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REHABILITACIÓN Y

REPOTENCIACIÓN DE
CENTRALES HIDROELÉCTRICAS
Al inicio de la electrificación masiva (años 20 y 30 del S.XX) y en la posterior intensificación de la
electrificación en los años 50 y 60 del S. XX, se construyeron en Centroamérica numerosas centrales
hidroeléctricas de pequeños y medianos tamaños, paso previo al boom de los 70 y 80, años en que se
acometen las mayores obras hidroeléctricas de la región y obras que todavía hoy son estratégicas en sus
países.

De esas dos oleadas, muchos proyectos han tenido vidas útiles totalmente insospechadas, por lo
prolongadas. Otros proyectos fueron abandonados posteriormente por los elevados costos de operación
que llegaron a presentar, previos a la aparición de la automatización. Por ejemplo, Hidraes ha realizado
Diseños de una repotenciación de una planta de 1962 con sus turbinas originales, y otra de 1952 con las
obras civiles prácticamente intactas, cuando se diseñaron con vidas útiles de 25 años (equipos) y 50 años
(obras civiles).
Otros proyectos, como una hidroeléctrica de 1 MW de 1929, abandonado en los 70 por sus costes
operativos, vuelve a entrar en vigencia por el abaratamiento operativo que proporciona la automatización,
e Hidraes está actualmente acometiendo bajo un esquema EPC la rehabilitación de este proyecto, tras
haber realizado los estudios y licencias pertinentes para un grupo inversor europeo.
El fenómeno de la repotenciación se debe, lógicamente, a la necesaria reposición de activos que finalizan
su vida útil, pero está imbricado también con la mayor factibilidad socioambiental de aumentar la potencia
en una central existente respecto a instalar potencia en una central nueva. Es una manera de invertir con
rentabilidad aceptable, con plazos de autorización cortos y sin conflictos, y con un impacto socioambiental
muy mitigado.

Por último, señalar que el hecho de que en los años 50 y 60 se dimensionaran las centrales con factores
de planta altos (para funcionar en épocas secas), frente a los factores de planta bajos (aprovechar el
mayor recurso hídrico que sea rentable) con que se diseña actualmente, hace que muchas de esas
plantas tengan de hecho capacidad para incrementar notablemente su potencia instalada y su producción
anual.

REHABILITAR, REPOTENCIAR,
MODERNIZAR: LA NUEVA
FRONTERA PARA LAS
HIDROELÉCTRICAS DE
LATINOAMÉRICA
El primer proyecto hidroeléctrico financiado por el BID fue la central hidroeléctrica Acaray, en
Paraguay. Comenzó a operar en el año 1968, hace casi 50 años. Aún está operando, y se espera que
pueda operar otros 30, 40 o 50 años más.
Menciono este ejemplo porque el desarrollo económico de Latinoamérica está fuertemente ligado a
la hidroelectricidad. El amplio potencial hidroeléctrico latinoamericano comenzó a ser explotado a
fines del siglo XIX (la primera central fue instalada en Brasil en 1883), y, a partir de ese momento,
ese aprovechamiento fomentó el establecimiento de empresas eléctricas, la extensión de los sistemas
de transmisión y la creación de capacidad técnica local.
Actualmente son cerca de 180 gigawatios (GW) instalados en Latinoamérica y el Caribe (LAC). La
energía hidroeléctrica provee más de la mitad de la energía eléctrica de la región, convirtiendo a su
matriz eléctrica en la más verde del planeta, y suministrando una porción significante de la
electricidad en varios países, como ser Paraguay, Brasil, Uruguay, Colombia, Panamá, Costa Rica,
solo por nombrar algunos.
Las décadas de 1970 y 1980 fueron las más fructíferas para el desarrollo hidroeléctrico
latinoamericano; en esas dos décadas la capacidad instalada en LAC se quintuplicó, de 19 GW
(1970) a 93 GW (1990), particularmente como consecuencia de la crisis del petróleo de 1973, y la
coyuntura regional, que permitió la instalación de grandes proyectos, algunos incluso binacionales.

Ya han transcurrido más de 30 años desde este apogeo, y es necesario tomar en cuenta en la
planificación de nuestros sistemas que los equipos electromecánicos de los proyectos construidos en
ese periodo ya han cumplido, o están muy cerca de cumplir, su vida útil (estimada entre 25 a 40
años, dependiendo de las condiciones de operación y mantenimiento). Por ejemplo, una revisión de
fuentes secundarias estimó en 73 GW la potencia de centrales mayores a 10 MW que ya tienen más
de 20 años de funcionamiento en los países miembros del BID (al 2016), y que en los próximos años
deberán ser rehabilitadas. Sólo en el caso de Brasil, se estima que el 50% de las centrales ya tienen
más de 30 años.

Pero, ¿Qué implica la rehabilitación de las centrales? ¿Cuáles son sus ventajas? ¿Y cuál es la
diferencia con la repotenciación o modernización?
La rehabilitación de una central hidroeléctrica consiste en realizar inversiones para retornarla a sus
condiciones iniciales de funcionamiento. Se implementa cuando, debido al deterioro de los equipos,
los costos de operación y mantenimiento o los tiempos de parada se han incrementado
sustancialmente, y se ha reducido la capacidad disponible y/o la energía generada. La rehabilitación
puede incrementar en algunos puntos porcentuales la eficiencia o potencia de generación de una
central (al utilizar diseños computarizados, y equipos electromecánicos y sistemas de control más
modernos a los inicialmente instalados). No obstante, el principal y mayor beneficio de la
rehabilitación es extender la vida útil de las centrales por varias décadas adicionales, aprovechando
las obras civiles existentes con equipos electromecánicos nuevos, o rehabilitados.
Las inversiones en rehabilitación de centrales tienen una tasa de retorno elevada, normalmente
superior a otras alternativas de generación renovable (hidroeléctrica y de otras fuentes alternativas),
considerando que las obras civiles ya realizadas son una inversión hundida, tanto desde el punto de
vista financiero como del punto de vista de los impactos ambientales y sociales.
Dadas los actuales desafíos para la construcción de nuevos grandes embalses en nuestra región, es
esencial evaluar la rehabilitación en las centrales con presa y embalse. Estos embalses, además de
proveer generación de respaldo para fuentes renovables intermitentes (eólica y solar), permiten el
almacenamiento estacional de agua y energía, para las épocas secas, ayudando a mitigar impactos
del cambio climático. En estos casos, es clave incluir en el estudio de rehabilitación el análisis
estructural de las presas y obras civiles complementarias, a fin de confirmar su estado, las
necesidades de inversiones, y disminuir el riesgo de desastres. De la misma manera, es necesario
realizar un análisis de la sedimentación del embalse, que en algunos casos pudo reducir la vida útil
de la central.
La repotenciación (o “repotenciamiento”, en algunos países), por otro lado, implica un rediseño
del aprovechamiento hidroeléctrico para incrementar la potencia de la central, ya sea por una
actualización en las condiciones hidrológicas (por ejemplo, nuevos aportes de caudal, información
actualizada de la hidrología, o cambios de las condiciones de la cuenca debidas al uso humano del
agua, o el cambio climático), o por modificaciones regulatorias (por ejemplo, implementación de
precios de punta en los sistemas eléctricos, incremento de energía intermitente en los sistemas, etc).
La repotenciación apunta a optimizar el uso de las obras civiles ya existentes, bajo nuevas
condiciones, con la instalación de equipos de generación adicionales, o la sustitución de equipos
viejos por unos de mayor potencia. Al igual que la rehabilitación, al tener los costos de las obras
civiles hundidos, estas inversiones tienen alta rentabilidad; asimismo, deben incorporar un análisis
de las obras civiles existentes, y los riesgos de cambio climático. La repotenciación, no obstante,
puede implementarse en cualquier momento de la vida de una central (no necesariamente al final de
la vida útil de los equipos), cuando las condiciones hidrologías, financieras, de uso de agua, o de la
energía así lo requieran.
La modernización, finalmente, apunta al cambio de los equipos de control de la central, sin
modificar el esquema físico de aprovechamiento, ni incrementar potencia adicional. Estas
inversiones normalmente son menores, ya que no implican un cambio de la turbina o generador, o
modificaciones en obras civiles, pero permiten un mejor aprovechamiento hidroeléctrico, mejoran la
seguridad, reducen los tiempos de parada y los costos de operaciones y mantenimiento. Este tipo de
inversiones incluyen normalmente el reemplazo de sistemas de control antiguos (mecánicos, o
electromecánicos), por sistemas de control electrónicos y tele-controlados. Dado el creciente énfasis
en el desarrollo de energías renovables no convencionales, la modernización de centrales puede ser
atractiva cuando se planea modificar la función de la central, por ejemplo, para pasar de ser
generación de base, a operar como respaldo de fuentes intermitentes.

La hidroelectricidad es una tecnología madura, confiable y de bajo costo. La posibilidad de


almacenamiento y la capacidad de rápida respuesta de esta tecnología son particularmente útiles para
hacer frente a las fluctuaciones estacionales en la demanda eléctrica, y para balancear las
oscilaciones de fuentes de generación intermitentes. Por ello, es esencial que la región pueda
mantener, rehabilitar y modernizar su parque hidroeléctrico para complementar en los próximos años
el desarrollo de otras fuentes de energía, como la eólica y la solar.
Desde su fundación, el BID ha sido un socio clave para el desarrollo hidroeléctrico de la región, con
un financiamiento histórico cercano a los US$10 billones, que incluye apoyo para estudios e
inversiones, no solo de nuevos desarrollos, sino también para la rehabilitación, repotenciación y
modernización de centrales hidroeléctricas. Por ejemplo, actualmente, el Banco apoya la
rehabilitación y modernización de varias centrales hidroeléctricas, como ser Guri, en Venezuela,
Peligré, en Haití, las centrales Centroamérica y Carlos Fonseca, en Nicaragua, Furnas, Luiz Carlos
Barreto, Passo Real, en Brasil, así como estudios para la rehabilitación del complejo hidroeléctrico
Salto Grande, entre Uruguay y Argentina, y Acaray en Paraguay.
¿Cuántos de los 180 GW de hidroeléctricas que operan hoy podrán estar operando dentro de 50
años? Dependerá del esfuerzo y las inversiones que se hagan en los próximos años. ¡Manos a la
obra!
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ACERCA DEL AUTOR

Arturo D. Alarcón
Arturo D. Alarcón es un Especialista de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo,
actualmente basado en la representación del Banco en Brasil. Se unió al BID en el 2010, y desde entonces
trabaja en el desarrollo y supervisión de proyectos de generación, transmisión y distribución de energía,
electrificación rural y energías alternativas en la región. Cuenta con un Doctorado en Ingeniería Eléctrica
(con enfoque en planificación de sistemas de potencia) y una Maestría en Sistemas de Potencia y
Negocios, ambos de la Universidad de Strathclyde, en el Reino Unido. Es licenciado en Ingeniería
Electromecánica de la Universidad Privada Boliviana. Antes de entrar al Banco, se desempeñó como
consultor para la supervisión y monitoreo de proyectos de electrificación rural financiados por la CAF, y
como investigador en el Instituto de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Strathclyde, en el
Reino Unido, desarrollando nuevas técnicas de planificación para la integración de generación renovable
y distribuida, sistemas de almacenamiento de energía y sistemas eléctricos, ha publicado varios artículos
al respecto en revistas especializadas.
IN I E

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