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desestabilizadora? *
Andrew Dobson
Keele University, UK
RESUMEN. En este artículo se abordan ABSTRACT. In this article two distinct but
dos cuestiones diferentes, aunque interco- related questions are addressed. First, can
nectadas. La primera es: ¿puede articularse the politics of ecology be articulated in
una política de la ecología en términos de terms of citizenship? An affirmative ans-
ciudadanía? Mi respuesta a esta pregunta wer is given to this question, and an outline
es afirmativa, presentando una propuesta of «ecological citizenship» is presented.
de «ciudadanía ecológica». Esto conduce This gives rise to the second question: how
a la segunda cuestión: ¿cómo afecta la ciu- does ecological citizenship affect the idea
dadanía ecológica a la noción misma de of citizenship itself? This question is ans-
ciudadanía? Esta cuestión se responde wered through the articulation of an «ar-
mediante la articulación de una «arquitec- chitecture» of citizenship theory, organised
tura» de la teoría de la ciudadanía que se around the oppositions of rights and
organiza a través de las oposiciones entre duties, public and private spheres, active
derechos y deberes, la esfera pública y la and passive citizenship, and «territoriali-
privada, la ciudadanía activa y la pasiva y, sed» and «deterritorialised» conceptions of
por último, entre las concepciones «terri- citizenship. It is argued that the idea of
torializadas» y «desterritorializadas» de la ecological citizenship disrupts standard
ciudadanía. Se defiende que la noción de citizenship architecture by emphasising
ciudadanía ecológica desestabiliza la arqui- citizen duties over citizen rights, by sug-
tectura estándar de la ciudadanía al poner gesting that the private sphere is as much
el énfasis en los deberes de los ciudadanos a legitimate site of citizenship activity as
más que en los derechos; al sugerir que the public sphere, by denying the usual
el ámbito privado es un espacio tan legítimo association of «passive» citizenship with
para la actividad ciudadana como el espacio the private sphere, and by endorsing «de-
público, al negar la asociación habitual territorialised» conceptions of citizenship.
entre la ciudadanía «pasiva» y el ámbito Finally, ecological citizenship is presented
privado, y al revalidar las concepciones des- as contributing to a «remoralising» of poli-
territorializadas de ciudadanía. Finalmente, tics, and some of the resulting tensions with
se presenta la contribución de la ciudadanía the impulses of liberal democracy are
ecológica a la «remoralización» de la polí- outlined.
tica, y se trazan algunas de las tensiones
resultantes de su confrontación con las exi-
gencias de la democracia liberal.
pasiva. Por mi parte, creo que la ciuda- talismo y ciudadanía, no deja de parecerme
danía ecológica hace tambalearse oposi- una oportunidad perdida.
ciones de este tipo, dando lugar a un nuevo En su reciente libro (1998), Mark Smith
tipo de configuración de gran importancia se sitúa ya mucho más cerca de lo que
para la política contemporánea. yo considero interesante e importante en
Resulta sorprendente que se haya pres- la idea de ciudadanía ecológica (que él mis-
tado tan poca atención a la noción de ciu- mo denomina así), cuando se refiere a una
dadanía ambiental, o ecológica. Bart van «nueva política de obligaciones» (Smith,
Steenbergen le ha dedicado un trabajo 1998:99). Muchos ecologistas políticos
(Van Steenbergen, 1994c), pero su depen- estarían de acuerdo con Smith en que «los
dencia respecto a la influyente tipología límites que esto supone sobre la acción
tripartita de Marshall (ciudadanía civil, humana son severos» y, seguramente tam-
política y social) —a la que Van Steen- bién, en que, «en la actualidad, no hay
bergen quiere añadir una cuarta categoría vocabulario político que haya logrado cap-
bajo el nombre de ciudadanía ecológica turar esta transformación en la relación
(Van Steenbergen, 1994c:142)— le impide entre sociedad y naturaleza» (Smith
percatarse de lo que es realmente intere- 1998:99). Creo que la posición politico-
sante en la ciudadanía ecológica. La tipo- ecológica de la relación entre sociedad y
logía de Marshall es, notoriamente, una naturaleza es transformadora, no sólo de
tipología centrada en derechos, mientras la misma relación, sino, de los vocabularios
que una de las contribuciones más crucia- que usamos para articularla. «Ciudadanía»
les de la ciudadanía ecológica a la argu- es uno de los ejemplos que vienen al caso,
mentación contemporánea, estriba en su siendo la idea de obligación a la que se
atención a los deberes y obligaciones de refiere Smith ciertamente capital para una
la ciudadanía. El uso que Van Steenbergen articulación aceptable de la ciudadanía
hace de Marshall como marco organiza- ecológica. Al final de su libro, Smith sólo
dor, le obliga a descuidar este aspecto; y dedica cuatro páginas a la ciudadanía eco-
su respuesta implícitamente afirmativa a lógica y, por lo tanto, hay mucho más que
la pregunta de si la tipología de Marshall decir que lo que él arguye.
puede hacer frente a los desarrollos actua-
les, se pronuncia demasiado a la ligera
(Van Steenbergen, 1994b:3). Ciudadanía ecológica:
De modo similar, la promesa que, por deberes y responsabilidades
parte de Fred Twine, suponía la decisión
de dedicar una parte completa de su libro Actualmente está sobradamente consoli-
sobre ciudadanía (1994) al tema de la «in- dado y ampliamente aceptado que «la
terdependencia ecológica», parece desva- visión de la ciudadanía que está implícita
necerse, ya que, en lugar de explicarnos en gran parte de la teoría política posterior
qué es la ciudadanía ambiental o ecológica, a la guerra... se define casi por completo
se limita a señalar que la recurrencia a en términos de la posesión de derechos»
la reivindicación marshaliana de derechos (Kymlicka y Norman, 1994:354, y véase
sociales es más problemática que nunca, también Roche, 1992:20). Los deberes ciu-
dados los «crecientes límites ambientales dadanos reciben cierta atención en el tra-
y, en consecuencia, materiales» que están bajo seminal de Marshall, donde éste se
a la base de la misma (Twine, 1994:4). A refiere a los deberes de los empleados a
pesar de que esto pueda ser tan interesante la hora de hacer contribuciones obligato-
como verdadero, reducir a éstos los bene- rias, de buscar trabajo, de usar el arma
ficios de la interconexión entre ambien- de la huelga moderadamente; y, por parte
dominante tras la Guerra, ha entrado en nición, no tiene que ver con el cuidado
cuestionamiento gracias al «discurso cen- ni con la compasión. Esto último lo defien-
trado en deberes». Y continúa diciendo de con rotundidad Michael Ignatieff cuan-
que «el tema de las obligaciones versus do escribe que: «La precipitada retirada
los derechos de los ciudadanos, no es el desde el lenguaje en términos de justicia
tema fundamental de su trabajo, sino más hacia el lenguaje centrado en el cuidado,
bien la vinculación esencial de tales obli- es el signo más preocupante de la deca-
gaciones con uno de los géneros, particu- dencia del lenguaje de ciudadanía por par-
larmente en lo relacionado con la familia te de todos los partidos más a la izquierda
y con el mercado de trabajo» (Lister, que Mrs. Thatcher» (en Rees, 1995:321);
1995:6). Esto es como decir que existen y que «el lenguaje la ciudadanía no es pro-
varios tipos de obligaciones ciudadanas, piamente un lenguaje que tenga algo que
algunas de las cuales son (o llegarán a ser- ver con la compasión» (Ignatieff, 1991:34).
lo) tanto obligaciones de género en sí mis- Sin embargo, parece demasiado inflexible
mas (es decir, consideradas como obliga- el reservar la ciudadanía a los temas de
ciones de las mujeres) como también lle- justicia y sólo a ellos. Lo crucial de la ciu-
vadas a la práctica por los miembros de dadanía ecológica es que algunas de las
un género determinado, es decir, por las obligaciones de la ciudadanía —la preo-
mujeres. En este contexto, Lister se refiere cupación por los desconocidos distantes,
de manera muy sugerente a la idea del por ejemplo— sólo pueden expresarse en
«ciudadano que practica el cuidado» (Lis- términos de justicia de un modo forzado,
ter, 1995:33 y 1997:177), noción ésta que y que, por lo tanto, se necesitan nuevas
tiene mucho que ver con la de ciudadano virtudes ciudadanas. Esto no significa que
ecológico, tal como la he estado descri- la justicia debería ser reemplazada por
biendo aquí. Como muchas feministas, Lis- estas otras virtudes, sino que debería com-
ter tiene bien-fundadas reservas hacia esta plementarse con ellas a la hora de capturar
noción, pero sugiere que, «sin suscribir la mejor los requisitos de la ciudadanía en
tesis del “pensamiento maternal” o las la época de la ecología. De hecho, Ignatieff
nociones esencialistas sobre la superiori- no nos ofrece ninguna razón convincente
dad moral de mujer, es posible afirmar que para justificar que la compasión no deba
la política se podría enriquecer con las formar parte del lenguaje de la ciudadanía
preocupaciones y modos de actuar que las y se limita a decir que la «compasión es
mujeres pueden (aunque no siempre lo una virtud privada que no puede ser legis-
hagan) aportar» (Lister, 1995:13). El cui- lada ni promovida» (Ignatieff, 1991:34).
dado es, naturalmente, una actividad vin- Pero esto es más bien un non sequitur, ya
culada al género, y la tarea de la ciudadanía que no deben ser tampoco muchos los que
ecológica sería retomar dicha actividad y defiendan que las virtudes públicas pueden
quitarle todo sesgo de género: reclamarla —o deberían— ser legisladas o promovi-
como una virtud de la ciudadanía y no de das. La cuestión no es si la virtud de la
uno de sus géneros. compasión puede, o no, ser promovida,
Esto preocupará a cuantas feministas (y sino si captura la esencia de la ciudadanía
demás personas) ofrecen resistencia a la ecológica. Y dado que la ciudadanía eco-
noción de valores «femeninos» y de vida lógica tiene que ver, en parte, con la preo-
pública «feminizada» (incluso si lo escri- cupación hacia los vulnerables, y que esta
bimos entre comillas). Y también moles- preocupación no siempre puede expresar-
tará a los que creen que la ciudadanía es, se en términos de justicia, el cuidado y
por definición, algo que tiene que ver con la compasión pueden ser legítimamente
la esfera pública; o que, también por defi- considerados como virtudes ciudadanas.
Una vez más, la noción de ciudadanía eco- lógica se aprenden dentro de él. En gene-
lógica distorsiona el vocabulario estándar ral, el ciudadano ecológico actúa, induda-
—o de un modo más general el discurso— blemente en muchos niveles diferentes de
de la ciudadanía, y eso ocurre también en la sociedad. Por lo que se refiere a los
relación a la distinción —aclamada a través «espacios de actividad», la ciudadanía eco-
del tiempo— entre lo público y lo privado. lógica tiene más puntos en común con la
A ella me voy a referir a continuación. concepción propia de la Nueva Derecha
[que defiende el «servicio voluntario a la
familia, la vecindad y la sociedad en sen-
La ciudadanía ecológica y la división tido más amplio» (Bellamy y Greenaway,
entre lo público y lo privado 1995:475)], que con el republicanismo cívi-
co. Esto supone la reestructuración del sig-
Seguramente no es ninguna exageración nificado de lo «político». Anne Phillips cri-
afirmar que la ciudadanía siempre ha esta- tica la noción del «ciudadano activo» que
do asociada con lo que se conoce como Douglas Hurd formulara a finales de los
el «ámbito público». Como señala Pocock, ochenta; ése que recoge la basura, pero
la sentencia aristotélica del «ser humano que nunca se detiene a reflexionar sobre
es un animal político» se basa en la sepa- los asuntos políticos de cada día» (Phillips
ración rigurosa entre lo público y lo pri- 1991:84). La palabra «basura» está elegida
vado o de la polis frente al oikos» (Pocock, con esmero para crear un efecto intencio-
1995:32); y no sólo esto, sino que considera nadamente paródico. Sin embargo, si la
lo público como más valioso que lo pri- reemplazamos por la palabra «residuos»,
vado. En concreto, Aristóteles insistía en un asunto apolítico se convierte en político
que el ámbito de la oeconomia —el ámbito —al menos desde un punto de vista
en el que se manifiestan las necesidades ambiental—. Del mismo modo que la Nue-
materiales de la vida diaria— era un ámbi- va Derecha, el ciudadano ecológico «rei-
to de menor importancia que el público» vindica con empeño la reaserción y el rees-
(Ignatieff, 1995:56). Para la teoría de la tablecimiento de la importancia de la «so-
ciudadanía, esta separación ha permane- ciedad civil», tanto para la política moderna
cido virtualmente intacta, hasta el punto como para la vida social [en definitiva, y
de que el, insistentemente debatido, rena- dejando a un lado el tema del capitalismo,
cimiento actual de la ciudadanía ha girado el rol del voluntarismo y también de la
casi por completo alrededor de la «reha- familia y la comunidad» (Roche, 1992:49,
bilitación de los elementos que se podrían y también Lister, 1997:22)]. Esto rompe
calificar abreviadamente como la “tradi- por completo con la idea rousseauniana
ción cívica clásica”... La concepción de la y jacobina según la cual, la sociedad civil
ciudadanía que deriva de Aristóteles con- (las familias, las asociaciones etc.) cons-
cibe al ciudadano, primero y por encima tituyen una amenaza para la ciudadanía
de todo, como un participante activo en (ver Nisbet, 1974:619, 624, 633-634).
los asuntos públicos de la polis» (Burchell, No obstante, puede que el ámbito pri-
1995:540, y ver también Walzer, 1989:211). vado sea —de entre todos los ámbitos de
Para la ciudadanía ecológica, esta separa- actividad— el que más claramente trans-
ción entre lo público y lo privado no se greda las ideas heredadas sobre ciudada-
sostiene. Y esto por dos razones. La pri- nía. Lo fundamental de esta tesis queda
mera es que el hogar es el espacio de gran perfectamente expresado por Paul Clarke
parte de la actividad del ciudadano eco- cuando sugiere la posibilidad de que las
lógico. La segunda es que, posiblemente, acciones privadas tengan implicaciones
incluso las virtudes de la ciudadanía eco- públicas de carácter virtuoso. En relación
como hemos visto más arriba; y que es muy ausencia de interés por el tema de la per-
difícil hacerlo en otro espacio que no sea tenencia. Hay dos razones que lo explican.
el público, la idea de ciudadanía ecológica La primera es que la importancia que se
muestra, además, que la ciudadanía activa le ha otorgado a este tema por parte de
es perfectamente posible en la esfera pri- las nociones tradicionales de ciudadanía se
vada y que, sin lugar a dudas, éste es un debe a la estrecha relación entre la per-
rasgo determinante de dicho concepto. A tenencia a una comunidad política y las
pesar de que esto resulte contraintuitivo habilitaciones: si no hay pertenencia, no
respecto al enorme volumen de trabajo hay habilitaciones. Por otra parte, el énfa-
sobre ciudadanía, es absolutamente con- sis que otorga la ciudadanía ecológica a
sistente con lo que los ecologistas políticos los deberes frente a las habilitaciones favo-
entienden como tal. La ciudadanía ecoló- rece una relación mucho menos específica
gica es una ciudadanía que, salvando las entre el ciudadano y lo que él/la debería
distancias, tiene que cargar al menos con hacer en cuanto tal. Los deberes recono-
un aspecto del republicanismo cívico y de cidos por la ciudadanía ecológica no se
sus manifestaciones contemporáneas. «El dirigen específicamente a nadie en con-
ciudadano ideal del republicanismo clási- creto. Una vez más, esto puede resultar
co... estaba liberado de la necesidad de tra- perverso a quienes creen que la ciudada-
bajar y de satisfacer sus necesidades cor- nía, si quiere serlo, debe estar vinculada
porales... descargado de las demandas de al tema de la pertenencia. Pero mi enfoque
la vida cotidiana» (Lister, 1997:32). En no supone que la ciudadanía ecológica
cambio, la ciudadanía ecológica está cen- desestime por completo el tema de la per-
trada por completo en la vida cotidiana. tenencia. Simplemente es menos exigente
Por lo tanto, en la medida en que acti- en el tema de la «tarifa de entrada» propio
vidad y pasividad sean categorías útiles, la del debate sobre ciudadanía, rasgo que
ciudadanía ecológica distorsiona su uso comparte con otros conceptos contempo-
normal al reconocer que una ciudadanía ráneos de ciudadanía cosmopolita o global.
ecológica de carácter activo puede ser ejer- Para las concepciones cosmopolita y eco-
cida en la esfera privada. De acuerdo con lógica de la ciudadanía, las incipientes
el ecologista político, el hogar es un espa- autoridades políticas de carácter transna-
cio importante para la actividad política. cional, al igual que las naciones-estado per-
Restringir la idea de activismo al ámbito fectamente constituidas, proporcionan el
público, es crear un punto ciego en lo que contexto en el que es legítimo hablar de
a la actividad política se refiere, y, en con- ciudadanía.
secuencia, restringir innecesariamente el En segundo lugar, las relaciones de la
cometido de la misma ciudadanía. ciudadanía difieren, en la concepción eco-
La ciudadanía ecológica y el rol e (ir)re- lógica, respecto a las acuñadas por el
levancia de la pertenencia. modelo tradicional de las habilitaciones.
Buena parte del reciente interés por la De acuerdo con este modelo, la relación
ciudadanía se debe a la naturaleza com- fundamental es la que existe entre el ciu-
pleja y plural de las sociedades modernas, dadano como individuo y la autoridad polí-
y a los problemas consecuentes en lo que tica: el ciudadano individual reivindica sus
se refiere a las habilitaciones. Si éstas son habilitaciones frente a la misma autoridad
sólo propias de los ciudadanos, entonces política constituida que se las concede. Por
los criterios de ciudadanía poseen, eviden- el contrario, la ciudadanía ecológica se
temente, una importancia decisiva. La ciu- centra en las relaciones horizontales entre
dadanía ecológica nada aquí contra los ciudadanos y no en la relación vertical
corriente, destacando por su notable (aunque recíproca) entre el ciudadano y
mañana, y sostienen que el «generacionis- menos que ver con los derechos per se que con
mo» es similar y tan poco defendible como una ética del cuidado. Es verdad que el cuidado
el racismo o el sexismo. Inequívocamente, se refiere a uno mismo, pero no necesariamente.
suscribirán el punto de vista de Maurice Como ya señalara Kant con gran acierto, el
autorrespeto es un requisito de toda perspectiva
Roche, según el cual:
ética, pero, con el mismo peso, solicita ésta tam-
bién la preocupación por los otros y por el resto
El paradigma dominante de la ciudadanía
del mundo (Clarke, 1996:4).
social, incluyendo la versión marshaliana del
mismo, descansa sobre presupuestos temporales
En este sentido, la ciudadanía ecológica
tácitos y normalmente poco reconocidos. Da por
hecho que los únicos asuntos que merece la pena recoge todos los desafíos que han sido pro-
tener en cuenta son los relacionados con los puestos a las concepciones dominantes de
derechos sociales y las necesidades vitales de la ciudadanía social, tal y como las ha saca-
todo el conjunto de las generaciones actuales... do a la luz Maurice Roche: «(1) preva-
Nada mejor que lo anteriormente expuesto para lencia de los deberes sociales sobre los
expresar el carácter anacrónico del paradigma derechos y (2) extensión de los deberes
dominante (Roche, 1992:242). sociales a esferas, no-estatales y sí de la
sociedad civil, que previamente habían
Una concepción más amplia avanzaría
permanecido relativamente descoloniza-
más allá del ámbito humano hasta incluir
das, en particular la familia..., pero tam-
las obligaciones de los ciudadanos hacia
bién la ecosfera social... y la historicidad
otras especies, y no sólo hacia la propia.
de la sociedad (inter-generacionalismo,
Como ha afirmado Paul Clarke: «La
herencia, etc.)» (Roche, 1992:5).
expansión de los círculos del reconoci-
El elemento de «desterritorialización»
miento incluye a los otros y al mundo, tanto
que conlleva la conciencia ecológica, está
social como natural» (Clarke, 1996:3). Lo
muy relacionado con el tema de los dere-
cual es perfectamente coherente con la
chos y de los deberes, anteriormente tra-
interpretación de la ciudadanía como cui-
tado en este artículo. Como he dicho ya
dado perfilada anteriormente. Incluso
antes, los deberes del ciudadano ecológico
Geoff Mulgan, uno de los más decisivos
no se dirigen a nadie de un modo específico
consejeros del Primer Ministro Tony Blair,
ni en el tiempo ni en el espacio. Una vez
reconoce esta contribución ecológica a la
que aparece en escena el cuidado y la com-
idea, cada vez más popular, de la respon-
pasión hacia desconocidos lejanos, la
sabilidad ciudadana: «El movimiento ver-
orientación centrada en derechos y en la
de no sólo invita a tener en cuenta la res-
nación-estado (como orientación domi-
ponsabilidad de los políticos y de los
nante en la mayoría de las formas de ciu-
empresarios, sino de toda la especie huma-
dadanía históricas y contemporáneas),
na. Los seres humanos tendrían respon-
empieza a resultar insuficiente:
sabilidades hacia otras especies y hacia la
propia vida en general» (Mulgan, 1991:38). Todo esto viene a significar que la pintura
En suma, las clarificadoras palabras de de la ciudadanía social propia del paradigma
Clarke acerca de su concepto de ciudadano dominante, y basada en los derechos sociales,
profundo son aplicables, mutatis mutandis, es inadecuada. Evidentemente, reconocer dere-
a la concepción ecológica: chos sociales a las generaciones futuras significa
tener que solicitar a las generaciones presentes
Mientras que el actor es individual, el lugar que reconozcan y acepten deberes sociales con-
y el foco de su actividad no están tan relacio- siderablemente nuevos. Argumentar a favor de
nados con el individuo como con la dimensión los derechos sociales de las generaciones futuras
compartida de la actividad. Como consecuencia, es argumentar a favor de deberes sociales y de
el modelo de la ciudadanía profunda tiene límites de acción que deben aceptar las gene-
raciones presentes sin posibilidad de compen- de las cualidades y actitudes de sus ciu-
sación o de reciprocidad en la reclamación de dadanos» (Kymlicka y Norman, 1994:352).
sus propios derechos frente a las generaciones Se refieren a las políticas ambientales
futuras. Para digerir las implicaciones particu-
como el área donde la remoralización está
lares del desarrollo de nuevos derechos sociales,
se hace necesario un replanteamiento y una
más ausente y es más necesaria, apuntando
renovación políticas de carácter sustancial a lo a «las deficiencias de las políticas ambien-
largo de todo el espectro de lo político (Roche, tales que requieren la cooperación volun-
1992:243). taria de los ciudadanos» (Kymlicka y Nor-
man, 1994:352). La referencia a «cualida-
Ciertamente, la naturaleza no-recípro- des y actitudes» marca el camino hacia las
ca, no-territorial y orientada a deberes de virtudes cívicas.
la ciudadanía ecológica, hace que se opon-
ga a las concepciones dominantes, orien-
tadas a los derechos sociales. Mark Smith La ciudadanía ecológica y la política
está seguramente en lo cierto cuando afir- de la virtud
ma que las perspectivas del concepto de
ciudadanía ecológica son inciertas y que Por supuesto, la noción de «virtudes ciu-
la preocupación actual por los derechos dadanas» y la misma noción de ciudadanía,
y las habilitaciones sugiere que cualquier han estado siempre en relación, pero mien-
tentativa de promover una política de obli- tras que la ciudadanía ecológica tiene algo
gaciones encontrará mucha resistencia» en común con estas nociones consolidadas,
(Smith, 1998:99-100). Smith continúa les añade cosas y también les quita otras.
diciendo que la ciudadanía ecológica impli- La ciudadanía clásica republicana, por
ca «cambios significativos tanto en las ejemplo, se define a partir de las virtudes
creencias, como en el comportamiento y del «coraje, la devoción, la disciplina mili-
en las estructuras institucionales de la tar y el arte de gobernar» (Van Gunsteren,
humanidad» (Smith, 1998:100); y, dada la 1994:42), ninguna de las cuales tiene
naturaleza no-recíproca, no-territorial y mucho que ver con la ciudadanía ecológica.
orientada a deberes de la ciudadanía eco- Es importante, pues, señalar aquí que la
lógica, uno de los cambios seguramente idea de una virtud republicana «masculi-
más importantes es la reactualización de na» (Van Gunsteren, 1994:42) ha sido tan
una política de la virtud. influyente, que existe una tendencia pal-
Dicha reactualización conecta con la pable a poner bajo sospecha cualquier
remoralización contemporánea de la polí- recuperación de la virtud. Jean Bethke
tica, constituyendo sólo uno de sus rasgos. Elshtain, por ejemplo, escribe que «el pro-
La remoralización tiene lugar dondequiera blema de la tradición de la virtud cívica
que exista la creencia en que los problemas se puede resumir brevemente: la virtud
sociales y políticos actuales no son com- está armada» (Elshtain, 1986:102). Bien,
pletamente abordables mediante lo que algunas veces sí y otras no, pero, en todo
podríamos llamar soluciones «procedi- caso, las puntualizaciones de Elshtain se
mentales». Pero también dondequiera que dirigen a una forma de ciudadanía terri-
se entienda que el mismo marco normativo torializada en la que la ciudadanía asume
en el que actúan los procedimientos está la función de «homogeneizar “sociedades
necesitado de revisión. En relación a esto, diversas”, como era América en la época
Will Kymlicka y Wayne Norman han seña- de la Primera Guerra Mundial» (Elshtain,
lado que: «la salud y la estabilidad de la 1986:105). Por nuestra parte, hemos sos-
democracia moderna depende, no sólo de tenido que la ciudadanía ecológica es una
la justicia y de su “estructura básica”, sino ciudadanía desterritorializada y, en ese
contexto, no es tan urgente la necesidad ejemplo, relata que, «de acuerdo con una
expuesta por Elshtain de la búsqueda sutil reciente encuesta, sólo el 12 por 100 de
de «rasgos de una comunidad americana los adolescentes americanos declaró que
de la memoria que pudieran constituimos votar era importante para ser un buen ciu-
como ciudadanos cívicos, no en el marco dadano» (Kymlicka, 1995:236); una situa-
de un bien común, sino mediante el sentido ción que claramente lamenta, ya que
compartido de pathos y de tragedia» (Elsh- desearía que los adolescentes americanos
tain, 1986:106). consideraran el voto como un rasgo esen-
Otro grupo de virtudes propuestas a cial de lo que significa ser un buen ciu-
menudo en el contexto de la ciudadanía dadano. Los ciudadanos ecológicos no
(particularmente cuando los liberales tra- entran aquí en conflicto con la opinión
tan de hacer cuadrar sus creencias funda- general de Kymlicka, pero no quieren cen-
cionales con la idea de «civismo»), son las trar su interés normativo, por lo que se
relacionadas con las normas procedimen- refiere a las virtudes ciudadanas, en el
tales de participación y de debate. Como votar, ni siquiera en la participación polí-
Kymlicka y Norman han señalado, existe tica tomada en sentido más amplio. Así
una creencia generalizada en que «el com- pues, si las virtudes del procedimentalismo
promiso liberal con la libertad, con la neu- liberal y de la participación política no son
tralidad o con el individualismo, convierte cruciales para la ciudadanía ecológica,
el concepto de virtud cívica en ininteligi- ¿cuáles son entonces?
ble» (Kymlicka y Norman, 1994:365). Ellos Varias veces a lo largo de este artículo,
responden a esto a través de la idea de me he referido al cuidado y a la compasión
«virtud liberal» y ponen como ejemplo la como constitutivos de la ciudadanía eco-
«razonabilidad pública»: «Los ciudadanos lógica. En parte, estas virtudes se originan
liberales deben dar razones a favor de sus por la peculiar naturaleza de los deberes
propuestas políticas, no limitarse a mani- ligados a la ciudadanía ecológica. Los
festar preferencias o a proferir amenazas» deberes del ciudadano ecológico se dirigen
(Kymlicka y Norman, 1994:366). La ciu- a desconocidos lejanos, y mientras que
dadanía ecológica podría ratificar estas vir- dichos deberes podrían ser entendidos des-
tudes procedimentales, pero no por razo- de el ámbito de la justicia, es un hecho
nes específicas de la dimensión ecológica notorio que los argumentos centrados en
del concepto. Esto significa que, por muy la justicia resultan difíciles en este con-
larga que fuera la lista de virtudes pro- texto. Es, por lo tanto, ese espacio que
cedimentales, no agotaría lo que la ciu- va más allá de la justicia, por decirlo así,
dadanía ecológica entiende por virtudes el que quiere llenar la ciudadanía ecológica
ecológicas. con su concepción de la virtud. Normal-
Y lo mismo vale para la participación mente, las virtudes del cuidado y de la com-
en la vida política de la comunidad, quizás pasión son consideradas como irrelevantes
la que se ha considerado con más frecuen- para la ciudadanía, o como un obstáculo
cia como virtud ciudadana. La participa- importante para su ejercicio. Ya hemos vis-
ción política puede, de forma notoria, to antes que Michael Ignatieff represen-
tomar muchas formas, pero lo crucial de taba la primera posición (Ignatieff,
todas ellas es la actividad en la esfera públi- 1991:34), y la segunda es introducida por
ca. Muy a menudo, esta virtud se expresa Iris Marion Young como sigue:
en términos de su mínimo común deno-
minador (en las sociedades democráticas La independencia es una virtud ciudadana
liberales en cualquier caso), es decir, votar importante en la república democrática moder-
en las elecciones periódicas. Kymlicka, por na, ya que permite a todos los ciudadanos apa-
lugares particulares a través de las acti- dana. Esto es así por dos razones. En pri-
vidades de la disciplina social, tanto exter- mer lugar, los hábitos prácticos ambien-
namente, por parte de los gobiernos, como talmente sostenibles se aprenden y se prac-
«internamente», a través de las técnicas tican en el hogar; y en segundo lugar, las
de la autodisciplina y de la autoformación» virtudes fundamentales de la ciudadanía
(Burchell, 1995:549; ver también Harrison, ecológica —el cuidado y la compasión—
1991:209-10). Como proyecto político, la están arquetípicamente asociadas con el
ciudadanía ecológica debe atender a las ámbito privado. En este sentido, la ciu-
condiciones y a los mecanismos necesarios dadanía ecológica lleva otra intuición tra-
para su promoción. Por mi parte, he tra- dicional de la ciudadanía sobre su cabeza:
tado de presentar la ciudadanía ecológica desde un punto de vista ecológico, la buena
como un desafío desestabilizador respecto ciudadanía ecológica se aprende en el
a las nociones tradicionales de ciudadanía; ámbito privado, no en el público.
y, de igual modo, sería correcto sospechar Al otro lado del espectro de la actividad
que las líneas directrices comúnmente propia de la ciudadanía ecológica, se sitúa
admitidas para el desarrollo y el fomento el mundo o, en palabras de Van Steen-
de la ciudadanía, no nos van a servir mucho bergen, la tierra. Hubo un tiempo en que
aquí. La sospecha se profundiza cuando la idea de un «ciudadano del mundo» pare-
leemos la lista de «precondiciones estruc- cía oponerse abiertamente a la realidad
turales y culturales» para el desarrollo de política; una realidad que fue fundada
la ciudadanía de Bryan Turner: «una cul- sobre la nación-estado y en la que el sen-
tura civil, la secularización, el declive de tido del deber y de la obligación se exten-
valores particulares, la emergencia de la dían raramente más allá. Éste no es el lugar
idea de un ámbito público, la erosión de para discutir el fenómeno muy comentado
compromisos particulares y el marco admi- y, a menudo hasta manido de la «globa-
nistrativo de la nación-estado» (Turner, lización», pero parece justo señalar que los
1993c:vii). A estas alturas ya debería haber desarrollos de los últimos cuarenta años
quedado claro que la reconfiguración de han dado lugar a una situación en que la
los ámbitos público y privado llevada a idea de una «sociedad civil» global ya no
cabo por la ciudadanía ecológica, así como puede resultar absurda: «se han producido
su carácter global, ponen en peligro esta una serie de, acontecimientos prácticos
lista de un modo considerable. Por con- que están globalizando con rapidez nues-
siguiente, lo más conveniente para los que tros horizontes de perspectiva, incluidos
quieren, tanto ejercer como, articular una los contornos de la vida política» (Falk,
ciudadanía ecológica es que sean adver- 1994:131). De modo similar, Jürgen
tidos de que deberían extender su mirada Habermas opina que «la esfera pública
fuera de la ciudad, más allá de lo público mundial» kantiana se está haciendo más
y mucho más allá de la nación-estado. cercana y se convertirá, por primera vez,
Uno de los rasgos característicos de la en una realidad política con las nuevas
ciudadanía ecológica es su conexión entre relaciones de la comunicación global... La
lo local y lo global. Esto significa que las llegada de una ciudadanía mundial ha
actividades de la ciudadanía ecológica se dejado de ser un fantasma, aunque este-
pueden desempeñar, de forma literal, en mos lejos de conseguirla. La ciudadanía
cualquier lugar. A un lado de este espectro nacional y la mundial forman un continuo
se sitúa la esfera privada, y es esencial para que se empieza a ver, al menos, como un
las expectativas de la ciudadanía ecológica esbozo» (Habermas, 1995:279).
que esta esfera sea entendida como un Por supuesto, no todos los caminos de
espacio bona fide para la actividad ciuda- la globalización se dirigen hacia las clases
NOTAS
1
Debido a la imposibilidad de encontrar un término de dicho sistema, el ciudadano necesita acreditar la
equivalente en castellano, he optado por no traducir condición de demandante activo de empleo: [N. T.].
el término «workfare». Por obligaciones «workfare», 2
Es imposible rescatar en castellano el brillante
Dobson parece referirse a aquellas que harían suyas juego de palabras de Dobson, al crear una dicotomía
los ciudadanos en cuanto sujetos a un sistema de pro- entre los términos «inflection» e «infection»: [N. T.].
visión social referido al desempleo. Para beneficiarse