Pese a lo dicho, durante la vigencia de la Ley de Hábeas Corpus y Amparo,
se institucionalizó una corriente jurisprudencial según la cual los jueces ordinarios
del Poder Judicial, en el ejercicio de sus funciones y/o atribuciones judiciales, solo se encontraban vinculados a respetar un número determinado de derechos fundamentales. En concreto, solo aquellos de naturaleza procesal, esto es, la tutela procesal y todos los derechos que lo integran. En este contexto, la última parte del artículo 200.2 de la Constitución Política del Perú, que señalaba que no procede el amparo contra resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular, no debía entenderse en el sentido de que se prohíba la procedencia del “amparo contra resoluciones judiciales”, sino solo que su procedencia no prosperaba si lo que se buscaba era cuestionar mediante este proceso constitucional una resolución judicial emanada de un proceso “regular”. Por este motivo, a contrario sensu, si la resolución judicial emanaba de un proceso “irregular”, sí cabía la procedencia del “amparo contra resolución judicial”. Con todo, la procedencia del “amparo contra resoluciones judiciales” quedaba supeditada a lo que se pudiera entender por el término “regular”, resolviéndose ello en el sentido de entender que un proceso judicial impregnaba el carácter de regular siempre que se haya expedido con respeto del derecho a la tutela procesal. En tanto que, por el contrario, un proceso judicial devenía en “irregular” si la resolución judicial se había expedido al interior de un proceso judicial donde se hubiera vulnerado el mismo derecho, o cualquiera de los derechos procesales que forman parte de él. 27 BERLY JAVIER LÓPEZ FLORES II. El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237 En este nuevo escenario procesal, la existencia y procedibilidad del “amparo contra resolución judicial”, a diferencia del régimen legal anterior, vino pacificada ya con la dación de la Ley Nº 28237, Código Procesal Constitucional, que en su artículo 4 estableció que “el amparo procede respecto de resoluciones judiciales firmes dictadas con manifiesto agravio a la tutela procesal efectiva, que comprende el acceso a la justicia y el debido proceso. Es improcedente cuando el agraviado dejó consentir la resolución que dice afectarlo”. Pacificada la existencia constitucional y legal del “amparo contra resolución judicial”, los debates se suscitaron esta vez en tribunas doctrinarias en las que se analizaron, desde el punto de vista de la política jurisdiccional de un Estado, la conveniencia o no de que por esta vía excepcional se dejen sin efecto o se anulen sentencias judiciales ordinarias que habían adquirido la calidad de cosa juzgada. Tenemos así que, a favor del “amparo contra resolución judicial”, se postuló que los derechos fundamentales, como a la cosa juzgada, no son absolutos sino que admiten límites, restricciones y/o ponderaciones, y que la restricción a la cosa juzgada debía proceder en aras de proteger otro derecho, bien, valor o principio constitucional de igual jerarquía. En este supuesto, un proceso judicial ordinario llevado a cabo con respeto de los derechos fundamentales de las personas, impregnado –claro está– del valor justicia, arremete como un bien o valor susceptible de tutela preferente en contraposición a una cosa juzgada fraudulenta, irregular u obtenida con vulneración de los derechos constitucionales. Asimismo, la búsqueda de la verdad real y procesal en un determinado proceso judicial ordinario, también se presenta como un valor digno de tutela en cuanto que con ella se logrará la paz social en justicia. Otro argumento en favor de la existencia del “amparo contra resolución judicial”, es que generalmente el amparo procede frente a actos expedidos por cualquier tipo de autoridad o funcionario, sin exclusión ni excepción alguna, lo cual ciertamente incluye a las autoridades judiciales en el marco de sus quehaceres judiciales al momento de tramitar procesos judiciales ordinarios. En este contexto, no existen pues actividades, zonas o islas exentas de
control constitucional, y es por ello que las resoluciones judiciales pueden ser