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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRES-POSTGRADO EN CIENCIAS DEL

DESARROLLO

MAESTRÍA EN ESTUDIOS CRÍTICOS DEL DESARROLLO

CIDES-UMSA

Ciudad y ciudadanía

Boris Urquizo Rodríguez

Marzo 2014

Ensayo académico para el módulo Desarrollo Urbano

Docente: Patricia Urquieta


Ciudad y ciudadanía son dos conceptos articulados que se encuentran en proceso de
re-significación en el contexto de las nuevas realidades urbanas, debido a su carácter
dinámico y complejo los espacios públicos y ciudadanía deben ser revisados, ello
contribuirá a entender cuáles son sus relaciones y a partir de ello poder esbozar qué
tipo de ciudad queremos vivir.

Se puede afirmar que a partir del espacio público se organiza la ciudad. Este texto
reflexiona sobre la ciudad como espacio de construcción de ciudadanía e introduce la
discusión en torno al significado de algunos conceptos, recuperando algunas
contribuciones teóricas. Y por último analiza las características principales de ambos
términos identificando algunos encuentros y desencuentros.

Ciudadanía

La ciudadanía en su concepción más clásica reconoce las dimensiones civil, política, y


social para garantizar el ejercicio de los derechos civiles, de libertad, el derecho a la
participación y el sufragio, así como los derechos al bienestar. Sin embargo no solo es
eso, más bien toma una interpretación diferente la reivindicación de la diferencia cultural.

Como una primera interpretación T. H. Marshall (1950) hace referencia a los derechos
de ciudadanía desde los derechos civiles y políticos, donde se asientan las bases para
la condición de ciudadano, haciendo inseparables la democracia y la ciudadanía.
Posteriormente aparecen nuevas perspectivas de ciudadanía en la que emergen los
derechos denominados “bienes públicos'', que están vinculados al patrimonio natural, a
la diversidad cultural, al patrimonio histórico, al patrimonio económico y a un medio
social libre de violencia. A ello habría que añadir la permanente defensa por los
derechos sociales y económicos, dado el retroceso que han sufrido con el
cuestionamiento del Estado de Bienestar.

La ciudadanía se repiensa, reescribe y reinserta en nuevos espacios sin renunciar a sus


contenidos históricos. En tiempos de la posmodernidad y su impacto en el campo
cultural, de la globalización en el campo político y de la revolución de la información en
el campo tecnológico, se puede observar un nuevo escenario de ciudadanía,
determinada por el descentramiento y la autoafirmación de los sujetos como respuesta
a tendencias propias de la globalización, como son el debilitamiento de los Estados
nacionales y la mayor diferenciación social.

Respecto del descentramiento, las prácticas ciudadanas actuales no convergen hacia


un eje de lucha focal, como por ejemplo el Estado o el sistema político o determinada
medida no popular, sino que se diseminan en una pluralidad de campos de acción, de
espacios de negociación de conflictos, territorios e interlocutores. El ciudadano deja de
ser un mero depositario de derechos promovidos por el Estado de derecho o el Estado
social, para convertirse en un sujeto que busca participar en acciones políticas.

En los últimos años gracias al desarrollo de la tecnología de telecomunicaciones se ha


posibilitado la emergencia de nuevas subjetividades políticas para enriquecer y entender
de mejor manera este concepto. La multiplicación de las formas de hacer comunicación
logró que los grupos minoritarios e históricamente silenciados tengan acceso a la
palabra y cobren visibilidad, gracias a ello se amplían las visiones de mundo y se pone
en escena elementos como la diferencia y la multiplicidad, además de abrirse nuevas
formas de relación entre los sujetos.

Espacio público

El espacio público se define en relación a la ciudad, por lo tanto es necesario partir


entonces de una definición de ciudad, para lo cual se puede recurrir a dos de los clásicos
del urbanismo moderno, Louis Wirth (1988) plantea que “una ciudad puede definirse
como un asentamiento relativamente grande, denso y permanente de individuos
socialmente heterogéneos”. Mientras que Gideon Sjoberg (1988), indica que “una
ciudad es una comunidad de considerable magnitud y de elevada densidad de
población, que alberga en su seno una gran variedad de trabajadores especializados,
no agrícolas, amén de una elite cultural, intelectual”.

Se trata de conceptos que revelan la heterogeneidad de la ciudad en varias de sus


dimensiones y en consecuencia es la construcción social con la mayor diversidad. La
ciudad está conformada por un conjunto de espacios públicos a partir del cual se
organiza la vida colectiva y donde hay una representación de esa sociedad. De allí surge
la necesidad de entenderlo como uno de los derechos fundamentales de la ciudadanía:
el derecho al espacio público, porque permite reconstruir el derecho a la asociación, a
la identidad.

En términos conceptuales se cuenta con formas dominantes respecto del espacio


público, que están sujetas por las corrientes del urbanismo moderno, ya que sus
componentes hacen referencia exclusiva a un lugar físico (espacio) que tiene una
modalidad de gestión o de propiedad pública.

Existe, en primer lugar, una concepción proveniente de las teorías del urbanismo
entendida como lo que queda, lo residual y lo marginal. Una segunda concepción,
predominantemente jurídica y bastante difundida proviene del concepto de propiedad y
apropiación del espacio. En ella se distingue entre espacio vacío y espacio construido,
espacio individual y espacio colectivo, lo que conduce a la formación del espacio privado
en oposición al espacio público. Una tercera concepción señala que los espacios
públicos son un conjunto de nodos —aislados o conexos— donde paulatinamente se
desvanece la individualidad y, por tanto, se coarta la libertad.

Luhmann (1992) propone una visión alternativa del espacio público al indicar que se
trata de un escenario de racionalización del poder administrativo o de generación de
poder comunicativo. También es un campo de acción política permanente, un lugar de
relación y de identificación, de manifestaciones políticas, de contacto entre personas,
de animación urbana y especialmente de democracia. Por lo tanto es la ciudad misma
un espacio abierto por y para el ejercicio de la ciudadanía que favorece a la otredad, y
en ese sentido viene a ser un “espacio político, de formación y expresión de voluntades
colectivas, es un espacio de la representación, pero también del conflicto” (Borja 2000)
y en consecuencia la presencia del conflicto cotidiano en los espacios públicos debe ser
vista como parte integral de su relevancia, y no como un hecho negativo.

Al caracterizarlo como una “trinchera de identidad” (Castells, 1998), o como un espacio


que brinda “sentido y forma a la vida colectiva” (Carrión, 2004), se reconoce la presencia
cotidiana de diversos intereses en pugna por su utilización y caracterización.

Ciudadanía y espacio público: encuentros y desencuentros

Los espacios públicos son por naturaleza espacios políticos, porque se trata de espacios
donde cada sujeto individual se relaciona con otros y durante esta interacción e
intercambio es que se produce la acción política.

Resulta fútil intentar reducir el espacio público a un mero lugar o solo una estructura de
representatividad social. Por el contrario la dimensión política de una sociedad se ve
reflejada a través de sus prácticas sociales y políticas. Es a través de la acción colectiva
(política) que se construye el espacio común sobre el cual se construye la democracia
y la estructura institucional que son parte de una ciudad la sustenta.

Sin embargo el espacio público ofrece desarticulaciones frente a la ciudadanía al


encontrarse acosado por causas como la fragmentación, segmentación, difusión,
inseguridad y privatización (Castells). Un síntoma de esta situación es la sensación de
agorafobia por parte de la población hacia los espacios públicos, sentimiento vinculado
con la sensación de peligro y miedo. Como resultado de este aislamiento y abandono al
espacio público, la ciudad pierde sus características de construcción y de cohesión
sociales, se reduce la participación, se restringe la ciudadanía y se incrementa la
intolerancia.

Hoy la ciudad se organiza desde lo privado, y ciertos espacios comunitarios —como las
plazas— terminan siendo a la vez un desperdicio desde la lógica económica de la
maximización de la ganancia, y un mal necesario para cumplir con las normas del
urbanismo. De espacio estructurante ha pasado a ser un espacio estructurado, residual
o marginal o, incluso, a desaparecer por la pérdida de sus roles o por la sustitución por
otros espacios más funcionales al urbanismo actual.

Armando Silva (1993) propone el concepto de anti-ciudad como una nueva manera de
entender al espacio público, siendo sinónimo de una expansión acelerada de la ciudad
pero por causas distintas a la búsqueda de soluciones a las necesidades mismas de
sus principales habitantes y gestores, los ciudadanos. Es la ciudad sin sujetos colectivos
o “la muerte del sujeto urbano, ello quiere decir que para la anti-ciudad resulta
completamente banal y superflua la construcción de ciudadanía como expresión cultural
y política de la vida en comunidad.

La anti-ciudad se opone al concepto de lugar como espacio referencial y de memoria,


es la pérdida de centro, tanto en términos geográficos como simbólicos. Este proceso
se ve acelerado por la influencia de las nuevas Tecnologías de la información y
comunicación que ejercen una labor de intermediación y crean una espacialidad virtual,
ocasionando que las relaciones sociales ya no se den de forma directa entre seres
humanos, sino entre los individuos a través de los aparatos electrónicos. Por lo tanto los
nuevos espacios se construyen cada vez más por lo que representan en términos de su
funcionalidad, sacrificando así los valores asociados a la participación ciudadana.

Conclusiones

El espacio público es un campo de acción política permanente. Al mismo tiempo no está


asociado únicamente a una dimensión físico- espacial (es decir plaza o parque), ya sea
de una unidad o un sistema de espacios. Es más bien un tipo de contenedor de la
conflictividad social, que contiene distintas significaciones dependiendo de la coyuntura
y del contexto.

Finalmente el espacio público es aquel terreno colectivo donde se pone de manifiesto la


plenitud ciudadana de los sujetos sociales por el ejercicio de sus derechos civiles,
sociales políticos, culturales y ambientales. Por lo tanto existe se cuenta con una
ciudanía plena si existe un espacio público democrático.

La ciudadanía plena es un proceso en permanente construcción de las diferentes


situaciones en las que se ubica los diferentes tipos de actores individuales y colectivos
en las relaciones de poder, que debe garantizar el reconocimiento pleno de los
derechos, a partir de sus especificidades y heterogeneidades.

Por lo tanto el espacio público debe recobrar el lugar que le corresponde dentro de la
estructura de la ciudad, siguiendo las cuatro condiciones que definen al espacio público:
lo simbólico, lo simbiótico, el intercambio y lo cívico. Es un espacio de dominio público,
uso social y colectivo, multifuncional, estructurador de la actividad privada y locus
privilegiado de la inclusión. Es el espacio que le otorga calidad a la ciudad y el que define
su cualidad, de allí que sea un eje estratégico en la nueva ciudad o el nuevo urbanismo.

Hay que defender y transformar el espacio público existente y construir un nuevo


espacio público para el nuevo urbanismo, que satisfaga simultáneamente varias
funciones y que sea de alta calidad estética. Lo primero es que el espacio público debe
recobrar el lugar que le corresponde dentro de la estructura de la ciudad,

Bibliografía

CARRION MENA, Fernando.


2011 “Espacio público: punto de partida para la alteridad” (pp. 181-204)

CARRION MENA, Fernando


1999 “La ciudad, escenario de comunicación”. Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.Quito: Ed. FLACSO
CASTELL, Manuel
1998 “Espacios Públicos en la sociedad informacional”
DUQUE, Beatriz
2010 “La forma en que se ejerce la ciudadanía. En la democracia colombiana
–socialización política y cultura ciudadana” Bogotá, Revista Eleuthera.
Vol. 4,p 253-290.

LUHMANN, Niklas,
1992 “Sistemas sociales: Lineamientos para una teoría general”.
https://www.facebook.com/SociologiaCriticaPedagogica/posts/50440942
2938895

MARSHALLL, T.H., BOTTOMORE, T.


1950/1992 “Ciudadanía y clase social”. Sitio Web
http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/estados-bienestar-y-ciudadania-
social/estados-bienestar-y-ciudadania-social.pdf

SILVA TÉLLEZ, Armando


1993 “Los imaginarios urbanos en América Latina” en: Hernández, Tulio,
Ciudad, espacio público y cultura urbana. 25 conferencias de la Cátedra
Permanente de imágenes urbanas, Caracas - Fundación para la Cultura
Urbana n.° 82

WIRTH, Louis
1938 “El urbanismo como modo de vida”, en Bifurcaciones. Revista de Estudios
culturales urbanos, # 2, Santiago (pp. 1-14)

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