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La dictadura venezolana: el silencio

también es un crimen
 El Nacional
 3 Jul 2018
 TOMÁS PÁEZ @tomaspaez

Tomo prestado el título de un artículo de Luis Leonel León, “el silencio también es un
crimen” publicado por el “Interamerican Institute for Democracy, el 18/06/ 2018, en el
que alude al silencio de los cómplices internacionales de las dictaduras. Muchos de
quienes guardan silencio o se colocan de perfil tienen la desfachatez de autoproclamarse
“progres”, aunque sabemos que lo suyo es un viaje a las cavernas. En su escrito sostiene
que “luego de que en 1985 Armando Valladares publicara sus memorias del presidio
político en Cuba, ya nadie, o al menos nadie con sensatez y vergüenza, ha podido negar
la existencia de presos políticos en la isla” y, agregamos nosotros, tampoco en
Venezuela, dictadura que calca y obedece con admiración a la otra, la cubana.

En su silencio se cuidan de omitir el calificativo de “políticos” a los presos venezolanos,


lo que no es una sorpresa, pues el ocultamiento y la deformación de la realidad son
atributos de todo totalitarismo (socialismo real, nazismo y fascismo). En la estrategia
del silencio evitan pronunciarse ante la crisis humanitaria y el incesante aumento de la
diáspora.

En su profundo análisis del totalitarismo, Hannah Arendt afirma que una de las áreas de
interés prioritario de estos regímenes es la destrucción y ocultamiento de datos y
registros, con el propósito de encubrir y falsear la realidad y así impedir la crítica
pública. El socialismo venezolano, como todo socialismo real, hace de la mentira una
política pública que rebasa fronteras físicas y éticas, como decía Vaclav Havel, mienten
hasta cuando mienten y además lo hacen con absoluto descaro.

Ocultan, tergiversan y niegan la existencia de la hiperinflación, la inseguridad, el


hambre, la escasez, la deserción escolar, la crisis humanitaria, los presos políticos o el
éxodo masivo, pese a la elocuencia de las imágenes de los venezolanos cruzando las
fronteras. Han convertido el silencio y el ocultamiento en política de Estado y, cuando
ello ocurre, los derechos humanos y las libertades básicas entran en la zona de peligro.

Su ilimitado cinismo los lleva a eliminar lo obvio y el silencio criminal de sus amigos
convalida las fechorías, a las que contribuyen sus aliados en organismos internacionales
que dan por buenos los datos que falsean la realidad. Niegan con contumaz desprecio la
existencia de un éxodo forzado y forzoso que propicia un sistema que destroza todo lo
que toca y que hace que en el país sobren las razones que presionan la emigración de los
venezolanos. ¿Será necesario, como ha ocurrido en otras ocasiones, que las cifras de
desnutrición se transformen en hambruna?, ¿serán necesarias más muertes por escasez
de medicinas y alimentos y una abundante inseguridad? ¿No es lo suficientemente grave
la crisis humanitaria actual como para romper el silencio?
La frontera entre el silencio y el odio secular a los venezolanos, de quienes se quieren
vengar, no sabemos a cuenta de qué: ni quién los ungió con esa facultad: ¿tendrá algo
que ver con el hecho de que Cuba fue expulsada de la OEA y esa herida no ha
cicatrizado? Sin escrúpulo alguno, violando incluso las formas, se presentan como
dueños de lo que no les pertenece, como el eslogan de campaña: dando y dando.

El estruendoso silencio de los cómplices hace que sobresalga la vergüenza y sensatez de


líderes democráticos en todo el mundo. Las voces de 23 ex presidentes iberoamericanos
que han condenado la farsa democrática del régimen venezolano, o las precisiones de
Felipe González, Aznar, Rajoy y Rivera, que sostienen que un país con presos políticos
no es democracia. A ellas se suman las de la Unión y el Parlamento Europeo, Naciones
Unidas en boca de su secretario general, el Grupo de Lima, Estados Unidos y Canadá.
Alzan su voz cuestionando un sistema en el que los opositores son condenados antes de
ser enjuiciados, a quienes se les fabrican pruebas de una manera por demás
impresentable y chapucera, su propósito es el de instalar en el país el miedo y la
desesperanza y en este terreno la “nomenklatura” cubana ejerce un férreo control.

Se sublevan los diputados de los parlamentos en todo el mundo y se crean comisiones,


como la de los eurodiputados que se trasladó a Bogotá y Cúcuta para constatar con
asombro el auxilio del gobierno colombiano a la diáspora, mientras el régimen
venezolano permanece impasible ante el sufrimiento de sus ciudadanos. Esa vil actitud
me trajo a la memoria el título y el contenido del libro Si esto es un hombre en el que
Primo Levi narra su terrible experiencia en un campo de concentración.

Cada vez más personas rompen el silencio cómplice y denuncian la inocultable


gravedad de la situación que ha creado el socialismo del siglo XXI, dechado de pésimas
noticias y peores declaraciones. Cuando es imposible ocultar su ineptitud supina que ha
convertido el transporte de ganado en transporte público, culpan a otros de sus
desmanes y despropósitos. Los nombres de sus máximos representantes aparecen en
listados de personas acusadas de narcotráfico, corrupción, lavado de dinero e integrismo
islámico. Niegan lo obvio con excusas y pretextos que solo utilizaría quien considere
que los ciudadanos somos estúpidos.

En el plano internacional su política es la extensión de la política nacional: utilizar los


recursos y las instituciones para sus fines privados, dejando de lado a los ciudadanos, a
quienes menosprecia. Una política que se sitúa en las antípodas de la que se impulsó,
con mucho éxito, en el periodo democrático, que ha sido documentada en el libro
coordinado por Fernando Gerbasi y editado por Kalathos hace unos pocos días.

Una muestra de ese dislate hegemónico lo padeció el canciller chileno, quien sufrió las
agresiones del vocero del régimen venezolano en la OEA. Comprendió y expresó que si
así se irrespeta a los cancilleres de otros países no podía imaginarse el trato grosero que
daría a los ciudadanos venezolanos. Esa actitud descortés ha convertido al régimen
venezolano en un vecino incómodo en, básicamente, todo el mundo. No es de extrañar
que la decisión que adoptó la OEA mostrase una enorme preocupación por el severo
retroceso que experimenta el país en todos los órdenes.

Por esa misma razón los países comprenden que el éxodo masivo de venezolanos es una
consecuencia de un régimen cuyos términos preferidos son arrasar con todo y vengarse
de todos. Acaba con las libertades, los derechos humanos y con el más importante
derecho de propiedad: la vida misma.

La diáspora ha resultado extraordinariamenteimportante para romper con el silencio


cómplice de muchos. Se ha transformado en el “verdadero” servicio exterior de
Venezuela que hoy cuenta, además, con millones de embajadores, agregados
comerciales y culturales, agregados en los ámbitos de la educación, la salud y la
innovación y que funge como la fuente confiable de información frente al régimen
venezolano cuya capacidad enfermiza de mentir todo el mundo conoce.

A su manera promueven el proyecto del servicio exterior de la democracia: la paz, la


integración, la solidaridad, el emprendimiento, la cultura y la creación artística en todas
sus manifestaciones, al margen y en ocasiones en contra de una burocracia que solo es
una unidad de marketing de un proyecto político que ha fracasado. Los nuevos
embajadores proporcionan apoyo a quienes todos los días se suman a la diáspora.

En una entrevista reciente con Chataing coincidíamos en que la diáspora es un


formidable sustituto de un servicio exterior al que el régimen destruyó. La diáspora
habla, opina, escribe, organiza y ayuda a derrotar el mutismo cómplice. En ese terreno
los medios y comunicadores han desempeñado un papel fundamental. “Mientras que la
prensa sea libre y no corrompida –señala Arendt– tiene una función enormemente
importante que cumplir (…) Esta esencialísima libertad política, este derecho a la no
manipulada información de los hechos, sin el cual toda libertad de opinión se torna una
burla cruel”.

Los venezolanos todos, sin distinción alguna, se arriesgan a informar y se rebelan en


contra de las pretensiones hegemónicas del régimen. Son valientes como dice la canción
de Nacho. Los venezolanos para informar y comunicarse utilizan todos los medios a su
disposición, todos esos medios y aplicaciones que el régimen detesta y que les gustaría
poder controlar. En este terreno hasta las señales de humo son útiles para impedir que el
modelo de las penurias, el cavernícola, termine de devastar el país.

Frente al silencio del régimen y sus amigos, información global, con evidencias,
pruebas, imágenes. Contra el pensamiento único y la hegemonía comunicacional de la
que han hablado varios ministros, pluralidad y diversidad. Frente al silencio criminal y
cómplice, denuncia sustentada y revelación de la realidad.
La mentira obligatoria
 El Nacional
 3 Jul 2018
 Alejandro Moreno

Por dónde buscaremos los resquicios de verdad que en algún sitio quedarán? Entre tanta
tiniebla, rasgando tanto velo, penetrando tan espesa neblina de mentiras y más mentiras
claramente oficiales, nos resulta cada vez más difícil atisbar los vislumbres de realidad
que podemos entrever.

A toda afirmación de este régimen por muy categórica que sea, a toda declaración de
seguridad, a toda contundencia verbal expresada con énfasis, envuelta en ropajes de
absoluta evidencia, no tenemos más remedio que ponerle la marca definitiva de falso si
no queremos navegar en el mar proceloso de la locura o revolcarnos en las arenas
movedizas y absorbentes de la irracionalidad.

Vivimos en las entrañas de todo un mundo que nos penetra, nos rodea, nos empapa,
hecho de patrañas, perversamente fabricado para no dejarnos salida alguna, hecho
además para ser obligatoriamente creído so pena de hambre, enfermedad ineludible y
hasta muerte. Asumir, creer, ejecutar y difundir la mentira es nuestra obligación
impuesta.

El diablo, se nos ha dicho, es el padre de la mentira. Los hijos son todos de la misma
naturaleza que el padre, lo repiten. Esto dice clara y expresamente que estamos en todo
un mundo diabólico por naturaleza. Para el sistema actual este es el mundo de la
revolución. Esta revolución será, entonces, en toda buena lógica, diabólica. No soy el
primero ni el único que lo dice.

Por tanto en una lógica ya estructurada sobre la mentira, la misma lógica será mentirosa
por naturaleza. La mentira constituirá su esencia y, así, la serpiente se muerde la cola.

¿Cómo salvarnos de la mentira? ¿Cómo desterrarla de raíz de todo nuestro mundo de


vida? Porque si no nos salvamos de ella, si no la borramos de nuestras relaciones, nunca
seremos libres. En el Evangelio se nos dice con mucha claridad que solo la verdad nos
hará libres.

Ahora bien, este pueblo ha dado claras muestras de no someterse a la mentira, de no


aceptar la falsedad y por preservar la verdad de toda sucia contaminación ha muerto,
sigue muriendo y sufriendo la cárcel y la tortura en su mejor y más valiente juventud.

Esta ha de ser nuestra lucha fundamental. Con hechos verdaderos, con verdaderos
sentimientos, con palabras verdaderas, con verdaderos pensamientos, con amor
verdadero por todo este pueblo, por nuestra Venezuela verdaderamente querida, sin
ceder nunca al engaño y al embuste, manteniéndonos unidos en el verdadero amor a la
patria verdadera, lograremos la libertad, la verdadera dignidad, el verdadero triunfo
sobre el odio y la maldad que es hijo de la verdad.
Harry Potter cambia desde hoy la varita
mágica por el bisturí
El actor británico Daniel Radcliffe protagoniza A Young Doctor’s
Notebook, junto con John Hamm. La serie se transmite por Film&Arts

 El Nacional
 3 Jul 2018

CORTESÍA FILM&ARTSA Young Doctor’s Notebook (Diario de un joven doctor) es una miniserie
inspirada en el libro del escritor ruso Mijaíl Bulgákov

Daniel Radcliffe descubrió la magia del cine cuando se convirtió en Harry Potter, el
protagonista de la saga homónima, un personaje del universo literario de la escritora
británica J. K. Rowling.

Con sus gafas redondas, el joven mago luchó contra brujas, fantasmas, demonios para
pasar a ser conocido como uno de los actores de mayor éxito del mundo.

Luego de probar en el cine independiente con producciones como Swiss Army Man;
Horns, una cinta de terror con toques de fantasía y comedia romántica, y Equus, una
versión de la pieza teatral en la que hizo un polémico desnudo, Radcliffe decidió sumar
a su carrera una actuación en una miniserie televisiva.

El deseo se hizo realidad cuando llegó a sus manos el guion de la ficción A Young
Doctor’s Notebook (Diario de un joven doctor), inspirada en el libro del escritor ruso
Mijaíl Bulgákov, en el que se relatan las experiencias de un médico en una pequeña
aldea durante la revolución rusa, después de la Primera Guerra Mundial. La producción
se estrena hoy, a las 9:30 pm, por el canal Film&Arts.

Con esa presentación se pensaría que se trata de un drama clásico impactante, pero en
realidad es un trabajo que ofrece un toque inquietante de humor que le da una marca
diferencial a la producción. A lo cual hay que sumar uno que otro viaje alucinante por
culpa de la morfina y un extraño encuentro del protagonista con él mismo (ya en una
edad avanzada), en la piel de otro grande de la actuación: John Hamm, el protagonista
de Mad Men.

Esta última licencia narrativa coloca a Vladimir Bomgard (el personaje de Hamm en la
ficción) en dos momentos de su vida: la del joven médico y la del profesional adulto un
poco triste con la vida que lleva. “Tenemos que tomar decisiones muy controversiales
en un tono que va de la comedia alocada al drama verdadero”, aseguró en una entrevista
para la cadena de TV Sky Arts (que produjo la serie en el Reino Unido) el mismo
Radcliffe, visiblemente emocionado.

Es una reacción que reafirma su alegría al protagonizar una serie extravagante, en la que
tiene tiempo para burlarse de sí mismo y cambiar rápidamente el tono de su
interpretación al mutar en una especie de carnicero que realiza cirugías en situaciones
extremas.

También mediante este personaje el público vive la experiencia de conocer lo peor y lo


mejor de la condición humana a través de los pacientes y asistir a las batallas personales
del médico en un mundo frío, solitario y a veces violento.

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