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Ciudadanía ecológica: ¿una influencia

desestabilizadora? *
Andrew Dobson
Keele University, UK

RESUMEN. En este artículo se abordan ABSTRACT. In this article two distinct but
dos cuestiones diferentes, aunque interco- related questions are addressed. First, can
nectadas. La primera es: ¿puede articularse the politics of ecology be articulated in
una política de la ecología en términos de terms of citizenship? An affirmative ans-
ciudadanía? Mi respuesta a esta pregunta wer is given to this question, and an outline
es afirmativa, presentando una propuesta of «ecological citizenship» is presented.
de «ciudadanía ecológica». Esto conduce This gives rise to the second question: how
a la segunda cuestión: ¿cómo afecta la ciu- does ecological citizenship affect the idea
dadanía ecológica a la noción misma de of citizenship itself? This question is ans-
ciudadanía? Esta cuestión se responde wered through the articulation of an «ar-
mediante la articulación de una «arquitec- chitecture» of citizenship theory, organised
tura» de la teoría de la ciudadanía que se around the oppositions of rights and
organiza a través de las oposiciones entre duties, public and private spheres, active
derechos y deberes, la esfera pública y la and passive citizenship, and «territoriali-
privada, la ciudadanía activa y la pasiva y, sed» and «deterritorialised» conceptions of
por último, entre las concepciones «terri- citizenship. It is argued that the idea of
torializadas» y «desterritorializadas» de la ecological citizenship disrupts standard
ciudadanía. Se defiende que la noción de citizenship architecture by emphasising
ciudadanía ecológica desestabiliza la arqui- citizen duties over citizen rights, by sug-
tectura estándar de la ciudadanía al poner gesting that the private sphere is as much
el énfasis en los deberes de los ciudadanos a legitimate site of citizenship activity as
más que en los derechos; al sugerir que the public sphere, by denying the usual
el ámbito privado es un espacio tan legítimo association of «passive» citizenship with
para la actividad ciudadana como el espacio the private sphere, and by endorsing «de-
público, al negar la asociación habitual territorialised» conceptions of citizenship.
entre la ciudadanía «pasiva» y el ámbito Finally, ecological citizenship is presented
privado, y al revalidar las concepciones des- as contributing to a «remoralising» of poli-
territorializadas de ciudadanía. Finalmente, tics, and some of the resulting tensions with
se presenta la contribución de la ciudadanía the impulses of liberal democracy are
ecológica a la «remoralización» de la polí- outlined.
tica, y se trazan algunas de las tensiones
resultantes de su confrontación con las exi-
gencias de la democracia liberal.

* Traducción de Carmen Velayos Castelo.

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NOTAS Y DISCUSIONES

Introducción: El renacimiento la ciudadanía, pero que, como consecuen-


de la ciudadanía cia, ésta habrá de reordenarse de modos
suficientemente singulares e inéditos. En
El interés por la ciudadanía viene y va. este sentido, el presente artículo es una
El comentario subsiguiente de Peter Rei- contribución a los «estudios sobre ciuda-
senberg en la Francia del siglo XVIII es, danía». Y en este contexto, mi objetivo
mutatis mutandis, aplicable a gran parte consiste en contrastar las concepciones
del período posterior a la Segunda Guerra ecológicas de la ciudadanía con otras, más
Mundial en el mundo occidental: habituales.
Finalmente, propongo que varias de las
Desde la época de Luis XIV hasta la Revo- condiciones para la realización de la ciu-
lución, la ciudadanía no constituyó una gran dadanía ecológica están ya ahí, pero que
preocupación para la teoría política francesa... los gobiernos deberían tomar la iniciativa
Aunque unos cuantos moralistas tradicionales
a la hora de promoverla. No obstante, la
pudieran discutir el asunto, y aunque continuara
habiendo debate acerca de cuál era la relación naturaleza normativa de la ciudadanía eco-
apropiada entre el interés público y el privado, lógica choca con el evidente compromiso
no hubo en ningún caso un cuestionamiento de los gobiernos democráticos liberales
serio del empeño de la civilización occidental con la neutralidad respecto a la «vida bue-
por la búsqueda de la riqueza (Reisenberg, na». En un sentido más amplio, la noción
1992:253). de «educación ambiental», cada vez más
popular, se encuentra en tensa relación con
Pero, por distintas razones, ha habido el proyecto liberal.
un resurgimiento notable de la ciudadanía En consecuencia, éstas son las líneas
en los últimos años. En la actualidad, es principales de la investigación que aquí se
común aprovecharla para articular proyec- desarrolla. En primer lugar, voy a trazar
tos políticos de cualquier ámbito político, el ámbito del resurgimiento de la ciuda-
y se ha producido una ingente cantidad danía, empezando por situar a la política
de esfuerzo intelectual en situar tales pro- ecológica dentro del mismo.
yectos en el complejo campo conceptual Ha resultado frecuente escribir sobre
en que se ha convertido el tema de la ciu- ciudadanía a través de lo que la teoría pos-
dadanía. Sin embargo, no ha habido inten- moderna ha dado en llamar «oposiciones
to sistemático alguno que relacione los binarias», entre las cuales las más comunes
temas de la política ecológica con los de son: pública y privada, activa y pasiva, y
la ciudadanía. Esto sorprende, puesto que, derechos y deberes (Burchell, 1995:541)
desde su reemergencia, la política ecoló- —a las que yo añadiría las concepciones
gica se ha asociado habitualmente con los «territorializadas» y «desterritorializadas»
temas de ciudadanía, tales como el for- de la ciudadanía. Me voy a referir a estas
talecimiento de la esfera pública, el com- oposiciones como los constituyentes de la
promiso con la participación política, y la «arquitectura» de la teoría de la ciudada-
búsqueda de la relevancia política de los nía. Buena parte de lo cual se lo debo al
ciudadanos. Mi primer objetivo es, por tan- innovador artículo que Bryan Turner escri-
to, analizar si la política ecológica puede bió en 1990. En él contrastaba la ciuda-
ser expresada en términos de ciudadanía. danía pública con la privada y la activa
El segundo objetivo se deduce del pri- con la pasiva. Decididamente, Turner con-
mero. Mi punto de vista consiste en que, sidera que ambas oposiciones no son inde-
sin duda, la política ecológica sí puede ser pendientes entre sí, sino que, por el con-
articulada a través de lo que vengo a deno- trario, la ciudadanía pública y la activa se
minar como «arquitectura» conceptual de posicionan contra la ciudadanía privada y

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pasiva. Por mi parte, creo que la ciuda- talismo y ciudadanía, no deja de parecerme
danía ecológica hace tambalearse oposi- una oportunidad perdida.
ciones de este tipo, dando lugar a un nuevo En su reciente libro (1998), Mark Smith
tipo de configuración de gran importancia se sitúa ya mucho más cerca de lo que
para la política contemporánea. yo considero interesante e importante en
Resulta sorprendente que se haya pres- la idea de ciudadanía ecológica (que él mis-
tado tan poca atención a la noción de ciu- mo denomina así), cuando se refiere a una
dadanía ambiental, o ecológica. Bart van «nueva política de obligaciones» (Smith,
Steenbergen le ha dedicado un trabajo 1998:99). Muchos ecologistas políticos
(Van Steenbergen, 1994c), pero su depen- estarían de acuerdo con Smith en que «los
dencia respecto a la influyente tipología límites que esto supone sobre la acción
tripartita de Marshall (ciudadanía civil, humana son severos» y, seguramente tam-
política y social) —a la que Van Steen- bién, en que, «en la actualidad, no hay
bergen quiere añadir una cuarta categoría vocabulario político que haya logrado cap-
bajo el nombre de ciudadanía ecológica turar esta transformación en la relación
(Van Steenbergen, 1994c:142)— le impide entre sociedad y naturaleza» (Smith
percatarse de lo que es realmente intere- 1998:99). Creo que la posición politico-
sante en la ciudadanía ecológica. La tipo- ecológica de la relación entre sociedad y
logía de Marshall es, notoriamente, una naturaleza es transformadora, no sólo de
tipología centrada en derechos, mientras la misma relación, sino, de los vocabularios
que una de las contribuciones más crucia- que usamos para articularla. «Ciudadanía»
les de la ciudadanía ecológica a la argu- es uno de los ejemplos que vienen al caso,
mentación contemporánea, estriba en su siendo la idea de obligación a la que se
atención a los deberes y obligaciones de refiere Smith ciertamente capital para una
la ciudadanía. El uso que Van Steenbergen articulación aceptable de la ciudadanía
hace de Marshall como marco organiza- ecológica. Al final de su libro, Smith sólo
dor, le obliga a descuidar este aspecto; y dedica cuatro páginas a la ciudadanía eco-
su respuesta implícitamente afirmativa a lógica y, por lo tanto, hay mucho más que
la pregunta de si la tipología de Marshall decir que lo que él arguye.
puede hacer frente a los desarrollos actua-
les, se pronuncia demasiado a la ligera
(Van Steenbergen, 1994b:3). Ciudadanía ecológica:
De modo similar, la promesa que, por deberes y responsabilidades
parte de Fred Twine, suponía la decisión
de dedicar una parte completa de su libro Actualmente está sobradamente consoli-
sobre ciudadanía (1994) al tema de la «in- dado y ampliamente aceptado que «la
terdependencia ecológica», parece desva- visión de la ciudadanía que está implícita
necerse, ya que, en lugar de explicarnos en gran parte de la teoría política posterior
qué es la ciudadanía ambiental o ecológica, a la guerra... se define casi por completo
se limita a señalar que la recurrencia a en términos de la posesión de derechos»
la reivindicación marshaliana de derechos (Kymlicka y Norman, 1994:354, y véase
sociales es más problemática que nunca, también Roche, 1992:20). Los deberes ciu-
dados los «crecientes límites ambientales dadanos reciben cierta atención en el tra-
y, en consecuencia, materiales» que están bajo seminal de Marshall, donde éste se
a la base de la misma (Twine, 1994:4). A refiere a los deberes de los empleados a
pesar de que esto pueda ser tan interesante la hora de hacer contribuciones obligato-
como verdadero, reducir a éstos los bene- rias, de buscar trabajo, de usar el arma
ficios de la interconexión entre ambien- de la huelga moderadamente; y, por parte

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del Estado, de asegurar y defender los versiones «degradadas» (Phillips, 1991:77).


derechos individuales, etc. No obstante, y Sin embargo, la noción de ciudadanía eco-
desde mi punto de vista, dichos deberes lógica resitúa la importancia de las res-
no reciben suficiente consideración por ponsabilidades ciudadanas de un modo
parte de Marshall. Últimamente, resulta que difiere notablemente de las versiones
notorio el interés por los deberes y res- neoconservadoras del «retorno al deber»,
ponsabilidades de los ciudadanos y algunos tal y como voy a comentar a continuación.
comentaristas han hablado de la «necesi- El nexo (de unión) neoconservador
dad de complementar (o de reemplazar) entre los derechos de los ciudadanos y las
la aceptación pasiva de los derechos de obligaciones workfare 1, radica en lo que
los ciudadanos con el ejercicio activo de viene a ser una visión contractualista de
las responsabilidades y de la virtudes de los derechos y de las obligaciones. La ciu-
la ciudadanía, entre las que cabe citar la dadanía se concibe como un contrato entre
independencia económica, la participación el ciudadano y el Estado, mediante el cual,
política e, incluso, la civilidad» (Kymlicka el ciudadano reclama sus derechos al Esta-
y Norman, 1994:355); y de la forma en que do, pero también se compromete a con-
«puede decirse que el Estado de Bienestar tribuir con los fines del Estado pagando
ha parecido promocionar una concepción sus impuestos, por ejemplo, o buscando
de la ciudadanía centrada en derechos, trabajo cuando está desempleado. Esta
relativamente exenta de obligaciones y no visión contractualista de la ciudadanía es
recíproca» (Roche, 1992:31; véase también muy común —tanto que rara vez es expre-
Rees, 1995:316). sada con claridad, y mucho menos, defen-
En varias ocasiones, se ha intentado dida explícitamente—. Como ya hemos vis-
rehabilitar la idea de deber y de respon- to, Maurice Roche sostenía, por ejemplo,
sabilidad de los ciudadanos. Así, por ejem- que: «(podía) decirse que el Estado del
plo, lo hacía Anthony Giddens, muy Bienestar ha parecido promocionar una
recientemente: «Como lema central de la concepción de la ciudadanía centrada en
nueva política se podría sugerir el de no derechos, relativamente exenta de obliga-
hay derechos sin responsabilidades. El ciones y no recíproca» (Roche, 1992:31).
gobierno tiene toda una serie de respon- En general, estoy de acuerdo con su opi-
sabilidades hacia sus ciudadanos y hacia nión, pero lo que me interesa con vistas
otros, incluida la protección del vulnerable. a mi argumentación actual, es la implícita
Sin embargo, la social-democracia de viejo adhesión de Roche a una concepción recí-
cuño se inclinaba por concebir los derechos proca de la relación entre los derechos de
como reivindicaciones incondicionales» los ciudadanos y sus obligaciones: el ciu-
(Giddens, 1998:65). Todo esto es obser- dadano tiene derechos frente al Estado,
vado con sospecha por la Izquierda, prin- pero estos derechos suponen también cier-
cipalmente por el modo de entender la tas obligaciones recíprocas. Roche justifica
obligación como el deber de buscar tra- esto mediante lo que califica como una
bajo; lectura que tendría como corolario «concepción de sentido común de la mora-
aparente la interpretación del individuo lidad» (Roche, 1992:31), que implica «la
que reivindica cierta seguridad social como reciprocidad interactiva entre la gente
un individuo perezoso y algo casquivano. implicada en la acción moral» (Roche,
La consecuencia indeseada de todo esto 1992:31, y ver también Stewart, 1995:71).
es que las versiones de la ciudadanía que La contribución ecológica a este debate
ponen el énfasis en la responsabilidad de consiste en fortalecer la conexión entre
los ciudadanos son interpretadas por parte derechos y obligaciones. La fuente de las
de algunas secciones de la Izquierda como obligaciones ecológicas de los ciudadanos

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no reside en la reciprocidad o en la ventaja de la «crisis de la ciudadanía» en el punto


mutua, sino en un sentido no recíproco en el que «la gente empieza a preguntarse
de la justicia, o de la compasión. Las obli- por qué está pagando más por el empo-
gaciones del ciudadano ecológico hacia las brecimiento de los niveles de los servicios
generaciones futuras y hacia otras especies públicos» (Ignatieff, 1995:69-70). Por con-
—de las que hablaré con más detalle un tra, la ciudadanía ecológica es explícita-
poco más adelante— no pueden, por defi- mente no-contractual y no tiene nada que
nición, fundarse en la reciprocidad. Los ver con negociaciones entre los ciudadanos
ciudadanos ecológicos no pueden esperar y la comunidad política. Tiene mucho más
nada a cambio de su responsabilidad ni en común con el otro fin del espectro de
por parte de las generaciones futuras, ni las relaciones humanas, descrito así por
de las demás especies. Esta separación de Nancy Fraser y Linda Gordon: «El pen-
las obligaciones respecto al derecho es la samiento americano sobre la provisión
que abre la puerta para hablar de la ciu- social se ha producido en gran medida gra-
dadanía como obligación sin tener que sus- cias a imágenes extraídas de la ciudadanía
cribir la visión workfare neoconservadora civil, especialmente imágenes contractua-
de la obligación. La visión workfare se fun- listas. Como resultado, existe una tenden-
damenta en el vínculo existente entre dere- cia cultural a hablar exclusivamente de dos
chos y obligaciones: el derecho a la Segu- tipos bastante radicales de relación huma-
ridad Social conlleva la obligación de tra- na: por un lado, los intercambios contrac-
bajar, o de buscar trabajo. La ciudadanía tuales discretos entre equivalentes; por el
ecológica implica un tipo diferente de obli- otro, la caridad unilateral y no sujeta a
gación: una que se dirige a los descono- reciprocidad alguna» (Fraser y Gordon,
cidos, que pueden estar lejos en el tiempo 1994:91). Lo que distingue más claramente
o en el espacio. a la ciudadanía ecológica de las formas de
Desde la óptica de las concepciones de ciudadanía dominantes en las sociedades
la ciudadanía que están basadas en la reci- democráticas liberales, es la naturaleza no
procidad, la ciudadanía ecológica es difícil recíproca y unilateral de las obligaciones;
de concebir y mucho menos de fundamen- y, en ese sentido, termina trastornándolas.
tar. La propuesta contractualista ha calado Una vez que la ciudadanía ecológica apa-
muy hondo, y éste puede ser el principal rece en escena, se pone en cuestión el éxito
obstáculo para el reconocimiento y la com- de dichas tentativas a la hora de expresar
prensión de la ciudadanía ecológica en las a través del tiempo el contenido general
sociedades liberales democráticas. A veces, de la ciudadanía. Por ejemplo, el comen-
la atención prestada a la ciudadanía enten- tario sobre ciudadanía de David Held no
dida como contractualismo roza en lo feti- parece, a primera vista, digno de crítica:
chista. Esto ocurre, por ejemplo, en la dis- «Desde la Antigüedad hasta nuestros días,
cusión de Michael Ignatieff acerca de lo todas las formas de ciudadanía han com-
que llama el «mito de la ciudadanía». De partido ciertos atributos. Ciudadanía ha
forma obsesiva, entiende la ciudadanía significado la reciprocidad de derechos
como una negociación entre el ciudadano frente a, y deberes hacia, la comunidad.
individual y la comunidad política, y sos- La ciudadanía ha significado pertenencia;
tiene que si la ciudadanía está bajo tensión en concreto, pertenencia a la comunidad
es porque la negociación no es buena, lo en la que uno vive su propia vida. Y, por
cual significa que el ciudadano individual su parte, la pertenencia ha implicado de
no gana mucho con ella. El punto nodal manera invariable grados de participación
de este argumento reside, por supuesto, en la comunidad» (Held, 1991:20). Volveré
en la tasación, e Ignatieff sitúa el meollo a abordar los temas de la participación y

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de la pertenencia pronto, pero, por el poniendo como ejemplo las incipientes


momento, baste con mostrar cómo la ciu- entidades políticas regionales y globales,
dadanía ecológica desestabiliza la visión como la Unión Europea o Naciones Uni-
generalizada según la cual, «todas las for- das, en cuyo seno puede ejercerse una ciu-
mas de ciudadanía» implican la idea de dadanía transnacional. El internacionalis-
«una reciprocidad de derechos frente a, mo propio de la ciudadanía ecológica
y de deberes hacia, la comunidad». No hay podría hacer suyo el mismo argumento. En
nada de recíproco en concepción de los cuanto a su intergeneracionismo, puede
derechos y deberes del ciudadano eco- entenderse que también opera en el seno
lógico. de entidades políticas nacionales e inter-
Pero entonces se podría objetar que si nacionales. En otras palabras, incluso si
no lo hay, ya no podríamos volver a hablar aceptamos la idea de que existe una «esen-
de ciudadanía. Como John Horton ha cia» de la ciudadanía, y que una parte
escrito (1998): importante de la misma consiste en que
sólo podremos hablar de relaciones entre
por qué... concebimos los deberes ecológicos ciudadanos donde se pueda identificar una
como deberes relevantes para la ciudadanía? La entidad política, es posible, sin lugar a
razón por la que los modelos recíproco/contrac-
dudas, hallar algunas entidades políticas
tuales de ciudadanía resultan atractivos es, pre-
cisamente, porque éstos tratan de dejar claro
contemporáneas que nos permitan hablar
que los derechos (y los deberes) de ciudadanía con sentido de relaciones ciudadanas fuera
se circunscriben a los ciudadanos. Lo crucial del ámbito del Estado.
de las relaciones de ciudadanía es que se sos- El deber fundamental del ciudadano
tienen entre ciudadanos y no, por ejemplo, entre ecológico es actuar con cuidado y com-
padres e hijos o entre gente de un Estado y pasión hacia los desconocidos y distantes
de otro distinto... Si lo que uno quiere es hablar (humanos y también no-humanos) tanto
de ser un ciudadano del mundo, pongamos por en el espacio como el tiempo. Este argu-
caso, entonces esto supondría, efectivamente,
mento puede basarse en argumentos cen-
la negación de cualquier contenido específico
de la ciudadanía, que es algo distinto de los
trados en la justicia, pero no es necesario.
derechos y deberes generales que se asocian a Como ya he defendido en otro lugar
la existencia como ser humano. (..., 1998), es difícil hablar de justicia hacia
todas las entidades que merecen el cuidado
El argumento de Horton es que la ciu- y la compasión del ciudadano ecológico.
dadanía se vincula al concepto de entidad Esto es particularmente cierto en el caso
política y que, en ausencia de tal entidad, de las entidades no humanas, pero algunos
cualquier uso del concepto de ciudadanía autores tienen incluso problemas con el
es erróneo (incluso la «sociedad civil mun- concepto de justicia intergeneracional
dial» de Kant estaba teñida de la idea de entre los seres humanos. No me voy a dete-
Estado mundial). Este aspecto es impor- ner aquí en estos argumentos. Baste por
tante, aunque no creo que resulte fatídico el momento con defender una actitud —de
para mi argumentación. Su fuerza estriba cuidado y compasión— que ayude a definir
en asumir que no puede existir ningún tipo la ciudadanía ecológica, pero sin ofrecer
de entidad política que nos permita hablar la fundamentación de la misma.
de relaciones no-estatales entre ciudada- Los paralelismos entre algunas de las
nos. Sin embargo, esta asunción puede discusiones sobre feminismo y sobre ciu-
ponerse bajo sospecha. Los que hablan de dadanía son evidentes. De forma coheren-
ciudadanía cosmopolita en nuestro actual te con uno de los temas de este artículo,
mundo globalizado son objeto de la misma Ruth Lister ha señalado que el «discurso
objeción, y probablemente la respondan centrado en derechos» del paradigma

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dominante tras la Guerra, ha entrado en nición, no tiene que ver con el cuidado
cuestionamiento gracias al «discurso cen- ni con la compasión. Esto último lo defien-
trado en deberes». Y continúa diciendo de con rotundidad Michael Ignatieff cuan-
que «el tema de las obligaciones versus do escribe que: «La precipitada retirada
los derechos de los ciudadanos, no es el desde el lenguaje en términos de justicia
tema fundamental de su trabajo, sino más hacia el lenguaje centrado en el cuidado,
bien la vinculación esencial de tales obli- es el signo más preocupante de la deca-
gaciones con uno de los géneros, particu- dencia del lenguaje de ciudadanía por par-
larmente en lo relacionado con la familia te de todos los partidos más a la izquierda
y con el mercado de trabajo» (Lister, que Mrs. Thatcher» (en Rees, 1995:321);
1995:6). Esto es como decir que existen y que «el lenguaje la ciudadanía no es pro-
varios tipos de obligaciones ciudadanas, piamente un lenguaje que tenga algo que
algunas de las cuales son (o llegarán a ser- ver con la compasión» (Ignatieff, 1991:34).
lo) tanto obligaciones de género en sí mis- Sin embargo, parece demasiado inflexible
mas (es decir, consideradas como obliga- el reservar la ciudadanía a los temas de
ciones de las mujeres) como también lle- justicia y sólo a ellos. Lo crucial de la ciu-
vadas a la práctica por los miembros de dadanía ecológica es que algunas de las
un género determinado, es decir, por las obligaciones de la ciudadanía —la preo-
mujeres. En este contexto, Lister se refiere cupación por los desconocidos distantes,
de manera muy sugerente a la idea del por ejemplo— sólo pueden expresarse en
«ciudadano que practica el cuidado» (Lis- términos de justicia de un modo forzado,
ter, 1995:33 y 1997:177), noción ésta que y que, por lo tanto, se necesitan nuevas
tiene mucho que ver con la de ciudadano virtudes ciudadanas. Esto no significa que
ecológico, tal como la he estado descri- la justicia debería ser reemplazada por
biendo aquí. Como muchas feministas, Lis- estas otras virtudes, sino que debería com-
ter tiene bien-fundadas reservas hacia esta plementarse con ellas a la hora de capturar
noción, pero sugiere que, «sin suscribir la mejor los requisitos de la ciudadanía en
tesis del “pensamiento maternal” o las la época de la ecología. De hecho, Ignatieff
nociones esencialistas sobre la superiori- no nos ofrece ninguna razón convincente
dad moral de mujer, es posible afirmar que para justificar que la compasión no deba
la política se podría enriquecer con las formar parte del lenguaje de la ciudadanía
preocupaciones y modos de actuar que las y se limita a decir que la «compasión es
mujeres pueden (aunque no siempre lo una virtud privada que no puede ser legis-
hagan) aportar» (Lister, 1995:13). El cui- lada ni promovida» (Ignatieff, 1991:34).
dado es, naturalmente, una actividad vin- Pero esto es más bien un non sequitur, ya
culada al género, y la tarea de la ciudadanía que no deben ser tampoco muchos los que
ecológica sería retomar dicha actividad y defiendan que las virtudes públicas pueden
quitarle todo sesgo de género: reclamarla —o deberían— ser legisladas o promovi-
como una virtud de la ciudadanía y no de das. La cuestión no es si la virtud de la
uno de sus géneros. compasión puede, o no, ser promovida,
Esto preocupará a cuantas feministas (y sino si captura la esencia de la ciudadanía
demás personas) ofrecen resistencia a la ecológica. Y dado que la ciudadanía eco-
noción de valores «femeninos» y de vida lógica tiene que ver, en parte, con la preo-
pública «feminizada» (incluso si lo escri- cupación hacia los vulnerables, y que esta
bimos entre comillas). Y también moles- preocupación no siempre puede expresar-
tará a los que creen que la ciudadanía es, se en términos de justicia, el cuidado y
por definición, algo que tiene que ver con la compasión pueden ser legítimamente
la esfera pública; o que, también por defi- considerados como virtudes ciudadanas.

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NOTAS Y DISCUSIONES

Una vez más, la noción de ciudadanía eco- lógica se aprenden dentro de él. En gene-
lógica distorsiona el vocabulario estándar ral, el ciudadano ecológico actúa, induda-
—o de un modo más general el discurso— blemente en muchos niveles diferentes de
de la ciudadanía, y eso ocurre también en la sociedad. Por lo que se refiere a los
relación a la distinción —aclamada a través «espacios de actividad», la ciudadanía eco-
del tiempo— entre lo público y lo privado. lógica tiene más puntos en común con la
A ella me voy a referir a continuación. concepción propia de la Nueva Derecha
[que defiende el «servicio voluntario a la
familia, la vecindad y la sociedad en sen-
La ciudadanía ecológica y la división tido más amplio» (Bellamy y Greenaway,
entre lo público y lo privado 1995:475)], que con el republicanismo cívi-
co. Esto supone la reestructuración del sig-
Seguramente no es ninguna exageración nificado de lo «político». Anne Phillips cri-
afirmar que la ciudadanía siempre ha esta- tica la noción del «ciudadano activo» que
do asociada con lo que se conoce como Douglas Hurd formulara a finales de los
el «ámbito público». Como señala Pocock, ochenta; ése que recoge la basura, pero
la sentencia aristotélica del «ser humano que nunca se detiene a reflexionar sobre
es un animal político» se basa en la sepa- los asuntos políticos de cada día» (Phillips
ración rigurosa entre lo público y lo pri- 1991:84). La palabra «basura» está elegida
vado o de la polis frente al oikos» (Pocock, con esmero para crear un efecto intencio-
1995:32); y no sólo esto, sino que considera nadamente paródico. Sin embargo, si la
lo público como más valioso que lo pri- reemplazamos por la palabra «residuos»,
vado. En concreto, Aristóteles insistía en un asunto apolítico se convierte en político
que el ámbito de la oeconomia —el ámbito —al menos desde un punto de vista
en el que se manifiestan las necesidades ambiental—. Del mismo modo que la Nue-
materiales de la vida diaria— era un ámbi- va Derecha, el ciudadano ecológico «rei-
to de menor importancia que el público» vindica con empeño la reaserción y el rees-
(Ignatieff, 1995:56). Para la teoría de la tablecimiento de la importancia de la «so-
ciudadanía, esta separación ha permane- ciedad civil», tanto para la política moderna
cido virtualmente intacta, hasta el punto como para la vida social [en definitiva, y
de que el, insistentemente debatido, rena- dejando a un lado el tema del capitalismo,
cimiento actual de la ciudadanía ha girado el rol del voluntarismo y también de la
casi por completo alrededor de la «reha- familia y la comunidad» (Roche, 1992:49,
bilitación de los elementos que se podrían y también Lister, 1997:22)]. Esto rompe
calificar abreviadamente como la “tradi- por completo con la idea rousseauniana
ción cívica clásica”... La concepción de la y jacobina según la cual, la sociedad civil
ciudadanía que deriva de Aristóteles con- (las familias, las asociaciones etc.) cons-
cibe al ciudadano, primero y por encima tituyen una amenaza para la ciudadanía
de todo, como un participante activo en (ver Nisbet, 1974:619, 624, 633-634).
los asuntos públicos de la polis» (Burchell, No obstante, puede que el ámbito pri-
1995:540, y ver también Walzer, 1989:211). vado sea —de entre todos los ámbitos de
Para la ciudadanía ecológica, esta separa- actividad— el que más claramente trans-
ción entre lo público y lo privado no se greda las ideas heredadas sobre ciudada-
sostiene. Y esto por dos razones. La pri- nía. Lo fundamental de esta tesis queda
mera es que el hogar es el espacio de gran perfectamente expresado por Paul Clarke
parte de la actividad del ciudadano eco- cuando sugiere la posibilidad de que las
lógico. La segunda es que, posiblemente, acciones privadas tengan implicaciones
incluso las virtudes de la ciudadanía eco- públicas de carácter virtuoso. En relación

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NOTAS Y DISCUSIONES

con su categoría de «ciudadano profundo», a ésta como forma de ciudadanía. Sin


escribe que «lo que convierte a una acción hacerlas suyas, Pocock resume claramente
en virtud cívica, es el grado en que, a pesar estas ideas:
de ser posiblemente privada en cuanto a
su origen, y particular en cuanto a su obje- Si lo que se quiere es hacer disponible la
to, se aleja del egoísmo, del sectarismo y ciudadanía a aquellos a los que se les ha negado
por estar demasiado implicados en el mundo
del faccionalismo, constituyendo un tipo
de las cosas —en las relaciones materiales, pro-
de actividad dirigida a lo universal» (Clar- ductivas, domésticas o reproductivas—, uno
ke, 1996:117). Lo cual coincide comple- tendrá que elegir entre emanciparles de dichas
tamente con el espíritu del ciudadano eco- relaciones o, por otro lado, negar que dichas
lógico, pues, como concluye Clarke: «un relaciones sean componentes negativos de la
acto que sólo, y fuera de cualquier otra definición de ciudadanía. Si se opta por la segun-
consideración, sea privado no puede ser, da opción, se tratará de encontrar una nueva
sin embargo, el acto de un ciudadano pro- definición de ciudadanía que difiera radicalmen-
fundo» (Clarke, 1996:117). Obviamente, te de la articulada por Aristóteles; una defi-
resuenan aquí los ecos de la preocupación nición en la que lo público y lo privado no estén
rigurosamente separados, existiendo barreras
feminista por la esfera privada, cuya
permeables entre los dos ámbitos, o incluso no
importancia y relevancia se ha defendido existiendo en absoluto. En este último caso,
con fuerza en el contexto de la teoría femi- habrá que decidir si el concepto de lo «público»
nista. No obstante, para casi todas las femi- sigue existiendo en cuanto tal, se ha convertido
nistas, lo personal es político en la medida en algo meramente contingente o incidental o,
en que muchos actos privados tiene con- incluso, ha perdido su significado distintivo.
secuencias políticas. Lejos de constituir un Pero si es eso lo que ha ocurrido, puede que
ámbito de menor importancia que el públi- también haya desaparecido el concepto mismo
co, la esfera privada del hogar es un espa- de ciudadanía (Pocock, 1995:33).
cio crucial para la actividad de la ciuda-
danía ecológica. «Tengamos en cuenta ¿Qué podemos decir, entonces, de la
todas las maneras en que las políticas ciudadanía ecológica? ¿Supone una «nue-
públicas pueden descansar sobre decisio- va definición» de ciudadanía —que refor-
nes responsables orientadas por un estilo mula la distinción entre lo público y lo pri-
de vida personal», escriben Will Kymlicka vado—, o ni siquiera debería ser concebida
y Wayne Norman. Y añaden: «el Estado como ciudadanía, desde el momento en
no puede proteger el medio ambiente si que rompe con los fundamentos del con-
los ciudadanos no están dispuestos a redu- cepto aristotélico de la misma? Ya el hecho
cir desperdicios, a reutilizarlos y a reciclar de que nos planteemos la cuestión, implica
en sus propias casas» (Kymlicka y Norman, dar por hecho que existen ciertos rasgos
1994:360). definicionales de carácter inmutable a los
Esta perspectiva genera profundas cues- cuales tendrá que adecuarse cualquier tipo
tiones en relación a la naturaleza de la de pensamiento o de práctica que quiera
misma ciudadanía. Para los que se adhie- referirse al término con propiedad. Por mi
ren al concepto definicional, según el cual, parte, me niego a suscribir dicha idea. De
o la ciudadanía implica actividad en la esfe- hecho, toda mi argumentación hasta ahora
ra pública o no podrá considerarse ciu- ha presupuesto implícitamente la puesta
dadanía, la distorsión de la frontera entre en cuestión de los términos y delimitacio-
lo público y lo privado llevada a cabo por nes que han sido asociados normalmente
el ciudadano ecológico (así como su insis- con el debate sobre ciudadanía. En el con-
tencia en que la esfera privada es un espa- texto de esta sección, no se trata de abolir
cio para la actividad ciudadana), descalifica la distinción entre lo público y lo privado,

ISEGORÍA/24 (2001) 175


NOTAS Y DISCUSIONES

sino de reformarla —junto a nuestras nimos de la ciudadanía. Parece un buen


nociones de ciudadanía— a la luz de las ejemplo de la clase de ciudadanía «pasiva»
preocupaciones ecológicas. De ese modo, comentada anteriormente por Burchell.
prefiero adoptar una línea más pragmática Pero un momento para la reflexión nos
de acuerdo con la cual la constelación de hace ver que el «ciudadano como consu-
rasgos que constituyen el concepto de «ciu- midor» es un individuo muy activo: com-
dadanía» ecológica pueden entrar en con- para precios, demanda el buen funciona-
tacto con los temas característicos de los miento de los servicios públicos, y trata
estudios sobre ciudadanía. El tiempo dirá de aclarar los fallos en la distribución de
si se contacto resulta una inflexión por eta- los servicios cuando se producen.
pas o una infección mortal 2. En realidad, «actividad» y «pasividad»
en el contexto de la ciudadanía son cate-
gorías políticas más que analíticas. Lo que
Ciudadanía ecológica, «actividad» se encuentra tras ellas es la intención de
y «pasividad» relacionarlas con las esferas pública y la
privada, de modo que actividad se asocia
La perturbadora influencia de la ciudada- a la esfera pública (buena y progresista)
nía ecológica sobre los temas generales de y pasividad a la privada (mala y conser-
ciudadanía continúa en el ámbito de otra vadora). Bryan Turner lo hace explícito
distinción excesivamente usada y explota- cuando afirma: «una visión conservadora
da: la distinción entre ciudadanía «activa» de la ciudadanía (en cuanto pasiva y pri-
y «pasiva». A primera vista, esta distinción vada) contrasta con una idea más revo-
puede parecer muy encomiable, particu- lucionaria de ciudadanía activa y pública»
larmente si se sitúa en paralelo con la ya (Turner, 1990:189). A veces, actividad y
tratada entre derechos y deberes. Desde pasividad se asocian a las categorías de
esta perspectiva, la ciudadanía activa tiene deber y de habilitación (entitlement), res-
que ver con la asunción de deberes y de pectivamente, tanto como a las de público
responsabilidades hacia la comunidad polí- y privado. Will Kymlicka, por ejemplo,
tica y hacia sus miembros, mientras que empieza haciéndose eco de un tema de
la ciudadanía pasiva se asocia con el cru- este artículo: «la visión de la ciudadanía
zarse de brazos y con la reivindicación de implícita en gran parte de la teoría política
los derechos que merece el ciudadano en de postguerra..., puede definirse casi por
cuanto ciudadano. completo en términos de posesión de dere-
La distinción ente actividad y pasividad chos», y luego continúa diciendo que: «ésta
empieza a desenmarañarse, sin embargo, es denominada a menudo ciudadanía “pa-
con el reconocimiento de lo tendencioso siva” o “privada” debido al énfasis en las
que resulta considerar una «preocupación habilitaciones pasivas, así como a la ausen-
por los derechos formales» como una tarea cia de cualquier obligación de participar
puramente pasiva. La idea del entonces en la vida pública» (Kymlicka y Norman,
primer ministro John Major del «Fuero del 1994:354-5). Así que ahora el círculo vir-
Ciudadano» fue motivo de escarnio en tuoso se compone de actividad, entendida
aquel momento. Basada como estaba —y como el desempeño de deberes sociales, en
lo sigue estando— en la concepción de la la esfera pública; y se opone a pasividad,
Nueva Derecha acerca de los derechos de entendida como la reivindicación de dere-
los ciudadanos (el derecho a disfrutar de chos y de habilitaciones, en la esfera pri-
los servicios económica y eficientemente), vada. Dejando aparte el hecho de que la
parecía ser ajeno a los tipos de derechos reivindicación de derechos y de habilita-
sociales que se habían convertido en sinó- ciones no deja de ser una tarea muy activa,

176 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

como hemos visto más arriba; y que es muy ausencia de interés por el tema de la per-
difícil hacerlo en otro espacio que no sea tenencia. Hay dos razones que lo explican.
el público, la idea de ciudadanía ecológica La primera es que la importancia que se
muestra, además, que la ciudadanía activa le ha otorgado a este tema por parte de
es perfectamente posible en la esfera pri- las nociones tradicionales de ciudadanía se
vada y que, sin lugar a dudas, éste es un debe a la estrecha relación entre la per-
rasgo determinante de dicho concepto. A tenencia a una comunidad política y las
pesar de que esto resulte contraintuitivo habilitaciones: si no hay pertenencia, no
respecto al enorme volumen de trabajo hay habilitaciones. Por otra parte, el énfa-
sobre ciudadanía, es absolutamente con- sis que otorga la ciudadanía ecológica a
sistente con lo que los ecologistas políticos los deberes frente a las habilitaciones favo-
entienden como tal. La ciudadanía ecoló- rece una relación mucho menos específica
gica es una ciudadanía que, salvando las entre el ciudadano y lo que él/la debería
distancias, tiene que cargar al menos con hacer en cuanto tal. Los deberes recono-
un aspecto del republicanismo cívico y de cidos por la ciudadanía ecológica no se
sus manifestaciones contemporáneas. «El dirigen específicamente a nadie en con-
ciudadano ideal del republicanismo clási- creto. Una vez más, esto puede resultar
co... estaba liberado de la necesidad de tra- perverso a quienes creen que la ciudada-
bajar y de satisfacer sus necesidades cor- nía, si quiere serlo, debe estar vinculada
porales... descargado de las demandas de al tema de la pertenencia. Pero mi enfoque
la vida cotidiana» (Lister, 1997:32). En no supone que la ciudadanía ecológica
cambio, la ciudadanía ecológica está cen- desestime por completo el tema de la per-
trada por completo en la vida cotidiana. tenencia. Simplemente es menos exigente
Por lo tanto, en la medida en que acti- en el tema de la «tarifa de entrada» propio
vidad y pasividad sean categorías útiles, la del debate sobre ciudadanía, rasgo que
ciudadanía ecológica distorsiona su uso comparte con otros conceptos contempo-
normal al reconocer que una ciudadanía ráneos de ciudadanía cosmopolita o global.
ecológica de carácter activo puede ser ejer- Para las concepciones cosmopolita y eco-
cida en la esfera privada. De acuerdo con lógica de la ciudadanía, las incipientes
el ecologista político, el hogar es un espa- autoridades políticas de carácter transna-
cio importante para la actividad política. cional, al igual que las naciones-estado per-
Restringir la idea de activismo al ámbito fectamente constituidas, proporcionan el
público, es crear un punto ciego en lo que contexto en el que es legítimo hablar de
a la actividad política se refiere, y, en con- ciudadanía.
secuencia, restringir innecesariamente el En segundo lugar, las relaciones de la
cometido de la misma ciudadanía. ciudadanía difieren, en la concepción eco-
La ciudadanía ecológica y el rol e (ir)re- lógica, respecto a las acuñadas por el
levancia de la pertenencia. modelo tradicional de las habilitaciones.
Buena parte del reciente interés por la De acuerdo con este modelo, la relación
ciudadanía se debe a la naturaleza com- fundamental es la que existe entre el ciu-
pleja y plural de las sociedades modernas, dadano como individuo y la autoridad polí-
y a los problemas consecuentes en lo que tica: el ciudadano individual reivindica sus
se refiere a las habilitaciones. Si éstas son habilitaciones frente a la misma autoridad
sólo propias de los ciudadanos, entonces política constituida que se las concede. Por
los criterios de ciudadanía poseen, eviden- el contrario, la ciudadanía ecológica se
temente, una importancia decisiva. La ciu- centra en las relaciones horizontales entre
dadanía ecológica nada aquí contra los ciudadanos y no en la relación vertical
corriente, destacando por su notable (aunque recíproca) entre el ciudadano y

ISEGORÍA/24 (2001) 177


NOTAS Y DISCUSIONES

el Estado. Hasta ahí, la importancia de la ñar opciones políticas sobre la base de un


pertenencia a la nación-estado es deses- sentido ecológico de las posibilidades de
timada, rechazándose la idea rousseaunia- la naturaleza; y, en consecuencia, para
na de que la relación entre el individuo transformar formas establecidas de com-
y el Estado es la más importante. portamiento político» (Falk, 1994:133).
Por tanto, la ciudadanía ecológica parte Pero la ciudadanía ecológica añade a
de un reconocimiento más amplio a favor todo esto la distinción entre el ciudadano
de que la ciudadanía «nacional» sea com- del «mundo» y el de la «Tierra» (Van
plementada con rasgos no-nacionales: Steenbergen, 1994b:8). Esto se debe, en
parte, a que un alcance y una extensión
El período en el que era posible concebir globales no significan necesariamente tam-
la ciudadanía en general, y la ciudadanía social bién un alcance y una extensión globales
en particular, en términos nacionales y de Esta- en lo que se refiere a la responsabilidad
do del Bienestar está llegando a su fin. Están ecológica: el empresario y el capitalista glo-
surgiendo nuevos mitos positivos y nuevos idea-
bales no tienen «vínculos particulares con
les de los derechos de la ciudadanía, como, por
ejemplo, los que implican las nociones de los el planeta» (Van Steenbergen, 1994c:150).
«derechos de la Tierra», «los derechos de los Y lo que es más importante, la noción de
no-nacidos» y la «ciudadanía mundial». Ambos ciudadanía de la Tierra hace suyo el clásico
vienen a enriquecer y a complicar aquellos mitos adagio ecológico del «piensa globalmente
ideales modernos sobre ciudadanía que han y actúa localmente», donde se expresa que
resultado más convencionales; por ejemplo, los la actividad ecológica de carácter local con-
que conllevan el concepto de igualdad entre los tribuye y es un modelo para la sustenta-
seres humanos, de entidad local y territorial, bilidad global. El ciudadano de la Tierra
de nación o de herencia (Roche, 1992:244).
es consciente tanto del espacio local como
del global, mientras que el ciudadano del
Según la interpretación ecológica, el mundo no hace valer un arraigo específico
«territorio» de la ciudadanía se extiende en un globo terráqueo indiferenciado.
entonces, por decirlo así, más allá de la Por definición, entonces, la ciudadanía
nación-estado y del ámbito internacional ecológica es una ciudadanía para seres
como un todo. Por supuesto, el concepto extraños —como lo sería, en algún sentido,
de ciudadano del mundo no es nuevo. toda ciudadanía: «los ciudadanos aceptan
Como ha señalado Van Steenbergen, «la que, tanto en teoría como en la práctica,
ciudadanía no ha estado nunca conceptual- son, y se mantendrán, extraños los unos
mente ligada a la identidad nacional, y el para los otros. En cualquier nación-estado
mismo Inmanuel Kant ya desarrolló algo hay más ciudadanos de los que cualquier
la idea de sociedad civil mundial» (Van individuo podría conocer, no digamos lle-
Steenbergen, 1994:6). No obstante, Kant gar a conocer bien, a lo largo de toda su
no se podría haber imaginado la impor- vida» (Roche, 1987:376). No obstante, el
tancia que la agenda ambiental iba a otor- aspecto que añade la ciudadanía ecológica
gar a esta idea. David Held, entre otros, es que no somos únicamente extraños en
ha señalado que: «el desastre ecológico... relación a los demás, sino también al lugar
no sabe de demarcaciones entre naciones y al momento temporal que ocupan. Las
ni de fronteras» (Held, 1991:25). Y existe, obligaciones del ciudadano ecológico se
en consecuencia, una creciente constata- extienden, a través del tiempo y del espa-
ción de que, como ha afirmado Richard cio, a las generaciones que aún no han
Falk: «En aras a la supervivencia humana... nacido. Los ciudadanos ecológicos son
se requieren algunas formas efectivas de conscientes de que nuestros actos de hoy
ciudadanía global que sirvan para redise- tendrán implicaciones sobre la gente del

178 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

mañana, y sostienen que el «generacionis- menos que ver con los derechos per se que con
mo» es similar y tan poco defendible como una ética del cuidado. Es verdad que el cuidado
el racismo o el sexismo. Inequívocamente, se refiere a uno mismo, pero no necesariamente.
suscribirán el punto de vista de Maurice Como ya señalara Kant con gran acierto, el
autorrespeto es un requisito de toda perspectiva
Roche, según el cual:
ética, pero, con el mismo peso, solicita ésta tam-
bién la preocupación por los otros y por el resto
El paradigma dominante de la ciudadanía
del mundo (Clarke, 1996:4).
social, incluyendo la versión marshaliana del
mismo, descansa sobre presupuestos temporales
En este sentido, la ciudadanía ecológica
tácitos y normalmente poco reconocidos. Da por
hecho que los únicos asuntos que merece la pena recoge todos los desafíos que han sido pro-
tener en cuenta son los relacionados con los puestos a las concepciones dominantes de
derechos sociales y las necesidades vitales de la ciudadanía social, tal y como las ha saca-
todo el conjunto de las generaciones actuales... do a la luz Maurice Roche: «(1) preva-
Nada mejor que lo anteriormente expuesto para lencia de los deberes sociales sobre los
expresar el carácter anacrónico del paradigma derechos y (2) extensión de los deberes
dominante (Roche, 1992:242). sociales a esferas, no-estatales y sí de la
sociedad civil, que previamente habían
Una concepción más amplia avanzaría
permanecido relativamente descoloniza-
más allá del ámbito humano hasta incluir
das, en particular la familia..., pero tam-
las obligaciones de los ciudadanos hacia
bién la ecosfera social... y la historicidad
otras especies, y no sólo hacia la propia.
de la sociedad (inter-generacionalismo,
Como ha afirmado Paul Clarke: «La
herencia, etc.)» (Roche, 1992:5).
expansión de los círculos del reconoci-
El elemento de «desterritorialización»
miento incluye a los otros y al mundo, tanto
que conlleva la conciencia ecológica, está
social como natural» (Clarke, 1996:3). Lo
muy relacionado con el tema de los dere-
cual es perfectamente coherente con la
chos y de los deberes, anteriormente tra-
interpretación de la ciudadanía como cui-
tado en este artículo. Como he dicho ya
dado perfilada anteriormente. Incluso
antes, los deberes del ciudadano ecológico
Geoff Mulgan, uno de los más decisivos
no se dirigen a nadie de un modo específico
consejeros del Primer Ministro Tony Blair,
ni en el tiempo ni en el espacio. Una vez
reconoce esta contribución ecológica a la
que aparece en escena el cuidado y la com-
idea, cada vez más popular, de la respon-
pasión hacia desconocidos lejanos, la
sabilidad ciudadana: «El movimiento ver-
orientación centrada en derechos y en la
de no sólo invita a tener en cuenta la res-
nación-estado (como orientación domi-
ponsabilidad de los políticos y de los
nante en la mayoría de las formas de ciu-
empresarios, sino de toda la especie huma-
dadanía históricas y contemporáneas),
na. Los seres humanos tendrían respon-
empieza a resultar insuficiente:
sabilidades hacia otras especies y hacia la
propia vida en general» (Mulgan, 1991:38). Todo esto viene a significar que la pintura
En suma, las clarificadoras palabras de de la ciudadanía social propia del paradigma
Clarke acerca de su concepto de ciudadano dominante, y basada en los derechos sociales,
profundo son aplicables, mutatis mutandis, es inadecuada. Evidentemente, reconocer dere-
a la concepción ecológica: chos sociales a las generaciones futuras significa
tener que solicitar a las generaciones presentes
Mientras que el actor es individual, el lugar que reconozcan y acepten deberes sociales con-
y el foco de su actividad no están tan relacio- siderablemente nuevos. Argumentar a favor de
nados con el individuo como con la dimensión los derechos sociales de las generaciones futuras
compartida de la actividad. Como consecuencia, es argumentar a favor de deberes sociales y de
el modelo de la ciudadanía profunda tiene límites de acción que deben aceptar las gene-

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NOTAS Y DISCUSIONES

raciones presentes sin posibilidad de compen- de las cualidades y actitudes de sus ciu-
sación o de reciprocidad en la reclamación de dadanos» (Kymlicka y Norman, 1994:352).
sus propios derechos frente a las generaciones Se refieren a las políticas ambientales
futuras. Para digerir las implicaciones particu-
como el área donde la remoralización está
lares del desarrollo de nuevos derechos sociales,
se hace necesario un replanteamiento y una
más ausente y es más necesaria, apuntando
renovación políticas de carácter sustancial a lo a «las deficiencias de las políticas ambien-
largo de todo el espectro de lo político (Roche, tales que requieren la cooperación volun-
1992:243). taria de los ciudadanos» (Kymlicka y Nor-
man, 1994:352). La referencia a «cualida-
Ciertamente, la naturaleza no-recípro- des y actitudes» marca el camino hacia las
ca, no-territorial y orientada a deberes de virtudes cívicas.
la ciudadanía ecológica, hace que se opon-
ga a las concepciones dominantes, orien-
tadas a los derechos sociales. Mark Smith La ciudadanía ecológica y la política
está seguramente en lo cierto cuando afir- de la virtud
ma que las perspectivas del concepto de
ciudadanía ecológica son inciertas y que Por supuesto, la noción de «virtudes ciu-
la preocupación actual por los derechos dadanas» y la misma noción de ciudadanía,
y las habilitaciones sugiere que cualquier han estado siempre en relación, pero mien-
tentativa de promover una política de obli- tras que la ciudadanía ecológica tiene algo
gaciones encontrará mucha resistencia» en común con estas nociones consolidadas,
(Smith, 1998:99-100). Smith continúa les añade cosas y también les quita otras.
diciendo que la ciudadanía ecológica impli- La ciudadanía clásica republicana, por
ca «cambios significativos tanto en las ejemplo, se define a partir de las virtudes
creencias, como en el comportamiento y del «coraje, la devoción, la disciplina mili-
en las estructuras institucionales de la tar y el arte de gobernar» (Van Gunsteren,
humanidad» (Smith, 1998:100); y, dada la 1994:42), ninguna de las cuales tiene
naturaleza no-recíproca, no-territorial y mucho que ver con la ciudadanía ecológica.
orientada a deberes de la ciudadanía eco- Es importante, pues, señalar aquí que la
lógica, uno de los cambios seguramente idea de una virtud republicana «masculi-
más importantes es la reactualización de na» (Van Gunsteren, 1994:42) ha sido tan
una política de la virtud. influyente, que existe una tendencia pal-
Dicha reactualización conecta con la pable a poner bajo sospecha cualquier
remoralización contemporánea de la polí- recuperación de la virtud. Jean Bethke
tica, constituyendo sólo uno de sus rasgos. Elshtain, por ejemplo, escribe que «el pro-
La remoralización tiene lugar dondequiera blema de la tradición de la virtud cívica
que exista la creencia en que los problemas se puede resumir brevemente: la virtud
sociales y políticos actuales no son com- está armada» (Elshtain, 1986:102). Bien,
pletamente abordables mediante lo que algunas veces sí y otras no, pero, en todo
podríamos llamar soluciones «procedi- caso, las puntualizaciones de Elshtain se
mentales». Pero también dondequiera que dirigen a una forma de ciudadanía terri-
se entienda que el mismo marco normativo torializada en la que la ciudadanía asume
en el que actúan los procedimientos está la función de «homogeneizar “sociedades
necesitado de revisión. En relación a esto, diversas”, como era América en la época
Will Kymlicka y Wayne Norman han seña- de la Primera Guerra Mundial» (Elshtain,
lado que: «la salud y la estabilidad de la 1986:105). Por nuestra parte, hemos sos-
democracia moderna depende, no sólo de tenido que la ciudadanía ecológica es una
la justicia y de su “estructura básica”, sino ciudadanía desterritorializada y, en ese

180 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

contexto, no es tan urgente la necesidad ejemplo, relata que, «de acuerdo con una
expuesta por Elshtain de la búsqueda sutil reciente encuesta, sólo el 12 por 100 de
de «rasgos de una comunidad americana los adolescentes americanos declaró que
de la memoria que pudieran constituimos votar era importante para ser un buen ciu-
como ciudadanos cívicos, no en el marco dadano» (Kymlicka, 1995:236); una situa-
de un bien común, sino mediante el sentido ción que claramente lamenta, ya que
compartido de pathos y de tragedia» (Elsh- desearía que los adolescentes americanos
tain, 1986:106). consideraran el voto como un rasgo esen-
Otro grupo de virtudes propuestas a cial de lo que significa ser un buen ciu-
menudo en el contexto de la ciudadanía dadano. Los ciudadanos ecológicos no
(particularmente cuando los liberales tra- entran aquí en conflicto con la opinión
tan de hacer cuadrar sus creencias funda- general de Kymlicka, pero no quieren cen-
cionales con la idea de «civismo»), son las trar su interés normativo, por lo que se
relacionadas con las normas procedimen- refiere a las virtudes ciudadanas, en el
tales de participación y de debate. Como votar, ni siquiera en la participación polí-
Kymlicka y Norman han señalado, existe tica tomada en sentido más amplio. Así
una creencia generalizada en que «el com- pues, si las virtudes del procedimentalismo
promiso liberal con la libertad, con la neu- liberal y de la participación política no son
tralidad o con el individualismo, convierte cruciales para la ciudadanía ecológica,
el concepto de virtud cívica en ininteligi- ¿cuáles son entonces?
ble» (Kymlicka y Norman, 1994:365). Ellos Varias veces a lo largo de este artículo,
responden a esto a través de la idea de me he referido al cuidado y a la compasión
«virtud liberal» y ponen como ejemplo la como constitutivos de la ciudadanía eco-
«razonabilidad pública»: «Los ciudadanos lógica. En parte, estas virtudes se originan
liberales deben dar razones a favor de sus por la peculiar naturaleza de los deberes
propuestas políticas, no limitarse a mani- ligados a la ciudadanía ecológica. Los
festar preferencias o a proferir amenazas» deberes del ciudadano ecológico se dirigen
(Kymlicka y Norman, 1994:366). La ciu- a desconocidos lejanos, y mientras que
dadanía ecológica podría ratificar estas vir- dichos deberes podrían ser entendidos des-
tudes procedimentales, pero no por razo- de el ámbito de la justicia, es un hecho
nes específicas de la dimensión ecológica notorio que los argumentos centrados en
del concepto. Esto significa que, por muy la justicia resultan difíciles en este con-
larga que fuera la lista de virtudes pro- texto. Es, por lo tanto, ese espacio que
cedimentales, no agotaría lo que la ciu- va más allá de la justicia, por decirlo así,
dadanía ecológica entiende por virtudes el que quiere llenar la ciudadanía ecológica
ecológicas. con su concepción de la virtud. Normal-
Y lo mismo vale para la participación mente, las virtudes del cuidado y de la com-
en la vida política de la comunidad, quizás pasión son consideradas como irrelevantes
la que se ha considerado con más frecuen- para la ciudadanía, o como un obstáculo
cia como virtud ciudadana. La participa- importante para su ejercicio. Ya hemos vis-
ción política puede, de forma notoria, to antes que Michael Ignatieff represen-
tomar muchas formas, pero lo crucial de taba la primera posición (Ignatieff,
todas ellas es la actividad en la esfera públi- 1991:34), y la segunda es introducida por
ca. Muy a menudo, esta virtud se expresa Iris Marion Young como sigue:
en términos de su mínimo común deno-
minador (en las sociedades democráticas La independencia es una virtud ciudadana
liberales en cualquier caso), es decir, votar importante en la república democrática moder-
en las elecciones periódicas. Kymlicka, por na, ya que permite a todos los ciudadanos apa-

ISEGORÍA/24 (2001) 181


NOTAS Y DISCUSIONES

recer públicamente bajo términos relativamente considerado propiamente como un ele-


libres e iguales. Si cada ciudadano afronta sus mento crucial de la ciudadanía ecológica.
necesidades, y las de los que dependen de él, Todo esto se podría entender como un
mediante su propiedad particular, entonces los aspecto de la progresiva «feminización» de
ciudadanos quedan inmunes a las amenazas o
la política, que las feministas ven con tanto
a la influencia concreta de los que dependen
de él para su sustento. Con una independencia recelo. Como comenta Suzanne Moore en
así entendida, todos pueden deliberar en igual- la reciente y excepcional publicación, que
dad y considerar el mérito de cada cuestión en se ha hecho muy popular, de Marxismo
relación al bien general (Young, 1995:546). Hoy: «De manera irónica, el término que
más probablemente leeremos hoy en día
no es feminismo, sino feminización. Una
Pero, ¿cómo afecta todo esto de las ventajas de la feminización es que
a los que practican el cuidado? puede conseguirse sin que las mujeres
estén presentes» (Moore, 1998:20). Indu-
El amor atento descalifica a las nodrizas como dablemente, la ciudadanía ecológica puede
portadoras de la individualidad y de la auto- considerarse como una forma de femini-
nomía requeridas en el ejercicio de la ciuda- zación neutral en lo relativo a géneros, en
danía... puesto que el carácter de las madres la cual las formas de pensar y de trabajar
tiende a ser emocional y orientado a las nece- supuestamente femeninas adquieren un
sidades y a los intereses particulares más que
significado normativo generalizado. Las
al bien general (Young, 1995:546).
nociones de ciudadanía vinculadas al géne-
ro no son nuevas. Ya nos hemos referido
Éstas son anotaciones sugerentes. a las virtudes «a sangre y fuego» de la ciu-
Young caracteriza a la ciudadanía como dadanía republicana clásica; una tradición
la actividad dirigida al bien general, de que ella misma tomó prestada de presu-
modo que la focalización de los que prac- puestos aristotélicos, según los cuales: «el
tican el cuidado en las necesidades y en ciudadano debe ser un varón de conocida
los intereses particulares, los sitúa de genealogía, un patriarca, un guerrero, y el
espaldas a las demandas de la ciudadanía. maestro que enseña a otros a trabajar (nor-
En este aspecto, es importante que no malmente esclavos)» (Pocock, 1995:31).
interpretemos el cuidado y la particulari- Desde este punto de vista, la ciudadanía
dad como caras indisociables de la misma ecológica puede considerarse como una
moneda. Es indudable que la ciudadanía alternativa diametralmente opuesta a las
de cualquier tipo —incluida la ciudadanía concepciones masculinizadas de la ciuda-
ecológica— se orienta al bien general, y danía y a sus virtudes.
sería incorrecto asumir que el cuidado se
opone necesariamente a dicho bien. Young
está a favor de la idea de «fines y de bie- Formando una ciudadanía ecológica
nes», e insiste en que un fin y un bien
que debería buscarse es el de «tener cui- Los ciudadanos no se originan ex nihilo;
dado por los otros particulares» (Young, están anclados en épocas, lugares y expe-
1995:552; las cursivas son mías). A dife- riencias concretos. David Burchell escribe
rencia de esto, la ciudadanía ecológica se para quejarse de gran parte del trabajo teó-
«centra en el cuidado de los otros gene- rico-político sobre ciudadanía, ya que: «lo
ralizados, lejanos y desconocidos. Por tan- que se pierde del todo... es el sentido de
to, en lugar de constituir un obstáculo para la ciudadanía como una creación social,
el ejercicio de la ciudadanía, el cuidado como una persona histórica, cuyas carac-
es constitutivo de la misma, y puede ser terísticas se desarrollan en momentos y en

182 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

lugares particulares a través de las acti- dana. Esto es así por dos razones. En pri-
vidades de la disciplina social, tanto exter- mer lugar, los hábitos prácticos ambien-
namente, por parte de los gobiernos, como talmente sostenibles se aprenden y se prac-
«internamente», a través de las técnicas tican en el hogar; y en segundo lugar, las
de la autodisciplina y de la autoformación» virtudes fundamentales de la ciudadanía
(Burchell, 1995:549; ver también Harrison, ecológica —el cuidado y la compasión—
1991:209-10). Como proyecto político, la están arquetípicamente asociadas con el
ciudadanía ecológica debe atender a las ámbito privado. En este sentido, la ciu-
condiciones y a los mecanismos necesarios dadanía ecológica lleva otra intuición tra-
para su promoción. Por mi parte, he tra- dicional de la ciudadanía sobre su cabeza:
tado de presentar la ciudadanía ecológica desde un punto de vista ecológico, la buena
como un desafío desestabilizador respecto ciudadanía ecológica se aprende en el
a las nociones tradicionales de ciudadanía; ámbito privado, no en el público.
y, de igual modo, sería correcto sospechar Al otro lado del espectro de la actividad
que las líneas directrices comúnmente propia de la ciudadanía ecológica, se sitúa
admitidas para el desarrollo y el fomento el mundo o, en palabras de Van Steen-
de la ciudadanía, no nos van a servir mucho bergen, la tierra. Hubo un tiempo en que
aquí. La sospecha se profundiza cuando la idea de un «ciudadano del mundo» pare-
leemos la lista de «precondiciones estruc- cía oponerse abiertamente a la realidad
turales y culturales» para el desarrollo de política; una realidad que fue fundada
la ciudadanía de Bryan Turner: «una cul- sobre la nación-estado y en la que el sen-
tura civil, la secularización, el declive de tido del deber y de la obligación se exten-
valores particulares, la emergencia de la dían raramente más allá. Éste no es el lugar
idea de un ámbito público, la erosión de para discutir el fenómeno muy comentado
compromisos particulares y el marco admi- y, a menudo hasta manido de la «globa-
nistrativo de la nación-estado» (Turner, lización», pero parece justo señalar que los
1993c:vii). A estas alturas ya debería haber desarrollos de los últimos cuarenta años
quedado claro que la reconfiguración de han dado lugar a una situación en que la
los ámbitos público y privado llevada a idea de una «sociedad civil» global ya no
cabo por la ciudadanía ecológica, así como puede resultar absurda: «se han producido
su carácter global, ponen en peligro esta una serie de, acontecimientos prácticos
lista de un modo considerable. Por con- que están globalizando con rapidez nues-
siguiente, lo más conveniente para los que tros horizontes de perspectiva, incluidos
quieren, tanto ejercer como, articular una los contornos de la vida política» (Falk,
ciudadanía ecológica es que sean adver- 1994:131). De modo similar, Jürgen
tidos de que deberían extender su mirada Habermas opina que «la esfera pública
fuera de la ciudad, más allá de lo público mundial» kantiana se está haciendo más
y mucho más allá de la nación-estado. cercana y se convertirá, por primera vez,
Uno de los rasgos característicos de la en una realidad política con las nuevas
ciudadanía ecológica es su conexión entre relaciones de la comunicación global... La
lo local y lo global. Esto significa que las llegada de una ciudadanía mundial ha
actividades de la ciudadanía ecológica se dejado de ser un fantasma, aunque este-
pueden desempeñar, de forma literal, en mos lejos de conseguirla. La ciudadanía
cualquier lugar. A un lado de este espectro nacional y la mundial forman un continuo
se sitúa la esfera privada, y es esencial para que se empieza a ver, al menos, como un
las expectativas de la ciudadanía ecológica esbozo» (Habermas, 1995:279).
que esta esfera sea entendida como un Por supuesto, no todos los caminos de
espacio bona fide para la actividad ciuda- la globalización se dirigen hacia las clases

ISEGORÍA/24 (2001) 183


NOTAS Y DISCUSIONES

de deberes y obligaciones de la agenda de viduos. Por otro lado, el Estado liberal es


la ciudadanía ecológica. Ya hemos seña- supuestamente imparcial respecto a las
lado la puntualización de Van Steenbergen concepciones de la vida buena, y, por lo
en el sentido de que el empresario y el tanto, es enemigo del estilo agonista de
capitalista globales no tienen «vínculos debate que se requiere en una ciudadanía
particulares con el planeta» (Van Steen- ecológica. Como ha dicho Alasdair
bergen, 1994c:150), y hay quienes aplica- MacIntyre:
rían este nostrum incluso a los que adoptan
una visión managerial del propio ambiente Parece claro que, gradualmente, se ha ido
global (Falk, 1994:138). En contra de todo concediendo cada vez menor importancia a la
consecución de conclusiones sustantivas; y más,
esto, es posible argumentar que el «tipo
sin embargo, a la continuación del debate por
correcto» de globalización es el que se sí mismo; así pues, la naturaleza del propio
deriva de las acciones del «activista trans- debate, y no sus resultados, proporciona —de
nacional» que trabaja para las ONGs glo- varios modos— el apuntalamiento del cuarto
bales cuyos principales deberes y obliga- nivel en el que las apelaciones a la justicia pue-
ciones se dirigen a los desconocidos, dis- den ser atendidas dentro de un orden liberal
tantes en términos espaciales y temporales, individualista, es decir, ése de las reglas y de
e incluso a las demás especies: «Estas redes los procedimientos del sistema legal formal. La
de actividad transnacional que son conce- función de ese sistema es reforzar un orden en
el que la resolución de conflictos tiene lugar
bidas, o bien como proyecto, o bien como
sin necesidad de acudir a ninguna teoría omnia-
una realidad preliminar, están producien- barcadora del bien humano (MacIntyre,
do una nueva orientación hacia la iden- 1988:344).
tidad política y la comunidad, que, como
consecuencia de todo lo anterior, pueden Las virtudes liberales del procedimen-
ser descritas como sociedad civil global» talismo y la «razonabilidad pública»
(Falk, 1994:138). (Kymlicka y Norman, 1994:366), ya comen-
En este sentido, las condiciones previas tadas, no son las principales virtudes de
para el florecimiento de la ciudadanía eco- la ciudadanía ecológica, y aunque el cui-
lógica se están dando ya. Una de ellas, el dado y la compasión podrían generarse a
ámbito privado, es tan antigua como la pro- partir de la virtud liberal de la tolerancia,
pia experiencia humana, pero completa- la ciudadanía ecológica no las consideraría
mente novedosa como un espacio defen- entonces como virtudes en sí mismas, sino
dible para la actividad ciudadana. La sólo en relación a los fines que tratan de
segunda, el ámbito público planetario, es conseguir —constituyendo, entonces, no
nueva para la experiencia humana, pero tanto una forma apropiada de vivir como
al menos goza de doscientos años de anti- una forma apropiada de vida—. Los ciu-
güedad como espacio putativo, si no actual, dadanos ecológicos estarán de acuerdo en
de la actividad ciudadana. que la «promoción de una ciudadanía res-
Finalmente, debe reconocerse que lo ponsable es un fin urgente de la política
que peyorativamente se denomina el «apa- pública» (Kymlicka y Norman, 1994:368),
rato de Estado» tiene un rol que jugar a pero lo considerarán un invitación para ir
la hora de fomentar la ciudadanía ecoló- más allá de las nociones de ciudadanía
gica. Esto no será fácil para las democra- basadas en la «competencia política» (tal
cias liberales, que prefieren los procedi- y como se describen en el reciente informe
mientos a las políticas. La ciudadanía eco- sobre ciudadanía de Bernard Crick para
lógica contiene una visión política más que el Gobierno), y generar un debate más fun-
procedimental del mundo social, al abrigar damental sobre el contenido normativo de
una visión de la «vida buena» de los indi- la actividad.

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NOTAS Y DISCUSIONES

Conclusiones derse como una barrera para la ciudadanía,


sino como un espacio donde ésta se puede
La ciudadanía ecológica tiene como efecto ejercer y donde las virtudes pueden ser
global la desestabilización de las nociones aprendidas; en suma, como un trampolín
establecidas de ciudadanía. Y contiene un hacia las esferas internacional e interge-
claro conjunto de respuestas a las pregun- neracional.
tas sobre ciudadanía de Ruth Lister: ¿debe
ser definida la ciudadanía primariamente
por los derechos o por las obligaciones que
BIBLIOGRAFÍA
lleva implícitas? En todo caso, ¿cuál es la
naturaleza de tales derechos y obligacio-
nes? O visto desde la perspectiva de las ANDREWS, G. (ed.) (1991), Citizenship
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ciudadanía: ¿es en esencia un estatus al BALL, T.; FARR, J. y HANSON, R. (eds.)
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que implica la virtud cívica y la partici- tual Change Cambridge: Cambridge
pación en la polis? (Lister, 1997:3). Hasta University Press.
ahora habrá quedado claro que la ciuda- BEINER, R. (ed.) (1995), Thoerizing Citi-
danía ecológica se refiere más a las obli- zenship Albany: State University of New
gaciones que a los derechos; que dichas York Press.
obligaciones están dirigidas principalmen- BELLAMY, R. y GREENAWAY, J. (1995), «The
te a desconocidos, distantes tanto en el New Right Conception of Citizenship
tiempo como en el espacio; y que implican and the Citizen’s Charter», Government
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puestas en marcha tanto en el ámbito pri- pp. 469-491.
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propia de la ciudadanía ecológica se realiza relevance of TH Marshall London: UCL
en el ámbito privado es, quizás, la con- Press.
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noción de ciudadanía. Michael Walzer ha citizens: virtues, manners and the acti-
escrito que: «no es probable que la ciu- vity of citizenship», Economy and
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últimas cuatro categorías no unen preci- DOBSON, Andrew (1998), Justice and the
samente a las personas, sino que las sepa- Environment: conceptions of environ-
ran y dividen. La separación y la división mental sustainability and dimensions of
contribuyen a la primacía del ámbito pri- social justice Oxford: Oxford University
vado» (Walzer, 1989:218). Quizás..., pero Press.
puede que esto no requiera nunca más el ELSHTAIN, J. B. (1986), «Citizenship and
toque de difuntos para la ciudadanía. Des- Armed Civic Virtue: some critical ques-
de el punto de vista de la ciudadanía eco- tions on the commitment to public life»,
lógica, el ámbito privado no debería enten- Soundings, vol. 69, Pts. 1-2, pp. 99-110.

ISEGORÍA/24 (2001) 185


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NOTAS

1
Debido a la imposibilidad de encontrar un término de dicho sistema, el ciudadano necesita acreditar la
equivalente en castellano, he optado por no traducir condición de demandante activo de empleo: [N. T.].
el término «workfare». Por obligaciones «workfare», 2
Es imposible rescatar en castellano el brillante
Dobson parece referirse a aquellas que harían suyas juego de palabras de Dobson, al crear una dicotomía
los ciudadanos en cuanto sujetos a un sistema de pro- entre los términos «inflection» e «infection»: [N. T.].
visión social referido al desempleo. Para beneficiarse

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