Você está na página 1de 13

52 Gwendolyn Díaz SHARON MAGNARELLI

pasado reciente, habfa mucho de él que yo ya sabfa, mucho de


to que se rumoreaba. se sospechaba, se podfa intuir Entonces
dejé que Ia imaginación funcionara con total libertad. porque allf Luisa Valenzuela: Cuerpos que escriben
no me interesaba para nada contar y comprender un persona.ie. (metonÍmicamente hablando) y la
sino comprender la estructura de esa feroz maquinaria que es el
poder omnfmodo y la gente que la alimenta. Internarme en su metáfora peligrosa
voraz locura. Eran otros tiempos, son otras las preguntas que me
planteo ahora: por ejemplo, ¿cuál es la relación de la mujer con
la violencia? Creo que fue para entender esa relación que viajé
"Escribf con el cuerpo", le recomienda Roberta a
a la India, para acercarme-mitológicamente hablando, claro
Agustín, su amig<l novelista, en la obra de Luisa Valenzuela
está-a la energfa de Kali, a la energfa de Durga, diosa guerrera
Mtvela negra con argentinos de 1990 (16). Su consejo es una
del hinduismo. Pero esa es otra historia, que espero poder
rc¿rcción a la confesión, por parte de é1, de que su propia novela
desarrollar en la novela.
rrr le sale. Cuando él le dice que no entiende lo que quiere decir
( on escribir con el cuerpo, ella replica juguetona pero

rcveladoramente: "Bueno. Yo tampoco sé pero lo siento, escribf


t r)n el cuerpo, te digo. El secreto es res, non verba. Es. decir,
r('staurar, restablecer, revolcarse" (16)-tres erres, restaurar,
rt'stablecer y revolcarse (quizás en sentido erótico). Luego
vrrlveremos a estas tres erres; mientras, yo, como ctltica, quizás
rrr:is identificada en esta ocasión con Agustfn que con Roberta,
l[('ils() inmediatamente en las palahras de otro persona.ie de
\';rlenzuela, Clara, en Hay que sonrelr, quien se preguntaba:
",.Qué demonios querrá
decir portarse bien ahora?- (96). yo, a
ru vez) reformulando su perplejidad, me pregunto: ..ieué
(l('rrx)nios querrá decir [escribir con el cue¡po.l ahora?',
Creo que la mayorfa de los que conocen Ia obra de
\';rlcrrzuela estarfan de acuerdo en que la noción de escribir con
''l cuerpo aparece, de un modo u otro, tanto en casi toda su
rr,r¡ r'utiva como en sus entrevistas y presentaciones en
congresos
,lr' litcratura. De hecho, uno de sus ensayos, publicado en 1993,
',,' titula precisamente "Escribir con el cuerpo,. No obstante,
\/lrlcnz-uela reconoce en ese ensayo que, aunque cree haber
,".t r ito con el cuerpo a l<l largo de su vida, le resulta casi
rrrr¡rosihle articular claramente lo que esto significa (algo quizás
rn rnl¡y tlif'crcnte dc l<l r¡ue lc sucede a Roherta). En cierto
54 Sharon Magnarellr l-uisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 55

sentido, es una suerte, porque si lograra hacerlo. no habrfa prestigio una analogfa persistente y perniciosa que (mal)usa
trabajo para crfticos como yo, que preferimos pensar que nuestra imágenes corporales y conduce a la conclusión equivocada de
labor es dilucidar los matices en las palabras de una escritora que el destino está determinado por la biologfa. Me refiero, por
brillante. Por tanto, situándome en una posición semejante a la supuesto, a la analogfa pluma/pene que iguala pluma y pene,
de una serie de narradoras de Luisa Valenzuela, también implicando asf que sólo aquéllos que poseen el uno estarfan
propongo ir en busca de la "información crucial" (Cambio 26) calificados para usar la otra. En esa misma novela, Valenzuela
para tratar de averiguar las implicaciones de escribir con el también sugiere, aunque indirectamente, que la noción freudiana
cuerpo d la Yalerzuela. No prometo resolver totalmente el tle envidia del pene puede ser otra manifestación de la misma
misterio (no más de lo que Roberta y Agustfn aclaran el suyo), rnegalomanfa, una ilusión que enmarca y refleja al grupo
pero espero al menos definir un perfil y sugerir quizás una lfnea lregemónico y al mundo hecho a su semejanza.3 Recordemos
de investigación para futuros crfticos. (lue. a pesar del exceso de signos de masculinidad corporales del
La primera novela de Valenzuela, Hay que sonrelr l}'uio. la t'ecundación de su tercer testlculo puede ser
(1966), empieza con las palabras: "Qué <lpio esperar. Con el pie rlcconstruida y lefda como un deseo de ser hembra y dar a luz.
izquierdo se rascó la pierna derecha en un gesto que querfa decir I{esulta revelador que el fit¡to de esa f'ecundación no sea un hijo,
resignación" (11). Aquf ya se emplea el cuerpo comq elemento rrn pequeño Brujo, el espejo de sf mismo que querfa crear, sino
semiótico: ciertos gestos comunican determinados significados tun sólo un delgado hilo de sangre. Por lo tanto, en el mundo de
(en una relación significante-significado), aun cuando ese Valenzuela, la (mal)interpretación y la (mal)versación
significado cambie de acuerdo al contexto.' ¿Es esto lo que ,rrrrlrocéntricas de la noción de escribir con el cuerpo revientan
Valenzuela quiere decir con escribir con el cuerpo? En un nivel, ((()nro el Brujo mismo) demostrando su inadecuación. Tal y
quizás. Por otro lado, en sus textos hay una abundancia de t'onx) aQUéllos que marginalizan a cualquier grupo por sus
escritores, muchos de los cuales se escriben a sf mismos de tlilcrencias sexuales, raciales o étnicas (es decir, por medio de
modo metafórico, usualmente con el cuerpo. Sin lugar a dudas, \rllr()s visibles de diferencias "corporales"), el Bru.jo ha visto
el Brujo de Cola de lagartija (1983) escribe/crea ('rr'(ineamente el cuerpo como una metáfora, y lo ha lefdo (y
metafóricamente con su cuerpo al fecundar su tercer testfculo, r et'scrito) demasiado literalmente.a C<lmo tantos otros, ha

intentando (re)crear otro yo, otro reflejo de sf mismo, algo no r'rrtcndiclo mal .
muy lejano a lo que hace cuando se rodea de espejos o escribe Sin lugar a dudas, hay otros personajes de Valenzuela
su autobiograffa. Pero en esta novela, el personaje y en l;urt«r hombres como mujeres) que escriben con su cuerpo de un
ocasiones narradora, Luisa Valenzuela, no deja lugar a que el rrrotflr p1¡5i1ivo o negativo. AZ, en Como en la guerra (1977),
lector dude que escribir con el cuerpo, en el sentido en que lo 'st' cscrihe" a sf mismo en su viaje hacia el autoconocimiento (o
hace el Brujo, no es algo que se deba ver positivamente.z De lr.rr'iu el conocimiento de "ella", a quien nunca llega a "ver",
hecho, el "escribir con el cuerpo" del Brujo se muestra como (')(eL:pt() como una proyección de sf mismo y de su propio
manifestación de una megalomanfa nociva que sólo produce ,lrst'r¡rso cientfflco, psicoanalftico y masculino). Por otro lado,
ficciones peligrosas, espejos que enmarcan y reflejan lo que el Itt'llu. cn "Cuarta versión" ha intentado escribirse a sf misma por
grupo hegemónico quiere que veamos: a ellos mismos, su poder, rnt'tlio tlcl "mar de papeles" (Cambio de armas 3) a través del
su imagen del mundo. Por tanto, al describir la noción perversa , r¡;rl cscr¡tlriña el narrarkrr. Aquf, sin embargr), por escribirse a
de escritura con el cuerpo del Brujo, Valenzuela despoja de su ',1 rtris¡¡ra, llell:r ¡rlga con su vitla cualrdo le disparan en la última
56 Sharon Magnarelli l.ursa Valenzuela: Cuerpos que escriben 57

página del texto. ¿Es esto escribir con el cuerpo, o es tener un AZ. "se escribe" a sf mismo en su búsqueda de sf mismo, quizás

cuerpo escrito, o en el que se escribe? En cualquier caso, únicamente porque su cuerpo está siendo inscrito de un modo
simultáneamente, Bella es sin lugar a dudas re-escrita, de modo rnuy diferente-está siendo violado por el cañón de un revólver
literal esta vez, por la narradora anónima que reconoce que "el y el gatillo va a ser apretado. Los cuerpos de aquéllos a los que
personaje de ficción anida en nosotros y mucho de lo que el Brujo ha flagelado o torturado están evidentemente marcados;
expresamos o actuamos forma parte de la estructura narrativa, de como el cuerpo de Vic (abreviación de vfctima), la mujer a la
un texto que vamos escribiendo con el cuerpo como una t¡ue supuestamente Agustfn ha asesinado en Novela negra; como

invitación. Por una invitación" (Cambio de armas 4, énfasis todos los clientes de "Donde Ya Sabés", la cámara de tortura
mfo). Si mucho de lo que expresamos o actuamos es parte de crtltica de la misma novela. Y, sin duda, el Coronel de "Cambio
una estructura narrativa, ¿es la realidad la que afecta a la ficción, tlc armas" ha re-escrito a Laura; no sólo le ha dejado marcada
o es la ficción la que afecta a la realidad? ¿Podemos llegar a la espalda (una cicatriz que él la fuerza a mirar con frecuencia,
estar seguros de que hemos descubierto la(s) diferencia(s)? Por l)¿u'a que vea la inscripción del poder del amo), sino que además

supuesto, estas preguntas nos llevan de vuelta al cuerpo, puesto lra borrado su pasado e incluso su lenguaje, imponiéndole el
que, siguiendo la misma regla, ¿es acaso el cuerpo un elemento suyo. O al menos asf parece hasta que en los últimos momentos
discreto, independiente de una escritura previa? Como Judith rlel texto ella le apunta con "este intrumento negro que él llama
Butler y otros han sugerido, ¿no está el cuerpo acaso siempre rcvtilver" (Cambio 146), y el lector se queda preguntándose si
mediatizado por discursos previos, estructuras narrativas previas, :rlrora va a ser ella quien escriba en un cuerpo.
es decir, narrativas dominantes (del amo) y/o narrativas de De hecho, muy pronto resulta evidente que hay dos
supremacfa? l()r'nlas claramente distintas de "escribir con el cuerpo" en la
Mi argumento es que a lo largo de su obra Valenzuela obra de Luisa Valenzuela, una que puede ser vista de forma
nos compele a distinguir entre esos dos "modos" de escribir con ¡rositiva y otra que debe ser considerada de manera negativa:
el cuerpo, porque los personajes no sólo escriben (y se escriben) .rlgunos personajes escriben con el cuerpo; en otros casos se
con el cuerpo, sino que se escribe metafóricamente en sus r'scribe en el cuerpo de ellos (y en algunos casos se dan ambas
cuerpos; sus cuerpos son inscritos, marcados, con los signos cosas). Mi sugerencia es que las diferencias entre los dos estilos
"gráficos" de la violencia y la agresión. Ya he mencionado a rlc "escribir con el cuerpo" están directamente relacionadas con
Bella, pero la imagen de escribir en el cuetpo aparece ya en la l:rs tlistinciones que Diana Fuss (siguiendo la lfnea de Adrienne
primera novela de Valenzuela. En la conclusión de Hay que Itieh) ha señalado entre el cuerpo y mi cuerpo. Como anota
sonrelr, Alejandro amenaza a Clara con un cuchillo. Aunque su I'rrss, "E/ cuerpo connota lo abstracto, lo categórico, lo genérico,
futuro no se concreta, la apertura del final nos invita a especular Irr cientffico, lo no localizable, lo metaffsico; mi cuerpo connota
(en cierto sentido a escribir) el movimiento siguiente de Io particular, lo empfrico, lo Iocal, lo autorreferencial, lo
Alejandro. ¿Va a atacar y a separarlela cabeza del cuerpo para r¡r¡¡rctliato, lo material" (52).O, como lo habfa expresado Rich
convertirla en la Flor Azteca (la cabeza sin cuerpo) que ella ha ,rrrlcriormente, "Escribir 'mi cuerpo' me sumerge en la
representado en la actuación circense? ¿O va a usar el cuchillo ('xl)cricncia vivida, en la particularidad: veo cicatrices,
para congelar o inscribir en ella (literal o figuradamente) la ,lt'lirr'¡naciones, tlecoloracitln, daños, pérdidas, tanto como lo que
sonrisa que le ha exigido con tanta frecuencia? De modo similar' nrc gusta . Decir 'nti cuerpo' reduce la tentación de hacer
el personaje anteriormente mencionado de Como en la guerra, .rlr¡ ¡nrrcioncs grantlios:rs" (cilatkr p()r Fuss 52).' Que la
58 Sharon Magnarelli l-ursa Valenzuela: Cuerpos que escriben 59

afirmación de Valenzuela de que hay que escribir con el cuerpo de nuestros cuerpos cuand<¡ se llegue al cuerpo de nuestra
ha de ser vista en estos términos (los de mi cuerpo) se hará escritura" (97). Po-1. !o ¡ant«¡, Valenzuela comparte con las
evidente a medida que avancemos. Por el momento, quiero f'eministas fiancesas la opinión de que las mujeres necesitan
destacar que su concordancia con esta idea del cuerpo como reconocerse a sf mismas como mujeres y escribir como mujeres.
rfnico y personal medio de acceso a la experiencia parece Pero. por supuesto (y sin lugar a dudas Valenzuela estarfa de
evidente ya en 1983 en su ensayo 'The Word, That Milk Cow". acuerdo con esto) como muchas feministas contemporáneas han
En este ensayo habla de la palabra y le da cuerpo, la res (en latfn señalado convincentemente, "mujer,' no es tan sólo un constructo
"cosa", lo material) que Roberta reclama de Agustfn en Novela hiológico, es también, y he aquf lo importante, un constructo
negra. En su ensayo, el argumento de Valenzuela es que la históric«1, sociopolftico y discursivo. Esto es, Ia cosa, Ia res, lo
palabra *es cuerpo y es escritura'; 'es un cuerpo, nuestro que llamamos el cuerpo, rai cuerpo, es en cierto sentido atgo
cuerpo, y lo producimos con nuestros propios jugos, a veces .sohre lo que ya ha sido escrito, ha sido afectado por discursos
llamados saliva, otras no"; "digerir y comprender iurter¡ores. Es, necesariamente, algo ya ..enculturado',, el lugar '"
finalmente generan discurso" ('The Word" 96). tlc inscripciones sociales, políticas, culturales y geográficas
Sin embargo, me gustarfa proponer que la noción de ((irosz 23). Además, yo añadirfa que el cuerp<l mismo, como
el
"escribir con el cuerpo", al menos en la narrativa reciente de sujcto hablante. es siempre intersectado y constituido por
Valenzuela, no es necesariamente sinónima de la concebida por r¡ur)rerosos ejes de diferenciación(es)*clase, géner«r, r.¿za,
las feministas francesas, aunque ciertamente hay algunos puntos n:rcionalidad, etc. (Fuss 28). por lo tanto, nuestro acceso al
de contacto destacables. Como es sabido, algunas crfticas t utJrpo está mediatizado por el mismo lenguaje que
utilizamos
feministas francesas, como Luce lrigaray, Hélbne Cixous y Julia ¡,;rra describirlo. De manera similar, y quizás como resultado de
Kristeva, han propuesto, aunque ciertamente de maneras t'llo, la experiencia, el conocimiento y la verdad (con v
distintas, que las mujeres escriben, o deberfan escribir una rrrintiscula), a que accedemos por medio del cuerpo, no son
écriture féminine, esto es, escribir de un modo más fluido, rrullca tan unificados, fiables, universales y estables como nos
menos controlado y más disolvente que la llamada escritura ¡irrslarfa que fueran. Obviamente, tanto el cuerpo como nuestra
cientffica, escritura masculina o lo simbólico (como opuesto a lo ('xl)cr¡enc¡a de "lo ieal;'llegan a nosotros de
una forma
semiótico, en términos de Kristeva). ¿Cree Valenzuela que las rrrertliatizada.6 Esto no quiere decir, sin embargo, que el
cuerpo,
voces de las mujeres deben ser ofdas? Sin lugar a dudas. He zri cuerpo, deba ser visto como pasivo, como una página en
señalado repetidamente que la mujer, el lenguaje y la polftica son lrl;ulco. Por el contrario, como Grosz ha sostenido con
consistentemente sus preocupaciones literarias fundamentales, y ¡re rs¡ricacia, el cuerpo está entrete.iido en, y es parte constitutiva
en este sentido su concepto de escribir con el cuerpo participa de rlc sistemas de significado, significación y representación; es
las nociones de las feministas francesas. Como ella misma ha t;rrrlo significante como significado (17-g).
eue Valenzuela
declarado, "creo en la existencia de un lenguaje femenino, (()ncuerda con esta perspectiva es obvio en
el gran número de
aunque posiblemente todavfa no haya sido completamente :,us porsona.ies en cuyos cuerpos se escrihe, al mismo
tiempo que
definido, y aunque la frontera entre éste y el otro lenguaje-el de st' krs despersonaliza (se los convierte en e/ cuerpo abstracto) y
todos los dfas, diseñado por los hombres-sea demasiado rt' krs tr¡rtura, pero que a su vez logran escribir ellos mismos con
ambigua y sutil para ser delineada" ("The Word" 96). En el t'l crrer¡ro: l,aura en "Cambio de armas", AZ en Como en la
mismo ensayo, especifica más adelante que 'seremos conscientes .t:ut't't'tt. ('lara cn I luy (lu( st¡nrclr. y quizás incluso la
60 Sharon Magnarelli l.r¡isa Valenzuela: Cuerpos que escriben 6l
protagonista de "De noche soy tu caballo". que en cierto senticlo l'rrrQu€ creo que se debe escribir con el cuerpo, poner todas y
"re-escribe" los sucesos de la noche en cuestión, incluso cuando (;r(la una de las células en movimiento en el proceso de creación,
la torturan. (¡rc es, al mismo tiempo, un proceso de descubrimiento" ("The
Además, poca duda puede haber de guo, cuando .Scarch" 5). Por tanto, al menos en mi opinión, lo que
Valenzuela les pide a las escritoras que escriban como mujeres, Vrrlenzuela está proponiendo no es simplista ni esencializante.
no está promocionando nociones tradicionales de femineidad ni llrr el «rntrario, nos impulsa a todos a utilizar el cuerpo para
esencialismo biológico. Por el contrario, y siguiendo los pasos ('xl)crimentar el mundo, para descubrir y crear. Y yo añadirfa
de las feministas francesas, ella les pide a las escritoras que no (luc aunque el cuerpo que ella evoca sea incuestionablemente un
escriban como históricamente se les ha dicho que lo r ucrpo sexuado (además de sexual, deseante y deseado), es a la
hagan-como damas, graciosamente, suavemente, sin malas \ t.z un cuerpo marcado no sólo por el sexo sino también por los
palabras-sino con fuerza, agresivamente, como ella dice: "con , )tr'()s e.ies de diferencia(s) que mencioné antes etnia, etc.
-clase,
fiterua y subversión-con furia si es necesario" ("Phallus" 243); ,\sl, ella quisiera que todos nosotros escribiéramos con el
en otras palabras, como los hombres, pero no como hombres. { r¡(r'p(), sf, pero que evitáramos metáfbras biológicas, esencialis-

Nótese cómo mi antftesis subraya la inadecuación de nuestros r.rs y reduccionistas: pene/pluma/creatividad racional en
sfmiles y, por implicación, de nuestras metáforas. Quizás, ,'¡r1¡5igif¡ a útero/fluidos/creatividad irracional. Además, en un
siguiendo el reclamo de Roberta, sea el momento de restablecer lrr¡1rrr de su ensayo, Valenzuela hace una atirmación que yo leo
(del latfn stare, estar de pie, firme, estable y seguro) y empezar r r,¡no urá desviación explfcita de las feministas francesas: "Al

a abandonar el terreno resbaladizo de la metáfora. Volveré a esta ,",r'rihir con el cuerpo también se trabaja con palabras . . . Pero
noción. ur sc trata niremotamente del tan mentado lenguaje co¡poral, se
Al mismo tiempo, y creo que éste es un matiz t¡,rlrr tlc otra cosa. Es un estar conrprometida de lleno en un acto
importante, aunque Valenzuela sost¡ene: 'Yo soy partidaria de ,¡r(' cs en esencia acto literario" ("Escribir" 35-6).e En cierto
escribir con el cuerpo" ("The Search" 5), es menos propensa '.r'rrtitkr, entonces, Valenzuela está def'endiendo aquf lo que Janet
que las feministas francesas a limitarse al cuerpo femenino. No I.rltl, en su análisis sobre las feministas francesas, llamó, quizás
hay duda de que, como ellas, cree en una escritura que , .r\i inadvertidamente, 'escritura desde el cuerpo" (53, énfasis
resquebraja y cuestiona el status quo, pero no insiste en que haya rrrlo).
algo inherente o necesariamente "femenino" en esa escritura, Por lo tanto, creo que el concepto de escritura con el
limitado al cuerpo sexuado femenino o al texto firmado por una , tr('rlxr de Valenzuela abarca una serie de matices ausentes en las
mujer, inherente a sus fluidos, en oposición a los sólidos , rnie:rs t'eministas francesas, o, al menos, (y éste puede ser el
masculinos.T En efecto, como indiqué a propósito de la cita ,r',Pt'elo rnás revelador) ausentes en nuestra (mi) lectura anglo-
introductoria, Roberta exhorta a Agustfn a que escriba con el n' )r t(.¿unericana de ellas.t0 Y me gustarfa postular que las
cuerpo, sugiriendo que todos los seres humanos, no sólo las ilrlcrcncias-ya evocadas en las diferencias entre el cuerpo
mujeres, podrfan (quizás incluso deberfan) aprender a escribir {rrrrivcrsal, parecido a otros) y mi cuerpo (único, contiguo a
con el cuerpo-con sus propios cuerpos, es decir, con todas sus rrt¡os) cslán relacionadas con las diferencias entre metáfora y
diferencias, tant<¡ las obvias como las que no lo son.8 Como ¡¡rclollilr¡iA. Prlr eso titulo la segunda parte de este ensayo,
afirma Valenzuela en otro ensayo: 'Esta es la razón por la que
pienso que escribir y via.iar están profundamente relacionados.
62 Sharon Magnarelh l-uisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 63

La metáfora peligrosa cuerpo"-ideal, fdolo. De este modo, Valenzuela demuestra que


la metáfora puede ofrecer un modo de ver que nos lleve a
Se podrfa decir, o quizás ya se ha dicho. que el siglo ¡rcrcibir de otra manera, es decir, a "ver" lo que no está allf.12
veinte sufre el mal de la metáfora. Hemos visto (o tratado de l)ara dar un ejemplo concreto, no literario, esto es precisamente
ver) similitudes e identidades en todas partes, Sin embargo. en Io que sucedió en Argentina durante los años 70 y el comienzo
el proceso de acentuación de igualdades y semejanzas, las ttc los 80, cuando con los términos Guerra Sucia y desaparición
metáforas tienden a minimizar, o borrar, las diferencias. sc intentaba disfrazar lo que de verdad era opresión, tortura y
diferencias que Valenzuela, por el contrario, subraya.r' Tal y rnuerte (y éste, debemos notar, es un tema frecuente en la obra
como postula en su ensayo antes citado: "Y asf. nosotras mujeres tlc Valenzuela). En este caso, las metáforas "Guerra Sucia" y
estamos vertiendo nuestra propia aleación en estas viejas. "tlosaparecido" proporcionaron eufemismos que encubrieron o
gastadas y sobadas palabras Como mujeres, pero de ninguna rlcsviaron, y condujeron no a la comprensión, sino a la ceguera.
manera idénticas. De hecho. algunas muy distintas de otras. I'cr() en este caso, y esto es crucial, las metáforas eran cualquier
Dit-erentes, sobre todo. Diferentes" ("The Word" 97). Otravez, (()sa menos inocentes. Muy por el contrario, se trataba de una
el énfasis parece estar más bien en mi cuerpo (el único, nr;rniobra polftica, una fabricación consciente-un caso extremo,
individual) que en algún cuerpo, o cuerpos, genérico(s) donde ¡rotlemos concluir. Sin embargo, podrfamos preguntar,
vemos sólo semejanzas, esencias, y no diferencias (y aqul me tle herfamos preguntar: ¿existe alguna metáfora inocente o
retlero no sólo a las diferencias "entre" sino también "dentro (lr'sproblematizada? ¿Existe alguna metáfora no fabricada2 Y,
de"). Ciertamente, Valenzuela, en toda su prosa, alienta a sus r.n() era ese el tema en Cola de lagartiia'! Como Valenzuela
lectores a ver de un modo distinto, y a no caer en viejas trampas ,ler¡rostró allf, la creación del Brujo, tan sólo de reflejos de sf
y percibir tal y como el poder hegemónico quiere que lo rrrisrnt) en el espejo, unida a la proscripción de todo lo demás en
hagamos. Es decir, a su manera, Valenzuela se hace ecc¡ de ,,rr rcino, reveló, en palabras de Barbara Freedman, que "La
Irigaray al alejarnos de lo que ésta ha llamado el "punto ciego de rrrt't¿ltirra se apropia de e invalida la alteridad al probar que se
un viejo sueño de simetrfa" (Speculum 13*129), donde sólo ¡,rrctle hacer que todo lo que sea extraño . . . refleje una parte de
vemos uniformidad. rrrro rnismo" (163). Es significativo, sin embargo, que en ese
Indudablemente, con su énf'asis en la analogfa, la rt'rto Valenzuela no permitió que el gesto metaforizante del
metáfora nos alienta a ver sólo aquello que es similar (que p,uede Itrui() pasara inadvertid<1. Al contrario, le proporcionó al lector
ser _ un aspecto menor, irrelevante), en tanto que encubre <l ,,tro hilo cle la historia, aparte de, y en contraposición al del
minimiza otras cualidades (aquéllas que podrfan diferenciarse de llrrrio. Abarcando dos (o más) espacios y voces contiguos, el
las imágenes que refleja el espejo). Por lo tanto, la metáfora l('xlo ofiece además el relato del personaje Luisa Valenzuela,
tiende a tofalizar y esencializar, sobredeterminando y r rryus actividades son contemporáneas a las del Brujo, pero de
sobrevalorando un rasgo en perjuicio de otros. Esto es lo que rrirrguna manera sinónimas. Asf, al enmarcar el deseo de, y el
,'Valenzuela destaca en su descripción de la manipulación del rrrovi¡niento hacia la metáfora de esta manera, Valenzuela la
mundo que hace el Brujo, aunque en ese caso él emplea la ¡rrt'scrlta tlesde una perspectiva nueva y alienta al lector a verla
metáfora en la dirección contraria, asegurándose de que nada, (r)ur() lo que es (o por lo menos puede ser)-un juego de poder.
excepto él mismo. se refleja en el espejo, de tal modo que "rnl Al nlisrno tiernpo. no puetle ser trivial que en ese texto la
cuerpo" es catapultado hasta la cima de lo universal. "el
64 Sharon Magnarelh I r¡¡sa Valenzuela: Cuerpos que escriben 65

alternativa. es decir. lo que rodea y enmarca el gest() hacia la Ahora, probablemente toda literatura y lenguaje son
metaforización. sea precisamente lo metonfmico rrrctatilricos en alguna medida. pero para negar el adagio de
Como ha notado Jonathan Culler. en la sociedad ( icrtrude Stein, una "rosa" (la palabra) no es una rosa (la flor).
occidental la metáfora ha sido tradicionalmente más valorada que No sólo la relación entre la palabra y el referente es arbitraria,
la metonimia, debido a que la metáfora se entiende generalmente r,ino que además cada rosa está tanto metonfmica como
como el reflejo de una percepción refinada, artfstica; el artista ve rrrctafóricamente relacionada con todas las demás: parte de un
y conoce más que los demás, percibe similitudes reales, incluso I'rupo, contingente, causa y efecto, asf como semejante. Y me
esencias que los seres normales no captan (191).13 Es decir, las ,iustarfa proponer que, al insistir en la escritura con el cuerpo,
metáforas son apreciadas como verdades artfsticas de cierta V:rlcnzuela está yendo más allá de aquel punto ciego de simetrfa
autoridad, mientras que las metonimias son consideradas meras y cstá destacando relaciones más bien metonfmicas que
contigüidades o accidentes. Pero quizás las preguntas que rrrttufiiricas. Habrá que escribir con el cuerpo, el cuerpo único,
debemos formular son las siguientes: ¿de quién es la verdad y la rrrrlividual, que es contiguo a otros cuerpos, que tiene puntos de
autoridad que se establecen por medio de la metáfora?; ¿de quién ,()¡rtacto con otros cuerpos, pero que no es exactamente igual a
es la contigüidad o accidente implfcito en la metonimia?; y, ¿por l()s otros cuerpos. Como Valenzuela sagazmente demuestra en
qué la contingencia de la metonimia nos incomoda? ¿No se trata Nt)t'(la negra, cada cuerpo está metonfmicamente relacionado
precisamente de una cuestión de posesión y control? No I ()n lodos los otros en tanto que existe en esferas quizás paralelas
olvidemos que, al contrario que las metáforas, las metonimias, ( ()¡¡ puntos de contacto. (Y aquf no puedo dejar de pensar en la
basadas como lo están en la mera contingencia y accidente, no ruirgen visual de la novela de Ernesto Sábato El túnel [9a8]. En
pertenecen a nadie. No cabe duda que todos estarfamos de t'll;r. Castel imagina su vida como contenida en un túnel con
acuerdo en que las metáforas se construyen, no están en el \'('ntanas que sólo ocasionalmente le permiten ver y tener
mundo esperando ser descubiertas. Alguien las crea, pero ( ()nt:tcto periférico con las vidas de los otros.) La proposición de
raramente se formulan preguntas como quién las hace, para Vrrlcnzuela es ciertamente mucho menos negativa que la de
quién, y por qué (con qué propósito estratégico, con qué fin).'o (',rstel, sin embargo creo que tiene algunos puntos de contacto.
-tuller también ha advertido que aunque hay una tendencia l'rr su caso, la imagen de la tela de araña, que frecuentemente
ingenua a creer que llegamos a la verdad por medio de la .rl)irr.oce en su obra, nos puede ayudar a visualizar Io que yo
metáfora, de hecho la mayorfa de las metáforas se basan en ,'rrtiendo como la relación metonfmica entre cuerpos. En la tela
convenciones culturales contingentes (201).'5 Por tanto, me rlt':rrañá, cada hilo es único e individual aun cuando parece
parece que podrfamos llevar esta lfnea de pensamiento un paso ',t'rnc.iante, quizás incluso idéntico a los demás. Pero, pese al
más adelante y reconocer el poder hegemónico, tanto como las ( ,u lcter discreto de cada uno de los hilos, ocasionalmente se
narrativas dominantes y las narrativas de supremacfa, implfcitos rot';¡¡¡, de hecho mfnimamente, y luego continúan su camino. Por
o al menos latentes en el uso de Ia metáfora. Hemos visto cómo r,url(). los hilos de la tela de araña evocan relaciones
el Brujo de Valenzuela empleaba la metáfora para imponer y r¡¡t'tonf¡nicas: son contiguos, tienen puntos de contacto. pero no
extender su poder. y quizás debemos concluir que la metáfora .,on itléntict)s, no son exactamente iguales.'o
fiecuentemente se ofiece como una herramienta para dominar el Ilsta relación metonfmica entre cuerpos se presenta
mundo o, al menos, para dar una imagen de dominio. vtvitlrrrncnte en Novela negra en los tres personajes principales,
l{ olrt'¡ t¿r (crrcrpo l'emcnino. hlanca). Agustln (cuerpo masculino,
66 Sharon Magnarellr I.uisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 6'7

blanco) y Bill (cuerpo masculino. negro). Estos tres cuerpos muy cosa menos voluntaria) son destacados repetidamente por
distintos no están desconectados (de hecho tienen especfficos llrrberta, quien. como la mayorfa de nosotros, tiene dificultades
contactos fntimos. eróticos). y ciertamente poseen algunas l)ara comprender: aunque entiende las semejanzas, no puede
semejanzas-dos son blancos, dos son hombres. Más aún, todos rgnorar las diferencias, y, teniendo esas dif'erencias en mente, no
son exiliados en algún sentid<1. Roberta y Agustfn son expatria- ¡rrrctle comprender las semejanzas.
dos polfticos, distanciados ffsicamente de su tierra natal, su Por tanto, el cuerpo, al menos tal y como aparece en
cultura y su idioma. También Bill, como afroamericano, es un M¡vela negra, es "esencialmente" diferente de todos los demás
exiliado a su manera, simultáneamente parte de la cultura sr realmente ya se encuentra marcado e inscrito por el discurso
norteamericana y marginalizado en ella. Al mismo tiempo, el I' la sociedad (es decir, por el contexto histórico y
estatus de R<lberta como mujer en una sociedad patriarcal la :,,reiopolftico).t7 Como resultado, cada uno de los tres
exilia y marginaliza de otro modo. Por tanto, todos ellos ¡,rrsonajes principales puede ponerse la ropa de los otros dos,
comparten su calidad de exiliados, pero lo son de maneras 'tugar" a ser el otro e intentar meterse en la piel/género del otro
.distintas. ¿Tienen puntos de semejanza? Sf, luego hay una (si realmente el punto es que la piel y el género son
relación metafórica. ¿Son idénticos? No, y la relación metafórica , ( )nstrucciones discursivas y sociales, como Butler las ha

empieza a resquebrajarse y se transforma en una relación .rrnlizado). Cada uno puede intentar metafbrizar al otro en algún
metonfmica, de proximidad ffsica. Además, los hilos de la ,.t'rrtido, pero nunca se puede ser el otro. No son
-iarración nos conducen a diferentes lugares, espacios desde los rrrtcrcaffibisbles. Por lo tanto, cada uno debe escribir, expérimen-
que se habla, espacios que coexisten y que tienen tanto puntos t,u. tratar de entender con su propio cuerpo, con sus experiencias
metonfmicos de contacto como algunas semejanzas, pero que de t',rsatlas y su contexto sociopolítico e histórico especffico. Para
( ()¡ltinuar con la analogfa anterior de Valenzuela, cada uno debe
nuevo no son iguales, no son intercambiables. Quizás en ningún
otro lugar es esto más agudamente descrito que en la incursión vr:rjlrr en busca del entendimiento, pero como cada cuerpo está
de Roberta en el mundo del comedor de benefrcencia. Allf se r¡rr'tonfmicátmente (tanto si no más que metafóricamente)
hace amiga de una anciana, se pone su sombrero e intenta \ ilrr'ulado, uno no puede reflejar o "conocer" al otro. Uno puede
comprender, experimentar desde su posición, pero sólo puede ,r( ('r'cArse pero nunca transtbrmarse.
hacerlo hasta cierto punto porque persiste el hecho, como ella Esta incapacidad de conocer o comprender enteramente
misma lo reconoce, de que tiene un apartamento acogedor, con .rl rrtlt) es, por supuesto, la cuestión central en Novela negra y
té y comida, tiene un lugar a donde ir. Debido a su enculturada tit ttlidad nacional desde la cama (1990), donde los protagonistas
presencia ffsica (su cuerpo único, diferente-creación y creador, lr¡, l¡lul por captar, por ver, por conocer y por comprender lo que
significante y significado), su experiencia no puede ser la misma n() l)r¡eden (en concreto, los horrores de la Guerra Sucia en
que la de la mujer sin hogar. Asimismo, las incursiones de ,\r¡ir:ntina). Pero este tema ya está implfcito en textos anteriores
Roberta en Ia cámara de tortura erótica, "Donde Ya Sabés", nos ,1,' Valenzuela, como Cola de lagartija, donde la
recuerdan que dichos lugares existen (como las atrocidades de la ,''.t r i(ora/pers<lna.je Luisa Valenzuela reconoce no sólo que la
"Guerra Sucia" en Argentina) junto a un mundo completamente l¡rstor.ia del Bru.io se le está yendo de las manos (139) sino que
" llrr rrovelista
ignorante de ellos. De hecho, los vfnculos entre la cámara de está en el mundo para intentar saber y
tortura erótica (donde los hombres van voluntariamente) y la tr.r¡rsrrritir lo sabido ¿o para inv(ntdr y transmitir l<¡ intuido'!"
tortura polftica durante la Guerra Sucia en Argentina (cualquier t l.l.l. úlrlusis añarlido). I:lla tanlhién sugiere sut¡lmente la
ó8 Sharon Magnarelli 69
Lursa Valenzuela: Cuerpos que escriben

relación metonfmica de la que he estado hablando: "Reconozco lccr, la lectora también asume una entre muchas, quizás la que
que hay mfnimos elementos que nos ¿acercan? Hay una afinidad
l;r autura crea para ella. quizás rechazando esa posición de
de voz cuando lo narr<1. a veces podrfan c<lnfundirse nuestras lcctora y asumiendo otra. En cualquier caso, ni la lectora ni la
(140)
_páginas. Yo trato de verlo como él se ve pero no tanto" ;rutora pueden permanecer inalteradas. Ninguna puede ser nunca
' En este sentido, parecerfa de nuevo que Valenzuela está rtléntica al yo (metáfora) sino que deben estar continuamente
, recomendando que uno trate de comprender la posición del otro, rrroviéndose, cambiando, en contigüidad (metonimia). Aunque yo
' de encontrar puntos de contact«r para entender, pero que rrrsistirfa en que esta experiencia de lectura o escritura se produce
reconozca que uno nunca puede ser el otro. También está ;r lravés del cuerpo, a través de nuestras manos, nuestros ojos,
implfcito en esto que tenemos que comprender, pero comprender rrucstro cerebro (en última instancia materia ffsica también),
, . no significa perdonar. (()n)o resultado de la experiencia lectora/escritora, debemos
Al mismo tiempo, la noción de escribir cen el.e_llgrpo en r('ccsar¡amente llegar a ver y emplear ese cuerpo de un modo
Valenzuela subraya /a responsabilidad del individuo y su tlrlcrente. Por ejemplo, después de leer el inexplicable asesinattr
capacidad para efectuar un cambio tanto dentro d¿ sf mismo r'ornetido por Agustfn, de la actriz con la que estaba a punto de
como en el mundo que lo rodea.'8 Las palabras no se producen lr;recr el amor, en Novela neg¡a, y después de seguir los
por sf solas, no son producto de una generación espontánea. r[rlr)rosos esfuerzos de él y Roberta por tratar de comprender
Alguien, alguna persona las produce, les da cuerpo.re Por tanto, r oilt() él pudo haberse convertido en un monstruo, ¿puede
no se deben disasociar las palabras del sujeto que habla o .rl¡irín/a lector/a de esta novela volver a mirar sus manos y no
escribe, aun cuando esas palabras puedan resultar monstruosas. r cr lus como potenciales instrumentos del dolor o la destrucción?
A este respecto, escribir con el cuerpo d la Yalevuela implica ( r('rlamente, ni el cuerpo ni la percepción que tenemos de él
hacerse responsable de las palabras si son de uno, buscar su , \r;in construidos y fijados de una yez y para siempre. Más bien,
origen si son de otra persona y formular aquellas preguntas que (.nr() una identidad social, cambia y se altera de acuerdo a
hice antes: ¿quién las articula, para quién y por qué (con qué , .rrtextos sociales y posiciones discursivas.
propósito estratégico. con qué fin)? Y, sobre todo, Valenzuela Por tanto, para Valenzuela, escribir con el cuerpo es
les exige a sus lectores que reconozcan que las palabras "Aquf ,'rt r ibir de un modo comprometido, activo y participativo, es
no pasa nada" nunca son válidas. ,".r r ihir lo que uno ha experimentado, aun cuando se reconozcan
Sin embargo, esta capacidad de efectuar cambios de parte l,rr lirnitaciones de las interacciones del cuerpo con el mundo
del sujeto funciona también en la dirección opuesta, puesto que ,'rtt'r'ior. De este modo, una vez más, el secreto es r¿s, del latfn,
la noción de cuerpo (mi cuerpo) de Valenzuela está ,.s.r. ob.ieto material, no la palabra (particularmente no la
estrechamente ligada a la noción posestructuralista/posmodernista ¡rrt'rrifirra totalizante que nos hace ver lo que no hay). Valenzuela
de sujeto hablante (y yo añadirfa el sujeto lector y el sujeto
l).u('cc exigir que tratemos de ver la cosa en sf, traerla de vuelta
escritor). Hablar o escribir con el cuerpo parecerfa reconocer .rl ¡runto cle enfbque, ya sea el cuerpo, ya la hegemonfa
nuestras múltiples posiciones como sujeto en tanto oscilamos .,,,t io¡lrllftica.
entre numerosas. y fiecuentemente contradictorias, Volvamos, entonces, a las tres erres, como habfa
subjetividades. Per«r también reconoce que tanto el sujeto lector p¡orrrclitkl. [-as dos primeras en gran parte ya han sido tratadas:
como el sujeto escritor son susceptibles al cambio. Al escribir, , t'\ltturtu" restablecer, renovar, rehacer, reparar, restituir, usar
la autora asume una subjetividad hablante entre muchas, y, al tl t rrrr¡xr dc un mrxlo tlil'crcnte, usar los órganos y sentidos del
70 Sharon Magnarelli l-uisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 7l

cuerpo individual para experimentar y escapar (hasta donde sea cscribir acerca de-l erolismo y escribir literallra crótica debido a
posible) de la mediación previa de ese cuerpo; intentar descubrir r¡ue la mayorfa de la literatura erótica la han escrito homtres y
nuevas verdades y luego contar, escribir (repetir. revivir. trata de la dominación masculina (Reflections 213). Segtln ha
reiterar) lo que se ha experimentado; escapar de la ;rlirmado, como mujeres "debemos defender el erotismo de
sobrevaloración de la metáfora escurridiza, dudosa. Tenemos que rrucstra propia literatura y dejar de ser el espejo de los deseos de
reconocer que las semejanzas no son identidades, buscar las Ios hombres" ("The Word" 97). De nuevo regresamos a la
diferencias que existen apretadamente entretejidas con las rrrctáfora, porque, no lo olvidemos, a pesar de su aparente des-
semejanzas, e inquirir acerca del interés creado que conduce al ct¡hrimiento del cuerpo femenino, la literatura erótica escrita por
hacedor-de-metáforas a asumir una posición discursiva en lugar lron¡bres generalmente pierde de vista ese cuerpo (al
de otra y enfatizar una cualidad del objeto analogizado sobre rnctaforizarlo y totalizarlo) y, por tanto, no ve su(s)
otra. lo erótico.
,'x¡reriencia(s) únicas y diferentes del placer y
La última e"]e. revolc:a)se,llevará nuestro análisis en una Por otro lado, si nos ajustamos al significado más
dirección algo distinta, porqüe yo sugerirfa que con e§g término t'stricto de revolcars¿, nos encontramos en un terreno diferente
Valenzuela evoca dos temas alavez: la cuestión del erotismo y {rlc nuevo, diferente pero quizás contiguo), porque en su sentido
la cuestión de lo que Kristeva ha llamado lo abyecto. Si ¡¡¡ls literal el término significa lanzarse (al piso o algún lugar
entendemos revolcarse en sentido erótico, esto nos conducirá srrcio) y dar vueltas.o Y, ciertamente, dejando de lado
inmediatamente hacia un tema repetido en la ficción y ensayos ( uirlquier connotación erótica, en Novela negra encontramo§ una

de Valenzuela. Ella ha afirmado con frecuencia que cree que el ..t'¡ ic de espacios que podrfamos considerar bajos o sucios (más

erotismo, la expresión del deseo erótico, no deberfa censurarse, r¡¡et¿lfbras que son sin duda parcialmente válidas). Sin embargo,
que se deberfa hablar de ello, escribir acerca de ello. Asf, t rc{) QUe esto también es parte del programa de valenzuela de
volvemos de nuevo al cuerpo-no el cuerpo politizado esta vez, cscrihir con el cuerpo. En "The Other Face of the Phallus", ella
sino el cuerpo erótico (aunque ambos están mucho menos .rrirna a las mujeres a "reinventar o reestructurar su
claramente divididos de lo que quisiéramos, como Butler ha It'rrgtra-reorgan\zat su territorio" (243), y para hacer esto
argumentado convincentemente). En efecto, en cierto momento, :,rr¡iiere que "el cuerpo debe conocer lo repugnante, absorberlo
Valenzuela se refiere al acto sexual como un tipo de lenguaje rlt' t¡n rnodo signifrcativo" (244).De hecho, Valenzuela sugiere
corporal: 'esta escritura con el cuerpo que es el acto de amor" (lu(: una de las diferencias entre las escritoras norteamericanas y
("E§cribir" 39). Ciertamente, a lo largo de Novela negra, lo l.rs latinoamericanas es precisamente la 'fascinación por lo
erótico está en juego en muchos niveles y entre varias parejas rr'¡r1¡g¡¿¡[s' en estas últimas, y pone como ejemplo el personaje
con deseos sexuales (o falta de ellos) y objetos de deseo t i ll., cle Clarice Lispector, y su fijación con la cucaracha y sus

variados. Y, por supuesto, nadie que haya lefdo la novela t'rrtnrñas ("Phallus"). Yo lo interpreto como que la escritora no
(quizás, más especfficamente, ningún crftico literario) puede ,lt,lrc limitar su obra a superficies bonitas, a situaciones sociales
olvidar el cuento "pornográfico" que escriben Roberta y Bill, trncctas, como se les ha fomentado a las mujeres cuando
empleando toda la pomposidad del lenguaje crftico, donde el t'scrihcn. Se debe encarar lo viscoso, lo horrible, lo
orgasmo se describe como 'El final estertóreo [que] no puede rlt's:rgradable, lo repugnante, y superarlo para alcanzar nuevos
sorprendernos . [unJ verdadero logro seminal y semántico' ¡uvt'lus tle comprensión y conocimiento. Lo abjecto (como lo ha
(202). Más aún. Valenzuela cree que las mujeres deberfan ll¡¡¡¡r:¡tlo Kristcva) es tamhién parte de la vida, de la realidad, del
I rrisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 'r3
72 Sharon Magnarelli

cuerpo, y debe escribirse. Indudablemente, Valenzuela logra esto t:rrrto, concluyo preguntándome, ¿es todo esto lo que Valenzuela
r'¡¡ verdsd quiere decir con escribir con el cuerpo, o es lo que yo
en Novela negra en tanto lleva a sus lectores a un viaje por el
(¡ricro decir? ¿Dónde se tocan los dos hilos? ¿Dónde se separan?
Lower East Side en la ciudad de Nueva Y«lrk, un comedor de
beneficencia para los sin casa, una cámaru de tortura erótica,
l'r'ro, ¿no es exactamente esa la cuestión?
hasta un asesinato inexplicable (sin duda la parte oculta de la
vida-matar porque sf), una casa habitada por una mujer con su
t.rrrinnipiac College
masa encefálica a la vista. Y, por supuesto, finalmente, aunque
de hecho de modo sutil, todos estos espacios están conectados de
Traducido por Juan José Daneri
modo implfcito con las atrocidades de la Guerra Sucia en
Washington University in St. Louis
Argentina. En cada caso, la escritora ha visto y ha fbrzado al
lector a ver lo que es repugnante, lo que preferirfamos no ver.
Sin embargo, otra vez esto nos lleva de vuelta al cuerpo, la res,
lo material que muere, se descompone, se pudre y apesta, pero
NOTAS
que finalmente genera nueva vida. Lo moribundo lo y ' I lr' ar'gurlontado sobre este punto en otro lugar. Ver el segundo
desagradable no son necesariamente semejantes a la vida , ,rl,rrul<r de Reflections/Refractions, revisado, traducido y publicado
(metáfora), pero son indudablemente contiguos (metonimia), , ¡,.rr:rtlamente como 'El discurso del cuerpo en el cuerpo del discur-
contiguos y arbitrarios quizás, aunque incuestionablemente
necesarios.
Asf pues, al llegar al fin de mi viaje metonfmico, debo l¡r,lr¡tllblemente, sería difícil aceptar al pie de la letra cualquier cosa
,1rr, ,l llruio dijera, debido a que el texto lo presenta continuamente
volver al principio. Empecé este ensayo haciendo notar que yo
,,rr. un arrogante monstruo hambriento de poder.
me sentfa en gran medida como un personaje de Valenzuela,
Clara, que querfa averiguar qué demonios significaba portarse ' \'.rl('n7-uela indicó una noción similar en nuestra entrevista de l98l
bien ahora (yo lo cambié a escribir con el cuerpo). Lo termino r¡,,,,,, ticm¡xr clespués de haber escrito esta novela), cuando dijo acerca
sintiéndome en gran medida como otro personaje de Valenzuela, ,1, , ,t;r y cl Brujo: "siempre están hablando acerca de tres bolas en el -
t, \l(', y repentinamente me di cuenta de que es una metáfora. Hay una
la narradora sin nombre de "Cuarta versión", quien, después de
,r, t.rl()r¿r tlc los hombres escribiendo-'Él tiene bolas' . . . De modo
navegar por el mar de papeles de Bella intentado comprender, ,tr¡, \() Io he impuesto una tercera bola, que es en realidad una mu.ier".
tratando de encontrar la "inlbrmación crucial" (tal y como yo lo t li, IIt ttittn.r 214).
he estado haciendo), se da cuenta de que ya no está segura de lo
que es suyo, de lo que es del personaje, ni de qué le pertenece ' l)r.rrrr liuss hace una acusaci<in similar, aunque no idéntica, a la
l, , ru¡:r tlue las teóricas feministas norteamericanas hacen de Irigaray:
a la otra narradora anónima: "Momentos de realidad que de
, ll.r', "lrt'nen dificrrltacles en aceptar la metaforicidad del cuerpo; exigen
alguna fbrma yo también he vivido . ésta que soy yo en ,¡rr, l,rs r¡rc(¿ífilras del cuerpo sean leídas literalmente y luego ¡echazan
tercera instancia se (me) sobreimprime a la crónica que . , t.r'. ¡rrt'tálirras por esencialistas" (62).
tiene además una narradora anónima que por momentos se
identifica con la protagonista y con quien yo, a mi vez, me ( r\r,us sugicrc algo prohahlenrente seme.iante cuando escribe:
I , rrl)('l('¿t li tr¡istrta.'l-tr cttur¡rtl dcl'rc ser escuchado" (338).
identifico. Hay un punto donde los caminos se cruzan y una pasa
a ser personaje de ficción o todo lo contrario" (Cambio 3-4). Por
74 Sharon Magnarelli
I rrisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 75
6 Fuss hace estas observaciones acerca de la experiencis
en general
(r r4). '' lil ejemplo que Culler da para demostrar la contingencia de esta
,,,r¡vención cultural es la comparación de una mujer con un cisne.
7 ,,\rrota que hay "una escasa base física" para la comparación y nos
Aquí pienso, por supuesto, en Luce lrigaray.
r((ucrda que esto "se hace explfcito cuando se leen poemas de una
8 Para hacerle justicia a Cixous, ella también separa , ullura radicalmente distinta" (201).
lo gue llama la
escritura femenina del cuerpo sexuado femenino y reconoce que los
hombres también podían emplear Ia "écriture frminine', aunque '' Aun cuando hago aquí la distinción entre metáfora y metonimie,
, r,'¡tamente estaría de acuerdo conla mayoría de los teóricos que han
raramente lo hacen- Kristeva también sugiere que los hombres, los
poetas particularmente, podrían escribir con lo que llama un lenguaje l',,.,tr¡lado que no son claramente separables, que hay de hecho un
,1, ,;¡rlazamiento continuo entre ambas.
semiótico en vez de simbólico.

e It¡tlith Butler ha argumentado que aun lo que percibimos como


No está claro aquí si por "lenguaje corporal" Valenzuela quiere decir
un lenguaje corporal inconsciente, tal como el que los psicoanalistas rr,rtt'rialidad del cuerpo (es decir, sus diferencias genitales y sexuales)
(generalmente hombres) cre€n que sólo ellos pueden leer, o si se está , ('rrcuentra ya marcatlo y codiFrcado por intereses sociales, históricos
refiriendo a alguna otra noción simplista de lenguaje corporal. r ¡rolíticos.

ro ' lrn inglés la autora utiliza la palabra "agency" para referirse a la


Nuestra lectura anglo-norteamericana del feminismo francés ha sido
criticada y de hecho re-considerada recientemente. Ver Fuss y Grosz,
,,,1':r,'idad de ser agente de cambio del sujeto. N. del T.
así como las antologías editadas por Schor y Weed, y Fraser y Bartky,
entre otras. " I l autora hace un juego de palabras con 'somebody" y 'body",
r,rtr;rtlucible literalmente al español. He intentado hacer una equivalen-
rr Barbara Johnson ha vist<¡ la metáfora como r.r ( ()n una metáf<lra (!) que Ia autora ha empleado antes. En cualquier
el "ansia de universalizar
o totaliz.ar" (235), y luego sugiere que pretentler que no hay ninguna ,r',rr, ¡sp¡odszco aquí la frase: "Someone, somebody (and let us
, ,rr¡,lrirsiz-e body here) produces them". N. del T.
diferencia (entre adentro y afüera en el caso de su análisis particular)
correspondería a ser íncapaz "de asumir y articular las fuerzas
incompatibles involucradas en las divisiones propias [de uno mismo]' I ).
acucrdo a Moliner, "rcvr>lcarse" viene del latín revolvicare,
, ,l't'r
a caer. Ella define el verbo como: "Echarse en el sue¡o o en un
(238). Más adelante, en el mismo ensayo, propone que la totalización
(¿,i.e. la metáfora?) implica una esperanza idealista de unidad final rrr. sucio y dar vueltas en o sobre él . Obstinarse en algo" (IÍ,
(23e). lil l(,).

12
Y, por supuesto, como ha propuesto Susan Stewart, la metáfora no OBRAS CITADAS
es verdadera ni fal.sa (34), aunque sí posee un "efecto profundo en la
organizaci<in social de la experiencia" (35). li,rl.r, Jutlith. Gender Trouble: Feminism a¡xl the Subversion of
13 ldentity. Nueva York: Routledge, 1990.
Diana Fuss se pregunta por qué es esto así. Aunque realmente ella
r l\(,us, Iléléne, "The Laugh of the Meclusa", Feninisms: An Antho-
nunca contcsta la pregunta, postula que la imagen de los dos labios de
Irigaray es un gesto hacia la dcc<¡nstrucción del binarismo metáfr¡ra/me- logv t['Literary Theory ond Critici.rn¡. Eds. Robyn R. Warhol
tonimia (65-6). & l)iane Price l'lerndl. New Brunswick: Rutgers UP, 1991.
.il"t 49. (Publicado originalrnente en francés en 1975).
ro r r¡llr'r, .lonulhan. "'l-he -l-rrrns of thc Metaph<¡r". The Pursui¡ of Signs:
Estas son las nrismas preguntas que Susanne Kappeler exige que lt:
hagamos a la pornografía. St'ttt i t tt i t'.¡', Li t (t'(tt u r(, l)t<ttn.s! rud ion. lthaca, NY: Cornell
t Il', ¡t¡3 I ' I ¡lll 209'
l.uisa Valenzuela: Cuerpos que escriben 77
76 Sharon Magnarelli

Fraser, Nancy, &Sandra Lee Bartky, aJs. Revaluing French Femi- Valcnzuela, Luisa. Cambio de armas. Hanover, NH: Ediciones del
nism: Critical Essay.r on Difference, Agency, and Culture. Norte, 1982.
Bloomington: Indi¿rna UP, 1992. Cola de lagartija. Buenos Aires: Bruguera, 1983'
-.
Freedman, Barbara. S t ag i n g th e G aze : P o.s t mod ern i sm, Psycho analys is, Como en la Suerra. Buenos Aires: Sudamencana, 1977'
-.
and Shakespearean Comedy. Ithaca, NY: Cornell UP, 1991. "Escribir con el cuerpo". Alba de América ll'20-21(1993):
-.
Fuss, Diana. Essentially Speaking: Feminism, Nature and Dffirence. 35-40.
Nueva York: Routledge, 1989. -. Hay que sonreír. Buenos Aires: Américalee, 1966'
Grosz, Elizabeth. Volatile B<¡dies: Toward a Corporeal Feminism. -. Novela negra con argentinos- Barcelona: Plazzy Janés, 1990'
Bloomington: Indiana UP, 1994. . "The Other Face of the Phallus". Reinventing the Americas"
lrigaray, Luae. This Sex Which Lr Not One. Trad. Catherine Porter. Comparative Stu¿lies of Literature of the United States and
Ithaca: Cornell UP, 1985. (Publicado originalmenteen 1977). SpanishAmerica. Ed- Bell Chevigny. Nueva York: Cambridge
Spec'ulumof the Other Woman. 1974. Trad. Gillian C. Gill. uP, 1986.242-48.
Ithaca: Comell UP, 1985. (Publicado originalmente en 1974). . Realidad nacional desde la cama. Buetos Aires: Grupo Editor
Johnson, Barbara. "Metaphor, Metonymy, and Voice in Zora Neale Latinoamericano, 1990'
Hurton's Their Eyes Were Watching God". Textual Analysis: . "The Search, the Writer and the l-and of No Evil"' En
Some Reader.r Reoding. Ed. Mary Ann Caws. Nueva York: T¡'uvellers' Tales , Reol ancl Inruginary , in the Hispanic Worl'd
MLA, 1986. 233-44. and lrs Literature. Ecl. Alun Kenwood' Melbourne: Voz
Kappeler, Susanne. Th e Po nt ct ¡¡ raph¡t of Representat ion. Minneapolis: Hispánica, 1992.3-6.
U of Minnesota P, 1986. . "The Worcl, That Milk Cow". Ei ContemPorary Women
Kristeva, Jtilia. Desire in Lunguage: A Sentiotic Approach to Líterature Writers of Latin Aneric¡t: Introduaory Essays' Eds' Doris
and Art. Ed. Leon S. Roudiez. Nueva York: Columbia UP Meyer & Margarite Fernández Olmos. Brooklyn: Brooklyn
1980. (Publicaclo originalmente en 1977). College P, 1983. 96-9'1.
Pov'ers of Horror: An Essuy on Abjection Trad. Leon S.
Roudiez. Nueva York: Columbia UP, 1982. (Publicado
originalmente en I 980).
Magnarelli, Sharon. "El discurso del cuerpo en el cuerpo del discurso:
Hoy que sonreír «Ie Luisa Valenzuela". Mujer y sociedad en
América. Ed. Juana Alcira Arancibia. Westminster, CA:
Instituto Literario y Cultural Hispánico, 1988.223-32.
ReJlectictn"' / Refructiotrs: Reading Luisa Valenzueld. Nlueva
York: Peter Lang, 1988.
Moliner, María. Dicc'ir¡nario de uso del español. Madrid: Gredos,
1966. 2 tomos.
Schor, Nac¡mi & Elizabeth Weed, eds. The Essential Dffirence.
Bloomington: Indiana UP, 1994.
Stewart, Susan. Non.ten.re: Aspects of Inferte\tuality in Folklore and
LiferaÍure. Baltimore: Johns Hopkins UP, 1978.
Todd, Janet. Femini.tt Literun¡ History. Nueva York: Routledge, 1988.

Você também pode gostar