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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

FACULTAD DE HUMANIDADES
ELABORACIÓN DE MATERIAL DIDÁCTICO
Docente: Lic. Alejandra Rivera
Alumna: De los Angeles María Victoria Flores Mendoza
Carné: 2451117

ESTIMULACIÓN TEMPRANA

Fomenta principalmente el desarrollo psicomotor del bebé, así como su


desarrollo cognitivo; a través de actividades donde ellos se divierten para
facilitar sus aprendizajes futuros.

Esta técnica se realiza desde el nacimiento del bebé hasta los 6 -7 años,
porque es en este período donde se va desarrollando la estructura del
pensamiento y la personalidad del niño.

La intención es que, a través de estas actividades estimulantes, el bebé o


el niño vaya desarrollando su psicomotricidad, habilidades cognitivas,
sensoriales y de lenguaje. Aquí radica la importancia de la estimulación
temprana.

ESTIMULACIÓN OPORTUNA

Cuando nacemos, nuestro cerebro viene equipado con lo mínimo necesario para
sobrevivir si nos cuidan bien. Traemos incorporados un grupo de reflejos bien
necesarios que, entre otras cosas, nos hacen respirar y nos permiten
succionar. Gracias a este mecanismo que traemos incorporado es posible que el
recién nacido se alimente cuando se encuentra con esa otra joya de la ingeniería
natural que es el pecho de su mamá. ¡Cuánta maravilla!

Pero esta historia debe seguir porque ese bebé recién nacido va poco a poco
transformándose en un niño. Para que ello sea posible muchos cuidados son
necesarios. Sus padres deberán dedicar mucha energía a alimentarlo, abrigarlo y
desabrigarlo, protegerlo y , lo más importante, ir aprendiendo a entenderlo , a
conectarse y reconocer sus necesidades.

El crecimiento sano se apoya en el establecimiento de este vínculo de apego


seguro, confiable y estable con los adultos más cercanos. Cuando se logra ese
vínculo, el bebé crece fuerte emocionalmente y mejor equipado para enfrentar el
estrés a lo largo de toda la vida.

Pero también es necesario ofrecerle un entorno que lo estimule lo suficiente,


porque así es que se siguen construyendo y conectando las redes en su cerebro.
Sólo si recibe estímulos visuales es que se desarrolla la corteza visual por
ejemplo. Sólo si se le habla es que desarrollará lenguaje.

El cerebro se desarrolla bien sólo si recibe la estimulación adecuada. Cuando es


escasa o excesiva, muy lenta o muy rápida, o si llega en un momento inadecuado
el desarrollo sano y normal del cerebro se perturba. La estimulación que le venga
de su entorno tiene que ser adecuada y oportuna. No lo favorece ni la sobrecarga
ni la escasez de estímulos, ni interrumpir su sueño tranquilo por necesidades de
los adultos.
Es necesario recordar que cada bebé tiene su sensibilidad personal: algunos
toleran el ruido y el movimiento alrededor de ellos, otros se sobreexcitan. Habrá
que descubrir cuánta estimulación es buena para cada uno, cuanta lo hace sentir
bien y cuánta lo hace sentir mal.

La estimulación oportuna es también temprana. ¿Qué quiere decir? Que desde


muy chiquitos vamos a ofrecerles experiencias que lo ayuden a desarrollarse
mejor. Eso no significa por cierto ni llevarlo a fiestas ni sentarlo frente a una
pantalla. La buena estimulación familiar, temprana y oportuna, implica por ejemplo
que cuando esté despierto esté ubicado en un lugar de la casa en el cual nos
puede ver y escuchar. Eso nos permitirá una interacción fluida, nos permitirá
contestarle sus vocalizaciones, esos «ruiditos» sin sentido aparente, pero tan
importantes como mensajes, nos permite acercarnos cuando nos mira, devolverle
o provocarle la sonrisa, hacerle alguna caricia.

El bebé chiquito no necesita objetos: su mejor estímulo y su mejor juguete es otro


ser humano. No solo disfruta que lo toquen, lo mimen y le hagan ruiditos, sino que
también aprende mucho en esos intercambios.

Cada vez que le cambian el pañal vive experiencias enriquecedoras que hacen
que su cerebro se encienda. Sensaciones corporales, perfumes, contacto físico, la
mirada y la comunicación. Ese ratito en que además de cambiarlo aprovechamos
para besarle las patitas o soplarle la pancita son mucho más importantes y
significativos que cualquier objeto ruidoso.

Pronto descubre su otro gran juguete estimulador: su propio cuerpo. Le encanta


mirar cómo se mueven sus manos, cómo se sienten los dedos en la boca, qué es
eso de lograr emitir sonidos. A medida que va adquiriendo habilidades motrices,
empezará a poder disfrutar de la manipulación de objetos seguros y limpios que le
ofrezcan color, sonido y texturas a explorar.

Y cuando empieza a poder trasladarse, ¡cuánto se agranda su mundo! Poder


gatear hacia un sillón llamativo o hacia los brazos del papá son experiencias
fascinantes que implican un complicadísimo trabajo de coordinación y deseo.
Cada una de estas experiencias es una especie de gimnasia mental muy efectiva.

Los bebés sanos que viven en familias que los pueden atender no necesitan una
estimulación profesional extra. Cuando no es así, cuando los bebes necesitan un
abordaje más intenso existen programas de actividades estimulantes que se
aplican de manera sistemática con el objetivo de desarrollar al máximo sus
capacidades cognitivas, físicas y psicológicas. Eso permite aprovechar la increíble
plasticidad y potencial de recuperación que tiene su cerebro en esas etapas
iniciales para desarrollarse a la altura de sus potencialidades.

La estimulación temprana y oportuna le permitirá al niño comprender mejor su


mundo, explorarlo, descubrirlo y pensarlo. Y ahí empieza todo, así se va forjando
su capacidad de aprendizaje, su motivación, su capacidad de enfrentar desafíos,
la seguridad en sí mismo. Por eso es que cuando hablamos de estimulación,
debemos hacerlo con mucho respeto: no es una manera de entretener a los
bebes, es una manera de ayudarlos a construirse como personas

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