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BREVE HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK CHILENA

Los orígenes del rock en Chile son imprecisos. Si bien los primeros
discos del género circularon a mediados de la década de 1950, en la
interpretación de Elvis Presley, el primer hito significativo fue la exhibición en
nuestro país de la película “Semilla de maldad” (Blackboard jungle), que
incorporó en su banda sonora el tema de rock and roll: “Rock around the clock”,
interpretado por Bill Haley y sus Cometas. El sonido y la imagen de este nuevo
ritmo se transformaron, paulatinamente, en la preferencia musical de los
jóvenes de este rincón del mundo.

Con esta motivación, surgieron poco a poco diversos grupos y solistas


que intentaron emular la música proveniente de Estados Unidos.

Los 60's, fue una década prolífica en acontecimientos socio culturales,


que sin lugar a dudas, influyeron notoriamente en el desarrollo de la música
popular en Chile hasta nuestros días.

En esta década, podemos apreciar claramente cuatro vertientes en la


escena de la música popular de nuestro país, que son: la Nueva Ola, el
Neofolclor, el Beat Chileno y la Nueva Canción Chilena.

Con el auge que tenía el rock and roll en el mundo en la década de 1960
nace en Chile la Nueva Ola.

La industria musical chilena contempló la posibilidad de darles cabida a


jóvenes intérpretes nacionales, para que interpretaran canciones ya
reconocidas a escala mundial. Los productores y programadores de discos,
tuvieron un rol fundamental, a través de audiciones radiales y de sus
influencias en los sellos grabadores, vieron en el rock cantado por chilenos un
producto con reales posibilidades comerciales. En aquel entonces, la radio
era el medio que dominaba la escena artística del país, ya que la televisión,
todavía se encontraba en una fase experimental. Existían diez radioemisoras
con auditorio para 250 personas vivo, muchos y escenario para 20 músicos.
Diariamente se transmitían programas de carácter "buscatalentos", donde se
presentaban niños, jóvenes y adultos con inquietudes artísticas, los que por lo
general, intentaban imitar a sus cantantes o grupos preferidos. De estos
programas, emergió la mayoría de los cantantes que a poco andar, inundaron
la escena musical nacional y formaron parte de esta importante vertiente
musical de los años 60, transformándose casi sin darse cuenta, en ídolos. En
este sentido las figuras del director artístico y del disc-jockey (locutor) en las
radios fueron fundamentales en la masificación de la nueva ola y muchas veces
alcanzaron niveles de popularidad similar al de los propios intérpretes.

Los intérpretes de la nueva ola, todos jóvenes y de buena presencia,


inundaron la música popular masiva con sus canciones. Los Carr Twins, Buddy
Richard, Los Red Junior, Luis Dimas, José Alfredo Fuentes, Fresia Soto,
Cecilia, Gloria Aguirre y Pat Henry, por mencionar algunos, constituyeron uno
de los movimientos de mayor productividad en la historia de la música popular
chilena, transformándose en verdaderos ídolos. Los sellos se preocuparon de
tener en su elenco a estos noveles intérpretes de gran arrastre; el disco se
transformó en un bien preciado, dependiendo del contenido sonoro y de la foto
de su carátula, y, el propio movimiento superó su naturaleza musical para
transformarse en un verdadero fenómeno social.

Sin embargo, esta corriente musical no estuvo exenta de ácidas


críticas. El hecho de cantar ritmos extranjeros, muchas veces en inglés e
incluso bajo nombres artísticos anglosajones, implicó que la Nueva Ola muchas
veces fuera identificada como un movimiento extranjerizante, que no
representaba la tradición nacional y que, por lo mismo, iba en desmedro de la
real música chilena.

Independiente de esto, la Nueva Ola fue el primer gran fenómeno


de ventas de la música popular masiva en Chile, y una de las primeras formas
que tuvo el público para acercarse a la incipiente música rock. Marcó la escena
nacional durante la década de 1960, entrando luego en un retroceso que no
impidió su permanencia en la memoria de toda una generación.

Cuando la Nueva Ola estaba en su apogeo nace alrededor de 1964


el Neofolclor.

La valoración de lo propio, las tradiciones y el sentimiento


bolivariano que se respiraba por esos años, lleva a los compositores y
cantantes a conocer, diversificar y abrirse a las tradiciones no sólo de nuestro
país, sino que también de los países latinoamericanos. Ritmos chilenos y
latinoamericanos como refalosa, sirilla, cueca, parabién, cachimbo, trote,
guarania, zamba, huapango, nutrieron el repertorio de los grupos y solistas del
neofolclor.

La Nueva Canción Chilena es una de las manifestaciones más


complejas y ricas de la historia de la música en Chile. Incubada desde principio
de los sesenta, se manifestó como una conjunción de raíces folclóricas
chilenas, tradiciones musicales americanas, la escuela del Conservatorio y una
carga ideológica determinada por la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam
y otros cambios políticos y sociales de la época.

Violeta Parra es la mayor inspiradora de este proceso. Sus hijos


Isabel Parra y Ángel Parra, Víctor Jara, Patricio Manns, Rolando Alarcón y los
grupos Quilapayún e Inti-Illimani son músicos principales del movimiento, que
sería fortalecido por la llegada al poder de la Unidad Popular.

Hacia fines de la década de 1960, el rock chileno comenzó a asumir


características contestatarias y rebeldes. Muchos jóvenes empezaron a usar
ropas estrafalarias, dejarse el pelo largo y a cantar agresivamente y con
estruendosos sonidos sobre el escenario. El meloso rock de la Nueva Ola daba
paso a la rebelde sicodelia con el Beat chileno con la propuesta pop
contracultural y agresiva, representada en conjuntos como Los Jockers, Los
Picapiedras, Los Mac’s, Los Vidrios Quebrados, etc. Pero aún el movimiento no
asumía, completamente, una identidad propia.

El año 1970 fue un hito en este sentido. En primer lugar, un grupo


proveniente de Valparaíso editó su primer disco larga duración; Los Jaivas
lanzaron al mercado su LP. El Volantín, con mínima difusión y donde
mezclaban instrumentos y ritmos chilenos y latinoamericanos, con las variables
propias de la música rock anglosajona. Fue el inicio de la carrera discográfica
del más célebre de los grupos de rock chileno, y el paradigma del rock con
identidad nacional junto a Congreso, Los Blops, Congregación, Illapu, que
también comenzaban. Nacía de esta manera la Variante de la Nueva
Canción.

En segundo lugar, el mismo año se realizó en Santiago el Festival


de Piedra Roja, evento multitudinario y juvenil que perfiló al rock chileno como
una realidad social efectiva, digna de prestarle atención.

La proliferación de grupos durante los primeros años de la década


de 1970 fue notable. Sin embargo, el proceso tuvo su quiebre con el golpe de
Estado del 11 de septiembre de 1973. La represión significó el fin de
espectáculos nocturnos, de reuniones masivas y el deterioro creciente de la
industria discográfica nacional. Si bien siguieron existiendo conjuntos, su
difusión fue mínima y su impacto en el país, prácticamente nulo. La escena era
subterránea, underground.

El golpe militar puso fin a la efervescencia cultural que había en la


época de la Unidad Popular, y se estableció, en lo político, un sistema
autoritario represivo basado en la doctrina de la seguridad nacional.

La vida nocturna en clave rock se volvió una herramienta


indispensable para la dictadura. La Nueva Canción Chilena era brutalmente
perseguida, muchos de sus exponentes fueron exiliados otros en tanto, vivían
con el constante terror de ser allanados y otros daban la lucha musical,
editando discos con una aguda crítica maquillada con las más hermosas
metáforas para no ser censurados. En fin, se perseguía todo lo que sonara a
quena, zampoña y charango.

El rock se volvió un elemento casi funcional a la dictadura, pero al


mismo tiempo siguió siendo un elemento perjudicado por esta misma. Los
músicos estaban sujetos al toque de queda, no podían circular, estaban
obligados a tocar en sus propias poblaciones porque no se podía ir al centro. El
rock chileno tuvo que enfrentar una situación doble muy compleja de la que
definitivamente salió perjudicado. Se enajenó todo un público, toda una
generación de adolescentes. El rock, que llevaba una trayectoria clara y directa
hasta ese entonces, se congela. Hay una fuerza creativa que se ve totalmente
abortada. Se vieron obligados a refugiarse en la periferia. No pueden salir de
sus casas porque hay toque de queda. No podían cantar en español porque
era peligroso. No podían tener canciones propias.

El resurgimiento evidente del rock comenzó a partir de la década


de 1980. La industria musical chilena, a veces con reticencia, empezó a dar
cabida a distintos grupos de jóvenes cuyo emblema lo constituyeron Los
Prisioneros. Se construyó así un nuevo movimiento, bautizado por la misma
industria como Rock Latino.

La década del 90 estuvo marcada por la sofisticación en la música


y la internacionalización de algunos de sus conjuntos. Los Tres y La Ley fueron
buenos ejemplos de esto.

En el 2000, hasta hoy día, el rock chileno ha evolucionado hacia


una completa y total variedad de estilos rescatando lo mejor de los 90 con
nuevas influencias foráneas y volviendo nuevamente a encontrarse con la
semilla de los 70, como lo grafican versos y rimas de bandas que hacen
nuevos arreglos musicales de temas compuestos por Violeta Parra y Víctor
Jara.

La escena ya no es dominada por uno o dos grupos sino que


existen cientos de originales agrupaciones de vasta creación.

El movimiento hippie en Chile

Durante la década 1960-1970, acontecen y se generan grandes cambios en


la sociedad mundial. El descontento de la sociedad mundial a la estructura política
era casi universal, en Chile las clases populares hacen presente su descontento,
apoyando el gobierno socialista de Salvador Allende en votación universal y
democrática convierten a Chile en el primer país de Sudamérica, en darse un
gobierno socialista.

Este descontento general hace que también la juventud comience a hacer


presente su disconformidad con las clases gobernantes, entre los años 1968-69, se
comienza a ver tímidamente por las calles de Santiago y en especial en la comuna
de Providencia, a jóvenes que se juntaban en las puertas de la heladería Coppelia y
galería Drugstore, ubicadas ambas en la Avda. Providencia entre Ricardo Lyon y
Pedro de Valdivia. La mayoría de ellos tenían el pelo largo, con singular forma de
vestir, con pantalones pata de elefante y minifaldas, su vocabulario y gestos eran
diferentes hasta ese momento. Se hacían llamar "Hippies" amantes de las flores, la
paz y el amor. Copia del mismo movimiento nacido al sur de los Estados Unidos y
centrado en su mayoría en el estado de California. Era la respuesta de los jóvenes al
consumismo y la depredación ambiental ejercida por las grandes empresas, y
también por ser usados por el gobierno americano como carne de cañón en la guerra
de Vietnam, proclamando como doctrina la paz y el amor entre los hombre iguales,
usando por armas la música rock, el arte pop y el amor libre.

Se dice que un hippie solo necesita del sol, el agua y la tierra, no


dependiendo de las compras en tiendas, supermercados o bancos para sobrevivir.
Llama la atención que siendo un movimiento que generó cambios tan radicales en la
juventud mundial, no tenía un líder, por lo que fue muy difícil para la sociedad
eliminar la cabeza y los jerarcas de este movimiento. Uno de los grandes hitos de
esta generación fue el gran festival de Woodstock, en donde se reunieron 300.000
jóvenes en respuesta a quienes criticaban la poca participación de la juventud con la
ideología hippie, durante tres días vivieron, escucharon rock y se amaron,
demostrándole al mundo el poder de la juventud y cuáles eran los cambios que se
necesitaban. Aquí, en Chile, en Los Dominicos en la parcela Piedra Roja, de la
comuna de Las Condes, también se hizo una copia de ese festival, durante los días
10, 11 y 12 de Octubre de 1970. Se reunieron jóvenes progresistas en torno a la
música y el amor. La televisión mostraba imágenes de pelucones bailando al ritmo de
tumbadoras, bongoes y guitarras, alrededor de un escenario artesanal, rodeado por
la naturaleza. Por los rudimentarios sistemas de altavoces alguien anunciaba la
presencia en pocas horas de los Jaivas, los Blops, Lágrima Seca y otros conjuntos
nacionales, los que nunca pudieron tocar. Las dificultades técnicas (electricidad y
otros) no se lo permitieron.

Muchos padres se enteraron por las imágenes en los noticiarios de


televisión que sus hijos e hijas (que les habían pedido permiso para ir a quedarse a la
casa de una amiga o amigo) se encontraban participando de esta orgía de música y
drogas en la precordillera muy cerca de Santiago. El congreso se reunía en forma
extraordinaria para revisar las imágenes y dictar rápidamente leyes en contra del
consumo de drogas que hasta ese momento no existía abiertamente en la sociedad.
La reacción inmediata fue de hostilidad en la sociedad chilena en contra de esta
parcialidad juvenil, las definiciones políticas que eran el pan de cada día, se
centraban en la lucha social. Llamaba la atención que de este grupo de jóvenes no
se rescataba una posición ideológica, mas bien no tenían interés por los partidos
políticos y su lineamiento temático, lo que aumentó su rechazo. En grandes titulares,
la prensa encabezada por el diario El Mercurio, informaba sobre este festival,
fotografías de jóvenes semidesnudos bailando y fumando marihuana llenaban sus
portadas. Se reproducían las opiniones escandalizadas de parlamentarios, padres y
público en general en contra de esta manifestación tan extraña. Este acontecimiento
marco el inicio de la revolución de las flores y del movimiento hippie en Chile.

Fuertemente atacado por la izquierda y la derecha política, los primeros


veían en ellos la copia de la juventud norteamericana, drogadicta, burguesa e
inmoral, los segundos, que representaban a los comunistas y socialistas, cochinos,
pelucones y marihuaneros. Siendo abiertamente rechazados por todos los sectores
políticos, este movimiento pudo demostrar que existía una nueva forma de ver la
sociedad. Se mantuvieron durante varios años dentro de la cultura nacional. Creció
en este sector juvenil la necesidad de diferenciar lo establecido a lo nuevo, con
cambios en el vocabulario, música, arte y moda. De igual modo en los sectores más
populares de Santiago, se formaban grupos de hippies en las poblaciones periféricas,
abarcando también a las ciudades más cercanas como Valparaíso, Viña del Mar,
Quilpué, Villa Alemana, Horcones, Concepción y otras. El Parque Forestal también
fue un lugar de encuentro para los hippies, gran cantidad de ellos se reunían en las
inmediaciones del Museo de Arte por las tardes aprovechando la generosa
naturaleza. El termino de este movimiento lo marco el golpe de estado de 1973,
encabezado por el general Pinochet en contra del gobierno de Allende, quebrando el
régimen democrático, con la prohibición de juntarse y otras más, se reprimió a todo
aquel que fuera pelucón y barbudo pues era considerado comunista por lo que la
policía y militares convirtieron a toda esta gente en perseguidos sociales.

Muchas cosas quedaron de la filosofía del movimiento hippie, como por ejemplo: No
tenían una estructura jerarquizada, significa que no existían jefes. Se crean las
comunidades hippies, agrupaciones en donde conviven grupos afines en lugares
distantes de las ciudades y rodeados de naturaleza. Reviven el trueque, como
sistema de pago, por lo que se les consideraba una amenaza al sistema consumista.
Se respeta a todos los seres vivos, animales, árboles, insectos, aves, dejando la
inquietud a los movimientos ambientalistas y defensores de la flora y fauna. No se
discrimina a la gente de color o de distinta clase social, todos son iguales, la
discriminación racial y social no existió. Las mujeres estaban al mismo nivel,
terminando con la postergación y el segundo plano para ellas. Practicaron el amor
libre, dando inicio a la revolución de la píldora que daba más libertad a la mujer.

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