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en Derechos Humanos
Fase de inducción
Presidenta
Perla Gómez Gallardo
Consejo
José Alfonso Bouzas Ortíz
José Antonio Caballero Juárez
José Luis Caballero Ochoa
Denise Dresser Guerra
Mónica González Contró
Nancy Pérez García
Nashieli Ramírez Hernández
María Isabel Belausteguigoitia Rius
Lawrence Salomé Flores Ayvar
Visitadurías generales
Primera Gabriel Santiago López
Segunda Montserrat Matilde Rizo Rodríguez
Tercera Yolanda Ramírez Hernández
Cuarta Ignacio Alejandro Baroza Ruíz*
Quinta Jorge Ruíz del Ángel*
Contraloría Interna
Hugo Manlio Huerta Díaz de León
Secretaría Ejecutiva
Armando Jesús Meneses Larios
Direcciones generales
Jurídica
Lutwin López López
Quejas y Orientación
José Antonio Garibay de la Cruz
Administración
Jaime Mendoza Bon
Comunicación por los Derechos Humanos
Guillermo Gómez Gómez
Direcciones ejecutivas
Asuntos Legislativos y Evaluación
Ignacio Alejandro Baroza Ruíz
Centro de Investigación Aplicada
en Derechos Humanos
Francisco Javier Conde González
Educación por los Derechos Humanos
Aída Marín Acuapan
Seguimiento
Mónica Marlene Cruz Espinosa
Vinculación Estratégica
Christian Ibeth Huerta Dávila
Coordinaciones
Tecnologías de Información y Comunicación
Rogelio Alvarado Vilchis
Vinculación con la Sociedad Civil y de Políticas Públicas
Clara Isabel González Barba
Servicio Profesional en Derechos Humanos
Mónica Martínez de la Peña
Fase de inducción
Editora responsable: Karen Trejo Flores. Cuidado de la edición: Gabriela Anaya Almaguer. Diseño y formación:
Ana Lilia González Chávez. Corrección de estilo y revisión de planas: Haidé Méndez Barbosa.
www.cdhdf.org.mx
Se autoriza la reproducción total o parcial de la presente publicación siempre y cuando se cite la fuente.
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
* Alejandro Ordieres es doctor en Filosofía por la Universidad Iberoamericana, profesor-investigador de tiempo completo en el Instituto
Tecnológico Autónomo de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha impartido diferentes conferencias y cursos sobre
la práctica de la ética y los valores en el ejercicio profesional y es autor de diversos libros como Fundamentos para una ética ciudadana,
Formación en el pensamiento crítico y La acción y el juicio moral en David Hume.
Presentación
E
l Servicio Profesional en Derechos Humanos (spdh) fue creado en 2005 con el propósito de res-
ponder a una demanda de especialización en el trabajo que desempeña la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal (cdhdf) como organismo público autónomo.
Desde la creación del Servicio Profesional, la cdhdf ha realizado un esfuerzo significativo para consolidar
los procesos que lo integran, como el de formación profesional en el que se inscribe el Programa de For-
mación Profesional en Derechos Humanos que da marco a la elaboración de la presente guía de estudio.
Es importante referir que el objeto primordial de las guías de estudio del Programa es proporcionar a
las y los integrantes del spdh una investigación adecuadamente documentada, actual y cercana a sus
actividades profesionales. En tal sentido, se ha procurado que la exposición sea reflexiva del quehacer
cotidiano de las diversas áreas de la Comisión, lo que permitirá que quienes integran el Servicio Pro-
fesional participen en la construcción del proceso de aprendizaje mediante el análisis de los diferentes
tópicos y a partir de un contexto que les es común.
La presente guía, elaborada a partir del trabajo conjunto de la Coordinación del Servicio Profesional en
Derechos Humanos con su autor, ha sido preparada con la expectativa de reflexionar sobre la importan-
cia de la ética en la toma de decisiones de las y los servidores públicos. Para tal efecto, en el módulo i
se expone el concepto de ética y se diferencia de otros órdenes normativos como la moral y el derecho;
asimismo, se examina la relación de estos tres órdenes normativos entre sí y de ellos con la estructura
del Estado. En el módulo ii se analizan los principios que orientan el orden jurídico nacional; en este
sentido, se explica cómo el derecho tiene un soporte ético y moral expresado en las normas que guían
el actuar de las y los servidores públicos. Finalmente, en el módulo iii se estudia la importancia de las
virtudes y los valores que guían las acciones de las y los servidores públicos; además, se precisan cuáles
son los antivalores que denigran el trabajo público.
Esta edición constituye un paso importante hacia la consolidación de una metodología ad hoc de ense-
ñanza de los derechos humanos para las y los servidores públicos de los organismos públicos autóno-
mos que los protegen y, sin duda, está encaminada a fortalecer la defensa y promoción de los derechos
humanos en nuestro país.
L
os seres humanos somos por naturaleza seres relacionales que vivimos y actuamos en sociedad.
Nuestras acciones no son hechos aislados que ocurren a mitad de un desierto sin mayor reper-
cusión que una mella interior provocada en la conciencia. Nuestro comportamiento, nuestra in-
dividualidad y muchas de las acciones que realizamos afectan a las personas que nos rodean, a las que
amamos, a las que simplemente conocemos e incluso a aquellas con las que simplemente nos encontra-
mos a lo largo de nuestra vida.
Al vivir en sociedad junto con otras personas, el ser humano es un agente responsable y, por lo tanto se
le exige un comportamiento ético. De esta manera, toda persona, considerada en su dimensión ética, es
por lo menos:
alguien que se preocupa imparcialmente por los intereses de cada uno de quienes se verán afectados por lo
que hace; alguien que distingue cuidadosamente los hechos y examina sus implicaciones; alguien que acepta
principios de conducta sólo después de analizarlos con cuidado para estar seguro de que son firmes; alguien
que está dispuesto a “escuchar la razón”, incluso cuando esto significa que tendrá que revisar sus conviccio-
nes previas, y, finalmente, alguien que está dispuesto a actuar siguiendo los resultados de su deliberación.1
Soy y vivo en el mundo con otras personas y ello me define. El mundo en que vivo y las cosas que me
rodean son para mí, pero también son para las y los demás y debo responder de todo ante las y los
otros que me acompañan en mi peregrinar. Pensar en un ser humano aislado es imposible; así como
La ética no sólo tiene sentido por mi responsabilidad ante los demás sino
también porque me da respuesta de mí mismo, y por ello se presenta como
camino de realización personal. Como Aristóteles sugiere en los escritos que
dirigió a su hijo Nicómaco,2 la ética es el comportamiento que nos lleva hacia
el fin que todos queremos alcanzar: la felicidad. Asimismo, Platón afirmó por
primera vez en el personaje de Sócrates en su obra Critón “que no hay que
considerar lo más importante el vivir, sino el vivir bien”.3
2
Aristóteles, Ética a Nicomaquea, trad. de Antonio Gómez Robledo, México, unam, 1954.
3
Platón, Critón, 48b.
4
Alejandro Ordieres, Fundamentos para una ética ciudadana, México, McGraw-Hill, 2010, p. 7.
5
Friedrich Hayek, Los fundamentos de la libertad, Madrid, Unión Editorial, 1998, p. 94.
Fase de inducción
11
Hoy por hoy, cada vez es mayor la discusión del papel del Estado y las res-
ponsabilidades morales en las que éste incurre a través de las instituciones
públicas (centralizadas y descentralizadas) y las autoridades que lo represen-
tan ante las comunidades a las que terminan afectando con sus decisiones.
No basta ya con cumplir con una serie de responsabilidades que las leyes les
asignan, lo cual ya sería bastante; es necesario ir más allá del cumplimiento
mecánico y ciego de la legalidad y dar un paso más allá ante las exigencias de
una sociedad creciente y cada vez más comprometida. Ello implica una visión
ética en la administración pública que no se detiene en la letra de la exigencia
legal sino que va más allá. Significa, sí, integrar la ley en las decisiones de cada
día, pero también proyectarse responsablemente en el futuro de la sociedad.
La ética sirve como medio para juzgar las prácticas y la conducta de las y
los servidores públicos, de tal manera que las y los ciudadanos puedan estar
seguros de que el proceso de la ley y los intereses de la sociedad son respeta-
dos. De esta manera, la ética se convierte en un factor esencial para un mejor
gobierno.
La mayor parte de las y los alumnos reciben a lo largo de su vida una edu-
cación con el fin de prepararse para ejercer una profesión. La universidad, la
última etapa en la formación académica, es en gran medida “una escuela de
formación profesional en aquellos oficios que se supone que requieren pre-
paración académica y título universitario”.7 Las asignaturas humanas como
la ética, los derechos humanos, los valores, la responsabilidad profesional y
social, etc., muchas veces cubren un requisito académico exigido por las cer-
tificadoras, pero en la mentalidad de las y los alumnos y de las y los propios
coordinadores y directivos no son valoradas como esenciales.
6
Jolita Greblikaite, “Ethical codes in Lithuanian small and medium-sized enterprises. Problems and solu-
tions”, en New Challenges of Economic and Business Development. 2014. Conference Proceedings, Riga,
University of Latvia, mayo de 2014, p. 163.
7
Augusto Hortal Alonso, Ética general de las profesiones, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2002, p. 16.
8
Véase José Ortega y Gasset, “La barbarie del ‘especialismo’”, en Martín Gardner (coord.), Los grandes
ensayos de la ciencia, México, Nueva Imagen, 1998, pp. 91-96.
9
Mónica Petracci, Derechos sexuales y reproductivos. Teoría, política y espacio público, Buenos Aires,
Teseo, 2011, p. 29.
10
Véase Jorge Dotti, “Hannah Arendt y la crítica del juicio. En ocasión de un bicentenario”, en José Sazbón
(comp.), Homenaje a Kant, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Buenos Aires.
Fase de inducción
13
bién, a reforzar los puntos de referencia, los criterios y los valores que han de
iluminar el camino por el que transitan”.11
11
ocde, La ética en servicio público, Madrid, Ministerio de Administraciones Públicas/Secretaría General
Técnica/Ministerio de la Presidencia/Boletín Oficial del Estado, 1997, p. 11.
12
Idem.
13
“Government ethics provides the preconditions for the making of good public policy. In this sense, it is
more important than any single policy, because all policies depend on it.” Dennis F. Thompson, “Parado-
xes of Government Ethics”, en Public Administration Review, vol. 52, núm. 3, mayo-junio de 1992, p. 255.
“When ethics are in disorder, or when citizens reasonably believe they are, one should not be surprised
14
that disputes about ethics drive out discussion about policies. Attention needs to be paid to ethics
precisely so that ethical controversy does not distract from matters that would otherwise be more
important. Ethics makes democracy safe for debate on the substance of public policy. That is why it is
so important. That is the sense in which it is more important than any other single issue.” Ibidem, p.
256.
Fase de inducción
Módulo i.
La ética, la moral, lo público
y lo privado
16
La ética
M ódulo
Comprende lo que se hace en un dos ámbitos: Aquello que tiene relevancia social
escenario público, privado o íntimo, pero legítima, independientemente del
que no tiene relevancia social. escenario donde se realice.
Los valores
Se definen como aquello que ¿Cuáles son los valores que un Las cosas valiosas cubren
tienen las cosas que nos hacen Estado democrático debe buscar necesidades y perfeccionan
desearlos. preservar y defender? al ser humano.
La libertad La tolerancia
La igualdad La legalidad
Fase de inducción
17
i
M ódulo
La ética y la moral
son una distinción cultural?, ¿cuál es el criterio para distinguir el bien del mal?,
¿por qué debo de hacer el bien y evitar el mal?
inmerso también por encima de las religiones, las costumbres, las tradiciones
y de cualquier otra expresión social.
Podemos definir a la moral Por otra parte, podemos definir a la moral como un código de normas, creen-
como un código de normas, cias, valores y costumbres que guían la conducta de una persona (en cuanto
creencias, valores y costum
bres que guían la conducta integrante de una comunidad) o de un grupo. Este conjunto de creencias,
de una persona (en cuanto valores y costumbres, aun siendo de carácter personal, tiene una connotación
miembro de una comuni social y, por lo tanto, proviene de una cultura, religión o de la propia sociedad
dad) o de un grupo.
en la que nos encontramos. Estas creencias y valores morales están recopila-
dos en códigos de conducta que guían y sostienen las relaciones sociales de
un grupo. Su validez se circunscribe a todas y todos los integrantes que con-
forman esa comunidad y generalmente se identifican u originan en los prin-
cipios religiosos y éticos que una comunidad acuerda respetar.
Moral proviene del latín mos, moris, que traduce el término griego éthos y que
significa igualmente costumbre o manera de actuar o comportarse. De estas
definiciones podemos colegir que la moral guarda una profunda relación con
la ética y viceversa, y así establecer ciertas semejanzas entre ambas ciencias:
Sin embargo, aunque ambas palabras partan de una misma raíz etimológica,
y si bien tradicionalmente no se hacía distinción alguna, en la modernidad y
para efectos de nuestro estudio ambas ciencias, aunque relacionadas, enfren-
tan el valor moral desde un punto de vista diferente. Para poder distinguirlas
de manera adecuada es necesario marcar las siguientes diferencias:
Fase de inducción
19
1. La moral tiene una base social, encuentra su origen en las tradiciones Diferencias entre la ética y
religiosas y sociales que se han ido generando a lo largo del tiempo. Las la moral:
normas morales son establecidas por la sociedad, impuestas en cierta 1. La ética pretende ser el
manera a través de la cultura, la educación y la familia a cada una de resultado de elecciones
i
las personas que integran una sociedad. La ética, en cambio, pretende personales; la moral tie
M ódulo
ne una base social.
ser el resultado de elecciones personales a partir de las cuales se busca, 2. La ética presenta una
de manera individual, fijar sus propias normas después de un juicio orientación axiológica
crítico, más allá de lo que las reglas morales puedan indicar. mientras que la moral
pone su acento en un
2. Mientras las normas morales ponen su acento en su carácter norma- carácter coercitivo.
tivo y coercitivo a través de la presión social, la ética presenta una 3. La ética pretende ser uni
orientación meramente axiológica. La norma ética se percibe como un versal; la moral es con
textual y relativa.
bien personal y se realiza por convicción, mientras que la norma mo-
ral muchas veces es percibida como impuesta, ajena, distante, aunque
también puede ser asimilada y aceptada como propia (que, de hecho,
es lo que normalmente sucede).
3. La ética pretende ser universal. Se presenta a sí misma como un criterio
racional y ponderado que sirve para evaluar decisiones morales con-
cretas más allá de cualquier determinismo social o religioso; y como un
medio de diálogo entre diferentes visiones del mundo, ya que en teoría
todos los seres humanos son capaces de concordar racionalmente en
ciertos puntos esenciales en torno al comportamiento humano, como
en aquéllos referentes a la defensa de la vida, de la verdad, de los de-
rechos humanos, etcétera.
La moral, en cambio, no pretende imponerse (al menos no siempre)
a aquellas personas que no pertenecen a nuestra cultura y que no con-
viven en nuestra sociedad. En este sentido, la moral no es única sino
que existen muchas morales circunscritas a un territorio, a un pueblo,
a una religión o a un grupo social reducido, entre otros.
Así pues, analizar el problema del bien y cómo debe comportarse el ser hu-
mano, independientemente del conjunto de normas que de hecho rijan a una
sociedad en un momento dado, es un problema de la ética. La moral, por su
lado, se ocupa del estudio de la expresión de esas normas dentro de cada
comunidad. Analizar, por ejemplo, si debe y cómo debe respetarse la liber-
tad de expresión religiosa es un problema de carácter ético (que es también
de carácter legal, dada su importancia para la paz y la convivencia sociales);
las costumbres religiosas de una comunidad o país determinado, cómo éstas
afectan las relaciones sociales de una comunidad determinada y cómo deben
comportarse las personas dentro de ella, son problemas morales.
mundo, y todos tenemos que vivir en él”,15 y en ese único mundo en el que
todos vivimos no existe una visión compartida y unitaria sobre el bien y el mal
ni sobre la forma de llevar una vida buena, en armonía con todos los seres que
nos rodean. Vivimos en una sociedad cada vez más globalizada y multicultural
M ódulo
manera arbitraria “sino en que sea esencial, fundacional y común a todos los
seres humanos. Y todos los seres humanos se adhieran ya a ella, no una vez
más, debido a su globalidad, sino a que sin ella sus propias sociedades y co-
munidades locales no podrían funcionar”.16
Así pues, ética y moral tienen repercusiones en la vida social, son la amalgama
más profunda que da unidad y paz a todo grupo humano. Sin embargo, ante
la variedad creciente de culturas y visiones del mundo que integran las so-
ciedades modernas, los gobiernos buscan normar algunos aspectos de la vida
práctica y la convivencia social. Los campos en que actúan la ética y la moral
no siempre son de carácter privado o íntimo sino que rebasan la esfera par-
ticular y trascienden a la categoría de actos públicos que por su importancia
deben ser normados por el Estado a través de la ley.
Moral, ética y derecho son Moral, ética y derecho son ámbitos cercanamente emparentados, pero dife-
ámbitos cercanamente em rentes. Todas son órdenes de la conducta que regulan las relaciones de las
parentados, porque son ór
denes de la conducta que personas. “La moral, que se refiere a los valores individualmente aceptados, al
regulan las relaciones de volverse parte de la cultura de una sociedad se convierte en moral social”17 y
las personas. tiende a formar parte del derecho que consigna, con la fuerza de su “impera-
tividad, los valores morales que la sociedad considera necesarios para su or-
den, subsistencia y desarrollo. Por ello se ha dicho que el derecho es la moral
social destacada”.18
A diferencia de la moral Pero a diferencia de la moral y la ética, el derecho no tiene como finalidad
y la ética, el derecho no principal el perfeccionamiento del ser humano sino que busca promover y
tiene como finalidad prin
cipal el perfeccionamiento defender la pacífica coexistencia de las personas en sociedad. Por eso tutela
del ser humano sino que sólo aquellos valores que considera indispensables para ordenar la conviven-
busca promover y defender
la pacífica coexistencia de
las personas en sociedad.
15
Mary Midgley, Heart and Mind, Nueva York, St. Martin’s Press, 1981, p. 72.
16
John Dalla Costa, El imperativo ético. Por qué el liderazgo moral es un buen negocio, México, fce, 2007,
p. 37.
17
Miguel de la Madrid H., “Los valores en la Constitución mexicana”, en Los valores en el derecho mexica-
no, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 1996, p. 261.
18
Idem.
Fase de inducción
21
Se ha asociado la validez del derecho con la moral porque el fin del derecho se
i
dirige hacia una moral, así la moral es el fundamento sobre el que descansa
M ódulo
la validez del derecho, porque de acuerdo con una visión consuetudinaria el
hacer posible la moral constituye una meta del orden jurídico. El derecho tiene
su origen en la moral de un pueblo, pero no se agota en ella y menos aún en
las actuales sociedades multiculturales donde las fuentes de la moralidad a
veces son extremadamente diferentes.
Aun cuando el derecho y la moral pueden coincidir en el contenido de un Aun cuando el derecho y la
mandamiento, difieren en la forma de exigir su realización. El derecho utiliza moral pueden coincidir en
el contenido de un manda
la coerción a través de penas establecidas y la intervención de un magistrado miento, difieren en la forma
que juzga el acto emitiendo un juicio condenatorio o aprobatorio. de exigir su realización. El
derecho utiliza la coerción
respaldada por el Estado.
En la visión positivista del origen o fundamento de la norma jurídica no existe
un fundamento moral basado en la bondad o maldad de la norma sino en la
conveniencia para la sociedad de lo que la ley necesita mandar. Desde este
punto de vista, el derecho no juzga la bondad o maldad de los actos humanos
sino su legalidad o ilegalidad. Legal no es lo mismo que legítimo. No todo lo
que es lícito es honesto y viceversa, no todo lo que es honesto es legal. De
esta manera en las legislaciones modernas occidentales moral y derecho han
sufrido una cierta separación en cuanto a los fundamentos de cada ciencia,
aunque en el imaginario de la sociedad sigue prevaleciendo la idea de que
ambas comparten las mismas fuentes y, por lo tanto, lo que es legal también
es honesto.
El ámbito de lo público
Ernesto Garzón Valdés, “Lo íntimo, lo privado y lo público”, en Claves de Razón Práctica, núm. 137,
19
actúa.
2. El ámbito de lo privado, a diferencia de lo íntimo, requiere necesa-
riamente la presencia de por lo menos dos actores. Es el “ámbito re-
servado para las relaciones interpersonales donde la selección de los
i
De acuerdo con esta clasificación, tal parecería que la vida social sólo com-
prende lo público, eliminando las esferas de lo íntimo y lo privado por no in-
volucrar a la sociedad. De esta manera la religión, por ejemplo, mientras no
tenga expresiones sociales que involucren a terceros, es un tema personal y
privado en el que el Estado no debe entrometerse.
Ahora bien, no parece ser suficiente esta división para la distinción que Ernesto
Garzón se propone hacer. De acuerdo con Isabel Linfante,22 los conceptos de
íntimo y privado van más allá de esa reducida descripción. Es necesario ampliar
ambas esferas con base en dos criterios. “En primer lugar, el escenario (privado
o público) en que se lleva a cabo una acción, y en segundo lugar, la existencia o
no de relevancia social legítima de la conducta”;23 el primer criterio es descrip-
tivo y el segundo valorativo.
Bajo estos nuevos criterios, un acto puede ser privado o íntimo en el sentido
en que se realiza en un escenario que no es público (por ejemplo, la intimi-
dad del hogar) o en el sentido de que carece de importancia social. Existen
actos públicos que, al carecer de relevancia social, pertenecen a la esfera de
lo privado o incluso de lo íntimo. Por ejemplo, si voy a tomar un café con mi
amiga a una cafetería se trata de un acto privado, no obstante que dicha re-
unión se desarrolle en un lugar social o que dicha cafetería se encuentre muy
concurrida en ese momento. Así, no es absurdo afirmar que una conducta
determinada realizada en público “debe tratarse como una conducta privada,
en el sentido de que no consideramos legítima su divulgación”.24
20
Ibidem, p. 15.
21
Ibidem, p. 16.
22
Isabel Linfante Vidal, “Sobre la distinción entre lo íntimo, lo privado y lo público de Ernesto Garzón
Valdés”, en Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm. 30, Alicante, 2007, pp. 129-133.
23
Ibidem, p. 131.
24
Ibidem, p. 132.
Fase de inducción
23
i
inicial de lo público, lo privado y lo íntimo. De esta manera, es posible integrar
M ódulo
estas tres nociones (íntimo, privado y público), sólo en dos esferas: la pública
y la privada. Lo privado engloba lo que hacemos en un escenario público, pri-
vado o íntimo pero “que no tiene relevancia social y, por tanto, no debería ser
legítima su divulgación por mucho que sea realizado en un espacio de libre
accesibilidad”.25 En cambio lo público sería aquello que tiene relevancia social
legítima, independientemente del escenario donde se realice (privado, íntimo
o público).
Lo privado debería de escapar de instancias normativas por parte del gobierno, Lo privado engloba lo que
mientras que lo público está sujeto a la investigación y a la regulación por hacemos en un escenario
público, privado o íntimo,
parte del Estado, independientemente del escenario en donde se desarrollen pero “que no tiene relevan
las conductas a analizar.26 Lo público no es lo que corresponde al Estado y lo cia social y, por tanto, no
privado lo que corresponde a los particulares. Éste es un sentido económico debería ser legítima su di
vulgación por mucho que
que no debe confundirse con los actos morales que aquí estamos analizando. sea realizado en un espa
cio de libre accesibilidad”.
El poder político siempre pertenece a la esfera de lo público aunque se ejerza
En cambio, lo público sería
algunas veces de manera oculta, autocrática, en secreto o a espaldas de la aquello que tiene relevancia
gente. Por esta razón, buena parte de las acciones que realizan las y los servi- social legítima, indepen
dores públicos, incluso fuera de su zona u horario de trabajo, son conductas dientemente del escenario
donde se realice (privado,
públicas.27 íntimo o público).
Por otra parte, los particulares (personas físicas y morales), que en teoría de-
sarrollan sólo conductas privadas, en realidad intervienen a nivel público y,
por ello, pueden y algunas veces deben ser regulados por el Estado en sus
actividades. Lo público puede ser publicitado independientemente de quién
sea el actor (los particulares o el Estado). Quienes no desean salir a la luz y
prefieren ocultar sus actos públicos excusándose en la privacidad del hogar
25
Idem.
26
Existen algunas conductas que podrían pensarse como parte del ámbito privado y que, sin embargo, son
protegidas por los derechos humanos debido a que se presentan como problemas de interés público por
la afectación que implican en lo social. Tal es el caso de la defensa de los derechos de las mujeres y la
obligación que el Estado tiene en cuanto a su protección en el ámbito privado (sobre todo el derecho de
toda mujer a una vida libre de violencia). Como ejemplo podemos señalar la Convención de Belém do
Pará: “Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicoló-
gico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. Véase Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Convención de Belém do Pará, adoptada por
la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, Belém do Pará, Brasil, 6 de septiem-
bre de 1994, artículo 1º.
27
Véase Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Diccionario de política, México, Siglo xxi, 2005, pp. 17-19.
A medida que el papel que una persona desempeña es cada vez más público,
la esfera de su vida privada se va reduciendo hasta llegar a un punto donde
no es posible distinguir lo público de lo privado. En estos casos es casi inevita-
ble el conflicto de intereses, ya que entran en conflicto los bienes y derechos
privados con las obligaciones y el papel público de la o el servidor público.
Ante este conflicto natural (e inevitable en algunos casos), la sociedad tiende
a pedir actitudes casi religiosas de abnegación y rechazo a las y los servidores
públicos exigiéndoles en la práctica toda renuncia a un sano deseo de progre-
so y superación personal para dedicarse al servicio de la sociedad.
“Es verdad que la separación entre la moral pública y la privada no está muy clara como implican los
28
ejemplos. Algunos tipos de inmoralidad que serían considerados privados pueden afectar indirecta-
mente la capacidad de un funcionario para hacer un trabajo. Cuando un fiscal general pertenece a un
club privado que discrimina a los negros y a las mujeres, cuando el titular de la dependencia de drogas
es adicto a los cigarrillos, cuando el jefe de la Comisión de Bolsa y Valores es culpable de golpear a su
esposa, la sociedad lo juzga y se siente indignada justamente. Los funcionarios en estos casos reco-
nocieron, o se vieron obligados a reconocer, que su conducta privada tenía una relación demasiado
cercana con su función pública: Griffin Bell renunció a su club, Bill Bennett evidentemente dejó de
fumar y John Fedders renunció a la sec.” Dennis F. Thompson, op. cit., p. 256.
Fase de inducción
25
El Estado moderno surgió entre los siglos xv y xvii como un proceso para en-
frentar la crisis del feudalismo y las guerras entre reinos a inicios del siglo xv.29
i
La organización política y social de la Edad Media, basada en el vasallaje y la
M ódulo
autonomía política y económica de los territorios o feudos, quedó obsoleta
como resultado de los cambios políticos, sociales y económicos que se gene-
raron a partir del siglo xiii. La estructura piramidal que hacía depender a los
siervos de la gleba del señor feudal evolucionó conforme la base fue cambian-
do. Surgieron cada vez con más frecuencia comerciantes, artesanos, merca-
deres, etc., que se constituyeron en gremios para su defensa y organización.30
Los feudos ya no podían mantener su sistema de aislamiento, los pequeños El Estado moderno surgió
territorios tuvieron la necesidad de organizarse a través de alianzas matrimo- como un proceso para
enfrentar la crisis del feu
niales que unían, por lazos de sangre o de conveniencia, a los diferentes reinos dalismo y las guerras entre
entre sí. La dispersión del poder político, social y económico, propia del me- reinos a inicios del siglo
xv. Por primera vez y bajo
dioevo, evolucionó en la centralización del poder, en todos sus géneros, en
la guía de monarcas exis
una sola persona: el rey. tió un Estado que poseía
identidad cultural, unidad
Este proceso en el que los reyes buscaron reafirmar su autoridad más allá de de lengua y un poder cen
tralizado, y estaba organi
sus feudos tuvo el apoyo de la burguesía naciente como resultado del sistema zado bajo códigos legales
económico que acompañó a la nueva visión política. Por primera vez, y bajo formales. Todos estos cam
la guía de monarcas, existió un Estado que poseía identidad cultural, unidad bios convergieron, en los
planos jurídico y político,
de lengua, un poder centralizado y estaba organizado bajo códigos legales en la institucionalización
formales. y normativización a través
del derecho.
Posteriormente, durante los siglos xvii, xviii y xix se transformó en una realidad
política en el que las personas se agrupaban con sus semejantes como resul-
tado de su libre elección. Se establecieron una serie de relaciones, intercambio
29
Véase Massimo Severo Giannini, Derecho administrativo, Madrid, Ministerio para las Administraciones
Públicas, 1991, p. 47.
30
El presente apartado se debe en buena parte a los apuntes inéditos de Estanislao de Kostka Fernández
Fernández, Génesis y evolución histórica del Estado.
Así pues, el ser humano cede sus derechos y le otorga su fuerza a una persona,
llamada Leviatán, mediante un pacto. La persona que asume la fuerza para
garantizar la paz es el soberano y posee un poder supremo sobre sus súbditos
y sobre su territorio. En palabras de Hobbes, la esencia del Estado se puede de-
finir así: “una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos,
31
Thomas Hobbes, Leviatán, o la materia, forma y poder de una República eclesiástica y civil, México, fce,
1984, p. 101.
32
Véase ibidem, p. 102.
33
Ibidem, p. 104.
34
Ibidem, p. 137.
Fase de inducción
27
realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de
que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno,
para asegurar la paz y la defensa común”.35
i
Por primera vez en la historia registrada de la humanidad, se buscó justificar
M ódulo
el poder y el orden político a través de un pacto libre y soberano entre los
seres humanos nacidos libres e iguales. El Estado moderno se instituye no por
la voluntad divina, sino por el pacto que una multitud de personas realizan
mutuamente otorgando a una sola o a una asamblea, el poder de representar
a todas.36
A pesar de la gran revolución que el Leviatán de Hobbes proponía desde el Hobbes buscó justificar el
punto de vista intelectual, su visión seguía conservando esencialmente el ab- poder y el orden político
a través de un pacto libre
solutismo monárquico, reduciendo el pacto y la libertad humana a un momen- y soberano entre los seres
to inicial en la creación del Estado. Sin embargo, la Revolución gloriosa de humanos nacidos libres e
1688, la guerra de independencia estadounidense, la difusión del protestantis- iguales. El Estado moderno
se instituye no por la volun
mo por Europa y la Revolución francesa pusieron las bases del derrumbamien- tad divina sino por el pacto
to definitivo del antiguo régimen y establecen el origen del Estado liberal. que una multitud de perso
nas realizan mutuamente al
otorgar a una sola o a una
Muchos autores también establecen una íntima relación entre el nacimien- asamblea el poder de re
to del capitalismo, la ética calvinista y el establecimiento del Estado liberal. presentar a todas como un
Max Weber, por ejemplo, parece hacer depender el éxito del capitalismo y del acto de protección frente a
las o los demás.
modelo liberal de la disciplina calvinista.37 Mientras que las demás religiones
motivaban un regreso a las tradiciones político-religiosas, el calvinismo bus-
caba una vía de libertad para el ejercicio de su fe. En Inglaterra se establece la
tolerancia religiosa y la defensa de la libertad individual, eliminando el auto-
ritarismo religioso tradicionalista. Es el Renacimiento de las teorías estoicas y
del iusnaturalismo que defenderá la idea de que son la razón y la naturaleza
humana las que fundamentan la ética, la política y la sociedad. El ser humano El iusnaturalismo defiende
la universalidad de las le
tiene derechos anteriores a cualquier forma de gobierno que le deben ser re- yes, no porque alguien así
conocidos por el simple hecho de ser una persona. lo haya dispuesto sino por
que están basadas en la
naturaleza humana. Así,
El iusnaturalismo defiende la universalidad de las leyes, no porque alguien así la persona y su dignidad es
lo haya dispuesto sino porque están basadas en la naturaleza humana. Así, la el nuevo centro alrededor
persona y su dignidad es el nuevo centro alrededor del cual se construyen las del cual se construyen las
visiones políticas y se elimi
visiones políticas y se elimina a la autoridad arbitraria y despótica. na a la autoridad arbitraria
y despótica.
Locke condensará esta nueva visión en su Ensayo sobre el gobierno civil.38
Esencialmente, para Locke el hombre es por naturaleza libre y nace en “un
estado de igualdad, dentro del cual todo poder y toda jurisdicción son recípro-
35
Ibidem, p. 141.
36
Véase ibidem, p. 142.
37
Véase Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Alianza, 2001.
38
John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil, Madrid, Aguilar, 1980.
De acuerdo con la explica cos, en el que nadie tiene más que otros, puesto que no hay cosa más eviden-
ción del origen del Estado te que el que seres de la misma especie y de idéntico rango, […] sean también
de Locke, el ser humano se
encuentra bajo la ley natu iguales entre ellos, sin subordinación ni sometimiento”.39 Para él, el ser huma-
ral que le guía, le iguala y no se encuentra bajo la ley natural que le guía, le iguala y le garantiza su vida
M ódulo
El problema es que nadie es buen juez de su propia causa. Para salir del estado
de naturaleza y garantizar la imparcialidad en el castigo de los agresores se
necesita la constitución de una autoridad política que avale la igualdad, la
libertad, la imparcialidad y la seguridad de la aplicación de la ley natural que,
por carencias de la naturaleza humana, como el egoísmo y la parcialidad hacia
su propio interés, puede errar al juzgar y al intentar defender la ley natural.
Podríamos afirmar que Locke marca el nacimiento del Estado liberal moderno
que se fundamenta en tres presupuestos básicos:
Ibidem, p. 5.
39
Ibidem, p. 7.
40
Fase de inducción
29
i
tad si en lo económico los ciudadanos siguieran dependiendo de un donde ésta no pueda ha
M ódulo
cerse cargo, es decir que
monarca o gobernante que les protege. debe garantizar el orden
social interno, defender a
El Estado liberal es un Estado no intervencionista. Su función es la de subsidiar la sociedad de agresiones
externas y proporcionar
a la sociedad civil allí donde ésta no pueda hacerse cargo. Es decir, debe ga- aquellos servicios que la
rantizar el orden social interno, defender a la sociedad de agresiones externas iniciativa privada no quiera
y proporcionar aquellos servicios que la iniciativa privada no quiera o no pue- o no pueda proporcionar y
que sean necesarios para
da proporcionar y que sean necesarios para el buen funcionamiento de la el buen funcionamiento de
sociedad. la sociedad.
El pacto social dio existencia y vida al cuerpo político; las leyes le dan movi- El Estado republicano se
miento y voluntad. La esencia de la libertad individual se expresa en la libertad convierte, a diferencia del
Estado liberal, en un cuer
general que se refleja en las leyes. El Estado republicano se convierte, a dife- po que busca el mismo fin
rencia del Estado liberal, en un cuerpo que busca el mismo fin y se orienta y se orienta como una sola
como una sola persona moral a la consecución de los fines de la sociedad. La persona moral a la conse
cución de los fines de la
legislación y el poder del Estado se extienden más allá de lo absolutamente sociedad.
necesario y se perfila como el único camino donde el ser humano, como indi-
viduo, puede alcanzar su realización. El Estado, según Rousseau, debe orientar
y gobernar a la comunidad, sometiendo las voluntades particulares a la volun-
tad general cuando éstas difieran. Para vivir bien se requiere de la voluntad
general que gira en torno a la búsqueda del bien común. Por lo que, si las
voluntades particulares prevalecieran sobre la general, ésta nunca podría al-
canzarse.
Ibidem, p. 39.
42
Así pues, la propuesta francesa generará la idea del Estado republicano demo-
crático que supone el mantenimiento de los principios del Estado de derecho
liberal, pero con un aumento de la intervención estatal y con un desarrollo de
los principios democráticos manifestados en el reconocimiento de derechos
M ódulo
La visión inglesa y la visión francesa del Estado tendrán como punto en co-
mún la parlamentarización de la política y la consiguiente aparición de los
i
El siglo xx fue testigo del nacimiento de tres diferentes tipos de Estado: el fas-
cista, el socialista o comunista y el social y democrático (Estado de bienestar).
Al inicio del siglo pasado, la situación en gran parte de Europa occidental era
diferente y ambigua. Los partidos que dieron origen al nacionalismo y al fas-
cismo fueron el producto de la desmoralización de la primera Guerra Mundial.
Sus dirigentes fueron demagogos y sus llamadas filosofías eran mosaicos de
viejos prejuicios en los que se apelaba a miedos y odios comunes y no a pro-
pósitos bien definidos. Ambas corrientes totalitarias se presentan como una
Fase de inducción
31
i
formas de dictadura y fortalece un Estado autoritario. La ley sólo se consideró
M ódulo
la expresión de un ideal de un Estado fuerte, ya sea basado en la raza o en las
glorias de una cultura dominante del pasado. El Estado se fortaleció, lo que
supuso la intervención y control por parte de las autoridades públicas y con
ello la desaparición del reconocimiento de las libertades y de los derechos
civiles, así como la sujeción del Estado de derecho a los intereses de la nación.
De manera natural esta visión comprendió un ideal expansionista de talante
imperialista y de rechazo a los medios pacíficos para resolver los conflictos
internacionales. Se anulan los sistemas de representación política liberales,
desaparece el pluripartidismo, la competencia para el acceso al poder la au-
tonomía de los órganos del Estado y con todo ello la democracia, haciendo
del partido un instrumento de control social y la única expresión viable de la
voluntad del pueblo.
Aunque Marx propone en El capital que el Estado debe desaparecer; sin em-
bargo, la praxis política lo ha convertido en algo consustancial a los regímenes
El objetivo del Estado de El objetivo del Estado de bienestar es proteger a los sectores más dañados por
bienestar es proteger a los el sistema económico. Se integran políticas sociales a la planeación econó-
sectores más dañados por
el sistema económico. Se mica con la idea de redistribuir la renta y atender programas especialmente
integran políticas sociales sensibles como la educación, el retiro y la salud. En otras palabras el Estado
a la planeación económica liberal hace propias, al menos en cierta medida, las reivindicaciones de la clase
con la idea de redistribuir
la renta y atender progra obrera. Este sistema estuvo llamado al fracaso. Los Estados gastaron más de lo
mas especialmente sensi que tenían, tratando de llevar a todos los sectores el beneficio del desarrollo
bles como la educación, el que el modernismo y el sistema capitalista habían prometido a finales del
retiro y la salud.
siglo xix y a mediados del siglo xx.
Fase de inducción
33
i
y reducir la intervención del Estado y los beneficios sociales. A esta última se
M ódulo
le conoce como la concepción neoliberal.
Es difícil prever hacia donde nos dirigimos, pero parece cierto que la tendencia
nos lleva hacia una internacionalización donde los Estados ceden autoridad y
poder a organismos internacionales como las Naciones Unidas. Tal parece que
los Estados han entrado en un proceso de internacionalización y globalización
no sólo hacia afuera sino también dentro de sus propias fronteras. Hoy ya no es
posible hablar de un Estado-nación, que hace referencia a una misma cultura,
una misma lengua y un mismo territorio. El continuo desarrollo de los medios
de transporte y de comunicación, especialmente internet, ha ido borrando las
fronteras que dividen a los países. Algunas instituciones parecen escapar de
las leyes y la injerencia de cualquier Estado; en cuestión de segundos grandes
sumas de capitales pueden ser transportadas de un país a otro sin que nadie
pueda evitarlo.
visiones, pero al mismo tiempo necesita encontrar las vías para un desarrollo
armónico y lograr la unidad en la diversidad. Para ello, el Estado moderno
debe encontrar aquellos valores propios de la sociedad contemporánea que
puedan ser apreciados y respetados por todos sus integrantes. Valores válidos
i
Para comprender cuáles son estos valores es necesario primero entender qué
son y si es posible que algunos de ellos sean universalmente válidos por toda
cultura y que, por lo tanto, no sean una imposición, sino que sean aceptados
de manera libre y voluntaria por ser compartidos, por ser valores en sí mismos.
Es por eso que necesitamos abordar en este momento la idea del valor y pre-
guntarnos por la objetividad o subjetividad de los valores para después anali-
zar cuáles son los valores que sustentan el Estado moderno.
Entender los valores es una Entender los valores es una cuestión importante en la medida en que éstos
cuestión importante en la son necesarios para una convivencia adecuada entre las personas, así como
medida en que éstos son
necesarios para una convi para el correcto funcionamiento de los sistemas políticos. No se puede avan-
vencia adecuada entre las zar como sociedad si no se comparten ideales y los mismos valores.
personas, así como para el
correcto funcionamiento de
los sistemas políticos. El ser humano no se enfrenta sólo contemplativamente con la realidad. No
sólo la ve, sino que la valora, la estima. A diferencia de los animales, percibe
“la realidad como bella o fea, como buena o mala, como agradable o penosa,
como noble o vil, como santa o no santa”.44 De hecho, buena parte de la vida
humana se encuentra determinada por los valores que muchas veces sirven
como guía en el actuar cotidiano. Los seres humanos constantemente nos
encontramos atraídos hacia cosas o personas sin una razón evidente. Estas
atracciones que mueven nuestro actuar y voluntad carecen no pocas veces de
una explicación racional. El humano es un ser de valores que se siente atraído
por las cosas y al mismo tiempo las rechaza. Sin embargo, si nos preguntamos
qué son los valores encontraremos sobre todo que cuando indagamos por el
valor no podemos señalar algo en concreto. Por ello, no podemos dejar de
cuestionarnos de qué hablamos cuando hablamos de valores, ¿son éstos rea-
les o son sólo una proyección de nuestra mente?
Jozef Maria Bochenski, Introducción al pensamiento filosófico, Barcelona, Herder, 1976, p. 24.
44
Fase de inducción
35
i
fuerza, la vida, el sacrificio desinteresado, el amor, entre otros y también sus
M ódulo
contrarios como la cobardía, el egoísmo, la mentira, etc., pero nunca los he-
mos percibido en nosotros mismos sino en cuanto encarnados en otros.
Así, podríamos definir de manera inicial el valor como aquello que tienen las El valor es aquello que
cosas y las personas y que nos hace desearlos. No se trata de una cualidad tienen las cosas y las per
sonas y que nos hace de
visible a la vista o a cualquiera de nuestros sentidos, tampoco se trata de una searlos.
realidad física que existe por sí misma. Sin embargo, y a pesar de esto, “el valor
se nos presenta como un bien deseado, es decir, como algo bueno en sí mis-
mo, pero que además se presenta como algo que necesito o deseo porque
percibo que me hace falta o me perfecciona”.45
Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen
a los objetos que Husserl llama no independientes,47 es decir que no tienen
sustantividad. En este sentido, por ser cualidades, los valores son entes para-
sitarios, es decir, no pueden existir por sí mismos sino que necesitan de un ob-
jeto real para depositarse. Su existencia no es real sino virtual y dependen de
la apreciación del ser humano para existir. Los valores no son sino que valen.
Sin embargo, el hecho de que no tengan existencia real no significa que sean
irreales fruto de la fantasía del sujeto o invención de un grupo social. Tampo-
co los colores existen por sí mismos sino que necesitan de un objeto para po-
der existir. Al igual que los colores, los valores no existen por sí mismos, pues
necesitan de un depositario para poder ser: “La necesidad de un depositario
en quien descansar, da al valor un carácter peculiar, le condena a una vida
parasitaria”.48 La belleza por ejemplo, no existe por sí sola flotando en el aire,
45
Alejandro Ordieres, op. cit., p. 74.
46
Risieri Frondizi, ¿Qué son los valores?, México, fce, 2005, p. 17.
47
Véase Edmund Husserl, Investigaciones lógicas 2, México, Alianza, 1982, pp. 385-409.
48
Risieri Frondizi, op. cit., p. 15.
ni la vez caminando por las calles, sino que está incorporada a algún objeto
físico: una tela, un pedazo de piedra, un ser humano, etc. Se nos presentan
como “meras cualidades de esos depositarios: belleza de un cuadro, elegancia
de un vestido, utilidad de una herramienta”,49 y además deben ser percibidos
M ódulo
La pregunta surge ineludiblemente: ¿tienen las cosas valor porque las deseamos
o las deseamos porque tienen valor?, ¿es el deseo, el agrado o el interés lo que le
i
confiere valor a una cosa, o por el contrario, sentimos tales preferencias debido
a que dichos objetos poseen un valor que es previo y ajeno a nuestras reacciones
psicológicas u orgánicas? Dicho de otra manera: ¿somos nosotros los que con-
ferimos un valor a las cosas, y por eso el valor es subjetivo, o las cosas poseen
un valor en sí mismas y nosotros lo único que hacemos es reconocerlo y, por
lo tanto, los valores son objetivos? Expresado de una manera más sencilla, ¿los
valores son objetivos o subjetivos?
La primera respuesta natural parece llevarnos del lado del subjetivismo. Nos
parece obvio y parte de la experiencia cotidiana que, por ejemplo, no todas
las personas perciben la belleza de igual manera ni en las mismas cosas. Por
tanto, el valor de la belleza depende de la opinión del sujeto. Este ejemplo se
puede aplicar perfectamente a todos los valores y afirmar que estos dependen
de la apreciación de cada sujeto. Si no, ¿por qué algo vale para mí y no para
otros?, ¿por qué aprecio y valoro cosas que otros desprecian o por qué le doy
más importancia a algunas cosas que a otras? Tal parecería que los valores son
relativos y subjetivos, en cuanto que el valor siempre es relativo a un sujeto y
sus necesidades. Si los valores no fueran subjetivos, entonces todos los seres
humanos apreciaríamos de la misma manera una obra de arte y tendríamos
los mismos gustos y preferencias.
Ibidem, p. 15.
49
Fase de inducción
37
nos impone y que salta por encima de nuestras preferencias. Visto así, parece
evidente que los valores son realidades objetivas y que no dependen, en esen-
cia, de la valoración de una persona en concreto.
i
Sin embargo, ¿realmente el valor tiene que ser subjetivo u objetivo?, ¿no pue- El valor tiene una doble di
M ódulo
de tener un poco de uno y de otro? No podemos negar que de hecho el interés, mensión. Una objetiva que
todos somos capaces de
el deseo o el placer que pueda sentir son una condición indispensable para apreciar, porque de una u
apreciar los valores, pero tampoco parece suficiente una apreciación subjetiva otra manera está presente
sin que de hecho de alguna manera, lo que aprecio y lo que busco se encuen- en el objeto, por lo que es
posible que varias perso
tre ya presente en el objeto o al menos lo presuponga. nas puedan concordar en
sus apreciaciones; y otra
De esta manera, podríamos afirmar que el valor tiene una doble dimensión. Una subjetiva, que depende
de nuestros sentimientos,
objetiva que todos somos capaces de apreciar, porque de una u otra manera necesidades y deseos, y
está presente en el objeto, por lo que es posible que varias personas puedan que nos hace resaltar o dis
concordar en sus apreciaciones; y otra subjetiva, que depende de nuestros sen- minuir algunos valores de
acuerdo con nuestra visión
timientos, necesidades y deseos, y que nos hace resaltar o disminuir algunos subjetiva de ellos.
valores de acuerdo con nuestra visión subjetiva de ellos.
Nadie puede reconocer el valor ahí donde de hecho no existe, como tampoco
puede apreciar la generosidad donde el egoísmo prevalece. Pero también es
verdad que muchos encuentran belleza donde otros no la perciben, y algunos
buscan ciertas cosas que a otros no les interesan.
Visto de esta manera, la doble dimensión de los valores nos permite defender
su universalidad y al mismo tiempo saber que tienen un elemento que puede
depender del momento histórico, de la cultura, o de la persona en sí. Si los va-
lores dependieran sólo del objeto éstos serían inmutables a lo largo del tiempo,
sólo dependería de la evolución de las culturas y los pueblos descubrirlos en
su totalidad. Así, un valor podría permanecer oculto para una cultura deter-
minada, pero en cuanto ésta lo descubriese no podría más que apreciarlo. En
cambio, si los valores dependieran solamente de la apreciación de las personas,
existiría una cierta similitud en su evaluación, siempre y cuando pertenecieran
a la misma cultura o comunidad. Los valores se heredarían de una generación a
otra, pero perfectamente podrían ir cambiando a lo largo del tiempo y sin duda
variarían de un pueblo a otro e incluso de una generación a otra.
No cabe duda que los valores han sufrido cambios a lo largo del tiempo y lo
que antes era percibido como un mal más adelante puede ser percibido como
un bien y viceversa. También podemos apreciar diferencias en los valores de
diversas culturas que coexisten en nuestro mundo. Sin embargo, existen algu-
nos valores que han sido apreciados siempre, como la veracidad, la perseve-
rancia, la honestidad, el valor, entre otros. Recordemos que las circunstancias
concretas pueden llevar a un pueblo a valorar ciertos elementos más que
otros, percibiéndolos como mejores bienes en su situación concreta. De todas
maneras algunos elementos se presentarán siempre como un valor o como un
De cara al tema que ahora nos ocupa, las preguntas surgen ineludiblemente:
M ódulo
¿Cuáles son los valores que el Estado democrático debe buscar preservar y
defender? Independientemente de cuáles puedan ser los valores que las dife-
rentes sociedades busquen como esenciales en su desarrollo político, lo cierto
es que todos deseamos el respeto de nuestra libertad (aun cuando podamos
renunciar a ella). Cualquier derecho que el Estado busque promover y defen-
der, deberá, esencialmente, ir orientado por la libertad humana, es decir, la
posibilidad de la libre autodeterminación y el libre movimiento.
La libertad
Para una relación más amplia de los valores propios de la democracia se puede consultar Luis Salazar
51
y José Woldenberg, Principios y valores de la democracia, México, ife (Cuadernos de divulgación demo-
crática, núm. 1), 1997.
Fase de inducción
39
mos sentir identificados y que es, en el fondo, lo que todos queremos. Todos
necesitamos de los demás para poder sobrevivir.
i
que puedan construir opciones para el futuro. La libertad no es imposición que
M ódulo
esclaviza a quien también es libre pero no tiene la fuerza para defenderse.
Como bien estableció Hobbes, el ejercicio de la libertad personal fuera del
Estado de hecho cancela la libertad, pues siempre hay alguien más fuerte a
quien temer y que me puede imponer su querer. La primera función del Esta-
do es garantizar la libertad a sus ciudadanos como camino obligatorio para
cualquier posibilidad futura. No se puede ser sociedad si no existe la libertad
en la ciudadanía.
La igualdad
“La igualdad, como valor supremo de una convivencia ordenada, feliz y civil,
y por consiguiente, de una parte, como aspiración perenne de los hombres
que viven en sociedad, y de otra, como tema constante de las ideologías y de
las teorías políticas, queda emparejada a menudo con la libertad.”52 Mientras
que la libertad es una cualidad o propiedad de la persona, la igualdad es una
relación formal, es decir, depende de un segundo término, que es el término
que sirve de comparación: ¿igualdad con quién y en qué?
Una sociedad democrática “es una sociedad de iguales que entregan su liber-
tad en igualdad de circunstancias y con igualdad de derechos y obligaciones
generales”.53 Igualdad no es sinónimo de igualitarismo o de uniformidad don-
de todos debemos tener lo mismo. La igualdad no debe confundirse con la
idea de que todos los miembros de la sociedad deben gozar absolutamente
de los mismos beneficios y que quien tiene más debe renunciar a ello si los
demás no lo tienen. La desigualdad, vista de esta manera, sería una injusticia
que debería ser eliminada.
Sin embargo, las diferencias son naturales. Los seres humanos somos dife-
rentes: algunos son mejores para los deportes, otros para el estudio de las
ciencias, algunos son altos, otros son bajos, tenemos color de piel distinto y
nacemos en familias y con educación distintas. La uniformidad sólo es posible
en las cosas, no en los seres humanos. Sin embargo, y a pesar de ello, todas las
personas nacemos con los mismos derechos. La igualdad no anula las diferen-
cias sino que se refiere a una condición natural de la que todos participamos
y que nos coloca en el mismo nivel de oportunidades, de obligaciones y de
52
Norberto Bobbio, Igualdad y libertad, Barcelona, Paidós/ice de la Universidad Autónoma de Barcelona,
1993, p. 53.
53
Alejandro Ordieres, op. cit., p. 166.
derechos y que el Estado debe buscar garantizar otorgando los beneficios ne-
cesarios para paliar las diferencias naturales y sociales de un pueblo.
La paz en la convivencia no sería posible sin una igualdad básica para todas y
M ódulo
las personas tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones, indepen-
dientemente de su clase social, raza, sexo o ideología, siempre y cuando se
encuentren bajo las mismas circunstancias.
La pluralidad 54
Una cosa es cierta, el contacto entre culturas propone un nuevo estilo de convi-
vencia social y modos no vistos de enfrentar nuestra responsabilidad ciudadana.
La movilidad humana y la búsqueda de mejores oportunidades son el medio
perfecto para que este contacto aumente día a día y madure con la convivencia
diaria de varias culturas. Sin embargo, esto crea una tensión, la tensión de un
Estado que busca la homogeneidad y la igualdad, pero que al mismo tiempo
debe respetar la libertad e individualidad no sólo personal sino también cultural
de los pueblos que lo conforman.
Toda cultura, como expresión de un pueblo, merece respeto, debe ser trata-
da con dignidad e igualdad ya que todas y todos sus integrantes son seres
racionales, capaces del diálogo y de autorrealización. El diálogo racional se
presenta como el camino de intercomunicación entre concepciones del mun-
Para plantear el problema de la integración social de las minorías véase Norbert Bilbeny, “La integración
54
Fase de inducción
41
i
raza como las únicas dignas de existencia. La o el que el otro sea diferente no
M ódulo
implica que sea inferior o que deba ser temido o rechazado.
La tolerancia 55
55
Para una historia de la tolerancia en el pensamiento moderno véase José Villaverde Rico y John Chris-
tian Laursen (eds.), Forjadores de la tolerancia, Madrid, Tecnos, 2011; y desde el contexto religioso véase
Henry Kamen, Nacimiento y desarrollo de la tolerancia en la Europa moderna, Madrid, Alianza, 1987.
56
Lizbeth Sagols Sales et al., Ética y valores 1, México, McGraw-Hill, 2005, p. 60.
fícil establecer los límites o directrices propias. ¿Hasta dónde llega la toleran-
cia?, ¿debo tolerar la violencia hacia las mujeres sólo porque sus costumbres
se lo permiten?, ¿debo convivir con quien no quiero sólo por ser tolerante?,
¿hasta qué punto debo renunciar a mí mismo para darle espacio al otro?
i
La legalidad
Fase de inducción
43
i
el respeto a la norma de tal manera que las leyes protejan a las personas ante
M ódulo
las arbitrariedades de otras personas, grupos o instituciones. El seguimiento
irrestricto de las leyes garantizaría, al menos en cierta medida, la convivencia
pacífica y la posibilidad de vivir libremente y buscar los propios fines, indepen-
dientemente de la ideología, religión o cultura a la que se pertenezca.
En casi todas las sociedades existen grupos minoritarios. Tales grupos suelen
ser excluidos o ignorados y no pocas veces son agredidos y menospreciados a
través del trato que reciben. La sociedad mayoritaria muestra hacia estos gru-
pos poca tolerancia y suelen recibir injusticias y estar desprotegidos ante la ley
sufriendo un trato diferente o no adecuado a sus circunstancias.
Para que un grupo sea considerado minoría debe tener un número significati-
vo de integrantes de frente a la población total que le permita tener una cierta
representación e identidad ante el conjunto total de ciudadanas y ciudadanos.
Desgraciadamente, la actitud natural ante quien es diferente a nosotros es la
del rechazo, pero en “realidad, todo ser humano tiene derecho a ser diferente,
a conservar sus tradiciones, a vivir de la manera que él considere más oportuna
mientras no dañe a la sociedad en su conjunto. En un orden democrático, el
Estado debe velar por el derecho de cada ciudadano de autodeterminarse y,
especialmente, el de las minorías”,59 pues es el grupo que se encuentra más
desprotegido.
Debemos recordar todo ser humano, por el hecho de ser un ser humano, posee
una dignidad que nadie le puede arrebatar, dignidad que le da derecho a
ser respetado en su individualidad y le hace igual que los demás hombres. La
igualdad entre las personas es impensable si no tenemos en cuenta su radical
diferencia.
58
Para profundizar en el tema de las minorías véase Arjun Appaduri, El rechazo de las minorías. Ensayo
sobre la geografía de la furia, Barcelona, Tusquets, 2007.
59
Alejandro Ordieres, op. cit., p. 164.
La Constitución mexicana
Valores personales
Valores colectivos Valores públicos
Son aquellos que posibilitan
Son aquéllos asociados Son aquellos que aseguran
la realización de aspiraciones
con la justicia distributiva. el orden social.
individuales.
Fase de inducción
47
ii
M ódulo
Los valores como principios del derecho
Las Constituciones modernas contienen en sus ordenamientos la expresión Las Constituciones moder
de los valores a los que un país aspira. Éstos pretenden ser la guía que oriente nas contienen en sus or
denamientos la expresión
la vida pública de un pueblo o, mejor dicho, intentan encarnar los principios de los valores a los que
propios de una nación determinada. En este contexto, son llamados valores un país aspira. Existen
superiores en el sentido de que “supone un concepto del derecho como fenó- ciertos principios o valores
superiores que sustentan y
meno cultural, como obra de los hombres en la historia. Los valores superiores dan sentido al resto de las
son los objetivos máximos”.60 normas, aun cuando éstas
no parezcan provenir de
manera alguna de tales
Ahora bien, esto no significa que todas y cada una de las normas y leyes que principios rectores.
rigen una nación provengan, de manera absoluta, de los usos y costumbres
que un pueblo ha ido generando a lo largo de su historia, como si la Constitu-
ción no fuera más que un diario de los eventos que han ido caracterizando el
cotidiano acontecer de un país. Sin embargo, existen ciertos principios o valo-
res superiores que sustentan y dan sentido al resto de las normas, aun cuando
éstas no parezcan provenir de manera alguna de tales principios rectores.
Toda Constitución es sin duda “la síntesis histórica de un pueblo que precisa
de un documento con primacía formal sobre las demás normas, para hacer
Gregorio Peces-Barba, Introducción a la filosofía del derecho, Madrid, Debate, 1990, p. 56.
60
Los principios constituciona Los principios y los valores que guían a los pueblos siempre han estado men-
les tienen como finalidad cionados en las normas constitucionales, aun las más antiguas. Aparecen
el logro de los ideales de
justicia de una sociedad. como los ideales de una nación que son recogidos por las y los legisladores.
Incluso desde el punto de vista positivista más radical, la Constitución “no es
sino la expresión condensada de toda una serie de valores respecto de lo que
es presumible un elevado consenso, y que habrían de afectar las dinámicas y
relaciones públicas y privadas”,64 y por ello tendrían que ser preservados de
M ódulo
Por esta razón, los principios y valores deben ser reconocidos como universa-
les. Se trata de verdades jurídicas universales, equivalentes a principios filo-
sóficos que expresan el elemento constante y permanente del derecho y, por
tanto, el fundamento de cualquier legislación positiva.67
61
Enrique Uribe Arzate, “Principios constitucionales y reforma de la Constitución”, en Boletín Mexicano de
Derecho Comparado, vol. xxxix, núm. 115, enero-abril de 2006, pp. 237-263.
62
Rudolf Smend, Verfassung und Verfassungsrecht, Múnich/Leipzig, Duncker & Humbolt, 1928, p. 164. La
traducción fue tomada de la obra de recopilación de algunos de sus trabajos, Constitución y derecho
constitucional, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, p. 232.
63
Idem.
64
Antonio Manuel Peña Freire, La garantía en el Estado constitucional de derecho, Madrid, Trotta, 1977, p. 79.
65
Marta Silvia Moreno Luce, “La importancia de los valores y principios del derecho en la administración
de justicia”, en Letras Jurídicas, vol. 6, julio-diciembre de 2002, p. 3.
66
“No son sólo metanormas materiales para la interpretación de otras normas, sino también para la
creación de otras normas […] Y no sólo suponen criterios materiales para crear nuevas normas en el
supuesto de lagunas, de casos no contemplados por aquéllas, sino en otras perspectivas de ampliación,
o de nueva regulación, de supuestos hasta entonces no regulados por el derecho. Estamos ante una
norma material sobre normas, la norma material básica sobre normas.” Gregorio Peces-Barba, Los va-
lores superiores, Madrid, Tecnos, 1984, pp. 99-100.
67
De acuerdo con Marta Moreno, todos los especialistas coinciden en señalar la universalidad como
característica distintiva de los principios en su sentido actual. Véase Marta Silvia Moreno Luce, op. cit.,
2002, p. 5.
Fase de inducción
49
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de principios?, ¿en qué se dife- Ronald Dworkin indica que
rencian de los valores? Ronald Dworkin los define de la siguiente manera: un principio es “un están
dar que ha de ser obser
“Llamo ‘principio’ a un estándar que ha de ser observado, no porque favorezca vado, no porque favorezca
o asegure una situación económica, política o social que se considera desea- o asegure una situación
ble, sino porque es una exigencia de la justicia, la equidad o alguna otra di- económica, política o so
cial que se considera de
mensión de la moralidad”.68 En cambio, los valores son ideales a los que aspira seable, sino porque es una
un pueblo. No se presentan como reglas o enunciados sino como objetivos exigencia de la justicia, la
que deben ser alcanzados. Por tanto, son de naturaleza abstracta. Los princi- equidad o alguna otra di
mensión de la moralidad”.
pios son exigencias que brotan de los valores buscados, se identifican con
ellos y se establecen como mandatos superiores.69
ii
M ódulo
sumamente abstracto, que contienen los valores como principios impele a
formular normas más concretas para que puedan ser aplicables en la realidad.
Éstas encuentran su fundamentación y validez en el principio general o valor
que se persigue en última instancia.
El deber ser ideal es una “dimensión del valor y los conceptos deontológicos
provienen de ese plano antropológico y filosófico del cual son inescindibles y
al que se hallan subordinados”.72 “El cumplimiento gradual de los principios
“tiene su equivalente en la realización gradual de los valores”,73 y “la aplica-
ción de criterios de valoración entre los cuales hay que sopesar responde a la
aplicación de principios”.74
A diferencia de las normas comunes que ofrecen soluciones a problemas socia- A diferencia de las nor
les, políticos o económicos, la finalidad de los principios es de mayor jerarquía, mas comunes que ofrecen
soluciones a problemas
pues pretende fines más altos, justificando de esa manera la propia validez del sociales, políticos o eco
nómicos, la finalidad de
los principios es de mayor
jerarquía, pues pretende
fines más altos, justificando
de esa manera la propia
validez del derecho.
68
Ronald Dworkin, Los derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1984, p. 72.
69
En las normas, en cambio, están determinadas con precisión las condiciones de su aplicación. Aunque
también generales, pretenden determinar todos los elementos que intervienen en una situación real y
en ese sentido no son exactamente universales sino que pueden variar en su aplicación y concreción de
un lugar a otro. Véase Robert Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1993, pp. 147-148.
70
“Se llama principio, en primer lugar, al punto de una cosa desde donde alguien puede comenzar a
moverse”. Aristóteles, Metafísica, libro v, 1012 b.
71
Samuel Ramos, Hacia un nuevo humanismo, México, fce, 1997, p. 65.
72
Miguel Carbonell y Héctor Fix-Fierro, Estado constitucional, derechos humanos, justicia y vida universi-
taria, vol. 2, t. iv, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 2015, p. 644.
73
Robert Alexy, op. cit., p. 138.
74
Ibidem, p. 144.
Así pues, los principios y los valores no obtendrían su validez del derecho sino
viceversa.76 Los valores y principios tienen un significado prioritario, que les
confiere un rango superior al de las normas. Este rango superior no se debería
sólo a su contenido, es decir, al hecho de presentarse como valores universa-
les, sino también al hecho de encontrarse ya regulados en las constituciones.
Al constitucionalizarlos, se convierten de ideales puros en normas en sentido
estricto, es decir, más allá de cualquier valoración subjetiva o de cualquier
deseo individual o atracción momentánea.77
75
Milagros Otero Parga, Valores constitucionales. Introducción a la filosofía del derecho: axiología jurídi-
ca, Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2004, p. 25.
76
El establecimiento de un sistema de valores como base del consenso que genera una Constitución
es lo que le confiere su legitimidad y su función de justicia. Véase Gregorio Peces-Barba, Los valores
superiores, op. cit., p. 66.
77
“En nuestra tradición constitucionalista fue el legislador mexicano decimonónico quien advirtió muy
pronto, tal y como lo plasmó en el acta de reformas de 1847, que la determinación y consagración de
los derechos humanos no era suficiente para su respeto, por lo que el concepto inició una evolución
por medio del cual se transformó de manera paulatina para llegar a su caracterización contemporá-
nea.” Rosario Huerta Lara, “Derechos humanos y Estado de derecho en el siglo xix mexicano”, en Letras
Jurídicas, núm. 4, julio-diciembre de 2001, p. 9.
78
Véase Nicolai Hartmann, Ética, Madrid, Encuentro, 2011, pp. 105-108.
Fase de inducción
51
Todo ser humano tiene el derecho a ser tratado como un fin y no sólo como La dignidad humana im
un medio. La persona no es un ser útil para los demás sino lo que da sentido plica que todo ser huma
no tiene el derecho a ser
y orientación a las cosas que están en el mundo. La persona, como tal, es en sí tratado como un fin y no
misma un valor que las y los otros deben reconocer y aceptar si quieren, a su sólo como un medio. La
vez, ser tratados como agentes morales, dignos de respeto y reconocimiento. persona no es un ser útil
para los demás sino lo que
En esto se expresa la dignidad humana. da sentido y orientación a
las cosas que están en el
Los valores sólo tienen sentido gracias al ser humano y se puede incluso afir- mundo.
ii
M ódulo
Con el tiempo, el concepto de dignidad humana, aunque de origen cristiano,
se ha convertido también en un concepto político y jurídico que se vincula
de manera inseparable a la idea de libertad, igualdad y autonomía que, en su
conjunto, han constituido la esencia de los valores básicos superiores que sir-
ven como referente para inspirar e interpretar las normas y leyes particulares
que conforman el derecho positivo.
Cabe aclarar que visto de esta manera, para justificar la inclusión de los dere-
chos humanos en el derecho positivo no sería necesaria la postulación del de-
79
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos parte precisamente de la idea de persona
como el requisito único y básico para gozar de la protección “de los derechos humanos reconocidos en
esta Constitución y de los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte”. Consti-
tución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 5 de
febrero de 1917; última reforma publicada el 10 de julio de 2015, artículo 1º.
80
Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Madrid, Espasa-Calpe, 2009, p.
114.
recho natural, cuya defensa puede ser, para muchos, discutible. Bastaría acudir
a los principios que deberían seguirse para garantizar la libertad, la igualdad y
la justicia. Lo legal no es lo mismo que lo justo; un orden jurídico existente no
tiene porqué ser de suyo un orden justo. Un orden justo es aquel que permite
la realización de valores que revelan el interés de la persona como persona
aunque nunca se tradujeran en normas positivas, es decir, en derecho.81
Es una realidad que, “en una asociación para la libertad, los derechos humanos
tienen que estar consignados, como exigencias normativas, en el sistema jurí-
dico. De hecho, su declaración forma parte del derecho positivo en los Estados
democráticos y, en la mayoría, suele estar incluida en su Constitución”.82
Los derechos humanos forman parte del ideal de la asociación para la libertad
y pueden verse de dos maneras: como el reconocimiento, en la legislación po-
sitiva, de valores comunes; y, como fines a los que tiende una sociedad. Bajo
este doble punto de vista, los derechos humanos expresan, al mismo tiempo,
M ódulo
las garantías para la libertad que debe consignar el derecho existente y los
valores por alcanzar en una sociedad plenamente justa.
ii
Así pues, los derechos humanos buscarían salvaguardar los valores básicos
superiores de la dignidad de la persona humana.83 Un derecho humano será
básico si cumple las siguientes condiciones que Luis Villoro enumera su obra
El poder y el valor:
81
Véase Luis Villoro, El poder y el valor. Fundamentos para una ética política, México, fce, 2006, p. 303.
82
Ibidem, p. 302.
83
“El acuerdo –sobre los valores– […] recoge una moralidad basada en la dignidad humana y con la
pretensión de que la organización de la vida social favorezca, profundice y desarrolle esa dignidad
humana.” Gregorio Peces-Barba, Los valores superiores, op. cit., p. 112.
84
Véase Luis Villoro, op. cit., pp. 303-304.
Fase de inducción
53
De lo anterior, podemos suponer que los valores que guían las diferentes cons-
tituciones nacionales coinciden en lo esencial aun cuando en lo concreto pue-
dan ser muy diferentes. Todos los pueblos buscan la justicia y la igualdad como
valores supremos, pero no todos conciben de igual manera la forma en que
ambos principios deben formularse y vivirse. Por ello es importante referirnos
en este momento no a los valores y principios en general de toda Constitución
democrática sino a los valores y principios que dieron y siguen dando origen y
continuidad a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
ii
M ódulo
Es preciso referir que los valores constitucionales tienen una trascendencia
enorme, aunque comúnmente esta frase se usa como simple floritura del dis-
curso jurídico y político. Las implicaciones y las consecuencias de tener una
perspectiva axiológica sobre la Constitución y el resto del sistema jurídico,
condiciona los modos de operar de los creadores y aplicaciones del derecho,
dando lugar a resultados que no se obtendrían con una lógica tradicional, o
que resultan difíciles de justificar.85 Los valores no son simplemente un orna-
mento introductorio, necesario, pero inútil. Muy al contrario, la Constitución
es un sistema de valores global, que al mismo tiempo resulta ser un sistema
lógico-jurídico de derechos.86
todos y cada uno de los miembros individuales de una clase [...] de una posición,
situación, aspecto, estados de cosas, etc. [...] que se considera por el sistema
normativo un bien tal que constituye una razón fuerte [...] para articular una
protección normativa a su favor a través de la imposición de deberes u obliga-
ciones.87
85
Rubén Sánchez Gil, “Valores constitucionales”, en Estado constitucional, derechos humanos, justicia y
vida universitaria, t. iv, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam, 2015, pp. 637-660.
86
Véase Luis M. Cruz, La Constitución como orden de valores. Problemas jurídicos y políticos, Granada,
Comares, 2005, p. 23-25.
87
Francisco Laporta, “Sobre el concepto de derechos humanos”, en Doxa. Cuadernos de Filosofía del Dere-
cho, Alicante, 1987, p. 31.
El sistema jurídico es expre El sistema jurídico es expresión de un sistema de ética social, no puede darse
sión de un sistema de ética en el vacío, sin un fundamento que le permita orientar las decisiones y la
social, no puede darse en
el vacío sin un fundamento propia legislación. Su contenido es reflejo de una moral pública inspirada en
que le permita orientar las ciertos juicios de valor que proponen un Estado ideal deseable. Sin importar su
decisiones y la propia le contenido, una norma jurídica siempre buscará hacer real y asequible algún
gislación. Su contenido es
reflejo de una moral públi valor que su autor halló estimable. Cada norma adquiere sentido en la medida
ca inspirada en ciertos jui en que hace posible un bien perseguido, el bien o valor que tutela esa ley. No
cios de valor que proponen sólo eso, cada ley, cada norma, cada mandato, no sólo tutela un bien concreto
un Estado ideal deseable.
sino que hace referencia a un valor primario constitucional que justifica la ley
en sí misma. Cada norma presupone, de hecho, un juicio axiológico en virtud
del cual la o el legislador trata de hacer efectivo un valor que reconoce como
tal en determinada situación general.
como el espíritu de la ley, es decir, aquel principio que inspira y dio lugar a una
norma concreta y que sirve como guía en la jurisprudencia que la o el juez
aplica ante el caso particular. En este sentido la ley no es ciega sino que debe
ii
ser guiada en cada situación particular, buscando que los principios que le
dieron origen florezcan y salgan a la luz en su aplicación.
Fase de inducción
55
Por esta razón, los principios axiológicos fundamentales deben ser promovidos
en cualquier aspecto de la vida social. Es decir, no sólo se debe exigir “respe-
to, entendido como la abstención de cualquier acción que los menoscabe, sino
también protección y promoción al requerir asimismo medidas adecuadas y
acciones positivas para impedir cualquier situación que perjudique su máxima
realización”.89
ii
M ódulo
Los particulares expresan sus valores y los constituyentes los fijan en princi-
pios legales. De esta manera se “impide el desarrollo de una doble ética en la
sociedad, una en las relaciones con el Estado y otra para las relaciones entre
particulares”.90
Como afirmamos anteriormente, “los valores personales se refieren al conjunto “[L]os valores personales
de intereses, principios, aspiraciones y deseos que, dentro de la dimensión es- se refieren al conjunto de
intereses, principios, aspira
tatal, pertenecen a los individuos”.91 Los valores personales pueden confundirse ciones y deseos que, dentro
fácilmente con la moral individual pues, de hecho, muchos de ellos pretenden de la dimensión estatal, per
defender el fuero interno de las personas y suelen ser valores compartidos por tenecen a los individuos.”
89
Rubén Sánchez Gil, op. cit., p. 650.
90
Humberto Nogueira Alcalá, Teoría dogmática de los derechos fundamentales, México, Instituto de In-
vestigaciones Jurídicas-unam, 2003, p. 75.
91
Miguel de la Madrid H., Constitución, Estado de derecho y democracia, México, unam, 2004, p. 267.
El Estado mexicano, como Estado liberal, tiene como principal objetivo “pro-
M ódulo
Esta visión da origen a la idea positiva de la libertad. Desde este punto de vista,
el Estado busca garantizar la posibilidad de que toda persona pueda autode-
terminarse de acuerdo con las potencialidades de realización que cada quien
posea. En otras palabras, se trata de que cada ser humano pueda llevar a cabo
lo que proponga sin que nadie ni nada lo limite, a menos que dañe este mismo
derecho en otras personas.
Ibidem, p. 268.
92
Fase de inducción
57
ii
M ódulo
La Constitución, en su parte dogmática, registra cuatro grupos básicos de valo-
res personales que conocemos como derechos humanos y sus garantías,95 las
cuales son:96
94
Miguel de la Madrid H., “Los valores en la Constitución mexicana”, op. cit., pp. 269-270.
95
“En México la Constitución de 1857 consideró como sinónimos, de acuerdo a [sic] la terminología
tradicional de origen francés, a los derechos del hombre y a las garantías individuales. Todavía la Cons-
titución de 1917 emplea la terminología tradicional de origen francés.” Rosario Huerta Lara, op. cit., p.
9. En la actualidad, si bien se conserva todavía el término garantía en el Título Primero, Capítulo i, se le
ha colocado el término más propio de derechos humanos.
96
Véase Miguel de la Madrid H., Constitución, Estado de derecho y democracia, op. cit., pp. 270-271.
Fase de inducción
59
ii
M ódulo
intervención estatal.
2. También garantizaron en el artículo 3º de la Constitución el derecho a
recibir educación. El Estado se encuentra obligado a impartir, de ma-
nera gratuita, la educación básica y superior necesaria para desarrollo
de sus ciudadanos y ciudadanas.
3. Con el artículo 4º se resguardaron el derecho a la protección de la
salud y el derecho de toda familia a disfrutar de una vivienda digna y
decorosa.
4. A través del artículo 123 defendieron a la persona trabajadora. Se es-
tablecieron las bases mínimas de la legislación laboral y los derechos
mínimos de los cuales no se puede privar a ningún trabajador, ni aun
cuando éste renuncie a ellos.
5. Y, finalmente, en el artículo 130 establecieron la separación entre las
iglesias y el Estado instaurada en las leyes de Reforma y que asegura la
libertad religiosa y el Estado democrático.
Aparentemente no basta con proteger a los seres humanos como individuos y Los valores públicos se re
como colectivo garantizándoles el ejercicio de los valores que persiguen de fieren a las actividades que
los órganos públicos o de
manera individual o grupal. A través de la constitución del Estado entró en gobierno deben llevar a
juego un nuevo personaje: el gobierno, el cual sirve de intermediario entre la cabo para asegurar el or
den social.
Con base en este valor se construye toda organización política que da vida al
M ódulo
Fase de inducción
61
ii
M ódulo
de una porción de la sociedad. El bien común va más allá de los intereses par-
ticulares y los garantiza si éstos no dañan al mismo bien común.
Hasta ahora nos hemos referido a los valores de manera indistinta, pero mi-
rando más a fondo en el reino del valor nos damos cuenta que existen dife-
rentes clases de valores que dan origen a diferentes tipos de bienes.99 Pueden
ser bienes vitales, sociales o espirituales de toda índole. “Entre estos bienes
hay ya muy altos valores, por ejemplo, varios de los valores de organización
que consiste en una determinada relación de los bienes a las personas. El Es-
Miguel de la Madrid H., Constitución, Estado de derecho y democracia, op. cit., p. 279.
98
Recordemos que un bien se presenta como tal porque contiene dentro de sí un valor que es apreciado.
99
tado de derecho, digamos, es uno de estos altos bienes para todo el que goza
de su poder protector.”100 Estos bienes pueden adquirir especial importancia
dependiendo del momento histórico en que una nación se encuentra. Su valor
proviene de las situaciones concretas por las que cruza una sociedad y que
pueden estar alterando o poniendo en peligro uno de los principios rectores
supremos de la Constitución.
No es suficiente que exis No es suficiente que existan reglas objetivas dentro de un país; también se
tan reglas objetivas dentro requiere que “los hombres de acción –legisladores, jueces, gobernantes en
de un país; también se
requiere que “los hombres general– sepan adecuar sus actos a los principios, es decir, que actúen con
de acción –legisladores, coherencia y que sus acciones sean conocidas por la comunidad”.101 No puede
jueces, gobernantes en existir verdadera responsabilidad y compromiso real si los principios normati-
M ódulo
“[R]endir cuentas significa En principio, sabemos que “rendir cuentas significa literalmente entregar o
literalmente entregar o dar dar cuentas ante alguien. De ahí que rendir cuentas sea siempre una acción
cuentas ante alguien. De
ahí que rendir cuentas sea subsidiaria de una responsabilidad previa, que implica una relación transitiva
siempre una acción subsi y que atañe a la manera en que se dio cumplimiento a esa responsabilidad”.103
diaria de una responsabi La rendición de cuentas se hace sobre una acción, una decisión o incluso una
lidad previa, que implica
una relación transitiva y
que atañe a la manera
en que se dio cumplimien
100
Nicolai Hartmann, Introducción a la filosofía, México, Centro de Estudios Filosóficos-unam, 1961, pp.
to a esa responsabilidad.” 152-153.
La rendición de cuentas se
101
Rodolfo Vázquez, “El Estado de derecho: una justificación”, en Miguel Carbonell et al. (comps.), Estado
hace sobre una acción. de derecho: concepto, fundamentos y democratización en América Latina, México, unam/itam/Siglo xxi,
2002, p. 118.
102
“Nada más peligroso para la existencia del Estado de derecho que la reducción de la publicidad de las
medidas gubernamentales, sea dificultando el acceso a la información, sea mediante la práctica de
la sanción de medidas secretas o de conocimiento reservado a un grupo de iniciados, tal como suele
suceder en los regímenes totalitarios.” Ernesto Garzón Valdés, “Acerca de los conceptos de publicidad,
opinión pública, opinión de la mayoría y sus relaciones recíprocas”, en Doxa. Cuadernos de Filosofía del
Derecho, núm. 14, Alicante, 1973, p. 77.
103
Sergio López Ayllón y Mauricio Merino, “La rendición de cuentas en México: perspectivas y retos”, en
La estructura de la rendición de cuentas en México, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam/
cide, 2010, p. 1.
Fase de inducción
63
Son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres
ii
M ódulo
cuyos principios no soportan ser publicados […] Un principio que no pueda ma-
nifestarse en alta voz sin que se arruine al mismo tiempo mi propio propósito,
un principio que, por tanto, debería permanecer secreto para prosperar y al que
no puedo confesar públicamente sin provocar indefectiblemente la oposición de
todos, un principio semejante, sólo puede obtener la universal y necesaria reac-
ción de todos contra mí, cognoscible a priori, por la justicia con la que amenaza
a todos.104
Todo lo que puede incidir en la vida de las sociedades debe estar sujeto al
estricto escrutinio público y, por ello debe poder accederse a la información
necesaria para comprender la situación o problema. Por esta razón, en un
Estado liberal igualitario de derecho, todas y todos los ciudadanos deben te-
ner el derecho a acceder a la información que les permita juzgar y valorar las
acciones de las y los servidores públicos y así participar realmente como una
o un verdadero elector que elige su derecho de representación escogiendo a
aquellas personas que coinciden con sus intereses.
Emanuel Kant, Hacia la paz perpetua, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, p. 127.
104
Me parece importante recordar que antiguamente se invocaba con frecuencia la razón de Estado
105
como un bien que se imponía al bien de los individuos. La razón de Estado implica secretismo y la pre-
sencia de un grupo de elite que toman las decisiones por el bien del pueblo, independientemente de lo
que opinen las y los ciudadanos. Véase Ernesto Garzón Valdés, “Acerca de los conceptos de publicidad,
opinión pública, opinión de la mayoría y sus relaciones recíprocas”, op. cit., p. 83.
nen acceso, se genera poco a poco una democracia poco confiable e indigna.
De hecho, como bien señala Bobbio, cuando el poder controla la información
y la hace inaccesible al común de las y los ciudadanos, entonces se revierte el
proceso democrático: del control del poder por parte de las y los ciudadanos
se pasa al control de las y los ciudadanos por parte del poder. Para Bobbio, la
mayor parte de los gobiernos han dejado de ser democracias para convertirse
en tecnocracias. La democracia supondría que todos pueden tomar decisiones
sobre todas los asuntos públicos; la tecnocracia presupone, en cambio, que las
decisiones son tomadas por aquellas pocas personas que, siendo expertas en
el tema, son capaces de tomar las decisiones adecuadas.106 El resto de las
personas son consideradas como menores incapaces de tomar las decisiones
correctas, por lo que deben ser guiadas, por su bien, aun cuando no pueden
participar en la elección de sus representantes.
Véase Norberto Bobbio, Il futuro della democracia, Turín, Einaudi, 1991, pp. 19-27.
106
Fase de inducción
65
sus decisiones.108 Es verdad, los seres humanos estamos más involucrados con
nuestro entorno que el siglo pasado pero no siempre buscamos profundidad
y certeza por los costos de tiempo y esfuerzo que ello implica. La vigilancia
sobre las y los servidores públicos aumenta día con día pues los medios de
comunicación y vigilancia cada vez son más eficaces, más invasivos y más
difíciles de controlar.
ii
M ódulo
no es transparente violenta el valor fundamental y principio básico de nuestra
Constitución que es la libertad e igualdad. A quien se le oculta la información
no puede elegir, pues la libertad está basada en la capacidad de elegir entre
dos o más opciones la que mejor se ajuste a los propios intereses y ocultar
información es manipular esta elección. Al no existir un principio más básico
que la libre elección, la transparencia y el acceso a la información se convier-
ten en objetivos básicos de toda defensa de la dignidad humana y de los prin-
cipios que dan origen al Estado de derecho mexicano. Por tal razón, cdhdf está
llamada a defender y promover la transparencia y el acceso a la información
como un aspecto básico en la defensa de los derechos humanos universales.
Véase Anthony Downs, The economic theory of democracy, Nueva York, Harper, 1957.
108
Jaime Cárdenas, “Las correcciones a la democracia representativa”, en José Luis Calva (comp.), Demo-
109
Esta entidad puede y será acompañada por otros organismos pro rendición de
cuentas que, aunque no cuentan con fuerza legal coercitiva, pueden eviden-
ciar las acciones que afectan el espacio público aportando una nueva visión y
fomentando con ello el diálogo y la discusión razonada.
La fuerza de organismos Estos organismos pro rendición de cuentas, entre los que se encuentran
como la cdhdf proviene de las comisiones de derechos humanos, “son instituciones públicas autóno-
la aceptación que la socie
dad tiene de ellos con base mas en las cuales son delegados elementos medulares del orden democrático
en la percepción de res liberal”.112 Su fuerza proviene de la aceptación que la sociedad tiene de ellas
ponsabilidad, honestidad y que se basa, obviamente, en la percepción de responsabilidad, honestidad y
y transparencia en la per
secución de sus objetivos. transparencia en la persecución de sus objetivos propios.
Fase de inducción
67
Por esta razón, las comisiones de derechos humanos requieren una actitud
ii
M ódulo
proactiva, no sólo en la defensa de la dignidad humana sino en la promoción
de los derechos humanos y la orientación de otras instituciones hacia una
actitud transparente y pro rendición de cuentas.
113
John Ackerman, Más allá del acceso a la información. Transparencia, rendición de cuentas y Estado de
derecho, México, Siglo xxi, 2008, p. 16.
114
Ibidem, p. 18.
115
Ernesto Villanueva, Derecho de la información, México, Porrúa, 2006, p. 71.
Transparente significa que Transparente significa que se puede ver a través de él, sin barreras u obstácu-
se puede ver a través de él, los que obstruyan la visión. La transparencia en el gobierno significa, por lo
sin barreras u obstáculos
que obstruyan la visión. La tanto, el poder ver sin distorsiones las actividades que éste realiza y las deci-
transparencia en el gobier siones que toma. El hecho de que el gobierno deba rendir cuentas es acorde
no significa, por lo tanto, con la idea de transparencia, pues es la manera en que el gobierno publicita su
poder ver sin distorsiones
las actividades que éste actuar informando a las y los ciudadanos de sus acciones. Que el gobierno les
realiza y las decisiones mantenga informados de las operaciones gubernativas implica una política de
que toma. transparencia y de rendición de cuentas.116
Véase Andreas Schedler, ¿Qué es la rendición de cuentas?, México, Ifai (Cuadernos de transparencia,
116
Fase de inducción
69
ii
M ódulo
Un régimen transparente sería literalmente aquel donde no existen obstáculos
para ver y saber qué decisiones toma el gobierno, qué recursos ocupa, qué
medios utiliza y cuáles son los resultados que obtiene.
El marco legal debe proteger las esferas de lo íntimo y lo privado. Sólo se tiene
derecho a la información que tiene una repercusión pública, incluso cuando
Ibidem, p. 9.
118
La Ley de Protección de Datos Personales para el Distrito Federal tiene por objeto,
como lo especifica el artículo 1º, “establecer los principios, derechos, obliga-
ciones y procedimientos que regulan la protección y tratamiento de los datos
personales en posesión de los entes públicos”. Éstos escapan totalmente del
dominio público y no pueden ser entregados a nadie que no sea su dueño.
Ley de Protección de Datos Personales para el Distrito Federal, publicada en la Gaceta Oficial del Distrito
119
Fase de inducción
71
públicos debe existir una capacitación permanente sobre estos temas. Es ver-
dad que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento, pero también
es verdad que es necesario explicar concretamente qué se espera de cada
servidora y servidor público para desarrollar este deber que les corresponde
como servidores de la nación.
ii
M ódulo
visión demasiado legalista o política que pisotee los derechos fundamentales
consagrados en nuestra Carta Magna.
Para garantizar su autonomía de juicio, las y los servidores públicos que con-
forman la cdhdf no pueden ser cesados discrecionalmente por el gobierno ni
influir en su elección, no pueden recibir órdenes ni instrucciones guberna-
mentales ni pueden estar supeditados a controles ordinarios de la función
pública.120
El desafío al que se enfrentan los organismos que defienden los derechos hu-
manos es el de hacer valer sus recomendaciones en la medida en que estén
abiertas al diálogo. Las comisiones de derechos humanos velan por la pro-
tección del ser humano para que las organizaciones gubernamentales no lo
atropellen en sus derechos fundamentales. El acceso a la información es un de-
Véase María Salvador Martínez, Autoridades independientes, Barcelona, Ariel, 2002, p. 251.
120
recho que se funda en la libertad del ser humano y toda comisión de derechos
humanos está obligada a defender este derecho. Es responsabilidad de todas
ellas el buscar de manera proactiva la expansión de la cultura de la transparen-
cia y el exigir, ahí donde brota la opacidad, una mayor apertura.
M ódulo
ii
Fase de inducción
Módulo iii.
El servicio público como parte
del Estado
74
Instituciones como la cdhdf deben observar, Existen diversos contravalores que deben
entre otros, los siguientes valores: evitar las y los servidores públicos:
iii
Fase de inducción
75
iii
neutros en el sentido en que ellos no ejercitan su juicio moral de manera inde-
M ódulo
pendiente. No se espera que ellos actúen bajo ningún principio moral propio,
sino que deben llevar a cabo cualquier principio que esté reflejado en las
órdenes y políticas que están encargados de implementar”.121 Bajo este punto
de vista, la o el servidor público “puede defender la lógica propia de su lideraz-
go hasta alcanzar su propia decisión, pero cuando el parecer de los superiores
es conocido, los servidores públicos deben ajustarse o bien renunciar”.122
Esto implicaría un cierto nivel de neutralidad por parte de las y los servidores
públicos, al menos cuando siguen órdenes, pues
incluso si los administradores públicos pueden tener cierto campo para realizar
juicios morales independientes, no pueden ser considerados moralmente res-
121
Dennis F. Thompson, “The Possibility of Administrative Ethics”, en Public Administration Review, núm.
45, septiembre-octubre de 1985, p. 556.
122
Kenneth Kernaghan y John W. Langford, The Responsible Public Servant, Toronto, Institute for Research
on Public Policy/Institute of Public Administration of Canada, 1991, p. 13.
Sin embargo, las y los servidores públicos no son robots. La experiencia mues-
tra que existe una especie de vacío de poder en el ejercicio cotidiano de sus
funciones y que ellas y ellos mismos constituyen muchas veces los criterios
que serán tomados en consideración por sus superiores para la toma de de-
cisiones. Independientemente de esta realidad, no es menos cierto que las y
los servidores públicos muchas veces deben acatar consignas y políticas que
no pueden modificar y a las cuales están sujetos. Las leyes, normas y políticas
propias de un determinado sector del servicio público le obligan a comportar-
se de determinada manera y tal parecería que esto es suficiente para ser una
o un buen servidor público.
Es verdad, las y los servidores públicos deben buscar cumplir las leyes y normas
que les competen pero para la construcción del Estado de derecho es nece-
sario actuar más allá de la ley, es decir, no basta con ceñirse al cumplimiento
de las reglas sino que se debe exigir un fuerte compromiso ético. En este
contexto, la “ética y la administración pública se engarzan fuertemente a fin
de garantizar a la sociedad una convivencia armónica privilegiando el logos
e inhibiendo el uso de la fuerza del Estado para el logro de sus propósitos”.124
Valor y virtud son dos conceptos que se asocian constantemente y que, dada
iii
Los valores
123
Dennis F. Thompson, “The Possibility of Administrative Ethics”, op. cit., p. 559.
124
José R. Castelazo, Administración pública, una visión de Estado, México, inap, 2010, pp. 299-301.
125
Jozef Maria Bochenski, op. cit.
Fase de inducción
77
que se siente atraído por las cosas y al mismo tiempo las rechaza. Es más, los
valores orientan la vida humana y se convierten en pautas de conducta que
dan sentido a nuestra existencia. Dar sentido a la propia vida implica dar una
valoración a las cosas que hacemos.
Los animales también valoran en cierto sentido las cosas como bienes que
satisfacen sus necesidades. Pero no son este tipo de valores, los que compar-
timos con los animales, los que nos interesan. Cuando hablamos de valores
solemos referirnos a los valores propiamente humanos, aquellos que los ani-
males no son capaces de percibir como la belleza, el bien, la honestidad, la
responsabilidad, etcétera.
El valor es un bien descubierto, deseado y elegido en forma libre y conscien- Los valores éticos son cuali
te, que busca ser realizado por la persona. Los valores son esencialmente dades que otorgamos a for
mas de ser y de actuar que
prioridades basadas en elecciones. Están presentes en lo que hacemos y no las hacen deseables como
hacemos, en las cosas a las que nos hemos acostumbrado y lo que somos características propias y
capaces de tolerar. Los valores están basados en alternativas reales y en una de las y los demás, pues
posibilitan la construcción
consideración genuina de sus consecuencias. de una convivencia demo
crática en el marco de los
Los valores éticos son cualidades que otorgamos a formas de ser y de ac- derechos humanos.
tuar que las hace deseables como características propias y de las y los demás,
puesto que posibilitan la construcción de una convivencia democrática, en
el marco de los derechos humanos. Los valores en general y, en especial, los
valores éticos, son creencias o convicciones de que algo es preferible y digno
de aprecio.
iii
pero, atención, no siempre lo que creemos importante para nosotros es lo que
M ódulo
realmente es importante para nosotros. Una persona que afirma que su fa-
milia es esencial para su vida, pero que le dedica poco tiempo, hace de ella un
valor intelectual, no real. Sólo sentimos pesar al hacer algo incorrecto cuando
el valor en cuestión es parte de nuestro ser.
Los valores se aprenden desde la más tierna infancia y se van reforzando y Los valores se aprenden
ampliando a lo largo de las etapas formativas. La familia, la escuela y la socie- desde la más tierna infan
cia y se van reforzando y
dad son las principales fuentes de las que extraemos los valores morales que ampliando a lo largo de
consideramos importantes. Ahora bien, los valores, si bien en un inicio son las etapas formativas. La
impuestos por factores externos, con el tiempo cada persona, de acuerdo con familia, la escuela y la so
ciedad son las principales
sus experiencias, conocimientos y desarrollo social constituye una visión pro- fuentes de las que extrae
pia de sus propios valores, asimilando algunos, desarrollando otros y rechazan- mos los valores morales
do los demás. Aunque todos pensemos que la honestidad es importante, porque que consideramos impor
tantes.
así lo percibimos, la sociedad, nuestra familia o nuestras experiencias de vida
nos pueden llevar a comprender, de manera distinta, el significado y la aplica-
ción de la honestidad como valor.
¿Existe alguna relación entre los valores y los principios?, ¿existe alguna di-
ferencia o son lo mismo? La respuesta a ambas preguntas es sí, aunque es
necesario hacer algunas aclaraciones. Los principios, en el fondo, son también
valores pero no todos los valores son principios en el sentido dado al inicio de
este texto, en el primer módulo.
Los principios son valores que en cierta manera, son externos a nosotros, se
presentan como objetivos; es decir, pueden ser apreciados por todos y todos
coinciden en que son valiosos. Su valor está más allá de intereses persona-
les y muchas veces pueden presentarse como contrarios a estos intereses. Los
principios, como valores, son también el origen o principio de otros valores.
Se presentan como leyes prácticas de acción que deben ser realizadas para
lograr lo verdaderamente importante. De esta manera, los principios que dan
origen a la Constitución y que están en su base se presentan como valores que
son la fuente de otros valores que nuestra sociedad persigue para su propia
realización. En este sentido son generales, es decir que no dependen de los
intereses particulares (si bien algunas veces éstos pueden estar en contra de
los principios) para ser apreciados y deben ser respetados para poder alcan-
zar los fines o valores particulares de cada persona.
Así, los principios se presentan como valores universales, aceptados como va-
lores más allá de los fines particulares que cada persona se proponga. Son
el origen de otros valores que hayan su razón de ser gracias a los principios
fundantes. En cambio, los valores en sentido muy amplio, pueden ser de cor-
te personal, pueden cambiar de acuerdo con situaciones concretas o pueden
dejar de ser valores personales en un momento dado. Esto no significa que
los valores no tengan ningún fundamento en la realidad y que sean total y
M ódulo
Las virtudes
Los valores generan en las personas actitudes, es decir, una disposición a ac-
tuar de acuerdo con determinadas sentimientos o creencias y éstas, a su vez,
se expresan en comportamientos y opiniones que se manifiestan de manera
espontánea y generan patrones de conducta.
Fase de inducción
79
nes humanas y, por lo tanto, sólo se presentan como tales (o bien en forma de
antivalor) cuando las personas actúan de manera consciente y libre.
La palabra virtud viene del latín vis, que significa fuerza. La virtud es la encar- La palabra virtud viene
nación operativa habitual del valor moral; son hábitos operativos, es decir, del latín vis, que significa
fuerza. La virtud es la en
una predisposición a obrar el bien. Toda virtud está orientada a un valor pero carnación operativa habi
no todo valor da como resultado una virtud. tual del valor moral; son
hábitos operativos, es de
cir, una predisposición a
La virtud permite generar una mejor disposición para obrar, predispone a rea- obrar bien. Toda virtud está
lizar el valor moral con mayor facilidad y ayuda a vencer resistencias ins- orientada a un valor, pero
tintivas, emocionales, ambientales o situacionales que nos pueden llevar a no todo valor da como re
sultado una virtud.
buscar eventos o cosas que valoramos más momentáneamente. No basta con
respetar y valorar los principios y valores que se nos presentan como nece-
iii
sarios, hay que enraizarlos en el obrar cotidiano e integrarlos en el actuar. No
M ódulo
todos los valores dan origen o se convierten en virtudes pero toda virtud está
orientada a alcanzar y hacer propio un valor moral.
Los valores son generales, las virtudes individuales. Las virtudes llevan los va- La virtud no está constituida
lores al ámbito de lo concreto. A lo largo de la vida de las personas se ponen a por un solo acto sino por
una disposición permanen
prueba los valores y las virtudes alcanzadas con la práctica y el esfuerzo. Se te a obrar de acuerdo con
reconoce como una persona recta y virtuosa a quien ha logrado actuar con- hábitos buenos, a pesar de
forme a la razón humana de acuerdo con los principios y valores morales los deseos existentes.
“lejos de ser una mecanización de la vida y una somnolencia del espíritu, son,
por el contrario, la presencia activa de la inteligencia y de la voluntad”,126 ésta
es la razón por la que los animales no forman hábitos.
nes. Las leyes son la estructura sobre la que un grupo social amplio
puede caminar de manera ordenada y eficaz para lograr su desarrollo.
La conducta de una o un integrante de la Comisión “no puede
quedar orientada exclusivamente por sus principios éticos individua-
les. El respeto al derecho y al principio de legalidad es fundamental
en la actuación de las y los servidores públicos, porque en el dere-
cho se encuentra la síntesis de la moral social”.128 Los límites al libre
arbitrio están precisamente puestos para evitar la arbitrariedad. El
126
René Simón, Moral, Barcelona, Herder, 1984, p. 328.
127
La presente selección fue tomada en parte de la página de la Comisión Nacional de los Derechos Hu-
manos, disponible en <http://cndh.org.mx/Codigo_Etica_Conducta>, página consultada el 1 de julio de
2015.
128
Petra Armenta Ramírez, “Ética y transparencia”, en Luz del Carmen Martín Capitanachi (coord.), Temas
selectos de transparencia y acceso a la información, Veracruz, Instituto Veracruzano de Acceso a la
Información, 2011, p. 32.
Fase de inducción
81
iii
omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio o im-
M ódulo
plique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o comisión”.130
8. Respeto: aceptando a la y al otro como es, reconociendo su digni-
dad y no vulnerando sus derechos. Se trata de respetar y procurar
que se respete, sin excepción alguna, la dignidad de la persona, sus
derechos, libertades, creencias y preferencias personales, siempre y
cuando no dañen a otros.
9. Transparencia: ante todo consiste en actuar con rectitud y conforme
a un comportamiento diáfano y que sea claro para todas y todos.
Además, y conforme a la normatividad propia de cada país, garan-
tizar el acceso a la información de la Comisión sin más límite que el
que imponga el interés público y el derecho a la privacidad de las per-
sonas. Este mismo valor busca la confidencialidad que es el respeto
129
Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, publicada en el Diario Ofi-
cial de la Federación el 13 de marzo de 2002; última reforma publicada el 14 de julio de 2014, artículo
8º.
130
Ibidem, artículo 8º, fracción i.
por los datos o hechos que deben guardarse en sigilo para no afectar
indebidamente la honorabilidad de las personas.
10. Justicia: es la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo
que merece de acuerdo con sus derechos y en cumplimiento de sus
deberes. La justicia va más allá de la legalidad. Si bien es importante
ceñir sus actos al cumplimiento de la ley impulsando así la cultura de
respeto al Estado de derecho, también es importante recordar que la
ley no siempre proporciona la justicia adecuada.
La y el servidor público debe conducirse invariablemente con
apego a las normas jurídicas inherentes a la función que desempeña.
Respetar el Estado de derecho es una responsabilidad que, más que
nadie, debe asumir y cumplir el servidor público. Para ello, es su obli-
gación conocer, cumplir y hacer cumplir las disposiciones jurídicas
que regulen el ejercicio de sus funciones.131
De todas maneras, es importante recordar que la justicia pro-
mueve la igualdad, es decir, la imparcialidad que deben regir los actos
y las decisiones que desarrollan las y los servidores públicos procu-
rando que dichos actos se sujeten al principio de igualdad para todos,
sin distinción alguna.
11. Imparcialidad: que es la capacidad de mantener la objetividad en los
juicios y en las decisiones que se derivan de ellos buscando evitar
la subjetividad o el conflicto de intereses. La imparcialidad brota de la
paridad ante la ley de las personas y las instituciones e implica con-
ducirse con veracidad, siempre de conformidad con los hechos de la
realidad, más allá de todo prejuicio o simpatía ante una causa.
12. Solidaridad y subsidiariedad: la primera consiste en la atención y ayu-
da desinteresada que se brinda a los seres humanos como semejan-
M ódulo
Fase de inducción
83
Cabe aclarar que un antivalor sigue siendo, desde el punto de vista de quien lo
sigue, un valor; es decir, algo que atrae su atención, que se desea por encima
de otras cosas o valores. Además, cada nación tiene su propia idiosincrasia,
es decir, una forma de ver la vida y el entorno que le rodea y que le lleva a
valorar algunas cosas más que otras. A mi parecer, las y los servidores pú-
blicos en México presentan principalmente cuatro antivalores: a) la lealtad
personal como el valor de cambio más importante para obtener, permanecer y
ascender en la carrera del servicio público; b) el acceso a los puestos públicos
en función de las credenciales políticas y personales de las y los candidatos,
y no por criterios de idoneidad; c) la pérdida del valor generado a través de la
experiencia acumulada ante los cambios de dirección, y d) el aprovechamiento
de situaciones bajo claro conflicto de intereses, que se toma como pago com-
pensatorio del trabajo realizado.
iii
M ódulo
Este tipo de lealtad que supera la debida a la institución favorece el oculta-
miento y la falta de transparencia en la rendición de cuentas traicionando, no
pocas veces, los valores personales y a la dependencia a la que se pertenece.
En el servicio público la lealtad es un deber para con la comunidad a la que
se sirve.
“Será responsabilidad de los sujetos de la ley ajustarse, en el desempeño de sus empleos, cargos o comi-
132
siones, a las obligaciones previstas en ésta, a fin de salvaguardar los principios de legalidad, honradez,
lealtad, imparcialidad y eficiencia que rigen en el servicio público.” Ley Federal de Responsabilidades
Administrativas de los Servidores Públicos, artículo 7º.
Adolfo Lugo Verduzco, “La ética en el servicio público”, en Sergio García Ramírez (coord.), Los valores en
133
Fase de inducción
85
La pérdida del valor generado a través de la experiencia acumulada ante los cambios
de dirección
Esto trae consigo que muchas de las políticas públicas y sociales nunca lleguen
a tomar forma y a arraigarse dando como resultado un sentimiento de frus-
tración social. Los cambios muchas veces son el reflejo de un interés personal
en el que la o el servidor público quiere mostrarlos como victorias propias,
desligándose de los logros de la anterior administración. Es muy significativo
apreciar, por ejemplo, que hasta el nombre de un instituto o programa concre-
to se modifica aun cuando se siga realizando exactamente la misma función.
iii
M ódulo
Por esta razón, el desarrollo profesional de las y los individuos está vinculado
con la cercanía a los mandos superiores de la organización, colaborando nue-
vamente con el círculo vicioso de la lealtad personal como el valor de cambio
más importante de las y los servidores públicos para obtener, permanecer y
ascender en la carrera del servicio público.
Un conflicto de interés se Un conflicto de interés puede definirse como una situación en la cual una o un
da en cualquier situación
servidor público tiene un interés privado o personal que influye o parece in-
en la que una o un servi
dor público promueve un fluir en el ejercicio objetivo de sus deberes oficiales.135 De manera similar, se
interés personal o privado dice que existe un conflicto de interés “cuando el interés privado de un indivi-
que interfiere con el ejer
duo está en desacuerdo con su deberes y responsabilidades individuales ante
cicio de sus deberes en el
servicio público, u obtiene el gobierno”.136 Esta última definición nos deja claro que no se impide un po-
una ventaja o ganancia en sible beneficio hacia la o el servidor público en el ejercicio de su deber, sino
virtud de su posición en la
sólo que el beneficio privado no supere o vaya en contra del deber público.
administración pública.
Al menos hay tres prerrequisitos antes de poder afirmar que una o un admi-
nistrador público se encuentra ante un conflicto de interés real: la existencia
de un interés privado; que el conflicto es conocido por la o el servidor público;
y que tiene una conexión o nexo con sus deberes o responsabilidades públi-
cas y que ese interés es suficiente como para afectarlas.137 Se necesita que se
cumplan los tres requisitos para que exista un conflicto de interés real y no
sólo la percepción del mismo por parte de la sociedad. De hecho, podríamos
afirmar, siguiendo a The Parker Commission, que existen conflictos de interés
aparente, potencial y real.138
135
Esta definición es una adaptación de la dada por Kenneth Kernaghan en su texto Ethical Conduct: Gui-
delines for Government Employees, Toronto, Institute of Public Administration of Canada, 1975, p. 13.
136
Gobierno de Canadá, Ethical Conduct in the Public Sector: Report of the Task Force on Conflict of Interest,
Ottawa, Supply and Services, 1984, p. 29.
137
Véase ibidem, p. 25. También conocida como The Parker Commission.
138
Véase Kenneth Kernaghan y John W. Langford, op. cit., pp. 136-137.
Fase de inducción
87
iii
M ódulo
De hecho, parece ser que la cultura de la compensación extra ha permeado a
la sociedad, que retribuye económicamente, de manera natural y automática,
servicios que se deben ofrecer gratuitamente gracias al pago de impuestos.
En las áreas de compras, por ejemplo, existe un intercambio de regalos como
parte del sistema y las mismas empresas ya tienen destinado una parte de su
presupuesto para cubrir este tipo de eventos.
Para Friedrich Hayek, las normas sociales y morales son convenciones y “la
observancia general de dichas convenciones es una condición necesaria para
el orden del mundo en que vivimos, para la capacidad de encontrar nuestro
propio camino”.140 Así, la función general de una norma es servir como guía
de comportamiento o acción que debe ser seguida para lograr el resultado
deseado.
La norma tiene la función La norma tiene la función de servir de modelo o invitación para realizar una
de servir de modelo o in acción, y al mismo tiempo sirve como principio disuasorio a través del miedo
vitación para realizar una
acción, y al mismo tiempo al castigo que implicaría su violación. Ambas funciones buscan facilitar el or-
sirve como principio disua den del mundo en que vivimos y el camino a una sana convivencia. Existen
sorio a través del miedo al diferentes tipos de normas: normas sociales, normas religiosas, normas mora-
castigo que implicaría su
violación. Ambas funciones les y normas jurídicas. Todas ellas buscan guiar la conducta humana en sus
buscan facilitar el orden del diversas dimensiones: social, religiosa, personal y legal.
mundo en que vivimos y el
camino a una sana convi
vencia. La ley o norma jurídica es la norma social por excelencia, pues menciona de
manera clara y concisa lo que se espera de las y los ciudadanos. Santo Tomás
define a la ley como “el dictamen de la razón en orden al bien común, pro-
mulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad”.141 Las normas sociales,
especialmente la jurídica, se ajustan a un patrón de convivencia que la razón
M ódulo
“Ordinatio rationis in bonum comunem ab eo qui curam communitatis habet promulgate.” Santo Tomás
141
Fase de inducción
89
Las leyes civiles buscan proteger los derechos y garantías de cada individuo
pero no como un ser aislado, más bien como miembro de la comunidad a la
que pertenece. Los derechos humanos y las garantías individuales son sólo
ejemplos de leyes civiles que tutelan algunas costumbres sociales dadas histó-
ricamente como normas morales y religiosas que han defendido de manera no
escrita a la persona humana. Las leyes civiles tienen su origen en una sociedad
viva que las crea.142
Algunas leyes van dirigidas a ciertos grupos de la sociedad que están llama-
dos a realizar funciones específicas dentro de ella. Tal es el caso de las y los
servidores públicos a los que se les imponen cargas y deberes propios de la
naturaleza de su oficio.
Las normas que rigen el comportamiento esperado de las y los servidores pú-
blicos son necesariamente exigentes pues administran los recursos del Estado.
El marco legal que forma parte de la infraestructura ética establece normas
de comportamiento esperado así como un castigo en caso de incumplimiento,
es decir, establece límites al comportamiento de las y los servidores públicos y
les guía en sus actividades.
Por otra parte, las normas reguladoras del acceso a la información y que pro-
tegen y promueven la transparencia ofrecen a la sociedad la oportunidad de
actuar como vigilante de los cargos públicos. Estas leyes, al permitir que la
sociedad siga más de cerca las actividades de la administración pública, pue-
den contribuir a evitar las conductas no éticas. Una sociedad que somete a sus
servidoras y servidores públicos al escrutinio continuo promueve la transpa-
rencia y, por lo tanto, una mayor responsabilidad y compromiso por parte de
iii
la administración pública. Las normas reguladoras del servicio público indican
M ódulo
a las y los servidores qué deben hacer y cómo hacerlo y, al mismo tiempo,
informan a la sociedad de los deberes que éstos tienen y la manera en que les
pueden exigir el cumplimiento de sus responsabilidades.
142
Alejandro Ordieres y Carlos J. McCadden, Fundamentos para una ética ciudadana, México, McGraw-Hill,
2010, p. 91.
143
Guadalupe Ocampo García de Alba, Evaluación de la gestión pública y la auditoría del desempeño.
Propuesta para implantar una estrategia de evaluación del desempeño en la Contraloría Interna de la
Cámara de Senadores del H. Congreso de la Unión, tesis de maestría, México, ipn/Escuela Superior
de Comercio y Administración, junio de 2014.
problemas éticos, e insuficiente pues no puede cubrir todos los casos posibles
del ejercicio cotidiano del servicio público.
Por otra parte, recordemos que las leyes a veces pueden ser inmorales y de ello
existen abundantes ejemplos en la historia: la esclavitud era legal en varios
estados de Estados Unidos antes de ser abolida en toda la unión en 1865 por
Abraham Lincoln; de la misma manera, era ilegal en algunos estados de ese
país que los afroamericanos compartieran los espacios públicos con los blan-
cos; en la Alemania nazi era ilegal ayudar a los judíos de cualquier manera;
etc. Grandes personajes de la historia como Mahatma Gandhi, Martin Luther
King, Nelson Mandela, entre otros, se opusieron a regímenes legales pero in-
morales.
todo lo que es legal es legítimamente bueno. Por esa razón, debemos ser pru-
dentes y no extraer fácilmente valoraciones éticas de resoluciones judiciales.
Se puede actuar de acuerdo con la ley y aun así cometer actos moralmente
iii
No todo lo legalmente aceptable es bueno por ser legal. Muchas acciones pue-
den no romper el reglamento jurídico, pero sí herir la sensibilidad moral de la
sociedad porque van en contra, más allá de toda apreciación, de un compor-
tamiento éticamente aceptable. Muchas veces la sociedad no logra distinguir
entre lo legal y lo moral y considera que las leyes deben castigar la maldad
más allá de toda prueba física o de lo que éstas dicten. De la misma manera,
muchas y muchos servidores públicos pueden pensar que si no existe una ley
que prohíba una determinada acción entonces, por lo tanto, le está permitido
realizarla. Si bien legalmente esto último es cierto, ello no implica que la no
ilegalidad de una acción implique, como consecuencia inevitable, su bondad
moral o al menos su neutralidad.
Fase de inducción
91
Los escándalos recientes que han ocurrido en nuestro país con respecto a las
propiedades de la clase dirigente del país puede ser mejor comprendidos bajo
esta luz. Efectivamente, se puede cumplir cabalmente con los requisitos de la
ley y así no ser penalmente perseguible y aun así, cometer actos moralmente,
cuando menos, muy cuestionables. Lo legal no es sinónimo de bueno así como
tampoco lo ilegal es sinónimo de malo.
Por otra parte, es imposible que la ley abarque todos los aspectos del actuar
cotidiano. Una ley omnipresente eliminaría la libertad individual y llevaría a
la imposibilidad de memorizar todas y cada una de las normas para su cum-
plimiento. Pretender que sólo es moral lo que la ley permite y que sólo es
inmoral aquello que prohíbe es querer reducir la ética al campo de lo legal
confundiendo principios y espacios comunes pero no iguales.
Pretender que la ley es lo que marca la moral social, y pensar que el mutuo
acuerdo de donde provienen las normas está por encima del bien y el mal o
que el bien y el mal están determinados por la voluntad humana es eliminar,
de hecho, la ética como imperativo categórico. Las consecuencias de esta visión
pueden destrozar a la humanidad pues bastaría con el acuerdo de la mayoría
(libre o manipulada) para justificar cualquier tipo de crimen o desprecio de
iii
la dignidad humana. No hay que olvidar, por ejemplo, que la esclavitud era le-
M ódulo
gal y aprobada por la mayoría o que los judíos fueron perseguidos legalmente
en muchos regímenes a lo largo de la historia.
Aspirar a que la ley sea lo que marca la moral social es querer suplantar un
ámbito propio de la dimensión humana y estar sometido a la fuerza de la
mayoría o, peor aún, a la voluntad de minorías que logran imponer sus pro-
pios puntos de vista. Lo legal no es lo mismo que lo legítimo y tampoco es lo
mismo que lo moral. Por otra parte, pretender que la ley sea amoral es querer
eliminar una dimensión esencial del espíritu humano que valora los actos
como buenos y como malos, y reducirla a un mero acto democrático (en el
mejor de los casos), es decir, a un invento de control social.
Información
iii
Fase de inducción
93
No podemos esperar que con un breve curso o diplomado las personas en-
carnen en su propia vida los valores de una institución. Un cambio de vida
implica un compromiso personal que se va tomando día a día y que encuentra
un sinnúmero de dificultades que fácilmente nos llevan a abandonar las pri-
meras intenciones por considerarlas imposibles de realizar o porque afectan
intereses personales a los que no estamos dispuestos a renunciar. Se requiere
de actividades transversales que nos recuerden las razones que nos invitaron
al cambio y que refuercen las decisiones tomadas inicialmente.
iii
M ódulo
Control
cia para los actores públicos sobre lo que deben de hacer y lo que se espera
de ellos, así como de aquellos actos o actividades que deben de evitar por ser
contrarios al interés público. Este marco legal permite también la investiga-
ción y acusación independientes en caso de que un individuo o grupo lo haya
violentado. No basta con saber lo que debo hacer, es necesaria la vigilancia para
que de hecho se realicen las obligaciones contraídas y exigidas por la sociedad
y en caso de ser necesario, que se aplique las medidas coercitivas necesarias a
aquellos que por egoísmo, interés particular o desidia, no cumplan con aque-
llo que se espera de ellos.
Orientación
Fase de inducción
95
iii
M ódulo
Un tercer componente de la orientación es la creación de códigos de conducta
que determinen de manera clara y sencilla los valores y normas que se preten-
den vivir. Un código de conducta es un documento redactado voluntariamen-
te por un organismo en el que se da una declaración formal de los valores y
prácticas de una empresa u organización gubernamental. Los códigos deben
de expresar normas mínimas148 y el compromiso de la empresa u organismo de
cumplirlas y exigir su cumplimiento a todas aquellas personas que interven-
gan en su actividad (proveedores, directivos, empleados, contratistas, etc.).
146
Ibidem, p. 78.
147
Ibidem, p. 82.
148
Xavier Etxeberría define la ética de mínimos como “el conjunto de valores y normas morales compartidos
que permiten construir la convivencia en libertad y organizar las distintas esferas sociales y políticas”.
Xavier Etxeberría, Temas básicos de ética, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2003, p. 139. Las normas mínimas
se llaman así, pues son el punto donde convergen las diversas propuestas éticas y de valores de un grupo
social plural. Las normas de máximos implican una mayor homogeneidad social o la imposición de nor-
mas y valores propios de un grupo a todas las demás personas. Ejemplo de una ética de máximos pueden
ser las normas religiosas.
Gestión
ético.
149
José R. Castelazo, op. cit., p. 300.
150
Véase Luis Vázquez Cano y José Luis Soberanes Fernández (comps.), Código ético de conducta de los
servidores públicos, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-unam/Secretaría de la Contraloría Ge-
neral de la Federación, 1994.
151
José R. Castelazo, op. cit., p. 301.
Fase de inducción
97
cer lugar, y de forma más directa, las políticas de recursos humanos que ofrecen
protección (sea mediante sistemas de alerta u otros procedimientos de rendición
de cuentas) inspiran en los funcionarios la confianza necesaria para oponerse a
exigencias indebidas y denunciar la corrupción y las conductas no éticas.152
Cabe aclarar que toda iniciativa ética comprendida en el sector público está
llamada a fracasar a menos que sea respaldada por un compromiso político ver-
dadero. Este compromiso suele expresarse mediante declaraciones (discursos,
anuncios públicos, declaraciones escritas de los líderes), demostrarse mediante
el ejemplo y fundamentarse mediante la asignación de los correspondientes re-
cursos.153
iii
tructura ética, sino que está llamada a reforzarla; no es la ley la que constituye
M ódulo
el valor sino que el valor se ve reflejado en la ley y le da fuerza imponiendo con
sanciones su cumplimiento. Un código legal no es y no puede ser respuesta
suficiente a la necesidad moral de una nación si bien es un elemento esencial
que refuerza la moralidad propia de un pueblo.
Reflexiones conclusivas
Ibidem, p. 61.
153
Sin lugar a dudas, los continuos escándalos de la vida pública que presentan
los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales tienen mucho
que ver con el gran interés despertado en la sociedad. Existen también nuevas
situaciones de desconcierto ante las nuevas posibilidades que ofrecen la cien-
cia y la técnica. La ética se está convirtiendo en un valor de primer orden en el
mundo político, empresarial, religioso y social.
Pero sobre todo, la sociedad está sufriendo cambios estructurales, que la téc-
nica y el internet están propiciando e impulsando, cambiando la forma en que
vivimos y nos relacionamos con otras personas. Con ello, se produce un de-
rrumbamiento de la sociedad tradicional, entendiendo aquí tradicional en el
sentido de una sociedad cerrada y rígidamente estructurada, es decir, resisten-
te al cambio.
Por esta razón y a mi parecer, no existe una crisis de valores. Los valores tra-
dicionales siguen vigentes y atrayendo la atención del género humano como
lo demuestran las continuas discusiones sobre el tema y las exigencias cons-
tantes de la convivencia social. La crisis se da en la parte práctica, en la lu-
cha que exige el comportamiento virtuoso que se enfrenta al hedonismo que
el consumismo, el éxito económico y la superficialidad mediática proponen
constantemente a la sociedad. Recordemos que muchas veces el valor inme-
diato se presenta como más placentero y deseado que aquel que parece estar
fuera del alcance por requerir esfuerzo y práctica constante.
Fase de inducción
99
iii
M ódulo
“La ética pública no es un asunto de carácter secundario sino de primer orden
en la actuación de la Administración pública; su conocimiento y práctica debe
ser una regla conocida y verificable en todos los ámbitos de las dependencias
y entidades”;156 sin embargo, los conceptos de la ética y la búsqueda de la
fundamentación del bien no son del todo claros. No se puede evitar la coe-
xistencia de diferentes criterios en la búsqueda del bien, pero podemos estar
seguros de que, al menos en lo esencial, todo ser humano coincide. De ahí
que sea posible defender de manera universal un conjunto de derechos que
154
El artículo 8º, fracción i, de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públi-
cos indica que todo servidor público tendrá como obligación cumplir el servicio que le sea encomen-
dado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio
o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o comisión. Este artículo cuenta con 23
fracciones más.
155
Enrique García Martínez, “Ética y administración pública. Hacia la revaloración de los principios en el
servicio público en México”, en Encrucijada. Revista electrónica del Centro de Estudios en Administra-
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Fase de inducción
107
Ejercicio
Lea el caso que a continuación se presenta y posteriormente responda las preguntas que se plantean.
Julio Acosta nació en una familia acomodada que ha trabajado en el ámbito de la política durante tres generaciones. Como familia, también
han desarrollado una empresa familiar basada en la adquisición y renta de bienes inmuebles como oficinas, departamentos, bodegas y
casas.
Gracias a su trayectoria y a un duro esfuerzo en la campaña, Julio logró salir electo como gobernador de su estado de origen, donde además
ha vivido casi toda su vida. Durante los dos primeros años de su gobierno, Acosta buscó vivir de acuerdo con sus principios, luchando por
desarrollar su labor lo mejor posible y tratando de hacer rendir los recursos disponibles por el bien de su Estado.
Con el tiempo han surgido varios movimientos pro choice que están buscando que el derecho al aborto sea legal en el Estado y han pe-
dido diversas entrevistas con el gobernador para conseguir su apoyo. Sin embargo, Julio Acosta fue educado en el catolicismo y ha sido
practicante toda su vida. En su educación, a lo largo de toda su formación familiar, religiosa y escolar (asistió a una escuela católica),
aprendió que el aborto está prohibido porque se le considera un asesinato. Además, él considera sinceramente, después de haber estudiado
y reflexionado sobre el tema, que el aborto no se debe permitir en ninguna circunstancia. Para él las evidencias le llevan a concluir que el
aborto es un asesinato.
Si fuera por él, una ley a favor del aborto nunca pasaría. De todas maneras, él sabe que la mayoría de los miembros del Congreso del estado
están a favor de una ley que incluya la interrupción del embarazo como un derecho de las mujeres; y que con absoluta seguridad la ley será
aprobada en esa misma legislación, pues incluso cuenta con un cierto apoyo de buena parte de la población.
Los representantes de los movimientos pro choice afirmaban que el aborto es un tema de derechos humanos y que todo el país tendría que
irse alineando con el tiempo para seguir la tendencia mundial, sobre todo ahora que los tratados internacionales en materia de derechos
humanos han cobrado mayor fuerza en la esfera jurídica a raíz de la reforma constitucional de 2011. De acuerdo con su argumentación,
los instrumentos internacionales de derechos humanos y las interpretaciones directamente relevantes emitidas al respecto por las enti-
dades autorizadas de las Naciones Unidas llevan a la conclusión de que la mujer tiene el derecho a decidir en asuntos relacionados con
su propio cuerpo. Varios derechos humanos corren riesgo cuando el acceso de las mujeres a los servicios de un aborto legal y seguro está
restringido. Según éstos, cuando está limitado el derecho de las mujeres a tomar decisiones autónomas con respecto al aborto queda ame-
nazada una amplia gama de derechos humanos, entre ellos, el principal que es el derecho a la vida de las mujeres. Las restricciones legales
al aborto tienen un impacto devastador en este derecho. La evidencia sugiere que las leyes que restringen el aborto no solamente empujan
a las mujeres a someterse a abortos inseguros, sino que además ellas mueren a consecuencia de dichos abortos.
El gobernador Acosta recibió a las y los representantes de la sociedad que estaban en contra del aborto (pro life). Estas personas formularon
sus argumentos basándose en la defensa de la vida, pues consideran que la o el niño no nato se encuentra en un alto grado de indefensión.
El valor de la vida, afirmaron, es el primero y más importante de todos los derechos humanos, y debe ser protegido en todo ser humano.
Legalizar el aborto sería permitir un asesinato, ya que es un acto que busca terminar con la vida de un ser humano que se encuentra en
pleno desarrollo dentro del seno materno. No puede existir un principio o valor más importante en la Constitución que la defensa de la vida
de todas y todos los mexicanos, especialmente de los más débiles.
Después de la entrevista con las y los diferentes representantes de los movimientos pro choice y pro life, así como con representantes de
la Iglesia católica, el gobernador decidió que, en conciencia, él debería trabajar para intentar que el proyecto de ley no sea aprobado y
retrasarlo por lo menos hasta la próxima Legislación, utilizando toda su influencia.
Las entrevistas con las y los representantes de ambos movimientos fueron públicas y conocidas por los medios de comunicación; no así
el contacto que tuvo con las autoridades eclesiásticas, que se dio a puerta cerrada en la intimidad de su hogar. Sin embargo, uno de los
asistentes grabó las conversaciones y las hizo públicas. En ellas el gobernador se había comprometido ante el obispo a hacer todo lo posible
para impedir la aprobación de la ley que legalizara el aborto.
Julio Acosta fue acusado por las organizaciones pro choice de arreglar los asuntos del país en lo oscurito con la Iglesia católica, y a esta úl-
tima la acusaron de intervencionista. El gobernador argumentó que había sido una conversación privada, en la intimidad de su hogar; y que
no tenía por qué dar cuentas de sus creencias personales, de las personas que invitaba a cenar a su casa ni de qué hablaba con ellas, pues no
gobernaba con base en ellas sino de cara a las y los ciudadanos y buscando siempre el bienestar de la sociedad. Su vida personal era privada.
También se descubrió que mantiene relaciones comerciales con varias de las organizaciones pro abortistas a quienes les renta oficinas
e instalaciones para dos cadenas de clínicas que practican abortos en otros estados donde éste ya ha sido aprobado. Por esta razón, las
organizaciones pro life le acusan de tener un conflicto de intereses.
Julio Acosta no sabe cómo debe comportarse desde el punto de vista ético.
1. ¿El problema de la legalización del aborto es un problema ético, moral o legal? Justifica tu respuesta.
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2. ¿Las motivaciones y la decisión del gobernador son morales, éticas o legales? ¿Cuál es la diferencia?
¿Su decisión de intervenir es moral y éticamente válida? ¿Es legal?
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3. ¿Cuál o cuáles de los valores tutelados por la Constitución son relevantes en el caso planteado? ¿De
qué tipo de valores se trata?
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4. ¿La libertad de creencias debe prohibírsele a un gobernante? ¿En qué medida? ¿Se debe pedir la
arreligiosidad de las y los gobernantes de un país?
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5. ¿El reclamo que hace el gobernador al afirmar que las conversaciones que tenga en su casa son pri-
vadas es correcto? Si la conversación tenida en la intimidad de su hogar, entre amigos, no es privada,
¿qué es lo que la hace pública? ¿Por qué razón una conversación privada en una cena en casa del
gobernador puede ser de carácter público?
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6. ¿Se puede aplicar el concepto de transparencia de la información en el caso planteado? De ser afir-
mativo, ¿cómo?; Si no, ¿porqué?
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7. Suponiendo que el gobernador decidiera apoyar a los movimientos pro abortistas, ¿existiría un con-
flicto de interés real?
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Autoevaluación
1. Es la ciencia normativa de los actos humanos de acuerdo con la luz natural de la razón.
a) La moral.
b) La ética.
c) El derecho.
d) La religión.
6. Uno de los aspectos que distingue a las Constituciones modernas de las clásicas es…
a) La inclusión de derechos y valores en su texto.
b) La organización de instituciones públicas.
c) La determinación del sistema de gobierno.
d) La determinación de un sistema electoral democrático.
Fase de inducción
111
8. Ackerman la define como un proceso proactivo por medio del cual las y los servidores pú-
blicos informan, explican y justifican sus planes de acción, su desempeño y sus logros, y se
sujetan a las sanciones y recompensas correspondientes:
a) La política pública.
b) La rendición de cuentas.
c) La transparencia.
d) El acceso a la información.
9. _______________ predispone a realizar el valor moral con mayor facilidad y ayuda a vencer
resistencias instintivas, emocionales, ambientales o situacionales que nos pueden llevar a
buscar eventos o cosas que valoramos más momentáneamente.
a) El principio.
b) La moral.
c) La virtud.
d) El valor.
10. Son prerrequisitos para afirmar que una o un administrador público se encuentra ante un
conflicto de interés real:
i. La existencia de un interés privado.
ii. Que se afecte a un sector desfavorecido.
iii. Que el conflicto sea conocido por la o el servidor público.
iv. Que la afectación ocasionada por el conflicto pueda calificarse en términos económicos.
Seleccione de entre los incisos siguientes aquel en donde se indique correctamente cuál o cuáles de
los enunciados antes expuestos son verdaderos (V) y cuál o cuáles son falsos (F).
Clave de respuestas
1 b
2 a
3 c
4 d
5 c
6 a
7 b
8 b
9 c
10 b
Fase de inducción
Fase de inducción.
Ética en el servicio público
se terminó de editar en octubre de 2015.
Para su composición se utilizaron los tipos
Futura y Rotis Sans Serif.
Oficina sede
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col. Pueblo Axotla,
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Norte
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Sur
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col. Jardines del Sur,
del. Xochimilco,
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Tel.: 5229 5600 ext.: 1755
Oriente
Campesinos 398,
col. Santa Isabel Industrial,
del. Iztapalapa,
09820 México, D. F.
Tel.: 5229 5600 ext.: 1754