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“Truco” para las razones

trigonométricas de ángulos notables


18 enero, 2016 por Amadeo Artacho
En nuestra aventura de conocimiento que es la escuela, en esa travesía
que hacemos por la senda de las matemáticas, que en ocasiones parece
más un laberinto que un camino, llega un momento en que viajamos por
el… mundo de la geometría.
Primero aparecen las figuras geométricas y aprendemos a distinguir entre
triángulos, cuadrados, rectángulos, rombos y… ¡óvalos! Y además
hacemos dibujos con ellos… la cabeza es un círculo, los brazos y las
piernas son rectángulos, los pies triángulos…
Después aparecen otras figuras como los romboides, los trapecios,
los trapezoides (que son algo así como los que no son nada de todo lo de
antes)… hablamos de polígonos, y hacemos clasificaciones de todos ellos
distinguiendo entre triángulos, cuadriláteros (y dentro de
éstos paralelogramos, trapecios…)… aparecen los polígonos
regulares de más de cuatro lados… y empezamos a
calcular áreas y perímetros de todos ellos.
En fin, que parece que la cosa se va complicando, sobre todo si nos hemos
perdido por el camino.

En ese mundo que se va levantando a nuestro alrededor la figura de


los triángulos toma un papel destacado y, además, decimos que hay
triángulos equiláteros, isósceles, escalenos, y
también acutángulos, obtusángulos y… ¡rectángulos!
Sí… ¡rectángulos! (con exclamación) porque nos van a dar mucho juego.
Buena culpa de ello la tiene la aparición estelar de… ¡El Teorema de
Pitágoras!
Ese que dice que en todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la
hipotenusa (el lado de mayor longitud del triángulo rectángulo, sobre el que
está tumbado el hipopótamo del dibujo) es igual a la suma de los
cuadrados de los catetos (los dos lados menores del triángulo, los que
conforman el ángulo recto).
c 2 = a2 + b2
Sí porque, con el teorema de Pitágoras, los lados del triángulo rectángulo
pasan a llamarse catetos e hipotenusa.
Al principio nos cuesta algo distinguir bien la hipotenusa (hay una extraña
fuerza que nos atrae hacia el lado oscuro y nos hace pensar que debe
ser el lado del que no conocemos su valor, comunmente conocido como
“x”), pero llega un momento en que, de tantas veces que lo hemos visto,
llegamos a controlarlo (más o menos)… y con ello, se despierta en
nosotros una capacidad insospechada para
calcular lados y alturas desconocidos en polígonos (sí, esos que nos
hacen falta para las “fórmulas”)… ahora sí, parece que el cálculo de
perímetros y áreas de figuras planas ya no se nos resiste (… o igual un
poco).

Pero… lo que sí llevamos bien es eso de que los ángulos de un triángulo


(que son tres) suman 180º. Y cuando no sabemos uno de ellos, le
restamos a 180º los otros dos para calcularlo.
Nos decimos a nosotros mismos que parece sencillo lo de los ángulos.
Además, también tenemos claro eso de que en el triángulo rectángulo hay
un ángulo que es de 90º, y que se le llama ángulo recto.
Pero… entonces… aparece la… ¡Trigonometría!
Y empiezan a hablarnos de razones trigonométricas…
de senos, cosenos, tangentes… ¡Pero esto qué es ahora!

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