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Un best seller del pensamiento

Darío Sztajnszrajber: "El


objetivo de la filosofía es
zamarrear el sentido común"
En su último libro desarrolla once frases tradicionales del
campo de las ideas. Agotó tres ediciones.

¿Cómo? ¿La filosofía, esa díscola madre de todas las ciencias,


convertida en una estrella de los medios, en vendedora de miles de
libros? Seguramente, Friedrich Nietzsche hubiera manifestado su
rechazo frente a esa inexplicable avidez del vulgo, o Sócrates su
asombro ante esa inesperada masividad, acostumbrado a auditorios de
unos pocos discípulos. Pero lo cierto es que Darío Sztajnszrajber logró
algo que parecía impensable: un libro de filosofía devenido en best
seller, con tres ediciones agotadas en apenas quince días. Se trata de
“Filosofía en 11 frases” (Paidós), en el que el autor toma once frases
filosóficas trajinadas (“Solo sé que no sé nada”, “Pienso, luego
existo”, o “Dios ha muerto”, por ejemplo) para desde ese punto de
partida desplegar la reflexión, integrándolas en un relato de ficción
que tiene por eje la muerte violenta de un joven. Abordar entonces a
Aristóteles, Derrida, Marx, Nietzsche, Foucault, buscando sacar a la
filosofía de ciertos pantanos de la repetición vaciada de significación.
Y Sztajnszrajber lo hace también en otros formatos: radio, televisión y
teatro. Un filósofo multiplataforma en los tiempos de la inmediatez y
la falta de tiempo para detenerse a pensar en el sentido de la vida.
-¿Cómo se logra hacer accesibles a los grandes pensadores sin sin
banalizarlos y volverlos inocuos?

-La filosofía, de por sí, es un discurso que pelea contra la


banalización. Apostar al lenguaje filosófico, sobre todo en un mundo
como el nuestro supone una distancia crítica con los formatos de
normalización cotidianos en los que vivimos. Por otra lado, la
divulgación, como género, es una posibilidad de trabajar temáticas
tradicionales, como la filosofía, la historia, o las matemáticas, desde
un lenguaje distinto. Me gusta pensar a la divulgación más como un
idioma, como que se van traduciendo distintas formas de trabajar lo
mismo. Ya sea que hagas docencia, investigación académica o
divulgación, tenés ahí tres idiomáticas diferentes, que en el fondo
están trabajando los mismos temas con métodos y propósitos distintos.

-¿Cuáles serían las principales ideas cristalizadas que la filosofía


debería hoy ayudar a desmontar?

-Debería ser una invitación al pensamiento crítico y al


cuestionamiento radicalizado de los dispositivos o formatos que
estructuran las formas de pensar. Debería meterse no tanto con los
contenidos sino con las estructuras, pudiendo percibir cuáles son las
estructuras que hoy más influencia tienen en lo que se llama, en
filosofía, la construcción de la subjetividad, el modo en que pensamos.
Hay ahí un objetivo fundamental que puede empezar, de manera más
inmediata y evidente, en una crítica de los medios, o de las
instituciones primarias. Luego debe necesariamente ir hacia un lugar
más de fondo, como está sucediendo ahora con la filosofía de género
y la revuelta feminista. Lo que empezás a cuestionar son los lugares
comunesdesde los cuales se viene pensando la cuestión de la
identidad. Esta idea de que nada es tan fijo como parece, que nada se
presenta en estado puro en el mundo, sino que en el fondo siempre te
encontrás con la ambigüedad, con la incertidumbre, pero también con
la hibridación, es algo que ni bien uno lo visualiza en temas como la
identidad sexual, o la identidad nacional, empieza a desestructurar un
modo tradicional de pensar las cosas.
La filosofía debería ser una invitación al cuestionamiento radicalizado de los
formatos que estructuran las formas de pensar

Darío Sztajnszrajber

-¿Qué fibra social toca Filosofía en 11 frases para que una


disciplina compleja como la filosofía sea un éxito de ventas?

-Es una sorpresa lo que pasa con el libro. Lo que sí puedo decir es que
hace años vengo percibiendo, en los distintos proyectos en los que
estoy involucrado, un fenómeno de circulación importante de la
filosofía. Lo que podemos llamar, entre comillas, la moda de la
filosofía, puede estar influyendo para que un libro como el mío tenga
ahora este mayor impacto.
Nuestra tarea, de Sócrates, es cuestionar a quienes se creen los dueños de la
verdad"

Darío Sztajnszrajber

-Usted plantea que la filosofía está más cerca del arte que de la
ciencia. ¿Esto guarda relación con la propuesta de este libro de
ofrecer una amalgama entre lo ficcional y los contenidos
filosóficos?

-Lo que gana ahí la filosofía es que deja de ser un discurso abstracto,
para ofrecer esa perspectiva de la abstracción para una manera
concreta de trabajar situaciones inmediatas. La ficción me da la
posibilidad de que cada una de las frases del libro tenga una
encarnadura a partir de una historia ficcional, que me permite trabajar
no sólo el conflicto de la historia, sino los diferentes elementos que
pueden aparecer en cualquier novela. Creo que la filosofía es un
género literario, con toda la polémica que hay alrededor de eso: es un
género porque tiene su propia forma de presentarse como escritura, y
también porque hay una exigencia vocacional en la filosofía que es el
estado de sospecha permanente, con lo cual ninguna filosofía puede
partir de un lugar firme. Y menos de la idea de la verdad. O de
absoluto.

-¿Podríamos pensar a la filosofía propiamente como ficción?

-Muchos tratados filosóficos se te presentan como grandes novelas, o


grandes propuestas fantásticas, como decía Borges en el cuento “Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius”. La metafísica descripta como una rama de la
literatura fantástica en el planeta Tlön. A veces tenemos la impresión
de que esas grandes obras filosóficas tienen pretensión de verdad, que
se presentan como propuestas para explicar una supuesta estructura
elemental de la realidad, pero que podrían ser al mismo tiempo
grandes novelas de ficción, sin dejar de cumplir el mismo objetivo:
conmover. El objetivo último de la filosofía es zamarrear,
conmover, hacer la diferencia frente a la tranquilidad que siempre
ofrece, farmacológicamente, el sentido común hegemónico.

-Si la verdad es inalcanzable, ¿por qué seguimos haciéndonos


preguntas?

-Esa es la paradoja originaria de la filosofía: buscamos un saber que


sabemos que no podemos alcanzar, pero no podemos dejar de buscar
porque hay una tensión, una parte nuestra desesperada por encontrar
una verdad que, sabemos, es imposible. Pero esa imposibilidad sigue
determinando nuestras prácticas de lo posible. Se juega otra cosa ahí:
si la verdad no existe, nuestra tarea, de Sócrates en adelante, es
cuestionar a quienes se creen sus dueños. Es devolver la pelota
exactamente en el sentido inverso: sabiendo que la verdad no
existe, se vuelve ridículo o ingenuo ver un mundo plagado de
monopolios de verdades. ¿No será la filosofía, básicamente, una
disciplina cuya tarea es cuestionar permanente el usufructo de ese
saber y el aprovechamiento de la verdad como un modo de terminar
imponiendo sólo una interpretación de la misma como si fuese la
única? Lo que hace que la cuestión de la verdad sea siempre una
cuestión política. Si es así, lo político de la verdad no pasa por
cuestionar la verdad vigente para proponer otra, sino de entender
justamente este formato en que la verdad y el poder van siempre
juntos. Tal vez la filosofía resguarde la capacidad que tiene el ser
humano de cuestionar siempre el poder establecido .

Cuatro frases
La angustia

“Todo lo sólido se desvanece en el aire. Así, sin más. La angustia. Se


supone en algún lugar que tendemos a lo sólido. ¿Por qué? No sé. Si
lo sólido es un tránsito. Si en términos absolutos venimos del aire y
vamos hacia el aire. O desde antes del aire y hacia después del aire. La
angustia porque al final todo igual se desvanece. Es que, por más
angustia, igual se desvanece, se vuelve vano, vacuo, vacío. En la
palabra desvanecer no solo está el vacío sino lo vano, lo que igual no
se logra, como si el morir fuera una impotencia, algo que nos
interrumpe y nos imposibilita. ¿Pero quién dijo que la vida tiende a lo
sólido y no a su perpetuo desvanecimiento?

Dios
“¿Se puede definir a Dios? El problema con esta pregunta es que
expresa el problema mismo de la naturaleza de Dios, ya que lo que se
está buscando con la pregunta es poder comprender si hay algo más
allá de los límites del mundo. ¿Hay algo más? Y como los límites de
nuestro mundo, al decir de Wittgenstein, son los límites de nuestro
lenguaje, todo lo que sea puesto en palabras ya es parte de nuestro
mundo. O dicho de otro modo: el límite es el lenguaje. Si la pregunta
por Dios es la pregunta por lo que excede a nuestro mundo, estamos
de alguna manera condenados al silencio, ya que todo lo que digamos
sobre el más allá está siendo dicho desde el más acá. El lenguaje es el
más acá.
El saber

“La filosofía es una aspiración al saber que nunca se resuelve, un


saber que no es que no llega, sino que llega paradójicamente a la
circularidad de un saber que sabe que el saber es imposible. Si el
acento en la palabra filosofía está puesto en el saber más que en el
amor, la propia búsqueda entra en una situación paradójica que lo
desplaza hacia el otro extremo: amamos saber, pero al amar nos
vamos dando cuenta de que lo buscado es imposible, ya que el
impulso del amor nunca cesa, nunca termina de colmarse y cada
nuevo punto de llegada trueca en un nuevo punto de partida.
Circularidad: sabiendo que el saber es imposible, buscamos
comprender de modo imposible por qué aspiramos a lo imposible; o
sea, buscamos comprender el amor sabiendo que nunca vamos a
terminar de comprender el amor.

Filosofía
“La filosofía se convierte en un arma letal: debe buscarle siempre, a
cualquier verdad que se presente como incólume, su fisura. Fisurar,
pero hasta el extremo, hasta la radicalidad, sin ser condescendiente. Y
cada vez que crea haber encontrado el sosiego de una certeza, volver a
la carga: la filosofía no descansa, sino que opera sobre todo cuanto
más el espíritu creer haber encontrado un punto firme.

Sztajnszrajber Básico
Nació en Buenos Aires en 1968. Es licenciado en Filosofía por la
Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha llevado el pensamiento
filosófico a la televisión, con el programa “Mentira la verdad”, en
Canal Encuentro, y a la radio, con “Demasiado humano”, en Futurock.
También, con los espectáculos “Desencajados” y “Salir de la
caverna”. Ha sido docente en todos los niveles educativos, con veinte
años de labor en las escuelas secundarias. Docente en el CBC de la
UBA, es autor de “¿Para qué sirve la filosofía?”.

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