Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Sala de lo Contencioso-Administrativo
Sección Segunda
Vía Laietana, 56
08003 - BARCELONA
A U T O
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
a) El más restringido concepto de “interés directo” del art. 28. a) LJ debe ser sustituido
por el más amplio de “interés legítimo”; aunque sigue siendo una exigencia
indeclinable la existencia de un “interés” como base de la legitimación. Como
decíamos en nuestra sentencia de 15 de diciembre de 1993, aludiendo a la doctrina
del Tribunal Constitucional sobre la ampliación del interés tutelable, en cuanto
presupuesto de la legitimación, el mismo Tribunal Constitucional ha precisado que la
expresión “interés legítimo”, utilizada en el art. 24.1 de la Norma Fundamental, aún
cuando sea un concepto diferente y más amplio que el de “interés directo”, ha de
entenderse referida a un interés en sentido propio, cualificado o específico (cfr
sentencia del Tribunal Constitucional 257/1989, de 22 de diciembre), lo que en el
ámbito de esta Sala del Tribunal Supremo ha llevado a insistir que la relación unívoca
entre el sujeto y el objeto de la pretensión (acto impugnado), con la que se define la
legitimación activa, comporta el que su anulación produzca de modo inmediato un
efecto positivo (beneficio) o evitación de un efecto negativo (perjuicio) actual o futuro,
pero cierto (sentencia de este Tribunal Supremo de 1 de octubre de 1990), y
presupone, por tanto, que la resolución administrativa pueda repercutir, directa o
indirectamente, pero de modo efectivo y acreditado, es decir, no meramente
hipotético, potencial y futuro, en la correspondiente esfera jurídica- de quiere alega su
legitimación, y, en todo caso, ha de ser cierto y concreto, sin que baste, por tanto, su
mera invocación abstracta y general o la mera posibilidad de su acaecimiento. (SSTS
de 4 de febrero de 1991, de 17 de marzo y 30 de junio de 1995 y 12 de febrero de
1996, 9 de junio de 1997 y 8 de febrero de 1999, entre otras muchas; SSTC 60/1982,
62/1983, 257/1988 EDJ 1988/573 , 97/1991, 195/1992, 143/1994 y ATC 327/1997).
Resulta necesario traer aquí a colación el requisito de que la ventaja o perjuicio en que
se materialice el interés legitimador sea “concreto”, es decir, que cualquiera que sea
su naturaleza -material o moral-, afecte o haya de afectar de forma necesaria a la
esfera jurídica del sujeto de quien se predique su condición de legitimado. Como
dispone el Tribunal Constitucional en su - Auto núm. 327/1997, de 1º de octubre, FI 1º
es preciso que la anulación pretendida “produzca automáticamente un efecto positivo
(beneficio) o negativo (perjuicio), actual o futuro pero cierto en el recurrente...
d) Otro de los ejes sobre los que se ha producido la expansión del concepto de la
legitimación activa ha sido la acentuación de la presión de intereses colectivos o de
grupo, como refleja la regulación que hoy hace la Ley de la Jurisdicción 29/1998, de 13
de julio, acogiendo la evolución iniciada por la jurisprudencia del Tribunal Supremo y
continuada por el Tribunal Constitucional. Pero también en este aspecto la ampliación
experimentada tiene sus límites.
Y así resulta en cuanto a los intereses colectivos que su diferencia con los intereses
difusos -reconocidos por el art. 7 de la LOPJ, como aptos también para generar un
título legitimador- se encuentra en que se residencian en los entes, asociaciones o
corporaciones representativas que son depositarias de específicos y determinados
intereses colectivos. A diferencia de éstos, los intereses difusos no tienen depositarios
concretos.
Son intereses generales que en principio afectan a todos los ciudadanos y que, por su
interés prevalente, han obtenido reconocimiento público, plasmado en algún
instrumento jurídico del más variado signo, incluso en normas constitucionales, y que
no debe confundirse con la legitimación que nace excepcionalmente de la acción
popular, que corresponde a cualquier ciudadano y que debe ser reconocida
expresamente por la Ley.”.
Pero esa fundamentación no era bastante para apreciar la legitimación del entonces
actor, pues la circunstancia aducida por la sentencia podría justificar que le sea
aplicable el acuerdo, pero no que tuviera un interés legítimo para accionar
jurisdiccionalmente en los términos del art. 19.1.a) de la Ley J .C.A., tal como ese
concepto de interés legítimo ha sido interpretado por la jurisprudencia de este
Tribunal, en el sentido de que para ser considerado interesado legítimo y como tal
legitimado para recurrir por la vía jurisdiccional contencioso-administrativo no solo se
exige acreditar una situación objetiva o personal, o de destinatario de la regulación
sectorial que se aplique, singularizada jurídicamente respecto de la generalidad de los
ciudadanos, sino que también se necesita que la persistencia de la situación factica
creada o que pudiera crear el acto impugnado ocasione un perjuicio, con tal que la
repercusión del mismo no sea lejana, derivada o indirecta, sino resultado inmediato de
la resolución dictada o que se dicte (sometida a la impugnación); sin que baste el mero
interés al mantenimiento de la legalidad (sentencia del TS de 16 de 2002).
Está relación implica, según constante jurisprudencia de esta Sala, que de obtenerse
una sentencia favorable, se produciría a la parte recurrente un beneficio o se le
evitaría un perjuicio, patrimonial, moral, incluso profesional o de vecindad, de
contenido concreto y efectivo.
Visto en estos términos, es claro que existe una marco delimitado de personas
directamente concernidas por la disposición, marco susceptible de mayor o menor
ampliación y que serían las que en forma individual o asociativa podrían invocar el
interés determinante de su legitimación activa en cuanto que por su profesión, títulos o
actividad pudieran verse favorecidos o perjudicados por la misma, pero dicho interés
no es predicable de una asociación cuya nobleza de fines se articula en términos
abstractos de defensa de valores y normas fundamentales de la Constitución, en la
que pueden integrarse cualesquiera personas físicas mayores de 18 años y por eso
sin delimitación alguna que permita establecer diferencia entre su objeto y el de la
mera defensa de la legalidad, aunque en este caso lo sea referida a básicos pilares
constitucionales, lo que nos lleva a desestimar el motivo, con la consiguiente
desestimación del recurso de casación.
Una cosa es que una asociación como la aquí actora, constituida para la defensa de
cualesquiera intereses o para el logro de cualquier fines, tal y como se desprende de
la lectura de los mismos en el artículo 2 de sus estatutos aportado como documento nº
1 junto con el escrito de interposición, resulte legitimada plenamente para impugnar
actos administrativos, cuando estos intereses resulten afectados o, a juicio del propio
ente, deban ser defendidos, tal como se infiere, con toda claridad, el artículo 19-1 a) y
b) de la Ley de esta Jurisdicción, y otra bien distinta es que tal legitimación se
reconozca indiferenciadamente base a perseguir actos genéricos, respecto de la
actuación de las administraciones públicas o la prestación de los servicios públicos,
cuando, en este caso, el contenido de la actuación impugnada se refiere
esencialmente a la neutralidad política que debe preservar la administración pública,
ya que así lo imponen los artículos 103 apartados 1 y 3 de la Constitución, ( como así
lo entiende la sentencia de la Sección Quinta de esta misma Sala de fecha 5 de julio
de 2018, recurso de apelación 767/2016 ) extremo este no discutido pero que en todo
caso queda al margen de los que es el ámbito del presente procedimiento, sin que de
la lectura del escrito de interposición se acierte a concretar como ninguna de las
actuaciones descritas incide en los fines de la misma o le afectan de modo alguno, y
sin que pueda alegarse como se pretende que la administración va contra sus propios
actos, puesto que la petición formulada en vía administrativa no fue en ningún
momento objeto de respuesta y no existe acto administrativo alguno que de forma
directa o indirecta le reconozca tal legitimación.
Por lo tanto está claro que se ha de acordar la inadmisión del recurso de acuerdo con
lo establecido en el artículo 51.1.b) de la LJCA por falta de legitimación activa de la
recurrente y por inadecuación del procedimiento.
A tales efectos por Providencia de esta misma Sala y Sección de fecha 26 de julio de
2018 se convocó a las partes y al Ministerio Fiscal a la comparecencia prevista en los
apartados 1 y 2 del artículo 117 de la Ley Jurisdiccional para la valorar la posible
inadecuación del procedimiento.
"Esta Sala ha hecho aplicación en varias de sus sentencias (la de 6 de junio de 2003,
Casación 8163/1999; y la de 22 de octubre de 2008, Casación 6979/2005, entre otras)
de la doctrina sentada por el Tribunal Constitucional en la STC 31/1984, de 7 de
marzo, relativa a los requisitos formales que han de ser cumplidos para que pueda ser
utilizado el procedimiento especial para la protección jurisdiccional de los derechos
fundamentales de la Persona, y a los poderes de que dispone el correspondiente
órgano jurisdiccional para decidir si la elección de tal procedimiento especial se ha
realizado o no de manera correcta, en aras de evitar "ab initio" una indebida o
fraudulenta utilización de dicho instrumento procesal.
Por lo que hace a este último elemento, debe añadirse que habrá de considerarse que
concurre debidamente cuando el escrito de interposición incluya lo siguiente:
(b) una descripción fáctica sobre las concretas circunstancias y datos de hecho que la
parte recurrente haya tomado en consideración para considerar que se ha producido
individualmente para ella la violación de esos singulares derechos fundamentales
cuya protección reclama.
Y debe señalarse, por último, que el examen que a estos efectos ha de realizar el
tribunal habrá de limitarse a constatar si la fundamentación de la pretensión incluye
esos elementos que antes han sido apuntados, pero no deberá prejuzgar su
corrección jurídica ni su certeza, salvo cuando la interpretación jurídica avanzada en el
escrito de interposición sea abiertamente contraria a lo que sea ya una línea
jurisprudencial consolidada o, también, cuando los hechos aducidos sean absurdos o
claramente inverosímiles."
La actuación administrativa contra la que recurrió podía ser combatida por medio del
recurso contencioso-administrativo ordinario sin limitación de motivos. Pero si se
quería utilizar el de protección de derechos fundamentales era imprescindible ofrecer,
ya en el escrito de interposición, además de la invocación de alguno de ellos, una
mínima explicación sobre su vulneración por la Administración. Aquí no sólo no se ha
ofrecido sino que ha quedado de manifiesto que el relato de hechos se refiere a
actuaciones genéricas llevadas a cabo por la administración , pero sin concretar la
incidencia que los mismo tienen en los derechos fundamentales de la recurrente, por
lo que solo cabe acordar la inadmisión del recurso por inadecuación del
procedimiento.
PARTE DISPOSITIVA
LA SALA ACUERDA:
TERCERO.- Imponer a las partes recurrentes las costas del presente procedimiento.
Notifíquese a las partes esta resolución, haciéndoles saber que contra la misma cabe
interponer recurso de REPOSICIÓN ante esta Sala en el plazo de cinco días
siguientes a su notificación.
Conforme a lo dispuesto en el Reglamento (EU) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo
a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tramitamiento de datos personales y a la libre circulación de estos
datos, en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, a la que remite el art. 236
bis de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, y en el real Decreto 1720/2007 por el que se aprueba el
Reglamento de desarrollo de la LOPD, hago saber a las partes que sus datos personales han sido incorporados al fichero de
asuntos de esta Oficina judicial, donde se conservarán con carácter confidencial y únicamente para el cumplimiento de la labor
que tiene encomendada y bajo la salvaguarda y la responsabilidad de la misma y en donde serán tratados con la máxima
diligencia.
Así lo acuerdan, mandan y firman los Ilmos. Magistrados de la Sección; doy fe.