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SHAFTESBURY

INVESTIGACIÓN
SOBRE LA VIRTUD
O EL MÉRITO

Estudio introductorio, traducción y notas


de Agustín Andreu

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTíFICAS


Madrid, 1997
INVESTIGACIÓN
ACERCA
de la Virtud o el Mérito

par el Muy Honorable Antonio Conde de Shaftesbury

Anteriormente publicada a partir de una copia


imperfecta 1, corregida ahora y
publicada íntegramente

Amoto quaeramus seria Ludo. Horat. Sat. I 2

Año M.DC.XC.lX
TRATADO IVODE LAS «CHARACTERISTICA»

1 Alude a la edición semipirata de 1699, de John Toland.


2 «Demos de lado a las bromas y vayamos a lo serio», del libro
1° de las Sátiras, la sátira.

2
[28] INVESTIGACIÓN, ETC. 3

LIBRO 1.

PARTE 1.

SECCIÓN 1.

Cuál fue la ocasión de La RELIGIÓN Y la VIRTUD aparecen tan estre-


esta INVESTIGA-
chamente relacionadas en muchos aspectos que gene-
CIÓN
ralmente se las presume compañeras inseparables. Y
tan predispuestos estamos a pensar bien de su unión
que nos cuesta admitir se hable o incluso se piense
por separado de entrambas. Cabe sin embargo pre- \O
guntarse si a este respecto se corresponden nuestra
especulación y la práctica del mundo. Pues lo cierto es
que nos encontramos a veces con casos que parecen ir
en contra de dicha suposición general. Hemos conoci-
do gentes que, teniendo la apariencia de gran celo por 15
la religión, carecen precisamente de los sentimientos
comunes de humanidad y se muestran degeneradas y
corrompidas en extremo. En cambio, otros que hacen

3 La edición de 1699 (=Z) se titulaba «Investigación acerca de la


virtud en dos discursos, es a saber, ¡O, sobre la virtud y la fe en la
Deidad, //0 sobre las obligaciones de la virtud-Y en vez del verso
de Horacio, llevaba un largo párrafo del De finibus B. & M., de
Cicerón: «Consideramos honesto, pues, a lo que es tal que, dejando
aparte toda utilidad, sin premio o recompensa alguno, puede ser
alabado con razón por sí mismo. Cuál sea ello, puede entenderse
tanto por la definición que he empleado (aunque algo sí puede en-
tenderse) como por el común sentir (communi juditio) y por las ac-
titudes y los hechos de los mejores varones, los cuales hacen mu-
chas cosas por esta sola razón: porque es conveniente, porque es
recto, porque es honesto, aunque no se vea que se seguirá recom-
pensa alguna». El cambio de lema merecería comentario. En estas
líneas ,de Cicerón quedan expresados los principios fundamentales
de la Etica de Shaftesbury. Todo lo demás (que añaden la religión y
la política.para inducir, por deseo de ganancia o por temor a casti-
gos) sería «juego». Y dice el inglés trayendo a cuento a su maestro
Horacio: «¡No juguernos!».

3
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

poco caso de la religión y a quienes se tiene por puros


ATEOS, es de ver cómo practican las normas de mo-
ralidad y cómo actúan en muchas ocasiones con una
intención y una afección tan buenas para con el géne-
ro humano,· que se diría que fuerzan a que se reco- 5
nozca que son virtuosos. Y, en general, nos encontra-
mos con que hay principios meramente morales de tal
peso que, en nuestro trato con las gentes, por más
completa que sea la garantía que se nos da del celo
religioso de las mismas, pocas veces nos damos por 10
satisfechos hasta enteramos de algo más sobre su ca-
rácter [moral]. Cuando oímos decir de alguien que es
[30] religioso, preguntamos además: «¿Qué moralidad tie-
ne?» Pero si de entrada oímos decir ya que tiene
principios morales honestos y que es hombre de natu- 15
ral justo y de buena índole, es raro que sigamos pre-
guntando si «es religioso o devoto».
Esto ha dado ocasión a preguntarse «qué es la ho-
nestidad o la VIRTUD considerada en sí misma y de
qué modo ejerce influencia sobre ella la religión; has- 20

ta qué punto la religión implica necesariamente


virtud, y si acaso es verdadera la opinión que dice ser
imposible que un ateo sea virtuoso o que tenga algún
grado real de honestidad o de MÉRITO» 4
Y en esto no cabe admirarse de que el método de 25
explicar estas cosas parezca poco usual, dado que el
asunto ha sido tan poco estudiado y es de tan difícil y
peligrosa consideración. Pues que el sector religioso
del género humano está tan alarmado por la libertad
de algunas plumas nuevas y se ha levantado a este 30

respecto por todas partes una desconfianza tan gran-


de, que, sea lo que fuere lo que un autor propone en
favor de la religión, se le concede poco crédito sobre
el particular, si concede la mínima superioridad a
cualquier otro principio [distinto del religioso]. Por 35
otra parte, los hombres de ingenio y cuchufleta cuyo
entretenimiento más placentero consiste en exponer
los flancos débiles de la religión, tienen un miedo cer-

4 Es la tesis de Gracio: las normas de moralidad son indepen-


dientes de la existencia de Dios; constituyen de sí un orden moral.
Cfr. Dilthey, Hombre y mundo ..., p. 144.

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

val a que se les conduzca hacia pensamientos serios


sobre la misma, y consideran reo de juego sucio a
quien, tomando el camino de libre escritor, mantiene
al mismo tiempo alguna consideración respecto a los
principios de la religión natural. No son capaces de 5

dar más cuartel que el poco que se les concede a ellos


y están resueltos a pensar de la moralidad de sus ad-
versarios tan mal como sus adversarios pueden quizá
pensar de la suya. Por lo que se ve, no están dispues-
tos a concederse la mínima ventaja ni los unos ni los 10

otros. Tan difícil es persuadir a los unos de que se da


alguna virtud en la religión, como a los otros de que
existe virtud alguna fuera del recinto de su comuni-
dad particular. De suerte que, puesto entre unos y
otros, se lo tiene que pasar mal un autor que se atre- 15
va a argüir en favor de la religión y de la virtud mo-
ral, sin rebajar la fuerza de ninguna de las dos; sino
[32] que concediendo a cada una su propia esfera y su de-
bido rango, impida que, difamándolas, se las convierta
en enemigas. 20

Ocasión de esta SEA COMO FUERE, si lo que pretendemos es


INVESTlGACI6N ofrecer una mínima luz nueva, o explicar efectivamen-
te algo en el cuadro de esta Investigación, será preciso
tomar las cosas algo a fondo y tratar de presentar, en
breve esquema, lo peculiar de cada opinión relativa a 25
la DEIDAD, sea natural o sea no-natural. Y, si conse-
guimos felizmente aclaramos en esta parte ardua de
nuestra filosofía, cabrá esperar que el resto resulte
más llano y fácil.

SECo 11. 30

Las diversas opiniones. En la totalidad de las cosas (o sea en el Universo),


una de dos: o bien es todo conforme a un orden bue-
no y completamente compatible con el interés gene-
ral, o bien no son así las cosas, sino que podrían haber
sido mejor hechas, más sabiamente ideadas y con ma- 35

yores ventajas para el interés general de los seres, o


sea del Todo.

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

Si cada una de las cosas que existen es conforme a


un orden bueno y se ordena a lo mejor, se seguirá por
necesidad que en el Universo no hay nada verdadera-
mente MALO, nada MALO respecto del Todo.
Las diversas opiniones. Así pues, todo aquello que es tal que no pudo en 5
efecto haber sido mejor, o mejor ordenado de algún
modo, es perfectamente bueno. Todo aquello que en
el orden del mundo puede ser llamado MALO, tiene
que implicar la posibilidad, en la naturaleza de la co-
sa, de haber sido mejor fabricado o dispuesto. Porque, 10
si ello no fue posible, entonces es perfecto y es como
debe ser.
[34] Por lo tanto, todo lo que es verdaderamente MA-
LO, tendrá que ser causado o producido ora de pro-
pósito (es decir, con conocimiento e inteligencia), ora 15
en su defecto por azar y pura casualidad.
Si en el Universo hay algo MALO por designio, en-
tonces aquello que dispone todas las cosas no será un
buen principio ordenador. Porque, o ese único princi-
pio ordenador es inmoral en sí mismo, o es que hay 20
algún otro [principio] en el ser [o Universo], el cual
actúa en contrario y es MALO.
Si en el Universo hay algún MAL por puro azar, se
seguirá que ningún principio o inteligencia, sea bueno
sea malo, puede ser la causa de todas las cosas. Y, en 25
consecuencia, si se ha de suponer la existencia de un
principio ordenador que es sólo causa del bien, pero
que no puede prevenir el mal que acontece por azar o
por un mal proyecto contrario, entonces no puede su-
ponerse en realidad algo así como un proyecto o inte- 30
ligencia superior bueno, como no sea impotente e in-
suficiente. Pues que el no corregir o evitar por com-
pleto ese mal que se produce por azar o por un mal
proyecto contrario, tiene que proceder o de impoten-
cia o de mala voluntad. 35
[36] Todo lo que en algún grado es superior al mundo o
gobierna en la Naturaleza con discernimiento e inteli-
gencia, es lo que por acuerdo universal llaman DIOS
los hombres. Si hay varias inteligencias superiores,
otros tantos serán los dioses que hay. Pero, si ese úni- 40
co [ser] superior, o esos varios [seres] superiores, no
son por su propia naturaleza necesariamente bue-

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

nos, les corresponderá más bien el nombre de DÉ-


MONES.
Por tanto, es perfecto TEÍSTA quien cree que todo
es gobernado, ordenado y regulado con vistas a lo me-
jor, por un principio o inteligencia diseñador, que es 5

bueno y estable.
Es perfecto ATEO quien nada cree de un principio
o inteligencia diseñador ni de una causa, medida o go-
bierno de las cosas, sino en el azar, de suerte que [se-
gún el mismo] no puede decirse que en la Naturaleza 10

se disponga, persiga o intente, en último término, ni el


interés del Todo ni el de algunos [seres] particulares.
Es POLITEÍSTA quien cree no en un principio o
inteligencia suprema ordenadora, sino más bien en
dos o tres o más (aunque de su natural, buenos). 15

Es DEMONISTA quien cree que la Inteligencia o


Inteligencias que gobiernan [el Universo] no son, ab-
soluta y necesariamente, buenas, ni que se atienen a
lo mejor, sino que son capaces de actuar según el me-
ro capricho o antojo. 20
[38] Pocos son los que piensan siempre de modo conse-
cuente o de acuerdo con una cierta hipótesis, en este
tan abstruso e intrincado asunto cual es el de la causa
de todas las cosas y la economía o gobierno del
Universo. Pues es evidente, en el caso de la gente más 25
devota, y precisamente según propia confesión, que
hay ocasiones en que su fe puede ofrecerles poca ayu-
da para creer en una Sabiduría suprema, y que a me-
nudo se sienten tentados a emitir un juicio desfavora-
ble tocante a la existencia de una providencia y una 30

justa administración en el Todo.


En consecuencia, habrá que considerar como opi-
nión [propia] de un hombre aquella solamente que
sea en él la más habitual de todas y que con mayor
frecuencia le ocurra. Por eso es difícil decir con certe- 35

za de un hombre que es ateo; pues, a menos que todos


sus pensamientos y en todos los momentos y ocasio-
nes estén inclinados constantemente en contra de to-
da suposición o imaginación de un plan en las cosas,
no será un perfecto ATEO. De modo semejante, si los 40

pensamientos de un hombre no están en todo tiempo,


constante y resueltamente, contra cualquier imagina-

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

ción de que en las cosas predomina la casualidad, la


fortuna o el mal designio, no será perfecto TEÍSTA.
Pero si alguien cree más en el azar y la confusión que
en un designio, habrá que tenerlo más bien por
ATEO que por teísta, basándonos en lo que predorni- 5
na o tiene el ascendiente [en él]. Y dado caso que
crea más en la prevalencia de un principio del mal de-
signio que en la de una bueno, será más bien un DE-
MONISTA y se le podrá llamar así con razón, basan-
donos en la parte hacia la que más se inclina la balan- 10

za de su juicio.
[40] Todas esas clases de demonismo, politeísmo, ateísmo
y teísmo pueden mezclarse '. La religión excluye sola-
mente el perfecto ateísmo. Perfectos demonistas los
hay sin duda en religión, pues sabemos de naciones 15
enteras que dan culto al diablo o al enemigo, al cual
sacrifican y ofrecen oraciones y súplicas, sin más ra-
zón en verdad que el miedo que le tienen. Y sabemos
muy bien que, en algunas religiones, hay gentes que
no tienen de Dios otra idea sino la de un ser arbitra- 20
rio, violento, causante de males, y que destina a algu-
nos a la miseria, cosa que equivale a ocupar el sitio
del DEMONIO o diablo.
[42] Ahora bien; dándose esta diversidad de opiniones
acerca de un poder superior y siendo posible encon- 25
trar personas que no se han formado opinión alguna
sobre el asunto, sea por escepticismo, sea por negli-
gencia en el pensar o por confusión a la hora de emi-
tir su juicio, vamos a considerar hasta qué punto algu-
na de dichas opiniones, o la carencia de una determi- 30
nada opinión, puede compadecerse con la VIRTUD y
el MÉRITO, o sea ser compatible con un carácter ho-
nesto o moral.

El texto de 1699 (Z) especifica las posibles mezclas o combina-


ciones: teísmo con demonismo, demonismo con politeísmo, teísmo
con ateísmo, demonismo con ateísmo, etc. etc ..

8
[44] PARTE II

SECCIÓN I
La constitución. Cuando reflexionamos sobre alguna estructura o
constitución ordinaria del arte o de la Naturaleza y
consideramos lo difícil que resulta dar razón última 5
El Todo y las partes. de una determinada parte sin conocer adecuadamente
el todo, no nos ha de extrañar el encontramos perple-
jos en muchas cosas relativas a la constitución y es-
tructura de la Naturaleza misma. Pues a cualquiera le
resultará difícil determinar con precisión a qué finali- 10

dad apuntan en la Naturaleza muchas cosas, incluso


enteras especies de criaturas, o para qué sirven. Mas,
con ayuda del estudio y la observación, somos capa-
ces de demostrar con gran exactitud la finalidad a que
en efecto se ordenan las proporciones diversas y la 15

variada hechura de las partes en muchas criaturas 6.


Sabemos que toda criatura tiene un bien privado,
un interés propio, a cuya consecución, con todas las
[demás] ventajas que [dicho bien] le depara en el ámbi-
to de su condición, la empuja la Naturaleza. Sabemos 20

que todas las criaturas pueden encontrarse verdadera-


mente en una situación adecuada y en una situación
equivocada y que la situación adecuada se activa por
naturaleza y se la busca uno mismo por inclinación.
En consecuencia, teniendo toda criatura un determi- 25
El Todo y las partes. nado interés o bien, tiene que haber también una cier-
ta FINALIDAD a la que se remitan naturalmente to-
das las cosas en virtud de su [propia] constitución. Y
si hay alguna cosa, sea en sus apetitos, en sus pasiones
o en sus afecciones, que no es conducente a dicha fi- 30

nalidad sino [todo] lo contrario, tendremos forzosa-


mente que reconocer que eso es malo para [la criatu-
ra]. y ésta es la manera de estar ella mal respecto a sí
[46] misma; igual que lo está de cierto respecto a otras

6 Cfr. aquí [164]. La exactitud y las proporciones permiten esta-


blecer con seguridad el carácter racional de las afecciones. Si una
afección puede entrar en proporción óptima en un sistema, en un
todo, será racional; hace armonía, y es, así, de «proporción moral».

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

Interés de la especie. {criaturas] de su especie, cuando algún apetito o pa-


sión la hace perjudicial para las mismas. Así pues, si
resulta que, por la constitución natural de toda criatu-
ra racional, las mismas irregularidades del apetito que
la hacen mala para otras [criaturas], hácenla también 5
mala para sí misma; y si la susodicha regularidad de
las afecciones que la hacen ser buena en un sentido,
Bondad. hácenla ser buena también en el otro, entonces esa
bondad por la que de tal manera es útil para los otros,
será un verdadero bien y una ventaja para sí misma. 10

y así nos encontramos con que finalmente la virtud y


el interés coinciden.
En la segunda parte de nuestra investigación trata-
remos en particular de esto. Nuestra primera inten-
ción será ver si podemos determinar con claridad qué 15
es esa cualidad a la que damos el nombre de bondad
o VIRTUD.
El bien privado. Si un historiador [natural] o un viajero nos descri-
biera una criatura de tan solitaria disposición como
no se oyó nunca que la hubiese hasta hoy: una criatu- 20
ra sin compañero ni igual de ningún tipo, sin nada
que se le parezca y hacia lo que se sienta aficionada o
inclinada, sin ninguna cosa fuera o más allá de sí mis-
ma por la que sentir la mínima pasión o cuidado; [si
se nos describiera una criatura semejante] estaríamos 25
[luego] en condiciones de decir, quizás, sin mayores
El SISTEMA privado. dudas, que «dicha criatura sería con seguridad, una
bien triste criatura y que, en tal estado asocial y hura-
ño, tendría un modo de vida desoladísimo». Mas, si se
nos asegurara que, a pesar de todas las apariencias, di- 30
cha criatura disfrutaba extraordinariamente, gozaba
en grande de la vida y que no le faltaba nada para su
bien propio, tal vez tuviéramos que reconocer que
«dicha criatura no es monstruosa ni está absurdamen-
te constituida en orden a sí misma». Mas, en definiti- 35
va, difícilmente nos inclinaríamos a decir de ella que
«es una criatura buena». Podría urgírsenos con todo
que, «tal como es esa criatura, es aún perfecta en sí
misma y, por lo tanto, digna de que se la estime por
buena; pues {se dirá] ¿qué tiene que ver con los 40

otros?». En este sentido, en efecto, se nos podría obli-


gar a reconocer que «es una criatura buena, si se da

10
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

(48) por supuesto que está absoluta y completamente en sí


misma, sin ninguna relación a ninguna otra cosa en el
El sistema de las Universo». Pues que si en la Naturaleza hubiese en
especies. algún sitio un sistema del que dicha criatura viviente
debiera considerarse parte, entonces en modo alguno 5

podría ser tenida por buena, habida cuenta de que


una tal parte parecería claramente hecha más bien
para daño que para bien del sistema o Todo en que
estuviera inserta.
Por tanto; si, en la estructura de éste o de aquello
animal, hay algo que apunta más allá de él y en lo
cual se descubre claramente que tiene relación con al-
gún 'otro ser o naturaleza, además de con el [ser o na-
turaleza] propio, habrá que considerar a dicho animal
indudablemente como parte de algún otro sistema. 15
Por ejemplo, si un animal tiene las formas del macho,
muestra tener relación a la hembra. Y las formas co-
rrespondientes a entrambos, al macho y a la hembra,
se considerará sin ningún género de duda que guar-
dan una relación conjunta a otra existencia y orden 20
de cosas [que cae] más allá de los mismos. De suerte
que estas criaturas han de ser consideradas, ambas a
dos, como partes de otro sistema, que es el de una ra-
za o especie particular de criaturas vivientes que po-
seen una naturaleza común, o que están dotados para 25
la misma por algún orden o constitución de cosas que
subsisten juntas y cooperan a su conservación y sus-
tento.
El sistema animal. De la misma manera, si alguna especie de animales
contribuye a su vez a la existencia o bienestar de otra 30
especie, entonces es que todos ellos forman parte uni-
tariamente de algún otro sistema.
[50) Por ejemplo, la existencia de la mosca es absoluta-
mente necesaria para la de la araña. Su incauto vuelo,
su débil estructura, el cuerpo tierno de ese insecto lo 35
hacen apto y lo determinan a ser presa, tanto como la
forma peluda de la araña, su alerta y astucia la hacen
apta para la rapiña y el papel del atrapador. Tela de
araña y vuelo se adaptan el uno al otro. Y en la es-
tructura de cada uno de esos animales, se da una rela- ~o
ción tan manifiesta y perfecta recíprocamente, como
la que en nuestros propios cuerpos se da entre los

11
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

miembros y los órganos; o como en las ramas o en las


hojas de un árbol vemos la relación de lo uno a lo
otro, y del conjunto del todo a una raíz y un tronco.
Del mismo modo son necesarias también las mos-
cas para la existencia de otras criaturas, tanto aves co- 5

mo peces. Y así hay otras especies o géneros [además


de los antedichos], que se ayudan unos a otros cual
partes de un determinado sistema y que están inclui-
das en uno y el mismo orden de seres.
De suerte que se da un sistema de todos los anima- 10
les: un orden o economía animal conforme al cual están
regulados y dispuestos los asuntos de los animales.
El sistema de la Ahora bien, si todo el sistema de los animales junto
Tierra. con el de los vegetales y todas las demás cosas de este
mundo inferior, está verdaderamente comprehendido 15

en un sistema global o terráqueo; y si, a su vez, este


mismo globo o tierra muestra tener una verdadera de-
El sistema planetario. pendencia de algo que está todavía más allá, como
por ejemplo del sol, de su galaxia o de sus correspon-
dientes planetas, entonces en realidad no será sino 20
PARTE de algún otro sistema. Y si se concede que en
cierto modo se da un SISTEMA de todas las cosas y
una Naturaleza universal, no podrá haber un ser o un
El sistema universal. sistema particular que no sea ni bueno ni malo en ese
único [sistema] general del Universo. Porque si el tal 25
[ser o sistema particular] es insignificante o inútil, ello
será fallo o imperfección y, en consecuencia, malo en
el sistema general.
[52] Por tanto, si hay algún ser que es entera y verdade-
ramente MALO, tendrá que serIo respecto al sistema 30

universal, y entonces el sistema del universo será ma-


lo o imperfecto. Pero, si el mal de un sistema privado
es el bien de otros; si ello contribuye con todo al bien
del sistema general (como cuando una criatura vive
gracias a la destrucción de otra, [o] es engendrada a 35
partir de la corrupción de otra; o cuando un sistema
planetario o vortex puede absorber a otro), síguese
que el mal de ese sistema privado no es en sí mismo
un verdadero mal, no más que el dolor de muelas en
un sistema o cuerpo constituido de manera que, sin 40

esa ocasión de dolor, sufriría algo peor aún, por defi-


ciencia [del sistema].

12
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

El MAL absoluto. De suerte que no podemos decir de ningún ser que


es completa y absolutamente malo, a menos que poda-
mos mostrar y averiguar que lo que llamamos MA-
LO, tampoco es BUENO en parte alguna, en algún
otro sistema, o respecto a algún otro orden o econo- 5
mía cualesquiera.
El MAL relativo. Pero, si en el mundo hubiese toda una especie de
animales destructora de todas las demás, tal vez pudie-
ra llamársela con razón una especie mala, por cuanto
sería mala en el sistema animal. Cuando en alguna es- \O
pecie animal (en la de los hombres por ejemplo) resul-
ta que un hombre es de naturaleza perniciosa para el
resto, se le califica justamente, a este respecto, como
un hombre malo.
El hombre bueno y el No obstante, no podemos decir de alguien que es 15
malo. hombre malo porque presente los síntomas de la pes-
te o porque tenga ataques convulsivos que, cuando le
dan, lo dejan agobiado y maltrecho. Ni, por otra parte,
podemos decir tampoco que es hombre bueno cuan-
do, teniendo sus manos atadas, se le impide cometer 20
el desaguisado que se proponía hacer. O bien (lo que
viene a ser lo mismo), cuando se abstiene de ejecutar
sus malos propósitos por miedo a la amenaza de un
castigo o por el señuelo de algún placer o ventaja es-
perados, los cuales no van necesariamente unidos a 25
una afección buena.
[54) De modo que, en una criatura sensible, lo que se ha-
Al bien por la afección. ce absolutamente sin afección alguna, no hace ni bien ni
mal en la naturaleza de dicha criatura, de la cual se dirá
ser buena en el caso solamente de que el bien o el mal 30
del sistema con el que se relaciona sea objeto inmedia-
to de alguna pasión o afección que la mueva.
En consecuencia, dado que se considera buena o
mala, natural o no natural a una criatura, en [razón de]
su afección meramente, tendremos que ocupamos en 35
examinar cuáles son las afecciones buenas y naturales
y cuáles son las afecciones malas y no naturales 7.

7 Z amplía en más de 20 líneas la idea de que la bondad moral


es respuesta a una afección inmediata, favorable al interés de los
otros, de los demás, interés éste que es el verdaderamente propio:
«Una criatura ... es buena ... sólo si un bien o un mal (es decir, un
bien o un mal para su sistema o para el sistema con que se relacio-
na) es el objeto inmediato de alguna afección que la mueve ... ». Cfr.
Satndard, p. 55, 1. llss.

13
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

[56] SECCIÓN II
La afección privada o En primer lugar, pues, cabe observar que, si se da
propia. una afección hacia alguna cosa, la cual se considera
un bien privado, pero resulta no serlo real <sino ima-
ginariamente> y no ser, en manera alguna, esencial
para el interés o la felicidad de la criatura; semejante
afección, como superflua que es y desvirtuadora de
otras afecciones indispensables y buenas, será viciosa
y mala en sí misma, <incluso respecto al interés o feli-
cidad privada de la criatura> 8. 10
Si fuese posible suponer <en una criatura> seme-
jante afección por un bien propio, como realmente
conducente <en su grado natural> al interés privado
de la misma y, a un tiempo, incompatible con el bien
público, aún habría que considerar viciosa tal afee- 15
ción. Y, en dicho supuesto, una criatura no podría ser
<verdaderamente> buena y natural para con su socie-
dad o público, sin ser mala y no natural para consigo
misma. Mientras que, si la afección es sólo perjudicial
a la sociedad cuando es inmoderada pero no cuando 20
es moderada y debidamente templada y comedida,
entonces lo que <en verdad> es vicioso es el grado in-
moderado de dicha afección que no el moderado. Y
así, caso de encontrarse en alguna criatura un interés
propio o una preocupación por su bien privado fuera 25
de lo corriente, y que fuesen incompatibles con el in-
terés de la especie o público, habría que considerarlos
malos y viciosos en todos los sentidos. A eso solemos
llamar EGOÍSMO, yeso es lo que tanto desaproba-
mos en cualquier criatura en que nos lo encontremos. 30
Por otra parte, si esa afección por el bien privado o
propio, por más egoísta que se la pueda estimar, no
solamente es en realidad compatible con el bien pú-
blico, sino que contribuye a él en alguna medida; si es
tal, como quizás, debiera ser la participación de todo 35
individuo en el bien de la especie en general; enton-
ces, bien lejos de ser mala o reprobable en todo senti-
[58] do, habría que reconocer que tal afección es absoluta-
mente necesaria para hacer buena a una criatura.

8 Las frases entre unguladas, recordamos, son de It no afectan al


sentido, aunque aportan claridad.

14
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

Pues, si la falta de tal afección, como la [del instinto]


de conservación, resulta perjudicial para la especie, la
criatura es mala y es no natural por tal defecto, como
lo es por la falta de cualquier otra afección natural.
Nadie dudaría en conceder eso si viera a un hombre 5

incapaz de advertir los precipicios que se interponen


en su camino, así como de distinguir nada tocante a
los alimentos, dietas, vestidos u otras cosas cualesquie-
ra, relativas a su salud y a su vida. Lo mismo habría
que declarar de quien tiene una disposición contraria 10

al comercio con el sexo femenino y que en conse-


cuencia lo incapacita por maldad de índole (y no sólo
por un defecto de constitución) para la propagación de
su especie o grupo.
Así que la afección por el propio bien puede ser 15

buena o mala. Pues si la afección privada es demasia-


do fuerte (como sucede cuando el amor excesivo a la
vida incapacita a una criatura para todo acto genero-
so), resulta viciosa sin ningún género de duda, y, sien-
do viciosa, la criatura por dicha afección movida será 20
viciosamente movida y no podrá menos que ser vicio-
sa en algún grado mientras esté moviéndose en virtud
de dicha afección. De consiguiente, si a causa de un
extremado y apasionado amor a la vida, es accidental-
mente llevada una criatura a obrar bien (como, en los 25
mismos términos, podría suceder que fuese llevada a
obrar MAL), no será buena esa criatura por ese bien
obrar, más de lo que lo sea un hombre honesto o bue-
no que defiende una causa justa o lucha por una bue-
na causa con objeto de obtener un honorario o esti- 30

pendio.
Así que cualquier cosa llevada a cabo mediante
una afección orientada meramente al bien propio pe-
ro que resulta ventajosa para la especie, no implica en
la criatura bondad alguna, sino, solamente, que la 35

afección en cuestión es buena en sí misma. Podría ac-


[60] tuar [esa criatura] igualmente bien en algún caso par-
ticular, siendo, en el fondo, esa afección egoísta lo úni-
co que la mueve, y seguiría siendo viciosa en sí mis-
ma. A ninguna criatura se la puede considerar de otra 40

manera si la pasión por su propio bien, por moderada


que sea, es el verdadero motivo de que haya hecho al-

15
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

go a lo que hubo de inclinarla propiamente la afec-


ción natural por su especie 9.
La índole. Y en efecto, mientras sea algo exterior lo que ayu-
da o asegura que una criatura mal dispuesta se lance
a cumplir una buena acción, no podrá surgir en ella 5
bondad alguna hasta que cambie su índoLe tanto que
llegue a guiarse en realidad de verdad por alguna
afección inmediata, directa y no accidentaLmente, hacia
el bien y contra el mal ",
[62J Por ejemplo; si una de esas criaturas que se supo- 10

ne por naturaleza moderadas, agradables, tendentes


a lo humanitario, resulta ser, en contra de su natural
constitución, fiera y salvaje, notamos al punto la
quiebra de su índole y admitimos que es desnaturali-
zada y corrompida. Y, si, pasado un tiempo, por un 15

golpe de fortuna o por la buena dirección, esa misma


criatura viene a perder su ferocidad y se vuelve mo-
derada, apacible y tratable como las demás criaturas
de su especie, admitimos luego que la criatura de tal
modo restablecida se convirtió en natural y buena. Si 20

suponemos ahora que tal criatura tiene en efecto un


aire moderado y amable pero que eso procede sólo
del miedo a su guardián y que a sus espaldas les es-
talla al punto la pasión dominante, en ese caso no
será la apacibilidad su verdadera índole, sino que su 25
verdadera y genuina naturaleza o índoLe naturaL si-
gue siendo la que era no más: esa criatura sigue sien-
do tan maLa como siempre 11.
No habiendo pues, propiamente, ni bondad ni mal-
dad en una criatura, sino la procedente de su índoLe 30
naturaL, será buena criatura la que vaya impulsada ha-
cia el bien y contra el mal por la natural índole o in-

9 Z contiene 11 líneas más explicando la idea de que la bondad


consiste en la afección social o pública que trasciende todo interés
particular. Interés particular, que, por religioso o nacional que sea,
no por eso deja de ser anti-humano y vicioso. Cfr. [I04J.
10 Z contiene 12 líneas más, abundando en la idea de que, mien-
tras el motivo de una acción buena para los demás, sea el bien par-
ticular y propio de uno mismo, lo que se da es coincidencia entre
una acción no virtuosa y un efecto favorable a los demás, pero no
se da bondad ética.
11 Z contiene 6 líneas más.

16
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

clinación de sus afecciones primaria e inmediatamente


y no secundaria y accidentalmente; y será criatura ma-
la, lo contrario, es a saber, la criatura carente en ver-
dad de afecciones o fuerzas suficientes para llevarla
directamente hacia el bien e inclinarla contra el mal; o 5
bien, la llevada por otras afecciones directamente al
mal y contra el bien 12
(64) Si todas las afecciones o pasiones en general son
favorables al bien público o de la especie, como diji-
mos antes, se seguirá que la índole natural es entera- 10

mente buena. Y al contrario, si se echa en falta alguna


pasión indispensable, o si se da alguna que sea super-
flua o débil o perjudicial de algún modo, o contraria a
dicho fin principal, en tal caso la índole natural y en
consecuencia la criatura misma será en alguna medida 15
corrompida y mala.
No hace falta mencionar a la envidia, a la malicia, a
la insolencia o a otras pasiones talmente odiosas, para
mostrar el modo de su maldad y cómo hacen mala a
una criatura. Mas, tal vez sea necesario notar que, in- 20
cluso en lo que toca a la benevolencia y amor de tipo
más natural (cual es el de toda criatura por su prole),
si es inmoderado y va más allá de un cierto grado, se-
rá indudablemente vicioso. Pues, entonces, una ternu-
ra demasiado grande destruye el efecto del amor, y el 25

exceso de piedad nos incapacita para prestar auxilio.


Por eso se considera apego vicioso al exceso de amor
maternal; afeminamiento y debilidad, a una piedad de-
masiado grande; vileza y cobardía, a la preocupación
demasiado grande por la propia conservación; temeri- 30

dad, a la preocupación demasiado pequeña; y la com-


pleta carencia o [sea] lo contrario (es a saber, una pa-
sión que conduce a la autodestrucción), es loca y de-
sesperada depravación 13.

12 Z contiene 9 líneas más.


B Z contiene 7 líneas más.

17
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

(66) SECCIÓN lII.

Mas, pasemos desde lo que se considera meramen-


te bondad y está al alcance y capacidad de todas las
criaturas sensibles, a lo que se llama VIRTUD o
MÉRITO y es solamente accesible al hombre. 5
Afección refleja. En una criatura capaz de formarse nociones gene-
rales de las cosas, son objeto de afección no sólo los
seres exteriores que se presentan a los sentidos, sino
que las mismísimas acciones y las afecciones de pie-
dad, benevolencia, gratitud y sus contrarios, traslada- 10
das por la reflexión a la inteligencia, se convierten en
objetos. De suerte que, con la ayuda de este sentido
reflejo, brota otro tipo de afección que tiene por obje-
to las afecciones mismas, sentidas desde siempre, pero
que ahora vienen a ser objeto de un nuevo gusto o 15
disgusto.
Sucede aquí (14) <en los objetos mentales o mora-
les> lo mismo que en los cuerpos ordinarios u objetos
comunes de los sentidos. Las figuras, movimientos, co-
lores y formas de estos <últimos>, al presentarse ante 20
nuestros ojos, dan necesariamente como resultado la
belleza o deformidad según la diferente medida, colo-
cación y disposición de sus diversas partes. Lo mismo
sucede con la conducta y con las acciones: al presen-
tarse a nuestro entendimiento, hay que encontrar por 25
necesidad manifiestas diferencias según la regularidad
o irregularidad de los asuntos.
Belleza y deformidad La mente, espectadora u oyente de otras mentes, no
morales. puede estar sin que sus ojos y oídos vayan discernien-
do proporciones, distinguiendo sonidos y probando 30
(68) todo sentimiento o pensamiento que se .le ponga de-
lante. No puede dejar que escape nada a su censura.
Siente lo áspero y lo suave, lo agradable y lo desagra-
dable en las afecciones, y encuentra [en estas cosas de
la mente] lo inconveniente y lo adecuado, lo armonio- 35
so y lo disonante, tan real y verdaderamente como
<en cualquier acorde músical o en> las formas y re-
presentaciones exteriores de las cosas sensibles.

14 Para las páginas 66-69, cfr. Larthomas, J.-P., I.C., p. 360, n. 24.

18
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

Así como en los <objetos> de tipo sensible 15, las espe-


cies o imágenes de los cuerpos, los colores y sonidos es-
tán en perpetuo movimiento ante nuestros ojos y actúan
sobre nuestros sentidos incluso cuando dormimos 16 y
cuando los mismísimos objetos exteriores están ausen- 5

tes; de igual manera sucede con los [objetos] de tipo


moral e intelectual cuyas formas e imágenes de las co-
sas no son menos activas y no presionan menos sobre
la inteligencia.
En esos caracteres errantes o cuadros de costum- 10

bres que por necesidad se figura la mente para sí mis-


ma y que lleva siempre consigo, no cabe la posibilidad
de que el corazón pueda permanecer neutral sino que
toma parte constantemente de una u otra manera. Por
más falso o corrompido que en sí mismo sea, encuen- 15
tra la diferencia en cuando a gracia y donaire entre
un corazón y otro, entre un sesgo de la afección, una
conducta, un sentimiento, y otros. Y de acuerdo con
ello, en todos los casos desinteresados 17, tendrá que
aprobar en cierta medida lo que es natural y honesto 20

y tendrá que desaprobar lo que es deshonesto y co-


rrompido.
Así pues, de las diversas mociones, inclinaciones,
pasiones, disposiciones y de la consiguiente actitud y
conducta de las criaturas en los varios aspectos de la 25
vida, al representársele a la mente en diversas vistas y
perspectivas y al discernir ésta al punto el bien y el
mal con relación a la especie o lo público, surge luego
un juicio nuevo o un nuevo ejercicio del corazón. Éste
tiene que aprobar correcta y sanamente lo justo y lo 30

recto y desaprobar lo contrario, o bien tiene que

15 B: «Ni puede tampoco reprimir su admiración o su éxtasis, su


aversión o su desprecio, más en una clase de estos objetos que en
otra. De suerte que negar el sentido de lo SUBLIME y BELLO en
las cosas, parecería afectación no más, a cualquiera que desée con-
siderar debidamente este asunto»
16 B: «Incluso cuando dormimos. De suerte que en el género [de
cosas] morales e intelectuales, las formas e imágenes de cosas no
son menos activas y operantes sobre el espíritu, en toda situación, e
incluso cuando los mismos objetos están ausentes».
17 A saber, donde prepondere e incline un desordenado interés
propio, que anula la fuerza de los objetos.

19
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

aprobar corruptamente lo malo y desaprobar lo que


es digno y bueno.
y sólo en este caso decimos de una criatura que es
meritoria y virtuosa, [es a saber] cuando es capaz de la
[70] noción de interés público y puede alcanzar la especu- 5
lación o ciencia de lo que es moralmente bueno o ma-
lo, admirable o censurable, correcto o equivocado.
Pues, aunque hablando corrientemente podemos lla-
mar vicioso a un mal caballo, no obstante nunca dire-
mos de un buen caballo ni de una mera bestia ni de 10

un idiota o de un niño mal criado, por bueno que sea


su natural, que es digno y virtuoso.
De suerte que, si una criatura es generosa, afable,
constante, compasiva, pero en cambio es incapaz de
reflexionar sobre lo que ella misma hace o ve hacer a 15
BONDAD Y VIRTUD. otros, tomando así noticia de lo que es meritorio y ho-
nesto y convirtiendo esa noticia o concepción del mé-
rito y de la honestidad en objeto de su afección; no
cobrará el carácter de virtuosa, pues sólo así y no de
otro modo será capaz de tener un sentido de lo co- 20
rrecto y de lo equivocado, un sentimiento o juicio de
lo que se hace en virtud de una afección justa, ade-
cuada y buena, o al contrario.
Afección inadecuada, o Lo que se hace mediante una afección inadecuada,
iniquidad. es perverso, inicuo y equivocado. Si la afección es 25
adecuada, sana y buena, y el objeto de la afección es
tal que puede ser proseguido o aprobado del mismo
modo siempre y con ventaja para la sociedad, en tal
caso eso constituye necesariamente lo que llamamos
equidad y derecho en cualquier acción. Porque INJU- 30
RIOSA no lo es una acción meramente en cuanto es
la causa de un perjuicio (dado que de esa manera un
hijo respetuoso que por error o mala suerte mata a su
padre, cometería una injuria); pero, si se hace algo
con insuficiente o inadecuada afección (como cuando 35
un hijo no se preocupa por la salud de su padre; o, ha-
biendo necesidad de auxilio, prefiere prestárselo a
una persona cualquiera antes que al mismo), entonces
sí que sería acción injuriosa por naturaleza IX.

18 Z lo explica con 12 líneas más.

20
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

[72] Sentido deterio- y no hay debilidad o imperfección alguna de los


rado. sentidos que pueda ser ocasión de iniquidad o injuria,
como no sea que el objeto de la mente misma no se
configure de buenas a primeras de un modo absurdo
o inadecuado en todo caso; [no la hay] mientras [el
objeto de la mente misma se configure] de modo con-
veniente, justo y digno de la opinión y afección que se
le aplican. Pues, si suponemos que un hombre sano y
cabal, tanto en su razón como en su afección, tiene no
obstante una constitución o hechura corporal tan es- \O
tropeada que sus órganos sensoriales, cual malas len-
tes, transmiten falsamente y desfiguran los objetos na-
turales, se echará de ver al punto, en el caso de dicha
persona, que, como su falta no reside en parte princi-
pal o directriz, no se la podrá considerar en sí misma 15
malvada o injusta 19.
Opinión corrompida. Pero no es lo mismo el caso de la opinión, de la fe
o de la especulación. Pues que, como las extravagan-
cias de juicio y creencia son tales que hay países don-
de se tuvo por santos a los monos, a los gatos, a los 20
cocodrilos y a otros animales viles y destructores, y se
les dio culto nada menos que como a deidades; podría
ocurrírsele a alguno de los adeptos a la religión o
creencias de esos países, que el cuidar a una criatura
como un gato con preferencia al propio padre, es cosa 25
correcta y que, hasta que se conviertan, hay que tratar
como a enemigos a los demás hombres que no com-
parten nuestra misma opinión religiosa. Esto sería
ciertamente injurioso y perverso en el creyente. Y to-
[74] da acción basada en dicha creencia sería inicua, per- 30
versa y viciosa.
Correcto y y así, todo lo que causa una mala inteligencia o
equivocado. mala concepción de la excelencia o del valor de cual-
quier cosa disminuyendo la debida afección, o aumen-
tando la afección indebida, la irregular y asocial, será 35
necesariamente causa de injuria. Así, quien siente
afecto por un hombre, o lo ama en virtud de algo que
es reputado honorable pero que en realidad es algo
vicioso, ese tal es vicioso y malo él mismo. Los co-
mienzos de semejante corrupción pueden advertirse ~o

19 Z lo explica con 8 líneas más.

21
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

en diversos casos. Como cuando un hombre ambicio-


so, por la fama de sus grandes empresas, o un con-
quistador o un pirata, por sus jactanciosas empresas,
suscitan en otra persona estima y admiración de aquel
carácter inmoral e inhumano merecedor de rechazo. 5

Entonces se corrompe el oyente al aprobar <en secre-


to> el mal que oye contar. Mas, por otra parte, el
hombre que ama y estima a otro, creyendo que éste
posee una virtud que en realidad no tiene más que
falseada, ése no por ello es vicioso o corrupto. 10

En consecuencia, como de hecho una equivocación


no es causa o signo de una mala afección, no puede
ser causa de vicio. Pero una equivocación de derecho
tiene que ser por necesidad causa de acción viciosa en
todo ser inteligente o racional. 15
Mas, mientras que en muchas ocasiones la cuestión
de derecho puede parecerle difícil y de dudosa deci-
sión precisamente a la mayor parte del género huma-
no capaz de discernimiento, no será un leve error de
este tipo lo que pueda destruir el carácter de un va- 20
rán virtuoso o digno. Pero, en tratándose de supersti-
ción o mala costumbre, resultan luego errores muy
crasos en la atribución o aplicación de la afección.
Cuando los errores son por su naturaleza tan enor-
mes, o tan complejos y frecuentes, que una criatura no 25
[76] puede vivir en un estado natural ni con las debidas
afecciones, de un modo compatible con la sociedad
humana y la vida civil, entonces está perdido el carác-
ter de la virtud 20.
VICIO de opinión. Y así vemos hasta qué punto dependen el 30

MÉRITO Y la VIRTUD de un conocimiento de lo co-


rrecto y lo incorrecto y del uso de razón suficiente pa-
ra asegurar una aplicación correcta de las afecciones:
que nada horrible o innatural, nada que no sea ejem-
plar, nada que sea destructivo de la afección natural 35
que mantiene a la especie o sociedad, que nada de
eso por ningún motivo, ni por principio alguno o no-
ción de honor o religión, pueda ser aprobado o busca-
do en ningún momento como un objeto de estima
bueno y conveniente. Pues que tal principio tiene que 40

20 Z contiene 16 líneas más.

22
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

ser completamente vicioso y hagan lo que hagan ba-


sándose en el mismo no podrá resultar más que vicio
Culto vicioso. e inmoralidad. Así que, si hay algo que le enseña al
hombre la felonía, la ingratitud o la crueldad con ga-
rantía divina o so color y pretexto de algún bien pre- 5
sente o futuro para la humanidad; si hay algo que le
enseña al hombre a perseguir a sus amigos por amor,
o a atormentar a los prisioneros de guerra haciéndose
el gracioso, o a ofrecer sacrificios humanos, o a tortu-
[78] rarse, martirizarse o mutilarse con religioso celo ante 10
su Dios, o a acometer cualquier clase de barbaridad o
brutalidad cual si fuese algo amable o decoroso; tráte-
se de alguna costumbre que aplauda tal cosa o de una
religión que lo autorice, eso no es ni puede ser nunca
virtud de ninguna clase ni en ningún sentido, sino que 15
Costumbres viciosas. será siempre horrible depravación, por más que algu-
na <moda>, ley, costumbre o religión que puede ser
mala y viciosa en sí misma, [la apruebe]. Nunca jamás
podrá alterar las medidas eternas y la naturaleza in-
mutable e independiente del mérito y la VIRTUD 21. 20

SECCIÓN IV

Objetos sensibles y ob- En cifra: Las criaturas que sólo son capaces de ser
jetos racionales. movidas por objetos sensibles, son buenas o viciosas
según estén sus afecciones sensibles. Otra cosa sucede
con las criaturas capaces de construir objetos raciona- 25
les de bien moral. Pues que, en alguna criatura de esta
clase, pueden estar muy desarregladas precisamente
las afecciones sensibles; pero, si no prevalecen debido
[precisamente] a las otras afecciones, a las racionales,
es evidente que la templanza predomina; y, a tal per- 30
sona, la consideran todos, con justicia, una persona
virtuosa 22.
Prueba de virtud. Más aún; si alguien es, por su índole, apasionado,
[80] colérico, miedoso, lujurioso, pero resiste a esas pasio-
nes y adhiere a la virtud a pesar de la fuerza impre- 35

21 Z contiene 8 líneas más.


22 Z contiene 10 líneas más ..

23
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

sionante de aquéllas, solemos decir en tales casos que


la virtud es tanto mayor, y decimos bien. Aunque, si lo
que contiene a una persona y hace que adhiera a una
conducta parecida a la virtud, no es su afección hacia
la bondad o la virtud en sí misma sino meramente ha- 5
cia su bien privado, entonces no será tan virtuoso en
realidad como se mostró antes. Pero no es menos evi-
dente que si, voluntariamente y fuera de coacción ex-
terna, un temperamento colérico tiene aguante o un
temperamento lujurioso se refrena de suerte que de 10

tal persona no cabe arrancar ninguna acción cruel o


indecorosa a pesar de ser tan fuertemente tentada por
su [misma] constitución; no es menos evidente que
aplaudimos su virtud más aún de lo que haríamos na-
turalmente si esa persona estuviese libre de tal tenta- 15

ción y de tales propensiones. Al mismo tiempo, no


creo que haya quien quiera decir que la propensión al
vicio es un ingrediente de la virtud o que es necesaria
de algún modo para completar [lo que es] un carácter
virtuoso. 20
Parece, pues, que algún tipo de dificultad hay en el
caso, pero se reduce a esto no más. Si en una parte de
la índole se asientan pasiones o afecciones malas,
mientras que en otra parte las afecciones por el bien
moral son tales como para dominar absolutamente 25
esos intentos de sus antagonistas; ésa es la mayor
prueba imaginable de que en el fondo yace un tuerte
principio de virtud y de que éste se ha apoderado de
la índole natural. Mientras que si a una persona no la
acosan malas pasiones, puede resultarle en efecto más 30

barato ser virtuosa; lo que equivale a decir que podrá


conformarse a las pautas corrientes de la virtud sin
participar tanto como otras personas de un [determi-
nado] principio virtuoso. Ahora bien; si esa persona
en la que tan fuertemente está implantado el princi- 35

pio de la virtud acaba finalmente por perder esos im-


pedimentos contrarios que se suponía haber en ella,
ciertamente no perderá nada de virtud. Sino al con-
trario, queda más íntegra para la virtud y la poseerá
en un grado más elevado al perder de su índole sólo 40

lo vicioso.
[82] Grados de virtud Así, la virtud es participada en diferentes grados

24
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

por las criaturas racionales o llamadas en último tér-


mino racionales, aunque no lleguen a [disponer] de
esa razón sana y bien fundada, que, sola, puede cons-
tituir una afección justa, una voluntad y resolución
uniformes y estables. Y así, al vicio y a la virtud se las
encuentra en varias mezclas y prevaleciendo alternati-
vamente en los diversos caracteres de la humanidad.
Pues, de nuestra investigación, resulta evidente que,
por mal que se pongan la índole [natural] y las pasio-
nes tanto respecto a los objetos sensibles como a los 10
objetos morales; por muy apasionada, furiosa o cruel
que pueda llegar a ser una criatura; por más viciosa
que sea la inteligencia, o lo fueren las malas normas y
principios por los que se guía; a pesar de todo, mien-
tras se dé cierta flexibilidad o favorable inclinación 15
hacia el mínimo objeto moral, hacia la mínima apa-
riencia de bien moral (si se da algo así como amabili-
dad, gratitud, generosidad o compasión), es que queda
aún algo de virtud y no es completamente viciosa la
criatura ni está completamente desnaturalizada. 20
Así pues, un rufián carente de cualquier clase de
sentido de la fidelidad y el honor, que se niega a dela-
tar a sus socios y que prefiere sufrir tormentos y la
[misma] muerte antes que traicionarlos, no cabe duda
de que algún principio de virtud ya tendrá, por mal 25
que lo esté aplicando. El mismo caso es el del malhe-
chor que prefirió acompañar a sus compañeros en su
ejecución, antes que desempeñar el oficio de verdugo
de los mismos.
Brevemente; igual que parece cosa dura declarar de 30
cualquier hombre que es absolutamente ateo, igualmen-
te duro parece el declarar de un hombre que es absolu-
tamente corrupto o vicioso, siendo pocos, incluso entre
los más repelentes bribones, los que no tengan algo de
virtud en este sentido imperfecto. Nada más exacto que 35
el conocido dicho de que «tan difícil es encontrar un
hombre completamente malo como un hombre comple-
tamente bueno»; porque, mientras queda alguna afec-
ción buena, hay sin lugar a dudas alguna bondad o vir-
tud en el ser, todavía. 40
[84] Habiendo considerado pues qué es la VIRTUD en
sí misma, podemos pasar a considerar ahora el tema
por lo que respecta a las opiniones tocantes a la DIVI-
NIDAD, como dijimos más arriba.

25
[86) PARTE 111

SECCIÓN I
Causas del VIClD. Consistiendo la naturaleza de la VIRTUD (según
acabamos de exponer) en una cierta disposición justa,
o afección proporcionada, de una criatura racional res- 5
pecto a los objetos morales [que son] lo correcto y lo
incorrecto; no hay nada que pueda suprimir un princi-
pio de virtud en tal criatura, o volverlo ineficaz, a me-
nos que:

1. O bien suprima el sentido natural y justo de lo 10


correcto y lo incorrecto.

2. O bien cree un incorrecto sentido del mismo.

3. O bien ocasione que al sentido correcto se le


opongan afecciones contrarias 23.

[Y¡ de la VIRTUD. Por otra parte, el principio virtuoso no puede ayu- 15


dar en nada ni promover nada más que aquello que
alimenta o promueve un sentido de lo correcto y lo
incorrecto, o bien que lo preserva manteniéndolo ge-
nuino e incorrupto; o bien que hace que se le obedez-
ca sometiendo y sujetando al mismo las demás afee- 20
ciones.
[88) Vamos a ver, pues, cómo puede influir en estos ca-
sos, o producir alguno de estos tres efectos, alguna de
las opiniones mencionadas más arriba sobre el tema
de la DIVINIDAD. 25

Pérdida del sentido 1. Acerca del primer caso que es LA SUPRESI6N


moral. DEL SENTIDO NATURAL DE LO CORRECTO
Y LO INCORRECTO.

Por supuesto, no se quiere dar a entender con ello la


supresión de la noción de lo que es bueno o malo, espe- 30
cie o sociedad. Pues que, posiblemente, no hay criatura

23 Z contiene 6 líneas más.

26
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

racional alguna que pueda ser insensible a la realidad


de tal bien o de tal mal. Cada una [de estas criaturas]
discierne y reconoce un interés público y es consciente
de lo que afecta a su grupo o comunidad. Por lo tanto,
cuando decimos de una criatura que «ha perdido com-
pletamente el sentido de lo correcto y lo incorrecto»,
estamos dando a entender que, siendo capaz de discer-
nir entre el bien y el mal de la especie, no se preocupa
en absoluto ni de lo uno ni de lo otro, ni tiene tampoco
sentimiento alguno de elevación o bajeza en las accio- 10

nes morales relativas a lo uno o a lo otro. De tal mane-


ra que, con excepción de lo que respecta a un bien pro-
pio privado y mezquinamente exclusivo, lo que se supo-
ne es que en tal criatura no existe gusto o disgusto de
los comportamientos, no hay admiración o amor de al- 15

go en cuanto moralmente bueno, ni odio de algo en


cuanto moralmente malo por desnaturalizado o defor-
me que ello sea.
Sentido moral. En verdad, no hay ninguna criatura racional <que
no sepa> que, al ofender o perjudicar voluntariarnen- 20

te a alguien, no puede dejar de producir aprensión y


temor por semejante daño, y, en consecuencia, resenti-
miento y animosidad en toda criatura que lo observe.
De modo que el que agravia tiene que ser necesaria-
mente consciente de estar expuesto a un trato igual 25
por parte de [todos y] cada uno [de los demás], como
si hubiese ofendido en cierto grado a todos.
Así pues, todos saben que la ofensa y la injuria son
cosas punibles y todos consideran digna de premio y
(90) meritoria a la conducta comedida (a la que por eso se 30
la llama MÉRITO). De esto, la más inicua criatura vi-
viente ha de tener un sentido. De suerte que, si tiene
algún significado ulteriormente un tal sentido de lo
correcto y lo incorrecto; si, en verdad, existe algún sen-
tido de este tipo del que carecería una criatura abso- 35

lutamente inicua; tendrá que consistir en una verda-


dera antipatía o aversión a la injusticia o incorrección
y en una verdadera afección o amor para con la equi-
dad y lo correcto por lo que son en sí y por razón de
su propia belleza y valor naturales 24. 40

24 Z contiene 9 líneas más.

27
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

Es imposible suponer una criatura meramente sen-


sible tan mal constituida y tan desnaturalizada origi-
nariamente, que, desde el mismo momento en que la
atraen objetos sensibles, no tenga ninguna pasión bue-
na por su especie ni base [natural] alguna de piedad, 5
amor, benevolencia o afección social. Igualmente im-
posible resulta el concebir que una criatura racional,
al ser atraída por objetos racionales y al recibir en su
inteligencia las imágenes y representaciones de justi-
cia, generosidad, gratitud o de otra virtud, no sienta 10

gusto de éstas y disgusto de sus contrarias, sino que se


encuentre absolutamente indiferente ante cualquier
cosa de esta clase que se le ofrezca. En efecto, un al-
ma puede estar sin sentido así como sin admiración
por las cosas de las que tiene [sólo] algún conocimien- 15

to. Por eso, en llegando a la capacidad de ver y admi-


rar de esta nueva manera 25, tendrá necesidad de en-
contrar una [cierta] belleza y una [cierta] deformidad,
tanto en las acciones, opiniones y actitudes como en
las figuras sonidos y colores. Si en los actos morales 20

no se dan una amabilidad o deformidad reales, hayal


menos [amabilidad o deformidad] poderosamente
imaginarias. Tal vez no pueda concederse que la cosa
[imaginada] está en la naturaleza, pero habrá que
[92] conceder que la imaginación o fantasía de la misma 25

procede de la sola naturaleza. Y no hay nada, como


no sea el artificio y un fuerte empeño con una prácti-
ca y meditación bien largas, nada que pueda superar
esa prevención o predisposición de la inteligencia en
favor de esta distinción moral. 30

Hasta qué punto es Siéndonos, pues, tan natural el sentido de lo correc-


deteriorable. to y lo incorrecto como lo es una afección natural, y
siendo como es un primer principio en nuestra consti-
tución y hechura, no habrá opinión especulativa ni
persuasión ni creencia alguna que sea capaz de ex- 35
cluirlo o destruirlo inmediata o directamente. Lo que
es naturaleza pura y original, no hay nada que sea ca-
paz de desplazarlo, como no sea un hábito y costum-

25 «Una nueva manera» significa un «nuevo grado», un grado


más, según el principio de gradualidad. Cfr. Sensus communis ...
[20], p. 134 Y nota 5..

28
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

bre contrarios (una segunda naturaleza). Y como se


trata de una afección que es originaria y de lo más
Por una afección con- primitivo en el alma o parte afectada, sólo una afec-
traria, o antipatía.
ción contraria, con represión y control frecuentes,
puede actuar sobre ella, sea para amainarla en parte, 5
sea para destruirla del todo.
Por lo que hace a la constitución y disposición de
nuestros cuerpos, es evidente que, a un rasgo o modo
de ser muy particular que nos sea natural y consecuen-
cia de nuestra hechura, o también accidental y adquiri- 10

do por hábito, no es posible suprimirlo inmediatamente


por nuestra desaprobación o bien por la tendencia
opuesta de nuestra voluntad, incluso fuertemente con-
traria. Semejante cambio no puede efectuarse sin re-
cursos extraordinarios y sin la intervención del artificio 15

y el método, sin una atención estricta y una represión


constante. E, incluso entonces, nos encontramos con
que se domina con dificultad a la naturaleza, que sigue
hosca y dispuesta a sublevarse a la primera ocasión.
Mucho más aún es ése el caso de la inteligencia, por lo 20

que hace a esa afección natural y a esa fantasía antici-


patoria que constituye al sentido de lo correcto y lo in-
correcto. Es imposible que resulte éste destruido en un
instante y sin el empleo de mucha fuerza y violencia, o
que quede tachado de la condición natural, incluso me- 25
Tampoco por meras diante recurso a la más extravagante creencia u opi-
opiniones.
nión del mundo.
En consecuencia, como ni el teísmo ni el ateísmo
ni el demonismo ni ninguna otra creencia religiosa o
[94] irreligiosa del tipo que sea, son capaces de surtir 30

efecto, inmediata o directamente, en este caso, sino


solamente <de manera indirecta> por la interven-
ción de afecciones opuestas o favorables <excitadas
accidentalmente por alguna creencia semejante>; pa-
saremos a considerar este último efecto en nuestro 35
último caso 26 donde nos toca examinar la conformi-
dad o disconformidad de otras afecciones con esta
afección natural y moral relativa a lo correcto y lo
incorrecto.

26 Cfr. aquí [86 n. 2].

29
[144)
LIBRO 11

PARTE I

SECCIÓN I

Obligación de ser Hemos considerado qué es la VIRTUD y a quien


VIRTUOSO.
conviene el carácter virtuoso. Réstanos por averiguar 5

qué obligación hay de ser VIRTUOSO o qué razón


hay para abrazar la VIRTUD.
Hemos averiguado que una criatura, para merecer
el nombre de buena y virtuosa, tiene que tener todas
sus inclinaciones y afecciones, sus disposiciones de 10

ánimo e índole, convenientes y conformes con el bien


de su especie o del sistema en que esté inserta y del
que forma parte. Así, pues, el estar bien inclinado y
tener las afecciones correctas y cabales no sólo res-
pecto a uno mismo sino respecto a la sociedad y al 15

público, eso es rectitud, integridad o VIRTUD. Y an-


dar menguado en algo de eso o tener sus contrarios,
eso es depravación, corrupción y VICIO.
Dificultad planteada. Ya hemos mostrado que, en las pasiones y afeccio-
nes de las criaturas particulares, hay una relación 20

constante con el interés de una especie o naturaleza


común. Quedó demostrado en el caso de la afección
natural, del afecto paterno, del celo por la posteridad,
de la preocupación por la propagación y alimentación
de las crías, del amor al asociarse y acompañarse, a la 25

compasión, a la ayuda mutua y demás cosas de este ti-


(146) po. Nadie negará que esta afección de las criaturas
hacia el bien de la especie o naturaleza común, es tan
conveniente y natural a las criaturas como, para cual-
quier órgano o parte o miembro de un cuerpo animal 30

o meramente vegetal, lo es el laborar siguiendo el


curso habitual y el camino regular de su crecimiento.
No es más natural para el estómago el digerir, para
los pulmones el respirar, para las glándulas el separar
los jugos o para otras entrañas el ejecutar sus diversas 35

52
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

funciones, bien que a veces pueden resultar perturba-


das u obstruidas en sus operaciones <por uno u otro
impedimento> .
Unión con la naturale- Admitiendo, pues, que en las criaturas se dan estas
za o especie. afecciones hacia la naturaleza común o sistema de la 5
especie, junto con las que se dirigen a la naturaleza
privada o sistema particular, tendrá que suceder nece-
sariamente que, al seguir la criatura la primera de esas
afecciones, entra en contradicción en muchas ocasio-
nes con la segunda de ellas. ¿De qué otro modo po- 10
dría protegerse la especie? 45 o ¿qué significaría ese
arraigada afección natural por la que una criatura
protege a sus vástagos y apoya su especie a través de
tantas dificultades y peligros?
Oposición al propio Así que cabría quizás imaginar que existe una ple- 15
interés. na y absoluta oposición entre estos dos hábitos o
afecciones. Podría presumirse que la búsqueda del in-
terés común o bien público mediante las afecciones
de una clase, tiene que ser un impedimento para el lo-
gro del bien privado a través de las afecciones de la 20
otra'. Porque, concediendo que los peligros y trabajos
de cualquier suerte son naturalmente el mal de la
condición privada y siendo cierto que la naturaleza de
estas afecciones públicas es lo que lleva a menudo a
los mayores trabajos y peligros de toda laya, infiérese 25
luego que «a la criatura le interesa estar libre de cual-
quier afección pública, sea la que fuere»,
Una cosa es cierta, y es que todo [lo que sea] amor
social, amistad, gratitud, o cualquier otra cosa de esta
[148] índole generosa, en tomando de su natural el lugar de 30
las pasiones del propio interés, nos saca de nosotros
mismos y nos hace ser negligentes de nuestra propia
conveniencia y seguridad. De modo que, según una
conocida manera de razonar sobre el propio interés 40'>,
habría que abolir de derecho todo aquello que hay en 35

nosotros de tipo social. De suerte que toda clase de

~, La especie necesita que suene la alarma; no tiene otro modo


de protegerse que advertirle a la afección natural que está en con-
tradicción con el todo.
46 Es a saber, la de Hobbes y Locke.

53
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

benevolencia: la indulgencia, la ternura, la compasión


y, en una palabra, toda afección natural, tendría que
ser ingeniosamente suprimida y habría que resistírsele
como a mera locura y debilidad de la naturaleza, su-
perándola. Por este medio no podría quedar en noso-
tros nada que fuese contrario a un fin directamente
particular, nada que pudiese estar en oposición a una
constante y deliberada prosecución del más mezqui-
namente limitado interés particular.
De acuerdo con esta extraordinaria hipótesis, ha- 10
bría que dar por supuesto que, en el sistema de una
determinada clase o especie, el interés de la naturale-
za privada es directamente opuesto al de la común;
que el interés de los particulares es directamente
opuesto al del público en general. ----- ¡Extraña consti- 15

tución! Fuerza es confesar que hay en ella mucho de-


sorden y perversidad, a diferencia de lo que nos es
dado observar en la Naturaleza por todas partes.
¡Como si, en algún cuerpo vegetal o animal, cupiera
que una parte o miembro esté en buena y favorable 20

disposición por lo que hace a sí mismo, estando en


una disposición contraria y en un desarrollo o hábito
antinatural por lo que hace al CONJUNTO [del orga-
nismo]!
Reconciliación. Ahora bien, las cosas son enteramente de otra ma- 25
nera, como nos esforzaremos en demostrar; y se echa-
rá de ver que «eso que los hombres se representan
como un mal orden y una mala constitución del
Universo, haciendo que la rectitud moral aparezca co-
mo lo malo y que la depravación aparezca como lo 30
bueno y provechoso para la criatura, [eso] pasa en la
Naturaleza justamente al revés. [Y se echará de ver]
que el sentirse bien inclinado hacia el interés público
y hacia el interés privado de uno, no sólo es compati-
[150] ble, sino que es inseparable, y que, consecuentemente, 35
la rectitud moral o virtud será una ventaja, y el vicio
será un perjuicio y una desventaja».

54
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

SECCIÓN 1147
Nociones contradicto- Tal vez algunos, al contemplar a una criatura vacía
rias.
de afecciones naturales y desprovista enteramente de
un principio comunicativo o social, supongan que, al
mismo tiempo, o bien es tolerablemente feliz en sí 5
misma, o bien anda fuera [del círculo] de las criaturas
sus semejantes o sea de su especie. Lo que se piensa
en general de una criatura como ésa, es que gozará
de pocas alegrías en la vida y que encontrará pocas
satisfacciones en los placeres meramente sensuales 10
que le quedan, una vez haya perdido las alegrías so-
ciales y cuanto puede llamarse humanidad y buen
Estado disoluto o in- natural. Nosotros sabemos que no es meramente for-
moral. tuito que una criatura sea displicente, rencorosa o ma-
ligna, y que, por necesidad, una mente o talante tal- 15
mente privado de dulzura y benignidad tendrá que
volverse hacia lo que es contrario, y ser trabajado por
pasiones de otro cariz. Un corazón como ése será es-
cenario continuo de inclinaciones perversas y de
amargas aversiones que brotarán de su constante mal- 20

humor, de su desabrimiento y desasosiego. La con-


ciencia de una naturaleza así, tan perjudicial para la
Humanidad y para cuantos seres se le acerquen, tiene
que nublar la mente con sospechas y celos negros, tie-
ne que alarmarla con miedos y terrores y suscitar en 25

ellas continuas molestias, incluso en la más considera-


ble posición de fortuna y en el mayor grado de pros-
peridad material.
{Inmoralidad} total. En cuanto a lo que sea el estado de inmoralidad
completa, lo que señalan espontáneamente y de entra- 30
da los hombres, es esto: Donde exista la degeneración
absoluta, esa total apostasía de toda buena fe, de toda
equidad, confianza, sociabilidad o amistad, serán po-
[152] cos los que no vean y reconozcan el lamentable esta-
do que de ahí se sigue. Pocas veces se exagera el caso, 35
aun cuando se suponga el peor. La desgracia es que,
cuando vemos eso [mismo] en grado menor, no lo to-
mamos por depravación ni consideramos cómo subsis-
{Inmoralidad} parcial. te. ¡Como si ser absolutamente inmoral e inhumano

>7 Esta sección falta íntegramente en z.

55
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

fuese en efecto la mayor desdicha y miseria, pero ser-


lo en grado menor no haya de ser en modo alguno
miseria o perjuicio! Conceder eso sería exactamente
igual de razonable que conceder que el mayor mal de
un cuerpo es estar sumamente deforme y lisiado, pero 5
que perder el uso de un brazo o sufrir daño en un
único órgano o miembro no es inconveniente o mal
de mayor monta.
Proporción interior. Las partes y formas de la mente, su relación y de-
pendencia mutuas, la conexión y la estructura de las 10

pasiones que constituyen el alma o índole, [todo] eso


puede entenderlo fácilmente quienquiera crea que va-
le la pena de emplear un rato estudiando esta anato-
mía interna. Es muy cierto que el orden o simetría de
esta parte interna es en sí misma no menos real y 15

exacta que la del cuerpo. Sin embargo, pocos de entre


nosotros por lo visto se esfuerzan por llegar a ser ana-
tómicos de esta [otra] clase. Y tampoco se avergüenza
nadie de ignorar a fondo estas materias. Pues, a pesar
de que se admite que las mayores miserias y males 20
proceden de ordinario de la disposición e índole; a pe-
sar de que se admite que la índole puede cambiar con
frecuencia y que realmente varía en muchas ocasiones
con gran perjuicio nuestro; no obstante, no se estudia
el funcionamiento de estas cosas. No nos tomamos 25

nunca la molestia de estudiar a fondo los medios y


métodos por los que llega a recibir nuestra constitu-
ción interna, en cualquier momento, daño o perjuicio.
Continuidad. La solutio continui de que hablan los médicos <del
cuerpo> no se aplica nunca a este caso; por médicos 30
de otra clase. No han captado en esta ciencia la no-
ción de un todo y unas partes. No sabemos qué efec-
tos tiene el forzar una afección, el consentir en una
pasión incorrecta, o el aflojar algún hábito o buena 35

[154] inclinación conveniente y natural. Ni somos capaces


de concebir cómo una acción particular puede tener
una influencia tan repentina en la mente como para
hacer de la persona instantáneamente una víctima.
Preferimos suponer que un hombre puede faltar a su 40

promesa, cometer una iniquidad impensable en él con


anterioridad, entregarse a un vicio o a una vileza, sin
producirse el mínimo perjuicio a sí mismo o sin que

56
INVESTIGACIÓN SOBRE LA VIRTUD O EL MÉRITO

de dicha mala acción se siga naturalmente desgracia


alguna.
Por eso oímos decir a menudo: «Tal persona ha
obrado mal, por cierto; pero, ¿es acaso peor por eso?»
Sin embargo, cuando nos referimos a una naturaleza 5

completamente salvaje, abominable, empedernida, de-


cimos con verdad: «Ése es un tormento y una plaga
para sí mismo». Y concedemos que «por ciertos hu-
mores o pasiones y por su mera índole, puede un
hombre ser completamente desgraciado [no bien] de- 10

jen de serie siempre favorables las circunstancias <ex-


ternasc-». Todos estos juicios demuestran suficiente-
mente que no estamos acostumbrados a pensar con
gran coherencia sobre estos asuntos morales y que
nuestras nociones a este respecto no son [sólo] un po- 15

co confusas y contradictorias.
Fábrica o sistema de Ahora bien, si la fábrica de la mente, o índole, apa-
las afecciones. reciese ante nosotros como en realidad es; si viése-
mos cuán imposible resulta eliminar de ella alguna
afección buena u ordenada, o introducir alguna [afec- 20

ción] mala o desordenada, sin dar ocasión en algún


grado a ese estado licencioso cuyo más alto grado se
confiesa ser una desgracia; no cabe ningún género de
duda de que, entonces, se confesaría que (dado que
no es posible cometer ninguna acción inmoral o injus- 25

ta sin que se produzca una ruptura o desgarramiento


en la índole y las pasiones, o bien un avance ulterior
de esa acción ya comenzada) cualquiera que haga mal
o actúe en perjuicio de su [propia] integridad, de su
buen natural o su dignidad, actuará necesariamente 30

contra sí mismo con mayor crueldad que quien siente


escrúpulos por no tragarse algún veneno, o quien, con
sus propias manos, se mutila o inflige heridas a su
cuerpo natural, a sus miembros naturales, o a su <for-
ma o> constitución exterior. 35

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