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Pero el liderazgo de una agrupación tan heterogénea no debería implicar que Freud
reunía alrededor suyo a un importante grupo de discípulos, y mucho menos alumnos.
Como pintor, Freud fue siempre el gato que caminaba solo. Su estilo audaz y
exuberante de pintura realista, con mucho ' impasto ' (óleo pastoso), fue
esencialmente su propio invento, por lo general indiferente ante las prácticas de
moda. Incluso cuando el realismo minucioso en pintura volvió a estar de moda, todo
su modo de aplicar la pintura a la tela era la antítesis directa de la lisura fotográfica a
la que aspiran los hiperrealistas.
Aunque Freud era originalmente alemán, nacido en Berlín (hijo de Ernst, hijo menor
de Sigmund Freud) él y su familia, incluyendo sus hermanos Clement y Stephen, se
trasladaron a Londres cuando Lucian tenía 10 años, justo en el año en que Hitler llegó
al poder en 1933. Ya había comenzado a destacarse como dibujante compulsivo
cuando estaba en el colegio en Frankfurt.
Freud no sólo fue artísticamente precoz, sino que también socialmente. Durante los
dos años que pasó en la Central School vivió principalmente en un estudio en
Fitzrovia y conoció a todo tipo de personalidades y personas influyentes con un trato
más o menos de igual a igual.
Su familia parece haber estado dispuesta a que viviera su vida como quería, y cuando
decidió, aconsejado por alguien a quien casualmente conoció en un café, cambiar la
Central School por la East Anglian School of Drawing and Painting en Dedham, Essex,
nadie le puso ninguna objeción. La escuela estaba en ese momento a cargo de Cedric
Morris y su pareja, Lett-Haines. En ese momento Freud estaba pintando lo que a
simple vista parecía un estilo más bien primitivo, pero una mirada más detallada
sugiere un enfoque sorprendentemente sofisticado. Morris fue para sus alumnos una
influencia liberadora y les infundía confianza para pintar y dibujar de la manera que
quisieran, por excéntrica que esta fuera.
Freud fue el alumno estrella en Dedham. Y lo siguió siendo incluso después que logró
quemar la escuela con un cigarrillo mal apagado. (Esa es al menos la leyenda y la
escuela fue ciertamente destruida por el fuego en julio de 1939). Freud siguió con
Morris, viviendo y pintando en la casa del artista. En 1941 se alistó en la Marina
Mercante, pero fue dado de baja tras unos pocos meses. Volvió con Morris, quien
estaba en Hadleigh en Suffolk. Allá realizó muchos de los dibujos meticulosamente
detallados, convirtiendo una cierta rigidez y torpeza en un efecto deliberado de estilo,
que siguen siendo sus primeras obras conocidas y apreciadas.
En 1943 Freud regresó a Londres, pintando y dibujando en lo que ya era sin lugar a
dudas su propio estilo, en el que la percepción de la realidad afilada como una aguja
se unía a un elemento de extraño surrealismo y una agudeza y preocupación por la
muerte que lo vinculaba (aparentemente, a regañadientes) con la escuela
contemporánea de británicos neo-románticos, con uno de los cuales, John Craxton,
compartió un estudio durante un par de años. Fue en esa compañía que Freud realizó
sus primeras muestras significativas: con Julian Trevelyan y Felix Kelly en Lefevre en
1944. En 1954 fue considerado para compartir el pabellón británico en la Bienal de
Venecia con Ben Nicholson y Francis Bacon, pero, curiosamente, no parece haber
tenido una exposición solo hasta que se unió al grupo de artistas del Marlborough
Fine Art en 1958.
¿Misoginia hereditaria?
Pero hacia fines de los años 50 había cambiado hacia su estilo más maduro: mucho
más pictórico, con las formas de los desnudos en los que se concentraba de manera
cada vez más audaz en formas esculpidas en un pesado impasto. Era como si, en
términos del arte del siglo XX con el que parecía alinearse cada vez más, hubiera
mudado de una exterioridad típicamente Neue Sachlichkeit a un subjetivismo casi
expresionista, con una carga emocional que ya no podía mantenerse dentro de bordes
duros y formas nítidamente delineadas.
Fue sin duda en parte debido a ello que Freud se convirtió en los años 70 en un
retratista muy solicitado. Comenzó con varios retratos de su madre, pintados en su
nuevo estilo 'implacable', pero continuó retratando a muchos personajes públicos -tal
vez el más famoso de ellos, Lord Goodman- suscitando la admiración universal. Fue
particularmente exitoso con modelos masculinos, en parte al menos porque sus
retratos tardíos tienden a ser imágenes de poder en lugar de imágenes de pulcritud, y
su tendencia a concentrarse en las verrugas contribuyó a generar un efecto
generalmente halagador para el ego masculino. También pintó varios retratos dobles
de hombres solos desnudos o parejas semidesnudas -y un famoso desnudo de uno de
sus modelos masculinos habituales con una rata como mascota- como asimismo un
grupo de obras inspiradas en Watteau.
Desnudos inmisericordes
Pero el color consigue más que la representación. Si eso fuese todo lo que lograse,
sería puramente descriptivo, como lo es la mala pintura actual, sea "realista" o
"abstracta", "clásica" o "de vanguardia". El problema está en otra parte. El color
expresa algo en sí mismo. Es un hecho que el ocre, el ocre rojo o hematita, siempre ha
sido el color de la sangre, de la vida, desde el principio, cuando el hombre lo utilizaba
para cubrir una pared, manchar un hueso o maquillar su rostro.
(....)
Cuando Freud pinta un rostro utilizando el ocre y toques de color ceniza con un poco
de verde, no sólo está respetando una práctica que data de tiempos inmemoriales, al
utilizar tonos fríos y cálidos para devolver al ojo la textura continua de la materia y la
forma en lo que es visible. Ni tampoco, como Rubens, teje los hilos en la trama de
rojos y la urdimbre de verdes únicamente para representar los tonos de un rostro.
Está evocando, de una forma más profunda, símbolos muy antiguos y, sobre todo,
desafiando la prohibición de representar la carne, la gloriosa y corruptible materia
prima en la que ha enraizado la vida, la efímera piel, o película, en la que se proyecta
la sombra de la muerte.