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Alberto Arvelo

Torrealba
LA POESÍA COMO ÉPICA POPULAR
Las palabras del comandante Chávez: “Hoy tenemos patria” nos dicen
y nos seguirán diciendo que hemos vencido la imposición del destierro
y la alienación. Patria o Matria para nosotros significa refundación,
reconocimiento y pertenencia. Hace quince años las generaciones
más jóvenes estaban hambrientas, perseguidas o idiotizadas. Hoy las
juventudes venezolanas se pronuncian y se mueven en diversidades
activas, manifiestas, con rostro propio. Hoy deseamos y podemos
vivir luchando por mejorar y profundizar nuestro anclaje a esta tierra
venezolana. Hoy la política no es tabú o territorio tecnócrata. Hoy la
participación es ley y movimiento continuo.

Para defender lo avanzado en estos años de Revolución Bolivariana


es impostergable que sigamos fortaleciendo nuestra conciencia y
nuestro espíritu en rebeldía. La lectura nos ayuda a comprender-nos

ALBERTO ARVELO TORREALBA


desde múltiples espacios, tiempos y corazones, nos da un necesario
empujón para pensar-nos con cabeza propia en diálogo con voces
distintas.
La poesía como épica popular
Leamos pues y escribamos nuestra historia. Leamos y activemos la
reflexión colectiva que emancipa, seamos capaces de empuñar las
ideas y transformar-nos con palabras y obras.

Decía Martí que no hay igualdad social posible sin igualdad cultural,
esta es una verdad luminosa que nos habla de la necesidad de alcanzar
una cultura del nosotros histórico, que nos una en la inteligencia, el
pecho y los sentidos hacia la patria nueva, hacia la afirmación de la
vida en común, para todos y todas.

Leamos y escribamos, que de ello se nutrirán muchos más de


los nuestros y seguiremos creciendo, pues con todos y todas
sumando, no será en vano la larga lucha de los pueblos hacia su
emancipación definitiva.

¡Vivan los poderes


creadores del pueblo!

¡Chávez Vive!
© Alberto Arvelo Torrealba
© Fundación Editorial El perro y la rana, 2015

Centro Simón Bolívar


Torre Norte, piso 21, El Silencio,
Caracas-Venezuela, 1010.
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La poesía como épica popular
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@perroyranalibro Edición
Wilfredo Machado
Editorial Perro Rana
Editorial el perro y la rana
perroyranalibro Ilustraciones y diagramación
Anthony Fernández
Editorial El perro y la rana

Portada
Arturo Mariño

Hecho el Depósito de Ley


Depósito legal lfi40220158002830
ISBN 978-980-14-3092-6
ALBERTO ARVELO TORREALBA
(Barinas, 1905 - Caracas, 1971)

Nacido en el seno de una familia de intelectuales barineses, donde la


formación y la poesía eran espacios compartidos por toda la familia y
donde ya destacaban poetas como su madre Atilia Torrealba, así como
sus tíos Enriqueta Arvelo y Alfredo Arvelo Larriva. Poeta, educador,
abogado y autor de uno de los grandes poemas venezolanos que construye
y desarrolla una épica popular como el célebre “Florentino y el Diablo”.

Sus primeros estudios los realizó en Barinas y los de secundaria en la

Alberto Arvelo Torrealba


capital, en el liceo Caracas, donde se graduó de bachiller en 1927. Estudió
Derecho en la Universidad Central de Venezuela, doctorándose luego
en Ciencias Políticas. En 1928 publica su primer libro de versos Música
de cuatro. Fue profesor de Castellano y Literatura en varios liceos de
Caracas (1935-1936). Secretario de gobierno del estado Portuguesa
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(1937). En 1940 publica sus Glosas al cancionero, en donde fuera
incluida la primera versión de “Florentino y el Diablo”.

Presidente del estado Barinas en los años cuarenta; luego fue


nombrado embajador de Venezuela en Bolivia (1951-1952) y en Italia
(1952). También fue ministro de Agricultura y Cría (1952-1955).
Una vez fuera del ámbito político, se dedicó a su profesión y a
su vocación literaria. Traductor de Giuseppe Ungaretti (1969),
publica un estudio sobre el poeta Francisco Lazo Martí (1965) y
reúne sus poemas en Obra poética (1967). El 31 de mayo de 1968
fue incorporado como Individuo de Número de la Academia
Venezolana de la Lengua. Entre sus principales obras destacan:
Cantas (1932); Caminos que andan (1952); Florentino y el Diablo
(1957); Lazo Martí: vigencia en lejanía (1965) y Obra poética (1967).
Un municipio del estado Barinas lleva su nombre en homenaje a
su obra y su memoria.
LA POESÍA COMO ÉPICA POPULAR Estas formas son llevadas al singular enfrentamiento de la vida y la
muerte ejecutadas con maestría a través del duelo del contrapunteo.
La obra poética de Alberto Arvelo Torrealba representa, sin lugar
a dudas, uno de los momentos estelares de la poesía popular “Florentino y el Diablo” es, sin duda alguna, nuestro poema épico
venezolana, sin que el calificativo de “popular” vaya en desmedro por excelencia. La lucha a la que se enfrenta el hombre no es solo
de su poesía; sino al contrario, la exalta a un ámbito de mayor a la naturaleza, sino también al mismo hombre, a sus miedos
resonancia mítica y épica. Poesía que vuela más allá de la simple ancestrales, al silencio de la inmensidad del llano. Si hay alguien
construcción de versos para convertirse en canto de los pueblos. que rescató y puso de nuevo sobre el tapete la poesía de este autor,
fue el presidente Hugo Chávez, quien se convirtió en uno de los
Música de cuatro (1928); Cantas (1932) Glosas al cancionero (1940), grandes promotores y difusores de este singular poema.
en este volumen se publica por primera vez la versión de “Florentino
y el Diablo” que sería modificada luego en 1950 y una vez más en De esa misma estirpe, aunque mucho más breve, el poema “Por aquí

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1957; Caminos que andan (1952); Lazo Marti: vigencia en lejanía pasó” se hermana en el tono y en el despliegue de una construcción
(1965) y Obra poética (1967) componen una obra profundamente metafórica que recuerda por momentos a Florentino, aunque en esta
enraizada en el paisaje llanero venezolano, al tiempo que exalta los oportunidad la figura emblemática del poema sea el Libertador Simón
valores espirituales del hombre frente a una naturaleza hermosa y Bolívar, enfrentada como un fantasma a la soledad del paisaje llanero.
hostil que podría destruirlo en cualquier momento.
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El tercer poema seleccionado es “El canoero del Caipe”, célebre poema
La poesía como épica popular

Al poeta le tocó vivir la transformación del país rural que apenas trágico de belleza fantasmal donde se entrecruzan el amor, la pérdida, la
despertaba al sueño de lo urbano. Si bien una vertiente de su poesía violenta naturaleza del río, el abandono, la incapacidad de retornar a la vida.
fue elaborada a partir de formas y métricas de la poesía clásica, es Contrastan aquí los sentimientos de felicidad y armonía conyugal, frente a
en el verso popular, en la copla, en el romance, en la singularidad la adversidad de un paisaje sombrío que solo arrastra muerte y desolación,
y en la versatilidad del octosílabo que nos va a brindar sus mejores lo que conlleva a la pérdida del sentido.
composiciones poéticas. Por esta razón hemos querido usar la versión
de “Florentino y el Diablo” de 1957, la más completa, la más extensa Este poema de carácter alegórico lo acerca al espíritu del romanticismo
que incluye una buena cantidad de nuevos versos que no estaban en donde muerte y paisaje nocturno establecen la unión perfecta para la
las anteriores. creación de un sino trágico que habita en el poema, incluso en el paisaje,
que es el referente más vivo y poderoso en la poesía de este gran barinés.
Este extenso poema nos remite a la tradición, ciertamente, de la antigua
juglaresca hispana; incluso, algunos de sus versos: a veces populares, a
veces cultos, nos refieren a construcciones y usos antiguos de la lengua Wilfredo Machado
castellana: “Vide con la noche oscura la Cruz de Mayo en el cielo”. Carrizal, 18 de agosto de 2015.
FLORENTINO Y EL DIABLO

El reto

El coplero Florentino
por el ancho terraplén
caminos de El Desamparo
desanda a golpe de seis.

Puntero en la soledad
que enlutan llamas de ayer,
macolla de tierra errante

Alberto Arvelo Torrealba


le nace bajo el corcel.

Ojo ciego el lagunazo


sin junco, garza ni grey,
dura cuenca enterronada
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donde el casco da traspié.
Los escuálidos espinos
desnudan su amarillez.
Las chicharras atolondran
el cenizo anochecer.
Parece que para el mundo
la palma sin un vaivén.

El coplero solitario
vive su grave altivez
de ir caminando el erial
como quien pisa vergel.
En el caño de Las Ánimas
se para muerto de sed,
y en las patas del castaño
ve lo claro del jagüey.
El cacho de beber tira, aquel que ve sin mirar
en agua lo oye caer, y aquel que mira sin ver.
cuando lo va levantando
se le salpican los pies, Cuando esté más hondo el río
pero del cuerno vacío aguárdeme en Santa Inés,
ni gota pudo beber. que yo lo voy a buscar
Vuelve a tirarlo y salpica para cantar con usté.
el agua clara otra vez:
ávido sorbo susurran Soy retador de juglares
los belfos del palafrén; desde los siglos del rey.
dulce rosario destila Le sobra con esperarme
del empapado cordel; si me quiere conocer”.

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mas solo arena los ojos
en el turbio fondo ven. Mala sombra del espanto
cruza por el terraplén:
Yerma la frente, el suspiro hacia mármoles de ocaso
doblada espiga sin mies, se alarga como un ciprés.
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la savia ardiendo en la imagen
La poesía como épica popular

de nunca reverdecer, Jinetes de lejanía


mirada y rumbo el coplero la acompañan en tropel.
pone para su caney La encobijan y la borran
cuando con trote sombrío pajas del anochecer.
oye un jinete tras él.
La palma en luz agónica
Negra se le ve la manta, centra pávido ajimez.
negro el caballo también;
bajo el negro pelo ‘e guama Florentino taciturno
la cara no se le ve. coge el banco de través.
Pasa cantando en romance Puntero en la soledad
sin la mirada volver: que enlutan llamas de ayer,
caminante sin camino,
“En negra orilla del mundo resero sin una res,
se han de hallar de quien a quien parece que va soñando
con la sabana en la sien. No lejos asoma el río,
En un verso largo y hondo pecho de sabana sucia.
se le estira el tono fiel, Inmóviles carameras
con su América andaluza pávidos brazos desnudan.
en lo español barinés. Escombro de minas lóbregas
el trueno arrastra y derrumba.
“Sabana, sabana tierra Más allá coros errantes,
que haces sudar y querer, ventarrón de negra furia.
parada con tanto rumbo, Y mientras se duerme el son
con agua y muerto de sed. en las cuerdas vagabundas,
Una con mi alma en la sola, el rayo a la palma sola
una con Dios en la fe, le tira señeras puntas.

Alberto Arvelo Torrealba


sobre tu pecho desnudo
yo me paro a responder. Canta una voz sabanera,
Sepa el cantador sombrío por el pensamiento pura,
que yo cumplo con mi ley por la ilusión cristalina,
y como canté con todos por el aguardiente turbia:
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tengo que cantar con él”.
La poesía como épica popular

“Piqué con la medianoche


cimarroneras en fuga:
Santa Inés le eché soga a un orejano
y enlacé la media luna.
Noche de fiero chubasco
por la enlutada llanura Después cruzando sediento
y de encendidas chipolas sobre la arena desnuda
que el rancho del peón alumbran. vide la tierra estrellada
con lirios de primer lluvia.
Adentro, suena el capacho,
afuera bate la lluvia. Y como si todo fuera
Vena en corazón de cedro por caprichos de fortuna,
el bordón sangra ternura. le abrí mi lazo al amor:
solo enlacé la amargura.
Desde entonces en mi libro la sonrisa taciturna.
hay no más que dos pinturas: “Oiga vale, ese es el Diablo”
el chaparro en la candela −La voz por la sala cruza.
y el pimpollo en la garúa.
Fíjese cómo llegó,
Por eso sé distinguir sin cobija y sin montura,
en los ayes que te cruzan, planchada y seca la ropa,
montaña de Santa Inés, con tanto barrial y lluvia,
clamor de la gente tuya: alpargatas nuevecitas,
relucientes de negrura.
Fusileros Federales “Dicen que pasó temprano,
en godas cabalgaduras como quien viene de Nutrias,

Alberto Arvelo Torrealba


anunciando la pelea: con un oscuro bonguero
la del siempre con el nunca”. por el paso de Las Brujas”.

Súbito un hombre en la puerta: Florentino está silbando


indio de grave postura, sones de añeja bravura
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ojos negros, pelo negro, y su diestra echa a volar
La poesía como épica popular

frente de cálida arruga, ansias que pisa la zurda,


pelo de guama luciente sol menor de soledades
que con el candil relumbra, que los dedos desmenuzan,
faja de hebilla lustrosa cuando el indio pico de oro
con letras que se entrecruzan, con su canto lo saluda:
mano de sobrio tatuaje,
lunar de sangre en la nuca. EL DIABLO
Un golpe de viento guapo
le pone a volar la blusa Catire quitapesares
y se le ve jeme y medio contéstame esta pregunta:
de puñal en la cintura. ¿Cuál es el gallo que siempre
lleva ventaja en la lucha
Entra callado y se aposta y aunque le tumben el pico
para el lado de la música. tiene picada segura?
Dos dientes de oro le aclaran
FLORENTINO FLORENTINO

Tiene picada segura, Sonoros cuando los cruzan,


el gallo que se rebate las cuatro cuerdas del cuatro
y no se atraviesa nunca: en pecho de quien las pulsa:
bueno si tira de pie, salpica el tono en el traste
mejor si agarra en la pluma. como en la piedra la espuma.
El que interroga se enreda
EL DIABLO en sus propias conjeturas
si el que aprendió a responder
Mejor si agarra en la pluma, juega con la repregunta.
si sabe tanto de todo

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diga ¿cuál es la república EL DIABLO
donde el tesoro es botín
sin dificultá ninguna? Juega con la repregunta,
defiéndase de la cuarta
FLORENTINO si tiene tanta facundia:
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¿quién sin látigo ni espuela,
La poesía como épica popular

Sin dificultá ninguna, jinete, la marcha apura


la colmena en el papayo sobre el que no da caballo
que es palo de blanda pulpa: pero sí puede dar mula?
el que no carga machete
saca la miel con las uñas. FLORENTINO

EL DIABLO Pero sí puede dar mula,


esa pregunta retrata
Saca la miel con las uñas, en pelo como en jamugas
respóndame la tercera al muchacho que va al trote
si contestó la segunda: y acelera por la grupa
¿Cuáles son los cuatro ríos si le hace al burro cosquillas
que llevan la misma ruta, donde fue la matadura.
silentes si no los pasan
sonoros cuando los cruzan?
EL DIABLO ni toda risa es alegre
ni todo llanto amargura.
Donde fue la matadura, Si sabe, dé su razón;
le prevengo que la quinta y si no, no dé ninguna:
lleva veneno en la punta: ¿Quién en el zumo salobre
dígame si anduvo tanta de la zábila se endulza?
sabana sin sol ni luna: ¿Quién mitiga el fuego amargo
¿quién es el que bebe arena en jagüey de arena pura?
en la noche más oscura? ¿Quién mata la sed sin agua
en la soledad profunda?
FLORENTINO
FLORENTINO

Alberto Arvelo Torrealba


En la noche más oscura,
no ando escondiendo mi sombra En la soledad profunda,
ni me espanto de la suya. el pecho del medanal,
Lo malo no es el lanzazo, el romance que lo arrulla,
sino quien no lo retruca. la tronada que lo abisma,
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Sobre los suelos errantes, el ánima que lo cruza,
La poesía como épica popular

bajo la sed de las dunas, el humo que lo encobija,


por la ribera del mar el soplo que lo desnuda,
y en la mar de estas llanuras. la queja que lo salmodia,
Cuando se quema hasta el aire la candela que lo enluta,
y se tuesta la laguna la palma que lo atalaya,
tiene que beber arena el lucero que lo alumbra,
el que no bebe agua nunca. la esperanza que lo siembra,
el dolor que lo fecunda.
EL DIABLO ¿Qué culpa tengo, señores,
si me encuentra el que me busca?
El que no bebe agua nunca,
no me termine el velorio,
ligando café con brusca,
que murciélago no es pájaro
ni papelón es azúcar,
El diablo cambia la rima EL DIABLO

EL DIABLO Espino al que me menea,


no le envidio al espinito
Si me encuentra el que me busca, las galas de que alardea:
el susto lo descarea. cuando la candela pasa
Falta un cuarto pa’ la una la pata se le negrea;
cuando el candil parpadea, creciente inunda su sombra
cuando después del chubasco hormiga lo amarillea,
la rama triste gotea cigarrón chupa sus flores,
cuando el espanto sin rumbo bachaco anida en su brea,
pesaroso sabanea, verano le tumba la hoja,

Alberto Arvelo Torrealba


cuando el ñénguere da el tono huracán lo zarandea.
y la guacaba solfea,
cuando mi aliento es la mar FLORENTINO
y mi grito es la marea,
cuando Florentino calla Huracán lo zarandea,
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porque se le va la idea, el asta siempre está firme
La poesía como épica popular

cuando canta la pavita, cuando el pabellón ondea.


cuando el gallo menudea. Si el despecho lo atolondra
tómese esta panacea:
FLORENTINO prefiero entenderle al mudo
y no al que tartamudea.
Cuando el gallo menudea, Loro con ala cortada
la garganta se me afina es el que más aletea.
y el juicio se me clarea. ¡Quién ha visto indio en Guayana
Como el agua manadora lavando oro sin batea!
que alumbrando gorgorea.
Con la lección del turpial ¡Quién ha visto peón de llano
pulo el canto en la pelea; que ni enlaza ni colea!
y con la del espinito Le dijo la negra Clara
que en ceja ‘e monte florea: a la catira Matea:
le doy aroma al que pasa “Si no va a comprar los gofios
y espino al que me menea.
¿pa’ qué me los manosea?” FLORENTINO
Yo que le atravieso el golpe
y el arpa que bordonea. Pa’ que en lo oscuro me vea,
no arrime tanto el caballo
EL DIABLO que el toro se le chacea.
Por derecho le salí
Y el arpa que bordonea, como le toca al que arrea
si porque tuerce clavijas y usté va por travesía
presume tanta ralea, cuando no me culebrea.
ya yo le voy a enseñar Atrás y alante es lo mismo
cómo el traste se puntea, pa’l que no carga manea:
haciéndole las escalas el de atrás coge respiro

Alberto Arvelo Torrealba


en fusa y semicorchea. cuando el de adelante jadea,
También le araño la armónica el que va atrás ve pa’lante
por muy abajo que sea, y el que va alante voltea.
como le subo quintales
sin mecate y sin polea EL DIABLO
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y le conozco el gritico
La poesía como épica popular

del que eriza y cacarea. El que va alante voltea,


Gallero que entiende su arte a gritarle que se apure
amolando se recrea: a quien nunca se aparea
sabe que con bulla de alas y a contemplar lo que sube
no se cobra la pelea; borrando lo que verdea:
se cobra con puñalada en invierno el aguazal,
cuando la sangre chorrea, en verano la humarea.
cuando el vencedor se empina Me gusta cantar al raso
y el vencido patalea. de noche cuando ventea,
Vaya poniéndose alante cuando presagian diluvio
pa’ que en lo oscuro me vea. los sapos en asamblea,
y sus sones disonantes
colman la oscura platea,
porque así es como se sabe
quién mejor contrapuntea.
FLORENTINO EL DIABLO

Quien mejor contrapuntea, Con esta noche tan fea,


hace sus tratos de día el destino de mi sombra
y trabaja por tarea, con el sayo se carea.
sin andar averiguando La ley por la que yo cobro,
si el caballo corcovea, si el fallido regatea,
ni si el patrón tiene hatajo, echándosela de libre
y donde lo veranea, el que nació con librea,
ni si a la mona le gusta ni da plazo, ni da quita
el panal de matajea, ni avala, ni prorratea.
ni los ungüentos del brujo No se cancela en un día

Alberto Arvelo Torrealba


faculto en farmacopea lo que por vida flaquea.
con nervios de terecay Mercaderes del milagro
y corazón de hicotea, contra huracán y marea
ni si se roba el novillo besan el escapulario
el que lo cachilapea, cuando el bongo se voltea.
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ni quien desuella la vaca Se acuerdan de Santa Bárbara
La poesía como épica popular

ni quien pica la correa, solo si relampaguea.


ni quien siembra los guayabos
ni quien saca la jalea, FLORENTINO
ni a dónde diablos va a dar
la bala que chaflanea Solo si relampaguea,
“¡cójame ese trompo en la uña se le ve lo mal que canta
a ver si taratatea!”. por lo bien que sermonea.
Ni que yo fuera lechuza Estúdiese esta cartilla
en campanario de aldea a ver si la deletrea:
para cantar en lo oscuro el barco en mitad del río,
con esta noche tan fea. el humo en la chimenea,
el pozo en el morichal
donde el suspiro sombrea
a la luz de la razón
no hay bulto que yo no vea
aunque usted con su malicia y la iguana la rellene,
levante esa polvarea. no me importa lo que tome,
señor, ni con lo que cene.
Siendo bien mansa la mula Me es igual si se me calla
no importa si lo patea. o la inspiración le viene.

EL DIABLO
Coplero que canta y toca
O la inspiración le viene,
EL DIABLO inspiración se marchita
en quien humor se reviene.
No importa si lo patea, Discurso fino en lisonja

Alberto Arvelo Torrealba


una cosa piensa el burro asegura parabienes.
y otra el que no se le apea. Arte sin pueblo se esfuma
¡Ay!, catire Florentino, como el humo de los trenes:
escuche a quien lo previene: solo con huella en lo que arde
dele tregua a la porfía levanta polvo en las sienes,
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pa’ que tome y se serene, como ala de remolino
La poesía como épica popular

para que el ron le dé alivio torcida en los terraplenes.


y el dolor no lo envenene
cuando el lóbrego eslabón FLORENTINO
de la sombra lo encadene.
Torcida en los terraplenes,
FLORENTINO orillas del verde Arauca
llamarada se detiene
De la sombra lo encadene, y espantados de lejura
por mi suerte no se apure relinchan los palafrenes.
ni por mis males se apene, Burro no toca flauta
porque yo nunca he metido ni que la flauta le suene
mi cuchara en sus sartenes. a mí nunca me atajaron
Aunque de veras le guste en resguardos ni retenes.
la caña con kerosene, Mostrencos como orejanos
y el mato de agua lo guise yo los distingo entre cienes;
y como no quiero líos toca cuando le da gana,
con resguardos y retenes canta cuando le conviene.
el que carga contrabando
no pisa mis almacenes. El DIABLO

EL DIABLO Canta cuando le conviene,
si su destino es porfiar
No pisa mis almacenes, aunque llueva y aunque truene,
en comercio no se sabe le voy a participar,
quién le da lección a quiénes: amigo que en este duelo
si el que registra escritura yo no le vengo a brindar
donde traspasa sus bienes, miel de aricas con buñuelo;

Alberto Arvelo Torrealba


o quien queda propietario, vengo a probarle quién soy
amo de lo que no tiene. por los bloques que cincelo,
Ni chanzas dicen amores, por los filos que he amellao
ni seriedad son desdenes. y por los lomos que amuelo.
Veremos si no le falla Yo le confirmo lo fallo
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la voz cuando se condene. y lo firme se lo apelo.
La poesía como épica popular

Si se pone malicioso
FLORENTINO no me extraña su recelo,
que al que lo mordió macagua
La voz cuando se condene, bejuco le para el pelo.
mientras el cuatro me afine
y la maraca resuene, FLORENTINO
no hay espuela que me apure
ni bozal que me sofrene, Bejuco le para el pelo.
ni quien me obligue a beber Regaños no son castigos
en tapara que otro llene, ni guáimaros caramelo.
ni me haga arrollar las mangas Usté manda en su trapiche
pa’ que chupen los jejenes. y yo mi caña la muelo.
Entre cantadores canto,
Coplero que canta y toca entre machos me rebelo,
Sale alante y se contiene: en quien sabe me confío
y del que no me conduelo, FLORENTINO
entre palos no me gusta
por lo vidrioso el ciruelo, Que en boca ‘e caño lo velo,
entre mujeres me sobra velando al que nunca pasa
muselina y terciopelo: el vivo se quedó lelo.
cuando una me dice adiós Me acordé de aquel corrío
a otra le pido consuelo, que me lo enseñó mi abuelo:
si una me niega bizcocho “al que me pone la barba
otra me da bizcochuelo. lo raspo de contrapelo”.
Desde cuando yo volaba Para pájaro mañoso
paraparas del rayuelo munición en el revuelo,
vide con la noche oscura para caimán el arpón,

Alberto Arvelo Torrealba


la Cruz de Mayo en el cielo. para guabina el anzuelo.
Patiquín que estriba corto
EL DIABLO no corre caballo en pelo.

La Cruz de Mayo en el cielo, ¿Con qué se seca las lágrimas


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a mí no me espantan sombras el que no carga pañuelo?
La poesía como épica popular

ni con luces me desvelo. ¿Pa’ qué se limpia las patas


Con el sol soy gavilán el que va a dormí en el suelo?
y en la oscuridad mochuelo;
familia de alcaraván
canto mejor cuando vuelo; Albricias pido, señores
voy como el garzón gabán
por el humo contra el suelo, EL DIABLO
si pico como alacrán,
pregona el ¡ay! lo que duelo; El que va a dormí en el suelo,
también como la guabina pega en la tierra el oío:
si me agarra me le pelo. si tiene el sueño liviano
Le ronco de palo en palo nunca lo matan dormío.
como el araguato en celo, Los gallos están cantando,
también soy caimán cebao escúcheles los cantíos,
que en boca ‘e caño lo velo. los perros están aullando:
recuerde lo convenío, y en la orilla del silencio
“zamuro de la Barrosa, se le anudará el tañío
del Alcornocal del Frío, cuando yo mande a parar
albricias pido, señores, el trueno y el desafío.
que ya Florentino es mío”.
FLORENTINO
FLORENTINO
El trueno y el desafío,
Que ya Florentino es mío, yo con el que no conozco
pacto sin consentimiento ni me enserio ni me río,
es palabra sin sentío. y me tienen sin cuidao
¡Ñéngueres de Banco Seco! arrestos del presumío,

Alberto Arvelo Torrealba


¡Tarotaros del pionío! porque hoy con gloria de ayer
Préstenme no más las alas no se enraiza poderío.
pa’ que no pare el corrío, Barranca en terreno propio
que parado vi al inerme es mejor que hato en baldío.
y corriendo al aguerrío. Laudo que ordena despojo
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Si usté dice que soy suyo libera al comprometío.
La poesía como épica popular

será que me le he vendío; Dígale a quien da lo ajeno


si me le vendí me paga, que me dé no más lo mío.
porque yo a nadie le fío.
Yo no soy rancho veguero EL DIABLO
que le mete el agua el río.
Yo no soy pájaro bobo Que me dé no más lo mío,
pa’ estar calentando nío. lo suyo es deuda probada
con un pagaré vencío.
EL DIABLO Por eso llegué temprano
y mi deber lo he cumplío:
Pa’ estar calentando nío, atropellarle el cansancio
no sé si es pájaro bobo, y frenarle el desvarío,
pero va por un tendío como si se fuera yendo
con la fatiga del remo mucho antes de haber venío;
en el golpe mal medío; pa’ que no vuelva a olvidar
ni el invierno ni el estío, mano a mano y pecho a pecho
que hoy siendo ayer de mañana ando atizándome el brío
mañana de ayer ha sío. con el fuego del romance
que es don de mi señorío.
FLORENTINO Yo soy quien soplé ceniza
en las mies del labrantío;
Mañana de ayer ha sío, y cuando prendí a mi luto
a mí lo mismo me dá cinta del mal florecío,
tempranero que tardío, ni me olvidé del recuerdo
que el tarde siempre es temprano ni me acordé del olvío.
pa’ quien canta amanecío.
Me gusta escuchar el rayo FLORENTINO

Alberto Arvelo Torrealba


aunque me deje aturdío,
me gusta correr chubasco Ni me acordé del olvío,
si el viento lleva tronío. orillas del olvidar
¡Águila sobre la quema, recorro mis tiempos íos:
reto del toro bravío! Cuando poblaban cocuyos
36 37
¡Música de los palmares a las tinieblas del río,
La poesía como épica popular

por donde no anda el gentío! y en los quebrantos de arena


¡Limpios dedos de la sombra con sed de cinco sentíos
pulsando al mundo dormío! iba zurciendo chaparros
Cuando esas voces me llaman cordón de luz con rocío.
siempre les he respondío. Hoy me pongo a inventariar
¡Como me puede callar la hacienda que no he vendío:
coplero recién vestío, voluntad que enciende rumbo,
gastándose una garganta querencia que apaga hastío,
tan rebuena... pa’ un resfrío! pensamiento que campea
de sol a sol florecío.
EL DIABLO Me queda lo que he enseñao
perdiendo lo que he aprendío.
Tan rebuena pa’ un resfrío,
aunque me llame la a burla
mi rumbo no lo desvío:
EL DIABLO EL DIABLO

Perdiendo lo que he aprendío, Cuando no se ha defendío,


me dio el viento su alma errante, lo que se perdió no importa
la nube su alero umbrío, si está de pies el vencío,
su desamparo el desierto, de pies sobre la atalaya
la tempestad su alarío. del pecho entenebrecío
Relámpagos que alumbraron porque el orgullo indomable
desde el horizonte ardío vale más que el bien perdío.
nariceando cimarrones Por eso a usted me lo llevo,
y sangrando a los rendios centellas por atavío,
con la punta ‘e mi puñal en bongo de veinte varas

Alberto Arvelo Torrealba


que duele y da escalofrío. que tiene un golpe sombrío
más profundo y más amargo
FLORENTINO que ayes del viento y del río:
rumbo y destino la nada,
Que duele y da escalofrío, pura pena por avío.
38 39
dame campo, pensamiento, En la negra madrugada,
La poesía como épica popular

y dame rienda, albedrío, lejano el amanecer,


pa’ enseñarle a quien no sabe se le olvidó a Florentino
y nunca lo ha comprendío la copla del terraplén.
cuánto espacio inmenso cabe
sobre una frente tendío.
Cimarrones hay que verlos, Emboscada
de bueyes no le porfío;
escalofríos son miedo, FLORENTINO
miedo nunca lo he sentío;
puñal sáquelo si quiere, La copla del terraplén,
a ver si repongo el mío. bordones de arpa realenga
Duele lo que se perdió la engarzan hoy como ayer
cuando no se ha defendío. a las tonadas de Apure
y a este golpe barinés
que lo silban los turpiales FLORENTINO
en la boca del Pagüey.
Tentación de florecer,
EL DIABLO el jazmín del espinito
besó la tierra y se fue,
En la boca del Pagüey, desde la salida de aguas
les entró a los remolinos hasta que empezó a llover,
con el timón al revés, cuando puntea el rocío
y al rompe sé si el aguaje el pasaje del clavel.
es de tronco o es de pez.
Por las vueltas y los chorros EL DIABLO
llevo el bongo sin vaivén.

Alberto Arvelo Torrealba


El pasaje del clavel,
FLORENTINO esa música no se oye
donde el verde no se ve:
Llevo el bongo sin vaivén, Las garúas cristalinas
así la leyenda cruza solo son para el vergel;
40 41
cantares de buena ley. para el yermo y los pesares,
La poesía como épica popular

Romance de mil caminos, soplo de impávida sed.


rosal del marchito pie:
¡Cómo perfuma los siglos FLORENTINO
tu rosa sin marchitez!
Soplo de impávida sed,
EL DIABLO arranca fresco susurro
al palmar de mi caney,
Tu rosa sin marchitez, donde la tierra callada
me clavó en el pecho airado va de merced en merced
espina que nadie ve. de la pata del samán
Esa altiva pesadumbre a la orilla del jagüey:
la suspiro yo también palo que supo florear,
cuando siento la dolida pozo soñando correr.
tentación de florecer.
EL DIABLO FLORENTINO

Pozo soñando correr, Tan dolor como el laurel,


no le envidio al agua inmóvil dolor dan copas desnudas
su marchita limpidez, si matan su verdecer,
de dos en dos sus yaguazos, mas no las que alzan en mayo
sus garzas de cien en cien, bucare y araguaney.
desamparada su luna, Defendiendo lo que tocó
pensativa su mudez, lucho por lo que soñé.
desierto de los verdores Andante de mi destino,
sin vacada ni corcel. por serle fiel a lo fiel,
en brasero de lo humilde

Alberto Arvelo Torrealba


FLORENTINO vi la luz de la altivez.

Sin vacada ni corcel, EL DIABLO


mi rumbo no me lo cambian
presagios de mercader. Vi la luz de la altivez,
42 43
Yo camino con la estrella, rozador de la amargura
La poesía como épica popular

lirio de luz y de fe: talo el fondo de mi ser.


aliento de eternidad Mi sino es quitar si dieron
aspiran los que la ven. y dar, cuando nadie dé,
ceniza en la llamarada,
EL DIABLO brasas en la palidez.
Por mí espigan en suspiro
Aspiran los que la ven, el olvido y el desdén
cuando va dejando al irse y aduermen la frente amante
servidumbre de volver, cojines que eternicé.
penitencia de alumbrar
sin saber dónde ni a quién. FLORENTINO
La eternidad es de todos
como el odiar y el querer, Cojines que eternicé,
tan sombra como la vida, reniego de esos alardes
tan dolor como el laurel. que no me importa saber.
Razón despierta a las cinco la noche de Santa Inés
belleza a golpe de seis, y el alba prenda una rosa
cuando bendicen la vida en el ojal del jagüey.
en la majada la grey
y en la cumbrera del rancho EL DIABLO
la seña azul del café.
En el ojal del jagüey,
EL DIABLO al vislumbrar su facundia,
predije su impavidez
La seña azul del café, de corsario entre los bravos
¡ay!, catire Florentino, marinos de mi bajel:
trovador del terraplén, varón para buen comando,

Alberto Arvelo Torrealba


que soñó quitar pesares buen vino y buena mujer,
y le quitaron la fe, porque el destino le puso
que quiso ser toro altivo lauro de abismo en la sien.
y lo enyugan como al buey,
apréndase desde ahora FLORENTINO
44 45
lo que le falta saber:
La poesía como épica popular

que bajo el cielo marchito Lauro de abismo en la sien,


tan solo el oro y la miel de noche cuando transito
alivian para el quién sabe plegarias de mi niñez,
el suspiro de tal vez. vuelan las avemarías
con la garza del amén.
FLORENTINO Por si me quiere tentar,
Yo soy como el diostedé,
El suspiro de tal vez, “que hace la cruz en el agua
esas nubes no hacen sombra para poderla beber”.
si caminan por sus pies
el que nunca cuenta males EL DIABLO
porque contó con su bien,
y el mejor cuento lo guarda Para poderla beber,
para contárselo a usté a ese pájaro mendigo
cuando descorra sus lutos ojalá nada le den:
como a mí que los maizales que a quien la cara bajó
le abran mazorca sin mies, lo apodan “escarabajo”,
como yo que sienta el río al vizconde “conde bizco”,
y nunca se sacie en él. y “amarra ajos” al marrajo.
Siguiendo el trazo del humo De esos necios pergaminos
que como azogue lo atrajo yo arrugué más de un legajo.
le salgo por otro rumbo Aunque me vista de nuevo
a ver si topa el atajo. respeto el ajeno andrajo:
Cuando canto con un hombre
con el grito lo encorajo,
Ahora verán, señores con la audacia lo sacudo,
con el numen lo aventajo;

Alberto Arvelo Torrealba


FLORENTINO lo venzo y no lo abochorno,
lo castigo y no lo ultrajo.
A ver si topa el atajo,
si registró el clarinete, FLORENTINO
no me toque el contrabajo,
46 47
ni me suenen esos platillos Lo castigo y no lo ultrajo,
La poesía como épica popular

como carreta en cascajo, yo en refriegas no torturo,


que todo renglón no es verso pero tampoco agasajo:
ni rima con conchas de ajo, Si no le echo plomo al tigre,
ni el secreto del repique me come el tigre el hatajo,
es guindarse del badajo. y cuando no halla un becerro
El arte es hasta en el cielo me atropella el zarandajo.
disciplina sin relajo: Si usted es quien me atosiga
si un arcángel desafina con mil golpes a destajo,
ya el director se distrajo. ¿qué culpa voy yo a tener
si en el retruque lo rajo?
EL DIABLO Contraje mi obligación,
la misma que usted contrajo:
Ya el director se distrajo, fajármele frente a frente,
pensando en los humoristas frente a frente, me le fajo.
de escofina y estropajo Zamuros de la Barrosa
del Alcornocal de Abajo, déjenlo parar rodeo
les presento al pesador que yo se lo desparpajo,
que nunca saló el tasajo. déjenlo que pinte suertes,
Ahora verán, señores, yo sabré si le barajo.
al Diablo pasar trabajo.
Déjenlo encajar las uñas,
EL DIABLO que yo me las desencajo.
Déjenlo alzar la cabeza,
Al Diablo pasar trabajo, que va a salir cabizbajo.
no mienta al que no conoce Antes que Dios amanezca
ni finja ese desparpajo, se lo lleva quien lo trajo,
haciéndose el que no duele alante el caballo fino,

Alberto Arvelo Torrealba


el filo con que lo sajo; atrás el burro marrajo.
mire que por esa tierra
no es primera vez que viajo, ¡Quién ha visto dorodoro
y aquí saben los señores cantando con arrendajo!
que si las uñas encajo
48 49
lo disperso lo reúno, Cuando talla briscas de oro
La poesía como épica popular

lo entero lo desmigajo, el madrugador fanal,


lo cuajado lo derrito, si me cambió el consonante
lo derretido lo cuajo yo se lo puedo cambiar.
y al mismo limón chiquito
me lo chupo gajo a gajo.
Ecos lejanos repiten
FLORENTINO
EL DIABLO
Me lo chupo gajo a gajo,
usté que se alza el copete Yo se lo puedo cambiar,
y yo que se lo rebajo. los graves y los agudos
No se asusten, compañeros, a mí lo mismo me dan:
déjenlo, que yo lo atajo; lo mismo son en tiniebla,
déjenlo que suelte el bongo, muchedumbre y soledad.
pa’ que le coja agua abajo, A quien dejó lo infalible
soñando luz del quizá, ni vuela la corocora,
a quien la paz sin la gloria ni susurra la torcaz.
cambió por gloria sin paz, Sin alero ni rescoldo,
¿qué mucho es rimar querella sin luna ni morichal,
con el nunca o el jamás? sin alante, sin arriba,
sin orilla y sin atrás,
FLORENTINO donde olvida patria y nombre
el que ya no puede hablar.
Con el nunca o el jamás,
su aguijón no me zahiere FLORENTINO
ni me emponzoña su mal,
ni en escombros de despecho El que ya no puede hablar,

Alberto Arvelo Torrealba


me arredra su adversidá. a nadie le ando escondiendo
Porque este pasaje suyo mi estatuto personal:
es como el del gavilán mis bienes son lo que doy
que aguaitando la perdiz y mi nombre el que me dan,
se topó el águila real; domiciliado en mi huella,
50 51
y en el pleito que tuvieron soltero y mayor de edá.
La poesía como épica popular

el águila pudo más Cuatro alambradas de cielo


con el pico que le puso alinderan mi heredad
el que le dio majestá y une la manga del viento
y las alas invencibles al Oriente con mi alar.
de quien le enseñó a volar. Mi cruz son el horizonte
y el rumbo de mi alazán,
EL DIABLO mis expedientes las nubes,
mi archivo la inmensidad;
De quien le enseñó a volar, mi renta silbo y tonada,
¡ay!, catire Florentino, caminos mi capital:
cantor de pecho cabal, pagué lo que anduve y debo
¡qué tenebroso el camino los que quedan por andar.
que nunca desandará!
Por negra orilla del mundo
donde ni suspiros hay,
EL DIABLO FLORENTINO

Los que quedan por andar, No quieren y siempre van,


le toca trocharlos hoy de andar solo esa vereda
con mi rejo en el bozal, los pies se le han de secar,
por la ley que dio a la arena y se le hará más profunda
el rumbo del huracán. la mala arruga en la faz,
¡Ay!, catire Florentino, porque mientras llano y cielo
trovero de chaparral, me den de luz su caudal,
¿qué vale no querer irse mientras la voz se me escuche
en voz de quien ya se va? por sobre la tempestá,
¿Qué delito hay en la espina yo soy quien marco mi rumbo

Alberto Arvelo Torrealba


si uno se quiso espinar? con el timón del cantar.
Y si al dicho pido ayuda
¿Qué son en la nada lóbrega Aplíquese esta verdá:
verso y música fugaz, que no manda marinero
sino esperanzas que solas donde manda capitán.
52 53
se desesperanzarán?
La poesía como épica popular

¿Qué son flechas del amor EL DIABLO


en la irredenta ansiedad,
sino burlescas y tristes Donde manda capitán,
carcajadas del carcaj? usted es vela caída,
yo altivo son de la mar.
Ya no valen su baquía, Ceniza será su voz,
su fe ni su facultá, rescoldo de muerto afán,
catire quita pesares, sed será su última huella,
arrendajo y turpial. náufraga en el arenal;
Tahúres en mi tapete humo serán sus caminos,
tiran sena y ¡siempre el as! piedra sus sueños serán,
Rebeldes hacia mi sombra carbón será su recuerdo,
no quieren y ¡siempre van! −lo negro en la eternidá−
para que no me responda
ni se me resista más.
Capitán de la Tiniebla FLORENTINO
es quien lo viene a buscar.
En el fúnebre portal,
FLORENTINO lindero de su garita
quédese con su guardián,
Es quien lo viene a buscar, que la ley no da tutela
mucho gusto en conocerlo no habiendo minoridá,
tengo señor Satanás. y yo soy el ruletero
Zamuros de la Barrosa de mi envite y de mi azar.
salgan del Alcornocal Le abrí parada al destino,
tíñanse las alas negras pero no perdí jamás
con lebruna claridá, ni el clavel del arrebol

Alberto Arvelo Torrealba


de esa que mana el Oriente ni el tapiz del arenal,
cuando se vuelve rosal, ni del mantel de mi mesa
que al Diablo lo cogió el día el limpio don de mi pan:
queriéndome atropellar porque regué con sudores
y le falló la malicia la siembra del buen soñar;
54 55
con el último compás. y si caminé de noche
La poesía como épica popular

sé que vale mucho más


EL DIABLO un segundo de lucero
que siglos de oscuridá.
Con el último compás,
ni el arte le dará escudo EL DIABLO
ni rezos lo salvarán.
Vampiros sobre la frente Que siglos de oscuridá,
−vivo y lóbrego antifaz− los remolinos del río
el presagio del abismo ya suenan bajo su alar:
en el luto del callar, antes que el agua le llegue
ya lo aguarda el centinela suspire el adiós fatal.
de la “Doliente Ciudá”. Despídase de la luz
Mire sus señas sombrías y medite a suspirar:
en el fúnebre portal. si gime el mal en tiniebla,
¿quién alumbra la maldá?
Despídase del amor piadosa Virgen del Valle,
y pregunte al suspirar: santa Virgen del Pilar,
en cordajes del ensueño, Virgen de Peña Admirable,
¿quién templa el bordón del ¡ay!? Patrona del Manantial,
fiel Madre de los Dolores,
Despídase de la fe dame el fulgor que tú das.
y medite al suspirar: ¡San Miguel dame tu escudo,
¿qué delito es la mentira tu rejón y tu puñal!
si lo triste es la verdá? ¡Niño de Atocha bendito!
¡Santísima Trinidad!
Despídase de las horas
y recuerde al suspirar En compases de silencio

Alberto Arvelo Torrealba


que a quien penó por lo eterno negro bongo que echa a andar.
penas lo eternizarán. ¡Salud, señores! El alba
bebiendo en el paso real.
Despídase de la cruz
y no piense al suspirar. Ecos lejanos repiten:
56 57
¡Santísima Trinidá!
La poesía como épica popular

FLORENTINO

Y no piense al suspirar,
sácame de aquí con Dios,
Virgen de la Soledá,
Virgen del Carmen bendita,
sagrada Virgen del Real,
tierna Virgen del Socorro,
dulce Virgen de la Paz,
serena Virgen de Lourdes,
con tu fuente por altar,
Virgen de la Coromoto.
Virgen de Chiquinquirá,
Señora de la Corteza
que en cedro esculpes tu faz,
POR AQUÍ PASÓ

A doña Ernestina Hernández de Loreto.

Por aquí pasó, compadre,


hacia aquellos montes lejos.
Por aquí vestida de humo
el huracán que iba ardiendo
fue silbo de tierra libre
entre su manta y sus sueños.

Mírele el rastro en la paja,

Alberto Arvelo Torrealba


míreselo, compañero,

como las claras garúas


en el terronal reseco,
como en las mesas el pozo,
58 59
como en el caño el lucero,
La poesía como épica popular

como la garza en el junco,


como en la tarde los vuelos,
como la nieve en el pico,
como en la noche el incendio,
como el rejón en la carga,
como la gaza en el rejo,
como en la peña la espuma,
como el rocío en el pétalo,
como el cocuyo en el aire,
como la luna en el médano,
como el potro en el escudo
y el tricolor en el cielo.

Por aquí pasó, compadre,


hacia aquellos montes lejos.
Aquí va su estampa sola: Por aquí pasó, compadre,
grave perfil aguileño, dolido, gallardo, eterno.
arzón de cuero tostado,
tordillo de bravo pecho. El sol de la tarde estira
De bandera va su capa, su perfil sobre el desierto.
su caballo de puntero,
baquiano, volando rumbos,
artista, labrando pueblo,
hombre, retoñando patrias,
picando glorias, tropero.

Óigale la voz tendida;


sobre el resol de los médanos,
la voz que gritó más hondo
óigasela, compañero,
como el son de las guaruras
cuando pasan los arrieros,
60
como la brisa en la palma,
La poesía como épica popular

como el águila en el ceibo,


como el trueno en las lejuras,
como el cuatro en el alero,
como el eco en las tonadas,
como el compás en el remo,
como el tiro en el asalto,
como el toro en el rodeo,
como el relincho en el alba,
como el casco en el estero,
como la pena en la canta,
como el gallo en el silencio,
como el grito del Catire
en las Queseras del Medio,
como la patria en el himno,
como el clarín en el viento.
EL CANOERO DEL CAIPE

Al canoero del Caipe,


que era un catire apureño,
le quitó el amor de golpe
quien lo quiso tanto tiempo.

La que le arrulló el mutismo,


y fue aljibe en su desierto.
Tan cerquita ayer Maruja,
y hoy tu cariño tan lejos.

Alberto Arvelo Torrealba


La que a los rotos de su alma,
zurció una gasa de afecto,
y a su pantalón raído
el alivio del remiendo.
62 63
La poesía como épica popular

La que a veces lo llamaba,


para anunciar los viajeros,
poniendo a ulular suspiros,
entre las curvas del cuerno.

La que al regreso con lluvia


calentó en cuido hogareño
la vida a sopa y cariño,
el traje a plancha y brasero.

La que Venus alumbró


en noches de atarrayeo
raspando la rubia escama
del lomo de los chechecos.
Y cuando de monte a monte Junio soltó las garúas
iba el Caipe turbulento, y anda apagando luceros.
le enrumbaba la canoa
hacia el desembarcadero. Después desanda el camino
como quien suma a lo inverso,
El canoero está solo y llama al compadre Braulio
hundido en su sentimiento, tocándole en el tranquero.
orilla del pozo mustio,
sin atarraya ni anzuelo. —Acompáñeme compadre,
al paso de Peñón Negro
El cañaveral tremola para que cuente mañana
como regando un secreto: que rumbo cogen los muertos.

Alberto Arvelo Torrealba


“Maruja jugó el cariño”
dice el capacho del viento. El viejo Braulio se asoma
arrebujado en el sueño
El canoero se clava y mira en la empalizada
la ponzoña del recuerdo. el bulto del canoero.
64 65
Maruja, Maruja, “¡uja!”
La poesía como épica popular

se mofa el lejano eco. —¿De dónde viene, compadre?


—Compadre, vengo del pueblo.
Ninguno que mire al Caipe Y a la respuesta se pone
diría que está creciendo: imaginativo el viejo.
son afluentes del río
los ojos del canoero. Hay un diálogo sombrío
en la pata del urero.
La pena se volvió loca Suspiran en las lejuras
cautiva entre su cerebro: voces del Caipe y del viento.
con un machete en la noche
vase, camino del pueblo. Después se alejan callados
unas varas de por medio:
Su bulto corta la sombra con los talones desnudos
como un filo de silencio: van espinando el silencio.
Viene adelante el catire,
baja del desembarcadero
y hunde un bulto en la canoa
como sangrando el recuerdo.

La palanca de araguato
afíncasela en el pecho
y un golpe de agua salpica
y ondula en la orilla trémulo.

El viejo Braulio está solo


en el pie del Peñón Negro,

Alberto Arvelo Torrealba


cuando sacude las sombras
el grito del canoero:

—Para Apure voy, compadre,


y a Maruja me la llevo:
66 67
usté contará mañana
La poesía como épica popular

qué rumbo cogen los muertos.

Que en las aguas del Apure


di el palancazo primero,
y por eso en ese río
quiero sepultar mis sueños.

Muchos la han visto pasar:


canoa sin canoero,
solita en mitad del río,
con la zamurada adentro.
Bibliografía

Para el trabajo de edición de los textos poéticos de Alberto


Arvelo Torrealba se consultaron y revisaron las siguientes fuentes
bibliográficas:

Arvelo Torrealba, Alberto. (1967). Obra poética. Caracas: Dirección


de Cultura de la Universidad Central de Venezuela.

Arvelo Torrealba, Alberto. (1999). Obra poética. Caracas: Monte


Ávila Editores Latinoamericana y la Fundación Cultural Barinas.

Alberto Arvelo Torrealba


Arvelo Torrealba, Alberto. (2007). Antología poética. Caracas:
Fundación Editorial El perro y la rana.

Arvelo Torrealba, Alberto. (2007). Alberto Arvelo Torrealba 1965.


69
Texto, recopilación y notas: Leonardo Ruiz Tirado. Caracas:
Fundación Editorial El perro y la rana (Colección Premios
Nacionales de Cultura).
ÍNDICE

La poesía como épica popular 8

Florentino y el diablo 11

Por aquí pasó 59

El canoero del Caipe 63

Bibliografía 69
www.elperroylarana.gob.ve
www.mincultura.gob.ve
@perroyranalibro
Editorial perro rana
Editorial el perro y la rana
perroyranalibro
Editorial El perro y la rana

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