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RESUMEN: INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO - GARCÍA MÁYNEZ, EDUARDO.

El presente escrito ha sido elaborado con la intención y objetivo principal de resumir una de las

obras de un jurista filósofo muy importante, Eduardo García Máynez y Espinosa de los Monteros;

dicha obra es titulada Introducción al Estudio del Derecho, considerada muy relevante dentro del

programa de estudio de la Licenciatura de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de

México, ya que ocupa un lugar en la lista bibliográfica de consulta para el estudiante de primer

semestre que se encuentra en la etapa de formación básica para el estudio de esta carrera.

Esta obra se encuentra dividida en cuatro partes: la primera de ellas es La Noción del Derecho, la

segunda, Las Disciplinas Jurídicas, la tercera, Los Conceptos Jurídicos Fundamentales, y la

cuarta y última es titulada La Técnica Jurídica. A su vez, el libro consta de treinta y un capítulos los

cuales serán desarrollados a continuación, considerando las ideas e informaciones más

importantes contenidas en ellos.

PRIMERA PARTE:

LA NOCIÓN DEL DERECHO.

Capítulo 1: Conceptos de Norma y Ley Natural.

Juicios enunciativos y juicios normativos.

Los autores que abordan el tema del derecho, no han conseguido ponerse de acuerdo ni en el

género próximo ni en la diferencia específica del concepto, lo que explica el número increíble de

definiciones.

El tema central del debate, es la determinación del carácter normativo o enunciativo de sus

preceptos. Todo el mundo reconoce que estos se refieren a la actividad humana; pero las

opiniones se separan apenas se pretende establecer la esencia de los mismos. ¿Son las reglas

jurídicas expresión de auténticos deberes, o simples exigencias desprovistas de obligatoriedad?

¿Deriva su validez de la voluntad del legislador o es, por el contrario, independiente de ella? Y si

se acepta que el derecho es un conjunto de prescripciones: ¿en qué se distinguen éstas de los
imperativos morales, los principios religiosos y, en una palabra, los demás preceptos que rigen

nuestro comportamiento? Quien desee descrubrir la noción universal de lo jurídico tendrá que

responder a los interrogantes anteriores. Nuestra primera tarea será describir el concepto sobre

qué es una norma.

La palabra norma suele usarse en dos sentidos: uno amplio y otro estricto: lato sensu aplícase a

toda regla de comportamiento, obligatoria o no; stricto sensu corresponde a la que impone

deberes o confiere derechos. Las reglas técnicas cuyo comportamiento es potestativo se llaman

reglas técnicas. A las que tienen carácter obligatorio o son atributivas de facultades, les damos el

nombre de normas. Éstas imponen deberes o conceden derechos, mientras los juicios

enunciativos se refieren siempre, como su denominación lo indica, a lo que es.

Los juicios enunciativos divídense en verdaderos y falsos. En relación con las normas, no se habla

de verdad o falsedad, sino de validez o invalidez.

Concepto de Ley Natural.

Las leyes naturales son juicios enunciativos cuyo fin estriba en mostrar las relaciones indefectibles

que en la naturaleza existen. Las leyes físicas indican relaciones de tipo casual. Entre dos

sucesos hay un nexo de causalidad cuando, al presentarse el primero, en las condiciones que la

ley enuncia, no puede el segundo dejar de ocurrir.

Por tanto, la ley natural es un juicio que expresa relaciones constantes entre fenómenos.

Normas de conducta y leyes naturales.

Con el propósito de precisar estos conceptos, emprenderemos un estudio paralelo de los mismos.

Entre las leyes físicas y las normas de conducta existen las siguientes diferencias:

a) La finalidad de la ley natural es la explicación de las relaciones constantes entre fenómenos

mientras que el fin de las normas, es provocar un comportamiento. Los principios científicos

tienen un fin teórico; el de los juicios normativos es de orden práctico.


Constituye un grave error la creencia de que las leyes naturales son causa de los fenómenos a

que aluden. La ley no los produce; simplemente revela sus antecedentes y consecuentes.

b) Las leyes naturales implican la existencia de relaciones necesarias entre los fenómenos. El

supuesto filosófico de toda norma es la libertad de los sujetos a quienes obliga. La ley física

enuncia relaciones constantes, es decir, procesos que se desenvuelven siempre del mismo

modo; las normas exigen una conducta que en todo caso debe ser observada, pero que, de

hecho, puede no llegar a realizarse.

c) Una ley natural es válida cuando es verdadera: cuando las relaciones a que su enunciado

se refiere ocurren realmente en la misma forma que éste indica; los hechos deben

confirmar dichas leyes. En un sentido filosófico estricto, las normas son válidas cuando

exigen un proceder intrínsecamente obligatorio. El concepto de obligatoriedad explícase en

función de la idea de valor.

Concepto del deber.

Hemos definido los juicios normativos como reglas de conducta que imponen deberes o conceden

derechos. Ahora bien: todo deber es deber de alguien. O expresado en otra forma: los impuestos

por un imperativo son siempre deberes de un sujeto. Éste recibe el nombre de obligado.

En nuestra opinión, no es posible definir el concepto del deber, aun cuando todos sepamos,

gracias a una intuición inmediata, en qué consiste.

Uno de los grandes méritos del filósofo de Koenigsberg consistió en subrayar la independencia

entre lo que es y lo que debe ser.

De la observación de los hechos no es correcto, según Kant, desprender conclusiones normativas.

La circunstancia de que algo ocurra en determinada forma no nos autoriza para declarar que así

debe ocurrir. Y a la inversa: la violación reiterada de una norma no destruye su validez.

Partiendo del estudio de un hecho es posible llegar al conocimiento de su causa y prever sus

consecuencias; mas no desprender de tal estudio juicios de valor.


Kitz, autor citado por Kelsen, explica, con no igualada claridad, laindependencia de los conceptos

a que hemos venido refiriéndonos: “de que algo sea puede inferirse que algo fue o que algo será,

mas nunca que otra cosa debe ser. Lo que debe ser puede no haber sido, no ser actualmente y no

llegar a ser nunca, perdurando, no obstante, como algo obligatorio”.

Teoría Kantiana de los imperativos.

Los juicios que postulan deberes divídense en categóricos e hipotéticos. Los primeros ordenan sin

condición; los segundos, condicionalmente. Esta dictomía encuentra su antecedente en la moral

kantiana. “Imperativos categóricos son aquellos que mandan una acción por sí misma, como

objetivamente necesaria; hipotéticos, los que prescriben una conducta como medio para el logro

de determinado fin”.

Los categóricos pueden ser positivos y negativos, es decir, mandatos o prohibiciones. La fórmula

de los primeros es: A debe ser; la de los segundos: A no debe ser. Ejemplos: debes honrar a tus

padres, no debes ser hipócrita, etcétera.

La de los hipotéticos exprésase en estos términos: “si quieres alcanzar tal o cual fin, debes

emplear estos o aquellos medios”.

Los del segundo grupo tienen un supuesto común, a saber: que se desee realizar una finalidad

determinada. En tal hipótesis, el precepto ordena que se recurra a ciertos medios.

Reglas técnicas e imperativos hipotéticos.

De acuerdo con la doctrina arriba expuesta, las reglas de las artes, o principios de habilidad, son

auténticas normas. Este aserto ha sido vigorosamente combatido por diferentes pensadores, entre

los que debemos citar al jurista germánico Rodolfo Laun y al profesor italiano Giorgio Del Vecchio.

Los argumentos esgrimidos por ambos autores en contra de aquella tesis nos parecen irrebatibles.

Hablaremos en primer término de la doctrina de Laun, contenida en su famoso discurso rectoral de

10 de noviembre de 1924.
Sostiene el antiguo rector de la Universidad de Hamburgo que el autor de la Crítica de la razón

pura no supo distinguir dos especies diversas de reglas hipotéticas: las que postulan un deber

condicionado y las que señalan una necesidad condicionada. Una vaguedad del lenguaje

cotidiano dio origen a la confusión.

Las reglas de conducta expresan una necesidad condicionada cuando indican los medios que es

indispensable empler para la consecución de determinado fin. Estos principios suelen formularse

de manera imperativa, mas no son normas, pues no imponen deberes.

Es pues, falsa la afirmación de que las artes son imperativas. Los preceptos de orden técnico no

estatuyen deberes; simplemente muestran los medios que es necesario poner en práctica para el

logro de determinados fines. No son normas, sino enunciaciones hipotéticas.

Fines obligatorios y no obligatorios.

En el planteamiento y la realización de fines existen, según Nicolai Hartmann, tres momentos

diversos: el primero es la elección del fin. Tiene lugar cuando la persona, en uso de su libertsd,

concibe determinado proósito. El segundo corresponde a la selecciñon de los medios. Habiendo

varios para la obtención de la finalidad querida, el sujeto puede, también en ejercicio de su

albedrío, optar por el que le parezca más conveniente. Hace falta un tercer momento: la

realización. Las primeras etapas representan sendas manifestaciones del arbitrio individual: la

tercera, en cambio, desenvuélvese en forma necesaria.

Las miras que el hombre asigna a su conducta no son obligatorias siempre. Tiene este carácter

cuando una norma ordena realizarlas. En tal supuesto, la aplicación de los medios resulta,

también, obligatoria. Ello no significa, empero, que el nexo entre medios y fines deje de ser

necesario; quiere decir que el sujeto debe utilizar los medios que ineluctablemente conducen al fin

prescrito, ya que éste encuéntrase ordenado por un imperativo. La aplicación de una regla técnica

constituye, en tal hipótesis, una obligación para el sujeto.

Los imperativos hipotéticos como normas que estatuyen un deber condicionado.


Las reglas de las artes no son normas, pero hay imperativos que expresan condicionalmente un

deber.

Una norma constituye un deber condicoonado cuando hace depender la existencia de éste de la

realización de ciertos supuestos.

Todo juicio normativo de carácter genérico encierra uno o varios supuestos. Desde este punto de

vista, la distinción entre imperativos hipotéticos y categóricos resulta puramente gramatical.

También los llamados categóricos poseen supuestos, cuya realización actualiza las obligaciones

que imponen.

Los preceptos jurídicos abstractos poseen siempre uno o varios supuestos, de cuya realización

dependen ciertas consecuencias normativas. Éstas pueden ser, como veremos más tarde,

deberes o derechos.

Capítulo 2: Moral y Derecho.

Unilateralidad de la moral y bilateralidad del Derecho.

La diferencia esencial entre normas morales y preceptos jurídicos estriba en que las primeras son

unilaterales y los segundos bilaterales.

La unilateralidad de las reglas éticas se hace consistir en que frente al sujeto a quien obligan no

hay otra persona autorizada para exigirle el cumplimiento de sus deberes. Las normas jurídicas

son bilaterales porque imponen deberes correlativos de facultades o conceden derechos

correlativos de obligaciones. Frente al jurídicamente obligado encontramos siempre a otra

persona, facultada para reclamarle la observancia de lo prescrito.

De hecho es posible conseguir, en contra de la voluntad de un individuo, la ejecución de un acto

conforme o contrario a una norma ética. Pero nunca existe el derecho de reclamar el cumplimiento

de una obligación moral.

Por su carácter bilateral, la regulación jurídica establece en todo caso relaciones entre diversas

personas. Al obligado suele llamársele sujeto pasivo de la relación; a la persona autorizada para

exigir de aquél la observancia de la norma denomínasele sujeto activo, facultado, derechohabiente


o pretensor. La obligación del sujeto pasivo es una deuda, en cuanto el pretensor tiene el derecho

de reclamar el cumplimiento de la misma.

Interioridad y exterioridad.

Numerosos autores pretenden distinguir moral y dercho oponiendo a la interioridad de la primera

la exterioridad del segundo. Tal criterio encuentra su antecedente en una de las doctrinas morales

de Kant.

Una conducta es buena cuando concuerda no solo exterior, sino interiormente, con la regla ética.

La simple concordancia externa, mecánica, del proceder con la norma, carece de significación a

los ojos del moralista. Lo que da valor al acto no es el hecho aparente, la manifestación que puede

ser captada por los sentidos, sino el móvil recóndito, la rectitud del propósito.

Los intereses de la moral y el derecho siguen direcciones diversas, como lo expresa Gustavo

Radbruch. La primera preocúpase por la vida interior de las personas y por sus actos exteriores

solo en tanto que descubren la bondad o maldad de un proceder. El segundo atiende

esencialmente a los actos externos y después a los de carácter íntimo, pero únicamente en cuanto

poseen trascendencia para la colectividad. Al jurista preocúpale ante todo la dimensión objetiva de

la conducta; el moralista estudia en primer término su dimensión subjetiva.

Coercibilidad e incoercibilidad.

A la incoercibilidad de la moral suele oponerse la coercibilidad del derecho. Los deberes morales

son incoercibles. Esto significa que su cumplimiento ha de efectuarse de manera espontánea. El

derecho tolera y en ocasiones incluso prescribe el empleo de la fuerza, como medio para

conseguir la observancia de sus preceptos. Cuando éstos no son espontáneamente actados,

exige de determinadas autoridades que obtengan coactivamente el cumplimiento. La posibilidad

de recurrir a la violencia con el fin de lograr la imposición de un deber jurídico, se halla, por tanto,

normativamente reconocida. En lo que atañe a las obligaciones morales no hay posibilidad

semejante.
Autonomía y heteronomía.

Los preceptos morales son autónomos porque tienen su fuente en la voluntad de quienes deben

acatarlos. Las normas del derecho son, por el contrario, heterónomas, ya que su origen no está en

el albedrío de los particulares, sino en la voluntad de un sujeto diferente.

Toda norma ética requiere, para su realización, el asentamiento del obligado; las jurídicas poseen

una pretensión de validez absoluta, independientemente de la opinión de los destinatarios. El

legislador dicta sus leyes de una manera autárquica, sin tomar en cuenta la voluntad de los

súbditos. Aun cuando éstos no reconozcan la obligatoriedad de aquéllas, tal obligatoriedad

subsiste, incluso en contra de sus convicciones personales.

Capítulo 3: El Derecho y los convencionalismos sociales.

Puntos de contacto entre las normas jurídicas y los convencionalismos.

Uno de los problemas más arduos de la filosofía del derecho es el que consiste en distinguir las

normas jurídicas y los convencionalismos sociales. Como ejemplos más importantes de esta clase

de reglas podríamos citar los preceptos del decoro y la cortesía, las exigencias de la etiqueta y la

moda y, en general, todas las normas de origen consuetudinario y estructura unilateral.

Estos preceptos se parecen tanto a los del derecho que ciertos autores han creído imposible

establecer una distinción. Del Vecchio, por ejemplo, opina que la conducta del hombre solo puede

ser objeto de regulación moral o jurídica, y Radbruch sostiene que los usos representan una etapa

embrionaria de las normas del derecho, o bien, una degeneración de éstas.

La primera de las semejanzas estriba en su carácter social. No tendría ningún sentido hablar de

los deberes sociales de un hombre aislado.

Un segundo punto de contacto lo encontramos en la exterioridad de las dos especies de

preceptos. La oposiciñon exterioridad-interioridad, a que aludimos al tratar de distinguir derecho y

moral, se da también entre las reglas convencionales y las normas éticas. Las exigencias de la
moda, verbigracia, refiérense a un aspecto puramente externo de la conducta. En las reglas de

urbanidad y cortesía descubrimos la misma característica.

Una tercera nota común es la absoluta pretensión de validez. No se trata de invitaciones o

consejos, sino de exigencias que reclaman un sometimiento incondicional, sin tomar en cuenta la

aquiescencia de los obligados.

Capítulo 4: Principales acepciones de la palabra derecho.

Derecho objetivo y derecho subjetivo.

El derecho, en su sentido objetivo, es un conjunto de normas. Trátase de preceptos imperativo-

atributivos, es decir, de reglas que, además de imponer deberes, conceden facultades.

Entre las dos acepciones fundamentales del sustantivo derecho, existe una correlación perfecta.

El derecho subjetivo es una función del objetivo. Éste es la norma que permite o prohibe; aquél, el

permiso derivado de la norma. El derecho subjerivo no se concibe fuera del objetivo, pues siendo

la posibilidad de hacer (o de omitir) lícitamente algo, supone lógicamente la existencia de la norma

que imprime a la conducta facultada el sello positivo de la licitud.

Derecho vigente y derecho positivo.

Llamamos orden jurídico vigente al conjunto de normas imperativo-atributivas que en una cierta

época y un país determinado la autoridad política declara obligatorias. El derecho vigente está

integrado tanto por las reglas de origen consuetudinario que el poder público reconoce, como los

preceptos que formula. La positividad es un hecho que estriba en la observancia de cualquier

precepto, vigente o no vigente. La costumbre no aceptada por la autoridad política es derecho

positivo, pero carece de validez formal. La circunstancia de que una ley no sea obedecida, no le

quita a ésta su vigencia.

Capítulo 5: Las fuentes formales del orden jurídico.

Noción de fuente del Derecho.


En terminología jurídica tiene la palabra fuente tres acepciones: formales, reales e históricas,

Por fuente formal, entendemos los procesos de creación de las normas jurídicas.

Llamamos fuentes reales a los factores y elementos que determinan el contenido de tales normas.

El término fuente histórica, aplícase a los documentos que encierran el texto de una ley o conjunto

de leyes.

De acuerdo con la opinión más generalizada, las fuentes formales del derecho son la legislación,

la cosumbre y la jurisprudencia.

La reunión de los elementos que integran los procesos legislativo, consuetudinario y

jurisprudencial, condicionan la validez de las normas que los mismos procesos engendran.

La Legislación.

Podríamos definirla como el proceso por el cual uno o varios órganos del Estado formulan y

promulgan determinadas reglas jurídicas de observancia general, a las que se da el nombre

específico de leyes.

El Proceso Legislativo.

En el moderno proceso legislativo existen seis diversas etapas, a saber: la iniciativa, discusión,

aprobación, sanción, publicación e iniciación de la vigencia.

a) Iniciativa. Es el acto por el cual determinados órganos del Estado someten a la

consideración del Congreso un proyecto de ley. Las facultades son las siguientes: el

presidente de la República, los Diputados y Senadores, y las Legislaturas de los Estados.

b) Discusión. Es el acto por el cual las Cámaras deliberan acerca de las iniciativas, a fin de

determinar si deben o no ser aprobadas.

c) Aprobación. Es el acto por el cual las Cámaras aceptan un proyecto de ley. La aprobación

puede ser total o parcial.

d) Sanción. Se da por este nombre a la aceptación de una iniciativa por el Poder Ejecutivo. La

sanción debe ser posterior a la aprobación del proyecto por las Cámaras.
e) Publicación. Es el acto por el cual la ley ya aprobada y sancionada se da a conocer a

quienes deben cumplirla. La publicación se hace en el llamado Diario Oficial de la

Federación.

La Costumbre en el Derecho Mexicano.

La costumbre desempeña en nuestro derecho un papel muy secundario. Solo es jurídicamente

obligatoria cuando la ley le otorga tal carácter. No es, por ende, fuente inmediata, sino mediata o

supletoria del orden positivo.

La Jurisprudencia como fuente del Derecho.

La palabra jurisprudencia posee dos acepciones distintas. En una de ellas equivale a la ciencia del

derecho o teoría del orden jurídico positivo. En la otra, sirve para designar el conjunto de principios

y doctrinas contenidas en las decisiones de los tribunales.

Si el pleno aplica una interpretación en cinco resoluciones no interrumpidas por otra en contrario, y

las ejecutorias son aprobadas por más de trece Ministros, la norma jurisprudencial queda formada.

Procesos de creación de normas individualizadas.

Son individualizadas las resoluciones judiciales y administrativas, los testamentos y los contratos;

y, en el orden internacional, los tratados. Así como en el caso de los preceptos genéricos la

creación de los mismos está condicionada por una serie de requisitos de orden formal, en el de las

individualizadas hay también una serie de condiciones de validez, lo que nos permite hablar de los

procesos creadores de dichas normas. Relativamente a los contratos, por ejemplo, hay que

distinguir entre la norma contractual y el proceso de contratación; en el caso del fallo judicial y en

el de las resoluciones administrativas, debemos distinguir igualmente la resolución del juez o del

órgano administrativo y el proceso que debe seguirse para la formulación de tales normas.
La Doctrina.

Se da el nombre de doctrina a los estudios de carácter científico que los juristas realizan acerca

del derecho, ya sea con el propósito puramente teórico de sistematización de sus preceptos, ya

con la finalidad de interpretar sus normas y señalar las reglas de su aplicación.

La doctrina puede, sin embargo, transformarse en fuente formal del derecho en virtud de una

disposición legislativa que le otorgue tal carácter.

Capítulo 6: Clasificación de las normas jurídicas.

Principales criterios de clasificación.

Agruparemos las normas del derecho:

a) Desde el punto de vista del sistema a que pertenecen.

b) Desde el punto de vista de su fuente.

c) Desde el punto de vista de su ámvito espacial de validez.

d) Desde el punto de vista de su ámbito temporal de validez.

e) Desde el punto de vista de su ámbito material de validez.

f) Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez.

g) Desde el punto de vista de su jerarquía.

h) Desde el punto de vista de sus sanciones.

i) Desde el punto de vista de su cualidad.

j) Desde el punto de vista de sus relaciones de complementación.

k) Desde el punto de vista de sus relaciones con la voluntad de sus particulares.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista del sistema a que pertenecen.

Desde el punto de vista de la pertenencia o no pertenencia a un ordenamiento cualquiera, los

preceptos del derecho divídense en nacionales y extranjeros. Pero puede ocurrir que dos o más

Estados adopten ciertas normas comunes, destinadas a la regulación de determinadas situaciones

jurídicas. A esas normas se les da la denominación entonces de derecho uniforme.


Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su fuente.

Los preceptos del derecho pueden ser formulados, según hemos visto, por órganos especiales;

provenir de la repetición más o menos reiterada de ciertas maneras de obrar, cuando a éstas se

halla vinculado el convencimiento de que son jurídicamente obligatorias, o derivar de la actividad

de ciertos tribunales. A los creados por órganos especuales, se les da el nombre de leyes o

normas de derecho escrito; a los que derivan de la costumbre, se les denomina de derecho

consuetudinario o no escrito; y a los que provienen de la actividad de determinados tribunales, se

les llama de derecho jurisprudencial.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su ámbito espacial de

validez.

Los preceptos de derecho pueden ser generales o locales. Pertenecen al primer grupo los

vigentes en todo el territorio del Estado; al segundo, los que solo tienen aplicación en una parte

del mismo.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su ámbito temporal de

validez.

Las normas jurídicas pueden ser de vigencia determinada o indeterminada. Podemos definir las

primeras como aquellas cuyo ámbito temporal de validez formal se encuentra establecido de

antemano; las segundas, como aquellas cuyo lapso de vigencia no se ha fijado desde un principio.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su ámbito material de

validez.

Los preceptos del derecho pueden también ser clasificados de acuerdo con la índole de la materia

que regulan. Desde este punto de vista, los preceptos de derecho agrúpanse en reglas de derecho

público y de derecho privado. Las primeras divídense a su vez en constitucionales,

administrativas, penales, procesales e internacionales; las segundas en civiles y mercantiles.


Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su ámbito personal de

validez.

Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez, las normas del derecho divídense en

genéricas e individualizadas. Llámanse genéricas las que obligan o facultan a todos los

comprendidos dentro de la clase designada por el concepto-sujeto de la disposición normativa;

reciben el nombre de individualizadas las que otorgan o facultan a uno o varios miembros de la

misma clase, individualmente determinados.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su jerarquía.

Los precepros que pertenecen a un sistema jurídico pueden ser del mismo o de diverso rango. En

la primera hipótesis hay entre ellos una relación de coordinación; en la segunda, un nexo de supra

o subordinación.

El orden jerárquico normativo de cada sistema de derecho se compone de los siguientes grados:

1.- Normas constitucionales.

2.- Normas ordinarias.

3.- Normas reglamentarias.

4.- Normas individualizadas.

Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de sus sanciones.

Inspirándose en doctrinas romanas, el jurista ruso N. Korkounov divide los preceptos del derecho

en cuatro grupos, desde el punto de vista de sus sanciones:

1.- Leges perfectae.

2.- Leges plus quam perfectae.

3.- Leges minus quam perfectae.

4.- Leges imperfectae.


Clasificación de las normas jurídicas desde el punto de vista de su cualidad.

Desde este punto de vista, se dividen en positivas (o permisivas) y negativas (o prohibitivas). Son

positivas las que permiten cierta conducta (acción u omisión); negativas , las que prohiben

determinado comportamiento (acción u omisión).

Capítulo 7: Dercho y Estado.

El Estado suele definirse como la organización jurídica de una sociedad bajo un poder de

dominación que se ejerce en determinado territorio. Tal definición revela que son tres los

elementos de la organización estatal: la población, el territorio y el poder. El poder político se

manifiesta a tanto que la población y el territorio constituyen los ámbitos personal y espacial de

validez del orden jurídico.

El territorio, suele definirse como la porción del espacio en que el Estado ejercita su poder. La

significación del territorio se manifiesta, según Jellinek, en dos formas distintas: una negativa y

otra positiva. La primera consiste en que ningún poder extraño puede ejercer su autoridad en este

ámbito sin el consentimiento del Estado; la positiva, en que todas las personas que viven en el

mismo ámbito, se encuentran sujetas al poder estatal.

Los hombres que pertenecen a un Estado componen la población de éste. La población

desempeña, desde el punto de vista jurídico, un papel doble. Puede en efecto, ser considerada

como objeto o como sujeto de la actividad estatal.

El poder.

Toda sociedad organizada ha menester de una voluntad que la dirija. Esta voluntad constitute el

poder del grupo.

Tal poder es unas veces de tipo coactivo; otras, carece de este carácter. El poder simple, o no

coactivo, tiene capacidad para dictar determinadas prescripciones a los miembros del grupo pero

no está en condiciones de asegurar el cumplimiento de aquélas por sí mismo, es decir, con

medios propios.
La soberanía.

Para un gran número de autores, la soberanía es un atributo esencial del poder político. Dicho

concepto puede ser caracterizado tanto negativamente como en forma positiva. En siu primer

aspecto, implica la negación de cualquier poder superior al del Estado, es decir, la ausencia de

limitaciones impuestas al mismo por un poder extraño. El poder soberano es, por ende, el más alto

o supremo.

SEGUNDA PARTE:

LAS DISCIPLINAS JURÍDICAS.

Capítulo 8: Filosofía jurídica y teoría general del Derecho.

Clasificación de las disciplinas jurídicas.

Las disciplinas que estudian el derecho suelen dividirse en dos grupos:

a) Fundamentales.

b) Auxiliares.

Al primero pertenecen, según la opinión dominante, la filosofía del dercho y la jurisprudencia

técnica; las más importantes del segundo son la historia del derecho, el derecho comparado y la

sociología jurídica. Las citadas materias difieren entre sí no solo en lo que concierne a su objeto,

sino en razón de sus métodos.

Filosofía del Derecho y la filosofía general.

Como su nombre lo indica, es la primera una rama o capítulo de la segunda. Ésta es el género; la

otra, una de sus especies.

Analizaremos el concepto de filosofía paralelamente a la noción de ciencia, a fin de indicar en qué

puntos coinciden y en cuáles se separan.

Las especulaciones científica y filosófica revelan una coincidencia fundamental, en lo que a su

última finalidad respecta: una y otra aspiran al descubrimiento de lo verdadero. Podrán tomar

diversos caminos y situarse en miradores diferentes: pero la meta que persiguen es la misma.
Capítulo 9: La jurisprudencia técnica.

La jurisprudencia técnica tiene por objeto la exposición ordenada y coherente de los preceptos

jurídicos que se hallan en vigor en una época y un lugar determinados, y el estudio de los

problemas relativos a su interpretación y aplicación.

La citada disciplina ofrece dos aspectos fundamentales: uno teórico o sistemático, otro técnico o

práctico. En el primero, es una exposición de las reglas jurídicas que pertenecen a un

ordenamiento temporal y espacialmente circunscrito; en el segundo, el arte de la interpretación y

aplicación de las normas (legales o consuetudinarias) que lo integran.

La jurisprudencia técnica es una doctrina del orden positivo, ya que no versa, como la teoría

jurídica fundamental, sobre la esencia del derecho, ni estudia los valores supremos del mismo,

como la Axiología Jurídica, sino que se reduce a la sistematización de las reglas que constituyen

determinado ordenamiento, e indica en qué forma pueden ser resueltos los problemas que su

aplicación suscita.

La Técnica Jurídica.

La hemos definido como el arte de la interpretación y aplicación de los preceptos del derecho

vigente. Los problemas que forman su objeto de estudio, consisten en:

a) Interpretación. Todo precepto jurídico encierra un sentido. Pero éste no siempre se halla

manifestado con claridad. Si la expresión es verbal o escrita, puede ocurrir que los vocablos

que la integran posean acepciones múltiples, o que la construcción sea defectuosa y haga

difícil la inteligencia de la frase.

b) Integración. La interpretación solo resulta posible cuando hay preceptos que deben ser

interpretados. Pero puede presentarse el caso de que una cuestión sometida al

conocimiento de un juez no se encuentre prevista en el ordenamiento positivo.

c) Vigencia. Llegado el momento de la aplicación, puede presentarse el problema que

consiste en determinar si los preceptos que prevén el caso sometido a la considerción del

juez, están vigentes o han sido derogados.


d) Retroactividad. Una de las cuestiones más arduas que pueden surgir en el momento de la

aplicación, estriba en saber si una disposición legislativa puede aplicarse a situaciones

jurídicas concretas, nacidas bajo el imperio de una ley anterior.

e) Conflictos de leyes. La jurisprudencia técnica debe señalar las reglas de acuerdo con las

cuales han de solucionarse los problemas devivados de la pluralidad de legislaciones. A

éstos se les conoce con el nombre de problemas sobre aplicación de las leyes en el

espacio, para distinguirlos de los relativos a la aplicación de las normas jurídicas en el

tiempo.

Capítulo 10: Dercho Público y Derecho Privado.

La división de las normas jurídicas en las dos grandes ramas del derecho pribado y el derecho

público es obra de los juristas romanos. Derecho público es el que ataé a la conservación de la

cosa romana; privado, el que concierne a la utilidad de los particulares. A este concepto se le

conoce con el nombre de teoría del interés en juego.

Capítulo 11: Disciplinas jurídicas especiales y discipinas jurídicas auxiliares.

La distinción entre derecho privado y derecho público es el eje en torno del cual gira la

jurisprudencia técnica, en su aspecto sistemático. Cada una de las dos grandes ramas divídese

en varias disciplinas, a las que suele darse el nombre de especiales. De acuerdo con la

clasificación generalmente aceptada, pertenecen al público los derechos constitucional,

administrativo, penal y procesal; al privado, el civil y el mercantil. Esta división refiérse al derecho

intyerno, es decir, al orden jurídico de cada Estado. Pero como las relaciones jurídicas pueden

rebasar el ámbito de validez de un determinado sistema de derecho, cabe hallar de aquellas

disciplinas no solo en su aspecto nacional, sino en su faceta internacional.


Derecho Constitucional.

El derecho político o constitucional es el conjunto de normas relativas a la estructura fundamental

del Estado, a las funciones de sus órganos y a las relaciones de éstos entre sí y con los

particulares.

Derecho Administrativo.

El derecho administrativo es la rma del dercho público que tiene por objeto específico la

administración pública. Administrar significa, en términos generales, obrar para la gestión o el

cuidado de determinados inyereses, propios o ajenos. La administración pública puede ser

definida como actividad a través de la cual el Estado y los sujetos auxiliares de éste tienden la

satisfacción de intereses colectivos.

Derecho Penal.

El criminalista español Eugenio Cuello Calón, lo define como el conjunto de normas que

determinan los delitos, las penas que el Estado impone a los delincuentes y las medidas de

seguridad que el mismo establece para la prevención de la criminalidad.

Se da el nombre de delitos a ciertas acciones antisociales prohibidas por la ley, cuya comisión

hace acreedor al delincuente a determinadas sanciones conocidas con el nombre específico de

penas. En la mayor parte de los sistemas jurídicos modernos tienen solamente el carácter de

hechos delictuosos las acciones u omisiones que la ley considera como tales.

La pena es definida como el sufrimiento impuesto por el Esrado en ejecución de una sentencia, al

culpable de una infracción penal. Ese sufrimiento puede consistir en la restricción o en la pérdida

de ciertos bienes del sujeto sancionado, como la libertad, la propiedad, la vida, etcétera.

Derecho Procesal.

Es el conjunto de reglas destinadas a la aplicación de las normas del derech a casos particulares,

ya sea con el fin de esclarecer una situación jurídica dudosa, ya con el propósito de que los
órganos jurisdiccionales declaren la existencia de determinada obligación y, en caso necesario,

ordenen que se haga efectiva.

Derecho Internacional Público.

Es el conjunto de normas que rigen las relaciones de los Estados entre sí y señalan sus derechos

y deberes recíprocos.

Algunos autores opinan que la expresión derecho internacional debe ser sustituída por el término

derecho interestatal , y se fundan en que el concepto de nación, a que alude aquélla, no es

jurídico, sino sociológico. Antiguamente, el internacional era designado con el nombre de derecho

de gentes.

Derecho Civil.

El derecho civil, determina las consecuencias esenciales de los principales hechos y actos de la

vida humana (nacimiento, mayoría, matrimonio) y la situación jurídica del ser humano en relación

con sus semejantes (capacidad civil, deudas y créditos) o en relación con las cosas (propiedad,

usufructo, etc.) Esta rama suele ser dividida en cinco partes:

I. Derecho de las personas (personalidad jurídica, capacidad, estado civil, domicilio);

II. Derecho familiar (matrimonio, divorcio, legitimación, adopción, patria potestad, tutela, curatela,

etc.);

III. Derecho de los bienes (clasificación de los bienes, posesión, piedad, usufructo, uso, habitación,

servidumbres, etc.);

IV. Derecho sucesorio (sucesiones testamentaria y legítima);

V. Derecho de las obligaciones.


Derecho Mercantil.

Es el conjunto de normas relativas a los comerciantes y a los actos de comercio. Alfredo Rocco lo

define como la rama del derecho que estudia los preceptos que regulan el comercio y las

actividades asimiladas a él, y las relaciones jurídicas que se derivan de ess normas.

El mercantil constituye relativamente al civil, un derecho excepcional o especial, es decir, un

complejo de normas de derecho privado especiales para los comerciantes y la actividad mercantil.

Por su peculiar naturaleza, las relaciones de cambio reclaman, como dice Ascarelli, una disciplina

más simple y a la vez más rigurosa que la del derecho común.

Ramas jurídicas de creación reciente.

Entre las ramas jurídicas de creación reciente, las más importantes son el derecho agrario, el del

trabajo y el aéreo.

A) Derecho Agrario. También llamado derecho rural, es definido como la rama del Derecho que

contiene las normas reguladoras de las relaciones jurídicas concernientes a la agricultura.

B) Derecho del Trabajo. También llamado derecho obrero o legislación industrial, es el conjunto de

normas que rigen las relaciones entre trabajadores y patronos. Constituye, como dice De la

Cueva, el derecho común en materia de trabajo, en tanto que el civil aparece frente a él como

derecho de excepción.

C) Derecho Aéreo. Es la disciplina que estudia las normas relativas a la navegación aérea, a las

aeronaves y al espacio aéreo, como elementos indispensables de tal navegación. Esas normas

han sido y son contempladas por los juristas de muy diversas maneras.

Las disciplinas jurídicas auxiliares.

Se da este nombre a las que ayudan al jurista en sus estudios acerca del derecho. Solo nos

referiremos aquí al derecho comparado, la historia del derecho y la sociología jurídica, por ser, en

nuestro concepto, las más importantes.


A) Sociología del Derecho. Constituye, como su nombre lo indica, una de las ramas o aspectos de

la sociología general.

B) Historia del Derecho. La historia del derecho, como su nombre lo indica, es una rama o capítulo

de la historia general.

C) Derecho Comparado. Como su nombre lo indica, esta disciplina consiste en el estudio

comparativo de instituciones o sistemas jurídicos de diversos lugares o épocas, con el fin de

determinar las notas comunes y las diferencias que entre ellos existen, y derivar de tal examen

conclusiones sobre la evolución de tales instituciones o sistemas y criterios para su

perfeccionamiento y reforma.

TERCERA PARTE:

LOS CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES.

Capítulo 12: Supuestos y hechos jurídicos.

Las normas jurídicas genéricas encierran siempre una o varias hipótesis, cuya realización de

nacimiento a las obligaciones y los derechos que las mismas normas, respectivamente, imponen y

otorgan. Encontramos aquí una diferencia capital entre los supuestos morales y jurídicos, Los

primeros condicionan la producción de deberes; los segundos, al realizarse, engendran deberes y

derechos.

Hemos definido el supuesto jurídico como la hipótesis de cuya realización dependen las

consecuencias establecidas por la norma. La citada definición revela el carácter necesario del

nexo entre la realización de la hipótesis y los deberes y derechos que el precepto respectivamente

impone y otorga. Las consecuencias a que da origen la producción del supuesto pueden consistir

en el nacimiento, la transmisión, la modificación o la extinción de facultades y obligaciones.


La ley de Causalidad Jurídica.

Siguiendio el paralelo entre ley natural y norma, Fritz Schreier habla de la ley de causalidad

jurídica, que puede expresarse así: no hay consecuencia jurídica sin supuesto de derecho. O en

otra forma: toda consecuencia jurídica hállase condicionada por determinados supuestos.

La ley de causalidad jurídica posee el siguiente corolario: si así la condición jurídica, no varia, las

consecuencias de derecho no deben cambiar. Todo cambio en las condiciones jurídicas determina

una modificación en las consecuencias.

Los supuestos Jurídicos pueden ser simples o compuestos. Los primeros no están constituídos

por una sola hipótesis; los segundos se componen de dos o más supuestos simples.

Los hechos jurídicos, dice Schreier, divídense en dependientes e independientes. Adoptando la

fórmula de Husserl definiremos los primeros como aquellos en relación con los cuales vale la ley

de que sólo pueden existir como partes de un todo. Hechos jurídicos independientes son los que

producen por sí mismos consecuencias de derecho, sin necesidad de hallarse unidos a otros.

Aquéllos son, según la terminología de Invrea, títulos jurídicos imperfectos; éstos, títulos jurídicos

perfectos.

La eficacia de los hechos jurídicos puede consistir en la creación, la modificación o la extinción de

deberes y facultades. En el primer caso, se habla de eficacia constitutiva, en el segundo de

eficacia modificativa y en el tercero de eficacia resolutoria.

Dos o más hechos jurídicos son complatibles entre sí cuando al realizarse suman sus

consecuencias o producen ortras nuevas. Unhecho jurídico es incompatible con otro, si al

enlazarse con él, aniquila sus efectos. El más sencillo ejemplo de incompatibilidad nos lo ofrecen

las obligaciones sujetas a condición resolutoria. Cuando tal condición se realiza, desaparece la

obligación derivada del hecho jurídico independiente. Lo mismo ocurre con los negocios jurídicos

cuya eficacia se halla sujeta a un término final. La llegada de éste destruye las consecuencias de

aquéllos.
Clasificación de los hechos jurídicos en materia civil.

Los hechos jurídicos pueden consistir en hechos o estadis de hecho independientes de la

actividad humana, o en acciones humanas voluntarias o involuntarias. Como ejemplos de hechos

o estados de hecho puramente naturales podemos citar el nacimiento, la mayoría de edad o la

muerte de las personas.

Las acciones humanas pueden producir consecuencias tanto en relación con sus autores como

relativamente a otros sujetos; verbigracia, en el caso de responsabilidad por hechos de un tercero.

Capítulo 13: Principales teorías acerca del derecho subjetivo.

La noción de concecuencia de derecho es otro de los conceptos jurídicos fundamentales. Los

autores franceses usan la expresión efecto jurídico, en vez del término que nosotros empleamos.

En nuestra opinión, la palabra efecto debe ser repudiada por la terminología jurídica, ya que evoca

la idea de una sucesión de fenómenos. Efecto es el resultadi de una causa: un eslabón dentro de

un proceso natural. Las consecuencias jurídicas, en cambio, solo pueden ser imputadas a la

condición jurídica merced a una operación lógica; no son efectos de un fenómeno precedente,

sino enunciación de un deber ser o de un derecho.

Capítulo 14: Clasificación de los derechos subjetivos.

Los derechos subjetivos suelen ser divididos en derechos a la propia conducra y a la conducta

ajena.

Como caso típico de la primera especie, se cita el derecho de propiedad. El dueño de una cosa

está facultado para usarla, venderla, permutarla, etc. Ahora bien, éstas y las demás facultades que

la ley le concede refiérense a la actividad del propietario, y son, por consiguiente, derechos a su

propia conducta.

En cambio, mi derecho a exigir la devolución de un libro que he prestado, no se refiere a mi propio

comportamiento, sino al de otra persona. Si el que ha hecho un depósito desea que lo depositado
le sea devuelto, tiene que recurrir al depositario; si el dueño de una finca quiere vivir en ella, le

basta con ejercitar el ius utendi, y no ha menester de la intervención de otros sujetos.

Derechos relativos y derechos absolutos.

Un derecho es relativo cuando la obligación correspondiente incumbe a uno o varios sujetos,

individualmente determindos; absoluto, cuando el deber correlativo es una obligación universal de

respeto.

Los derechos relativos valen frente a una o varias personas determinadas, mientras que los

absolutos existen frente a todas. La categoría típica de los relativos es la de los derechos de

crédito, llamados también ‘personales’, en oposición a los reales. Estos últimos representan el

grupo más característico de los absolutos.

Derechos subjetivos privados y públicos.

Paralelamente a la distinción entre derecho privado y derecho público objetivos, se habla de

derechos subjetivos privados y públicos. Mejor dicho: la primera clasificación relativa al derecho

como sistema de normas, ha sido aplicada al derecho como conjunto de facultades.

Capítulo 15: Derecho real y derecho personal.

Los derechos que forman el elemento activo del patrimonio, divídense en reales y personales.

Derecho real es el que ejercitamos en forma inmediata sobre una cosa. Es una facultad en virtud

de la cual aquélla no pertenece, ya en su totalidad, ya en ciertos respectos, según que tengamos

sobre la misma un derecho de propiedad o alguno de sus desmembramientos, como las

servidumbres o el usufructo.

El derecho real pertenece a la clase de los absolutos. La ley impone a todo el mundo la obligación

de respetar su ejercicio. Por ello se ha dicho que en la relación a que da nacimiento hay un

número indefinido de sujetos pasivos. Pero esta obligación negativa, es decir, el deber que todos
tienen de no impedir al titular que ejercite su derecho, no merece ser tomada en cuenta, porque no

es posible estimarla pecuniariamente.

Capítulo 16: El derecho de libertad.

Por libertad, en las convenciones diarias, se entiende como la ausencia de trabas en relación con

los movimientos posibles de una persona, un animal o un objeto. Del reo encerrado en su celda

decimos que no es libre, y en el mismo sentido declaramos que han quedado en libertad el gas

que se desprende de una probeta, al producirse una reacción química, o el pájaro que escapa de

las rejas de su jaula.

En sentido negativo, la libertad jurídica es la facultad de hacer o de omitir aquellos actos que no

están ordenados ni prohibidos. En otras palabras: ese derecho se refiere siempre a la ejecución o

a la omisión de los actos protestarios.

Capítulo 17: El derecho de acción.

En las organizaciones sociales de épocas primitivas, la reacción contra el entuerto es asunto

puramente privado. Corresponde al particular la facultad de defender su derecho, repeler los

ataques dirigidos contra éste, y conseguir por toda suerte de medios, cuando la violación se ha

consumado, el restablecimiento de las cosas a su estado anterior.

El punto central del debate, en lo que concierne a la esencia del derecho de acción, consiste en

determinar si éste es independiente del substancial (derecho a la prestación) o, por el contrario, se

trata de un mismo derecho, considerado desde dos ángulos visuales distintos.

El punto central del debate, en lo que concierne a la esencia del derecho de acción, consiste en

determinar si éste es independiente del substancial (derecho a la prestación) o, por el contrario, se

trata de un mismo derecho, considerado desde dos ángulos visuales distintos.

echo y de la acción medio. De acuerdo con la primera, que tiene su antecedente en las ideas de

los jurisconsultos romanos, la acción es el derecho material en movimiento, es decir, en cuanto


exigencia que se hace valer ante los tribunales, a fin de conseguir el cumplimiento de la obligación

correlativa.

Teoría de la autonomía del derecho de acción.

De acuerdo con la teoría más generalmente aceptada por los procesalistas contemporáneos, el de

acción es dercho distinto e independiente del substancial, o derecho a la prestación. Tal

autonomía obedece a las siguientes razones:

a) En primer término, hay casos en que existe la acción y no encontramos un derecho material

o viceversa;

b) En segundo lugar, el de acción es correlativo de un deber del Estado al que suele darse el

nombre de obligación jurisdiccional;

c) Por último, y como consecuencia de lo que acabamos de decir, el de acción es público, en

tanto que el otro tiene generalmente carácter privado.

Relación jurídica procesal.

Una de las características esenciales de la relación procesal es su complejidad. Se dice que es

compleja porque no se agota en un solo vínculo normativo, sino que se desenvuelve en una serie

de relaciones de derecho, constitutivas del proceso.

Examinemos, en primer término, cuáles son los elementos principales de éste, en su fase

declarativa. Tales elementos redúcense a tres, conviene a saber:

a) La demanda;

b) La defensa;

c) La sentencia.

Capítulo 18: Derecho de petición y derechos políticos.

El dercho de petición.

Nuestra ley fundamental, en su artículo 8º, textualmente dice:


Los funcionarios y empleados públicos respetaran el ejercicio del derecho de petición, siempre

que esta se formule por escrito, de manera pacifica y respetuosa; pero en materia política solo

podrán hacer uso de ese derecho los ciudadanos de la republica.

A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido, la cual

tiene obligación de hacerlo conocer en breve termino al peticionario.

Según el publicista anteriormente mencionado, el derecho de petición debe ser incluido entre las

llamadas garantías de derecho público.

Derechos políticos.

El tercer grupo de derechos subjetivos públicos está integrado por los políticos.

La definición que nos parece más correcta es la que propone Jellinek en el tono segundo de su

Teoría General del Estado. Derechos políticos, son los que consisten en la facultad de intervenir

en la vida pública como órgano del Estado. El derecho de voto, verbigracia, es de índole política,

porque es la pretensión de tomar parte en la elección de ciertos órganos, función que tiene

asimismo carácter orgánico. Esto quiere decir que el votante obra como órgano estatal, ya que

desempeña una función pública. Jellinek advierte, sin embargo, que el derecho de sufragio no

debe ser confundido con el acto mismo de votar, porque este último ya no es derecho político sino

cumplimiento de una función.

Capítulo 19: La noción del deber jurídico.

A pesar de que las nociones de deber y derecho poseen la misma importancia, los juristas, con

muy raras excepciones, han descuidado por completo el análisis del primero de dichos conceptos,

para dedicarse, casi exclusivamente a investigar la esencia del segundo. Corresponde a Jellinek y

Kelsen el mérito de haber combatido la deficiencia de que hablamos y señalando la necesidad de

consagrar al deber jurídico un estudio especial, paralelamente a la discusión sobre el derecho

como facultad normativa.

La legislación positiva, como conjunto de reglas de conducta emanadas de la voluntad del


legislador, no puede, por sí misma, ser mirada como fuente de auténticos deberes. Para que un

precepto legal posea obligatoriedad es indispensable, de acuerdo con la Fundamentación

Metafísica de las Costumbres , que derive dela voluntad del sujeto que ha de cumplirlo y tenga, a

la vez, valor universal. O expresado en otro giro: para que una regla de acción me obligue, debe

ser autónoma, es decir, ajeno, la regla es heterónoma y, por ende, no me obliga.

Capítulo 20: Concepto jurídico de persona.

Se da el nombre de sujeto, o persona, a todo ente capaz de tener facultades y deberes.

Las personas jurídicas divídense en dos grupos: físicas y morales. El primer término corresponde

al sujeto jurídico individual, es decir, al hombre, en cuanto tiene obligaciones y derechos; se otorg

el segundo a las asociaciones dotadas de personalidad (un sindicato o una sociedad mercantil,

por ejemplo). Como ambas designaciones son ambiguas, preferimos decir persona jurídica

individual y persona jurídica colectiva.

Lógicamente, la primera pregunta que ocurre formular es la que se refiere a la esencia de las

personas jurídicas. Es decir, en qué forma puedan definirse. Como la noción de persona es uno de

los conceptos jurídicos fundamentales, su definición incumbe a la Filosofía jurídica. El problema a

que aludimos queda, pues, resumido en la interrogación siguiente: ¿qué son los sujetos de

derecho?

Otra cuestión que podemos plantearnos consiste en establecer quiénes son considerados como

sujetos en un determinado ordenamiento positivo. Por ejemplo: ¿A qué entes reconocen

personalidad jurídica el derecho alemán o el mexicano? Este problema no se confunde con el

primero, ya que no estriba en determinar la esencia de la personalidad, sino en inquirir a qué

individuos o asociaciones considera la ley como sujetos de derecho.

Principales acepciones del vocablo.

La palabra persona posee múltiples acepciones, siendo las más importantes la jurídica y la moral.

Se da el nombre de personas físicas a los hombres, en cuanto sujetos de derecho. De acuerdo


con la concepción tradicional, el ser humano, por ser el simple hecho de serlo, posee personalidad

jurídica, si bien bajo ciertas limitaciones impuestas por a ley (edad, uso de razón, sexo masculino

para el ejercicio de algunas facultades legales, etc.).

El hecho de que todo hombre sea persona no significa que la personalidad jurídica del individuo se

confunda con su realidad humana, o derive de su personalidad moral. El sujeto físico es persona,

en su calidad de intermediario entre la realidad y los valores, o sea, en cuanto puede intuir y

realizar éstos, haciendo que trasciendan de la esfera ideal al mundo de los hechos.

Teorías realistas.

Se da este nombre a las diversas doctrinas que, oponiéndose a las dos anteriormente discutidas,

declaran que las personas jurídicas, tanto privadas como públicas, son realidades. Los partidarios

de tales doctrinas afirman que el concepto de sujeto de derecho no coincide con el de hombre, ni

se halla referido exclusivamente a los seres dotados de voluntad. De aquí puedan existir y de

hecho existan múltiples sujetos de derecho diversos de las llamadas personas físicas.

Las teorías realistas son muy numerosas. Como ejemplos podemos citar el organicismo, en sus

distintas manifestaciones; la teoría del alma colectiva; la tesis del organismo social y las varias

doctrinas que atienden esencialmente al aspecto jurídico del problema, como las de Ferrara y

Kelsen.

De acuerdo con la tesis organicista, los entes colectivos son verdaderos organismos comparables

al humano individual. La definición de Claude Bernard, según la cual organismo es un todo

viviente formado de partes vivientes, puede aplicarse, dicen los defensores de la citada posición,

tanto al hombre aislado como a las personas colectivas. Desarrollando esta idea, establecen un

curioso paralelismo entre individuo y sociedad, y descubren en las colectividades numerosas

analogías con los organismos individuales, llegando a afirmaciones tan grotescas como las de que

el Primer Ministro es la nariz del Estado.


Capítulo 21: Sanción y coacción.

Por regla general, las normas jurídicas enlazan determinadas consecuencias al incumplimiento de

los deberes que el derecho objetivo impone. Entre las derivadas de la inobservancia de un

precepto jurídico cualquier, una de las más características es la sanción. Por ello dijimos que en

rigor no constituye un concepto jurídico fundamental, sino una forma sui generis de manifestación

de las consecuencias de derecho. De acuerdo con nuestra tesis, las nociones jurídicas

fundamentales quedarían reducidas a tres: hecho jurídico, consecuencias de derecho y sujero o

persona.

La sanción puede ser definida como consecuencia jurídica que el incumplimiento de un deber

produce en relación con el obligado. Como toda consecuencia de derecho, la sanción ecuéntrase

condicionada por la realización de un supuesto, Tal supuesto tiene carácter secundario, ya que

consiste en la inobservancia de un deber establecido por una norma a cargo del sujeto

sancionado.

La obligación cuyo incumplimiento representa el supuesto jurídico de la sanción deriva a su vez de

otro supuesto, al que lógicamente corresponde el calificativo de primario.

La sanción no debe ser confundida con los actos de coacción. Aquélla es una consecuencia

normativa de carácter secundario; éstos constituyen su aplicación o realización efectiva. Coacción

es, por tanto, la aplicación forzada de la sanción. Cuando un juez dicta sentencia condenando a

una persona a que pague lo que debe, aplica una sanción; pero si el demandado no cumple

voluntariamente con el fallo, tiene el actor derecho a pedir que la sanción se imponga por la

fuerza. El secuestro de bienes del deudor, y el remate de los mismos por el poder público, a fin de

dar cumplimiento a la resolución judicial, representan, en el caso del ejemplo, una forma de

coacción.

La pena.

Las sanciones establecidas por las normas del derecho penal reciben la denominación específica

de penas. La pena es la forma más característica del castigo.


Cuello Calón la define diciendo que es el sufrimiento impuesto por el Estado, en ejecución de una

sentencia, al culpable de una infracción penal. La pena es, por consiguiente, una de las

consecuencias jurídicas de la comisión de un hecho delictuoso.

Esta forma de castigo tiene, según el citado autor, las características siguientes:

1) Es un sufrimiento derivado de la restricción o privación de ciertos bienes jurídicos;

2) Es impuesta por el Estado para la conservación del orden jurídico.

3) Debe ser impuesta por los tribunales como resultado de un juicio penal.

4) Ha de ser personal, lo que quiere decir que nadie puede ser castigado penalmente por

hechos ajenos.

5) Debe ser estatuida por la ley, como la consecuencia jurídica de un hecho que, de acuerdo

con la misma ley, tenga carácter de delito.

CUARTA PARTE:

LA TÉCNICA JURÍDICA.

Capítulo 22: Aplicación del Derecho.

Hemos dicho que los preceptos jurídicos constan de dos elementos, el supuesto y la disposición.

El supuesto es la hipótesis que al realizarse da nacimiento a las consecuencias normativas que la

disposición señala; la disposición indica los deberes y derechos que la producción del supuesto

engendra.

El razonamiento de aplicación de los preceptos del derecho es de tipo silogístico. La premisa

mayor está constituida por la norma genérica; la menor por el juicio que declara realizado el

supuesto de aquella, y la conclusión por el que imputa a los sujetos implicados en el caso las

consecuencias de derecho.

La aplicación de las normas del derecho a casos concretos puede ser privada o pública. En el

primer caso, tiene una finalidad de simple conocimiento; en el segundo (aplicación propiamente

dicha), consiste en la determinación oficial de las consecuencias que derivan de la realización de

una hipótesis normativa, con vistas a la ejecución o cumplimiento de tales consecuencias.


Capítulo 23: El concepto de interpretación.

La interpretación de la ley es una forma sui géneris de interpretación o, mejor dicho, uno de los

múltiples problemas interpretativos. Pues no solo se puede interpretar la ley sino , en general, toda

expresión que encierre un sentido. Se habla, por ejemplo, de interpretación de una actitud, una

frase, un escrito filosófico, un mito una alegoría, etc. De ello se infiere la necesidad de conocer en

primer término el concepto general de interpretación, para iniciar posteriormente el examen de la

de los textos legales, problema que, como acabamos de indicarlo, no es sino una de las

numerosas cuestiones interpretativas que el hombre se plantea.

El problema que consiste en determinar qué sea la interpretación no es exclusivamente jurídico.

Tratáse de un interrogante de orden filosófico, que naturalmente cabe plantear correctamente , en

relación con los preceptos de un determinado sistema de derecho.

Capítulo 24: El método exegético.

El pensamiento inspirador de la citada escuela fue por primera vez formulado en la memoria de L’

autorité de la loi , leída por el jurista francés Blondeau en el año de 1841 ante la academia de

ciencias murales y políticas. Según blondeau, las decisiones judiciales deben fundarse

exclusivamente en la ley, el mencionado jurisconsulto admite la interpretación, pero solo en el

sentido de exégesis de los textos. Consecuente con su punto de partida, rechaza las falsas

fuentes de decisión, con las cuales se pretende sustituir la voluntad del legislador: precedentes,

usos no reconocidos legalmente, consideraciones de utilidad general, equidad, adagios, doctrinas,

etc. Y llega al extremo de sostener que si el juez se encuentra ante leyes contradictorias, que

hagan posible descubrir la voluntad del legislador, debe abstenerse de juzgar, considerar tales

preceptos como no existente y rechazar la demanda.

La labor de exégesis no es siempre difícil. El texto legal puede ser claro, tan claro que no surja

ninguna duda sobre el pensamiento de sus redactores. En tal hipótesis debe aplicarse en sus

términos. Cuando una ley es clara, no es lícito eludir su letra, so pretexto de penetrar a su espíritu.

En esta coyuntura, la interpretación resulta claramente gramatical.


Capítulo 25: Interpretación e integración, según Gény.

Parte Gény del principio de que la interpretación de la ley estriba en descubrir el pensamiento del

legislador. En este punto coincide totalmente con la tesis de la escuela exegética. Mas no acepta

que la legislación sea la única fuente del derecho, ni que pueda prever todas las situaciones

jurídicas posibles. Se opone igualmente, a la doctrina de la escuela histórica, según la cual, la ley,

una vez formulada independizase de sus autores y empieza una vida propia, sujeta a la influencia

de todos los cambios que trae consigo la evolución social y el proceso de las ideas. Y

categóricamente afirma que para interpretar los textos legales hay que remontarse al momento en

que fueron formulados en vez de tomar en cuenta las circunstancias existentes en el de la

aplicación.

Capítulo 26: La escuela del Derecho Libre y las Doctrinas de Radbruch y Kelsen.

La llamada Escuela del Derecho Libre no es, propiamente hablando, un conjunto orgánico y

sistematizado de doctrinas. Tratáse más bien de una tendencia específica que se manifiesta

reiteradamente a través de una larga serie de autores y obras, estas últimas solo tienen en común

la orientación de que hablamos, pero difieren, a veces profundamente, en varios de sus aspectos.

Los puntos en que sus partidarios coinciden son, de acuerdo con Reichel, los siguientes:

a) Repudiación de la doctrina de la suficiencia absoluta de la ley.

b) Afirmación de que el juez debe realizar, precisamente por la insuficiencia de los textos, una

labor personal y creadora.

c) Tesis de que la función del juzgador ha de aproximarse cada vez más a la actividad

legislativa.

Capítulo 27: La ley y las resoluciones judiciales.

Si examinamos las relaciones que pueden existir entre las resoluciones judiciales y la ley,

encontraremos que son de tres clases: a) resoluciones basadas en la ley; b) resoluciones en

ausencia de la ley, y c) resoluciones en contra de la ley (secundum legem, praeter legem, contra
legem).

En el presente capítulo trataremos del primer grupo, es decir, de las que se fundan en la ley. Tal

grupo es el que fundamentalmente interesa desde el punto de vista de la interpretación, ya que,

como antes dijimos esta última supone la presencia de un precepto por interpretar. Cuando falta la

ley, relativamente a una cuestión concreta, no se habla de interpretación, sino de integración.

La plenitud hermética del orden jurídico.

Cuando se habla de la plenitud hermética del orden jurídico, quiere expresarse que no hay

situación alguna que no pueda ser resuelta jurídicamente, esto es, de acuerdo con los principios

del derecho. Se ha sostenido que en todos aquellos casos en que no existe un precepto legal que

prevea la situación completa, puede ésta ser resuelta de acuerdo con la regla de que todo aquello

que no está ordenado, está permitido. Tal doctrina conduce en línea recta a la negación de las

lagunas. Tomando en cuenta la trascendencia de este aserto, no queremos seguir adelante sin

resumir, siquiera sea de manera previsiva los argumentos en que descansa.

Capítulo 28: Procedimientos de integración.

Los desenvolvimientos realizados en el capítulo precedente nos condujeron a la conclusión de que

la ley tiene lagunas, si bien el derecho no puede tenerlas. La existencia de éstas marca el límite de

la tarea del intérprete como tal cuando el juez llamado a resolver una controversia descubre que

las reglas interpretativas son impotentes para ofrecerle la pauta de solución que busca, tiene, para

cumplir su misión específica, qué formular la norma aplicable al caso o, lo que es lo mismo, debe

dejar de ser intérprete para asumir un papel muy semejante al del legislador.

¿Cómo debe proceder para colmar los vacíos de las fuentes formales? Comúnmente la misma ley

prevé la posibilidad de las lagunas e indica a los jueces de qué medios hay que echar mano, a fin

de llenarlas. En materia civil, por ejemplo, remite a los principios generales del derecho, o exige

que el caso sea resuelto en la misma forma en que lo habría hecho el legislador.

Lo primero que el intérprete ha de investigar es si en el ordenamiento legal al que se haya


sometido, existen o no reglas generales de integración. Si existen, deberá sujetarse a ellas; en el

caso opuesto, habrá de aplicar los procedimientos que la ciencia jurídica le brinda. Lo dicho

demuestra que no es indispensable que en un ordenamiento legal figuren aquellas reglas, para

que la tarea jurisdiccional pueda cumplirse. Como en todo caso el juez tiene el deber de resolver

las contiendas, dentro del ámbito de sus atribuciones, la insuficiencia de la ley no puede relevarlo

de tal obligación.

Los principios generales del Derecho.

Casi todos los códigos modernos disponen que, en aquellos casos en que no es posible resolver

una situación jurídica, de acuerdo con la analogía, debe recurrirse a los principios generales del

derecho. Entre nosotros, tanto el artículo 14 de la Constitución Federal, como el 19 del Código

Civil, hacen de tales principios que el último de los recursos de que el juzgador puede valerse para

resolver las cuestiones sometidas a su conocimiento.

Determinar que deba entenderse como principios generales del derecho es una de las cuestiones

más controvertidas, en las literatura jurídica. Sostienen algunos autores que el método para

descubrirlos consiste en ascender, por generalización creciente, de las disposiciones de la ley a

reglas cada vez más amplias, hasta lograr que el caso dudoso quede comprendido dentro de

alguna de ellas.

Capítulo 29: Reglas de interpretación e integración en el derecho mexicano.

Los párrafos tercero y cuarto del artículo 14 Constitucional encierran las reglas fundamentales de

interpretación en el derecho mexicano. El tercero refiérese a la aplicación de la ley penal; el cuarto

formula las reglas de interpretación e integración en materia civil, pero solo en relación con las

sentencias. El texto de las citadas fracciones es el siguiente:

En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía y aun por mayoría

de razón, pena alguna que no este decretada por una ley exactamente aplicable al delito que se
trata.

En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra o a la

interpretación jurídica de la ley, y a falta de esta se fundara en los principios generales del

derecho.

Capítulo 30: Conflictos de leyes en el tiempo.

En principio, las normas jurídicas rigen todos los hechos que, durante el lapso de su vigencia,

ocurren en concordancia con sus supuestos. Si un supuesto se realiza mientras una ley está en

vigor, las consecuencias jurídicas que la disposición señala deben imputarse al hecho

condicionante. Realizado éste, ipso facto se actualizan sus consecuencias normativas. Las

facultades y deberes derivados de la realización de un supuesto poseen una existencia temporal

más o menos larga. Algunas veces, la disposición normativa indica la duración de aquellas; otras,

tal duración es indefinida, y la extinción de las consecuencias de derecho depende de la

realización de ciertos supuestos. Supongamos que una persona ha ganado, en juego no

prohibido, determinada suma de dinero. El ganancioso tiene en este caso la facultad de exigir la

entrega de tal cantidad. Si el deudor paga, extínguese concomitantemente el derecho subjetivo del

acreedor, y el deber jurídico del perdidoso. Y el pago interviene entonces como hecho jurídico

extintivo de las dos citadas consecuencias.

Capítulo 31: Conflictos de leyes en el espacio.

Toda ley tiene un ámbito temporal y un ámbito espacial de vigencia. Esto significa que solo obliga

por cierto tiempo y en determinada porción del espacio.

En lo que toca al ámbito temporal, hemos visto ya cómo es posible que una ley se aplique no sólo

a los hechos jurídicos ocurridos a partir de la iniciación de su vigencia, si no a las consecuencias

normativas de hechos anteriores, inicialmente regidos por otra ley. Ello implica la coincidencia de

los supuestos de ambas leyes, así como la divergencia de sus disposiciones y la perduración de

las consecuencias normativas nacidas bajo el imperio del primer precepto.

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