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DISCURSO DE S. S.

JUAN XXIII A LA LEGIÓN DE MARÍA


En San Pedro de Roma, el 13 de Julio de 1960

Amados hijos e hijas:

…¡Qué buen trabajo habéis realizado en el campo del Señor en estos años pasados! Con
mucho gusto os felicitamos y os animamos a ser, hoy más que nunca, apóstoles de Cristo, en
este mundo que tiene tanta necesidad de ellos, siempre en colaboración y en coordinación con
las diferentes formas del apostolado laical.

Que esta peregrinación sea para vosotros ocasión para renovar vuestra DISPONIBILIDAD para
con el Señor, para reafirmar vuestra FE VALEROSA, que os es necesaria para llevar a Cristo a las
almas que lo esperan de vosotros, y para desarrollar el espíritu de HUMILDAD y de ORACIÓN,
tan indispensable para la fecundidad de vuestro apostolado.

Pedid con fervor a la santísima Virgen, bajo cuyo amparo trabajáis, el ser cada día más dóciles
a las inspiraciones del Espíritu Santo, divino animador de vuestra acción apostólica.

Así, con ARDOR y CELO renovados, podréis reemprender en vuestras parroquias el papel de
TESTIMONIOS ACTIVOS de Jesucristo y la tarea de servidores del Evangelio.

Así fecundados, los CONTACTOS PERSONALES, las visitas fraternales, las reuniones amigables
que suscitaréis, llevarán todas su fruto sobrenatural.

De esta forma, será verdaderamente CRISTO quien, por mediación vuestra, VISITARA a los
enfermos, a los débiles, a los ancianos, a los prisioneros, y os inspirará una caridad compasiva
para con todos los que sufren. ¡Qué bella obra de misericordia y qué apropiada para hacer
conocer, a tantos hombres que lo desconocen, el verdadero rostro de la Iglesia cató1ica!

Sed, pues, queridos hijos, en este apostolado que es el vuestro, y bajo las diversas formas que
son orientadas por vuestros hermanos en el episcopado, los dignos émulos de vuestros
hermanos (de China y de otras partes), que, en situaciones delicadas, fueron, no hace mucho,
por su HEROÍSMO, la admiración del mundo cató1ico, y hacia los que en este momento se
dirigen nuestras plegarias y nuestros afectos.

Invocamos de todo corazón la abundancia de los favores divinos sobre todos vosotros... y os
otorgamos con gusto a vosotros, a vuestros responsables nacionales ya vuestros directores
espirituales, en prenda de abundantes gracias, nuestra bendici6n apostó1ica.

CARTA-PROLOGO DE MONS. TOMAS MONGO, OBISPO DE DUALA


Duala, 27 de noviembre de 1960

Reverendo Padre:

Vuestras Alocuciones Legionarias son claro indicio de vuestra preocupación por la formación
de nuestros Legionarios de María y, al mismo tiempo, de vuestra experiencia de la necesidad
de formación por parte de los dirigentes de la Legión.

En nuestros países de África, los sacerdotes son aún poco numerosos; las aldeas son visitadas
muy espaciadamente; por esto, los presidentes de estos grupos de evangelización deben suplir
en muchas ocasiones al sacerdote. Pero por propia experiencia, ya que fui Director espiritual
de Praesidia, he comprobado la dificultad que estos Presidentes encontraban para sacar del
Manual de la Legión materia para buenas alocuciones.

Con estos textos, bíblicos o "legionarios", bien escogidos y aplicados al fin concreto a que se
destinan, este libro responde a las exigencias del trabajo que nosotros hemos aconsejado y
deseado siempre, a saber: la sólida formación cristiana, indispensable para toda acción
militante en la Legión de María.

No dudo, Padre, que sus indicaciones y consejos, indicando, con sus mejores soluciones, las
lagunas que encontró en los grupos de la diócesis de Duala, servirán a todos los Directores y
Legionarios que lean Alocuciones Legionarias.

De corazón os bendigo, Padre, así como a vuestro trabajo ya todos aquellos que se aprovechen
de él.

+ Tomás MONGO
Obispo de Duala

CARTA DE FRANK DUFF, FUNDADOR DE LA LEGIÓN DE MARIA

Concilium Legionis Mariae


De Montfort House

Dublín, 16 de junio de 1961


Querido Padre de Metz:

Le agradezco la delicadeza que ha tenido al enviarme un ejemplar de su libro Alocuciones


Legionarias, tan bien presentado, y al que Ud. ha consagrado tanto tiempo e interés.

Las Alocuciones que contiene el volumen ABARCAN, EFECTIVAMENTE, TODO EL CAMPO DE LA


ESPIRITUALIDAD y DE LA DOCTRINA LEGIONARIAS. Este libro ayudará mucho a todos los que
tienen que dirigir las Alocuciones a las Curiae y a los Praesidia; pero, además de este fin
especial, ESTA OBRA SERVIRÁ ADMIRABLEMENTE DE LIBRO DE MEDITACIÓN y LECTURA
ESPIRITUAL. Es admirable que haya podido componer una obra que requiere tanto trabajo y
concentración, cumpliendo al mismo tiempo sus deberes de misionero.

Haciendo este servicio a la Legión, no ha hecho otra cosa sino añadir una nueva carga
legionaria a las que ha tenido que llevar durante tantos años.

Todo el trabajo que habéis dedicado a la Legión ha sido inmensamente fructuoso, y estoy
seguro que este nuevo trabajo no lo será menos. Me alegra pensar que todo lo que Ud. ha
hecho por la Legión, representa, al mismo tiempo, un servicio eminente a la Santísima Virgen,
Madre de las almas. Es evidente que Ella ha acogido con alegría maternal toda la ayuda que
Ud. le ha ofrecido, ayudando a las almas confiadas a sus cuidados. Estamos seguros que Ella le
recompensará con los tesoros infinitos confiados a sus manos.

Me alegró mucho leer la amable carta que su excelencia el Obispo de Duala le ha enviado para
recomendar su obra y desearle pleno éxito.

Reiterando mi agradecimiento, querido Padre de Metz, me despido de Ud.

Frank Duff

APROBACIÓN DEL "CONCILIUM LEGIONIS" DE DUBLÍN (IRLANDA)

Dublín, 20 de julio de 1960

Reverendo Padre:

Se alegrará de saber que los Oficiales del Concilium han aprobado su serie de Alocuciones.
Esperamos que acabará cuanto antes este buen trabajo.

Clara SHANAHAN,
Corresponsal oficial para el Camerún

Cuando se visitan los Praesidia rurales, y aun aquellos de ciudad que no ven casi nunca al
Director Espiritual, da pena constatar que carecen completamente de alimento espiritual. Nos
preguntamos: ¿De dónde pueden sacar fuerza para perseverar? ¿Qué clase de intención es la
base de su actividad? Sin duda, la santísima Virgen no es muy exigente para con ellos; Ella
debe darles gracias espirituales. Pero ellos tienen, a pesar de todo, derecho a esta formación
preciosa, que la Legión tiende a dar a sus miembros.

En todos los lugares que hemos visitado hemos anunciado que preparáis unas "Alocuciones"
en un lenguaje simple, que será fácil traducir a las lenguas africanas. Vuestras "Alocuciones"
tendrán un gran éxito; hace tiempo que se busca esto: algo que explique bien el espíritu de la
Legión, pero en términos sencillos, que lo hagan inteligible a los Legionarios poco formados.

Helena SHEAHY y Maureen MACPOLIN,


Visitadoras del Concilium para el África Negra

INTRODUCCIÓN

El Papa Pío XII escribía el 22 de julio de 1953 a Frank Duff, fundador de la Legión de María,
estas importantes palabras:

"La eficacia de la contribución de los Legionarios a este apostolado (que es su cooperación a la


divina Misión de la Iglesia) se medirá, en gran parte, por la profundidad de su formación
espiritual. Bajo la prudente guía de los Directores Espirituales, esta formación intensificará en
ellos un verdadero espíritu de apostolado. Penetrados de este carácter sobrenatural del
verdadero apostolado laical, marcharán adelante con un santo ardor…".

¿Cómo se realizará esta profundización espiritual y mariana en el alma de los Legionarios? Sin
duda, con la oración, con los retiros y el recogimiento. Pero la Legión prevé que esta formación
se dará principalmente en las reuniones semanales del Praesidium, de manera especial en dos
momentos de la reunión, que son la Lectura y la Alocución.

La Lectura espiritual ordinariamente es tomada del Manual oficial. Es necesario leer el Manual
entero, para permitir a los miembros familiarizarse con su contenido y para estimularlos a
hacer de él un estudio serio.

En cuanto a la Alocución, la cual se sitúa a la mitad de la reunión, tendrá habitualmente la


forma de un comentario del Manual, especialmente de la página del Manual leída durante la
Lectura espiritual. Pero adviértase bien que la simple lectura de pasajes del Manual no puede
sustituir a la Alocución; el estudio del Manual tampoco puede sustituir a la Alocución. Esta se
apoya en el Manual, pero debe ser algo concreto, vibrante, que renueve el entusiasmo de los
Legionarios; desempeña un papel de primer orden en su perfeccionamiento. Con razón,
concluye el Manual: ¡Qué diferencia entre un Praesidium donde se prepara la Alocución y otro
donde se la descuida!

En el Camerún, la Legión de María tiene la dicha de conocer un desarrollo extraordinario; sus


grupos de base (Praesidia) se multiplican tanto en los barrios poblados de las ciudades, como
en las aldeas del campo; son asistidos por los hermanos de los colegios y por los religiosos; los
sacerdotes son muy poco numerosos y están demasiado recargados de trabajo para poder
tomar parte habitualmente en las reuniones semanales de los Praesidia. ¿Un ejemplo? La
ciudad de Duala {130.000 habitantes; 50.000 católicos, aproximadamente) tiene solamente
una docena de sacerdotes para el servicio de las parroquias. Ahora bien, cada semana son
cerca de 100 Praesidia los que tienen regularmente su reunión.

También el Presidente es quien tiene habitualmente a su cuidado el dar la Alocución. Pero he


aquí que, después de numerosas visitas a los grupos, me percaté de que la Alocución se
reducía a unos vagos consejos, casi siempre los mismos. No dan a los Legionarios el alimento
espiritual del que tienen necesidad; y, sin embargo, esta hermosa doctrina del Manual es
perfectamente asequible a los Legionarios, aun a los iletrados.' si se sabe exponérsela.

Con este fin he redactado estos pequeños textos. Podían constituir las Alocuciones de uno o
dos años de la vida de un Praesidium. Para mejor destacar la fidelidad al Manual, se han
impreso con caracteres especiales todos los textos relacionados directamente con temas del
Manual, Pero se invita, naturalmente, a todos aquellos que son capaces, a trasladarse al texto
mismo del Manual, para que hagan un estudio personal.

Puede ser que queden sorprendidos de que no haya dedicado más espacio a Jesucristo, único
Salvador, ya que hay un capítulo entero sobre el Espíritu Santo. La Legión no separa jamás a
María de Jesús; sabe que encontrará siempre a Jesús por María y con María. Por eso, en casi
todas las Alocuciones dedicadas a María, se hablará del Señor. De esta forma, estará presente
a lo largo de toda la obra.

He simplificado al máximo el estilo: palabras usuales, frases breves. Para facilitar la lectura, he
multiplicado las mayúsculas y los signos de puntuación, Tengo aún delante de los ojos a esos
Presidentes que quieren explicar el Manual a sus Legionarios y ¡cuántas veces los he visto
tropezar con palabras, con giros de frases que no llegan a comprender bien, y menos todavía a
traducirlas! Una vez más, se realizaba la queja del Profeta: "Los hijos pequeños piden pan:
nadie les da un pedazo". Estos textos de Alocuciones deberían ser fáciles de comprender,
deberían permitir a nuestros Legionarios alimentar su alma de esta profunda doctrina de vida.

Al final de cada Alocución he puesto una frase que la resume; esta frase está, generalmente,
tomada de la Biblia, de las Oraciones de la Legión o de la Promesa. Después de haberla leído,
sería conveniente hacerla repetir por los Legionarios, o tal vez aprenderla de memoria. Así,
tendrán un recuerdo preciso y vivo de esa Alocución, que es un elemento muy importante de
su formación.

Los textos de este libro son como resúmenes que hemos de desarrollar y hacer palpitantes,
porque una Alocución se prepara antes y con cuidado. Que el Director Espiritual (o aquel que
lo reemplace) lea el texto durante la semana, que lo medite, que lo haga llegar hasta su
corazón; después dará una verdadera Alocución Legionaria, calurosa, vibrante, adornada con
algunos ejemplos o aplicaciones prácticas. Viendo vivir a estos Legionarios, se podrá decir:
"¡Qué diferencia entre un Praesidium donde se prepara la Allocutio y otro donde se la
descuida!".

¡Pueda esta obra ayudar a los Legionarios a darse más totalmente a María, a fin de que la
Virgen Madre haga, por ellos, vivir a Cristo en el corazón de todos sus hijos!

Soy todo tuyo,


Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo tuyo es.

Duala, 21 de noviembre de 1960


En la Fiesta de la Presentación de la Virgen María

Fr. J. A. de METZ

Voluntariamente, no he dado ninguna referencia, con el fin de no complicar la lectura.

Me he servido ampliamente de las obras siguientes, y que yo recomiendo:

San Luis María de Montfort: Tratado de la Verdadera Devoción - El Secreto de María.

Mons. Suenens: Teología del Apostolado de la Legión de María; La Iglesia en estado de Misión;
¿Quién es Esta?

Mons. Glorieux: Cuerpo Místico y Apostolado (para sacerdotes).

LOS GRANDES TEXTOS DE LA LEGIÓN DE MARÍA

Las oraciones de la Legión de María

Oraciones que se dirán al comienzo de la junta

En el nombre del Padre, etc.


Ven, Espíritu Santo.
Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía tu espíritu, y todo será creado.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

ORACIÓN
Oh Dios, que aleccionaste los corazones de los fieles con la ciencia del Espíritu Santo, haz que,
guiados por este mismo Espíritu, saboreemos la dulzura del bien y gocemos siempre de sus
divinos consuelos. Por Cristo Señor nuestro. Así sea.

V. Señor, abre mis labios,


R. Y mi boca anunciará tus alabanzas.
V. Oh Dios, ven en mi ayuda,
R. Señor, apresúrate a socorrerme.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio y ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Así sea.

Se reza el Santo Rosario (cinco decenas) y la Salve

V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.


R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. Así sea.

ORACIÓN
Oh Dios, cuyo Unigénito Hijo, con su vida, muerte y resurrección, nos granjeó el premio de la
vida eterna, danos, a los que con veneración recordamos estos misterios del santísimo Rosario,
que imitemos las virtudes que contienen y logremos los premios que prometen. Por el mismo
Cristo Señor nuestro. Así sea.

V. Sacratísimo Corazón de Jesús,


R. Ten piedad de nosotros.
V. Inmaculado Corazón de María,
R. Ruega por nosotros.
V. San José,
R. Ruega por nosotros.
V. San Juan Evangelista,
R. Ruega por nosotros.
V. San Luis María de Montfort,
R. Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre, etc.

Catena Legionis
(Se dirá al mediar la junta. Todo Legionario debe rezarla diariamente)

Antífona.- ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante
como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?

MAGNIFICAT
Mi alma glorifica al Señor.
Y mi espíritu está transportado de gozo en Dios, salvador mío,
Porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava; por tanto, ya desde ahora me llamarán
bienaventurada todas las generaciones.
Porque ha hecho en mí cosas grandes Aquel que es todopoderoso, cuyo Nombre es santo;
Y cuya misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen.
Hizo alarde del poder de su brazo: deshizo las miras del corazón de los soberbios.
Derribó del solio a los poderosos y ensalzó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos ya los ricos despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, acogió a Israel, su siervo;
Según la promesa que hizo a nuestros padres, a Abraham ya su descendencia por los siglos de
los siglos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Así sea.

Antífona: ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante
como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?

V. Oh María, sin pecado concebida,


R. Ruega por nosotros, que recurrimos a Ti.

ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la Santísima
Virgen, tu Madre, para que fuese también madre nuestra y medianera delante de Ti, haz que
cuantos a Ti acudan para pedirte beneficios, se gocen de haberlo conseguido todo por ella. Así
sea.

Oración legionaria
(Que se debe rezar al concluir la junta).

En el nombre del Padre, etc.

Oh Santa Madre de Dios, a tu patrocinio nos acogemos; en nuestras necesidades no desoigas


nuestras súplicas, antes bien de todo peligro líbranos siempre, Virgen gloriosa y bendita.

V. (Invocación propia del Praesidium).


R. Ruega por nosotros.

Fuera de las juntas del Praesidium, todos los socios dirán la invocación siguiente:

V. María Inmaculada, medianera de todas las gracias


R. Ruega por nosotros.
V. San Miguel y San Gabriel,
R. Rogad por nosotros.
V. Todas las potestades del cielo, Legión angélica de María,
R. Ruega por nosotros.
V. San Juan Bautista,
R. Ruega por nosotros.
V. Santos Pedro y Pablo,
R. Rogad por nosotros.

(Todos dirán al unísono la siguiente oración hasta el primer "así sea", y luego continuará el
sacerdote solo).

ORACIÓN
Señor, concédenos a cuantos servimos bajo d estandarte de María,
La plenitud de fe en Ti y confianza en Ella,
A la que se ha concedido la conquista del mundo.
Concédenos una fe viva que, animada por la caridad,
Nos habilite para hacer todas nuestras acciones Por puro amor a Ti,
Ya verte y servirte en nuestro prójimo;
Una fe firme e inconmovible como una roca,
Por la cual estemos tranquilos y seguros
En las cruces, afanes y desengaños de la vida,
Una fe valerosa que nos inspire
Comenzar y llevar a cabo sin vacilación grandes empresas,
Por Dios y por la salvación de las almas;
Una fe que sea la Columna de Fuego de nuestra Legión
Que hasta el fin nos lleve unidos,
Que encienda en todas partes el fuego del Amor de Dios,
Que ilumine a aquellos que están en oscuridad y sombra de muerte,
Que inflame a los tibios,
Que resucite a los muertos por el pecado;
Y que guíe nuestros pasos por el Camino de la Paz,
Para que, terminada la lucha de la vida,
Nuestra Legión se reúna sin pérdida alguna
En el reino de tu amor y gloria. Así sea.

Las almas de nuestros legionarios,


Y las almas de todos los fieles difuntos
Descansen en paz. Así sea.

El sacerdote presente da luego su bendición; no hay sacerdote:

En el nombre del Padre, etc.

Promesa legionaria
Santísimo Espíritu, yo (nombre del candidato),
Queriendo en este día ser alistado como Legionario de María,
Y reconociendo que por mí mismo no puedo prestar un servicio digno,
Te ruego desciendas sobre mí y me llenes de Ti mismo,
Para que mis pobres actos sean sostenidos con tu poder, y vengan a ser instrumento de tus
poderosos designios.
Reconozco también que Tú, que viniste a regenerar al mundo en Jesucristo,
No quisiste hacerlo sino por María;
Que sin Ella no podemos conocerte ni amarte,
Y que por Ella son concedidos tus dones, virtudes y gracias,
A quienes Ella quiere, cuando Ella quiere, en la medida y de la manera que Ella quiere;
Y veo que el secreto de un perfecto servicio Legionario
Consiste en la completa unión con Aquella que está tan íntimamente unida a Ti.
Por tanto, tomando en mi mano el estandarte de la Legión, que trata de poner ante nuestros
ojos estas verdades,
Me presento delante de Ti como soldado suyo e hijo suyo,
Y, como tal, me declaro dependiente de Ella en absoluto.
Ella es la madre de mi alma.
Su corazón y el mío son uno,
Y desde este único corazón vuelve Ella a decir lo que dijo antaño:
"He aquí la esclava del Señor";
Y otra vez vienes Tú por medio de Ella para hacer grandes cosas.
Cúbrame Tu poder y ven a mi alma con fuego y amor.
Y hazla una con el amor de María y la voluntad de María de salvar al mundo;
Para que yo sea puro en Aquella que por Ti fue hecha Inmaculada;
Para que por Ti crezca en mí también mi Señor Jesucristo;
Para que yo con Ella, su Madre, pueda ofrecerle
Al mundo y a las almas que la necesitan;
Para que, ganada la batalla, esas almas y yo podamos reinar con Ella eternamente en la gloria
de la Beatísima Trinidad.
Confiado en que en este día quieras Tú recibirme por tal, servirte de mí y convertir mi
debilidad en fortaleza,
Tomo mi puesto en las filas de la Legión y me atrevo a prometer ser fiel en mi servicio.
Me someteré por completo a su disciplina,
Que me liga a mis hermanos legionarios y hace de nosotros un ejército,
Y guarda nuestra alineación en nuestro avance con María,
Para ejecutar tu voluntad, para obrar tus milagros de Gracia
Que renovarán la faz de la tierra,
Y establecerán, Santísimo Espíritu, tu reinado sobre los seres todos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Fórmula abreviada para la renovación de la Promesa Legionaria


Soy todo tuyo,
Reina mía, Madre mía,
Y cuanto tengo tuyo es.

Acto de consagración colectiva de la Legión de María (ACIES)

Santísima Virgen María, Reina de la Legión y Madre nuestra, henos aquí, a tus hijos y soldados,
-reunidos en torno tuyo, -en esta reunión plenaria de vuestro Ejército Legionario.
Miembros Activos y Auxiliares -nos reunimos hoy -para consagrarte más profundamente -todo
lo que somos y tenemos.
Te consagramos nuestros OJOS, -para que aprendamos a ver a los hombres -con tu mirada, -y
para que no veamos en ellos más que a tu divino Hijo.
Te consagramos nuestros LABIOS, -para que digan, en el momento oportuno, -la palabra, llena
de gracia, -que pueda tocar los corazones y conducirlos más cerca de Dios.
Te consagramos nuestros PASOS, -para que nuestro caminar y nuestras fatigas sean sostenidas
por la fuerza de tu amor maternal-, en favor de las almas rescatadas por tu divino Hijo.
Te consagramos nuestras MANOS, -para que podamos alargar una mano caritativa al prójimo -
que encontramos herido y maltratado a lo largo del camino.
Pero, por encima de todo, -Oh María Inmaculada, -re consagramos nuestros CORAZONES, -
para que sean puros y transparentes como una fuente, - y no sean más que uno con el de
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Amén.
Ordenanzas fijas

"El deber legionario exige de cada socio:


1º Asistencia puntual y regular a la JUNTA semanal del Praesidium, donde se presentará en voz
clara un informe suficiente sobre el trabajo realizado.
2º El rezo diario de la CATENA.
3º La ejecución de un TRABAJO legionario activo y sólido, hecho con espíritu de fe y en unión
con María, en forma tal, que en las personas por quienes trabaja y en sus hermanos
legionarios sea María quien ve y sirve en ellos a su Hijo Jesucristo.
4º La GUARDA de un secreto absoluto con relación a todos los asuntos discutidos en la junta o
conocidos en el ejercicio del trabajo legionario".

Misterios del rosario y sus frutos de gracia para nuestras vidas

MISTERIOS GOZOSOS
Primer misterio: La anunciación.
Fruto del misterio: La humildad. La generosidad.

Segundo misterio: La visitación.


Fruto del misterio: El amor al prójimo.

Tercer misterio: El nacimiento de Jesús.


Fruto del misterio: El espíritu de desprendimiento.

Cuarto misterio: La presentación de Jesús en el Templo. La purificación de María.


Fruto del misterio: La obediencia. La pureza.

Quinto misterio: El encuentro de Jesús en el templo.


Fruto del misterio: La búsqueda de Jesús.

MISTERIOS DOLOROSOS
Primer misterio: La agonía de Jesús.
Fruto del misterio: El dolor de los pecados.

Segundo misterio: La flagelación de Jesús.


Fruto del misterio: La mortificación de los sentidos.

Tercer misterio: La coronación de espinas.


Fruto del misterio: La aceptación de las humillaciones.

Cuarto misterio: Jesús con la cruz acuestas.


Fruto del misterio: La paciencia en las pruebas.

Quinto misterio: La crucifixión.


Fruto del misterio: La muerte al pecado.
MISTERIOS GLORIOSOS
Primer misterio: La resurrección de nuestro Señor.
Fruto del misterio: La fe.

Segundo misterio: La ascensión de nuestro Señor.


Fruto del misterio: La esperanza.

Tercer misterio: La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.


Fruto del misterio: El amor de Dios. El Espíritu de apostolado.

Cuarto misterio: La asunción de María al cielo.


Fruto del misterio: La perseverancia final.

Quinto misterio: La coronación de María.


Fruto del misterio: La confianza en María.

Los misterios del rosario meditados con San Luis María de Montfort

MISTERIOS GOZOSOS
Primer misterio: La anunciación.
Os ofrecemos, Señor Jesús, esta primera decena en honor de vuestra encarnación en el seno
de María, y os pedimos, por este misterio y por su intenci6n, una profunda humildad. Así sea.

Segundo misterio: La visitación.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta segunda decena en honor de la visitación de vuestra santa
Madre a su prima santa Isabel y de la santificaci6n de san Juan Bautista; y os pedimos, por este
misterio y por la intercesión de vuestra Madre, caridad para con nuestro prójimo. Así sea.

Tercer misterio: El nacimiento de Jesús.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta tercera decena en honor de vuestro nacimiento en el establo
de Belén, y os pedimos, por este misterio y por la intercesi6n de vuestra santa Madre, el
desprendimiento de los bienes del mundo, el desprecio de las riquezas y el amor a la pobreza.
Así sea.

Cuarto misterio: La presentación de Jesús en el templo. La purificación de María.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta cuarta decena en honor de vuestra presentación en el templo
y de la purificación de María, y os pedimos, por este misterio y por su intercesión, una pureza
grande de cuerpo y alma. Así sea.

Quinto misterio: El encuentro de Jesús en el templo.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta quinta decena en honor de vuestro encuentro por María, y os
pedimos, por este misterio y por su intercesión, la verdadera sabiduría. Así sea.

MISTERIOS DOLOROSOS
Primer misterio: La agonía de Jesús.
Os ofrecemos, Señor Jesús, esta sexta decena en honor de vuestra agonía mortal, y os
pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, la contrición de
nuestros pecados. Así sea.

Segundo misterio: La flagelación de Jesús.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta séptima decena en honor de vuestra sangrienta flagelación, y
os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, la mortificación de
nuestros sentidos. Así sea.

Tercer misterio: La coronación de espinas.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta octava decena en honor de vuestra coronación de espinas, y
os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, el desprecio del
mundo. Así sea.

Cuarto misterio: Jesús con la cruz a cuestas.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta novena decena en honor de vuestro camino doloroso, y os
pedimos, por este misterio y la intercesión de vuestra santa Madre, la paciencia en todas
nuestras cruces. Así sea.

Quinto misterio: La crucifixión.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta décima decena en honor de vuestra crucifixión y de vuestra
muerte ignominiosa sobre el Calvario, y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de
vuestra santa Madre, la conversión de los pecadores, la perseverancia de los justos y el
consuelo de las almas del purgatorio. Así sea.

MISTERIOS GLORIOSOS
Primer misterio: La resurrección de nuestro Señor.
Os ofrecemos, Señor Jesús, esta undécima decena en honor de vuestra resurrección gloriosa, y
os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, el amor de Dios y el
fervor en vuestro servicio. Así sea.

Segundo misterio: La ascensión de nuestro Señor.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta duodécima decena en honor de vuestra triunfante ascensión,
y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, un deseo ardiente
del cielo, nuestra patria querida. Así sea.

Tercer misterio: La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta decimotercera decena en honor del misterio de Pentecostés, y
os pedimos, por este misterio y la intercesión de vuestra santa Madre, la venida del Espíritu
Santo sobre nuestras almas. Así sea.

Cuarto misterio: La asunción de María al cielo.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta decimocuarta de cena en honor de la resurrección y de la
triunfante ascensión de vuestra santa Madre al cielo, y os pedimos, por este misterio y por su
intercesión, una tierna devoción a una Madre tan buena. Así sea.

Quinto misterio: La coronación de María.


Os ofrecemos, Señor Jesús, esta decimoquinta decena en honor de la coronación gloriosa de
vuestra santa Madre en el cielo, y os pedimos, por este misterio y por su intercesión, la
perseverancia en la gracia y la corona de la gloria. Así sea.

CAPÍTULO I: LA LEGIÓN DE MARÍA CONTINUA LA OBRA DE SU REINA


1. La Santísima Virgen María ha querido que so Legión naciese el mismo día que ella

El hecho sucede en un país muy católico, en Irlanda. Este pueblo ha demostrado siempre un
espíritu verdaderamente apostólico y misionero. Es el miércoles 7 de septiembre de 1921, en
Dublín, capital de la nación; son las 8 de la tarde. En una sala de "Myra House", una quincena
de chicas han respondido a la llamada del señor Frank Duff, funcionario del ministerio de
hacienda. También hay allí un sacerdote. Esta gente sencilla está animada por una total buena
voluntad a trabajar en la obra de Dios.

En medio de la concurrencia, una mesa cubierta por un mantel blanco, con dos cirios
encendidos y dos jarros con flores. Sobre la mesa preside la estatua de la Virgen María, que
representa la misma figura de la medalla milagrosa. Es la Inmaculada Concepción, aplastando
la cabeza de la serpiente infernal. Abre sus manos para repartir sus beneficios sobre la tierra,
como verdadera mediadora de gracias y madre de todos los hombres.

Allí se encuentra una juventud entusiasta. Al entrar en la sala y viendo a María, todos
comprenden que su reina, en pie, los espera para incorporarlos a su ejército. El primer acto de
estos legionarios es ponerse de rodillas para rezar. Invocan al Espíritu Santo y rezan todo el
rosario. Luego se levantan y juntos, bajo la mirada cariñosa de María, tratan de buscar los
mejores medios de agradar a Dios y hacer que todo el mundo le ame. Están decididos a no
retroceder ante nada, ni siquiera ante lo que podría parecer imposible. Quieren ante todo
dedicarse a la salvación de los elementos más abandonados de la población. Justamente,
después de la visita a los hospitales, el primer gran trabajo de la Legión será la conversión y
recuperación de las muchachas perdidas del peor sector de Dublín; nadie, ni la misma policía,
se atrevería a trabajar allí.

Estamos en la tarde del día 7 de septiembre, es decir, en los primeros momentos de la fiesta
en que se celebra el nacimiento de María. María será siempre el modelo vivo, la reina y la
madre de la Legión, así como de cada uno de los legionarios, nacida el mismo día que Ella.

María Inmaculada,
Mediadora de todas las gracias,
ruega por nosotros.

2. Como la Legión Romana de otros tiempos, la Legión de María es un ejército sólidamente


organizado

Para designar diversos estamentos, la Legión emplea la lengua latina. Esta es la lengua
internacional de los sabios; es, sobre todo, la lengua de la Iglesia universal.
La Legión de María ha tomado su nombre de la Roma antigua. La Legi6n romana fue
probablemente el mejor cuerpo de tropas que jamás se haya conocido. El secreto de su fuerza
invencible residía en el maravilloso espíritu de sus miembros.

La Legión tiene una organización piramidal. En la base, se encuentra el PRAESIDIUM, pequeña


célula de oración, formación y acción; tiene a su cargo una porción bien delimitada. Consta de
dos clases de miembros: Activos y Auxiliares. Todos son verdaderos legionarios; unos,
dedicados principalmente a la oración; otros, a la acción; se apoyan los unos en los otros. El
arma de la Legión es el rosario de María.

Los dirigentes (u Oficiales) de los Praesidia de un mismo lugar o de lugares pr6ximos, se reúnen
para formar la CURIA; ésta coordina el trabajo en un sector bastante limitado.

A escala regional se encuentra el COMITIUM (o Comité Federal); éste anima las Curias. Su
territorio es más vasto: una diócesis, o una parte notable de una diócesis; un departamento,
por ejemplo. A escala nacional está el SENATUS (o Consejo Nacional). Y, finalmente, en la
cumbre, para dirigir toda la Legión, está el CONCILIUM, situado en Dublín, capital de la Legión.

Como en Roma, el estandarte de la Legión se llama VEXILLUM. En él se ve al Espíritu Santo con


sus alas desplegadas, cubriendo a la Virgen; Ella tiene las manos ampliamente abiertas, para
repartir las gracias de Dios sobre el mundo que hay que salvar.
Para ser completos, señalemos que cada legionario recibe una TÉSSERA. Es una hojita en que
se leen las plegarias de la Legión; es como el carnet de identidad de los legionarios, y les
permite reconocerse entre ellos.

Esta virilidad de la legión romana debe ser también el patrimonio de los legionarios de María,
pero aquí ha de ser sobrenaturalizada, suavizada al contacto con su reina, que, mejor que
nadie, sabe enseñar el secreto de servir con amor y bondad.

¿Quién es esta que avanza, terrible como un ejército formado en batalla?


(Cant 6, 10)

3. La Legión de María quiere que sus miembros lleguen a ser santos

He aquí el fuego; si queréis que caliente y cueza el alimento, es preciso que antes arda. He aquí
la noche; si queréis alumbrar a aquellos que han perdido el camino, es necesario, ante todo,
que tengáis una lámpara brillante. Cuando Dios decide salvar a los hombres de sus pecados,
escoge a su propio HIJO, Dios como El. Jesús es el santo de Dios. Cuando Jesús funda su Iglesia,
a fin de continuar su obra de salvación, escoge solamente a doce hombres; son los Apóstoles.
Jesús comienza por formarlos ampliamente; ellos serán santos. A lo largo de la historia de la
Iglesia, aquellos que han sido verdaderos apóstoles de su país son los santos, a quienes
nosotros festejamos y oramos.

Los legionarios deben entregarse a un trabajo apostólico intenso; con Jesús, como los
Apóstoles, quieren salvar a los otros y llevarles la gracia. Deben, pues, ante todo, ser santos y
poseer esta gracia que ellos desean transmitir a sus hermanos. ¿Qué podrá hacer un legionario
que vive mal y que no comenzara por dar buen ejemplo?

La Legión de María no quiere verse obstaculizada por gran número de cristianos mediocres;
sus Praesidia no tendrán más que un número pequeño de legionarios Activos; pero éstos serán
bien escogidos, bien formados, enteramente al servicio de la santa Iglesia, Un legionario debe,
ante todo, llevar una vida edificante, debe ser un modelo de vida cristiana, desea recibir
frecuentemente los sacramentos; sirve a su prójimo; tiene el deseo de crecer siempre en
santidad con la gracia de Dios.

Por esta razón declara el Manual: El fin de la Legión de María es la SANTIFICACIÓN de sus
miembros por la oración y por una cooperación activa en la obra de María, Los legionarios
tienen por Jefe de su ejército a María; Ella es también su modelo. María es la mediadora de
todas las gracias y reina de los Apóstoles; también Dios la ha creado Inmaculada, y Ella
permaneció siempre "llena de gracia". Así Ella es la reina de todos los santos.

Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre Celestial.


(Mt 5, 48)

4. Los verdaderos legionarios se entregan a su trabajo apostólico en cuerpo y alma

Un ejército bien adiestrado está preparado para el combate; unos legionarios bien formados y
santos están preparados para cumplir con el TRABAJO APOSTÓLICO. La Legión santifica a sus
miembros, especialmente con vistas al apostolado; y por el ejercicio del apostolado se
santificarán cada vez más. La Legión pretende desarrollar la santidad de sus miembros al darle
el carácter de apostolado; pero también este apostolado llega a ser un factor indispensable de
la santidad de los legionarios.

La Legión de María está dispuesta a entregarse a toda clase de acción social y de acción
católica, útil al bien de la Iglesia, que las autoridades (Obispo o párroco) le puedan pedir. Pero,
evidentemente, el fin pleno de la Legión exige que esta actividad esté orientada hacia las
necesidades más actuales y acuciantes. La Legión forma almas generosas, dispuestas a
emprender grandes cosas y a sacrificarse por la santa Iglesia. Es necesario estimular a los
legionarios a que se superen a sí mismos hasta el heroísmo: Cuanto más se les exija más darán.
No pedirles más que un trabajo insignificante, hará debilitar su celo, y les hará caer en la
mediocridad y en la tibieza.

La Legión de María impone a sus miembros activos, cada semana, un trabajo apostó1ico
preciso que han de realizar. Pero mira más lejos; ella quiere formar almas de apóstoles.
Dondequiera que se encuentre, el legionario se sentirá siempre de servicio; estará siempre al
quite de todas las ocasiones de apostolado y de caridad que puedan presentársele. No se
resignará nunca ante el paganismo y el pecado. Rezará, se esforzará por ponerle remedio, lo
combatirá resueltamente; y Dios bendecirá sus esfuerzos sobrenaturales y perseverantes.
Así, pues, la Legión comienza por reunir sus miembros; para que "perseveren unánimemente
en la oración, con María, Madre de Jesús", como lo hicieron los Apóstoles, antes de comenzar
su trabajo apostó1ico. Luego, los envía a los lugares de pecado y de sufrimiento, para hacer el
bien; y, haciéndolo, se inflamarán en el deseo de hacerlo cada vez mejor.

Fuego he venido
a poner en el mundo,
y ¡cuánto deseo que esté ya encendido!
(Lc 12, 49)

5. El fin último y más elevado de la Legión es el de llegar a ser la levadura de la comunidad

Tenemos una cantidad grande de alimentos; sin sal, no tienen sabor; pongámosles un poco de
sal; se pondrán estupendos. De igual modo, tomemos una cantidad grande de masa, bastante
pesada; pongámosle un poco de levadura; mezclémosla bien con la masa; la levadura
desaparecerá, pero actuará en ella, y, con el tiempo, toda la masa fermentará.

Así hace la Legión de María. Sus Praesidia no tienen más que 8, 10 ó 12 miembros activos; pero
cada Praesidium tiene su lugar donde trabajar y al que ha de volver cristiano. Los legionarios
visitan metódicamente todas las casas, entran en contacto fraternal con cada persona. Con su
bondad, con sus consejos amistosos, se esfuerzan en abrir esa alma a la gracia; procuran
convertir en más cristiana la vida de aquella familia; luchan contra el pecado, contra las
costumbres paganas, que tienen cautivas a las almas.

Esto será duro; será necesario continuar siempre este humilde trabajo; pero la Legión tiene la
ambición de salvar todo el territorio donde María la haya emplazado. Quiere transformar la
sociedad; quiere hacer de sus hombres, que viven unidos, una verdadera comunidad cristiana,
donde se vive bien, porque se aman unos a otros.

Estos apóstoles laicos, que son los legionarios, son la verdadera LEVADURA en contacto con la
masa. Viven en el sector; pertenecen al mismo ambiente que sus vecinos; tienen las mismas
dificultades que ellos y viven cristianamente a la vista de todos, comenzando por practicar
antes que enseñar. Les prestan su servicio fraternal. Tal testimonio de vida tiene una eficacia
singular. Seguidamente podrán acercarse a ellos, aportar sus consejos con humildad y
perseverancia; serán escuchados y seguidos.

La experiencia ha demostrado en todos los países lo que un puñado de legionarios


sobrenaturales y decididos pueden hacer para sanear un lugar o ambiente de pecado, para
transformar las costumbres, para extender la caridad cristiana, es decir, para salvar al mundo.

El Reino de los Cielos se parece


a la levadura que una mujer mezcla
con tres medidas de harina,
hasta que fermenta toda la masa.
(Mt 13,33)

6. El fin más lejano y más elevado de la Legión es que la humanidad entera sea organizada
para Dios

Vayamos a Edea a admirar las "cataratas espectaculares" del Sanaga. Desde siempre, cae el
agua allí a raudales. Pero llegaron ingenieros: ellos "organizaron" estas cascadas del agua.
Instalaron turbinas, cables y luces. He aquí la ciudad de Duala iluminada; todos los barrios,
todos los hombres reciben la luz.

El Manual nos dice que para el sacerdote que sabe servirse de ella, la Legión es como una
poderosa máquina en manos de un mecánico. El toca algunos aparatos de control; maniobra
algunas palancas; el desarrollo de energía es tal que se llega a realizar lo que parecía
imposible. Bien: La Legión se parece a una red. Los Praesidia son las mallas tupidas y sólidas:
nada se le escapa a esta red. El sacerdote es el pescador. Con su red de la Legión hace redadas
verdaderamente milagrosas.

En una parroquia no debe haber ningún sector del que la Iglesia no se ocupe. El sacerdote
tiene cuidado de que cada uno de sus pueblos tenga su catequista, para enseñar la doctrina y
actuar en nombre suyo. Pero el sacerdote sabe también que la salud moral de una comunidad
católica depende de la presencia, en su seno, de un grupo de apóstoles laicos que sientan
pasión por el bien de la Iglesia, con el deseo de trabajar personalmente en la extensión del
reino de Dios.

Para esto se presenta, justamente, la Legión de María. Ella es un ejército de apóstoles,


valientes y disciplinados. Su organización es territorial; salvo excepción, cada Praesidium
"toma a su cargo" un sector bien delimitado. Que cada sector posea su grupo de apóstoles,
aunque sea pequeño; que este grupo esté rodeado de todos los buenos cristianos que, con sus
oraciones apostólicas, sostienen el esfuerzo de los militantes; he aquí el sector que empezará a
bullir. Que se reúnan los jefes de estos grupos en una Curia que cada mes les comunique el
Plan de Trabajo; ¡qué hermoso trabajo se realizará!

He aquí una población entera ORGANIZADA para Dios; la Iglesia local puesta "en estado de
misión".

Oh Espíritu Santo,
obrad vuestras maravillas de gracia
que renovarán la faz de la tierra
y establecerán vuestro reino sobre todas las cosas.

7. El primer deber de la Legión es una gran devoción a María

La Legión es un movimiento que ama a María con todas sus fuerzas y se compromete a atraer
todos los corazones a este amor. Por eso la Legión lleva, con una indecible estima, el nombre
de María. Está fundada sobre una confianza ilimitada de hijo hacia esta buena Madre,
confianza que vigoriza, implantándola en el corazón de cada uno de sus miembros. María se
servirá luego de ellos para llevar a cabo en las almas su trabajo de Madre, y proseguir su
eterna misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal y hacer nacer y crecer en todas las
almas a su Hijo Jesucristo.

La Legión está ENTERAMENTE bajo el influjo de María; es ELLA quien preside las reuniones; Ella
quien envía a su legionarios; Ella quien los acompaña, hablando y obrando por ellos. Por su
promesa, cada legionario se pone totalmente en manos de María.

Por eso, uno de los principales deberes de la Legión será el de manifestar esta devoción
ardiente hacia María, lo que la distinguirá entre todas las otras obras. ¿Por qué así? Porque la
Legión tiende a dar a María al mundo, como medio infalible de ganar al mundo para Jesús.
Está, pues, claro que el legionario que no tiene a María en el corazón, no puede tomar parte en
la obra.

Puesto que nosotros queremos trabajar con María, nuestro servicio legionario debe ser
cumplido con el máximo amor y perfección. ¿Cómo se podrá ofrecer a María una piedad
mediocre, un trabajo organizado o hecho a medias? No somos un instrumento inerte en
manos de María; nosotros le entregamos toda nuestra inteligencia, todas nuestras fuerzas,
todo nuestro corazón. María añadirá toda su pureza y su fuerza; Ella permitirá entonces a
nuestros humildes trabajos el realizar grandes cosas, obrar auténticos milagros de gracia.

Cuando sus miembros hayan llegado a ser copias vivas de María, la Legión bien puede mirarse
a sí misma como una Legión de María, cooperadora de su obra y segura de triunfar con Ella. La
Legión llevará a María al mundo, y María iluminará al mundo y pronto lo inflamará de amor.

Santísima Virgen María,


miembros activos y auxiliares
nos unimos hoy para consagraros,
cada día más profundamente,
todo lo que tenemos
y todo lo que somos.

8. La Anunciación de la Santísima Virgen María (25 de marzo) es la gran fiesta anual de la


Legión

Cada año, el 25 de marzo, se reúnen los legionarios, a ser posible, en alguna Iglesia, para la
solemne ceremonia del ACIES. Toda la Legión, Activos y Auxiliares, en orden de batalla, y
distribuida por Praesidia, se presenta ante su Reina. Cada legionario toma con su mano el
estandarte del gran Vexillum; y, en presencia de sus hermanos, renueva su Promesa, con toda
su convicción.

¿Por qué se ha elegido la fiesta de la anunciación? Es porque en ese día comenzó la gran obra
de la redención del mundo: el Hijo de Dios tomó carne humana en el seno de la Virgen María.
¿Cómo se realizó esto? Por obra del Espíritu Santo; pero también gracias al consentimiento de
una mujer, María, que aceptó totalmente la voluntad de Dios.

El Espíritu Santo es el amor de Dios que baja hasta nosotros, los hombres. María es el amor
humano, el más puro de toda la creación, que sube hacia Dios. Jesucristo, fruto del Espíritu
Santo y de María, es el nudo de la nueva alianza, que reconcilia a los hombres con Dios. Por
eso, "Jesús es nuestra PAZ".

Por el pecado, el primer hombre había dicho "NO" a Dios, rompiendo así la alianza; por su "SI"
total y perfecto, María permitió reparar el pecado y restablecer la alianza. Nuestro papel de
legionarios es prolongar en nuestra vida el "SI" de María; y nuestra actividad continuará su
obra: dar al mundo a Jesucristo, el único Salvador.

La misión salvadora de María, su colaboración consentida a la obra de la redención, comenzó


el día de la anunciación. Para el legionario es su Promesa la que marca el día en que se
entregó, también él, a la obra de la salvación de sus hermanos, en unión con María y en las
filas de la Legión.

Por eso, en este día de fiesta, como en la tarde de su Promesa, el legionario puede repetir
estas palabras:

María es la Madre de mi alma;


su corazón y el mío no son más que uno;
Ella repite estas palabras de antaño:
"He aquí la esclava del Señor";
y una vez más,
venís a hacer por Ella
grandes cosas.

CAPÍTULO II: EL ESPÍRITU SANTO


9. En la Legión de María, el Espíritu Santo ocupa el primer lugar

Nuestra Legión se llama la Legión de María; nosotros proclamamos que María es la madre y la
reina de la Legión; queremos darnos enteramente a Ella. Sin embargo, la Legión coloca por
encima de Ella al Espíritu Santo.

Miremos nuestro Vexillum: en él vemos todo el mundo; encima de él, la Virgen María reparte
sus gracias; pero todavía más alto, dominándolo todo, está el Espíritu Santo, "que cubre a
María con su sombra" benéfica.

Al empezar la reunión, aun antes de comenzar el rosario, los legionarios invocan al Espíritu
Santo; "Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu
amor"

Y algo más maravilloso todavía. Los legionarios son los soldados de María; ellos la consideren
como su caudillo. Ahora bien, en el día de la Promesa, que los hará para siempre sus soldados,
¿con quién se comprometen? Con el Espíritu Santo, y no con María- "Santísimo Espíritu, yo.
..queriendo en este día ser alistado como legionario de María... Te ruego desciendas sobre mí y
me llenes de Ti mismo. .. Cúbrame Tu poder y ven a mi alma con fuego y amor. ..Confiado en
que en este día quieras Tú recibirme por tal, servirte de mí y convertir mi debilidad en
fortaleza, tomo mi puesto en las filas de la Legión..."

¿Por qué todo esto? Porque la Virgen María es la esposa del Espíritu Santo, que, sin El, Ella no
sería nada ni podría nada.

La Legión quiere ante todo la santificación de todos sus miembros: y el Espíritu Santo es la
fuente de toda gracia y de toda santidad. La Legión consagra sus miembros al apostolado: el
Espíritu Santo es la fuente de todo verdadero celo apostólico. Es quien hace los santos y los
apóstoles; es, pues, El quien debe ocupar el primer puesto en la Legión de María.

¡Oh Espíritu Santo,


que vuestro poder me cubra,
con su sombra,
y entre en mi alma
para poner en ella el fuego y el amor!

10. ¿Quién es el Espíritu Santo?

En el curso de sus viajes apostólicos, san Pablo llega un día a la gran ciudad de Efeso.
Encontrando un grupo de discípulos, les preguntó: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando
abrazasteis la fe?" Ellos le respondieron: "No. Ni siquiera hemos oído que exista el Espíritu
Santo". San Pablo se quedó asombrado: ¿Cómo se puede ser cristiano, si no se conoce al
Espíritu Santo?

Cuando a Jesús se le acercaba la hora de su muerte, los Apóstoles estaban muy tristes, y Jesús
les dijo: "En verdad os digo: es mejor para vosotros que yo me vaya, porque, si yo no me voy,
el Espíritu Santo no vendrá a vosotros; mas, si yo me voy, os lo enviaré".

¿Quién es, pues, el Espíritu Santo, al que los católicos tienen muy poca devoción, ya quien los
legionarios deben tener un amor especial?

Todos los domingos, en misa, afirmamos nuestra fe cantando el Credo. Decimos: "Creemos...
en el Hijo... que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre... Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoraci6n y gloria, y que habl6 por los profetas...".
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, igual en todo al Padre y al Hijo.
Toda la creaci6n es tanto obra del Espíritu Santo como del Padre y del Hijo.

Dios es amor. El padre y d Hijo se aman perfectamente; el Espíritu Santo es el fruto de su amor
perfecto. El es la fuente de toda vida, de todo amor y de toda gracia. El es el lazo de unión de
Dios con María y d lazo de uni6n de Dios con los hombres.

Es el AMOR DE DIOS el que crea al mundo; es su amor el que los salva. El Espíritu Santo es
amor viviente y personificado de Dios, quien regenera al mundo; El concede todas las gracias,
hasta la más pequeña; El obra todo en el mundo, ya que todo es gracia.

Creo en el Espíritu Santo,


Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo.

11. El Espíritu Santo está en acción, trabajando en todo el plan de Dios sobre el mundo

Todo lo que Dios hace lo hace por amor; el Espíritu Santo es el amor de Dios, luego tiene el
primer lugar en todas sus obras.

Primer cuadro. Al principio de los tiempos, Dios, por amor, decide CREAR EL MUNDO. Este
mundo es tan hermoso, que Dios, mirándolo, "vio que todo era bueno". Después decide Dios
crear al hombre y a la mujer, y les da un alma inmortal, a su imagen y semejanza; les da su
propia vida. Y "vio Dios todo lo que había hecho; y todo era bueno".

Ahora bien, ¿cómo creó Dios el mundo? Leamos la Biblia: "Las tinieblas cubrían la haz del
abismo; el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas". El Espíritu Santo, bondad
de Dios en acción, fecunda las aguas originales para hacer salir de ellas este mundo tan bueno.

Segundo cuadro. Los hombres han pecado; sublevado contra Dios y han seguido a Satán; son
malditos. He ahí la desdicha, la guerra, el sufrimiento, la muerte. Dios, todo bondad, decide
SALVAR A LOS HOMBRES. ¿Cómo los salvará? Enviará su único Hijo, que se hará hombre,
sufrirá y morirá. Así, El irá en busca de los hombres, a fin de santificarlos y devolverles la vida
de Dios.

¿Cómo enviará Dios el salvador? En el día de la anunciación, Dios pide a María que sea la
Madre del Salvador. Pero una virgen no puede engendrar. Es entonces cuando interviene el
Amor de Dios... "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra".

Tercer cuadro. Jesús ha terminado su misión. Ahora es necesario que su gracia de salvación
alcance a cada hombre. Es el papel de la Iglesia, que prolonga a Cristo. Ella envía apóstoles
para ANUNCIAR EL EVANGELIO a fin de que todos sean bautizados y entren en la Iglesia de
Cristo.

Es también una obra de gracia y de amor. Por eso la presidirá el Espíritu Santo. Es Pentecostés:
los primeros apóstoles están reunidos. El Espíritu Santo desciende sobre ellos, los inflama en
amor y hace de ellos verdaderos apóstoles. Ellos irán por todas partes a predicar el Evangelio
ya fundar la Iglesia; luego darán a Jesús el máximo testimonio de amor. muriendo mártires por
El.

Enviad vuestro Espíritu y todo será creado,


y renovaréis la faz de la tierra.
(Sal 104, 30)

12. Con el Espíritu Santo, María colabora en toda la obra de la salvación

AL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, cuando Dios decidió crear el mundo, el Espíritu Santo se cernía
sobre las aguas para fecundarlas. Ahora bien, también desde el principio, María estaba
presente en el pensamiento de Dios al mismo tiempo que el redentor. Por esto la Iglesia aplica
a María estas palabras inspiradas del libro de la Sabiduría: "El Señor pensaba en mí desde el
principio de sus obras; desde el principio, antes de crear cosa alguna. Antes de que fuese
creado el espacio inmenso, su pensamiento me había concebido. Las fuentes no habían
brotado todavía, y yo ya existía en El… Yo le asistía en toda su obra, jugando con toda la
creación...".

AL PRINCIPIO DE LA REDENCIÓN, encontramos a María con el Espíritu Santo; es en la


anunciación. Dios no ha querido forzar la voluntad del hombre; Dios ofrece su gracia, pero no
la da más que cuando se la acepta libremente. En nombre de toda la humanidad, María
acepta, diciendo: "Hágase según tu palabra". Por su "SI", Ella hace venir al salvador a la tierra,
firmando el gran pacto de paz de la humanidad con Dios. Desde ahora, la gracia de la salvación
es ofrecida a todos; y lo que falta a cada hombre es dar su "SI" personal, que abrirá su corazón
a la venida de Cristo y de su gracia.

En PENTECOSTÉS, cuando la Iglesia fue fundada, cuando los Apóstoles se disponen a ir a


predicar el Evangelio a todas las naciones, María, esposa del Espíritu Santo y madre de la
Iglesia, también está allí. Con ellos y más que ellos, Ella recibe el Espíritu Santo. "La Virgen en el
cenáculo, orando con los Apóstoles y por ellos, con una 'súplica inefable', prepara y acelera
para la Iglesia los dones abundantes y variados del Espíritu consolador, don supremo de Cristo
y tesoro que no faltará nunca".
(León XIII)

En Navidad, María puso en el mundo a Cristo, que vino a traer fuego a la tierra y desea que
arda. Era necesario que también María estuviera en el cenáculo, cuando el Espíritu de su Hijo
vino a inflamar a los Apóstoles con ese fuego que no deberá extinguirse hasta el fin de los
tiempos.
¡Oh Espíritu Santo,
que tu poder me cubra
con su sombra
y entre en mi alma
para llevar allí el fuego y el amor!

13. El Espíritu Santo guía a los apóstoles en sus tareas

"Los Hechos de los Apóstoles" cuentan los comienzos de la Iglesia. De tal manera se ve que los
Apóstoles obraban siempre bajo su direcci6n, que casi se podía llamar a este pequeño libro: "El
Evangelio del Espíritu Santo". El Espíritu Santo actúa con los Apóstoles; se le siente presente y
activo en todo momento. De esta forma ellos no dudan ni siquiera ante las empresas audaces.

Es el Espíritu Santo quien inspira a san Pedro su primer sermón el día de Pentecostés: he aquí,
de un golpe, miles de hombres convertidos a la verdadera fe.

Es El quien transforma a un hombre en apóstol de Cristo: "Cuando el Espíritu Santo descienda


sobre vosotros, seréis revestidos de fuerza y daréis testimonio de Mí", decía Jesús.

El es el inspirador de las audacias apostólicas: "El Espíritu dice a Felipe: adelántate y ponte
junto a ese carro". Y he ahí a Felipe convirtiendo y bautizando a un alto funcionario de la reina
de Etiopía.

Es El quien sostiene a los mártires: "Esteban, lleno del Espíritu Santo, vio la gloria de Dios, y a
Jesús de pie a la derecha del Padre".

Es El quien guía a Pedro a la conquista de los paganos: "El Espíritu me invitó a partir con ellos
sin duda". Será el bautismo del centurión Cornelio y de toda su familia.

Es El quien escoge apóstoles y les asigna su misión: "Cuando ellos celebraban el culto del Señor
y ayunaban, hablóles así el Espíritu Santo: Separadme a Bernabé y a Saulo, para el ministerio al
que los he destinado".

Es El el que preside las grandes decisiones de los Apóstoles. Después de haber discutido en el
Concilio de Jerusalén, ellos transmiten así sus consignas: "El Espíritu Santo y nosotros hemos
tenido a bien..." etc.

La Legión de María es una gran empresa apostólica; ella quiere ser los "Hechos de los
Apóstoles" de los tiempos actuales; ella quiere realizar el plan de Dios; ella se lanza a los
trabajos audaces; ella tiene necesidad de la fuerza y de la luz de Dios; sus legionarios serán
fieles en sus persecuciones y hasta la muerte. La Legión tendrá, pues, una devoción muy
ardiente al Espíritu Santo.

¡Oh Espíritu Santo,


seguro de que me acogeréis así,
que os serviréis de mí!
Tomo mi puesto en las filas
de la Legión.

14. El sacramento de la Confirmación nos da el Espíritu de Pentecostés

Jesús había dicho a sus Apóstoles: "Vais a recibir una fuerza, la del Espíritu Santo. Vosotros
seréis entonces mis TESTIGOS en Jerusalén, en toda la Judea y hasta los confines de la tierra".

Pero el Espíritu Santo había descendido ya sobre Jesús; fue en el momento de su bautismo en
el Jordán. "El cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre El como una paloma". Esta
intervención del Espíritu Santo marca el principio de la VIDA PUBLICA de Jesús. Por sus
milagros, por su predicación, Jesús ha dado testimonio del amor de Dios por los hombres. El
"pasó haciendo el bien"; finalmente, El amó a los hombres hasta morir para salvarlos.

En Pentecostés, el Espíritu Santo se manifestó también de una forma especial. Esta nueva
intervención señala el principio de la VIDA PUBLICA de la Iglesia. Los 12 fueron consagrados
apóstoles; ellos testimoniaron el amor de Dios, por el ejemplo de su caridad y por la
predicación del evangelio, hasta la muerte.

El sacramento de la confirmación hace participar a los bautizados en la gracia de Pentecostés.


Recibimos el Espíritu Santo para comenzar nuestra VIDA PUBLICA. Nosotros seremos los
apóstoles del Evangelio y los testigos del amor de Cristo, allí donde Dios nos ha situado.

Este sacramento es administrado una sola vez, porque es permanente: En todo momento nos
dará la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Entonces sabremos dar el ejemplo de una vida pura;
pasaremos "haciendo el bien"; llevaremos la luz a nuestros hermanos que están todavía "en
las tinieblas" de la ignorancia o del pecado y tendremos el coraje de ser fieles a Cristo a pesar
de las dificultades, las persecuciones y la muerte.

Este sacramento de la confirmaci6n se nos da "por la imposición de las manos de los


Apóstoles", es decir, por los obispos. ¿Por qué? Porque no hay apostolado verdadero fuera de
la obediencia a la jerarquía apostólica, representada por nuestro obispo.

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo


y, con toda entereza,
hablaban la palabra de Dios.
(Hech 4, 31)

15. El Espíritu Santo quiere hacer renacer al mundo en Jesucristo

Jesús, nuestro salvador, nos ha revelado todo en el Evangelio; por su muerte y resurrección, El
nos ha merecido todas las gracias de salvación. Pero nosotros tenemos todavía necesidad del
Espíritu Santo, porque El es el Espíritu de Jesús.

El prolonga la enseñanza de Jesús: "El nos conducirá hacia toda la verdad", no porque El añada
cosa alguna, "porque El no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le
comunique", había predicho ya Jesús. El Espíritu Santo viene a aclarar, en cada instante, para
nosotros, las palabras del Maestro; El nos inspirará lo que el Señor quiere que nosotros
hagamos.

El viene también a aplicar a cada hombre las gracias de la pasión del salvador. El es el
continuador de Cristo. Jesús ha derramado su sangre por todos; El ha pagado la redención de
todos los hombres. Pero es el Espíritu Santo, fuente de la gracia, el que va a derramar esa
sangre preciosa, a fin de que cada uno se aproveche de ella.

El corazón, en d hombre, impulsa la sangre hasta las extremidades de los miembros, a fin de
que todas las partes del cuerpo reciban la vida; así el Espíritu Santo descenderá sobre los
Apóstoles en el cenáculo, después sobre los bautizados, a fin de que ellos reciban, y luego la
transmitan a todos, la redención obtenida por la sangre de Jesús.

El Espíritu Santo ha animado a Cristo Jesús: en su nacimiento en todas sus acciones y hasta en
la ofrenda de su vida. Cristo está ahora en el cielo, desde donde nos envía continuamente su
Espíritu. Este Espíritu quiere continuar en nosotros la obra que El ha realizado ya en Jesús: El
nos hará "re-nacen" y crecer en Cristo Jesús; El nos dirigirá hasta nuestra entrada en el cielo.

El que quiere vivir de Cristo, debe abrirse al Espíritu; el que recibe el Espíritu, se une á Cristo.
Es el mismo Espíritu el que anima a Cristo y el que nos anima también a nosotros.

Hacer llegar la vida de Cristo a todas las almas, es la obra de la Iglesia, de la que el Espíritu
Santo es el alma. La Legión es obra de la Iglesia; ella trabaja a fin, de que cada alma, incluso la
más perdida, participe de la redención de Cristo y renazca hija de Dios. La Legión se entrega,
pues, al Espíritu Santo, con el fin de regenerar las almas con El, en Cristo Jesús.

Oh Espíritu Santo,

que has venido a regenerar el mundo
en Cristo Jesús.

16. El Espíritu Santo es el alma de nuestra vida

El Espíritu Santo es el dulce maestro interior. El abrasa en nosotros todo lo que queda de amor
propio, de orgullo, de egoísmo o de pereza para que seamos buenos instrumentos de Dios; El
nos sugiere lo que debemos hacer; El nos inflama para las grandes acciones y nos da el coraje
de emprenderlas; El nos sostiene con su fuerza en las dificultades, o cuando fracasamos; El nos
une a nuestros hermanos, a fin de que trabajemos conjuntamente. El es el alma de nuestra
vida, que derrama en nosotros el ESPÍRITU DE JESÚS. De esta forma, también nosotros
podremos decir: "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".

En el bautismo hemos sido bautizados en el agua y en el fuego; ese fuego devorador es el del
Espíritu Santo. Pero en una iglesia se puede estar distraído y no rezar. Nosotros, pues,
voluntariamente, prestaremos atención al Espíritu, que habita en nuestros corazones; haremos
callar en nosotros la voz de la carne, a fin de escucharlos y de seguir mejor sus llamadas. Para
esto, le invocaremos en todo momento, y no solamente en las dificultades de nuestra vida o
de nuestro trabajo apostólico.

Fórmulas para nuestra plegaria no nos faltarán. Nosotros mismos las encontraremos en el
momento preciso. Puede ser, por ejemplo, la invocaci6n al Espíritu Santo de nuestras
reuniones legionarias: "Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos
el fuego de tu amor".

O este hermoso canto de la misa de Pentecostés: "Ven, Espíritu Santo... Lava el rostro de lo
inmundo, llueve tú nuestra sequía, ven y sánanos. Doma todo lo que es rígido, funde el
témpano, encamina lo extraviado".

O esta plegaria que un santo obispo recitaba cada día: "Oh Espíritu Santo, alma de mi vida, yo
te adoro. Aclárame, guíame, fortaléceme, consuélame. Enséñame lo que debo hacer, dame tus
órdenes; yo te prometo someterme a todo lo que desees de mí y aceptar todo lo que permitas
que me suceda. Hazme, únicamente, conocer tu voluntad".

Oh Espíritu Santo,
yo te suplico que desciendas sobre mí
y que me llenes de Ti,
para que mis pobres acciones
sean sostenidas con tu fuerza
y se conviertan en instrumentos
de tus poderosos designios.

CAPÍTULO III: LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DEL SALVADOR, ES LA REINA DE LA


LEGIÓN Y DE CADA LEGIONARIO

17. Yo soy la Inmaculada Concepción

Hace cien años, en Lourdes, la Virgen María se apareció a la pequeña Bernardita. Esta le
preguntó cuál era su nombre; la bella Señora, llena de humildad, le respondió: Yo soy la
Inmaculada Concepción. Esto sucedía el 25 de marzo, día en que la Iglesia celebra la fiesta de
la Anunciación.

Este es el privilegio de la Inmaculada Concepción que preparó a la Santísima Virgen para todos
los favores y dignidades que le fueron concedidos después. Dios quiso que María fuera
inmaculada, a fin de que ella pudiera convertirse en medianera de todas las gracias.

Inmaculada Concepción. En el primer instante de su existencia, por una gracia única de Dios, el
pecado original no pudo contaminar a María. Sin embargo, esta gracia excepcional María la
recibió de Dios; y es Cristo quien la mereció. Pero la gracia que nosotros recibimos es una
gracia de perdón, que nos coloca de nuevo en el estado que habíamos perdido: nos llega
DESPUÉS del pecado original y de otros pecados cometidos a continuación. Para María todo
fue diferente. La redenci6n la santificó mediante una gracia que se concedió ANTES, y que la
preservó de todos los pecados.

María está limpia de todo pecado; Ella está "llena de gracia". Su alma está adornada de todas
las virtudes; el amor puro de Dios le inspira en todas sus acciones; sobrepasa infinitamente a
todos los más grandes santos: Ella es su reina.

María aplasta la cabeza de la serpiente infernal. En ningún instante de su vida pudo dominar
Satanás sobre Ella, como nos sucede a nosotros cuando caemos en la tentación. Satán nunca
consiguió hacer caer a María; Ella, además, tiene el poder de vencerle y de llevar a la victoria a
sus fieles legionarios.

"Yo pondré enemistad entre ti y la Mujer, dijo Dios a la serpiente, entre tu raza y la suya". La
Legión aspira de todo corazón a ser la raza de María, porque sólo ahí reside la esperanza de la
victoria. Cuanto más seamos hijos de la Inmaculada, más se avivará nuestra hostilidad contra
los poderes del mal, y más completa será nuestra victoria.

¡Oh María sin pecado concebida,


rogad por nosotros, que recurrimos a vos!

18. María permaneció siempre Virgen

Bajo la inspiraci6n del Espíritu Santo, María se consagr6 en cuerpo y alma para siempre al
Señor. María era "Virgen". Por un milagro, Ella permaneció "virgen" después del nacimiento de
Jesús. Cuando el ángel le anuncia que Dios la llama a ser la madre del salvador, hace esta
pregunta: "¿Cómo sucederá esto, pues yo no conozco a hombre alguno?". El Ángel la
tranquiliza; su concepción será un milagro de la gracia: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del A1tísimo te cubrirá con su sombra".

Después, María permaneció siempre virgen. Ella no tuvo otros hijos. Si Jesús es su
"primogénito", los otros sólo serán hijos espirituales: y esto lo son todos los hombres,
liberados por Cristo, y que nacerán, también ellos, del Espíritu y de María.

El matrimonio es, sin embargo, una cosa muy grande. Es Dios mismo quien al principio dijo a
los hombres: "Sed fecundos, multiplicaos, llenad la tierra".

Jesús no cambió nada del orden del creador. Tomó parte en las bodas de Caná. Incluso ha
elevado la unión del hombre y la mujer a la dignidad de un sacramento, pero a condición de
que se trate de un matrimonio único y definitivo: un hombre y una mujer, los dos creados a
imagen de Dios y rescatados por Cristo, se aman y se dan el uno al otro para siempre. Y hacen
crecer en el amor los hijos que Dios les envía.

Pero la "virginidad" es un camino todavía más elevado. Escuchemos a san Pablo: "La doncella
sólo tiene que preocuparse de las cosas del Señor, de ser santa en cuerpo y en espíritu; pero la
casada ha de preocuparse de las cosas del mundo, de agradar a su marido". Y por esto está
dividida. María se casó. Ella renunció, sin embargo, a las obras del matrimonio, no por
desprecio, sino por un amor más grande, por un don más completo de su coraz6n a Dios.
María es así el modelo de las esposas y de las madres; es todavía más, "Virgen de las vírgenes",
la Virgen sin igual. Y después de María, aquellos y aquellas que el Señor llama a su servicio
exclusivo, renuncian voluntariamente al matrimonio, consagran su corazón y su cuerpo al
Señor, no tienen más preocupación que "las cosas del Señor, los medios de agradar al Señor".

Por encima de todo,


¡oh María Inmaculada!,
os consagramos nuestros corazones.

19. María es Madre de Dios

Cada vez que nosotros rezamos a la Virgen, le repetimos: "Santa María, Madre de Dios…; santa
María, Madre de Dios…". Al final de cada reunión decimos así: "Hemos acudido a vuestra
protección, santa madre de Dios". Esto nos parece del todo natural. Sin embargo, ¿hemos
pensado en esta situación incomprensible? ¡Una simple criatura, una mujer, se ha convertido
en madre del Dios todopoderoso, que ha creado el mundo, al que el cielo y la tierra no pueden
contener!

Para que su Hijo fuera verdaderamente hombre, Dios ha querido que tenga una madre; pero
esta madre la escogió El entre todas; El la llenó de gracias, es la Inmaculada. Para salvar a los
hombres, el Hijo de Dios nació de la Virgen María.

Jesús, a quien María concibió por obra del Espíritu Santo, a quien ella trajo al mundo en la
gruta de Belén, a quien alimentó y educó, ya la que El obedeció, este Jesús tan débil y tan
pobre, este Jesús es el Hijo de Dios; El es Dios. María es, pues, verdaderamente, MADRE DE
DIOS; ella está, por tanto, por encima de todos los hombres, e, incluso, de todos los ángeles. El
Altísimo la ha asociado a su plan de salvación; María se convirtió en verdadera madre de
Cristo, y madre también de todos aquellos en quienes Cristo vivirá.

No se puede separar a un hijo de su madre; por eso Jesús ha querido mostrarse y actuar
siempre con María. En la visitación, El santifica a Juan Bautista des- de el seno de María.
Cuando los pastores y los magos van a adorar a Jesús, le encuentran "con María, su madre".
Durante treinta años, en Nazaret, no se separa de su lado. Por su súplica, El hace su primer
milagro en Caná. Finalmente, cuando El consuma su muerte en la cruz, María está también
presente para ofrecer con El su sacrificio redentor.

Actualmente, en el cielo, María es siempre madre de Dios. Jesús es tan hijo de María como lo
era sobre la tierra. El conserva la perfecta deferencia que ha tenido siempre para su madre. No
se resiste a las plegarias de María cuando Ella intercede por nosotros. Pero estas súplicas de
María son siempre conformes con la santa voluntad de Dios; son para nuestro verdadero bien,
es decir, para nuestra santificación y nuestra salvación.

Porque ha obrado en mí
cosas estupendas...
...desde ahora me aclamarán bienaventurada
todas las generaciones.
(Lc 1, 48-49)

20. María es la esposa del Espíritu Santo

María había hecho voto de permanecer siempre virgen; su unión con san José debía
permanecer, por tanto, virginal. Unidos de corazón y de alma para siempre, los dos juntos
debían santificarse y subir hacia Dios.

Por eso, en el momento de la anunciación, cuando el ángel le pide, en nombre de Dios, que sea
la madre del salvador, María no comprende. Pero, sabiendo que "nada es imposible para
Dios", la humilde "sierva del Señor" dijo; SI. Entonces el Espíritu Santo descendió sobre ella y la
virtud del Altísimo la cubrió con su sombra. "Ella concibió por obra del Espíritu Santo".

San Luis María de Montfort es el preceptor, o mejor, el "monitor" de nuestra Legión. He aquí lo
que nos dice: "En la santísima Trinidad, decimos y creemos que el Padre engendra a su Hijo.
Creemos también que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Dios Espíritu Santo, no
produciendo otra persona divina, se hace fecundo por María, de la cual es esposo. Con ella, en
ella y de ella crea su obra maestra, que es un Dios hecho hombre. Dios Padre comunica a
María su fecundidad, en cuanto una pura criatura es capaz de ella, con el fin de darle el poder
de engendrar a su Hijo".

"Ahora, en toda obra de santificación, el Espíritu Santo y María son INSEPARABLES. El plan de
Dios lo ha decidido así. María no es un simple canal de la acción del Espíritu Santo; es su
esposa, su cooperadora inteligente. Cuando Ella obra, es El quien obra. Cuando el Espíritu
Santo encuentra a María, su esposa, en un alma, se dirige a ella, entra plenamente, se
comunica a esta alma abundantemente; se da a esta alma en la medida en que ella admita a
María, su esposa".

Fijémonos en nuestro estandarte. Representa al Espíritu Santo dando al mundo, por la


intercesión de María, sus riquezas de vida. La Legión quiere trabajar en la gran obra de la
regeneración del mundo en Jesucristo; así, la devoción de la Legi6n a María irá siempre a la par
con la devoción al Espíritu Santo. La Legión no separa lo que Dios ha unido.

Así es como podrán obrar sus maravillas de gracias, que renovarán la faz de la tierra y
establecerán en todas las cosas el reino de Dios.

El ángel del Señor anund6 a María,


y concibió por obra del Espíritu Santo.
21. María es la santa asociada de Cristo Redentor

Nuestro Señor es el redentor del mundo; fue sobre la cruz donde El consumó su obra de
reparación del pecado; porque es bien sabido que "sin derramamiento de sangre, no hay
remisión". Fuera de Jesús no hay otro salvador. Todos los hombres, y María más que los otros,
han sido redimidos por Jesús. Sobre ella derramó Dios la plenitud de su gracia.

Sin embargo, al pie de la cruz, donde Jesús expiaba por nosotros, se encontraba María, la única
mujer que no tuvo pecado. Ella ofreció, en nuestro nombre, el único sacrificio: María,
corredentora, unía su compasión a la pasión de Jesús.

¿De qué modo ha cooperado María en la obra de la redención? En primer lugar, dando su
consentimiento a la encarnación de Jesús, cuando dijo "Sí" al ángel enviado por Dios. Así se
puede decir que la redención es el beneficio común de Dios Padre y de la santísima Virgen.

María ha cooperado también en la redenci6n, compartiendo en todo momento los


sentimientos de su Hijo; toda su vida no ha sido sino una prolongación del primer "Sí" a todo lo
que Dios quería de ella.

María consumó, en fin, esta cooperación en el momento de la pasión, uniendo los sufrimientos
de su corazón a los de Cristo y ofreciéndolos por nuestra salvación.

Fue sin dolor como María alumbró a esta vida; pero es con dolor como nos alumbra a nosotros
a la vida de la gracia. ¿Quién podrá jamás comprender hasta qué punto ha amado María a sus
hijos pecadores? Entrega a su propio Hijo al sufrimiento, y lo inmola para aplacar la justicia de
Dios y para salvarnos. Sacrifica a su inocente hijo para salvar a todos sus otros hijos pecadores.
María sufrió en su corazón más que todos los hombres.

Escuchemos a san Pío X: "Por esta comunidad de sufrimientos y de voluntad entre María y
Cristo, María mereció muy dignamente ser la restauradora de la humanidad caída y la
dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos adquirió por su muerte y su sangre. Así se
puede decir justamente que con Cristo, Ella ha rescatado la raza humana".

Cerca de la cruz de Jesús


se encontraba su Madre.
(Jn 19, 25)

22. María es la nueva Eva, la madre de los verdaderos vivientes

Dios creó al primer hombre, pero no quiso que Adán estuviera solo. Por eso le dio una
compañera, semejante a él, creada también a imagen de Dios. De su unión con esta mujer
procedemos todos los hombres. Por eso, "Adán le dio el nombre de Eva, porque ella es la
madre de todos los vivientes".
Por desgracia, Eva desobedeció a Dios, arrastrando a Adán al pecado. Eva mereció el castigo de
la MUERTE para sí y para todos sus descendientes. La verdadera vida es la gracia, que es la
VIDA de Dios en nosotros; fue esta vida, sobre todo, la que nuestra madre Eva perdió por su
pecado. Nadie podía devolver esta vida de hijo de Dios; era necesario Dios en persona.

Con María, Dios restablece el plan primitivo. María es la "nueva Eva" de la humanidad
salvadora. Dios nos ha enviado un salvador, su propio Hijo; por su obediencia y su muerte, El
nos ha devuelto la gracia de Dios, que hace de nosotros los verdaderos vivientes.

Jesús es el único salvador. Pero, de la misma manera que al lado de Adán puso a Eva para dar
vida a los hombres, así Dios no ha querido hacer "renacer" a los hombres, sin asociar una
mujer a la obra de Jesús, el salvador. Esta mujer es María, la verdadera madre de todos los
vivientes, corredentora del género humano.

María llega a ser madre de Jesucristo (el gran viviente) por su humilde consentimiento a la
salutación del ángel. Por su plena cooperaci6n en el sacrificio de la. Cruz, que salvó a todos los
hombres, María se hace nuestra madre.

Los verdaderos vivientes, los hijos de María, son aquellos que, como ella, dicen siempre "SI" a
Dios y toman su parte en el sacrificio de la cruz.

Ella es la madre de mi alma;


su corazón y el mío son uno;
y desde este único corazón,
vuelve ella a decir lo que dijo antaño:
"He aquí la esclava del Señor".

23. María es la madre de todos los hombres, María es nuestra madre en Cristo

En los sufrimientos del Calvario es donde María se hace la madre de todos los hombres. Jesús
le dice desde lo alto de la cruz: "Mujer he aquí a tu hijo"; y a san Juan: "He ahí a tu madre". En
la persona de san Juan estaban representados todos los elegidos. María aceptó plenamente el
plan de Dios; renunció a su hijo y lo ofreció por todos los hombres, adquiriendo así una
multitud de hijos.

Jesús nace de la unión del Espíritu Santo y de María; sus hermanos, los hombres, nacerán
también de esta unión bienaventurada. Con María, el Espíritu Santo producirá todos los días
los predestinados, que son los hermanos de Jesús.

Los rescatados forman con Cristo un cuerpo, del cual Jesús es la cabeza y ellos los miembros.
Una madre no engendra la cabeza sin los miembros, pues entonces sería un monstruo de la
naturaleza. María, que dio a luz a Jesús, la cabeza, es también la madre que nos hará nacer a la
vida de Dios a todos nosotros, sus miembros.
María no es más que la madre de Jesús; mas ella es madre de Jesús DONDEQUIERA que El esté.
Regenerarnos por el bautismo o por la confesi6n es hacer nacer o crecer a Jesús en nosotros;
es, pues, también la obra de María, unida al Espíritu Santo. María será siempre la madre de
Jesús, que habita en nosotros.

Escuchemos a san Pío X: "En el casto seno de la Virgen, donde Jesús tomó carne mortal, se
formó un cuerpo espiritual, constituido por todos aquellos que deben creer en El. Se puede
decir que, teniendo a Jesús en su seno, María llevaba también a todos aquellos cuya vida
estaba encerrada en la del salvador. Todos nosotros, pues, que, unidos a Cristo, somos los
miembros de su cuerpo, debemos decirnos originarios del seno de María". Esto no es
solamente cosa de sentimientos piadosos, sino que, verdaderamente, María es nuestra
madre.

Y, entonces, aquellos que no rezan a María, los que se separan de Jesucristo, ¿dejan de ser
hijos de María? No; pues ella es madre de misericordia; no olvida jamás a los que ha
engendrado, aunque se revelen contra ella. ¡Pero qué desgraciados son! Por esto, María nos
pide que roguemos por ellos, y nos envía a buscarlos para traerlos de nuevo.

Santa María, Madre de Dios,


ruega por nosotros, pobres pecadores.

24. María es la mediadora de todas las gracias obtenidas por Cristo

He aquí una verdad que la Legión cree con toda su alma y que pone en acción en todo su
apostolado. En las oraciones de la Catena ha colocado la oración litúrgica de María mediadora:
"Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la Santísima Virgen,
tu madre, para que fuese también madre medianera delante de Ti…".

Toda gracia viene de Dios y nos llega por las manos de María; así todas nuestras oraciones,
todos nuestros buenos actos suben hacia Dios, pasando por el corazón de María. ¡Qué alegría
pensarlo! Nosotros no estamos jamás abandonados; María está siempre con nosotros; ella
vela por nosotros con su corazón de madre. Todo nos llega por ella. Por tanto, cesar de unirnos
a María es, para nuestra alma, cesar de vivir. Nuestra dependencia de María es incesante; es
como una continua creación.

El Espíritu Santo ha comunicado a María, su fiel esposa, sus dones; la ha constituido tesorera
de todos sus bienes. Siendo Madre de un hijo, de quien procede el Espíritu Santo, es muy
conveniente que Ella dispense todas las gracias del mismo Espíritu.

María no solamente ha alumbrado a Jesús; ella ha velado su crecimiento, alimentándolo,


rodeándolo de cuidados y de ternura. Nosotros somos los hermanos de Jesús, los miembros de
su cuerpo; María alimentará y formará a este mismo Jesús, que ha nacido y debe crecer en
nosotros, hasta que alcance su estatura perfecta, hasta el momento de nuestra entrada en el
cielo. Todas las gracias de Dios tienden a hacer crecer a Jesús en nosotros; estas gracias sólo
pueden ser dadas por María, que es la madre de Jesús.
Todo lo que tiene María lo ha recibido de Dios; pero es Dios mismo quien la ha elegido y la ha
colmado de sus dones, a fin de que ella sea medianera de gracias y de intercesión.

Por ella son concedidos


tus dones, virtudes y gracias
a quienes ella quiere, cuando ella quiere,
en la medida y de la manera que ella quiere.

25. María es Reina de los Apóstoles

En Pentecostés la Iglesia fue constituida por la venida del Espíritu Santo; ahora bien, María se
encontraba allí. Por su oración, el Espíritu Santo descendió sobre el cuerpo místico y
permanece en él.

María recibió el Espíritu de apostolado; y fue en unión con ella como el Espíritu fue transmitido
a los Apóstoles. En verdad, María no recibió el encargo de practicar ella misma el apostolado
exterior, pero posee en plenitud el celo por la gloria de Dios y el poder de hacer germinar
apóstoles por todas partes.

Después de Pentecostés no se hablará más de María, sino solamente de los "Hechos de los
Apóstoles", de sus trabajos para "predicar el Evangelio a todas las criaturas". María vivirá
humildemente retirada en su pobre casa; pero sus plegarias y los méritos de su santa vida
atraerán las gracias de Dios, a fin de suscitar nuevos apóstoles y de fecundar sus trabajos.

Ahora bien, ¿qué es lo que pasó en este día de Pentecostés? El Espíritu Santo sopla como si
fuera un viento impetuoso; llena a los Apóstoles y los deja totalmente transformados. No eran
más que discípulos pasivos; ahora se han convertido en testigos activos de Cristo. Hasta
entonces tenían miedo: cuando Jesús fue arrestado, ellos huyeron; Pedro, su jefe, niega a
Cristo por tres veces; y, después de la muerte de Jesús, todos se escondieron. Ahora ellos no
retroceden delante de nada; anuncian valientemente que Jesús es el salvador; predican
delante de millares de paganos; llevan testimonio delante de los reyes y de los jueces;
consagran su tiempo y sus fuerzas para predicar el Evangelio; finalmente, todos mueren
mártires, "felices de haber sido juzgados dignos de sufrir por el nombre de Jesús" y de poder
dar su vida por amor a El.

Lo que pasó al principio de la Iglesia continúa siempre. María actúa cada vez que se hace
necesario implantar la Iglesia en un nuevo país. Ahora bien, ¿cuándo está la Iglesia realmente
fundada en él? Cuando los hijos de ese país, sacerdotes y laicos, sienten, ellos mismos, la
responsabilidad apostólica; cuando se responsabilizan de la extensión de la Iglesia en su país y
de la salvación de sus hermanos. Entonces, María está justamente allí, con su oración, cuando
el Espíritu Santo suscita de nuevo apóstoles.

Todos ellos, llevados de un mismo afecto,


se reunían para la oración
en compañía de María, Madre de Jesús.
(Hech 1, 14)

26. La verdadera devoción a María obliga al apostolado

María, en el Cenáculo, al recibir plenamente al Espíritu Santo, muestra patentemente que es la


reina de los Apóstoles. Mas, como Ella le tiene siempre, es, pues, también, reina de los
legionarios; pues, por nuestra promesa, nosotros hemos consagrado nuestra vida a la
salvación de los otros.

El verdadero destino de María es de ser madre, madre de Jesús y madre de gracia. María es
siempre madre de Jesús; pero, después de Pentecostés, la pequeña casa de Nazaret, de la cual
ella cuidaba, pasa a ser el vasto mundo, y su hijo es extendido a las dimensiones de la
humanidad. Todo acto de apostolado trata de hacer nacer o crecer a Jesús en las almas; todos
los cuidados que se pueden dar al cuerpo del Señor vienen a completar los suyos. Son, pues,
acciones marianas. Así, María podría declarar: "Yo soy el apostolado", poco más o menos como
dijo: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

Un verdadero cristiano no puede decirse unido a María si no participa en su maternidad con


las almas. No se puede separar a María de su maternidad; no se puede separar un cristiano del
apostolado. El cristiano que sólo piense en su devoción personal, no es verdaderamente
cristiano, porque es egoísta. El cristiano NORMAL tiene cuidado de los otros; quiere comunicar
a Cristo.

María necesita apóstoles, Ella no puede desempeñar su tarea sin nuestra ayuda. Esta es la
verdad. Esto forma parte del plan divino, que exige nuestra colaboración y que sólo asegura la
salvación del hombre por la intervención del hombre. Sin nosotros, María no puede
desempeñar toda su función maternal; y las almas se debilitan y mueren.

Ofrezcámonos, pues, a la reina de los Apóstoles; participemos en su maternidad de gracia


sobre las almas. No nos contentemos con palabras; no permanezcamos ociosos, metámonos
en el trabajo de apostolado. Dado este paso, María se apoderará de nuestra acción y la
incorporará a su maternidad. Si estamos así unidos a María, será ella quien irá por nosotros
hacia los hombres; ella les aportará la gracia y les dará el Salvador.

Señor, concédenos
a cuantos servimos
bajo el estandarte de María
la plenitud de fe en ti
y la confianza en ella,
a la que se ha concedido la conquista del mundo.

27. La Virgen María es el divino modelo de la Santa Iglesia

Se dice que María es la imagen de la Iglesia; es exacto afirmar que Cristo ha creado a la Iglesia
"a imagen y semejanza" de su propia madre, María.

María ha sido inmaculada; ha permanecido siempre sin pecado; es "llena de gracia". La Iglesia
también es SANTA; pues "Cristo ha amado a la iglesia y se ha entregado por ella, a fin de
santificarla... porque El desea hacerla aparecer delante de El, toda resplandeciente, sin
mancha, santa e inmaculada".

María es la santa ASOCIADA de Cristo redentor; la Iglesia también; ella nació del corazón
traspasado de Cristo. Su fin principal es la salvación de los hombres. San Pablo "completa en su
carne lo que faltaba a la pasión de Cristo, para su cuerpo, que es la Iglesia". Santa Mónica,
orando con lágrimas, mereció la salvación de su hijo, Agustín. La Iglesia entera, con Cristo,
ruega, trabaja y sufre para salvar al mundo.

María está siempre viva para INTERCEDER en favor de los pecadores, siendo la distribuidora de
todas las gracias. También la santa Iglesia multiplica sus esfuerzos y envía sus ap6stoles, a fin
de predicar el Evangelio y de hacer volver a las ovejas perdidas. Y ¿no es la Iglesia la que
distribuye las gracias de Cristo por el ministerio de sus sacerdotes y por el canal de sus
sacramentos?

María, siempre pura, ha sido resucitada, elevada al cielo y GLORIFICADA. Cuando Cristo
regrese al fin de los tiempos, el pecado será definitivamente vencido, la muerte será destruida,
y todos aquellos que hayan muerto en el amor de Cristo, resucitarán. Entonces, la santa
Iglesia; con todos sus hijos, constituirá "este hombre perfecto, en la fuerza de la edad, que
realiza la plenitud de Cristo". Ella será también, al igual que la Virgen María, elevada al cielo y
glorificada por siempre.

Con una misma fe y con un mismo amor, rodeemos a la santísima Virgen María ya la santa
Iglesia católica; las dos son "madres" de nuestra alma.

Apareció una grandiosa señal en el cielo:


una mujer,
vestida de sol,
con la luna bajo sus pies
y con una corona de doce estrellas en la cabeza.
(Ap 12, 1)

CAPÍTULO IV: EL LEGIONARIO VIVE EN UNIÓN PERMANENTE CON CRISTO JESÚS EN MARÍA,
SU MADRE

28. Hasta que no llega al cielo, el cristiano vive constantemente bajo el amparo de la Virgen
María

Toda nuestra vida seremos los hijos de nuestra madre María. Sabemos que por ella nos
vendrán todas las gracias necesarias para nuestra santificación. Asimismo nuestra
preocupación será vivir en unión íntima y permanente con ella, como el niño que permanece
con su madre.

Todos los cristianos proclaman que María es su madre; mas se puede ser HIJO de la madre a
diferentes edades. El hombre maduro, casado y padre de familla, es dichoso si tiene todavía a
su madre; la respeta y la rodea de toda clase de cuidados. Con todo, tiene su vida propia, sus
ocupaciones; cuanto más avanza en la vida, más se independiza de su madre; incluso será él
quien la ayudará y la sostendrá.

El chico depende en todo de su madre, que le lava, le alimenta, le rodea de ternura; su madre
no le abandona, aunque ella tenga que salir para el trabajo o de viaje; él mismo, el pequeño,
llorará si le separan de su madre. Sin embargo, si la madre llegase a morir o a serle arrebatada,
él sería recogido por otra mujer y podría así continuar viviendo; porque ya respira, ya vive
fuera de su madre.

La dependencia que nosotros debemos tener de María ha de ser más completa; para
comprenderla es necesario remontarse hasta el seno materno. Jamás el niño pertenece tanto
a la madre como cuando vive en su seno. Depende completamente de ella; vive de la misma
vida de la madre; respira por medio de la madre, nada le viene por otro conducto que no sea
ella.

En su vida y en su actividad, el legionario es ciertamente un adulto responsable; mas,


espiritualmente, debe vivir por entero de su madre María. El alma del legionario debe respirar
de María, como los cuerpos respiran del aire. Que piense en María en todas sus plegarias, en
todos sus trabajos, en todas sus acciones; que se olvide de sí mismo y de sus propios medios,
para confiar sólo en María.

¡Oh Espíritu Santo,


veo bien que el secreto
de un perfecto servicio legionario
consiste en la completa unión
con aquella que está tan íntimamente unida a Ti!

29. Nuestra madre, María, nos forma a semejanza de Cristo

Todo el secreto de la santidad consiste en llegar a ser otro Cristo. Mas ¿cómo hacer para
parecérsele perfectamente?

Escuchemos, una vez más a nuestro "monitor", san Luis María de Montfort: "Imaginad que
poseéis una hermosa estatua y queréis hacer una copia de ella. Existen dos medios para ello.
Escogéis, por ejemplo, una materia dura, madera o piedra. Con los utensilios la labraréis y la
tallaréis para que los rasgos del modelo aparezcan en ella. Esto os llevará mucho tiempo,
mucho esfuerzo y trabajo. y el resultado no será, quizá, bueno. O bien, no sois buenos
escultores y la copia no se parecerá nada al modelo; todos los defectos de vuestro trabajo
aparecerán; o bien, un golpe desafortunado habrá deformado vuestra copia, que estaba tan
lograda hasta entonces.
Pero existe otro medio. Con yeso o con tierra tomad un MOLDE de vuestro modelo, haced
fundir el metal y echadlo en ese molde. Esperad algún tiempo y veréis que vuestra copia es
perfectamente semejante al modelo. Sin esfuerzo, sin talento especial, lo habéis logrado.

Vosotros podéis tratar de pareceros a Jesucristo por vuestras propias fuerzas, a costa de
muchos esfuerzos, de resoluciones, de prácticas diversas; habréis sufrido mucho. Mas acaso el
resultado no será notable, sea por falta de conocimiento y experiencia de Jesucristo, sea a
consecuencia de un golpe mal dado.

Entonces tenemos el segundo Medio. María es el molde de Jesús. Jesús ha sido formado en su
seno, o, más bien, Jesús ha formado "divinamente este molde al venir a. María. Confiemos en
este molde; echémonos, perdámonos en María, a fin de llegar a ser el verdadero retrato de
Jesús.

Pero, ¡atención!, en un molde sólo se puede echar lo que está fundido, limpio de toda
inmundicia. Destruyamos, pues, nosotros todo lo que es duro, malo, para poder verternos en
ese molde divino de Jesucristo".

Perdido en los abismos del alma de la Santísima Virgen, el legionario participará de su fe, de su
humildad, de su caridad y de su pureza de corazón, y también del poder de sus plegarias; será
en seguida formado a imagen de Cristo.

Hijos míos,
a quienes estoy de nuevo
dando dolorosamente a luz
hasta que vea yo a Cristo formado en vosotros.
(Gál 4, 19)

30. El legionario lleva toda su vida en Unión con María

Cada legionario vivirá su devoción a María, tanto por la meditación seria que hará de ella,
como por su continuo cuidado de hacerla entrar en su vida. Tal es la CONSIGNA SOLEMNE que
él recibe de la Legión. Debe tenerla por uno de sus deberes esenciales, el más importante de
todos.

El niño, cuando está todavía en el seno de su madre, vive enteramente de ella, pero él no lo
sabe. El legionario vive también continuamente en el seno de María, mas debe hacerlo
voluntariamente. ¿Y cómo?

Es Dios mismo quien ha creado esta dependencia total del cristiano respecto a María, existe
independientemente de nosotros. Pero, si colaboramos con todo nuestro corazón, esta
dependencia será mucho más beneficiosa. Sólo por esta unión y colaboración íntima
aparecerán en nosotros las maravillas de santidad prometidas.

Se comenzará por consagrarse con fervor a la santísima Virgen; se renovara con frecuencia
esta consagración por estas palabras: "Yo soy todo vuestro, oh reina y madre mía, y todo lo
que tengo os pertenece"; o por otra fórmula parecida.

Luego, en sus oraciones, en la misa, sobre todo rezando el rosario, el alma del legionario debe
buscar el estar cerca de María; que reviva con ella los misterios de la redención, pues María los
ha vivido ya con el salvador.

Que todos los trabajos cotidianos del legionario sean realizados con María; que, en todo, tenga
a María en su espíritu; que la vea actuar; que la imite; que le pida gracia para hacer sus
acciones con el mismo corazón que ella. Entonces María no estará sólo junto a su legionario;
estará, por decirlo así, en él; por su medio, Ella orará y trabajará.

De este modo, el alma del legionario se llenará de tal forma de la imagen y del pensamiento de
María, que será una con el alma de María.

¡Que mi alma se identifique con el amor de María!

31. El verdadero legionario quiere ser esclavo de Cristo

La palabra ESCLAVO es bien displicente. Nos evoca a esos infelices que en otros tiempos eran
vendidos como bestias, condenados a trabajar para su propietario, sin reposo ni salario. Los
esclavos no se pertenecían.

San Pablo era de buena familia; por su nacimiento era hombre libre, e, incluso, ciudadano
romano. Pero conoció esa vergüenza de la esclavitud. Había visto a esa gente, prisioneros de
guerra, vendidos en el mercado, cuya vida estaba consagrada a trabajar para su amo.

Pocos apóstoles han ensalzado como él la libertad cristiana de los hijos de Dios. Y, sin
embargo, se gloriaba de ser esclavo. Al principio de sus cartas, cuando enumera sus títulos,
pone en primer lugar el de ESCLAVO DE CRISTO. Pablo nos demostró cómo Jesús nos ha
"COMPRADO a un gran precio", pues dio para ello toda su sangre. En adelante no somos ya
esclavos del pecado; pertenecemos a Cristo, hemos pasado del imperio de la muerte al de la
vida, del reino de Satanás al de los hijos de Dios.

Hemos sido rescatados por Cristo; ahora somos, pues, sus servidores o, más exactamente, sus
esclavos. Cristo nos rescató por amor, entregándose totalmente por nosotros; igualmente
debe el cristiano darse a Cristo en calidad de esclavo voluntario. "El que era libre, después de
ser llamado (a la fe), se ha convertido en esclavo de Cristo".

El esclavo debe a su amo todo su tiempo, su trabajo, sus fuerzas, su vida; le pertenece por
completo. El cristiano trabajará más todavía por Cristo, y pondrá en ello todo su corazón. Se
dará libremente ala voluntad del Señor. No perderá su tiempo, no desperdiciará sus fuerzas; es
todo para el Señor.

Vivirá a fondo el mandamiento de la caridad: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas". Y esto no serán solamente palabras. Pondrá
realmente al servicio del Señor todo lo que es y todo lo que posee.
Trabajad
como esclavos de Cristo
que cumplen con entusiasmo
la voluntad de Dios.
(Ef 6, 6)

32. El legionario gusta de practicar la "verdadera devoción a María" de san Luis María de
Montfort

Para ayudar a sus miembros a vivir en unión con María, la Legión les aconseja practicar la
"verdadera devoción", es decir, "la esclavitud de Jesús en María", que san Luis María de
Montfort nos enseña. Ciertamente, la Legión no hace de ello una obligación; es una gracia
personal que exige el compromiso voluntario de cada uno. La Legión la propone como un ideal,
al cual los legionarios deben tender al menos.

¿En qué consiste esta "VERDADERA devoción a María"? Supone un compromiso formal, por el
cual uno se da enteramente a María, o, más bien, a Jesús en las manos de María, con todos sus
pensamientos, sus acciones, sus bienes espirituales y temporales, sin reservarse nada. El
donante se sitúa para siempre en la condición de esclavo que no posee nada propio, depende
totalmente de María y se pone a su entera disposición.

Es un gran sacrificio el que se hace; se ofrece a Dios, con María por medio del altar. Este
sacrificio prolonga el de Jesús, comenzado en el seno de María, confirmado públicamente en
los brazos elevados de su madre en la presentaci6n y consumado en el Calvario sobre la cruz
del corazón de María.

Esta "Verdadera Devoción" comienza por un acto solemne de consagración, pero es, ante
todo, un estado que debe durar siempre. No es cosa de fervor sensible, sIno de voluntad firme
de vivir conforme a ella, reconociendo su total dependencia de María.

Esta consagración es algo importante; no se hace a la ligera ni sin el consejo del confesor,
porque compromete toda la vida. Antes de decidirse a ella, se debería meditar el pequeño
libro de san Luis María sobre esta "Verdadera Devoción", luego, hacer el serio retiro
preparatorio que exige, y, entonces, ¡qué tesoro de gracias aportará esa consagración a aquel
que la viva a fondo!

San Luis María de Montfort,


"monitor" de la Legión,
enséñanos a darnos a María
como tú.

33. Nuestra unión a Cristo en María, debe progresar siempre


Tomemos una bombilla eléctrica; si queremos que alumbre, es necesario acoplarla a la
corriente cada vez que sea conectada, dará luz, y, cuanto mejor se haga el contacto, más
brillará la luz.

Lo mismo ocurre con nuestra alma respecto a cristo. El solo, y no la Virgen María, es la fuente
de la gracia. Pero nuestra unión a Cristo se realiza en la Virgen María y por ella.

Siempre es la Virgen María quien da a Cristo. Ella lo presentó en otra ocasión a los pastores ya
los magos, y continúa dándonoslo ahora y siempre. CUANTO MAS UNIDOS EST AMOS A
MARIA, MAS NOS DA ELLA A JESUS. Además, María, a imitación suya, nos purifica y nos vacía
de nosotros mismos, con el fin de hacer un lugar claro a Cristo.

Esta dependencia de María es permanente, pues la acci6n de María es inseparable de la de


Cristo. Cuando crecemos en gracia, no es que María disminuya y desaparezca; al contrario, su
influencia creciente aumenta en nosotros la vida de Cristo, creciendo en la proporción en que
Cristo alcanza en nosotros su plenitud.

Al principio nos hemos dado para siempre a María. Si queremos intensificar esta unión, será
necesario multiplicar frecuentemente nuestros "contactos" con María. Estos serán muy cortos:
un momento de recogimiento, una plegaria interior. Pero, al renovarlas con frecuencia,
terminarán por crear ese estado de unión permanente que nos hará pasar toda nuestra vida
con María y en María.

En la reunión del Praesidium se exige que el pequeño altar mariano esté colocado en medio de
los legionarios; en nuestro hogar se nos recomienda colocar una estatua o imagen de María
(además del crucifijo). Ciertamente, esto no son más que representaciones externas de María,
pero nos hacen pensar en ella y nos invitan a esos actos interiores que aumentarán nuestra
unión con María, hasta el punto de hacerla casi permanente.

El camino más seguro y más rápido


para unir los hombres a Jesucristo
es María.
(San Pío x)

34. El legionario hace todas las acciones por María, con María, en María y para María

He aquí un secreto de gracia. Si nos esforzamos por ponerlo en práctica, ciertamente el


Espíritu Santo nos ayudará a comprenderlo mejor. San Luis María de Montfort nos dice que es
la regla de oro de la práctica de la unión con María.

1º Hacer todas nuestras acciones POR MARÍA es obedecer en todo a la santísima Virgen. Antes
de emprender una acción, el legionario se vaciará de su propio espíritu y preguntará a María
qué debe hacer. Estará disponible entre sus manos, para que sea ella quien obre por él.
Hagamos todo por María, y María hará todo por nosotros.
2º Hacer todas nuestras acciones CON MARÍA es hacerlas en su compañía y como ella, pues
María es el modelo perfecto. Antes de comenzar nuestro trabajo, miremos a María: cómo lo
ha hecho ella o cómo lo haría si estuviese en nuestro lugar. Hagamos todo como ella, y ella
misma obrará en nosotros.

3º Hacer todas las cosas EN MARÍA es practicar la unión de almas, es vivir como el niño
pequeño con su madre, es recurrir en todo a María, especialmente cuando nos encontramos
desalentados o abrumados bajo el peso de nuestros pecados. Tengamos confianza; María nos
protegerá y nos levantará. "Permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros", dice Jesús.
Permanezcamos, como Jesús, en María, y seremos forma- dos a semejanza de Jesucristo.

4º Hacer todas las cosas PARA MARÍA es realizar prácticamente nuestra consagración. Nos
hemos entregado a ella por completo, luego no dudemos en dar generosamente nuestros
bienes, nuestro tiempo, nuestras fuerzas, para hacerla conocer y amar. Así nuestra
consagración será verdadera y vivida.

Todo esto puede parecer complicado. Es difícil de explicar; felizmente, es más fácil vivirlo,
porque María quiere unirse a nosotros y ayudarnos. Entonces, como el niño pequeño,
vayamos a María con confianza... y ella hará el resto.
Así, con ella, haremos todas nuestras acciones POR JESÚS, CON JESÚS, EN JESÚS Y PARA
JESÚS.

Yo proclamo
mi entera dependencia
de ella, ella es la madre de mi alma.

35. La verdadera devoción a María de san Luis María de Montfort llena el alma de frutos de
gracia

Ninguna devoción es más fecunda que ésta; por ello, con toda suerte de motivos falaces, Satán
busca apartar de ella a las almas de buena voluntad. Pero todos los que la practican
seriamente, dirán hasta qué punto esta devoción ha transformado su vida.

La experiencia muestra que el alma no teme ya la duda ni el desaliento; experimenta una


alegría y una paz que no engañan; muestra un optimismo sólido, que no teme dificultades ni
persecuciones. El alma se siente segura interiormente; sabe que su vida cristiana da en lo
sucesivo su pleno rendimiento: oraciones, sacrificios, actos de virtud, trabajos apostólicos,
incluso las simples acciones de cada día y las penas de la vida; todo toma su verdadero valor de
gracia al pasar por las manos de María.

Esta devoción nos entrega totalmente ala EDUCACIÓN MATERNAL de María; nuestro
nacimiento y nuestro crecimiento cristianos se operan con una rara dulzura. Las diversas
virtudes, en especial la humildad y la bondad, se enraizan en nosotros de una manera
completamente natural; todo esto revela bien la paciente educación de una madre.

Sobre todo, esta devoci6n multiplica al céntuplo nuestros esfuerzos; nos permite realizar cosas
que sobrepasan manifiestamente nuestros talentos naturales; porque María se da
verdaderamente a aquel que se entrega completamente a ella.

Un relato del Evangelio nos hace comprender este céntuplo prometido. Jesús se encuentra en
el desierto con cinco mil hombres; no tiene nada para darles de comer. Hay un joven que
posee exactamente cinco panes y dos peces. ¿Qué es esto para semejante multitud? Sin
embargo, el joven lo da todo sin guardar nada para él. Jesús bendice estos dones, los
distribuye, todo el mundo es milagrosamente saciado.

Es así como Jesús y María se comportan con el alma generosa que les da sus bienes si, reserva
ni condición. Estos modestos dones, aumentados por Ellos, y repartidos según su voluntad, son
suficientes para satisfacer las necesidades de una gran multitud.

Para que mis pobres acciones


sean sostenidas por vuestra fuerza
y lleguen a ser los instrumentos
de vuestros poderosos designios.

36. La unión con María es el camino que conduce a Dios

María es más santa que todos los ángeles y que todos los hombres; es la más próxima a Dios, e
incluso forma ya parte del mundo de Dios, puesto que fue hecha esposa del Espíritu Santo y
madre del Hijo de Dios. Sin embargo, vive como una simple mujer. Siendo nuestra madre, no
tiene otro deseo que el de hacernos llegar con ella hasta Dios.

María es el camino que el mismo Jesús ha tomado. Quiso hacerse niño pequeño, enteramente
dependiente de su madre. "Le estuvo sometido" no sólo durante sus años de infancia, sino
durante 30 años; y, ciertamente, dio más gloria a Dios durante todo este tiempo de
dependencia de María que si lo hubiera empleado en hacer milagros.

Nosotros debemos obrar de la misma manera. Si hemos dado todo a María, si vivimos con
alegría en esta dependencia, sabemos que TODO lo que hacemos será ofrecido por ella a Dios.
Y será no solamente ofrecido, sino también purificado de toda mancha y enriquecido con los
méritos de María. Pasando por las manos y, sobre todo, por el corazón de María, nuestra
ofrenda aumentará con todo el amor que María le ponga de su parte.

María es la "esclava del Señor"; está totalmente vuelta hacia Dios; cada vez que nosotros
rezamos "María", ella dice "Dios". Cuando en la visitación Isabel felicita a María: "bendita tú
eres entre todas las mujeres", en seguida ella dirige el cumplimiento hacia Dios: "Mi alma
glorifica al Señor...". Es el Magníficat.

"Lejos de guardarnos para sí. María nos impulsa hacia Dios. De la mano de María, guiados y
llevados por ella, evitaremos los lazos del demonio y ascenderemos rápidamente en el amor
de Dios. María es, en verdad, el camino fácil, corto y seguro para llegar a Dios.

En el orden sobrenatural, el alma no puede elevarse de ninguna manera a Dios o hacer obras
sobrenaturales sin María. Por eso, se adelanta más procurando la gloria de Dios, el bien de la
Iglesia y la propia santidad en unión con María, que con todas las otras prácticas que se
puedan emplear.

Su corazón y el mío son más que uno,


y desde el fondo de este único corazón,
ella repite las palabras de antaño:
"He aquí la esclava del Señor".

37. La unión con María es el camino que conduce al apóstol hacia los hombres, sus
hermanos

Si es necesario ir a Dios por María, es también necesario ir a los hombres por ella; todo
apostolado es una maternidad espiritual, ya que ser apóstol es tratar de hacer nacer o crecer a
Jesús en el corazón de nuestros hermanos.

Porque María es madre, nos empuja al apostolado. Una madre conoce a todos sus hijos; se
angustia si sabe que uno de ellos está en peligro de perderse, y no descansará hasta que lo
haya salvado. Esto es más verdadero todavía al hablar de María con relación a las almas de sus
hijos de la tierra.

Esta unión con María hará que un buen legionario no se contente nunca con un pequeño y
rutinario apostolado, permanecerá siempre tan animoso como el primer día, incluso después
de años de servicio, conservará esta juventud de alma, abierta a las necesidades de los otros y
pronta a emprender nuevos trabajos.

El legionario, unido a María, no se desanima jamás; incluso después de cientos de tentativas


sin resultado, volverá incansablemente, porque María le dará para ese pecador o ese pagano
un verdadero CORAZÓN DE MADRE. Su optimismo legionario no cederá ante los repetidos
fracasos, porque tiene confianza en que el amor de María terminará por conmover el corazón
de su pobre hijo perdido.

La unión con María dará también al legionario, en el acercamiento a las almas, una delicadeza
de caridad especial. Ningún hombre es verdaderamente semejante a otro: Una madre sabe
bien que no hay que tratar de igual manera a todos sus hijos. El legionario se acercará a los
hombres, preferentemente uno a uno, sabiendo bien que cada uno tiene su problema
particular. Es propio de madres saber adivinar las angustias escondidas: la unión con María
dará a nuestros contactos apostólicos la fuerza que persuade, pero también la dulzura que
atrae y el respeto que evoca el respeto de Dios, por la libertad de las almas que El ha creado.

En su legionario y por él, María participa en cada uno de los trabajos; ella da la vida a las almas
y les prodiga sus cuidados maternales; por él, ve y sirve a la persona de nuestro Señor en cada
una de las almas por las que él trabaja; con él y en él, ella actúa con la misma delicadeza de
amor y atenci6n que prodigó en otro tiempo a su divino Hijo.
¡Que mi alma se una
con el amor de María
y con su voluntad de salvar al mundo!

CAPÍTULO V: EL ROSARIO ES EL MEJOR MEDIO DE PASAR TODA LA VIDA EN UNIÓN CON


MARÍA

38. La Virgen Mapa ama con preferencia la oración del rosario

Desde hace más de cien años, la Virgen María se ha dignado visitarnos en varias ocasiones por
medio de extraordinarias apariciones. En todas ellas ha pedido la plegaria del rosario. En
Lourdes, sobre su vestido blanco, no llevaba collar ni brazalete, sino sólo un gran rosario. En
Fátima, para designarse, dice simplemente: "yo soy nuestra Señora del Rosario".

Pero todavía hay más. En otra ocasión María se queja de que no se reza bastante. Dice: "Orad,
sí, orad, hijos míos; mi Hijo se deja conmover". Pero ¿qué oración rezaban estos niños? El
rosario.

Y todavía hay más. Cada una de las apariciones ha comenzado por un ROSARIO COMPLETO,
que recitaban los pequeños videntes. Esta oración preparaba su alma para entrar en contacto
con la santísima Virgen; parece, asimismo, que esta plegaria la hacía más presente. Una vez,
mientras los niños oraban de esta forma, vieron cómo la Virgen crecía ante sus ojos, es decir,
se acercaba a ellos.

En Lourdes, la Virgen pasaba las cuentas del rosario entre sus dedos, mientras contemplaba a
Bernardita orando. Ciertamente, María no podía decir el "yo te saludo, María", pero lo recibía
sonriente y recitaba .con Bernardita el "Gloria al Padre…".

Todos estos niños que han tenido el privilegio excepcional de ver a la santísima Virgen, han
comprendido la lección. Durante toda su vida han recitado cada día su rosario; pensando
encontrar así a María y continuar el diálogo con que les había favorecido anteriormente. El
rosario fue su gran medio de santificación; para santa Bernardita fue, incluso, casi el único.

Por esto, la Iglesia recomienda insistentemente a las familias cristianas rezar cada noche el
rosario en el hogar; así María se hace presente en él; lo guarda y lo protege.

Por esto, también quiere la Legión que cada reunión comience con el rezo del rosario, a fin de
que María esté en medio de sus legionarios. "Faltar al rosario del Praesidium es una pérdida
irreparable", dice el Manual.

De todas las oraciones,


el rosario es la más bella,
la más agradable a María.
Amad, pues, el rosario
y recitadlo diariamente.
Este es el testamento que yo os dejo.
(San Pío X)

39. El rosario meditado y vivido nos hace pasar toda la vida en compañía de la Virgen María

Es ya oración recitar con piedad los padrenuestros y avemarías del rosario; pero esto no es
todavía "rezar el rosario" como nos lo piden la Virgen María y la santa Iglesia. El Papa León XIII
ha dicho del rosario que "consiste en recitar las quince decenas de 'avemarías', consagrada
cada una a la MEDITACIÓN de uno de los quince principales misterios de nuestra redención".

Conocemos perfectamente estos quince misterios. Los cinco gozosos resumen la infancia de
Jesús; es el misterio de la encarnación. Los cinco dolorosos nos muestran hasta qué grado nos
ama Jesús, basta dar su vida por salvarnos; es el misterio de la redención. Los cinco gloriosos
nos hacen vivir ya en el cielo, que es nuestra esperanza y que será nuestra recompensa.

Cada legionario deberá consagrar, al menos, unos minutos cada día al ejercicio de la
meditación. El rezo del rosario le conducirá, de una manera completamente natural, a la
práctica de la meditación. Pues ¿qué es meditaci6n sino pensar en una cosa determinada con
especial atenci6n? Aquí se trata de repasar en nuestro corazón estos misterios, que son los
quince acontecimientos principales de la vida de Jesús y de María. Son como historias, como
bellas imágenes. Es muy fácil para todos ver cómo obran Jesús y María, buscar la manera de
imitarlos y terminar haciendo una resolución de vida eminentemente práctica.

Al recitar nuestro rosario, nos hallamos de nuevo cerca de la Virgen María. Revivimos con ella
su anunciación; respondemos que estamos preparados para todo lo que Dios quiera de
nosotros. Si sufrimos, estamos valerosamente a los pies de la cruz, juntamente con María, y
que nos ayuda a unir nuestro sacrificio al de Jesús. Comenzamos de nuevo con María todas
estas acciones, esforzándonos por suscitar en nosotros los mismos sentimientos y gestos que
ella.

Concédenos,
Dios todopoderoso,
que, al meditar
estos misterios del santísimo rosario
de la bienaventurada Virgen María,
imitemos también los ejemplos que contienen.

40. El rosario nos hace vivir y realizar la unión con María

San Lucas escribe dos veces en su Evangelio: "María conservaba todas estas cosas y las
meditaba en su corazón". ¿Qué cosas son esas? En la primera ocasión, se trata del nacimiento
de Jesús y de la adoración de los pastores. En la otra se trata del conjunto de la infancia de
Jesús; lo que nosotros llamamos ahora: misterios gozosos del rosario.

María es nuestro modelo en todo; así, pues, también en la meditación de estas escenas
evangélicas. Como María, debemos revivir estos misterios de salvación y "meditar todas esas
cosas en nuestro corazón".

Cuando un niño da la mano a su madre o se encuentra en sus brazos, la hace todo con ella,
está unido a ella en su CUERPO. Cuando escucha a su madre y hace todo lo que ella le dice,
entonces decimos que está unido a ella en su ALMA. En el cielo estaremos unidos en cuerpo y
alma y por toda la eternidad con Jesús y María.

En la tierra, María vivió en la intimidad visible de Jesús durante treinta años. Desde que Jesús
salió a predicar por las aldeas, y después de la ascensión, María ya no estuvo unida
corporalmente con Jesús; pero, "meditando todas estas cosas en su corazón" y cumpliendo su
voluntad, María le estaba perfectamente unida en su alma. Los Apóstoles vivieron tres años
con Jesús y diez días en oración con María. Después, su unión de alma con Jesús y María fue
asimismo viva, aunque se realizó sólo en la fe, por la plegaria y la meditación.

La oración es una "elevación del alma a Dios"; nuestra alma se elevará, si la llenamos de las
"cosas de arriba", donde se encuentran ya Jesús y María.

Nutriendo nuestra alma con los misterios del rosario, ya aquí abajo, se encontrará en el cielo,
vivirá en unión con Jesús y María.

Esta unión podrá ser casi continua, ya que el rosario podemos rezarlo en cualquier parte, tanto
en la Iglesia como en casa, en un viaje, en el trabajo, incluso en el mismo lecho, si estamos
enfermos. Aun en el caso de resultarnos imposible recitar las oraciones, nos que- dará siempre
la posibilidad de "meditar todas estas cosas en nuestro corazón" durante el trabajo. Será
suficiente que nuestro espíritu esté lleno de María y nuestra voluntad decidida a obrar como
ella.

"María guardaba todo esto


y lo meditaba en su corazón".
(Lc 2, 19)

41. El rosario es el breviario del legionario

Cuando los Apóstoles comenzaron su trabajo, declararon: "Nosotros debemos atender a la


oración y al ministerio de la palabra". La oración está en primer lugar y también hoy es el
primer deber del sacerdote.¿Cuál es esta oración del sacerdote? Es el breviario, u oficio divino.
Ahora bien, todo lo que el breviario, es para el sacerdote, lo es el rosario para el legionario, a
condición de que no olvide esos misterios de salvación, que son el alma del rosario.

1º El breviario es OFICIO LITÚRGICO. El sacerdote ofrece cada semana la oración de los ciento
cincuenta salmos; el legionario ofrecerá las ciento cincuenta "avemarías" de este "salterio de
la Virgen", que es el rosario. El breviario hace vivir al sacerdote, a. través de las fiestas
litúrgicas, todos los grandes acontecimientos del plan de Dios. Pone a su disposición las
lecciones y gracias del Evangelio. La Virgen María ha escogido para su rosario las más bellas
páginas del mismo, aquellas que resumen el misterio de la salvación.
2º El breviario NUTRE LA VIDA CRISTIANA; el rosario, también. Uno y otro nos hacen meditar
Sobre escenas de vida y sobre ejemplos que persuaden. Esta meditación repercutirá, sin duda,
en la vida entera, ya que se hace en la oración y esta oración pide primeramente que el
misterio meditado produzca en nosotros su fruto de gracia.

3º El breviario es el COMPAÑERO DEL SACERDOTE, es la plegaria, de todas las horas. Otro


tanto debe ser el rosario para el cristiano. Puede rezarse en todas las circunstancias,
santificando así los trabajos más humildes y los más profanos. Nuestro rosario, junto con todas
nuestras ocupaciones, obrará en nuestra vida ese bienhechor contacto del alma con Jesús y
con su madre.

4º El breviario es la ORACIÓN DE LA IGLESIA, esposa de Cristo. Cuando el sacerdote celebra la


misa o reza su breviario, desempeña en nombre de la Iglesia la función de alabanza a Dios; es
la Iglesia quien reza por medio de él. Del mismo modo, podemos afirmar que el rosario es más
la oración de María que la nuestra. Desde el momento en que yo estoy unido interiormente a
ella, María toma mi plegaria, y es ella quien ofrece a Dios mis alegrías, mis penas, mis
esperanzas, unidas y mezcladas con las suyas.

"...Pues nosotros debemos


atender a la oración".
(Hech 6, 4)

42. La Legión recomienda insistentemente a sus miembros el entrar en la Cofradía del


Santísimo Rosario

El rosario es una devoción fácil, porque es María quien la ha inspirado: una madre no puede
proponer a sus hijos pequeñuelos una cosa difícil o complicada. El rosario puede ser practicado
y vivido por todos, incluso por la gente sencilla, incluso por los niños. Pero en él se da también
cierto aprendizaje.

Ahora bien, la Cofradía del Rosario es justamente el "centro de aprendizaje del rosario", que
continúa luego hasta entusiasmar a sus miembros. Cada legionario, lo mismo el Activo que el
Auxiliar, deberá inscribirse en la Cofradía del Santísimo Rosario, escribe el Manual; y añade
que debe animar también a los restantes cristianos a que se inscriban en ella y esforzarse por
erigir dicha cofradía en las parroquias. La Legión es en esto el eco de la Iglesia, que recomienda
calurosamente esta Cofradía, poniéndola al alcance de todos: sacerdotes y fieles, hombres y
mujeres, viejos y jóvenes. Es la gran familia de la Virgen María, en donde todos sus hijos tienen
sus puestos.

Este "centro de aprendizaje del rosario" organiza cada mes una reunión de instrucción, y esta
reunión puede ser, al mismo tiempo, la de los legionarios auxiliares. Lo esencial de esta
reunión consiste en un ROSARIO MEDITADO. Un sacerdote o los simples fieles comentan y
aplican a la vida la lección de cada misterio. Así, los cofrades aprenden poco a poco a conocer
ya meditar cada misterio, y así sabrán hacerlo mejor después, cuando se trate de vivirlo.
Como verdadera familia de María, la cofradía asegura, además, a sus miembros toda clase de
ventajas espirituales. La principal es la participación en todas las oraciones y buenas obras de
millones de asociados del mundo entero; si yo soy miembro del rosario, sé que en todo
momento tengo unos cofrades que ruegan merecen por mí. Y ¡qué confortante es todo esto!
Goza, además, de la protección especial de María, ya que los cofrades del rosario son hijos
suyos de un modo especial.

Bajo tu patrocinio nos acogemos,


Santa Madre de Dios;
líbranos siempre de todo peligro.

CAPÍTULO VI: TODOS NOSOTROS SOMOS MIEMBROS DE UN CUERPO MISTERIOSO, CUYA


CABEZA ES JESUCRISTO (El Cuerpo Místico de Cristo)

43. Jesucristo está presente en cada hombre

San Pablo es el apóstol por excelencia. Trabajó más que ninguno de los otros Apóstoles en la
predicación del Evangelio y en implantar la Iglesia en numerosos países. Pero no fue siempre
así. Antes de su conversión era un judío ferviente; perseguía a los cristianos
encarnizadamente.

Pero he aquí que, un día en que iba camino de Damasco con algunos compañeros, una luz
bajada del cielo le ciega y le derriba en tierra. Oye una voz que le dice: "Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues?". El pregunta: "Señor, ¿quién eres?" y la voz responde: "yo soy JESÚS a quien tú
persigues".

¿Cómo puede ser esto? Saulo perseguía a los cristianos, es decir, a hombres y mujeres como
nosotros; y he aquí que, desde el cielo, Jesús le dice: "No es a estos hombres, es a MI MISMO,
presente en ellos, a quien tú persigues". Para Saulo, esto fue una revelación. Se levantó
convertido y se preparó al bautismo. Esta lección no la olvidará jamás; ella constituirá el
fundamento de la "doctrina" que luego enseñará a sus cristianos.

Todo esto lo había anunciado ya Jesús. En su último sermón hablaba del juicio final. Precisaba
que cada uno será juzgado según su caridad para con el prójimo. Recordemos sus mismas
palabras.

A los buenos, el juez les dirá: "Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; peregriné, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis;
preso, y vinisteis a verme…". Mientras que a los malvados les reprochará: "Tuve hambre, y no
me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; estuve desnudo, y no me vestisteis;
enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis…". Ellos dirán: "Pero, Señor, si jamás te hemos
encontrado". Escuchad esta declaración de Jesús: "Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos
mis hermanos menores, a Mí me lo hicisteis".

Sí, si verdaderamente miramos a los demás con ojos de fe, como Dios los ve, es a JESÚS a
quien veremos en cada prójimo, porque en El está realmente presente.
Esta verdad es el dogma central del cristianismo. No lo olvidemos jamás. Al igual que san
Pablo, la Legión ha hecho de esta doctrina el fundamento de su vida y de su acción.

Todo cuanto habéis hecho


a uno de estos mis hermanos menores,
a Mí me lo hicisteis.
(Mt 25,40)

44. Cada cristiano posee en sí mismo la vida de Jesucristo

Todo lo que Jesús ha hecho durante su vida sobre la tierra es "para que los hombres tengan la
VIDA y para que la tengan siempre más abundante".

En el bautismo, el demonio ha sido expulsado de nuestra alma; la gracia de Dios lo ha invadido


todo; hemos "vuelto a nacer" a la VIDA de Dios; hemos sido hechos hijos de Dios y de la Iglesia.
Somos, pues, de la misma familia de Dios, hermanos de Jesús. El bautismo nos une a Jesús por
los más estrechos lazos.

Dios es amor, y el amor de Dios es creador. Al hacernos sus hijos, Dios nos ama y crea en
nosotros su, propia VIDA, de tal manera que no sólo "somos llamados sus hijos, sino que lo
somos de verdad". El Padre nos ama con el mismo amor con que ama a su hijo Jesús. La VIDA
de Dios está depositada en nosotros, y debe crecer, sustituyendo a la muerte del pecado.

¿Cuál es esta misteriosa vida que el cristiano posee después del bautismo? Es la VIDA misma
de JESÚS. San Pablo compara el bautismo a un injerto. Tomemos un árbol silvestre; no produce
buenos frutos; pero practiquemos en él un buen injerto y cultivémoslo; dará fruto de calidad
superior, ya que en él existe una nueva vida que supera su antigua vida silvestre.

El bautismo nos ha injertado en Cristo hasta el punto de poder decir con san Pablo: "ya no soy
yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí". La misma savia circula por el tronco y por las ramas
del árbol para darle la vida; la misma sangre, la misma fuerza vital circula en la cabeza y en los
miembros de un cuerpo y los vivifica; la misma gracia, la misma VIDA que anima a Jesús y
produce fruto en abundancia, nos anima a nosotros y debe también producir fruto en
nosotros.

Reconoce, cristiano, tu dignidad; muéstrate orgulloso de ella. Sé agradecido al inmenso amor


de tu Dios, que ha hecho de ti su HIJO.

Mas a cuantos le recibieron


dióles poder de venir a ser hijos de Dios,
a aquellos que creen en su nombre;
que no de la sangre, ni de la voluntad camal,
ni de la voluntad de varón,
sino de Dios son nacidos.
(Jn 1, 12-13)

45. Todos los cristianos formamos un solo cuerpo, el Cristo total, del cual Jesús es la cabeza y
nosotros los miembros

Por el bautismo soy injertado en Cristo Jesús, su vida circula por mí. Pero mi hermano también
está bautizado; posee igualmente la vida de Cristo. Todos los cristianos están, pues, injertados
en Cristo y poseen su vida. Todos son, como yo, ramas de un mismo árbol, del que Jesús es el
tronco.

Hemos llegado, pues, a la trascendental doctrina del CUERPO MÍSTICO DE CRISTO: todos los
cristianos formamos un solo cuerpo, del cual Jesús es la cabeza y nosotros los miembros.

No estamos solos; debemos salvarnos y ascender hacia Dios unidos a nuestros hermanos.
Numerosas comparaciones de la Biblia nos ayudan a comprender mejor esta unión: Cristo es el
EDIFICIO que se construye; nosotros somos en él piedras vivas; todas deben estar unidas y
mantenerse sólidamente; porque, si una cae, todo el edificio sufre. Ahora bien, la piedra
angular que sostiene todo el edificio es Cristo. Otra comparación es la de la VID, en la que
Cristo es la cepa y nosotros los sarmientos: "yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.
Todo sarmiento que en MI no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará, para que
dé más fruto". Y, sobre todo, Cristo es el CUERPO. "La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo y su
plenitud". Cristo es la cabeza, el jefe, la parte indispensable y perfecta, de donde los demás
miembros extraen su fuerza y su vida misma. Todo este cuerpo, cabeza y miembros,
vitalmente unidos, debe crecer y desarrollarse.

El Espíritu Santo dotó a Cristo un cuerpo natural, y Jesús nació; pero también le ha formado un
cuerpo místico, compuesto de todos los elegidos, y es el Cristo total, cabeza y miembros. Es la
santa Iglesia, unida a su jefe, Cristo, en la gracia y en la caridad. Tanto en el primer caso como
en el segundo, el Espíritu Santo ha querido servirse de su esposa, la santísima Virgen María,
para traer al mundo y cuidar a este cuerpo de Cristo. Así, María, que es madre de Jesús, es
igualmente madre de la Iglesia y de todos los elegidos.

Pues, a la manera que en un solo cuerpo


tenemos muchos miembros...
así nosotros, siendo muchos,
somos un solo cuerpo en Cristo.
(Rm 12, 4-5)

46. El sacrificio de la misa reúne en tomo a su jefe a todo el Cuerpo Místico

No hay más que un salvador: nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios e hijo de María. Tampoco
hay más que un sacrificio: el de Cristo sobre la cruz, "capaz de salvar de manera definitiva a
aquellos que van a Dios por El". La muerte de Jesús sobre la cruz, con los brazos extendidos, es
el MOMENTO CULMINANTE de la historia del mundo.

Pero al pie de la cruz estaba María, la madre de Jesús. María, madre del cuerpo místico,
ofreciendo su sacrificio unido al de Jesús, es ya la Iglesia, sacrificándose con su jefe por la
salvación del mundo. María es la imagen de la Iglesia; por un momento, ella sola formó toda la
Iglesia de los creyentes. La misa contiene realmente todo el sacrificio de la cruz. María en el
Calvario es ya la Iglesia en la misa.

La muerte de Jesús en el Calvario es el sacrificio PERFECTO, que da a Dios la gloria que le es


debida y repara los pecados de los hombres. Este sacrificio es perfecto en Cristo, cabeza del
cuerpo místico; lo es también en la Virgen María, santa, inmaculada y glorificada ya en el cielo.
Pero ha de hacerse igualmente perfecto en todos los demás miembros, que somos nosotros.
Así, las misas que celebrará la Iglesia a lo largo de su peregrinar sobre la tierra, tendrán por fin
santificarnos siempre más con Cristo hasta el día en que, santos y glorificados, seamos
también nosotros dignos de participar en la gran liturgia del cielo.

La MISA es la cumbre de la vida del cristiano. Este debe, pues, orientar toda su vida hacia la
misa. Nuestras acciones serán así ofrecidas a Dios y transformadas "en una oración que
asciende hacia Dios y en un sacrificio de sí mismo por el apostolado" (Pío XII). La vida del
cristiano es una misa continuada; en ella aprende a ofrecerse a sí mismo. Alimentado de
Cristo, sacrificado y muerto por los pecados, poseerá el celo y la abnegación necesarios al que
quiere entregarse a la salvación del prójimo.

La MISA es el sacrificio de Cristo y de su Iglesia; es la reunión de la comunidad de los


rescatados. Pero, no lo olvidemos, es el mundo entero el que debe ser reunido en torno al
altar. Es del altar de donde partirán también los cristianos, a fin de llevar a Cristo a aquellos
que no le conocen.

Murió
para reunir en uno
todos los hijos de Dios,
que están dispersos.
(Jn 11, 52)

47. La comunión es el sacramento que hace crecer el Cuerpo Místico de Cristo

El "Cristo total" es ya perfecto en su cabeza, ya que es el mismo Jesús, pero le resta llegar a ser
perfecto en sus miembros. Para desarrollar el cuerpo de Cristo hasta su plena estatura de
hombre perfecto, es necesario que cada uno de los miembros posea, cada vez más, la VIDA de
Cristo, y que los miembros estén más unidos entre sí. Tanto en uno como en otro caso, el
ALIMENTO que desarrolla la vida del cuerpo místico es Cristo mismo, que se da a nosotros en
la comunión.

Por el bautismo, Cristo se hace presente en cada hombre; cada uno posee su VIDA. El mismo lo
ha dicho: "Yo soy el pan vivo, descendido del cielo; el que me coma vivirá por MI". La
comunión me da a Cristo entero; me une a los sufrimientos de Cristo crucificado y también a la
gloria de Cristo resucitado. Si yo sé abrir mi corazón y mi vida a Cristo, cuanto más comulgue,
más se desarrollará su VIDA en mí. Después de haber comulgado, cada uno deberá ser
transformado en Cristo, hasta poder decir como san Pablo: "ya no soy yo el que vivo, es Cristo
quien vive en mí".

Pero es a la misma "mesa del Señor" adonde vamos todos a comulgar; comemos todos el
mismo pan; es el mismo Señor el que viene a "hacer en nosotros su morada". La comunión, al
acercarnos a Cristo, nos acerca también unos a otros. Ella es el sacramento de la UNIDAD y de
la PAZ en la Iglesia. Estos son sus propios frutos.

Hasta tal punto es esto verdad que el mismo Señor nos ha advertido: "Si vas a presentar una
ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu
ofrenda". No se puede decir que se ama a Dios, si no se ama también al hermano. Sería una
mentira.

La eucaristía es el sacramento del amor, del don de sí mismo. Es el signo de la presencia viva
de Dios en medio de nosotros: "Donde reina el amor y la caridad, allí está Dios presente".

El pan que partimos


¿no es la comunión
del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno,
somos muchos un solo cuerpo,
pues todos participamos de ese único pan.
(1 Cor 10, 16-17)

48. Somos miembros de Cristo y debemos desarrollar completamente esa parte del Cuerpo
Místico de Cristo que somos nosotros

Jesús vino para que tuviéramos su VIDA cada vez más abundante. Su gracia no es sólo un
tesoro que de bellos conservar celosamente: todo aquel que ha "enterrado" su tesoro sin
hacerle producir fruto, ha sido reprendido y castigado por el Maestro. La gracia es una VIDA
que nosotros debemos desarrollar hasta llegar a conseguir la santidad.

Cada parte pertenece al cuerpo total y no tendrá vida si no es en él. Separado del cuerpo,
desconectado de la fuerza vital, el miembro se diseca y muere; el alma cristiana, separada de
Cristo, se debilita y muere también. Por el contrario, cuanto más se une a Cristo, más se
desarrolla: practica las virtudes de Cristo, hace sus mismas obras.

Se comprende, entonces, la necesidad de los sacramentos, que son los actos de Cristo sobre
nosotros; ellos nos ponen en contacto directo con El, especialmente la sagrada comunión, que
nos lo entrega en su totalidad con tantas gracias cuantas queramos recibir.

Se comprende también la utilidad de los mandamientos de Dios, así como la de los consejos de
nuestros sacerdotes. Ellos nos ponen en guardia contra los peligros que nos apartan de Cristo y
que podrían incluso matar nuestra alma Con el pecado. Ellos nos dan las reglas prácticas del
desarrollo de la VIDA de Cristo en nosotros.

Este cuerpo místico de Cristo es ya perfecto en su cabeza, ya que es Jesús, el Hijo de Dios. El
hace que cada uno de los miembros, cada uno de nosotros, tienda hacia ese desarrollo
perfecto de la vida de Cristo en sí mismo.

Se ha dicho que "un alma que se eleva, eleva también al mundo". Debemos desarrollar en
nuestros hermanos esta vida de Cristo en nosotros; se lo debemos también a Jesús. Un cuerpo
en el que un miembro está enfermo o deforme, no puede considerarse sano. ¡Qué desgracia
si, por nuestra culpa, el cuerpo de Cristo no alcanza su completo desarrollo! Sería un mal
irreparable, pues Dios nos ha encomendado nuestro papel; y nadie lo suplirá si no lo
cumplimos.

"Hasta que todos alcancemos


la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios,
mal varones perfectos,
a la medida de la talla
que corresponde la plenitud de Cristo".
(Ef 4, 13)

49. El Cuerpo Místico de Cristo nos impulsa al apostolado

La voluntad de Dios es que todos los hombres se salven; el Hijo de Dios vino a la tierra y murió
para ello. Pero ¿cómo se salvarán esos hombres? Encontrando a Cristo y creyendo en El.

Un cuerpo está compuesto de muchas partes. Hay miembros que están débiles, enfermos, y
que hacen sufrir a todo el cuerpo. Son los malos cristianos, a los que es necesario llevar de
nuevo a Cristo: son nuestros hermanos separados, los protestantes, que rechazan la verdadera
Iglesia de Cristo; son, sobre todo, los musulmanes y los paganos, a quienes debemos anunciar
la buena nueva de la salvación.

La doctrina del cuerpo místico de Cristo nos enseña que el apostolado tiene por fin el injertar
un alma en Cristo; este hombre debe llegar a ser un MIEMBRO DE CRISTO, unido a la cabeza y
en comunicación de vida con ella. San Pablo nos dice que todos nosotros somos llamados por
Dios "para la obra del apostolado, en vista a la construcción del cuerpo de Cristo".

Jesús había empleado ya diversas comparaciones, a fin de empujarnos a un apostolado


intenso. Somos los obreros de la viña del Señor; nunca es demasiado tarde para ir a trabajar en
ella; se contrata a todo el mundo. Es también la historia del hijo pródigo, en que se desea que
regrese a la casa paterna; es la oveja perdida que se va a buscar al monte; son todas las demás
ovejas que aún están en otros rediles, cuando no debe haber más que un solo rebaño bajo un
solo pastor.
Cristo no quiere que nos salvemos solos; debemos crecer todos juntos, como el edificio que se
construye, como el cuerpo que se desarrolla en todos sus miembros.

Como miembros vivientes de Cristo, somos responsables unos de otros. No debemos tener
descanso mientras existan hombres, especialmente si están cerca de nosotros, que no
conocen todavía a Cristo y que no forman parte de su Cuerpo.

"De esta suerte,


si padece un miembro,
todos los miembros padecen con él;
y, si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan".
(1 Cor 12, 26)

50. El Cuerpo Místico de Cristo nos empuja a la caridad hacia todos

Somos miembros de Cristo, cierto; pero también "miembros los unos de los otros", puesto que
somos miembros del mismo cuerpo de Cristo. Va unida una cosa con la otra. Tal es el plan
divino sobre nuestra vida sobrenatural.

Cristo quiere vivir en cada uno de los hombres por los que El ha derramado su sangre, es decir,
en todos los hombres. No se puede pretender amar verdaderamente a Cristo, si no se le ama
en todos los lugares en que El está; ahora bien, Jesús está presente tanto en el amigo como en
el desconocido, en el pobre como en el rico, en el pecador como en el santo.

No se ama verdaderamente a Cristo, si no se ama al prójimo, y esto no por sus cualidades


humanas, sino por la vida divina que Cristo ha depositado en él, si no se le ama con el mismo
amor con que se amaría al Cristo visible, si se pasa indiferente al lado de los sufrimientos o de
las miserias. Jesús nos advirtió: seremos juzgados sobre la verdadera caridad: "estaba enfermo
y no me cuidasteis; tenía hambre y no me disteis de comer".

San Juan se hace eco de su Maestro, cuando escribía a sus cristianos: "El que tuviere bienes de
este mundo y, viendo a su hermano pasar necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo mora en él
la caridad de Dios? Queridos hijos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de
verdad".

Yo soy un miembro viviente de Cristo sólo si pertenezco a su cuerpo. Sin embargo, estando
unido ala cabeza, lo estoy también a TODOS los miembros, sin excepción. Si no amo a los
hombres de otras razas o de otras religiones; si estoy enfadado con un cristiano y he roto con
él, me he separado del cuerpo; me he separado, por tanto, también, de la cabeza, que es
Cristo; ya no soy, pues, cristiano. ¡Cuidado!

El Espíritu de Jesús es un Espíritu de amor. Se comprende que haya hecho del amor al prójimo
SU mandamiento. Nos ha dado el ejemplo El mismo, amando a TODOS los hombres, incluso a
sus enemigos, hasta morir por ellos. Si amamos al prójimo por Cristo, o mejor, si amamos a
Cristo presente en el prójimo, se nos podrá reconocer por verdaderos discípulos de Cristo.
Si alguno dijere: amo a Dios,
pero aborrece a m hermano,
miente.
(1 Jn 4, 20)

51. Para el miembro de Cristo, incluso la acción más ordinaria contribuye a su santificación y
a la salvación de las almas

Puede ser que creamos trabajar por nuestra santificación solamente algunas horas a la
semana, cuando estamos en misa o hacemos oración; igualmente, puede que creamos que
salvamos a los hombres solamente durante las horas de nuestro trabajo legionario. NO. Es
necesario ver más lejos; es toda nuestra vida la que está comprometida.

Para ilustrarnos, tenemos felizmente bellos ejemplos: La Virgen María, que toda su vida, bien
ordinaria, la pasó en casa. En todo, ella mereci6 la salvación de los hombres, de los cuales ha
llegado a ser la madre. Mejor aún, en Jesús, Cristo-obrero de Nazaret; durante treinta años de
su vida se entregó a pequeños trabajos; pero todas sus acciones tenían un valor infinito, pues
eran las acciones del Hijo mismo de Dios, que hace todo por puro amor a su Padre.

Pero también nosotros somos miembros de Cristo e hijos de Dios… Luego para nosotros
tampoco hay acciones inútiles. Cristo las cumplió en nosotros; las llenó de su amor y de su
deseo de salvar a los hombres. Nada, pues, está perdido; todo adquiere VALOR
SOBRENATURAL Y DIVINO. Y como nosotros somos "miembros los unos de los otros", nuestras
acciones no son solamente fuente de méritos y gracias para nosotros; contribuyen al
desarrollo de cada uno de los miembros, así como al crecimiento del cuerpo entero en la
caridad.

Todas nuestras vidas están ligadas; todos dan y todos reciben. Oraciones, sacrificios, buenas
obras, todo aumenta el tesoro de vida al cual las otras almas tienen acceso. Pero también yo
estoy en todo momento inmerso en este medio beneficioso, aun cuando no piense en ello.
Este medio está lleno de los méritos de mis hermanos, de los tesoros de gracias de los santos,
de la Virgen María y de Cristo mismo. Todo esto viene, en auxilio de mi miseria. Esto es lo que
se llama la "comunicación de los santos". Elevemos, pues, nuestra vida en el Espíritu de Jesús,
es decir, en las santas intenciones que El tenía en todas sus acciones. Es así, en primer lugar,
como el verdadero legionario estará SIEMPRE EN SERVICIO de la santa Iglesia y de las almas
que hay que salvar.

Ya comáis,
ya bebáis
o ya alguna cosa,
hacedlo todo para gloria de Dios.
(1 Cor 10, 31)
52. Nuestras penas y nuestros sufrimientos son necesarios para el crecimiento del Cuerpo
Místico de Cristo

A menudo, los sufrimientos y las penas nos visitan. Aun en medio de los trabajos legionarios,
las dificultades vienen a retardar o a hacer fracasar nuestros mejores proyectos.

Las penas parecen contrariar y cortar el curso de la vida; en realidad, ellas la favorecen y
perfeccionan. Cada página de la Sagrada Escritura nos lo enseña: "No basta con creer en Cristo,
es necesario sufrir por El". "Si morimos con Cristo Jesús, viviremos también por El". "Si
perseveramos en la prueba, reinaremos con El".

Olvidamos que hemos llegado a ser miembros de Cristo, pero no sólo del Cristo triunfante, o
también del Cristo-obrero de Nazaret. Es tan vano como indigno acoger al rey de la gloria, si se
rechaza al hombre de dolores, puesto que los dos no son más que un solo y mismo Cristo. El
que no quiere caminar con el hombre de dolores, no tiene parte alguna en su misi6n acerca de
las almas. "El discípulo no es más que su maestro"; si Cristo, cabeza del cuerpo místico, ha
pasado por ahí, debemos pasar nosotros también, si verdaderamente somos sus miembros.

¿Por qué esto? Jesús, ciertamente, ha rescatado a todos los hombres; su pasi6n ha merecido
verdaderamente todas las gracias de las que el mundo tiene necesidad. ¿Está, pues,
consumada su pasión? Sí, en la cabeza; pero queda la pasi6n de su cuerpo; Cristo, todavía
incompleto en sus miembros, desea que compartamos su pasi6n. San Pablo padeció pruebas
de toda clase; su apostolado fue contrariado de mil maneras; finalmente, murió mártir. El nos
da la raz6n de sus pruebas, cuando escribe: "Ahora me alegro de mis padecimientos por
vosotros, y COMPLETO EN MI CARNE lo que falta ala pasión de Cristo, por su cuerpo, que es la
Iglesia". Si los miembros tienen necesidad de la cabeza, que les da la vida, la cabeza tiene
también necesidad de los miembros, para completar su obra. Es como si Jesús dijera: Tengo
necesidad de tu ayuda en mi obra de redención y de santificación de las almas. Cada uno de
los miembros del cuerpo místico debe trabajar en la obra de Cristo: su propia salvación y la de
los otros. Y esta obra se realizará siempre por la cruz.

Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros


y soplo en mi carne lo que falta
a las atribulaciones de Cristo
por su Cuerpo, que es la Iglesia.
(Col 1, 24)

53. La cruz del cristiano opera la conversión y la salvación de sus hermanos

Desde que Cristo quiso morir en la cruz, el sufrimiento cambió de sentido. Para d creyente es
siempre una gracia. Cuando no es enviado para sanar, es para dar fuerza. Nunca es un simple
castigo del pecado.

Por su unión con los sufrimientos de nuestro Señor, los del pecado adquieren un valor
inapreciable; mientras que, por un privilegio inestimable, la pasión de Cristo se desborda sobre
aquellos que son puros y santos, para conformarlos cada vez más a su semejanza. Esta fusi6n
de sufrimiento es la base de toda mortificación y reparación.

Jesús es INSEPARABLE DE SU CRUZ; no se le puede abrazar, sin abrazar también su cruz. El


sentimiento del sufrimiento se convierte en el sentimiento de la presencia próxima de Jesús.
La obra de nuestro Señor debe llevar su impronta, la cruz.

María fue la más próxima a Jesús en su redención. Siendo la más santa de las criaturas, fue ella
la que más sufrió. Ella que, no teniendo pecado, quiso, como Jesús, ofrecer su corazón
martirizado, para cumplir su parte en la salvación del mundo.

Pensemos también en las penitencias extraordinarias de los santos; ¡nos da la impresi6n de


que tenían poco que reparar por sí mismos! Pero sabían que en el interior del cuerpo místico
sus mortificaciones contribuirían ala salvación de sus hermanos.

Todo esto no solamente es verdad para nosotros, legionarios activos, lo es también para
nuestros hermanos auxiliares. No vacilemos, pues, en reclutar a los ancianos, los enfermos, los
leprosos. No son inútiles. Aceptando y ofreciendo generosamente su pobre vida, trabajarán,
quizá, mucho más que nosotros en la obra de Cristo.

En nuestros trabajos, visitamos con frecuencia enfermos o personas que sufren. Sepamos orar
con ellos; sepamos elevar sus miradas hacia la cruz de Jesús: y con ello toda su vida será
transformada. Trabajarán eficazmente, ellos también, en la edificación de la Iglesia.

El que quiera venir en pos de mí,


niéguese a sí mismo,
tome su cruz y sígame.
(Mt 16, 29)

54. María es el corazón del Cuerpo Místico de Cristo

El Espíritu Santo es como el alma del Cristo total. Es el Espíritu de Jesús que está
indisolublemente unido a María, su esposa; El anima a cada uno de los miembros de este
cuerpo místico.

Pero ¿cuál será el lugar de María en el Cristo total, cabeza y miembros? María es la madre de
Jesús, como de todos los hombres. En una familia, la madre es el lazo de unión entre todos sus
hijos. Nosotros somos "miembros los unos de los otros"; no estaremos nunca tan unidos como
cuando estemos juntos alrededor de nuestra madre, María; nuestras mejores relaciones
mutuas pasarán por ella.

María es también la medianera por la que pasan todas las intercesiones y todas las gracias. Por
eso, san Bernardo ha comparado a la santísima Virgen al CUELLO, que une la cabeza con el
resto del cuerpo el cuerpo místico, ella tiene un lugar particular y único, el primero después de
Cristo. Estuvo asociada al redentor, con todo su destrozado corazón, en el momento mismo de
la muerte sobre la cruz.

¿Qué es, pues, María en el cuerpo místico? Es el CORAZÓN. Es como un inmenso dep6sito de
vida, que recibe primero en sí mismo todas las riquezas de Cristo, a fin de distribuirlas
inmediatamente por todo el organismo.

La tarea especial de los legionarios en este cuerpo místico es la de guiar, consolar y orientar a
los otros. Es una función maternal. Los legionarios no están, pues, muy alejados del coraz6n
del cuerpo místico, que hace circular la sangre de Cristo en los miembros, para llevarles la vida
y el crecimiento. Su tarea está, pues, muy cerca de la de María. No hacen más que unir sus
esfuerzos a los suyos. Así, pues, en realidad, no solamente los legionarios le piden la ayuda a la
santísima Virgen para mejor servir a los otros miembros del cuerpo místico; es e/la la que pide
su concurso.

Los legionarios son como la voz, las manos y el corazón de María, que vienen a servir ya salvar
a los hombres, a quienes quiere llevar a Cristo. Nadie puede tratar de servir al prójimo, más
que en compañía de María. Luego, cuanto más estrecha y viva sea la uni6n de los legionarios
con María, mejor cumplirán el divino mandato de amar a Dios y servir al prójimo.

Por medio de ella


nos son atribuidos todos vuestros dones,
todas vuestras virtudes, todas vuestras gracias.

55. Por la Legión, María continúa amando y sirviendo a su divino hijo Jesús en cada uno de
sus miembros

Jesús está presente en cada uno de aquellos por los que el legionario trabaja. Lo sabemos bien:
"Todo lo que se haga por el más pequeño de entre ellos, es por Jesús por quien se hace". Esta
regla no admite excepción alguna; por tanto, este pagano, este musulmán, este hombre que
me persigue y me insulta, este pecador que vengo de visitar sin éxito por enésima vez, es para
el legionario el mismo CRISTO JESÚS. Por esto debo ir a visitarlo con alegría; debo de abordarlo
con respeto, y debo escucharlo con amor. Pues yo no soy un superior, que va a ordenarle o a
hacerle reproches; no soy siquiera un igual, soy inferior, soy un servidor, ya que, a los ojos de
mi fe, CRISTO está presente en ese hombre. Como decía Marta en el Evangelio: "el Maestro
está aquí, y te espera".

La santísima Virgen quiere, ciertamente, que se demuestre hacia el cuerpo místico de su hijo
muy amado un amor semejante al que ella prodigó a Jesús, ella ayudará a sus legionarios, El
trabajo de los legionarios es la continuación natural del trabajo que hizo María, durante su vida
en la tierra, cuando alimentaba, cuidaba, quería a su hijo Jesús, Así también, ¡qué bondad, qué
delicadeza debe mostrar el legionario en sus relaciones con los otros, aunque éstos sean los
más miserables de los hombres!

Pero, mucho mejor que todo esto, el legionario está unido a su reina, María, de tal manera que
ella está presente en él, La tarea de María no está jamás acabada; lo que ella ha hecho por
Jesús, continúa haciéndolo por sus miembros. Acompaña a los legionarios en sus trabajos;
pero será más exacto decir que son sus legionarios quienes la acompañan, a igual que los hijos
hacen con su madre. El trabajo debe hacerse en un espíritu tal con María, que sea ella quien
realmente lo cumpla, obrando por cada uno de sus legionarios, María participa en cada uno de
los deberes y servicios legionarios; ella da la vida a las almas y les prodiga sus maternales
cuidados.

Es Jesús quien está en el prójimo


al que nosotros visitamos;
es María quien está en el legionario
que hace la visita.

CAPÍTULO VII: LA LEGIÓN NO TIENE MÁS QUE CUATRO MANDAMIENTOS, PERO OBLIGA A SU
PERFECTO CUMPLIMIENTO

56. El primer mandamiento pide la asistencia a las Juntas

Cada semana, en una atmósfera sobrenatural de oración y dulce fraternidad, el Praesidium


tiene su reunión. Esta reunión semanal es la fuente de la luz y de la energía el tesoro
inagotable que provee todas las necesidades. Es el gran ejercicio de comunidad, donde el
salvador asiste invisiblemente. Por ello, no debe omitirse jamás, aunque el Presidente o el
Secretario estén ausentes. Si una necesidad grave impide celebrarla en el tiempo señalado, se
podrá, excepcionalmente, cambiarla de día o de hora; pero NO SE LA SUPRIMA JAMÁS. La
Virgen nos llama y nos espera; ¿quién osaría defraudarle?

Los legionarios considerarán la asistencia a la reunión del Praesidium como el primero y más
sagrado de sus deberes para con la Legión. Sin ella, su apostolado sería como un cuerpo sin
alma.

Así se comprende el rigor de la Legión. Si un miembro falta a la reunión sin verdadero motivo y
sin excusarse de antemano, el vicepresidente irá a visitarlo en particular y le corregirá
fraternalmente; si continúa faltando tres veces consecutivas, no se le retendrá como miembro
Activo, a pesar de sus otras cualidades. Si un legionario llega a menudo tarde, faltando a las
oraciones del principio y al rosario, se le advertirá; si se retrasa con frecuencia, no se le
retendrá más, porque su indiferencia a faltar a las oraciones en común hace suponer en él una
mentalidad extraña al verdadero espíritu legionario, que es espíritu de oración. Esta norma
sirve también para un legionario Activo que, demasiado ocupado o con frecuencia enfermo, no
asistiese, por término medio, más que una vez por mes.

¿Por qué tal insistencia acerca de la reunión? El Señor nos responde: "Allí donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos". En un plan más práctico: la Legión
es un ejército; el trabajo apostólico es ordenado por los Oficiales. ¿Cómo llegar a emprender
un trabajo importante, si el Praesidium no puede contar con sus miembros, si éstos no están
presentes para recibir las órdenes y rendir cuenta del trabajo realizado? Esto es demasiado
grave, porque la Legión está totalmente orientada hacia la redención del mundo.
El servicio legionario exige
la asistencia puntual y regular
a las reuniones semanales del Praesidium.

57. Informar de los trabajos es un elemento importante de la reunión

Hacer un buen informe es un deber muy importante y uno de los principales ejercicios que
ayudan a sostener el interés por la Legión. Es tan importante para la reunión como la oración:
faltando uno de ellos, no existiría la reunión. Una parte importante de la formación de cada
miembro consiste en conocer los métodos de sus compañeros, tal como los revelan los
informes dados, así como suscitar uno mismo los comentarios, por parte de los legionarios,
experimentados sobre su informe.

El informe dado debe reflejar EXACTAMENTE la actividad de cada uno con una viveza tal que
los oyentes participen mentalmente en el trabajo y sean capaces de juzgarlo y sacar
conclusiones. Del mismo modo, el informe dado debe mencionar lo que se ha emprendido y
realizado, con qué espíritu, el tiempo que se ha empleado, métodos utilizados, los fracasos y
las personas a las cuales no ha sido posible atender.

El deber del Presidente es velar para que cada miembro dé un informe completo. Con
oportunas preguntas, ayudará a los miembros sin experiencia y tímidos. Rehusará aceptar un
informe que ponga al auditorio en demasiada prueba. Está claro que los otros miembros
pueden intervenir, también, pidiendo explicaciones o dando su opinión.

La reunión deberá ser animada y alegre. Es necesario, pues, que los informes logren
INTERESAR a los miembros, a la par que se les informa. Si la reunión es demasiado aburrida,
¿cómo creer que el, Praesidium marcha bien? Sin lugar a dudas, no atraerá a la juventud. La
forma de presentar el informe da claramente la medida del legionario.

Un informe se prepara, pues, de antemano y cuidadosamente. Debe hacerse en uni6n con


María. Si se piensa en la forma en que lo haría la misma Virgen María, no se caerá en el "poco
más o menos".

En las reuniones semanales del Praesidium,


el legionario hará en alta voz y claramente
un informe completo
de la tarea que haya cumplido.

58. El segundo mandamiento es el de la oración

Sin duda, hay pocos movimientos apostólicos que insistan tanto como la Legión sobre la
necesidad de la oración. El apostolado es un trabajo esencialmente Sobrenatural; reclama,
pues, la gracia de Dios. Esta se consigue con una constante oración. Jesús nos ha dado
ejemplo: con frecuencia, "pasaba toda la noche orando al Padre". La Biblia nos muestra a los
Apóstoles "perseverando en la oración con las mujeres y María, madre de Jesús".

La oración es también necesaria para d legionario, a fin de que sea un verdadero apóstol y no
un simple propagandista. La oración eleva el alma y la pone en contacto con Dios. Si el apóstol
está lleno de Dios, podrá hablar a los otros de la abundancia del corazón, y sabrá
conmoverlos.

El segundo mandamiento de la Legión impone a los miembros activos el rezo de la CATENA. El


legionario la rezará cada día solo, durante sus ocupaciones; así recuperará fuerzas, recurriendo
al poder de Dios ya la intercesi6n de María.

La palabra latina CATENA quiere decir cadena. Esta plegaria une la Legión con la vida cotidiana
de todos sus miembros; es también el lazo que los une unos a otros ya su bienaventurada
Madre. En todos los puntos del mundo, dondequiera que se encuentre, y en su propia lengua,
cada legionario rezará su CATENA. ¿Quién osaría, por su negligencia, ser un eslabón roto, en la
cadena de oración cotidiana de la Legión?

Esta oración es muy corta. La Legión exhorta, sin embargo, constantemente a sus miembros
Activos, a añadir cada día las otras oraciones de la téssera. Puesto que estas oraciones son
obligatorias para los Auxiliares, ¡qué vergüenza para los militantes si, en este aspecto,
contribuyen a la causa común menos que sus innumerables ayudantes! Los Auxiliares sirven
más eficazmente a la reina de la Legión que aquellos miembros activos que se conforman con
trabajar sin orar.

En la junta, oración y trabajo están íntimamente mezclados; en la vida del legionario deben
estarlo también. La Legión quiere mezclar profundamente la levadura de la oración con el
trabajo militante del apóstol. Así como con María, Dios hará con él grandes cosas.

El rezo cotidiano
de la oración de la Catena.

59. El tercer mandamiento es el del trabajo legionario

La Legión impone a cada uno de sus miembros, como una obligación esencial y de primera
importancia, el cumplimiento semanal de su trabajo activo, determinado por su Praesidium.
Un Praesidium inactivo viola su Promesa de perseguir el fin de la Legión, que es el de ejercitar
visiblemente por la acción un apostolado viril. ¿Un ejército que rehúsa librar un combate
merece tal nombre? De modo semejante, los miembros de un Praesidium que no realicen
ningún trabajo activo, no tienen ningún derecho al título de legionario de María.

Cierto que todo creyente NORMAL debe amar a su prójimo y desear su salvación. No está
prohibido, muy al contrario, a los miembros de las cofradías, como a los legionarios Auxiliares,
el hacer personalmente algún trabajo apostólico. Pero afirmamos que el trabajo de un
Praesidium es otra cosa muy distinta. Así, en el tercer mandamiento se afirma: SUBSTANCIAL
TRABAJO ACTIVO LEGIONARIO.

Este trabajo debe ser SUBSTANCIAL, es decir, que el legionario debe consagrarle, al menos, dos
horas por semana. Este trabajo debe ser un servicio ACTIVO, bien determinado, fijado por el
Praesidium; y de ninguna manera una tarea cualquiera, dejada al gusto de cada uno. Un
trabajo impreciso o mal organizado tiene muy poca eficacia.

Si un miembro activo no puede cumplir bien su trabajo por causa de enfermedad u ocupación,
el Praesidium le declarará Auxiliar.

Pero a un legionario que no hace su trabajo, o que lo hace mal, que hace otra cosa distinta del
trabajo encomendado por el Praesidium, se le debe advertir; si continuase así, se le deberá
expulsar.

La Legión insiste en que se les dé a los legionarios un trabajo importante, digno de su celo
ardiente. Un trabajo insignificante tendrá sobre este celo reacciones desfavorables; terminará
por caer en la mediocridad y la tibieza. Por el contrario, la Legión impulsa a emprender
grandes cosas, ano tener miedo, ya que está en juego el bien de las almas. Pide que se
preocupe de los elementos más miserables y más abandonados de la sociedad; que se acepten
las tareas de las cuales los otros movimientos no quieren encargarse.

El cumplimiento de un substancial trabajo activo legionario, en espíritu de fe y en unión con


María, de tal suerte que por María, su madre, él vea y sirva de nuevo a la persona de Cristo en
aquellos por quienes trabaja y en sus compañeros.

60. El trabajo exige del legionario un esfuerzo intenso

En su trabajo apostólico, el legionario debe entregarse con todo su corazón. La Legión


determina: se debe trabajar con energía, con habilidad y también con delicadeza; el esfuerzo
debe ser metódico, paciente, reflexivo. Aunque el trabajo sea fácil, el legionario no deberá
medir su esfuerzo. ¿Por qué?

Porque, incluso antes de buscar y obtener resultados, quiere trabajar en unión con María. En
esta operación, cada uno debe desempeñar su parte. El legionario entrega su actividad, sus
fuerzas, toda su persona; María se entrega ella misma con su pureza y su poder; María no
faltará nunca; la suerte de la empresa depende, pues, enteramente, del trabajo del legionario.

Si la empresa es fácil y el legionario le consagra diez veces más esfuerzo que el necesario, no se
perderá nada. María, la cuidadosa ama de casa de Nazaret, no perderá nada, sino que este
aumento de esfuerzo lo empleará ella maravillosamente, para socorrer las graves necesidades
de la familia del Señor. El principio a seguir es éste: Hacer las cosas pequeñas como grandes,
por Jesús, que las hace en nosotros, y por María, que trabaja con nosotros.

Por el contrario, si por su culpa, el esfuerzo del legionario es inferior al que su reina espera de
él, esto será como atar parcialmente las manos de María e impedir que distribuya con largueza
sus munificencias. ¡Qué pérdida supondría esto! Porque el papel de María no consiste en suplir
al legionario en lo que éste rehúsa hacer. María ayudará a nuestra actividad natural intensa,
para purificarla, perfeccionarla, sobrenaturalizarla. Ella hará que los pobres esfuerzos humanos
sean capaces de realizar grandes cosas, que los sobrepasan infinitamente.

En el fondo, el verdadero trabajo legionario no es realizado por dos solamente, sino por tres;
porque María está siempre en el trabajo con nosotros. María no puede actuar en las almas
más que a través de nosotros. ¡Qué gracia! ¡No limitemos nuestros esfuerzos! Realicemos
aquello que decía san Pablo: "La gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Lejos de ello. Yo he
trabajado más que todos estos. Pero, no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo".

Señor Jesús,
enséñame e a ser generoso,
a dar sin medida.

61. El legionario no retrocede ante lo imposible

En todo trabajo legionario, María actúa con nosotros; somos uno con ella. También el
Todopoderoso está empeñado en "hacer grandes cosas".

Pero ¿cómo hacerlas si nos encontramos con una tarea imposible? Es necesario reaccionar con
buen sentido y con fe. El Manual recalca, ante todo, que muy a menudo se declara un trabajo
imposible, porque se le tiene miedo, Es necesario desconfiar de los juicios humanos; una
imposibilidad aparente desaparece, frecuentemente, cuando nos aproximamos a ella. Es como
esas cuestas que de lejos parecen imposibles de subir y, cuando uno se acerca, se da cuenta de
que puede fácilmente superarlas.

El Manual añade: Una imposibilidad es siempre descomponible en cierto número de


elementos, y cada uno de estos elementos es una posibilidad. Hay pocas cosas que no pueda
llevar a cabo un hombre ingenioso y diligente. Es como el monte Camerún: parece tan elevado
que no se va a llegar jamás a la cumbre, pero comencemos, paso a paso, continuemos con
perseverancia, y, finalmente, la cima será alcanzada. La Legión nos dice que hay pocas cosas
verdaderamente imposibles, a condición de que se pueda contar con el valor y la
perseverancia de los legionarios y la inteligencia de los Oficiales. Así, se buscarán los mejores
medios para descomponer las dificultades; después, un trabajo constante superará cada
elemento.

Y si fuera verdaderamente imposible, si el bien de las almas está realmente en juego, la Legión
os dice: Haced cualquier cosa. Es lo que ella llama ACCIÓN SIMBÓLICA. Ciertamente, la acción
debe ser tan eficaz como sea posible. Pero, suponiendo que no se presente verdaderamente
ninguna, haced un ademán; no sólo una oración, sino una acción, que estará totalmente
orientada al máximum hacia el objetivo a alcanzar. Este esfuerzo, hecho con fe, atraerá la
intervención de María, y será un poco como el gesto sacramental que atrae a la gracia.
Pensemos en la multiplicación de los panes. No había más que cinco panes y dos peces. Se hizo
todo lo que se podía. Entonces, la omnipotencia de Dios intervino, y los 5.000 hombres fueron
saciados.
Dijo María al ángel:
¿Cómo podrá ser esto,
pues yo no conozco varón?
El ángel le contestó:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti
y la virtud del Altísimo
te cubrirá con su sombra...,
porque nada hay imposible para Dios.
(Lc I, 34-35. 37)

62. El Presidente es el responsable del trabajo de su Praesidium

La Legión fue fundada para hacer un trabajo activo importante; es, pues, la organización de
ese trabajo la primera función del Presidente. Para ello, ¿qué debe hacer?

1º El Presidente debe conocer bien la zona que tiene encomendada. El Praesidium está hecho
para responder a las necesidades actuales, y especialmente las más grandes, de la localidad.
Por eso se debe buscar cuáles son estas necesidades y qué campañas apostólicas es necesario
emprender. A fin de descubrirlas, el Presidente no vacile en consultar al sacerdote, al
catequista o a los dirigentes de otras obras que trabajan en la misma zona.

El trabajo más importante, el que es necesario reanudar y continuar siempre, es la visita


metódica de todos los hogares, es el contacto personal con todas las personas que viven allí.
Yo conozco Presidentes que con sus legionarios hacen el CENSO completo de su barrio; tienen
un cuaderno (secreto) con la lista de las viviendas y de todas sus gentes.

2º El Presidente debe también conocer a sus legionarios. Todos no tienen las mismas
cualidades, todos no están dotados para los mismos trabajos. El Presidente es el que pone a
sus legionarios en equipos de dos para el trabajo; es él, también, quien determina el trabajo
que ha de realizar cada uno. El Presidente debe sacar a cada legionario el máximo
rendimiento; es su educador, debe animarlos a superarse siempre. Debe, incluso, dar a los
mejores legionarios un trabajo heroico, con el fin de encender el entusiasmo de aquellos que
no han llegado todavía a eso y mostrarles el ideal legionario ya realizado.

3º El Presidente distribuirá el trabajo. Para ello, es indispensable que tenga hecha una HOJA DE
TRABAJO, que renovará cada semana. En ella escribirán al detalle todos los trabajos de que se
ocupa el Praesidium.

4º El Presidente controla los trabajos realizados, es decir, los informes, en el curso de los
cuales no debe vacilar en intervenir.

"Yo de muy buena gana me gastaré


y me desgastaré por vuestras almas".
(2 Cor 12, 15)
63. El verdadero legionario está siempre de servicio

En rigor, la Legión no nos pide estrictamente más que una reunión por semana, que dura entre
una hora y una hora y media, y Un trabajo apostólico, que requiere dos horas
aproximadamente. El resto del tiempo ¿qué haremos?, ¿seremos de esos cristianos egoístas y
mediocres que no piensan más que en ellos?

La Legión responde: NO. Un verdadero legionario está SIEMPRE DE SERVICIO. El legionario


debe ser una atractiva personificación del verdadero cristianismo. Por él, la verdadera luz debe
brillar ante los hombres con brillantes y numerosos rayos, es decir, por medio de ejemplos
prácticos de verdadera vida cristiana, yeso en todas partes y en todo tiempo.

Nuestra conducta general no debe ser de tal naturaleza que cause mala impresión. Defectos,
que en otros se advertirían, serán considerados como indignos en un verdadero legionario. Es
normal. ¿No es justo exigir una virtud superior del que exhorta a los demás a tender hacia un
ideal más elevado?

Existe también otra forma de estar siempre de servicio. El legionario es un soldado. Desde que
ve un mal que hay que combatir o un bien que hay que cumplir, debe estar presto siempre
para intervenir. Es, además, el hijo de María, el cual tiene un corazón de madre para todos
aquellos que encuentre en su camino. Olvidándose de sí mismo, tiene el corazón
CONSTANTEMENTE DESPIERTO para captar ocasiones favorables al gran fin de la Legión: salvar
las almas.

Si descubrimos un trabajo que sería bueno emprender, digámoslo en la reunión sin timidez, sin
tratar de imponernos. El Praesidium lo discutirá. Si lo acepta, esta actividad se convertirá en un
trabajo del Praesidium.

Personalmente no nos contentamos con dos horas de trabajo legionario. Si un trabajo se nos
presenta espontáneamente, no vacilemos, intervengamos aunque estemos solos.

La Legión no tiene más que un fin: destruir el imperio del pecado e implantar el estandarte de
Cristo Rey. Todos nosotros somos responsables de su marcha hacia adelante. Resuelto y presto
a toda llamada, siempre espontáneamente, aun cuando no se le llama, siempre al servicio de
las almas, es el verdadero soldado de María.

Tomando el vexillum legionario en las manos,


permanezco como su soldado y su hijo.

64. El cuarto mandamiento exige que el legionario sea fiel al secreto de la Legión

La reunión del Praesidium es el momento de dar los informes; cada legionario cuenta al detalle
todo lo que ha conocido, dicho o hecho. Es indispensable. Sin esto, el Praesidium no puede
controlar el trabajo de sus miembros; no puede aconsejar cómo realizarlo mejor; no puede
sostener a su legionario en el caso en que este trabajo lleve consigo un peligro para su vida o
su alma.
Manifestar todo es normal. El Praesidium es una familia en donde se ama, en donde se ayuda
mutuamente, a fin de hacer un buen trabajo apostólico. ¿Cómo se logrará esto, si cada uno
ignora lo que hace su vecino?, ¿y si se relata en términos tan vagos que se hace imposible
poder dar un parecer útil? Todo ello es por el propio bien de las personas, por la salvación de
aquellos por quienes se trabaja.

Pero así como es necesario hablar abiertamente durante la reunión, se ha de observar la más
absoluta discreción fuera de ella. Es por caridad por lo que se ha hablado claramente delante
de los hermanos que nos pueden ayudar y que están obligados al mismo secreto que nosotros.
Estaría mal decirlo fuera; ya este mal se le llama murmuración. Es un pecado; es, además, la
fuente de riñas y disputas. Sería capaz de acabar con toda posibilidad de trabajo, y quizá aún
de arruinar la Legión en todo un país. Sería una traición a la Legión.

La experiencia comprueba, por otra parte, que los legionarios comprenden fácilmente la
importancia de este secreto y que son fieles en guardarlo. ¿Por qué?

Un verdadero legionario se ha entregado a María: busca vivir en unión con ella; se deja
dócilmente formar por ella, su corazón y el de ella forman uno solo. La Virgen impregnará la
caridad del legionario de un carácter maternal y verá a su prójimo con ojos de madre; ahora
bien, una madre trata de disimular los defectos de sus hijos.

Fijémonos en un verdadero legionario, muy unido a María. En la reunión, durante su informe,


le gustará hablar, a fin de ser controlado, advertido, sostenido por sus hermanos; sin embargo,
fuera de la reunión será de una discreción absoluta, igual que María.

Guarda la discreción más absoluta


sobre todo lo que ha sido tratado en las reuniones
o conocido en el ejercicio del trabajo legionario.

65. La visita de María a Isabel es el modelo de todo trabajo legionario

El trabajo legionario más importante y más continuado es la visita a los hogares, el contacto de
alma a alma con los demás. Así, naturalmente, los legionarios han tomado como modelo de
sus trabajos esta visita que María, joven aún, hizo a su prima Isabel. .

Contemplemos esta visita de María: es un misterio gozoso, a pesar de la fatiga de un camino


de cerca de 150 Km. y de las molestias que María, mujer pobre, debió experimentar. Es con
gozo como los legionarios deben cumplir su trabajo.

María salió "con presteza hacia la montaña". ¡Nada de pereza en la Legión! Incluso si es
necesario ir lejos, abordar a personas difíciles, el legionario sale rápidamente, sin dejarlo para
más tarde. Humildemente María saluda la primera a Isabel. Ahora bien, María era la Madre de
Dios. El legionario saludará siempre el primero, ya que él ve a Jesús en todos aquellos por
quienes trabaja. Todas las puertas se abren al legionario humilde y respetuoso.
María quedó tres meses al servicio de Isabel, para continuar su obra de gracia. El legionario
será perseverante, continuará su trabajo hasta el fin.

Entonces, todas las maravillas de la gracia son posibles. Fue en la visitación cuando María
ejerció por primera vez su función de mediadora. María llevaba ya al salvador en ella. Jesús,
presente en María, obró por ella; y he aquí a Juan Bautista arrebatado al demonio y
santificado, como en un bautismo, en el seno de su madre.

Otra maravilla de la gracia. Isabel recibe una luz de lo alto. María es la esposa del Espíritu
Santo; así, pues, siempre está allí donde María está presente. Isabel reconoce la grandeza de
su joven prima: "Bendita tú entre todas las mujeres, tú, la madre de mi Señor".

Y todo termina con el "Magníficat" de la gloria de Dios.

Que el legionario se olvide de sí mismo por los otros, que permanezca unido a María, que su
trabajo prolongue la visitación, y las mismas maravillas de gracia se producirán sobre nuestro
mundo.

En aquellos días
se puso María en camino y,
con presteza, fue a la montaña,
a una ciudad de Judá.
(Lc 1, 39-40)

CAPÍTULO VIII: LAS VIRTUDES DEL LEGIONARIO SON LAS VIRTUDES DE MARÍA

66. El espíritu de la Legión es el mismo espíritu de María

Releamos el capítulo del Manual que está dedicado al espíritu de la Legión:

Los legionarios esfuércense especialmente en adquirir:


· la humildad profunda de María,
· su obediencia perfecta,
· su dulzura angelical,
· su dedicación continua a la oración,
· su mortificación universal,
· su pureza sin mancha,
· su paciencia heroica,
· su prudencia celestial,
· su amor a Dios, valiente y abnegado,
· principalmente su FE, esta virtud que sólo María ha practicado en toda su extensión y que no
ha sido nunca igualada por ningún otro.

El verdadero legionario tiene siempre los ojos fijos en María; mira cómo ella ha obrado, para
que su vida y sus acciones reproduzcan las de María y para imitar sus virtudes.
El legionario vive en compañía de María; su alma está unida a la de su madre; María puede así
cumplir toda su función de educadora de almas y velar por el arraigamiento y crecimiento de
sus propias virtudes en el alma de su hijo dócil.

Cada legionario vivirá su devoción a María tanto por la meditación seria que hará de ella, como
por su preocupación constante de introducirla en su vida. Está claro que el legionario que no
ama a María, no puede, en absoluto, tomar parte en su obra.

Un verdadero legionario no se reconoce por la insignia, sino por sus virtudes. Se reconoce
también por su arma: el rosario. El rosario, practicado a lo largo de la vida, nos transmite las
virtudes de María; es el instrumento privilegiado de su educación maternal. Un legionario que
vive su rosario, puede estar seguro de poseer el espíritu de María.

Ella es la madre de mi alma;


Su corazón y el mío son sólo uno.

67. El legionario posee la fe de María

La Legión está fundada, en primer lugar, sobre una fe profunda en Dios y sobre el amor que El
tiene para con sus hijos. La primera virtud del legionario es una. Fe inconmovible. Jesús nos ha
hablado de la fe que "mueve las montañas". La Virgen María nos da el ejemplo de una fe que
no se debilit6 jamás. Ella creyó "que nada es imposible a Dios"; por eso entró completamente
en el plan de Dios, y el Omnipotente pudo "realizar en ella grandes cosas". María se ha
convertido en Madre de Dios y madre universal de los hombres.

Toda la fe de la Iglesia naciente estaba concentrada en su alma; durante aquel triste sábado en
que Jesús estaba en el sepulcro, María fue la única que conservó intacta su fe. María es el
modelo más acabado de la fe de una criatura humana, y ha merecido que toda fe, cristiana
tenga su origen en ella.

Antes de hacer un milagro, Jesús pedía un acto de fe a aquel que le abordaba. "Todo es posible
para aquel que cree". Por otra parte, con frecuencia reprochó a los Apóstoles su debilidad en
la fe: "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" y negó una señal milagrosa a esta "generación
perversa e incrédula".

La conversión de un alma no pide ordinariamente un milagro visible, pero exige un don de


gracia al menos igual, ya que esto sobrepasa infinitamente las pobres fuerzas humanas. Por
esto, la primera virtud del legionario será la FE, la fe que obedece, que avanza siempre, que no
retrocede ante nada.

Esta fe en el omnipotente concurso de Dios debe ser el apoyo fundamental de los legionarios.
Si tienen una FE simple y valiente, no fracasarán más que en contados casos.

Así, al fin de cada reunión, antes de enviar a los miembros a sus tareas apostólicas, la Legión
los invita a ponerse de rodillas a los pies de María y les hace decir la gran oración legionaria,
que es la oración de la FE.

Señor, concédenos a cuantos servimos


bajo el estandarte de María
la plenitud de fe en ti...,
concédenos una fe viva,
animada por la caridad...,
una fe firme e inconmovible
como una roca...,
una fe valerosa...,
una fe que sea
la columna de fuego de nuestra Legión...,
una fe que guíe nuestros pasos...

68. El legionario practica la humildad de María

María ha sido un modelo de humildad. Por, eso, la virtud de la humildad ocupa en la Legión un
lugar de preferencia. Mejor aún, la humildad es un instrumento absolutamente indispensable
a su apostolado.

Nadie fue más HUMILDE que María; tampoco nadie ha recibido más gracias que ella ni
realizado cosas más grandes. Ella misma lo cantó en su "Magníficat": "Dios ha mirado la
humildad de su sierva; derribó a potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes".

Si el legionario intenta estar profundamente unido a su reina, ella le ayudará en la batalla que
debe mantener sin cesar contra sí mismo, contra su espíritu de orgullo y de egoísmo. Ella le
hará comprender hasta qué punto depende en todo de Dios; este sentimiento le llevará a
preferir, sobre todo, los empleos modestos y poco deseados. María le ayudará también a
efectuar prontamente la voluntad de Dios, tan pronto como la haya conocido; como ella, que
permanece siempre "esclava del Señor".

Esta humildad la practicará el legionario igualmente con respecto a la Legión. Aceptará todas
las exigencias con simplicidad de niño, porque sabe que la disciplina es para él una fuente
constante de humildad.

Finalmente, el trabajo legionario será para él una maravillosa escuela de humildad. Su fe le


hará ver la persona de nuestro Señor en todos aquellos para quienes trabaja, aunque sean los
pecadores más empedernidos o los desechos de la sociedad. Estará contento de servir de
nuevo a Jesús en todos los hombres. Su humildad se manifestará en el respeto con que los
saludará, en la comprensión que tendrá para con ellos, en la simpatía que les mostrará. El
legionario humilde es el verdadero hijo de la madre de misericordia; su visita será, pues, una
visita de María. Entonces verá romo todas las puertas y todos los corazones se abren ante el
legionario humilde y respetuoso.
Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón.
(Mt 11, 29)

69. La Legión forma sus miembros en un valor heroico

Nuestro movimiento ha tomado su nombre del antiguo ejército romano. Este glorioso ejército
estaba siempre en pie de guerra; ha dejado fama de fidelidad, valor, disciplina y éxito. Nuestra
Legión tiene por jefe a la Virgen María. En verdad, María es dulce para con todos; pero ella no
es sólo reina de los Apóstoles; es, además, la REINA DE LOS MÁRTIRES, reina de esos hombres
y de esas mujeres que han sido fieles hasta la muerte.

Para con el pecado, María es terrible como un ejército formado en batalla; está siempre en
lucha contra Satán, al cual le aplasta la cabeza. Ella sale "victoriosa en todas las BATALLAS DE
DIOS". Esto aclara bastante por qué la Legión exige de sus miembros un gran valor. Por eso, un
legionario debe estar dispuesto en todo momento a dar su vida por Cristo. La Legión sabe
formar sus soldados, ya que, actualmente, en el Camerún y en China, cuenta con gloriosos
mártires. Este valor será MAGNIFICO; no vacilará en emprender trabajos difíciles. La Legión
insiste para que se consagre a los elementos más malvados y más al1andonados de la
población: personas encarceladas, chicas de mala vida, hombres podridos de vicios, etc. ..., así
como a los malos lugares que ellos frecuentan.

Y añade: mientras, en un lugar cualquiera, la Legión no pueda afirmar, con toda verdad, que
sus miembros conocen personalmente a cada uno de los individuos que pertenecen a estos
ambientes corrompidos y que están en relación con todos ellos, falta todavía algo para su
completo desarrollo. Este trabajo será duro; exigirá paciencia y abnegación; traerá más
fracasos que éxitos. Nadie quiere encargarse de ello; pero hay almas que se pierden; Jesús está
de nuevo crucificado en ellos; María pide socorro. Entonces la Legión se presenta.

San Pío X escribía: "El obstáculo más grande al apostolado es la timidez, o quizá la cobardía de
los buenos". La Legión, por su parte, no quiere incurrir en semejante reproche.

Por ello, tomando en la mano


el vexillum legionario,
yo me alisto ante vosotros
como su soldado.

70. El servicio legionario debe ser perseverante

La Legión pide un servicio sin límites ni reservas. Una tendencia muy humana es la de buscar
impaciente mente resultados tangibles, o desalentarse si trabajos prolongados y valientes
parecen no dar fruto. Pensemos que los resultados visibles no son siempre la prueba segura
del éxito de un trabajo: a veces se recoge desde el comienzo de la obra; otras, a pesar de una
tenacidad heroica, no se recoge ninguno.

En las obras de apostolado, el don de sí es de tal forma esencial, que la Legión se preocupa,
sobre todo, del ardor puesto en la realización del trabajo. De sus miembros pide no la riqueza
o la influencia, sino una fe inalterable; no el talento, sino un amor que no desfallezca, no una
fuerza de gigante, sino una dedicación constante.

En su servicio, el legionario debe siempre persistir y rechazar inflexiblemente el desaliento; en


los momentos de crisis debe permanecer firme como una roca; en todas las circunstancias
debe ser constante. Que espere el éxito, pero que realice el servicio independientemente del
éxito. Que luche contra el fracaso y no se deje abatir si lo encuentra; y que no tenga descanso
hasta después de haberlo superado.

El legionario no debe sustraerse a los trabajos y dificultades. Normalmente el Señor no le


pedirá el sacrificio de su vida. De ordinario su campo de acción será más humilde y más
tranquilo. Pero ha dado su vida al apostolado. Constantemente, con ocasión de su trabajo
legionario, deberá soportar fatigas, ingratitudes, burlas, injurias y también angustia y tristeza
por las almas que continuarán perdiéndose. Soportar todo ello con dulzura, perseverar hasta
el fin, semejante heroísmo, alegre y tenaz, ¿no valdrá tanto como el supremo testimonio de
amor: dar la vida por aquellos que se ama?

Con María, el legionario está firme al pie de la cruz de sus hermanos, no abandona su puesto
hasta que todo ha terminado.

El que persevere basta el fin,


ése será salvo.
(Mt 10, 22)

71. La vida del legionario es una constante ocasión de renuncia

Toda la vida del legionario tiene como finalidad vencer el pecado y salvar a los hombres. Ahora
bien, semejante obra sólo se realiza por la pasión y la cruz. Fue el camino que escogió Jesús; es
también el camino que deben amar sus discípulos. Si los legionarios no están dispuestos a
cargar también ellos la cruz, es mejor que dejen la Legión. "¡Qué vergüenza ser un miembro
delicado, bajo un jefe coronado de espinas!", decía san Bernardo.

María es la gran asociada del redentor. María estaba de pie junto a la cruz; pero ya, durante
toda su vida, había practicado una mortificación universal (es decir permanente y total),
querida y escogida voluntariamente. Es así como estuvo enteramente consagrada a la
realización del plan salvador de Dios.

Lo mismo ha de ser para el legionario. Por otra parte, su misma vida de legionario, vivida con
todo su corazón, le será una ocasión de RENUNCIA CONSTANTE.

Será, primeramente, el desinterés. El legionario se da sin regatear. No se le paga. No recibe ni


regalos ni honores. Se entrega sin esperar otra recompensa que la de hacer la voluntad de
Dios.

Será también que la disciplina legionaria es estricta. Si el legionario cumple todas estas cosas
con gusto, cuántas ocasiones tendrá para renunciar a sí mismo, pero también, ¡cuántas
gracias!, ya que la cruz, plantada en una vida, es una fuente perenne de salvación.

Serán, sobre todo, los mismos trabajos legionarios. No los escoge uno. Son con frecuencia
monótonos. Los resultados no son siempre visibles. No se está apoyado ni ayudado como se
desearía. En el transcurso del trabajo se encuentra con dificultades, se reciben desplantes;
puede que, acaso, incluso hasta se reciba algún golpe. ¡Cuántas ocasiones de mortificación
para no perderlas!, porque serán justamente esas mortificaciones las que salvarán a aquellos
que nos desechan.

Y ese trabajo a menudo costoso, el legionario lo cumple a la perfección. Pues cuanto más se
asemeja su trabajo a una cruz, tanto más el legionario debe estimarlo.

El que quiera venir en pos de mí,


niéguese a sí mismo,
tome su cruz y sígame.
(Mt 16, 29)

72. La obediencia es una de las grandes virtudes del ejército de María

Se ha dicho que la disciplina es la fuerza principal de los ejércitos. La Legión es un ejército;


tiene que desempeñar un trabajo que sea eficaz; constituye también un sistema muy
ordenado. Sabe de sobra que un afán sin método y un entusiasmo sin guía no producirán
nunca resultados durables. Su organización está sujeta a una rigurosa disciplina, e impone la
más exacta observancia de cada uno de los pormenores. En cambio, promete la perseverancia
y un desenvolvimiento notable de las mismas virtudes que pone como fundamento. La Legión
tiene pánico al desorden, que malgasta fuerzas, cuando todas son necesarias para la obra de
Dios. La Legi6n sabe bien que una máquina marcha mal, si ésta tiene un engranaje defectuoso.

A la inconstancia humana, la Legión impone una reunión semanal. Contra la imprecisión, un


informe detallado del trabajo hecho. Al vago deseo de apostolado, un trabajo substancial y
previsto de antemano; dejando, sin embargo, a cada miembro la iniciativa de descubrir y
proponer otros trabajos.

Pero la OBEDIENCIA LEGIONARIA va más lejos que esta simple preocupación en el rendimiento,
apostólico. Es, además, un llamamiento de la gracia. Para resumir toda la obra del Salvador,
san Pablo escribe: "Cristo Jesús se hizo por nosotros obediente, hasta la muerte, y muerte de
cruz". La obediencia del legionario continúa la obediencia de Jesús. El legionario obediente
entra en la misión del salvador, porque, obedecer es ofrecerse a Dios; es unir nuestra voluntad
a la suya; es colocarnos en su prolongación; es, por, consiguiente, permitir a su gracia pasar
por nosotros para que llegue a los demás.

El legionario obediente trabaja con tanto más ardor, por cuanto sabe que es Dios mismo quien
le manda, por medio de las autoridades de la Legión. Además, a todas sus tareas, grandes o
pequeñas, presta la misma atención minuciosa, la misma paciencia inagotable, el mismo coraje
indomable, un ardor cada día renovado, porque está basado en el amor a la voluntad de Dios.
He aquí por qué en su Promesa dice solemnemente:

Me someteré por completo a su disciplina,


que me liga a mis hermanos legionarios
y hace de nosotros un ejército,
y guarda nuestra alineación
en nuestro avance con María.

73. El legionario tiene para con las almas paciencia y dulzura infinitas

La Legión propone con insistencia la necesidad de un contacto personal, directo, perseverante,


con los demás. Ahora bien, sus miembros establecerán y desarrollarán este contacto por
medio de sus modales dulces y modestos; la verdadera humildad de corazón les enseñará
estos modales. En todas sus empresas, los legionarios deben plantearse esta cuestión; ¿cómo
miraría y trataría la santísima Virgen a estas personas? y sólo les quedará comportarse
consecuentemente.

Esta amistad exige que las visitas legionarias conserven su carácter íntimo y personal. El papel
de los legionarios no es el de denunciar públicamente los abusos, sino de GANAR LOS
CORAZONES. Que los legionarios aprendan a ser amigos sinceros en quienes se pueda confiar.
Las indiscreciones arruinarían todo el trabajo.

Al principio, las malas acogidas serán quizá frecuentes. Con todo, se continuarán las visitas con
la misma bondad y dulzura.

Los legionarios deben apartar de su apostolado toda dureza. Otros pueden hacer el bien
empleando métodos más severos; pero el legionario no construirá la obra de Dios más que con
la bondad y la dulzura. Que en ninguna circunstancia se aparte de este camino; si no, en lugar
de bien, hará más bien mal. Jesús ha dado a María el reino de la misericordia. Saliendo del
reino propio de María, los legionarios perderían entonces el contacto con su reina, de la que
depende su trabajo. ¿Qué bien podrían entonces conseguir?

Entonces se le acercó Pedro y le preguntó:


Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano
si peca contra mí?
¿Hasta siete veces?
Dijo Jesús: no digo yo hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete.
(Mt 18, 21-22)

74. María, siempre Virgen, se entrega a las almas puras

La pureza es indispensable al legionario. Puesto que combate al pecado, ¿cómo podrá luchar si
el enemigo está en él y le domina? El legionario quiere entrar también en contacto con las
almas; ahora bien, estas almas, aun cuando estén llenas de pecado, han sido creadas a imagen
de Dios; ¿cómo acercarse a ellas si el legionario tiene un corazón impuro?

La unión a María será el remedio para nuestra impureza, porque María es la INMACULADA.
Entre María y el pecado existe una guerra permanente; por función, María aplasta a Satán bajo
sus pies y deshace su obra de tinieblas.

Cuando se habla de pureza, se piensa ante todo en la del cuerpo, así como en las tentaciones,
por las que la carne quiere sublevarse contra el alma. Nadie está exento de tales pruebas; pero
María, invocada con confianza, es el refugio de las almas tentadas; su presencia aleja el peligro
y disipa los mismos. María es también el refugio de las almas caídas, de los pobres pecadores;
sólo ella puede curarlos. Cuando se la invoca, ella se inclina sobre nosotros con los brazos
abiertos, nos saca del cenagal y nos sostiene por encima de las ignominias del mundo.

El apóstol debe estar limpio de todo pecado; de lo contrario, no será el canal que hace llegar a
las almas la gracia de Dios. ¡Que nuestros corazones sean puros y transparentes como una
fuente!, dice la consagración legionaria. Al vivir con María, el legionario comprenderá mejor el
mal del pecado; porque María tiene un gran horror al pecado, que ha traspasado su corazón
como "una espada de dolor".

El contacto con María nos dará una conciencia más delicada de nuestras faltas. Cuando una
casa está barrida, se ve mejor el polvo que queda, y se limpia. Dejemos entrar a María en
nuestra vida y abrirla al Espíritu Santo. Esta luz nos hará descubrir suciedades insospechadas;
ella nos dará el deseo de guardar pura nuestra alma.

La unión con María conduce a la unión con el Espíritu Santo. El hará vivir nuestra alma, como la
de Jesús, para Dios solamente.

¡Para que yo sea puro


en aquella
que por ti fue hecha Inmaculada!

75. La Legión tiene por encima de todo el espíritu de fraternidad

En todo lo relacionado con el servicio de la Legión, los miembros se llaman entre ellos con el
nombre de "hermano" y "hermana", como lo hacían los primeros cristianos. Esto no es aquí
una simple palabra. Como todo lo que decide la Legión, es algo vivido. Los legionarios son hijos
del mismo Padre, que es Dios; lo son con el mismo título que los otros cristianos, cierto; pero
ellos quieren vivirlo intensamente, como verdaderos hijos de María; así también sus vínculos
de fraternidad serán mucho más vivos.

La Legión insiste para que se incrementen estos vínculos. Esto le será más difícil que a otros
movimientos, porque no es partidaria de la fundación de los Praesidia especializados, aparte
de los juveniles. La Legión quiere que sus grupos reúnan gente de todas las razas, de todas las
clases sociales; personas que el mundo separaría, pero que sólo la FRATERNIDAD CRISTIANA
reunirá. Entonces, el contacto se establece en el plano de la caridad. Resultado: casi
invariablemente, los Praesidia, cuyos miembros pertenecen a todos los ambientes de la
sociedad, harán el trabajo más eficaz.

Semejante fraternidad, puramente sobrenatural, no es evidente; exigirá un esfuerzo


constante. Esta concordia es, sin embargo, indispensable, porque, sin ella, no hay trabajo
legionario eficaz. Además, uno de los deberes del Presidente en el de cultivar en su Praesidium
el espíritu de fraternidad, sabe bien que todo está perdido cuando este espíritu no existe. El
mismo lo salvaguardará testimoniando el más profundo afecto a todos los miembros sin
excepción.

Puesto que los legionarios son humanos, es inevitable que se originen motivos de desacuerdo
y de disputa. Que se ponga cuidado, la envidia raras veces tiene poca importancia, pues
termina por emponzoñarlo todo. Acaso se buscará el alivio de esta pena en el olvido. Esto será
indigno de un legionario, que debe mirar al triunfo completo, es decir, a la transformación de
esta envidia en caridad cristiana. El legionario ve a Jesús en sus compañeros.

Sería preferible suprimir un Praesidium si faltan en él la armonía y la caridad. Será una piedra
de escándalo; y sin caridad, no es posible la irradiación apostólica en el mundo.

En esto conocerán que sois mis discípulos:


si tenéis amor unos para con otros.
(Jn 13, 35)

76. La caridad da su perfección a todas las virtudes

Entre sus patronos celestiales, la Legión ha escogido al apóstol san Juan. El fue el "discípulo
que Jesús amó"; él estuvo al pie de la cruz con María; él es el evangelista de la caridad y el
sacerdote que "acogió a María en su casa".

La santísima Virgen fue colmada de caridad para ser digna de engendrar a Aquel que es la
misma caridad. Su Legión debe distinguirse por una caridad intensa; solamente entonces
traerá la caridad al mundo.

Hemos hablado ya abundantemente del ardor generoso que el legionario pone en su trabajo;
del amor fraterno que tiene a sus compañeros; de la paciencia y de la dulzura infinitas que su
amor le hace tener para con todos, incluso con aquellos que en apariencia parecen merecerlo
menos. Todo esto procede de la caridad.

Esta CARIDAD debe ser VERDADERA. Vagos sentimientos de piedad humana o de simple
beneficencia no tendrán duración. Es necesario que esta caridad proceda del amor de Dios: el
legionario ve y ama a Dios en su prójimo, el legionario ama a su prójimo por Dios y para Dios.

Esta caridad será PERSONAL: para Dios no hay dos hombres semejantes; de la misma manera
que para una madre no hay dos hijos idénticos. El legionario tampoco debe tratar a los
hombres en serie, se debe esforzar en establecer relaciones amistosas con cada uno de
aquellos a quienes visita. Y prueba de que es amistad es que no suprimirá sus visitas una vez
que haya obtenido resultado. En fin, esta caridad será MARIANA. Será, por lo tanto, respetuosa
y delicada, no hiriendo a las almas, sino abriéndolas. El legionario tendrá para todos los
hombres el corazón de María; tendrá para ellos toda clase de delicadezas, de caridad que sólo
se pueden esperar de María.

¡El secreto de toda influencia es el amor!, solamente él puede verdaderamente ganar los
corazones.

Por encima de todo esto,


vestíos de la caridad,
que es vínculo de perfección.
(Col 3, 14)

CAPÍTULO XI: LA VIDA ESPIRITUAL DEL LEGIONARIO DEBE DESARROLLARSE SIN CESAR BAJO
LA DIRECCIÓN DE MARÍA

77. El legionario activo es un alma de oración

La Virgen María fue pobre; no tenía a nadie para ayudarla; hizo sola todo el trabajo de su casa
y de su familia. No obstante, fue un alma de oración. La frase del Evangelio que mejor resume
toda su vida es: "María conservaba para sí todos estos recuerdos, meditándolos en su
corazón"; no solamente en los momentos prescritos, sino en el curso de su trabajo, María vivía
de la fe, caminaba en la presencia de Dios y hacía de su trabajo una oración constante.

Un apóstol debe ser un ALMA DE ORACIÓN. El quiere dar a Dios a los demás; es necesario,
pues que Ello posea ya con superabundancia. ¿Cómo vivirá de Dios si no tiene una profunda
vida de oración? Los Apóstoles lo habían comprendido bien; definían así su misión: "En cuanto
a nosotros, debemos atender a la oración y al ministerio de la palabra". Nada de extraño, pues,
si la Legión, movimiento a la vez mariano y apostólico, concede el primer lugar a la oración.
Cada reunión comienza por la oración y enseña que el mismo trabajo no es más que oración
bajo otra forma. La Legión tiene una rama de legionarios, la más numerosa y tal vez la más
necesaria, enteramente consagrada a la oración: éstos son los Miembros Auxiliares.

En cuanto a los legionarios activos, deben ser ya cristianos edificantes, es decir, dando a la
oración y a los ejercicios de piedad todo el tiempo requerido e, incluso, más. Si la Legión no les
impone más que el breve rezo de la Catena, los exhorta, no obstante, a añadir el rosario y
todas las otras oraciones de la Téssera.

Mucho más, la Legión pide a todos sus miembros que consagren, al menos, algunos momentos
cada día a la meditación. Y si la Legión invita a ingresar en la Cofradía del Rosario, es porque la
práctica del rosario los conducirá naturalmente a la meditación. Por el rosario, los legionarios
aprenderán a vivir como María y con ella, bajo la mirada de Dios.
Aquel que quiera pintar las cosas de Cristo
debe amar y vivir con Cristo.
(Fray Angélico)

78. María ayuda a sus hijos a penetrar en el corazón de la Santísima Trinidad

Los santos insisten en la necesidad de hacer distinción entre las tres Personas Divinas y de
conceder a cada una de ellas una atención apropiada. Nosotros podemos pedir esta gracia a
María, nuestra madre, a quien por primera vez sobre la tierra fue revelada la Trinidad.

En la anunciación, el ángel le dice: "EL ESPÍRITU SANTO vendrá sobre ti, y la virtud del
ALTÍSIMO te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado
HIJO DE DIOS".

María es la hija del Padre Eterno, la primera de las criaturas, la más cercana a Dios. Dios le
comunicó su fecundidad, para que ella pudiera traer al mundo al Hijo de Dios.

María es la madre del Hijo de Dios. Nos es fácil evocar la relación que existe entre una madre y
su hijo. Pero, en este caso, la unión de las almas es más importante. Cuando Jesús y María se
separaron, su unión continuó.

Cuando Jesús cumplió su misión de redentor, quiso asociar tan íntimamente su madre a ella
que la hizo "Corredentora" de los hombres.

María es el templo del Espíritu Santo; más aún, es su esposa. Por medio de ella, El ha
producido su obra maestra: un Dios hecho hombre; por medio de ella, el Espíritu ha
engendrado los miembros del cuerpo místico; en fin, es por ella por quien distribuye todas las
gracias. Cuando ella actúa, es también el Espíritu Santo quien actúa; cuando se rechaza la
intervenci6n de María, es rechazado también el Espíritu Santo.

En el cielo, con María, gozaremos de la vida bienaventurada de la santísima Trinidad. Pero en


el bautismo hemos recibido ya la semilla de esa vida. María nos enseñará a vivir como ella y
nos ayudará a desarrollar esa semilla.

Recitemos con María la gran oración del "padre-nuestro". Ocupémonos en las cosas de
nuestro Padre, para devolverle a los hijos pródigos. Vivamos con el Hijo, que nos envía a
anunciar a todos los hombres la buena nueva de la salvación. Llenémonos de la fuerza y del
amor del Espíritu Santo, que quiere renovar el corazón de los hombres y la faz de la tierra.

Id, pues, enseñad a todas las gentes,


bautizándolas en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo.
(Mt 28, 19)

79. El legionario participa con frecuencia en el santo sacrificio de la misa


La Legión no impone a ninguno de sus miembros la obligación de asistir a la misa durante la
semana, pues las circunstancias de cada uno son diferentes. Pero su solicitud por sus almas y
por su apostolado les pide que participen a menudo, todos los días si es posible, y que reciban
la santa comunión.

¿Por qué esa insistencia? El legionario quiere llevar a cada alma las gracias de la redención.
Ahora bien, es en el Calvario donde Jesús ha borrado todos nuestros pecados.

Nosotros no estuvimos personalmente presentes en el Calvario; pero Jesús ha instituido el


santo sacrificio de la misa, para que el Calvario se haga presente a cada hombre. La cruz no
tiene más valor que la misa, pues la cruz y la misa son un mismo sacrificio. Dios es eterno; Dios
está en todas partes; para El no hay distancias en el tiempo y en el espacio.

En la MISA, Jesús ofrece por nosotros el mismo sacrificio; solamente el cuadro exterior y la
manera de ofrecerlo es diferente. La misa contiene todo aquello que Jesús ofreció al Padre, y
todo lo que El logró para los hombres. Si queremos llenamos de las gracias de la redención,
vayamos a recibirlas a la fuente, participando en el sacrificio de la misa.

En el Calvario, María estaba junto a la cruz de Jesús. En cada nueva misal la ofrenda del
salvador se lleva a cabo en las mismas condiciones; María está presente en ella. La unión de
corazón con María debe, pues, ser parte de toda buena asistencia a la misa.

En el Calvario, María ofreció la compasión de su corazón dolorido, unido a la muerte de su hijo.


En la misa, ofrezcamos todos los trabajos y las penas de nuestra vida unidos al sacrificio de
Jesús. Con Cristo también nosotros repararemos los pecados de los hombres.

Cuando los legionarios se alejen del altar María estará con ellos les dará una participación y un
papel en la distribución de las gracias, derramará por mediación de ellos los tesoros de la
redención sobre cada una de las personas que ellos encuentren y por las cuales trabajan.

Cada vez que hagáis esto,


hacedlo en mi memoria.
(1 Col 11, 25)

80. El legionario participa siempre en la misa recibiendo la sagrada comunión

Jesús vino "para que nosotros tengamos vida (que es SU VIDA) y la poseamos en abundancia".
¿Cómo recibiremos esta VIDA? Escuchemos a Jesús: "yo soy el pan vivo bajado del cielo; si
alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, VIDA del
mundo".

En cada misa escuchamos a Jesús que nos repite por la voz de su ministro: "Tomad y comed,
porque: esto es mi cuerpo". Un legionario no debería asistir a la santa misa sin participar en
ella completamente, recibiendo a Jesús, presente en la santa eucaristía. San Pío X va más allá
todavía: "Yo deseo ardientemente que la comunión diaria sea propagada por todas partes
entre el pueblo cristiano".

El legionario tiene, por consiguiente, tanta más necesidad de ella cuanto más quiera ser un
apóstol entregado a su labor. Es también san Pío X quien escribe: "La eucaristía es la fuente
misma y la continua inspiración de la Acción Católica". Un legionario quiere estar siempre de
servicio, para ayudar y salvar a sus hermanos; debe querer estar en unión continua con Cristo,
que es el único salvador de todos los hombres, y lo hará por medio de este sacramento que se
llama precisamente la COMUNIÓN.

También aquí, María nos da ejemplo. Ella pasó toda su vida en unión íntima con Jesús. Al pie
de la cruz, María comulgó profundamente con los sufrimientos y el amor de su hijo. Después
de la ascensión, asistía a la misa de san Juan y recibía la comunión.

¿Cómo comulgará el legionario? Siempre en unión con María. ¡Que su corazón y el de María no
sean más que uno! Que deje actuar a María. Jesús descenderá verdaderamente al corazón del
legionario, donde encontrará todo el amor de su madre.

Hagamos de la sagrada eucaristía un instrumento de apostolado, llevando a los demás


cristianos a comulgar con más frecuencia. La eucaristía es Jesús; es, pues, el alimento del
cuerpo místico. En todos sus miembros como en la cabeza, debe también "crecer en sabiduría,
en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres".

Sí no coméis la carne del hijo del hombre...


no tendréis vida en vosotros.
(Jn 6, 53)

81. El legionario tiene un amor profundo a la santa Iglesia y permanece unido a sus pastores

La Legión vive de la fe en Dios; ella quiere vivir también de la fe en la santa Iglesia católica.

La Legión es un movimiento de laicos, fundado y dirigido por ellos; pero es de Acción Católica,
pues colabora con la jerarquía de la Iglesia: Papa, obispos y sacerdotes, para el progreso de la
Iglesia. La Legión pide a sus miembros que den pruebas, hacia los pastores de la Iglesia, de una
LEALTAD SIN RESERVAS y de una AFECTUOSA OBEDIENCIA.

La Legión trabajará en unión indisoluble con sus sacerdotes, bajo su dirección y con absoluta
identidad de intereses entre ambos. El Papa Pío XI escribía de la Acción Católica: "Es un cuerpo
unido, disciplinado, coordinado, de todas las fuerzas católicas, trabajando bajo la dependencia
de los obispos. Debería ser una gran familia de hombres, mujeres, jóvenes, impulsados por el
único deseo de tomar parte en el ministerio de la Iglesia y de cooperar en la extensión del
reino de Cristo sobre los individuos, las familias y la sociedad; un ejército pacífico de ap6stoles,
impacientes por ganar almas para Cristo y la Iglesia católica".

Pero la Legión es también Iglesia, por eso trata de desarrollar todo aquello que es cat6lico. No
desea sino que el bien sea hecho, poco importa por quien. No solamente evitará el perjudicar
a otros movimientos, sino que estará contenta de ayudarles y se alegrará sinceramente de sus
triunfos.

También, uno de los deberes del Presidente es el de cultivar la docilidad hacia la autoridad
eclesiástica, y la buena inteligencia con las otras obras y sus miembros.

Actualmente, a fin de mejor destruir la Iglesia, sus enemigos quieren separar a los fieles de sus
pastores. La Legión luchará con todas sus fuerzas, y hasta la muerte si es necesario, para
mantener la unión viva e indispensable entre los pastores y el rebaño fiel; porque ella sabe
bien que sin esto viene la ruina. La Legión aspira a ser el lazo de unión entre el rebaño y los
pastores, permitiendo a éstos conocer y atender a todas sus ovejas.

San Patricio fue el gran apóstol de Irlanda, país natal de la Legión. Decía a sus primeros
cristianos:

Como sois hijos de Cristo,


sed también hijos de Roma.

CAPÍTULO X: LA LEGIÓN TIENE MIEMBROS DISTINTOS, CUYAS FUNCIONES SE COMPLETAN


MUTUAMENTE, Y TODOS ELLOS TRABAJAN POR EL CRECIMIENTO DEL CUERPO DE CRISTO

82. El sacerdote es el alma del Praesidium

En la Legión, el sacerdote es Director Espiritual. Su papel es muy importante. Sin embargo,


añade el Manual, tendrá cuidado de no arrogarse los derechos del presidente, esto
perjudicaría mucho al Praesidium.

¿Cuál es, entonces, el verdadero papel del sacerdote? La Legión juzga su éxito, únicamente
según el desarrollo de las cualidades sobrenaturales de sus miembros y según la aplicación al
ponerlas en práctica en el apostolado. El Director Espiritual es, pues, el gran resorte del
Praesidium, ya que es a él a quien incumbe inspirar estas cualidades en los legionarios. Como
decía el Papa Pío XI, fundador de la Acción Católica: "El sacerdote debe ser el alma de la
asociación, el promotor de buenas iniciativas, la fuente del celo, el educador de las almas".

Restringir la función del sacerdote a la pequeña Alocución de cinco minutos, es no haber


comprendido que él es, sobre todo, un EDUCADOR DE LOS MILITANTES. Ahora bien, una
educación es obra de muchos esfuerzos, que se va haciendo con pequeños toques sucesivos.
En todo momento, en el curso de la reunión, el sacerdote intervendrá brevemente.
Especialmente, cuando se trate de los trabajos, tenderá a extender la visión sobrenatural de
los miembros y a elevar su nivel espiritual. No vacilará en exigirles mucho, en proponer
actividades que exijan de ellos verdadero heroísmo.

El santo Papa Pío X declaró: "Lo más necesario en cada parroquia es que exista un grupo de
laicos virtuosos, instruidos, resueltos, intrépidos, verdaderos apóstoles". El Praesidium
responde a esta necesidad; pero, así como Jesús formó a sus apóstoles, durante los tres años
de vida en común con ellos, corresponde al sacerdote el formar, también, a sus legionarios.

Esto está escrito en África, donde los sacerdotes son aún muy poco numerosos. Raramente
pueden asistir a la reunión de los Praesidia. Es entonces el Presidente el que deberá visitar a su
sacerdote. Le hablará de los asuntos del Praesidium, de sus legionarios, del trabajo
emprendido en el barrio, de las dificultades encontradas, etc... Así, gracias a los oficiales, la
influencia indispensable del Director Espiritual podrá ser ejercida sobre el Praesidium.

El que a vosotros escucha,


a mi me escucha;
el que a vosotros desprecia,
a mi me desprecia.
(Lc 10, 16)

83. Un Praesidium no marcha bien si no tiene un genial Presidente

Como su nombre lo indica, es el presidente quien dirige el Praesidium; pero, antes de


disponer, debe ser un legionario modelo. Debe mostrar a sus legionarios un ideal elevado de
espiritualidad y de celo. Así, su nombramiento, por parte de la Curia, debe ser objeto de
madura reflexión. No se deberá escoger sino después de haber examinado todos los
candidatos posibles. Es inútil decir que un Presidente debe cumplir su trabajo legionario como
todo el mundo y que debe ser "culto".

El Manual añade: La Curia que reorganice un Praesidium defectuoso, debe cambiar al


Presidente. En la mayor parte de los casos, la decadencia depende de la negligencia o ineptitud
del Presidente para gobernar.

Ahora bien, ¿en qué puede un Praesidium ser defectuoso?

1º Si sus miembros no se entienden. Esto debería ser imposible en personas que se llaman
entre sí "hermanos" y "hermanas". Sin duda, el Presidente no les ha repetido lo suficiente que
el legionario debe ver y servir a la persona de nuestro Señor en sus compañeros. Si la fe
decrece, el respeto mutuo decrece también y desaparece la concordia fraterna.

2º Si sus miembros faltan con frecuencia ala reunión. ¿Por qué sucede esto? El mismo
Presidente llega tarde..., la sala no está preparada..., la reunión está mal dirigida y sin interés,
porque el Presidente la ha preparado mal...; el Vicepresidente no hace una visita fraternal a los
legionarios ausentes..., el Praesidium conserva, como legionarios, a personas que no son
aptos..., etc.

3º Si el trabajo está mal organizado o mal distribuido. Ya hemos hablado de ello.

Si un Presidente se da cuenta de que su Praesidium cae en la negligencia o pierde su espíritu,


consulte directamente con los oficiales de la Curia. Si éstos juzgasen oportuna su dimisión del
cargo, él aceptará humildemente su dimisión, seguro de conseguir más abundantes
bendiciones.

Sabéis que los reyes de las naciones


imperan sobre ellas...
pero no así vosotros,
sino que el mayor entre vosotros sea como el menor
y el que manda como el que sirve.
(Lc 22, 25-26).

84. Los oficiales son, junto con el Presidente, responsables de la vida de la Legión

El Praesidium es el grupo base. Está dirigido por sus oficiales: Presidente, Vicepresidente,
Secretario y Tesorero, sin olvidar al Director Espiritual. No debe existir ningún Praesidium, y,
por tanto, ninguna Afiliación, sin estos cuatro oficiales. Es como una mesa o una silla: si tiene
una pata rota, no se sostiene de pie.

Cada uno debe conocer y cumplir bien su función propia. La Curia nombra los oficiales de los
Praesidia; pero la Legión no quiere que sean elegidos al azar. Es necesario buscarlos con
cuidado y, después, instruirlos en sus funciones antes de que sean nombrados.

Los Oficiales deben ser buenos cristianos y llevar una vida edificante. Es decir, deben dar
ejemplo radiante, tanto en su vida personal y familiar, como en su barrio y en su profesión.
Son también legionarios modelos. No faltan a la reunión y realizan, al menos, dos horas de
trabajo legionario cada semana. El hecho de ser Oficiales no los dispensa de nada; al contrario,
se les reserva los trabajos más penosos y desesperados. En la reunión darán unos informes
particularmente vivos, que sirvan de modelos en su género.

Los Oficiales son, los cuatro juntos, RESPONSABLES DEL PRAESIDIUM. Con demasiada
frecuencia, los otros oficiales dejan que el Presidente lo haga todo; es un error. Antes de ser
Vicepresidente o Tesorero es ante todo Oficial de la Legión. Debe entonces, por su parte,
soportar la carga del conjunto del Praesidium: el reclutamiento y formación de los legionarios,
desenvolvimiento vivo de la reunión, búsqueda y organización del trabajo apostólico que se ha
de realizar en el barrio, etc.

Si los Oficiales desfallecen, todo se marchita; si ellos pierden el ardor y el entusiasmo, los
Praesidia se entibiarán en esa misma proporción. Es necesario, pues, sean los mejores que se
puedan encontrar. El nombramiento por la Curia de una serie de buenos oficiales significará,
ciertamente, el mejoramiento constante de la calidad de los Praesidia.

He aquí los cuatro caballos de fuego


que tiran del carro del Señor.

85. El hogar de Nazaret es el modelo del Praesidium


El hogar de Nazaret es el modelo de todas las reuniones de las juntas legionarias, pero, sobre
todo, de la reunión del Praesidium, que forma el corazón del sistema de la Legión.

Era una casa muy pequeña, muy pobre, había muy pocos muebles. Pero María era una buena y
activa ama de casa; cuidaba su casa; todo estaba limpio y en orden. Estos humildes enseres
formaban el marco de su vida; los amaba, ponía en ellos todo su corazón, porque Jesús se
servía de ellos.

Mirad ahora vuestro Praesidium, examinad sus objetos, ved cómo se lleva la reunión. Si en su
conjunto no refleja la casa de Nazaret, es poco probable que el espíritu de Nazaret habite en
este Praesidium. Ahora bien, sin este espíritu, el Praesidium está en un estado, peor que la
muerte. ¿Por qué?

Esta pequeña casa era la cuna de la redención, el marco en el que se formaba el salvador del
mundo. El legionario ve y sirve a la persona de nuestro Señor en todos sus compañeros; hace
todo en unión con María, su madre: Así, pues, se esmerará en preparar la sala de la reunión,
con el mismo cuidado que ponía María; lo hará de todo corazón, pues es para Jesús, presente
en sus hermanos.

En el Praesidium, cada elemento contribuye a formar al miembro activo. Se deberá ver


reflejado allí aquello que caracteriza a la santa casa, como se deberá ver en el legionario
mismo un reflejo de Jesús y de María.

Cada oficial legionario debe administrar este su pequeño Nazaret, que es su Praesidium, como
representante de nuestra Señora. Si todos los detalles, por su perfección, prueban la piedad de
un Praesidium, podemos estar seguros que nuestro Señor está allí, con aquella plenitud que El
mismo ha prometido. Sabemos que de Jesús "salía una virtud que los sanaba a todos".
Entonces, no tendrá límite la eficacia sobrenatural de los trabajos de este Praesidium.

Es necesario hacer las cosas pequeñas


como las grandes,
porque Jesús trabaja en nosotros
y María lo hace con nosotros.

86. El Praesidium vive del espíritu de Nazaret

El Praesidium es un maravilloso mecanismo; si cada uno y cada cosa está en su debido lugar, el
funcionamiento será perfecto, y la santísima Virgen podrá utilizar este instrumento para
obtener los resultados que desee, y que sobrepasarán ampliamente lo que nosotros podíamos
esperar.

Pero es necesario ir más lejos todavía. Jamás ha existido sobre la tierra un grupo tan
profundamente unido como Jesús, María y José. Allí Dios ocupaba el primer lugar; cada uno
vivía bajo su mirada. Y todos tenían un único deseo: trabajar en realizar el plan de Dios, y para
ello, trabajar con los otros.
El salvador vino a la tierra para reunir a sus ovejas dispersas. La Iglesia prolonga su obra. Este
hogar de Nazaret, donde están tan perfectamente unidos, es el modelo de la Iglesia. Los tres,
Jesús, María y José, llevaron ya esta vida de la humanidad salvada, reunida y orientada por
completo hacia Dios. Ellos se prepararon así para su cometido en el plan de salvación.

En su barrio, el Praesidium es la comunidad de base de la Iglesia; está fraternalmente unido en


torno a la Virgen María y orientado a la realización del plan de Dios; él es, pues, la Iglesia, ya
realizada y trabajando en el barrio. Si los legionarios viven así su reunión, llevarán al exterior el
espíritu de Nazaret.

Los legionarios hacen sus trabajos en grupos de dos, y este trabajo consiste sobre todo en la
visita a los hogares. Los legionarios abandonarán su reunión del Praesidium, siendo portadores
de esta gracia. Ellos depositarán en la familia visitada un germen vivo de este retorno a Dios;
cultivarán este germen invisible en el curso de visitas sucesivas. Un día vendrá, sin duda, en
que esta familia, convertida también ella en una imagen de Nazaret, regresará al redil de Cristo
en la unidad de la santa Iglesia.

EL ESPÍRITU DE NAZARET no se detiene en los limites de la santa casa de Judea, de ningún país,
asimismo, el espíritu del Praesidium tampoco conocerá fronteras.

Jerusalén, Jerusalén... ¡Cuántas veces


quise reunir a tus hijos a la manera
que la gallina
reúne a sus pollos bajo las alas!
(Mt 23, 37)

87. No se llega a ser verdadero legionario activo más que por la promesa

Hablando de los legionarios Activos, la Legión dice: Todo Praesidium, digno de este nombre,
englobe todo lo que hay de mejor en la parroquia (o el barrio) desde el punto de vista de celo y
aptitudes. ¿Cuál es la puerta de entrada del Praesidium? Es la Promesa Legionaria.

Todo verdadero legionario debe estar deseoso de pronunciar esta Promesa que le une a María
para siempre y le consagra al apostolado.

La Legión exige de todo candidato, al menos, tres meses de prueba. Es necesario que conozca
bien la Legión, sus oraciones, sus leyes; que esté bien entrenado para el trabajo apostólico,
que haya dado pruebas serias de fidelidad y perseverancia. Todo esto no se consigue en un
día.

Se notificará al candidato admitido, al menos, con una semana de antelación, con el fin de que
se prepare a hacer la Promesa con un pequeño retiro personal. Meditará especialmente la
f6rmula y las ideas de la Promesa, con el fin de que se le hagan familiares, ya que ellas
constituyen el mejor resumen de toda la doctrina espiritual de la que el legionario deberá
vivir.
Para cada legionario, el día de su Promesa es lo que fue la anunciación para María; es el día en
que pone toda su vida y todas sus fuerzas al servicio de la gran obra de la redención del
mundo. Es también lo que fue Pentecostés para los Apóstoles; él se entrega al Espíritu Santo, y
lo recibe todavía mucho más, para llegar a ser un verdadero APÓSTOL DE JESUCRISTO.

Esta Promesa no es, ciertamente, un sacramento. No obliga bajo pecado. Pero no por eso es
menos importante, ya que constituye la donación total de uno mismo a María. Es asimismo un
compromiso definitivo al apostolado directo y viril, dentro de las características especiales de
la Legión de María.

El Papa Pío XII escribía a la Legión: "Esta Promesa, apostólica y mariana, ha llenado de fuerza a
los legionarios en el combate que sostienen por el cristianismo en el mundo entero,
especialmente aquellos que sufren persecuci6n por la fe".

Tomo mi puesto
en las filas de la Legión y
me atrevo a prometer ser fiel en mi servicio.

88. Los pretorianos son legionarios selectos

Los Pretorianos son ya Miembros Activos. Desean darse lo más completamente posible a la
Legión, y por ella a la Iglesia. Cumplen sus obligaciones de Miembros Activos, pero también las
de los Auxiliares, y aun las de los sacerdotes.

Los pretorianos, en efecto, a sus deberes de Miembros Activos añaden el rezo cotidiano del
rosario y de todas las oraciones de la Téssera, como lo hacen los Auxiliares. Frecuentan
también la misa y la comunión diarias, además de un OFICIO, aprobado por la Iglesia, un poco
como lo hacen los sacerdotes.

El trabajo activo de los legionarios es una participación en el apostolado oficial de la Iglesia; la


misa y el breviario serán la participación en su plegaria oficial. El fin del grado de Pretoriano es
sumergir, más profundamente todavía, a los legionarios en la vida colectiva de la Iglesia,
cuerpo místico de Jesucristo. Por ellos, Cristo será el Cristo que ora y el Cristo que salva.

Los sacerdotes pueden, evidentemente, llegar a ser Pretorianos; lo cual se les recomienda
vivamente. La Legión estará orgullosa de contarlos en sus filas. A ellos les bastará con recitar,
cada día, las oraciones legionarias. Pero es necesario, sin duda, que antes sean miembros de la
Legión por la Promesa y que desempeñen, lo más activamente posible, su función propia de
Director Espiritual.

Los legionarios que habiten en lugares alejados no podrán ir a misa diariamente. Que sean, al
menos, Pretorianos de corazón, cumpliendo todo lo que puedan de sus deberes. En cuanto a
los otros, que se comprometan de buen grado; que no se detengan ante el temor de creer que
alguna vez no puedan participar de la misa.
Dos observaciones para terminar: el Pretoriano es también un legionario selecto en humildad.
Por tanto, nada de distintivo especial para él; su ascenso a este grado superior es un
compromiso privado, casi secreto; no lleva consigo ceremonia alguna exterior. Es más, si se
debe exhortar frecuentemente a los legionarios a llegar a ese grado, eso será, sin embargo, un
paso libre y personal para ellos.

Para consagraros
cada día más profundamente
todo lo que tenemos
y todo lo que somos.

89. La Legión ama y estima mucho a sus miembros auxiliares, y desea poseerlos en gran
número

Ved un pobre pájaro con las alas rotas. Se arrastra lamentablemente por tierra; el menor
obstáculo lo detiene. Si poseyese sus dos alas, se elevaría alegremente hacia el cielo.

El trabajo de la Legión pide el coraje y la inteligencia de los Miembros Activos; pero exige
también la oración y la santidad de los Auxiliares. ¿Por qué? La meta final es la conversión de
las almas y la salvación del mundo. Es obra "sobrehumana", "sobrenatural". Sin la fuerza de
Dios, el demonio no es vencido; no hay verdadero resultado. Ahora bien, esta fuerza divina se
obtiene por la oración y la penitencia.

Lo que las alas son para el pájaro, lo que la santa Virgen fue para los Apóstoles, los Auxiliares lo
son para la Legión. Y como María continúa orando por su Legión, se puede decir que los
Auxiliares prolongan de manera especial la oración de María, que es la gran AUXILIAR DE LA
IGLESIA y de los cristianos.

Por eso, uno de los deberes más importantes del Praesidium tos el suscitar y mantener a su
alrededor un cuerpo numeroso y sólido de Auxiliares. Del mismo modo, es un deber para cada
legionario Activo el reclutar Auxiliares y estar en relaci6n con ellos. Estos Auxiliares son
verdaderos legionarios; sin ellos, el Praesidium está incompleto, ¿Quién puede ser Auxiliar?
Desde luego los sacerdotes, seminaristas, hermanos y religiosos, que serán esos auxiliares
especiales que se llaman "Adjutores". Es necesario tenerlos. Pero este grado de Adjutores
comprende también a los laicos: aquellos que, como los Pretorianos, se comprometen,
además, a la misa ya la comunión diaria, así como al rezo del "Oficio de la Iglesia".

En fin, todo católico que recibe los sacramentos y lleva bien su vida cristiana, puede ser
también Auxiliar. Cada Praesidium debería tener por tarea atraer al servicio auxiliar a todos los
católicos de su radio de acción, especialmente a aquellos que no pueden o no quieren ser
Activos. ¡Qué bello Praesidium si puede contar con todos estos cristianos! Todos los días
rezarán en sus casas el rosario y todas las oraciones de la Legión a la intención de la Virgen
María. Una reunión cada mes los mantendrá al corriente del trabajo de la Legión y los formará
espiritualmente; esto será como el "agradecimiento" de los Miembros Activos a sus hermanos
Auxiliares.
Esta clase de demonios no se arroja
sino a fuerza de oración y de ayuno.
(Mt 17, 21)

90. El movimiento de los Patricios está animado por la Legión de María

Los Patricios no son legionarios; pero su grupo es organizado y dirigido por un Praesidium.
Permiten una mayor irradiación sobre la zona. El Praesidium lo completará el Presidente de
sesión, así como el pequeño equipo que ayudará tanto a la preparación como a la buena
marcha de la reunión.

¿Cuál es el fin de los Patricios? Llevar a los cristianos ordinarios a reflexionar, conjuntamente,
sobre las grandes realidades de su FE, a fin de interesarles en la misma y de hacerlos capaces
de hablar de ella. Ciertamente, en su juventud, aprendieron todos, el catecismo; pero muchos
lo han olvidado o sólo conservan recuerdos infantiles. No lo viven; no han hablado más de ello
y son incapaces de expresarse públicamente sobre estas cuestiones. ¿Quién sabe si conocen
las verdaderas respuestas de la Iglesia, sobre los graves problemas que se plantea el mundo?

El movimiento Patricio quiere ser el remedio de este mal. Está abierto a todo católico de buena
voluntad, practicante o no, incluso a los catecúmenos que se preparan para el bautismo.
Evidentemente, no a los enemigos de la Iglesia, porque no se trata de conferencia
contradictoria. Este movimiento no impone obligaciones, ni oraciones especiales, ni trabajo
apostólico, ni la asistencia regular a las juntas.

Estas se tienen una vez al mes; agrupan de 10 a 60 miembros aproximadamente: Se escoge de


antemano, Con cuidado, el tema: uno de los problemas que se plantea en la Iglesia. Se
informará a los participantes una semana antes, enviándoles la invitación personal; cada uno
tendrá así la posibilidad de reflexionar sobre el problema.

La reunión será libre y natural. No se dirán discursos ni grandes conferencias. Después de una
pequeña exposición de introducción, cada uno aportará su parte en la investigación en Común,
procediéndose por fraternal discusión; lo ideal es que el hallazgo progrese poco a poco, gracias
al esfuerzo de todos. El sacerdote, siempre presente, hará, al final solamente, las aclaraciones
necesarias.

Antes de fundarse, el Praesidium pedirá la autorización de su Curia; y le hará un informe de


cada reunión. Es necesario informarse bien antes de comenzar, pues todo lo que emprende la
Legión lo realiza Como María, es decir, Con gran cuidado.

Señor Jesús, ayúdanos a conocer


nuestra fe católica de modo que
sus poderosas verdades se hagan
principio de actividad en nuestras vidas.
(Oración de los patricios)

CONCLUSIÓN

Dios es amor; el plan de Dios en el mundo es un plan de amor y de unidad

En el principio existía Dios, que es amor; su vida; es amor. Pero este amor es el de un Padre;
así, da nacimiento eterno al Hijo y al Espíritu. Es la felicidad perfecta.

El amor de Dios se desbordó, quiso crear a los hombres, y, como estos hombres pecaron, Dios
quiso salvarlos. El Padre envió a su Hijo a la tierra: es Navidad, es la encarnación. El Padre y el
Hijo han enviado al Espíritu sobre la tierra: es Pentecostés, es la Iglesia.

El Espíritu y el Hijo envían la Iglesia, a fin de salvar a todos los hombres y volverlos al Padre en
la felicidad eterna del cielo. "Como mi Padre me ha enviado, yo os envío a vosotros". Nuestro
papel será conducir a todos los hombres a la verdadera Iglesia, cuerpo de Cristo, para que el
Hijo pueda hacer homenaje del mundo rescatado a su Padre.

Tal es el plan de Dios; es un plan de amor, y, por ello, un plan de unidad perfecta.

1º La Legión quiere que sus grupos sean ya un ejemplo vivo de esta unidad. Salvo excepciones,
no es partidaria de la creación de Praesidia especializados en su reclutamiento. Desea, por el
contrario, que no se haga ninguna distinción de rango social, de opinión política, de
nacionalidad o de raza. Desea que sus filas se recluten de representantes de todas las clases y
de todos los ambientes, para que sus grupos sean ya el modelo viviente de la unión que debe
reinar entre los hombres.

Antes de irradiar al exterior, los legionarios deben arder vivamente de amor de Dios. "Por esto
conocerán que sois mis discípulos, dijo Jesús, si os amáis los unos a los otros". Esto existía ya
en lo que se puede llamar el "Praesidium" de los apóstoles y primeros cristianos. Los judíos y
los paganos, que los veían vivir, se decían; "¡Ved cómo se aman!"; esto sólo los llevaba a
convertirse, a fin de encontrar a Cristo, que está siempre "allí donde dos o tres están reunidos
en su nombre" y en su amor.

2º Esta caridad de la Legión se manifestará en el trabajo realizado por sus miembros. "El
mundo pertenece a aquel que le ama más, y le prueba este amor", decía el santo Cura de Ars.
Dios es el que nos envía; es, pues, su amor lo que llevaremos a los otros y que sabrá tocar su
corazón. Para la Legión, ninguna alma, por perdida que esté, puede quedar abandonada,
porque Dios está presente en ella y quiere salvarla.

Esta sublime caridad de Cristo debe ser realizada en las acciones. Así, más que grandes
manifestaciones, la Legión preferirá un gesto humilde, pero muy real, hecho por ayudar al
prójimo necesitado. Ninguna acción, por muy humilde que sea, puede despreciarse; porque,
hecha por amor, contribuye al desarrollo del cuerpo de Cristo y de cada uno de sus miembros.
María y su Legión sabrán coordinar estas pequeñas acciones para que todos trabajen
conjuntamente en la realización del plan de Dios en el mundo.
3º La Legión no es la única en actuar. Toda la Iglesia trabaja para lograr nuevos miembros, es
un mundo que debe ser restaurado en Cristo. Al lado de la Legión hay otros muchos
movimientos que están en acción: La Acci6n Católica general o especializada, los Hogares
Cristianos, Movimiento de la Infancia, 1as Cofradías, sin olvidar todas las buenas voluntades
aisladas.
La Legión tiene la ambición de prolongar la obra de María. Ahora bien, María es madre. Una
madre desea, sobre todo, la unión y el buen entendimiento entre todos sus hijos. Por su parte,
la Legión procurará trabajar en armonía y en colaboración con todos los movimientos
apostólicos.

Pero la Legión quiere continuar también la humildad de la Virgen María. Por eso no quiere ser
simplemente una obra más al lado de otras obras; ambiciona estar al servicio de todas. No
solamente no quiere criticarlas ni envidiarlas, sino que desea ayudarlas, y de una forma
totalmente desinteresada. Por otra parte, se constata con frecuencia este hecho: allí donde la
Legión es fundada, los otros movimientos, lejos de sufrir daños, experimentan, por el
contrario, un nuevo empuje.

El Papa Pío XII, dirigiéndose a la Acción Católica, decía: "En dondequiera que encontréis, por la
causa de Cristo y de la Iglesia, una sincera buena voluntad, ya sea en vuestras propias filas, ya
fuera de la Acción Católica, incluso si se presenta en formas nuevas de apostolado, pero sanas,
alegraos de ello; no lo impidáis; al contrario, mantened una cordial amistad con ellas y
ayudadles, siempre que lo deseen y os sea posible. Las necesidades a las cuales la Iglesia debe
enfrentarse en la hora presente son tan numerosas y urgentes, que es bienvenida toda mano
que ofrece su generosa cooperación… "¡con tal que Cristo sea anunciado!", decía san Pablo".

4º Como toda acción católica, la Legión de María pertenece a la Iglesia. Por nada del mundo
querrá separarse de la jerarquía, divinamente instituida por Cristo: Papa, obispo, sacerdote.
Para con todos, dará prueba de una fidelidad sin reserva y de una afectuosa obediencia. Con
los sacerdotes quiere trabajar para realizar este deseo de Jesús: "Tengo otras ovejas que, no
son de este aprisco, y es preciso que yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un
solo Pastor".

El legionario no puede contentarse con una vida cristiana mediocre y ordinaria. La Legión pide
a sus candidatos llevar una vida edificante, es decir, capaz ya, por su ejemplo y su extensión,
de "EDIFICAR" el cuerpo de Cristo, que es la santa Iglesia. El Espíritu Santo y María, su fiel
esposa, nos ayudarán acrecer en este amor de Dios que nos impulsará a salvar a nuestro
prójimo.

En el momento de su fundación, la Legión dijo a María: "Condúcenos"; ahora continúa


diciéndole lo mismo, pues no quiere negarle nada, incluso lo imposible. Está dispuesta a ir con
María hasta el fin del mundo.

La Legión tiene conciencia de ser un movimiento que entra muy profundamente en el plan de
Dios. María ha sido colocada par Dios en el centro de ese plan. Por su SI de la anunciación, se
hizo madre del Hijo de Dios. Por su consentimiento en la cruz, se hizo madre de los hombres.
Por su oración en Pentecostés, hizo descender al Espíritu Santo y se hizo madre de la Iglesia.
También por ella, madre de la divina gracia, volverá la humanidad rescatada a Dios. En
adelante, todo se hace por María y con María.

Por medio de María, Dios ha querido dar a los hombres el salvador y todas sus gracias. Es
también por María, por la que Dios ha querido que los hombres sean engendrados a su propia
vida divina y destinados al cielo. La Legión ha situado a María en el centro de su vida y de sus
actividades. Inspirada por el Espíritu Santo, de la mano de María, la Legión se entrega con todo
corazón a la gran empresa de Dios: renovar la faz de la tierra y regenerar a todos los hombres
en Cristo Jesús.

El amor de Dios
se ha derramado en nuestros corazones
por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
(Rm 5, 5)

INDICE
DISCURSO DE S. S. JUAN XXIII A LA LEGIÓN DE MARÍA
CARTA-PROLOGO DE MONS. TOMAS MONGO, OBISPO DE DUALA
CARTA DE FRANK DUFF, FUNDADOR DE LA LEGIÓN DE MARIA
APROBACIÓN DEL "CONCILIUM LEGIONIS" DE DUBLÍN (IRLANDA)
INTRODUCCIÓN
LOS GRANDES TEXTOS DE LA LEGIÓN DE MARÍA
Las oraciones de la Legión de María
Promesa legionaria
Acto de consagración colectiva de la Legión de María (ACIES)
Ordenanzas fijas
Misterios del rosario y sus frutos de gracia para nuestras vidas
Los misterios del rosario meditados con San Luis María de Montfort
CAPÍTULO I: LA LEGIÓN DE MARÍA CONTINUA LA OBRA DE SU REINA
1. La Santísima Virgen María ha querido que so Legión naciese el mismo día que ella
2. Como la Legión Romana de otros tiempos, la Legión de María es un ejército sólidamente
organizado
3. La Legión de María quiere que sus miembros lleguen a ser santos
4. Los verdaderos legionarios se entregan a su trabajo apostólico en cuerpo y alma
5. El fin último y más elevado de la Legión es el de llegar a ser la levadura de la comunidad
6. El fin más lejano y más elevado de la Legión es que la humanidad entera sea organizada para
Dios
7. El primer deber de la Legión es una gran devoción a María
8. La Anunciación de la Santísima Virgen María (25 de marzo) es la gran fiesta anual de la
Legión
CAPÍTULO II: EL ESPÍRITU SANTO
9. En la Legión de María, el Espíritu Santo ocupa el primer lugar
10. ¿Quién es el Espíritu Santo?
11. El Espíritu Santo está en acción, trabajando en todo el plan de Dios sobre el mundo
12. Con el Espíritu Santo, María colabora en toda la obra de la salvación
13. El Espíritu Santo guía a los apóstoles en sus tareas
14. El sacramento de la Confirmación nos da el Espíritu de Pentecostés
15. El Espíritu Santo quiere hacer renacer al mundo en Jesucristo
16. El Espíritu Santo es el alma de nuestra vida
CAPÍTULO III: LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DEL SALVADOR, ES LA REINA DE LA
LEGIÓN Y DE CADA LEGIONARIO
17. Yo soy la Inmaculada Concepción
18. María permaneció siempre Virgen
19. María es Madre de Dios
20. María es la esposa del Espíritu Santo
21. María es la santa asociada de Cristo Redentor
22. María es la nueva Eva, la madre de los verdaderos vivientes
23. María es la madre de todos los hombres, María es nuestra madre en Cristo
24. María es la mediadora de todas las gracias obtenidas por Cristo
25. María es Reina de los Apóstoles
26. La verdadera devoción a María obliga al apostolado
27. La Virgen María es el divino modelo de la Santa Iglesia
CAPÍTULO IV: EL LEGIONARIO VIVE EN UNIÓN PERMANENTE CON CRISTO JESÚS EN MARÍA, SU
MADRE
28. Hasta que no llega al cielo, el cristiano vive constantemente bajo el amparo de la Virgen
María
29. Nuestra madre, María, nos forma a semejanza de Cristo
30. El legionario lleva toda su vida en Unión con María
31. El verdadero legionario quiere ser esclavo de Cristo
32. El legionario gusta de practicar la "verdadera devoción a María" de san Luis María de
Montfort
33. Nuestra unión a Cristo en María, debe progresar siempre
34. El legionario hace todas las acciones por María, con María, en María y para María
35. La verdadera devoción a María de san Luis María de Montfort llena el alma de frutos de
gracia
36. La unión con María es el camino que conduce a Dios
37. La unión con María es el camino que conduce al apóstol hacia los hombres, sus hermanos
CAPÍTULO V: EL ROSARIO ES EL MEJOR MEDIO DE PASAR TODA LA VIDA EN UNIÓN CON
MARÍA
38. La Virgen Mapa ama con preferencia la oración del rosario
39. El rosario meditado y vivido nos hace pasar toda la vida en compañía de la Virgen María
40. El rosario nos hace vivir y realizar la unión con María
41. El rosario es el breviario del legionario
42. La Legión recomienda insistentemente a sus miembros el entrar en la Cofradía del
Santísimo Rosario
CAPÍTULO VI: TODOS NOSOTROS SOMOS MIEMBROS DE UN CUERPO MISTERIOSO, CUYA
CABEZA ES JESUCRISTO (El Cuerpo Místico de Cristo)
43. Jesucristo está presente en cada hombre
44. Cada cristiano posee en sí mismo la vida de Jesucristo
45. Todos los cristianos formamos un solo cuerpo, el Cristo total, del cual Jesús es la cabeza y
nosotros los miembros
46. El sacrificio de la misa reúne en tomo a su jefe a todo el Cuerpo Místico
47. La comunión es el sacramento que hace crecer el Cuerpo Místico de Cristo
48. Somos miembros de Cristo y debemos desarrollar completamente esa parte del Cuerpo
Místico de Cristo que somos nosotros
49. El Cuerpo Místico de Cristo nos impulsa al apostolado
50. El Cuerpo Místico de Cristo nos empuja a la caridad hacia todos
51. Para el miembro de Cristo, incluso la acción más ordinaria contribuye a su santificación y a
la salvación de las almas
52. Nuestras penas y nuestros sufrimientos son necesarios para el crecimiento del Cuerpo
Místico de Cristo
53. La cruz del cristiano opera la conversión y la salvación de sus hermanos
54. María es el corazón del Cuerpo Místico de Cristo
55. Por la Legión, María continúa amando y sirviendo a su divino hijo Jesús en cada uno de sus
miembros
CAPÍTULO VII: LA LEGIÓN NO TIENE MÁS QUE CUATRO MANDAMIENTOS, PERO OBLIGA A SU
PERFECTO CUMPLIMIENTO
56. El primer mandamiento pide la asistencia a las Juntas
57. Informar de los trabajos es un elemento importante de la reunión
58. El segundo mandamiento es el de la oración
59. El tercer mandamiento es el del trabajo legionario
60. El trabajo exige del legionario un esfuerzo intenso
61. El legionario no retrocede ante lo imposible
62. El Presidente es el responsable del trabajo de su Praesidium
63. El verdadero legionario está siempre de servicio
64. El cuarto mandamiento exige que el legionario sea fiel al secreto de la Legión
65. La visita de María a Isabel es el modelo de todo trabajo legionario
CAPÍTULO VIII: LAS VIRTUDES DEL LEGIONARIO SON LAS VIRTUDES DE MARÍA
66. El espíritu de la Legión es el mismo espíritu de María
67. El legionario posee la fe de María
68. El legionario practica la humildad de María
69. La Legión forma sus miembros en un valor heroico
70. El servicio legionario debe ser perseverante
71. La vida del legionario es una constante ocasión de renuncia
72. La obediencia es una de las grandes virtudes del ejército de María
73. El legionario tiene para con las almas paciencia y dulzura infinitas
74. María, siempre Virgen, se entrega a las almas puras
75. La Legión tiene por encima de todo el espíritu de fraternidad
76. La caridad da su perfección a todas las virtudes
CAPÍTULO XI: LA VIDA ESPIRITUAL DEL LEGIONARIO DEBE DESARROLLARSE SIN CESAR BAJO LA
DIRECCIÓN DE MARÍA
77. El legionario activo es un alma de oración
78. María ayuda a sus hijos a penetrar en el corazón de la Santísima Trinidad
79. El legionario participa con frecuencia en el santo sacrificio de la misa
80. El legionario participa siempre en la misa recibiendo la sagrada comunión
81. El legionario tiene un amor profundo a la santa Iglesia y permanece unido a sus pastores
CAPÍTULO X: LA LEGIÓN TIENE MIEMBROS DISTINTOS, CUYAS FUNCIONES SE COMPLETAN
MUTUAMENTE, Y TODOS ELLOS TRABAJAN POR EL CRECIMIENTO DEL CUERPO DE CRISTO
82. El sacerdote es el alma del Praesidium
83. Un Praesidium no marcha bien si no tiene un genial Presidente
84. Los oficiales son, junto con el Presidente, responsables de la vida de la Legión
85. El hogar de Nazaret es el modelo del Praesidium
86. El Praesidium vive del espíritu de Nazaret
87. No se llega a ser verdadero legionario activo más que por la promesa
88. Los pretorianos son legionarios selectos
89. La Legión ama y estima mucho a sus miembros auxiliares, y desea poseerlos en gran
número
90. El movimiento de los Patricios está animado por la Legión de María
CONCLUSIÓN

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