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I.

LA TEORÍA ESTOICA DE LAS PASIONES (EMOCIONES)

1. IMPRESIÓN PRE-IMPULSIVA
Representación / impresión (phantasía) de una
botella de whisky y un vaso lleno. Estos
objetos, como la mayoría de los objetos y
eventos de la vida práctica, se presentan ya
pre-evaluados por la sociedad y por nosotros
mismos. Por ejemplo, la botella y el vaso se
aparecen a los ojos de este observador bajo la
sugerencia de ser bienes (en sentido amplio: un
elíxir, una bebida exquisita, una fuente de
placer o bienestar, etc.).
Mientras la sugerencia no sea aprobada y el
juicio se mantenga en suspenso (entre
paréntesis), el objeto no se presentará ni como
deseable ni como indeseable.

2. DE LA IMPRESIÓN AL ASENTIMIENTO
La mente (psyché) aprueba la sugerencia con
que se presenta el objeto en la impresión y, al
asentir de este modo, juzga/admite que la
botella y el vaso son bienes (i. e. que beber es
un bien).
Decir que la mente da su asentimiento
significa que, más allá de lo que pueda
declararse a nivel discursivo (“Beber me hace
daño”), el auténtico dictamen, aquel que
determina la efectiva disposición del sujeto con
respecto al objeto, radica precisamente en este
juicio. Veamos esto a la luz de los casos de
incontinencia.

1
(EL CASO DE LA INCONTINENCIA)
¿Cómo explicar que alguien declare: “Yo sé que
fumar me hace daño” y aun así continúe
fumando? La filosofía antigua le llamaba a este
tipo de situación ‘incontinencia’: no poder
contenerse en o por el juicio. Los estoicos aducen
que la persona incontinente simplemente no sabe
lo que cree saber —que fumar le hace daño—, o
en todo caso lo sabe de un modo tan débil, tan
imperfecto, que este “saber” no es capaz de
accionar un movimiento; por lo tanto, no es un
auténtico saber. Si el fumador en verdad supiera
que el cigarro le hace daño, entonces el alma
(psyché) efectivamente habría asentido al juicio
‘fumar me hace daño / fumar es un mal’ y, como consecuencia necesaria de esto, la persona habría
dejado el tabaco. Continuar fumando es un indicador claro de que el juicio que impera sobre el
tabaco es que se trata, en algún sentido, de un bien (una fuente de placer, de distensión, etc.) y
no de un mal. Así, pues, asentir a un juicio, lejos de ser algo así como juzgar “fríamente”, supone
contraer un compromiso con el valor o disvalor del objeto juzgado.

3. DEL ASENTIMIENTO AL IMPULSO


LA EMOCIÓN COMO “MOVIMIENTO DEL ALMA”

El asentimiento es ya un “movimiento del alma”


(el alma se “vio movida” a asentir), pero a su vez
desencadena un movimiento en relación al
objeto: si se lo ha juzgado como un bien, el
movimiento será con vistas a su consecución; si
como un mal, con vistas a su evitación. En otras
palabras, la evaluación desencadena
necesariamente un impulso motor. A este impulso
los estoicos le llaman páthos, pasión o emoción.
Estrictamente hablando, asentimiento e impulso
constituyen un continuum inseparable. No hay emoción sin asentimiento y, a la vez, todo
asentimiento hacia juicios del tipo ‘X es un bien/mal’ (siendo X un objeto o evento externo) trae
aparejada una emoción. Por otro lado, puesto que para los estoicos el alma es pneuma (hálito
caliente que recorre el cuerpo todo), es decir, una entidad material —sólo que hecha de una
materia más ligera que la del cuerpo ordinario—, hablar de una pasión en términos de
“movimiento del alma” supone desde sutiles movimientos pneumáticos de contracción o
expansión (systolé o éparsis), hasta el impulso del cuerpo con vistas a tomar el vaso y beber,
pasando por movimientos físicos menos visibles como la secreción de saliva ante la presentación
de la botella.

2
Irracionalidad y exceso de las pasiones (emociones): ¿Por qué?

Afirman [los estoicos] que la pasión es un impulso excesivo y desobediente de la


razón electiva [que delibera y elige], esto es, un movimiento irracional del alma que
es contrario a la naturaleza (y todas las pasiones son propias de la facultad
conductora del alma), por lo cual también toda perturbación es una pasión y, a su
vez, toda pasión es una perturbación. / Estobeo, Extractos de física y ética, II, 88; las
negritas son mías.

[...] según Zenón la pasión es un movimiento irracional contra naturaleza o un impulso


excesivo. / Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos ilustres, VII, 110.

Si examinamos atentamente nuestras emociones veremos que todas o casi todas tienen
por objeto algo externo. Una mala noticia nos entristece, una buena nos exulta. Alguien
nos ofende y montamos en cólera. Algo nos amenaza y sentimos miedo. Las cosas no
suceden como queremos y eso nos frustra. O suceden como queremos y entonces
queremos más: estamos de golpe ansiosos. En este sentido, una emoción es un
movimiento (una “moción”) suscitado por algo externo.
Ahora bien, desde la perspectiva estoica lo externo puede ser preferido o dispreferido,
pero nunca un bien o un mal, puesto que esto último implicaría depositar nuestro
bienestar/malestar fuera de nosotros y volvernos dependientes de factores que escapan a
nuestras potestades. Pero una emoción ordinaria (tristeza, miedo, ira, ansiedad, pasión
erótica, pasión por el dinero, etc.) es precisamente esto: un impulso suscitado por la
evaluación de que un objeto o evento externo es un bien o un mal. Por lo tanto, para los
estoicos, una emoción es el impulso desencadenado por una evaluación errónea
(desproporcionada). De ahí que los estoicos consideren las emociones como movimientos
“desobedientes de la razón”: porque la razón movería de acuerdo con una evaluación
distinta (X = preferido/dispreferido).
Pero esta irracionalidad no quiere decir que una emoción carezca de razones. Al
contrario, toda emoción tiene sus razones, sólo que desde esta perspectiva son malas
razones, razones desobedientes del principio rector, por lo tanto, razones contrarias a la
naturaleza1 (pues nuestro principio rector es lo que compartimos con el principio que rige
la naturaleza toda: ver Módulo 1).

Algunos estoicos afirman que la pasión no es distinta de la razón y que no hay diferencia
ni disputa entre ellas, sino que hay una oscilación de una única razón en ambas
direcciones, la cual nos pasa por alto debido a la agudeza y la rapidez del cambio,
1
Recodemos la distinción maestra, formulada por Epicteto: “lo que depende de nosotros es por naturaleza
libre, no sometido a estorbos ni impedimentos”; las cusivas son mías.

3
sin considerar que es la misma facultad del alma aquella con la cual se engendran
apetecer y arrepentirse, encolerizarse y atemorizarse, y por la cual el alma es movida
por el placer hacia lo vergonzoso y, moviéndose de regreso, se contiene a sí misma [...]
En efecto, la apetencia, la ira, el miedo y todas las cosas de este tipo son opiniones y
juicios defectuosos, y no surgen en una parte única del alma [una parte específicamente
apetitiva, como en la teoría platónica], sino que son inclinaciones del principio rector en
su conjunto. / Plutarco, Sobre la virtud moral, 446F-447A

Por último, si desde el punto de vista cognitivo una emoción no es más que un juicio de
valor falso (desmesurado), desde el punto de vista material (motor), el impulso a que da
lugar esta evaluación es excesivo. ¿Por qué? ¿En qué radica el exceso? Crisipo lo explica
así:

En ese sentido [¿como desviación o desobediencia?] se dice también el exceso de


impulso, porque sobrepasa la proporción propia y natural de los impulsos. Lo que estoy
diciendo quedará más comprensible con los ejemplos siguientes: al caminar conforme al
impulso, el movimiento de las piernas no excede, sino que se corresponde en cierto
modo con el impulso, de modo que una se detiene cuando quiere, o cambia el paso. En
cambio, en el caso de los que corren ya no ocurre tal, sino que el movimiento de las
piernas excede el impulso, de modo que se deja llevar y no es posible cambiarlo
obedientemente una vez que se ha empezado a ir de ese modo. Yo pienso que algo
parecido le ocurre también a los impulsos, porque se sobrepasa la proporción conforme
a la razón, de modo que cuando procede el impulso no es ya obediente a ella [...] /
Crisipo citado por Galeno, Sobre las doctrinas de Hipócrates y Platón, IV, 2, 14-18.

En otras palabras, una emoción es un “movimiento del alma” cuyo impulso es tal que
impide detener el movimiento o cambiar la dirección a tiempo. Séneca lo ejemplifica
describiendo la génesis de la ira.

Y para que sepas cómo empiezan, crecen y se desbordan las pasiones, el primer
movimiento es involuntario, a modo de preparación, de amenaza, por así decir, de la
pasión; el siguiente va acompañado de una voluntad no empecinada, como si fuera
lógico que yo me vengara cuando se me lesiona, o fuera lógico que éste sufriera un
castigo si ha cometido un crimen; el tercer movimiento es ya incontrolable, no quiere
vengarse porque sea lógico, sino a toda costa. Este último supera a la razón. / Sobre la
ira, II.4.I.

Una pasión es, pues, un movimiento obcecado, carente de flexibilidad, en una palabra,
un movimiento TORPE. Lo opuesto a este tipo de afectos, lo que los estoicos llaman
eupátheiai (buenos afectos o emociones positivas) se caracterizan por no exponerse a
golpes de ninguna clase y ser flexibles, plásticos, libres de impedimentos: HÁBILES. La
psicología contemporánea les llamará experiencias autotélicas o de flujo, una noción

4
presente en las fuentes antiguas al decir que el estoicismo debe conducir al “buen fluir de
la vida” (éuroia bíou). De esto hablaremos en la cuarta sesión.

CONCLUSIONES PROVISIONALES. Una emoción ordinaria, cognitivamente hablando, es o se


origina en una evaluación errónea del mundo. Del punto de vista material es un impulso
excesivo, esto es, un movimiento torpe, incapaz de contenerse a sí mismo (o mejor: de
contenerse en la razón), en consecuencia, un movimiento que sólo puede encontrar, más
tarde o más temprano, “estorbos e impedimentos”: golpes, frustración, dolor.
Veamos ahora, a la luz de estas consideraciones, cuáles son los grandes géneros de
emociones y sus especies, y cuál es la estructura cognitiva de cualquier emoción.

5
Los cuatro géneros de pasiones (páthē) y sus especies

Las pasiones principales son [...] cuatro en género: dolor (lýpē), miedo (phóbos), avidez
(epithymía), placer (hédonḗ). (111) Tienen la opinión de que las pasiones son juicios,
según dice Crisipo en su libro Sobre las pasiones, pues, en efecto, la avaricia es la
suposición de que el dinero es algo bello, y de manera semejante la embriaguez, el
libertinaje y las demás <pasiones>. / Diógenes Laercio, op. cit., VII, 110-111.

PRESENTE FUTURO

DOLOR /AFLICCIÓN MIEDO


(lýpē) (phóbos)
MAL SUPUESTO

“COMPASIÓN” (éleon): dolor por quien sufre VERGÜENZA (aischýne): miedo de la


injustamente. ENVIDIA (phthónon): por los mala reputación. VACILACIÓN (óknos):
bienes ajenos. CELOS (zêlon): porque en otro miedo ante una actividad a
está presente lo que uno ansía. RIVALIDAD desarrollar. SOBRESALTO (ékplexis):
(zēlotypían): porque en otro está presente miedo producido por la
lo que uno también posee. representación (phantasía) de una
cosa no habitual. ZOZOBRA
(thóruybos): miedo acompañado de
La lista incluye especies de definición
excitación en la voz. ESPANTO
menos clara y/o útil, por lo que nos
(deîma): miedo que produce terror.
limitamos sólo a referirlas: PESADUMBRE
DESAZÓN (agōnía): miedo producido
(áchthon), TURBACIÓN (enóchlēsin), DISGUSTO
por una cosa incierta.
(anían), TRISTEZA (odýnēn), CONFUSIÓN
(sýnchesin).

PLACER / EXULTACIÓN AVIDEZ


(hédonḗ) (epithymía)
BIEN SUPUESTO

IRA (orgé): avidez de venganza.


FASCINACIÓN (kḗlēsis): placer que encanta a RENCOR (mênis): ira antigua y
través de los oídos. GOCE MALIGNO enconada. IRRITACIÓN (thymós): ira
(epichairekakía): placer por los males
incipiente. ODIO (mîsos): avidez de
ajenos. DELEITE (térpsis): propensión del
que a alguien le vaya mal en forma
alma hacia lo licencioso. DISIPACIÓN progresiva y duradera. PENDENCIA
(diáchysis): disolución de la virtud.
(philoneikía): avidez relacionada con
la toma de partido. PASIÓN ERÓTICA
(éros): avidez de intimidad con base
en la belleza aparente. ESTRECHEZ
(spánis): avidez de persistir en la
consecución de un objeto cuando ya
se ha fracasado en ello.

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La tabla anterior procede del tratado Sobre las pasiones (De passionibus) de Andrónico.
Vale la pena formular brevemente algunas observaciones.

DOLOR

“COMPASIÓN”. La “compasión” —escrita así, entre comillas— se considera indeseable


pues aquel que se “compadece” sufre con el otro y ésta es una respuesta torpe. La
emoción hábil, la compasión sin comillas, estriba en poder comprender la raíz del
sufrimiento ajeno y responder empáticamente, proporcionando ayuda, pero sin que
medie sufrimiento propio, es decir, sin apego. A esto se refiere el budismo con la
palabra karuna y es un sentimiento igualmente alentado por el estoicismo.

PLACER

FASCINACIÓN. Evidentemente no se refiere al encantamiento de la música. La fascinación


está ligada más bien a la seducción a través del lenguaje. Esto implica de manera clara
la adulación. También envuelve la fascinación de los oradores con su propio discurso.

DELEITE Y DISIPACIÓN. La descripción es severa y suena a moralina, pero básicamente se


refiere a evaluaciones y respuestas desproporcionadas con respecto a los placeres
sensuales.

AVIDEZ

Nótese que tanto el amor erótico como el odio caen bajo el mismo género. Por lo
tanto, la avidez no sólo abarca objetos atractivos, sino también objetos repulsivos.

Desde Aristóteles, la ira y sus distintas modalidades (irritación, animosidad, rencor,


etc.) se consideran especies de avidez: avidez de venganza. El juicio de valor que
subyace a estos afectos es que alguien me ha hecho daño de manera dolosa; el juicio
comportamental, que es apropiado tomar venganza para resarcir el daño. Puesto que
el resarcimiento aún no tiene lugar y es un evento fututo, se genera epythimía: ansia,
apetito o avidez por consumar la venganza, vista como un bien.

MIEDO

VERGÜENZA Y VACILACIÓN. Es interesante considerar la vergüenza y la vacilación como


modalidades del miedo. A veces somos elusivos con estas emociones. Atribuimos la
vergüenza a la timidez sin detenernos a analizar más, la vacilación a la pereza.
Considerarlas como especies de miedo puede arrojar alguna luz sobre ellas.

7
La estructura cognitiva de una emoción: los dos juicios

La aflicción es una contracción irracional u opinión reciente de la presencia de un mal,


por lo cual se piensa que es necesario contraerse. El miedo, por su parte, es un repliegue
irracional o huída de lo que se espera terrible. La apetencia [o ansia], a su vez, es un
deseo irracional o búsqueda de aquello que se espera bueno. Y el placer es una
exaltación irracional u opinión reciente de la presencia de un bien, por lo cual se piensa
que es necesario exaltarse. / Andrónico, Sobre las pasiones (De passionibus) 1.

[...] piensan [los estoicos] que todas las perturbaciones se hacen por efecto del juicio y
de la opinión; y así, las definen con mayor precisión para que se entienda no sólo en qué
grado son viciosas, sino también en qué grado se hallan en nuestra potestad. Es,
pues, la aflicción la opinión reciente de un mal presente, a propósito del cual parece
recto abatirse y deprimirse en el ánimo; la exultación [placer], la opinión reciente de
un bien presente, a propósito del cual parece que es recto exaltarse; el miedo, la
opinión de un mal inminente que parece que es intolerable; el deseo, la opinión de un
bien que se acerca, del que se siente la necesidad de que ya esté presente y a
nuestro alcance. / Cicerón, Disputas tusculanas, IV, vii; las negritas son mías.

Zenón añade rectamente a esta definición [que la aflicción es la opinión de un mal


presente] que aquella opinión de un mal presente es reciente. Mas de tal manera
interpretan esta palabra, que sostienen no sólo que es reciente aquello que ha acaecido
un poco antes, sino que se llama reciente durante todo el tiempo que, en aquel mal
opinado, se halle alguna fuerza, de modo que con ella se vigoriza y tiene cierto verdor. /
Ibid., III, 75.

Las palabras resaltadas en negrita indican que toda pasión envuelve, además de un juicio
de valor, un segundo juicio relativo a la reacción apropiada. Este juicio “comportamental”
es el que conecta el aspecto cognitivo de las pasiones con su aspecto material, es decir,
con el impulso hacia la acción. También permite explicar por qué, ante ciertas situaciones
cuyo valor es estimado de manera similar por distintas personas, las reacciones, en
cambio, resultan tan distintas: ante algo que la mayoría de las personas estima malo, unos
juzgan que es preciso sobrepujar la adversidad, mientras que otros lo juzgan motivo de
abatimiento.
Por otro lado, el segundo juicio nos permite entender, en cierta medida, las
transformaciones que se dan en procesos emocionales de larga duración, como, por
ejemplo, los duelos. Alguien nos abandona y lo primero es la negación, después el
desconsuelo, luego la ira, después la tristeza, más tarde la resignación, al fin, la superación
de la pérdida. Antes de esta última etapa, mientras hay todavía duelo, la opinión de que
hay un mal presente permanece a lo largo de las distintas fases; es, como dice Cicerón,
una opinión reciente (recens). Pero mientras que en la primera fase, ese mal abate, en la

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segunda, lejos de mover hacia una tristeza desconsolada, suscita un ansia (epithymía) de
venganza. En este sentido, lo que se va modificando no es el juicio de valor, la evaluación
del abandono como un mal, sino el juicio acerca de cómo reaccionar ante ese mal. Son
estas modificaciones las que pueden proporcionar una explicación diacrónica de las
distintas transformaciones y etapas que constituyen los procesos emocionales de cierta
extensión temporal.
Por último, cuando alguien nos cuenta con pesar que ha perdido el empleo, sabemos que
a esa persona le aflige la posibilidad de verse en una situación materialmente precaria. En
casos así, difícilmente declararemos, estoicamente, que la pobreza no es un mal (dado
que el dinero no es un bien), sino que intentaremos mitigar la aflicción apelando a la
“reacción apropiada”; nuestros esfuerzos consolatorios se apoyarán, con seguridad, en
señalarle a nuestro amigo que, en lugar de dejarse abatir por las circunstancias, vea en
esto la posibilidad de un nuevo desafío, una renovación, nuevos horizontes, etcétera.

NOTA: ¿Y EL PASADO?

Los cuatro géneros de emociones están determinados por dos dimensiones temporales: el
presente y el futuro. ¿Qué sucede con el pasado? ¿Por qué no está incluido? Estictamente
hablando, sólo existe el presente. Así, si uno está triste por el pasado, no es que aún esté
presente el evento que entristece, sino la opinión de que es un mal. En principio, esto
también valdría para el futuro (está presente la opinión, aunque no el evento); sin
embargo, en ese caso hay una diferencia notable: un evento futuro, aunque no esté
presente, todavía tiene la posibilidad de darse. Mientras que un evento del pasado ni es
algo actualmente existente, ni existe como potencialidad.

CONCLUSIONES

(1) Desde el punto de vista cognitivo, toda emoción es o envuelve dos juicios: un juicio
evaluativo erróneo y un segundo juicio, basado en el primero, acerca de la respuesta que
conviene dar (juicio comportamental o de respuesta apropiada). Por supuesto, una
evaluación errónea conduce de manera casi forzosa a un comportamiento erróneo.
(2) Puesto que los juicios caen dentro de lo que “depende de nosotros” (véase p. 1),
nuestras emociones ciertamente dependen de nosotros. Dicho de otro modo, somos
responsables de las emociones que tenemos/producimos.

El entrenamiento estoico consiste en trabajar sobre los dos juicios constitutivos de toda
emoción para así depurar nuestra vida afectiva y desarrollar cada vez menos movimientos
torpes y más movimientos hábiles. Estos últimos son los buenos afectos o eupátheiai.

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Los buenos afectos o emociones positivas (eupátheiai)

(116) Afirman [los filósofos estoicos] que hay también tres pasiones positivas
(eupátheiai): gozo (chará), precaución (eulábeia), deseo (boúlēsis). Sostienen asimismo
que el gozo es contrario del placer porque es una exaltación razonable; que la
precaución es contraria del miedo porque es una claudicación razonable, pues el sabio
jamás experimenta miedo, pero sí precaución. Y dicen que el deseo es contrario del
ansia por ser un apetito razonable. / Diógenes Laercio, op. cit., VII, 116.

Mas del mal presente es nula la afección del sabio. [...] Así, son cuatro las
perturbaciones, tres los buenos afectos, porque a la aflicción ningún estado racional se
le opone. / Cicerón, Disputas tusculanas, IV, vi.

PRESENTE FUTURO

PRECAUCIÓN
(eulábeia)
MAL GENUINO
Pudor (aidṓs): precaución de ser
culpable. Piedad (hagneía): precaución
relativa a los pecados hacia los dioses.

GOZO O ALEGRÍA DESEO BENEVOLENTE


(chará) (boúlēsis)

Deleite (térpsis): gozo con respecto a los Benevolencia (eúnoia): desearle buenas
BIEN GENUINO propios beneficios. Regocijo (euphrosýnē): cosas a otro para su propio provecho.
gozo por las obras del temperado. Gentileza (euméneia): eúnoia duradera.
Serenidad (euthymía): gozo por el Afectuosidad (aspasmós): eúnoia
comportamiento del universo. ininterrumpida. Amor (agápēsis):
definición extraviada. ¿Completa
aceptación?

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Si comparamos esta tabla con la de las pasiones veremos que hay una diferencia notable:
aquí el objeto de interés es el otro, mientras que en la tabla anterior es el yo. En el miedo,
tememos por nuestro propio daño; en la precaución, por no dañar a otros. La avidez está
orientada hacia el propio beneficio; el deseo, hacia el beneficio de los otros. En otras
palabras, las emociones ordinarias están centradas en el yo y este apego al yo es el que
produce sufrimiento. Los buenos afectos, al contrario, al desentenderse del daño o el
beneficio propio, son emociones carentes de apego y, por lo tanto, libres de crear
sufrimiento. La sustitución de las pasiones por buenos afectos es un aspecto importante
de la práctica y una extraordinaria fuente de bienestar.

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II. PRÁCTICAS

1.. Reconocimiento y análisis de emociones predominantes

Observa
bserva tus emociones más recurrentes y descríbelas de acuerdo con
las siguientes preguntas:

1. ¿Estoy más frecuentemente del lado de las pasiones (páthē)


( o de los
buenos afectos (eupátheiai)?
(eupátheiai)
2. ¿Cuál o cuáles de los cuatro géneros de pasiones/emociones
emociones predominan
en mí:: aflicción, miedo, exultación o avidez (ver tabla)?
3. ¿Qué emociones específicas puedo reconocer dentro de cada género
(ver el listado de emociones en letra pequeña dentro de cada género de
la tabla)?
4. Mis emociones dominantes,
dominantes ¿tienen
tienen por foco un objeto que se aparece
como presente,, pasado o futuro?
5. ¿Qué juicios dee valor y de respuesta apropiada se ven envueltos en mis
emociones más recurrentes?
6. ¿Puedo identificar en qué se basan estos juicios y cómo se originaron? 2
7. ¿Cuáles
Cuáles de estos juicios serían más fáciles de sustituir para así modificar
las emociones perniciosas?
8. ¿Qué
ué otros juicios sería
seríann buenos candidatos para ejercer esa sustitución?

2
“En qué se basan” quiere decir explorar si hay juicios aún más fundamentales. Por ejemplo, si reconozco
que hay en mí envidia, el juicio más inmediato es evaluar como un mal el hecho de que otro tenga algo que
a mí me falta. Pero ese juicio eventualmente se apoya en otro juicio más básico: que eso
e que me falta (y que
el otro tiene) es un bien. / “Cómo se originaron” supone reconstruir el origen histórico de esa creencia o
juicio. Por ejemplo: “Cuando era chico mi mamá me decía que no confiara en nadie” o cosas del estilo.

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praemeditatio)
2.. Notas diarias de anticipación ((praemeditatio

Escribe
scribe cada mañana tu praemeditatio anticipando qué emociones
pueden despertarse durante los eventos del día y qué emociones te gustaría
tener en su lugar, siguiendo los pasos que se detallan a continuación.

naliza la estructura de tuss probables emociones, describiendo los


1. Analiza
juicios de valor y de respuesta apropiada que se ven envueltos (si
puedes reconocer juicios más básicos, anótalos también).
también

2. Examina objetivamente la veracidad de esoses juicioss respondiendo a al


siguiente cuestionario (al principio puede resultar
resultarte fatigoso; luego lo
harás automáticamente):
automáticamente)

(A) Juicio de valor: examen de la duración y las consecuencias

Si descubres en tu emoción una creencia del tipo X es un bien,, pregúntate:


-¿Cuánto
¿Cuánto tiempo durará el presunto beneficio?
-¿Incrementa
¿Incrementa X mi felicidad de manera sustancial o de manera incidental?
-¿Qué
¿Qué perdería si X no estuviera o no llegara?

Si descubres en tu emoción una creencia del tipo X es un mal:


-¿Cuánto
¿Cuánto tiempo durará el presunto daño?
-¿Daña
¿Daña X mi felicidad de manera sustancial o de manera incidental?
incidental
¿Qué tanto ganaría si X no estuviera o no llegara?
llegara

(B) Juicio de respuesta apropiada: examen de lucidez, obstáculos y capacidades

-¿Qué clase de respuesta trae consigo esta emoción? ¿Es torpe o hábil?
-¿Cuál
¿Cuál sería la respuesta más lúcida?
-¿Qúe me impide responder de manera lúcida? (Análisis de obstáculos)
-¿Con
Con qué capacidad cuento para poder responder de ese modo? (Análisis de
capacidades)

3. Decide por escrito que hoy responderás a los eventos del día sobre la
base de estas
as conclusiones y comprométete contigo a hacer valer tu
decisión.

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3. La observación de los primeros movimientos
y el recurso a la respiración

Una vez que hayas identificado tus emociones predominantes, observa


bajo qué signos físicos se anuncian (aumento del ritmo cardíaco, temblores,
mandíbulas apretadas, manos crispadas, frío o calor en las extremidades,
sudoración, contracción del estómago, etc.). Los estoicos le llamaban a
estos signos, “primeros movimientos” (véase la cita de Séneca en la página
5).
Cuando reconozcas que aparecen en ti primeros movimientos, recuerda
respirar y estar atento a tu respiración. Así lograrás calmar el aspecto físico
de la pasión y de esta manera aplicar más fácilmente las herramientas que
forjaste en tu praemediatio.

Nota: Respirar contribuye a calmar las emociones torpes de manera


momentánea, pero no basta para erradicarlas. Esto sólo puede lograrlo una
comprensión clara y penetrante de la naturaleza de las emociones. Cuando
la mente se habitúa a ver con claridad cómo las emociones entrañan juicios
falsos y respuestas torpes, éstas comienzan a debilitarse hasta desaparecer.
Podría decirse, en suma, que la práctica estoica sobre las emociones
consiste en habituarse a dar los asentimientos correctos. Si la mente ya no
concede su asentimiento a juicios falsos, entonces ya no se desencadenarán
impulsos excesivos y el “espacio afectivo” quedará libre para dar cabida a
afectos de mayor calidad: las eupátheiai.

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