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Para lograr una correcta alimentación se deben tener en cuenta tres aspectos: cantidad de
alimentos que se ingieren, calidad y distribución diaria.
Cada uno de estos puntos influyen en el rendimiento y en el peso corporal.
Cantidad: debe estar adecuada a la estatura, edad, sexo y actividad física.
Calidad: Se deben ingerir hidratos de carbono provenientes de cereales y pastas y disminuir
el consumo de azúcar y dulces.
Las proteínas deben ser de origen animal, estas se encuentran en huevos, lácteos y carnes.
Es importante que las grasas provengan de los vegetales. Esto ayudará a prevenir problemas
futuros de dislipidemias ( hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia). Además ayudará a
disminuir problemas propios de la edad como el acné. Se debe consumir aceite en forma
cruda (para condimentar) y evitar la ingesta de manteca, grasa y margarina, que a pesar de
provenir del reino vegetal, en su fabricación sufre un proceso que resulta tan dañino como
la grasa animal.
Distribución: Se deben realizar cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda, cena y en
caso de ser necesario, dos colaciones. Este aporte fraccionado y controlado de calorías evita
la ingesta de alimentos de mala calidad que por lo general se produce al estar varias horas
sin comer.
Lácteos:
Los lácteos proporcionan, entre otras cosas, proteínas de buena calidad y calcio.
El calcio es el mineral que conforma los dientes y los huesos, por eso es de suma
importancia en esta etapa de la vida en la que se completa el crecimiento. Además es hasta
los veinte años que el cuerpo forma depósito de este mineral.
Se deben ingerir cantidades adecuadas de leche, yogur y queso y esta ingesta debe ser lejos
de las comidas principales (almuerzo y cena) para lograr un mayor provecho del calcio.
Natalia Rodríguez
Licenciada en Nutrición
Instituto Médico de la Comunidad