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Contra Debord
Apéndice de Frédéric Pajak
m elusina [sic]
Tirulo original: Conifv Dtbcrd
© M r o r U l Mclusir.a, S .L , 2005
v/mv' co m
Friedrich Niensche
I
«s e r v a n g u a r d is t a es caminar al paso de la
realidad», escribía poco antes del 68 Raoul Va-
neigem, el otro ideólogo de la Internacional Si-
tuacionista, en rivalidad autocrática con De
bo rd. La fórmula concordaba con el ambiente
de una época en la que resonaban aún los tim
bres del positivismo y del progresismo, Al igual
que los burgueses ilustrados del siglo XIX ha
bían imaginado que los avances de la ciencia y
de la técnica impulsarían a artistas y filósofos a
superar ios remas mitológicos y metafísicos, los
situacionístas creyeron que la. evolución del
«movimiento revolucionario» tan sólo autoriza
ría el único arte, teórico y práctico, de la crítica
social. Puesto que, según parece, Marx había
ido «mucho más lejos» que Hegeí, y Rimbaud
«mucho más lejos» que Baudelaire, y Duchamp
«mucho más lejos» que no se sabe quién, ellos,
necesariamente, superarían, pero esta vez sin
relevo posible, a los lerrisras, a los surrealistas y
5* contra debord
Mi espíritu ya no está op
de ver a un hombre pérfido, injusto, interesado.
O de ver a los buitres hambrientos de carnaza,
a ios dañinos monos y a las lobos llenos de rabia.
c u a r e n t a
a íío s después de Rapport sur la
comtruction des situatíom, en sus Comentarios,
Debord asegura que «los placeres de la existen
cia han sido rcd.eftnid.os autoritariamente». No
estoy seguro de comprender esta frase, pero poí
no librar más batallas que aquéllas de la guerra
de sexos, no creo que estas conmociones socia
les hayan impulsado una liberación de las cos
tumbres. Asedian mis sueños colegios de mon
jas e internados y los lugares sagrados de los
noviazgos y del matrimonio, al que antaño se
reducía a las muchachas. En ese tiempo, el. li
bertinaje intentaba escalar las murallas de esas
bastillas, y no abatirlas. Tras un asedio rico en
atenciones atrevidas y un bombardeo de cum
plidos asesinos, la bella enemiga terminaba por
rendirse y entregarse. Alérgico a cualquier for
ma de armonía colectiva, temblaba de horror-
ante la idea de una sociedad construida como
un inmenso falansterio en el que Sos individuos
CONTRA DKBORD 91
Estimado Erédcric;
Leo tu manuscrito, Contra Debord, en un
tren- Disfruto. El paisaje discurre por la venta
na, y con éí> algunos recuerdos.
Tenía diecinueve años cuando descubrí La
sociedad del espectáculo. En una primera lectura,
no comprendí gran cosa. Después, ese senti
miento de un malvado espectáculo a! cual impu
tar nuestra desgracia, antes que irritarme, me
entusiasmó; y es que la vida, el mundo y la his
toria eran a mis ojos un caos y nada más — e!
«reino de la sinrazón y del azar», como decía
Nietzsche— . Ninguna razón presidía el destino
del mundo. Cuy Debord, después de Marx y
los marxistas,' nos proponía una interpretación
racional, elevando el proletariado al papel de
héroe histórico; un héroe depositario de una
«conciencia de clase», dispuesto a salvarnos rá
pidamente de toda la miseria humana. ¿Había
que alegrarse?
io 6 CONTRA UEBÜRD
Frédéric Pajak.