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Bello
Expositores: Carlos Edwin Abello Rubiano, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte
Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello
UNIVERSIDAD
CATÓLICA DE EL PRÍNCIPE
COLOMBIA (DE NICOLÁS MAQUIAVELO)
1. El autor
Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (1469 – junio 21, 1527) nació en la República de Florencia el mismo
año en que Lorenzo de Medici, “El Magnífico” asumió en poder, llevando a la cultura florentina a su
mayor esplendor. Junto a Leonardo da Vinci, Maquiavelo es considerado como uno de los modelos del
“hombre del renacimiento”. Su vida se da en forma paralela a la historia de Florencia y su época de
grandeza como la máxima potencia italiana, según se aprecia en el siguiente cuadro comparativo:
1523: El florentino Agostino Nifo publica De dude regnandi, obra que constitución.
muchos consideran un plagio de El Príncipe.
Junio 21, 1527: muere en su hogar, decepcionado y en la ruina. Enterrado
en la Basílica de Santa Croce en Florencia, reza su epitafio: Tanto nomini
nullum par elogium (“ninguna eulogía sería suficiente para alabar a tan
grande nombre”).
1531 – 1532: publicación póstuma de El Príncipe, los Discursos sobre la
primera década de Tito Livio y la Historia de Florencia.
2. La obra
Il Principe se puede enmarcar como un ensayo político, dentro del género de los “espejos de Príncipes”
(specula principum), textos sobre “cómo gobernar”, dando consejos de comportamiento a estadistas y
dirigentes. Siguió el pensamiento naturalista de Aristóteles (“para comprender el significado concreto de
las cosas hay que, previamente, conocer todos y cada uno de los elementos fundamentales que la
componen”). Estableciendo en una forma muy estructurada, y con total neutralidad, un pensamiento
político basado en “presentar las cosas como son en la realidad y no como las cree el vulgo” (Cap. XV).
Con sus consejos, Maquiavelo rompió totalmente el esquema ensayístico de su época. Destaca por su
sencillez y la forma directa, sobria y estructurada de exponer sus ideas. Expresa una opinión y lo hace de
manera esquemática: plantea la idea, añade ejemplos históricos (al menos uno de su tiempo, y otro de la
antigüedad clásica, modelo de la época; comparando por ej., a Oliverotto de Fermo con Agátocles el
siciliano, Capítulo VIII; “De los que llegaron a príncipes por medio de maldades”), finalizando con una
síntesis que enfatiza sus razones, con el peso de la historia que él necesita para su argumentación. Exhibe
un agudo sarcasmo, y una tendencia por las citas o sentencias, que emplea para clarificar conceptos y
reiterar argumentos. Ejemplos: “Los hombres atacan por miedo o por odio” (Cap. VII); “Quien deja lo que
se hace por lo que debería hacerse no hace más que aprender la ruina en vez de la salvación propia.”
(Cap. XV)
Casi toda la obra fue escrita en la segunda mitad de 1513, excepto la dedicatoria y el último capítulo. La
primera edición e impresión data de 1532. Se compone de una dedicatoria y 26 capítulos de distinta
extensión, cuya sinopsis es la siguiente:
resultan más ventajosas, quienes son débiles frente a la mayoría. Por eso,
todos los profetas armados, mientras que fracasaron los desarmados, lo
cual se explica además, por la volubilidad de los pueblos, prestos a
decidirse por una opinión nueva e inconstantes para sustentarlas. Por ello,
se hace necesario tomar medidas para obligarles a aceptar aquello mismo
que aceptaron en su momento, pero empiezan a no querer.
Capítulo VII: De Estos Príncipes no tienen más fundamento que la voluntad y fortuna de Darío de Persia
los Principados quienes los pusieron en el poder, bases mutables e inseguras, pues ni ellos Francisco Sforza
nuevos que se saben ni pueden mantenerse en semejante dignidad. No saben, porque César Borgia
Ramiro d’Orco
adquieren por la quien ha vivido como particular, por lo general ignora el arte de mandar
Papa Julio II
fortuna y con las (salvo que tenga un talento o espíritu excepcional), y carece de tropas con
Papa Alejandro VI
armas ajenas. cuyo afecto y fidelidad puedan contar.
Capítulo VIII: De Si bien no es virtud cometer crímenes para ser Príncipes, puede llamarse Agátocles de
los que llegaron bueno a lo que es malo en sí mismo, cuando la crueldad se usa por una Siracusa
a Príncipes por sola vez por la necesidad de afianzar el poder y luego no se repite, Fermo Oliverotto
César Borgia
medio de procurando que lo hecho se convierta en beneficio del pueblo. Los daños
maldades. deben hacerse todos de una vez, pues cuando menos se repitan, menos
ofenden; y los beneficios conviene ejecutarlos poco a poco, para que se
saboreen mejor.
Capítulo IX: Del Es aquel adquirido mediante el fervor y la asistencia de sus conciudadanos, Nabis de Esparta
Principado civil. lo cual supone mucha habilidad y aprovechar una ocasión favorable. Este
tipo de Principado lo fundan el pueblo o los nobles según la fortuna, en
este último caso, tomando como caudillo a uno de la primera clase para
subyugar a su pueblo. Es más fácil contentar al pueblo que a los nobles
(éstos quieren ejercer la tiranía y son especialmente traicioneros, mientras
aquellos se contentan con evitarla). El Príncipe se verá pronto abandonado
por un pueblo que no le tenga afecto, como por los nobles contra cuyo
gusto gobierne. Debe recordar que tiene que vivir con su mismo pueblo,
pero no con sus mismos nobles, a quienes puede elevar o abatir. El Príncipe
prudente debe conducirse de tal modo que siempre estén sus súbditos
persuadidos de que le necesitan y no pueden vivir sin él. Así le serán fieles.
Capítulo X: Solamente pueden sostenerse por sí mismos, los Principados que tengan la
Cómo deben cantidad suficiente de hombres y dinero para presentar en campaña un
medirse las ejército contra quien los acometa. Por eso, el Príncipe debe mantener bien
fuerzas de los abastecidas y fortificadas las ciudades de su residencia, y no tendrá nada
Principados. que temer si se ha conducido bien con otros gobiernos y con su pueblo. El
agresor no se podrá mantener con su ejército un largo tiempo fuera de su
Principado, delante de una plaza que está bien defendida. Los hombres no
gustan embarcarse en empresas difíciles sin alguna probabilidad de éxito.
Capítulo XI: De No se adquieren con tanta facilidad como se conservan. Solo se obtienen Papa Julio II
los Principados por el mérito o la fortuna. Al fundarse en antiguas instituciones religiosas, Papa Alejandro VI
eclesiásticos. los Príncipes eclesiásticos se sostienen sin mayor esfuerzo, siendo los Papa León X
únicos que poseen Estados sin defenderlos y tienen súbditos sin
gobernarlos. Son los únicos Principados cuyas tierras se respetan y cuyos
vasallos no tienen medios ni voluntad para sustraerse de su dominio, en los
cuales el Príncipe encuentra ventura y seguridad, porque se gobiernan por
medios superiores a la razón.
Capítulo XII: De Tres tipos: a) Nacionales. b) Mercenarias, empleadas por los Príncipes Carlos VIII
las diferentes eclesiásticos. Son inútiles y peligrosas, porque tienen poca unión entre sí, Alberigo de La
clases de milicia son ambiciosas, cobardes frente al enemigo y no guardan disciplina ni Emisión
Braccio da Montone
y de los fidelidad. El Príncipe debe evitar tales tropas, pues por servir en interés de
Francisco Sforza
soldados un salario que nunca equivale al riesgo de perder la vida, solo sirven con
mercenarios. gusto en tiempo de paz. c) Mixtas.
Capítulo XIII: De Las tropas auxiliares son las que recibe un Príncipe, prestadas de sus Papa Julio II
los soldados aliados para su socorro o defensa. Son tan inútiles como las mercenarias, Fernando I de
auxiliares, útiles a quien las envía, pero funestas al Príncipe que se sirve de ella, pues Aragón
mixtos y si es vencida, es este quien sufre la pérdida, o es vencedora, queda el César Borgia
Hierón de Siracusa
mercenarios. Príncipe a su discreción. Pues solamente se sujetan a la obediencia de un
David
extranjero.
Luis XI de Francia
Capítulo XIV: De El arte de la guerra es el principal objeto de estudio de los Príncipes en Francisco Sforza
las obligaciones tiempos de paz, por ser la ciencia de quienes gobiernan. Nada contribuye Aquiles
del Príncipe en más a perder un Príncipe su autoridad, que no ser capaz de ponerse al Alejandro Magno
Escipión
lo concerniente frente de sus tropas, por lo cual debe cuidarse siempre de no perder el
Ciro de Persia
al arte de la aprecio de sus súbditos. No puede compararse entre los hombres armados
Filipo de Macedonia
guerra. y los desarmados, pues los primeros mandan y los segundos obedecen.
Capítulo XV: De El propósito de Maquiavelo es presentar las cosas como son en la realidad,
las cosas por las y no como las cree el vulgo, pues es distinto saber cómo viven los hombres
que los que saber cómo deberían vivir. El hombre que quiere conducirse con
hombres, y honestidad será la víctima de quienes obran con maldad. Así, el Príncipe
especialmente que triunfa ha de saber ser malo, y usar ese conocimiento si lo necesita
los Príncipes, para defender sus intereses. Debe evitar aquellos vicios cuya infamia le
son alabados o puede acarrear perder su mando, y aquellos que sin ofrecer tanto peligro,
censurados. puedan dominarle. Pero no debe hacer caso a las censuras hechas por los
crímenes que le ayuden a vigorizar su poder. Siempre habrá virtudes que si
las aplica conducirán a su ruina, y vicios que en la práctica le producirán
provecho.
Capítulo XVI: De Siempre es mejor para el Príncipe ser poco generoso (y contentar a unos Ciro de Persia
la liberalidad y pocos, siendo tenido por avaro) que serlo demasiado, de tal manera que Julio César
de la miseria. después no sea temido ni respetado, pues no reparará en gastos, y para Papa Julio II
Luis XII de Francia
mantener su reputación suele verse obligado a gastar los recursos del
Estado e imponer impuestos a sus vasallos, con lo cual terminará siendo
aborrecido.
Capítulo XVII: Un Príncipe debe ser clemente pero a tiempo y con medida. La crueldad es
De la clemencia necesaria cuando se trata de mantener al pueblo dentro de los límites de la
y de la obediencia. Se muestra entonces más humano haciendo un número corto
severidad, y si de castigos, y la pena impuesta sobre los delincuentes solo recae sobre
vale más ser algunos súbditos, evitando el desorden y el caos general del Principado. En
amado que lo posible se debe ser amado y temido, pero es preferible ser temido, si no
temido. se puede ser amado, pues no es igual hacer sentir en igual grado a todos.
Capítulo XVIII: Hay dos formas de proceder, que debe saber emplear el Príncipe: a) Por las
De qué modo leyes, manera de actuar propia de los hombres. b) Por la fuerza, forma
deben guardar propia de las bestias. Sin embargo, cuando las leyes no alcanzan, es
los Príncipes la necesario recurrir a la fuerza. De las cualidades de los animales, el Príncipe
fe prometida. debe tomar las que distinguen al león y al zorro, y valerse de ambas: fuerte
como el león y astuto como el zorro. El Príncipe prudente no debe
supeditarse al cumplimiento de sus promesas, pues los hombres son malos
por naturaleza y siempre están dispuestos a incumplir su palabra. Siempre
sale mejor librado quien se presenta astuto como el zorro, representar bien
el papel y saber disimular y fingir, pues para quien engaña, siempre habrá
quien se deje engañar.
Capítulo XIX: El El Príncipe debe huir de la rapacidad, de cometer atropellos contra sus Mícer Aníbal
Príncipe debe súbditos y sus bienes, pues este tipo de ofensas no se perdonan. Al Bentivoglio
evitar ser contrario, en sus actos deben resplandecer el valor, la gloria, la energía. Sus Príncipe Canseschi
aborrecido y fallos deben ser irrevocables al administrar justicia, dando la impresión de
despreciado. que a toda costa mantiene la justicia. Así adquirirá prestigio y será más
difícil conspirar contra él, por la adhesión de su pueblo. Debe dejarse a
cargo de otro la imposición de obligaciones, cargas y castigos, reservándose
Gracias a El Príncipe, el nombre de Maquiavelo se ha asociado durante casi cinco siglos, como sinónimo
de cinismo y crueldad, una especie de apóstol de la inmoralidad. En el s. XVI se le solía llamar “Lucifer” o
Satán, “socio del Demonio en el delito”, y toda su obra fue censurada por la Iglesia Católica, apareciendo
en la lista de los libros prohibidos (Índice Librorum Prohibitorum et Expurgatorum), hasta 1966. Bertrand
Russell llamó a este libro: “un manual para gangsters”. Fue duramente criticado, entre otros, por Diderot
y por Rousseau en El Contrato Social (lo consideraba una sátira de su tiempo); hasta Federico el Grande
de Prusia escribió un “Anti – Maquiavelo” (1740). Existe una versión con anotaciones de Napoleón
Bonaparte (encontrada en su carroza por los prusianos, después de la batalla de Waterloo, 1815); el
dictador Benito Mussolini escribió un prefacio para una edición de este libro. Se dice que la obra fue la
lectura cotidiana de estadistas como Josef Stalin, Henry Kissinger y Richard Nixon, entre muchos otros.
Curiosamente, existe un libro oriental, muy similar a El Príncipe: el Arthashastra (“Tratado” o “Ciencia de
la política”), de Kautilya, autor hindú del s. IV aC; de gran influencia en la antigua India hasta el s. XII dC.
3. Sus enseñanzas
Aunque Maquiavelo nunca lo dijo, se le atribuye la frase “el fin justifica los medios”, que resume, de una
manera elocuente pero sesgada, su pensamiento. Sesgada, pues para entenderle completamente, hay
que recordar la intención del libro (mostrar a Lorenzo de Medici como debe unificar Italia), y sus
aparentes contradicciones (y coherencia interna) respecto de su segunda gran obra, Discursos sobre la
primera década de Tito Livio, en la cual defiende una forma republicana de gobierno.
En su obra, Maquiavelo pretende ofrecer una visión científica y realista de la política, para lo cual se
pregunta: ¿cómo se conserva el Estado? En otras palabras: ¿cómo se conserva el poder? Para ello, plantea
tres conceptos esenciales:
La virtud del Príncipe consiste en luchar y someter a la Fortuna (“Considero que puede ser cierto que la
Fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad,
poco más o menos, a nosotros … ella demuestra su poder allí donde no hay una virtud preparada para
resistírsele”, Cap. XXV), para conservar el poder: “Quien se ha confiado menos en la Fortuna se ha
mantenido más tiempo en el poder.” (Cap. VI) “Quienes con la sola ayuda de la Fortuna se convierten de
simples particulares en Príncipes llegan a su estado con poco esfuerzo, pero les cuesta mucho mantenerse
en él.” (Cap. VII) Pese a ser caprichosa, la Fortuna puede no solo traer la ruina, sino grandes dones, como
el honor, la gloria y la fama. Puede influirse en ella, hasta dominarla, pero no para siempre.
El interés general prima sobre el interés particular; moral y religión están supeditadas al poder político.
Lo anterior, pues la naturaleza egocéntrica y corrupta del hombre es inmutable y sus reacciones son
previsibles: “Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio”. (Cap. XVII)
“Los hombres se interesan más por las cosas presentes que por las pasadas, y cuando en el presente
encuentran el bien, disfrutan de él y no buscan nada más.” (Cap. XXIV) “Los hombres siempre te saldrán
malos a no ser que una necesidad los haga buenos” (Cap. XXIII)
“Todos los profetas armados vencieron y los desarmados fracasaron … La naturaleza de los pueblos es
inconstante y es fácil persuadirles de algo, pero es difícil mantenerlos convencidos. Por eso conviene estar
preparado de tal manera que, cuando dejen de creer, se les pueda hacer creer por la fuerza.” (Cap. VI)
“Entre un hombre armado y uno desarmado no hay comparación posible, y no es de razón que quien está
armado obedezca de buen grado a quien está desarmado, ni que el desarmado esté seguro entre
servidores armados.” (Cap. XIV) El pensamiento de Maquiavelo se basa en la atención a la realidad, sin
ilusiones ni autoengaños. Así, se desprende de una visión normativa (moralista) de la política, pues para
él, el hombre es malo, dominado por las pasiones, en especial la ambición, que conlleva eventualmente a
la discordia, como condición de la naturaleza humana, dispuesta a presentarse cuando tenga la ocasión.
La política no es entonces, otra cosa que un arte, una técnica autónoma de adquisición, preservación e
incremento del poder, a través de la fuerza (represión). Un plano donde la moral no es siempre aplicable,
en el cual la historia se repite de forma causal, donde la supervivencia es el único curso de acción: El
Príncipe: “debe tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la
fortuna y a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve obligado” (Cap. XVIII). El
Príncipe personifica el poder del pueblo, quien se lo ha delegado, permitiéndole incluso llegar al poder
por la fuerza, y mantenerlo mediante el engaño: “No pueden haber buenas leyes donde no haya buenas
armas” (Cap. XII). El Príncipe debe ser primero amado que temido; pero de no poderse lograr dicha
condición, deberá preferir ser temido que amado, pues el estado emocional del temor es más fácil de
manejar que el afecto: el temor infunde mucho mayor respeto: “Debe (…) el Príncipe hacerse temer de
manera que, si no se gana el amor, cuando menos evite el odio; porque puede muy bien ser temido y no
odiado al mismo tiempo.” (Cap. XVII) “Los hombres atacan o por miedo o por odio.” (Capítulo VII)
El Príncipe debe saber manejar dos facultades irracionales: la fuerza del león (el respaldo del ejército), y
la astucia del zorro (la suya propia, o la de sus consejeros): “Debéis, pues, saber que hay dos modos de
combatir: uno observando las leyes morales, el otro mediante el uso de la fuerza: el primero es propio del
hombre, el segundo de las bestias; pero puesto que el primero muchas veces no basta, conviene recurrir
al segundo. Por lo tanto, a un Príncipe le es necesario saber utilizar a la bestia y al hombre … Estando,
pues, un Príncipe obligado a utilizar perfectamente a la bestia, debe elegir de entre ellas al zorro y al león;
porque el león no se defiende de las trampas y el zorro no se defiende de los lobos. Es, pues, necesario ser
zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos. Quienes solo remedan al león no saben
lo que hacen.” (Cap. XVIII) Así, son cualidades del Príncipe las siguientes:
virtud, pero que si lo siguiera sería su ruina, y algo que parecerá vicio, pero que si lo sigue se
derivan de ello su seguridad y bienestar.” (Cap. XV)
b) Tener conocimientos militares: “El Príncipe no debe cesar … de pensar en el ejercicio de las armas
y en los tiempos de paz, debe darse a ellas todavía más que en los de guerra.” (Cap. XIV)
c) Ser astuto: “Es pues necesario que un Príncipe que desea mantenerse, aprenda a poder no ser
bueno y a servirse o no servirse de esta facultad según que las circunstancias lo exijan.” Ello
resultó escandaloso en una época en la cual se pretendía mostrar al Príncipe como un modelo de
bondad, sustentándose la legitimidad de su poder, y la obediencia del pueblo, en su virtuosidad.
d) Ser avaro, en vez de generoso: la pobreza es un mal que el Príncipe debe evitar a toda costa, para
poder mantenerse en el poder: “En nuestra época sólo hemos visto hacer grandes cosas a
quienes eran tenidos por mezquinos … No hay nada que se consuma tanto a sí mismo como la
liberalidad, pues mientras la usas pierdes la facultad de usarla y te conviertes o en pobre y
despreciable o, para huir de la pobreza, en rapaz u odioso.” (Cap. XVI)
e) ¿Ser amado, o temido? Según fuera señalado anteriormente, es necesario ser lo uno y lo otro. La
crueldad es necesaria a veces. En general, es mejor ser temido, pero cuidándose de no suscitar
odio: “A los hombres se les debe adular o destruir, porque se vengan de las pequeñas ofensas, ya
que de las grandes no pueden; así que la ofensa que se haga a un hombre debe ser tal que no
haya posibilidad de venganza.” (Cap. III) “Se engaña quien cree que los nuevos beneficios hacen
que los grandes hombres olviden las viejas injurias” (Cap. VII) “Las injurias deben hacerse todas a
la vez, a fin de que, saboreándolas menos, ofendan menos; y los favores deben hacerse poco a
poco, a fin de que se saboreen mejor … Al apoderarse de un estado, el que lo ocupa debe
examinar todas aquellas ofensas que le será necesario hacer y llevarlas a cabo todas a un tiempo
para no tener que renovarlas cada día y poder así, al no renovarlas, tranquilizar a sus hombres y
ganárselos con favores.” (Cap. VIII)
f) ¿Ser fiel a sus compromisos? Maquiavelo rechaza el modelo feudal del Príncipe virtuoso, quien
respeta el honor y cumple siempre su palabra: “No puede … un señor prudente, ni debe, cumplir
su palabra cuando tal cumplimiento se vuelva en contra suya y hayan desaparecido los motivos
que le obligaron a darla. Y si todos los hombres fuesen buenos, este precepto no lo sería; pero,
puesto que son malos y no cumplirían su palabra contigo, tú etiam no tienes que cumplirla con
ellos.” (Cap. XVIII) Porque: “El odio se gana tanto mediante las buenas obras como mediante las
malas.” (Cap. XIX)
Todo lo anterior, pues el Príncipe no debe tener otra guía de acción, que la “Razón de Estado” (o “Raison
d'État”, expresión popularizada en Francia en el s. XVII por el Cardenal Richelieu): conservar el poder y,
con ello, el Estado mismo, que no puede ser distinto al fin de una República libre, pues es la única
garantía de paz y orden entre los individuos, de su propia integridad frente a la agresión interna y
externa. La “salud de la patria” es fin y bien supremo del individuo; seguridad y autonomía, dependencia
exclusiva del Estado en sí mismo.
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