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Entramos al estudio del otro elemento subjetivo integrante de la elación procesal: las partes;
que son, en una conexión de complementariedad denotada por la misma palabra, el protagonista
y antagonista del litigio. «Partes, en principio, son las personas legítimas que gestionan por sí
misma o por medio de apoderados el reconocimiento de sus derechos. Si el asunto es
contencioso, las partes son dos: la una, la que llama a juicio, o sea, el demandante; y la otra,
aquélla a quien se reclama, y en esa condición es llamado a juicio» (cfr CS.1, Sent. 226-88). Los
apoderados judiciales no son, en realidad, partes, pues ellos no ponen en juego sus propios
intereses personales sino los de sus clientes. El artículo 1.169 del Código Civil determina la
naturaleza de la representación al definir sus efectos: «Los actos cumplidos en los límites de sus
poderes por el representante en nombre del representado, producen directamente sus efectos en
provecho y en contra de este último...»
Los sujetos de derecho, por el solo hecho de ser personas naturales o entes morales (personas
por ficción legal: cfr la enumeración del Art. 19 CC), tienen la capacidad de goce (la etimología de
la palabra «capacidad» viene de la palabra caput, cabeza, entendimiento), que consiste en la
posibilidad de ser titulares de derechos subjetivos y de Obligaciones de carácter privado y deberes
frente a la autoridad pública. Por tanto, a la pregunta sobre si un recién nacido puede ser
demandante o demandado en un juicio, debemos responder afirmativamente; pero lógicamente,
necesitará de la representación de sus padres y de la actuación de un abogado.
El no nacido, puede ser parte en juicio, si la representación que ejercen sus padres por él
redunda en provecho suyo, patrimonial o personal. El derecho humano más importante es la vida;
en rigor, el derecho a la vida es el "porta"-derechos humanitarios. En tal sentido el artículo 17 del
Código Civil señala que "el feto se tendrá como nacido cuando se trate de su bien; y para que sea
reputado como persona, basta que haya nacido vivo"; por lo que, si se considera nacido, es
persona y lo continuará siendo a menos que muera durante la gestación o después del parto. La
Constitución señala que «(...) El Estado garantizará asistencia y protección integral a la
maternidad, en general a partir del momento de la concepción, durante el embarazo, el parto y el
puerperio, y asegurará servicios de planificación familiar integral basados en valores éticos y
científicos» (Art. 76).
Sociedades irregulares: Las sociedades irregulares, las asociaciones y los comités que no tienen
personalidad jurídica, estarán en juicio por medio de las personas que actúan por ellas o a las
cuales los asociados o componentes han conferido la representación o la dirección. En todo caso,
aquellos que han obrado en nombre y por cuenta de la sociedad, asociación o comité, son
personal y solidariamente responsables de los actos realizados (Art. 139).
Así como el ordenamiento legal otorga tutela jurídica a la destinación de bienes al logro de
ciertos objetivos —lo cual es la base real de las personas jurídicas colectivas—, la ley procesal
contempla una norma general (Art. 139) a esos mismos efectos. Quien dispone del fondo común,
quien negocia, acciona y está en juicio, en este caso es la sociedad o asociación irregular o el
comité. Pero el grupo así integrado puede a su vez autoprescribirse, por «acuerdos» internos,
hormas o disciplinas de organización en virtud de las cuales se puede encomendar a alguien la
actuación por el grupo. Hay una diferencia notable entre este régimen y el de las personas
jurídicas: el actuante es personal y solidariamente responsable con la sociedad o comité de los
Actos realizados por él.
Esta figura procesal que otorga capacidad de ejercicio en el proceso a las sociedades irregulares
y otros grupos de asociados que no suscitan una personalidad jurídica distinta a la de ellos
mismos, tiene asidero en el artículo 50 ZPO alemán y en los artículos 36, 39 y 1 I CC italiano, y
artículo 75 CPC italiano. «Ese diverso tratamiento ha sido expresamente establecido en lo que se
refiere a la responsabilidad solidaria de los socios fundadores, administradores o cualesquiera
otras personas que obren en nombre de la sociedad irregular; y también en cuanto a la acción de
la disolución de la compañía, a la eficacia temporal de sus efectos, y al derecho de los socios de las
compañías en comandita por acciones y anónimas de liberarse de la obligación de suscribir las
acciones respectivas (200 Código de Comercio)» (MÁRQUEZ Añez).
Es necesario precisar que esta regla legal concierne sólo a los procesos de índole patrimonial. Si
se trata de un proceso sobre derechos personalísimos (intuitupersonae), como el de divorcio,
separación de cuerpos y bienes, anulación de matrimonio, alimentos (si muere el reclamante),
interdicción civil, inhabilitación, e igualmente el juicio penal, el efecto es distinto. En dichos casos,
siendo el objeto (o presupuesto, según el caso) del litigio el estado jurídico de una persona: su
libertad, capacidad, filiación, estado civil, la muerte de la parte conlleva la desaparición de todo
estado jurídico relativo a ella misma, por lo que en tales circunstancias no hay materia sobre que
decidir. La vida es el derecho que soporta todos los demás derechos.
La sucesión procesal opera sin necesidad de trámite sucesorio alguno, bastando la citación a los
sucesores conocidos, o el llamamiento in genere a los desconocidos, si éste fuere el caso (cfr Art.
231).
La ausencia declarada conforme a las reglas del Código Civil (Arts. 421 ss) surte los mismos
efectos procesales que la muerte. De acuerdo al artículo 433 de dicho Código, «después del
decreto que acuerde la posesión provisional, las acciones que competan contra el ausente se
dirigirán contra los que hubieren obtenido dicha posesión». Esta norma compete a las demandas
sobre bienes determinados; pero igualmente, dada la analogía, debe aplicarse en el caso de
demandas sobre derechos creditorios.
Sucesión procesal de personas jurídicas: El Código Modelo Procesal Civil para Iberoamérica
establece en el artículo 47.3 que en caso de extinción de la persona jurídica, el proceso continuará
con quienes la suceden en su patrimonio. Norma esta que tiene asidero en nuestra legislación,
tanto respecto a los causahabientes del acervo patrimonial como a los de bienes determinados
comprometidos en la litis. Empero, ha de tenerse en cuenta que la extinción de la sociedad civil,
por cualquiera de los motivos señalados en el artículo 1.673 del Código Civil, no produce la
caducidad inmediata de la personalidad jurídica; no muere ipso facto, el ente moral, según el
artículo 1.681 eiusdem: «La personalidad de la sociedad subsiste para las necesidades de la
liquidación, hasta el fin de ésta». Las sociedades mercantiles siguen igual régimen: a los efectos de
la liquidación y sólo con estos fines continúa subsistiendo como persona jurídica: «La liquidación,
ya sea demandante, ya sea demandada, será representada en juicio por los liquidadores» (art. 351
C. Com); pero la «liquidación» no es una nueva persona jurídica fruto de una metamorfosis; es la
misma, pero en estado terminal.
El principio ut lite pendente nihil innovetur: «La litispendencia fija el estado de las cosas y las
personas que dieron origen a la demanda, de manera que la sentencia no podrá tener en cuenta
las posibles variaciones acontecidas a este respecto, con una única excepción, que la innovación
privara definitivamente de interés legítimo las pretensiones deducidas, por haberse satisfecho
extraprocesalmente o por cualquier otro motivo (ARMENTA DEU). Enotras palabras, no deberían
tomarse en cuenta los cambios jurídicos particularmente de titularidad o de gravámenes que
introduzcan las partes durante la pendencia del juicio, salvo los casos en los que el actor quede
privado de interés legítimo como consecuencia de la innovación o de un arreglo extra litem.
Durante la pendencia del juicio no se puede innovar en el sentido de cambiar la cualidad de parte
y el statu quo de la cosa litigiosa. Un ejemplo lo brinda la legislación venezolana en el artículo
1.557 del Código Civil, según el cual la venta de la cosa litigiosa no surte efectos frente a la
contraparte cuando se realiza después de la contestación a la demanda. Con todo, la llamada
perpetuatiolegitimationis y, en general, la prohibición de innovar, pueden obtenerse mediante
medidas cautelares innominadas, siempre que exista presunción grave del derecho que se reclama
y presunción grave de peligro en la mora (Art. 585).
La institución del Ministerio Público data de la revolución francesa cuando se concibió como un
representante del Ejecutivo en el Poder Judicial (ojo del gobierno), como vínculo entre los dos
poderes. Pero hoy por hoy, según nuestra Constitución, el Ministerio Público no representa a los
Poderes Públicos ni al Estado, sino a la misma Ley, es decir, al legítimo interés del pueblo. Es, en
cierta forma, el Poder moral que el Libertador quiso instituir en el Congreso de Angostura y que
desarrolla en su célebre Discurso.
La función del Ministerio público difiere de la de los jueces y de la del Procurador General. de la
República. Este último representa los intereses patrimoniales de la República, como abogado de la
Administración, del fisco nacional, y por tanto sus funciones son esencialmente diversas a las que
competen al Ministerio público. Por ese motivo, se justifica el desdoblamiento de la otrora Ley de
la Procuraduría de la Nación y del Ministerio público de 1955, en dos nuevas leyes orgánicas: la
Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República de 1965 y la Ley Orgánica del Ministerio
Público de 1970, con sus reformas.
Legitimaciones a la causa : Estos conceptos ayudan a entender los distintos tipos de cualidad
(legitimario ad causan). Siguiendo la enseñanza de CHIOVENDA, explicitada por el maestro
LORETO, podemos decir que la cualidad es un juicio de relación y no de contenido, y puede ser
activa o pasiva.
La primera es aquella que establece una identidad lógica entre el demandante concreto y aquel
a quien la ley da la acción; es decir, la posibilidad de pretender la satisfacción de su crédito
(demandante abstracto). Y la cualidad pasiva es aquella que establece una identidad lógica entre
el demandado concreto y aquel contra quien la ley da la acción (demandado abstracto).
h) Legitimación por clase o categoría, la cual se confiere a determinado grupo de personas que,
como se ha dicho, tienen interés en la litis, como por ejemplo la de los parientes del notado de
demencia para incoar el juicio de interdicción civil (Art. 395 CC).
e) Legitimación oficial, cual es la que confieren los artículos 130 y I ; I al Ministerio Público para
actuar en juicio, ya como parte o como tercero, según veremos.
Ejemplo de sustitución procesal es la que se produce cuando hay cesión de los derechos
litigiosos después de la contestación de la demanda (Art. 1.557 CC), ya que en tal caso, el
demandante que vendió la cosa litigiosa después de la contestación a la demanda, ya no es parte
sustancial y por tanto es un sustituto procesal del comprador propietario, verdadera parte
sustancial superveniente; por lo que dicho vendedor pasa a hacer las veces del verdadero
propietario, quedando incurso en la previsión el ya mencionado artículo 140 del Código de
Procedimiento Civil, pues él hace valer en juicio, en nombre propio, un derecho que antes era
suyo, pero que ahora es ajeno.
También hay sustitución procesal en el caso de la acción oblicua (Art. 1.278 CC), o sea en la
demanda que puede intentar el acreedor contra el deudor de su deudor. Obsérvese que en esta
hipótesis el demandante tampoco es sujeto de la relación sustancial; él está ayudando a su deudor
a recuperar un crédito que permita a ese demandante cobrar el suyo. El demandante podrá
satisfacer su crédito con cargo al patrimonio de su deudor, "favorecido" con la sentencia
condenatoria obtenida por ese acreedor suyo, sustituto procesal demandante. Otro ejemplo es la
acción intentada o asumida por el acreedor prendario para obtener el pago de la acreencia que sil
deudor le ha dado en prenda. «Si lo que se hubiere dado en prenda es una acreencia, el acreedor
prendario tendrá derecho a cobrarla judicial o extrajudicialmente» (Art. 1.847 CC). Esta acción de
cobro del crédito pignorado es, en cierta forma, una especie de acción oblicua.
Cabe añadir que hay también legitimaciones anómalas pasivas, es decir, del demandado.
Ejemplos son las que corresponden al tercero dador de hipoteca (Arts. 1900 y 1.902, segunda
parte) o dador de prenda (Art. 1.843 CC) en el juicio de ejecución de hipoteca o de prenda. La ley
manda llamarlos a juicio (Art. 661) como partes formales necesarias; aunque sin integrar con el
deudor, contrayente de la obligación garantida, un litis consorcio necesario, pues la causa no les es
inherente del mismo modo. Los terceros dadores de garantía no son titulares de la obligación
garantida, y por tanto no tienen una cualidad normal; pero forzosamente tienen que ser
demandados, si el pago se pretende con cargo a la garantía real dada por ellos, mobiliaria o
inmobiliaria. Por tanto, son terceros en la relación sustancial garantida y son parte en la relación
sustancial garante.
La relación de garantía nacida de la ley (por ej., saneamiento por evicción o vicios ocultos de la
cosa vendida: Art. 1.503 CC) o nacidas por virtud de un contrato (fiador, avalista, asegurador) no
se confunde con la relación ventilada en el proceso, y por tanto los garantes pueden considerarse
legitimados por la ley para adversar la demanda propuesta contra el obligado, a título de
coadyuvante de su defensa. De hecho, la ley permite, según veremos en su momento, la
intervención voluntaria de terceros en un proceso para ayudar a la defensa de la parte, si tienen
un interés legítimo de hecho o de derecho.
Acción directa: AMBROISE COLIN la define en los siguientes términos: «La acción que posee una
persona contra otra, con la cual no tiene personalmente ningún vínculo de derecho, en razón de la
intervención de una tercera, y que ejerce sin haber recurrido a esta última». La acción directa
prevé una situación similar pero distinta al de las legitimaciones anómalas (verbigracia acción de la
víctima contra el asegurador del victimario, De acuerdo a la legislación de Tránsito Terrestre, la
víctima tiene acción directa contra el asegurador del propietario. Asimismo, el abogado tiene
acción directa contra el adversario de su cliente victorioso en la contienda (Art. 23 Ley de
Abogados), de suerte que sus honorarios profesionales no se ven afectados si el condenado al
pago de las costas procesales del juicio celebra una transacción con la parte victoriosa, el abogado
de ésta, puede reclamar por sí (in jure proprio) el pago de sus honorarios mediante el proceso
ejecutivo de cobro de honorarios profesionales.
En la acción directa no opera una sustitución procesal, sino que el interés legítimo del accionante
justifica una cesión ex lege o subrogación sui generis del mismo crédito o derecho sustancial, de
manera que el titular de una acción directa no actúa en nombre de otro Ili actúa en interés de
otro: actúa por sí mismo en defensa de un derecho del cual es titular en una relación jurídica que
él no ha generado.
El interés difuso se caracteriza por que corresponde a los sujetos de un grupo determinado,
denominándose difuso o colectivo cuando el grupo es indeterminado. El derecho es difuso o
fragmentario, cuando se refiere a un bien indivisible en cuotas que puedan ser atribuidas a cada
afectado. Estos últimos se hallan en unión tal que la satisfacción de uno solo, implica, en principio,
la del grupo; así como la afectación a uno solo, lo es también a la clase (cfr OSVALDO ALFREDO
GOZAINI, La tutela procesal de los intereses difusos.. ponencia al Congreso mencionado). Se les
denomina también derechos humanos de la tercera generación, que es creación de la doctrina
francesa (1972).
El problema consiste en que los portadores de estos intereses o derechos tengan acceso a la
justicia y en que los derechos humanos sean defendidos, como lo han venido haciendo ciertos
1_.1ipos (l( protección ambientalista nombrados con las siglas ( )N( (organizaciones no
gubernamentales). Los intereses del consumidor, de la cultura, del paisaje, del ambiente
(verbigracia, daños que acarrean en las aguas los desechos tóxicos, polución por la lluvia ácida de
la industria, destrucción de la capa de ozono, radiación de pruebas nucleares), se caracterizan por
la presencia de intereses difusos (distinto a diluidos).
Hay características que permiten su conceptualización: «I) Se trata de derechos que se ubican
preferentemente en el derecho público, aunque también en el privado. Pero a diferencia del
derecho agrario y del obrero —que se apoyan con grupos organizados se sustentan en sectores
desorganizados cuyos miembros pueden desconocerse entre sí. II) Son" derechos de muy difícil o
imposible codificación en la mayoría de los casos, por lo menos en su etapa actual. De aquí que se
encuentren dispersos en la Constitución tácita o expresamente y en numerosas leyes y
reglamentos (...)
Asimismo, en numerosos tratados y acuerdos internacionales. III) Son derechos que pueden
contener intereses patrimoniales; pero a veces no son cuantificables en dinero ni susceptibles de
apropiación. Protegen valores culturales, la salud, el agua y el aire, etc., que no están en el
mercado. IV) En el derecho mexicano formalmente pertenecen —la mayor parte de las veces al
derecho administrativo. Este ha crecido de manera monstruosa, lo que ha conducido a estimar
que caen dentro de él. La consecuencia es que su tutela se ha encomendado a organismos
administrativos o político-administrativos de diverso nivel. Sin embargo, principia una protección
judicial ante tribunales federales administrativos y excepcionalmente ante tribunales civiles y
penales (...) V) Resulta muy difícil —y en ocasiones imposible— definir las relaciones entre
acreedor y deudor, o sea, entre sujetos activos y pasivos. En el derecho ambiental, el sujeto pasivo
o deudor es el agente que contamina y el sujeto activo o acreedor es la víctima de la
contaminación: esta relación se extiende en el espacio y en el tiempo, a tal grado que el principio
de causalidad es asunto de la mayor complejidad. Hasta ahora, la tendencia en México, en materia
ecológica, es considerar al Estado como el único sujeto pasivo o el sujeto pasivo por excelencia: el
encargado de proteger, reparar y restaurar el ambiente. De aquí que los ciudadanos teóricamente
se lo puedan exigir, pese a la carga política y económica tan tremenda que eso supone. (Cabrera
Acevedo).
Pretendemos abordar aquí su concepto y el papel que puede asumir el Defensor del Pueblo y el
Ministerio público en su resguardo y satisfacción, habida cuenta que la Constitución de 1999 los
reconoce expresamente como derechos dignos de ser protegidos en el artículo 26: «Toda persona
tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos
e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con
prontitud la decisión correspondiente». En tal sentido el artículo 280 de la Constitución señala que
«la Defensoría del Pueblo tiene a su cargo la promoción, defensa y vigilancia de los derechos y
garantías establecidos en esta Constitución y los tratados internacionales sobre derechos
humanos, además de los intereses legítimos, colectivos y difusos, de los ciudadanos y
ciudadanas».
El artículo 46 del Código Orgánico Procesal Penal establece que, en su segunda parte, que
«cuando los delitos hayan afectado intereses colectivos o difusos la acción civil será ejercida por el
Ministerio Público», pero es claro que esta norma ha sido sustituida por el precepto constitucional
que atribuye tal potestad al Defensor del Pueblo en su artículo 280.
Legitimados activos son: «I — toda persona física, para la defensa de intereses o' derechos
difusos de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas por circunstancias de
hecho; II — el miembro del grupo, categoría o clase para la defensa de intereses o derechos
difusos de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas entre sí o con la parte
contraria por una relación jurídica base y para la defensa de intereses o derechos individuales
homogéneos; III - el Ministerio Público, el Defensor del Pueblo y la Defensoría Pública; IV — las
personas jurídicas de derecho público interno; V — las entidades y órganos de la Administración
Pública, directa o indirecta, aun aquellos sin personalidad jurídica, específicamente destinados a la
defensa de los intereses y derechos protegidos por este Código; VI - las entidades sindicales, para
la defensa de los intereses y derechos de la categoría; VII — las asociaciones legalmente
constituidas desde por lo menos un año y que incluyan entre sus fines institucionales la defensa de
los intereses y derechos protegidos en este Código, no siendo necesaria la autorización de la
asamblea; VIII - los partidos políticos, para la defensa de derechos e intereses ligados a sus
finalidades institucionales».
En relación a las acciones indemnizatorias, el artículo 8° del Código Modelo prevé que «en la
sentencia que condene a la reparación de los daños provocados al bien indivisiblemente
considerado., el juez dispondrá que la indemnización sea vertida al Fondo de los Derechos Difusos
e Individuales Homogéneos, ;administrado por un Consejo Gestor Gubernamental, del que
participarán necesariamente miembros del Ministerio Público, jueces y representantes de la
comunidad, siendo sus recursos destinados a la reconstitución de los bienes lesionados o, no
siendo esto posible, a la realización de actividades tendientes a minimizar la lesión o a evitar que
ella se repita, entre otras que beneficien el bien jurídico perjudicado».
La Ley Orgánica el Tribunal Supremo de Justicia (2004) establece también que « Toda persona
natural o jurídica, o el Fiscal General de la República o el Defensor del Pueblo podrá proponer ante
el Tribunal Supremo de Justicia, demanda de nulidad, por ilegalidad o inconstitucionalidad de
contratos, convenios o acuerdos celebrados por los organismos públicos nacionales, estadales,
municipales o del Distrito Capital, cuando afecten los intereses particulares o generales, legítimos,
directos, colectivos o difusos de los ciudadanos y ciudadanas» (Art. 21.2).
Interés Legítimo y Cualidad : El interés legítimo del sujeto es condición necesaria en la relación
sustancial y en la relación procesal. El interés que una persona puede experimentar en la
consecución de un bien patrimonial o extramatrimonial es legítimo cuando es justo, debido; en
este sentido debe entenderse la palabra Derecho, como sinónimo de lo derecho, lo recto, la ipsa
res fusta. La legitimidad proviene de la justicia que asiste ese interés, respaldada por la ley. Por
tanto, el interés legítimo, en este sentido, es el núcleo y motor del derecho subjetivo.
El interés procesal, en cambio, concierne a la necesidad del proceso y será legítimo en la medida
que esté fundado en una necesidad verdadera de acudir a la jurisdicción, a los mecanismos de
administración de justicia que instrumenta el Estado o que permite el listado, llamados medios
alternos de solución de conflictos. La falta de uno u otro tipo de interés son denunciables por la
contraparte a través de una excepción perentoria de falta de interés (Art. 361) —sea el interés de
obrar (en el actor), sea el de contradecir (demandado) —no incluida entre las cuestiones previas
(salvo la no exigibilidad de un crédito por plazo o condición pendiente: 7acuestión previa). No
obstante, no es el derecho subjetivo propiamente, pues un sujeto puede tener interés sustancial y
no tener la titularidad del derecho subjetivo, tal como ocurre en todos los casos de legitimaciones
anómalas: el acreedor prendario puede, en razón de su interés personal, reclamar el cobro de
créditos que tiene su deudor frente a otro, haciendo valer el derecho subjetivo ajeno impelido por
el interés propio (cfr Art. 1.874 CC).
El interés por falta de cumplimiento ocurre cuando una obligación de dar, hacer o no hacer no es
cumplida por el obligado. Como el acreedor no puede obligar por su cuenta al deudor a cumplir
con lo debido, ni siquiera habiendo obtenido sentencia favorable (manusiniectio), precisa de una
sentencia que reconozca su crédito y obligue al deudor a pagar.
Si se pretende una sentencia de condena y no existe interés por falta de cumplimiento; es decir,
que el reo, siendo deudor, no haya incumplido todavía con la obligación pretendida —o no ha
habido irrespeto o desconocimiento, en el caso de los derechos reales—, el demandado podrá
oponer la cuestión previa de "falta de interés procesal" prevista en la causal 7adel artículo 346 del
Código de Procedimiento Civil por "falta de mora", es decir, la pendencia de la condición o plazo.
El interés que proviene de la ley reside en el carácter de orden público que reviste la relación o
situación jurídica en que se haya la contraparte, el cual impide que el cambio de dicha situación
jurídica se verifique con sólo el consentimiento de los interesados, sin intervención del ministerio
público. Así por ej., en el juicio de interdicción civil está en juego la libertad y la capacidad de
ejercicio del demandado, y por consiguiente no basta el consentimiento del demandado
(presuntamente inficionado por presunta enfermedad mental) para que opera la
capitisdiminutioen su estado jurídico. Será necesaria una senencia constitutiva.
El divorcio, que es ejemplo típico de proceso constitutivo, no es, en propiedad, una cuestión que
atañe al orden público: el Estado no tiene interés en el divorcio —en la posibilidad de que una
persona pueda contraer nuevas nupcias—, sino en el matrimonio que se pretende disolver con el
divorcio (CSJ, Sent. 21-10-69). Por eso, no pueden pretender los cónyuges transigir respecto a la
relacióndisolución: la misma ley pieví.dos actos conciliatorios previos a la fase contradictoria del
procedimiento. No hay orden público que obligue a dos sujetos a divorciarse (!remo invilus altere
co,izalm.) con4o no hay que los obligue a casarse. El interés público se hace presente en los juicios
de divorcio en defensa del matrimonio, que es la base de la familia, la cual a su vez constituye la
célula fundamental de la sociedad, semillero de buenos ciudadanos (Art. 75 de la Constitución). La
Función del Ministerio Público en los juicios de divorcio se limita a vigilar y controlar el proceso
para impedir la posible actuación colusivade las partes in fraudemlegis(que dicen en latín). El
Fiscal, como representante de la ley, defiende la ley pública, absoluta: no para asumir
directamente la defensa de un interés privado en el demandado, pero tampoco para coadyuvar la
demanda del actor.
El interés por falta de certeza corresponde a los procesos mero declarativos cuando existe una
situación de incertidumbre, sea poi' falta o deficiencia del título, sea por amenaza de perturbación
al ejercicio del derecho o peligro de daño, fundada o no en otro título (1(1 adversario, que autoriza
la intervención en vía preventiva autónoma para crear la certeza oficial que aleje anticipadamente
el peligro de la trasgresión posible en el futuro, evitando el daño que se causaría si la ley no
actuase.
Interés sustancial: Ya hemos dicho que el interés procesal en obrar o contradecir en juicio no
debe ser confundido con el interés sustancial en lamaterial, en cuanto se considera un interés
protegido por la;1 ley,es decir legítimo. El interés procesal es, por el contrario, comose ha dicho, la
necesidad de acudir al proceso como único medio de obtener la prometida garantía jurisdiccional.
Esa necesidad lo es por partida doble: nace del estado de incertidumbre y de la prohibición legal
de la autotutela de los propios derechos. Cuando el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil
requiere que para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual, se refiere al
interés sustancial, pues el precepto equivale a decir que para pretender la demanda hay que tener
la razón, lo cual se inscribe en el ámbito del "deber ser" del derecho. Ambos conceptos se
complementan, pues quien no tiene derecho a la sentencia favorable, por carecer del derecho
material, tampoco tiene necesidad del proceso, salvo que nazca de una situación de incertidumbre
sobre la prueba.
Sin embargo, la carencia de interés o derecho sustancial no puede ser denunciada a través de las
cuestiones previas de inadmisibilidad por falta de interés, pues en tales casos la defensa que se
hace valer se refiere al mérito y no a la atendibilidad (admisibilidad) de la pretensión deducida
(presupuesto procesal de la pretensión).
Parte sustancial es el sujeto que integra la relación jurídica sustancial controvertida (causa). Así, en
un juicio de impugnación de paternidad, serán partes sustanciales el hijo, la madre y el reputado
padre demandante. En una obligación cartular, serán partes sustanciales, al menos, el beneficiario
y el aceptante de la letra de cambio o el cheque; en un contrato de préstamos, el prestamista y el
prestatario, etc.
Sujeto, de la acción es aquella persona que aunque carece de la cualidad de parte sustancial,
puede, sin embargo, ser parte formal, pues está legitimado por la ley, en razón de su interés
material, para intentar la demanda; como por ej. la nulidad de un desposorio pueden intentarla los
ascendientes de los cónyuges (Art. 117 CC).
Anterior
La Intervención de Terceros:
Se admite, sin embargo, en casos excepcionales la estipulación a favor de terceros. Pues bien, se
conoce como principio de relatividad de los contratos la situación por medio de la cual las
personas pueden celebrar contratos entre sí pero sin afectar, aprovechar o perjudicar a quienes no
tienen ningún interés en esa relación jurídica; constituye—por otro lado—una consecuencia del
principio de la personalidad de las obligaciones previsto en el artículo 1.163 del Código Civil, según
el cual “se presume que una persona ha contratado para sí y para sus herederos y causahabientes,
cuando no se ha convenido expresamente en lo contrario, o cuando no resulte así de la naturaleza
del contrato”. Así lo ha establecido la jurisprudencia venezolana, citado por OSWALDO PARILLI:
El artículo 1.166 del Código Civil consagra el principio de la relatividad de los contratos, en virtud
del cual un contrato no tiene efectos sino entre las partes contratantes, no puede dañar ni
aprovechar a los terceros, excepto en los casos establecidos por la ley. Este principio es una
consecuencia de la regla de la personalidad de las obligaciones, estampada en el artículo 1.163
eiusdem, según el cual se presume que una persona ha contratado para sí y para sus herederos y
causahabientes cuando no se ha convenido expresamente lo contrario, o cuando no resulte así de
la naturaleza del contrato. Los efectos de un contrato se limitan, pues, a aquellos que lo han
querido, a los que han entendido que les sea provechoso. Todo sujeto de derecho que no ha
participado en él es un tercero, extraño al acto.
El tercero, desde el punto de vista sustancial, será aquella persona que no tiene ningún interés y
sobre quien, las relaciones jurídicas constituidas, extinguidas o modificadas por un contrato, le son
indiferentes; ello sin desconocer, como se señaló, algunas circunstancias en las cuales se pueden
hacer estipulaciones a favor de terceros. A partir de esta visión del tercero sustancial se puede
llegar a la definición de terceros en su aspecto procesal.
a. Definición latu sensu: En un sentido sumamente amplio puede decirse que tercero es quien
no es parte en una causa o en un proceso judicial. Esta definición construye de hecho en oposición
al concepto de parte procesal, sin embargo se trata de una configuración meramente externa y
una definición negativa que no ayuda en mucho a la configuración procesal del tercero pues si nos
quedamos con esta noción entrarían dentro de la definición el juez, el fiscal del Ministerio Público,
peritos, testigos, etc., ya que personas tampoco son partes en el proceso. Sin embargo, tales
personas, son terceros procesales en el sentido que será estudiado en este curso. Por eso la
definición, se nos presenta como ambigua e insuficiente. A efectos de aprovechar esta primera
aproximación al concepto, la doctrina ha sintetizado las diversas posiciones en que las personas
pueden encontrarse en relación con un litigio:
1. Ser completamente ajeno e indiferente respecto de lo que se discute en dicho juicio y, por lo
tanto, estar absolutamente despreocupado de suerte o resultado del mismo. Para estas personas
el juicio efectivamente res inter dios acta;
2. Tener un interés de mero hecho en el resultado del juicio pendiente, por las repercusiones, por
ejemplo, de tipo económico, de solvencia de un deudor. De precedente de una relación jurídica
similar, que la sentencia dictada en dicho juicio pueda suponer para el tercero;
3. Tener una pretensión absolutamente incompatible con la que se discute en el juicio pendiente,
pero de alguna manera conexa con ella, por lo que una resolución conjunta de las mismas puede
asimismo resultar económica;
4. Ser titular en mayor o menor medida del derecho deducido en el juicio, de manera que, aunque
permanezca al margen del juicio, la sentencia desplegará contra este tercero su eficacia directa;
5. Ser titular de alguna relación jurídica o situación conexa y dependiente de la que se discute en el
juicio, que normalmente además resultará ser perjudicial, de tal manera que la sentencia afectará
al tercero de una manera refleja.
Repárese que en todas estas situaciones hay terceros que son absolutamente ajenos al juicio
llevado a cabo entre dos personas con las cuales no existe ningún vínculo y, por otro lado, también
hay terceros que están indisolublemente unidos a las partes, sea en virtud de relaciones subjetivas
o por relaciones derivadas del objeto, como se analizará a lo largo de este capítulo.
Por ahora bástenos con preguntar si realmente en ambos casos estamos en presencia de terceros
procesales o si, por el contrario, la noción de tercero con respecto del proceso alude solamente a
alguna de las situaciones enumeradas anteriormente. Al respecto debe señalarse que las personas
totalmente ajenas al conflicto entre partes, si bien son terceros no lo son en el sentido procesal
pues, como veremos, los terceros procesales son aquellos que tienen algún interés legítimo en las
resultas del juicio entre partes. Igualmente debe descartarse aquellas personas que intervienen en
el proceso en calidad de auxiliares de justicia (peritos, testigos, Ministerio Público, etc.) pues éstos
tampoco son terceros en el sentido procesal del término.
b. Definición strictu sensu: Con base en lo que llevamos dicho hasta ahora, podemos ensayar
una definición que se acerque a las diversas situaciones aludidas en el literal anterior:
Entendemos por terceros procesales aquellas personas que, en principio, no figuran en el juicio
como actor o demandado pero que, debido a su especial posición jurídica, se encuentran unidas
con los sujetos o con el objeto de ese proceso judicial, de tal manera que tienen un interés
legítimo en las resultas de la sentencia que allí se dicte.
Debe repararse en que lo que cualifica al tercero es el interés legítimo que ostenta debido a su
posición jurídica que lo relaciona íntimamente con las partes procesales; es decir, el tercero,
interesado por naturaleza, asume una situación en la cual no fue postulado como parte pero que
muy bien pudiera ostentar la misma posición que una parte procesal, es decir, debe asumir una
posición de defensa y ataque en el proceso en tutela de sus propios intereses jurídicos, aun
cuando tales intereses coincidan con el de alguna de las partes. Es por ello que la doctrina
contemporánea b.1 terminado por señalar que los terceros no son más que partes procesal,
sobrevenidas a lo largo del proceso. Como dice RAMOS MÉNDEZ, la noción de tercero hace
referencia a aquellos sujetos que inicialmente no son partes en un juicio, pero a los que el
resultado de éste no es completamente indiferente y por ello se necesitan de una adecuada
protección.
Para OSWALDO PARILLI, el tercero en el aspecto procesal es aquel que, además de tener un
interés legítimo en la cosa o derecho que se discute, sea titular de ese derecho o pretenda un
reconocimiento del mismo con preferencia al demandante, o por lo menos concurrir con él en la
solución del crédito o que, por la conexión jurídica con una de las partes, sea obligado a participar
en el proceso4. El mismo autor reconoce que esta definición no hace más que reconocer las
diversas posibilidades de intervención de terceros que recoge el legislador procesal venezolano.
Por otro lado, REDENTI ha señalado que los terceros, en sentido procesal, son aquellos que sin
haber sido partes iniciales en un juicio, intervienen en el mismo, sea por ser llamados
coercitivamente o porque voluntariamente acuden al proceso debido a un interés que los vincula
con la materia discutida. De aquí deduce el autor que este tercero interviniente se constituye
automáticamente en parte en sentido procesal, sin perjuicio de cualquier futura decisión acerca
de la admisibilidad intrínseca de la intervención5. Esto permite comprender la diáfana conclusión
de RICARDO HENRÍQUEZ LA ROCHE al señalar:
Hemos de aclarar respecto a todo lo dicho —y a los efectos de los recursos subsiguientes— que el
interviniente adhesivo o el tercenista y cualquier otro sujeto que haya irrumpido en la litis, no es
ya un tercero, desde que al postular él o alguno de los litigantes, una relación de contradicción
adicional en el proceso, asume la condición de parte, y por ende no se le aplica la regla del artículo
297 sobre apelación de terceros, circunscrita a las sentencias definitivas. De allí, pues, que este
artículo 370 distinga los intervinientes apelantes (caso del ordinal 6°) como caso distinto al resto
de las intervenciones aquí relacionadas sistemáticamente.
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA. SALA DE CASACIÓN CIVIL: Sentencia n° 121 de26 de abril de
2000 (Alexis Parada Prieto vs María Chacón exp. 99-977), bajo ponencia del Magistrado FRANKI, I
N A n MECHE: Debe destacarse que, tanto en la legislación procesal española como en la
venezolana, la oposición del tercero en aquélla y la tercería en ésta, estuvieron históricamente
circunscritas a dos posibles situaciones generales, a saber: a) que “...un tercero solicite ser
preferido al demandante en la solución de su crédito”; yb) que el tercero alegue título de dominio
sobre los bienes ejecutados, bajo las dos modalidades siguientes:1) que el “...tercero alegue ser
suyos los bienes.” y 2) que aquél alegue tener derecho a éstos. Estas situaciones en las cuales
procede proponer la tercería, son idénticas en el Código de Procedimiento Judicial promulgado el
19 de mayo de 1863, que como homenaje al Licenciado Francisco Aranda, quien fue autor del
proyecto de origen, se le conoce con el nombre de Código de Aranda. Con insignificantes
modificaciones en la redacción, esas mismas situaciones, conforme a las cuales el Código de
Procedimiento judicial de 1863 permitía proponer la tercería, siguieron siendo aplicadas y todavía
lo son a tales efectos, de acuerdo con las normas que respectivamente han regido la materia, en
los diferentes Códigos de procedimiento Civil que han tenido vigencia en Venezuela (1863; 1873;
1880; 1897; 1904; 1916 y ordinal 1° del artículo 370 del vigente).
c. El interés legítimo del tercero: Si lo que define a un tercero es el interés legítimo que una
persona tenga en un proceso en el cual no es parte inicial del mismo, conviene señalar algunos
aspectos sobre este interés. En efecto, se habla de un interés jurídico y legítimo, en el sentido de
que debe tratarse de: a) un interés jurídicamente relevante; y b) un interés que sea propio aun
cuando el mismo consista en ayudar a alguna de las partes. Sobre este aspecto, el autor
HERNANDO DEVIS ECHANDÍA comenta:
Según VÉSCOVI los requisitos para la intervención de terceros están en la conexidad, en el sentido
que la pretensión del tercero debe tener alguna vinculación con el objeto del proceso; esto, a su
vez, genera el presupuesto del interés propio y actual del tercero para intervenir en la causa. Este
interés debe ser legítimo,en el sentido de que debe estar basado en derecho y va más allá del
simple interesé. También el maestro DUQUE CoRRE00R señala que tal presupuesto de la tercería
es la conexión entre las pretensiones, la del proceso inicial y la de la tercería, y por ello, es que
ésta ha de fundarse, según el ordinal 1° del artículo 370 del Código de Procedimiento Civil, “es un
derecho concreto y específico que el tercero alega o reclama sobre la cosa objeto de ambos
procesos”
1° Cuando el tercero pretenda tener un derecho preferente al del demandante, o concurrir con
éste en el derecho alegado, fundándose en el mismo título; o que son suyos los bienes
demandados o embargados, o sometidos a secuestro o a una prohibición de enajenar y gravar, o
que tiene derecho a ellos.
2° Cuando practicado el embargo sobre bienes que sean propiedad de un tercero, éste se opusiere
al mismo de acuerdo a lo previsto en el artículo 546.
Si el tercero sólo es un poseedor precario, a nombre del ejecutado, o si sólo tiene un derecho
exigible sobre la cosa embargada, podrá también hacer la oposición, a los fines previstos en el
aparte único del artículo 546.
3° Cuando el tercero tenga un interés jurídico actual en sostener las razones de alguna de las
partes y pretenda ayudarla a vencer en el proceso.
4° Cuando alguna de las partes pida la intervención del tercero por ser común a éste la causa
pendiente.
5° Cuando alguna de las partes pretenda un derecho de saneamiento o de garantía respecto del
tercero y pida su intervención en la causa.
6° Para apelar de una sentencia definitiva, en los casos permitidos en el artículo 297.
Teniendo presente esta norma, el buen maestro DUQUE CORREDOR siguiendo a COUTURE afirma
que la característica común de todas estas formas de intervención en las causas, es que quien no
es originariamente demandante o demandado se hace presente, voluntaria u obligatoriamente, al
ser llamado por alguna de las partes originales, en un proceso pendiente, para oponerse a las
pretensiones de los litigantes, o para coadyuvar y sostener las ratones de alguno de ellos y a
ayudarle a vencer en el proceso. El maestro encuentra la justificación de esta regulación en que la
cosa juzgada puede tener efectos indirectos o de manera refleja en contra de los extraños al
proceso, por lo cual debe permitirse que esos terceros afectados puedan intervenir y evitar que
tengan que iniciar procesos diferentes.
Sin desconocer que las razones de economía procesal y la seguridad jurídica que debe brindar el
ordenamiento jurídico, son elementos importantes para fundar la intervención de terceros,
estimamos que la necesidad de garantizar un proceso justo y garantizar el debido proceso
constituyen los cimientos axiológicos de la intervención de terceros en una causa ajena. En efecto,
nadie puede ser condenado ni afectado en ningún proceso judicial si no se le ha dado la
oportunidad de alegar, contradecir, probar y defenderse; es decir, el proceso debe ser no sólo
legal, debido en términos de ley, sino también debido axiológicamente, esto es, esencialmente
justo.
Es importante tomar en cuenta que algunos autores utilizan el término “tercería” para referirse a
todas las formas de intervención de terceros en un proceso; sin embargo, no pareciera ser lógico y
congruente: la tercería es una de las maneras en que el tercero interviene, en concreto, el juicio
de tercería que dirige una persona contra “ambas partes” de un juicio, pero en los demás casos lo
más conveniente es hablar de interven6n de terceros.
Se entiende por intervención voluntaria de un tercero en un juicio entre partes aquella en la cual
una persona, procediendo con entera libertad, despliega una actividad procesal tendente a tutelar
un interés jurídico propio que, con respecto del interés de las partes, puede ser un interés
concordante con el de alguna de ellas o excluyente del interés de las partes en el proceso donde
se interviene.
Por otro lado, la intervención voluntaria del tercero se refiere a cualquier situación en la cual una
persona que no ha sido parte inicial en un proceso (como actor o demandado), sin embargo,
interviene en él en razón de un interés propio cuya tutela exige; tal interés del tercero puede ser
excluyente y principal (juicio de tercería) o intervención adhesiva, en cuyo caso esta intervención
adhesiva puede ser a) coadyuvante (cuando lo que’ se pretende es que una de las partes venza en
la controversia) y b) litisconsorcial (cuando el tercero interviene in solidum con una de las partes,
es decir, con el mismo interés y en la misma posición de parte).
Entendemos por intervención forzada la actividad procesal del tercero compelido por una orden
judicial y, en el cual, el interés jurídico del tercero es arrastrado por la solicitud de las partes al
pretender del tercero un derecho de saneamiento o de garantía.
Cada una de estas modalidades tiene unos requisitos y algunas ser estudiadas por separado y con
características propias que deben mayor detenimiento.
SALA DE CASACIÓN CIVIL: Sentencia N° 121 de 26 de abril de 2000 (Alexis Parada Prieto vs María
Chacón Chacón, exp. 99-977), bajo ponencia del Magistrado FRANKLIN ARRIECHE: Diferentes
situaciones cabe distinguir en la intervención de terceros, de acuerdo con los distintos puntos de
vista que sean aplicados a considerarla; así, aquélla puede surgir por espontánea y potestativa
determinación del tercero interviniente, caso en el cual la intervención es llamada voluntaria; pero
también puede producirse por requerimiento de algunas de las partes o por propia y legal decisión
del órgano jurisdiccional, formas estas con las cuales se puede hacer venir a un tercero a la
actividad procesaly se tiene, entonces la llamada intervención coactiva. En cuanto a la
intervención voluntaria se refiere, la doctrina la suele clasificar en principal o ad excludendum,
adherente simple o ad adiuvandum y adherente autónomo o litisconsorcial.
La intervención voluntaria de terceros está regulada, en nuestro CPC, en los artículos 371 hasta el
381, y comprende una gama de situaciones que CALAMANDREI ha tratado de sistematizar en estos
grupos:
a) Un derecho del interviniente relativo al objeto deducido en el proceso, frente a todas las partes;
b) Un derecho dependiente del título deducido en el proceso, frente a todas las partes;
e) Un interés propio del interviniente en sostener las razones de algunas de las partes.
Como puede apreciarse, las primeras cuatro de las hipótesis señaladas corresponden a la situación
en la cual el tercero pretende hacer valer un derecho propio y un interés jurídico propio,.y en
cuanto a la última, se trata de la situación en la cual el tercero pretende hacer valer un derecho de
las partes originarias del proceso aun cuando su pretensión está dirigida a hacer valer un interés
particular propio, o como dice el artículo 370.3° “un interés jurídico actual”.
a. La intervención principal o ad excludendum:
La intervención voluntaria, cuando es principal, se contrae a la pretensión del tercero que excluye
el interés de ambas partes en el proceso, por eso mismo se denomina interventio ad
infitendumiurautriusquecompetitoris, es decir, una intervención que se dirige contra el derecho de
ambos competidores. A este tipo de intervención voluntaria se conoce con el nombre de tercería o
“juicio de tercería” que es una demanda dirigida contra las partes originales en un proceso y se
tramita por cuaderno separado del juicio principal, regulado en los artículos 371 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil. Sobre este aspecto nos centraremos en el epígrafe C de este mismo
capítulo.
Entendemos por intervención adhesiva o adherente aquella intervención del tercero con interés
jurídico actual en la decisión de una controversia pendiente, que pretende ayudar a una de las
partes a vencer en el proceso, sea porque la causa le es común con una de las partes o porque
teme sufrir los efectos indirectos o reflejos de la cosa juzgada.
Las características centrales de este tipo de intervención voluntaria pueden resumirse en las
siguientes:
1) La intervención adhesiva requiere que el tercero tenga una legitimación especial que se contrae
a un interés jurídico actual, sobre lo cual hemos consignado la explicación en A.2.c en este mismo
capítulo;
2) El tercero adhesivo no pretende excluir las razones de las partes sino sólo con respecto de una
de ellas, es decir, puede pretender: a) sus propias razones porque la causa le es común con
respecto de una de las partes (tercero concurrente o litisconsorcial, art. 370.1° y 370.4°) y b)
puede sostener las razones de una de las partes y ayudarla a vencer en la litis porque terne los
efectos reflejos de la cosa juzgada (art. 370.3°); la doctrina mayoritaria es conteste en señalar que
este tipo de tercero no se constituye en parte sobrevenida porque no alega una pretensión propia
y excluyente, ni es un “representante de la parte”, ni un sustituto procesal sino que sólo persigue
ayudar a que una de las partes venza en el litigio 12; sin embargo, cuando se trata del tercero
litisconsorcial debe, necesariamente, considerársele como parte a todos los efectos procesales;
3) El tercero adhesivo simple no es autónomo en el juicio entre partes y, en consecuencia, no
puede alegar pretensiones contrarias a la parte que pretende ayudar y puede hacer valer todos los
medios de ataque o defensa siempre que no estén en oposición con los de la parte principa113;
c. La apelación de la sentencia definitiva: El ordinal 6° del artículo 370 dispone que el tercero
puede en la causa pendiente entre otras personas, para “apelar de la sentencia definitiva, en los
casos permitidos en el artículo 297; por otro lado, esta norma dispone:
ARTÍCULO 297. CPC. No podrá apelar de ninguna providencia o sentencia la parte a quien en ella
se hubiere concedido todo hubiere pedido; pero, fuera de este caso, tendrán derecho de apelar de
la sentencia definitiva, no sólo las partes, sino todo aquel que por tener interés inmediato en lo
que sea objeto o materia del juicio, resulte perjudicado por la decisión, bien porque pueda hacerse
ejecutoria contra él mismo, bien porque haga nugatorio su derecho, lo menoscabe o desmejore.
3) La apelación de que trata esta norma es sólo para los terceros que acuden al proceso por
primera vez y no para quienes hayan intervenido en el juicio como parte, pues las reglas que
regulan la apelación serán las que correspondan según su posición (adherente y excluyente);
a. El litisconsorcio necesario
El principal elemento para determinar que estamos en presencia de un litisconsorcio constituido
por la intervención del tercero está en que la causa es común tanto a la parte original corno con
respecto de otra persona diferente; en criterio de algunos autores, tal situación puede constituir
un litisconsorcio forzoso o necesario como un litisconsorcio voluntario dependiendo de donde
proviene la voluntad de intervenir; esto es, si la intervención es determinada por la voluntad del
tercero, sin apremio o solicitud de una de las partes, estamos en presencia del litisconsorcio
voluntario; en cambio, si tal intervención es exigida por alguna de las partes, entonces estamos en
presencia de un litisconsorcio necesario.
El tercero que interviene en "garantía" debe ser considerado como parte procesal con todas las
consecuencias que tal señalamiento implican, tales como la posibilidad de alegar, probar y
contradecir en nombre propio y con exclusión de las partes originales; pueden, además, hacer uso
de los medios de ataque y defensa previstos en la ley así como ser condenados en costas. Como
dice PARILLI, la cita en saneamiento y de garantía "es un derecho que tiene alguna de las partes o
ambas en el juicio, como medio de defensa que les permite llamar al tercero a la causa, con el fin
de oírle sus alegatos sobre el asunto controvertido en el cual intervendrá erigiéndose en parte,
para que el juez decida una sola causa que tendrá efectos extensivos a todos los participantes en
ese juicio, evitándose la inserción de otros procesos por separado"18.
Nuestro ordenamiento procesal regula este tipo de intervención de terceros en el artículo 370,
ordinal 5.
Artículo 370. Los terceros podrán intervenir o ser llamados a la causa pendiente entre otras
personas, en los casos siguientes:
5° Cuando alguna de las partes pretenda un derecho de saneamiento o de garantía respecto del
tercero y pida su intervención en la causa.
¿Qué significa "derecho de saneamiento"? y ¿qué es una cita en garantía? Siguiendo a PARILLI
diremos que "sanear" significa reparar o remediar, se utiliza en los contratos de compraventa
como medio para obligar al vendedor a indemnizar al comprador por los vicios ocultos de la cosa
vendida o por evicción. El artículo 1.503 del Código Civil dispone que el vendedor debe
saneamiento al comprador, respondiéndole de la posesión pacífica de la cosa vendida y de los
vicios o defectos ocultos de la misma. Se distingue de la evicción en que ésta se verifica cuando se
efectúa la reclamación sin que haya decisión judicial; en cambio, en el saneamiento la reclamación
se produce cuando ha habido vencimiento en el juicio. Más concretamente, "habrá saneamiento
por evicción cuando el comprador se vea privado del todo o parte de la cosa vendida o cuando
ésta presente cargas que la graven y no hayan sido declaradas en el contrato".
Por otro lado, la garantía significa aseguramiento, fianza o afianzamiento. En el sentido que debe
ser entendido a los efectos de este tema, en la relación de garantía hay dos sujetos: una persona
que se llama (garantizada" o "garantida" y otra persona que se obliga a garantizar el cumplimiento
de una obligación asumida por el garantida llamado"garante". De esta manera, el fiador garantiza
el cumplimiento de una obligación asumida por el garantida. Cuando el tercero es llamado "en
garantía" o la "cita en garantía", se refiere a que se interpuso una demanda contra alguna de las
partes y ésta solicitó el llamamiento de un tercero "garante" de la obligación que le es exigida.
La cita en saneamiento o garantía puede proponerse como demanda principal pero ante el mismo
tribunal donde curse la causa donde se hará efectiva la garantía o el saneamiento. En tal caso
ambas causas se acumulan en estado de sentencia si ambas se encuentran en ese mismo estado y,
además, sólo se procede de esta manera en primera instancia. (art. 387 del Código de
Procedimiento Civil). La segunda posibilidad del saneamiento o garantía se hace mediante el
mecanismo de intervención de terceros que puede proponer la parte inicial interesada, en la
contestación de la demanda, en cuyo caso deberá acompañarse, como fundamento de la solicitud,
la prueba documental. Requerida la intervención del tercero, el tribunal debe proceder a su
citación utilizando las formas ordinarias, entendiéndose la suspensión de la causa principal hasta
que se produzca la contestación de la cita, continuando la misma al día siguiente de dicha
contestación quedando abierto a pruebas tanto el juicio principal como la cita (art. 386 eiusdem).
c) Legitimación pasiva: ¿Quiénes pueden ser llamados en garantía? Según lo dispone el artículo
385 del CPC, la parte puede pedir, a su elección, la intervenciónde su causante inmediato o la del
causante remoto, o la de cualquiera de ellos simultáneamente. Por otro lado, el artículo 386
eiusdem dispone:
ARTÍCULO 386 CPC. Si el citado que comparece pidiere que se cite a otra persona, se practicará la
citación en los mismos términos, y así cuantas ocurran. Al proponerse la primera cita, se
suspenderá el curso de la causa principal por el término de noventa días, dentro del cual deberán
realizarse todas las citas y sus contestaciones.
Pero si no se propusieren nuevas citas, la causa seguirá su curso el día siguiente a la última
contestación, aunque dicho término no hubiere vencido, quedando abierto a pruebas el juicio
principal y las citas.
Todas las cuestiones que se refieran a las citas deben ser resueltas por el juez de la causa en la
sentencia definitiva y, corno se aprecia de la norma citada, después de los noventa días, la causa
continúa al día siguiente, sin admitirse la posibilidad de llamar a nuevos terceros en garantía. El
artículo 364 eiusdem dispone que terminada la contestación o precluido el plazo para realizarla
"no podrá ya admitirse la alegación de nuevos hechos, ni la contestación a la demanda, ni la
reconvención, ni las citas de terceros a la causa". En caso de requerirse la garantía de un tercero
deberá hacerse por vía principal y procederse en conformidad al artículo 387 eiusdem.
El elemento central para que pueda darse este tipo de intervención de terceros está en la garantía
ofrecida por éste con respecto de la obligación de una de las partes, o bien el saneamiento que
por ley o por contrato el tercero debe brindar a alguna de las partes con quienes hubiere realizado
un negocio jurídico. Existe entonces entre una de las partes y el tercero citado en garantía una
conexidad procesal en el sentido de que las pretensiones de este tercero deben ser resueltas junto
a las defensas de las partes en la sentencia definitiva; la conexidad estriba en que el tercero se
convierte en demandado que salvaguardará sus propios intereses pero que, en caso de resultar
vencido, deberá cumplir con el deber de garantía o el deber de saneamiento según se ha explicado
anteriormente. Bien pudiera pensarse que el citado en garantía se convierte en parte procesal y,
en consecuencia, se conforma un litisconsorcio; esto tiene sentido si se percata que el artículo 383
del CPC el tercero no sólo contesta la cita sino que, también, debe proponer sus defensas contra la
demanda principal.
Desde luego, entonces funge como una parte procesal, si se piensa en que su posición jurídica está
en el mismo plano que la parte demandada, más que su vencimiento en la litis supone el
vencimiento de la parte garantida.
1) En primer lugar, la intervención es indivisible con respecto del proceso en el sentido de que
todas las cuestiones relativas a la intervención deben ser resueltas por el juez de la causa (tanto si
se presenta en proceso principal o en la intervención en un juicio entre partes) (artículos 384 y 387
del Código de Procedimiento Civil); se habla de indivisibilidad en el sentido de que no puede haber
pronunciamientos parciales sobre las diferentes intervenciones posibles o en diferentes
sentencias;
Esta característica de indivisibilidad u.o. repugna a la situación por la cual los diferentes garantes
pueden serlo por aspectos diferentes del objeto del proceso, o la garantía puede ser de carácter
solidario o principal entre varios, en cuyo caso, en la sentencia definitiva, el juez debe asegurarse
de pronunciar una decisión acorde con lo señalado para evitar una sentencia nula por
indeterminación.
Sobre esta materia, nuestro Código de Procedimiento Civil absolutamente incoherente, tal como
lo analizaremos en el epígrafe dedicado a la base legal. Lo importante es conocer desde ya que la
expresión "juicio de tercería" o "tercería" alude a un verdadero juicio que tiene como parte actora
al tercero y como parte demandada a los sujetos quienes, a su vez, intervienen como actor y
demandado en otro proceso diferente.
1. DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN
Como se aprecia de esta definición, la tercería es una institución mediante la cual, dentro del
ámbito de un proceso pendiente, puede realizarse también el derecho que afirma un tercero con
ocasión a la conexidad que se produce en virtud del objeto material del proceso. tie trata de una
"pretensión jurídica" que dirige un tercero contra las partes originarias de un proceso, sea para
"excluir" la ambas partes en el derecho alegado o para concurrir con alguna de las partes en el
derecho alegado. Sin embargo, como anota PARILLI, el tercero pretenderá no que se niegue el
derecho del actor que propuso la demanda sino que la suya es prioritaria, sea por tener un mejor
derecho o igual derecho, o también podrá sostener que es propietario del bien objeto del juicio y,
por ente, debe ser favorecido con la decisión. Cuando el tercero pretenda que debe ser satisfecho
un crédito contra el mismo demandado y en consecuencia
LA SALA DE CASACIÓN CIVIL: Sentencia n° 121 de 26 de abril de 2000 (Alexis Parada Prieto vs
María Chacón (exp. 99-977), bajo ponencia del Magistrado FRANKLIN ARIECHE: Por intervención
principal o ad excludendum se entiende aquella en la cualla actividad procesal del tercero
constituye toda una nueva demanda, propuesta tanto en contra del actor como del demandado
del proceso principal, destinada a desplazar o excluir a éstos respecto al objeto que los mismos
discuten en dicho proceso. El objetivo principal de esta clase de tercería es bien claro y preciso:
sustentar en el proceso principal derechos propios que, en mayor o menor grado, pueden resultar
favorecidos o afectados por la decisión que en aquel sea pronunciado.
La base legal de este tipo de tercería se encuentra en los artículos 370 y 371 del Código de
Procedimiento Civil al establecer:
ARTICULO 370 CPC. Los terceros podrán intervenir o ser llamados a la causa pendiente entre otras
personas, en los casos siguientes: " Cuando el tercero pretenda tener un derecho preferente al del
demandante, o concurrir con éste en el derecho alegado, fundándose en el mismo título; o que
son suyos los bienes demandados o embargados, o sometidos a secuestro o a una prohibición de
enajenar y gravar, o que tiene derecho a ellos.
ARTÍCULO 371 CPC. La intervención voluntaria de terceros a que se refiere el ordinal 1 del artículo
370, se realizará mediante demanda de tercería dirigida contra las partes contendientes, que se
propondrá ante el juez de la causa en primera instancia. De la demanda se pasará copia a las
partes y la controversia se sustanciará y sentenciará según su naturaleza y cuantía.
Muchos autores consideran que, para admitir este tipo de intervención (le terceros, se requiere
poseer documento público fehaciente, y ello en una errónea interpretación del artículo 376
eiusdem que establece:
ARTÍCULO 376 CPC. Si la tercería fuere propuesta antes de haberse ejecutado la sentencia, el
tercero podrá oponerse a que la sentencia sea ejecutada cuando la tercería apareciere fundada en
instrumento público fehaciente. En caso contrario, el tercero deberá dar caución bastante, a juicio
del Tribunal, para suspender la ejecución de la sentencia definitiva. En todo caso de suspensión de
la ejecución, el tercero será responsable del perjuicio ocasionado por el retardo, si la tercería
resultare desechada.
Repárese que la exigencia del instrumento público fehaciente es sólo cuando el tercero se opone a
que la sentencia sea ejecutada, pero "en caso contrario" (es decir, supone que el tercero no tenga
tal instrumento público fehaciente), el tercero debe dar caución bastante para suspender la
ejecución de la sentencia definitiva. Esta es la razón por la cual no estamos de acuerdo con PARILLI
cuando afirma que "la tercería de dominio se hace admisible si el tercero se presenta como
legitimado activo con instrumento público fehaciente". Una segunda razón nos obliga a
separarnos de tal opinión: cuando la norma establece que el tercero puede intervenir porque son
suyos los bienes demandados o embargados, o sometidos a secuestro o a una prohibición de
enajenar y gravar o que tiene derecho a ellos, nos presenta dos situaciones claramente
diferenciables:
1) Cuando el tercero pretende que son suyos, es decir, de su "propiedad" los bienes sometidos a
algunas de las medidas allí señaladas y;
2) Cuando el tercero pretende "que tiene derecho a ellos"; tal expresión, obviamente, nos permite
concluir que ese "derecho" se refiere a cualquier otro que no sea la propiedad pues si no fuese así
no tendría sentido la última parte de la norma por constituir una falacia De lo cual se puede
afirmar que también los derechos de usufructo, arrendamiento y, en general, la posesión legitima
pueden ser tutelados por la tercería de dominio. Por supuesto que la sentencia que se dicte a
favor del tercero sólo procurará que se le respete su condición de poseedor precario.
Algunos autores sostienen que el "instrumento público fehaciente" a que hace alusión el artículo
376, a los efectos de suspender la ejecución de la sentencia, se refiere a documento público, es
decir, aquel instrumento que ha sido "registrado" con todas las formalidades legales, con lo cual se
excluiría los documentos autenticados por ante una notaría porque sólo tendría efectos frente a
terceros. Tal afirmación es incorrecta. El documento autenticado por ante una notaría tiene "la
misma fuerza probatoria" que el instrumento público. El artículo 1.357 CC dispone que el
"Instrumento público o auténtico es el que ha sido autorizado con las solemnidades legales por un
Registrador, por un Juez u otro funcionario o empleado público que tenga facultad para darle fe
pública, en el lugar donde el instrumento se haya autorizado"; y el artículo 1.363 dispone "el
instrumento privado reconocido o tenido legalmente por reconocido, tiene entre las partes y
respecto de terceros, la misma fuerza probatoria que el instrumentopúblico en lo que se refiere al
hecho material de las declaraciones hasta prueba en contrario, de la verdad de esas declaraciones.
N° 121 de 26 de abril de 2000 (Alexis Parada Prieto vs María Chacón Chacón, exp. 99-977), bajo
ponencia del Magistrado FRANKLIN ARRIECHE: Finalmente, al analizar la naturaleza jurídica del
instrumento fundamental para proceder indistintamente por la vía ejecutiva o mediante acción de
tercería, expuso la Sala de Casación Civil, en fallo de fecha 24 de septiembre de1969, lo siguiente:
el sentido con el cual el legislador utilizó la frase "instrumento con fuerza ejecutiva", en el artículo
392 del Código de Procedimiento Civil, por lo que respecta a la tercería, es más amplio que aquel
que dio a los instrumentos idóneos para proceder por la vía ejecutiva, contemplado en el artículo
523 eiusdem (art.630 del cpc vigente); aquí se concreta al "instrumento que pruebe la obligación
del demandado de pagar alguna cantidad líquida con plazo cumplido"; mientras que allí se trata de
un instrumento presentado "en apoyo del derecho que se reclama", es decir de un instrumento
que se refiera no ya solamente a "la obligación del demandado de pagar una cantidad de dinero
con plazo cumplido.", sino a cualquier "derecho que se reclame" como es el caso de tercería de
dominio en que el derecho reclamado es el de propiedad, con cita de la ley de 17 de julio 1861,
sobre trámites particularesde la acción ejecutiva, que complementó las disposiciones de nuestro
primer Código de Procedimiento Judicial promulgado en 1836, en el que se instituyeron por
primera vez en nuestro en nuestro país la tercería y la vía ejecutiva, con la Sala de la siguiente
manera: cuando el legislador en el artículo 392 habla de "instrumento que tenga fuerza ejecutiva
en apoyo del derecho que se reclama", se refiere en general a documento público o auténtico,
vale reconocido judicialmente, o do, comento privado también reconocido judicialmente, que
compres be clara y directamente el derecho reclamado por el tercenista. En consecuencia, al exigir
la recurrida prueba del derecho de propiedad en el presente caso, no infringió por error de
interpretación acerca de su contenido y alcance el ordinal y artículo denunciado como violados en
la presente denuncia.
Siendo ello así, cuando el artículo 376 del CPC exige que, para suspender la ejecución de sentencia
el tercero debe acompañar instrumento público fehaciente" puede entenderse tanto el
documento registrado como el documento privado autenticado, pues, a los efectos
adprobationem, tienen el mismo valor.
Muy congruente resulta la opinión de PARILLI, para quien "el acto Jurídico constituido por
documento notariado es válido entre las partes y frente a los demás terceros, propiedad en virtud
de la cual conserva su fuerza probatoria". Lo señalado encuentra sentido si pensamos que el
tercero puede hacer oposición a la ejecución de sentencia no sólo en tutela del derecho de
propiedad sino también del derecho de posesión, lo cual no podrá ser demostrado por documento
"registrado" sino a través de un instrumento privado autenticado por ante una notaría como el
arrendamiento, la cuenta en participación, etc.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALADE CASACIÓN CIVIL: Sentencia de27 de junio de 1985: Si el
tercerista se encontraba en posesión de lascosas en el momento del embargo, probada dicha
posesión de las cosas en el momento del embargo, probada dicha posesión,la tercería tiene éxito,
porque el poseedor invoca a su favor la presunción de que en materia de bienes muebles por su
naturaleza la posesión vale título (artículo 794 Código Civil) Pero si al practicarse el embargo los
bienes seencontraban en posesión de otra persona, al tercerista le corresponde probar su derecho
propiedad sobre los mismos, pues al acreedor le bastará invocar la falta de posesión del n.re4.41,1
para destruir aquella presunción.
b. Tercería concurrente
Se entiende por tercería concurrente la pretensión de un tercero por medio de la cual aspira que
se le reconozca, conjuntamente con la parte actora de otro proceso, algún derecho sobre la cosa
objeto del mismo, de modo que su pretensión no excluye el derecho de la parte actora sino que
conjuntamente con la del actor pretende que sea satisfecho su interés por dimanar del mismo
título.
La Representación en Juicio
Una de las innovaciones que recogió el Texto constitucional de 1999 está en haber establecido un
catálogo de derechos y garantías que, en conjunto, conforman la noción de la garantía del debido
proceso, en el artículo 49 constitucional. La primera garantía se refiere concretamente a la
defensa en juicio:
2 RAMOS MENDEZ (1997), FRANCISCO: Enjuiciamiento civil, tomo I, pp. 106 y siguientes.
Abogado en ejercicio. De modo que la capacidad procesal se define como aptitud para realizar
válidamente actos procesales pero los ordenamientos jurídicos no suelen permitir a las partes la
realización por sí mismas de todos esos actos, sino que suelen exigir que se actúe por medio de un
profesional del Derecho3: aparece así la postulación o representación procesal. El legislador
considera —dice MONTERO— que se defienden mejor los intereses de las partes si éstas han de
actuar por medio de una persona perita en Derecho, la cual aparece como ente intermedio de
relación entre las partes y el órgano jurisdiccional. Y lo entiende hasta el extremo de configurarla,
sí, como un presupuesto procesal y por tanto de carácter obligatorio, pero también se presenta
como un derecho fundamental del ciudadano4.
Es aquella facultad y, a veces, el deber que tienen los abogados en ejercicio que consiste en el
patrocinio, asistencia y representación jurídica y, como consecuencia, en realizar los actos jurídicos
procesales con eficacia jurídica en nombre de las partes5.
No debe confundirse esta representación procesal con aquella que "completa" la incapacidad civil
de las personas que no tengan el libre ejercicio de sus derechos, consagrada en el artículo 137 del
CPC: "las personas que no tengan el libre ejercicio de sus derechos, deberán ser representadas o
asistidas en juicio, según las leyes que regulen su estado o capacidad". Esta previsión no es un
supuesto de representación procesal sino de capacidad procesal, pues lo que se intenta es,
efectivamente, asistir a los incapaces en la gestión de sus derechos e intereses en juicio, es decir
de capacidad en Derecho civil qué, también se resuelve por vía de la representación civil.
La representación procesal tiene que ver con la posibilidad de que una persona intervenga en
nombre y representación de otra en un proceso judicial; cuando la parte actúa directamente se
requiere la asistencia jurídica del abogado. Más esquemáticamente: 1) las personas que tengan la
capacidad procesal pueden actuar en un juicio directamente, en cuyo caso deberán ser asistidas
por un profesional del Derecho (régimen de asistencia jurídica)7 ; y 2) estas mismas personas
podrán actuar a través de apoderados, en cuyo caso éstos deben estar facultados por un mandato
o poder (art. 150 CPC) (régimen de representación procesal).
La representación procesales la relación jurídica, de origen legal, judicial o voluntario, por virtud
de la cual una persona, llamada representante, actuando dentro de los límites de su poder, realiza
actos procesales a nombre de la parte llamada representada, haciendo recaer sobre ésta los
efectos jurídicos emergentes de su gestión.
De esta definición pueden extraerse algunas características que nos permitirán comprender este
instituto procesal:
4) El representante actúa dentro de los límites del poder que le confiere la parte9.
A pesar de la regla general de que nadie puede estar en un proceso judicial corno parte si no está
asistido o representado por un abogado en ejercicio, sin embargo existen algunas escasas
excepciones que, por la naturaleza simple de los actos procesales, pudieran actuar sin esta
postulación, como ocurre con la "presentación" de una querella de amparo constitucional o una
solicitud de calificación de despido. Fuera de las excepciones previstas en la ley no es posible
gestionar en un proceso sin la asistencia o representación de abogado.
Por otro lado, la representación procesal tiene también ciertas excepciones en las cuales el acto
procesal debe ser realizado por la parte sin que el apoderado pueda acudir en su representación,
tal como ocurre en la conciliación en las demandas de divorcio; la conciliación laboral establecida
en la Ley Orgánica Procesal del Trabajo; las posiciones juradas previstas en el Código de
Procedimiento Civil, etc.
Artículo 4°. Toda persona puede utilizar los órganos de la administración de justicia para la
defensa de sus derechos e intereses. Sin embargo, quien sin ser abogado deba estar en juicio
corno actor, como demandado o cuando se trate de quien ejerza la representación por disposición
de la ley o en virtud de contrato, deberá nombrar abogado, para que lo represente o asista en
todo el proceso.
Si la parte se negare a designar abogado esta designación la hará el juez. En este caso la
contestación de la demanda se diferirá por cinco audiencias. La falta de nombramiento a que se
refiere este artículo será motivo de reposición de la causa, sin perjuicio de la responsabilidad que
corresponde al juez de conformidad con la ley.
Esta ley dispone entonces la obligación para toda aquella persona que, sin ser abogado, sin
embargo deba estar en juicio como actor o demandado, en cuyo caso es un deber nombrar a sus
respectivos apoderados o abogados asistentes. En este mismo sentido, el artículo 166 del CPC
según el cual "Sólo podrán ejercer poderes en juicio quienes sean abogados en ejercicio, conforme
a las disposiciones de la Ley de Abogados".
1. DEFINICIÓN: El Código Civil establece que el mandato es un contrato por el cual una persona se
obliga, gratuita u onerosamente, a ejecutar uno o más negocios jurídicos por cuenta de otra que le
ha encargado (art. 1.684), definición que, con algún énfasis en alguno de sus elementos, pudiera
aplicarse al mandato judicial. También en lo que respecta a este tipo de mandato puede decirse
que es un contrato que realiza una persona con un profesional del Derecho para que la represente
judicial o extrajudicialmente en la realización de los actos procesales necesarios para el ejercicio
de su defensa. Se trata entonces de un acto jurídico que sólo vincula al abogado con su cliente que
regido por las normas generales del contrato y de la Ley de Abogados. Ahora bien-, la expresión de
ese contrato de mandato se llama "poder" el cual es indispensable para que un profesional del
Derecho pueda representar a la parte procesal en algún proceso concreto:
Se entiende por poder al instrumento documental otorgado de manera pública o auténtica por
medio del cual el apoderado puede cumplir todos los actos del proceso que no estén reservados
expresamente por la ley a la parte misma.
El poder es entonces un documento público, lo cual significa que debe cumplir con los requisitos y
características de los instrumentos públicos establecidas en el artículo 1.357 del CCV, esto es,
"aquel que ha sido autorizado con las solemnidades legales por un Registrador, por un juez u otro
funcionario o empleado público que tenga facultad para darle fe pública, en el lugar donde el
instrumento se haya autorizado". Por otro lado, el poder permite que el apoderado pueda cumplir
los actos procesales (Gen nombre y en interés del mandante" salvo aquellos que, expresamente, la
ley reserva a la parte misma.
El texto procesal dispone que el poder para actos judiciales debe otorgarse en forma pública o
auténtica de acuerdo con las formalidades que más adelante veremos; de manera qué el poder
simplemente reconocido carece de validez ni siquiera cuando sea registrado con posterioridad. Al
no ser válido el poder tampoco el acto realizado por el representante tiene efecto jurídico alguno.
Esta es una de las consecuencias de la exigencia establecida en el artículo 151 del Código de
Procedimiento Civil. Según lo expresa la Exposición de Motivos del Decreto con Fuerza de Ley de
Registro Público y del Notariado, expresa que el propósito fundamental de los Registros y Notarías
es garantizar, mediante la publicidad registral, la certeza y la seguridad jurídica de los bienes o
derechos inscritos, otorgándoles la presunción de verdad legal, oponible a terceros l0.
Este instrumento jurídico que se ha señalado tiene como objeto "regular la organización, el
funcionamiento, la administración y las competencias de los registros y de las notarías" (art. 1°);
otorgando una misión a los
10 Así se establece igualmente en el artículo 23 Misión: "La misión de los Registros es garantizar la
seguridad jurídica de los actos y de los derechos inscritos, con respecto a terceros, mediante la
publicidad registi-al. Además, con respecto de los efectos jurídicos del registro"; el artículo 25
dispone "los asientos e información registrales contenidos y emanados oficialmente del sistema
registral surtirán todos los efectos jurídicos que corresponden a los documentos públicos".
ARTÍCULO 74 LRPN. Los Notarios son competentes en el ámbito de su jurisdicción para dar fe
pública de todos los actos, hechos y declaraciones que autoricen con tal carácter, particularmente
de los siguientes:
b. Autenticidad judicial (poder apud acta): La autenticidad del poder también puede darla el juez
y el secretario del tribunal, ambos en su condición de funcionarios públicos, lo que se denomina
poder apud acta, es decir, se trata de una representación voluntaria exclusivamente para el juicio
donde se hace la designación. No solamente se prevé en la reciente Ley de Registro Público y del
Notariado en su artículo 74 antes transcrito, sino que, expresamente, el CPC dispone:
ARTÍCULO 152 CPC. El poder puede otorgarse también apud acta, para el juicio contenido en el
expediente correspondiente, ante el Secretario del Tribunal, quien firmará el acta junto con el
otorgante y certificará su identidad.
En principio, el tribunal debe llevar un Registro de Poderes, en el cual debe insertarse por el
funcionario y suscribirse por éste y por el otorgante. Comenta RENGEL ROMBERG, que así como
puede otorgarse el poder en las propias páginas del expediente de la causa apud-acta, así también
esta forma es admitida para las sustituciones de poder sustituido, sin que sea necesario o copiar
éste en el acto de sustitución".
Señala el mismo autor RENGEL ROMBERG que cuando el poder es otorgado en el extranjero para
ser ejercido en Venezuela, nuestra ley admite, como regla general, las formas de otorgamiento
establecidas en dicho país (locus regir actum), pero si la ley venezolana exige instrumento público
o privado para su prueba, tal requisito deberá cumplirse (art. 11 del CCV)12. Sin embargo, si el
poder se hubiere otorgado en país extranjero que haya suscrito el Protocolo sobre Uniformidad
del Régimen Legal de los Poderes y la Convención Interamericana sobre el Régimen Legal de los
Poderes para ser utilizados en el extranjero, deberán llenar las formalidades establecidas en
dichos instrumentos; en caso contrario, deberá tener las formalidades establecidas en las leyes del
país de su otorgamiento. Sobre este aspecto remitimos al amable lector al capítulo III donde
analizamos la aplicación de la ley procesal en el espacio.
3. CLASIFICACIÓN
Si bien el Código de Procedimiento Civil no establece distinción alguna entre los poderes, se ha
diferenciado en el foro, en atención al contenido del poder, entre aquellos que pueden
catalogarse como poder general y poder especial; a pesar del silencio sobre esta materia en las
normas relativas a los apoderados (capítulo II del título III "De las partes y de los apoderados",
arts,136 y siguientes), en el procedimiento por cuestiones previas, el ordinal 3" del artículo 346
establece la noción de "poder insuficiente'', lo cual se subsana con la ratificación en autos del
poder y de los actos realizados con el poder de losartículos (art. 350 eiusdem). La noción de poder
general o especial deriva de las disposiciones del Código Civil que regula el contrato de mandato
civil y, como lo veremos, se ha extendido su práctica a los poderes judiciales.
En el contenido del mandato judicial —dice CUENCA— debe hacerse referencia a la extensión de
poderes que el poderdante otorgue a su apoderado, es decir, el instrumento debe hacer constar
las facultades conferidas al abogado. El poder se entiende que está otorgado en forma de un
"poder general" cuando habilita al abogado para la representación judicial del otorgante en
cualquier clase de procesos judiciales presentes o futuros y no se haga mención expresa a un juicio
determinado. El poder será especial cuando el poderdante específica y restringe el poder para el
ejercicio de facultades procesales en uno o varios juicios expresamente identificados en el cuerpo
del instrumento. Así establecen los artículos 1.687 y 1.688 del CCV.
Articulo 1.687 CCV. El mandato es especial para un negocio o para ciertos negocios solamente, o
general para todos los negocios del mandante.
Artículo 1.688 CCV. El mandato concebido en términos generales, no comprende más que los
actos de administración. Para poder transigir, enajenar, hipotecar o ejecutar cualquier acta que
exceda de la administración ordinaria, el mandato debe ser expreso.
Estas normas, aplicables al mandato civil, tienen aplicación al proceso judicial y, en palabras de
CUENCA, el poder general faculta para intervenir en cualquier proceso desde su constitución hasta
la ejecución de sentencia y el poder especial limita el ejercicio del mandato a un juicio
determinado o juicios específicos y determinados. El poder general otorga poderes de
administración, o sea facultades para demandar, contestar demandas, promover y verificar
pruebas, intervenir en incidencias, informar, apelar, recurrir en casación, etc. La sola mención en
el instrumento de que se autoriza al apoderado para intervenir en un juicio es suficiente para
acreditar su representación en cualquier clase de proceso y para activar todas sus etapas y fases.
Sin embargo, para ejercer poderes de disposición en el proceso se requieren facultades especiales
y la ley exige que sean determinadas expresamente en el texto del mandato.
Se habla de representación civil o de administración el mandato que una persona otorga a otra
para que, en su nombre y representación, ejecute actos de simple administración o de disposición
con efectos jurídicos válidos. Este poder es una manifestación del contrato de mandato o
representación regulado por el Código Civil.
4. ELEMENTOS FORMALES
a. Lugar y tiempo: El poder puede otorgarse y surtirá sus efectos en cualquier lugar de la
República sin que sea necesario conferir el poder en la ciudad o localidad donde se desarrolla el
proceso. Igualmente, el poder puede otorgarse ante un registrador (en los supuestos permitidos
por el artículo 1.169 del Código Civil" o, también, como lo vimos, ante un Notario Público. En
cuarto lugar, el poder podrá otorgarse en el extranjero según lo revisamos ut infra. Aunque
parezca de perogrullo, el poder judicial puede ser otorgado en cualquier estado y grado del
proceso; sabemos que el proceso puede iniciarse solamente con la asistencia de abogado, de
modo que la representación judicial puede otorgarse antes o durante el proceso.
b. Forma: En cuanto a su forma, el poder debe otorgarse en forma escrita y auténtica, redactado
en idioma castellano y, en caso de haber sido otorgado en idioma extranjero, deberá traducirse al
idioma patrio a través de intérprete público.
c. Contenido: En ambos casos, el poder se presume otorgado para todas las instancias y recursos
ordinarios y extraordinarios (art. 153) y faculta al apoderado para cumplir todos los actos del
proceso que no estén expresamente reservados por la ley a la parte misma. Sin embargo, en
cualquier caso, es decir, trátese de un poder general o especial, se requiere facultad expresa para
desistir, transigir, comprometer en árbitros, solicitar la decisión según la equidad, hacer posturas
en remates, recibir cantidades de dinero y disponer del derecho en litigio (art. 154).
El Artículo 1.169 CCV. "Los actos cumplidos en los límites de sus poderes por el representante en
nombre del representado, producen directamente sus efectos en provecho y en contra de este ni-
timo. El poder para celebrar en nombre de otro un acto para el cual exija la ley instrumentos
otorgados ante un Registrador Subalterno, debe ser hecho en esta misma forma. Si el poderse
refiere -o, 0035 s para los cuales es necesaria y suficiente la escritura privada, puede ser hecho en
esta misma forma , aunque el acto se otorgue ante un Registrador".
Si bien es cierto que la regla general en nuestro Derecho es que para que las partes puedan
gestionar en el proceso civil por medio de apoderados éstos deben estar facultados con mandato
o poder; pues bien, a esta regla, el artículo 168 establece un supuesto excepcional en el cual
cualquier persona que cumpla la condición de ser abogado puede representar a otra sin que exista
un contrato de mandado o sin la existencia de un poder. La norma establece:
ARTÍCULO 168 CPC. Podrán presentarse en juicio como actores sin poder: El heredero por su
coheredero, en las causas originadas por la herencia, y el comunero por su condueño, en lo
relativo a la comunidad. Por la parte demandada podrá presentarse además sin poder, cualquiera
que reúna las cualidades necesarias para ser apoderado judicial; pero quedará sometido a
observar las disposiciones pertinentes establecidas en la Ley de Abogados.
El propósito del legislador, ha señalado la doctrina, es siempre extender hasta límites extremos la
posibilidad de representación para impedir que por obstáculos legales una de las partes pueda
quedar indefensa en el proceso15. Sobre la base de algunas sentencias de la Corte Federal y de
Casación, RENGEL ROMBERG enumera las características más resultantes de esta institución:
a) Es una clase de representación legal, porque emana de la ley, pero fundada no en razones de
incapacidad del representado, sino en el interés común existente entre el representante y el
representado;
b) El representante sin poder no sólo puede presentarse en juicio o concurrir al tribunal después
de entablada la contención, sino que puede presentar la demanda en nombre de los
representados, puesto que la disposición mencionada comienza refiriéndose al actor que no
necesita acompañar un poder para el ejercicio de la acción;
c) La representación sin poder no surge de derecho, aunque quien se considere como tal reúna las
condiciones requeridas para ejercer poderes en juicio, sino que debe ser invocada o hecha valer
expresamente en el acto en que se pretende ejercer la representación sin poder. La
representación sin poder surte efecto desde el momento en que ella es invocada ante el tribunal
en la incidencia que surja con tal motivo;
d) El representante sin poder no queda desprovisto de este carácter cuándo- • sus representados
le otorgan un poder especial;
El problema, a nuestro modo de ver, está en que la norma presenta dos situaciones diferentes:
a) La primera parte del artículo 168 CPC se refiere no a una representación judicial sino una
representación civil, es decir, cuando el heredero se presenta por su coheredero (en causas
originadas por la herencia) y el comunero por su condueño (en lo relativo a la comunidad), se
refiere a una representación civil, en cuyo caso tanto el heredero corno el comunero deben estar
asistidos por un profesional del Derecho. Esta representación sólo tiene aplicación para
presentarse a juicio como actores y no corno demandados;
Ahora bien, la norma presenta un vacío sobre los siguientes aspectos: a) ¿Debe invocarse en cada
acto procesal que se actúa bajo el supuesto de representación" sin poder?; b) ¿Cuáles actos
procesales se permiten bajo el supuesto de la representación sin poder?
A nuestra manera de ver basta la invocación de la representación sin poder para que se entienda
que el abogado siempre actuará con ese mismo carácter salvo que se presente otro abogado con
poder o la parte intervenga debidamente asistido.
Por supuesto que, si el juicio se ha iniciado con un apoderado no puede otro abogado presentarse
bajo el supuesto de la representación sin poder por cuanto esto desnaturalizaría la institución que
pretende garantizar la defensa procesal del demandado.
Con respecto de la segunda interrogante, el representante sin poder puede intervenir en cualquier
acto procesal que se requiera para la defensa de la parte, como contestar demandas, promover
pruebas, evacuarlas, informar, apelar, recurrir en casación, etc. La norma en esto no hace
distinción y, en consecuencia, no es dable al intérprete restringir la defensa de la parte con una
interpretación exclusiva. Todo esto se refiere a los actos de defensa procesal, no así en lo que se
refiere a la disposición, esto es, transigir, convenir, someter a arbitraje o a la equidad, y en general
los actos de disposición requieren poder expreso tal como lo dispone el artículo 154 del CPC.
Sin embargo, las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia muestran diversas posiciones
contradictorias en cuanto a la posibilidad de anunciar el recurso de casación por parte del
representante sin poder. En principio, la Sala de Casación Social admite que la representación sin
poder usar un asunto que interesa al derecho a la defensa que debe extenderse u interpretarse de
manera amplia:
20 de 17 de mayo de 2001 (José Manuel Meza y otros Fábrica de Libretas Alce, C.A., exp. 01-202)
bajo la ponencia del Magistrado OMAR MORA DÍAZ: Si bien es cierto que el Legislador instituyó
esta representación, para aquellos casos en los que realmente la posibilidad de indefensión es
inminente e inmediata, de manera tal que obviar la posibilidad del poder legalmente constituido
es preferible a la indefensión, siendo ello totalmente justificado en virtud del interés del Estado en
salvaguardar el derecho constitucional a la defensa; no puede admitirse que tal prerrogativa
puede ejercerse cuando ya existiere representante constituido por la parte, y en este caso por la
demandada. Es claro para la Sala, que aquellas normas orientadas a garantizar el derecho a la
defensa deban ser interpretadas de manera extensiva (...)
A pesar de esta acertada declaración pues, efectivamente es un asumo que interesa a un derecho
constitucional fundamental como la defensa, sin embargo llega a la siguiente conclusión:
Igualmente, genera dudas a la Sala, el hecho de si la representación sin poder es suficiente a los
fines de ejercer el recurso extraordinario de casación. Sobre este particular, la Sala de Casación
Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia, señaló que: "(...) En el caso de autos el
abogado...anunciante y formalizante del recurso de casación expresa en la diligencia del anuncio
del recurso el carácter de representante sin poder. Expresarlo así, es, corno si en el juicio existiese
la posibilidad de adquirir la condición de parte para un acto por el hecho de expresar que se es
representante sin poder del demandado. Esto implica que no se ha invocado la representación sin
poder para un acto determinado, sino que, indebidamente, ti ejerce tal representación como si
fuese apoderado sin poder de la parte demandada, lo cual es inadmisible e incomprensible, pues,
el representante sin poder no es parte en el juicio donde genéricamente ha asumido tal
representación (...) En el presente caso, el Superior fundamentó su admisibilidad en que el
anuncio fue hecho en diligencia suscrita por (.1 abogado..."representante sin poder de la parte
demandada", otorgándole el carácter de parte legítima, cuando no lo es, pues, corno ya se
expresó el representante sin poder no es parte en eljuicio, y así se decide" (Sentencia de la Sala de
Casación Civil-C.S.J., de fecha 24 de octubre de 1995. (Sala Accidental)). Ahora bien, conforme a la
jurisprudencia transcrita ut supra, no puede quien ejerza la representación sin poder por la parte
demandada, atribuirse la cualidad necesaria para recurrir válidamente en casación. En tal sentido,
y haciendo suya la Sala la señalada doctrina, debe entender que quien asuma la representación sin
poder por la demandada enjuicio, carece de legitimidad para recurrir en casación17.
El criterio fue asumido por la misma Sala en sentencia de la misma fecha 17 de mayo de 2001
(Aldo RoddiFurlignati vs Seguros La Seguridad, C.A.); elevado el caso a revisión para ante la Sala
Constitucional, increíblemente, la Sala consideró que el asunto no se vinculaba con ningún
derecho constitucional:
Para llegara esta conclusión la Sala señala: Con relación a la cualidad para poder hacer uso del
recurso extraordinario de casación, la Sala ha sostenido lo siguiente: "La cualidad para poder hacer
uso del recurso de casación la da únicamente, la condición de ser parte en el juicio en el cual se
intente el recurso; esta cualidad, es pues, diferente a la que se exige para apelar, que no requiere
ser parte en el proceso, bastando tener interés inmediato en lo que sea objeto o materia del juicio
(...)" (Sentencia de la Sala de Casación Social de fecha 9 de marzo de 2000.).
Tal vicio resulta violatorio del derecho constitucional a la tutela judicial efectiva, tal y como lo
sostuvo dicho Tribunal Constitucional en sentencia n° 199 del 25 de octubre de 1988, en la que
dispuso: "(...) si bien es cierto que la válida interposición de los recursos está sujeta al
cumplimiento de los oportunos requisitos legales, cuya determinación corresponde en principio a
los órganos judiciales, sin embargo en la medida que la inadmisión basada en una causa legal
inexistente constituye no sólo una infracción de la legalidad ordinaria, sino también una violación
del derecho fundamental a obtener una tutela judicial efectiva, este Tribunal puede comprobar la
razonabilidad de la decisión adoptada por el órgano judicial, examinando para ello si la
interpretación que subyace a la misma es o no contraria al contenido del mencionado derecho
fundamental. (Tomás GuiMori, Jurisprudencia Constitucional 1981-1995, p.761)
El Magistrado disidente fundamenta su voto salvado en que la Sala de Casación Social hizo un
razonamiento incorrecto:
Ahora bien, a juicio de quien aquí disiente dicho pronunciamiento judicial fue producto de un
incorrecto. Razonamiento en virtud del error en que se incurrió en la elaboración de una de sus
premisas. Así, se basó en las siguientes afirmaciones: i) la legitimación para recurrir en casación la
da la calidad de parte en el juicio; luego sostuvo que ii) el representante sin poder no es parte en
el juicio y, por último, arribó a la falsa conclusión de que el recurso era inadmisible por falta de
legitimación del recurrente. Lo falso de dicho aserto se produjo porque la premisa menor del
silogismo, a pesar de que es verdadera, devino en incompleta para el establecimiento de la
conclusión, ya que no se tomó en cuenta que el representante sin poder no actúa en nombre
propio sino en representación de quien verdaderamente fue parte. Lo anterior se ilustra con un
ejemplo. El apoderado judicial no es parte en el juicio, de tal forma que, de aplicarse el
razonamiento expuesto, habría que llegar a la conclusión de que deben declararse inadmisibles
todos aquellos recursos que no hayan sido anunciados por la parte misma, lo cual conduce a un
absurdo. Así, pues, estima el salvante que, en el caso de autos, no existió el impedimento en virtud
del cual la Sala de Casación Social declaró inadmisible el recurso de casación, toda vez que los
representantes sin poder de la compañía demandada no anunciaron y formalizaron el recurso de
casación en su propio nombre, sino en representación de quien fue parte en el juicio, legítima Del
mismo criterio es la Sala de Casación Civil quien en una reciente decisión de una Sala accidental
señaló:
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA (SALA DE CASACIÓN CIVIL): Sentencia n° 121 de 20 de diciembre
de 2002 (Comercializadora Central, S.A. vs Automercado San Michelle, exp. 02-142), bajo ponencia
del Magistrado TULIO ALVAREZ LEDO: Ahora bien, de la precedente transcripción se evidencia que
la negativa del Juzgado Superior de admitir el recurso de casación estuvo ajustada a derecho, pues
el supuesto de la norma contenido en el artículo 168 del. Código de Procedimiento Civil, permite la
representación sin poder en juicio de la demandada por abogados que reúnan las cualidades
necesarias para ser apoderados judicial, por lo tanto dicho artículo que no es aplicable en el
presente caso, en razón de que la abogada Corina Trivella, actuó sin mandato judicial en nombre
de la demandante Comercializadora Central S.A. De la revisión de las actas que conforman el
presente expediente, no consta que a la abogada Corina Trivella le haya sido conferido poder para
actuar en representación de la demandante, por lo cual, al no tener facultad expresa para efectuar
los actos procesales previstos en la ley, verbigracia, anunciar el recurso extraordinario de casación,
la Sala considera que dicho recurso es inadmisible, lo que determina la declaratoria sin lugar del
presente recurso de hecho.
C. EFECTOS DEL MANDATO JUDICIAL :La representación procesal genera obligaciones y derechos
a cargo del apoderado pero también del poderdante según se desprende de las normas
reguladoras contenidas en el Código de Procedimiento Civil, la Ley de Abogados y las reglas del
mandato civil establecidas en el Código Civil; algunas gestiones están reguladas en normas
especiales como las previstas en el Código de Comercio.
b) Los deberes que emanan de la gestión procesal, como las de seguir el juicio en todas sus
instancias, intervenir en incidencias, asistir a los actos del proceso, obrar con lealtad y probidad
(art. 17 y 170 del CPC);
c) Los deberes que emanan de la relación del mandato, con las de ejecutar el mandato con la
diligencia de un buen padre de familia (art. 1.692 del CCV); dar cuenta al mandante de las
gestiones realizadas y abonarle cuanto haya recibido en virtud del mandato (art. 1.694 eiusdem);
ejecutar el mandato dentro de los límites del mismo, ateniéndose a las instrucciones que le
comunique el mandante privadamente.
En particular pueden indicarse, como deberes concretos del mandante, los siguientes:
a) Las partes o mandantes deben suministrar a los apoderados y sustitutos lo suficiente para
expensas y gastos, y si no lo hacen, no pueden ellas exigir responsabilidad al apoderado o sustituto
que deje de hacer algo que ocasione gastos (art. 172 CPC);
b) La parte debe indemnizar cualquier pérdida que haya sufrido el abogado en el ejercicio diligente
del mandato (art. 1.700 CCV), así como los intereses de las cantidades respectivas (art. 1701
eiusdem);
c) Por supuesto que, dentro de las obligaciones del mandante está el pago de los respectivos
honorarios profesionales que se hayan convenido;
d) Las partes (igual que los apoderados) tienen el deber de abstenerse de emplear en sus
diligencias y escritos expresiones o conceptos injuriosos o indecentes; las consecuencias del
incumplimiento de esta obligación son desde la tachadura que haga el juez de tales conceptos, y la
imposición de multas en caso de reincidencia;
e) Las partes y apoderados deben indicar al tribunal el domicilio procesal, el cual permanecerá a
todo lo largo del proceso, salvo indicación expresa de algún cambio; la falta de indicación de la
dirección procesal la ley dispone que será sustituido por la sede del tribunal.
RENGEL ROMBERG define la sustitución corno el "acto de delegar en otro el poder aceptado,
transmitiendo al sustituto todas o parte de las facultades conferidas al sustituyente". El mismo
autor nos enseña las características más resaltantes de la institución:
a) Es una delegación, que transfiere al sustituto el ejercicio del poder y el uso de las facultades
delegadas;
b) La sustitución supone la aceptación previa del poder porque mal puede sustituir un poder quien
no es apoderado (en caso de que no se haya aceptado).
Con respecto de esta situación, RENGEL y CUENCA señalan que esta última observación hace que
se diferencie la sustitución en sentido propio,de que se trata en este literal, de la que está
obligado a realizar el abogado en caso de no aceptación si se le dieren instrucciones de sustitución
en caso de no aceptación; es decir, tanto RENGEL como CUENCA aluden a una obligación que
tendría el abogado que no acepte un poder en cuanto a que debe "sustituir" el poder que no
acepte en otro abogado (indicado por la parte o según su criterio). Sin embargo, en nuestra
opinión tal obligación no tiene asidero legal porque el artículo 158 CPC sólo establece que, si el
abogado no aceptare el poder, "deberá avisar inmediatamente al poderdante por la vía más
rápida". De modo que no compartimos este criterio de los insignes autores.
e) La sustitución puede delegar todas o solamente algunas de las facultades que tiene el
sustituyente y puede ser especial, aun cuando el poder sea general (art. 161. CPC). La sustitución
de todas o de parte de las facultades del apoderado, puede hacerse con reserva del ejercicio por
parte del apoderado de las mismas facultades que transfiere al sustituto; o puede hacerse sin esta
reserva, y en caso de sustitución total, queda excluido el sustituyente del ejercicio del poder, lo
que en esencia tiene el valor de una renuncia del poder;
d) La sustitución debe hacerse observando las mimas formas establecidas en la ley para el
otorgamiento de poderes (art. 162 CPC).
f) El sustituido puede, a su vez, sustituir el poder en otro abogado, siguiendo las reglas que hemos
analizado (art. 160 eiusdem).
b. Renuncia: Otra forma de extinción del mandato es la renuncia efectuada por el apoderado; se
trata de una declaración de voluntad y también surte sus efectos desde que se hace constar en el
expediente donde se había acreditado el mandato la notificación al poderdante; a tenor del art.
165.2: "por la renuncia del apoderado o la del sustituto; pero la renuncia no producirá efecto
respecto de las demás partes, sino desde que se haga constar en el expediente la notificación de
ella al poderdante".
ARTÍCULO 346 CPC. Dentro del lapso fijado para la contestación de la demanda, podrá el
demandado en vez de contestarla promover las siguientes cuestiones previas:
3° La ilegitimidad de la persona que se presente como apoderado o representante del actor, por
no tener la capacidad necesaria para ejercer poderes en juicio, o por no tener la representación
que se atribuya, o porque el poder no esté otorgado en forma legal o sea insuficiente.
De modo que si la persona que se presenta como apoderado no puede ejercer poderes en juicio
porque no es abogado o, aun siéndolo, se encuentra suspendido del ejercicio, o porque es un
funcionario público con funciones exclusivas, esta situación se hace evidente a través de esta
cuestión previa. En segundo lugar, porque siendo abogado plenamente capaz de ejercer poderes
en juicio no tiene la representación que se atribuya, sea porque no tiene facultad para demandar,
o el poder es especial para un juicio diferente o el poder no es judicial sino un mandato civil sin
poder de disposición. En tercer lugar, porque el poder no está otorgado en forma legal (falsedad
ideológica o instrumental) o porque el poder es insuficiente. Todas estas situaciones se ventilan a
través del procedimiento para las cuestiones previas.
Si el demandado no impugna el poder en esta oportunidad a través de las cuestiones previas, para
él precluye la oportunidad para realizar tal cuestionamiento. Aunque erradamente, en el foro y en
algunas sentencias se ha aceptado el ejercicio de la tacha de falsedad para hacer esta impugnación
pero, a nuestro modo de ver, la oportunidad para impugnar el poder por parte del demandado es
en las cuestiones previas.
Para el actor resulta obvio que no puede ejercer las cuestiones previas que son defensas del
demandado, para lo cual se presentan las siguientes notas especiales:
a) Si el demandado se trata de una persona natural o jurídica, el actor puede pedir la exhibición de
los documentos, gacetas, libros o registros para su examen; en tal caso el tribunal debe fijar una
oportunidad para realizar la exhibición y resolverá a los tres días sobre la eficacia del poder (arts.
155 y 156);
b) Si se imputan al poder vicios de falsedad que hagan nulo el documento que contiene el poder,
entonces deberá tacharse en la primera oportunidad que tenga el actor cuando acuda al proceso;
el procedimiento para la tacha de falsedad documental está previsto en los artículos 438 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil.
Cierto es que muchos jueces no siguen la tramitación prevista en los artículos 155 y 156 señalados
y deciden resolver en capítulo previo a la sentencia; tal proceder es incorrecto y puede dar lugar a
una reposición porque la formalidad es esencial al derecho de defensa; en efecto, la idea de que
se resuelva sobre la validez del poder dentro de los tres días siguientes a la exhibición es para
garantizar la defensa de la parte porque, si se deja para la sentencia, y se declara nulo el poder,
todos los actos realizados por el apoderado son ineficaces con claro perjuicio a la parte. Por
supuesto, estas opciones son aplicables a cualquiera de las partes cuando se haya constituido
apoderado en cualquier otro momento del proceso.