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Los drones, buenos aliados para

proteger la Naturaleza
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Por Ana Isan. 27 noviembre 2017

Los drones, vehículos aéreos no tripulados de distintos


tamaños y formas, se vienen utilizando en todo el mundo con
fines militares, civiles y también como juguetes. En el terreno
ambiental, sus posibilidades son inmensas para ayudar a
preservar el entorno o con el objetivo de restaurarlo.
Aunque pueden usarse para fines poco éticos, lo cierto es
que son muy útiles para proteger el medio ambiente de mil
maneras y, desde un enfoque más amplio, puede afirmarse
que tienen un gran potencial para ayudar a salvar el planeta.
En España, como en la gran mayoría de países, su uso
comercial está prohibido, pues se trata de una materia muy
nueva, y todavía hay que resolver muchos problemas
jurídicos, en parte precisamente debido a las posibilidades
que tienen estos ingenios aéreos está fuera de toda duda.
Aún así, se espera una próxima regulación.
También te puede interesar: 5 eco inventos que te van a
sorprender
Índice
1. Vigilancia ambiental
2. Aliados contra la deforestación
3. Aliados contra la caza furtiva
4. Imagen del apartado 1

Vigilancia ambiental
El uso de drones puede ayudar
a preservar la biodiversidad ayudando a la localización de
especies amenazadas animales o vegetales, identificando
sus lugares de reproducción, pongamos por caso y, en
general, son idóneos para facilitar información ambiental de
interés sobre fauna y flora, recursos naturales y diferentes
características de los ecosistemas.
Del mismo modo, son eficaces para monitorizar la actividad
volcánica y los incendios forestales. Cuentan con
herramientas que proporciona la tecnología
de vanguardia a través de un equipo electrónico que incluye
brújula, giroscopio, cámaras de alta resolución, altímetro,
sensores, sistema de comunicación en tiempo real, y pueden
funcionar mediante control remoto o de forma autónoma.
La agricultura es uno de los sectores en los que se han
encontrado más usos, incluyendo la agricultura ecológica,
permitiendo que gane en eficiencia.
Si bien los usos son realmente amplios, son muchas
las aplicaciones que buscan una mayor eficiencia para el
logro de una agricultura de precisión que ahorre recursos
gracias a una mejor gestión de enfermedades, uso de agua o
la necesidad de fertilizantes y pesticidas en un lugar concreto.
Con ello se logra hacer un menor uso de estos compuestos
altamente tóxicos, y los mismos drones, por otra parte,
pueden aplicar esos pesticidas y fertilizantes, así como para
el cultivo o para quitar las malas hierbas.

Aliados contra la deforestación


Con este mismo fin, los drones hacen posible una silvicultura
de precisión. El proyecto de Lauren Fletcher, ingeniero de
la Universidad de Oxford, y su equipo pretende diseñar
drones que permitan llevar a cabo siembras masivas de
árboles para acabar con la deforestación.
Igualmente, sirven para medir la contaminación del aire,
monitorizar los bosques, detectar áreas deforestadas, vigilar
las costas y cualquier zona de riesgo que pueda sufrir
desastres naturales o provocados por el ser humano.
Los drones también son muy eficaces para
detectar incendios forestales, determinar el foco del fuego y
ayudar a su extinción lo más pronto posible. Básicamente, las
imágenes captadas durante las 24 horas del día son enviadas
a un centro de control, donde se realiza una supervisión
constante en tiempo real.

Aliados contra la caza furtiva


Los drones también se utilizan para
vigilar reservas naturales a menudo vulneradas por los
cazadores furtivos con el fin de prevenir el ataque o grabarlo
para tomar medidas legales y lograr también un efecto
disuasorio.
Los drones sobrevuelan las distintas zonas y ayudan a
detectar a los cazadores gracias a las cámaras que
incorporan, capaces de hacer fotos y vídeos incluso por la
noche, además de poder detectar la ubicación de los
animales gracias a unas etiquetas que llevan éstos,
conectadas a radios que permiten a los drones
geoposicionarlas en tiempo real.
Actualmente, entre otros usos (los cazadores también los
usan para detectar a las presas), están utilizándose para
intentar detener la terrible matanza que sufren rinocerontes y
elefantes en África, concretamente en parques nacionales de
Namibia.

Imagen del apartado 1


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de Tecnología ecológica.
 ¿Qué se podrá detectar utilizando los drones?
 ¿El Gobierno peruano podrá utilizar los drones para detectar la
contaminación en el aire?

Los drones ya no solo servirán para tomar fotografías panorámicas o filmar en


vivo un partido de fútbol. El proyecto qAIRA (Quality Air Automation) tiene
como objetivo medir la contaminación ambiental utilizando estas herramientas.
Mongabay Latam entrevistó a la ingeniera mecatrónica Mónica Abarca, quien
lidera el equipo científico que entre febrero y marzo usará drones para
monitoreo de la calidad del aire en la ciudad andina de La Oroya y en la región
amazónica de Madre de Dios afectadas por la contaminación de la minería.

Todo comenzó cuando Mónica Abarca estaba desarrollando su proyecto de


investigación de tesis de pregrado en la Pontificia Universidad Católica del
Perú (PUCP) y tenía como asesores al ingeniero aeronaútico Carlos Saito y al
ingeniero electrónico Javier Calvo. Luego se unió al proyecto Javier Calvo
como uno de los primeros financistas.

Abarca vio en los drones “un mayor significado e impacto social en su uso para
medir la calidad del aire. Los drones son más baratos que establecer, como se
hace actualmente, una estación o caseta en un área determinada que cuesta
hasta 300 000 dólares para su implementación, a esto súmale el costo
adicional del mantenimiento anual. Con los drones solo se invierte entre un 20
% a 30 % de ese monto”, dijo a Mongabay Latam la ingeniera mecatrónica,
quien ideo qAIRa.
Mónica Abarca con uno de los drones del proyecto. Foto: qAIRa.

Cuando Abarca presentó su proyecto a la PUCP recibió una financiación inicial,


sin embargo, esta no era suficiente, así que presentó su proyecto a un
programa de emprendimiento localizado en Silicon Valley llamado Singularity
University. Para esto recibió una beca del programa Cienciactiva del Consejo
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) del
Estado peruano. En el centro de innovación, a comienzos del 2016, Mónica
Abarca contó con el apoyo de mentores que le mostraron el potencial de su
proyecto.

Beneficios de los drones

“Actualmente qAIRa tiene cinco drones, entre los modelos de aviones, híbridos
y demás. Pero dos de ellos los estamos usando para fines exclusivamente
ambientales. Uno es un modelo híbrido, es decir tipo avión y multicóptero, esto
le permite ir de arriba hacia abajo de manera uniforme con una cámara
especial, además de una unidad de procesamiento para material molecular.
Por otro lado, está el hexacóptero, que permite reconocer gases en el
ambiente”, explicó Abarca.

Imagen referencial de un dron del tipo hexacóptero. Foto: Pixabay

Los drones, de acuerdo a Abarca, pueden soportar ambientes de hasta 5000


ms.n.m. y pueden volar a una distancia entre 80 y 200 metros del suelo, de
acuerdo al objetivo que se tenga. “Esto conviene porque entre febrero y marzo
de este año vamos a visitar La Oroya, una de las ciudades más contaminadas,
y Madre de Dios, donde se desarrolla la minería ilegal, gracias un fondo de
robótica con fines humanitarios de la institución IEEE (The Institute of Electrical
and Electronics Engineers) del Grupo Sight. Con ambos drones podremos
reconocer la presencia de sustancia nocivas para el sistema respiratorio y
cardíaco del ser humano, como el dióxido de carbono, el ozono, el monóxido
de carbono, el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre, el sulfuro de
hidrógeno y material particulado conocido como polvo”, advirtió.

El objetivo de este primer uso de los drones, afirmó Abarca, es que el Estado
peruano pueda acoger su proyecto y desarrollarlo en todo el Perú.

Modelo de hexacóptero usado por qAIRa. Foto: qAIRa.

Durante el 2016, el exviceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del


Ambiente, Mariano Castro, escuchó acerca del proyecto y pudo conversar con
el equipo sobre el mismo. “El proyecto es interesante y muy bueno, pero
deberían trabajar en el futuro de la mano con el Estado peruano, como con el
Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), porque si bien los
drones son muy útiles, deben ser utilizados de acuerdo a los estándares de
calidad del aire y los límites máximos permisibles ya establecidos por el
Estado. Se debe homologar los protocolos de medición de los drones a los ya
existentes en normas”, manifestó a Mongabay Latam.

Además, señaló que esto es posible porque el Estado peruano ya ha


comenzado a utilizar drones con fines ambientales e incluso arqueológicos. “El
Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) ya
utiliza drones para la vigilancia de áreas protegidas. También otros organismos
del Estado los utilizan para la protección de restos arqueológicos”, agregó
Castro.
Prueba de un dron en la región de Cajamarca. Foto: qAIRa.

Buscan financiamiento

Si bien entre febrero y marzo Abarca y su equipo ejecutarán un primer uso de


los drones en La Oroya y Madre de Dios, necesitan de una mayor financiación
para que el proyecto pueda mantenerse en los lugares un mayor tiempo, y así
tener información más precisa. Además, planean que la iniciativa se replique
en todo el país.

“Estamos buscando inversiones porque salir a medir con los equipos es


costoso, además nos proyectamos a hacer un mapa completo de la
contaminación en el Perú con el uso de drones. Debemos aprovechar esta
época de la irrupción de la tecnología. No esperemos que Lima u otra ciudad
del país deba llegar a los niveles alarmantes de contaminación de aire que
tienen Beijing o Santiago de Chile para recién empezar a trabajar”, apuntó
Abarca.

Solo en Lima, de acuerdo a la ingeniera, existe un aproximado de 10


estaciones de medición de aire. “Somos más de 10 millones de personas en un
territorio de 3000 km2, no puede ser posible que haya tan pocas estaciones de
medición. Si es así en la capital, imagínate en el resto del país. Creo que en
Arequipa solo hay dos y en el norte del Perú dos más”, manifestó Abarca.
Los Drones y el Medio Ambiente
Publicado el 1 8 A G O S T O , 2 0 1 5 D P T O . C O M U N I C A C I Ó N

Los Drones y el Medio Ambiente

Los drones o también denominados vehículos aéreos no tripulados existen de


distintos tipos, tamaños y formas. Aunque primeramente se desarrollaron para
fines militares, hoy en día se vienen utilizando en todo el mundo para la vida civil
en diversas aplicaciones que hasta ahora parecían impensables. Entre todos los
usos cada vez tienen más utilidad para emplearlo en aplicaciones respetuosas con
el Medio Ambiente.

En el presente artículo, comentaremos algunas de las aplicaciones de los drones


en el terreno ambiental, siendo sus posibilidades inmensas también ayudar a
preservar el entorno y pueden contribuir con el objetivo de restaurarlo, dado que
son muy útiles para proteger el medio ambiente de mil maneras y, desde un
enfoque más amplio, puede afirmarse que tienen un gran potencial para ayudar a
salvar el planeta, destacando los siguientes usos o aplicaciones:

– Vigilancia de reservas naturales.

Los drones se pueden emplean para vigilar reservas naturales, sobrevolando las
distintas zonas o parajes naturales sin afectar a la fauna del lugar y detectando y
ahuyentando a los cazadores furtivos que a menudo vulneran las zonas
protegidas. Estos drones llevan incorporadas unas cámaras especiales que
permiten realizar las grabaciones de video y la toma de fotografías tanto de día
como de noche, para poder tomar las medidas legales oportunas.

Además, estos drones pueden disponer de dispositivos para conectarse a


diferentes radios para poder localizar y geo posicionar la ubicación exacta de los
animales en tiempo real, gracias a que a los animales previamente se les ha
colocado unas etiquetas identificativas, lo que permite también realizar el
monitoreo de las diversas especies existentes en la reserva.

– Preservar la biodiversidad y el Medio Ambiente

He incluso el uso de drones puede ayudar a preservar la biodiversidad ayudando a


la localización de especies amenazadas animales o vegetales, identificando sus
lugares de reproducción, monitorizando su actividad, siendo idóneos para facilitar
información ambiental de interés sobre la fauna y la flora de la zona analizada, sus
recursos naturales y las diferentes características de los ecosistemas.

Del mismo modo, son eficaces también para monitorizar la actividad volcánica o
incluso los incendios forestales, mediante herramientas de tecnología de
vanguardia. Cuentan con equipos electrónicos que incluye brújula, giroscopio,
cámaras de alta resolución, altímetro, sensores, sistema de comunicación en
tiempo real, que pueden funcionar mediante control remoto o de forma autónoma,
proporcionando datos en tiempo real.

Igualmente, pueden emplearse drones para medir la contaminación del aire,


monitorizar los bosques, detectar áreas deforestadas, vigilar las costas y cualquier
zona de riesgo que pueda sufrir desastres naturales o provocados por el ser
humano

Los drones también son muy eficaces para detectar incendios forestales,
determinar el foco del fuego y ayudar a su extinción lo más pronto posible, o
incluso obtener más información sobre la evolución en caso de incendio.
Básicamente, las imágenes captadas durante las 24 horas del día son enviadas a
un centro de control, donde se realiza una supervisión constante en tiempo real.

– Siembra masiva de árboles contra la deforestación.


Dado que la reducción en la masa forestal es una de las causas del cambio
climático y de la creciente desertización en todo el mundo, la solución más factible
pasa por realizar grandes plantaciones de árboles para evitar la deforestación. Y
esta tarea puede ser realizada mediante el empleo de los drones que pueden
realizar la silvicultura de precisión.

Un ejemplo de ello, es el proyecto de Lauren Fletcher, ingeniero de la Universidad


de Oxford y antiguo ingeniero de la NASA, que junto a un equipo multidisciplinar
se encuentra diseñando drones que permitan llevar a cabo siembras masivas de
árboles para acabar con la deforestación. Y pretenden con la ayuda de esas
pequeñas aeronaves no tripuladas, capaces de volar de forma autónoma plantar
mil millones de árboles cada año en las zonas áridas, y combatir de este modo o
al menos en parte, problemas relacionados con la deforestación, el aumento de
los niveles de CO2 en la atmósfera, el aumento de las temperaturas promedio o
incluso la creciente desertización.

La idea de este proyecto conocido como “la Misisón Seedbomb”, consiste en


emplear los drones de forma similar a la propuesta de utilizar bombas de racimo
para realizar una siembra de plantas en terrenos áridos, donde la vegetación
natural ha desaparecido debido a la actividad del hombre como la deforestación,
que supone de desertización del terreno. Mediante el empleo de cápsulas de
semillas, donde cada cápsula de plástico biodegradable que contienen en su
interior un suelo artificial cultivado con semillas, las cuales son lanzadas desde el
aire en las regiones seleccionadas, al caer permanecen germinando en su interior,
actuando la cápsula primeramente como un pequeño invernadero donde la semilla
crece protegida, hasta que la cápsula comienza a degradarse sin contaminar el
entorno y desaparecer por completo, dejando que el crecimiento del cultivo siga su
curso natural.

En este caso los drones irían igualmente provistos de pequeñas cápsulas con
semillas pregerminadas que irían diseminando mientras sobrevuelan de forma
autónoma zonas determinadas sobre el mapa. Todo el proceso puede realizarse
sin recurrir a mano de obra humana. Las semillas pregerminadas van
encapsuladas en un gel con nutrientes que favorecen su cultivo y algunas de ellas
acabarán convirtiéndose en árboles.

Igualmente, pueden emplearse drones para detectar áreas deforestadas, vigilar


cualquier zona de riesgo que pueda sufrir desastres naturales o provocados por el
ser humano.

– Cartografía de árboles

Los drones pueden emplearse para la realización de cartografías de los árboles,


siendo una alternativa más eficiente a las medidas laboriosas que actualmente se
emplean, dado que mediante el uso del dron, es posible cartografiar una
plantación con cientos de árboles de manera precisa y en poco tiempo. Los mapas
generados, además de proporcionar información detallada del tamaño y desarrollo
de cada árbol, permiten estudiar sus relaciones geo-espaciales con factores
agronómicos de su entorno, como las propiedades del suelo o la presencia de
malas hierbas.

Un ejemplo de ello es el trabajo que vienen desarrollando los Investigadores del


Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se encuentran
inmersos en un proyecto para proyectar cada árbol en 3D con una exactitud de un
97%, siendo las desviaciones con los datos de altura y volumen estimados en
campo son mínimas. El método consiste en generan modelos digitales de
superficie mediante la toma de datos geométricos en 3D (área, altura y volumen),
empleando drones que sobrevuelan la zona de estudio y realizan filmaciones y
fotografías aéreas de los árboles en cultivos leñosos para posteriormente aplicar
técnicas de análisis de imagen basadas en objetos. Los detalles del procedimiento
han sido publicados en la revista PLOS ONE.

– En la agricultura de precisión

Si bien los usos de los drones son realmente amplios para la conservación del
medio ambiente, son muchas las aplicaciones que buscan una mayor eficiencia
para el logro de una agricultura de precisión que ahorre recursos gracias a una
mejor gestión de enfermedades, uso de agua o la necesidad de fertilizantes y
pesticidas en un lugar concreto.

El análisis conjunto de esta información permite diseñar estrategias óptimas de


manejo del cultivo en el contexto de la agricultura precisión, lo que genera
importantes beneficios económicos y agroambientales. Dado que con ello se logra
hacer un menor uso de estos compuestos altamente tóxicos, y los mismos drones,
por otra parte, pueden aplicar esos pesticidas y fertilizantes, así como para el
cultivo o para quitar las malas hierbas.

Entrada: Los Drones y el Medio Ambiente

Historia de los drones

Desde el siglo XIX hasta el 2016: evolución y surgimiento del drone moderno

No nos despertamos ayer en este nuevo mundo presa de


los drones o aeronaves pilotadas de forma remota. Hay una serie de hechos históricos
y figuras relevantes que poco a poco han ido dando forma a lo que hoy conocemos
como una nueva forma letal de matar a distancia y que además ha originado el
crecimiento del drone o UAV como una tecnología potente a desarrollar también en el
sector civil.
La idea del avión no tripulado es antigua. A pesar de que a menudo asociamos
los drones con los robots militares de hoy, los aviones no tripulados, de una forma u
otra, se han utilizado durante décadas. Uno de los primeros usos registrados fue por
los austriacos en julio de 1849 después de que se pusieran en marcha alrededor de
doscientos globos aerostáticos no tripulados montados con bombas en la ciudad de
Venecia. Menos de dos décadas después de la Guerra Civil en EE.UU, fuerzas de la
Confederación y de la Unión volaban globos para misiones de reconocimiento. En
1896 Samuel P. Langley desarrolló una serie de aerónaves a vapor, aviones sin
piloto que fueron trasladados con éxito a lo largo del río Potomac, cerca
de Washington DC. La práctica de la vigilancia aérea más tarde surgió en la Guerra
Hispano-Americana de 1898, cuando los militares de EE.UU. equiparon una cámara a
una cometa, dando lugar a una de las primeras fotografías de reconocimiento
aéreo.

“En 1849 se le atribuye al ejército austriaco la utilización de 200 globos


aerostáticos no tripulados que se cargaron de bombas sobre la ciudad italiana
de Venecia, uno de los primeros antecedentes del uso de aeronaves no
tripuladas“
En la Primera Guerra Mundial, se utilizó ampliamente la vigilancia aérea. Los
militares utilizaban estas cometas para obtener fotografías aéreas y seguir los
movimientos del enemigo formando mapas de situación. Así, este sería uno de los
pasos en la evolución de los aviones no tripulados en Estados Unidos, proceso al que
se suman otras cuatro fases posteriores que son las siguientes.

En primer lugar, el precursor del drone se utilizó como blanco de práctica para las
fuerzas militares de principios del siglo XX. En segundo lugar, en el período
de entreguerras y en la Segunda Guerra Mundial, el avión no tripulado fue diseñado
para ser como una especie de bomba volante que podría ser enviado tras las líneas
enemigas. En tercer lugar, durante la Guerra Fría, el avión no tripulado fue visto
como una plataforma de vigilancia viable capaz de capturar datos de inteligencia en
áreas de difícil acceso. En cuarto lugar, el drone, en la guerra contra el terrorismo, se
ha convertido en un arma que fusiona la capacidad de vigilancia y la de matar,
convirtiéndose en un “depredador”.

En cualquier caso, las aeronaves no tripuladas no hubieran sido posibles sin grandes
avances tecnológicos como la radio. Antes, llegaría el telégrafo, comienzo de la
revolución en el campo de las telecomunicaciones. En 1858, el primer telégrafo
trasatlántico se completó, marcando una etapa clave en las comunicaciones. El primer
mensaje oficial se lanzó el 16 de agosto de 1858 y decía: “Europa y América están
unidos por la comunicación telegráfica. Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y
buena voluntad para los hombres“. El planeta se había convertido de repente en más
pequeño. Sin embargo, el cable submarino era frágil y lento, y la comunicación se
ceñía a los límites físicos del terreno y la distancia del cable. La radio, sin embargo,
podía viajar a través de la atmósfera. El espectro electromagnético ofreció una
liberación total para el intercambio en las comunicaciones humanas.

“Nikola Tesla sacó a relucir en un estanque en Nueva York en 1898 algo que
cambiaría el rumbo del mundo y que revolucionaría además el futuro del guiado
de objetos: el radio control”
Nikola Tesla demostró por primera vez el mando a distancia o radio control de
un vehículo al final del siglo XIX. En un estanque en el Madison Square Garden de
Nueva York en 1898, el inventor y showman controlaba a distancia un barco con una
señal de radio. Esta fue la primera aplicación de ondas de radio en la historia, lo que
significa que la patente de Tesla Nº 613.809 fue la cuna de la robótica moderna. En
esa masa de agua flotaba un enorme posible avance militar.

Nikola Tesla (1856-1943)

En 1916, la idea de las armas guiadas de forma remota despertó el interés del
capitán Archibald M. Low, de la Royal Flying Corps en el Reino Unido que supervisó
la construcción de una serie de aviones dirigidos por control remoto que fueron
equipados con explosivos.

Durante la Primera Guerra Mundial el inventor del giroscopio, Elmer Ambrose


Sperry, desarrolló una plataforma de aeronaves sin piloto con un dispositivo para
lanzar torpedos con una catapulta. Una publicación del New York Times de 1926
apunta a que estas aeronaves eran guiadas con gran precisión y que después de una
distancia predeterminada giraban y volaban hacia abajo en vertical, con una carga tal
de TNT capaces de volar una población entera. El programa quedó extinto al acabar
la guerra en 1918 y de hecho también hay reportes de que eran habituales los fallos
técnicos y eran numerosos los accidentes con estos prototipos.
El avión automático Hewitt-Sperry

La “Hewitt Sperry” o “bomba volante fue capaz de volar 50 millas cargada con una
bomba de 300 libras de peso. Aún así, es importante destacar que este avión no
tripulado se mejoró inequívocamente con la adición de la
tecnología giroscópica de Sperry. El éxito de este proyecto llevó el Ejército EE.UU a
poner en marcha un segundo proyecto, el Kettering torpedo aéreo “Bug“, desarrollado
por la empresa Dayton-Wright Airplane Company. El “insecto” fue esencialmente un
torpedo aéreo, sin piloto y guiado por los controles preestablecidos. En Alemania, un
proyecto similar estaba siendo iniciado por el Dr. Wilhelm von Siemens entre 1915 y
1918. El Siemens Torpedo Planeador era un misil que se valía de un Zeppelin y luego
se guiaba hacia su objetivo por radio. La bomba volante, el Bug y el Torpedo
Planeador eran todos primeros precursores de los misiles de crucero
contemporáneos.

El modelo alemán Siemens Torpedo Planeador


A lo largo de la década de 1920, se utilizaron varios buques controlados de forma
remota para la formación de unidades de artillería. La década de 1930 vivió una
oleada de interés militar en vehículos controlados a distancia, entre los cuales surgió
la segunda generación “Bug“.

Durante la Segunda Guerra Mundial el asunto se trató de forma diferente. La Marina


estadounidense lanzó un nuevo programa, llamado Operación Anvil, para
identificar bunkers alemanes usando bombarderos re-adaptados para tolerar una
capacidad doble con explosivos y siendo guiados por control remoto para estrellarse
con los nazis en Alemania y partes de Francia controladas por Hitler. La tecnología
por control remoto estaba muy limitada, incluyendo dispositivos de radio conectados a
un motor, con lo que los pilotos tenían que guiar el artefacto a una altura determinada
para luego tirarse en paracaídas. En la práctica, el programa fue un desastre, muchas
aeronaves se estrellaban o peor. El hermano mayor de John Fitzgerald
Kennedy, Joseph, fue uno de los primeros pilotos del programa y murió en Agosto de
1944 cuando un”prototipo de drone” que él pilotaba explotó repentinamente cerca de
Suffolk, Inglaterra.

Joseph Kennedy Jr

La ironía de la particular misión del hermano de JFKradica en que ésta, era


bombardear un sitio nazi dónde los científicos alemanes desarrollaban un sistema de
explosivos remoto, siendo el primer programa militar de misiles. De hecho, los
alemanes empezaron el programa de misiles debido a las dificultades de las
aeronaves sin piloto controladas remotamente. Después de la guerra EE.UU y Rusia
se sumarían a la fiebre de los misiles.

Pero antes de eso, a mediados de la década de 1940 asistimos al desarrollo del GB-1
Glide sistema de bombardeo aéreo ideado para eludir las defensas aéreas alemanas.
Era un planeador viable equipado con una bomba estándar de 1.000 o 2.000 libras de
peso. Hecho de madera contrachapada con las alas, timones, y controlado por radio,
eran guiados hacia líneas enemigas. En 1943, ciento ocho GB-1 fueron lanzados
sobre Colonia, causando graves daños. Más adelante en la misma guerra vino el GB-
4, o el “Robin“, que fue la primera “arma guiada retransmitida por la televisión“.
Aunque potencialmente revolucionario, la imagen desvelaba que sólo podía funcionar
en las mejores condiciones atmosféricas.

Avión bomba GB-1 Glide

“La pérdida de 40.000 aviones y 80.000 personas de tripulación durante la


Segunda Guerra Mundial fueron motivos que hicieron centrar el interés en
conformar una fuerza aérea robótica en Estados Unidos, una cuestión financiera
y humana que había que resolver”
A finales de 1946 un programa de la Fuerza Aérea de EE.UU. fue aprobado para
desarrollar tres tipos de aviones no tripulados para su uso como objetivos de
formación. De los tres, el que se lanzaba desde el aire, el modelo Q-2, fue el más
importante, convirtiéndose en el padre de una clase de aviones “diana” construidos
por la Compañía Aeronáutica Ryan. El “Firebee” se probó por primera vez en 1951 en
la base aérea de Holloman. Este modelo podía mantenerse en vuelo durante dos
horas y fue capaz de alcanzar alturas de hasta 60.000 pies.
El famoso Firebee de la compañía Ryan

El desarrollo de los drones se colapso durante décadas debido a la poca necesidad


que había de ellos como consecuencia del éxito y los desarrollos en el campo de los
misiles. A mediados de los 50 el ejército de los Estados Unidos desarrolló un tipo de
misil de largo alcance con un sistema de guiado preciso, algo más parecido a una
pequeña aeronave.

La guerra de Vietnam sin duda fue muy importante en esta carrera histórica de
los drones para ser lo que son hoy en día. El conflicto dio a luz el programa más
sofisticado de vigilancia con aviones no tripulados en la historia de la aviación. Por
otra parte, la guerra de Vietnam fue la primera “guerra tecnológica” de la historia: una
guerra llevada a cabo de acuerdo con principios técnicos, modelos estadísticos y
sistemas electrónicos. De particular importancia fue el aumento en el campo de
batalla de los dispositivos electrónicos. Durante la década de 1960 el Departamento
de Defensa de los EE.UU. comenzó a automatizar e informatizar el campo de batalla
con sensores remotos y superordenadores para escuchar los movimientos del
enemigo o manejar aviones no tripulados Firebee a través de los cielos de la selva
vietnamita.

Es difícil apreciar lo rápido que avanza la tecnología militar durante la Guerra Fría. En
1960, Gary Powers fue derribado sobre la Unión Soviética, mientras que pilotaba un
avión espía U-2. La administración de Eisenhower revolvió cielo y tierra para
mejorar su programa de aeronaves no tripuladas. En el mismo año, la empresa Ryan
Aeronautic Company propuso una versión de su avión no tripulado llamado “carro
rojo” como un vehículo de reconocimiento. En 1962, Ryan obtuvo fondos para
desarrollar el “Gran Safari” de la Fuerza Aérea, siendo el primer avión no tripulado de
vigilancia. Los Firebees de propulsión a chorro pasaron por varios cambios de modelo
y denominaciones militares: “Ryan 147“, “AQM-34” y “Luciérnaga” fueron lanzados
desde las alas de un avión Lockheed CC-130 Hércules, que actuaba como una nave
nodriza de coordinación para todo su enjambre de aviones no tripulados.
Estos volaban rutas preprogramadas y también podían ser controlados por
operadores de radio a bordo del Hércules. Después de realizar su misión de vigilancia
los “insectos” despliegan sus paracaídas y son recuperados por helicópteros
posteriormente.

Aeronave icónica en la guerra del Vietnam

En mayo de 1964, EE.UU comenzó a considerar el envío de aviones no tripulados


para reemplazar sus U-2 en misiones de espionaje sobre Cuba. “Luciérnagas”
operados por EE.UU fueron posteriormente utilizados para vigilancia en las
denominadas “zonas sensibles”, escenarios protagonistas de la Guerra Fría: entre
ellos Cuba, Corea del Norte y la República Popular de China. En noviembre de 1964,
el Washington Post informó que China afirmaba haber derribado un avión de
reconocimiento estadounidense sin piloto. El ejército de Estados Unidos mantuvo
silencio sobre estos hechos, al igual que haría décadas más tarde después de que los
iraníes capturaran un avión avanzado de la CIA.

Durante la guerra de Vietnam, los Lightning Bugs se utilizaron asiduamente sobre


Vietnam del Norte después de que terminara la operación Rolling Thunder en 1968
(intento del presidente Lyndon B. Johnson por terminar con la industria y
comunicaciones en el norte del país y detener los suministros al Vietcong y los
continuos envíos de tropas del enemigo). El “campo de batalla electrónico” de la
guerra de Vietnam es fundamental para entender el desarrollo del avión de guerra no
tripulado contemporáneo, el drone, precursor a su vez de los modelos para uso civil.

Entre 1964 y 1975, estos Lightning Bugs realizaron más de 3.500 misiones de
combate en Vietnam. Y fueron desde luego bastante caros. En 1969 las operaciones
con aviones no tripulados a baja altura estaban costando 250 millones de dólares al
año. En 1972 aviones teledirigidos de vigilancia fueron equipados con tecnología
LORAN (Long Range Navigation o navegación de largo alcance) que mejoraron
drásticamente la capacidad operacional de estas aeronaves no tripuladas gracias a un
sistema de ayuda a la navegación electrónico que utiliza el intervalo transcurrido entre
la recepción de señales de radio transmitidas desde tres o más transmisores para
determinar la posición del receptor (algo parecido a la triangulación que utilizan los
GPS de hoy en día).

En Vietnam, aviones no tripulados “luciérnagas” se utilizaron extensamente y para


gran variedad de misiones. Entre 1964 y 1975, más de 1.000 Lightning
Bugs realizaron más de 34.000 misiones de vigilancia en todo el sudeste de Asia. De
hecho, muchas de las fotografías aéreas de Vietnam del Norte que aparecieron en la
prensa estadounidense fueron tomadas por estos aviones no tripulados. Los gestores
de la guerra no estaban dispuestos a renunciar a la aeronáutica controlada
remotamente: miles de pilotos estadounidenses habían muerto y miles de aviones
habían sido destruidos. A medida que la guerra de Vietnam llegaba a su fin, los robots
se estaban preparando.

De hecho, además, la CIA desarrolló otros aviones durante la Guerra Fría. Estos otros
prototipos fueron creados en colaboración con la Douglas Aircraft Company en la
década de 1960 y se probaron en el Área 51, a pesar de que se presentaron a
principios de 1970.

Estos fueron de algún modo pre-drones, versiones en miniatura de lo que el ejército


había pretendido conseguir desde ni más ni menos que 1917. Ya entonces (años 60-
70) tenían sistemas de guiado, podían llevar cámaras e incluso algunos podían
modificar la ruta en pleno vuelo; lo que no podían hacer es tener un comportamiento
no predeterminado ni mucho menos volver a base. En los siguientes años los
ingenieros de las fuerzas armadas siguieron trabajando en aeronaves no tripuladas,
para uso mayoritariamente de vigilancia, que no requerían un complejo sistema de
maniobras y requerían técnicas de guiado menos precisas.
Modelo Aquila RPV-drone

En 1970 se decidió que era el momento oportuno para los vehículos teledirigidos
(RPVs). La Fuerza Aérea puso en marcha un programa para aumentar las
capacidades de alcance y de vigilancia electrónica de las RPV. El programa consistió
en la financiación de las compañías Boeing y Ryan para desarrollar aviones no
tripulados resistentes que volaran a gran altitud. Estos prototipos fueron los más
ambiciosos aviones teledirigidos de vigilancia no tripulados en la historia de la Fuerza
Aérea, capaces de volar más de 24 horas, siendo pilotados desde el suelo. Al mismo
tiempo que los aviones no tripulados, se desarrollaron una serie de “mini-RPV” como
los prototipos Praeire, que eran capaces de llevar láser y cámaras de video. Además
de aviones no tripulados de vigilancia, la Fuerza Aérea comenzó a experimentar
con Firebees armados.

La década de 1970 se definió a este respecto por una mezcla de inquietud,


escepticismo y la especulación sobre el futuro y la confianza en las aeronaves sin
piloto. Parte de la inquietud provenía desde el día en que un piloto humano fue
“derrotado” por un avión no tripulado. En 1971, un funcionario de Ryan desafió a John
Smith, entonces comandante de la prestigiosa unidad “Top Gun” a volar contra un
avión no tripulado. El F-4 Phantom (interceptor y cazabombardero supersónico,
biplaza, bimotor y de largo alcance) y su piloto no podían seguir el ritmo de los giros y
vueltas inhumanas del avión robot. La década de 1980 vio como el testigo en el
desarrollo de las aeronaves no tripuladas pasaba a Israel, siendo pioneros en su
utilización contra las fuerzas sirias, lo que llevó a formar la primera
corporación UAV conjunta. Casi todas las piezas estaban en su lugar para el inicio del
reinado del Predator. excepto, por supuesto, el Predator. Se necesitarían décadas
antes de la siguiente fase.

“Durante los años 80 se consolida la tecnología UAV como algo


tecnológicamente fiable y que potencialmente ya podía rendir más que un avión
tripulado, como puso de manifiesto el enfrentamiento hombre-máquina entre el
piloto de la unidad de élite Top Gun, John Smith, y su F-4 Phantom contra un
avión no tripulado”
Solo fue con el profundo desarrollo en computación y sistemas de control electrónico
durante los años 80 y 90 que los drones del presente fueron tomando forma. Y no
sería hasta finales de los 90 que las fuerzas aéreas americanas comenzaron a tratar
los aspectos técnicos que llevaron a dotar a estos de drones de misiles.

Si bien los avances en aviones no tripulados fueron impulsados por las exigencias de
la inteligencia cartográfica, estos objetos no tripulados estaban muy ligados a una
serie de objetos legales que permitieron su despliegue. En otras palabras, la relación
entre la tecnología y la ley es extremadamente importante en el trazado de la
escalada del avión no tripulado Predator; ambos elementos van de la mano en la
adquisición de conocimiento geográfico y vigilancia, consecución de objetivos, y en
última instancia la toma de decisiones sobre la eliminación de objetivos. Esta relación
entre tecnología y ley se materializa en dos figuras que alimentaron los motores del
imperio del Predator: un ingeniero israelí de nombre Abraham E. Karem y
un yihadista saudí llamado Osama bin Laden.
Vista FPV simulada

Y llegamos a la historia contemporánea de los drones, marcada sin duda por un


hecho acontecido hace ya catorce años, concretamente en Febrero de 2oo2, que es
cuando la CIA usara por primera vez el drone Predator para eliminar un objetivo de
inteligencia. La acción fue llevada a cabo en Afganistán, cerca de la ciudad de Khost.
El objetivo en cuestión era Osama Bin Laden, al menos eso pensaba la CIA. Donald
Rumsfeld(secretario de Defensa durante el gobierno Bush) después argumentó el
uso del misil Hellfire, como una decisión bien tomada. El incidente sucedió durante un
breve periodo en el que el ejército, que asistía en el programa de drones de
la CIA prestando operadores de servicio, desconocía la existencia del propio
programa. Durante días de ataques, periodistas en el terreno no paraban de recabar
testimonios de afganos que decían que los muertos eran civiles que se dedicaban a
recoger chatarra. El Pentágono empezó a estar en el ojo informativo y así es como
comenzó la larga década del drone.

La CIA había empezado a volar con drones en Afganistán desde el año 2000. Fue
sólo desde los atentados del 11-S que empezarían los vuelos de drones armados.
Algunos fueron usados a finales del 2001 contra los talibanes, pero no sería hasta el
2002 que se usaran sin ser un apoyo explícito al ejército. El ataque de Febrero de
2002 fue una operación para matar de la CIA, sin tener que ver con ninguna
operación militar en curso. Parece que todo el hecho de cambiar drones de vigilancia
por drones con armas es que anteriormente al ataque de Febrero de 2002, dos
operadores de drones dijeron haber identificado un objetivo, un hombre alto, que se
pensó podría ser Osama Bin Laden. Fue por este motivo que se legitimó el uso
de drones armados y tras el primer ataque selectivo fallido con drone, se siguió
argumentando como una necesidad que podía salvar vidas americanas.
Este argumento se respaldó afirmando que Zhawar Kili, el sitio objeto del bombardeo,
era un conocido complejo de muyahidines, al que se sospechaba podían haberse
trasladado Bin Laden e integrantes de Al Qaeda después de la batalla de Tora Bora.
Cosa que después se comprobó era improbable ya que la fortaleza era un punto
vulnerable para defenderse y según los afganos del lugar las bajas fueron civiles y no
combatientes.

Pero muy anteriormente a esto, sabemos que la CIA sólo comenzaría a involucrarse
en la tarea de armar drones tras los ataques del 11-S. Aunque la agencia había sido
autorizada a colaborar con el ejército en operaciones militares antes de los ataques,
los parámetros legales que establecían estas facultades de la CIAseguían siendo algo
turbias. Había preguntas sobre quién disparaba el gatillo y bajo qué condiciones. Los
asesinatos selectivos eran ilegales por orden presidencial y no estaba claro cuando
la CIA tenía permiso para usar fuerza letal o bajo qué circunstancias.

Los problemas judiciales que existían allá por 2001, una década más tarde, se
quedaron obsoletos y la CIAtrabaja mano a mano con el ejército lanzando ataques
con drone desde Pakistán a Somalia. Desde entonces hay menos polémicas salvo por
académicos o activistas que denuncian que la CIA no es fiable en sus objetivos al
100%, y que los errores en los asesinatos selectivos con drone parecen no ser una
excepción.

¿Qué es entonces lo que importa sobre el uso de drones por parte de la


CIA? Los drones armados son sólo un instrumento más de la CIA y parece que la
identidad de los operadores, ya sean militares o de inteligencia, importa poco a las
víctimas golpeadas por los misiles Hellfire. Por tanto ¿qué es aquello que llama la
atención a víctimas, insurgentes, periodistas o abogados sobre el uso de
drones armados? ¿Porqué nos interesan, fascinan o molestan?

Quizás sea su propio nombre amenazante, Predator, que sugiere que este enemigo
además de no ser humano no tiene piedad, y cuya misión no es el combate sino la
caza y destrucción selectiva. Parece que nada es casualidad ni siquiera el nombre
con el que se conocía el software desarrollado para determinar el numero de bajas de
víctimas civiles en los ataques, conocido como “Bug Splat o ruido de insectos” o la
carga de pago con la que se dotaban estos drones, de nombre Hellfire (los misiles).

MQ 9 Reaper Drone

Pero el tema está en como matan los drones. Su característica es que se usan
principalmente para identificar y eliminar personas individuales, no sitios o fuerzas
militares enemigas como tal. A diferencia de un misil que se decide lanzar sobre un
objetivo con anterioridad, el Predator busca con precisión y elimina, y digamos que el
ejecutor no está presente de forma física, siendo el drone el que perpetra la acción y
no un agente de la CIA.

Esta característica física que separa los objetivos a eliminar, de los agentes de la CIA
sentados en Langley, es una característica determinante de los drones. Es la forma
última de matar, un zenith tecnológico que supone el mayor desarrollo en el mundo de
las armas desde el invento de la honda o las flechas hace miles de años. Este
proceso de evolución en las armas llevaría después a la catapulta y luego a la
artillería, alcanzando ésta su máxima expansión con los misiles nucleares
intercontinentales, que aún así son armas de limitado uso táctico y que nunca se han
usado. Los drones tienen ese carácter de poder llevar a cabo misiones de larga
distancia pero con mucha más flexibilidad y capacidad para su uso diario. El resultado
es una violencia ejercida a diario pero en un formato alienado.

Como podemos ver en el siguiente vídeo, la industria del UAV o drone es como se
puede suponer un negocio multi-millonario sobre todo en sitios como Israel, mayor
exportador mundial y que tiene una cartera de más de cincuenta clientes eso sí todos
pertenecientes a sólo dos países; uno de ellos nos podemos imaginar quién es. Israel
además de ser pionero y mayor exportador mundial en la industria, también inunda los
cielos de la vecina franja de Gaza con sus drones, a los cuáles se atribuyen en el
conflicto de 2008-2009 cuarenta y dos ataques con drone y ochenta y siete muertos
sólo en ese periodo.
Obviamente no se le escapa a nadie que una de las ventajas primordiales
del drone es que aísla a la persona que lo opera del riesgo de la operación.
Los drones hacen del trabajo sucio de matar una tarea más sencilla. Existen, y no es
de extrañar, reportes de operadores de drones militares que sufren estrés
postraumático tras ver o analizar las consecuencias de los ataques que llevan acabo,
visionado de muertos…etc. Pero sin duda nada comparables a las estadísticas de los
veteranos de guerra, que sufren la violencia de forma directa y presencial en el campo
de batalla.

Hay en esta materia algunas razonables dudas sobre si esta alienación de los
operadores de drones en la práctica de la violencia es positiva y sobre si estos
ataques con drones suponen un campo de cultivo para crear nuevos enemigos en
aquellos lugares que viven a la sombra de los Predator, algo que no parece nada
descabellado.

Aún así, la pregunta no es si los drones como forma de violencia son peor que otras
armas. Por el contrario, la violencia ejercida por los drones hoy en día es más
selectiva que otras técnicas militares y grupos de derechos humanos reconocen su
capacidad para llevar a cabo misiones más precisas, reduciendo los daños colaterales
y bajas civiles. El tema que preocupa sobre el uso de drones como forma de
violencia es la combinación de varios elementos: la distancia entre el asesino y el
asesinado, su automatización y por encima de todo el mínimo riesgo para el piloto o
para el gobierno. Esto arroja ciertas dudas sobre hacia donde podría evolucionar la
violencia del ser humano.

En este sentido, los drones auguran un futuro muy oscuro. Se han convertido en algo
elemental en la estrategia de seguridad nacional de países como Estados Unidos, que
desde el desierto de Nevada conducen estos asesinatos selectivos con su MQ-1
Predator, que puede alcanzar velocidades de 135 millas por hora. A la CIA se le
atribuyen 3.900 muertes en 422 ataques con drone en Pakistán. Se estima que en
2013 el departamento de defensa de los Estados Unidos tenía 237 Predator y 112
Reaper, todos ellos operados remotamente a lo largo del planeta. A finales de 2015
estos asesinos robotizados se han usado 500 veces matando una cifra estimada de
3.922 personas fuera de los campos de batalla tradicionales.

Y hasta aquí llega nuestro paseo por la historia de las aeronaves no tripuladas
o drones, artefactos que se llevan usando por los ejércitos de los países desde el siglo
XIX, tanto para estrategia e información como para el puro enfrentamiento bélico, y
que tras tanta evolución tecnológica, hoy en día se han convertido en el paradigma
táctico del siglo XXI. Afortunadamente la guerra, aún siendo el motivo de su éxito y
desarrollo, no es el único uso que podemos dar a los drones ya que existen un sin fin
de buenas y positivas aplicaciones para investigación, conservación, salvamento,
infraestructuras, rescate y búsqueda de víctimas entre otras muchas.

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