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¿Dónde están los estudiantes?

:
San Marcos, entre la emergencia cívica y el retorno del populismo
radical
(En proceso de Publicación por la Red de las Ciencias Sociales)

Pablo Sandoval1
José Montalvo2

1. Presentación
Tras medio siglo de migraciones internas, movimientos sociales y
cambios en la estructura de poder, se configuró en el país el escenario
propicio para una nueva relación de los sectores populares con el estado. En
ese contexto, el sistema educativo, y en particular el sistema universitario,
atravesó una etapa de crisis por el repliegue del estado que se retira de la
conducción de las universidades públicas. Sin embargo, este
comportamiento contradecía la progresiva masificación y radicalización
ideológica de los estudiantes que le imprimen a la universidad un nuevo
tono ideológico y rostro cultural. Esta notoria contradicción constituye,
entre otras razones, la base de la radicalización ideológica y política de los
actores universitarios, que se cristaliza cuando ciertos sectores de la
juventud universitaria se comprometan con los proyectos armados del PCP-
SL y el MRTA.
Con la violencia política se inicia además una nueva etapa de la
historia del Perú contemporáneo, en la que se da esa extraña coexistencia
de distintos tiempos políticos y tendencias históricas en una sola coyuntura.
Lo peculiar del Perú era la forma cómo en la década de los 80s y 90s, en
medio de una creciente “guerra sucia” y una crisis económica cada vez más
profunda, populistas, socialistas, neoliberales, outsiders y subversivos
-presidentes imaginarios de una revolución maoísta y profetas de la
revolución neoliberal- podían cada uno: “construir una formidable presencia
política por un tiempo, y sin embargo perder la magia política rápidamente”
convirtiendo al Perú en un caso extremo de coexistencia y comprensión
histórica (Stern 1999a:21).

Simultáneamente, las universidades públicas se convierten en


espacios de disputa política pero también de posicionamiento militar.
Sectores como las juventudes universitarias aparecen, en este trágico
escenario, como víctimas y/o protagonistas de la creciente espiral de
violencia. Ciertamente, el mundo de la juventud universitaria ha sido (y es)
uno de los escenarios más interesantes para explorar la dinámica del doble
juego ocurrido en el Perú a lo largo de los ochenta y noventas, entre la
imposición de una “memoria salvadora” de la violencia (Stern 1999b), por
1
Licenciado en Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Investigador del Instituto
de Estudios Peruanos. Se desempeñó como investigador en la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
2
Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente realiza estudios de maestría en
Política Social con mención en Género en la Unidad de Postgrado de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Se desempeñó como investigador en la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
2

un lado basada en el olvido y dirigida a sustentar las necesidades de


legitimación política del régimen fujimorista y, de otro, la construcción de
“memorias marginales” de la violencia, entre las que se ubican el recuerdo
de aquellos/as que optaron por proyectos armados. 3
Partimos de la certeza de que el tiempo de las memorias no es lineal,
ni cronológico o racional. Los procesos históricos ligados a la memoria de
pasados conflictivos tienen momentos de mayor visibilidad y momentos de
latencia, de aparente olvido o silencio. Cuando nuevos actores o nuevas
circunstancias se presentan en el escenario, el pasado es resignificado y a
menudo las memorias cobran una presencia pública inesperada (Jelin
2002). Actores sociales que usan el pasado para señalar continuidades
históricas en las luchas sociales y políticas del país, militantes y ex
militantes que comienzan a ofrecer sus testimonios y reflexiones sobre
periodos conflictivos de la historia reciente, jóvenes que no vivieron el
periodo y que se acercan con nuevas interrogantes que les permite hacer
preguntas y conexiones con el pasado o entrar en diálogos sin los
preconceptos o prejuicios de época, serán algunas ideas y escenarios
posibles que consideramos en nuestro artículo.

Nos interesa examinar los nuevos sentidos políticos radicales que se


vienen gestando hoy, en una nueva generación de estudiantes de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la luz de las nuevas tensiones
que se vienen desarrollando después de una década de derrota de SL y un
contexto nacional post-fujimorismo, que vuelve a presentar dilemas
similares a los producidos a inicios de los ochenta. Luego del incipiente
retorno a la democracia, creemos que se vienen radicalizando ciertos
sectores de la juventud universitaria que establecen en su discurso alguna
conexión con el pasado político radical en las universidades. 4 Todo, en
medio del vacío político dejado por la desmovilización de los partidos
políticos nacionales en la universidad, y la incapacidad de inclusión del
sistema democrático, que reproduce viejas exclusiones y discriminaciones.
En particular, la universidad San Marcos condensó en los veinte años de
violencia política buena parte de los dramas fundamentales del Perú, ante la
insuficiencia del sistema político por resolver las tensiones y conflictos
generados por la violencia política, la crisis económica y la hegemonía del
modelo neo-liberal.5

La movilización política de la juventud universitaria ha sido crucial en


el proceso de cambios del país, así como en la radicalización de las
sensibilidades en las clases populares en distintos momentos de nuestra
historia. En particular, en la segunda mitad de los noventa, la juventud

3
Sobre la construcción de memorias en contextos de represión, entre otros textos, puede revisarse, Jelin
(2002), Passerini (1992), Portelli (1998), Agamben (2000), Todorov (1993).
4
Estos estudiantes/as no son la mayoría, pero son los que se organizan políticamente, participan en
elecciones estudiantiles, dirigen los gremios de estudiantes, ocupan los tercios estudiantiles y tienen
presencia en el Consejo Universitario.
5
La Informe de la CVR nos muestra un panorama de la violencia en las universidades con diferentes ritmos
y momentos. Sin embargo debemos destacar que la Universidad del Centro fue el centro de estudios que
sufrió los golpes más fuertes del conflicto interno. En esta universidad la CVR ha constatado la muerte y
desaparición de 140 personas (entre estudiantes, docentes y trabajadores) por efecto de la represión de las
fuerzas del orden, como del fuego cruzado entre SL y el MRTA que se disputaban el control de la
universidad.
3

universitaria parece haber tenido un papel decisivo en las movilizaciones


callejeras contra el autoritarismo del régimen de Fujimori: fue determinante
en la organización y dirección de dicho proceso desde su inicio en las
universidades, radicalizando para ello sus discursos y expectativas sobre la
democracia y la política. Sin embargo, chocan en la actualidad con los
límites de los canales de representación y participación que apertura la
transición democrática, bloqueándose sus posibilidades de incorporación
exitosa a la sociedad y el sistema. Precisamente, la idea que recorre este
artículo es que uno de los posibles resultados de este “desfase” podría ser la
regresión de sus discursos y la radicalización de sus prácticas, recurriendo
para ello a formas políticas autoritarias heredadas del radicalismo
economicista de décadas anteriores en la universidad.

Poco sabemos de sus sistemas de valores, representaciones


simbólicas e imaginarios colectivos. Un aspecto importante, quizá decisivo,
de la cultura política, radica precisamente en aquellas “evidencias” que los
actores sociales (en nuestro caso los estudiantes) no verbalizan ni
explicitan por considerarlas algo “normal y natural”. En esta esfera de lo no
conciente echan sus raíces las representaciones simbólicas mediante las
cuales hacemos inteligible la realidad y otorgamos sentidos a las relaciones
sociales. Siguiendo a Lechner (2002), pensamos que una tarea primordial
de la actividad política consiste precisamente en producir y reproducir las
representaciones simbólicas mediante “mapas” con las cuales
estructuramos y ordenamos “la sociedad”, incluyendo la “puesta en escena”
de la propia política. “El mapa –nos dice Lechner- es una representación
simbólica de la realidad mediante la cual estructuramos una trama espacio-
temporal que nos ayudan a delimitar el espacio, a trazar límites, medir
distancias, establecer jerarquías, relevar obstáculos y discernir condiciones
favorables” (p.27).
¿Cuáles son las “narrativas identitarias” de los estudiantes respecto a
la violencia política?, ¿cuáles son las rupturas o continuidades políticas,
ideológicas o culturales respecto al periodo anterior? ¿se vienen operando
“batallas por la memoria” entre jóvenes universitarios de distintas
generaciones? Una respuesta cabal a estas preguntas excede los límites de
lo escrito en este artículo. Sin embargo, estas páginas deben tomarse como
una primera aproximación -descriptiva y por ratos cronológica- a un objetivo
mayor: construir una cartografía de los nuevos sentidos comunes políticos
existentes entre los estudiantes universitarios. Es decir, entender sus
trayectorias biográficas como una forma de perfilar memorias, mapas y
narrativas de las subjetividades y culturas políticas de las dos últimas
décadas. 6
Una vieja consigna entre los historiadores señala que son las
preguntas las que construyen el objeto histórico, permitiendo el recorte
dentro de un universo ilimitado de hechos y documentos posibles. Indican,
además, que toda pregunta está planteada por un sujeto que pertenece a
una sociedad. Toda pregunta surge de algún lugar concreto y no es
arriesgado afirmar que existe una relación estrecha entre las preguntas que
se formulan los investigadores y el momento histórico que viven. En este

6
Para el caso de militantes de proyectos militares son de utilidad los estudios de Diana (1996), Julia
(2000), Gillespie (1998), Khosrokhavar (1993), Ollier (1998).
4

punto exacto es que surgen las tensiones entre la memoria y la historia, o


lo que otros han preferido denominar la lucha entre la subjetividad y la
objetividad.7 Sólo podemos decir que el interés de escribir este artículo nace
de la necesidad de ordenar nuestras ideas sobre el movimiento universitario
y sus tendencias actuales. En distintos momentos hemos sido observadores
-y en otros partícipes- de la política universitaria. 8 ¿Qué implicancias tiene
ser observador y ser participe en una investigación? ¿es posible una
epistemología constructivista y reflexiva que reintroduzca al observador en
las descripciones del pasado y el presente? En todo caso hemos preferido
“zanjar” este dilema tomando las palabras del profesor Pierre Vidal Naquet
(1994):
“Como historiador sé, tanto como cualquiera, que la memoria
no es la historia, y no es que esta última suceda a la primera
por vaya a saber qué automatismo, sino porque el modo de
selección de la historia funciona de otra manera que el modo
de selección de la memoria o del olvido. Entre la memoria y la
historia puede haber tensión, y hasta oposición. Pero una
historia que no integrase la memoria –o, mejor dicho, las
memorias-, que no rindiese cuenta de las transformaciones de
la memoria, sería una historia muy pobre” (p. 14).
2. Entre la ideología y el radicalismo populista: toda época
pasada no fue mejor.

-Antes de irme de la casa, cuando entré a San Marcos, yo era


un tipo puro –dice Santiago.
Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral

“¿ Dónde están los estudiantes? La pregunta puede hacérsela


cualquiera, en un mitin popular (...) ¿Dónde hallarlos
entonces? Valga una indicación de perogrullo: en la
universidad. Efectivamente, allí están: dispersos, indiferentes a
lo que pasa fuera de esta isla vapuleada y empobrecida (...)
San Marcos, que tiene el privilegio de ofrecer al observador
todas las facetas de la vida política universitaria del país,
permite apreciar movilizaciones de unas cincuenta personas.” 9

2.1 Los años setenta y la hegemonía del radicalismo populista.

Hacia finales de la década del sesenta llegaba a su fin la sociedad


7
Al respecto puede verse Bourdieu y Wacquant (1995).
8
Fuimos además parte del equipo de Estudios en Profundidad de la CVR (junto con Julio Vargas, Patricia
Díaz y Hugo Medrano) que investigó el desarrollo de la violencia política en las universidades nacionales.
Esta experiencia nos permitió tener una visión global del desarrollo del movimiento universitario y sus
dinámicas temporales y regionales. Para el presente artículo realizamos nueve entrevistas a profundidad a
estudiantes que militan(ron) en distintas agrupaciones estudiantiles, hemos tenido acceso a folletería
política, y en algunos casos hemos sido “observadores participantes” en asambleas y debates. Queremos
agradecer el apoyo de Christian Velásquez –estudiante de Historia de la UNMSM- en el trabajo de
recolección de información.

9
“¿ Dónde están los estudiantes?” en: Revista Marka, Lima, 19 de octubre de 1978, pp. 18-19.
5

oligárquica, iniciándose un nuevo ciclo político en la historia del país. El


gobierno reformista del Gral. Velasco apertura procesos de cambio en
diversas instituciones y sectores del país, y la universidad no estuvo al
margen de estas reformas. En particular la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, atravesó también por esos años un cambio político de fuertes
implicancias. No es casual que el entonces rector de San Marcos, Luis
Alberto Sánchez, fuera depuesto del cargo en 1969, en medio de una gran
disputa entre militantes juveniles del APRA y estudiantes de distintas
agrupaciones políticas, en especial de izquierda. 10 Este suceso no sólo
marcaba el fin de un ciclo de hegemonía aprista en la conducción de la
universidad sino, fundamentalmente, la consolidación de los grupos de
izquierda -principalmente maoístas- existentes al interior de la universidad.
Estos nuevos actores políticos reprodujeron la práctica política del APRA,
radicalizando su política populista (una combinación de confrontación y
clientelaje), como modo de control del espacio universitario.

Dichas agrupaciones políticas se caracterizaron por su abierta


oposición al régimen militar, y por un discurso de “defensa de la
Universidad”, entendida ésta como un reducto de resistencia antidictatorial
y “antifascista”. La mayoría compartía una afinidad ideológica con el
maoísmo, destacando aquellos grupos derivados del Partido Comunista
“Bandera Roja”11. Con sutiles matices, estos grupos combinaban una lectura
hiperideologizada de la realidad con demandas específicas e inmediatas
sobre los servicios universitarios. Es lo que denominamos “el paradigma del
radicalismo populista” que, si bien estaba ideológicamente lejos de los
postulados del APRA, en lo cotidiano reproducía las prácticas
antidemocráticas del aprismo en la universidad. 12

Este nuevo radicalismo se desarrolló en medio de la promulgación del


Decreto Ley 17437 (1969), y la Ley General de la Educación 19326 (1972),
reformas con que los militares intentaban reorganizar autoritariamente la
universidad pública. El rechazo estudiantil logró ser canalizado por el FER-
Antifascista, llegando a conducir la Federación Universitaria de San Marcos
(FUSM) casi toda la década del setenta. 13

A largo de los setenta, el sectarismo de distintas agrupaciones

10
El escritor Miguel Gutiérrez viene preparando una novela sobre las peripecias de un ex-militante
izquierdista de San Marcos durante este período político en la universidad. Un adelanto puede verse en:
“Épica y terror: un argumento de novela”, Quehacer, N. 132, nov-dic., 2001, Desco.
11
Un hito en la historia de la izquierda peruana fue 1964, año de la escisión del Partido Comunista en dos
tendencias: “soviéticas” (PC-Unidad) y “chinas” (PC-Bandera Roja). El PCP-Bandera privilegió el trabajo
político con campesinos, maestros y estudiantes universitarios. En la segunda mitad de los sesentas se
desprenden sucesivamente del PCP-Bandera Roja; el PC-ML, Patria Roja y Sendero Luminoso. A inicios de
los setentas pequeños núcleos desprendidos de Bandera Roja se articulan en el denominado FER-
Antifascista.
12
José Luis Rénique (2003) nos habla de una “tradición radical” que tendría sus inicios en los discursos
surgidos después de la derrota ante Chile en la guerra del Pacífico. Al respecto véase además, Adrianzén
(1998), Béjar (1990), López (1991), Rochabrún (1988). Para una reflexión sobre las matrices ideológicas y
políticas de la izquierda en América Latina véase, Castañeda (1993) y Cavarozzi (1993).
13
Para comprender la hegemonía del FER-Antifascista es importante considerar su relación con los
estudiantes provincianos (Lynch 1990); para captarlos desplegaron una red de clientelas, en donde era
central el control de Bienestar Estudiantil (a cargo de servicios vitales como la Residencia, el transporte y el
Comedor).
6

políticas (en especial del mencionado FER-Antifascista) bloqueó la


posibilidad de conectar el movimiento universitario de San Marcos con los
movimientos sociales que por entonces cobraban presencia nacional. La
política, entendida como todo aquello que transcurría exclusivamente dentro
de los muros de la universidad, creó una atmósfera casi autista y
autoreferencial. Este sectarismo se hizo más evidente cuando el FER-
Antifascista pretendió boicotear el paro nacional de julio de 1977,
calificándolo de “revisionista”, bajo el argumento de que era conducido por
“la cúpula revisionista y social imperialista” de la CGTP. Imponiendo dicha
posición en la FUSM (que controlaban) y en la Federación de Estudiantes del
Perú (FEP), donde tenían cierta influencia. 14

Este panorama cambia hacia 1979, al entrar en debate la


participación de los estudiantes en el cogobierno de la universidad. El FER-
Antifascista hizo un llamado a votar contra la participación en el cogobierno,
pero esta vez los resultados le fueron adversos. Los estudiantes votaron en
contra de la política abstencionista de los antifascistas quienes, meses
después, terminaron siendo desplazados de la conducción de la FUSM, al ser
derrotados electoralmente por un frente político conformado por el FER del
Perú (Patria Roja) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR) 15. Por esos
años, ambas agrupaciones venían conformando una alianza electoral fuera
de la universidad, con miras a las elecciones presidenciales de 1980 16.

2.2 Emergencia y declive de la izquierda legal en los ochenta

La transición democrática abrió nuevas posibilidades de participación


política a la izquierda, bajo los parámetros de la democracia representativa,
aunque esta fuera asumida más como una táctica y un instrumento de
lucha. En general, la legalidad fue entendida por la izquierda como una
forma de aplicar la formula leninista de utilizar las elecciones y los
parlamentos como tribunas de agitación y propaganda. Se le asumió como
una estrategia de acumulación política para una posterior toma del poder,
generando en los partidos de izquierda una suerte de “esquizofrenia
doctrinaria” (y organizativa) que los envolvió en el dilema de integrarse a
las reglas de juego del sistema democrático o mantener su tradicional
discurso de la violencia como medio privilegiado para la construcción de una
nueva sociedad.

Así, la alianza electoral Izquierda Unida (IU) logra un margen inédito


de apoyo popular, que abrigó en muchos la posibilidad de llegar al poder por
la vía electoral, desechando el discurso de la violencia revolucionaria como
medio legítimo de ascenso al poder. También en San Marcos Izquierda
Unida logra avances, proceso que fue paralelo a la crisis del radicalismo
maoísta. La presencia universitaria de IU abrió la esperanza de iniciar un
proceso de reconstrucción del movimiento estudiantil, retomando las
14
Un recuento del movimiento estudiantil de la época puede verse en la Revista Marka, “El universo de la
Izquierda”, N.72, mayo 1978, “La FEP por dentro”, N. 94, octubre 1978, “La FEP cambió de manos... y nada
más”, N. 97, noviembre 1978.
15
El presidente de la llamada “reorientación” de la FUSM fue Enrique Jacoby, estudiante de Medicina de
San Fernando.
16
A finales de 1978 Patria Roja y el PCR anunciaron la unidad de las fuerzas marxistas leninistas.
Posteriormente, se inscribieron legalmente como partidos políticos integrantes del frente “UNIR”.
7

banderas de una nueva reforma universitaria. Sin embargo, la mayor


presencia de Patria Roja en la universidad y el control que ejercían sobre la
FUSM, se tradujo en el tejido de nuevas redes de clientelaje, y en el uso
patrimonialista de gremios y bienes de la universidad.

En este período el PCP-SL también ganaba presencia en la


universidad, a través de las pizarras del “Movimiento Juvenil” y “Socorro
Popular”, ambos brazos políticos de SL. La izquierda desestimó a SL, pues lo
percibía como un grupo aislado, con una práctica política equivocada.

Durante los primeros meses de 1984 se producen fuertes


movilizaciones en todo el país, con estudiantes y profesores que rechazaban
la aprobación de la Ley Universitaria 23733 (Sime 1984). En Lima, las
mayores movilizaciones las protagonizó San Marcos, a través de la FUSM.
Inmediatamente luego de la promulgación de la Ley, se elaboró un nuevo
estatuto para la universidad, convocándose a elecciones para el Rectorado.
La lista de Izquierda Unida se impuso por amplio margen sobre la lista del
FER-Antifascista y sus aliados (FDR).

En 1985, San Marcos vuelve a elegir rector. Esta vez sería el profesor
Antonio Cornejo Polar, con el apoyo de un amplio frente de fuerzas de
izquierda. Sin embargo, las disputas internas de la alianza que lo llevó al
rectorado, así como el radicalismo de otras agrupaciones opuestas a su
gestión (que tomaron por la fuerza alrededor de 10 locales), crearon un
escenario insostenible, provocando su renuncia en apenas un año (Uceda
1986). Para entonces, la universidad se encontraba en un franco deterioro,
académico y de infraestructura, mientras la izquierda legal pasaba por un
proceso de pugnas internas. Prueba de ello fueron las elecciones de 1986,
donde se presentaron dos listas con el nombre de Izquierda Unida 17: los
exiguos resultados alcanzados por estos rivales redujeron sus distancias
con el FER-Antifascista y sus aliados. La imagen de una universidad sumida
en el caos y el desorden cobraba mayor fuerza. En este contexto, fuerzas
combinadas de la policía realizaron un gran operativo en tres universidades
de Lima: la UNI, La Cantuta y San Marcos. En dicho operativo, efectuado en
febrero de 1987, fueron detenidos alrededor de 700 estudiantes.

Mientras tanto, Sendero Luminoso ganaba espacios en un sector de


jóvenes de perfil más pobre y provinciano. SL les anteponía un discurso
hiperclasista que escamoteaba y negaba la violencia de las discriminaciones
raciales, étnicas y de género, subordinándolas a la lucha de clases y a la
construcción de un nuevo poder: el Estado de Nueva Democracia, la
República Popular del Perú. SL les ofrece mediante un lenguaje hiper-
clasista una identidad grupal con la posibilidad de quebrantar el viejo y
decadente orden social, y el poder de construir otro nuevo, donde la
igualdad clasista borraría por "añadidura" la discriminación sociocultural de
la que eran víctimas. El discurso senderista prometía la oportunidad de un
nuevo comienzo, que reinterpretaba los fracasos del pasado y les definía
cada uno de sus pasos en el futuro. Este discurso sería resultado del efecto
totalizador que corrió a cargo del marxismo-leninismo, en su vertiente

17
Una de las listas fue encabezada por el PC del P- Patria Roja y la otra por el PCP- Unidad. Finalmente,
terminó siendo mayoritaria la lista encabezada por Patria Roja.
8

maoísta, que desde los años setenta se expandió de manera explosiva en


las universidades de todo el país (Degregori 1990). SL tuvo mayores
posibilidades de desarrollarse allí donde la brecha étnica y cultural fue mas
profunda y donde, al mismo tiempo, hubo un mayor desarrollo educativo,
avanzando conforme crece la exclusión de los más educados: en nuestro
caso los universitarios.

En ese sentido pensamos que para un sector importante de la


juventud universitaria de fines de los ochenta e inicios de los noventa,
Sendero Luminoso constituyó una “elección racional” viable y, al mismo
tiempo, la posibilidad de consolidar una “identidad”. Como “elección
racional”, Sendero Luminoso se presenta como un canal de movilidad social,
ofreciendo la posibilidad de recuperar una iniciativa y un poder que hasta
entonces les habían sido negados. Al respecto, Portocarrero (1998) y
Degregori (2001) sostienen que Sendero Luminoso proyecta una imagen
muy fuerte de autoridad y un poderoso deseo de orden, sugiriendo una
férrea recuperación moral, que luchaba contra el relajamiento de las
costumbres y desorden burgués.

Así, Sendero Luminoso aprovechó para crecer políticamente,


mediante la captación de los sectores más empobrecidos y radicalizados del
estudiantado. Para ello utilizó distintas tácticas: denunciaba la corrupción e
inconsecuencia de los dirigentes de la Izquierda Unida; radicalizaba
demandas inmediatas como la lucha por mayores raciones para el Comedor
(Comité de lucha de Comensales); fortaleció el Comité de Traslado Interno y
presionó por un mayor número de vacantes en la Residencia Estudiantil. Su
estrategia seguía de este modo la vieja práctica de la confrontación y la
descalificación del adversario, como medios para lograr bases de apoyo y
militantes a su lucha armada. Sendero Luminoso logró así capitalizar al
máximo el radicalismo populista, producto de una forma de hacer política
que arraigó en San Marcos. De esta manera, el populismo radical (en
condiciones de crisis económica y social) hizo de la universidad un terreno
fértil para la reproducción de la prédica senderista.

En 1987 se intensificó la crisis en la izquierda legal. Ese año, el FER


del Perú (la organización estudiantil de Patria Roja) tuvo una escisión,
surgiendo el denominado FER-Bolchevique. Agrupaciones como el Partido
Unificado Mariateguista (PUM) y el Partido Comunista Peruano (Unidad),
intentaron desplazar entonces a Patria Roja de la dirección de la FUSM y la
FEP. Estas pugnas terminarían agotando a la frágil Izquierda Unida en San
Marcos. En agosto de ese año, Víctor Andrés Ponce (PUM-estudiante de
derecho) asumía la presidencia de la FUSM, tras ser destituido Miguel
Cruzado (Patria Roja-estudiante de economía) por la Asamblea de
Secretarios Generales. Surgen así dos federaciones estudiantiles sin
representatividad ante los estudiantes, profundizando la crisis de legitimidad
de la Federación Universitaria.

Finalmente, la izquierda legal fue derrotada en las elecciones para los


tercios estudiantiles de 1988, triunfando la lista del Frente Democrático de
9

Bases (FDB18), integrado por el FER-Antifascista, el FER-Bolchevique y la


UDP (cercano al MRTA). Debemos remarcar que para la segunda mitad de
los ochenta, el discurso del FER-Antifascista frente a Sendero Luminoso se
torna muy ambiguo, justificando su accionar o encubriendo su presencia en
al universidad:

“Universidad viene de universo y en ella debe existir el debate


de ideas, vengan de donde vengan. Si se pregunta si hay
presencia de SL, pues al menos yo no la he visto.”(Dirigente
del FER- Antifascista y del FDB 19)

La brutal represión de otro operativo policial en 1988 tuvo como saldo


tres estudiantes abaleados por la policía durante las movilizaciones
universitarias. En estos casos, pese a ser un grupo minoritario en San
Marcos, los senderistas buscaban una mayor represión mediante actos de
provocación. Con este método, SL esperaba polarizar al estudiantado,
extremando la violencia y distorsionando una demanda de justicia por una
lógica de guerra.

A fines de los ochenta, la izquierda legal atravesó una acelerada


disolución. Mientras tanto, Sendero Luminoso ocupa el espacio político
dejado por grupos radicalizados como el FER-Antifascista y el FER-
Bolchevique, lo cual le permite ganar influencia en algunos centros de
estudiantes (Historia, Derecho, Física, Educación), así como en el Comedor
y el Sindicato de Trabajadores. A pesar de su exacerbado despliegue de
pintas y arengas, SL no logró ser un grupo mayoritario, ni obtuvo el control
de la Universidad. En la mayoría de casos, la presencia senderista fue
tolerada por la intimidación que ejercieron contra sus opositores. Una
importante aunque reducida oposición a Sendero se expresó en la
Coordinadora por la Defensa de San Marcos, que aglutinaba a algunos
partidos de la izquierda legal con las comunidades cristianas.

2.3 Intervención del sistema universitario y repliegue del


movimiento universitario

El recién electo gobierno de Alberto Fujimori implementó un drástico


plan de ajuste neoliberal, profundizando con ello la crisis institucional
universitaria y la sensación de estar al borde del colapso total. Este clima de
incertidumbre y caos permitió a Sendero Luminoso encontrar una mayor
disposición al radicalismo entre estudiantes y sectores de trabajadores no
docentes. En mayo de 1991, Fujimori es violentamente rechazado por un
sector de estudiantes radicalizados, que llegan a arrojarle piedras y huevos
durante una visita oficial a la Ciudad Universidad. Al día siguiente se instaló
un destacamento del ejército en San Marcos. La vida universitaria se
militariza, quedando bajo el tutelaje (presuntamente protector) de las
fuerzas armadas. Paradójicamente, está medida contó con la aprobación de
la mayoría de los estudiantes, que reclamaban orden frente al caos que
desbordaba la universidad.

18
El FDB es el nuevo frente que impulsa el FER-Antifascista, en sustitución al FDR.
19
“La Universidad no es una cosa de Locos”. En: El Zorro de Abajo, número 7, Lima. Pp. 24
10

Los militares inician la limpieza de paredes y pasadizos, plagados de


pintas de las distintas organizaciones políticas. Realizaron además requisas
y rastrillajes al interior de la universidad, dificultando el libre
desplazamiento de los grupos subversivos, en especial de SL.

En abril de 1992 se disuelve el Congreso, destituyéndose además a


los magistrados del Poder Judicial y el tribunal Constitucional. En
septiembre, es capturado Abimael Guzmán, líder máximo de Sendero
Luminoso, quien posteriormente firma en prisión un Acuerdo de Paz con el
gobierno fujimorista. Este último hecho provoca una crisis en SL, su
estructura partidaria se divide y debilita aún más por efecto de las pugnas
internas. Los pocos cuadros universitarios que aún operaban en San Marcos
desaparecen de escena, o en todo caso son capturados por las fuerzas del
orden. En un último esfuerzo, grupos cercanos a Sendero Luminoso se
presentaron las elecciones estudiantiles de 1994 bajo las siglas de FADE
(Frente Amplio Democrático Estudiantil), quedando en último lugar.

En suma, a fines de la primera mitad de los noventa observamos una


universidad militarizada, con un amplio sector estudiantil renuente a
realizar cualquier actividad política. La presencia de SL y el MRTA es casi
nula. A continuación, analizaremos cómo -tras una temporada de repliegue-
las y los universitarios vuelven a protagonizar la intensa movilización social
por el retorno a la democracia, desplazando el estereotipo del sanmarquino
agitador, violento y radical, por la no menos estereotipada imagen del
estudiante cívico y democrático.

3. De la apatía a la emergencia cívica.

“Al entrar y caminar por la ciudad universitaria de San Marcos,


aún se siente la vitalidad, algunas veces beligerante, que ha
caracterizado a los jóvenes de esta casa de estudios. Vitalidad
que se muestra a través de pizarras o banderolas, pintas o
afiches (...) Algo que llamaba la atención en la ciudad
universitaria, es que se podía observar - si uno entraba por la
facultad de letras - los restos del inmenso e imponente mural
de papel, donde Mao Tse Tung aparecía levantando los brazos,
acompañado de la consigna ¡Muerte al revisionismo!”20

3.1 Emergencia de nuevas sensibilidades políticas

Para mediados de los años noventa, en San Marcos quedaba muy


poco de vitalidad en el movimiento estudiantil. La mayoría de
organizaciones estudiantiles habían desaparecido. Murales y numerosas
pintas, que en algún momento habían identificado el espacio universitario,
fueron borradas con la intervención militar de 1991. Nombrar a Marx, Lenin
o Mao se volvió sospechoso; incluso tener un texto de Engels resultaba
comprometido.21 Había temor de ser confundidos con simpatizantes de los

20
Montoya (1992).
21
Por ejemplo, su libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el trabajo” fue censurado de algunos
11

grupos subversivos, cuya presencia, además, era mínima. En el sentido


común y la opinión pública, universitario era sinónimo de terrorista, al
punto que el atentado explosivo de mayo de 1995 contra el hotel María
Angola, en vísperas de la reelección presidencial de Fujimori, sirvió de
pretexto al gobierno para promulgar la ley de intervención administrativa
instalando Comisiones Reorganizadoras en algunas universidades, entre
otras en San Marcos.

Meses antes, el rector Wilson Reátegui intentó reelegirse, según


todos lo indicios fraudulentamente, con apoyo de lo que quedaba de Patria
Roja en San Marcos. El clima de inestabilidad institucional fue aprovechado
por el gobierno de Fujimori. Esto resultó evidente cuando Manuel Paredes
Manrique -del MUSA, agrupación de docentes opuestos a Reátegui- pudo
ocupar el ansiado rectorado, al amparo de la Comisión Reorganizadora
nombrada por el fujimorismo 22. Lo sorprendente es que este copamiento
contó con la colaboración de un sector docente claramente cercano o que
había convivido políticamente con Sendero Luminoso en años anteriores.

En junio de 1995 se aprobó una ley de amnistía para los militares


involucrados en violaciones de derechos humanos. Ello provocó una
reacción minoritaria, aunque enérgica, de la población. Estudiantes de
distintas universidades se plegaron a las protestas. Luego de estas
movilizaciones, el movimiento estudiantil sanmarquino pareció entrar en un
largo letargo, que se prolongó hasta 1997. En el intervalo surgieron dos
organizaciones cruciales: Democracia Estudiantil, que llega a controlar el
Centro Federado de la Facultad de Derecho, agrupando a diversas corrientes
de izquierda opuestas al fujimorismo; y el Taller de Estudios Sociales (Tales
V), con presencia en la Facultad de Ciencias Sociales, desarrollando
activismo y buscando articular un discurso de resistencia a la intervención
militar y administrativa de la universidad. El latente rechazo al autoritarismo
fue germen del amplio movimiento estudiantil antidictadura, y del posterior
resurgimiento del radicalismo en San Marcos.

Por su parte, el régimen implementó medidas para su re-reelección.


En agosto de 1996 se publicó la “ley de interpretación auténtica”. De
inmediato, el Tribunal Constitucional la declaró inaplicable. En represalia, la
mayoría parlamentaria inició un conjunto de maniobras políticas que
culminan con la destitución de los miembros del Tribunal Constitucional que
habían votado contra dicha ley. Durante la XVII Asamblea General de la
OEA, el 3 de junio de 1997, estudiantes de algunas universidades privadas
de Lima protestaron contra la arbitraria destitución de los magistrados. Al
día siguiente, una gruesa concentración de estudiantes de varias
universidades públicas y privadas ocupó el centro de Lima. Participaron
masivamente los y las estudiantes de San Marcos, pese a la ausencia de
centros federados y centros de estudiantes. Se crea entonces una
Coordinadora Estudiantil, surgiendo de dicho proceso Juventud Popular 23 y

talleres de estudios y debate.


22
El 25 de mayo de 1995 se inició la intervención administrativa de San Marcos.
23
El FER del Perú (brazo juvenil de Patria Roja) desaparece a inicios de los noventa, en un contexto adverso
para las organizaciones políticas de izquierda, y con la imputación de haber provocado la disolución de la
Federación Universitaria de San Marcos. Empero, Patria Roja no abandonó el espacio universitario; por el
contrario, impulsa desde entonces la formación de Juventud Popular.
12

el Colectivo Amauta.

Juventud Popular comenzó entonces a activar oficialmente como


grupo estudiantil en la Universidad de San Marcos, deslindando así cualquier
vinculación con el depuesto Reátegui. La formación del Colectivo Amauta
tuvo otra dinámica, surgiendo como un espacio conformado básicamente
por sanmarquinos de otros grupos estudiantiles (Tales V, Democracia
Estudiantil, entre otros), con tendencias socialistas e incluso anarquistas.
Esta diversidad de procedencias halló, en el contexto de 1997, las
condiciones para promover la rearticulación estudiantil desde la izquierda,
en una posición de ruptura con los antiguos partidos políticos universitarios.
El discurso del colectivo Amauta se presentaba así como un referente
político movilizador, con una pluralidad de actores y una convocatoria
ideológica de “ancha base”:

“Nuestro propósito es contribuir a la construcción de una


sociedad que permita el pleno desarrollo de las capacidades
creativas de los individuos libremente asociados. En ello nos
reconocemos parte de una vasta tradición de lucha contra toda
forma de dominación, explotación y discriminación cuya
riqueza de vertientes es preciso rescatar y potenciar,
asumiendo que forman parte de ella: el socialismo en sus
distintas variantes, así como distintas vertientes libertarias y
contestatarias opuestas al capitalismo, tanto como
determinadas corrientes culturales, étnicas, confesionales, de
defensa de la naturaleza, etc.” (Nuestro Propósito, Documento
Colectivo Amauta, 2000).

“Intentamos superar las formas en que se ha ido haciendo


política y además proponemos que el cambio de la sociedad
está muy vinculado a lo cotidiano, que política, ética y
culturalmente está relacionado.” (Volante del Colectivo
Amauta.)

Los movimientos juveniles de junio de 1997 tuvieron particular


resonancia en la prensa. Curiosamente, parte de la intelectualidad que
postuló la tesis de la generación pérdida -“Generación X”-, construyó
discursos idealizados del insurgente movimiento universitario. Desde otros
bandos, algunos políticos de oposición vieron una oportunidad para
garantizar su supervivencia política. Nadie percibió que los objetivos que
impulsaron a los estudiantes eran radicalmente distintos a los supuestos.

3.2 Espectros del FER.

Corría el año de 1998 y las aguas parecían estar calmadas en la


universidad. El fin de las vacaciones de verano y la cercanía del primer
aniversario de las movilizaciones por el Tribunal Constitucional auguraban,
empero, un nuevo clima político en San Marcos, de mayor activismo frente
a anteriores iniciativas contra Fujimori. En facultades como Ciencias
Sociales, Derecho y Letras, diversas corrientes políticas de izquierda
impulsaron un nuevo ciclo de movilizaciones, con demandas
13

democratizadoras que trascendían los muros de la universidad. Entre estas


nuevas agrupaciones es importante mencionar a Integración Estudiantil (en
adelante IE) y al Comité de Reagrupamiento Amplio Juvenil (en adelante
CRAJ).

IE estuvo conformada por estudiantes de Derecho, con cierta


participación en el grupo Democracia Estudiantil, de tendencia socialista.
Como el Colectivo Amauta, IE aspiraba ser expresión de las clases
populares y los sectores desposeídos del país, pretendiendo representar “un
nuevo referente político juvenil y socialista”. Esta organización se sentía
parte de un movimiento generacional heredero del legado de José Carlos
Mariátegui, aunque la construcción partidaria en IE divergía de los
tradicionales partidos de izquierda. Por su parte, el CRAJ fue conformado por
iniciativa de un ex-militante del FER acusado de trostkista. CRAJ también se
presentó como antidictatorial, pero pronto perdió perspectiva política.
Cambió sucesivas veces de nombre, derivando en una agrupación articulada
alrededor de intereses particulares.

Con menor presencia reaparecieron incluso viejas agrupaciones


maoístas, como el Frente Estudiantil Revolucionario FER-San Marcos, más
conocido como FER-Antifascista, proclamado como la continuidad histórica
del FER formado en 1958 por el Partido Comunista. Cuando se reiniciaron
las movilizaciones estudiantiles, el FER-Antifascista había desaparecido. Su
sorpresiva reaparición en 1998, con pequeños núcleos en las facultades de
Educación y Ciencias Físicas, mantenía la férrea voluntad de presentarse
como vanguardia de la revolución:

“La necesidad histórica para el movimiento estudiantil y la


revolución, es que el FER San Marcos se siga constituyendo en
una organización revolucionaria.” (Boletín del FER- San
Marcos, julio 1999) 24

En este proceso también retornaron agrupaciones como la Juventud


Comunista Peruana, brazo juvenil del antiguo y pequeño PCP-Unidad, que
con muchas dificultades resistió la caída del “socialismo real”; la Juventud
Socialista del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), organización
trostkista que había experimentado diversas divisiones en los ochenta; y el
pequeño grupo estalinista denominado Voz Comunista, escindido del FER-A
a fines de los setenta. Pese a la reaparición de estas antiguas
organizaciones, durante 1998 las iniciativas políticas en la universidad
fueron promovidas por los nuevos grupos que surgieron en la segunda
mitad de los noventa.

3.3 Las movilizaciones universitarias de fin de siglo

Mayo de 1998 no solo remitía a la nostálgica figura de las jornadas


estudiantiles de 1968 en París. Las nuevas generaciones tenían la voluntad
de marchar y hacer política deslindando cualquier alianza o vínculo con los

24
El discurso del FER tuvo que deslindar con Sendero Luminoso, calificándolo de organización militarista.
Este deslinde tenía una connotación esotérica, solamente comprensible para los exégetas de la jerga
ideológica propia de las organizaciones leninistas de los setenta.
14

partidos tradicionales. Pese a la falta de claridad política, las movilizaciones


tenían un sentido renovado que articulaba la disconformidad de un
importante sector de estudiantes, canalizando la crítica al régimen, pero
incapaz de proponer y construir una alternativa al modelo imperante. Al
interior de las movilizaciones se gestó la politización de cuadros
intelectuales, que pretendían renovar la izquierda alrededor de un nuevo
discurso radical. Posiblemente el grupo que mas apuntó a esa dirección fue
el Colectivo Amauta, aunque esto les trajera ambivalencias:

“Yo se lo planteaba a mis compañeros (el énfasis intelectual),


esos aspectos en los que no habían definiciones… los otros
partidos son mas eficientes políticamente porque tienen
definiciones claras, tienen certezas, tienen soportes ideológicos
que respaldan su acción.” (Estudiante de Historia- Militante del
Colectivo Amauta)

Desde la perspectiva de los grupos, la dualidad entre estudiante


movilizado y estudiante organizado era ambivalente. Incluso, muchos de
ellos veían en las movilizaciones el renacer del antiguo radicalismo
sanmarquino. Juventud Popular, que para entonces intentaba ocultar su
relación con Patria Roja, invitaba a sumarse a sus filas a jóvenes de
diversas afiliaciones partidarias e ideológicas, apelando a un espíritu
participativo y pluralista:

“Juventud Popular es un movimiento político, y un movimiento


político está integrado por individuos que tenemos una unidad
programática, puede ser inclusive ideológica (...) al interior de
Juventud Popular hay compañeros que apuestan por este
programa y pueden tener una militancia partidaria como
pueden ser independientes.” (Estudiante de Antropología
-Militante de la JP)

Aunque inicialmente logra integrar a distintos sectores estudiantiles,


luego éstos se alejan de JP, al percatarse del sectarismo y la coacción de
Patria Roja:

“Los militantes de Patria ya tenían acuerdos previos que se


plasmaban en ese congreso, y el congreso solamente servía
para legitimizar los acuerdos que ellos ya habían determinado
(...) toda oposición a lo que ellos ya tenían planeado era
apabullada por gritos o arengas a Patria Roja, cosas como
¡Patria, patria ... roja, roja! (...) y el de la mesa decía que las
cosas estaban zanjadas.”(Estudiante de Historia -militante del
Colectivo Amauta)

El 4 de junio de 1998, mientras Javier Valle Riestra, juramentaba


como presidente del Consejo de Ministros, unos veinte mil estudiantes se
dirigían hacia Palacio de Gobierno, pero no lograron su cometido, siendo
duramente reprimidos a la altura del Pasaje Olaya, uno de los accesos a la
Plaza de Armas:
15

“El día que nos sacaron el alma en el pasaje Olaya (...) fue
bastante importante, aparte que yo recién estaba comenzando
en esa época (...) Nos habíamos preparado con dos semanas
de anticipación para ir a esa marcha y nos sacaron el ancho,
recuerdo que mucha gente nos ayudó ese día.” (Estudiante de
Derecho - militante de Integración Estudiantil)

En condena a la agresión policial se convocó una nueva manifestación


para el 11 de junio. Esta vez gran parte de los estudiantes procedían de
universidades privadas quienes, simbólicamente, se pintaron las manos de
blanco, efectuando cordones humanos para evitar infiltraciones.
Paradójicamente, dichos cordones humanos, y el gesto de las manos
pintadas de blanco, terminaron separando a los estudiantes,
particularmente de San Marcos, que vieron en esta manifestación pacífica
una división que apelaba a prejuicios y miedos del imaginario universitario
(blanco/no blanco, paz/violencia, universidad privada/universidad pública,
pituco/cholo). Esto repercutió en la organización del movimiento, revelando
además las fracturas étnicas y raciales del país, manifiestas en la
interpretación de los símbolos. 25

La elección de Valle Riestra como primer ministro fue


contraproducente para el régimen, exacerbando la desconfianza de los
sectores movilizados. Se forman mayores niveles de articulación entre
distintas universidades, como el denominado Comité 4 de junio, con
importante presencia de Juventud Popular y las juventudes de partidos
como APRA y Acción Popular. En San Marcos se crea un Comité Promotor,
pero pronto se desarticula, por efecto del afán “hegemonista” de Patria Roja
sobre las decisiones tomadas en las asambleas estudiantiles. Poco a poco
reaparecían así las mismas prácticas que habían deslegitimado a los
antiguos dirigentes sanmarquinos.

Se discutía además la estrategia que debía tomar la lucha contra la


dictadura. Iniciativas como el Referéndum contra la ilegítima reelección
presidencial representaron otro punto de quiebre entre estudiantes de
universidades privadas y públicas. Los grupos universitarios de San Marcos
consideraron que participar del recojo de firmas era hacer de “tontos útiles”,
pues la lucha legalista legitimaba al final a partidos políticos tradicionales
como el APRA, AP y PPC. De modo que, con la desaprobación hecha por la
bancada fujimorista al referéndum, muchos estimaron que la estrategia más
radical terminaba siendo la correcta, y que la lucha no estaba en el
Congreso o en los tribunales sino fundamentalmente en las calles.

Distintos grupos trataron entonces de lograr una articulación mayor


en el espacio universitario frente a Juventud Popular, cuya vinculación con
el aparato partidario de Patria Roja era bastante notoria. Fue en este sentido
que empiezan las conversaciones entre el Colectivo Amauta, Integración
Estudiantil y el CRAJ. Se aspiraba lograr una confluencia juvenil socialista
que, pese a las diferencias, pudiera refundar la izquierda peruana (al menos
universitaria) y establecer una nueva relación con los sectores populares. Al

25
Grompone (2000) plantea de manera punzante la heterogeneidad del mundo juvenil y su “diferenciación
interna”
16

decir de algunos de sus integrantes, se esperaba construir un proyecto


político desde la vanguardia universitaria para irradiarse luego al conjunto
de la sociedad.

En febrero de 1999 el decano de Ciencias Sociales, Víctor Medina


Flores, 26 aprovechando el período de vacaciones estudiantiles, procedió a la
toma de locales de los centros de estudiantes. Las juntas directivas de
dichos centros decidieron recuperar sus locales, pero ninguna acción
parecía viable: la politización que se apreciaba en las marchas estudiantiles
resultaba ser esporádica y no una tendencia sostenida. Es en esta
coyuntura que el FER Antifascista reaparece en escena, sosteniendo la
necesidad de extremar la agitación en las movilizaciones estudiantiles. El
espacio político inicialmente ocupado por JP, Colectivo Amauta e Integración
Estudiantil, comienza a ser compartido por colectivos anarquistas o
agrupaciones como el FER, la JS y la JCP, resucitadas de la historia política
sanmarquina de los setenta y ochenta.

El inicio del año académico de 1999 coincidió con la realización del


primer paro nacional unitario desde 1992. El 5 de abril, a siete años del
autogolpe, las y los estudiantes retomaron las calles masivamente. De
nuevo, confluyeron estudiantes de universidades nacionales y particulares.
En San Marcos se planificaron actividades políticas unitarias, revitalizando
los espacios de coordinación. Posteriormente, una convocatoria de la CGTP
al Paro Cívico Nacional para el 28 de abril fue acatada en el interior del país,
y en Lima, se dan un conjunto de movilizaciones donde participan
universitarios. En cierta manera, los actores alrededor del paro creyeron
retomar la tradición de movilización sindical y popular de fines de los años
setenta, que terminó provocando la renuncia del régimen militar. El
renacido radicalismo universitario enganchó así la idea –en una suerte de
transmisión de memoria- de retomar la combatividad sanmarquina de los
años setenta y ochenta. En efecto, el arraigo del radicalismo implicó la
construcción de una memoria compartida, que para el caso de algunos
jóvenes estuvo marcada por experiencias previas al ingreso a la
universidad, y por influencias del entorno familiar:

“Siempre teníamos que pasar por ahí y veía a San Marcos


pintada, veía la hoz y el martillo, y no sabía que cosa era. Mi
viejo me explicó qué cosa era y qué significaba.” (Estudiante de
CCSS, militante del Colectivo Amauta)

“Creo que ha sido más que todo la influencia de mi papá, el


hecho de involucrarte con los problemas sociales que tienes en
la universidad (...) y la vinculación con el movimiento popular.”
(Estudiante de Derecho- militante Integración Estudiantil)

“Mi hermano era estudiante de derecho en los ochenta… él me


traía a veces a la universidad y recuerdo las grandes
movilizaciones de los estudiantes por la conquista de sus
derechos, con grandes banderolas, eran estudiantes que eran

26
Víctor Medina, viejo militante del FER Antifascista, se integró sin problemas a la Comisión
reorganizadora fujimorista, manteniéndose hasta el 2000 como decano de la facultad de CCSS.
17

concientes de sus derechos, incluso mi hermano era dirigente


de la facultad y yo veía los libros y materiales que llevaba a la
casa… pero todo eso de ha perdido ahora… ahora es distinto”
(Estudiante de Letras, Juventud Popular).

La nueva generación de dirigentes sanmarquinos se mostró


especialmente receptiva al discurso de antiguos militantes de la izquierda
radical. La búsqueda de referentes utópicos radicales, terminó relacionando
a los activistas jóvenes con los discursos que apelaban al pasado y a la
reconstrucción del paradigma economicista del populismo radical:

“Hubo dos bloques interesantes de la gente nueva. Uno era el


de nosotros, con un discurso de izquierda pero al mismo
tiempo con una preocupación universitaria. Creo que eso no ha
seguido bien. Hubo un siguiente grupo que perdió todo el
discurso universitario y volvió a aislarse, con discursos clásicos
de los años setenta (...) como gratuidad o muerte.” (Ex
estudiante de Derecho - Militante del Colectivo Amauta)

La agresiva campaña por la reelección de Fujimori, desde fines de


1999, comenzó a poner de manifiesto el elevado grado de corrupción y
autoritarismo del régimen. En este contexto, al interior de los grupos
radicales sanmarquinos cobró fuerza la idea de un escenario político
inviable, con una dictadura que tenía todos los medios para imponerse por
el fraude, el peculado y la coacción. Se percibió como única salida posible
prepararse para una lucha de largo aliento, aprovechando los espacios de
politización logrados durante las marchas estudiantiles. Sin embargo, la
falta de una clara dirección política (como pudo haber sido la FEP) conllevó a
descuidar la construcción orgánica, priorizando el activismo inmediato que
le otorgaba las movilizaciones. La combinación de legalismo e ilegalismo se
tornó confusa en el movimiento estudiantil:

“Este régimen que abolió el Tribunal Constitucional, el que ha


hecho de los poderes del Estado su caja de resonancia, el que
regaló Tiwinza por una cantimplora, hoy pretende consumar su
candidatura ilegal y posteriormente consumar el fraude
electoral. Por ello, basados en una constitución que el mismo
dictador impuso, debemos preparar la insurgencia popular (...)
La ley y el derecho nos avala.” (Impulsar y forjar insurgencia
popular. Volante de la Juventud Popular)

Los universitarios no eran concientes de las limitaciones del


movimiento estudiantil, que parecía muy fuerte por entonces, pero con una
ausencia de proyecto frente al cambio de la coyuntura política.

La década se cierra con una movilización estudiantil en oposición a


Fujimori y la Comisión Reorganizadora en la UNMSM: ésta era la fortaleza de
la agitación estudiantil, pero dicha fuerza contenía en sí misma su fracaso,
como lo reconoce retrospectivamente uno de sus participantes:

“Es interesante anotar que hubo un movimiento que surgió


18

como una refundación del discurso de izquierda, que tuvo que


ver con la universidad. Y ese movimiento estuvo muy ligado a
la lucha contra Fujimori, pero no nació sólo para eso. El
problema es que no se le pudo dar continuidad a ese trabajo.”
(Estudiante de Derecho - Militante del Colectivo Amauta)

3.4. Nos habíamos odiado tanto

A inicios del 2000, diversos centros federados y centros de


estudiantes deciden impulsar la reconstrucción de la Federación
Universitaria de San Marcos, formando en enero el Comité de
Reconstrucción de la FUSM. Sin embargo, la calle vuelve a ser el espacio
privilegiado de lucha, con un protagonismo estudiantil que no toma partido a
favor de ninguno de los candidatos presidenciales. Juventud Popular toma la
iniciativa, impulsando un nuevo espacio político denominado “Jóvenes
contra la dictadura” realizando a fines de febrero una serie de
movilizaciones conjuntas con IE y JS. Desde entonces, la Plaza Francia
sería el punto de inicio de las movilizaciones estudiantiles contra Fujimori.
En este escenario Patria Roja, mediante la FEP y JP, adquiere un
protagonismo que se traduce en una mayor capacidad de convocatoria y de
una mejor relación con los medios de comunicación.

La movilización social se intensificó a medida que se acercaba el


proceso electoral del 2000. Frente a la inexistencia de una federación, y
para evitar el “hegemonismo” de Patria Roja, los grupos políticos de San
Marcos impulsan espacios transitorios de coordinación. Es el caso del Frente
Unitario de Lucha (FUL), que logró una amplia convocatoria, pese a las
diferencias existentes entre los diversos grupos que la conformaban. En
este contexto, las asambleas estudiantiles fueron el espacio privilegiado
para la toma de decisiones. Dichas asambleas podían no ser totalmente
masivas (y de hecho no lo eran), pero su importancia radicaba en que se
constituían en “fuente” de legitimidad de los grupos políticos, que percibían
en ellas la aplicación de una democracia directa de nuevo tipo, donde “las
bases” -y no “las cúpulas”- decidían:

“Creemos que la reconstrucción gremial debe partir desde las


bases (...) convocando asambleas por salones y facultades, no
desligando la ética de la política y relacionando nuestras luchas
con las luchas de nuestro pueblo por Democracia y justicia
social.” (Comunicado del Frente Unitario de Lucha - San
Marcos).

Para la mayoría de los grupos, el espacio de las movilizaciones no


solamente servía para presionar y “activar” a los estudiantes, sino también
para educar y desarrollar una pedagogía política. Sin embargo, dicha lógica
reproducía una visión populista de los sectores populares. Mientras el
Comité por la Democracia de la Universidad Católica impulsaba espacios de
educación electoral para evitar que el voto “popular” fuera “manipulado”;
para los grupos políticos de San Marcos el sentido de la acción política
radicaba en lograr una mayor capacidad de lucha en las calles, que a la
larga permitiría la anhelada “insurgencia popular”, percibida como el
19

trampolín que permitiría establecer un clima insurreccional contra la


dictadura.

“… las masas, en especial los jóvenes, intuyen que estamos en


vísperas de grandes confrontaciones. El gran problema es que
las diversas vanguardias no están de todo convencidos, no
están preparados para esas batallas decisivas… es
imprescindible desnudar integralmente al fujimorismo, a sus
hipócritas y decadentes formas y a todas sus entrañas
podridas, es decir desenmascarar el tipo de paz y orden que se
ha impuesto en el país… Si Fujimori es proclamado presidente
debemos considerar que desde ese momento se habrá iniciado
una lucha más decidida y radical contra el gobierno. Debemos
entender que la renuncia de Toledo plantea el tránsito hacia
una lucha total, una confrontación abierta que incluso puede
terminar en una violencia al estilo ecuatoriano” (Situación
actual y perspectivas de la lucha política, volante de Juventud
Popular, abril del 2000).

Este tipo de razonamiento pertenecía visiblemente a las posiciones


políticas de JP y grupos afines. Lo curioso fue que -tanto desde la educación
electoral, como de la insurgencia popular- los universitarios se perciben
como una vanguardia (tal vez una menos autoritaria e ideologizada que la
otra), de donde surgirían las iniciativas hacia los sectores populares.

A medida que se acercaban las elecciones del 9 de abril, fue evidente


que ninguno de los candidatos opositores a Fujimori gozaba de la simpatía
de los grupos políticos sanmarquinos. El sentido común imperante
descartaba la tercera reelección, por tanto, la única alternativa que parecía
viable era viciar el voto (y de paso evitar la multa) e impulsar una intensa
movilización social. Los días previos a las elecciones, la política estudiantil
se concentró en denunciar el fraude y la candidatura ilegal de Fujimori. Esta
campaña utilizó toda clase de recursos, desde la tradicional pegatina de
afiches hasta el envío masivo de correos electrónicos.

El día de las elecciones, los sondeos iniciales daban por ganador al


candidato Toledo, pero los resultados oficiales de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales ratificaron a Fujimori. Esa noche, miles de ciudadanos
-convocados principalmente por los partidarios de Alejandro Toledo- se
concentraron en el Paseo de la República denunciando el fraude. Aunque no
apoyaban expresamente a Toledo, los grupos políticos estudiantiles
participaron activamente en los mítines, pues entendían que era el
momento de recuperar la calle como espacio de lucha. Dicha percepción era
compartida por todos los grupos sanmarquinos, a excepción de Voz
Comunista, un grupo minoritario de estalinistas que organizó el
autodenominado “Comité Democrático”, anunciando su apoyo “táctico” a
Toledo. Citamos extensamente un documento de dicho grupo pues realiza
una lectura “histórica” y “étnica” de nuestra clase política, para luego
devolvernos a las acciones de coyuntura:

“Los andes rugen, ‘Pachacutec, salva al Perú’


20

En este marco, las masas están esculpiendo un nuevo líder,


han creado a Alejandro Toledo, quien ha venido de los gélidos
glaciares andinos para empular las banderas democráticas y la
identidad nacional. Un indomestizo que ha vivido en carne
propia la marginación y el racismo inhumano engendrado por la
‘madre patria’ y las sucesivas repúblicas aristocráticas y
semiaristocráticas, este hombre vio morir a muchos de sus 16
hermanos a consecuencia del hambre y la miseria.

Como una excepción en la historia, logró capacitarse en los


EEUU y destacar en este competitivo circulo de elite,
restringido a sectores de las clases dominantes. Al regresar a
nuestro país logra convertirse no sólo en el candidato único de
la oposición, que no lograron los ‘notables’ como Andrade y
Castañeda, para rematar, el 9 de abril se convierte en el líder
de la lucha por la democracia en nuestro país, Toledo a la fecha
recorre calles y plazas llamando a la unidad nacional contra la
dictadura.

Al detectar esta ‘heregía’ en la historia del Perú, los herederos


de los terratenientes, limeños y provincianos, blancos y
mestizos, de derecha y de izquierda, del oficialismo y la
oposición se unen para descalificar a este ‘indio sin historia, sin
blasón, sin cultura, sin biografía’, se unen en el mismo charco
fétido los Valles Riesta, los Tudela, los Ciprianis, los Moreno,
los Valer, los Gorritis, los Morellys; dan gritos estridentes en
coro, están indignados ante un indio rebelde que no quiere
seguir la línea felipilla de los Espichan, de los Chaves, de los
San Román, etc.

Sólo la envidia política, ciega y miserable, pueden negar el


papel importante que está desarrollando Alejandro Toledo en la
lucha por la democracia, es cierto, lucha por la democracia
liberal, pero dentro de esos marcos está movilizando millones
contra la dictadura, lo que no lograron los Andrade, ni los
Castañeda y menos los Borea. Que ha decir verdad, ya habrían
tirado la toalla, tal como lo hizo el tristemente célebre Alfonso
Barrantes, que se entregó a Alan García por un ‘plato de
frejoles’

Pero vamos a la consigna del día, los acontecimientos exigen


una salida, exigen un norte, ¿qué hacer en esta coyuntura?,
¿se trata acaso que nos encontramos al borde una Revolución
Socialista?, si así fuera, la lucha de masas estaría centrada
contra la propiedad privada burguesa, de lo cual nos
encontramos muy lejos. Esta es una lucha sobre todo por la
democracia liberal, donde la Burguesía Emergente de origen
indomestizo juegan un papel decisivo”. (Situación política, Voz
Comunista-San Marcos, junio 2000. Se ha respetado ortografía
y redacción).
21

La Plaza Francia se volvió a convertir en el epicentro de las protestas


juveniles, hecho que fue aprovechado por Patria Roja. Bajo la consigna
“Jóvenes contra la dictadura”, Patria Roja convocó unilateralmente a
diversas movilizaciones, buscando legitimar a un sector de la dirigencia de
la Federación de Estudiantes del Perú y Juventud Popular donde tenían
influencia. Ante ello, el FUL se articuló en un nuevo espacio denominado
Red Joven por la Democracia “El pueblo puede más” 27, que le permitió la
coordinación con otros grupos que buscaban la caída del gobierno de
Fujimori.

El 28 de mayo, durante la segunda vuelta electoral con candidato


único, se produjeron una serie de disturbios en el centro de Lima, con
amplia participación de estudiantes. Al finalizar el acto electoral, hubo una
concentración pacífica en la Plaza San Martín, en el mitin de protesta
convocado por Alejandro Toledo. En dicha concentración se convocó a una
“Marcha de los Cuatro Suyos” para impedir la ilegal tercera reelección de
Alberto Fujimori. Toledo fue respaldado por una coalición de dirigentes de
partidos políticos, estando presente incluso el ex-general Francisco Morales
Bermúdez. En rechazo al ex-militar, cerca de medio millar de
manifestantes se retiraron del mitin y se desplazaron hacia la Plaza de
Armas (sorpresivamente sin vigilancia policial), encabezados por el
Colectivo Amauta y Juventud Popular. El contingente estudiantil fue repelido
en la Plaza y la marcha fue brutalmente disuelta.

Dos meses duraron las coordinaciones y preparativos para la Marcha


de los Cuatro Suyos, programada para las celebraciones de Fiestas Patrias a
fines de julio, que coincidía con la ceremonia de cambio de gobierno. Para
los sectores más politizados del movimiento estudiantil, esta marcha
significaba el punto culminante de “acumulación política” para la insurgencia
popular contra el gobierno. Sin embargo, nadie tenía claro el carácter de
dicha insurgencia, ni había certeza de las tendencias a futuro luego de la
marcha:

“Muchos pensamos que los Cuatro Suyos iba a ser una batalla
campal de varios días, y que la cuota de lucha estudiantil debía
estar a la altura de las circunstancias… pensamos que en los
Cuatro Suyos iba a encauzarse todo el trabajo político que
estábamos haciendo en las universidades y en algunos barrios”
(Estudiante de Derecho, militante de Integración Estudiantil).

“Uno aquí en San Marcos iba a constantes movilizaciones, pero


no eran de la magnitud que fue la de los Cuatro Suyos, (...) El
último día no me había imaginado lo que podría haber pasado:
una represión total, policías por todos lados, y bueno, ya la
gente sabía que ese día no iba a poder lograr gran
cosa.”(Estudiante de Ciencias Sociales, Militante de Juventud
Popular).

“En San Marcos nos preparamos para la marcha, incluso

27
Conjuntamente con el Comité por la Democracia de la Universidad Católica, así como con estudiantes de
las universidades Villarreal, UNI, Agraria y colectivos contraculturales del jirón Quilca.
22

tuvimos reuniones y charlas específicas para coordinar qué


hacer si detenían a alguien o lo herían. Un día antes de la
marcha nos reunimos y discutimos que se iniciaba una nueva
etapa en la lucha popular, que el pueblo organizado iniciaba
otra etapa en la lucha de masas… y salió otra vez a relucir el
tema de la dirección política, de la vanguardia dirigente… por
supuesto que los estudiantes no podíamos dejar de estar
ausentes en ese hito histórico, muchos menos el FER que
siempre ha acompañado al pueblo en la conquista de sus
luchas…” (Estudiante de Ciencias Físicas, FER Antifascista).

La Marcha de los Cuatro Suyos contó con la participación de partidos


de oposición, gremios sindicales, organismos de la sociedad civil, activistas
culturales, grupos estudiantiles y un respaldo mayoritario de la población,
pero no logró frustrar la toma del poder. Por el contrario, a través de sus
redes de infiltración e inteligencia, se provocó durante la marcha el incendio
de edificios públicos, ocasionando la muerte de 6 vigilantes del Banco de la
Nación, el mismo que sufrió una explosión que literalmente lo derrumbó.
Los días posteriores a la marcha se inició una campaña contra los líderes de
la oposición, acusados de ser responsables de la violencia desatada en las
calles. La desmoralización de la oposición se incrementó aún más cuando
algunos de sus miembros pasaron a las filas del oficialismo. Se acusó a
algunos dirigentes estudiantiles de instigar acciones violentas, incluso
algunos medios de comunicación afirmaron que Juventud Popular era un
grupo terrorista. 28

La ofensiva fujimorista terminó abruptamente en septiembre del


2000, tras la difusión de un vídeo que evidenció la corrupción del gobierno y
la compra de lealtades políticas. Mientras los partidos políticos y sectores de
la sociedad civil negociaban una salida política respaldada pon la OEA, los
estudiantes retomaron las calles, llamando a la insurgencia cívica como
medio para presionar la salida de Fujimori, y del asesor presidencial
Vladimiro Montesinos. El 27 de octubre, los estudiantes agrupados en la
Red Joven por la Democracia marchan hasta la sede del Comando Conjunto
de las FFAA, exigiendo a los militares que retiraran su apoyo a Fujimori,
instando por la instalación de un gobierno provisional. Sin embargo, el
régimen dictatorial colapsa ante la huída de Fujimori al Japón. Se instala
entonces un gobierno de transición presidido por Valentín Paniagua.

En medio de la convulsión nacional, grupos como la Liga de Jóvenes


Socialistas (en adelante LJS)29 intentan afirmar su presencia en San Marcos.
A fines de octubre del 2000, su iniciativa de realizar elecciones de la FUSM
fracasa. La oposición de la mayoría de los grupos estudiantiles y centros
federados dejó aislada esta iniciativa de la LJS, que llamaba a elecciones
estudiantiles en un contexto nacional de movilizaciones callejeras, mientras
grupos como el reaparecido FER-Antifascista denunciaban al “oportunismo
de derecha disfrazado de izquierda”, en referencia a su rival político, la LJS,
con el cual disputaba el control de los centros federados de Educación y

28
Sobre la manipulación de los medios de comunicación durante el fujimorismo, véase Degregori (2001).
29
LJS es una agrupación formada por miembros del CRAJ, entre los cuales destacaba un ex-miembro del
FER-Antifascista, conocido por administrar diversas academias pre-universitarias.
23

Ciencias Físicas:

“Ante la comunidad Sanmarquina, ponemos en conocimiento


los actos conspirativos de un pequeño grupos de estudiantes
oportunistas, que pretenden liquidar la unidad del movimiento
estudiantil y su independencia política, para pretender
subordinarlo a los objetivos del gobierno y de la Comisión
Interventora.” (Pronunciamiento del FER, octubre del 2000).

El acelerado final del régimen produce un punto de inflexión, que


marca el alejamiento de los estudiantes de la coyuntura nacional. Aunque
en la escena pública los estudiantes lograron aparecer como una fuerza
cívica y democrática, la pérdida de un referente concreto que los articulara
a un movimiento de protesta nacional, menoscabó en su organización y
dinamismo, perdiendo el interés de la opinión pública. Este proceso se vive
de manera acelerada en San Marcos, donde la dinámica del movimiento
estudiantil se enclaustra y se desliga de la escena nacional.

De este modo, las últimas actividades relevantes en la política


universitaria se produjeron por el cese de la intervención en las
universidades, mediante una serie de toma de locales promovidas por los
sectores que habían dirigido la lucha contra Fujimori. Sin embargo, la
destitución de las comisiones interventoras y el levantamiento de las tomas
no causó la articulación esperada; por el contrario, los grupos estudiantiles
profundizaron sus divergencias y terminaron tomando rumbos opuestos,
pues durante la toma de algunas facultades (en especial la de CCSS) se
manifestaron conflictos y disputas internas, que llevaron a acusarse
mutuamente de haber traicionado la lucha estudiantil. Esto apertura
distintos destinos, que se manifestarían en el escenario posterior al período
de transición democrática.

4. Al final del túnel

El 6 de noviembre de 2001, Ben Ziff, agregado de prensa de la


Embajada de EEUU en Lima, fue invitado a la facultad de Letras de San
Marcos a participar en una conferencia sobre “Prensa y Democracia”.
Inevitablemente se tocó el tema de la política internacional norteamericana,
a raíz de los hechos del 11 de setiembre en Nueva York. La conferencia se
transformó en polémica ante un auditorio estudiantil atento, pero
beligerante por ratos. A la salida, el diplomático fue agredido por un grupo
de alrededor de veinte estudiantes, bajo una lluvia de consignas
antibelicistas y anti-imperialistas. Incluso llegaron a echarle pintura a su
ropa.

El funcionario norteamericano salió presuroso de la facultad


acompañado por una “escolta” de profesores y funcionarios de la
universidad. Mientras tanto, el pequeño grupo de estudiantes seguía
lanzando consignas arremolinados en el patio de la facultad de Letras.
Algunos mostraban su asombro por la virulencia de las consignas. Otros
decían que esos discursos ya no “pegan” en San Marcos.
24

Lo cierto es que, para muchos, este acto simbólico inicia una nueva
etapa política en la universidad, la cual parece ser el regreso del
“radicalismo economicista” o el “populismo radical” de décadas pasadas. En
este escenario, “el espíritu cívico y democrático” del movimiento estudiantil
de la segunda mitad de los noventa parecía desaparecer, desplazado o
arrinconado por discursos confrontacionales. El fantasma de grupos
radicales parece recorrer otra vez los ambientes de la universidad,
inundando pasillos y paredes con sus pizarras y volantes. La toma violenta
de locales, las protestas por el cobro del carnet de medio pasaje y el no
pago de matrícula salen nuevamente a la palestra, con las mismas
consignas y símbolos que identificaron a “los jóvenes rojos de San Marcos”.
¿Una exabrupto de la transición democrática o el nuevo perfil de la política
en las universidades públicas? Vayamos a los “hechos”.

La restitución de la participación de los estudiantes en el gobierno de


la universidad no representó la apuesta por un renovado proyecto
universitario. Por el contrario, se tejieron nuevas redes clientelares entre
sectores de docentes y algunos dirigentes estudiantiles. En efecto, ex-
dirigentes de la LJS formaron grupos “independientes” aglutinados bajo
intereses personales, con el fin exclusivo de negociar cuotas de poder con
las nuevas autoridades. Tras la intervención, los resultados de las primeras
elecciones estudiantiles en democracia confirmarían esta tendencia.

En dicho proceso reinó la confusión por la cantidad de números que


se presentaban a las distintas listas, en contraste con la falta de propuestas.
Luego del escrutinio, resultó ganadora la lista denominada Por San Marcos,
integrada por ex miembros de la LJS, que se presentaban como
independientes sin ningún pasado político. Paradójicamente, los grupos que
habían animado la movilización contra la dictadura obtuvieron escaso apoyo
estudiantil. De este modo, la lista de Juventud Popular (Unidad Estudiantil),
quedó en último lugar con una votación menor a la cantidad de votos nulos
y blancos. Similar derrota tuvo el Colectivo Amauta (con un grupo cercano,
Construir) que sólo presentó una lista en la facultad de Ciencias Sociales
donde se esperaba mejores resultados, por tener en dicho espacio su mayor
“nicho” de influencia. 30 Este fue el costo político que cobraron los grupos,
que habiendo participado de las movilizaciones antidictadura, no pudieron
consolidar una corriente universitaria que continuara el proceso de
emergencia cívica, siendo incapaces de impulsar la democratización y la
construcción de un proyecto universitario.

Así, las agrupaciones estudiantiles surgidas en la lucha contra la


dictadura (como Colectivo Amauta y Juventud Popular) se redujeron a su
mínima expresión, perdiendo masividad y saliendo de la escena política
universitaria. Entre tanto, las demandas de los grupos políticos
universitarios daban un nuevo giro: reclamos por el no pago de matrícula, la
ampliación de vacantes en el examen de admisión, la clausura de la
academia pre-universitaria de la universidad31, o la mejora del servicio en el
30
Resultados de las elecciones del 16 de mayo de 2001. Fuente: Comité Electoral de la UNMSM. Lima, 19
de mayo de 2001.
31
No por casualidad, uno de los dirigentes más empeñados en que la Pre-San Marcos dejará de funcionar
-“porque atentaba contra la economía de los jóvenes populares”- administraba algunas academias pre-
universitarias de carácter “privado”.
25

comedor. El viejo paradigma del radicalismo economicista renace,


canalizando el malestar cotidiano con un discurso cortoplacista (propio de
grupos como FER, JS o IE), a los que se suman agrupaciones nuevas como
Sanmarquinos Unidos, con un discurso proclive a justificar posiciones
violentistas:

“Yo he analizado toda esa cuestión desde que ingresé a la


universidad y no trato de buscar culpables (...) el culpable es el
sistema capitalista, la raíz del problema del choque entre el
Estado y el pueblo en armas (...) En el Perú existe la vieja
política, la politiquería de querer mediante elecciones acceder
al poder (...) Esto influyó para que ciertos grupos se separaran
y algunos se hicieran radicales, como Sendero y el MRTA.”
(Estudiante de la facultad de Letras - Integrante de
Sanmarquinos Unidos).

Igualmente otras agrupaciones como la Juventud Comunista de Patria


Roja intenta hacer más visible su trabajo universitario:

“¡Despierta!
Al igual que tú, compartimos la necesidad de una profunda
transformación en nuestro país la misma que pasa por
construir una patria soberana, libre de ataduras políticas y
económicas impuestas por el imperialismo. Nos encontramos
en medio del libre mercado, cada vez es más difícil la situación
de las grandes mayorías, crece la tasa de desempleo y la
pobreza. La única salida es el socialismo de José Carlos
Mariátegui. Para hacer realidad este sueño construyamos la
Nueva República y organicémonos. Esta es nuestra
oportunidad, todos estamos convocados a unirnos a la
vanguardia juvenil.
Estaremos contigo en la universidad, en el cole, en tu barrio,
en tu provincia…. Juntos venceremos!!!
Somos la Juventud Comunista del Perú
¡Alegres y rebeldes por el Socialismo!
Patria Roja” (volante de la JC del P- Patria Roja, junio 2003).

Tras una prolongada ausencia en la movilización social, los grupos


sanmarquinos realizan una escueta marcha de protesta contra la guerra en
Irak, que no logró convocar ni siquiera a un centenar de estudiantes. Como
hecho relevante, durante dicha marcha se manifestó un grupo de activistas
gays y lesbianas de San Marcos. Aunque no hubo manifestaciones opuestas
a su presencia, estas nuevas sensibilidades aparecieron formando parte de
conflictivos procesos de cambio. En junio del 2003, como parte de las
celebraciones del orgullo gay32 (también denominado GLBT o LGBTT), el arco
iris de la diversidad sexual aparece confrontando estéticamente una enorme
pizarra roja del FER-Antifascista, colocada a la entrada de la facultad de
Ciencias Sociales. En aquella pizarra un estudiante, al mejor estilo del rígido
realismo socialista, enarbolaba un libro rojo (como los Guardias de la

32
En junio del 2003, el Núcleo de Diversidad Sexual (Raíz), celebra con un acto público el día del orgullo
gay o GLBT en la Facultad de Sociales de San Marcos.
26

Revolución Cultural China) donde se podía leer: “1958-2003: cuarenta y


cinco años de lucha por un mundo nuevo”. La intolerancia se manifestó en
particular en la actitud de un antiguo docente, controvertido por promover
en sus clases un discurso justificador de las acciones de SL, que pretendió
arrancar los murales y poemas colocados en la facultad (alusivos a la
diversidad sexual), indicando que promovían el libertinaje en los alumnos.
El purismo conservador de este profesor trataba de controlar
simbólicamente los cuerpos, la sexualidad y la afectividad de “sus”
estudiantes. Al respecto es elocuente lo que dicen algunos volantes:

“Hay política hasta en el amor. La forma de buscar a la persona


idónea para satisfacer necesidades espirituales-corporales, la
forma de enamorar (técnicas que cada uno aprende y usa) es
una cuestión política.
Pensar en una mujer ideal en función del físico o intelecto nos
sirven como guía para encontrar y escoger una pareja. En este
campo las mujeres son más políticas, ya que muchas de ellas
(en forma subliminal) imponen sus reglas de juego y voluntad
al varón que les agrada” (Algo sobre la actividad política,
volante del FER, 28 de febrero de 2003).

“… Pero en filosofía como en psicología, en anatomía como en


política, a los oporto-confucionista les interesa confundir los
términos del deslinde posiciones. Ellos procuran siempre la
confusión de los contrarios… Si uds. miran bien notarán que
muchos de los oportunistas toman partido por la indefinición
homosexual. Como hemos demostrado, todo esto no es casual,
es propio de su naturaleza, de su concepción. Confucionismo
que, en la práctica, no debe dejarse ‘al margen’, pero que,
teórica y principistamente hay que deslindar y ubicar en su
lugar. Tal es la posición partidaria (económica, social, política e
ideológica) de todos los oportunistas… (pues ellos) ¡Y esto es lo
que enseñan en la universidad! Hablan en nombre de una clase
social… (pues) se comportan social y políticamente como
exponentes de una clase social en decadencia: la de la
pequeña burguesía arribista… esa es su naturaleza de clase –
de posición – de partido” (“Muchas gracias Germanistas”.
Volante del grupo Estudiantes de Base, 8 de agosto 2001.
Cursivas en el original).

A fines de mayo del 2003, la huelga del sindicato magisterial (SUTEP)


inauguraba un nuevo ciclo de movilizaciones, cada vez más violentas. En
medio de una dramática reducción de la aprobación presidencial (cercana al
11%), el gobierno declaró el Estado de Emergencia, generando un rechazo
que fue duramente reprimido, culminando con la muerte de un universitario
en Puno. En medio de esta crisis, los grupos sanmarquinos tuvieron serios
problemas en conectarse con la protesta ciudadana. Las calles ya no
parecían ser el escenario privilegiado por las y los estudiantes, que habían
perdido significativamente la vitalidad expresada a fines de la década
pasada. Por ejemplo, una movilización en solidaridad con los estudiantes
puneños convocada el 4 de junio por Juventud Popular, sólo logró convocar
27

a veinte estudiantes. El hecho resultó aún más grave dada la cobertura que
dieron los medios de comunicación a la protesta. El impulso mediático que
un día levantó al movimiento estudiantil, ahora desnudaba su grado de
aislamiento y marginalidad.

Con el cambio de sensibilidades y la diversificación de intereses


estudiantiles, se reafirma una vieja izquierda testimonial, sin capacidad de
percibir los procesos de cambio que se producen a su alrededor. Grupos
como FER, Integración Estudiantil y Sanmarquinos Unidos actualmente
promueven conferencias que combinan la vigencia del marxismo como
ciencia, con las variantes más dogmáticas del materialismo histórico y la
dialéctica de la naturaleza. 33 Murales y pizarras tratan de recrear el clima
estético e ideológico de los setentas, con iconografía incluida. Estos
estudiantes, en su regresión por el túnel del tiempo, juzgan duramente a
quienes no comulgan con sus ideas, tildándolos de víctimas de la alienación
y la indiferencia:

“En la universidad vemos el desplazamiento que ha habido,


gente que antes ingresaba a la San Martín o la Católica, por la
misma situación económica que existe, ahora entran a San
Marcos. Es gente que está acostumbrada, por la formación que
tienen incluso, (a no involucrarse) en el contexto social que los
rodea (...) No encuentran en la política una forma de resolver
sus problemas, y prefieren el idealismo que la sociedad de
consumo les vende” (Estudiante de Derecho- militante de
Integración Estudiantil)

“Cuando ingreso a San Marcos me choca. De repente hay gente


de clase media o quizás de clase baja. Lo que sucede es que
han nacido en Lima y se han amoldado a una cultura alienada,
una cultura de rock, de música moderna y de no valorar lo
propio (...) Se comportan como si fueran criollos, entonces eso
choca. A mí no me cabía por la cabeza ser amigo de esa gente”
(Estudiante de CCSS integrante de Sanmarquinos Unidos)

Al parecer resurge una corriente política que centra sus demandas en


las reindivicaciones inmediatas, con un discurso ideologizado y aislado del
contexto político nacional, así como de los sentidos comunes del
estudiantado. Esta corriente está directamente asociada con una suerte de
“memoria compartida”, donde se conjugan la influencia de familiares
vinculados a antiguas militancia de izquierda, y la búsqueda de certezas
frente a una educación superior cada día más devaluada. Jóvenes que, en
muchos casos, construyeron una imagen idealizada del movimiento
universitario de los setenta y ochenta, hallando un desfase entre sus
expectativas y la precaria realidad universitaria:

33
Por ejemplo, uno de estos grupos organizó una Escuela de Formación Política. En su volante de
propaganda puede leerse el siguiente temario: “1. El materialismo dialéctico. Principios, leyes y categorías
de la dialéctica materialista. 2. La contradicción: ley fundamental de la dialéctica materialista. 3. La
concepción materialista de la historia. 4. Capitalismo e Imperialismo. 5. Fundamentos del socialismo. 6.
Visión histórica de la izquierda: balance y situación actual. El volante termina con la siguiente cita: ‘El
deber de la inteligencia es un deber revolucionario’ José Carlos Mariátegui, junio 2003.
28

“Yo también como vivía por aquí veía las huelgas que había (...)
yo esperaba más de la universidad, pero encontré una
universidad bastante pasiva por parte de estudiantes y
profesores (...) Digamos que yo entré y me topé con una
realidad que no esperaba encontrar.” (Estudiante de Derecho -
Militante de Integración Estudiantil)

“Pensé encontrar en San Marcos, de lo que te hablan afuera, la


mejor universidad del país. Pensé encontrar profesores que te
dieran cátedra libre (...) que te hablaran de política, de que
relacionen todas estas cosas. Por el contrario, encontré
profesores mediocres y eso me causó un pesimismo, optando
por alejarme de las aulas” (Estudiante de CSS, integrante de
Sanmarquinos Unidos)

Para esta corriente de radicalismo, la ciencia de Procusto se impone:


si la teoría no se adapta a la realidad, entonces hay que adaptar la realidad
a la teoría. Parece que el desgaste de las formas de hacer política ensayadas
durante el período de movilización ciudadana, permite que se invente un
pasado glorioso: un culto a los setenta; que se alimenta de relatos
transmitidos en el entorno familiar, pero también del discurso construido
por antiguos militantes de la izquierda radical, que hoy retornan a las aulas
y pasillos de San Marcos, dictando conferencias sobre la supremacía del
materialismo sobre el idealismo, y condenando cualquier postura crítica que
se muestre heterodoxa, legalista o contaminada por el mercado y la
posmodernidad:

“El sistema nos ha tratado de meter basura en nuestras


cabezas, como esa teoría llamada postmodernismo.
Lastimosamente, este mensaje ha calado en gran parte de la
juventud, y esto nos ha llevado a la fragmentación (...) Pero la
historia sigue avanzando, y las contradicciones se están
agudizando (...) Por eso, hace falta una reactualización de la
teoría marxista, frente a esa izquierda tradicional que esta más
pensando en recoger firmas, en el próximo proceso electoral y
en hacerse legal. Pero, compañeros, la lucha ya los rebasó...
Estas luchas nos advierten de la necesidad de una dirección
política, pero hoy más que nunca las luchas nos enseñan que
las vanguardias están atrasadas respecto a las luchas
actuales… Ser socialista es un vivencia totalizante… es algo
sacrificado, duro, riesgoso, pero debes poner un granito de
arena para la revolución. Es un proyecto de militancia para
toda la vida, un compromiso con el pueblo” (Palabras de un
expositor durante un evento organizado por Integración
Estudiantil, 26 de junio 2002.)

La trayectoria política de los ponentes invitados a estas charlas se


ubica en el denominado “infantilismo de izquierda”, caracterizado por culpar
del fracaso de la izquierda a la represión del Estado burgués y al
electorerismo de la izquierda legal. No hay en sus incisivos discursos ni
siquiera una línea de crítica a Sendero Luminoso, o alguna alusión a la
29

responsabilidad que tuvieron las organizaciones subversivas en la


desarticulación del movimiento popular. Mucho menos existe una autocrítica
de sus propias responsabilidades en la reproducción de un discurso
violentista.

****

Finalmente, en las elecciones universitarias del presente año, un


conjunto de sectores estudiantiles con sensibilidades radicales comunes
lograron articularse en la lista Conciencia Sanmarquina ganando
representación en el Consejo Universitario y en la mayoría de tercios
estudiantiles de la universidad.34 Este ha sido la victoria más significativa
(aunque porcentualmente baja35) de los grupos radicalizados desde la época
posterior a la intervención. El triunfo de estos grupos abre paso a la
consolidación de un discurso radical en el imaginario, si bien de un pequeño
sector del estudiantado, pero muy organizados y activos políticamente. 36
Preguntado por un diario local sobre esta especial coyuntura, el actual
rector Manuel Burga, muestra su preocupación:
“Lo que este sector busca en el corto y mediano plazo es la
asfixia de la universidad, y probablemente una situación de
desgobierno. No creo que Sendero esté organizado en San
Marcos. Pero actitudes intransigentes que lindan con esa
tradición política parecerían resurgir dentro del campus.
¿Si no se controla lo que usted llama actitud intransigente, se
creará el espacio para que Sendero vuelva a San Marcos?
Creo que si no se busca soluciones, si el Estado no legitima a
las autoridades y atiende las demandas, las dirigencias políticas
van a crear condiciones para el resurgimiento de la
intransigencia, de la intolerancia y de las fuerzas destructivas
dentro de la universidad como lo fue Sendero en los 80”. 37
El retorno del populismo radical en la política universitaria parece
remitirnos a un túnel sin salida, como si una fatalidad histórica se cirniera
sobre el destino del movimiento estudiantil. Irónicamente, Marx señalaba
que los “grandes hechos” de la historia suelen aparecer dos veces: una
como tragedia y la otra como farsa. ¿Retorna el paradigma populista radical
de otras épocas a un escenario que no le corresponde, a representar una
farsa, si es que acaso ya no lo ha sido antes? ¿busca este radicalismo
“encuentros radicales con la sociedad”?38

Bibliografía

34
Esta lista está conformado por integrantes del FER-Antifacista, Integración Estudiantil, Sanmarquinos
Unidos y Juventud Popular, este último grupo con una presencia bastante disminuida.
35
Las listas estudiantiles que ganan las elecciones lo hacen con 17%. Hay un 42% de votos de indiferencia,
entre blancos y nulos.
36
En el último año, varios artículos periodísticos han denunciado el surgimiento de supuestos grupos
violentistas en San Marcos, algunos con títulos como: “San Marcos, detrás del Che se oculta Mao” (La
República, agosto 2002).
37
“Rector Manuel Burga: ‘Grupos radicales buscan desgobierno en San Marcos’”, La República, 30 de julio
de 2003.
38
Dirlik (1989) citado en Rénique (2003).
30

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