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Qué es Dogmatismo:

Dogmatismo se refiere, de un modo general, a la tendencia de asumir ciertos principios o


doctrinas de un modo absoluto y tajante, sin admitir cuestionamientos.
La palabra dogmatismo es un sustantivo masculino que proviene del latín dogmatismus, y se
compone de "dogma", 'principio', 'pensamiento', y el sufijo -ismo, que indica que se trata de una
doctrina, sistema, escuela o movimiento.
Dentro de otras áreas de conocimiento, como las ciencias, suele hablarse de dogmatismo para
referirse a una serie de postulados o principios que son innegables.
También se dice que incurre en dogmatismo aquel que pretende que sus aseveraciones sean
tenidas como inobjetables cuando estas carecen de comprobación práctica o demostración real, de
lo cual se desprende el uso despectivo de la palabra.
Para la religión, el dogmatismo apunta al conjunto de principios o dogmas que conforma
la doctrina cristiana, enseñada y predicada por la Iglesia a sus seguidores y sustentada en
el principio de la fe. Su fundamentación proviene de la autoridad suprema de Dios y como tal es
irrefutable.
Dogmatismo y escepticismo
En filosofía, el dogmatismo encuentra su cara opuesta en el escepticismo, siendo que el primero
representa la disposición a priorihacia la aceptación de verdades establecidas, y el segundo afirma
su autoridad en la capacidad de dudar y cuestionar constantemente. En este sentido,
el escepticismo consideraba como “dogmáticos” a todos aquellos filósofos que admitiesen cualquier
verdad más allá de la experiencia, y criticaba la ingenuidad de quienes mostraban una adhesión
incondicional a dogmas o creencias de sentido común sin fundamentación crítica.

¿Qué es el dogmatismo?
Dogma, dogmático, dogmatismo, son palabras que se asocian inequívocamente al ámbito religioso. Esta relación es
muy adecuada, porque en este sentido, los dogmas son considerados dentro de muchos credos, como declaraciones de
la palabra divina, sagrada y certificada por el cuerpo doctrinario oficial. Los fieles aceptan los dogmas doctrinarios como
un claro acto de fe, excluyendo así lo dogmático del terreno de toda ciencia y filosofía. Sin embargo, el sentido filosófico
de estos términos, posee un matiz sutilmente diferente.
Existe una explicación para esta asociación entre dogma y religión. En sus orígenes, el término dogma significó
“oposición”, se trataba pues de una opinión filosófica referida a los primeros principios. De allí que luego el término se
asociara como una referencia a “principios doctrinarios”.
Así, los filósofos que insistían enfáticamente en los “principios” terminaban por no prestar atención a los hechos o a los
argumentos que pudieran poner en duda tales fundamentos. Esos filósofos solían dedicar su actividad a la afirmación,
esto es, no desarrollaban el análisis crítico. Recibieron pues, el nombre de “dogmáticos” a los que se contrapuso a los
“escépticos”.
Actualmente, el dogmatismo puede comprenderse en tres sentidos:
Realismo ingenuo: en este caso, se admite únicamente la posibilidad de conocer las cosas en su ser en sí, sino también
la efectividad de este conocimiento en el trato diario y directo de las cosas. En rigor, este tipo de realismo no existe
dentro de la filosofía, sino que refiere específicamente al conocimiento vulgar.
Confianza doctrinaria: se entiende como la confianza absoluta en una doctrina en especial.
Ausencia de reflexión crítica: se refiere a la aceptación incondicional, sin examen alguno de los principios a los que se
adhiere. Se trata en este caso de una mera sumisión a la autoridad.

¿Puede un escéptico ser dogmático?


Desde una perspectiva positivista, vemos como Comte postula una oposición entre dogmáticos y escépticos.
Dogmatismo y escepticismo se definen estas como actitudes más que como posiciones. Así, la vida humana puede existir
en estado dogmático o en estado escéptico.
Pero la carencia de revisión y análisis de una determinada teoría aparece paradójicamente, en ciertas formas de
escepticismo, de manera que es posible afirmar que algunos escépticos, en efecto, acaban siendo representantes del
pensamiento dogmático.
En realidad, desde una perspectiva gnoselógica, el el dogmatismo se opone más al criticismo que al escepticismo.
Fue Kant quien más claramente opuso la crítica a la razón frente al dogmatismo metafísico. Podría decirse, en este
sentido que el dogmatismo sería una suerte de fundamentalismo intelectual. Porque los dogmas expresan verdades
ciertas, indudables que por definición, no son sujetas a ningún tipo de revisión o crítica.

DEFINICIÓN DE DOXA
Doxa es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). El concepto, procedente del
griego, alude a una opinión o a un punto de vista.

En el ámbito de la filosofía, se entiende como doxa al conocimiento que no brinda una certeza absoluta. La doxa, por lo
tanto, es un saber aparente y no un dato objetivo. Dicho de otro modo: la doxa no constituye un verdadero
conocimiento de la realidad.
Varios filósofos griegos se centraron en el asunto de la doxa. Parménidesempleó la noción para aludir a la “vía de la
opinión”, diferente de la “vía de la verdad”. Platón, por su parte, consideraba que la doxa era un conocimiento
engañoso desarrollado a partir de la imaginación y de la fe. De esta forma se oponía a la episteme, un conocimiento que
podía justificarse como verdad.

Siguiendo con la filosofía platónica, la doxa sería una opinión (conocimiento sensible) producto de la imaginación y de
las creencias. La episteme, en cambio, aparece como ciencia(conocimiento inteligible) creado por intuición y
razonamiento. Por eso la episteme se acerca al conocimiento verdadero, algo que no puede lograr la doxa.

Platón llamaba doxóforos a aquellos individuos que buscaban ascender socialmente y lucrar mediante conocimientos
falsos. La doxa de estos sujetos solo aparentaba un saber, pero no era un conocimiento real.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu, por su parte, utilizó la idea de doxa en el marco de su teoría de los campos.
Para Bourdieu, un campo es una red de relaciones sociales que se desarrolla en un espacio de acción. La doxa, en este
contexto, son las motivaciones o ideologías que se presentan como inherentes a una actividad y que, por lo tanto, no
son sometidas a cuestionamiento.
Es importante señalar que el término original, en griego, puede traducirse como “fama o gloria”, aunque en este marco
se entiende como “opinión”, y por eso hablamos de un conocimiento que no siempre es cierto sino que gira en torno a
la realidad a causa de su masificación.
Volviendo a la teoría de Bourdieu, define la doxa como esos esquemas de la vida cotidiana que se consideran naturales
y, por lo tanto, no se cuestionan sino que se admiten tal y como son. La doxa es, en otras palabras, el habitus
colectivo que se vuelve predominante en una sociedad y época determinadas, y que no exige la reflexión.

Antes de continuar, debemos explicar el concepto de habitus. Por lo general, el término hábito se define como la
predisposición adquirida que nos proporciona una actividad cotidiana, o bien actuar de una determinada manera. Se
dice que “la conducta determina el hábito”, precisamente porque cuando la repetimos con mucha frecuencia se
convierte en algo habitual. Pero si internalizamos la conducta, entonces el esquema se invierte, ya que “el hábito
determina la conducta”.
La palabra habitus, por lo tanto, puede asemejarse a costumbre, entendida como la práctica reiterativa que tiende a
fijarse como resultado de su frecuencia.
Retomando el concepto de doxa, Bourdieu lo considera el sustento irreflexivo del accionar de los sujetos que viven
en sociedad. La doxa puede atravesar cambios, cuya velocidad está íntimamente ligada a la clase de sociedad en la que
se contextualice: en una conservadora tiende al estatismo, mientras que en una permeable cambiará con facilidad.
Los cambios de doxa tienen lugar entre dos periodos, pero están vinculados a los hitos, aquellos sucesos de carácter
histórico que marcan a la sociedad y pueden alterar efectivamente su doxa, incluso de manera negativa (entre los
ejemplos más comunes se encuentran los golpes de estado, los periodos de represión y las guerras).
DOXA
Doxa (δοξα) se traduce como opinión. Es un término usado por Platón para diferenciar el pseudoconocimiento, basado
en imágenes y copias propio del mundo físico, del verdadero conocimiento científico que tiene por objeto a las Ideas y
que Platón denomina episteme (Επιστημη).
Platón, en la República, compara el conocimiento con una línea dividida en dos segmentos. El extremo izquierdo se
refiere al estado de conocimiento inferior denominado doxa u opinión. El extremo derecho se refiere al estado de
conocimiento superior denominado episteme. La doxa se divide, a su vez, en dos segmentos que se refieren a dos
grados de conocimiento: eikasia y pistis.

DEFINICIÓN DE EPISTEMOLOGÍA
El primer paso necesario a la hora de definir un concepto es determinar el origen etimológico del mismo. En este
sentido, podemos subrayar que es en el griego donde encontramos los antecedentes del término epistemología que
ahora nos ocupa. Más aún, este sustantivo está compuesto por la unión de dos palabras: episteme que se puede
traducir como “conocimiento o ciencia” y logos que vendría a significar “discurso”.

La epistemología es una disciplina que estudia cómo se genera y se valida el conocimiento de las ciencias. Su función es
analizar los preceptos que se emplean para justificar los datos científicos, considerando los factores sociales,
psicológicos y hasta históricos que entran en juego.
En ese sentido, podemos establecer de manera más clara aún que la epistemología de lo que se encarga es de abordar la
filosofía y el conocimiento a través de la respuesta a diversas preguntas de vital importancia como las siguientes: ¿qué
es el conocimiento?, ¿cómo llevamos a cabo los seres humanos el razonamiento? o ¿cómo comprobamos que lo que
hemos entendido es verdad?

Asimismo podemos subrayar que este concepto fue utilizado por primera vez, durante el siglo XIX, por el filósofo
escocés James Frederick Ferrier quien acuñó el término en su obra titulada Institutos de Metafísica. En la misma aborda
diversas teorías sobre el conocimiento, la inteligencia o el sistema filosófico.

Hay quienes utilizan la noción de epistemología como sinónimo de gnoseología. Ambos conceptos, sin embargo, no se
refieren a lo mismo. Mientras que la epistemología se centra en el conocimiento científico y es considerada como una
teoría acerca de la ciencia, la disciplina que se conoce como gnoseología pretende descubrir el origen y el alcance de
dichos conocimientos.
La epistemología, por otra parte, suele ser vinculada a la filosofía de la ciencia, aunque ésta es bastante más amplia.
Ciertas cuestiones metafísicas, por citar un ejemplo, forman parte de la filosofía de la ciencia y no son objeto de estudio
de los epistemólogos.
Otra disciplina relacionada a la epistemología es la metodología. Hay que resaltar que, para el metodólogo, el
conocimiento no está sometido a un juicio de valor: se lo considera, en cambio, como información ya validada y
admitida por los científicos. Lo que hace la metodología es analizar cómo se puede expandir o incrementar el
conocimiento científico.
Podríamos decir que la epistemología, en última instancia, busca conocer el conocimiento. Este juego de palabras nos
ayuda a entender que, al tomar el conocimiento científico como epicentro de sus preocupaciones, lo que hace el
epistemólogo es perfeccionar dicho conocimiento, incrementando su utilidad y su valor a nivel social.
Además del padre del término que nos ocupa tenemos que subrayar que, a lo largo de la Historia, han existido otros
epistemólogos de gran importancia como es el caso de Bertrand Russell que logró obtener un Premio Nobel en el ámbito
de la Literatura, que ofreció importantes trabajos en la filosofía analítica y que, dentro de la ciencia que abordamos, se
convirtió en uno de los principales representantes del llamado neopositivismo lógico.
1.1. La Teoría de las Ideas
La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual se articula todo su
pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en
varias de sus obras de madurez como "La República", "Fedón" y "Fedro". Por lo general se considera que la teoría de las
Ideas es propiamente una teoría platónica, pese a que varios estudiosos de Platón, como Burnet o Taylor, hayan
defendido la tesis de que Platón la había tomado directamente de Sócrates. Los estudios de D. Ross, entre otros, han
puesto de manifiesto las insuficiencias de dicha atribución, apoyando así la interpretación más generalmente aceptada.
La formulación tradicional
Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue dos modos de
realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea",
tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto,ajena al
cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente
llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la
generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.
La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la segunda
forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas
que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras
que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las
Ideas en varias de sus obras como en el "Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las Ideas) o en el
"Timeo" (el Demiurgo modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas), así como de la afirmación aristotélica en la
"Metafísica" según la cual Platón "separó" las Ideas de las cosas, suele formar parte de esta presentación tradicional de
la teoría de las Ideas la afirmación de la separación ("khorismós") entre lo sensible y lo inteligible como una
característica propia de ella.
El dualismo sensible/inteligible
Una de las primeras consecuencias que se ha extraído de esta presentación tradicional de la teoría de las Ideas es, pues,
la "separación" entre la realidad inteligible, llamada también mundo inteligible ("kósmos noetós") y la realidad sensible
o mundo visible ("kósmos horatós"), que aboca a la filosofía platónica a un dualismo que será fuente de numerosos
problemas para el mantenimiento de la teoría, y que Aristóteles señalará como uno de los obstáculos fundamentales
para su aceptación.
Lo inteligible
En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición universal representan las "esencias" de los
objetos de conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no
se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que
se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o
"esencias" subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento, y en cuanto
tales gozan de unas características similares a las del ser parmenídeo. Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al
igual que el ser de Parménides, no pueden ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la
razón. No siendo objeto de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son entidades
que tienen una existencia real e independiente tanto del sujeto que las piensa como del objeto del que son esencia,
dotándolas así de un carácter trascendente. Además, las Ideas son el modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que la
realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. Para los filósofos pluralistas la relación existente
entre el ser y el mundo tal como nosotros lo percibimos era el producto de la mezcla y de la separación de los elementos
originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las semillas de Anaxágoras o los átomos de Demócrito); también
Platón deberá explicar cuál es la relación entre ese ser inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las
Ideas y las cosas. Esa relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas, o participan
de las Ideas.
Lo sensible
Por su parte la realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la generación y a la
corrupción. El llamado problema del cambio conduce a Platón a buscar una solución que guarda paralelismos
importantes con la propuesta por los filósofos pluralistas: siguiendo a Parménides hay que reconocer la necesaria
inmutabilidad del ser, pero el mundo sensible no se puede ver reducido a una mera ilusión. Aunque su grado de realidad
no pueda compararse al de las Ideas ha de tener alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente a la nada.
Es dudoso que podamos atribuir a Platón la intención de degradar la realidad sensible hasta el punto de considerarla
una mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre otros, el problema de la unidad en la diversidad, y
explicar de qué forma un elemento común a todos los objetos de la misma clase, su esencia, puede ser real; parece claro
que la afirmación de la realidad de las Ideas no puede pasar por la negación de toda realidad a las cosas.
La jerarquización de las Ideas
Las Ideas, por lo demás, está jerarquizadas. El primer rango le corresponde a la Idea de Bien, tal como nos lo presenta
Platón en la "República", aunque en otros diálogos ocuparán su lugar lo Uno, (en el "Parménides"), la Belleza, (en el
"Banquete"), o el Ser, (en el "Sofista"), que representan el máximo grado de realidad, siendo la causa de todo lo que
existe. A continuación vendrían las Ideas de los objetos éticos y estéticos, seguida de las Ideas de los objetos
matemáticos y finalmente de las Ideas de las cosas. Platón intenta también establecer una cierta comunicación entre las
Ideas y, según Aristóteles, terminó por identificar las Ideas con los números, identificación de la que sí tenemos
constancia que realizaron los continuadores de la actividad platónica en la Academia.

A diferencia del pensamiento cristiano (que también acepta lo absoluto identificándolo con Dios) el absoluto al que se
refiere Platón no tiene carácter personal. Platón consideró que la realidad se divide en dos grandes géneros: el Mundo
Sensible (también emplea con frecuencia la expresión “mundo visible”) y el Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas. Lo
absoluto al que él se refiere es precisamente este último ámbito de realidad. El Mundo Sensible es el conjunto de
entidades que se ofrecen a los sentidos, realidades particulares, cambiantes, múltiples, que nacen, duran y mueren y se
captan con los sentidos. El Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas está poblado por entidades absolutas, universales,
independientes, eternas, inmutables; entidades que están más allá del tiempo y del espacio, y que se conocen mediante
la parte más excelente del alma, la racional. En este segundo ámbito la realidad más valiosa la constituye la Idea del Bien
(que para muchos autores Platón identifica con Dios).
La tarea de la filosofía consiste en ascender desde el Mundo Sensible al Mundo de las Ideas y en éste contemplar la
Idea de Bien (por eso Platón define la filosofía como “una ascensión al ser”). Esta teoría es fundamentalmente una teoría
ontológica pero tiene claras repercusiones en otros ámbitos como la antropología, la teoría del conocimiento, la ética y
la política.
Aunque algunos autores señalan la influencia de elementos religiosos como los pitagóricos o la motivación política
para explicar porqué Platón postuló dicha teoría, no hay que olvidar que la motivación más importante es de carácter
filosófico y tiene que ver con, al menos, los siguientes argumentos:

I. La crítica al conocimiento sensible y al relativismo elaborada por Platón en el diálogo “Teetetos” .


En el este diálogo muestra que el conocimiento no puede referirse a lo que se ofrece a los sentidos o cosas sensibles
pues dichas cosas conducen al relativismo y el relativismo al absurdo; por ello es preciso suponer que el conocimiento
estricto o absoluto necesita referirse a entidades absolutas a las que llamará Ideas; en muchas ocasiones Platón dice que
la única alternativa al relativismo es su Teoría de las Ideas.
II. El uso del lenguaje y el problema de la referencia de los términos universales.
Según Platón, términos universales como los nombres comunes (“mesa”, “casa”...), los adjetivos (“bueno”, “bello”...)
o los sustantivos abstractos (“virtud”, “belleza”, “bien”...) no se refieren directamente a las cosas individuales que se
ofrecen a los sentidos (esta mesa concreta, este hombre concreto, este cuadro bello concreto...) sino a entidades
universales como la Belleza, el Bien, el Hombre... Estas entidades o Formas son lo que tradicionalmente se denominan
esencias de las cosas pero, desde su punto de vista, separadas de las cosas individuales, las cuales participan o imitan a
dichas Formas (la mesa concreta es mesa porque de algún modo participa de la Idea de Mesa...); Aristóteles llamará a
esta prueba argumento del “uno sobre muchos”.

III. La posibilidad del conocimiento científico.


En el diálogo “Crátilo” Platón parte de la existencia del conocimiento para demostrar la existencia de objetos no
sensibles e inmutables. Aristóteles llamará más tarde “argumento desde las ciencias” a esta demostración y se puede
resumir del siguiente modo:
A. las cosas sensibles están en continuo cambio;
B. la ciencia no puede hacerse de lo que está en continuo cambio;
C. luego la ciencia no se puede referir a las cosas sensibles sino a entidades que no cambian (entidades que Platón
llamará “Ideas o Formas”).
Brevemente, Platón consideró que el conocimiento absoluto (como el que de hecho poseemos en las matemáticas)
sólo se puede alcanzar si existen entidades absolutas, y éstas son las Ideas.

3.1. El concepto platónico de ciencia.


Para Platón el conocimiento científico o episteme es el que se corresponde con aquellas parcelas estables y
necesarias de la realidad. Es el conocimiento del mundo de las Ideas.

El conocimiento del Mundo sensible no es ciencia, ni siquiera verdadero conocimiento, es sólo opinión. Como
hemos visto, para Platón la realidad es jerárquica (hay realidades más perfectas) e igualmente el conocimiento es
jerárquico.

Sobre esta correspondencia entre los niveles de realidad y de conocimiento, Platón va a utilizar diferentes
metáforas y alegorías, que son: • El mito de la Caverna • La alegoría de la Línea dividida en segmentos

3.2. El mito de la Caverna. En este mito, narrado en “República”, Platón nos relata como los hombres que viven
en este mundo son semejantes a prisioneros que nunca han visto la luz del Sol, y que se hallan encadenados de pies y
manos en el fondo de una gran cueva, de espaldas a la única entrada que da al exterior. Dentro de la caverna y detrás de
ellos arde una gran hoguera, que tampoco pueden ver por encontrarse de espaldas, y porque se interpone una valla, a lo
largo de la cual van pasando hombres portadores de figuras que se corresponden con cosas y animales. Los prisioneros
sólo pueden escuchar sus voces y contemplar las sombras de los objetos que se van proyectando en el fondo de la
pared. Pero, un día uno de ellos es liberado recorriendo todo el espacio de la caverna hasta salir a la luz del Sol. Este
prisionero liberado es el filósofo que ha de volver otra vez a la caverna para liberar a sus compañeros y sacarles también
a la luz.

El mito de la caverna va a tener va a tener una triple interpretación:


1ª. Una interpretación antropológica.

La caverna, en la que sólo nos está permitido ver sombras y nunca verdaderas realidades, sería el cuerpo. El
alma, sin embargo, sería la prisionera atada de pies y manos que vive condenada a la oscuridad en el interior del cuerpo.
El alma debe intentar liberarse del cuerpo incluso en vida, es decir, debe dominar sus pasiones, y a ello, nos puede
ayudar el conocimiento hasta alcanzar la Idea del Bien (Sol).

2ª Interpretación epistemológica.
El mundo sensible en el que sólo hay imágenes o sombras de las verdaderas realidades se correspondería con el
interior de la caverna. El mundo exterior se correspondería con el mundo ideal, simbolizando el Sol la Idea de Bien. En
definitiva, los diferentes símbolos del mito se corresponden siempre con algún tipo de saber y realidad.
3ª Interpretación pedagógica y política. (Importante para el comentario)
La salida de la caverna es una pendiente escarpada que representa el duro camino del aprendizaje, la dura
ascensión que debemos realizar para salir de la caverna. Cada uno de los espacios de la caverna se corresponde con un
tipo de saber, que requiere cada vez un mayor grado de dificultad: la imaginación, la física, la matemática y la filosofía o
dialéctica.

Salir de la caverna supone haber recorrido el espacio de todos estos saberes, y está reservado sólo para el
filósofo que es el prisionero liberado.

Pero el mito tiene una segunda parte a la que rara vez se alude: el prisionero transformado moralmente, después del
conocimiento del Bien (Sol) debe regresar y liberar a sus compañeros. Es decir, debe regresar para educarlos y gobernar.
Sólo el prisionero liberado, el sabio, puede y debe gobernar, pues sólo él conoce el bien. Platón es consciente de que tal
vez los filósofos no van a querer regresar: van a preferir dedicarse al estudio, que a las tareas de gobierno y educación
que Platón les encomienda. La solución que Platón prevé es obligarles a abandonar la “Isla de los Bienaventurados”
(Torre de Marfil) y regresar para liberar a sus compañeros. También, en esta parte del mito, Platón se pregunta qué
harán los demás prisioneros cuando el filósofo regrese, posiblemente no le crean y prefieran continuar en su esclavitud.
Posiblemente, incluso quieran matar a aquel que contradice las opiniones de la mayoría. Aquí Platón tiene en mente el
trágico final de su maestro Sócrates. En definitiva, el mito de la caverna es también una justificación de la teoría política
del Filósofo-Rey.

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