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Introducción

Wiliam Faulkner, autor Norteamericano nacido el 25 se setiembre en New


Albany (Mississippi) se destaca, aún en nuestros días, por presentar una narrativa
innovadora que, si bien no rompe completamente con lo precedente, consiste en
una resignificación del contexto.
En el presente trabajo se analiza su narrativa desde la obra ¡Absalón, Absalón!
(1936), con detenimiento en los narradores que utiliza y la temporalidad de los
hechos.
Para la mejor comprensión de los acontecimientos planteados, resulta
relevante destacar algunas particularidades de la vida de autor. Siendo el hijo mayor
de Murry Cuthbert Faulkner y Maud Butler, su crianza fue dentro de una tradicional
familia sureña. A pesar de sus varios intentos, no llega a concluir sus estudios,
primero abandona la enseñanza secundaria para trabajar y luego retornaría pero
también abandona ya en la universidad.
Fue piloto en la Real Fuerza Aérea Británica durante la Primera Guerra
Mundial, tras su retorno a la vida civil se desempeña en trabajos de distinta índole
como: contrabandista, bombero, pintor, cartero, periodista, entre otros.
Luego de un viaje realizado por Europa escribe varias novelas con una
característica en común: todas se desarrollan en un condado ficticio que denomina
Yoknapatawpha (inspirado en el condado de Lafayete, Mississippi)
Con la obra “El sonido y la furia” alcanza su madurez como escritor. Después
de su matrimonio con Estella Oldham se dedica a escribir exhaustivamente en el
pequeño pueblo de Oxford. Entre sus obras más reconocidas se encuentran:
Mientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalón, Absalón! (1936), Los
invictos (1938), Desciende Moisés (1942), La fábula (1954), La Mansión (1959).
Faulkner recibe Premio Nobel de Literatura en 1949. En 1962 fallece en
Byhalia (Mississippi) siendo considerado uno de los mayores innovadores de la
narrativa anglosajona.
En sus obras, el autor plasma la vida y los personajes del sur que él llegó a
conocer desde muy pequeño, motivo por el cual se dice que es un escritor
arraigado en lo local. La perspectiva del Sur que presenta Faulkner, es de una
región apartada del resto de país que no logra el igualamiento que impone la
industrialización, atrasada que poseía más semejanzas con el viejo continente
europeo que con las demás regiones vecinas.
Al igual que el continente europeo, el Sur ha sufrido por diferentes
contratiempos de la historia, en cambio el Norte se mantuvo netamente “americano”
ya que no fue víctima de los mismos avatares. Los habitantes del Sur, por su intenso
sufrimiento y por haber tenido que luchar intensamente por la supervivencia se
convierten en seres experientes y maduros.
La literatura de Faulkner se caracteriza no solo por representar su mundo
particular, su sociedad, su familia sino porque trasciende y adquiere un carácter
universal.
Los narradores de ¡Absalón, Absalón!
Para comenzar a hablar de narradores partimos de la concepción propuesta
por Gennette, quién considera al narrador como la voz enunciativa del discurso
narrativo. En base a esa idea podemos decir que en ¡Absalón, Absalón! se
identifican diversas voces enunciadoras de la narración lo cual constituye un rasgo
propio de la literatura del siglo XX.
En el inicio del primer capítulo el narrador realiza una contextualización,
plasma un ambiente particular en un tiempo determinado, ubicando al lector en un
escenario específico propicio para los acontecimientos que se desarrollarán.
Desde las dos, aproximadamente, hasta la puesta del sol, permanecieron
sentados, aquella sofocante y pesada tarde de setiembre, en lo que la señorita
Coldfield, seguía llamando de “el despacho” por haberlo llamado así su padre: una
habitación cálida, oscura, sin ventilación, cuyas ventanas y celosías continuaban
cerradas desde hacía cuarenta y tres años (¡Absalón, Absalón! Cap I)
La cita anterior abre la novela de Faulkner y de ella se desprenden varias
informaciones. Primero, nos indica un horario y una estación que connotan en
ambiente caluroso, casi asfixiante además de que el propio narrador lo explicite al
usar los adjetivos “sofocante”, “pesada”, “sin ventilación”.
En este ambiente hay dos personajes de los cuales sabemos que una es la
señorita Rosa Coldfield la cual es nombrada en la cita, y el otro será Quentin el cual
se nombra poco después en la narración. En la referencia a estos personajes y este
contexto el narrador se presenta ajeno a esa situación y esto se hace evidente por
ejemplo con la utilización de verbo en tercera persona “permanecieron” de manera
que no se incluye en lo que narra.
Si clasificamos el narrador que se presenta en este párrafo inicial según lo
propuesto por Gennette, podemos decir que es un narrador extradiegético (ya que
narra desde fuera de la diégesis) y heteodiegético (porque narra acontecimientos
que no le suceden a él), por estas razones, de aquí en más siempre que se haga
referencia a este narrador, lo denominaremos narrador externo.
Este narrador, a lo largo de toda la novela, irá dando lugar a las voces de los
demás narradores por lo que se hace presente desde el inicio hasta el final. Es así
que en el capítulo I, presenta a Rosa y Quentin en un tiempo y espacio
determinados donde llevarán a cabo una conversación en la que se inicia la
narración de la vida del personaje Sutpen y el sur.
La historia es contada por partes, según distintos narradores, en distintos
espacios, en distintos momentos. El narrador externo funciona como nexo de la
historia en su totalidad; como en el capítulo lV que relata movimientos de los
personajes-narradores “Compson se movió. Levantándose, Quentin recibió la carta
de sus manos (...)”, o en el capítulo Vl que da lugar a la voz de otro narrador (en el
caso Quentin) “La carta estaba impregnada de aquella tarde de setiembre. Poco
después, Quentin se vio obligado a explicar, a decir: -No, no se trata de una tía ni de
una prima.” une personajes, espacios y tiempos.

(Rosa Coldfield)
La construcción de la trama de Faulkner, se hará por medio de tres
conversaciones fundamentales. Las dos primeras conversaciones se darán en el
cálido clima del Sur de Estados Unidos, la primera serán entre la señorita Rosa
Coldfield y el joven Quentín Compson, la segunda entre Quentín Compson y su
padre Thomas Compson, no obstante, la tercera conversación será en una
habitación fría de la Universidad de Hardvard entre los dos jóvenes Quentín
Compson y su colega de cuarto un canadiense llamado Shreve Mc Cannon.
La primera conversación, evidentemente se desarrolla al inicio de la obra, en
un espacio y en un tiempo determinados. Una tarde de setiembre de 1909, bajo el
“oprobio del calor”, de una habitación en penumbras en la casa de Rosa Coldfield
conversan Quentín Compson y dicha señora.

“Frente a Quintín se hallaba la señorita Coldfield, con su sempiterno traje de luto, que
llevaba desde hacía cuarenta y tres años, aunque nadie sabía si era por su padre, hermana
o no-marido; erecta y rígida, ocupaba una silla de duro asiento, tan alta para ella que sus
piernas, sin llegar al suelo, pendían rectas y verticales como si los huesos de sus tobillos y
pantorrillas estuviesen fundidos en hierro, lo que les daba el aire de rabia impotente que
tienen los pies infantiles”.

Las informaciones que nos brinda este narrador externo, en la primera parte,
son fundamentales para la comprensión de esta trama.
La señorita Rosa Coldfield, es una señora que ha guardado luto por cuarenta
y tres años; los datos que emite el narrador sugieren algo importante “nadie sabía si
era por su padre, hermana o no-marido”, que dicho personaje llevaba el luto. La
alusión a los seres más allegados como padre y hermana, no se destacan tanto
como la expresión “no-marido”, el texto sugiere que hubo alguien en la vida de Rosa
que no llego a ser su marido, por lo que es evidente que la connotación de esta
afirmación infiere de una manera intencionada en el texto, porque anticipa un dato
importante de lo que va a contar dicha personaje.
Es por medio de su declaración y confesión que la señorita Rosa, hará
conocer a los lectores las informaciones que más se acercan a la realidad de los
hechos, debido a que, este personaje narrador, conoció al protagonista de la
historia, el señor Tomas Sutpen. Su narración se realizará desde su perspectiva de
niña, es posible sugerirlo a partir de la descripción que realiza el narrador externo
sobre su posición en la “alta silla” que ocupaba al conversar con el joven Quentín, y
describe sus pies como “pies infantiles” por el hecho de que estos no llegaban al
suelo y sus piernas pendían rectas y verticales dando “el aire de rabia impotente...”
Este sentimiento transmitido por su manera de posicionarse en el espacio, al
efectuar la conversación con el joven, nos remite a la descripción que realiza acerca
del señor Sutpen. Recurre a los recuerdos de su infancia, y lo define como un
demonio, como alguien monstruoso, no lo considera un caballero. “No era un
caballero(...)hasta cuando cabalgaba tenía un aire de arrogancia, un hombre cuyo pasado
era un misterio o no podía ser revelado a nadie (ni siquiera al padre que habría de darle una
hija en matrimonio)”.

Estas descripciones evidencian la subjetividad de su narración, debido a que,


lo cuenta con odio y rencor, desentrañando los hechos que le afectaron a ella. De
manera que se puede considerar que lo hace por venganza, por catarsis. A pesar
de esa subjetividad que la hace ser menos fiable al contar los hechos, es un
narrador potenciado en la historia de Faulkner.
Rosa contará desde su punto de vista, las verdaderas intenciones que tuvo
Sutpen, el protagonista al llegar al condado de Yonapatawapha, y será la primera
mirada que el lector tendrá de este misterioso personaje.

“Buscó la garantía de hombres prestigiosos que lo salvaran de otros forasteros que quizá
llegarían un día a buscarle, y la obtuvo de Jefferson. También necesitó prestigio personal, el
escudo de una mujer virtuosa para hacer inexpugnable su posición cuando llegara el día en
que hasta aquellos mismos que lo acogieron se apartaron de él con desprecio, horror e
indignación”

Al llegar al condado, solo buscaba prestigio, incluso el personal, por eso


decidió encontrar una mujer virtuosa con tal de lograrlo, dicha mujer resultó ser
Elena la hermana de la señorita Rosa. Esta última la define como “pobre(...)ciega
tonta romántica y, más tarde, ciega madre tonta, a quien ya no disculpaban la
juventud ni la falta de experiencia, cuando yacía en su lecho de muerte”.

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