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Haroldo de Campos

DE L A RA Z ÓN A N T ROPOFÁ GI CA
DI Á L OGO V DI FEREN CI A
E N L A C U
‘T U R A
’ L EI
B R A s Ñ A
T r a d u c c i ó n d e E d u a r d o M i l á n
l 4
“La polémica verdadera se apodera de un libro tan tiplicidad de las literaturas nacionales y locales nace una
amorosamente como un caníbal de un niñito.” literatura universal”.S La idea goethiana de la Weltlilera-
tur encuentra, en ese texto, una relectura en términos de
Walter Benjamin
lo que se podría definir como una praxis intersemiótica:
1. Vanguardia y/o sub-desarrollo es el mundo de las comunicaciones, la presión dialógica
de la comunicación intersubjetiva generalizada, q u e

L
a cuestión de lo nacional y de lo universal (es- preordena y configura- al signo literario universal como
pecialmente de lo europeo) en la cultura lati- “signo ideológico” (en el sentido en que Volosinov -y/o
noamericana, que envuelve, a su vez, otras Bakhtin- en los años 20, trataría de formular su “semió-
más específicas, como la de la relación entre tica sociológica”, de base marxiana).” Punto de cruce de
patrimonio cultural universal y peculiaridades locales o, discursos, diálogo necesario y no xenofobia monológica,
en forma más determinada, la de la posibilidad de una li- paralelogramo de fuerzas en acción dialéctica y no ecua-
teratura experimental, de vanguardia en un país subde- ción de una sola incógnita mimético-pavloviana. Así,
sarrollando, fue enfocada por mí en un trabajo de 1962.’ toda reducción mecanicista, todo fatalismo autopunitivo
con el auxilio de una reflexión de Engels sobre el proble- según el cual, a un país no desarrollado económicamente
ma de la división del trabajo en filosofía, contenida en también debería corresponder, por reflejo condicionado,
una famosa carta a Conrad Schmidt (27 oct. 1890) : “Co- una literatura subdesarrollada, siempre me parecieron
mo dominio determinado de la división del trabajo, la fi- una falacia del sociologismo ingenuo.
losofía de cada época supone una documentación intelec- Mas tarde encontré en Octavio Paz (Corriente Alterna,
tual determinada, que le es transmitida por sus predece- 1967), en su estudio “Invención, subdesarrollo, moderni-
sores y de la cual se sirve como punto de partida. Esto ex- dad”, observaciones iluminadoras que, partiendo de un
plica por qué puede ocurrir que paises económicamente gran intelectual de otro país latinoamericano, México,
retrasados puedan, no obstante, tocar el primer violín en venían a confirmar mis reflexiones sobre el problema de
filosofía. ” La supremacía de lo económico, para Engels,’ la situación del poeta brasileño frente a lo universal: “Al-
aquí, no se registra directamente, sino en las “condicio- gunos críticos mexicanos emplean la palabra ‘subdesa-
nes prescritas por el propio dominio interesado”, o sea, rrollo’ para describir la situación de las artes y las letras
indirectamente, mediatizada por el material intelectual hispanoamericanas: nuestra cultura está ‘subdesarrolla-
transmitido. A aquellos que no eran capaces de conside- da’, la obra de fulano rompe el ‘subdesarrollo de la no-
rar la complejidad de ese movimiento en el plano cultu- velística nacional’, etc. Creo que con esa palabra aluden
ral, Engels respondía afirmado: “Lo que les falta a esos a ciertas corrientes que no son de su gusto (ni del mío):
señores es dialéctica.” Es de Engels, también, la imagen nacionalismo cerrado, academismo, tradicionalismo, etc.
del “grupo infinito de paralelogramo de fuerzas”, del Pero la palabra subdesarrollo pertenece a la economía y
cual resulta el evento histórico, y que, no obstante la pos- es un eufemismo de las Naciones Unidas para designar a
tulada determinación económica en última instancia, no las naciones atrasadas, con un bajo nivel de vida, sin in-
podían ser objeto de un análisis simplista, mecánico, dustria o con una industria incipiente. La noción de
como si tratara de la mera resolución de una “ecuación ‘subdesarrollo’ es una excrecencia de la idea de progre-
de primer grado” (carta a Joseph Bloch, 21 sept. 1890). so económico y social. Aparte de que me repugna reducir
Siempre me pareció que, en materia de trabajo literario, la pluralidad de civilizaciones y el destino mismo del
también ocurría esa ley compleja de transmisión del legado hombre a un solo modelo: la sociedad industrial, dudo
cultural, a la cual no podía escapar la producción poéti- que la relación entre prosperidad económica y excelencia
ca, y que permitía identificar el surgimiento de lo nuevo artística sea la de causa y efecto. No se puede llamar
aún en las condiciones de una economía subdesarrolla- ‘subdesarrollados’ a Kavafis; Borges, Unamuno, Reyes, a
da.2 Sobre todo en la época actual, con la verificación fac- pesar de la situación marginal de Grecia, España y Amé-
tual de aquella previsión de Marx y Engels: “En lugar del rica Latina. La prisa por ‘desarrollarse’, por lo demás,
antiguo aislamiento de las provincias y de las naciones me hace pensar en una desenfrenada carrera para-llegar
bastándose a sí mismas, se desarrollan relaciones univer- más pronto que los otros al infierno.”
sales, una interdependencia universal de naciones. Y lo Creo que, en el Brasil, con la “antropofagia” de Os-
que es verdadero para la producción material lo es tam- wald de Andrade, en los años 20 (retornada después por
bién en lo que respecta a las producciones del espíritu. su autor en términos de una cosmovisión filosófico-
Las obras intelectuales de una nación se vuelven propie- existencial, en los años 50, en la tesis A crise da filosofia mes-
dad común de todas. La estrechez y el exclusivismo na- siânicu) tuvimos la intuición aguda de esa necesidad de
1 4 cionales se vuelven día a día mas imposibles; y de la mul- pensar lo nacional en relación dialógica y dialéctica con
lo universal. La “Antropofagia” oswaldiana -ya lo for- neficio de una flexibilización del campo, contraponer en
mulé en otro lugar-5 es el pensamiento de la devoración el sentido musical del término) un nacionalismo modal, di-
crítica del legado cultural universal, elaborado no a par- ferencial. En el primer caso, se busca el origen y el itinera-
tir de la perspectiva sumisa y reconciliadora del “buen rio de parousía de un Logos nacional puntual. Se trata de
salvaje” (idealizado bajo el modelo de las virtudes euro- un episodio de la metafísica occidental de la presencia la
peas en el Romanticismo brasileño de tipo nativista, en cual es transferida a nuestras latitudes tropicales, sin que
Goncalves Dias y José de Alencar, por ejemplo), sino se- se advierta el sentido exacto que asume esa traslación. Un
gún el punto de vista irrespetuoso del “mal salvaje”, de- capítulo que funcionaría como apéndice del logocentris-
vorador de blancos, antropófago. Ella no supone una su- mo platonizante que Derrida, en la Grammatologie, some-
misión (una catequesis), sino una transculturación: aún tió a un lúcido y revelador análisis, no por azar bajo la
mejor, una “transvaloración”, una visión crítica de la his- inspiración de dos ex-céntricos: Fenollosa, el antisinólo-
toria como función negativa (en el sentido de Nietzsche), go, y Nietzsche, el pulverizador de certezas. Se busca, en
susceptible tanto de apropiación como de expropiación, el primer caso, detectar el momento en que encarna el es-
desjerarquización, desconstrucción. Todo pasado que píritu del Logos nacional y obscurecer la diferencia (las
nos es “otro” merece ser negado. Vale decir: merece ser disrupciones, las infracciones, los márgenes, lo “mons-
comido, devorado. Con esta especificación elucidatoria : truoso”) para la mejor definición de un camino real: el
el caníbal era un “polemista” (del griego pólemos=lucha, trayecto rectilíneo de esa logofanía a través de la historia.
combate), pero también un “antologista”: sólo devoraba El instante de apogeo (comparable a la pujanza orgánica
a los enemigos que consideraba valientes, para extraer de del árbol) coincide con el de la parousía de ese Logos ple-
ellos la proteína y la médula necesarias para el robusteci- namente instalado en la huerta doméstica: lo que ocurre
miento y la renovación de sus propias fuerzas naturales.. . es que, cuando se trata de describir lo que sea esa sustan-
Por ejemplo: Oswald de Andrade se inspiró hasta cierto cia “entificada” -el “carácter” nacional- se cae en un
punto en el cubismo poemático-itinerante de Blaise Cen-
“retrato medio”, aguado y convencional, donde nada es
drars (sobre quien, por otra parte, no dejó de ejercer in-
característico y el patriocentrismo reconciliador debe re-
fluencia en el periodo “heroico” de la creación de la lla-
currir a una hipóstasis para sostenerse. Machado de Assis
mada “poesía pau-brasil”, 1923-1924). No obstante, al
es un buen ejemplo de esto. El grande e inclasificable Ma-
contrario de la “kodak” excursionista del “pirate du lac
chado, deglutidor de Laurence Sterne y de incontables
Leman”, preocupada en registrar lo pintoresco y lo exóti-
otros (es suya la metáfora de la cabeza como “estómago
co en sus andanzas por tierras brasileñas, el “camera-
de rumiante”, donde, como recuerda Augusto Meyer en
eye” del poema minuto oswaldiano descubre, en lo mera-
un afinado estudio de fuentes, “todas las sugerencias,
mente paisajístico, un elemento crítico, capta un registro
después de mezcladas y trituradas, se preparan para una
satírico de las costumbres nacionales estratificadas, deto-
nueva masticación, complicado quimismo donde ya no es
na una cápsula de humor desacralizante que no encon-
posible distinguir el organismo asimilante de las materias
tramos en los turísticos poemas brasileños de Cendrars,
recogidos en Feuilles de Route. Con Oswald, en la década asimiladas). Pues bien, Machado -nuestro Borges en el
de los 20, ya estamos más próximos, por anticipación, del Ochocientos-, cuya obra marca el zenit de la parousía e n
antiilusionismo de la poesía lacónica del Brecht del final la suma concordante de esas lecturas logofánicas, es na-
de los años 30 (los poemas escritos en basic german, aguza- cional por no ser nacional.. . Como el Ulises mitológico de
dos por una feroz lámina crítica) que de la cromotipia Fernando Pessoa, que “fue por no ser existiendo.. .” y
descomprometida de Cendrars. El suizo creyó haber ‘re- “nos creó”.
descubierto” Brasil y escaldado al amigo brasileño en De ahí la necesidad de pensar la diferencia, el naciona-
una olla de “fondu” cosmopolita. Oswald le pidió presta- lismo como movimiento dialógico de la diferencia (y no
da la máquina fotográfica y le retribuyó la gentileza co- como unción platónica del origen y nivelación acomoda-
miéndolo. Sutilezas de morubixaba* Cunhambebe: “Ahí ticia de lo mismo) : el des-caracter, al contrario del carác-
viene nuestra comida saltando”, como decían los tupi- ter; la ruptura, en lugar del trazo lineal; la historiografía
nambás al ver al europeo Hans Staden. El hecho tiene como gráfica sísmica de la fragmentación eversiva antes
cierto paralelismo con la relación Huidobro/Reverdy. que como homologación tautológica de lo homogéneo.
Puesta entre paréntesis la ociosa polémica de priorida- Un rechazo de la metáfora sustancialista de la evolución
des, ¿qué poema de Reverdy equivale, en fuerza y origi- natural, gradualista, harmónica. Una nueva idea de la
nalidad, en la poesía contemporánea, a la síntesis aeroé- tradición (antitradición), que funcione como contra-
pica de Altazor? volución, como contracorriente opuesta al canon prestigio-
so y omnipotente. En la acepción de aquella tesis de
2. Nacionalismo modal VS. nacionalismo ontológico Adorno, retornada por Jauss: “Nos encontramos enton-
ces con el verdadero tema del sentido de la tradición:
Creo que a un nacionalismo ontológico, calcado del mo- aquello que es relegado al margen del camino, desprecia-
delo organicista-biológico de la evolución de una planta do, sojuzgado; aquello que es reunido bajo el nombre de
(modelo que inspira, subrepticiamente, a toda la histo- antiguallas; es ahí donde busca refugio lo que hay de vivo
riografía literaria empeñada en la individualización de un en la tradición, no en el conjunto de las obras que supues-
“clasicismo nacional”, momento óptimo de un proceso de tamente desafían al tiempo”.’ Mario de Andrade, al
florecimiento gradual, alimentado en la “pretensión obje- crear a Macunaíma, el antihéroe nacional “sin ningún
tivista” y en la “teleología inmanente” del historicismo carácter”, denunció, quizás subliminalmente (aquí se
del siglo XIX),6 se puede opouer (o, por lo menos, en be- puede decir, “oswaldianamente”), la falacia logocéntrica
que acecha a todo nacionalismo ontológico; la búsqueda
* “Morubixaba”: cacique, jefe indio entre los tupinambás de Brasil macunaímica, vista desde esta perspectiva radical, difiere 1 3
(en el doble sentido derridiano de divergir y retardar) el OS dos casos. En ambos, en un análisis más riguroso, se
momento talismánico de la plenitud monológica; suspen- rata de rematar historiográficamente (con una natural
de la investidura dogmática del carácter uno y único madurez teórica y la tentativa de “normalización” de la
“substancializado”, que sería encontrado finalmente y de nterferencia perturbadora de Machado de Assis) el pro-
una vez por todas (de ahí el peligro de recristianizar el as- yecto fundamental del Romanticismo brasileño, entendi-
pecto salvaje-canibalesco del proyecto macunaímico, lo por Antonio Gandido como un “proceso de construc-
nimbándolo de la aureola religiosa del Graal: el peligro ción genealógica”, un “proceso rectilíneo de abrasileña-
de restituir al indio porta-antorchas e hijo-de-María, al miento”, cuya fase ingenua (con Machado, el Romanti-
Guaraní caballeresco, ridiculizado en el Manifiesto de cismo se volvería adulto y crítico) es ilustrada, pintores-
Oswald, en el lugar del trickester-antropófago; el mismo camente, por el mismo crítico, de este modo: “Resultaría
error -o intento de neutralización y conjuro- de los mi- una especie de espectograma en el que el mismo color
sioneros europeos que tradujeron el nombre de Macunaí- fuese pasando de las tonalidades mas difusas a las más
ma -el “Gran Malo” de los indígenas de Roraima- por densamente cargadas, hasta alcanzar el nacionalismo
el santo nombre del Dios cristiano...). De la búsqueda triunfal de los indigenistas románticos.”
macunaímica así incesantemente diferida y frustrada
(prolongada) queda la diferencia, el movimiento dialógi- 3. El Barroco: la no-infancia
co, desconcertante, “carnavalizado”, jamás resuelto pun-
tualmente, de lo mismo y de la alteridad, del aborigen y Toda cuestión logocéntrica del origen, en la literatura
del alienígena (el europeo). Sería un espacio crítico- brasileña (y esto podría ser válido para otras literaturas
paradójico, al contrario de la doxa: la interrogación siem- latinoamericanas, dejando de lado el problema, a ser
pre renovada, inquietante, en lugar del precepto tranqui- considerado bajo un enfoque especial, de las grandes cul-
lizador del manual de boy-scouts. turas precolombinas) choca con un obstáculo historio-
En ese sustancialismo logofánico no se distinguen de- gráfico: el Barroco.B Diré que el Barroco, para nosotros,
masiado los dos principales modelos de lectura de la tra- es el no-origen, porque es la no-infancia. Nuestras litera-
dición propuestos por la historiografía literaria brasileña turas, emergiendo con el Barroco, no tuvieron infancia
contemporánea: el disfórico y el eufórico. El de Antonio (infans: lo que no habla). Nunca fueron afásicas. Nacie-
Candido (Formacao da Literatura Brasileira, 1959) y el de ron adultas (como ciertos héroes mitológicos) y hablando
Afrânio Coutinho (Introducao á Literatura no Brasil, 1959; un código universal extremadamente elaborado: el códi-
Conceito de Literatura Brasileira, 1960; A Tradicao Afortunada, go retórico barroco (con supervivencias tardío-
1968). El primero, suprime operativamente el Barroco en medievales y renacentistas, ya decantadas, en el caso bra-
base a un argumento de orden sociológico (la ausencia de sileño, por el manierismo camoniano, y éste último, ade-
producción impresa y de público) e individualiza en el ar- más, estilísticamente influyente en Góngora). Articularse
caísmo prerromántico al “momento formativo” inaugu- como diferencia en relación con esta panoplia de universa-
ral; está montado, con la elegancia y la coherencia inter- lia, he ahí nuestro “nacer” como literatura: una suerte de
na de una construcción matemática, sobre el esquema de partenogénesis sin huevo ontológico (vale decir: la dife-
la transmisión de mensajes referenciales (temático- rencia como origen o el huevo de Colón...).
nativistas). Este modelo privilegia, en el proceso, a la fun- Mario Faustino, inolvidable compañero de mi genera-
ción comunicativa y a la emocional (exteriorizadora de ción, escribió hacia fines de los años 50: “El barroquismo
“veleidades profundas”) del lenguaje y, por extensión, de del seicento, italiano o español, es, además, el primer gran
la literatura; deja transparentar, por otra parte, cierto es- impulso organizado, en la poesía de Occidente, de hacer
cepticismo irónico acerca de la arbitrariedad del gesto una poesía ‘orgánica’, esto es, que crece a partir de las
crítico de objetivización interpretativa y de la rentabili- líneas de fuerza de los propios materiales con que se ela-
dad estética del modelo así construído (en ese sentido, bora; poesía en la que el poema refleja una visión porme-
disfórico). El segundo es capaz de rescatar al Barroco bra- norizada del mundo a medida que constituye otro mundo
sileño, sin mayores prejuicios ni discutibles inhibiciones microscópico y cosificado. (. . .) La verdadera poesía del
metodológicas, por los criterios de la crítica estilístico- barroco del seiscientos es evidentemente, antes que nada,
periodológica en que se funda, latu sensu (en este rescate una poesía culta”. Y, considerando en especial el caso
importantísimo consiste su mérito principal). Se vuelve brasileño dice: “Es impresionante, notamos una vez más,
hacia la reconstrucción de una tradición presupuesta- el alto nivel técnico con que comenzó la poesía en el Bra-
mente “afortunada”: una escala “evolutivo-ascendente”, sil, en todas sus corrientes. La poesía comenzó, entre no-
no sin resquicios “ufanistas “,* en la cual el Barroco se in- sotros, como un arte, como algo que puede ser enseñado
tegra naturalmente, como un despuntar auroral. Hay por los maestros y aprendido y practicado por aquel que .
una menor preocupación por la definición rigurosa de su posea un mínimo de habilidad para los fines en cuestión.
modelo semiológico de lectura, que parece depender de la En Portugal como en Brasil, en el siglo diecisiete se
propia fortuna, axiomáticamente declarada como tal, de aprendía a hacer versos en manuales como el célebre El
esa tradición (por esta razón lo denominé eufórico). Ambos, Arte de Trobar; los poetas más viejos enseñaban a los me-
no obstante, están empeñados en el mismo esfuerzoparou- nos experimentados y las academias empezaban a flore-
síaco (aunque con diverso, y hasta antagónico, timbre cer. Por lo tanto no es demasiado grave (considerando
ideológico): la formación del espíritu (o conciencia) na- que venían de Europa ya expertos en su arte, o iban allá a
cional, y Machado de Assis es tomado como terminus a d estudiarlo) que se encuentre en nuestros primeros poetas,
quem del recorrido ontológico, como su culminación, en mayores o menores, un elevado nivel técnico (. . .) “.’
Hablar el código barroco, en la literatura del Brasil co-
* N. B.: concepto que, en Brasil, equivale en cierto modo a patriotismo lonial, significaba tratar de extraer la diferencia de la
1 4 “retórico”, apologético. morfosis de lo mismo. En la medida en que el estilo alegó-
rico del barroco era un decir alternativo -un estilo en que, ’ que una simple y lejana memoria de lectura. Ocurre que
en su límite, cualquier cosa podría significar cualquier estamos más alejados, en la geografía espiritual, que Sor
otra (como explicó Walter Benjamin en su estudio capital Juana y Vieira, que operaban diferencialmente un código
sobre el Trauerspiel alemán)- la “corriente alterna” del común. Y además existía, por otra parte, el diálogo implí-
barroco brasileño era un doble decir de lo otro como dife- cito: el bahiano Gregorio, la mexicana Sor Juana, el pe-
rencia: decir un código de alteridades y decirlo en condi- ruano Caviedes, participaban todos de un discurso que se
ción alterada. Gregorio de Matos, brasileño educado en relacionaba tropológicamente, aún cuando no hubiese
Coimbra, blanco entre mulatos y mestizos, enemistado contemporaneidad exacta ni referencia alusiva directa.
con los nobles de la tierra y con los señores de Portugal, a Ese discurso se prolongaba también como un simposio
su vez híbrido espiritual irremisible, sin poder ser ni una retrospectivo en el tiempo: ante él comparecían Góngora,
cosa ni otra, ni juez en el reino ni abogado en la colonia Quevedo, Lope, Garcilaso, Camões, Sá de Miranda, Pe-
ultramarina, humillado al igual que el Brasil en su situa- trarca.. . La literatura, en la colonia como en la metrópo-
ción de dependencia, estalla maldicientemente en “Boca- li, se hacía de literatura. Sólo que, excéntrica en la colo-
de-Infierno”: el mismo mecanismo permutatorio del có- nia, en los mejores casos tenía la posibilidad de articular-
digo aúlico del Barroco se presta a la irreverente virulen- se como doble diferencia: la diferencia de lo diferente. Sor
cia de la crítica; el estilo ingenioso del elogio y de la exal- Juana, soñando su sueño piramidal pre-surrealista; Gre-
tación cortés es el mismo que propicia el juego-de- gorio de Matos, tocando su viola goliárdica, precursora
espíritu contundente de la sátira y el juego-de-cuerpo de la guitarra eléctrica del bahiano “tropicalista” Caeta-
de la erótica. Gregorio es nuestro primer antropófago, no Veloso (como lo vio James Amado, el más reciente edi-
como lo vio Augustro de Campos (“el primer antropófa- tor de los códices poéticos gregorianos); Caviedes, dando
go experimental de nuestra poesía”), en un incisivo de dentelladas al comedimiento del estilo culto, en las sá-
o
estudio-poema de 1914. Nuestro primer transculturiza- tiras irreverentes, rebelaisianas de su Diente del Parnaso.
dor: tradujo, con un trazo diferencial personalísimo, re-
velado en el propio accionar irónico de la combinatoria tó- 4. Barroco y razón antropofágica
pica, dos sonetos de Góngora (“Mientras por competir
con tu cabello” e “Ilustre y hermosísima María”) en un Ya en el Barroco se nutre una posible “razón antropofá-
tercero (“Discreta e formossísima Maria”), que desmon- gica”, desconstructora del logocentrismo que heredamos
taba y dilucidaba los secretos de la máquina sonetífera de Occidente. Diferencial en lo universal, por ahí comen-
barroca y que, además, siendo dos veces de Góngora, era zó la torsión y la contorsión de un discurso que nos pudie-
también de Garcilaso de la Vega, de Camões y más re- ra desensimismar de lo mismo. Es una antitradición que
motamente de Ausonio (pues en todos esos poetas ali- pasa por los vacíos de la historiografía tradicional, que se
mentó el cordobés sus sonetos paradigmáticos, que el ba- filtra por sus brechas, que desborda por sus lisuras. No se
hiano Gregorio resonetiza en un tertius tan mistificador y trata de una antitradición por derivación directa, ya que
congenial en su síntesis dialéctica inesperada que los co- esto sería sustituir una linealidad por otra, sino por reco-
mentaristas académicos, hasta ahora, no logran aproxi- nocimiento de ciertos dibujos o búsquedas marginales, a
marse a ese producto monstruoso sin murmurar santimo- lo largo del rumbo preferencial de la historiografía nor-
niosamente el conjuro proyector de la palabra “pla- mativa. En la prosa, a una cierta altura del proceso de
gio”. .). Sor Juana en México, es otro ejemplo. De su ba- meandros, dentro de una determinada contifiguración, se
rroco diferencial sólo diré -acompañando a Octavio Paz produciría la veta de la “novela malandra”, así bautizada
(Las peras del olmo, 1957) - que, en su apogeo, en “Primer por Antonio Candido en “Dialéctica da Malandragem”
Sueño”, no es a Góngora a quien replica sino que es al (1970), un ensayo que, a mi modo de ver, y en cierto as-
Romanticismo alemán y al onirismo surrealista a quienes pecto, representa la “deslectura” deliberada, por el críti-
se anticipa, en un sólo lance, a partir del confinamiento co, del camino real topografiado en su Formcão da Literatu-
conventual que le servía de territorio libre para los vuelos ra Brasileira. Se trata de un segundo pensamiento proyec-
de la imaginación creadora en el espacio colonial, repre- tado con lucidez sobre su primer trazado rectilíneo y cro-
sivo en tanto destierro de los centros de mayor cultura y nográfico, deslinealizándolo en pro de una nueva posibili-
en tanto marco masculino de aislamiento para una poeta dad de recorte inteligible del mismo espacio, reorganiza-
mujer y culta. do ahora en una constelación diferente. Aquí la historia
Hablando la diferencia en los intersticios de un código pasa a ser el producto de una construcción, de una apro-
universal, los escritores latinoamericanos del Barroco piación reconliguradora, “monadológica”, en la acep-
también trababan entre sí un diálogo que solamente hoy ción de Walter Benjamin. Distinguiendo la novela “ma-
comienza a ser retornado. Un diálogo que podía ser explí- landra” de la picaresca europea, Candido reconoce en la
cito: Sor Juana discutía las construcciones teológicas del primera elementos arquetípicos de matriz folklórica y un
Padre Vieira, el gran prosista del Barroco brasileño, en su fermento vivo de realismo popular. Remoto y modernísi-
polémica intervención denominada Crisis sobre un sermón mo, el género adquiere representación en el Brasil, pri-
(más tarde, Carta Atenagórica) en 1690 (aún en vida de meramente, con la obra Memórias de un Sargento de Milícias
Vieira, por lo tanto). Y las discutía para devorarlas y, con (1852-1853), de Manuel Antonio de Almeida; obra de-
ellas, a su autor; para imponer su Wit femenino al inge- sencajada, casi una anticualla, de la serie novelesca prefe-
nio parenético vieiriano y también, para deshacerse de la rencial de nuestro Romanticismo canónico (la que va de
grandilocuente arrogancia masculina por la vía sutil de la Joaquím Manuel de Macedo a José de Alencar). No en
cavilación castradora, en la interpretación sazonada de vano esta nueva posibilidad de lectura de la tradición se
psicoanálisis de Ludwig Pfandl. Hoy nos sorprendemos le ocurrió al crítico en el momento de revaloración de las
cuando encontramos en Borges una referencia a los Ser- novelas (‘invenciones”) de Oswald de Andrade, espe-
tôes de Euclides de Cunha, sin que ello signifique más cialmente de Serafim Ponte Grande (1933) (experimento de 1 5
transgresión semiológica del orden, de impugnación a la no y al cubismo francés) sino que tambien, metalingüísti-
legalidad y a la legibilidad institucionalizadas, por el de- camente, repensó el propio código, la propia función poé-
sorden perenne y la versatilidad anárquica).‘ tica (o la manipulación de ese código). La diferencia (lo
En la medida en que tradición “malandra” sería otro nacional) pasó a ser con ella el lugar operativo de la nue-
nombre para “carnavalización”, ella nos retrotrae al Ba- va síntesis del código universal. Más que un legado de
rroco, al Barroco visto por Severo Sarduy como fenómeno poetas, aquí se trataba de asumir, criticar y remasticar
bakhtiniano por excelencia: espacio lúdico de la polifonía toda una poética. En cierto sentido, tiene razón Max
y del lenguaje convulsionado.‘s No olvidemos que Queve- Bense cuando, al tratar el caso de la poesía concreta bra-
do, el Quevedo de los sonetos conceptistas, es también el sileña, practica antes una distinción entre un concepto
autor de Historia de la vida del Buscón, llamado Don Pablos, tradicional (clásico) y uno progresivo (no clásico) de 1a; li-
ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños (1626). Nuestro pri- teratura. Al primero, de acuerdo con Bense, respondería
mer héroe (anti-héroe) “malandro” es el antropófago una obra como la de Curtius sobre la Literatura Europea y
Gregorio de Matos (como lo admite, en ese nuevo ángulo la Edad Media Latina, en la cual pasado y presente conver-
de mirada, el propio Antonio Candido, en una casi en- gen hacia una unidad de sentido; al segundo, el Plano Pi-
mienda a su Formacão, obra en la cual Gregorio, vetado loto para a poesia concreta (1958) del grupo Noigandres, dan-
por la clausura del argumento sociológico, no tenía vigen- do por finalizado el ciclo histórico del verso. l6 En verdad,
cia ni vía de acceso). Con Gregorio habla la “musa crio- lo que ocurría aquí era el cambio radical del registro dia-
lla”, la “musa desbocada”. Es nuestro primer lógico. Al contrario de la vieja cuestión de influencias, en
antropófago-malandro. No hablo de una biografía; hablo términos de autores y de obras, se abría un nuevo proce-
de un biografema preservado en la tradición oral y disperso so: autores de una literatura supuestamente periférica se
en códices apógrafos; de una persona detrás de la cual re- apropiaban súbitamente del total del código, lo reivindi-
suena un texto: un texto de textos, universal y diferencial. caban como patrimonio suyo, como un botín vacante en
Paródico. Paralelográfico. Un “canto paralelo” de tra- espera de un nuevo sujeto histórico, para repensar su fun-
ductor/devorador: descentrado, excéntrico. cionamiento en términos de una poética generalizada y
radical, de la cual el caso brasileño pasaba a ser la óptica
5. La poesía concreta: otra constelación diferencial y la condición de posibilidad. La diferencia
podía, ahora, pensarse como fundadora. Por debajo de la
En la poesía brasileña contemporánea, la poesía concreta linealidad de la historia convencional, ese gesto, constelati-
puede también reclamar para sí esa tradición “antinor- samente -por solidaridad casi subliminal- “citaba”
mativa”, por una distinta y peculiar redistribución de los otro: el del Romanticismo alemán de Jena, con su con-
elementos configuradores disponibles. Debe ser reconsti- cepción dialéctica de la “poesía universal progresiva”
tuida, igualmente, por lances, por re-lances. De Gregorio que desembocó en Mallarmé y produjo en Occidente el
a Sousandrâde y de éste a Oswald: del irrisor de la noble- límite espiritual del Coup de Dis (donde el Oriente ya co-
za de “sangre tatú”* al oficiante de Tatuturema (“misa ne- mienza a alborear, con su modelo sintético-analógico de
gra” de los indios del Amazonas) y al re-narrador palo- escritura ideogramática que perturbaría el monologismo
brasílico de la crónica del descubrimiento.‘4 De Oswald a lógico-aristotélico del verso discursivo occidental). Se tra-
Drumond y Murilo Mendes. De todos ellos a João Ca- taba de re-canibalizar una poética. El momento (la déca-
bral de Melo Neto, ingeniero de estructuras “mondria- da de los 50) era, además, intersemiótico: en Europa se
nescas”. Otro dibujo. Otra constelación. El antidiscurso producía una nueva música, post-weberniana (Boulez,
geometrizando a la proliferación barroca. El Padre Vieira Stockhausen); en los EUA, Cage y los comienzos de la in-
y Mallarmé: ambos ajedrecistas del lenguaje, ambos determinación aleatoria en el piano preparado. En el
“syntaxiers”. La poesía sonorista tupi y el elogio de la Brasil, en la música popular despuntaban las condiciones
concisión (la vocación de hai-kai japonés) de los manifies- preparatorias de la “bossa nova” de João Gilberto (nues-
tos oswaldianos: tro Webern puntillista del “samba de una nota sola”); en
la arquitectura, Niemeyer y en el urbanismo Lúcio Costa
“Catiti Catiti respondían, en nùestro medio, a Le Corbusier y a la Bau-
Imara Notia haus; en la pintura: las Bienales de São Paulo. Y nuestra
Notia Imara generación redescubrió y rejuveneció a Volpi: nuestro
Ipeju” ‘Mondrian trescientesco” (D. Pignatari), con sus bande-
ritas, sus mástiles listados y sus fachadas seriadas, (con
0: su “color luz” estructural, nos parecía más pintor que el
suizo Max Bill...) La poesía concreta, brasileñamente,
(...) pensó una nueva poética, nacional y universal. Un plane-
“Somos concretistas”. l5 tario de “signos en rotación” cuyos puntos-eventos se lla-
La poesía concreta representa el momento de sincronía maban (como índices topográficos) Mallarmé, Joyce,
absoluta de la literatura brasileña. No sólo puede hablar Apollinaire, Pound, Cummings o bien Oswald de Andra-
la diferencia en un código universal (como Gregorio de de, João Cabra1 de Melo Neto y, más atrás, retrospecti-
vamente, Sousândrade -el Sousândrade, redescubierto
Matos y el P. Vieira en el Barroco; como Sousândrade
recombinando la herencia grecolatina, Dante, Camões, y revalorado, del vertiginoso Inferno ideogramático de la
Milton, Goethe y Byron en su Guesa Errante; como Os- Bolsa de Nueva York.. . (Un Pound avant-la-lettre, con su
wald de Andrade, “palobrasilizando” al futurismo italia- Hades financiero presidido por ~1 siniestro Manonas).
Significativamente, esa nueva poética vino, desde lue-
* Termino que, en G. de Matos, equivale a “sangre indígena” (la no- go, acompañada de una reflexión sobre el Barroco. Mi ar-
1 6 bleza de Bahia). tículo de 1955 (varios años antes del libro de Umberto
Eco) titulado “A Obra de Arte Aberta”, propugnaba un Graphik” en el “Ferienkurse fur Neue Musik”, Darms-
neo-barroco, un contrario de la obra conclusa, de tipo tadt, Stockhausen dejaría registrado un eco de aquel con-
“diamante”).” tacto; cf. Darmstadter Beitrage zur neuen Musik, Schott,
En noviembre de 1955, en Ulm, Alemania, Décio Pig- 1960).
natari se encuentra, por casualidad, con Eugem Gomrin- Mas tarde, ese encuentro poesia/música de vanguar-
ger, en esa época secretario de Max Bi11 en la Hochschule dia (erudita) se revertiría hacia una excepcional coyuntu-
für Gestaltung. Del encuentro azaroso se llego al descubri- ra brasileña: Augusto de Campos sería el principal criti-
miento recíproco. Había muchos puntos en común entre co y propulsor de la nueva música popular de Caetano
el programa poético de los brasileños del grupo Noigandres Veloso y Gilberto Gil (en cuyos arreglos instrumentales
y el poeta suizo de las Konstellationen. Se esbozó entonces participaría, en ocasiones decisivas, la invención experi-
un movimiento de base internacional, habiendo aceptado mental de Rogerio Duprat y de Julio Medaglia). Se trata-
Gomringer, en 1956, el nombre general propuesto por los ba del produsumo, en la definición de Decio Pignatari: la
brasileños: poesía concreta, que, desde entonces, pasó a te- poetica de invención en el consumo masas, más allá del
ner circulación universal. (En 1956, también, en el Mu- escepticismo adorniano. Imagínese, solamente como tér-
seo de Arte Moderno de São Paulo, tuvo lugar la primera mino de comparación y demostración, esta convergencia
exposicion de poesía concreta; en el evento participaron ideal: los “Beatles” componiendo en contacto directo
únicamente artistas brasileños: poetas y pintores; las in- con John Cage sobre textos de e.e. cummings... (Es
numerables muestras internacionales se llevaron a cabo cierto que hubo Yoko -Oh! Yoko! -, el Oriente...). Una
después de ésta, la pionera.) vez más, sin embargo, en las universalia, aparecía la dife-
otro hecho debe señalarse: a pesar de su despojamien- rencia. Escúchese el disco Arapí Azul, de Caetano...
to y de su voluntaria delimitación de medios (se buscaba
6. Los barbaros alejandrinos: redevoración
el poema como resultado colectivo, anónimo; la “desapa-
planetaria
rición elocutoria del yo”, como Mallarme; las estructuras
Desenraizada y cosmopolita, la literatura hispanoameri-
elementales, como Oswald y Webern), la poesía concreta cana es regreso y búsqueda de una tradición. Al buscarla,
brasileña parecía a los críticos y observadores (a los ad- la inventa.
versarios, desde luego) irremediablemente barroca, plu- Octavio Paz (1961, Puertas al Campo)
ral, polifacética, al ser comparada con la austera “ortogo-
Es una tentativa de, por decirlo así, otorgarnos un pasado
nalidad” de las Konstellationen de Gomringer, límpidas y a posterion, del cual podriamos venir, en lugar de aquel
puras como una composición de Bill. Nuestra “diferen- otro, del que efectivamente venimos.
cia” produjo una resultante diversa en la alquimia del
Nietzshe
poema, aunque los datos globales del nuevo programa
poético tuvieran puntos en común. Considérense los poe- Creo que el “Coup de Dents” de Oswald de Andrade, su
mas de lectura múltiple (los poemas en colores-voces de Poe- dialéctica “maximilar”, (Marx + maxilar)‘8 en la mane-
tamenos, de Augusto de Campos, por ejemplo: Boulez los ra de enfrentarse al legado civilizatorio europeo (la pri-
vio en sao Paulo, en 1954, en un encuentro en la casa del mera fecha de su revolución antropofágica en la Historia
pintor Valdemar Cordeiro, en que hablamos todos, ani- del Brasil sería el año de la devoración del Obispo Sar-
madamente, sobre Webern y Mallarme, y en su Troisième dinha, dignatario catequista portugués, en 1556) apunta
Sonate, de 1957, utilizó colores diferentes para distinguir hacia un hecho nuevo en la relación Europa/Latinoamé-
ciertas trayectorias alternativas en la partitura.. .) Agré- rica: los europeos, a esta altura, tienen que aprender a
guese a esto las peculiaridades de una sintaxis mas lúdica convivir con los nuevos bárbaros que ya hace mucho, en
y la dimensión semántica: la sátira contextual, incluso un contexto otro y alternativo, los están devorando y ha-
política, estuvo presente desde el comienzo (coca-cola de ciéndolos carne de su carne y hueso de su hueso; que hace
Pignatari, por ejemplo, es de 1957) lo mismo que la eróti- mucho los estan re-sintetizando químicamente por un
ca, en la línea corporal del barroco de los abolengos. impetuoso e irrefrenable metabolismo de diferencia. (Y
Nada más distante de la neutralidad y la asepsia de la Es- no sólo a los europeos: ingredientes orientales, hindúes,
cuela de Zurich (sin que, con esto, se pretenda negar los chinos y japoneses han entrado en el alambique “sym-
meritos de ésta en su ámbito propio; ¿o se trataría, con poético” de esos neo-alquimistas: en Tablada y Octavio
nuevos protagonistas, de un nuevo “round” en la con- Paz; en los “senderos bifurcados” de Borges y en los ritos
frontación entre el brasileño Oswald y el suizo Cen- iniciaticos del Elizondo de Farabeuf; en Lezama y Severo
drars?). El contacto con la nueva música fue esencial, in- Sarduy; en Oswald y en la poesía concreta brasileña, por
cluso con los jóvenes compositores de São Paulo (Cozze- ejemplo).
la, Duprat, Medaglia y posteriormente Willy Correia de Son bárbaros alejandrinos, aprovisionados de bibliote-
Olveira y Gilberto Mendes). Recuerdo, a mediados de cas caóticas y de laberínticos ficheros. La Biblioteca de
1959, en Colonia, la sorpresa y el interés de Stockhausen Babel puede llamarse Biblioteca Municipal Miguel Cané
frente a los ejemplares de la revista Joigandre. El músico, y estar provisoriamente instalada en un modesto barrio
en aquel momento, a pesar de incentivar las experiencias de Buenos Aires (“una localidad parduzca y tristona al
de Hans G. Helms, prefería componer, al estilo montaje, sudoeste de la ciudad”), donde Borges trabajócomo os-
los textos que necesitaba para sus creaciones (considére- curo funcionario y en cuyo sótano acostumbraba refu-
se, a proposito, Cesang der Junglinge, con líneas extraídas giarse de la mezquindad cotidiana, entregándose furtiva-
del Libro de Daniel). En Brasil, por su parte, todo un grupo mente a lecturas infinitas... O, también, puede acomo-
de poetas trabajaba en textos que incorporaban a la sin- darse, plenaria, en la “capilla” naviforme de Alfonso Re-
taxis del poema, intersemióticamente, parámetros adqui- yes, en la ciudad de México, una bibliocasa donde se en-
ridos en la práctica y en la teoría de la nueva música que claustro, cerca de 20 años, con sus copiosos estantes, un
nacía. (Tiempo despues, hablando sobre “Musik und lector viajadísimo e insaciable.. . O, más cerca, puede es- 1 7
tar en São Paulo, en la calle Lopes Chaves, en el barrio’ nótica y para el festín antropofágico de la utópica socie-
Barra-Funda, donde Mario de Andrade llenaba sus fi- dad desalienada y comunal del futuro. Octavio Paz, re-
chas de lectura y atiborraba de notas los márgenes de las montándose a las primeras décadas de este siglo, vislum-
páginas que leía, entre partituras de Schoenberg y Stra- bró una convergencia insospechada y fascinante: mien-
vinski, antologías de expresionistas alemanes y de futuris- tras Pound y Eliot “descubrían” al francés Laforgue y se
tas italianos, tomos de Freud y tratados folklóricos.. . O, alimentaban de su “logopeia” irónica para renovar la
finalmente, puede proliferar en una casa de La Habana poesía de habla inglesa, Lugones en Buenos Aires y Ló-
Vieja, allí donde el “etrusco” Lezama Lima, después de pez Velarde en México (Zacatecas), por diferentes cami-
una zambullida lustral en los desvanes’ de las librerías nos entrecruzados idealmente en el espacio-tiempo se vol-
de viejo cubanas, hacía girar su inmensa esfera armilar vían hacia el mismo simbolista marginal: todos re-
de lecturas, descentrada, cambiante, fabulosa, como un escribían diversa e independientemente un mismo e in-
orbe jeroglífico incubado por el Pájaro Rock... concluso poema universal... En Brasil, Pedro Kilkerry,
La mandíbula devoradora de esos nuevos bárbaros vie- un oscuro “nefelibata” bahiano de apellido irlandés, mu-
ne comiendo y “arruinando” desde hace mucho una he- lato pobre y polilingüe, muerto a los 32 años de edad, en
rencia cultural cada vez más planetaria, en relación con 1917, de una operación de traqueotomía, contribuía ig-
la cual su arremetida excentrificadora y desconstructora norado a la órbita giratoria de estos signos ecuménicos:
funciona con el ímpetu marginal de la antitradición car- traducía y deglutía a Tristán Corbiére (del mismo linaje
navalesca, desacralizante, profanadora, evocada por ‘irónico-coloquial” de Laforgue) y así desenvolvía una
Bakhtin en oposición al camino real del positivismo épico dicción especialísima que lo aproximaba, pionero olvida-
lukacsiano, la literatura monológica y la obra acabada y do, en su bello poema “E o silencio”, a las sutilezas de
unívoca. Por el contrario, el policulturalismo combinato- elocución de un Fernando Pessoa.rg
rio y Iúdico, la transmutación paródica del sentido y de Pues bien: todo ese borborigmo de digestión, toda esa
los valores, la hibridación abierta y multilingüe, son los rumiadura farragosa y ancestral que ya se pierde en los
dispositivos que responden por la alimentación y reali- arcanos del tiempo, no podía permanecer indefinidamen-
mentación constantes de ese almagesto barroco: la tran- te ignorada en Europa. El “boom”, fenómeno reciente y
senciclopedia carnabalizada de los nuevos bárbaros, don- epidérmico, a nivel de los mass-media, sirvió de alerta ex-
de todo puede coexistir con todo. Son mecanismos que clamatorio -entre espantado y tardío- a los europeos (y
aplastan la materia de la tradición como dientes de un in- también a los norteamericanos, de cuyo pragmatismo
genio tropical, convirtiendo tallos y carbúnculos en baga- omnívoro, en términos de masticación cultural, la vis pai-
zo y caldo zumoso. deumica de Ezra Pound es el ejemplo más característico en
Lezama criolliza a Proust e intercomunica a Mallarmé nuestros días, como lo fue en el pasado el ecumenismo de
con Góngora: sus citas son truncas y aproximativas como Walt Whitman). Sirvió de alerta asombrado y de aviso a
restos de una digestión diluvial. Adán Buenosayres, de Leo- los navegantes incautos sobre la naturaleza larvaria y ex-
poldo Marechal (con su “Viaje a la oscura ciudad de Ca- plosiva de una nueva relación dialógica que se venía desa-
codelphia”) y Rayuela, de Julio Cortázar, dialogan, en rrollando subrepticiamente, escamoteada por la suficien-
turnos y olanos diversos, con el Ulysses de Joyce, sin per- te monolingüe de los usuarios de las “lenguas imperia-
der por esto la marca de la circunstancia argentina (aún les” (como el francés, cada vez menos, y el inglés cada vez
cuando, en el caso de Cortazar, esta se dé transfigurada, más), una relación que estaba minando y corroyendo las
con nostalgias porteñas, en el Paris de la Rive Gauche). bases de una koiné literaria predefinida en términos de li-
El Bustrófedon de los Tres tristes tigres de Cabrera Infan- teratura “más viejas” y “mayores”, de “troncos”, “gajos
te atraviesa el espejo de Lewis Carroll para confraterni- principales” y “ramas secundarias”. En un cierto mo-
zar con el ‘semanticista” Humpty Dumpty y con Shem, mento, con Borges por lo menos, el europeo descubrió
The Penman. Dionélio Machado, en Os Ratos, rehace el que no podía escribir más su prosa del mundo sin la con-
día de Leopold Bloom en la flaca jornada endeudada de tribucion cada vez más avasallante de la diferencia apor-
un juan-nadie-brasileño, urbano, de los años 30; un na- tada por los voraces bárbaros alejandrinos. Los libros
zareno azaroso, Naziazeno, luchando por la leche- que leía ya no pueden ser los mismos después de comidos
nuestra-de-cada-día. Guimaraes Rosa acribilla al sertón y digeridos por el ciego homeríada de Buenos Aires, que
de veredas metafísicas: su personaje es un Fausto mefis- había osado re-escribir al Quijote, bajo el seudónimo de
tofilológico abismado en las tramas del lenguaje como un Pierre Menard.. . ¿Qué habría de nuevo, sin Borges, en el
Heidegger montaraz. nouveau-roman de Robbe-Grillet? ¿Quién podrá ahora
Otro tanto se podría decir. de Carpentier, Carlos Fuen- leer a Proust sin admitir a Lezama Lima? ¿Se puede leer
tes, Vargas Llosa: son otras cocciones, otras amalgamas, hoy a Mallarmé sin considerar las hipótesis intertextua-
diversas y singulares conglutinaciones. les de ‘Trilce de Vallejo y de Blanco de Octavio Paz? ¿O,
La “pesadilla de la historia” para los principales escri- también, contribuir al “poema universal progresivo” sin
tores latinoamericanos, con todo lo que implica, en los re-deglutir a la poesía concreta brasileña del grupo Noi-
temperamentos más militantes, de participación y empe- gandres?
ño, ha sido una barroca y obsesiva pesadilla de escritura Cierta vez, Nathalie Sarraute, a mediados de los años
(llevada al paroxismo oximoronesco cuando se sabe en 60 (recuerdo que Ungaretti, el viejo Ungaretti, cargado
convivencia forzada y dolorosa con un mundo sin letras de reminiscencias brasileñas, de visita en São Paulo, par-
de grandes contingentes de población privados de alfabe- ticipaba de la misma reunión) me hizo la observación de
to). “La masa todavía comerá el bizcocho fino que fabri- la índole de la escritura francesa como ajena a experi-
co” vaticinaba Oswald de Andrade, en un calambur ani- mentos a la manera de Joyce. Le pregunté, en cambio (vi-
mado por el Prinz ip Hoffnnung (“Principio esperanza”) y vos en mi memoria, igual y tan neolatina, los ejemplos de
18 como preparando la médula nutritiva, la merienda am- Macunaíma de Mario de Andrade y de Grande Sertão de
Guimaraes Rosa) si no consideraba a Rabelais un escri- por un “idioma de signos y de símbolos, basado en el mito”. Este punto
tor francés. Desde 1963 yo había comenzado a escribir y de vista (que no deja de tener afinidades con la concepción pan-barroca
publicar mis Galaxius, una “barronca mortopopeya iberi- de un Eugenio D’Ors) fue sostenido por el prof. Alfredo Roggiano
(University of Pittsburgh) en una comunicación presentada en el XVII
caña” entonada, a contracanto, en el “hieldorado el dolo- Congreso del “Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana“,
rido latinoamargo”. Desde la segunda mitad de los años Madrid, 1975, basado en el ejemplo mexicano y a partir de conceptos
sesenta (“Sur Góngora”, 1966) Severo Sarduy comenzó a de Paul Westheim, Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Fon-
barroquizar, por acto de copresencia, el espacio cartesio- do de Cultura Económica. 1957.
9. Mario Faustino, “Evolucáo de Poesia Brasileira” -Gregorio de
valeryano de Tel Quel. Fragmentos de las Galaxias fueron Matos e Manuel Botelho de Oliveira” , Suplemento Dominical do Jornal do
traducidos al alemán (Versuchsbuch/G’alaxien, “rot” 2 5 , Brasil, R. de Janeiro, 14 y 28.9.58.
1966, editados por Max Bence y E. Walther). También 10. Augusto de Campos, “Arte final para Gregório”, en Bahía/Inuen-
de 1966 es Compact de Maurice Roche, un escritor músico çao (anti-antología de poesía bahiana), Salvador, Propeg., 1974. La
que jamás tuvo dudas acerca de la viabilidad renovada idea fue retornada por J. Miguel Wisnik en la introducción a Gregorio
de Matos, Poemas Escolhldos, S. Paulo, Cultrix, 1976.
del legado reabelaisiano en su lengua. Más adelante, ll. Ludwig Pfandl, Die Zehnte Muse uon Mexico Juana Inéz de la CT Uz
nuevos fragmentos de las Galaxias fueron traducidos al (Ihr Leben. Ihre Dichtung. Ihre Psiche), Mungen, 1946.
francés en Change (“la poétique la memoire”), en el 12. Cf. H. de Campos, “Serafin: um grande não-livro” y “Serafim:
número de septiembre de 1970. Una observación de Oc- análise sintagmática”, Suplemento Lilerano de 0 Estado de Sao Paulo, 14.
12.68. y 8.3.69.; y, también, mi ensayo introductorio a la reedición de Se-
tavio Paz: ‘Me gustaría escoger como divisa el final del rafim Ponte Grande, de Oswald de Andrade, R. de Janeiro, Civilizacáo
primer fragmento: el uocablo es mi fábula (“Le vocable est Brasileira, 1971 (traducido al italiano en 0. de Andrade, Serafino Ponlr
ma fable”). Considérese ahora el joyceano y galáctico Pa- Grande, Torino, Einaudi, 1976; Seraphzm Grosso Pointe, Austin, Texas,
radis de Philippe Sollers. Conté esta historia y retracé este NewLalmQuarler, 1979).

derrotero, más minuciosamente, en “Sanscreed Latini- 13. Ver mi ensayo de 1973, “Structuralism and Semitics in Brazil:
Rettrospect/Prospect”, Dispositio n. 7-8, Ann Arbor, University of Mi-
zed: the Wake in Brazil and Hispanic America”, Triquar- chigan (Dept. of Romance Languages), 1978. Observé, en aquel enton-
terly número 38 (“In the wake of the wake”, 1977). ces, a propósito de “Dialéctica da Malandragem” que la estructura na-
Escribir hoy, en América Latina, como en Europa, sig- rrativa singular, denominada por A. Candido “novela malandra” se
nificará, cada vez más, re-escribir, remasticar. Oi barba- aproximaba en cierta forma a la tesis de Bakhtin sobre la literatura car-
navalesca, así como de ciertas especulaciones tipológicas de N. Frye. Cf.
roi. Los vándalos, hace mucho, ya cruzaron las fronteras y además, de Severo Sarduy, “Barroco y Neobarroco”, en Aménca Latina
escandalizan al senado y al ágora, como es el poema de en su Literatura, México, UNESCO/Siglo XXI, 1972, y el excelente ba-
Kavafis. Que los escritores logocéntricos, que se imagina- lance crítico de Emir Rodríguez Monegal, “Carnaval/Antropofagia/-
ban usufructuarios privilegiados de una orgullosa koiné de Parodia”, Revista Iberoamericana de Literatura, 108-109, Pittsburgh, 1979.
14. Me refiero al soneto de Gregorio de Matos donde el poeta se bur-
mano única, se preparen para la tarea cada vez más ur- la de la prosapia de la “nueva nobleza” brasileña (los descendientes de
gente de reconocer y redevorar la médula diferencial de sangre de “tatú‘), que invocaba foros de hidalguía genealógicos, a par-
los nuevos bárbaros de la politópica y polifónica civiliza- tir del capitán portugués D. Diogo Alvarez Correa, el Caramuru, que
ción planetaria. Por fin, no cuesta nada repensar la ad- desposó a la hija de un cacique indígena. Tatuturema (1868) es una parte
vertencia actualísima del viejo Goethe: “Toda literatura del largo poema Guesa, de Sousândrade (1832-1902), y una sarabanda
satírico-orgiástica, de indios, misioneros y colonizadores, basada en el
cerrada sobre sí misma acaba por languidecer en el tedio, modelo de la “Walpurgisnacht” del Faust 1, de Goethe; Palo Brasil
si no se permite, renovadamente, vivificarse por medio (nombre de un tipo de madera de la cual se extraía tinta roja muy apre-
del aporte extranjero”. La alteridad es, antes que nada, ciada por los traficantes europeos) es el nombre de la primera reunión
un necesario ejercicio de autocrítica. de poemas de Oswald de Andrade publicada en 1925, en la cual son
utilizados fragmentos de crónicas y relatos escritos sobre el pais en la é-
poca del descubrimiento y sobre los comienzos de la colonización de la
São Paulo, feb./marzo de 1980 tierra.
15 Extractos del Manifesto Antropófago (1928) de Oswald de Andra-
Notas: de (accesible en traducción francesa en el n. de Europu cit. en la nota 5).
16. Max Bence, “Konkrete Poesie” (Anlässlich des Sonderheftes
1. Haroldo de Campos. “A poesia concreta e a realidade nacional”, nozgandres zum zehnjahrigen Bestehen dieser Gruppe fur “Konkrete
Tendência, n. 4, Belo Horizonte, 1962; idem, “Avanguardia e Sincronia Poesie” in Brasilien), Sprache im Technischen Zeitafler, 15, Stuttgart,
nella Letteratura Brasiliana Odierna”, Aul, Aul, n. 109-110, Milano, Kohlhammer, 1965, Brasilinische Intelligenz, Wiesbaden, Limes Verlag,
Lampugnani Nigri Editore, 1969. 1965.
2. Podría confrontarse, además, este pasaje de Marx, al final de la 17. Me refiero a Umberto Eco, Opera Aperta, Milano, Bompiani,
Introducción a una crítìca de la economía política: “Con relación al arte se sabe 1962. En el prefacio de la edición brasileña de este libro, Eco escribió el
que determinados períodos de florecimiento no están en modo alguno siguiente comentario: “É poi curioso che alcuni anni prima che io scri-
en relación con el desarrollo general de la sociedad ni, en consecuencia, vessi Opera Aperta, Haroldo de Campos, in un suoarticoletto, ne antici-
con la base material, la osamenta, por decirlo así, de su organización. passe i temi in un modo stupefacente, como se egli avessi recensito il li-
Por ejemplo, los griegos en comparación a los modernos, o, también, bro che io non aveva ancora scritto eche avrei scritto senza aver letto il
Shakespeare. ” suo articolo. Ma questo significa che certe problemi appaiono in modo
3. Pasaje del “Manifiesto Comunista” (1848). imperioso in un dato momento storico, si deducono quasi automatica-
4. Me refiero, en especial, a la obra de Volovinov, Marksizm i filosofi- mente dalla stato delle ricerche in atto”. (S. Paulo, Perspectiva, 1968).
ya jazyka, publicada en Leningrado en 1929 y atribuída por algunos es- 18. Bajo el seudónimo trocadillesco de “Marxilar”, Oswald de An-
tudiosos a M. M. Bakhtin. (Hay traducción alemana, Marxismus und drade firmó artículos en su Revista de Antropofagia (1928-1929).
Sprachphilosophie, Frankfurt a.M., 1975). 19. La poesía dispersa y la prosa de Pedro Kilkerry (1885-1917) fue-
5. Ver, al respecto, mi estudio introductorio a la obra de Oswald de ron,recogidas póstumamente y estudiadas por Augusto de Campos en
Andrade, Trechos escolhldos, R. de Janeiro, Agir, 1967; más reciente- Re/Visao de Kilkerry, Sáo Paulo, Fundo Estadual de Cultura, 1971. El
mente, el ensayo “Oswald de Andrade”, en Europe (“Le Modernisme ensayo de Octavio Paz, a que me refiero, es “Literatura y literalidad”
Brésilien”), n. 599, París, marzo de 1979. (1970), en El signo y el garabato, México, Joaquín Mortiz, 1 %
6. Cf. Hans Robert Jauss, “Geschichte der Kunst und Historie”, LI-
teraturgeschichte als Prouokatron, Frankfurt a.M., Suhrkamp, 1970.
7. Th. W. Adorno, Thesen über Tradltton (1966), apud H. R. Jauss,
op. cit.
8. Me gustaria referirme aquí, de pasada, a la tesis de la posible
identificación de un “barroco indigena”, precolombino, caracterizado 1 9

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