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proteger la Naturaleza
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Vigilancia ambiental
El uso de drones puede ayudar
a preservar la biodiversidad ayudando a la localización de
especies amenazadas animales o vegetales, identificando
sus lugares de reproducción, pongamos por caso y, en
general, son idóneos para facilitar información ambiental de
interés sobre fauna y flora, recursos naturales y diferentes
características de los ecosistemas.
Del mismo modo, son eficaces para monitorizar la actividad
volcánica y los incendios forestales. Cuentan con
herramientas que proporciona la tecnología
de vanguardia a través de un equipo electrónico que incluye
brújula, giroscopio, cámaras de alta resolución, altímetro,
sensores, sistema de comunicación en tiempo real, y pueden
funcionar mediante control remoto o de forma autónoma.
La agricultura es uno de los sectores en los que se han
encontrado más usos, incluyendo la agricultura ecológica,
permitiendo que gane en eficiencia.
Si bien los usos son realmente amplios, son muchas
las aplicaciones que buscan una mayor eficiencia para el
logro de una agricultura de precisión que ahorre recursos
gracias a una mejor gestión de enfermedades, uso de agua o
la necesidad de fertilizantes y pesticidas en un lugar concreto.
Con ello se logra hacer un menor uso de estos compuestos
altamente tóxicos, y los mismos drones, por otra parte,
pueden aplicar esos pesticidas y fertilizantes, así como para
el cultivo o para quitar las malas hierbas.
Abarca vio en los drones “un mayor significado e impacto social en su uso para
medir la calidad del aire. Los drones son más baratos que establecer, como se
hace actualmente, una estación o caseta en un área determinada que cuesta
hasta 300 000 dólares para su implementación, a esto súmale el costo
adicional del mantenimiento anual. Con los drones solo se invierte entre un 20
% a 30 % de ese monto”, dijo a Mongabay Latam la ingeniera mecatrónica,
quien ideo qAIRa.
Mónica Abarca con uno de los drones del proyecto. Foto: qAIRa.
“Actualmente qAIRa tiene cinco drones, entre los modelos de aviones, híbridos
y demás. Pero dos de ellos los estamos usando para fines exclusivamente
ambientales. Uno es un modelo híbrido, es decir tipo avión y multicóptero, esto
le permite ir de arriba hacia abajo de manera uniforme con una cámara
especial, además de una unidad de procesamiento para material molecular.
Por otro lado, está el hexacóptero, que permite reconocer gases en el
ambiente”, explicó Abarca.
El objetivo de este primer uso de los drones, afirmó Abarca, es que el Estado
peruano pueda acoger su proyecto y desarrollarlo en todo el Perú.
Buscan financiamiento
Los drones se pueden emplean para vigilar reservas naturales, sobrevolando las
distintas zonas o parajes naturales sin afectar a la fauna del lugar y detectando y
ahuyentando a los cazadores furtivos que a menudo vulneran las zonas
protegidas. Estos drones llevan incorporadas unas cámaras especiales que
permiten realizar las grabaciones de video y la toma de fotografías tanto de día
como de noche, para poder tomar las medidas legales oportunas.
Del mismo modo, son eficaces también para monitorizar la actividad volcánica o
incluso los incendios forestales, mediante herramientas de tecnología de
vanguardia. Cuentan con equipos electrónicos que incluye brújula, giroscopio,
cámaras de alta resolución, altímetro, sensores, sistema de comunicación en
tiempo real, que pueden funcionar mediante control remoto o de forma autónoma,
proporcionando datos en tiempo real.
Los drones también son muy eficaces para detectar incendios forestales,
determinar el foco del fuego y ayudar a su extinción lo más pronto posible, o
incluso obtener más información sobre la evolución en caso de incendio.
Básicamente, las imágenes captadas durante las 24 horas del día son enviadas a
un centro de control, donde se realiza una supervisión constante en tiempo real.
En este caso los drones irían igualmente provistos de pequeñas cápsulas con
semillas pregerminadas que irían diseminando mientras sobrevuelan de forma
autónoma zonas determinadas sobre el mapa. Todo el proceso puede realizarse
sin recurrir a mano de obra humana. Las semillas pregerminadas van
encapsuladas en un gel con nutrientes que favorecen su cultivo y algunas de ellas
acabarán convirtiéndose en árboles.
– Cartografía de árboles
– En la agricultura de precisión
Si bien los usos de los drones son realmente amplios para la conservación del
medio ambiente, son muchas las aplicaciones que buscan una mayor eficiencia
para el logro de una agricultura de precisión que ahorre recursos gracias a una
mejor gestión de enfermedades, uso de agua o la necesidad de fertilizantes y
pesticidas en un lugar concreto.
Desde el siglo XIX hasta el 2016: evolución y surgimiento del drone moderno
En primer lugar, el precursor del drone se utilizó como blanco de práctica para las
fuerzas militares de principios del siglo XX. En segundo lugar, en el período
de entreguerras y en la Segunda Guerra Mundial, el avión no tripulado fue diseñado
para ser como una especie de bomba volante que podría ser enviado tras las líneas
enemigas. En tercer lugar, durante la Guerra Fría, el avión no tripulado fue visto
como una plataforma de vigilancia viable capaz de capturar datos de inteligencia en
áreas de difícil acceso. En cuarto lugar, el drone, en la guerra contra el terrorismo, se
ha convertido en un arma que fusiona la capacidad de vigilancia y la de matar,
convirtiéndose en un “depredador”.
En cualquier caso, las aeronaves no tripuladas no hubieran sido posibles sin grandes
avances tecnológicos como la radio. Antes, llegaría el telégrafo, comienzo de la
revolución en el campo de las telecomunicaciones. En 1858, el primer telégrafo
trasatlántico se completó, marcando una etapa clave en las comunicaciones. El primer
mensaje oficial se lanzó el 16 de agosto de 1858 y decía: “Europa y América están
unidos por la comunicación telegráfica. Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y
buena voluntad para los hombres“. El planeta se había convertido de repente en más
pequeño. Sin embargo, el cable submarino era frágil y lento, y la comunicación se
ceñía a los límites físicos del terreno y la distancia del cable. La radio, sin embargo,
podía viajar a través de la atmósfera. El espectro electromagnético ofreció una
liberación total para el intercambio en las comunicaciones humanas.
“Nikola Tesla sacó a relucir en un estanque en Nueva York en 1898 algo que
cambiaría el rumbo del mundo y que revolucionaría además el futuro del guiado
de objetos: el radio control”
Nikola Tesla demostró por primera vez el mando a distancia o radio control de
un vehículo al final del siglo XIX. En un estanque en el Madison Square Garden de
Nueva York en 1898, el inventor y showman controlaba a distancia un barco con una
señal de radio. Esta fue la primera aplicación de ondas de radio en la historia, lo que
significa que la patente de Tesla Nº 613.809 fue la cuna de la robótica moderna. En
esa masa de agua flotaba un enorme posible avance militar.
En 1916, la idea de las armas guiadas de forma remota despertó el interés del
capitán Archibald M. Low, de la Royal Flying Corps en el Reino Unido que supervisó
la construcción de una serie de aviones dirigidos por control remoto que fueron
equipados con explosivos.
La “Hewitt Sperry” o “bomba volante fue capaz de volar 50 millas cargada con una
bomba de 300 libras de peso. Aún así, es importante destacar que este avión no
tripulado se mejoró inequívocamente con la adición de la
tecnología giroscópica de Sperry. El éxito de este proyecto llevó el Ejército EE.UU a
poner en marcha un segundo proyecto, el Kettering torpedo aéreo “Bug“, desarrollado
por la empresa Dayton-Wright Airplane Company. El “insecto” fue esencialmente un
torpedo aéreo, sin piloto y guiado por los controles preestablecidos. En Alemania, un
proyecto similar estaba siendo iniciado por el Dr. Wilhelm von Siemens entre 1915 y
1918. El Siemens Torpedo Planeador era un misil que se valía de un Zeppelin y luego
se guiaba hacia su objetivo por radio. La bomba volante, el Bug y el Torpedo
Planeador eran todos primeros precursores de los misiles de crucero
contemporáneos.
Joseph Kennedy Jr
Pero antes de eso, a mediados de la década de 1940 asistimos al desarrollo del GB-1
Glide sistema de bombardeo aéreo ideado para eludir las defensas aéreas alemanas.
Era un planeador viable equipado con una bomba estándar de 1.000 o 2.000 libras de
peso. Hecho de madera contrachapada con las alas, timones, y controlado por radio,
eran guiados hacia líneas enemigas. En 1943, ciento ocho GB-1 fueron lanzados
sobre Colonia, causando graves daños. Más adelante en la misma guerra vino el GB-
4, o el “Robin“, que fue la primera “arma guiada retransmitida por la televisión“.
Aunque potencialmente revolucionario, la imagen desvelaba que sólo podía funcionar
en las mejores condiciones atmosféricas.
La guerra de Vietnam sin duda fue muy importante en esta carrera histórica de
los drones para ser lo que son hoy en día. El conflicto dio a luz el programa más
sofisticado de vigilancia con aviones no tripulados en la historia de la aviación. Por
otra parte, la guerra de Vietnam fue la primera “guerra tecnológica” de la historia: una
guerra llevada a cabo de acuerdo con principios técnicos, modelos estadísticos y
sistemas electrónicos. De particular importancia fue el aumento en el campo de
batalla de los dispositivos electrónicos. Durante la década de 1960 el Departamento
de Defensa de los EE.UU. comenzó a automatizar e informatizar el campo de batalla
con sensores remotos y superordenadores para escuchar los movimientos del
enemigo o manejar aviones no tripulados Firebee a través de los cielos de la selva
vietnamita.
Es difícil apreciar lo rápido que avanza la tecnología militar durante la Guerra Fría. En
1960, Gary Powers fue derribado sobre la Unión Soviética, mientras que pilotaba un
avión espía U-2. La administración de Eisenhower revolvió cielo y tierra para
mejorar su programa de aeronaves no tripuladas. En el mismo año, la empresa Ryan
Aeronautic Company propuso una versión de su avión no tripulado llamado “carro
rojo” como un vehículo de reconocimiento. En 1962, Ryan obtuvo fondos para
desarrollar el “Gran Safari” de la Fuerza Aérea, siendo el primer avión no tripulado de
vigilancia. Los Firebees de propulsión a chorro pasaron por varios cambios de modelo
y denominaciones militares: “Ryan 147“, “AQM-34” y “Luciérnaga” fueron lanzados
desde las alas de un avión Lockheed CC-130 Hércules, que actuaba como una nave
nodriza de coordinación para todo su enjambre de aviones no tripulados.
Estos volaban rutas preprogramadas y también podían ser controlados por
operadores de radio a bordo del Hércules. Después de realizar su misión de vigilancia
los “insectos” despliegan sus paracaídas y son recuperados por helicópteros
posteriormente.
Entre 1964 y 1975, estos Lightning Bugs realizaron más de 3.500 misiones de
combate en Vietnam. Y fueron desde luego bastante caros. En 1969 las operaciones
con aviones no tripulados a baja altura estaban costando 250 millones de dólares al
año. En 1972 aviones teledirigidos de vigilancia fueron equipados con tecnología
LORAN (Long Range Navigation o navegación de largo alcance) que mejoraron
drásticamente la capacidad operacional de estas aeronaves no tripuladas gracias a un
sistema de ayuda a la navegación electrónico que utiliza el intervalo transcurrido entre
la recepción de señales de radio transmitidas desde tres o más transmisores para
determinar la posición del receptor (algo parecido a la triangulación que utilizan los
GPS de hoy en día).
De hecho, además, la CIA desarrolló otros aviones durante la Guerra Fría. Estos otros
prototipos fueron creados en colaboración con la Douglas Aircraft Company en la
década de 1960 y se probaron en el Área 51, a pesar de que se presentaron a
principios de 1970.
En 1970 se decidió que era el momento oportuno para los vehículos teledirigidos
(RPVs). La Fuerza Aérea puso en marcha un programa para aumentar las
capacidades de alcance y de vigilancia electrónica de las RPV. El programa consistió
en la financiación de las compañías Boeing y Ryan para desarrollar aviones no
tripulados resistentes que volaran a gran altitud. Estos prototipos fueron los más
ambiciosos aviones teledirigidos de vigilancia no tripulados en la historia de la Fuerza
Aérea, capaces de volar más de 24 horas, siendo pilotados desde el suelo. Al mismo
tiempo que los aviones no tripulados, se desarrollaron una serie de “mini-RPV” como
los prototipos Praeire, que eran capaces de llevar láser y cámaras de video. Además
de aviones no tripulados de vigilancia, la Fuerza Aérea comenzó a experimentar
con Firebees armados.
Si bien los avances en aviones no tripulados fueron impulsados por las exigencias de
la inteligencia cartográfica, estos objetos no tripulados estaban muy ligados a una
serie de objetos legales que permitieron su despliegue. En otras palabras, la relación
entre la tecnología y la ley es extremadamente importante en el trazado de la
escalada del avión no tripulado Predator; ambos elementos van de la mano en la
adquisición de conocimiento geográfico y vigilancia, consecución de objetivos, y en
última instancia la toma de decisiones sobre la eliminación de objetivos. Esta relación
entre tecnología y ley se materializa en dos figuras que alimentaron los motores del
imperio del Predator: un ingeniero israelí de nombre Abraham E. Karem y
un yihadista saudí llamado Osama bin Laden.
Vista FPV simulada
La CIA había empezado a volar con drones en Afganistán desde el año 2000. Fue
sólo desde los atentados del 11-S que empezarían los vuelos de drones armados.
Algunos fueron usados a finales del 2001 contra los talibanes, pero no sería hasta el
2002 que se usaran sin ser un apoyo explícito al ejército. El ataque de Febrero de
2002 fue una operación para matar de la CIA, sin tener que ver con ninguna
operación militar en curso. Parece que todo el hecho de cambiar drones de vigilancia
por drones con armas es que anteriormente al ataque de Febrero de 2002, dos
operadores de drones dijeron haber identificado un objetivo, un hombre alto, que se
pensó podría ser Osama Bin Laden. Fue por este motivo que se legitimó el uso
de drones armados y tras el primer ataque selectivo fallido con drone, se siguió
argumentando como una necesidad que podía salvar vidas americanas.
Este argumento se respaldó afirmando que Zhawar Kili, el sitio objeto del bombardeo,
era un conocido complejo de muyahidines, al que se sospechaba podían haberse
trasladado Bin Laden e integrantes de Al Qaeda después de la batalla de Tora Bora.
Cosa que después se comprobó era improbable ya que la fortaleza era un punto
vulnerable para defenderse y según los afganos del lugar las bajas fueron civiles y no
combatientes.
Pero muy anteriormente a esto, sabemos que la CIA sólo comenzaría a involucrarse
en la tarea de armar drones tras los ataques del 11-S. Aunque la agencia había sido
autorizada a colaborar con el ejército en operaciones militares antes de los ataques,
los parámetros legales que establecían estas facultades de la CIAseguían siendo algo
turbias. Había preguntas sobre quién disparaba el gatillo y bajo qué condiciones. Los
asesinatos selectivos eran ilegales por orden presidencial y no estaba claro cuando
la CIA tenía permiso para usar fuerza letal o bajo qué circunstancias.
Los problemas judiciales que existían allá por 2001, una década más tarde, se
quedaron obsoletos y la CIAtrabaja mano a mano con el ejército lanzando ataques
con drone desde Pakistán a Somalia. Desde entonces hay menos polémicas salvo por
académicos o activistas que denuncian que la CIA no es fiable en sus objetivos al
100%, y que los errores en los asesinatos selectivos con drone parecen no ser una
excepción.
Quizás sea su propio nombre amenazante, Predator, que sugiere que este enemigo
además de no ser humano no tiene piedad, y cuya misión no es el combate sino la
caza y destrucción selectiva. Parece que nada es casualidad ni siquiera el nombre
con el que se conocía el software desarrollado para determinar el numero de bajas de
víctimas civiles en los ataques, conocido como “Bug Splat o ruido de insectos” o la
carga de pago con la que se dotaban estos drones, de nombre Hellfire (los misiles).
MQ 9 Reaper Drone
Pero el tema está en como matan los drones. Su característica es que se usan
principalmente para identificar y eliminar personas individuales, no sitios o fuerzas
militares enemigas como tal. A diferencia de un misil que se decide lanzar sobre un
objetivo con anterioridad, el Predator busca con precisión y elimina, y digamos que el
ejecutor no está presente de forma física, siendo el drone el que perpetra la acción y
no un agente de la CIA.
Esta característica física que separa los objetivos a eliminar, de los agentes de la CIA
sentados en Langley, es una característica determinante de los drones. Es la forma
última de matar, un zenith tecnológico que supone el mayor desarrollo en el mundo de
las armas desde el invento de la honda o las flechas hace miles de años. Este
proceso de evolución en las armas llevaría después a la catapulta y luego a la
artillería, alcanzando ésta su máxima expansión con los misiles nucleares
intercontinentales, que aún así son armas de limitado uso táctico y que nunca se han
usado. Los drones tienen ese carácter de poder llevar a cabo misiones de larga
distancia pero con mucha más flexibilidad y capacidad para su uso diario. El resultado
es una violencia ejercida a diario pero en un formato alienado.
Como podemos ver en el siguiente vídeo, la industria del UAV o drone es como se
puede suponer un negocio multi-millonario sobre todo en sitios como Israel, mayor
exportador mundial y que tiene una cartera de más de cincuenta clientes eso sí todos
pertenecientes a sólo dos países; uno de ellos nos podemos imaginar quién es. Israel
además de ser pionero y mayor exportador mundial en la industria, también inunda los
cielos de la vecina franja de Gaza con sus drones, a los cuáles se atribuyen en el
conflicto de 2008-2009 cuarenta y dos ataques con drone y ochenta y siete muertos
sólo en ese periodo.
Obviamente no se le escapa a nadie que una de las ventajas primordiales
del drone es que aísla a la persona que lo opera del riesgo de la operación.
Los drones hacen del trabajo sucio de matar una tarea más sencilla. Existen, y no es
de extrañar, reportes de operadores de drones militares que sufren estrés
postraumático tras ver o analizar las consecuencias de los ataques que llevan acabo,
visionado de muertos…etc. Pero sin duda nada comparables a las estadísticas de los
veteranos de guerra, que sufren la violencia de forma directa y presencial en el campo
de batalla.
Hay en esta materia algunas razonables dudas sobre si esta alienación de los
operadores de drones en la práctica de la violencia es positiva y sobre si estos
ataques con drones suponen un campo de cultivo para crear nuevos enemigos en
aquellos lugares que viven a la sombra de los Predator, algo que no parece nada
descabellado.
Aún así, la pregunta no es si los drones como forma de violencia son peor que otras
armas. Por el contrario, la violencia ejercida por los drones hoy en día es más
selectiva que otras técnicas militares y grupos de derechos humanos reconocen su
capacidad para llevar a cabo misiones más precisas, reduciendo los daños colaterales
y bajas civiles. El tema que preocupa sobre el uso de drones como forma de
violencia es la combinación de varios elementos: la distancia entre el asesino y el
asesinado, su automatización y por encima de todo el mínimo riesgo para el piloto o
para el gobierno. Esto arroja ciertas dudas sobre hacia donde podría evolucionar la
violencia del ser humano.
En este sentido, los drones auguran un futuro muy oscuro. Se han convertido en algo
elemental en la estrategia de seguridad nacional de países como Estados Unidos, que
desde el desierto de Nevada conducen estos asesinatos selectivos con su MQ-1
Predator, que puede alcanzar velocidades de 135 millas por hora. A la CIA se le
atribuyen 3.900 muertes en 422 ataques con drone en Pakistán. Se estima que en
2013 el departamento de defensa de los Estados Unidos tenía 237 Predator y 112
Reaper, todos ellos operados remotamente a lo largo del planeta. A finales de 2015
estos asesinos robotizados se han usado 500 veces matando una cifra estimada de
3.922 personas fuera de los campos de batalla tradicionales.
Y hasta aquí llega nuestro paseo por la historia de las aeronaves no tripuladas
o drones, artefactos que se llevan usando por los ejércitos de los países desde el siglo
XIX, tanto para estrategia e información como para el puro enfrentamiento bélico, y
que tras tanta evolución tecnológica, hoy en día se han convertido en el paradigma
táctico del siglo XXI. Afortunadamente la guerra, aún siendo el motivo de su éxito y
desarrollo, no es el único uso que podemos dar a los drones ya que existen un sin fin
de buenas y positivas aplicaciones para investigación, conservación, salvamento,
infraestructuras, rescate y búsqueda de víctimas entre otras muchas.