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Hayden White - El texto histórico como artefacto literario

White entiende que es difícil realizar una historia objetiva de una disciplina académica porque si el
historiador es un practicante de la disciplina, probablemente adscriba a una u otra tendencia y, por lo
tanto, será parcial; si no es un practicante, es probable que no tenga la experiencia necesaria para
distinguir entre los acontecimientos significativos y los insignificantes en el desarrollo del campo.
Entiende que, cuando se trata de escribir la historia de cierta disciplina académica, se debe estar
preparado para hacer preguntas sobre la disciplina, que no se plantean en la práctica de la misma, con
objeto de determinar por qué este tipo de indagación ha sido diseñado para resolver los problemas
que propiamente trata de resolver. Dice que, en el caso de la disciplina histórica, eso es lo que intenta
hacer la metahistoria.

Problema: narrativa histórica

White plante un problema: el estatus de la narrativa histórica, considerada como un artefacto verbal
que pretende ser un modelo de estructuras y procesos muy antiguos y, por consiguiente, no sujeto a
controles experimentales u observacionales. Dice que los historiadores de la historia conocen el
carácter provisional y contingente de las representaciones históricas y que los teóricos de la literatura
han estudiado las estructuras de las narrativas históricas; sin embargo, dice, se han mostrado reticentes
a considerar las narrativas históricas como ficciones verbales cuyos contenidos son tanto inventados
como encontrados y cuyas formas tienen más en común con sus homólogas en la literatura que con
las de la ciencia.

Frye: lo mítico, la ficción, lo histórico

Entiende que ese encuentro entre la "consciencia mítica" y la historia molesta a historiadores y
teóricos de la literatura. De estos últimos, señala a Frye para quien lo histórico es lo opuesto a lo
mítico. Sin embargo, el mismo Frye asegura que «cuando el esquema de un historiador llega a un
cierto punto de amplitud, se vuelve mítico en forma, y entonces se acerca a lo poético en su
estructura». Así, Frye habla de cuatro tipos diferentes de mitos históricos:

1. Mitos novelescos: basados en una búsqueda o peregrinaje hacia la Ciudad de Dios o


una sociedad si clases.
2. Mitos cómicos: de progreso a través de la evolución y la revolución.
3. Mitos trágicos: de decadencia y caída.
4. Mitos irónicos: de recurrencia o catastrofe casual.
Frye parece creer que estos mitos sólo operan en historiadores cuya fascinación por la capacidad
constructiva del pensamiento humano ha atenuado su responsabilidad para con los datos encontrados.
Para White, lo que Frye dice presupone una oposición entre mito e historia que es tan problemática
como venerable. A Frye le permite ubicar lo específicamente ficticio entre los conceptos de lo mítico
y lo histórico. Según Frye las ficciones son sublimaciones de estructuras míticas arquetípicas. Así,
los significados fundamentales de todas las ficciones consisten en estructuras pregenéricas de tramas
derivadas de la literatura religiosa clásica y judeo-cristiana.
Desde el punto de vista de Frye, la historia pertenece a la categoría de escrito discursivo, de manera
tal que cuando el elemento ficcional está obviamente presente en ella, la historia deja de ser historia
y se convierte en un género bastardo.

White argumenta que las historias ganan parte de su efecto explicativo a través de su éxito en construir
relatos a partir de meras crónicas; y los relatos son construidos a partir de una operación que
denomina tramado: codificación de los hechos contenidos en las crónicas como componentes de tipos
específicos de estructuras de trama.

Collingwood: Imaginación constructiva

Collingwood insistíaen que el historiador es sobre todo narrador. En el esfuerzo de conferir sentido
al registro histórico, los historiadores tienen que hacer uso de lo que llamó imaginación constructiva:
señala al historiador cuál habrá sido el caso, dada la evidencia disponible y las propiedades formales
que ésta le muestra a la consciencia capaz de formular las preguntas correctas.
White dice que lo que Collingwood no advirtió es que ningún conjunto de acontecimientos histórico
casualmente registrados puede por sí mismo constituir un relato. Los acontecimientos son
incorporados en un relato mediante todas las técnicas que normalmente esperaríamos encontrar en
el tramado de una novela. Por ejemplo, ningún acontecimiento es intrínsecamente trágico, cómico,
romántico o irónico; pude ser concebido como tal sólo desde un punto de vista particular o dentro del
contexto de un conjunto estructurado de acontecimientos, entre los cuales goza de un lugar
privilegiado. Así, considerados como elementos potenciales, los acontecimientos históricos tienen un
valor neutral.
Lo que el historiador incorpora a su consideración del registro histórico es la noción de los tipos de
configuración de acontecimientos, que pueden ser reconocidos como relatos por el público para el
que está escribiendo. La mayoría de las secuencias históricas pueden ser tramadas de diferentes
maneras.
Oportunamente, Collingwood señaló que no se puede explicar una tragedia a quien no está
familiarizado con los tipos de situaciones que son vistas como trágicas en nuestra cultura. A menos
que se tenga un idea de los atributos genéricos de las situaciones trágicas, cómicas, novelescas o
irónica, no se puede reconocerlas como tales cuando se las encuentre en un texto literario. Pensamos
a las situaciones históricas como trágicas o cómicas porque esos conceptos son parte de nuestra
herencia, cultural en general y, en particular, literaria.
Entonces, configurar una situación histórica requiere de una operación literaria: relacionar una
estructura de trama específica con un conjunto de acontecimientos históricos a los que desea dotar
de un tipo especial de significado. Esto es, producir ficción. Llamarlas así no invalida el estatus de
las narrativas históricas como proveedoras de un tipo de conocimiento porque el tramado es una de
las formas que posee una cultura para dotar de sentido a los pasados tanto personales como públicos.

Formas de dar sentido

Una forma de dar sentido a un conjunto de acontecimientos consisten en subsumirlos bajo leyes
causales que puede haber gobernado su concatenación en pos de la producción de una configuración
particular que esos acontecimientos parecen asumir cuando son considerados efectos de fuerzas
mecánicas: así actúa la explicación científica.
Otra forma se basa en codificar el conjunto en términos de categorías provistas culturalmente, tales
como conceptos metafísicos, creencias religiosas o formas de relato: esta es la forma de la
historiografía.
El historiador comparte con su audiencia nociones generales de las formas que las situaciones
humanas significativas deben adquirir en virtud de su participación en los procesos específicos de
dotación de sentido que lo identifican como miembro de un cierto legado cultural. El historiador trama
su narración como un relato de un tipo particular. El lector, cuando percibe el tipo al que pertenece el
relato, experimenta el efecto de que los acontecimientos del relato le han sido explicados.

Para White, los historiadores buscan refamilirizar a los lectores con los acontecimientos que han sido
olivdados, ya sea por accidente, determinación o represión. Los historiadores los refamiliarizan no
sólo aportando más informaciones sobre esos acontecimientos, sino también mostrando cómo su
desarrollo se ajustó a alguno de los tipos a los que convencionalmente se apela para dar sentido a la
propia vida.

No hay un original

White dice que el efecto explicativo de la narrativa histórica aporta importantes consideraciones
acerca del aspecto mimético de las narraciones históricas. Se suele aducir que una historia es un
modelo verbal de un conjunto de acontecimientos externos a la mente del historiador, sin embargo, las
estructuras y los procesos históricos no pueden ser observados con el fin de ver si el historiador los
ha reproducido adecuadamente en su narrativa.
Considerada como un sistema de signos, la narrativa histórica apunta simultaneamente en dos
direcciones: hacia los acontecimientos descriptos en la narrativa y hacia el tipo de relato que el
historiador ha elegido como ícono de la estructura de los acontecimientos. La narrativa en sí misma
no es el ícono; lo que hace es describir los acontecimientos del registro histórico de modo tal
que informa al lector acerca de qué debe considerar como ícono de los acontecimientos para
convertirlos en familiares. En este caso, la narrativa histórica como ícono media entre los
acontecimientos y los tipos de relato.

Evasión de la naturaleza ficcional en la narrativa histórica

White entiende que se evade la naturaleza ficcional de la narrativa histórica porque de esa forma
puede oponerse a otros conceptos tales como ciencia o literatura. Dentro de una larga tradición crítica
que ha buscado determinar lo real y lo imaginado en la novela, la historia ha servido como una clase
de arquetipo del polo realista de representación.

Relato

Ningún conjunto dado de acontecimientos atestiguados por el registro histórico comprende un relato
manifiestamente terminado y completo. No vivimos relatos, ni siquiera cuando damos significado a
nuestras vidas restrospectivamente, disponiéndolas en forma de relatos.
La «crónica» de los acontecimientos, fuera de la cual el historiador elabora su relato de «lo que
realmente ocurrió», viene ya precodificada. Lévi-Strauss dice que es posible construir un relato
comprensible del pasado solamente mediante la decisión de abandonar uno o varios de los dominios
de hechos que se ofrecen para ser incluidos en los relatos. Las explicaciones de las estructuras
históricas y los procesos están determinados más por lo que se deja afuera que por lo que incluimos
en ella.

Los aspectos metafóricos de la narrativa histórica

Para White, la narrativa histórica no refleja las cosas que señala, recuerda imágenes de las cosas que
indica, como lo hace la metáfora. Eso le permite hablar de los aspectos simbólicos e icónicos de la
metáfora. La metáfora funciona como un símbolo, lo que quiere decir que la metáfora dice qué
imágenes buscar en nuestra experiencia cultural codificada en pos de determinar cómo uno se debería
sentir acerca de la cosa representada. Esto vale igual para la narrativa histórica.

Crisis del pensamiento histórico s. XX

Uno de los problemas del historiador es dar sentido a un conjunto de acontecimientos ordenándolos
en una serie que está estructurada, al mismo tiempo, cronológica y sintácticmente. Los imperativos
de ordenamiento cronológico de los acontecimientos que constituyen el conjunto entrarán en conflicto
con los imperativos de las estrategias sintácticas aludidas, tanto si las últimas son concebidas como
pertenecientes a la lógica o a la narrativa (la estructura de la trama).
Las series pueden ser tramadas de diferentes maneras y, por ende, dotadas con diferentes significados
sin violar los imperativos de orden cronológico. La historia que otorga a un acontecimiento putativo
original a el estatus de un factor decisivo A en la estructura de serie completa de acontecimientos que
lo siguen es determinista. Cualquier histórica que otorgue al último acontecimiento de la serie, e, sea
real o sólo proyectado especulativamente, la fuerza del pleno poder explicativo, E, pertenece al tipo
de todas las historias escatológicas o apocalípticas.
Una forma pura de la crónica, en la que el ordenamiento de los acontecimientos en su secuencia
temporal proporcionaría por sí mismo una explicación determinada acerca de por qué ocurrieron,
cuándo y dónde, sería una forma ingenua dado que las categorías de tiempo y espacio servirían como
principios interpretativos informantes. Como contrapartida, considerar que las series históricas no
pueden ser construidas como relatos con un principio, un desarrollo y un final discernible. Estas
formas nos ayudan a ver cómo los acontecimientos podrían ser tramados de maneras diferentes sin
trastocar los imperativos del orden cronológico de los acontecimientos para producir interpretaciones
alternativas, mutuamente excluyentes y, aún más, igualmente plausibles, del conjunto.

Histora como relaciones de acontecimientos

Las historias no versan solo sobre acontecimientos sino también sobre los posibles conjuntos de
relaciones que puede demostrarse que esos acontecimientos representan. Esos conjuntos de relaciones
existen sólo en la mente del historiador que reflexiona sobre ellos. Si bien las relaciones no son
inmanentes a los acontecimientos, los modelos de relaciones son inmanentes al mismo lenguaje que
el historiador debe usar para describir los acontecimientos.
Todas las narrativas históricas presuponen caracterizaciones de los acontecimientos que pretenden
representar y explicar. Y esto significa que las narrativas históricas, consideradas puramente como
artefactos verbales, pueden ser caracterizadas por el modo de discurso figurativo por el que son
presentadas.

Forma de relación: Metonimia y Sinécdoque

Escribir una historia significa ubicar un acontecimiento en un contexto, relacionanándolo como una
parte de alguna totalidad concebible. Hay dos formas de relacionar las partes con las totalidades: a
través de la metonimia y de la sinécdoque. Esto significa que la forma de las relaciones que parecerán
inherentes a los objetos presentes en el campo habrá sido en realidad impuesta al campo por el
investigador en acto mismo de identificar y describir los objetos que allí encuentra.

Estudio de formas de prosa discursiva: la retórica

White sugiere un enfoque del estudio de formas de prosa discursiva como la historiografía, un enfoque
tan antiguo como el estudio de la retórica y tan novedoso como la lingüística moderna. La narrativa
en general y, por lo tanto, la historiografía puede ser caracterizada en términos del tropo dominante
que sirve como paradigma de todas las relaciones significacntes cuya existencias puede concebir
cualquiera que desee representar esas relaciones en el lenguaje. La narración consistiría en un proceso
de decodificación y recodificación en el que una percepción es clarificada al ser presentada en un
modo figurativo diferente de aquel en el que fue codificada por la convención, la autoridad o la
costumbre.
Las modalidades de relación son diferentes. A pesar de que al lector le pueda parecer que están
basadas en diferentes teorías sobre la naturaleza de la sociedad, la política y la historia; estas
modalidades tienen su origen en las caracterizaciones figurativas del conjunto total de
acontecimientos, que representan totalidades de tipos muy diferentes.
En nuestro relato del mundo histórico dependemos de las técnicas del lenguaje figurativo, tanto para
nuestras caracterización de los objetos de nuestra representación narrativa como para las estrategias
con las que construimos los relatos narrativos acerca de las transformaciones que sufren esos objetos
en el tiempo. La historia es siempre escrita como parte de una contienda entre figuraciones poéticas
rivales acerca de en qué puede consistir el pasado.
Sólo se puede conocer lo real contrastándolo o asemejándolo a lo imaginable. Toda narración no es
simplemente un registro de lo que pasó en la transición de una situación a otra, sino una redescripción
progresiva de las series de acontecimientos de manera que desmantelan una estructura codificada en
cierto modo verbal, al principio, para justificar una recodificación de ésta en otro modo, al final.

Por qué estudiar el texto histórico como artefacto literario

Siempre podemos ver los elementos ficticios en aquellos historiadores con cuyas interpretaciones de
un conjunto dado de acontecimientos estamos en desacuerdo; rara vez percibimos ese elemento en
nuestra propia prosa. Por lo tanto, si se reconoce el elemento literario o ficticio en cada relato
histórico, se llevaría enseñanza de la historiografía a un nivel de autoconciencia más elevado que el
actual.

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