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A propósito de
la experiencia en la aplicación del artículo 204 del
Código Procesal Civil
la oralidad no implica simplemente la preponderancia de las actuaciones orales sobre las
escritas, sino una serie de aspectos más para que rinda sus frutos. Así pues, pensar en la
implementación de un sistema oral solo puede tener su justificación en el mayor
reconocimiento del derecho a una tutela jurisdiccional efectiva. De ahí, la vinculación
indispensable de la oralidad con los principios de inmediación, concentración, sencillez,
celeridad y publicidad. La relación de estos además resulta bastante singular, pues es de
dependencia mutua. Es decir, la oralidad permite la aplicación de tales principios, y, a su vez,
requiere de la consagración y respeto de estos para cumplir el objetivo de su implementación
(una mejor administración de justicia).
1. Introducción
En el ámbito del proceso civil, ciertos usos y costumbres que se han venido dando en los más
de veinte años de vigencia del Código Procesal Civil, pese a ser aceptados mayoritariamente,
han sido restringidos o hasta eliminados, dejando de lado la oralidad. Como lo acontecido con
las modificaciones normativas que han sido impulsadas sin tomarse en cuenta el desarrollo de
la ciencia procesal, a saber, las reformas materializadas el año 2008 por el Decreto Legislativo
1070[2] y el de la casación, para retornarse a un sistema escriturado desfasado; dado que
anteriormente la norma procesal, impulsaba el principio de inmediación[3], el cual privilegiaba
la oralidad sin descartar la escritura, dado que en él el juzgador toma contacto directo con la
prueba para determinar la certeza de los hechos o presunciones expuestas por las partes,
desarrollándose una secuencia ordenada de audiencias.
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Pero con la emisión de la norma antes referida[4], se le cercenó al juez la facultad de lograr la
pacificación de los conflictos sociales de su conocimiento mediante la conciliación, así también,
se redujeron las audiencias en el proceso en sus distintas etapas, desnaturalizándose con ello
su oralidad.
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Aunque muy difícilmente podría afirmarse ello, porque en realidad, se ha venido actuando,
estructuralmente –formal y sustantivamente– como un proceso escrito, ya que en el momento
de la audiencia los participantes no interactuaban, teniendo la audiencia solo el carácter de
una etapa más por cumplir para continuarse con su desarrollo, y resultaba inútil[6],
reduciéndose al acta, que, a su conclusión, se debía firmar para convertirse en un papel más
para el expediente. En realidad el proceso, ha sido escrito, no por la ley, sino por la forma
como ha sido conducido el proceso y, en particular, las audiencias[7].
Sin embargo, con la vigencia de la Ley 30293, publicada el 28 de diciembre del 2014, se ha
producido un cambio sustancial en el panorama antes descrito, en el desarrollo de la audiencia
de pruebas[8]. Se ha implementado la aplicación de la oralidad, dejándose de lado la
escrituralidad en el proceso, como uno de los medios de comunicación en su interior,
mediante el cual se opta por la palabra hablada, en contraposición con la palabra escrita.
Debe indicarse en dicho sentido, que es el argumento más emblemático en esta importante
reforma legislativa aplicada al proceso civil. Como lo recuerda Cappelletti, desde fines del siglo
XIX y durante el siglo XX, los distintos ordenamientos procesales europeos continentales
giraron de la escritura a la oralidad. El gran cambio de ese entonces significó abandonar el
viejo sistema de la escritura del denominado proceso común para acogerse el principio de la
oralidad[9].
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En dicho sentido, un sistema procesal establece garantías para el desarrollo del proceso, como
la tutela jurisdiccional efectiva, que constituye la base principal de la teoría general del
proceso, que implica el respeto a una serie de principios e instituciones para poderse afirmar
que ordenamiento lo consagra, siendo un derecho de contenido complejo, en la medida que
está conformado por una serie de derechos que determinan su contenido. Esta serie de
derechos sería: derecho al acceso de órganos jurisdiccionales, derecho a un proceso con
garantías mínimas, derecho a una resolución fundada en derecho y derecho a la efectividad de
las resoluciones judiciales[13].
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Parece un criterio mayoritario que los actos introductorios del proceso, vertidos en forma
escrita, no hacen ineficiente el proceso y, por el contrario, su presencia física en el expediente
da una cierta garantía de seguridad, en tanto que en relación a la actuación de pruebas estas
deben ser actos procesales orales dentro del proceso[18].
Existe en dicho sentido posiciones contrarias de oralizar los actos postulatorios, porque así, la
demanda y la contestación, en muchos aspectos, perderían su esencia al oralizarse. En primer
lugar, el expositor perdería el espacio de tiempo, tranquilidad y meditación, que antes poseía
para plasmar sus ideas de la mejor forma, lo cual podría de alguna manera perjudicar la
elaboración correcta de su postulado. En efecto, es indudable que toda persona que trabaja
mejor sus ideas en la tranquilidad de su oficina, estudio o casa, pudiendo hacer o deshacer y
hasta corregir; hecho que no sucedería si estuviera en la presión de un juzgado. Además
cuando se usa la tecnología de la videocámara para que su exposición fuera perenne a los ojos
del juzgador, es bastante frecuente darle a la palabra el sentido intrínsecamente diferente al
que posee, produciendo la alteración real del sentido de la palabra, hecho que no sucede con
la escritura, que igual posee ese carácter perentorio y demás meditador de su autor[19].
Posición esta última, que fue la adoptada en la modificación que sufrió el artículo 204 del
Código Procesal Civil[20], la cual consideró únicamente la aplicación de la oralidad en la
actuación de pruebas[21], que se considera que es lo más acertado, estando a la naturaleza
propia del proceso civil[22] y al permitir un contacto más directo del juzgador con el medio
probatorio, generando una interdependencia entre ambos, dado que como afirma Palomo
Vélez, que: “el saber combinar la oralidad del procedimiento y la inmediación judicial efectiva
producirá claras ventajas en las posibilidades de mayor acercamiento al descubrimiento de la
relación jurídico-material envuelta en el proceso, permitiendo al juez formular preguntas y
solicitar explicaciones y aclaraciones, poder apreciar directamente los signos externos de las
partes, testigos y peritos, todo en orden de la obtención de la plenitud material de hecho en el
proceso y para asegurar la obligación de veracidad de los intervinientes” [23]
Ello permite un proceso más sencillo, expeditivo y con la obtención de un pronunciamiento
efectivo en el menor tiempo posible. Encontrándose este proceso oral, estructurado, de tal
manera que en la audiencia de pruebas se agote en la mayor medida posible la actuación
procesal, y con la publicidad de las actuaciones procesales, se permite también ejercer control
sobre las actuaciones realizadas durante su desarrollo.
Dado que el juez va a tener un rol más activo y ya no se limitará a leer el interrogatorio
plasmado por escrito por una de las partes procesales en los actos postulatorios, sino que este
deberá haber estudiado previamente el proceso sobre el cual va a desarrollar la audiencia,
para efectos de evitar incurrir en errores durante su desarrollo y, al estar en contacto con las
partes, podrá recibir datos relevantes y de la impresión recibida en la actuación de la prueba,
podrá formular las preguntas que estime pertinentes, que le podrán ser de suma utilidad para
formarse su futura convicción en la decisión que adopte finalmente; dado que estos van a
quedar registrados y pueden ser objetos de controles posteriores por parte de los organismos
de control disciplinario.
Debe referirse que actualmente el proceso civil conforme a lo regulado por el artículo 468 del
Código Procesal Civil, establece que emitido el auto de saneamiento probatorio –esto después
de tres días de transcurrido el plazo concedido a las partes para que propongan los puntos
controvertidos por escrito–, el juez procede a fijarlos y realizará el saneamiento probatorio,
etapa que funciona como un filtro, pues en ella, se determina qué medios de prueba serán
admitidos para su actuación y cuáles serán rechazados. Solo si los medios de prueba admitidos
requieren actuación, en ese mismo auto el juez señalará fecha para la realización de la
audiencia de pruebas, en caso contrario, procederá al juzgamiento anticipado, sin perjuicio
que las partes puedan solicitar la realización de informe oral.
Para la admisión de los medios probatorios, el juez tendrá en cuenta ciertos criterios como la
legalidad, la licitud, la pertinencia, la utilidad y la necesidad de la prueba. Además, debe
explicitar su juicio negativo, es decir, debe motivar en forma razonable su decisión de no
admitir el medio de prueba, de lo contrario se estaría afectando o limitando las posibilidades
esenciales de defensa.
Se redacta el acta de audiencia por el secretario judicial, en el supuesto de que no sea posible
su grabación, la cual debe ser suscrita por el juez, el auxiliar jurisdiccional y todos los
intervinientes, y si alguien se negara a firmar, se dejará constancia de ello.
Los peritos y la inspección judicial (esta puede realizarse en una audiencia especial)
Los testigos.
Como se ha señalado el artículo 204 del Código Procesal Civil vigente, establece que la
audiencia de pruebas debe ser registrada en audio o vídeo y la excepción es que en el
supuesto de que no sea posible su grabación, se continúe levantando el acta con las
descripción de las incidencias desarrolladas durante la audiencia, sin embargo, dicha excepción
viene siendo la regla que se viene aplicando en los diversos órganos jurisdiccionales a nivel
nacional.
Sin embargo, pese a dichos inconvenientes de tener que esperar que exista voluntad de querer
aplicar estos cambios normativos en la jurisdicción civil, que se encuentran vigentes desde el
10 de febrero del 2015, que implicaría un desembolso de recursos económicos adicionales; y
para lo cual se tendría que esperar algunos años más en el mejor de los casos, frente a esta
inactividad en su implementación, tuve la iniciativa de realizar la primera audiencia civil de
pruebas a nivel nacional registrada en audio[24], sin que para su desarrollo se requieran de
recursos adicionales del Poder Judicial, sino solamente empleándose la infraestructura ya
existente.
Para ello se utilizó la Sala de audiencia del nuevo Código Procesal Penal, específicamente, la
Sala de Apelaciones del nuevo Código Procesal Penal de la Corte Superior de Justicia de
Ayacucho ubicada en su sede central, la cual nos brindó las facilidades técnicas para dicha
finalidad, pero tuvo que haber una coordinación previa con el administrador del módulo penal,
para que nos agenciara la fecha en la cual se encontraría desocupado una de las salas de
audiencias, sin diligencias programadas por parte de los órganos jurisdiccionales en materia
penal[25], y nos permitieran registrar dicha audiencia en audio y posteriormente pudiera ser
dicho audio ingresado en el Sistema Integrado Judicial (SIJ), para que pudiera estar al alcance
de las partes del proceso, siguiendo las reglas de las transparencia y de acceso al contenido de
las decisiones jurisdiccionales[26].
Debe resaltarse que el empleo de la grabación por audio de dicha audiencia de pruebas,
permitió que culminara inmediatamente concluida esta, esto es, ya no hubo que esperar
tiempo adicional alguno para que se redactará el acta de audiencia en la cual se detallaran las
incidencias desarrolladas, tales como las preguntas y respuestas de los testigos o se efectuaran
correcciones posteriores por los intervinientes.
Esta experiencia puede ser replicada a nivel nacional, empleándose para ello las salas de
audiencias existentes en las diversas Cortes Superiores, destinadas para el nuevo modelo
procesal penal y para la nueva Ley Procesal del Trabajo, principalmente en el caso de esta
última porque va a permitir registrar en audio y vídeo el desarrollo de la audiencia de pruebas,
sin generar gasto adicional alguno al Poder Judicial[31] y de esa manera aplicar el artículo 204
vigente del Código Procesal Civil.
Sin embargo, para ello, debe existir una cooperación y un apoyo real por parte de las
Presidencias de las Cortes Superiores y de los administradores de los Módulos ya sea Penal o
Laboral, para materializarse estas audiencias civiles oralizadas; y también por parte de las
instancias superiores que conozcan en grado de apelación las decisiones que se emitan en
primera instancia en el proceso, de poder emplear únicamente el soporte magnético que se
encuentra incorporado al expediente, para que la sentencia que se expida indique únicamente
el minuto y segundo importante del audio o video en que se ha actuado la prueba y así evitar
la transcripción de toda la audiencia registrada magnéticamente, retornando nuevamente a la
costumbre de la escrituralidad, que no hace que nuestro proceso civil pueda modernizarse.
6. Conclusiones
En el proceso civil peruano, ciertos usos y costumbres que se han ido dando desde la vigencia
del Código Procesal Civil, que pese a ser aceptadas mayoritariamente, han ido dejando de lado
la oralidad, como lo acontecido con las modificaciones normativas impulsadas sin tomarse en
cuenta el desarrollo de la ciencia procesal como las materializadas el año 2008 por el Decreto
Legislativo 1070 y el de la casación, para retornar a un sistema escriturado, que dejaba de lado
el principio de inmediación y que redujo las audiencias en el proceso, desnaturalizando con
ello la oralidad, realizándose solamente la actuación probatoria a plenitud en el proceso
sumarísimo, dado que se expide en los demás procesos civiles el auto de fijación de puntos
controvertidos y saneamiento probatorio, que no ha generado la celeridad esperada en la
tramitación de los procesos.
Con la vigencia de la Ley 30293 publicada el 28 de diciembre del 2014, se ha producido un
cambio sustancial, en el desarrollo de la audiencia de pruebas, como es la implementación de
la aplicación de la oralidad, dejando de lado la escrituralidad en el proceso, como uno de los
medios de comunicación en su interior, mediante el cual se opta por la palabra hablada, en
contraposición con la palabra escrita.
Existiendo un criterio mayoritario de que los actos introductorios del proceso, vertidos en
forma escrita, no lo hacen ineficiente y, por el contrario, su presencia física en el expediente da
una cierta garantía de seguridad; en tanto que en relación con la actuación de pruebas deben
ser actos procesales orales dentro del proceso, dado de que de no ser así, muchos aspectos
perderían su esencia al oralizarse, siendo esta posición al parecer recogida en la
modificaciones que sufrió el artículo 204 del Código Procesal Civil, la cual consideró
únicamente la aplicación de la oralidad en la actuación de pruebas, que se considera lo más
acertado, estando a la naturaleza propia del proceso civil y al permitir un contacto más directo
del juzgador con el medio probatorio, generándose una interdependencia entre ambos.
Pese a que el vigente artículo 204 del Código Procesal Civil, establece que la audiencia de
pruebas debe ser registrada en audio o vídeo y la excepción es que en el supuesto de que no
sea posible su grabación, aún se continúa levantando acta con las descripción de las
incidencias desarrolladas durante la audiencia, sin embargo, dicha excepción viene siendo la
regla que se viene aplicando en los diversos órganos jurisdiccionales a nivel nacional, entre
otros aspectos por la falta de presupuesto que permita que los despachos de la especialidad
civil, puedan ser modernizados, para poder registrarse las audiencias de pruebas en audio o
video y así también, debido a una falta de interés por parte del órgano de gobierno del Poder
Judicial, de quererse modernizar la justicia civil como se ha venido realizando en otras
especialidades.
7. Referencias bibliográficas
ARIANA DEHO, Eugenia. ”En los abismos de la “cultura” del proceso autoritario”, en: Revista
Crítica de Derecho Privado. Vol. 1, Lima: Grijley 2007.
CALDERON BELTRAN, Javier E. “La oralidad en el proceso civil: El legado del ilustre profesor
Chiovenda”, en Escribiendo Derecho. Disponible aquí.
CHIOVENDA, José . Principios del Derecho Procesal Civil. Tomo II. Traducción de José Casáis y
Santaló. Madrid: Editorial Reus S.A 1925.
MORALES GODO, Juan. “La oralidad en el Código Procesal Civil peruano”, en Revista de la
Maestría en Derecho Procesal, Año 3, N° 3, 2009. Disponible aquí.
PALOMO VÉLEZ, Diego. “Proceso Civil Oral: ¿qué modelo de juez requiere?. Una lectura desde
los desafíos de la modernización de la justicia chilena”, en: Cathedra, N° 12, Revista de los
estudiantes de derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima: Editora
Jurídica Grijley 2006.
PRIORI POSADA, Giovanni. “La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas
materiales: Hacia una necesaria reivindicación de los fines del proceso”. En Ius Veritas, N° 26:
Lima: Pontificia Universidad Católica del 2003.
VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Comentarios a la Nueva Ley Procesal
del Trabajo. Análisis normativo. Lima: Gaceta Jurídica 2010, 28 p.
[1] Que si bien reconoce las reglas del derecho procesal civil a partir de su aplicación supletoria
de las mismas, sin embargo, las reglas en juego y el derecho material en discusión (relativo los
reclamos y cuestionamientos derivados de la relación laboral), han llevado a justificar la
existencia de este proceso especial, sometido a los principios e instituciones de la teoría
general del proceso.
[3] Debe referirse que este principio comprende un aspecto subjetivo, que se refiere a que
Juez deberá tener mayor contacto con los sujetos del proceso (partes procesales y terceros); y
un aspecto objetivo, que consiste en el contacto directo del Juez con los objetos del proceso
(documentos; lugares; etc). Buscándose el contacto directo o inmediato del Juez con estos
elementos, ya que al participar de esta manera en la realización de todos los actos procesales
el juzgado adquiere mayores elementos de convicción.
[4] Esto mediante el Decreto Legislativo N° 1070, el cual tuvo como sustento la necesidad de
modernizar el marco normativo de la conciliación extrajudicial.
[5] Conforme a lo regulado por el artículo 468° del Código Procesal Civil
[6] En una observación respecto al proceso civil vigente, se ha señalado: “..En el Perú, ambas
partes están sujetas a un rigidísimo sistema de preclusiones de alegaciones de pruebas, que es
lo mismo que decir que no es que tengamos un proceso civil enderezado a emitir sentencias
“justas”, en cuanto lo que ha sido deducido de la demanda o en la contestación (repito,
escritas) no podrá ser nunca más ser introducido al proceso, menos que nunca en las
“cordialismas” y “oralismas” (y, por lo general, inutilísimas…) audiencias previstas en nuevo y
tan celebrado código”. ARIANA DEHO, Eugenia. ”En los abismos de la “cultura” del proceso
autoritario”, en: Revista Crítica de Derecho Privado. Vol. 1, Lima: Grijley 2007. 360 p.
[7] VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Comentarios a la Nueva Ley
Procesal del Trabajo. Análisis normativo. Lima: Gaceta Jurídica 2010. 28 p.
[8] Teniéndose que con la vigencia del Decreto Legislativo N° 1070, se prescindieron del
desarrollo de las diversas audiencias contempladas en el proceso civil, para desarrollarse la
admisión y actuación probatoria dentro de una resolución (auto) de fijación de puntos
controvertidos y saneamiento probatorio conforme a lo prescrito por el artículo 468° del
Código Procesal Civil; dejándose limitado el desarrollo de la audiencia de pruebas solo para
cuando existan medios probatorios susceptibles de actuación en dicha audiencia, tales como
para: la inspección judicial, prueba pericial, para que los peritos resuman sus conclusiones y
respondan a las observaciones hechas por las partes a sus informes escritos, declaraciones
testimoniales, el reconocimiento y la exhibición de documentos y la declaración las partes
procesales.
[9] CAPPELLETTI, Mauro. El proceso civil en el derecho comparado. Las grandes tendencias
evolutivas. Lima: ARA Editores 2006. 62 p.
[11] Siendo estos los auxilios establecidos por la ley o asumidos por el juez para lograr la
finalidad de los medios probatorios; los cuales sirven para corroborar, complementar o
sustituir el valor o alcance de los mismos.
[12] COUTURE, Eduardo J. Estudios de Derecho Procesal Civil. La Constitución y el proceso civil.
Tomo I, Buenos Aires: Ediciones de Palma 1979. 86 p.
[13] Véase, al respecto PRIORI POSADA, Giovanni. “La efectiva tutela jurisdiccional de las
situaciones jurídicas materiales: Hacia una necesaria reivindicación de los fines del proceso”.
En Ius Veritas, N° 26: Lima: Pontificia Universidad Católica del 2003. 283-284 p.
[15] Véase, al respecto la sentencia C-228 de la Corte Constitucional Colombiana citada por
GUAYACAN ORTIZ, Juan Carlos. “Las implicancias de la oralidad algunas de las garantías
constitucionales en el proceso civil”, en PRIORI POSADA, Giovanni F (coord.), Proceso y
Constitución. Actas del II Seminario Internacional de Derecho Procesal Proceso y Constitución
llevado a cabo en la Pontificia Universidad Católica del Perú entre el 10 y 13 de mayo del 2011.
Lima: ARA Editores E.I.R.L. 218 p.
[16] Véase, como sostiene PAREDES PALACIOS, Paúl. “La oralidad en el nuevo procesal laboral
peruano”. Proceso y Constitución. Actas del II Seminario Internacional de Derecho Procesal
Proceso y Constitución llevado a cabo en la Pontificia Universidad Católica del Perú entre el 10
y 13 de mayo del 2011. Lima: ARA Editores E.I.R.L. 259 p.
[17] Véase al respecto, como refiere PASCO COSMÓPOLIS, Mario, citado por VIDAL SALAZAR,
Michael. “Oralidad y garantías constitucionales en el proceso laboral”. en PRIORI POSADA,
Giovanni F (coord.), Proceso y Constitución. Actas del II Seminario Internacional de Derecho
Procesal Proceso y Constitución llevado a cabo en la Pontificia Universidad Católica del Perú
entre el 10 y 13 de mayo del 2011. Lima: ARA Editores E.I.R.L. 284 p.
[18] GUAYACAN ORTIZ, Juan Carlos. Proceso y Constitución. Ob. Cit. 221 p.
[19] Véase, al respecto, como sostiene la Profesora ARIANO DEHO, Eugenia, citada aquí.
[22] Que mantiene un sistema mixto, en el cual predomina la escritura en los actos
postulatorios, en los medios impugnatorios y los medios de defensa, dado que estos actos para
ser más eficaces requieren de cierta meditación, tranquilidad y tiempo que debe otorgarse a
las partes procesales, para plantear de manera su defensa en el proceso.
[23] PALOMO VÉLEZ, Diego. “Proceso Civil Oral: ¿qué modelo de juez requiere?. Una lectura
desde los desafíos de la modernización de la justicia chilena”, en: Cathedra, N° 12, Revista de
los estudiantes de derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima: Editora
Jurídica Grijley 2006. 38 p.
[24] Porque no se contaba con los equipos necesarios para ser registrada en audio y video en
la Corte Superior de Justicia de Ayacucho donde laboro actualmente.
[25] A quienes les corresponde el empleo de dichas Salas de Audiencias con la coordinación
que realizan para su empleo cada uno de los diversos Juzgados Penales, con el administrador
del Módulo Penal para que existan no exista cruce en los horarios de desarrollo de las
audiencias entre las diversas judicaturas de esa especialidad.
[26] Que actualmente ha sido establecido como política pública por el Poder Ejecutivo en el
Decreto Legislativo N° 1342 publicado el 07 de enero del 2017, exigiéndose en el mismo a las
entidades que conforman el sistema de justicia, la publicidad de las resoluciones judiciales con
la finalidad de facilitar a la ciudadanía el acceso en forma sencilla a todas y cada una de las
decisiones jurisdiccionales de los jueces o tribunales a nivel nacional.
[27] Véase.
[28] Teniéndose en cuenta la norma vigente establecida por el inciso 2) del artículo 208° del
Código Procesal Civil.
[29] Aunque considero que hubiese sido mejor poderse registrar dicha audiencia de pruebas
en audio y video, porque hubiese permitido al Superior Jerárquico (Sala Especializada Civil), al
resolver la impugnación de la sentencia emitida, que pudiera observar a través del
visualización del registro del video, lo mismo que puede los gestos y posturas al momento de
responder cada uno de los testigos las preguntas formuladas.
[30] CHIOVENDA, José. Principios del Derecho Procesal Civil. Tomo II. Traducción de José Casáis
y Santaló. Madrid: Editorial Reus S.A 1925. 137 p.