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RESUMEN
Son abundantes las lecturas que desde la filosofía feminista interpretan el texto de Nietzs-
che. Muchas de ellas, además, son contrapuestas. En particular, nos interesa en este trabajo
reflexionar sobre cómo la problemática, y sobresaliente, cuestión de la misoginia «presente»
en la obra del filósofo se relaciona con el hecho de la disputa que habita en la misma teoría
feminista de nuestros días. Persiguiendo, fundamentalmente, los minuciosos análisis de
Sarah Kofman y de Maudemarie Clark, que intentan ejemplarmente despejar la filosofía de
Nietzsche de la habitual acusación de misoginia con el objetivo de liberar su pensamiento
para el aprovechamiento fructífero del trabajo feminista, comprobamos finalmente que
existen algunas útiles ópticas feministas que no peligran ante el contacto de las afirmaciones
de Nietzsche sobre las mujeres. Un cierto feminismo de inspiración nietzscheana no sólo es
posible sino que se desarrolla con fuerza en la actualidad a través de propuestas como las de
Judith Butler.
ABSTRACT
«About Nietzsche’s Misogyny». Many and diverse have been the readings that interpret
—es suficiente con recordar que la séptima parte de Humano demasiado humano I,
lleva por título «Mujer e hijo»—. Por otra parte, no obstante, se encontraban ele-
mentos misóginos en su filosofía, lo que inducía desde luego a su rechazo. Abundan
materiales que muestran cómo mujeres feministas de aquella época del cambio de
siglo participaron activamente, y por primera vez en la historia intelectual alemana,
1
Palabras semejantes a las aquí dichas introducen la obra de K. Oliver y M. Pearsall
(eds.), Feminist Interpretations of Friedrich Nietzsche, University Park, Pennsylvania, The Pennsylvania
State University Press, 1998, pp. VII-IX, en la que finalmente se insiste en la importancia de prestar
atención al modo de la articulación del género dentro de los textos filosóficos como medio de hacer
visible las complejidades del trabajo de inscripción de las ideologías del género.
2
Para un estudio de la recepción del pensamiento de Nietzsche en los movimientos de
mujeres, y feministas, alemanes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pueden consultarse
los siguientes trabajos: R. Hinton Thomas, Nietzsche in German Politics and Society, 1890-1918,
Manchester, Manchester Universtiy Press, 1983, particularmente el capítulo titulado, «The Feminist
Movement and Nietzsche»; C. Diethe, «Nietzsche and the Early German Feminists», in Journal of
Nietzsche Studies, Issue 12, Nietzsche and Women, Autumn 1996, pp. 69-81; B. Helm, «Combatting
Misogyny? Responses to Nietzsche by Turn-of-the-Century German Women», texto presentado en
Lessons from the Gynaeceum: Women Philosophizing. Past, Present, Future. Eighth Symposium of the
International Association of Women Philosophers, Boston, Massachusetts, EEUU, agosto de 1998.
3
En otros trabajos anteriores nos hemos ocupado de otros aspectos del pensamiento de
Nietzsche sobre las mujeres. Así, en «La idea «se convierte en una mujer». Nietzsche y el cristianis-
mo», publicado on line desde el 29 de enero de 2000 en The Paideia Archive. Philosophy and Gender,
www.bu.edu/wcp/Papers/Gend/GendBurg.htm, estudiamos el papel que Nietzsche hizo desempe-
ñar a la figura de mujer en relación con su frontal ataque al cristianismo; en «Afirmando las diferen-
cias. El feminismo de Nietzsche», Asparkía. Investigació Feminista, núm. 11, 2000, pp. 77-93, trata-
mos de mostrar la amplia pluralidad de tipos de mujer que presentan sus textos y la multiplicidad de
perspectivas de análisis a la que somete la cuestión de la mujer.
4
W. Kaufmann, Nietzsche. Philosopher, Psychologist, Antichrist, Princeton and London,
Princeton University Press, 1974, p. 84. P.J. Burgard, en «Introduction: Figures of Excess», en P.J.
Burgard (ed.), Nietzsche and the Feminine, Charlottesville and London, University Press of Virginia,
1994, pp. 2-3, se lamenta, por su parte, de este juicio de Kaufmann y de la gran repercusión que
tuvo. Además, nos recuerda (en nota 5, p. 30) que ya en los años treinta había aparecido el estudio de
Hellmut Walther Brann, Nietzsche und die Frauen, Leipzig, Felix Meiner, 1931, en el que el autor se
queja de la tendencia a ignorar la cuestión de las mujeres en Nietzsche.
5
No obstante, lo dicho al respecto del análisis de Kaufmann no impide que algunas de
sus interesantes tesis sobre determinados aspectos de la filosofía de Nietzsche puedan ser aprovecha-
das para un estudio feminista sobre Nietzsche. En este sentido, en nuestro anterior trabajo, «Afir-
mando las diferencias. El feminismo de Nietzsche», op. cit., nos referimos al modo en que Kaufmann
(en «Nietzsches Philosophie der Masken», in Nietzsche-Studien, Band 10/11, 1981-1982, pp. 111-
131) interpreta la idea nietzscheana de «cómo se filosofa con el martillo», extendiendo su uso a
determinadas afirmaciones de Nietzsche sobre las mujeres.
6
M. Clark, «Nietzsche’s Misogyny», en K. Oliver and M. Pearsall (eds.), Feminist Inter-
pretations of Friedrich Nietzsche, op. cit., pp. 187-198. Más adelante nos ocuparemos en detalle de las
tesis que Clark formula en este trabajo.
7
C. Amorós, «Pudenda origo. Una lectura de Nietzsche», en Mujeres: ciencia y práctica
política, Madrid, Universidad Complutense de Madrid y Fundación del Banco Exterior, 1987, p. 136.
8
A. Valcárcel, La política de las mujeres, Madrid, Ediciones Cátedra-Universitat de Valèn-
cia-Instituto de la Mujer, 1997, en particular el capítulo titulado «Nietzsche: naturalismo, imágenes
y normas», 45-52; también «Misoginia romántica: Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche»,
en A. Puleo (coord.), La filosofía contemporánea desde una perspectiva no androcéntrica, Madrid, Mi-
nisterio de Educación y Ciencia. Secretaría de Estado de Educación. Plan para la Igualdad de Opor-
tunidades para las Mujeres, 1993, pp. 13-32.
9
T. Oñate, «Feminismo alternativo y postmodernidad estética», en J. Vidal (ed.), Re-
flexiones sobre arte y estética. En torno a Marx, Nietzsche y Freud, Madrid, Fundación de Investigacio-
nes Marxistas, 1998, pp. 81-113.
10
F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza Editorial, 1983, Introducción, tra-
ducción y notas de Andrés Sánchez Pascual (citaremos AHZ), Los discursos de Zaratustra, «De las
mujeres viejas y jóvenes», p. 107.
11
F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Madrid, Alianza Editorial, 1988, Introducción,
traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual (citaremos MBM), «Sentencias e interludios», § 147,
p. 106.
12
MBM, «Sentencias e interludios», § 145, p. 106.
13
MBM, «Nuestras virtudes», § 238, p. 186.
14
F. Nietzsche, Humano, demasiado humano, Madrid, Ediciones Akal, 1996, Traducción
de Alfredo Brotons Muñoz, volumen I, Séptima parte, «Mujer e hijo», § 377, p. 201.
15
F. Nietzsche, La gaya ciencia, § 68. Agradecemos al profesor Joan Bautista Llinares Chover
que nos haya proporcionado esta bella traducción, inédita por el momento, del fragmento «Volun-
tad y docilidad».
16
F. Nietzsche, La gaya ciencia, § 71. Esta traducción también inédita nos ha sido genero-
samente proporcionada por el profesor Joan Bautista Llinares Chover.
17
C.J.S. Picart, Resentment and the «Femenine» in Nietzsche’s Politico-Aesthetics, University
Park, Pennsylvania, The Pennsylvania State University Press, 1999, persigue los usos de la feminidad
en Nietzsche a lo largo del conjunto de sus libros y halla en ellos un cambio correlativo a su visión de
la política. De modo que, según esta autora, en las obras anteriores al Zaratustra, como El gay saber,
se pueden encontrar potentes figuras de mujer correspondientes a su optimista creencia en la posibi-
lidad de regeneración de la modernidad; y, en las obras posteriores, como Más allá del bien y del mal,
se pueden percibir figuras negativas de mujer de acuerdo con la impotencia y esterilidad que Nietzs-
che descubre en la modernidad. Esto es, para Picart, a medida que se desarrolla la filosofía política de
Nietzsche aumenta su misoginia. De algún modo, las mujeres de Nietzsche vehiculan el movimiento
de su pensamiento político.
18
En nuestro trabajo, «Afirmando las diferencias. El feminismo de Nietzsche», op. cit.,
hemos desarrollado más por extenso, incluyendo variados pasajes de Nietzsche, esta idea del
antiesencialismo nietzscheana que se expresa en su afirmación de la configuración histórico-cultural
de las personas y de que estas configuraciones se efectúan a partir de los dictados dicotómicos,
también histórico-culturales, del género.
Sin embargo, conviene precisar. Leyendo el texto completo, nos parece que
ahí Nietzsche en lugar de querer hablarnos de la mujer como un ser todo él compac-
to en su naturalidad nos esté poniendo ante la vista la especialmente afirmativa
capacidad artística de lo humano; capacidad de ilusión, capacidad de belleza de su
filosofía dionisíaca que es el elemento vital, constitutivo de la vida antes que el
bloque de lo natural. El amante-artista, en sus sueños, despierto, entreteje los hilos
de lo que haya de ser la mujer, el hombre y, asimismo, lo divino: «Pues bien, así
como siente ahora el amante respecto a naturaleza y naturalidad, sintió en tiempos
pasados todo el que rendía culto a Dios y su «santa omnipotencia»: en todo lo que
los astrónomos, los geólogos, los fisiólogos y los médicos decían acerca de la Natu-
raleza veía una intervención contra su más preciado bien y, por consiguiente, una
agresión». Y justo esos encajes de fantasía —y no la mujer empírica, objeto del frío
examen de la ciencia— son la propiedad más valiosa de lo humano que, en conse-
cuencia, la voluntad dionisíaca de Nietzsche se empeña en fomentar en este su texto
titulado «¡Nosotros, artistas!», que no deja de traernos a la memoria las palabras
finales del prólogo de su Gay saber:
¡Ay, esos griegos! ¡Ellos sabían vivir!: para lo cual hace falta quedarse valientemente
en la superficie, en el repliegue, en la epidermis, adorar la apariencia, creer en las
formas, los sonidos, las palabras, en todo el Olimpo de la apariencia. ¡Esos griegos
eran superficiales - de tan profundos! ¿Y no volvemos precisamente a eso los teme-
19
F. Nietzsche, La gaya ciencia, Madrid, Akal, 1988, Traducción de Charo Crego y Ger
Groot (citaremos GS), § 59, pp. 106-107.
20
GS, «Prefacio a la segunda edición», § 4, pp. 35-36.
21
Véase, L. Irigaray, Amante-marine de Friedrich Nietzsche, Paris, Minuit, 1980. Sin em-
bargo, Irigaray se lamenta de la mayor abundancia en Nietzsche de metáforas terrenas y áreas por
encima de las marinas. Nietzsche, según ella, en realidad evita todo contacto con el mar, símbolo de
Misóginos.- «La mujer es nuestro enemigo». Quien como hombre habla así a los
hombres está impulsado por un instinto indómito que no sólo se odia a sí mismo,
sino que odia también sus medios de satisfacción24.
Suponiendo que la verdad sea una mujer -, ¿cómo?, ¿no está justificada la sospecha
de que todos los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han entendi-
25
J. Derrida, Espolones. Los estilos de Nietzsche, Valencia, Pre-Textos, 1981.
26
Ibíd., p. 47.
27
Ibíd., pp. 38 y 45.
28
Ibíd., p. 67.
29
Ibíd.
30
D.B. Bergoffen, «Nietzsche Was No Feminist...», en K. Oliver and M. Pearsall (eds.),
Feminist Interpretations of Friedrich Nietzsche, op. cit., pp. 225-235, reconoce, en este sentido, que la
mujer como verdad, en Nietzsche, desestabiliza las certezas metafísicas y epistemológicas.
31
MBM, «Prólogo», p. 17.
32
MBM, «Nuestras virtudes», § 220, p. 166.
33
P. J. Burgard, «Introduction: Figures of Excess», op. cit., pp. 1-32.
¡Qué le importa la verdad a la mujer! Desde el comienzo, nada resulta más extraño,
repugnante, hostil en la mujer que la verdad, - su gran arte es la mentira, su máxi-
ma preocupación son la apariencia y la belleza37.
ELVIRA BURGOS DÍAZ 144
34
R. Hinton Thomas, Nietzsche in German Politics and Society, 1890-1918, op. cit., p. 140.
35
Véase AHZ, Tercera parte, «La segunda canción del baile», § 1, p. 311. Esto dice
Zaratustra, y no a una mujer sino a la vida: «... ¡Al compás de mi látigo debes bailar y gritar para mí!
¿Acaso he olvidado el látigo? - ¡No!».
36
En nuestro trabajo «Afirmando las diferencias. El feminismo de Nietzsche», op. cit.,
hemos interpretado, recogiendo discursos del Zaratustra fundamentalmente, que la metáfora del
látigo vincula poéticamente a la mujer, la vida y la sabiduría. De modo que el látigo puede funcionar
como imagen de una tensión amorosa que remite a un modo de la relación con la vida. Es interesan-
te, en este sentido, la lectura de Kathleen Marie Higgins, «The Whip Recalled», en Journal of Nietzs-
che Studies, op. cit., pp. 1-18, para quien el látigo nos aproxima hacia la idea de una unión erótico-
romántica entre la mujer y el hombre; una unión que expresa una relación de poder no como
dominación sino como juego.
37
MBM, «Nuestras virtudes», § 232, p. 182.
38
F. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, en Nietzsche, Barcelona, Edi-
ciones Península, 1988, Edición de Joan B. Llinares Chover, § 1, p. 46.
39
Ciertamente, la lectura derridiana de la cuestión de la mujer en Nietzsche ha tenido una
respuesta por parte de la filosofía feminista. Las réplicas más difundidas han sido las recogidas en la
obra de Irigaray (a la que nos hemos referido en la nota 21) y de K. Oliver, Womanizing Nietzsche.
Philosophy’s Relation to the «Feminine», Routledge, New York and London, 1995. Ambas son deudo-
ras de la interpretación de Derrida pero en tanto que se oponen a ella.
40
S. Kofman, «Baubô: Theological Perversion and Fetishism», en K. Oliver and M. Pearsall
(eds.), Feminist Interpretations of Friedrich Nietzsche, op. cit., pp. 21-49. Este trabajo de Kofman fue
realizado en origen en 1973 (por invitación de Jean Gillibert del Instituto de Psicoanálisis de la calle
Saint-Jacques en Paris), y es a él al que nos vamos a referir dado que aunque Kofman tiene otros
trabajos dedicados a Nietzsche es éste el que propició lecturas diferentes y positivas en relación con
el tema de la misoginia de Nietzsche.
41
Ibíd., pp. 26-27.
42
Véase, por ejemplo, el siguiente texto de Ecce homo, Madrid, Alianza Editorial, 1985,
Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual, «Por qué escribo tan buenos libros», §
5, pp. 63-64: ««Emancipación de la mujer», - esto representa el odio instintivo de la mujer mal
constituida, es decir, incapaz de procrear, contra la mujer bien constituida; - la lucha contra el «va-
rón» no es nunca más que un medio, un pretexto, una táctica. Al elevarse a sí misma como «mujer en
No, estamos hartos de este mal gusto, esta voluntad de verdad, de «verdad a toda
costa», esta locura de adolescente en el amor a la verdad: para eso somos demasiado
experimentados, demasiado serios, demasiado alegres, demasiado astutos, dema-
siado profundos... Ya no creemos que la verdad continúa siendo verdad si se le
arranca el velo; hemos vivido lo suficiente para no creer más en eso. Hoy se nos
antoja decoroso no pretender verlo todo desnudo, presenciarlo todo, entenderlo y
«saberlo» todo. «¿Es cierto que Dios está presente en todas partes?», preguntó a su
madre una niña; «me parece indecente». - ¡Tomen nota de esto los filósofos! Se
debería respetar más el pudor con que la Naturaleza se ha ocultado tras enigmas e
incertidumbres variopintas. ¿Quizá sea la verdad una mujer que tiene sus razones
ELVIRA BURGOS DÍAZ 148
para no dejar ver sus razones? ¿Quizá su nombre es, para decirlo en griego,
Baubo?...44.
sí», como «mujer superior», como «mujer idealista», quiere rebajar el nivel general de la mujer;
ningún medio más seguro para esto que estudiar bachillerato, llevar pantalones y tener los derechos
políticos del animal electoral. En el fondo las emancipadas son anarquistas en el mundo de lo «eterno
femenino», las fracasadas, cuyo instinto más radical es la venganza... Todo un género del más malig-
no «idealismo»».
43
MBM, «Nuestras virtudes», § 232, p. 183.
44
GS, «Prefacio a la segunda edición», § 4, p. 35. Hay que hacer notar que el pasaje de
Baubo vuelve a ser retomado en Nietzsche contra Wagner, Epílogo, § 2. Ésta es una obra que, como el
mismo Nietzsche menciona en su Prefacio, está compuesta a partir de una selección de textos ante-
riores con los que quiso ofrecer al lector un ensayo sobre sí mismo en contraposición con su imagen
de Wagner. Esto puede reforzar la idea de que la mujer Baubo de Nietzsche es una afirmativa y
afirmada figura dionisíaca.
45
GS, Libro cuarto, § 339, p. 249.
46
S. Kofman, «Baubô: Theological Perversion and Fetishism», op. cit., p. 45.
47
Ibíd., p. 46.
48
Véase, S. Kofman, «A Fantastical Genealogy: Nietzsche’s Family Romance», en P. J.
Burgard (ed.), Nietzsche and the Feminine, op. cit., pp. 35-52.
49
M. Clark, «Nietzsche’s Misogyny», op. cit.
no que sus verdades sean verdades sólo para él sino que renuncia a creer que sus
comentarios misóginos sean verdaderos. Clark, como ya apuntamos, está lejos de
entender la noción de verdad nietzscheana como un movimiento hacia la no verdad
de la verdad51. En consecuencia, apoyándose además en la noción nietzscheana de
convicción, considera que Nietzsche nos da pistas para comprender que sus enun-
ciados sobre las mujeres expresan sus convicciones52, y que sus convicciones son
signos de estupidez, revelándose entonces el problema que las convicciones son.
Con ello, Nietzsche, honestamente, nos informa sobre él mismo con sus juicios
50
MBM, «Nuestras virtudes», § 231, p. 181.
51
Clark, en su obra, Nietzsche on Truth and Philosophy, Cambridge, Cambridge University
Press, 1990, defendía que en su obra tardía Nietzsche superaba el nihilismo de no creer en la verdad.
52
A este respecto, véase el siguiente texto de Nietzsche en MBM, «Nuestras virtudes», §
231, p. 181: «Muy pronto encontramos ciertas soluciones de problemas que constituyen cabalmente
para nosotros una creencia sólida; quizá las llamemos en lo sucesivo nuestras «convicciones». Más
tarde - vemos en ellas únicamente huellas que nos conducen al conocimiento de nosotros mismos,
indicadores que nos señalan el problema que nosotros somos, - o más exactamente, la gran estupidez
que nosotros somos, nuestro fatum [hado] espiritual, aquel algo rebelde a todo aleccionamiento que
está totalmente «allá abajo»».
53
Para este tema del aprovechamiento feminista de Nietzsche, es también interesante el
trabajo de L. Tirrell, «Sexual Dualism and Women’s Self-Creation: On the Advantages and Disad-
vantages of Reading Nietzsche for Feminists», en K. Oliver and M. Pearsall (eds.), Feminist Interpre-
tations of Friedrich Nietzsche, op. cit., pp. 199-224. La autora plantea que hay tres cuestiones nietzs-
cheanas fundamentales que anticipan ciertos feminismos contemporáneos: 1, su antidualismo; 2, su
perspectivismo; y 3, su punto de vista del poder de nombrar. En particular, Tirrell persigue la co-
nexión entre la filosofía de Nietzsche, en la que encuentra un incipiente diseño existencialista, y el
feminismo de Simone de Beauvoir. No obstante, Tirrell concluye que hay ciertos textos misóginos
en Nietzsche que no se pueden superar aunque mezclados con otros textos que no lo son. Además, el
trabajo de M. Tapper, «Ressentiment and power. Some reflections on feminist practices», en P. Patton
(ed.), Nietzsche. Feminism and Political Theory, London and New York, Routledge, 1993, pp. 130-
143, es digno de mención en cuanto que aplica inteligentemente la teoría nietzscheana del resenti-
miento y del poder al análisis de la práctica feminista.
Sujeto: es la terminología de nuestra creencia en una unidad entre todos los varios
momentos del supremo sentimiento de realidad: entendemos esa creencia como
efecto de una sola causa, —creemos en nuestra creencia hasta tal punto que, por
mor de ella, imaginamos en general la «verdad», la «realidad», la «substancialidad».
«Sujeto» es la ficción de que muchos estados iguales en nosotros son el efecto de un
ELVIRA BURGOS DÍAZ 152
solo substrato: pero somos nosotros los que hemos creado primero la «igualdad» de
esos estados; lo que de hecho se da es el igualar y arreglar esos estados, no la igual-
dad (—ésta, antes bien, cabe negarla—)55.
54
El método genealógico se introduce en el feminismo y en los estudios queer a través de
Nietzsche. Esta afirmación queda así subrayada en L. Code, Encycopedia of Feminist Theories, Lon-
don and New York, Routledge, 2000, p. 224.
55
F. Nietzsche , Fragmentos póstumos de los años 1885-1887, traducidos por Andrés
Sánchez Pascual en Archipiélago, núm. 23, invierno de 1995, p. 90.
56
J. Butler, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, New York and Lon-
don, Routledge, 1990 (versión española: El género en disputa. El feminismo y la subversión de la
identidad, México, Paidós, 2001); Bodies That Matter: On the Discursive Limits of ’Sex‘, New York
and London, Routledge, 1993; Excitable Speech. A Politics of the Performative, New York and Lon-
don, Routledge, 1997; The Psychic Life of Power. Theories in Subjection, Stanford, California, Standord
University Press, 1997 (versión española: Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción,
Madrid, Ediciones Cátedra-Universitat de València-Instituto de la Mujer, 2001); Antigone’s Claim.
Kinship between life and death, New York, Columbia University Press, 2000 (versión española: El
grito de Antígona, Barcelona, El Roure, 2001).
57
J. Butler, «Sujetos de sexo/género/deseo», en N. Carbonell y M. Torras (eds.), Feminis-
mos literarios, Madrid, Arco/Libros, 1999, pp. 61-62 (aquí se recoge en versión castellana el primer
capítulo de Gender Trouble): «Si la noción de una sustancia constante es una construcción ficticia
producida a través del ordenamiento obligatorio de atributos en secuencias coherentes de género,
entonces parece que el género como sustancia, la viabilidad de hombre y mujer como sustantivos, se
pone en duda por el juego disonante de atributos que no se ajustan a modelos consecutivos o causales
de inteligibilidad».
58
GS, «Prefacio a la segunda edición», § 3, p. 34.