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La mirada del Marciano – Ensayos para conocer lo conocido

Pablo Rafael Bonaparte

Presentación
La tía Lidia, que solía llamarme piricuteco, ante cualquier comentario mío decía a quien quisiera escucharla: “es un
pozo de sabiduría”. Con el tiempo fui descubriendo que no era objetiva. Hoy la extraño mucho. Con ella aprendí que la
objetividad no lo es todo.
Recuerdo que al comenzar mi carrera el texto Sócrates de Rodolfo Mondolfo me deslumbró, y por varias razones.
Aprendí el valor de la ignorancia, del conocimiento, de la relación que tiene éste con nuestra conducta cotidiana y de la
mayéutica (el método con el que Sócrates mostraba las falencias del conocimiento vulgar o cotidiano). Luego, los
“metálogos” de Bateson me impactaron por las mismas razones y, además, descubrí la posibilidad de una mirada
diferente, desde distintos niveles de análisis.
Recién ahora tomo conciencia que estas experiencias son la base sobre la que se edificó La mirada del marciano.
Un amigo me dijo una vez: “todo libro encierra, a lo sumo, una o dos ideas. Lo demás son justificaciones o
corolarios”. Puesto a aplicarlo en este libro, diría que todos los ensayos giran en torno a revalorizar la importancia de
conocer lo que creemos conocido, y a la necesidad de provocar un cambio de actitud.
Algunos temas que abordan estos escritos se relacionan con:
 el carácter histórico de la construcción de estereotipos sociales;
 los diferentes niveles de análisis y su pertinencia en la explicación de los hechos culturales;
 el orden y el desorden en los procesos sociales;
 la importancia de contar con modelos consistentes para las explicaciones científicas;
 la ilusión de un orden social estático;
 algunos problemas epistemológicos en torno al conocimiento en antropología;
 la biologización de los comportamientos culturales;
 las formas patológicas que pueden asumir las discusiones académicas;
 los distintos aspectos del control social;
 los mecanismos clasificatorios para operar sobre la realidad;
 el enmascaramiento social de las desigualdades.
Frente a tantos temas, el juicio de “pretencioso” (por encarar muchos problemas y no agotar ninguno) es válido. Sin
embargo, la intención no es dar cuenta de ellos sino ejercitar una nueva mirada provocada por un cambio de actitud
hacia lo que conocemos.
Cuando uno se “mete" con metálogos uno se “mete" en dificultades. Un metálogo consiste en desarrollar un
problema a través de una conversación cuya estructura refleja el tema tratado. Si Bateson no estaba seguro de que
lodos sus metálogos cumplieran este desafío, mal puedo estarlo yo. Me gustaría creer que el metálogo sobre el aborto
aborta; que en el del amor y la entropía se dispersa para intentar volver a organizarse; que en el de la teoría de la teoría
de la teoría es un recorrido que termina donde había comenzado; y que en el del castor no logra organizar los troncos ni
construir un dique que impida el desborde irracionalista. También, me gustaría creer que el de aborígenes y
antropólogos es un juego de develaciones mutuas; o que, en el religioso, finalmente, se le revela a la hija que el padre la
quiere convertir. Por último, que los marcianos realizan su utopía de ser como nosotros.
Lo mismo puede decirse de los dos trabajos que no son metálogos y encierran, sin embargo, otra correspondencia: la
aceptación racional de la irracionalidad de nuestras conductas.
En la addenda encontraremos una serie de reflexiones y ejercicios sobre los temas Halados.
La foto de tapa y contratapa nos muestra una obra en bronce de Ricardo Daga. Ella es fruto de una discusión que
tuvo con un colega acerca de si era posible volcar en una escultura algo tan dinámico como un diálogo. El aceptó el
desafío y creó dos trabajos, uno en mármol y otro en bronce. El de bronce representa un diálogo amoroso que aún hoy
continúa, a pesar de que Yolanda y Rafael se separaron, el murió al poco tiempo de la ruptura y ella no volvió a
enamorarse.
La historia, sin embargo, no invalidó el sentido de la escultura, sigue expresándose a través de sus hijos y sus nietos.
Si este libro le gusta, será porque lo escribí yo. Pero, si no le gusta, las responsables de ello son Margarita Ondelj y
Lorena Barbuto, que me corrigieron lodo lo que quería decir con el esmero que yo no puse. Fue tal su compromiso que
me resulta ingrato para con ellas que alguien más comparta los agradecimientos, y eso que fueron muchos los que por
su aliento, consejos y diversos “préstamos" colaboraron en esta edición. A todos ellos, muchas gracias.

Advertencia al lector desprevenido

Yo no soy ni el padre, ni la hija en los metálogos. No soy el que reflexiona en el soliloquio "De cómo y porqué...”.
Tampoco el Pablo Rafael Bonaparte del ensayo “Por la ciencia", de ningún modo Donald Tribuland, ni el mismísimo P. R.
von Genes. Nunca fui, no soy, ni seré marciano, ni tuve, tengo o tendré ningún tipo de relación con ellos. Todos son
personajes que se crearon para abordar determinados temas. Téngase en cuenta que en muchos casos he forzado
imágenes para exigir una discusión. Por lo tanto, el lector debe mantener una distancia de voyeur, evaluar lo que dicen
los personajes y no tomar partido por alguno de ellos creyendo que es la posición del autor o su contraria.

Metálogo introductorio: ¿por qué los marcianos?


-Papá... ¿Existen los marcianos?
-Claro que no, en Marte no se han descubierto señales de vida. -Sí... ya sé, yo en realidad me estaba refiriendo a si
existe vida extraterrestre más inteligente que nosotros.
-Ah... eso. ¡¿Qué sé yo?!
-Y entonces, ¿por qué a lo largo de la historia se habla de los marcianos como seres superiores, muy inteligentes, que
viajan por el espacio?
-No siempre “fueron” inteligentes, ni superiores... En realidad los marcianos son un campo de experimentación para
nosotros y por eso fueron cosas distintas de acuerdo a la necesidad del momento.
-¿Qué querés decir?
-Que los marcianos son una representación; se trata de una sociedad imaginaria sobre la que proyectamos conductas
y valores sin más restricciones que los límites de la imaginación o de lo que queramos creer.
-Pero, ¿por qué se los imagina casi siempre más inteligentes y desarrollados?
-En realidad parece que esto comenzó con un error de observación de dos prestigiosos astrónomos del siglo pasado.
En aquella época no existían los adelantos tecnológicos de ahora y Marte apenas se veía como una pelotita cobriza con
manchas. Estos observadores que lo miraban mucho probablemente aunaron la fatiga visual con una característica de
nuestro cerebro, organizar siguiendo patrones conocidos, lo que llevó a que se “trazaran” líneas sobre la superficie del
planeta que semejaban “canales” a los ojos de estos astrónomos. De allí se supuso que los marcianos debían tener una
gran tecnología para “transportar” agua desde los polos a los trópicos. Estas especulaciones contribuyeron a
considerarlos superiores. Claro..., para ese entonces el desarrollo se asociaba al poder, y tener poder implicaba tener
derecho de expansión sobre los que no lo tenían. Algunos creían que podía ser una expansión benéfica. Recuerdo, por
ejemplo, un panfleto de los años setenta escrito por un grupo que presuponía que toda la vida del universo seguía las
mismas leyes deterministas. Decía que los marcianos debían ser comunistas porque pertenecían a una sociedad
adelantada, que ya había superado el modo de producción capitalista y estaba en pleno desarrollo del comunismo
científico. Los norteamericanos, en cambio, reconocían su superioridad tecnológica pero ¡os consideraban asesinos,
invasores y esclavistas. Es llamativo cómo en estas proyecciones pueden encontrarse los mismos dichos de los pueblos
dominados por Occidente. Pero no creas que esta práctica es exclusiva de esa situación. Este tipo de comportamiento es
habitual en cualquier relación desigual. Fijáte, recuerdo a un colega que comentaba la inevitabilidad de la desaparición
de las culturas aborígenes porque donde ellos producían para doscientas personas Occidente lo hacía para mil. Alguien,
que sabía que este antropólogo vivía sólo con su mujer en un departamento de muchas habitaciones, le preguntó: ¿y
cuánta gente puede vivir en su casa?
-No entendí, pero no importa.
-Lo que quiero decir es que si vinieran marcianos con una tecnología superior ¿vos aceptarías que cambie tu vida?
¿Ser esclavo o sirviente, comer mal, etc., sólo porque ellos pueden producir más? Además los marcianos permitían a
Occidente convertirse en víctima cuando en realidad era victimaria, y jugar el papel de revolucionario, por lo menos en
las películas.
-Ah... Y decíme ¿para qué otras cosas más pueden ser usados los marcianos?
-También fueron usados para representar metafóricamente lo que se llamó la Guerra Fría, que enfrentaba a los
Estados Unidos y sus aliados europeos contra el bloque socialista. Esto ocurrió desde los años cincuenta hasta los
ochenta. En aquel entonces había una serie de televisión que reflejaba lo que te estoy diciendo, se llamaba “Los
invasores” y trataba de un arquitecto que un día yendo por un camino vecinal se pierde con su auto y descubre
accidentalmente la llegada de los marcianos en un platillo volador...
- Y... ¿qué hizo?
- Se quedó observando... viendo cómo los marcianos tomaban cuerpos humanos para infiltrarse entre “nosotros”. El
slogan de la serie era algo así: “Están entre nosotros, puede ser un vecino, un amigo o un familiar... Se comportan como
nosotros, pero son invasores”. Cada capítulo consistía en la búsqueda, el desenmascaramiento y la posterior muerte de
los invasores. Cuando en nuestro país a fines de los 70 la tele tuvo color, se pudo ver que al morir los marcianos se
volatilizaban en un gas rojo.
- ¡Oh! Pero ¿qué tiene que ver esto con la “Guerra Fría”?
- ¿No lo ves? Un comunista puede ser cualquiera, puede ser un familiar, un amigo...
- Ah... los comunistas reemplazaban los cuerpos...
- No, les ponían ideas en la cabeza, que para el caso sería lo mismo, ya nunca más volverían a ser los que eran.
- ¡Qué terrible!
- Sí, fue una época en que se denunciaba como comunista a todo el que no pensara igual, para marginarlo y así
sostener el “mejor sistema político” que, paradójicamente, es el que permite el libre pensamiento...
- ¿Cómo?
- Claro, había que segregar a los que no pensaban igual para que no se instalara el sistema comunista que segregaba
a los que no pensaban igual.
-Qué ridículo... Pero hoy no se ve así a los marcianos. -Cuando la “Guerra Fría” terminó, los empezaron a identificar
con seres más dulces y buenos que se perdían y sólo querían volver a su hogar.
-Guau...
-De todas formas, no todas las imágenes pasaban por estos estereotipos.
-¿Qué es un estereotipo?
-Estereotipo es una palabra que proviene del oficio de imprentero: es una placa que permite copiar en muchas hojas
lo que tiene grabado. Ahora bien, en Ciencias Sociales se lo utiliza para definir una imagen global y colectiva simplificada
con la que se pretende identificar algún comportamiento, o las características de un grupo social, pueblo, etc. Así, un
estereotipo sería que los marcianos son seres buenos, dulces, amigables, y otro distinto que son malos, agresivos,
asesinos. Desde el punto de vista corporal, el estereotipo más instalado en nuestra sociedad es el de los marcianos
parecidos a los humanos sólo que de color verde, con una gran cabeza (en proporción a su cuerpo), antenas y poderes
sobrenaturales. -¿Por qué serán así?
-Porque no los conocemos.
-¿...?
-Leí una vez un comentario de François Jacob que me llamó mucho la atención. Él decía que nosotros no podemos
imaginarnos nada más allá de lo que conocemos. Cuando imaginamos seres extraterrestres lo hacemos con las
categorías que manejamos. Por lo pronto, si son inteligentes se parecerán a nosotros pero con un color de piel que no
exista en la Tierra, por ejemplo el verde. Esto es importante porque el color de piel se utiliza como un carácter de
discriminación entre los hombres. Si creemos que son muy inteligentes, los haremos cabezones; si queremos que
tengan sentidos más poderosos que los nuestros, les haremos ojos, orejas o nariz grandes o les agregaremos antenas. Si
los queremos feos, los imaginaremos con partes de insectos o crustáceos, etc. Si pretendemos que sean malos, les
pondremos bocas grandes con dientes filosos, y a los buenos les dibujaremos una sonrisa.
-Y para vos, ¿cómo serían los marcianos?
-Creo que te lo estuve diciendo: son un espejo en el que miramos lo que quisiéramos ser, aquello en lo que creemos
que nos vamos a convertir o lo que imaginamos que son los otros.
-¿Y por qué hay gente que dice que existen?
-No lo sé... supongo que por muchas razones.
-¡Están todos locos!
-No lo creo...
-¿Por qué no lo creés?
-Porque, más allá de no saber si existen o no, el hecho de pensar que tienen una manera de ser está queriendo
mostrar algo, está queriendo explicar algo.
-¿Cómo qué, por ejemplo?
-Que quienes tienen poder nos mienten, nos ocultan la verdad, que no somos el centro del universo, que lo diferente
no es necesariamente malo, que no sabemos nada de lo que creemos saber.
-¡Entonces son unos genios!
-¡Qué volátil que sos! Recién me decías que eran locos y ahora que son genios.
-Es que no sabía que pensar que existen los marcianos significaba todo eso.
-Bueno, pero afirmarlo también puede formar parte de creencias que dicen que lo que tenemos es lo mejor, que
todo lo diferente es malo, que somos lo mejor del universo, que nuestros gobiernos nos cuidan, y que por eso es mejor
que no sepamos nada o bien que sabemos todo lo que es posible conocer.
-Oh...
- De cualquier manera el problema es interesante. Los marcianos también representan en cierta forma una utopía de
lo que creemos será nuestro futuro. Hay relatos en los que ellos hablan de un planeta que agotó sus recursos o que
degeneró su capacidad reproductora, etc...; en cierta forma los marcianos son los sobrevivientes a nuestros problemas,
son un mensaje de cómo vemos nuestro futuro...
-Vos decís del agotamiento de nuestros recursos naturales y esas cosas...
-Y esas cosas...
-Es como si nos dijeran “¡cuidado con el desarrollo tecnológico!”. -Y eso ¿qué crees que significa?
-Ay papá, lo que dice es que hay que cuidarse de la tecnología. -Sí, eso lo sé, pero yo te estoy preguntando otra cosa,
¿por qué crees que se piensa de esa manera?
-Ahora sí que no te entiendo.
-Trata de no interpretar “literalmente” los mensajes sino de analizar el porqué de los mismos.
-Y eso ¿cómo sería?
-Este... A ver..., ¿qué estaría presuponiendo para vos ese mensaje?
-Para mí... que el desarrollo tecnológico va a acabar con la naturaleza.
-Y esto ¿será verdad? ¿No será que esta conclusión aparentemente verdadera es el resultado de ideas equivocadas?
¿Qué pasaría si estamos actuando mal porque nuestras ideas no son correctas?
-¿Qué me querés decir?
-Que probablemente estemos destruyendo la naturaleza con nuestra tecnología porque establecemos una oposición
negativa entre naturaleza y cultura. Tal vez haya sido la educación que recibirnos que nos hace ver a la tecnología como
protegiéndonos de la naturaleza o, en otros casos, atacándola, pero siempre enfrentadas en una carrera por el dominio
que culminará sólo con el éxito de una de las dos. ¿Acaso no es eso lo que nos muestran las películas de ciencia-ficción?
El futuro será sólo cemento con arbolitos raquíticos o la naturaleza salvaje sin seres humanos o, en el mejor de los
casos, en estado primitivo. Yo te pregunto ¿por qué debemos enfrentar la tecnología con la naturaleza? ¿No es acuso la
tecnología producto de un ser biológico? ¿No tenemos la suficiente inteligencia como para desarrollar una relación
armónica entre ellas?
-Yo me pregunto otra cosa: ¿cómo puede hacer uno para pensar diferente?
-Supongo que tomando un poco de distancia de las discusiones cotidianas...
-Vos estás diciendo que si queremos entender nuestros problemas deberíamos portarnos como marcianos en la
tierra...
-Como marcianos... Sí, ¿por qué no?
-...y buscar sus causas sin el peso de lo que para nuestra sociedad está mal o está bien.
-En todo caso buscando las razones del bien y del mal. Interesándonos en saber por qué creemos que determinadas
cosas son el bien, cuáles son el mal y si eso es correcto o no. -Ya estás hablando en marciano...

Metálogo sobre el aborto


-Papá, ¿es malo que una mujer aborte?
-Claro, es una experiencia muy fea.
-Eso ya lo sé, me refiero a si es malo que una mujer decida no tener un hijo.
-Depende.
-¿De qué?
-De si ella cree que puede decidir.
-Pero, papá, ¿eso no es un problema de opinión?
- Exacto.
-¿Y la opinión del bebé que está en la panza?
- Eso depende de si ella cree que el bebé opina.
-Yo no me refiero a lo que pueda creer, sino a lo que es biológico, independientemente de lo que se piense.
- En este caso, lo que “es” biológico necesariamente “es” lo que significa dentro de un marco cultural.
- No te entiendo.
- Me preguntaste si el bebé opina. Que el bebé “pueda opinar solo es un factor determinante para algunas
concepciones culturales. Cuando analizamos un comportamiento desde una perspectiva biológica tendemos a asignarle
valores culturales. Que un feto pueda “opinar”, “sentir” o simplemente "ser" diferente a la madre sólo es importante
para determinadas creencias que se apoyan en aquellas justificaciones biológicas que le otorgan sentido.
-Pero estás diciendo que la biología no tiene nada que decir para determinar si está bien o mal abortar.
-¿Alguien cambiaría su posición si se probara que desde el punto de vista biológico estaba equivocado?
-No sé.
-Lo que estoy tratando de decirte es que no tenemos que centrar en la biología la discusión sobre si está bien o mal
una conducta humana, porque ella debería encarar los fenómenos desde otro nivel de análisis. Fijáte en esto: los
gemelos univitelinos, es decir, dos o más individuos que provienen de un solo ovocito, son una “anormalidad” en la
especie humana, ya que desde un punto de vista biológico no es “normal” que sea poliembriónica. Los hermanos
siameses también son gemelos sólo que no están separados. Ahora bien, desde un punto de vista cultural, los siameses
son más “anormales” que los que llevaron al extremo la “anormalidad” biológica separándose totalmente. Desde
nuestra perspectiva cultural los gemelos son más “normales” que los siameses...
-No lo creo. Desde un punto de vista biológico los siameses no pueden desarrollarse como personas “normales” y los
gemelos sí.
-El desarrollo biológico “normal” al que estás aludiendo se da dentro de una “normalidad” cultural. Bien se podría
decir que los gemelos no son “anormales” pues están en los extremos de la curva estadística. Cada grupo establece sus
criterios de “normalidad”. Si fuéramos una sociedad con, menos prejuicios no tendríamos “discapacitados”, ya que
éstos también entrarían dentro de la “normalidad”.
-¿No hay normalidad biológica?
-La normalidad es una frecuencia que surge de seleccionar determinadas relaciones sobre otras. Al evaluar el
desarrollo “normal”, estás presuponiendo determinadas acciones de los individuos dentro de un medio específico. La
“normalidad” es un recorte estadístico para establecer una frecuencia, una regularidad, nadie ni desde el punto de vista
biológico ni desde el cultural es normal, sin embargo, generalmente le damos un valor ontológico, lo transformamos en
un criterio estable, real. Si le preguntas a un médico si los gemelos son “normales" te dirá que está en los límites del
rango de lo normal y esto porque, independientemente de la frecuencia de aparición de este tipo de “anormalidad”,
está valorando una “normalidad” cultural. Toda especie biológica surge de otra y es necesariamente “anormal” a la
anterior. Esto es posible gracias a la variabilidad intraespecie, es decir, la variedad de individuos diferentes dentro de la
misma especie. Si buscamos qué es más frecuente: lo que cambia o lo que se mantiene, lo igual o lo diferente,
encontraríamos que la frecuencia más estable o “normal”, tanto en la naturaleza como en la cultura, es la diversidad y el
cambio...
-Ajá... Papá, ¿vos con el tío Guillermo son gemelos univitelinos?
-Sí.
- Ah..., ahora entiendo por qué decís lo que decís.
- ¿Qué entendés?
- No, nada..., no es importante.
-¿Puedo seguir?
- Si.
- Bien... Entonces no es en la biología donde tenemos que poner el acento... ¿me estás prestando atención?
- Si, sí..., disculpáme.
- A ver si lo podemos ver desde otro ejemplo: vos estás preparada desde los doce años para tener hijos. Cada
período de ovulación que tuviste fue una oportunidad que desprovechaste, ¿por qué pensás que lo hiciste?
- Porque si no me matabas.
- Más allá de la broma, ¿pensás que es una decisión biológica que una mujer se mantenga virgen y tenga hijos sólo
después de casarse?
- No, por supuesto que no.
- Sin embargo, aquí la cuestión biológica es dejada de lado. Cuantos seres humanos no han podido nacer y
desarrollarse por una decisión como la de no mantener relaciones sexuales salvo en determinadas condiciones
culturales.
- No es lo mismo que abortar.
-No, obviamente que no. El acento está puesto en la fecundación del óvulo. Hay gente que cree que esto es un
milagro, sin embargo, no permiten a sus hijas que el milagro se produzca hasta que sea conveniente. Desde el punto de
vista biológico yo impido por igual el nacimiento de seres humanos, ya sea por abstinencia sexual o por aborto. De
acuerdo a los valores de la gente, una forma sería bien vista y la otra no, aunque las dos sean opciones culturales que
buscan lo mismo: la decisión sobre el momento oportuno para tener hijos.
-Ahora te entiendo un poco más. Vos me decís que desde una perspectiva biológica sería el mismo crimen echar al
ser humano de la panza que impedir la posibilidad de tenerlo. -No. Lo que te estoy diciendo es que, de acuerdo a
nuestras creencias, decidimos cuándo y con quién tener hijos, y por eso no nos guiamos por lo que biológicamente
pudiera suceder sino por lo que nuestros valores consideran aceptable. Desde ellos decidimos si estamos matando a un
ser humano o no. Biológicamente podríamos mantener relaciones con cualquiera, incluso con nuestros familiares,
podría ser lícito matar o que nos maten, que no lo hagamos es una decisión cultural y no biológica. ¿Qué pasaría si
aparece un movimiento que planteara que toda mujer que menstrua y no mantiene relaciones sexuales es culpable de
haber descartado un óvulo impidiendo la existencia y el desarrollo de un ser humano? ¡Qué problema tendrían los que
usan la biología como argumento en contra del aborto! -Papá, entonces en el fondo cuando discutimos sobre el aborto
en realidad lo estamos haciendo sobre distintos valores culturales.
-Sí, toda esta discusión se centra en tratar de imponer como norma social determinados valores. Los de mantener la
prohibición del aborto o los de la libertad de elección.
-Bueno, si lo biológico no es relevante, ¿hay alguna forma de decidir desde un punto de vista cultural si está bien o
mal que una mujer aborte?
-Claro, en ese caso puedo decidirlo de acuerdo a cómo fundamente lo que creo.
-Me estás cargando.
-No, cada grupo sostiene sus afirmaciones a partir de sus creencias. Decidimos qué es correcto o no de acuerdo a
determinadas condiciones culturales. Supongamos que se practique infanticidio en lugar de abortó -tal como ocurría en
muchas sociedades, incluso en la nuestra-, pues en caso de no poseer tecnología se trata de un método menos peligroso
para la madre. Si lo que se quiere lograr es impedir el desarrollo de un nuevo individuo, el infanticidio está al mismo
nivel que la abstinencia, la anticoncepción o el aborto, pero es menos aceptado. Nosotros estamos más inclinados a
considerarlo asesinato.
-¡Pero es un asesinato!
-Claro, si vos crees que es así. Cada sociedad establece y fundamenta las conductas que son criminales y las que no.
Por ejemplo, para nosotros, si alguien mata a otro al intentar robarle, es responsable del crimen de asesinato. Pero, si
yo realizo una estafa financiera en tura suma multimillonaria dejando sin trabajo, sin ahorros y sin futuro a mucha
gente, se considera que mi responsabilidad es mínima comparada a la del que cometió un asesinato por robo. Sin
embargo, mi conducta alteró las condiciones de vicha de esa gente impulsándolas a cometer delitos que no serán
relacionados con el conflicto de origen. Nuestra sociedad penaliza las conductas personales directas y no los sistemas
perversos que las provocan.
-Me parece que te fuiste por las ramas, estábamos hablando de matar a un bebé y no de robos.
-Estaba tratando de explicarte que cada sociedad justifica lo que califica como un crimen o no. Te daré otro ejemplo:
los tapirapé, que viven en Brasil, creían que la segunda hija era una entidad demoníaca a la que había que matar.
-¡Están locos!
-No. En realidad, si no lo hacían, ponían en peligro a toda la comunidad, pues cada vez habría más mujeres que
tendrían muchos hijos, que a su vez tendrían más hijos, siendo imposible para su economía contar con los recursos
alimenticios necesarios para sostener al grupo y entonces éste se extinguiría. Consciente o inconscientemente esta
sociedad reconoció el problema. Ningún ser humano es indiferente ante la práctica del aborto o el infanticidio. A nadie
le resulta divertida. Los tapirapé tenían un fundamento cultural que les permitió justificar que esa segunda hija no era
una hija y debía morir. Necesitaron creer que era un demonio para poder matarla. No había placer en ello.
-¿Y todavía las matan?
-Creo que ya no. Cuando los tapirapé entraron en contacto con los blancos, su población disminuyó drásticamente.
Se los confinó, se les quitaron sus cotos de caza y de recolección de huevos de tortuga, todo esto derivó en una baja
nutricional que favoreció el avance de enfermedades. Entonces dejaron de matar a sus segundas hijas y modificaron sus
rituales. También comenzaron a establecer alianzas matrimoniales con grupos con los que siempre rivalizaron.
-Papá...
-Sí.
-Me parece que en cierto sentido acabás de justificar el infanticidio usando un criterio no cultural.
-¿Vos lo decís porque sostengo que el control poblacional era lo que justificaba su conducta?
-Sí.
-Pues no es así. Lo cultural es producto de decisiones sobre aspectos de lo biológico, lo ecológico, lo geológico, lo
climático..., con los que se vive interactuando. Ahora bien... ¿desde dónde estableceremos nuestra explicación de los
hechos humanos? Desde los genes, desde los valores, desde la química, la física...
-Mm...
- La vida, la muerte, los espermatozoides, los óvulos, los embriones, los fetos, los bebés, las personas, las
poblaciones, son una realidad. Cada comunidad desarrolla distintos valores que se relacionan con ellos. Por ejemplo, los
tapirapé tenían una restricción importante en sus recursos alimenticios; cuando su población mermó hasta alcanzar
niveles críticos y poner en peligro su continuidad, modificaron sus creencias. Podían haber seguido sosteniendo que la
segunda hija era un demonio pero prefirieron recuperar su población diezmada. Los selk'nam de Tierra del Fuego, por
otra parte, no quisieron combatir al blanco con sus mismas armas (envenenamiento, violación, etnocidio, emboscadas),
pues decían que ellos no eran malos y que si se comportaban como los blancos lo serían. Al no generar nuevas
respuestas alternativas ni introducir las técnicas guerreras de sus rivales desaparecieron como grupo. Con estos
ejemplos quiero decirte que las estrategias culturales son modificables y permiten tanto mantener una conducta frente
a una realidad cambiante como modificarla, aunque el medio ambiente parezca estable. Tanto el aborto como el
infanticidio no son situaciones placenteras para quien decide llevarlas a cabo, para comprenderlos debemos tomar en
cuenta el contexto sociocultural y medioambiental en el que son practicados.
-Ah... Pero, entonces, cada sociedad, cada grupo, cada individuo, tiene su propio contexto.
-Un contexto extremadamente heterogéneo.
-Yo me refiero al contexto del aborto.
-Sí, justamente. Las razones por las cuales puede o no abortar una mujer son muy diferentes, pero todas necesitan
justificaciones culturales que les permitan decidir tener hijos o no. Por lo general presuponemos que una cultura es una
respuesta homogénea a una realidad homogénea y, sin embargo, tanto una como otra son diversas. Lo que ocurre es
que despreciamos en nuestra conceptualización la variabilidad. Creemos que las leyes o las normas son las únicas reglas
culturales, y esto no es así. Por lo general los comportamientos culturales son ubicados dentro de la esfera biológica o
dentro de la esfera de la ley o la norma, cualquiera de las dos alternativas ofrece a nuestros ojos una supuesta
normativa a la cual deben atenerse todos los individuos. Pero una cosa es una normativa social y otra muy distinta los
valores y conductas que conviven en ella. Te aclaro que la homogeneidad no se da ni en las sociedades con baja
demografía, ni en las populosas donde se encubre la diversidad propia de cada subgrupo.
-No entiendo a qué vas.
-Quiero decirle que, más allá que la "ley'’ prohíba o no el aborto, existen en nuestra realidad distintas ideas sobre su
práctica que responden al ejercicio de diversos valores. Lo que debemos buscar es el fundamento de estos ejercicios.
Como te dije, éste no se encuentra en la biología, ni en la "ley”, y cuando alguien se basa en ellas, debemos encontrar
cuáles son los valores culturales que presuponen para luego determinar la posición a tomar.
-Y ¿cuales serían entonces los valores en que se fundamentaría la prohibición del aborto?
-En un primer momento, parecería que fuera la respuesta de un modelo de sociedad con patrones rígidos de
conducta donde no importan los contextos o las razones que las producen. Observá que en nuestra sociedad, si hubo
irresponsabilidad en la concepción, se exige responsabilidad en la gestación. Sería como si a alguien que no apaga sus
cigarrillos se le obligara a trabajar en una estación de servicio. Como si la responsabilidad fuera algo que se generara por
mandato, o como si una persona responsable no pudiera tener una negligencia o una equivocación y decidir
responsablemente sobre su error. Sin embargo, en otro plano de análisis, creo que esta prohibición apunta a otra cosa:
es uno de los mecanismos por los cuales las sociedades controlan el crecimiento poblacional sometiendo a la mujer a
determina das conductas sexuales y reproductivas. Para nuestra cultura, hasta no hace mucho la mujer no era en
esencia diferente a un animal: científicos en el siglo pasado compararon su inteligencia con la del gorila. Ella era el
instrumento de la reproducción del hombre. Que elija gozar de su sexualidad como se le permite gozar al hombre es
una “anormalidad” cultural que se castiga con la responsabilidad de traer un hijo no deseado si existiera una
fecundación involuntaria. Fijáte que una mujer embarazarla no tiene derecho sobre su cuerpo, aunque la concepción
haya sido involuntaria, pues se le generaron derechos de humanidad al embrión.
-Papá, al comienzo de esta charla vos me dijiste que la normalidad en la biología y en la cultura era la diversidad,
ahora estoy llegando a entenderlo.
-Es un dalo de la realidad... El problema es que culturalmente esto no es así. Se cree que la normalidad es pensar o
actuar según el “deber ser" oficial.
-Entonces, ¿está mal que se prohíba el aborto?
- No, lo que está mal es que frente a la existencia de distintas creencias la discusión se enfoque en tratar de imponer
a todos un criterio, aun a costa de generar angustia, temor, sufrimiento. En realidad, los grupos sociales que intentan
imponer un discurso no están interesados en las consecuencias que ello provoque en la gente que no cree como ellos,
sino en establecer quién tiene razón para ejercer un poder “benéfico” sobre el otro. Lo que no se está atendiendo es
que todo ejercicio de poder implica responsabilidad sobre los cambios que se produzcan o los que se intente evitar.
Cuando esta responsabilidad no se ejercita, genera una cadena de irresponsabilidades que no tiene fin.
-¿Por qué hablaste de poder “benéfico"?
- Porque la imposición de las ideas en nuestra cultura se da en el marco de la lucha del bien contra el mal. Tendemos
a demonizar las posturas que se oponen a las nuestras. - Entonces no hay una solución posible.
-Sí la hay, necesitamos asumir que ésta, como cualquier otra, no es una sociedad donde existe gente buena y gente
mala, gente con ideas buenas y gente con ideas malas. Debemos aceptar convivir con valores diferentes a los nuestros,
donde coexisten visiones muy dispares sobre cómo son y deben ser las conductas, que existen códigos y costumbres
diferentes en cada sector social, que responden a necesidades diversas, y que cada uno de ellos desarrolla conductas no
sólo conscientes sino también inconscientes. Por lo tanto, intentar imponer homogeneidad de criterios implica el
desconocimiento de los otros y de sus creencias.
-Entonces, cada uno tiene que hacer lo que cree.
-El problema es que lo que uno puede llegar a creer como bueno puede ser malo para otro.
-Entonces, ¿cómo se resuelve?
-Conociendo.
-¿Cómo es eso?
-Si yo quiero modificar una conducta que considero negativa, por ejemplo, la violencia en las canchas, primero debo
buscar conocer las motivaciones, los condicionamientos y qué relación tiene este problema con otros dentro del sistema
global, pues no sería raro que las causas surjan de otro sector. Sólo después de un adecuado diagnóstico se pueden
determinar los sistemas perversos que se deberían eliminar. En fin, lo que debemos hacer es aprender a escuchar, tratar
de entender el porqué de las decisiones que se toman, pues cuando son decisiones siempre tienen un fundamento, sea
o no conocido.
-¿Aunque esas decisiones sean apresuradas? Yo a veces tomo decisiones apresuradas...
-Aun en esas decisiones elegís, aunque no lo analicés conscientemente lo hacés inconscientemente con los recursos
de que disponés...
-Papá, entonces toda imposición de una conducta está mal si antes no considero las razones de cada una de las
partes.
-Algo así.
-¿Y cómo conozco eso?
-Para eso está la psicología, la antropología y las demás ciencias sociales.
-¿No puedo opinar sin necesidad de estudiar?
-Si querés ser responsable, no hay otra forma.
-Pero... ¿no estás impidiendo que la gente pueda ejercitar libremente su opinión?
-Claro que no, la gente puede opinar y tomar partido sobre las discusiones que se generan a partir de los estudios de
las distintas disciplinas.
-Pero a partir de ellas, ¿y si yo no quiero?
-También podes hacerlo, pero es como tratar de curarte sin saber medicina o hacer un dique sin saber ingeniería.
-No es lo mismo.
- Claro que sí. En una sociedad compleja existe un conflicto y crees que podes resolverlo solamente con tu opinión.
En lo que respecta a tu vida podes no consultar a nadie, pero, cuando tu decisión compromete las decisiones de los
otros, creo que tenés que tomar recaudos.
-¿Y qué hacía la sociedad cuando no existían las ciencias sociales?
-Lo mismo que ahora. Se producían cambios irresponsables sin poder evitar sufrimientos, injusticia y dolor. Los
distintos grupos de nuestra cultura no buscan conocer por qué somos como somos, sino hacer prevalecer lo que creen
que es el bien o lo “normal”.
-Papá, ¿puedo decir que tener o no un hijo es fruto de un conocimiento?
-Como decirlo, lo podés decir..., pero ya ves que la mayoría de nuestro conocimiento no se aliene a razones sino a
costumbres.
-Es que tengo un problema, porque creo que, aunque la decisión se base en un conocimiento que se atenga a
razones o se atenga a costumbres... no sé si es malo que una mujer pueda decidir abortar.
-Mientras no conozcamos los porqués de cada caso... yo tampoco.

Metálogo sobre el amor y la entropía


-Papá, ¿por qué los matrimonios se separan?
-¡Por favor! Ahora no... que estoy tratando de descansar.
-Vos me dijiste que siempre ibas a responder lo que yo te pregunte.
-Sí, pero ahora no puedo, quiero dormir.
-A mí me parece que no querés y por eso te escapas.
-No querida, lo que pasa es que es un problema de grandes y no lo entenderías porque todavía sos muy joven.
-Sos un falso. Siempre me decís que puedo hablar con vos todo lo que yo quiera y cuando te pregunto algo me decís
que no porque estás ocupado, o que no lo entendería.
-Está bien... voy a tratar de complacerte...
-Decíme, ¿qué cosas no entendería?
-Decisiones de adultos, que corresponden a procesos irreversibles en sus relaciones, o por lo menos que ellos
suponen irreversibles.
-Y eso ¿qué tiene que ver con las separaciones?
-Es una forma de explicarle que toda relación que se establece sufre tensiones externas e internas que la pueden
modificar y que, en ese sentido, la ruptura es una posibilidad.
-¿Y por qué sufren tensiones?
-Porque cada persona tiene una forma de organizar su vida y una pareja implica compatibilizar dos maneras de ver
las cosas dentro de una realidad que cambia constantemente. -Pero ¿no se pueden evitar las tensiones?
-No, eso es imposible; además no siempre somos conscientes de ellas y, cuando lo somos, por lo general nos
equivocamos al interpretar las causas que las originan; a veces las tensiones generan respuestas adaptativas que
permiten soportarlas, otras veces transforman radicalmente la relación estableciendo un nuevo vínculo o fortaleciendo
el anterior.
-Entonces todas las parejas pueden estar destinadas al fracaso.
-Como te dije, ésa es sólo una posibilidad, hay parejas que generan un tipo de vínculo que les permite manejar las
tensiones de manera que las enriquezcan; por otra parte, también existen las normas culturales, que son mecanismos a
los que la gente se somete para mantener la entropía en niveles aceptables.
-¡¿Entropía?! ¿Qué es eso?
-Es una palabra griega que significa evolución, se utiliza en la termodinámica para nombrar una magnitud que mide
el grado de desorden producido, a lo largo del tiempo, en las relaciones de un sistema que no recibe la influencia de
factores externos. Su valor máximo es el equilibrio producido por la uniformidad de las relaciones entre todos sus
elementos. En este sentido se comenzó a aplicar en otras ciencias para dar cuenta del caos o indiferenciación (ya que se
quiebra la diferenciación anterior) que se genera en las relaciones entre los elementos de un sistema cuando no tiene
mecanismos de corrección.
-No entendí nada.
-Es que en la escuela te enseñaron modelos de la realidad donde la variable tiempo no es tomada en cuenta. Cuando
no se considera la temporalidad, la única explicación posible es que los cambios son provocados por un factor externo a
la relación. Sin embargo, el tiempo afecta a todas las cosas. Pensá por ejemplo en una playa, ¿creés que la arena está
ordenada?
-¿Qué querés decir con eso?
-Si está ordenada siguiendo algún patrón, si está agrupada con algún sentido.
-No, está toda mezclada... o..., bueno, sí, está siempre en la playa entre el mar y la tierra... pero, ¡qué sé yo!
-Por ahora sólo me refiero a la arena, no a su contexto.
-Ah... sí..., el contexto ordena..., entonces está toda desordenada.
-Si hiciéramos un castillo de arena ¿esa arena estaría ordenada?
-La arena del castillo sí... estaría organizada para formar un castillo.
-Y si no lo cuidáramos, ¿qué creés que pasaría?
-Bueno... el castillo con el tiempo se haría bolsa.
-La arena volvería a estar desordenada y esto quiere decir que el nivel de entropía sería alto pues, el “sentido” de ser
un castillo fue "evolucionando” hasta volver a ser un montón de arena toda mezclada. Quiere decir que si en un sistema
cerrado no ingresas energía para mantener el orden que estableciste se producirá un proceso de desorganización, de
caos, donde las partes estarán indiferenciadas.
-¿Por qué hablas de sistema cerrado?
-Hmm... Recién me dijiste que la arena podía estar ordenada entre el mar y la tierra ¿si?, bueno yo te dije que no me
interesaba tu contexto. Desde un punto de vista teórico un sistema cerrado es el contexto que establecemos para dar
una explicación sobre algo. Fijáte que si hubiera aceptado tu “sistema” la arena permanecería ordenada y, en todo caso,
debería tomar un lapso muy amplio para mostrarte los cambios de ese orden.
-¿Por ejemplo?
-Una era geológica que mostraría la transformación de ese sistema...
-Papá, ¿la arena viene de las piedras?
-De las piedras, de las valvas de los crustáceos... de muchas cosas.
-Bueno... no importa. Todas esas cosas no estaban desordenadas ¿no?
-Eh... Todo ser vivo es un sistema auto-organizado, las piedras supongo que no... ¿Por qué me haces esta pregunta? -
Sólo pensaba si la arena sería el producto de la entropía de las piedras..., o sea, si la entropía puede venir de la entropía.
-Es absurdo, salvo que creas que la entropía es un tipo de orden. La entropía es sólo una magnitud que mide el
desorden, es decir, la tendencia a la indiferenciación desde un orden.
-Eso ya me lo dijiste pero, ¿qué querés decir con indiferenciación?
-Bueno también podríamos utilizar el término “uniformidad” si indiferenciación te resulta difícil. Cuando todos los
elementos tienen relaciones uniformes estamos frente a un sistema de máxima entropía, ya que no se puede producir
ningún cambio desde dentro.
-Papá, ¿nosotros comemos entropía?
-No..., creo que no. En general sólo comemos animales y plantas... No sé si la sal...¡¿Qué sé yo?!
-Ja, ja, ja.
-¡Las cosas no son entropía u orden! Nosotros recortamos los sistemas y luego analizamos sus procesos como
entropicos u ordenados. Podemos hablar del orden biológico, del orden ecológico o del orden humano y de la entropía
que se produce en cada uno de ellos.
-¿Y la caca? ¿La caca es entropía?
-Creía que ya habías comprendido que el “caos” y el “orden" son nombres que usamos para dar cuenta de procesos
en los sistemas de relaciones, no de cosas. Además, existe la posibilidad de que aquello que llamas “desorden” o “caos"
tenga un orden que todavía no conoces.
-¿Cómo es eso?
-Se descubrió, por ejemplo, que formas geométricas complejas que para nosotros serían caóticas, como las nubes,
las costas geográficas, las piedras al romperse, etc., se pueden reproducir a partir de cálculos matemáticos. Las formas
complejas parten de figuras simples que se van repitiendo según un modelo determinado. En otros casos también se
descubrieron auto-organizaciones de determinados sistemas inorgánicos simples, como las dunas de arena. Parece que
la arena sólo permite determinadas pendientes en sus médanos y que, pasado un nivel crítico, se producen avalanchas
que reorganizan el declive por debajo de ese nivel y generan las formas cónicas tan características de las dunas...
-Papá, ¿no era que la arena de la playa está desordenada? ¿Es distinta la arena de la playa donde me dijiste que
hicimos el castillo?
-Toda la arena de todas las playas es la misma arena... en fin, no sé a qué viene toda esta requisitoria. Vos viniste a
preguntarme acerca de las separaciones matrimoniales.
-Bueno, ¿qué tiene que ver el matrimonio con la entropía? —Y... el matrimonio es una institución cultural. Dentro de
cada sociedad se prescriben determinadas formas de matrimonio para ordenar las relaciones entre las personas y su
descendencia...
-Decíme, papá, cuando vemos distintas formas en las nubes, les estamos dando un orden ¿no?, entonces las nubes
¿están en estado de entropía... o de orden?
-Me parece que así no vamos a ningún lado. El orden y el caos son conceptos que describen relaciones entre cosas. El
orden es el concepto que utilizamos para hablar de una organización de las relaciones y la entropía es el que aplicamos
a los procesos que le suceden...
-Sí, pero una cosa es el orden que puedo producir con mis manos y otro el que genero sobre lo que veo...
-En los dos interviene la información. En un caso usaste energía para organizar algo siguiendo un patrón, en el otro
usaste tu pensamiento para entenderlo. Voy a tratar de explicártelo de otra forma; decíme ¿qué pasaría si no pusieras
“energía" en ordenar tus cosas?
-Estarían desordenadas.
-De esto se trata. El “orden” se produce con energía que, también, puede entenderse como información. Si dejas de
generar energía para mantener ese orden, la anterior se dispersará dando comienzo al proceso entrópico. Pasa lo
mismo con los sistemas de comunicación. Si vos querés producir una relación estable, debés sostenerla y reforzarla lodo
el tiempo con la información necesaria. De lo contrario, la comunicación tendrá procesos entrópicos que podrán
modificar las relaciones del sistema. -Y eso es malo.
-Depende de qué intenciones tengas. Si querés generar cosas buenas, no te queda otra posibilidad que conocer la
realidad de este proceso; de lo contrario, enfrentarás cambios que no sabrás por qué se realizaron.
-Pero esto ¿qué tiene que ver con las nubes, el castillo de arena, el matrimonio y las separaciones?
- Esperaba que ya lo hubieras entendido. Todo tiene que ver con que el “orden” no existe.
- ¡Papá, me estás confundiendo a propósito!
-No, no es mi intención. Cuando digo que el orden no existe estoy haciendo referencia a que no es el mismo para
todos. Cada grupo y también cada individuo tienen su visión de lo que es “orden”. Los distintos “valores” que circulan
en una sociedad son información producida por sus miembros para generar un sistema de relaciones y evitar así que sus
agrupaciones caigan en el “caos”. En este caso “caos" debe entenderse como un cambio en la información provocado
por una perturbación no deseada o no entendida. Esto puede no ser cierto, porque puede ser producto de un orden no
conocido, pero lo importante es que el grupo o el individuo crean que eso significa caos.
-¿Por qué decís que puede no ser cierto?
-Porque lo que es caos para nosotros puede ser orden para otro o un orden desconocido para todos... Toda
información establece lo que es posible y restringe lo que no lo es. Con esa información categorizamos los problemas y
sus posibles soluciones. -Entonces, siendo el matrimonio una norma cultural, es una información sobre cómo deben ser
u ordenarse algunas de las relaciones entre las personas.
-Sí, es un tipo de información por el cual se determinan los comportamientos apropiados que deben sostener dos o
más personas en relación a su conducta sexual, sus bienes y su descendencia.
-¿Por qué dijiste dos o más?
-Porque en algunas culturas la norma oficial establece relaciones maritales entre más de dos miembros: en unas, un
hombre puede tener varias esposas y, en otras, una mujer puede tener más de un marido.
-¿Y dos esposas con dos esposos?
-Por lo que tengo entendido no hay matrimonios de dos esposas con dos esposos.
-¿La gente también se separa en otras sociedades?
-En unas es lícito y en otras no. Independientemente de ello, en cualquiera de las dos puede haber gente que no se
separe nunca o que lo haga. En otros casos la separación es impensable, ni siquiera puede imaginarse esa posibilidad.
-¿Cómo puede ser?
-¿Cómo puede ser qué?... ¿Que haya diferentes formas de organizarse o que no pueda pensarse en la separación?
-Que haya diferentes formas de organizarse.
- Te estaba diciendo que el orden no existe. El orden es un diseño de organización que construimos en nuestras
mentes con los valores que aprendemos y compartimos en un grupo. Dentro de cada cultura existen muy diversas
creencias sobre cómo se debe vivir y recetas pragmáticas que la gente adopta. Toda sociedad tiene una gran variedad
de información para fortalecer distintos valores y conductas comunes. Lo hace a través de diferentes posibilidades de
actuación para cada situación, aunque nunca todas ellas son aceptadas oficialmente.
- ¿Qué sería una receta pragmática en nuestra cultura?
- Por ejemplo, que somos monógamos por naturaleza. También el deber de mantener la continuidad de la pareja
para siempre, la idea de que al hacerlo se está cumpliendo un rol social por sobre el individual o que el individual sólo
puede desarrollarse por el social; que la familia es la felicidad y la pareja su amor verdadero... Además tenés recetas de
los tipos de roles que le tocan a cada miembro de la pareja, qué puede hacer y qué no. Estas convicciones son muy
útiles para mantener un matrimonio unido y, de hecho, mucha gente se empeña en tener un matrimonio de acuerdo a
los cánones socialmente establecidos.
-Pero... ¿puede ocurrir que en la pareja alguno desee desarrollarse en otro sentido?
-Sólo si lo considera importante. En general las parejas se separan cuando ambos miembros, o uno de ellos,
consideran que necesitan desarrollar algún aspecto que no le es posible lograr junto al otro. Pero para ello necesitan
que su grupo o su cultura les permita pensar eso.
- Pará, pará, para. ¿Me estás diciendo que la misma cultura que, por un lado, informa que el matrimonio es para
siempre, por otro, fomenta que las parejas se separen?
-Ah..., el amor... el amor...
-Claro, cuando se termina el amor la gente se separa.
-No. El amor es una energía más que la gente utiliza para vivir en nuestra cultura, en la actualidad es la información
básica aceptada por la gran mayoría para constituir un matrimonio. Todo el mundo debe casarse por amor. Pero así
como hay muchos tipos de orden hay muchos tipos de amor, y no necesariamente todos deben ser compatibles con el
matrimonio.
-Esto es un despelote.
-Sí, si nadie es perfecto, ¿por qué tendría que haber sociedades perfectas?
-¡Me estás tomando el pelo!
-Más o menos... Las diversas ideas sobre el amor han ido cambiando tanto como entre quienes es dado concretarlo.
En la Grecia Clásica (la cuna de Occidente), el verdadero amor sólo era posible entre hombres. En el medioevo, surgió la
idea del “amor pasión” (ese sentimiento de embelesamiento ante el ser amado) y, recién en el siglo pasado, comienza a
relacionarse seriamente el amor con el matrimonio. Este a su vez siempre existió con la finalidad de fijar reglas para la
reproducción y la herencia. En el siglo XVIII el amor entre marido y mujer era una “rareza”, por eso a Jean-Jacques
Rousseau le parecía increíble que su amante se hubiera enamorado del esposo. El matrimonio estaba para cuidar el
patrimonio familiar ¡no para sentir amor! Como amor y matrimonio no estaban asociados, éste resultaba una institución
estable. En otras culturas (y en la nuestra también), las pareja se casan sin conocer las razones sociales de ello siguiendo
simplemente una costumbre y un deseo, sin ver las condiciones que pueden llevarlas al fracaso.
- Papá..., creo que sos un viejo retrógrado.
-Porque estás asociando el amor con el caos.
-Creo que la retrógrada sos vos. Te precipitas al sacar conclusiones. Una cosa es la evolución de los afectos y otra la
evolución de las instituciones sociales. Vos no viniste a preguntarme por qué se termina el amor, sino por qué los
matrimonios se separan. En gran parte las separaciones ocurren porque asociamos determinados tipos de amor con
determinados tipos de matrimonio. Amor no es igual a caos porque, de hecho, es una información cultural como lo es el
matrimonio o, si lo preferís, un valor cultural y por lo tanto tiende a crear, ordenar, mantener, etc. La diferencia radica
en que uno es producto de un orden en las relaciones sociales y otro de un orden afectivo, personal, y el punto en
común es que ambos pueden transformarse.
-Entonces ¿está mal relacionar algún tipo de amor con algún tipo de matrimonio?
-Sólo si la separación se toma como un fracaso de las personas. Uno de los errores más comunes es considerar que
nuestras instituciones o nuestras creencias son el producto perfecto de un progreso evolutivo. Hay quienes piensan que
fueron ellos mismos quienes fallaron antes de aceptar que era uno de los resultados posibles. Otros le echan la culpa a
una de las dos informaciones: por ejemplo, algunos acusan al matrimonio de “matar al amor” y otros acusan al amor de
“matar al matrimonio”.
-Me sigue pareciendo que asocias amor con caos.
-No, es un error. El sentimiento de amor es una fuerza muy poderosa, por eso se lo trata de vincular a las
instituciones. En su nombre se pueden perdonar errores, cubrir imperfecciones, aceptar desigualdades y brindar un
sentimiento de seguridad ¿No oíste hablar del "amor a la patria"? El amor en la pareja, por ejemplo, puede ‘'ordenar”
los vínculos culturalmente incompatibles debido a diferencias de edad, de religión, sociales, etc.
-Sí, pero por lo general fracasan.
-No te confundas, los porcentajes no determinan las relaciones. De hecho, el amor permite un lazo solidario entre
personas. El problema es que no conocemos las condiciones necesarias para que dure. Sin embargo, es cierto que toda
pareja “anómala” (que se salga de la normalidad) va a sufrir tensiones originadas en su trato con los “normales”.
También existen parejas que socialmente no son aceptadas pero sí toleradas por el grupo mientras sean “invisibles”,
esto es, que no se muestre la relación públicamente.
-¿Como cuáles?
-Humanos con animales, parejas del mismo sexo, lo que se te ocurra...
-Pero eso no es matrimonio.
-No lo es para aquellas sociedades cuyos valores culturales prescriben que las relaciones sexuales, de bienes y de
filiación se establecen entre distintos sexos. Pero hay quienes no ven la imagen institucional del matrimonio, y se
escapan de la norma de los porcentajes y buscan su “orden” en otra parte, alterando algunas de las reglas
establecidas...
-Ah... ¿En serio?
-Por supuesto, la gente no se da cuenta que la institución matrimonial no se origina en el amor. Su vinculación fue
posterior y responde a necesidades planteadas en un contexto histórico y cultural específico. Obviamente lo que te dije
antes provoca un cortocircuito en nuestras concepciones, no toleramos las muchas posibilidades que resultan cuando
relacionamos “emparejamiento” con amor porque no todas están contenidas en la institución matrimonial. Insisto, el
amor se asoció con ella sólo para reforzar una clase de orden. El amor se desarrolla en pareja. El matrimonio regula un
solo tipo de unión. Sin embargo, en un solo movimiento reducimos estas dos expresiones para sostener que el
matrimonio es el ámbito “natural” para el amor. Si pudiéramos aceptar este planteo no hubieras venido a preguntarme
por qué los matrimonios se separan.
-Entonces nuestra cultura rechaza el caos pero a su vez lo produce.
-Sí, en realidad a mayor complejidad en la organización de un sistema, mayor posibilidad de entropía...
-¿Qué?
-No importa... En general quienes integran una cultura creen que existe un “orden natural” y que ellos son los
responsables de mantenerlo. Esto sería verdad si no fuera porque existen muchos “órdenes naturales” y una realidad
independiente a todos que a su vez los selecciona, no siempre pensando en el bien común. A decir verdad, una cultura
incluye en su historia viejas y nuevas ideas sobre lo mismo, distintas formas de organizarse, etc., aunque la gente quiere
creer todo lo contrario.
-¿Quiere decir que hay muchas culturas dentro de una cultura?
-¡No!, vos creés que cada orden es una cultura y, sin embargo, una cultura es la interacción de muchos y diversos
órdenes. Lo que vos llamas “cultura” es sólo un momento en un proceso heterogéneo de prácticas y creencias que
continuamente se transforman debido a su interacción... Si vos solo tomás en cuenta lo que “oficialmente” se dice que
es la “normalidad” o el “deber ser”, la cultura aparece como un conjunto de valores homogéneos y estáticos. Sin
embargo, es la interacción de valores diferentes dentro de una realidad que los enmarca (como su historia, su contexto
ecológico, su tecnología, etc.) lo que posibilita la existencia de toda cultura.
-Pero entonces, ¿cuál es el orden de una sociedad?
-Muchos, te diría infinitos. Tenemos aquellos que cada miembro de esa sociedad adopta y a partir del cual actúa.
También están los diversos órdenes que plantean las ideas políticas y los órdenes que crean los científicos cuando
analizan la realidad.
-Yo no estoy hablando de cada uno de esos órdenes, te pregunto si hay uno que los trasciende.
-Bueno, hay científicos que lo buscan. ¿Te acordás que recién hablábamos de las nubes que podían no tener un
orden hasta que alguien encontró la pauta que permitía comprenderlo? Algunos científicos buscan la pauta para
entender el cómo y el porqué de nuestras culturas. Por otra parte, están los que quieren imponer un orden
determinado, como los grupos económicos, la iglesia, los políticos, etc..., sería algo así como los que hacen los castillos
de arena. -Papá..., los que hacen política ¿primero no deberían conocer cuál es la pauta o el patrón de la sociedad y
recién entonces ponerse a construir el castillo?
-Sí, pero ellos creen que ya lo saben...
-Me parece que así sólo se produce más y más caos... -Justamente por eso alguna gente cree que no es posible
ninguna mejora en nuestra sociedad.
-Papá..., entonces los científicos deberían actuar políticamente en su sociedad.
-Ya lo hacen, lo quieran o no. Cuando sé desinteresan por la práctica política se olvidan que eso no los libera de
actuar dentro de un contexto político. No pueden salirse de él.
Ideas como: “la transformación no es posible” o es “irreal” también tienen incidencia política.
-¿Por qué?
-Porque es un tipo de actitud que siempre es bienvenida y fomentada por los que monopolizan el poder, ya que
elimina la posibilidad de toda alternativa al orden que ellos sostienen...
-Los que hablan de cambiar ¿también se pueden equivocar? -Claro. Todo cambio en las relaciones es una decisión
compleja y de consecuencias peligrosas, sin embargo a veces es es necesario lomarla si querés mejorar las condiciones
de existencia de las personas. Por eso no basta con reconocer que un “orden’’ o personas son malos, o decir que se
tienen buenas intenciones para afrontar un cambio. Debemos intentar conocer lo mejor posible la realidad.
-Papá, los hijos de padres separados ¿son entropía?
-Ya te dije que la entropía es una magnitud.
-Sin embargo, ellos son producto de una mayor desorganización. -No veo por qué sería así...
-Por ejemplo, ¿con quién se tienen que ir los hijos de los padres que se separan?
-Con los padres si éstos los quieren.
-Ya sé, pero yo digo si es con el papá o la mamá.
-¡Con los dos, por supuesto!
- ¿Cómo se te ocurre eso si estamos diciendo que están separados?
-Bueno, salvo que vivan en dos ciudades muy distantes no veo por qué no pueden estar con los dos.
-Pero, ¿con quién deberían vivir?
-Con quién decidan los padres.
-Si están separados es porque están peleados.
-No necesariamente, aunque si lo estuvieran deberían dejar de lado sus diferencias por el amor a sus hijos.
-¿Y si no pueden dejar de lado sus diferencias?
-Para eso sería necesario que los dos sean inmaduros. -¿Inmaduros?
-Me refiero a que los dos tengan comportamientos cristalizados, rígidos..., que no puedan enfrentar nuevas
situaciones.
-¿Los dos?
-Claro. Para que no haya ningún tipo de encuentro en una pareja es preciso que los dos sean inmaduros para
enfrentar la relación que construyeron. De haber uno maduro no permitiría la existencia de un conflicto inmanejable
para alguno de los dos.
-¿Aunque uno no supiera lo malo que podía ser el otro?
-No creo que se trate de buenos o malos. Ya te dije que toda relación sufre tensiones y no saber manejarlas no
implica bondad o maldad. Ahora bien, si vos te estás refiriendo a que uno de los dos es una persona con conductas
patológicas le preguntaría ¿cómo puede ser que una persona madura no sepa con quién está conviviendo?
-¿Hay muchas personas inmaduras?
-Todos lo somos, si no en todo sentido, por lo menos en muchos.
-¿Me estás diciendo que no hay gente madura?
-No, te estoy diciendo que puede haber gente madura para algunas cosas pero no para todas.
-¿Sería algo así como que una persona madura es organizada y una inmadura en cambio es entrópica?
-No me gusta por donde estás yendo..., estás asociando el orden a lo bueno y la entropía a lo malo.
-¿Por qué está mal?
-Yo te diría que una persona madura es aquella que puede reconocer los procesos que le toca vivir, y puede
responder a las situaciones que se le presentan de una manera ecuánime. -Pero, papá, si reconoce esos procesos es
porque los organizó... -Hmmm... sí, tenes razón... Obviamente yo tampoco puedo evitar identificar al orden con lo
bueno y a la entropía con lo malo en mis explicaciones sobre la cultura aunque, por lo menos, incorporo en mi análisis
los procesos entrópicos... -Vos siempre zafás...
-Bueno... si incorporas la entropía como variable vas a estar alerta a los cambios...
-Estoy pensando... ¿y si los dos son inmaduros al finalizar su relación?
-Generalmente complican aún más las cosas recurriendo a la vía judicial... Ya sé, ahora querés saber por qué las
complican...
-Sí.
-La justicia no tiene por misión “hacer justicia”, sino mantener la coherencia del sistema de valores que ella
representa. Por lo tanto, la instrucción que reciben los profesionales que
la integran no se basa en el reconocimiento de la gran diversidad de órdenes existentes, sólo se les exige conocer y
defender las leyes y las costumbres que hacen al “orden” oficialmente aceptado. No tienen el deber de conocer esa
diversidad para “juzgar” antes de tomar decisiones.
- ¿Y deberían tener esa obligación?
-Creo que sí, porque los casos sobre los que actúan son producto de las contradicciones entre los órdenes presentes
en toda sociedad. Esto ocurre porque la organización social se edifica hegemónicamente, es decir, en la creencia de que
el orden sólo es posible si existe una instancia superior y dominante del resto (sean personas, ideas, instituciones, etc.).
Como te dije, a la justicia no le interesa resolver contradicciones sino simplemente superarlas para mantener el sistema
impuesto y eso es lo que se enseña.
-La educación ¿sería una forma de evitar la entropía? -Depende de lo que enseñes. Podés enseñar a ser necio, por
ejemplo, a tomar sólo en cuenta un tipo de orden y provocar más problemas cuando éste se cruce con otros “órdenes”.
Una justicia hegemónica es producto de una enseñanza hegemónica. Por mi parte creo que la enseñanza debe estar
orientada a reconocer la existencia de muchos criterios y a la búsqueda de una mejor organización de las relaciones.
Ésta sería una forma de evitar sufrimientos innecesarios. También me parece que se debería instruir a los padres para
reconocer las transformaciones que se producen en la sociedad.
-¡Papá, sos un metido!
-Nada de eso. Estamos viviendo en una sociedad compleja que está en continua transformación. Cuando se
modifican las pautas de organización familiar establecidas, es la sociedad quien debe hacerse cargo de las
consecuencias de ese cambio. Te voy a dar un ejemplo: cuando en una época varias familias coexistían en una misma
residencia, los hijos reconocían sus futuros roles en la propia interacción: las niñas aprendían cómo tratar y reconocer
las conductas de los bebés como resultado de su convivencia con tías, primas o vecinas con hijos. Así, cuando eran
adultas y tenían sus propios bebés, ya sabían “naturalmente” cómo tratarlos. Ahora bien, desde hace un tiempo
prevalecen las residencias neolocales, es decir, aquellas en las que cada nuevo matrimonio establece una vivienda
independiente de sus progenitores. Los hijos ya no tienen contacto directo con la crianza de otros chicos y, como
consecuencia de ello, las nuevas mamas no saben qué tienen que hacer con un bebé, y dependen, en el mejor de los
casos, de un pediatra, de la información de revistas o de algún que otro comentario.
-Ahora voy entendiendo...
-La interacción de los distintos “órdenes” con la realidad y entre ellos mismos produce cambios de costumbres que
provocan consecuencias que a veces no se preven. De esa forma se generan desajustes porque no hay una nueva
información que incorpore el desorden creado dentro de un nuevo orden.
-Papi, así como lo decís es mejor no cambiar mucho las cosas...
-Los cambios no son en sí mismos “buenos” o “malos”. Su bondad o perversidad radica en enfrentar o no las
consecuencias negativas que puedan tener.
-Pero, el “orden” ¿es bueno o malo?
-Es inevitable. Los seres humanos no podemos actuar sobre la realidad si no la organizamos. Ahora bien, que esto
sea inevitable no implica que esa organización sea “necesariamente” buena.
-Si sigo lo que estás diciendo, las mejores organizaciones son las que admiten transformaciones.
-Obviamente son más adaptativas que las cristalizadas, pero eso no indica que necesariamente sean buenas.
-En nuestro caso, si los jueces no se educan en esto ¿pueden decidir mal con quién deben quedarse los hijos?
-Sí.
-Y los hijos ¿no pueden opinar?
-Sí, pueden hacerlo según su edad, aunque siempre deberían escucharlos.
- ¿Si el juez decidiera que tienen que ir con el padre?
-Irían con el padre.
-¿Y si son los hijos muy chiquitos?
- También.
-Pero, ¿no tienen que estar con la mamá?
-Probablemente un juez en nuestro país fallaría en contra del padre y a favor de la madre.
- Claro, es lo que debe ser.
-No necesariamente.
-¿Por qué decís eso?
-Porque en el cuidado de los hijos no hay nada que diferencie a un padre de una madre, salvo que ellos sean sexistas.
-¿Qué quiere decir sexista?
-Que considera que en igualdad de condiciones un sexo es superior a otro.
- ¿Y en qué son iguales el padre y la madre?
-En el afecto que le tienen a sus hijos.
-Pero una mamá los tuvo en su panza durante nueve meses. -Claro.
—Y los amamantó.
-Por supuesto.
-¿Entonces?
-Salvo en el amamantamiento no veo razones por las que el niño no pueda estar indistintamente con la madre o el
padre. -Pero el bebé necesita más de la madre.
-Eso forma parte de un discurso sexista de características machistas.
- ¿Por qué decís que es machista?
-Porque el machismo divide los roles de actuación de los sexos: la mujer en la casa con los hijos, el hombre en la calle
por el sustento. La mujer instintiva, el hombre racional. La mujer da afecto a sus hijos y el hombre les pone límites.
-¿No crees en el instinto materno?
-No, es el invento de una sociedad machista. Cuando una sociedad privilegia a un sexo sobre otro no lo hace de
forma arbitraria, lo justifica de manera que nos resulte natural; de hecho se venden una cantidad de libros y revistas
que enseñan a la mujer lo que sus “instintos” le indican.
-Si es un instinto ¿por qué se enseña?
-Justamente porque no es un instinto. Una sociedad profundamente machista rescata el papel de la mujer en las
tareas maternales y las justifica por un instinto que no tiene, para así alejarla de las decisiones del poder. Cuando las
mujeres comprendieron esto comenzaron a luchar por la igualdad de derechos con respecto a los hombres. Pero claro,
la igualdad de condiciones debe darse en todos los aspectos, incluso en aquellos que benefician a la mujer, tales como la
tenencia y crianza de los hijos.
-Papá ¿esto no puede producir conflictos?
-Sólo si todo el contexto sociocultural opina lo contrario.
-Si en una sociedad el modelo a seguir es que la mujer sólo sirve para sentir afecto y el hombre sólo para pensar, los
padres y madres responderán a esos estereotipos. Adoptar una conducta diferente indudablemente traerá conflictos.
-A mí me parece que un hombre no sabría qué hacer con sus hijos.
-Un machista no sabría qué hacer con sus hijos, vería menoscabada su masculinidad, en cambio un varón no sexista
sí lo sabría. Un hombre criando a sus hijos será tan ridiculizado como lo fueron las mujeres cuando comenzaron a
trabajar en tareas masculinas sin tener experiencia. Deberá aprender a tratar a sus hijos como se dice que lo hace la
mujer.
-Ese tipo de hombre no existe.
-Claro, una sociedad machista impide su desarrollo al no posibilitarle igualdad de condiciones.
-Si lo pueden apoyar las mujeres feministas.
-Así debería ser, pero, en realidad, no tiene el apoyo de sus pares de sexo ni tampoco el de las mujeres feministas,
porque ellas optan por la mujer aunque sea machista. El argumento es que la mujer en una sociedad machista siempre
es parte perjudicada y por eso debe ser defendida en cualquier circunstancia.
-Eso ¿no es sexismo?
-Sí.
- Yo no te discuto que el papá no pueda mimar a sus hijos...
-Pero le otorgas a la madre un plus de sentimientos que no es real.
-Es que el hombre no está con ios hijos como lo está la madre...
-En una sociedad machista seguramente es como decís, aunque sea un disparate que el hombre se vea privado del
desarrollo del afecto con sus hijos.
- ¿Eso es una injusticia?
-Sí, pero sólo para un varón no machista.
-Pero si les das los mismos derechos ai padre y a la madre ¿no sería un aumento de injusticia para la madre?
-Sólo para la madre de una sociedad machista. ¿Entendés ahora cuando te decía que no existía un orden igual para
todos?
-Sí... Y también que la justicia no existe.
-No existe en tanto no reconozca los derechos de todos. El problema no radica en uno de ios sexos sino en los dos.
Los cambios no pueden consistir en conquistas sobre el otro sexo, de esa forma sólo se consigue la dominación de uno
sobre otro o el encapsulamiento de una de las partes. Te voy a hacer una pregunta: la mujer ¿debe tener los mismos
derechos que el hombre?
-Sí.
-¿Qué opinas de los musulmanes que someten la mujer al varón?
-Antes pensaba que estaba mal, ahora pienso que es su forma de evitar la entropía.
-También dijimos que no hay culturas perfectas.
-Sí.
- ¿Creés que las mujeres musulmanas son inferiores a las occidentales?
- No.
-Entonces, es una forma injusta de evitar la entropía.
-Claro.
-¿Qué habría que hacer?
- No sé... ¿Quizás decirles a las mujeres que luchen por sus derechos como hicieron las occidentales?
- ¿Y provocamos una guerra de sexos?
-Entonces, ¿qué hay que hacer?
-Primero hay que conocer los motivos de la desigualdad y las relaciones que genera para luego sopesar las
consecuencias de los cambios culturales que se proponen.
- Papá, ¿el progreso es caótico?
- Todo progreso implica producir mayor cantidad de energía y/o información, si no la sabemos canalizar calculo que
nos enfrentaremos a un gran caos, porque cuando se modifican las condiciones se hace necesario cambiar el orden. La
historia de la humanidad muestra que siempre se optó por establecer una organización jerárquica porque es mucho
más sencilla que una igualitaria.
- ¿Por qué?
-Porque sólo un pequeño grupo de la población toma las decisiones, no se discuten entre todos. Ésa es una de las
razones por las que las organizaciones más igualitarias tienen baja demografía. En ellas, la información puede circular
entre todos sus miembros y todos tienen capacidad de decisión. Si este sistema lo quisiéramos desarrollar en una
sociedad con gran población, deberíamos crear mecanismos de comunicación y reglas de convivencia que enfrentarían a
los actuales -Entonces ¿no hubo un progreso real?
- No, y te voy a decir por qué. Si aumentamos nuestra capacidad de energía debemos aumentar los controles de la
misma, pero, en toda organización humana, es más fácil someter que acordar, destruir que construir, pelearse que
amigarse. Si yo te pregunto ¿es de confianza una persona que siempre actuó bien pero la descubriste una vez robando?
-No, ya no.
-Y si te pregunto ¿es de confianza una persona que siempre robó pero una vez fue decente?
-No, tampoco.
-Ves, en ninguno caso podemos saber si era una persona honrada que una vez cometió un error o si era deshonesta
pero cambió. Siempre se opta por la desconfianza. La confianza, el acuerdo, la amistad son mucho más costosos que la
desconfianza. En nuestra sociedad ser honrado es más costoso que ser deshonesto, porque no podés fallar. Si esto lo
vemos desde el punto de vista de la organización social hay construcciones que son más fáciles que otras. La
construcción de una sociedad ordenada jerárquicamente es más sencilla que la de una igualitaria pues se gasta menos
energía.
- ¿Por qué?
-Porque las decisiones que se toman no se discuten ni acuerdan con el resto. Mientras se acepte la jerarquía todo va
a funcionar.
-Eso es bárbaro.
-Claro, si te toca estar en el vértice superior de la pirámide, pero si estás en la base ya no es tan divertido. La
desigualdad es el fundamento de las relaciones jerárquicas.
-Papá, ¿hay desigualdades en nuestra democracia?
-Si existe una organización piramidal sí.
-A mí en la escuela me dijeron que la pirámide social de la democracia, a diferencia de la pirámide de los sistemas
totalitarios, muestra que se puede circular de abajo hacia arriba, que las clases no son estancas...
-Y digo yo, todos esos cambios ¿siempre van a sostener una pirámide? Te acordás que al comienzo de nuestra charla
habíamos quedado que las relaciones sufren tensiones que pueden modificarlas.
-Ah... y acá siempre debe existir la pirámide para que la gente se mueva...
-La movilidad, en todo caso, debe ser el medio para transformar la figura geométrica en un rectángulo, una pirámide
trunca, etc., que lleve a relaciones más igualitarias.
- Pero, papá..., ¿no estaríamos hablando de una de las características de la entropía: su final en la indiferenciación?
Cuando se trata de culturas o sociedades no se puede esperar que el proceso que produce relaciones igualitarias actúe
por sí solo. Requiere mucha energía y es muy costoso, implica que todos los miembros del grupo manejen la
información que hace a su funcionamiento.
- Entonces no puede haber ningún cambio.
-Cambios siempre habrá. El problema es hacia dónde... Por eso, es importante remarcar el rol que tiene el afecto y el
conocimiento porque ellos siempre buscan igualar.
- ¿Qué tiene que ver el amor?
-No hicimos otra cosa más que hablar de él y de cómo desarrollarlo mejor. El amor es una fuerza que mueve a las
personas y a los grupos e implica una responsabilidad hacia el otro. Si no sos responsable con tu deseo, si no te cuidas
vos y también a la otra persona muy probablemente te lastimes o rompas los lazos que te unen a ella. El desarrollo del
afecto es la meta, ya que es un vínculo muy fuerte para toda organización, pero para lograrlo debemos intentar
reconocer los aspectos que puedan afectarlo sin perjudicar a las personas. Por eso te decía que si buscas el bien lo hagas
a partir del conocimiento, de lo contrario no creo que puedas generar un orden que satisfaga a todos. Y este orden, para
mí, sólo es posible en un plano de igualdad.
-Estás confundiéndome de nuevo.
-Creo que debemos mejorar la organización de nuestras relaciones para lograr más y mejor amor...
-Hmmm... Papá, creo que sos un tonto soñador.
-¿Por qué?
-Porque si fueras inteligente te darías cuenta que nadie busca tener el poder para después ampliar con él nuestra
capacidad de amor.
-Creo que decís esto porque confundís inteligencia con persecución de beneficios individuales. La inteligencia
consiste, para mí, en lograr el bien de todos. No creo que a la inteligencia se deban tantas injusticias sociales, sino a su
falta. Como te dije, las relaciones jerárquicas entre los seres humanos son más sencillas de establecer que las
igualitarias, porque estas últimas necesitan de mayor madurez.
-Mira, la información que hace al manejo del sistema jerárquico sólo está disponible para la dirigencia, al resto sólo
le queda aceptar y obedecer. Un sistema no jerárquico genera un mayor volumen de información en discusión, esto
implica que se deben generar mecanismos de coexistencia y conocimiento mucho más complejos... En otro sentido, la
indiferenciación social es más compleja que la diferenciación, requiere de mecanismos más complejos...
-¿Se puede decir entonces que en los sistemas sociales la indiferenciación requiere de una mayor o mejor
organización al contrario de lo que ocurre con lo inorgánico...?
-Me parece que sí...
-Ah... Entonces deberíamos usar la inteligencia en función de la solución de conflictos para poder desarrollar el amor
y que éste no produzca sufrimientos ni en la pareja ni en la sociedad.
-Algo así.
-Gracias papi, ahora podés seguir descansando.
-No, ahora ya no puedo.

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