, participa en su orden, de mo- lo que naturalmente quiere ser, porque, cuando él busca lo positivo,
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tiene que enfrentarse con lo negativo, en cada orden y grado. Por eso no de amor hace olvidar, en quien actúa, las maneras gofas, la pobreza
el hombre, movido por la fragilidad y pobreza de la belleza que brilla' de los vestidos, los errores eventuales, el lenguaje. Pero es natural que
como gr~de promesa, en su interioridad profunda, de hecho experi~ la verdad y el bien moral, hallan como consecuencia una dignidad en la
menta siempre una belleza impura en sus concretas operaciones: el es- actitud de la persona, que también externamente penetra hasta la
plendor de su ser natural, germinal e inextinguible es una belleza manifestación sensible» (K. Rosenkranz, Asthetik des Hiisslichen
que, para brillar en su ser personal, tiene que super;r la opacidad de (1853); traducido de la tr. it. Estetica del Brutto, a cura di R. Bodei, il
las potencialidades espirituales y materiales, que son y no son al mis- Mulino, Bologna 1984, pp. 63-64). En efecto, no todo puede ser deforme
mo ~iempo. En resumen: la belleza del hombre es una belleza que debe en el cuerpo del hombre: el rostro y, sobre todo, la mirada expresan
vemr a la luz; y ésta, su luz, debe superar una cierta obscuridad del feo. siempre la vivacidad del espíritu. Por eso, la belleza del alma se mani-
fiesta en la carne del hombre, resplandece en su rostro, más que en
Propiamente el feo es una falta de belleza allá donde debería cualquier otra parte, y unifica no sólo su ser personal más bien todo su
haberla, es más bien, frecuentemente, la espera de esta belleza tal vez actuar, orientándolo hacia un fin digno de él, que lo realiza en plenitud
sufrida, cuando la búsqueda se hace vana o equivoca su realiz~ción: lo según el programa ontológico de su existencia.
feo es la falta de lo bello en un sujeto que lo exige, es entonces inteligi-
ble sólo en relación con lo bello, como concepto relativo, porque el feo El sublime hace entonces referencia a la espiritualidad y a la
absoluto, intrínsecamente como tal no existe. inmortalidad del hombre; por eso, el sentimiento del sublime se une
con el sentimiento religioso y se refiere explícitamente a nuestro desti-
Ahora la belleza humana, siempre carente, parece ponerse no. Este enlace profundo entre lo estético y lo divino está confirmado
entre do.s extremos: la belleza ~~nsubstancial de la persona, que susci- también por el fácil patinar de la experiencia estética en la experiencia
ta ~~da mtento de autoperfecc10n, y la c?mplacencia final por la supe- religiosa.
rac10n del feo desenmascarado en su varudad. La íntima conexión de lo
bello con lo feo, en cuanto su negación, pone en ser, en el mismo feo la Concluyendo este párrafo, me parece oportuno retomar una
posibilidad de su negación existencial: en el corazón del feo hay si~m intuición de Kant, que define la belleza humana, en cuanto humana,
pre una bella chispa, que el hombre puede hacer llamear. «Símbolo de la bondad» (I. Kant, Crítica del Juicio, § 59), no sólo por-
que ella subraya el enlace entre la estética y la ética, sino también, y
Así el h.on:br.e aparece. el lugar privilegiado de la belleza, pero sobre todo, porque nos advierte que, en el hombre, la belleza interesa
de una belleza dmamica y sufrida, que debe hacerse espacio dentro de más en el actuar que en el ser y como tal, expresa un ideal de vida más
la opaca indeterminación de su ser incompleto: por eso, lo bello se que una idea de la realidad. En la vida del hombre la belleza es enton-
afirma en el hombre con esfuerzo y perseverancia, y se carga de ener- ces sublime y, en cuanto tal, prepara un éxodo al espíritu, quien parti-
gía en la superación de lo feo. Se diría que el hombre debe velar conti- cipa a la historia, al fatigoso y arriesgado hacerse de los seres espiri-
nuamente para no caer en lo feo, producido por el repudio de la liber- tuales, más que a la contemplación de la naturaleza, dada y represen-
tad, o quizá más a menudo, debe esforzarse para superar el deslum- tada. Por consiguiente, podemos afirmar que el sublime edifica la per-
brant: reflejo ~e. las vanidades que hace esclavo al hombre. Así emerge sona, la estimula al uso de la libertad y de la imaginación, insertán-
el caracter espiritual de la belleza humana, como su connotación espe- dola significativamente en el decurso de la historia y haciéndola capaz
cífica, que es compatible también con un cuerpo deforme. de asumir su drama.
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Ill
~=%~º(:cJó~)s;~:r~d:id~:~~~~ct~~e:ci~~ ;:.:d~:~~ÓnPd!iº~:;t1d~e~
terioridad de su existencia subjetiva y aún comunicarse. Esta contra-
dicción no puede hallar su expresión en una forma directa [... ]. Un 04.
enamorado, por ejemplo, para el cual su amor es propiamente su inte-
rioridad, puede ciertamente, querer comunicarse, pero no en forma di- búsqueda del consenso.
recta, precisamente porque la interioridad del amor es para él la cosa . . .. , . , F de Saussure: nueva definición de la
principal» (S. Kierkegaard, Postilla conclusiva non scientifica, parte 2ª, 05. ~:~a~1~~1~~~ºe~~fe1feniua y habla, principios de la semiología
cap. 2º, n. 1). «La forma de la comunicación es algo distinto de la ex-
lingüística.
presión de la comunicación. Cuando el pensamiento ha logrado encon-
. 't t' 1 comporta-
trar su expresión verbal que se obtiene mediante la primera reflexión, 06. La imaginación y la racionlali?a~, .1adceogi1'so~~~rts~oey el método
entonces viene la segunda reflexión que afecta la relación propia de la miento; el imaginario con e prmc1p10
comunicación al comunicante, y repite la relación propia del comuni- de convergencia.
cante a la idea» (S. Kierkegaard, Postilla conclusiva non scientifica,
parte 2ª, cap. 2º, n. 1). No es posible realizar la comunicación de su 07 Desde el símbolo hasta el arquetip,o: noci?nes .fun~amen~~ldi[b~~t
propia subjetividad, sino en forma indirecta y con la capacidad de lle- · tento de descubrir' la estructurac10n del imagmano segu
var el peso de su propia soledad ante Dios (o al propio destino). Durand.
. l ., raxis· el arte como palabra
La comunicación indirecta es entonces un hacer conocer, sin 08. Expresión artíst~ca: especlu ac10n. "! 1:iivin~ y la creación artística,
interrumpirlo y en forma existencial, el esfuerzo totalizante de la per- absoluta analogias entre a creac10n
sona que verdaderamente vive con profunda interioridad su relación significados del genio.
con el Absoluto; y es capaz de estimular, sin distracciones o ilusiones
de ayudas o dispensas, la responsabilidad de otros a realizarla en pri- Arte y cultura: estética y educación (educar en ~ª. ?elleza y a la
mera persona; es como una obra de arte, que exige respeto (no indife- 09. belleza)' relación del arte con la moral y con la rehgion.
rencia) de la subjetividad del otro que sugiere y espera sin pretender;
es acción de testimonio, es don de sí plenamente gratuito y escondido Lo bello como «splendor formae: esplendor detla for~a»:t!fe!r~~l
en un don concreto. Esto parece que sea el secreto fundamental: la in- lO. · d · de lo bello en relación a los otros rascen en .
terioridad no puede ser enseñada, pero puede ser sugerida, ofrecida en ~:~ ye~~:o favorece l~ formación de la personalidad, presencia Y
el pleno respeto de la libertad del otro. definición del feo, sublime Y sacro·
La comunicación indirecta encuentra amplio espacio en la vi- . ivos de comunicación: medios como me~~ancías, frui-
da cristiana que no se puede enseñar sino sólo testimoniar; y se refiere 11. ~i~1~sc:r:;nicación; noticia y verdad en la informac10n, grados d
propiamente a la fe bíblica que es confianza filial en el amor de Dios. credibilidad del informador·
La fe, como adhesión a las verdades reveladas por la autoridad de Dios d' r1 .., t' 0 aplicado a la
revelante, es propiamente objeto de la comunicación directa. Así, el 12. Comunicación Y. pa~~icipt~~~~~{v~ªt:!~:s !t':~s {~ comunicación
amor, la interioridad, la relación con Dios se pueden comunicar sólo de cultura, comun1cac1on ., ' . . d' t
modo indirecto, porque no serán jamás realidades completas. con los mass-media, comunicac10n directa e m irec a.
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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
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7º Convegno di Studi Filosofici Cristiani di Gallarate, Li- ÍNDICE
viana, Padova 1952, pp. 21-26, 41-68, 347-361.
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Lezioni tenute al VII Convegno giovanile di Assisi, Pro Ci-
vitate Christiana, Assisi 1953, pp. 124-152.
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1976; tr. it. Elementi di semiotica, Liguori, N apoli 1980.
WOLF Mauro, Teorie delle comunicazioni di massa, Bompiani, Mi- 1. SIGNIFICADO DE CULTURA 3
lano 1987. l. l. Filosofía de la cultura 3
1.2. Significados de cultura 3
1.3. Sentido del acto humano de cultivarse 4
2. EL HOMBRE: SÍMBOLO VIVIENTE 5
2 .1. Definición del símbolo 6
2.2 . Depreciación del cuerpo 7
2.3. Cuerpo vehículo sígnico , 8
3. VECTOR ANALÓGICO DE LA RAZON 9
3. l. Origen del proceso analógico 10
3.2. Lógica de la analogía 12
3.3. Uso de la analog!'.a 14
4 CARÁCTER METONÍMICO DEL DESEO 14
s: DEDUCCIÓN DE LAS CATEGORÍAS CULTURALES 16
16
5.1. Percepción y Conocimiento
5.2. Expresión y Creatividad 18
5.3. Relación y Comunicación 19
5.4. Cosmovisión y Religión 21
6. SEMIOSIS Y GESTUALIDAD 22
6.1. Prioridad del verbo (acción) sobre el nombre (esencia) 24
6.2. Producción de sentido y ,búsqueda del consenso 25
7. SIGNO LINGÜÍSTICO SEGUN SAUSSURE 26
7. l. ' Vida de los signos en el marco social 27
7 .1.1. La Lengua como un sistema de signos 28
7.1.2. Distinción entre lengua y habla 29
7.2. Primeros principios de la semiología lingüística 30
7 .2.1. Arbitrariedad del signo 31
7 .2.2. Carácter lineal del significante 32
7.2.3. Opositividad y sintagmaticidad 32
7.3. Sincronía y diacronía 33
7.4. Juego de la lengua y una partida de ajedrez 34
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8. SÍMBOLO EN GENERAL Y ARQUETIPO 37 III
8.1. Imaginación y racionalidad 39
8.2. Imaginación y cogitativa 39 SEMIÓTICA APLICADA A LOS "MASS MEDIA"
8.3. Imaginario y comportamiento 41
8.4. Desde el símbolo hasta el arquetipo 43
8.4.1. Esquema como representación 43 l. MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN 71
8.4.2. Arquetipo y símbolo 44 l. l. Medios como mercancías 71
8.4.3. Estructura: constelación de esquemas 45 1.2. Fruición y comunicación 73
8.4.4. Régimen: constelación de estructuras 46 1.3. Noticia y verdad en la información 74
8.4.5. Mito: expresión compleja del imaginario 46 1.3.1. Información de los noticiarios 75
8.5. Procedimientos estructurales del imaginario 46 1.3.2. Grados de credibilidad del informador 76
8.5.1. Gestos dominantes 47 1.3.3. Cosmovisión global 76
8.5.2. Imágenes motoras o pulsaciones dominantes 47 1.3.4. Cosmovisión regional 77
8.5.3. Regímenes semánticos 47 1.4. Conclusión 77
8.5.4 . Conclusión: 2. COMUNICACIÓN Y PARTICIPACIÓN 78
posibilidad de una fantástica trascendental 49
2.1. Comunicación desde el punto de vista semiótico 79
2.1.1. Comunicación transitiva 80
2.1.2. Elementos de la comunicación intencional 80
11
2.2. Teorías sobre-la comunicación con los medios 81
2.2.1. Teorías con interés a corto plazo 81
ESTÉTICA 2.2 .2. Teorías con interés a largo plazo 82
2.3. Comunicación y analogía 83
2.3.1. Comunicación directa 83
l. EXPRESIÓN ARTÍSTICA 51 2.3.2. Comunicación indirecta 84
l. l. Actividad poiética humana 51
1.1.1. Arte como juego 51
1.1.2. Arte como palabra absoluta 52 Cuestionario 85
1.2. Formas y estilos en el arte 53
1.3. Función del genio 54 Bibliografía recomendada 87
1.3.1. Genio descubridor 55
1.3.2. Genio demiurgo 55 Índice 91
1.3.3. Genio inventor 55
1.3.4. Genio creador 57
1.4. Conclusión 57
2. ARTE Y CULTURA 58
2.1. Estética y educación 58
2.1.1. Educación estética 59
2.1.2. Educación artística 60
2.2. Arte y moralidad 61
2.2.1. Arte y prudencia 62
2.2.2. Arte y destino del hombre 63
2.3. Arte y religión 64
3. BELLEZA Y DESARROLLO
PERSONALÍSTICO DEL HOMBRE 65
3 .1. Presencia del feo en el hombre 67
3 .2. La función del sublime 68
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