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Poder Judicial de la Nación

C.C.C.F. Sala Segunda


CFP 3215/2015/11/CA6
“Echegaray, R. y otro s/excepción de
falta de acción y procesamiento”
Juzgado 7 Secretaría 13

Irurzun – Bruglia. Ante mi: Pacilio.

//////////////////////nos Aires, 8 de agosto de 2018.


Y VISTOS: Y CONSIDERANDO:
Las defensas de Ricardo Daniel Echegaray y de Ángel
Rubén Toninelli apelaron la resolución que por un lado rechazó la excepción de
falta de acción que promovieron contra la prosecución de este proceso y por el otro
decretó sus procesamientos en orden al delito de encubrimiento agravado en
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concurso ideal con el de violación de los deberes de funcionario público. Además,


se efectuaron planteos de invalidez.
Se adelanta aquí que la excepción de cosa juzgada será
abordada en último lugar por razones prácticas y para un más claro tratamiento del
tema.
1.a) En cuanto al cuestionamiento de la regularidad del
trámite de la apelación impreso en Cámara bajo el argumento de hallarse pendiente
de definición el recurso de casación concedido contra el rechazo de la recusación de
uno de los suscriptos, debe decirse que el asunto fue tratado y desechado a fs. 141 a
raíz de otro planteo, análogo al ahora reeditado por esta vía. Cabe, por ende,
rechazarlo con idéntico motivo.
b) La descalificación genérica del fallo por arbitrariedad
solo exhibe la disconformidad de las defensas con lo decidido sin que se observen
objetivamente falencias de fundamentación. Por lo demás, la interpretación que se
efectúa en pos de detener la tramitación del proceso hasta la definición final de la
excepción perentoria en curso contraviene expresamente lo normado por el artículo
340 del Código instrumental.
c) En cuanto a la violación al derecho de defensa
alegado, corresponde señalar que los hechos descriptos en las indagatorias guardan
correspondencia esencial con la actividad ilícita investigada (fs. 1305/48, 1413/57 y
2218/65). Y que desde el momento en que los imputados se integraron a la causa
como parte, tomaron conocimiento de los cargos formulados y de las pruebas
existentes en presencia de sus defensores, con lo cual contaron con la posibilidad,
por sí o a través de sus letrados de confianza, de ejercer aquellos derechos que les
asisten (fs. 1211/68, 1370/412, 1605/11, 1664/72, 1703/7, 2299/2500 y 2477/97).
Entre ellos: examinar el sumario, proponer diligencias y/o efectuar las
presentaciones que consideren convenientes para esclarecer los hechos (ver de esta
Sala CFP 3017/2013/281/CA69, registro n° 45597 y su cita: c.nº 28836 “Varde,
Domingo Salvador y otros s/ nulidad, procesamiento y embargo”, 13 de mayo de 2010

reg. n° 31.410).
2.a) Comenzando ahora con el estudio de la apelación
corresponde rememorar que en la causa CFP 3017/2013 Lázaro Báez y algunas
personas de su entorno se encuentran actualmente transitando la etapa de juicio por
haber lavado dinero que se entiende que provino de una matriz de corrupción
institucional en la asignación de obra pública estatal durante los años 2003 y 2015
(ver auto de elevación a juicio del 29 de diciembre último). La hipótesis más firme
de la proveniencia delictiva de esos bienes resulta la que reconoce su origen en la
concesión irregular de la obra pública al grupo de su pertenencia por una estructura
paralela al poder estatal –y al amparo de éste- creada a tal fin (ver auto de elevación
a juicio del 2 de marzo de 2017 en CFP 5048/2016/30/CA8).

También se estimó que otra fuente de ingresos espurios,


aunque menor, pudo haber sido el fraude fiscal cometido por una asociación ilícita
que operaba a través de las firmas Grupo Penta y cía., Calvento S.A., Terrafari,
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Constructora Patagónica S.A., Iberoamericana de Servicios S.A. y de la financiera


Crediba (investigado ante la Justicia Federal de Bahía Blanca en FBB 10451/2014)
destinada a evadir mediante el uso de facturación apócrifa con el propósito de
disimular los ingresos reales de la empresa Austral Construcciones S.A. (lo que es
tramitado en CPE 803/2013), a las que había subcontratado de acuerdo con la
facturación presentada en las obras adjudicadas por el Estado. Y ante este último
panorama se dio inicio a estas actuaciones para investigar a los más altos
funcionarios de la AFIP por su actuación en el control y fiscalización de las
empresas vinculadas al grupo empresarial de Lázaro Báez.

Dentro de ese contexto se imputa a Ricardo Echegaray -


por haber sido titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos- y a Ángel
Toninelli -por haber comandado la Dirección General Impositiva- en razón de haber
obstruido las fiscalizaciones de ese ente que se desarrollaban en esas empresas en
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las que se había advertido la utilización de facturación apócrifa porque una vez
conocido este hecho que ocasionaba un fraude fiscal en beneficio de Austral
Construcciones S.A., los nombrados decidieron disolver la Dirección Regional de
Bahía Blanca, reubicar cargos y desplazar a supervisores e inspectores
(disposiciones Afip 299/12 y 285/12 SGRH, agregadas en copia a fs. 214/227 y
246/51).
De tal manera, los siguientes controles pasaron a
depender de la Dirección Regional de Mar del Plata, lo que de hecho importó
centrar la revisión en las firmas emisoras dejando de lado al beneficiario final en
virtud de la adopción de decisiones tardías e incompletas, lo que comprometió
también a la actuación de la Regional Microcentro de esa entidad.
Además, se le reprocha a Toninelli que a ese tiempo (el
1 y 2 de noviembre de 2012) viajó ida y vuelta junto a su hijo y a uno de los de
Lázaro Báez (Martín), que además de ser el propietario de la empresa de aviación
resultaba un contribuyente que debía haberse encontrado bajo revisión, desde San
Fernando en la Provincia de Buenos Aires hasta Río Gallegos, en Santa Cruz,
ciudad sede de la empresa Austral y lugar de residencia de los Báez.
Es que conforme se ha expresado al respecto “… no debe
perderse de vista que toda la plataforma fáctica investigada en las causas aquí
mencionadas se tratan de maniobras complejas no solo por su objeto sino también
porque se investiga la complicidad de las agencias estatales. La hipótesis delictiva
[…] se trata del montado de estructuras societarias para defraudar al fisco en
importantes sumas de dinero a través de las cuales se emitían facturas apócrifas
cargando un precio ficticio a la obra pública, de lo cual se obtenía una amplia
ventaja patrimonial ilegal, en desmedro de las arcas públicas, lucro indebido que,
además, debía reingresar al sistema, y que, en orden a realizar todo este circuito,
se habría contado con la participación de quien debía velar por los intereses del
Estado Nacional. Esta presunta connivencia espuria entre funcionarios públicos y
empresarios tejió un entramado de impunidad que, para desandarlo, requiere de
máximos esfuerzos humanos y técnicos que muchas veces aparecen endebles ante la
efectividad de los grupos empresarios y políticos que se valen de sus vínculos con
los tres poderes del Estado para llevar adelante conductas perjudiciales al Estado
Nacional y permanecer indemnes.[…] Son estos los parámetros que en un caso
como en el de autos, deberán ser considerados a los fines de evaluar la complejidad
del asunto, dejando de lado una mirada sesgada o una perspectiva ingenua (voto
del Dr. Gustavo Hornos en CFP3215/2015/4/CFC2 del 28/3/2017).
b) Es que cuando las empresas de Báez ganaban las
licitaciones de obra pública incorporaban como proveedores a otras firmas
vinculadas a ese mismo grupo; pero en ocasiones también subcontrataba con
Constructora Patagónica S.A. o Terrafari S.A-, las que aportaban facturación de
contribuyentes incorporados a la base “e-Apoc” (aplicación informática que
contiene registros que identifican a sujetos generadores de créditos fiscales o gastos
falsos en contribuyentes de la Afip, ver fs. 901), o con irregularidades en su
contabilidad. De esta manera, resultaban intermediarias entre la empresa que emitía
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las facturas falsas y Austral, que era la que en definitiva se beneficiaba por esa
justificación de un gasto inexistente, facilitando así el ocultamiento de ambos
hechos.
Por su parte, los funcionarios de la Afip no estuvieron al
margen de lo acontecido; personal con igual jerarquía a la que intervino en aquel
entonces fue quien advirtió los errores y las falencias de las revisiones previamente
realizadas bajo la autoridad de Echegaray y Toninelli. Además, las fiscalizaciones
que incluían a Austral Construcciones -fuera en la Regional Microcentro o en la de
Bahía Blanca- evitaron la realización de diligencias necesarias, demoraron los
trámites y aportaron información incompleta. Ello condujo -a través de las distintas
vías- a dejar fuera de toda investigación a las empresas de Báez, las que, por el
contrario, debieron haberse encontrado bajo supervisión por su condición de haber
sido contratistas de obra pública.
Por ejemplo: recién se informó a la Regional
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Microcentro sobre los contratantes del Grupo Penta (una de ellas Austral
Construcciones) recién luego de una investigación periodística sobre el caso (año
2014) cuando ya se encontraba ingresada en la base “e-Apoc” desde 2011 mientras
que en 2013 se había efectuado el descargo. La información proporcionada al
Juzgado Penal Económico n° 9 en la causa 803/13 condujo al sobreseimiento de
quienes entonces se hallaban imputados, habiéndose continuado con su
investigación luego que las nuevas autoridades de la Afip incorporaran
documentación faltante. Se terminó procesando a Lázaro Báez, a su hijo, a algunos
de sus empleados y a funcionarios de ese organismo por evasión fiscal (ver auto del
28 de marzo pasado). El Grupo Penta y Cía S.A. tuvo un trámite particular,
habiéndose omitido realizar medidas para determinar si debía o no incluírsela como
usina de factura apócrifas; en relación a Constructora Patagónica, se limitaron a su
verificación, pero luego de haber concluido que cerca de la mitad de sus compras
eran inexistentes, no se concretó la extensión del control sobre su contratante
Austral en tanto se anuló la notificación que le fue cursada en marzo de 2011 para
que aportara la documentación relacionada.
Puntualmente: Constructora Patagónica fue sujeta a una
investigación de rutina a partir del 14 de marzo de 2011 advirtiéndose que no
informaba retenciones, evidenciando que su mayor cliente entre agosto 2009 y
enero 2011 era Austral Construcciones, el que representaba el 96,51% de sus
ventas. Entre otros, sus proveedores resultaban el Grupo Penta y Calvento. La
facturación y documentación acompañada llevó al inspector Leandro Scaffeto a
sugerir la necesidad de verificar la veracidad de las operaciones de compra
computadas en los libros de IVA y en sus estados contables, propuesta que fue
aceptada por el supervisor Del Grecco y el jefe de división investigación Norberto
Filippini. Esa revisión condujo a la impugnación de créditos fiscales originados en
los contribuyentes Calvento y Grupo Penta, entre otros, porque esas empresas
fueron consideradas usinas o empresas mixtas y finalmente la empresa en control -
Constructora Patagónica- aceptó que las operaciones con aquéllas no eran
verdaderas. De esa manera se concluyó que esos elementos ponían en duda la
capacidad operativa de la firma considerando que en el caso se trató de una
sobrefacturación.
El mismo investigador Scaffeto consideró que el Grupo
Penta y compañía S.A. fue constituida al solo efecto de generar facturación apócrifa
y por ello propuso una fiscalización, que quedó a cargo del inspector Ariel
Martínez. Aun cuando el contribuyente denunció el robo de la documentación
contable, se verificaron irregularidades entre los ingresos declarados y los
comprobantes emitidos, y por el ello el ente requirió información a los proveedores
y a los bancos. También se verificó que sus principales clientes eran Austral
Construcciones S.A. y Constructora Patagónica S.A.. Luego, ante una propuesta de
la firma en estudio para acogerse a un pago en cuotas, el inspector propuso un
seguimiento del pago del plan de pagos presentado y de la inclusión en la lista “e-
Apoc”, en tanto consideraba al contribuyente con parte de actividad real y otra parte
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que no se podía justificar. Sin embargo, su superior, el jefe de fiscalización Filippini


-que había reemplazado al originalmente designado- lo rechazó, lo que motivó una
nueva propuesta para enviar los antecedentes a las divisiones regionales donde
estaban siendo supervisadas las usuarias: Austral y Constructora Patagónica.
Calvento fue fiscalizada por el inspector Renato Alonso
y resultó ser uno de los principales proveedores de Constructora Patagónica y
pertenecía al mismo dueño que el Grupo Penta, y al igual que aquélla también
denunció el robo de la documentación contable. Se concluyó -luego de no haberse
podido encontrar ningún integrante de la firma-que al no registrar empleados en
relación de dependencia no pudo haber desarrollado las actividades declaradas,
solicitando se la incluya en la lista “e-Apoc”, sin ningún tipo de capacidad
económica.
Otros proveedores de Constructora Patagónica fueron
José Garmendia, Copaind S.A., Oscar Asencio Rodríguez, Sarita Stekli, José Carlos
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Pistán y Ferreyra Constructora Vial S.A..


Al ser sometido a supervisión, se concluyó que José
Garmendia puede haber desarrollado algún tipo de actividad comercial pero no
demostró tener capacidad económica para respaldar su facturación, habiéndose
solicitado su incorporación en la base “e-Apoc”. En ocasión de la revisión a la que
fue sujeta Copaind, la investigación concluyó que fue constituida al solo efecto de
generar facturación apócrifa y la fiscalización determinó que no se declararon
empleados en relación de dependencia, que no contaba con cuentas bancarias,
solicitando su inclusión en la base “e-Apoc”. En cuanto a Vialinvert, que comparte
accionistas y domicilio con Constructora Vial S.A., que no declaró empleados y que
su único cliente era Constructora Patagónica, desarrollando ambas la misma
actividad. Por su parte, el contador Rogelio Chanquía fue considerado por la
reinspección del fisco como un proveedor apócrifo, mientras que el ingeniero José
Carlos Pistán -que también figuraba como proveedor de la mencionada empresa
constructora- resultaba al mismo tiempo empleado de Sucesión Adelmo Bancalari y
justamente también era el responsable de certificar los avances de obra de Austral
Construcciones, ambas de propiedad de Lázaro Báez (ver consideraciones
desarrolladas por el Juez). Terrafari también resultó proveedora de Austral
Construcciones, mientras que, a su vez, el Grupo Penta, Rogelio Chanquía, Sarita
Stekli figuraban como quienes le proveían materiales o le prestaban servicios.
Entonces, de las fiscalizaciones realizadas por la Afip se
concluye que en razón de las irregularidades advertidas en las empresas proveedoras
y subproveedoras de Austral Construcciones -que también operaba con otros
contribuyentes que se encuentran en la base “e-Apoc” como Conde Marketing SRL,
Cosmopolita Sociedad Anónima Comercial Industrial Agropecuaria, Servicios
Comerciales del Sur S.A. y Meltrans Service SRL- ninguna de ellas tenía la
capacidad financiera ni técnica para afrontar la totalidad de los trabajos facturados,
lo que demuestra que Austral utilizaba esa estructura de firmas de modo de
sobrefacturar. Y no obstante de haber sido advertido ello, no se le requirió ninguna
explicación; por el contrario, se dejó sin efecto la única intimación que se le efectuó
al respecto (ver los testimonios prestados a fs. 913/22, 923/30 y 1004/11).
c) El 9 de agosto de 2012, cuando ya se encontraban
desarrollando los controles sobre las empresas subcontratistas, Ricardo Echegaray -
entonces responsable de la Administración General de Ingresos Públicos- suscribió
la Disposición 299/12 por la que se modificó la estructura interna de la Dirección
General Impositiva, habiéndose transformado a la entonces Dirección Regional de
Bahía Blanca en Agencia, a partir de lo cual pasó a depender de otra Dirección
Regional: la de Mar del Plata. Previamente, el comité de análisis de estructura
organizacional había expresado su respaldo, dejando expresa constancia que la
Dirección General Impositiva también se encontraba de acuerdo con la
modificación proyectada.
Ese mismo día se dieron por finalizadas las funciones de
49 agentes que hasta entonces se desempeñaban en Bahía Blanca y se reemplazó a
algunos jefes, habiéndose comunicado los cambios a través de una videoconferencia
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en la que participaron tanto Echegaray como Toninelli, previo a haber remitido las
copias de lo resuelto vía fax, lo cual descarta el desconocimiento alegado por el
último.
El contexto antes descripto permite inferir que la
disolución de la Dirección Regional y su conversión en Agencia tuvo como fin
controlar los procesos de fiscalización que allí se desarrollaban con el objetivo de
proteger a las empresas del grupo Báez, en razón de los estrechos contactos que
mantenía con el poder político de entonces, habiendo demorado los procedimientos
ante la falta de claves (ver declaración de fs. 1612/27). Debe repararse en que la
justificación que se ha pretendido basar en los conflictos gremiales se ha visto
desvanecida con los testimonios brindados que dan cuenta que este enfrentamiento
se encontraba mayormente resuelto para esa fecha (particularmente el del Secretario
General de la Asociación de Empleados de la Seccional Bahía Blanca de fs.
1514/7). También da cuenta de esa situación el dictamen del Fiscal presentado en el
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expediente en trámite ante el Juzgado Federal de Bahía Blanca (fs. 2128/37 y


2147/59).
d) Refuerza este razonamiento sobre los vínculos, la
comprobación del viaje aéreo compartido por Toninelli y su hijo con Martín Báez
desde esta ciudad hacia Río Grande y la vuelta ocurridos el 1 y el 2 de noviembre de
2012, cuando las fiscalizaciones se seguían desarrollando, ahora en la Agencia
Bahía Blanca, dependiente de la Dirección de Mar del Plata, en un avión de la firma
Top Air, de propiedad de Lázaro Báez. No puede olvidarse que en esos días se
obtuvieron las imágenes de Martín Báez -junto a otras personas, varios de ellos
imputados- contando una suma aproximada a los cinco millones de dólares en el
interior de las oficinas que ocupaba SGI en Puerto Madero (ver dictamen Fiscal de
fs. 15967/16082 y testimonio de fs. 19646/7 en CFP 3017/2013 ya citado).
e) Todo lo enunciado conduce, en suma, a la
confirmación del fallo que decretó el procesamiento de los imputados Ricardo
Echegaray y Ángel Toninelli y a compartir la calificación legal asignada y la
modalidad concursal fijada, sin perjuicio de la que a la postre corresponda.
En efecto, las valoraciones que se vienen de desarrollar
permiten sostener que los imputados conocían las circunstancias que les generaban
el deber de actuar como consecuencia de la condición de funcionarios públicos que
detentaban. Ello, con arreglo al desarrollo que ha efectuado el juez, es suficiente
para confirmar el avance del enjuiciamiento respecto de los imputados (art. 306,
CPPN).
El monto del embargo establecido para garantizar las
costas ha considerado el pago de los gastos que genere el proceso, de una eventual
pena de multa que pueda recaer y de la reparación civil del daño causado, por lo que
se encuentra debidamente fundado y por ello también habrá de ser homologado.
3. Luego del pronunciamiento de la Cámara Federal de
Casación Penal que hizo lugar a los recursos de las defensas y anuló el
pronunciamiento previo de esta Cámara de Apelaciones y su antecedente de primera
instancia (en CFP 3215/2015/3/CFC1 y CFP 3215/2015/4/CFC2 agregados a fs.
2866/7 y 3151/65, respectivamente), debe tratarse nuevamente la excepción de cosa
juzgada fundada en los sobreseimientos dictados por el Juzgado Federal n° 5 en las
causas CFP 420/2015 y 2835/2015 (en copia a fs. 576/86 y 3008/15,
respectivamente), que a su tiempo no fueron recurridos por el Fiscal.
Veamos:
En punto al análisis de la identidad de sujeto, objeto y
causa, debe señalarse que el nombre de las personas sometidas a proceso coincide.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo en relación a
los objetos procesales.
En primer lugar, porque para esta determinación se parte
con el escollo de encontrarse con que: “… al momento de dictar los sobreseimientos
-y tal como afirmaron coincidentemente el juez y el a quo- de Ricardo Echegaray
(fs. 590/600 de la causa CFP 420/2015) y de Ángel Rubén Toninelli [….] (fs, 57/64
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de la causa CFP 2835/2015) no existió una mínima valoración de la


documentación colectada durante la pesquisa, ni una referencia a las pruebas que
sustentaron la decisión desincriminatoria. Tampoco individualizaron las conductas
enrostradas a cada sobreseído. De la lectura de dichas piezas procesales, se
observa una referencia a la amplitud de las denuncias, una ponderación general y
abstracta del plexo probatorio en evidente desconexión con el objeto y los hechos
de la denuncia y un análisis dogmático del tipo penal bajo el cual se subsumirían
los hechos” (voto del Dr. Gustavo Hornos en el fallo antes citado).
Se parte de una premisa de pura lógica: las resoluciones no
versaron sobre ningún hecho; ello surge de su letra expresa. Por eso -amén de lo que
pueda definirse sobre los planteos realizados al respecto en otras sedes-, no es cierto
que se haya juzgado en aquellas lo que aquí es materia de pronunciamiento. Tan
simple como ello.
Ahora.
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Debe recordarse que esta investigación sigue adelante ante el


impulso de las Querellas – la Administración de Ingresos Públicos y la Unidad de
Información Financiera- de acuerdo con la doctrina sentada por la Corte de Justicia
de la Nación en el fallo “Santillán” publicado en el tomo 321:2021 (ver
presentaciones de fs. 1801 y 3275/6, decretos que tienen por parte a los organismos
mencionados de fs. 1807/8 y 3431/5) y que transita de la mano de la causa seguida
contra Báez y su grupo por lavado de dinero.
Y es en ese marco que debe ser entendido su objeto. Porque los
cargos que aquí se formularon tienen todo que ver con el contexto en que se
produjeron.

Pero ahí no termina la cuestión. Hay otras actuaciones que


tramitan en el fuero en el que se investigan otros hechos relacionados, que también
deben ser considerados. Así lo pronunció -por mayoría- la Sala I de la Cámara
Federal de Casación Penal en la causa CFP 4943/2016 (conexa con la 15734/2008)
al considerar que el mismo Ricardo Echegaray habría formado parte activa en un
fraude a la administración concretado por operaciones encadenadas en un plan
delictual preconcebido, para cuya producción utilizó su rol funcional en la AFIP,
facilitando o permitiendo la actividad de otros miembros de una asociación ilícita
integrada por las más altas autoridades del Poder Ejecutivo y empresarios
vinculados a ellos, es desmedro de los intereses que debía resguardar como agente
estatal (ver resoluciones del 22/11/2017 en el incidente 13/1/CFC2 y el 27 de abril
pasado en el Incidente 19/CFC3).

Imposible no ver los evidentes puntos de contacto con lo


que aquí -se presume- sucedió.

En efecto, el encubrimiento de las conductas fiscales de


Báez y de sus empresas obedeció a un espectro más amplio que -según sugieren los
indicios de las investigaciones- respondió a los designios de autoridades superiores
a Echegaray.
Hay, por cierto, más ejemplos que grafican este
argumento.
Está el contenido del expediente CFP 5048/2016 en el
que se ha elevado a juicio la situación de varios integrantes del Poder Ejecutivo
Nacional entre los años 2003 al 2015, incluida la anterior presidenta Cristina
Fernández, su Ministro de Planificación Federal de la Nación Julio De Vido, entre
otros de menor jerarquía, y también autoridades de la Provincia de Santa Cruz,
quienes durante el ejercicio de sus funciones conformaron una asociación ilícita
para defraudar las rentas del Estado a través de la asignación irregular de la obra
pública vial a las empresas de Báez. Algunos de ellos, también han sido encontrado
responsables durante el tránsito de la primera etapa por el lavado de dinero producto
de la reintroducción de esas ganancias en el patrimonio de la anterior familia
presidencial (en la CFP 3732 se encuentra desarrollando la crítica instructoria y en
la CFP 11352/2014/64/CA19 tramita la apelación de los procesamientos).
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Pero el asunto no termina allí. El titular del Juzgado Federal n°


7 también instruye actuaciones por el posible encubrimiento de las conductas
investigadas en su causa CFP 3017/2013 en el que resultarían responsables la
anterior Procuradora del Tesoro Nacional, Angelina Abbona y otros altos
funcionarios del Ministerio de Economía, quienes le habrían ocultado información
relacionada con las cuentas bancarias supuestamente abiertas por algunos de los
imputados en los Estados Unidos (ver expte. CFP 9334/2016/1/CA1); y también se
encuentran con procesamiento firme quienes se desempeñaron a cargo de la Fiscalía
Federal especializada en delitos de lavado de dinero (entonces Procelac), Carlos
Gonella y Omar Orsi, porque al momento de impulsar la acción penal en la causa
3017 dejaron fuera de ella a los hechos principales vinculados a la expatriación de
divisas y su posterior reintroducción por parte de Lázaro Báez, habiendo dado una
interpretación amañada de las denuncias al ceñirlas a otras maniobras de menor
envergadura (ver causa CFP 4773/2013/3/CA1, reg. n° 39.085 del 15 de abril de
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2015).
Todo este panorama no fue considerado en las
actuaciones que se instruyeron ante el entonces Juez Oyarbide; incluso la CFP 5048
no se había iniciado aun. El instructor tiene razón cuando sostiene esto. Y es
justamente lo que encomendó valorar uno de los magistrados que votaron en el fallo
de la Casación sobre el tópico.
Por otro lado, hay datos que indican que lo denunciado -
pero no tratado, ya se dijo- en otra sede no abarcó los mismos hechos que aquí son
examinados. Los de esta causa contienen períodos más extendidos, que se proyectan
con posterioridad al cierre de la transformación de la Dirección de Bahía Blanca en
Agencia. Es que luego de ese sometimiento bajo el control de la Regional Mar del
Plata, el informe final de fiscalización del Grupo Penta fue efectuado el 19 de
diciembre de 2013, es decir más de un año después de ese acto.
También lo fue la falta de objeción al importe de las
facturas de la empresa de ese grupo y la investigación tardía de las operaciones con
Austral Construcciones, que acontecieron en el 2015. En igual sentido corresponde
concluir que la selección arbitraria del Director Regional y las reuniones que éste
(Fridenberg) mantuvo con los contadores de Austral (Claudio Bustos) y del Grupo
Penta por las que se habría favorecido a través de planes de facilidades a las
empresas investigadas.
Además, en el caso de Toninelli, esta causa incluye a sus
vuelos en la aeronave del contribuyente Báez que debía encontrarse bajo
inspección, acompañado por los hijos de ambos. No por el hecho en sí; por sus
implicancias en el particularísimo contexto en que se produjo.
Por último, porque también comprende a otros ámbitos
de la actuación de la DGI más allá de esa locación puntual, en tanto tuvo incidencia
en la actuación de la sede Metropolitana.
De allí que, tal como lo decide el Juez, no pueda darse
por satisfecha la segunda identidad que requiere la valla para el progreso de esta
acción penal que se ha deducido.
Por todo ello, el Tribunal RESUELVE:
I- RECHAZAR las nulidades articuladas por las
Defensas.
II- CONFIRMAR la decisión apelada en todo cuanto
decide y fuera materia de apelación.
Regístrese, hágase saber y devuélvase.
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causa n° 41577; registro n°


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