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CONDICIÓN Y PANORAMA DE LA TEOLOGIA EN LA SUMMA THEOLOGIAE.

Edwin Yamir Orduña González

La presente síntesis, toma como punto de reflexión la introducción- escrita por Fr. Alberto
Escallada, OP- y la cuestión 1 de la Summa Theologiae, donde Santo Tomás expone su
pensamiento en cuanto al saber sobre Dios. Es aquí donde encontramos la definición de teología,
su carácter de ciencia, el sujeto de la teología y 10 artículos donde el Doctor Angélico relaciona
todo en cuento a la sacra doctrina.

En línea con lo anterior, la estructura consta de4 apartados, a saber: a) El vocablo de teología) la
doctrina sagrada como ciencia, c) el sujeto de la teología y, d) la presentación de la cuestión 1 de
Summa Theologiae.

a) El vocablo de teología: Sto. Tomás emplea muy raras veces «teología»: cuatro en toda esta
cuestión primera. Y con razón, dado lo poco preciso de su significado. En tiempo algo más
próximo a Sto. Tomás, las expresiones utilizadas eran doctrina christiana, sacra Scriptura,
sacra pagina (divina pagina), sacra eruditio. Ahora bien, Santo Tomás comprende bajo la
expresión de sacra doctrina la enseñanza cristiana en toda su amplitud: la revelación y
cuanto de ella procede, tal como es manejada en la Iglesia, sin excluir la función científica
de su enseñanza. La identificaríamos con lo que nosotros llamamos la tradición. «Doctrina»
pone el énfasis en el aspecto de transmisión del saber a otro: ante todo, en el acto mismo
por el que se transmite; después en el contenido de lo transmitido. Sacra doctrina es, pues
algo mucho más amplio que lo que entendemos hoy estrictamente por teología. Es la
enseñanza cristiana relativa a la salvación, que procede de la revelación y que abarca la
Sagrada Escritura.
b) La doctrina sagrada es ciencia: El artículo segundo de esta cuestión es decisivo, por lo
mismo que contiene no sólo la cualidad central de la sacra doctrina, sino también lo que
determina una opción singular en la teología de Santo Tomás. Para empezar hay que decir
que en el tiempo que prepara la escolástica, el quehacer primordial en torno al dato
revelado, que es el centro irrenunciable de la tarea del teólogo, lo constituían las diversas
fases de la glosa sobre la sacra pagina. O sea, la lectura del texto sagrado (littera), la
fijación del sentido del mismo (sensus), el concluir la inteligencia de la doctrina (sententia).
A la «inteligencia de la fe» van accediendo aportaciones que ya no son sólo técnicas nuevas
para el examen de textos, sino realidades: un mundo de objetos con indiscutible
consistencia metafísica y con evidente repercusión humana. Consiguientemente, al teólogo
ya no le basta con ahondar en el sentido de las palabras del libro sagrado, ni glosar la verdad
enseñada. Se va pasando del simple uso de la dialéctica en la interpretación textual, a
reconocer el derecho de la razón a instalarse dentro del dato revelado, pero tal como ella
es, con su bagaje de ideas, procediendo según sus leyes. Surgirán, por tanto, a propósito
del texto mismo, preguntas (quaestiones), problemas especulativos no directamente
emanados de la simple lectura creyente de la Biblia. Con estos cambios, el antiguo
concepto de sententia cambia también. Había sido, hemos dicho, un enunciado que recogía
la inteligencia profunda de la doctrina de un texto. Ahora ya no será la interpretación, por
profunda que sea, de un texto, sino la solución personal del maestro: una conclusión
científica basada en razones. A partir del 1200, para el profesor de teología habrá dos
tareas: se seguirá comentando la Escritura, ciertamente, pero habrá también otro trabajo
más personal y brillante, o sea, la cuestión disputada con colegas y alumnos.

Profundizando en la propuesta de Tomás de Aquino, cuando él encara en la Suma la cientificidad


de la sacra doctrina ya se han pronunciado sobre el tema, en diversos sentidos, algunos maestros
importantes, empero, la propuesta de Santo Tomas, aunque ya adoptada desde antes, no debemos
olvidar la presión que en él ejerce la intención pedagógica de la Suma. Quiere hacer una obra en
la que toda la materia de la sacra doctrina sea expuesta de tal manera que aparezcan los
encadenamientos lógicos y, por consiguiente, explicativos: que el ordo disciplinae corresponda lo
más posible al ordo rerum. Así pues, lo original en Santo Tomás es que la teología es ciencia en
el sentido aristotélico de la palabra (a.2)1. Puesto que conocemos ciertas cosas dentro de otra que
es nuestra razón, hay un conocimiento que nos hace saber por qué y cómo ciertas proposiciones
son verdaderas. Y esto es la ciencia. El acudir a la subalternación de las ciencias permite reconocer
a la teología como tal, en dependencia de una ciencia superior que es la ciencia de Dios y de los
bienaventurados. Dios tiene un conocimiento perfecto de las cosas porque las ve en sus causas y
en su único principio primero que es él mismo: en una mirada única, instantánea, intuitiva. En
nosotros, en cambio, el conocimiento es discursivo, demostrativo, mediante razonamiento. La
última barrera no superada por los anteriores a Santo Tomás era la de la ciencia como perfección
de la inteligencia humana, Tomás afirmará la teología como ciencia prioritariamente especulativa.
He aquí la concepción peculiar de Tomás. Si bien analógicamente, o sea, en virtud de que aun
perteneciendo a órdenes completamente distintos, tenemos en común la existencia, lo que se nos
ha comunicado en la revelación ha de ser para nosotros de alguna manera inteligible.
Para llegar a dar respuesta, el recurso de Santo Tomás está enmarcado en la fe. Partamos diciendo
que Tomás había afirmado ya que lo peculiar de la ciencia está en que, a partir de cosas conocidas,
se lleguen a conocer las ignoradas, es decir, el proceso aristotélico de demostración. Lo que en el
conocer de Dios y de los bienaventurados es sumamente cognoscible, ¿cómo puede serlo para
nosotros? La respuesta será que por la fe se da una participación en ese conocimiento, por
asimilación a la ciencia divina. Por la fe se llega a la posesión de los principios, y de ellos se
procede a las conclusiones. Es decir: los artículos de la fe son a modo de principios, y lo que de
ellos se deduce son a modo de conclusiones. En suma, la teología sólo es ciencia en tanto que
subalternada a la ciencia de Dios y de los bienaventurados. Y puesto que Dios en sí mismo es el

1
«Hay que decir: La doctrina sagrada es ciencia. Hay dos tipos de ciencias. 1) Unas, como la aritmética, la geometría
y similares, que deducen sus conclusiones a partir de principios evidentes por la luz del entendimiento natural. 2)
Otras, por su parte, deducen sus conclusiones a partir de principios evidentes, por la luz cíe una ciencia superior. Así,
la perspectiva, que parte de los principios que le proporciona la geometría; o la música, que parte de los que le
proporciona la aritmética. En este último sentido se dice que la doctrina sagrada es ciencia, puesto que saca sus
conclusiones a partir de los principios evidentes por la luz de una ciencia superior, esto es, la ciencia de Dios y de los
Santos».
sujeto de la teología y de la ciencia subalternante, ha de concluirse que en este caso no hay
subalternación más que en los principios, y, por consiguiente, apenas existe autonomía, y la
dependencia respecto a la ciencia de Dios es muy grande.
c) El sujeto de la teología: Para Santo Tomás, el sujeto de la teología es Dios precisamente en
cuanto Dios (sub ratione deitatis). Como es obvio, Santo Tomás, como sus
contemporáneos, ve el panorama de la teología con amplitud tal, que apenas hay nada que
esté ausente de él. Insistirá, sin embargo, en que todo será tratado por la teología en orden
a la divinidad, entendida ésta, por lo demás, no como el principio y fin de todo, asequible
a la metafísica, sino como el Dios vivo que se conoce y se revela a sí mismo. Santo Tomás
es consciente de la novedad y originalidad de su respuesta sobre el sujeto de la teología;
pero es la única posible en coherencia con la opción por la teología como ciencia. Este
puesto central de Dios y la visión de todo bajo esta perspectiva de divinidad son
fundamentales al leer la Suma. Sólo así se pueden entender el plan teológico al que esta
obra responde y el enfoque de muchos problemas por ella abordados, que de otro modo
parecerían contemplados desde vertiente puramente filosófica.
d) Contenido de la cuestión 1: En esta cuestión el Doctor Angélico, entiende, en un titánico
esfuerzo de síntesis, que esa consideración reflexiva sobre toda la enseñanza cristiana ha
de comenzar investigando acerca de la condición y de la extensión de la sacra doctrina. El
pronombre «misma» (de «ipsa» sacra doctrina) subraya el aspecto reduplicativo o formal:
se habla de la sacra doctrina en cuanto tal. Y la investigación de esas dos cosas se despliega
en las diez preguntas de los artículos que integran la primera cuestión. Pues bien; el modo
como Tomás procede al detallar las preguntas suscitadas tiene en cuenta esa diferencia.
Tanto, que ella determina la diversa dirección del movimiento en el interior de las pesquisas
propuestas. En efecto la necesidad (a.1) es el rasgo de la sacra doctrina relativo a su
existencia. Mientras que sus propiedades esenciales son las analizadas a continuación: unas
absolutas (aa.2-4), otras por comparación con otros saberes (aa.5-6). Por lo que al
panorama de la sacra doctrina se refiere, Santo Tomás va desde su objeto material o sujeto
(a.7), hasta los puntos de vista que integra: ya sea argumentando (a.8) o acogiendo los
diversos ropajes y sentidos de la Sagrada Escritura (aa.9-10).

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