Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
1. IMPRESIÓN PRE-IMPULSIVA
Representación / impresión (phantasía) de una
botella de whisky y un vaso lleno. Estos
objetos, como la mayoría de los objetos y
eventos de la vida práctica, se presentan ya
pre-evaluados por la sociedad y por nosotros
mismos. Por ejemplo, la botella y el vaso se
aparecen a los ojos de este observador bajo la
sugerencia de ser bienes (en sentido amplio: un
elíxir, una bebida exquisita, una fuente de
placer o bienestar, etc.).
Mientras la sugerencia no sea aprobada y el
juicio se mantenga en suspenso (entre
paréntesis), el objeto no se presentará ni como
deseable ni como indeseable.
2. DE LA IMPRESIÓN AL ASENTIMIENTO
La mente (psyché) aprueba la sugerencia con
que se presenta el objeto en la impresión y, al
asentir de este modo, juzga/admite que la
botella y el vaso son bienes (i. e. que beber es
un bien).
Decir que la mente da su asentimiento
significa que, más allá de lo que pueda
declararse a nivel discursivo (“Beber me hace
daño”), el auténtico dictamen, aquel que
determina la efectiva disposición del sujeto con
respecto al objeto, radica precisamente en este
juicio. Veamos esto a la luz de los casos de
incontinencia.
1
(EL CASO DE LA INCONTINENCIA)
¿Cómo explicar que alguien declare: “Yo sé que
fumar me hace daño” y aun así continúe
fumando? La filosofía antigua le llamaba a este
tipo de situación ‘incontinencia’: no poder
contenerse en o por el juicio. Los estoicos aducen
que la persona incontinente simplemente no sabe
lo que cree saber —que fumar le hace daño—, o
en todo caso lo sabe de un modo tan débil, tan
imperfecto, que este “saber” no es capaz de
accionar un movimiento; por lo tanto, no es un
auténtico saber. Si el fumador en verdad supiera
que el cigarro le hace daño, entonces el alma
(psyché) efectivamente habría asentido al juicio
‘fumar me hace daño / fumar es un mal’ y, como consecuencia necesaria de esto, la persona habría
dejado el tabaco. Continuar fumando es un indicador claro de que el juicio que impera sobre el
tabaco es que se trata, en algún sentido, de un bien (una fuente de placer, de distensión, etc.) y
no de un mal. Así, pues, asentir a un juicio, lejos de ser algo así como juzgar “fríamente”, supone
contraer un compromiso con el valor o disvalor del objeto juzgado.
2
Irracionalidad y exceso de las pasiones (emociones): ¿Por qué?
Si examinamos atentamente nuestras emociones veremos que todas o casi todas tienen
por objeto algo externo. Una mala noticia nos entristece, una buena nos exulta. Alguien
nos ofende y montamos en cólera. Algo nos amenaza y sentimos miedo. Las cosas no
suceden como queremos y eso nos frustra. O suceden como queremos y entonces
queremos más: estamos de golpe ansiosos. En este sentido, una emoción es un
movimiento (una “moción”) suscitado por algo externo.
Ahora bien, desde la perspectiva estoica lo externo puede ser preferido o dispreferido,
pero nunca un bien o un mal, puesto que esto último implicaría depositar nuestro
bienestar/malestar fuera de nosotros y volvernos dependientes de factores que escapan a
nuestras potestades. Pero una emoción ordinaria (tristeza, miedo, ira, ansiedad, pasión
erótica, pasión por el dinero, etc.) es precisamente esto: un impulso suscitado por la
evaluación de que un objeto o evento externo es un bien o un mal. Por lo tanto, para los
estoicos, una emoción es el impulso desencadenado por una evaluación errónea
(desproporcionada). De ahí que los estoicos consideren las emociones como movimientos
“desobedientes de la razón”: porque la razón movería de acuerdo con una evaluación
distinta (X = preferido/dispreferido).
Pero esta irracionalidad no quiere decir que una emoción carezca de razones. Al
contrario, toda emoción tiene sus razones, sólo que desde esta perspectiva son malas
razones, razones desobedientes del principio rector, por lo tanto, razones contrarias a la
naturaleza1 (pues nuestro principio rector es lo que compartimos con el principio que rige
la naturaleza toda: ver Módulo 1).
Algunos estoicos afirman que la pasión no es distinta de la razón y que no hay diferencia
ni disputa entre ellas, sino que hay una oscilación de una única razón en ambas
direcciones, la cual nos pasa por alto debido a la agudeza y la rapidez del cambio,
1
Recodemos la distinción maestra, formulada por Epicteto: “lo que depende de nosotros es por naturaleza
libre, no sometido a estorbos ni impedimentos”; las cusivas son mías.
3
sin considerar que es la misma facultad del alma aquella con la cual se engendran
apetecer y arrepentirse, encolerizarse y atemorizarse, y por la cual el alma es movida
por el placer hacia lo vergonzoso y, moviéndose de regreso, se contiene a sí misma [...]
En efecto, la apetencia, la ira, el miedo y todas las cosas de este tipo son opiniones y
juicios defectuosos, y no surgen en una parte única del alma [una parte específicamente
apetitiva, como en la teoría platónica], sino que son inclinaciones del principio rector en
su conjunto. / Plutarco, Sobre la virtud moral, 446F-447A
Por último, si desde el punto de vista cognitivo una emoción no es más que un juicio de
valor falso (desmesurado), desde el punto de vista material (motor), el impulso a que da
lugar esta evaluación es excesivo. ¿Por qué? ¿En qué radica el exceso? Crisipo lo explica
así:
En otras palabras, una emoción es un “movimiento del alma” cuyo impulso es tal que
impide detener el movimiento o cambiar la dirección a tiempo. Séneca lo ejemplifica
describiendo la génesis de la ira.
Y para que sepas cómo empiezan, crecen y se desbordan las pasiones, el primer
movimiento es involuntario, a modo de preparación, de amenaza, por así decir, de la
pasión; el siguiente va acompañado de una voluntad no empecinada, como si fuera
lógico que yo me vengara cuando se me lesiona, o fuera lógico que éste sufriera un
castigo si ha cometido un crimen; el tercer movimiento es ya incontrolable, no quiere
vengarse porque sea lógico, sino a toda costa. Este último supera a la razón. / Sobre la
ira, II.4.I.
Una pasión es, pues, un movimiento obcecado, carente de flexibilidad, en una palabra,
un movimiento TORPE. Lo opuesto a este tipo de afectos, lo que los estoicos llaman
eupátheiai (buenos afectos o emociones positivas) se caracterizan por no exponerse a
golpes de ninguna clase y ser flexibles, plásticos, libres de impedimentos: HÁBILES. La
psicología contemporánea les llamará experiencias autotélicas o de flujo, una noción
4
presente en las fuentes antiguas al decir que el estoicismo debe conducir al “buen fluir de
la vida” (éuroia bíou). De esto hablaremos en la cuarta sesión.
5
Los cuatro géneros de pasiones (páthē) y sus especies
Las pasiones principales son [...] cuatro en género: dolor (lýpē), miedo (phóbos), avidez
(epithymía), placer (hédonḗ). (111) Tienen la opinión de que las pasiones son juicios,
según dice Crisipo en su libro Sobre las pasiones, pues, en efecto, la avaricia es la
suposición de que el dinero es algo bello, y de manera semejante la embriaguez, el
libertinaje y las demás <pasiones>. / Diógenes Laercio, op. cit., VII, 110-111.
PRESENTE FUTURO
6
La tabla anterior procede del tratado Sobre las pasiones (De passionibus) de Andrónico.
Vale la pena formular brevemente algunas observaciones.
DOLOR
PLACER
AVIDEZ
Nótese que tanto el amor erótico como el odio caen bajo el mismo género. Por lo
tanto, la avidez no sólo abarca objetos atractivos, sino también objetos repulsivos.
MIEDO
7
La estructura cognitiva de una emoción: los dos juicios
[...] piensan [los estoicos] que todas las perturbaciones se hacen por efecto del juicio y
de la opinión; y así, las definen con mayor precisión para que se entienda no sólo en qué
grado son viciosas, sino también en qué grado se hallan en nuestra potestad. Es,
pues, la aflicción la opinión reciente de un mal presente, a propósito del cual parece
recto abatirse y deprimirse en el ánimo; la exultación [placer], la opinión reciente de
un bien presente, a propósito del cual parece que es recto exaltarse; el miedo, la
opinión de un mal inminente que parece que es intolerable; el deseo, la opinión de un
bien que se acerca, del que se siente la necesidad de que ya esté presente y a
nuestro alcance. / Cicerón, Disputas tusculanas, IV, vii; las negritas son mías.
Las palabras resaltadas en negrita indican que toda pasión envuelve, además de un juicio
de valor, un segundo juicio relativo a la reacción apropiada. Este juicio “comportamental”
es el que conecta el aspecto cognitivo de las pasiones con su aspecto material, es decir,
con el impulso hacia la acción. También permite explicar por qué, ante ciertas situaciones
cuyo valor es estimado de manera similar por distintas personas, las reacciones, en
cambio, resultan tan distintas: ante algo que la mayoría de las personas estima malo, unos
juzgan que es preciso sobrepujar la adversidad, mientras que otros lo juzgan motivo de
abatimiento.
Por otro lado, el segundo juicio nos permite entender, en cierta medida, las
transformaciones que se dan en procesos emocionales de larga duración, como, por
ejemplo, los duelos. Alguien nos abandona y lo primero es la negación, después el
desconsuelo, luego la ira, después la tristeza, más tarde la resignación, al fin, la superación
de la pérdida. Antes de esta última etapa, mientras hay todavía duelo, la opinión de que
hay un mal presente permanece a lo largo de las distintas fases; es, como dice Cicerón,
una opinión reciente (recens). Pero mientras que en la primera fase, ese mal abate, en la
8
segunda, lejos de mover hacia una tristeza desconsolada, suscita un ansia (epithymía) de
venganza. En este sentido, lo que se va modificando no es el juicio de valor, la evaluación
del abandono como un mal, sino el juicio acerca de cómo reaccionar ante ese mal. Son
estas modificaciones las que pueden proporcionar una explicación diacrónica de las
distintas transformaciones y etapas que constituyen los procesos emocionales de cierta
extensión temporal.
Por último, cuando alguien nos cuenta con pesar que ha perdido el empleo, sabemos que
a esa persona le aflige la posibilidad de verse en una situación materialmente precaria. En
casos así, difícilmente declararemos, estoicamente, que la pobreza no es un mal (dado
que el dinero no es un bien), sino que intentaremos mitigar la aflicción apelando a la
“reacción apropiada”; nuestros esfuerzos consolatorios se apoyarán, con seguridad, en
señalarle a nuestro amigo que, en lugar de dejarse abatir por las circunstancias, vea en
esto la posibilidad de un nuevo desafío, una renovación, nuevos horizontes, etcétera.
NOTA: ¿Y EL PASADO?
Los cuatro géneros de emociones están determinados por dos dimensiones temporales: el
presente y el futuro. ¿Qué sucede con el pasado? ¿Por qué no está incluido? Estictamente
hablando, sólo existe el presente. Así, si uno está triste por el pasado, no es que aún esté
presente el evento que entristece, sino la opinión de que es un mal. En principio, esto
también valdría para el futuro (está presente la opinión, aunque no el evento); sin
embargo, en ese caso hay una diferencia notable: un evento futuro, aunque no esté
presente, todavía tiene la posibilidad de darse. Mientras que un evento del pasado ni es
algo actualmente existente, ni existe como potencialidad.
CONCLUSIONES
(1) Desde el punto de vista cognitivo, toda emoción es o envuelve dos juicios: un juicio
evaluativo erróneo y un segundo juicio, basado en el primero, acerca de la respuesta que
conviene dar (juicio comportamental o de respuesta apropiada). Por supuesto, una
evaluación errónea conduce de manera casi forzosa a un comportamiento erróneo.
(2) Puesto que los juicios caen dentro de lo que “depende de nosotros” (véase p. 1),
nuestras emociones ciertamente dependen de nosotros. Dicho de otro modo, somos
responsables de las emociones que tenemos/producimos.
El entrenamiento estoico consiste en trabajar sobre los dos juicios constitutivos de toda
emoción para así depurar nuestra vida afectiva y desarrollar cada vez menos movimientos
torpes y más movimientos hábiles. Estos últimos son los buenos afectos o eupátheiai.
9
Los buenos afectos o emociones positivas (eupátheiai)
(116) Afirman [los filósofos estoicos] que hay también tres pasiones positivas
(eupátheiai): gozo (chará), precaución (eulábeia), deseo (boúlēsis). Sostienen asimismo
que el gozo es contrario del placer porque es una exaltación razonable; que la
precaución es contraria del miedo porque es una claudicación razonable, pues el sabio
jamás experimenta miedo, pero sí precaución. Y dicen que el deseo es contrario del
ansia por ser un apetito razonable. / Diógenes Laercio, op. cit., VII, 116.
Mas del mal presente es nula la afección del sabio. [...] Así, son cuatro las
perturbaciones, tres los buenos afectos, porque a la aflicción ningún estado racional se
le opone. / Cicerón, Disputas tusculanas, IV, vi.
PRESENTE FUTURO
PRECAUCIÓN
(eulábeia)
MAL GENUINO
Pudor (aidṓs): precaución de ser
culpable. Piedad (hagneía): precaución
relativa a los pecados hacia los dioses.
Deleite (térpsis): gozo con respecto a los Benevolencia (eúnoia): desearle buenas
BIEN GENUINO propios beneficios. Regocijo (euphrosýnē): cosas a otro para su propio provecho.
gozo por las obras del temperado. Gentileza (euméneia): eúnoia duradera.
Serenidad (euthymía): gozo por el Afectuosidad (aspasmós): eúnoia
comportamiento del universo. ininterrumpida. Amor (agápēsis):
definición extraviada. ¿Completa
aceptación?
10
Si comparamos esta tabla con la de las pasiones veremos que hay una diferencia notable:
aquí el objeto de interés es el otro, mientras que en la tabla anterior es el yo. En el miedo,
tememos por nuestro propio daño; en la precaución, por no dañar a otros. La avidez está
orientada hacia el propio beneficio; el deseo, hacia el beneficio de los otros. En otras
palabras, las emociones ordinarias están centradas en el yo y este apego al yo es el que
produce sufrimiento. Los buenos afectos, al contrario, al desentenderse del daño o el
beneficio propio, son emociones carentes de apego y, por lo tanto, libres de crear
sufrimiento. La sustitución de las pasiones por buenos afectos es un aspecto importante
de la práctica y una extraordinaria fuente de bienestar.
11
II. PRÁCTICAS
Observa
bserva tus emociones más recurrentes y descríbelas de acuerdo con
las siguientes preguntas:
2
“En qué se basan” quiere decir explorar si hay juicios aún más fundamentales. Por ejemplo, si reconozco
que hay en mí envidia, el juicio más inmediato es evaluar como un mal el hecho de que otro tenga algo que
a mí me falta. Pero ese juicio eventualmente se apoya en otro juicio más básico: que eso
e que me falta (y que
el otro tiene) es un bien. / “Cómo se originaron” supone reconstruir el origen histórico de esa creencia o
juicio. Por ejemplo: “Cuando era chico mi mamá me decía que no confiara en nadie” o cosas del estilo.
12
praemeditatio)
2.. Notas diarias de anticipación ((praemeditatio
Escribe
scribe cada mañana tu praemeditatio anticipando qué emociones
pueden despertarse durante los eventos del día y qué emociones te gustaría
tener en su lugar, siguiendo los pasos que se detallan a continuación.
-¿Qué clase de respuesta trae consigo esta emoción? ¿Es torpe o hábil?
-¿Cuál
¿Cuál sería la respuesta más lúcida?
-¿Qúe me impide responder de manera lúcida? (Análisis de obstáculos)
-¿Con
Con qué capacidad cuento para poder responder de ese modo? (Análisis de
capacidades)
3. Decide por escrito que hoy responderás a los eventos del día sobre la
base de estas
as conclusiones y comprométete contigo a hacer valer tu
decisión.
13
3. La observación de los primeros movimientos
y el recurso a la respiración
14