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Antonín Dvořák

Antonín Leopold Dvořák (Nelahozeves, 8 de septiembre de 1841-


Praga, 1 de mayo de 1904) fue
un compositor natural
de Bohemia —territorio entonces
perteneciente al Imperio
austrohúngaro—, posromántico y
considerado el principal
representante
del nacionalismo checo en la
música. Está considerado como
uno de los grandes compositores
de la segunda mitad del siglo XIX.
Sin perder una amplia proyección
internacional, supo extraer las
esencias de la música de su tierra
natal. Sin duda, su obra más
célebre es la Sinfonía del Nuevo Retrato de 1882.
Mundo.

BIOGRAFIA:
Dvořák nació en Nelahozeves, pequeña población al norte de Praga
(entonces parte de Bohemia en el Imperio austríaco, ahora República
Checa), el 8 de septiembre de 1841. Su padre, František Dvořák,
poseía un reducido establecimiento hotelero y también trabajó como
intérprete profesional de cítara y como carnicero. Su madre, Anna
Zdenĕk, era la hija de Josef Zdenĕk, el alguacil del
príncipe Lobkowicz. Dvořák fue el mayor de sus catorce hermanos,
ocho de los cuales sobrevivieron a la infancia. Fue bautizado
como católico en la iglesia de San Andrés de su pueblo. Los primeros
años de Dvořák en Nelahozeves nutren la fuerte fe cristiana y el amor
de su herencia bohemia que influyen tan fuertemente en su música.
En 1847 ingresó en la escuela primaria de su pueblo, donde recibió las
primeras enseñanzas musicales y aprendió a tocar el violín de la mano
de su profesor Joseph Spitz. Mostró un talento precoz y gracias a su
habilidad estuvo tocando en una banda de su pueblo y en la iglesia.
František estaba muy satisfecho por los dones de su hijo. A la edad de
13 años y bajo la influencia de su padre, Dvořák fue enviado a Zlonice
a vivir con su tío Antonín Zdenĕk con el fin de aprender alemán. Su
primera composición, Polka Pomnenka, fue escrita probablemente en
1855.
Dvořák recibió lecciones de piano, órgano y violín de su profesor de
alemán Antonio Liehmann. Liehmann también enseñó al joven
muchacho teoría de la música y le presentó a los compositores de la
época. Dvořák tenía mucho respeto por su maestro, a pesar de que
éste tenía un carácter bastante duro. Liehmann fue el organista de la
iglesia de Zlonice y a veces dejaba a Dvořák que tocara en los
servicios. A la edad de 16 años y bajo la insistencia de Liehmann y
Zdenĕk, František permitió a su hijo convertirse en un músico, con la
condición de que fuera organista. Cuando su tío no pudo mantenerle
por más tiempo, trabajó en la orquestina de Karel Komzák como medio
de ganarse la vida, y llegó a adquirir cierta reputación como intérprete.
En 1886 pasó a la orquesta del Teatro Nacional de Praga que
dirigía Bedřich Smetana.
En 1873 saltó a la fama con su composición Himno Patriótico, de
hondo calado nacionalista. Ese mismo año obtuvo el reconocimiento
internacional con su colección de Danzas eslavas. En el verano de
1874 consiguió una beca del gobierno austriaco de 400 florines en
mérito a las composiciones que presentó. Visitó Inglaterra en nueve
ocasiones, generalmente para presentar y dirigir su propia música, la
primera fue en 1884, cuando fue nombrado miembro de honor de
la Sociedad Filarmónica de Londres. Más tarde, en 1891, recibiría el
título de Doctor Honorario de Música por la Universidad de Cambridge.
También, en 1889, la Orden de la Cruz de Hierro otorgada por el
emperador Francisco José I, en 1891 el doctorado honoris causa por
la Universidad de Praga, y un sillón en la Academia de Ciencias y
Bellas Artes de Checoslovaquia y de Berlín. Invitado
por Chaikovski estuvo en San Petersburgo y Moscú ejecutando sus
propias obras.
Una etapa singular de su vida fue la que pasó en Estados Unidos.
Jeannette Thurber, fundadora del Conservatorio de Nueva York, le
ofreció la dirección del centro, lo que le determinó a trasladarse allí
en 1892. Bajo la influencia de los espirituales negros y de la música
popular compuso la Sinfonía del Nuevo Mundo y el conocido Cuarteto
americano. Regresó a su país en 1895 para hacerse cargo de la
dirección del Conservatorio de Praga. Aquí murió de una congestión
cerebral el 1 de mayo de 1904.
CARRERA MUSICAL:
Estudió música en la escuela de órgano de Praga a finales de la
década de 1850, y lentamente fue desarrollándose como violinista y
vihuelista profesional. Durante la década de 1860 tocó la viola en la
Orquesta del Teatro Provisional Bohemio, que fue dirigida a partir
de 1866 por Bedřich Smetana. La necesidad de ganarse la vida le
condujo a la enseñanza, hecho que le dejó muy poco tiempo libre, de
forma que en 1871 dejó la orquesta para dedicarse a la composición.
Se enamoró de una alumna, y escribió un ciclo de
canciones, Cipreses, en las que trató de expresar su angustia cuando
ella se casó con otro hombre. Aun así, superó la decepción, y se casó
en 1873 con la hermana de la alumna, Anna Čermáková.
Cierta anécdota recogida por Filkenstein es muy significativa del
respeto que el pueblo inspiraba a Dvořák. Su hijo solía contarla: En
Vysoka dijo a unos mineros que tenía en proyecto una ópera en la que
quería que aparecieran mineros de verdad, usando incluso las mismas
máquinas que empleaban en las explotaciones de Příbram y
Brezohorské. Les prometió que en la primera representación en el
Teatro Nacional dispondrían de lugares de preferencia en la sala para
que pudieran dar su opinión sobre si se había logrado en ella una
sensación de realidad, de autenticidad. En este caso revelador Dvořák
se mostraba no sólo proclive a que el pueblo fuera protagonista de una
ópera, sino también a que se le atribuyera un papel crítico.
En el verano de 1874 obtuvo una beca del gobierno austriaco de 400
florines por el mérito obtenido con su Sinfonía n.º 3. Dvořák ganaría
esta beca en dos ocasiones más, en concreto en los
años 1876 y 1877. En el jurado que las evaluaba estaba Johannes
Brahms, quien le dispensó su voto y su duradera amistad. La
intermediación de este último consiguió la publicación de algunas
obras con la importante editorial de partituras Simrock.
Las interpretaciones en el exterior se multiplicaron, especialmente
las Danzas eslavas, la Sexta sinfonía y el Stabat Mater, y con ellas
más encargos.
Visitó el Reino Unido en nueve ocasiones, generalmente para
presentar y dirigir su propia música; la primera fue en 1884, cuando
fue nombrado miembro de honor de la Sociedad Filarmónica de
Londres. El buen trato recibido en tierras inglesas le llevó a escribir La
novia del espectro(1884) y el Réquiem (1890) para Birmingham,
la Séptima sinfonía para la Sociedad Filarmónica (1885) y Santa
Ludmila para Leeds (1886). Más tarde, en 1891, recibiría el título
de Doctor Honorario de Música por la Universidad de Cambridge.
No fueron estas las únicas distinciones que recibió en vida; en 1889, la
Orden de la Cruz de Hierro otorgada por el emperador Francisco José
Ide Austria, Bohemia y Baviera, en 1891 el doctorado honoris
causa por la Universidad de Praga, y un sillón en la Academia de
Ciencias y Bellas Artes de Checoslovaquia y de Berlín.
Invitado por Chaikovski, visitó Rusia en 1890. Estuvo en San
Petersburgo y Moscú ejecutando sus propias obras. Por entonces
seguía estrenando nuevos trabajos en Praga y Londres.
Antes de abandonar Europa para marcharse a Estados Unidos,
recorrió Bohemia interpretando el nuevo Trío Dumky.
La que pasó en Estados Unidos fue una etapa singular de su
vida. Jeannette Thurber, fundadora del Conservatorio de Nueva York,
le ofreció la dirección del centro, lo que le convenció para trasladarse
allí en 1892. Bajo la influencia de los cantos espirituales de los negros
norteamericanos y de la música popular estadounidense, así como de
los ritmos de los aborígenes norteamericanos, compuso la Sinfonía nº
9 (más conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo), el Quinteto para
cuerdas en mi bemol mayor y el conocido Cuarteto americano. De este
período también cabe mencionar su Concierto para violonchelo y
orquesta, que rápidamente se convirtió en una de las obras más
apreciadas para este instrumento solista.
Las dificultades económicas y los lazos familiares le llevaron de vuelta
a Praga en 1895, donde empezó a escribir poemas sinfónicos y donde
vio recompensados sus esfuerzos en el ámbito de la música dramática
por el éxito de la ópera Rusalka (1901). También empezó a enseñar
en el Conservatorio de Praga, donde, entre sus pupilos con más
talento, se encontraban Josef Suk y Vítězslav Novák.
Objeto de honores y premios de todo signo, permaneció humilde y de
gustos sencillos, leal a su nacionalidad checa. Murió en su patria de
una congestión cerebral el 1 de mayo de 1904, cuando tenía 62 años
de edad.
VIAJES A INGLATERRA:
Dvořák llegó a realizar nueve viajes a Inglaterra, cinco de los cuales
los llevó a cabo entre 1884 y 1886. El primero fue muy provechoso
artísticamente. El público inglés reservó una excepcional acogida tanto
a su música como su persona. Fue sobre todo el Stabat Mater, dirigido
por él mismo en Royal Albert Hall durante el primer viaje, la obra que
más impresionó a los ingleses. Aquella composición sinfónica-vocal
tenía que gustar forzosamente al público de las islas Británicas, un
público fiel a los oratorios de Händel, que seguían siendo interpretados
y apreciados. Este primer viaje duró veinte días y en él hubo varios
conciertos dedicados a la música de Dvořák. Antes de devolver en su
país, el propietario de la famosa editorial Novello de Londres le
entregó un sustancioso adelanto económico para que compusiera un
oratorio. Así, al regreso de este primer viaje a Inglaterra, el músico se
encontró en condiciones de hacer realidad uno de los sueños de su
vida: adquirir una residencia de verano para poder retirarse y
dedicarse al aislamiento y la concentración. Adquirió una residencia
campesina en Vysoká, donde se retiraba siempre que podía y en esa
casa compondría muchas de las futuras obras.
SEGUNDO Y TERCER VIAJE:
El segundo viaje a Inglaterra tuvo lugar en otoño de este mismo año
1884. Dvořák volvió a dirigir el Stabat Mater, esta vez en el festival
de Worcester. Al regreso de este viaje compuso una cantata que traía
por título La novia del espectro; el texto fue traducido al inglés y la
partitura la publicó la casa Novello. La obra fue estrenada en Pilsen,
en Bohemia, el marzo de 1885. El tercer viaje lo realizó en 1885 y
estuvo consagrado principalmente por la primera ejecución de
la Séptima Sinfonía en Re menor, Op. 70, que acababa de componer.
La escribió entre diciembre de 1884 y marzo de 1885. De ella dice
Dvořák que fue realizada “en una época llena de duda, amargura,
dolor silencioso y resignación”. Y añade: “Dondequiera que voy no
pienso más que en esta obra, que tiene que conmover en el mundo, y
con la ayuda de Dios lo lograré”. La razón del dolor de Dvořák estaba
en la reciente muerte de su madre. Por eso esta sinfonía ha sido
denominada Trágica. La obra fue recibida con gran entusiasmo y los
críticos la compararon con las Sinfonías de Beethoven y de Schubert.
Algunos críticos consideran el segundo movimiento como el más
hermoso de los tiempos lentos de Dvořák, y juzgan que la melodía de
sus compases iniciales es una de las más bellas de su autor y que el
siguiente pasaje romántico es uno de los más profundos de la
literatura sinfónica después de Beethoven.
MAS VIAJES A INGLATERRA, ALEMANIA Y RUSIA:
Con su mujer Anna a Londres, en 1886.
Hizo este viaje en agosto de 1886 y estuvo dedicado a la presentación
de La novia del espectro, en el Festival de Birmingham. Después de
todos aquellos éxitos, que iban aumentando de día en día, Dvořák
logró una notable independencia económica, la cual le permitió una
mayor libertad en sus opciones artísticas. Así nació el propósito de un
oratorio nacional, Santa Ludmila, acabado el mayo de 1886.
De 1886 a 1890, Dvořák permaneció en su patria dedicado a la
composición. Surgieron en aquellos años, además de grandes
composiciones de música de cámara, la Misa en re mayor, Op. 86, la
ópera El jacobino, representada en el Teatro Nacional de
Praga en 1899, y la octava sinfonía en sol mayor, Op. 88.
El jacobino es una de las obras más alegres y encantadoras escritas
por su autor. El personaje central de la obra es Benda, un músico
bohemio que vive únicamente por su hija y por su arte. Es,
evidentemente, un reflejo de Anton Liehmann, el maestro de Antonín
en su juventud. Los otros personajes se asemejan mucho a la gente
entre la cual vivió y creció el compositor en su pueblecito nativo.
El 1890 el compositor realizó el sexto viaje a Inglaterra, donde ya se
sentía como en casa. En esta ocasión presentó su Octava sinfonía. Su
notoriedad europea era tan grande que realizó giras
por Alemania y Rusia, y por todos lados fue cubierto de honores.
El 1891 realizó su octavo viaje a Inglaterra, dirigió en el Festival de
Birmingham su Réquiem, op. 89, para solistas, coro y orquesta,
compuesto en 1890. Este mismo año fue nombrado profesor
del Conservatorio de Praga.
LA ESTANCIA EN ESTADOS UNIDOS:
Entre 1892 y 1895, Dvořák fue director del Conservatorio
Nacional de Nueva York, donde tuvo por alumno al famoso compositor
norteamericano Horatio William Parker. El Conservatorio fue fundado
por una rica dama del alta sociedad, Jeannette Thurber, quien quería
como director a un compositor reconocido, para dar brillantez a la
institución. Escribió a Dvořák, pidiéndole que aceptara el cargo, y él
respondió afirmativamente, con tal de que los estudiantes nativos
americanos y afroamericanos dotados de talento, que no pudieran
permitirse este nivel de instrucción, tenían que ser admitidos
gratuitamente (este fue un primer ejemplo de ayuda financiera basada
en la necesidad, lo que en los Estados Unidos recibe el nombre de
"need-based financial aid").
Durante su estancia en Nueva York, Dvořák se hizo amigo de Harry
Burleigh, que fue un importante compositor afroamericano. Dvořák
enseñó a Burleigh composición y, a cambio, Burleigh pasaba horas
cantando las espirituales americanos tradicionales para Dvořák.
Burleigh continuó creando canciones espirituales, que resisten bien la
comparación con obras musicales europeas de la época.
Durante el invierno de 1893, mientras estaba en Nueva York, Dvořák
compuso su obra más célebre, la sinfonía núm. 9 del Nuevo Mundo. A
consecuencia de una invitación de su familia, pasó el verano del 1893
en una comunidad de habla checa en Spillville. Aquí compuso dos de
sus obras más famosas, el Cuarteto de cuerda No. 12 en Fa
mayor, Americano, y el Quinteto de cuerda en mí bemol, op. 97.
En los Estados Unidos también asistió a la interpretación de
un concierto para violonchelo de Victor Herbert. Salió tan
entusiasmado de las posibilidades que la combinación de violonchelo
y orquesta ofrecía en esta obra que decidió componer su Concierto
para violonchelo en Si menor (1895). Desde entonces el concierto,
considerado como uno de los mejores de su género, ha crecido en
popularidad y hoy en día es interpretado muy a menudo. Dvořák
también dejó una obra inacabada, el Concierto para violonchelo en La
mayor(1865), que fue completada y orquestada por el compositor
alemán Günter Raphael entre el 1925 y el 1929 y por Jarmil
Burghauser en 1952.
ULTIMOS AÑOS:
Dvořák dejó los Estados Unidos en abril de 1895 y volvió
definitivamente a su patria, de la que ya salió muy pocas veces. Tan
pronto como llegó a Praga recomenzó su trabajo de profesor en el
Conservatorio. En 1896 realizó su último viaje a Inglaterra, el noveno,
y allí estrenó su célebre Concierto para violonchelo y orquesta en si
menor, Op. 104, que había empezado en los Estados Unidos y terminó
en Praga. Esta obra se alimenta de elementos temáticos de origen
bastante diverso: del folclore americano y también del folclore checo, a
treguas de los giros nacionales que surgen espontáneamente de la
pluma de Dvořák. Desde el punto de vista del sentimiento y de la
escritura, la tendencia es claramente romántica. Se trata de una obra
lírica, ardiente e impetuosa. La escritura brillante y, por otro lado, muy
cuidadosa, solicita todos los resortes del instrumento solista, aunque
sin virtuosismos muy rebuscados. En este concierto la preocupación
constante por la independencia del instrumento solista es inminente, el
cual destaca claramente de una rica orquesta, que nunca le molesta.
Desde el punto de vista del equilibrio entre el solista y la orquesta es
una de las obras más destacadas de la literatura para violonchelo,
puesto que Antonin Dvořák solicitó el consejo de varios célebres
violonchelistas de su época. Respecto a la forma, es más bien
tradicional.
A partir de este momento Dvořák ya no escribió nada más en el campo
de la música de cámara ni de la sinfonía, sino que volvió al teatro y
al poema sinfónico. Entró, pues, en una especie de última fase de su
evolución, en la que volvieron a predominar los ideales románticos de
su juventud (Wagner, Liszt). La actividad dramático-musical de Dvořák
logró la cumbre con la composición de la ópera Rusalka, cuyo texto
fue extraído de la leyenda de Ondina de Jaroslav Kvapil. También
compuso la ópera Armida.
En los últimos años de su vida, el gran compositor recibió toda clase
de honores y reconocimientos. El 1901 pasó a ser director
del Conservatorio de Praga donde tuvo alumnos que siguieron su
huella como Dobri Hristov y, por su parte, el emperador Francisco
José lo denominó senador vitalicio. Dvořák no había estado nunca
enfermo, sin embargo sufrió arteriosclerosis en la última época de su
vida. Su salud empeoró en abril de 1904 a consecuencia de
un constipado. Una trombosis cerebral puso fin repentinamente a su
vida el 1 de mayo de 1904, cuando tenía sesenta y tres años. Al final
de su vida sufrió dificultades económicas, debido a los bajos importes
por los cuales había vendido los derechos de sus obras. Está
sepultado en el cementerio de Vyšehrad en Praga.
OBRAS:

SINFONÍAS:
Durante su vida Dvořák sólo disfrutó de la divulgación de cinco de sus
sinfonías. Su editor, Simrock, no era partidario de publicar grandes
obras sinfónicas, dado que estas eran más difíciles de vender. La
primera que fue publicada fue la sexta, porque la fama internacional de
Dvořák empezaba a crecer y célebres directores, como por
ejemplo Hans Richter (a quién fue dedicada) deseaban estrenar
nuevas obras sinfónicas. Después de la muerte de Dvořák, la
investigación llevó a otras cuatro sinfonías, de las cuales la primera
había sido perdida incluso por el mismo compositor. Todo esto
condujo a una confusa situación por la cual la Sinfonía núm. 9 «del
Nuevo Mundo» ha sido considerada sucesivamente la núm. 5, la núm.
8 y la núm 9. En este artículo son numeradas en el orden en que
fueron compuestas, el que corresponde al sistema de numeración más
corrientemente utilizado hoy en día.
Al contrario de otros muchos compositores que no compusieron obras
sinfónicas ambiciosas hasta la madurez (como por ejemplo su mentor
Johannes Brahms), Dvořák escribió su Sinfonía núm. 1 en Do menor
cuando a penas tenía veinticuatro años. Subtitulada Las Campanas de
Zlonice (nombre de una aldea de Bohemia) es claramente la obra de
un compositor todavía inexperto, a pesar de que prometedor. Se
considera el Scherzo el movimiento más exitoso. Esta sinfonía posee
parecidos formales con la quinta sinfonía de Beethoven, a pesar de
que en armonía e instrumentación, Dvořák es más romántico,
siguiendo el estilo de Franz Schubert.
La Sinfonía núm. 2 en Sí bemol mayor todavía es deudora de
Beethoven; pero la Sinfonía núm. 3 en Mi bemol mayor muestra
claramente el repentino y profundo impacto de la música de Richard
Wagner y Franz Liszt.
La influencia de Wagner, aun así, no duró mucho; casi no se puede
percibir en la Sinfonía núm. 4 en Re menor. Esta es la última de sus
sinfonías de juventud, considerada la mejor del conjunto. También el
Scherzo es el movimiento más brillante, pero en toda la obra es
patente la maestría de Dvořák en todos los aspectos formales.
Las sinfonías intermedias, la Sinfonía núm. 5 en Fa mayor (publicada
como la núm. 3) y la Sinfonía núm. 6 en Re mayor (publicada como la
núm. 1), son felices obras bucólicas. No son tan famosas como las
siguientes, a pesar de que se las considera apreciables. La núm. 5 es
la más pastoral, aunque comprende un oscuro y lento movimiento que
cita las primeras cuatro notas del Concierto para piano núm.
1 de Chaikovski en el tema principal. La núm. 6 se asemeja mucho a
la Sinfonía núm. 2 de Brahms, en particular en los dos movimientos
extremos.
La Sinfonía núm. 7 en Re menor de 1885 es la más romántica y por
muchos la considerada más bella, dando prueba de una mayor tensión
formal y más intensidad que la suya más célebre hermana; la núm. 9.
La núm. 7 no podría haber disfrutado de un mayor contraste con la
siguiente, la Sinfonía núm. 8 en Sol mayor (publicada como la núm. 4),
una obra que Karl Schumann (en las notas a la grabación integral de
las sinfonías de Dvořák por Rafael Kubelik) compara con las
de Mahler. Junto con la última, estas dos se consideran la cumbre de
la composición sinfónica de Dvořák y entre las más exitosas sinfonías
del Siglo XIX.
Con mucho la más célebre, la Sinfonía núm. 9 en Mi menor (publicada
como núm. 5), es más conocida por su subtítulo Del Nuevo Mundo.
Fue compuesta entre enero y mayo de 1893, mientras Dvořák estaba
en Nueva York.
OBRAS CORALES:
Entre las principales obras corales de Dvořák destaca el Stabat
Mater, el Réquiem, el Te Deum y la Misa en Re mayor.
Stabat Mater, op. 58, es una extensa obra (cerca de 90 minutos)
vocal-instrumental de música sacra para solistas (soprano, alto, tenor
y bajo), coro y orquesta basada en el texto de un himno de la antigua
iglesia del mismo nombre. La primera inspiración para la creación de
esta pieza fue la muerte de la hija del compositor, Josefa. La obra fue
escrita en varias fases, con la versión final acabada a finales de 1877.
La primera actuación tuvo lugar el 23 de diciembre de 1880 en
la Asociación de Artistas Musicales de Praga. La composición se
acostumbra a interpretar en la República Checa durante la Pascua.1
Antonín Dvořák compuso el Réquiem en 1890, a comienzos de la
temporada alta de su carrera. La composición no se refiere a ninguna
persona o acontecimiento específico, se trata de un trabajo reflexivo
de las cuestiones básicas existenciales humanas: de la pena y el
consuelo en la muerte, el sentido de la vida y la muerte, así como la
esperanza. Dvorák era un hombre profundamente religioso, y este
trabajo refleja su fe y espiritualidad. El estreno de la obra se llevó a
cabo el 9 de octubre de 1891 en Birmingham, y estuvo dirigido por el
propio Dvořák. Sorprendentemente, el mayor éxito fue,
probablemente, su interpretación en Viena en 1900, donde consiguió
el triunfo absoluto de Dvořák, en contraste con un público vienés
anteriormente hostil.2
Te Deum, op.103, es un cantata para soprano y barítono solista, coro
y orquesta con el texto latino del famoso himno espiritual "Te Deum
laudamus" (A ti, Dios, te alabamos). Fue compuesto en 1892 y
dedicado a los 400 años del descubrimiento de América. La
composición se completó antes de que Dvořák se trasladara a los
Estados Unidos y fue encargado por el director del Conservatorio
Nacional de Música de América en Nueva York, Jeannette
Thurber en 1891, cuando el compositor aceptó un lugar como director
de su escuela. Originalmente, el texto del poema de Joseph Rodman
Drake, "La bandera americana" tenía que ser utilizado para la obra,
pero Dvorák no recibió a tiempo el texto y en su lugar usó las palabras
del himno de la iglesia medieval "Te Deum laudamus", escrito por San
Ambrosio. La composición se estrenó como el primer concierto de
Dvořák en Nueva York el 21 de octubre de 1892. El Te Deum no es
tan monumental ni extenso como el Réquiem y el Stabat Mater, pero
aun así incluye pasajes similares de profunda meditación y de nobleza
expresiva.
Misa en Re mayor, (originalmente numerada como Op.76, finalmente,
como op.86) es una pieza concentrada, con una composición
estructurada, prevista originalmente para órgano, voces solistas y coro
pequeño. El trabajo cobró su forma definitiva en 1892 cuando, en
respuesta a una petición de la editorial Novello de Londres, Dvořák
arregló su Misa para una orquesta sinfónica.
Otras obras corales son: el oratorio de Santa Ludmila, el Himno de los
Campesinos Checos, la bandera norteamericana, Festival de la
Canción, y otras muchas.
POEMAS SINFÓNICOS:
Franz Liszt había inventado la forma musical poema sinfónico, que era
entonces relativamente nueva, y nunca fue adoptada por compositores
románticos más conservadores como Brahms. Dvořák compuso cinco
poemas sinfónicos, todos entre 1896 y 1897, y tienen números de
opus consecutivos: El duende de las aguas (Vodník), Op. 107; La
bruja del mediodía, Op. 108; La rueca de oro, Op. 109; La paloma del
bosque, Op. 110; y El canto del héroe, Op. 111. Los primeros cuatro
se basan en baladas de la colección Kytice del folclorista checo Karel
Jaromír Erben. La canción del héroe se basa en un programa
concebido por Dvořák y se cree que es autobiográfica.

OBRAS PRINCIPALES:

 11 óperas:
 El rey y el carbonero - 1874
 Los amantes obstinados - 1874
 Vanda - 1876
 El campesino astuto - 1877
 Dimitrij - 1882
 El jacobino - 1889
 El diablo y Catalina - 1899
 Rusalka - 1901
 Santa Ludmila - 1901
 Armida - 1904
 Alfred - 1938 (compuesta en 1870)
 Santa Ludmila (gran Oratorio nacional). Misa en Re mayor.
Réquiem. Te Deum. Stabat Mater. Coros a cappella. Los herederos
de la montaña blanca, para coro y orquesta. Himno de los
campesinos checos, para coro y orquesta.

 9 Sinfonías (la nº. 9 del Nuevo Mundo).

 Dos series de Danzas eslavas (originalmente para piano a cuatro


manos). Tres Rapsodias eslavas. Cinco Poemas sinfónicos. Suites.

 Oberturas: Carnaval, En el reino de la naturaleza, Otelo, Husitsk, Mi


país nativo.
 Serenata en mi mayor para orquesta de cuerda, Serenata para diez
instrumentos de viento, violonchelo y contrabajo, Concierto en sol
menor para piano y orquesta. Concierto en la menor para violín y
orquesta, Concierto en si menor para violonchelo y orquesta.

 18 cuartetos de cuerda, cinco quintetos (dos con piano), un sexteto,


siete tríos (nº, 5 Trío Dumky en si menor), Piezas para violín y
piano.

 Numerosas piezas para piano: Ocho Humoresques, Tema y


variaciones. Danzas escocesas, Siluetas. Polcas, Valses,
Mazurcas, Hojas de álbum, Trece imágenes poéticas.

 Unas cien canciones y dúos vocales (diez canciones bíblicas, siete


canciones gitanas).

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